Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es LyricalKris, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to LyricalKris. I'm only translating with her permission.
Capítulo 15
Echando un vistazo para asegurarse de que Rosalie estuviera sola, Edward se materializó en el extremo opuesto del sofá. Se inclinó hacia adelante, apoyando sus codos sobre sus rodillas, mirando al frente sin mirar.
—¿Y bien? —preguntó Rosalie cuando él no habló.
Edward irguió. Aún así no la mió.
—Las mentes de las personas como James son frustrantes —dijo—. Él valora conceptos como respeto, lealtad, y un tipo de honor precipitado por encima de la humanidad. Del mismo modo, su concepto del amor es algo deformado y destrozado. ¿Sabes que sus superiores en la organización que él tanto aprecia están considerando tomar acciones letales contra él? —Resopló y sacudió la cabeza—. Lo golpearon un poco, le preguntaron qué sabe Bella, qué le dijo. No están seguros si están convencidos de que ella no sabe nada.
Él cerró los puños a sus costados.
—Están considerando matarlos a los dos, y James entiende esto. Esto no lo molesta en lo más mínimo. Aún así, no puede comprender a Bella, que ha estado a su lado desde la infancia, que lo ha amado como un verdadero hermano, no puede comprender que ella no quiera ser una cómplice involuntaria de lo que será su destrucción. Él está dolido, y un hombre como él haría arder el jardín entero para fastidiar a la rosa que lo pinchó.
Finalmente miró a Rosalie y se sorprendió de encontrarla secándose los ojos. Observó más de cerca que sus ojos estaban rojos. Esta no era una reacción a sus palabras; ella había estado llorando por un tiempo.
—¿Qué pasa, hermana?
Ella se sorbió la nariz y soltó una risita burlona.
—Solo puedes pensar en una cosa, lo cual es impresionante para ser un ángel. Con la habilidad para procesar cientos por no decir miles de cosas al mismo tiempo, ¿y no me escuchaste llorar?
—Yo...
—No. —Hizo un ademán con la mano—. Estoy bromeando. En su mayoría. —Suspiró, el sonido amargado—. No es como si no pudiera comprenderlo. Para responder a tu pregunta, le dije a Emmett que quería ir en serio. Estoy harta de esta farsa de que no estamos locos por el otro.
Edward presionó sus labios entre sí, estudiando la miseria escrita en sus rasgos.
—No fue bien. —No fue una pregunta.
—Oh, por supuesto que no. Se asustó. Dijo que necesitaba tiempo para pensar. A pesar que él ha estado aquí casi todos los días por meses. A pesar que sé que no se ve con nadie más. Él puede pasar horas simplemente mirándome. ¿Qué hay que pensar? Los humanos son muy tontos. —Ella soltó una risita—. Y yo no soy muy diferente a ellos ahora. Mírame. Miles de años de edad y llorando como si esto fuera lo peor que he vivido.
Edward se acercó más a ella y la rodeó con su brazo. Ella le echó un vistazo y sonrió.
—Qué gesto muy humano, Edward. —Se acurrucó en su abrazo a pesar de sus bromas y apoyó la cabeza sobre su hombro—. Esta chica te está cambiando.
Ahora fue el turno de Edward de resoplar, otro gesto humano.
—He pasado tanto tiempo alrededor de ti y de Emmett como de Bella.
Rosalie revolvió su cabello.
—Sé cómo funciona esto. ¿Bella está a salvo? Apuesto que bastante segura en este momento, o no estarías aquí conmigo.
—Ella está segura en estos momentos, pero esto es frustrante. No debía ponerla en peligro, Rosalie. Si no me hubiera involucrado, ¿estaría su nombre en boca de estas personas que quieren hacerle daño? ¿Soy yo la que la puso más en la mira?
—Es por eso que bajaste aquí —dijo ella, intensificando su abrazo por un momento—. Fueron esos supuestos amigos que la metieron en esto. Personas como aquellas con las que están involucrados no lo dejarán así de fácil.
—Eso es lo que quería evitar. De eso es lo que esperaba salvarla.
—Edward, esto no es tu culpa. Ella ya estaba así de involucrada cuando te conoció. —Rosalie levantó la cabeza para mirarlo a los ojos—. Ella te conoce, y la pondrás a salvo de nuevo. Tan a salvo como ella puede estar, de todos modos.
Su corazón se retorció dolorosamente. Por supuesto que él quería que Bella estuviera a salvo, pero entonces...
Él sacudió la cabeza.
—¿Quieres que lea a Emmett? —preguntó para distraerse a sí mismo del pensamiento inútil.
Rosalie hizo silencio. Apoyó la cabeza sobre su hombro.
—Esa es una oferta tentadora, pero es otra cosa que aprendí sobre ser humana. Somos criaturas irracionales, y es mejor dejar nuestros pensamientos sin censurar en nuestras cabezas.
—¿Lo extrañas? El poder. Leer mentes.
—Volar. —Rosalie suspiró, el sonido melancólico—. Sí.
—¿Valió la pena? Me refiero a caer.
—Sí.
—¿Incluso si Emmett decide que prefiere su libertad?
Para eso, Rosalie se mantuvo en silencio.
~FAH~
Victoria tomó a Bella por sorpresa. El ataque en sí no fue una sorpresa. Bella había estado alerta, esperando que la novia intensa de James no reaccionara bien a que alguien insultara a su novio de esa manera. Pero Victoria le había tendido una emboscada cuando salía del trabajo, tomándola y arrastrándola al mismo callejón en que los matones de Felix habían asaltado a Edward no mucho tiempo atrás.
—¿Qué diablos te pasa? —demandó Victoria. Ella no era una persona que peleaba. Sus golpes a Bella eran rápidos y fuertes. Sin uñas. Ni tirones de pelo. Victoria era mucho más propensa a los puñetazos y a las patadas.
Bella levantó sus manos para proteger su rostro. Sabía cómo pelear, pero no quería pelear con Victoria.
—¿Qué me pasa a mí? —Se movió hacia atrás, esquivando por cerca un firme puñetazo dirigido a su vientre.
—Estás tratando a James, a tu hermano, como un jodido criminal. —Lanzó otro puñetazos, el cual Bella de nuevo esquivó.
—Él es un criminal. —Atrapó la muñeca de Victoria y la torció. Rodeó el pecho de Victoria con su otro brazo y la presionó contra la pared—. ¿Qué rayos quieres que haga, Vic? No puedo hacer la vista gorda. Esta no es mi tienda.
—Suéltame. —Victoria empujó hacia atrás, zafándose de Bella. Bella retrocedió, levantando sus brazos. Victoria giró sobre sus talones, su rostro sonrojado por la ira, sus puños cerrados a sus costados—. No tienes ningún respeto, ¿verdad? Ninguna puta idea.
—¿Qué debía hacer? —Bella demandó de nuevo. Las lágrimas ardían en sus ojos, pero se negaba a llorar. Ella también estaba molesta. Se sentía molesta y traicionada, así como Victoria, aunque sabía que la otra mujer jamás entendería el por qué. No estaba en su naturaleza, y eso solo aumentaba la frustración de Bella.
—Defiendes a tus amigos. Sin importar qué —dijo Victoria—. No le haces este tipo de mierda. Está mal. ¿Tienes idea de lo que le hicieron? ¿Eh?
El estómago de Bella se retorció. Por supuesto, además de preocuparse de que uno de ellos fuera tras ella o, peor, los dueños de la tienda, su miedo por James era enorme. La preocupación que ella siempre llevaba con ella, siempre había sabido que él estaba involucrado con personas peligrosas.
—¿Qué le hicieron? ¿Lo lastimaron? Oh, Dios, Vic.
La otra mujer avanzó rápidamente, y empujó a Bella fuerte.
—Oh, no. No tienes derecho a actuar como si te importara ahora.
—Me importa. Me importa mucho. Siempre me importa. Esto no es sobre eso. —Jaló de su cabello con frustración y temor—. Solo dime. ¿Lo lastimaron?
—Lo lastimaron un poco, y será mejor que esperes que no hagan más de eso. Si realmente lo lastiman por tu trasero desleal, me voy a asegurar de que pagues. —Sus labios se curvaron hacia arriba con una sonrisa vengativa—. Diablos, será mejor que esperes que yo te encuentre antes que ellos, o quizás sea al revés.
Bella sintió una corriente helada atravesarla.
—¿De qué estás hablando?
—¿Crees que puedes hacer enfadar a personas como ellos y simplemente marcharte?
—Yo no... —Bella cerró sus puños, enterrando sus uñas en la piel de sus palmas. Ella podía gritar y chillar sobre justicia y racionalidad todo lo que quería; iba a caer en oídos sordos. Se estremeció y apartó las imágenes mentales que ella había tenido de todas las torturas de mafiosos que había visto en televisión.
En cambio, miró a Victoria. Ella rápidamente estaba perdiendo la batalla contra las lágrimas.
—Vic, vamos. Esto me está matando. Tienes que saber que me está matando.
Por un momento, el fuego en los ojos de Victoria se extinguieron, dejando atrás solo la agonía de la traición. Ella estaba dolida y aterrada tanto como Bella. Eran amigas. Hermanas, y Bella sabía que la otra mujer no deseaba nada más que abrazarla. Si tan solo pudieran arreglarlo con un abrazo, regresar a cuando eran pequeñas que sabían mucho pero cuyo amor por la otra seguía siendo puro.
Victoria inhaló temblorosamente, su expresión se endureció en algo más frío que caliente.
—Te mereces lo que tienes —dijo y, con eso, se marchó.
Las piernas de Bella temblaban tanto que ya no podía mantenerse de pie. Se dejó caer de rodillas y enterró la cabeza en sus manos. Por minutos, ella estaba muy abrumada como para moverse. Miedo, enojo, y tristeza vacilaban dentro de ella, cada una de esas emociones demasiado grandes por sí solas como para contenerlas. Su corazón amenazaba con romperse bajo la presión. La paranoia hacía erizar su piel. Recordaba demasiado bien el agarre firme de Felix en sus muñecas. Las cosas que él podría hacerle con ese enorme cuerpo...
Ella gimoteó y se obligó a ponerse de pie. Había solo una única persona en todo el mundo que podía ofrecerle exactamente lo que necesitaba justo entonces. Necesitaba que le recordaran que ella no era una horrible persona por hacer lo que había hecho. Necesitaba que alguien en el mundo reconociera que tenía derecho a sentirse como si ella fue la que había sido apuñalada en la espalda.
Ella necesitaba seguridad, amor y los brazos de Edward a su alrededor.
~FAH~
Edward sintió la angustia de Bella antes que ella llegara a su puerta. Necesitó de todas sus fuerzas para no ceder al impulso de volar hacia ella, y llevarla lejos de lo que fuera que la hacía sentir así. Sí se apresuró, aterrado con la idea de que de alguna manera se había perdido la venganza de James y Felix. Ellos se encontraban donde los había visto por última vez, por lo que estaba confundido mientras abría la puerta ante los golpes frenéticos de Bella.
Ella se lanzó a sus brazos casi antes que él tuviera la oportunidad de procesar la expresión en su rostro. Pero aunque gran parte de él estaba concentrado en el hecho que Bella estaba llorando en sus brazos, también se había puesto al tanto. Ella estaba molesta, sí, pero también había sido golpeada. Recientemente. Había un pequeño corte en su labio y su mejilla estaba magullada.
Él tuvo que fingir no saber esas cosas ya que ella actualmente tenía su rostro presionado contra su pecho. En cambio, acarició su cabello, con cuidado en caso que tuviera otras heridas, y murmuró cosas suaves. La entró en la casa con él, yendo a la sala, y sujetándola tan cerca como podía en el sofá. Ella se acurrucó aún más, subiendo las piernas al sofá y ubicándose en su regazo. Ella ya no lloraba, pero seguía temblando mucho.
Él se había perdido algo vital, y ese pensamiento amenazaba con volverlo loco.
Cuando ella se encontraba más tranquila, sujetó su rostro en sus manos y se apartó para mirarla. Dejó que sus ojos se abrieran por completo —en realidad, no era muy difícil fingirlo ya que estaba verdaderamente horrorizado— al ver sus heridas. No eran tan malas, pero estaba sorprendido de la furia que lo atravesó. Él ansiaba calmarla. Una caricia, y él podía dejar su piel impecable, cerrar el pequeño corte en su labio.
—Por favor, no me mires así —dijo Bella, su tono bajo y cansado.
Edward la miró a los ojos y acarició su mejilla sana.
—¿Quién? —preguntó él.
Ella sacudió la cabeza.
—No hasta que prometas que no vas a hacer nada. No puedo soportar esta mierda de ojo por ojo. No de ti.
—Lo prometo —respondió. Él no podía decir que estaba feliz con la promesa, pero hubiera hecho lo que fuera para aliviar incluso un poco de lo que ella estaba sufriendo. Después de todo, si él no se vengaba por esto, estaba seguro que podía encontrar otra razón completamente diferente para atacar.
Bella le contó lo que pasó, y Edward se sintió consternado cuando se dio cuenta de su error. Él no había pensado en vigilar a Victoria. La mujer estaba igual de involucrada como su novio, pero no de la misma manera violenta.
—¿Crees que lo que hice fue horrible? —preguntó Bella.
Edward se echó hacia atrás.
—¿Por qué...?
—No, piensa en ello de verdad. —Sus ojos estaban rogando mientras lo miraban—. ¿Qué haría falta para que le dieras la espalda a Rosalie?
—Esa no es una pregunta justa dado que no le has dado la espalda a ninguno de tus amigos. Te conozco. Aún estarías allí para ellos, harías lo que fuera que pudieras, excepto esto. —Llevó sus dedos bajo la barbilla de ella, levantando la cabeza así podía mirarla a los ojos—. Bella, no se puede esperar a que sacrifiques tu propia seguridad por el bien de nadie. Todos tienen un límite, y ellos han cruzado el tuyo. Por quince kilómetros, si me lo preguntas.
—Lo sé —dijo ella en un susurro desolado—. Esto simplemente se siente horrible.
Ella suspiró y apoyó la cabeza sobre su hombro, tomando su mano en las de ella.
—Uno pensaría que estoy acostumbrada a ello, o quizás han pasado tantos años que creí que jamás tendría que lidiar con esa mierda de nuevo.
—¿Con qué?
—Perder personas. Quizás simplemente no es el sistema. Nada dura para siempre.
Edward inclinó la cabeza para frotarle el cabello con la nariz. Quería decirle que había tal cosa como el para siempre. Él había estado con ella toda su vida y siempre estaría con ella. Sin embargo, presentía que no sería un consuelo para ninguno de los dos.
—Las cosas pueden durar, Bella. Aún tienes a Jasper.
Él vaciló, sabiendo que sus siguientes palabras eran una traición. Las dijo de todas maneras.
—Aún me tienes a mí.
~FAH~
Fueron solo dos días después que Edward se arrepintió de mencionar a Jasper en esa conversación en particular. Él miró con consternación mientras su hermano Peter conducía a casa, impulsado por la charla reveladora que había tenido con Felix. No había sido una conversación placentera, y lo había dejado temiendo por su hermano menor.
Los pensamientos del hombre eran crueles. Maldita Bella. Todo lo que la chica tonta tenía que hacer era mirar a otro lado. ¿Qué tan jodidamente difícil podía ser eso? Los hermanos Scarpinato cuidaban a los suyos. Era algo bueno lo que tenían, y le había permitido a Peter cuidar de Jasper. ¿No podía la perra idiota ver que estaba arruinando la vida de todos con esta mierda?
Pero no. A Bella siempre le importaba más su maldita honradez que sobre su familia. Peter jamás había entendido por qué Jasper la amaba tanto. La perra creía que su mierda no olía tan mal como la del resto de ellos, pero no le había molestado tanto hasta que ella arrastró a su pequeño hermano en una pelea que no tenía derecho a estar.
Él llegó al apartamento justo cuando Jasper bajaba las escaleras. Edward observó su confrontación, tenso como si fuera una batalla, invisible sobre el capó del coche.
—¿Adónde vas? —preguntó Peter.
La expresión de Jasper inmediatamente se volvió precavida.
—A lo de Alice.
Su hermano entrecerró los ojos.
—Me estás mintiendo. Cambié tus pañales cagados. Sé cuando me mientes, imbécil.
—Como sea, Peter. No quiero lidiar con tus estúpidos comentarios. Iré a ver a Bella.
Él comenzó a avanzar, pero Peter lo agarró del brazo y lo hizo darse la vuelta.
—Al diablo que irás a verla.
—No comiences tu mierda ahora mismo. Tú y los otros están obsesionados, eso no tiene nada que ver conmigo. —Jasper zafó su brazo del agarre de Peter y de nuevo se dirigió hacia su coche.
—¿Así es cómo vas a ser? —dijo Peter, siguiéndolo—. Elije. Elije ahora mismo dónde está tu lealtad.
Eso hizo detener en seco a Jasper. Giró hacia su hermano.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Ella ha ido demasiado lejos, y se ha metido con las personas equivocadas.
—Ella no hizo nada, Peter.
—¿Crees que no lo hará? ¿Crees que no nos quiere a todos nosotros en la cárcel? ¿Eso es lo que quieres, Jasper? ¿Quieres verme en la cárcel?
Jasper lo miró fijo.
—¿De qué diablos hablas? Santo cielo. Ella no fue con la policía. Le hizo un favor a James, y ¿qué diablos tiene que ver eso contigo de todos modos?
—No hablaré de eso contigo. Si ella da un paso equivocado, estás con ella o estás conmigo. Así son las cosas.
—Peter...
—¡Elije! Ella o yo. Ahora mismo.
Jasper miró a su alrededor, pero no había nadie más afuera. Sacudió la cabeza.
—No sé de qué mierda estás hablando. No soy parte de todo eso. Tú te aseguraste que no fuera parte de eso.
—Sí. —La voz de Peter era resentida—. Lo bien que me hizo. Recuerda eso. Fue su mierda lo que hizo que esto pasara.
—¿Hizo que pasara qué?
—Demuestra tu lealtad a mí, y termina aquí. Termina con ella, y puedo protegerte. De otro modo, ellos saben que son mejores amigos. No confían en ella, y eso quiere decir que no confían en ti. Así son las cosas.
—Esto es una locura. Yo...
—Ella o yo, Jaz. No debería ser una decisión difícil. Carajo.
—No puedo...
—¡Ella o yo!
—Tú. Tú, maldito imbécil. Sabes que siempre serás tú. Diablos.
Edward podría haber invocado huracanes con la fuerza de su ira. Aún así, podía ver lo que la admisión le costó a Jasper. Había sido sacado a la fuerza. Su ansiedad era tan palpable, que era sorprendente que Peter no lo haya notado. O quizás lo había hecho, y simplemente no le importaba.
De cualquier modo, Peter estaba evidentemente aliviado. Resopló.
—Bien. Entonces no tendrás problemas en demostrarlo.
El temor que invadió a Edward era casi incapacitante, incluso para un ángel. Era el suyo amplificado por el de Jasper.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Jasper, su voz aguda.
—Atácala. Patea su trasero.
Todo el color abandonó el rostro de Jasper.
—¿Estás loco? No puedo hacer eso. No voy a hacer eso.
—Dijiste que estabas de mi lado, no el de ella. Lo dijiste hace cinco segundos.
—Eso no quiere decir que quiero lastimarla. No haré eso, Peter. ¿Estás jodidamente drogado? Ella es...
—La pequeña perra que podría tener toda la información que necesita para enviarnos a prisión. Estás con ella, o estás con nosotros. No te estoy diciendo que la mates. Patea su trasero, y ellos sabrán dónde está tu lealtad. Así es cómo tiene que ser. ¿Acaso no ves eso?
—¡No! —vociferó Jasper—. No lo haré. Por Dios. ¿Qué diablos es esto? ¿Un tipo de pandilla juvenil? ¿Qué diablos te pasa?
Peter frunció el ceño. Observó a su hermano, pero esta vez, Jasper le devolvió la mirada. Finalmente, Peter gruñó.
—Entonces, tienes otra opción. Haces eso, o haces algo para ellos.
Jasper dio un paso atrás.
—¿Te refieres a...?
—Estás adentro. Haces algo para ellos, y ellos te protegerán.
Edward no habría creído que era posible que un ángel sintiera como si fuera a vomitar. Se demostró que estaba equivocado. Su estómago se retorció, la sensación nuevamente agravada por las emociones fuera de control de Jasper. La mente del rubio estaba en blanco mientras miraba a su hermano mayor.
—Una o la otra —dijo Peter—. O vas con ella, y ya no tengo un hermano. Elije.
