- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato, algo así como "extras"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.



He tenido suficiente... (Closer)

* * *

Capítulo III

"Ella y su versión de los hechos"

Nerima, doce años atrás

Una pareja de jovencitos salía por la puerta de un edificio fiscal. Él llevaba unos documentos en sus manos y los miraba fijamente, ella observaba el brillante anillo que descansaba en el dedo anular de su mano izquierda.

Acababan de contraer matrimonio ante las leyes civiles, oficialmente y desde esa mañana eran marido y mujer. Prontos a cumplir recién diecisiete años de edad y con una vida por delante, una vida juntos.

Ambos se miraron a los ojos y sonrieron nerviosamente, él iba a decir algo, pero la algarabía provocada por sus padres, quienes salían en ese preciso momento del interior del lugar, junto a las hermanas de Akane, la madre de Ranma y el doctor amigo de la familia, le interrumpieron. Al instante, ambos se vieron empujados camino a la residencia Tendo.

Ese día sería de celebración, ya que al día siguiente muy temprano, la pareja de recién casados debía partir rumbo a Kumamoto con el padre y la madre del joven esposo, todo esto a raíz de que unos parientes lejanos por parte de la madre de Ranma, habrían dejado una herencia de una para nada despreciable suma de dinero a cargo del abogado de la familia, la cual el joven heredero podría reclamar siempre y cuando llevase a su flamante esposa y demostrase la veracidad de su condición de casados mediante la exhibición del respectivo certificado.

Lo que había sucedido era que los ancianos familiares sabían de su anterior boda con una señorita de nombre Akane Tendo, boda que fue suspendida por los inconvenientes que se habían generado con la interrupción de ciertos "amigos" del novio y de la novia, pero como nadie le había informado de ese pequeño e insignificante detalle a los ancianos familiares del novio, éstos creían que ellos se encontraban felizmente casados, por lo que para asegurarles un próspero futuro, nombraron como único heredero de su fortuna a su joven pariente, hijo de una sobrina lejana a quien no veían hace muchísimos años, pero por quien guardaban un gran cariño.

Se explicaba así la urgencia que tenían los jefes de las familias Tendo y Saotome por casar a sus hijos, ya que no hacía una semana que había llegado una escueta carta escrita por el abogado, en la cual le informaba al señor Ranma Saotome y a su esposa Akane Saotome que los esperaba en Kumamoto para hacerle entrega al señor Saotome de su herencia, ya que lamentablemente, el último sobreviviente de la pareja de ancianos parientes había fallecido unos días atrás y por testamento y al no dejar herederos legítimos, él, Ranma Saotome, heredaba todas las posesiones de sus parientes, previo cumplimiento de la única condición que estipulaba el testamento: llevar consigo a su esposa y demostrar con documentos que estaban casados.

Así las cosas y mediante la no muy fácil tarea de convencer a ambos chicos, esa mañana los habían llevado casi amarrados a casarse. Cuando regresaron al Dojo Tendo, todos se encontraban con ánimo de fiesta. Kasumi y Nodoka habían preparado un excelente banquete, digno para tamaña ocasión, las dos familias estaban muy alegres por la unión de los más jóvenes de la casa; todos, menos los recién casados, quienes se mostraban taciturnos y esquivos, rehuían las miradas y preguntas, trataban por todos los medios de esquivarse entre ellos, se sentían incómodos e inseguros, pero nadie parecía darse cuenta de ese detalle.

Bien entrada la tarde y cuando todos se encontraban mas calmados, Akane, quien se encontraba preparando su maleta para irse de viaje con su ahora, esposo y sus suegros, escuchó que alguien golpeaba a su puerta, ella abrió y su hermana mayor ingresó preguntándole si necesitaba que le ayudase, ella le contestó que no, que ya tenía todo prácticamente listo, que de hecho tenía que bajar a hablar con Ranma en ese momento. Kasumi le informó que "su esposo" se encontraba en el Dojo en ese preciso instante, Akane agradeció a su hermana y bajó al piso inferior para dirigirse a la sala de entrenamientos. Cuando estaba a punto de llegar, escuchó voces provenientes del interior. Él no estaba solo, se encontraba con alguien y parecían discutir, su sentido de rectitud le dijo que debía alejarse y volver después, pero su curiosidad fue mayor y se acercó tratando de no hacer ruido, allí escuchó lo más doloroso que alguna vez hubiese escuchado.

-No puedo Ukyo, ya lo hice, aunque no quería hacerlo, debes aceptar que esta mañana me casé con ella –escuchó decir a Ranma. Con que Ukyo era la otra persona que estaba con él.

-Entonces, si no querías hacerlo, ¿por qué te casaste con ella? –preguntaba la cocinera entre sollozos.

-Porque no tenía opción, ellos nos obligaron,¡ jamás me habría casado con ella de esta forma!.

-¡Lo hiciste por dinero, por esa estúpida herencia! –la escuchó gritarle .

-No es… del todo así, simplificas mucho las cosas.

-Lo que pasa es que tu honor y las necesidades monetarias de tu padre, ni siquiera las tuyas, prevalecieron esta vez. ¡Tú no la amas y si aceptas pasar el resto de tu vida con ella serás para siempre infeliz!

-Ukyo, por favor…

-¡Por favor nada!, ¡tú no la amas, reconócelo! –una pausa, la chica de cortos cabellos se había llevado una mano al pecho y se debatía entre seguir escuchando aquella conversación o salir huyendo de allí-. Ranma, si supieras lo que yo estoy dispuesta a hacer por estar junto a ti... podrías... podrías cobrar esa herencia y luego nos escaparíamos y tú te divorciarías de ella, no tienes por qué echar a perder tu vida y la de ella.

-Ukyo…

-¡Reconoce que no la amas, que no lo harás nunca, ustedes nunca podrán ser felices!, en cambio conmigo…

Afuera de la gran puerta del Dojo, Akane contuvo el aliento y se acercó un poco a la ranura que dejaban las hojas de la puerta que no se encontraban del todo cerradas para mirar al interior, el llanto silencioso que hasta ese momento había derramado se hizo más abundante al ver como su esposo besaba a otra mujer, como esa otra mujer abrazaba al hombre al que ella amaba más que a su vida, como parecían estar conectados por profundos lazos y absortos en una realidad aparte, en un mundo que parecía sólo de ellos, era algo que ella no podía soportar y luego, lo escuchó claramente.

-Por favor Ranma.

-Ukyo –dijo él separando a la chica un poco de su cuerpo para mirarla a la cara-, Ukyo… yo no puedo negar... que te quiero... –Akane pudo apreciar los ojos de su esposo brillar con emoción contenida, en una expresión de ternura y dulzura que ella pocas veces había logrado atisbar en la mirada de él. Apretó los labios, suprimiendo un gemido y quiso retirarse, tratando de no hacer ruido-, y te quiero mucho, eres una persona demasiado importante para mí…

Esa simple frase bastó para que el corazón de su joven esposa se rompiera en mil pedazos y ella se alejara silenciosamente del lugar, y cuando iba a la mitad del jardín, comenzara a correr. Necesitaba salir de allí, había comprendido todo, él no la amaba, sólo se había casado con ella por la herencia y el honor como lo había dicho Ukyo. Las palabras de su esposo se repetian en su cerebro mientras avanzaba por las calles cercanas "¡ jamás me habría casado con ella...!", había dicho y luego "Ukyo… yo no puedo negar... que te quiero...". Sí, él quería a otra persona. ¿Cómo había podido ser tan tonta al pensar que su prometido, aquel que siempre se dedicaba a insultarla y despreciarla iba a llegar a sentir cariño por ella? ¿Cómo había permitido que su corazón se engañara de esa manera, que albergara esperanzas a las que sólo una persona tan necia se aferraría?. Él quería a otra y ella no podía reprochárselo, jamás le había demostrado lo que sentía por él, jamás había luchado por él y por eso... lo había perdido.

Corrió por las calles decidida a hacer algo por ambos, ella no quería ser la pobrecita de toda esa historia, tomaría cartas en el asunto. Si él quería quedarse con su amiga de toda la vida o con otra, ella no sería un impedimento para aquello. Sabía que podía contar con la ayuda de un solo hombre para arreglar todo el desbarajuste que había provocado la ambición de sus padres.

-Akane, ¿qué haces acá? –preguntó el confundido joven, al verla frente a él.

-¿Puedo pasar? -respondió ella con otra pregunta observando fijamente el suelo.

-Claro, pero ¿qué te sucede?, estás temblando y ¿por qué lloras?-quiso saber, cada vez más preocupado por su amiga.

-Doctor Tofú, necesito que me ayude…por favor…

-Me estas asustando Akane.

-Doctor Tofú, yo no lo soportaré…no soportaré que mi esposo se sienta obligado a estar conmigo queriendo estar con otra mujer…no soportaré pensar todos los días que él no es feliz conmigo porque ama a otra…

-¿De qué estas hablando?, Ranma no haría…

-¡Ranma lo hizo! –dijo con furia apenas contenida y cerrando fuertemente sus manos hasta el punto de hacerse daño-. ¡Lo acabo de escuchar doctor Tofú!, necesito que me ayude, necesito anular mi matrimonio para dejarlo libre.

-Pero…

-¡Por favor! –suplicó ella, levantando la vista para observar a su amigo. Él pudo ver la desesperación y el dolor que reflejaba aquel dulce rostro casi infantil-, sé que tiene amigos que pueden darme los papeles que debemos firmar.

-Pero eso significa que él no podrá recibir la herencia.

-Si lo hará. Si usted me ayuda, podrá hacerlo.

-¿Cómo?

-Tengo un plan…

Centro de Tokio, el presente…

La chica hizo una pausa y suspiró, enfocó su mirada en la fuente de agua y siguió con su relato.

-Tofú me ayudó a concretar mi plan. Consistía en inventar una caída o algo que me impidiese acompañar a Ranma a Kumamoto, también me consiguió los papeles que debía firmar para acompañar la solicitud de divorcio con un amigo que trabajaba en el municipio, no fue fácil dado lo avanzado de la hora, pero lo consiguió. Así, con los documentos listos y firmados, redacté una carta para mi esposo en la que le explicaba que deberíamos separarnos de una vez, no podíamos hacernos infelices mutuamente, que lo mejor era dejar todo como estaba y seguir con nuestras vidas lejos el uno del otro, después de todo, él tendría su herencia y yo me quedaría con el Dojo, nadie perdería demasiado –hizo una nueva pausa y continuó-. En esa carta incorporé una frase de no más de tres líneas, en la que le explicaba que me sentía atraída hacia otra persona, un apuesto chico al que él no conocía y que por lo tanto, no me parecía justo engañarlo respecto a eso. Todavía me pregunto por qué lo hice, para mí no existía nadie más que él pero... tal vez fue en un momento de rabia, me negaba a imaginármelos riéndose de la tonta chica abandonada, así es que mi orgullo herido me cegó y prevaleció ese sentimiento de absurda revancha, era una forma de hacerle saber que no me importaba en lo más mínimo si se iba con Ukyo... aunque fuera una inmensa mentira. "Te pagaré con la misma moneda" me dije, el resto fue adornar una posible relación amorosa con "mi atractivo chico imaginario".

Esa noche, cuando volví a la casa, fingí una aparatosa caída por la escalera. Mi hermana mayor quien me vio caer, casi se desmaya de la impresión; me llevaron a la clínica del doctor, y él desempeñó su papel a la perfección, los convenció a todos de que yo no me podría levantar de la cama por lo menos en un par de semanas. Todos se inquietaron, el viaje estaba preparado, entonces dije lo que pensé, jamás podría decir con tanta sangre fría: "por qué no le piden a Ukyo que tome mi lugar, después de todo, nadie me conoce más que de nombre, cobran la herencia y se devuelven"... –hizo una nueva pausa y respiró profundamente, luego enfocó su vista en sus manos y comenzó a jugar con la dorada argolla que descansaba en el dedo anular de su mano izquierda-. Mi idea tuvo una aceptación general por parte de todos. Cuando volvimos a casa y una vez instalada en mi habitación, metí los documentos junto con la carta dentro de un sobre que sellé y guardé bajo mi almohada. A la mañana siguiente, cuando los viajeros se fueron a despedir uno a uno, le entregué el sobre a la madre de Ranma con la estricta instrucción de entregárselo una vez cobrada la famosa herencia. Ella se puso feliz, pensó que era una carta de amor o algo así. Mi suegro se despidió con apatía, le daba exactamente lo mismo que yo fuera con ellos o no, a él sólo le importaba el dinero que su hijo recibiría. Ukyo también fue a despedirse, no pude evitar encargarle que cuidase mucho de él, sabía que lo haría sin que yo se lo pidiera, pero el decirlo fue mi forma de entregárselo... para siempre.

Cuando él entró en mi habitación, creo que notó la tristeza en mi rostro, por lo que le dije que me encontraba un poco adolorida y era verdad, pero no me dolía mi cuerpo, era un dolor más intenso, un dolor del alma el que sentí al verlo de pie junto a mí, él me dio un leve beso en la mejilla, fue nuestro primer y último beso como matrimonio. Después de que habían pasado dos días de que ellos se fueran, decidí contarle todo lo ocurrido a mi familia, mi padre se enfureció e incluso me quitó el habla por algunos días, pero luego, al comprender mi situación dijo que me apoyaría en todo, mis hermanas también lo hicieron. Los días pasaron, luego las semanas y los meses, nunca recibí los documentos de vuelta. Después de un tiempo me fui enterando de sus logros deportivos y por mi hermana Nabiki supe que tenía un gimnasio en el centro de Tokio, allí fui enviando cada tres meses los formularios del divorcio, llenos y firmados, pero nunca los devolvía, tampoco los ingresaba por su cuenta en el municipio. No volví a verlo nunca más hasta el día en que me presentaste a mi nuevo jefe; y ahora, después de todos estos años, después de todo lo que ha pasado, ¿pretende venir a reclamar su derecho sobre mí? –la joven negó con la cabeza e hizo una breve pausa-. Si hice todo esto fue para librarlo precisamente de alguien con quien él nunca debió casarse, con quien nunca sería feliz, ¿por qué entonces quiere seguir martirizándome? No lo entiendo Hanae.

-Tal vez es su forma de hacerte saber que tú sí le importas.

-¿Después de doce años y sólo porque tuve la mala suerte de ingresar en una empresa que no sabía, le pertenecía? No Hanae, si le importara en algo, no se hubiera alejado así nada más, habría vuelto a Nerima pidiendome una explicación, o me la hubiese dado, pero no, él siguió con su vida, con sus fiestas, con sus amores y a mí pretende exigirme que permanezca fiel a él.

-¿Pero tú no rehiciste tu vida también?

-No de la manera en que él rehizo la suya; cuando salí del instituto, me concentré sólo en estudiar, era la única forma de no pensar, así que me propuse sobresalir en todo, lo conseguí, pero siempre estuve sola. Mis hermanas se casaron, mi padre falleció y yo me fui quedando cada vez más sola, sólo Ryo me ha acompañado durante estos años –dijo, y una sonrisa espontánea iluminó su rostro-, pero no es lo mismo, ¿no lo crees?. Mi hermana mayor siempre me dice que salga con alguien, que recupere mi autoestima, pero por algún motivo, esto me lo impide –dijo levantando su mano izquierda para indicar su anillo-, es como si inconscientemente estuviera esperando que él me libere para volver a vivir, pero él se transformó en alguien cruel y ahora comprendí que jamás conseguiré mi libertad.

-Y tú ¿realmente quieres esa libertad?.

-¿Acaso lo dudas? –respondió ella con otra pregunta.

-Akane, por la forma en que te refieres a él…

-Yo lo amaba Hanae, es algo que me negué durante mucho tiempo a mi misma, pero luego lo acepté y cuando creí que estaba lista para asumirlo, que podía hablarle abiertamente de ese sentimiento...–se interrumpió de pronto levantando su cabeza para mirar a un punto no determinado en frente de ella y sus ojos adquirieron una expresión melancólica- Todo ese amor se transformó en dolor de un momento a otro, por años fue así y ahora, durante estas tres semanas, ese dolor se está transformando en odio. Si no detengo esto, no sé que pueda llegar a pasar a futuro.

-Ranma debe de estar tan confundido como tu Akane. Yo fui su asistente durante mucho tiempo y aunque nunca me habló de ti abiertamente, sabía que había algo muy profundo que lo unía a su esposa. Cuando lo conocí y comencé a trabajar con él, en lo primero que me fijé, fue en el anillo que lleva en su dedo. Le pregunté sorprendida si era casado, él me dijo que sí, pero que su esposa había muerto y que por favor no le preguntara sobre ella porque le dolía mucho recordarla. Nunca más le pregunté, y aunque tuvo una vida un poco desordenada hace algunos años, no lo voy a defender respecto a eso, jamás, me escuchas, jamás lo he visto demostrar las emociones que tu me describes por otra chica.

-Eso no significa nada Hanae, siempre lo ha hecho, él siente que yo le pertenezco. En la adolescencia era por el compromiso impuesto por nuestros padres, él creía que debía defenderme de todo y de todos. Ahora es por el estúpido contrato matrimonial y porque trabajo para él. Ranma cree que soy un objeto al cual tiene que proteger y cuidar, pero eso no significa que yo le importe.

-¿El 20 de agosto significa algo para ti? –preguntó Hanae enfocando su mirada en un par de niños que se encontraban jugando cerca de la fuente. Akane la observó sorprendida por la pregunta y luego contestó.

-Es el día que me casé con él –la mujer a su lado asintió, como si aquella respuesta le hubiera aclarado muchas interrogantes, luego sonrió.

-Cada año, para esa fecha, Ranma se entristece –volvió su rostro para mirar de frente a su interlocutora y prosiguió-. Pedía que yo me encargara de todo y se desaparecía durante todo el día, nunca supe dónde se metía. Una vez me atreví a preguntarle por qué hacía eso cada año, me dijo que ese día en particular le traía muy lindos recuerdos, pero también los más dolorosos, que prefería que nadie lo viera en un estado tan deplorable.

-Eso no cambia nada Hanae –la chica negó con la cabeza y volvió a mirar hacia la fuente-, seguramente su ego resultó tan herido que cada año recuerda que una chica le pidió que se alejara de ella.

-Akane…

-No insistas Hanae, si yo hubiera significado algo para Ranma Saotome, si él hubiese sentido algo por mí, estoy segura que hubiera regresado a Nerima hace doce años atrás, pero seguramente quiere darme una lección, después de todo, nadie puede jugar con el orgullo de un Saotome. Fue muy bueno hablar contigo –continuó Akane poniéndose de pie, Hanae la imitó-. Me voy a casa, tengo que pensar en la forma de conseguir el dinero de la indemnización.

-¿Piensas renunciar?

-No puedo seguir trabajando con él, voy a terminar enloqueciendo o cometiendo un asesinato.

-Pero Akane, es mucho dinero... –la chica se encogió de hombros.

-Estoy dispuesta a ir a la cárcel. Gracias por todo Hanae, eres una buena persona, y recuerda, nadie debe saber lo que te he contado.

-No te preocupes.

-Adiós.

-Cuídate mucho Akane –dijo observando como la joven caminaba hacia la salida del recinto con paso decidido-. "No, nadie sabrá de nuestra conversación –pensó-, pero hay alguien que se enterará de un par de cosas. Prácticamente crié a ese tonto, me va a escuchar, juro que me va a escuchar".

R & A

Se encontraba en su oficina tratando de calmarse, cosa que no le resultaba fácil, ya que cada cinco minutos llamaba a su asistente, intercalando sus llamadas del teléfono móvil al número que ella había registrado como el de su domicilio particular, pero Akane no contestaba a sus llamados. Al principio, ella había contestado y colgado, pero ahora ni siquiera eso, él pensaba que la chica había optado por apagar el aparato y obviamente, no se encontraba en su casa.

Después de la discusión, él se había encerrado en su despacho, indicándole a su secretaria que no recibiría a nadie, ni contestaría a ninguna llamada, siempre y cuando no fuera su asistente la persona que quisiera comunicarse con él. Así las cosas, la espera se había tornado insufrible para el joven dueño de la empresa. No tenía noticias del paradero de Akane y cada vez se sentía más culpable.

Cierto era que desde que había visto su currículum, se había decidido a hacerle la vida imposible, era una tonta forma de vengarse de ella por haberlo despreciado tiempo atrás, por haberle refregado en la cara que él no había significado nada en su vida y que se había casado obligada con él queriendo a otro. Pero los sentimientos que él creía dormidos y olvidados en lo más profundo de su ser, habían resurgido con una fuerza renovada. Pasados doce años, él pensaba que todo lo que Akane Tendo podía provocarle era sólo rencor, frustración y desprecio, jamás imaginó que con sólo verla, todo el resentimiento que sentía hacia su esposa se convertiría en algo muy distinto al odio y se maldecía por ser tan débil. Cada día que pasaba cerca de ella se daba cuenta del grave error que había cometido al incorporar esa dichosa cláusula en el contrato de Akane. Lo que imaginaba, sería un excelente método para castigar a su esposa, se había convertido de pronto en un arma de doble filo que se estaba volviendo peligrosamente en su contra. Por supuesto que a él no le costaría demasiado echar por tierra el contrato de la chica y pagar la elevada indemnización que aquello significaba, tenía el dinero, pero ahora, después de pasar tres semanas al lado de ella, no se sentía capaz de prescindir de su presencia. Sabía que encontraría a muchas personas más que dispuestas a trabajar para él, pero a quién quería engañar, se sentía feliz teniéndola a su lado, era como si hubiera recuperado una parte de sí mismo, algo que le faltaba y que finalmente volvía a tener consigo. Y haría lo que fuera con tal de que ella permaneciera junto a él, después de todo estaban casados y él no pensaba firmar los papeles para el divorcio. No lo había hecho desde que ella se los dejara con su madre hacía doce años, no lo había hecho cada vez que llegaban en un sobre sellado y a su nombre cada tres meses al más importante de sus gimnasios, y ciertamente, tenía menos intenciones de hacerlo ahora que la tenía tan cerca.

En un principio pensó que el no firmar esos documento era la mejor forma de castigarla, así, ella nunca podría rehacer su vida totalmente junto a "ese chico que le atraía" y del cual le había hablado vagamente en la carta que todavía guardaba celosamente entre sus documentos de importancia. Ella jamás podría volver a casarse con aquel idiota al que odiaba sin conocer, ni con nadie. Por supuesto, él tampoco podría volver a casarse, pero eso lo tenía sin cuidado, y ahora que la tenía tan cerca, atrapada mediante un contrato de trabajo, mucho menos quería firmar esos tontos papeles, el sentimiento de pertenencia se había exacerbado en él, prueba de ello era lo que había pasado ese mismo día en la fotocopiadora. Había sentido ganas de tirarse al cuello de su empleado y estrangularlo para que sirviera de lección a cualquiera que tuviera intenciones de acercarse a su esposa. Sabía que era una reacción infantil, que en su adolescencia había justificado muchas veces sus arranques de celos con eso de "es mi prometida y debo protegerla", pero ahora, no podía decirles a todos "es mi esposa y quiero que quites tus manos y ojos de ella", aunque era algo que tenía muchos deseos de hacer.

Suspiró cansadamente y levantó el auricular para llamar nuevamente, se encontraba marcando los primeros números cuando la puerta se abrió bruscamente, golpeando la pared y asustando de paso al joven en el interior de la oficina.

-¡Qué demonios se supone que estás haciendo Saotome!.

-¡Pero tú...

-Disculpe señor. No pude detenerla, yo...

-No te preocupes Yuki, puedes retirarte.

-Sí señor –la secretaria se retiró y cerró la puerta del despacho.

-Hanae, ¿qué estas haciendo acá?.

-Créeme que no pensaba venir a verte, pero el destino quiso otra cosa –contestó la aludida acercándose a grandes zancadas hacia el escritorio, dejó caer el bolso que llevaba en su mano a una de las sillas y apoyó ambas manos en su cintura mientras miraba furibunda a su ex–jefe-. ¡Ranma!, ¡llevas apenas tres semanas con tu nueva asistente y la tienes al borde de un ataque de histeria!, ¡jamás pensé que serías capaz de torturarla!

-¿Qué quieres decir con torturar?, que yo sepa, esto no es ningún campo de concentración.

-¡Sabes perfectamente a lo que me refiero! –le acusó apuntándolo con el dedo índice de su mano derecha-. Me encontré por casualidad con Akane, estaba dolida, desesperada y asustada. ¿Para esto la contrataste? ¿Para barrer el suelo con ella?.

-Está bien, lo reconozco, se me pasó un poco la mano –dijo ocultando el tono de culpa que había adquirido su voz.

-¡Sólo un poco! –exclamó ella, comenzando con un paseo por la oficina de su ex–jefe, como si fuera una leona enjaulada.

-Bastante –dijo esquivando la mirada acusadora de su ex-asistente.

-Debí haber sospechado que tus intenciones no eran buenas con ella. ¡Sobre todo cuando exigiste que incorporaran esa cláusula tan absurda!

-No es absurda, me obliga y la obliga.

-¡La obliga a qué! ¿A que tenga que mantenerse en una burbuja porque su jefe no quiere que ni siquiera su sombra se le acerque?

-Ella esta casada y sí, le prohibí que coqueteara, al menos delante de mí. No me hizo caso y ahora...

-Y ahora la mejor asistente que podrías haber encontrado ha huido de ti porque no has hecho nada más que dañarla desde que se reencontraron.

-Volverá, no tiene como pagar la indemnización.

-¡Y a ti te causa placer que así sea! –dijo parando de improviso su caminar y girándose para mirarlo de frente-. Sencillamente te desconozco Ranma –le recriminó-. El joven inmaduro que yo conocí hace diez años y del que me sentía tan orgullosa de haber visto evolucionar hasta convertirse en uno de los empresarios más destacados del país no pudo haber cambiado en tan poco tiempo.

-Hanae, ya basta de sermones ¿si?. Además, no se de qué te preocupas tanto, tu ya no trabajas para mí, y estuviste cerca de Akane por tan sólo tres días, no pudiste conocerla tan bien en tan poco tiempo.

-Te equivocas, ella es una persona tan transparente, tan pura y tan dulce que esos tres días me bastaron para darme cuenta de lo maravillosa que es.

-Se ve que no la conoces bien –dijo con ironía.

-¡Eres tú el que no la conoce! ¿Le has preguntado por cómo se siente trabajando acá por ejemplo?, me lo imaginaba –continuó, no dejando que su ex-jefe contestara-; ¿te has interesado por saber cómo ha vivido durante todos estos años?, no; ¿le has preguntado por qué aceptó este trabajo?

-Eso es fácil, la paga es bastante buena ¿no?

-Sí, la paga es buena, pero entonces ¿por qué crees que con su currículum no buscó antes algún trabajo como éste y se dedicó por más de cuatro años a ayudar en fundaciones de beneficencia?

-Seguramente vio que ya era hora de llenarse los bolsillos, después de todo, el dinero tienta a cualquiera.

-Te aseguro que ella no habría aceptado de no haber tenido los problemas que tiene.

-¡Por favor!, ¿qué problema puede tener?, está casada con uno de los hombres más ricos del Japón.

-¡Casada y separada hace doce años!.

-No es mucho tiempo si lo piensas, ¿qué tanto pudo haber cambiado su vida desde entonces?

-¿Quieres que te lo diga? –él se encogió de hombros y chasqueó la lengua, apoyó su codo en el brazo del sillón, posó su cabeza en su mano, para luego girar su asiento y contemplar el paisaje por el ventanal-. Mientras tú te dedicabas a despilfarrar tu herencia con jovencitas de dudosa reputación, ella se esforzaba por sacar una carrera universitaria "sobresaliendo ampliamente en ella"; mientras tú pasabas las noches de juerga con "seudo amigos", ella trabajaba ayudando a niños, ancianos y desvalidos en instituciones que estoy segura, tú ni siquiera conoces de nombre; mientras tú te comportabas de forma arrogante con todas las personas que llegaban a quererte desinteresadamente, ella repartía su cariño a sus dos hermanas, sus cuñados y sus sobrinos –"así que Kasumi y Nabiki se casaron, bien por ellas", se dijo el joven-; mientras tú te dedicabas a alejarte de tus padres porque los encontrabas molestos, ella perdió al suyo causándole un dolor tan grande en su vida, que será muy difícil de sanar –el joven abrió sus ojos enormemente, "¿el señor Tendo muerto?, eso no me lo esperaba", se dijo-; mientras tú tienes esta enorme empresa y todos tus gimnasios, ella se encuentra a punto de perder la única herencia que pudo dejarle su padre...

-¡Qué! –dijo él dándose vuelta bruscamente-, ¿cómo?, ¿por qué?.

-¿No crees que ella ya ha luchado bastante para sacar su vida adelante como para que tú quieras transformársela en un infierno? –dijo Hanae sin prestar atención a las preguntas que él le formulaba.

-Hanae, ¿es cierto lo del Dojo? –preguntó él cada vez más inquieto.

-¿Qué fue lo primero que te enseñé cuando nos conocimos? –le contestó con otra pregunta. Él bajó su cabeza y contestó como un niño recita una lección a su profesor.

-Que debía preocuparme por mis empleados, conocer sus aptitudes pero también sus necesidades, que ellos eran personas, no tan sólo números y que tratándolos como a personas me ayudarían a levantar mi empresa.

-Entonces, ¿por qué no dejas las heridas del pasado a un lado y te preocupas por ella? –La mujer suspiró y su semblante cambió drásticamente. La ira y furia que había sentido desapareció en un instante, volviendo a su rostro la bondad y dulzura con la que siempre le hablaba-. Sé que es difícil, para ella también lo es, pero créeme, personas tan inteligentes y bondadosas como Akane no se encuentran tan fácilmente.

-¿Está muy enojada conmigo? –preguntó él en un tono que a ella le pareció avergonzado.

-Más que enojada se encuentra dolida –Hanae se sentó frente a él y lo miró dulcemente-. Ranma, ella habló conmigo, me contó algunas cosas pero me pidió reserva, por lo que no te voy a decir lo que conversamos; lo que sí te voy a decir, es que si ella se alejó de ti hace doce años, fue porque consideró que era lo mejor para ambos. Cuando tomó esa decisión, estaba pensando más en ti que en ella misma.

-Hanae...

-Sabes que te quiero como si fueras mi hijo Ranma –dijo su ex-asistente no dejándole hablar y suavizando aún más su tono de voz-. Te quiero mucho y no me gusta verte sufrir, pero tampoco me gusta ver que haces sufrir a los demás. Sé que las cosas con Akane no han sido fáciles, tienen muchas cosas que arreglar, heridas que sanar, asuntos que aclarar, pero ¿no te parece que ya es suficiente?. Las separaciones son dolorosas, pero siempre hay alguien que sufre más que el otro y no me quiero inmiscuir en sus asuntos, pero si tu idea era recuperarla obligándola a trabajar contigo, vas por muy mal camino chico, ella terminará odiándote.

-Ella siempre me ha odiado Hanae.

-Qué equivocado estás respecto a ella –dijo suspirando-. Tú mismo te metiste en este problema, bastaba con que eligieras a otra de las postulantes.

-No quiero a otra, la quiero a ella.

-¡Entonces no la espantes! –dijo golpeando la madera del escritorio con su mano abierta-. Me contó lo que hiciste con ese pobre chico de contabilidad, eso fue arbitrario.

-Estaba irritado. Anule su despido, sigue trabajando para mí y ni siquiera se enteró de nada.

-Me alegro.

-No va a volver ¿cierto?.

-Creo que lo mejor que puedes hacer es ir a verla y pedirle disculpas, o tratar de llegar a un acuerdo.

-Tienes razón. Soy un tonto ¿no es verdad?.

-Es verdad, pero eres un tonto bueno.

-Gracias Hanae... por seguir preocupándote por mí.

-Es lo menos que puedo hacer por alguien a quien quiero tanto –dijo sonriendo, él le devolvió la sonrisa-. Por cierto, sería un buen regalo un nuevo teléfono móvil para ella.

-¿Un teléfono? –preguntó con curiosidad.

-Sí, el que tenía sufrió un pequeño accidente acuático –rió la mujer

-¿Accidente acuático? –ese tipo de comentario le recordaba mucho a una jovencita pelirroja que aparecía cada vez que él se mojaba con agua fría-, ¿a qué te refieres?.

-Estoy segura que has intentado llamarla, ¿contesta?.

-No.

-Es porque su teléfono descansa ahora dentro de una fuente de agua al centro del pequeño jardín botánico a unas cuadras de aquí.

-Lo arrojó al agua –dijo él con una sonrisa formándose en su rostro

-Después de que sonara por trigésima vez.

-Entonces, no ha cambiado mucho.

-Eso es algo que tienes el deber de comprobar si es que sigues con intenciones de trabajar junto a ella.

-Gracias Hanae.

-De nada chico, ya sabes cuánto me gustaría que tuvieras a alguien con quien compartir tus cosas, y quién mejor que tu linda esposa. Estás muy solo.

-No creo que ella quiera nada conmigo Hanae.

-Yo no pienso igual, pero, la opinión de una vieja como yo no debe importarte mucho.

-Claro que me importa, eres mi mejor amiga.

-Entonces, como tu mejor amiga te ordeno que vayas a Nerima, al Dojo Tendo y consigas que tu esposa vuelva a trabajar contigo en el acto.

-¡Señor, sí señor! –dijo él poniéndose de pie y llevándose la mano a la frente como si fuese un soldado.

-¿Vas a ir ahora? –preguntó sonriendo al ver la reacción del chico quien ya se estaba poniendo su chaqueta.

-Sí, ¿por qué?

-Por nada, me alegra que aún tomes en cuenta mis consejos.

-¿Por qué no iba a hacerlo?, siempre tienes razón.

-Eso es cierto. Bueno, me dio mucho gusto verte y te deseo la mejor de las suertes.

-Entonces, ¿no piensas volver nunca más?

-Por lo menos por un buen tiempo –contestó poniéndose de pie para dirigirse a la puerta de salida-. Necesito desintoxicarme. Agradece que me encontré con Akane, de lo contrario no te habría venido a visitar en meses. Hasta pronto Ranma.

-Hasta pronto Hanae y gracias.

-De nada chico, sólo procura no estropearlo esta vez.

-Sí.

-Adiós –dijo cerrando la puerta tras de sí.

El joven empresario se quedó de pie mirando la puerta cerrada por donde había desaparecido su ex-asistente, durante todos esos años, ella había sido más que una simple empleada, se había convertido en su amiga, su verdadera amiga. A pesar de la diferencia de edad que existía entre ambos, ella se había convertido casi sin quererlo en una de las personas más importantes e influyentes en su vida, ganándose su cariño y gratitud.

Abrió el cajón de su escritorio y sacó las llaves de su automóvil, luego caminó decidido hacia la puerta. Arreglaría las cosas con su esposa y volvería a tenerla a su lado, al menos para trabajar junto a ella.

Le indicó a la recepcionista que se ausentaría por el resto de la tarde y se fue rumbo al estacionamiento. Con suerte no encontraría mucho tráfico y podría estar en Nerima antes del atardecer.


Notas finales:

1.-¡Hola!, debido a la buena aceptación y a las peticiones de aquellas que al parecer son tan impacientes como yo (que bueno saber que no soy la única je, je), éste capítulo vio la luz antes de lo presupuestado, espero les haya gustado.

Bueno, capítulo terminado y aclaratorio (al menos en parte). ¿Cómo solucionará sus diferencias el matrimonio?, ni yo misma lo sé. ¿Quién demonios es el misterioso Ryo?, paciencia, durante el próximo capítulo es seguro que aparecerá... sólo como adelanto, Ranma se llevará una gran sorpresa.

2.-¡Muchísimas gracias a quienes me dan a conocer su valiosa opinión!, es algo que me llena de alegría y me da la energía suficiente para seguir con el proyecto.

A Krlita, Nia06, yumita, neo ranma, sele-thebest, Sauma Sakura, viry chan, milk goku, Jade Saotome, AkaneKagome, Killina88, Vero, lerinne, maring, Karla 1516 y hitoki-chan, gracias de todo corazón por dejar sus comentarios en mi segunda entrega y por todo su apoyo, ¡gracias, gracias, gracias!.

Será hasta un próximo capítulo.

Cuídense mucho y buena suerte!

Madame De La Fère – Du Vallon.