- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato, en una especie de "personajes secundarios"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.



He tenido suficiente… (Closer)

* * *

Capítulo VIII

"Un liberador viaje al pasado"

El viaje a Kumamoto fue totalmente relajado, ambos hablaban con total confianza de temas más bien relacionados con el trabajo, ya ese era un terreno seguro en el cual se sentían cómodos.

Al llegar a la ciudad, y luego de recoger sus respectivos equipajes y liberar a un muy inquieto Ryo, Ranma había decidido tomar un taxi hasta la residencia de la cual era propietario.

Durante el trayecto, Akane iba ensimismada viendo el paisaje que se le presentaba. No distaba mucho de lo que ella había imaginado, pero le sorprendía la relativa calma que se observaba, nada comparado con la agitada y bulliciosa vida de Tokio; contemplando el camino, comenzó a pensar que hace doce años atrás, ése era el mismo camino por el cual ella debió haber seguido a su esposo hacia la casa de sus parientes, miles de recuerdos la invadieron nuevamente, hasta que el automóvil se detuvo frente a una enorme mansión al estilo del Japón medieval, la cual le recordó mucho a la mansión de los Kuno.

El paisaje era precioso, la casa estaba rodeada de verdes árboles autóctonos, a los pies de una colina e impresionaba por su antigüedad y magnificencia.

-Llegamos señor –dijo el taxista.

-¿Es aquí? –preguntó ella para cerciorarse, aunque sabía de antemano que la respuesta sería afirmativa.

-Sí –contestó Ranma-, ésta es una de las propiedades que heredé de mis parientes. A mí es la que más me gusta –prosiguió, bajando del automóvil y pagándole al conductor, luego de bajar el poco equipaje que ambos llevaban. Observó cómo su asistente miraba impresionada la mansión, sosteniendo a su mascota en sus brazos-. Vamos, te enseñaré el interior.

-Sí –dijo ella tratando de tomar su bolso de manos de su jefe.

-No –negó él con la cabeza- eres mi invitada aquí Akane.

-Pero yo puedo...

-Sé que puedes, pero yo no quiero que lo hagas –contestó, al mismo tiempo que abría el portón de entrada y con un gesto le indicaba que podía ingresar-. Puedes bajar a Ryo, ya no podrá perderse aquí dentro.

-Él no, pero te aseguro que yo podría hacerlo, ¡esta casa es inmensa!

-Sí, lo es y se nota aún más cuando permaneces en ella solo.

Ella lo miró intrigada, ¿qué había querido decir con eso?. No pudo preguntarle, ya que él avanzaba rápidamente por el camino de piedra hacia la puerta principal. Mientras tanto, del interior de la casa salía una anciana señora, bajita, de blancos y largos cabellos firmemente trenzados, vestida con un sobrio kimono, casi a trompicones en dirección a los visitantes.

-¡Joven Saotome! –exclamó alegremente la anciana mujer levantando ambos brazos al cielo-. ¡Señor! ¿Por qué no nos avisó de su llegada?, pudimos haber ido por usted.

-No era necesario Maeko, además, traigo un par de invitados –contestó Ranma sonriéndole-. Maeko, ella es Akane y el es Ryo –dijo Ranma, haciendo las debidas presentaciones.

-A...Akane, ella es... –titubeó la mujer.

-Sí Maeko, ella es Akane.

-¡Oh, señora Saotome, me da mucho gusto conocerla! –decía la mujer emocionada, haciendo una reverencia tras otra. Akane quedó desconcertada y sólo pudo devolver el saludo torpemente.

-El gusto es mío... creo –dijo mirando a Ranma con la duda implantada en su rostro. Él sólo sonrió levemente y se encogió de hombros.

-Pasen, pasen, deben estar muy cansados. Debo preparar una buena comida y su habitación, pero primero un buen refrigerio –decía la mujer pensando en voz alta, mientras enumeraba cada acción, ayudándose con los dedos de sus manos. Para Akane era como si estuviese viendo una versión futurista de Kasumi. Sonrió ante la idea y siguió a la mujer al interior de la casa, mientras ella llamaba a gritos a otra persona- ¡Kenjiro!, ¡Kenjiro!

-Maeko, cálmate, sólo nos quedaremos por dos días –dijo Ranma en tono risueño.

-¡Dos días! –exclamó ella-. ¿Por qué tan poco tiempo? –dijo desilusionada.

-Porque tenemos asuntos pendientes en Tokio. Akane ha reemplazado a Hanae en su puesto, trabaja conmigo y tenemos muchas cosas que hacer allá.

-Qué lástima, pero aún así, debo brindarles una buena atención. ¡Kenjiro! –Ranma rió, Akane lo miraba entre divertida e incrédula y Ryo se dedicaba a olfatear y ladrar por todos lados.

-¡Ya voy mujer! No tienes por qué ser tan escandalosa. ¿Qué es lo que suce..., ¡señor Saotome! –se interrumpió un anciano que representaba la misma edad de la señora, vestido a la antigua usanza tradicional japonesa. Se acercó rápidamente a Ranma y lo saludó efusivamente-. ¡Señor Saotome!, ¿por qué no me avisó que llegaba?.

-Lo mismo le dije yo –aportó Maeko.

-¿Cómo estas Kenjiro? –contestó Ranma, ignorando la pregunta del anciano.

-Bien, muy bien señor.

-¡Kenjiro! –dijo Maeko alegremente-. ¡Mira quien vino con el señor Saotome!

La mirada del anciano pasó de la entusiasta mujer a la incrédula joven que se encontraba unos pasos atrás de Ranma

-Es Akane, 'la verdadera' Akane- complementó la mujer mirando con complicidad al anciano.

-La verdadera... ¡Qué gusto me da conocerla señora Saotome! –dijo Kenjiro, haciendo el mismo efusivo saludo que antes le dedicara la mujer, Akane respondió nuevamente.

-Voy a mostrarle la casa a Akane –dijo Ranma.

-¡Claro, señor Saotome!, nosotros nos ocuparemos del equipaje y de tenerles un refrigerio cuando terminen.

-Gracias Maeko.

Los dos ancianos se alejaron a paso lento del lugar. Kenjiro cargando los bolsos y Maeko a su lado, mirando sonriente de vez en cuando hacia atrás.

-¡Es mucho más linda de lo que imaginaba! –comentó la mujer.

-¡Calla mujer, te escuchará! –le recriminó él.

-¡Pero si lo que digo es verdad! –replicó ella.

-¡Sí, pero no por eso debes pregonarlo a los cuatro vientos!.

-¿Qué tiene de malo que lo diga?, es encantadora y muy bella...

Las voces se perdieron en el interior de la casa. Ranma observó a Akane, ella miraba atentamente el suelo, como si la madera que pisaba fuese lo más interesante que hubiese visto en su vida.

-Ven –le dijo con voz suave y tratando de inspirarle confianza, ella lo observó confundida, con un leve tono carmín en sus mejillas-. Te enseñaré la casa.

Akane lo siguió por el interior de la propiedad.

-Esta es la sala, como puedes observar, todo se encuentra decorado de forma antigua, no he querido cambiar nada, me gusta así. Es mi refugio cuando quiero encontrar algo de paz. Mis tíos abuelos la conservaron tal cual desde que la heredaran de sus padres y ellos de los suyos, sólo la han modificado para agregarle las comodidades de la vida moderna.

Ella le escuchaba mientras recorría los lugares a paso lento, observando detenidamente cada rincón. Él la observaba con atención, sabía que algo le molestaba pero no quería presionarla, dejaría que ella abordara el problema

-Ven –dijo dirigiéndose hacia otro sector-. Por aquí se llega al jardín trasero.

Ranma abrió la doble puerta corredera y salió a la veranda, ella salió tras él y se quedó absorta en el paisaje.

-Es lo que más me gusta de esta casa. El cuidado del jardín está a cargo de Kenjiro, él hace un trabajo extraordinario.

Ranma guardó silencio y se quedó observando el paisaje, tal y como lo hacía Akane. Un par de hermosas grullas aterrizaron en ese momento cerca del cuidado estanque del jardín. Los arbustos de un intenso color verde, los árboles, a punto de florecer y el tranquilo y armónico sonido que emitía el correr de un riachuelo cercano, le daban un encanto casi mágico al lugar.

-¿Por qué no les dijiste la verdad? –preguntó Akane rompiendo el silencio reinante.

-¿Qué verdad? –contestó él con otra pregunta.

-Ranma, ellos son gente muy amable, merecen saber que tú y yo no somos un matrimonio.

-Akane, quiérelo o no, nosotros sí somos un matrimonio. El hecho de que no nos hemos comportado como tal no quita que ante la ley, tú eres mi esposa.

-Pero estamos separados desde el mismo día en que nos casamos –argumentó ella.

-Y ellos lo saben –respondió él.

-Entonces, ¿por qué reaccionaron de esa manera? –quiso saber la chica.

-Ambos están aquí desde hace muchísimos años, son hermanos. Mis tíos los emplearon cuando eran muy jóvenes. Cuando yo heredé la casa y las demás propiedades, les pedí que se quedaran a cargo de todo, como si nada hubiera pasado. Me tomaron mucho cariño y con el pasar de los años me fui sintiendo como si ellos formaran parte de mi familia, incluso más que eso, ya que debo reconocer que confío más en ellos dos que en mis propios padres. Un día les conté toda la verdad, sobre la herencia, sobre la falsa esposa que me había acompañado la primera vez, sobre ti –él la miró de soslayo, esperando alguna reacción, pero la chica permanecía callada y mirando fijamente el jardín-. Ellos piensan que habría sido muy feliz con mi verdadera esposa en esta casa.

-Y ahora creen que todo se ha arreglado entre nosotros –complementó ella con un hilo de voz.

-No te preocupes por eso –dijo él.

-No me siento bien cuando me llaman señora Saotome. Perdóname, pero en verdad es una sensación extraña.

-Lo entiendo, pero no tienes que afligirte por ello. Basta con que les digas que te llamen Akane y ya está.

-Aún así, me seguirán tratando como si fuera la dueña de la casa ¿no?

-¿Y no lo eres? –preguntó él.

-Sólo en teoría –dijo ella amargamente.

-Eso es sólo porque tú lo quieres así –contestó él.

Akane giró bruscamente su cabeza para mirarlo, pero él se limitó a darse media vuelta e internarse en el interior de la casa

-Ven, te mostraré la planta superior –comenzó a decir Ranma-, allí se encuentra tu habitación.

Akane lo siguió en silencio hasta que llegaron a una acogedora recamara, la de invitados. Una vez allí, Ranma le dijo que podía cambiarse y relajarse si así le parecía, él debía ir a poner algunos asuntos en orden y volvería para el almuerzo, ella asintió y lo observó retirarse. Cerró la puerta y observó que su pequeño bolso se encontraba a los pies de la enorme cama estilo occidental, hacia ese lugar dirigió sus pasos, se sentó en el borde de la cama y le indicó a su fiel mascota que se acercara. Ryo saltó ágilmente y se recostó a su lado, apoyando su cabeza en sus piernas, ella le acarició mientras asimilaba todo lo que estaba sucediendo. Ranma prácticamente la había obligado a acompañarle, ¿con qué objetivo?, por otro lado estaban los empleados de la casa, ambos se habían referido a ella como 'la verdadera' y Ranma sólo se había limitado a sonreír, ¿por qué? Muchas dudas aparecían en su mente, miró su reloj, las 10:30 hrs. Lo mejor sería descansar un momento para poner en orden sus pensamientos.

R & A

Akane se levantó una hora después de haberse recostado. Lo primero que hizo fue sacar una muda de ropa más cómoda, para luego de relajarse con un baño, cambiarse y bajar a esperar a Ranma.

Se sentía extraña en esa mansión, fuera de lugar, era como si estuviera ocupando un espacio que no le correspondía. Luego de cambiarse, bajó para ver que podía hacer mientras esperaba a su jefe, caminó por la planta baja buscando a alguien y se introdujo en la cocina, donde una alegre Maeko se encargaba de preparar los platillos que serviría en el almuerzo.

-Señora Saotome, pensé que se encontraba descansando –dijo la amable mujer al ver que Akane se encontraba de pie en el umbral de la puerta que daba a la cocina.

-Sí, lo estaba, pero llega un momento en que se hace insoportable el no hacer nada.

-El señor Saotome dijo que llegaría para almorzar, para eso falta bastante tiempo. Si gusta puede dar un paseo por los alrededores señora Saotome.

-Maeko, ¿le puedo pedir un favor?

-El que quiera señora.

-No vuelva a decirme señora Saotome, tan sólo dígame Akane ¿si?

-Está bien, pero considero que como señora de la casa...

-Ese es el problema –le interrumpió-. Yo no soy la señora de la casa.

-Pero se encuentra casada con el señor Saotome –contestó la mujer.

-Y separada de él desde la misma fecha del matrimonio –dijo desviando la mirada. La mujer sonrió y negó con la cabeza.

-No logro entender a los jóvenes.

-¿Qué quiere decir?

-El señor Saotome sufre hace doce años por un supuesto amor no correspondido y ahora que la veo, usted sufre por el mismo motivo. ¿No se da cuenta de que están perdiendo el tiempo?

-No sé de que me habla –contestó Akane fingiendo indiferencia.

-Venga, siéntese aquí –dijo Maeko palmoteando una silla, la joven se acercó donde le indicaba y tomó asiento observando como la mujer preparaba unas verduras con gran maestría-. Cuando el señor Saotome llegó a esta casa, para mí y para Kenjiro fue evidente que algo raro sucedía. En ese entonces, nosotros no dijimos nada ya que éramos simples empleados. Lo que nos llamó inmediatamente la atención fue que en el momento mismo en que él se presentó con sus padres y su supuesta esposa, me solicitó que preparara una habitación adicional para su esposa. Luego nos dimos cuenta de su extraño comportamiento, se suponía que al estar casado con una linda chica, debía comportarse por lo menos amablemente con ella, sin embargo, él se pasaba todo el día evitándola, callado y malhumorado y después vinieron esos extraños arranques de rabia, frustración y melancolía. La señora Nodoka no sabía que hacer con su hijo, a su padre parecía no importarle y de pronto, de un día para otro, la jovencita que supuestamente era su esposa, desapareció.

-¿Cómo que desapareció? –dijo Akane, interesándose cada vez más en lo que la mujer estaba diciendo y jugueteando nerviosamente con un trozo de zanahoria. La mujer sonrió.

-¿Quiere ayudarme? –preguntó.

-Yo...no sabría cómo hacerlo y es probable que terminara arruinando su comida.

-No se preocupe, yo me encargaré de que eso no ocurra –dijo tendiéndole unas cuantas verduras y un cuchillo-. Corte éstas en pequeños y finos trozos, así. Hágalo despacio y con confianza, la verdura no escapará –Akane la observó y luego comenzó a hacer lo que Maeko le pedía, se sintió más tranquila al ver como la mujer asentía y sonreía al verla-. No es tan difícil ¿verdad? –Akane negó y siguió cortando calmadamente cada trozo de verdura-. Siguiendo con la historia, la falsa esposa se fue una noche para no volver nunca más. A todos nos tomó por sorpresa, menos al señor Saotome, quien nos dijo que no nos preocupáramos. Luego de unos meses, sus padres decidieron que lo mejor sería buscar una casa más cerca de Tokio, así es que se fueron, pero el señor Saotome seguía viniendo muy seguido para acá, dice que esta casa es su refugio. Al principio fue difícil para nosotros acostumbrarnos a la nueva situación, pero con el tiempo, el joven señor se fue acercando a nosotros y nosotros le tomamos mucho cariño.

Un día que se encontraba particularmente deprimido, habló con nosotros, creo que fue bueno para los tres, él pudo aliviar un poco su dolor contándonos su historia y nosotros comprendimos muchas cosas que hasta ese momento no entendíamos.

-¿Qué tipo de cosas? –preguntó Akane indicándole a su vez a Maeko que había terminado su parte del trabajo. La mujer sonrió y sacó una sartén, en donde comenzó a incorporar uno que otro ingrediente que tomaba de distintos frascos y botellas.

-¿Puede agregar las verduras? –la chica asintió-. Ahora, debe mezclarlas hasta que yo le indique, sin dejar de revolver, ya que pueden quemarse.

-¿Así está bien? –preguntó Akane, haciendo lo que la anciana le había indicado.

-Está muy bien, yo voy a preparar el siguiente ingrediente y luego los juntaremos, ¿de acuerdo?

-De acuerdo.

-Me preguntó qué tipo de cosas. Bueno, comprendimos el por qué de su comportamiento tan reservado y melancólico durante los primeros días en esta casa, también comprendimos por qué no había demostrado ningún pesar cuando la que creíamos, era su esposa, lo dejó de la noche a la mañana, entendimos su agresividad y molestia durante los meses posteriores a su llegada a Kumamoto y entendimos el motivo por el que cada año, durante las fiestas importantes, él se venía a refugiar acá, solo.

Así está bien –se interrumpió la mujer-. Sáquelo del fuego. Ahora déjelo a un lado para que repose y ayúdeme con esto –dijo indicando una cacerola con trozos de carne en su interior-. Debe realizar el mismo procedimiento que siguió con las verduras, cuidando de que no se queme ningún trozo. Para ayudarse, puede bajar el fuego, de esta forma la carne desprenderá gran parte de su jugo y quedará más sabrosa, al tiempo que tendrá menos posibilidades de quemarse.

-¿Sigo revolviendo? –dijo Akane bajando la llama de la cocina.

-Sí, lo esta haciendo muy bien.

-Gracias, es la primera vez en años que alguien me deja ayudarle en la cocina.

-Entonces, tendrá que venir a Kumamoto más seguido.

-No creo que sea una buena idea.

-¿Por qué?

-Porque el que yo me encuentre aquí fue idea de Ranma, él casi me obligó a venir, no fue por mi propia voluntad.

-Y ahora que conoce el lugar, ¿se arrepiente?

-El lugar es maravilloso, pero yo no soy más que una intrusa aquí.

-¡Una intrusa!, Akane, usted es la única mujer que tiene todo el derecho de estar aquí.

-Pero yo soy sólo una simple empleada. Ranma me contrató para ser su asistente.

-Aún así, usted sigue siendo su esposa –afirmó Maeko levantando el cuchillo que había estado utilizando para remarcar sus palabras-, su verdadera esposa. Tiene derechos sobre esta propiedad.

-Usted no entiende Maeko, yo le dije que se alejara de mí hace doce años, el volver a encontrarlo no estaba en mis planes y me ha hecho daño. Me hubiese gustado seguir pensando que él era feliz con otra persona, que al final, uno de los dos había logrado ser feliz.

-Él nunca podrá ser feliz Akane, no sin usted.

-No trate de engañarme con esas cosas.

-No la estoy engañando, es la verdad. Desde que le conozco, nunca lo vi tan tranquilo, se nota en su rostro que encontró lo que le hacía falta para sentirse completo. La encontró a usted, o mejor dicho, la reencontró –dijo la mujer y ambas se observaron por unos segundos directamente a los ojos. Akane sonrojada e incrédula, Maeko sonriente y afable-. ¡Uy!, eso ya esta listo, ahora lo retiramos del fuego y lo unimos con las verduras.

-¿Dónde?

-Aquí, esta cacerola es más grande, eso es, muy bien. Ahora debemos probarlo para decidir si le falta sazón –Maeko le dio a entender a Akane que probara los alimentos y luego lo hizo ella-, está muy bien así ¿no le parece?

-Sí, está sabroso.

-La felicito, su primera comida en esta casa será del agrado de todos. Se lo aseguro –la chica se sonrojó y esquivó la mirada de Maeko, ella sonrió nuevamente-. Usted es una joven encantadora, no me extraña que el señor la quiera a su lado.

-Maeko, no diga esas cosas, por favor.

-¿Por qué no?, es la verdad. Akane, le acabo de enseñar a preparar un sabroso platillo, no le puedo enseñar a amar, pero sí le puedo decir que es algo muy parecido.

-No le entiendo.

-Al amor hay que cuidarlo y dedicarle tiempo, igual que a la preparación de un plato de comida. Si no le dedica el tiempo suficiente, es probable que se arruine, como pasa con algunos platillos. Luego hay que atreverse a probarlo, a degustarlo, porque si se niega a hacerlo, no llegará a saber si es de su agrado y mucho menos del agrado de los demás, y si es sabroso y de su gusto, ¿por qué entonces dejar que se enfríe y se deteriore?, al contrario, debería disfrutarlo y degustarlo por el mayor tiempo posible, porque si no lo hace, puede arrepentirse por toda la vida de haber dejado pasar la oportunidad de ser feliz. Y después, viene el paso de seguir practicando, para perfeccionar la receta y agregarle nuevos ingredientes. Yo no supe cómo hacerlo y ahora me ve aquí, a esta edad, sola, preparando ricos platillos que jamás podré compartir con nadie, al menos no con alguien que sea especial –ambas permanecieron en silencio, hasta que una voz irrumpió en la cocina.

-Maeko, traje un poco de...

-Señor Saotome, llegó temprano –dijo la mujer dándose vuelta para enfrentar al recién llegado. Akane por el contrario, permaneció dándole la espalda, nerviosa, sonrojada y sintiendo los rápidos latidos de su corazón.

-No es tan temprano si te fijas en el reloj –dijo él, indicando el aparato que colgaba sobre la puerta de la cocina.

-¡Uy! ¡Pero si es taradísimo! No se preocupe señor, ya terminamos con esto, en seguida serviré el almuerzo.

-No te apresures tanto –dijo él burlonamente-, puedo esperar, sólo vine a traer esto para que lo conserves fresco.

-Enseguida señor.

-Voy a ir a recorrer el jardín. Akane, ¿quieres venir?

-Yo...

-Akane, me fue de gran ayuda, pero ahora debería acompañar al señor, le aseguro que no se arrepentirá.

-Bueno, es que pensé...

-Yo les avisaré en cuanto tenga todo listo.

-Esta bien –dijo la joven mujer mientras caminaba con parsimonia hacia donde se encontraba su jefe, su vista siempre al piso. Él la observó intrigado cuando pasó por su lado, se encogió de hombros y la siguió, no fijándose en la amplia sonrisa que se formaba en el rostro de Maeko.

R & A

Habían disfrutado de un exquisito almuerzo todos juntos, daba la impresión de que eran una gran familia. Sin embargo, Akane se encontraba un tanto distante, distraída y nerviosa. Para Ranma, esto era señal de que ella aún pensaba en lo que había sucedido en Tokio, específicamente en la visita que ella había recibido de Genma, pero estaba muy lejos de imaginar que en realidad, el comportamiento de su joven esposa se debía a él.

Akane sentía que era absorbida por un mar de dudas, no podía negarse el hecho de que el compartir tan estrechamente con Ranma, había dado un vuelco a su vida. Se encontraba cuestionándose los hechos pasados, cuestionando su decisión de alejarlo de su lado, él se había comportado de una manera tan ¿especial?, ¿esa era la palabra?; su comportamiento había cambiado abruptamente después de las primeras tres semanas de trabajo, se preocupaba casi obsesivamente por ella, los fines de semana en los cuales, supuestamente, no debían verse ni hablarse, él siempre se las ingeniaba para llamarla o visitarla con alguna excusa, además estaba el hecho de su insistencia en recuperar esa 'supuesta' amistad y ahora que Maeko le había contado algunas cosas del pasado reciente de Ranma y al recordar las palabras que le dijera Hanae al respecto, ella se encontraba en medio de una gran disyuntiva, hacerle caso al conjunto de sentimientos que le inspiraba su jefe o ignorarlos y seguir los consejos de sus hermanas y amigos de mantenerse alejada de él, para no resultar dañada.

Lo cierto era que no se podía engañar, sentía algo muy fuerte por su jefe, algo muy parecido a los sentimientos que por él poseía en su adolescencia y eso la atemorizaba, había sufrido mucho al descubrir que para él no representaba nada más que una obligación impuesta por los padres de ambos y la llave para recibir una cuantiosa herencia, y ella se negaba a pasar por lo mismo de nuevo.

Entre tanto, Ranma le había pedido que durante aquella tarde, lo ayudase a revisar unos documentos. Quería vender algunas porciones de terreno de los que era dueño en Kumamoto y necesitaba su opinión profesional, así es que pasaron el resto de la tarde revisando documentos. Ella haciendo acotaciones y él preguntando interesado por algún que otro punto.

Mientras él se acercaba a ella sin darse cuenta de lo que hacia, sólo interesado en compartir su punto de vista e indicarle alguna cosa, ella se sentía cada vez más nerviosa y turbada por la cercanía física de su jefe, tratando de convencerse de que se trataba sólo de un amigo del pasado que necesitaba de su ayuda profesional.

Cuando él se levantó para dirigirse a la cocina, ella pareció aliviarse y recuperar algo de serenidad. El tenerlo tan cerca hacia que no pudiera concentrarse y su nerviosismo se empezaba a notar, pero todo esfuerzo por calmarse se vino abajo cuando sintió la mano de su jefe posarse en su hombro y hablarle muy cerca de su rostro.

-Le pedí a Maeko que nos trajera un té. ¿Te encuentras bien? –preguntó preocupado al notar cómo ella tensaba todo su cuerpo y cerraba abruptamente los ojos, tratando de controlar su respiración y los agitados latidos de su corazón.

-Sí –le dijo y dio gracias al cielo porque su jefe se había sentado y ahora sólo la observaba intrigado y preocupado-. Estoy bien, sólo... sólo fue un mareo.

-¿Un mareo? ¿Entonces estas enferma?

-No, quizá es por cansancio, estrés, qué sé yo, demasiada concentración durante toda la tarde.

-Entonces, creo que será mejor que vayas a descansar.

-No, puedo seguir. No fue nada, en serio.

-No discutas conmigo, esto puede esperar. Le diré a Maeko que te lleve el té a la habitación.

-Pero dijiste que te importaba estudiar estos documentos.

-Un día más o uno menos no harán la diferencia. ¿Te vas a tu habitación o quieres que te lleve en brazos?

Ella negó con un rápido movimiento de cabeza y se puso en pie apenas escuchó aquellas palabras.

-No, está bien –dijo, apenas controlando su nerviosismo al hablar-. Iré a descansar un momento.

Él la observó hasta que desapareció tras la puerta. No entendía el comportamiento de su asistente, pero no pasaría otro día sin saber toda la verdad que había querido preguntar desde hacía doce años atrás. El día siguiente sería crucial para entender las razones que había tenido la chica para alejarlo de su lado.

R & A

Ese día se había despertado temprano, se quedó en la cómoda cama haciendo nada, sólo pensando en lo raro que resultaba toda esa situación. Hacía tres meses atrás, su vida transcurría tranquila, sin mayores preocupaciones que las de carácter económico, las cuales no dejaban de ser algo inquietante, pero que ella sabía, saldrían bien. Pero ahora, estaba allí, en la casa de su esposo, cuestionándose seriamente si conservaba sus cinco sentidos en su lugar, ya que tres meses atrás no podía pensar más que horribles cosas de su esposo y ahora se encontraba idealizando al hombre que doce años atrás le había destrozado el corazón. ¿Podía haber cambiado tanto su forma de ver las cosas para que durante el poco tiempo que llevaba junto a él, sus sentimientos dieran un vuelco tan grande al pasar del rencor, la desilusión y la tristeza a la esperanza, la ternura y el amor?. Lo cierto era que todas las sensaciones que ella creía dominadas, dormidas y enterradas profundamente, habían salido a flote y ahora su corazón latía con fuerza al escuchar la voz de su esposo, sus manos temblaban al sentirle cerca, su mente le jugaba malas pasadas al hacerle imaginar cosas que ella estaba segura, jamás llegarían a ocurrir.

-Te estas comportando como una colegiala, olvídate de que algún día sentiste un amor tan grande por él, él jamás querrá nada contigo, sólo conseguirás hacerte daño... nuevamente –se regañaba internamente.

Poco tiempo pasó para que escuchara un llamado a su puerta, observó la hora, las 8:00, era bastante temprano, pero ella le indicó a la persona que se encontraba afuera que podía ingresar.

Maeko entró calmadamente y se acercó a la cama en donde descansaba Akane.

-Akane, el señor Saotome me pidió que le avisara que la estará esperando para salir en media hora.

-¿Salir? ¿Dónde?

-No lo sé, sólo me pidió que se lo comunicara.

-Esta bien, bajo enseguida.

-Bien, ¿necesita algo?

-No Maeko, muchas gracias.

La mujer hizo una reverencia y se retiró, Akane se incorporó y recibió el cálido saludo de Ryo, quien hasta ese momento dormía a los pies de la cama. Acarició la cabeza de su mascota y suspiró pensando en qué podría ser tan importante para que Ranma quisiera salir tan temprano, estaban a principios de primavera, pero las mañanas aún estaban frías. Se desperezó y se dispuso a cambiarse, era mejor enfrentar el problema que huir de él.

Una hora después, Akane se encontraba sentada en el asiento del copiloto de uno de los automóviles que Ranma tenía en su casa de Kumamoto, mirando distraídamente el paisaje.

Habían desayunado juntos nuevamente, Maeko haciendo alegres comentarios sobre trivialidades, su hermano Kenjiro, comentando sobre los últimos arreglos que pensaba hacer al jardín, Ranma acotando alguna que otra cosa y ella manteniéndose al margen de todo, luego, Ranma le había dicho que se preparara para salir, ella lo había hecho preguntándole adonde la llevaría, él le había dicho por toda respuesta que no fuera curiosa, que ya se enteraría, pero que no se preocupara porque no la llevaría a ningún lugar extraño.

Así las cosas, ahora se dirigían por un camino que ella no conocía, a un lugar que no sabía cual era y para algo que tampoco sabía.

-Llegamos –dijo Ranma estacionando el automóvil.

-¿Dónde estamos? –preguntó ella.

-Bájate y lo verás.

Ella obedeció y la imagen que registró su cerebro fue de una belleza impresionante. Ranma, bajó también y cerró las puertas, luego se acercó a ella y le indicó que lo siguiera.

-¿Qué lugar es este?

-Es el jardín Suizenji ¿Nunca oíste hablar de él?

-Creo que sí, aunque no estoy muy segura -contestó.

-Me gusta mucho este lugar. Y se aprecia mejor en las mañanas, cuando no hay mucha gente por los alrededores.

-Es maravilloso –comentó ella observando embelesada en todas direcciones. La vegetación, los lagos artificiales, los puentes de piedra, todo era bello. Incluso pudo reparar en una casa de té y un teatro en el interior, todo rodeado de arbustos, césped y caminos de piedrecilla.

-Ven, ¿te parece bien si nos sentamos allí? –indicó él.

Ambos se sentaron a la sombra de uno de los abundantes cedros que había en el lugar. El silencio reinante a esa hora de la mañana, era interrumpido de vez en cuando por el cantar de algún pájaro a lo lejos.

-¿Por qué me trajiste Ranma? –preguntó ella finalmente.

-Pensé que te gustaría el lugar –contestó él.

-Me gusta, pero me refería a este viaje. ¿Por qué quisiste que te acompañara a Kumamoto?

-Quería hablar contigo –ella lo miró sin entender. ¿Hablar con ella?, pero si se veían cada día en la oficina. Él pareció comprender y aunque tenía la vista fija en el paisaje en frente suyo contestó a la pregunta que su asistente aún no formulaba-. Quería hablar contigo sin que nadie interrumpiera, sin presiones de ningún tipo.

-¿Y por eso estamos acá?

-También quería que conocieras mi refugio –el silencio se instauró entre ambos, luego de quedarse esperando que él continuara, ella volvió su vista al frente y se concentró en una bella garza que picoteaba cerca en uno de los estanques-. ¿Akane?

-Dime.

-Sé que te prometí no volver a hablar de esto, pero necesito saberlo.

-¿Qué cosa? –contestó ella imaginando perfectamente a lo que él se refería.

-Necesito saber por qué me alejaste de tu lado, por qué no tuviste el valor de decirme a la cara que yo no significaba nada para ti.

-Creo que ya te lo había dicho en la carta que le di a tu madre, era lo mejor que podíamos hacer, al fin y al cabo, ninguno de los dos queríamos ese matrimonio.

-¿Me preguntaste mi opinión Akane? –su voz era tranquila, pero ella sabía que él estaba haciendo un gran esfuerzo por controlarse.

-No hizo falta preguntarte nada, lo supe ese mismo día.

Él no respondió, su mente se encontraba recordando distintos episodios y frases que le había dicho ella y también otras personas. De pronto recordó algo que parecía importante, algo que le daría la clave para entender todo el asunto, sólo esperaba hacer la pregunta correcta.

-Hay algo que no calza en todo esto Akane. Dices que lo hiciste por ambos. Bien, puede que tengas algo de razón, pero ¿qué demonios pinta en todo esto Ukyo? Tú lo mencionaste, Mousse me dijo algo parecido y hasta Kasumi...

-¡Cuándo hablaste con Kasumi! –lo interrumpió.

-El lunes, luego de que papá nos interrumpiera, conversé con él y después de que él salió, Kasumi fue a verme. Me contó algunas cosas, cosas que tú no me habías comentado y de las que soy en parte responsable.

-No debió haberlo hecho –dijo ella en un susurro.

-Tan sólo se preocupa por ti, ella teme que yo te haga daño.

-Debo suponer que te dijo sobre mi breve estadía en una clínica siquiátrica.

-Algo hay de eso, pero no entiendo bien qué pude haber hecho para provocarte ese estado de depresión, qué pude haber hecho para que todos me odien y piensen que quiero dañarte.

-Ranma, dijimos que no hablaríamos más sobre aquello, me hace daño.

-Pero necesito saberlo –insistió él-. Es algo que me molesta cada día más, siento que si no logramos tener una conversación civilizada y aclarar todos los temas pendientes entre nosotros, jamás podremos volver a ser verdaderos amigos como lo fuimos, y en verdad, el recuperarte significa mucho para mí.

Él esperó a que las palabras hicieran efecto sobre ella, rogando para que comprendiera que él quería reivindicarse. Ya no era el adolescente que huía de sus problemas y que con olvidar las cosas se daba por satisfecho; no, ahora él quería enfrentar la situación, sabía que sería difícil, pero si ella quería empezar de cero como le había dicho, él quería saber el motivo. Akane pareció entenderlo y luego de tomar una gran bocanada de aire y enfocar su mirada en uno de los puentes que decoraban el entorno frente a ella, comenzó a hablar, casi en un susurro. Ranma no quiso interrumpirla sabiendo que cualquier palabra que él dijese o cualquier movimiento que hiciese, pondría en riesgo la confesión de ella.

Entonces, ella le contó todo lo que había pasado la tarde del día en que habían unido sus vidas, le contó cómo en su interior esperaba que llegaran a un acuerdo de paz para tratar de llevarse bien. Ella estaba dispuesta a renunciar a antiguas manías y a reconocer muchos de sus defectos, porque a pesar de todo, le quería y para eso había bajado de su habitación para buscarle en el Dojo, quería dejar todo en claro con él antes de irse a recibir esa herencia, pero no contaba con la escena que se le presentó nada más llegar a las puertas del lugar de entrenamiento, la cual pasó a detallar como si la estuviese viendo ante sus ojos. Esa escena se había grabado a fuego en su memoria y también en su corazón, recordaba cada palabra que había escuchado, cada gesto, cada sonido. Luego le relató el plan que había surgido en su cabeza para evitarle a él la desdichada convivencia que seguramente le provocaría el compartir su vida con ella y a ella la vergüenza y el dolor de sentirse despreciada y humillada públicamente. Le dijo cómo había convencido a Tofú para que la ayudase, cómo había fingido aquella caída por la escalera, cómo había logrado engañarlos a todos para que Ukyo, la chica a quien él quería ocupase su lugar. Luego le contó lo acontecido con su familia los días posteriores a su partida, de cómo su padre había reaccionado muy mal al principio, prácticamente renegando de ella y quitándole el habla, pero cómo luego había comprendido la situación. De cómo sus hermanas se habían preocupado por su salud, específicamente por su salud mental, ellas creían que la humillación que había sufrido la tenía sumida en una depresión profunda, la habían convencido para que se atendiera con un amigo de Tofú y el médico había recomendado internarla en una clínica 'especial'. Luego de permanecer por tres meses internada en aquel lugar, ella había comprendido que si lograba convencer a todos de que era la misma de antes, obligándose a salir de su estado de melancolía y tristeza, podría lograr que la sacaran de allí; lo consiguió y luego empezó a dedicarse única y exclusivamente a estudiar, pero durante su estadía en la clínica y debido a que él no había dado señales de vida, se convenció de que a él nunca le había importado ella realmente y que por lo tanto, si él no hacia ningún esfuerzo por devolver los documentos que se requerían para divorciarse, ella los firmaría y se los enviaría cada tres meses. Se podía imaginar lo desagradable que sería el estar casado con una mujer a quien nunca había querido y lo que sería no poder rehacer su vida al lado de quien él escogiera.

-...No debiste haber esperado tanto tiempo Ranma, no debiste haber jugado con algo tan serio como el matrimonio, todavía me tienes atada a ese compromiso y no quieres hacer nada al respecto, ¿por qué?. Tú querías a Ukyo, si las cosas entre ustedes no salieron bien, lo siento mucho, pero eso no te da derecho a disponer de mi vida.

Ella se quedó en silencio, ya lo había hecho, le había relatado gran parte de los acontecimientos que habían sucedido el día en que ella tomara la decisión de alejarlo de su lado y había complementado todo aquello diciéndole las cosas que habían sucedido después, había cumplido con su parte, ahora esperaba que él se diera por satisfecho y no siguiera insistiendo en el tema.

Ranma había permanecido en silencio durante todo el relato, se había limitado a cerrar los ojos y escuchar pacientemente a su asistente, como un niño pequeño escucha a un adulto contarle un cuento, pero era innegable el esfuerzo que estaba haciendo por conservar la calma.

Así que había sido por aquella conversación, ése había sido el detonante de todo el infierno en que se había transformado su vida después, una simple conversación que la chica había escuchado, para su mala suerte, no hasta el final. ¡Y él pensando que ella lo había rechazado porque quería librarse de él para seguir a otro! ¡Qué equivocado estaba! Si hubiese vuelto a Nerima el mismo día que su madre le entregara esos papeles, o tal vez a los días o semanas siguientes, le habría demostrado con hechos que la única mujer a quien él estaba dispuesto a amar, era a ella. Pero ahora, después de doce años, ¿podría cambiar el concepto que ella se había formado de él?, ¿podría ella creer en sus palabras?

Ranma sintió como Akane intentaba incorporarse.

-Espera un momento –dijo, y rogó para que sus palabras no hubiesen sonado como una orden-, por favor.

-Te dije lo que querías saber, ¿podemos dejar todo esto atrás?

-No, aún no.

-¿Qué más quieres?

-Me queda claro por qué hiciste todo eso Akane, pero te equivocaste –dijo tranquilamente, ella no dijo nada, permaneció mirando al frente, escuchando atenta lo que él iba a decir-. Recuerdo todo lo que pasó ese día, recuerdo que Ukyo fue a verme desesperada, pidiéndome explicaciones por lo que consideraba un error y un agravio a su persona. Sé que debes haber pensado lo peor de mí cuando escuchaste esa conversación...

-No solamente los escuché, también los vi –dijo con rencor no muy bien disimulado.

-Sí, pero si hubieses permanecido tan sólo unos segundos más, si hubieses escuchado un poco más, te habrías enterado de la verdad.

-¿Qué verdad? No trates de convencerme ahora de que lo que vi y escuché no sucedió, de que fue un mal entendido y todas esas idioteces que solías decir.

-No, no trataré de convencerte de nada. Sé que ya no puedo hacer nada al respecto, es muy tarde para intentarlo, pero debo decirte que sí fue un mal entendido, aunque la verdad, ni siquiera fue eso. Simplemente, tú no escuchaste la parte más importante de lo que le dije a Ukyo, te fuiste antes de conocer la verdad.

-Ranma, no me hagas esto. Me pediste que te contara por qué había tomado la decisión de alejarte de mí, cumplí con eso. Ahora por favor, deja todo cómo está ¿si?, no hace falta que me expliques nada, que me convenzas de nada. Desde ahora en adelante, tú serás mi jefe, yo tu asistente y nada más.

-Ya te dije que no pienso renunciar a recuperarte, al menos como amiga.

-Son muchas las cosas que se oponen a ello.

-¿Qué cosas?

-No lo sé, es todo tan extraño. Además, a mi familia no le parece saludable el que estés cerca de mí, tu padre tampoco lo aprueba, incluso él piensa que yo volví a verte porque quiero tu dinero.

-¿Eso te dijo?

-Entre otras cosas.

-Viejo estúpido.

-Ranma, él es tu padre, se preocupa por ti, así como mis hermanas se preocupan por mí.

-No, él siempre se ha preocupado sólo por él. Él siempre insistió en que yo firmara esos papeles de divorcio, siempre trató de envenenar el recuerdo que yo tenía de ti y de tu familia y hasta cierto punto lo consiguió, ahora me doy cuenta de ello.

-Pero ¿por qué?, yo no soy ninguna amenaza.

-Él cree que sí lo eres.

-Pero es simple de solucionar Ranma, sepárate de mí legalmente y…

-¡No quiero! ¿No puedes entenderlo?

-¡No, no puedo entenderlo! –explotó ella-. ¡No entiendo por qué te obligas a estar casado con alguien por doce años, alguien a quien nunca has querido más que como a una amiga! –ella lo miraba furiosa. Ese par de ojos café brillando intensamente, enfrentando el penetrante azul de la mirada de él-. ¡Dime por qué! -exigió.

Él la observaba molesto, pero muy dentro de su ser había anhelado verla actuar de ese modo, salvaje, olvidándose de quién era ella, de quién era él, de dónde estaban y de por qué estaban allí. Miles de recuerdos recorriendo su mente a una velocidad envolvente, miles de escenas similares, sólo faltaban los insultos y los golpes que en su juventud tan frecuentemente recibiera de esa misma chica y todo volvería atrás. Se obligó a salir de sus recuerdos y se obligó a contener las ganas locas que tenía de capturar esos labios con los suyos, para darle la respuesta que ella exigía.

-Porque esto es lo único que me ha mantenido con los pies sobre la tierra, Akane –dijo levantando su mano izquierda, mostrándole su anillo-. Porque es lo único que me recuerda que algún día fui feliz, sin importar las cuentas bancarias, las propiedades, los gimnasios o cualquier otra inversión; y porque me recuerda que algún día nos tuvimos el uno al otro, tal vez no como hubiésemos querido pero siempre nos tuvimos, nos apoyamos y confiamos mutuamente y mientras conserve este anillo en mi dedo, conservaré la esperanza de volver a recuperar en parte esa etapa de mi vida, la única en dónde pude ser como realmente soy, la única en dónde una persona me dejó mostrarme a ella sin tener que fingir lo que no soy.

Ella bajó su mirada, no podía seguir enfrentándolo, sabía que en cualquier momento sus ojos delatarían el estado emocional en el que se encontraba.

-No sabes cómo me gustaría creer lo que me dices –contestó con un hilo de voz.

-Siempre pusiste en duda lo que yo te decía –contestó él con algo de resentimiento-. Siempre creíste en lo que los demás te decían, en lo que escuchabas o en lo que veías, pero la mayoría de las veces lo que vemos, escuchamos o nos cuentan no es lo que realmente sucede.

-Entonces, ¿qué se supone que sucedió ese día?

-¿De verdad quieres saberlo?

Ella cerró sus ojos estudiando lo que contestaría a aquella pregunta. Sí, quería saberlo, pero era innegable que tenía miedo. Si él le decía lo que ella quería escuchar, esos insulsos sentimientos que comenzaban a renacer en ella cobrarían mayor envergadura y por ende le sería mucho más difícil ocultarlos y escapar de ellos; pero si por el contrario, su respuesta era la que ella se había imaginado durante todos esos años, le sería mucho más fácil desencantarse nuevamente, aunque su delicado corazón sufriría nuevamente y esta vez sería el doble, ya que estaba obligada a permanecer otros ocho meses junto a su tormento. En un intento por evadir su respuesta, cambio su pregunta.

-Me basta con saber si alguna vez te importé –dijo susurrante Él la observó, ella permanecía con la mirada baja, no dejándole ver su rostro y una punzada de remordimiento se instauró en su corazón, sabía que ella estaba sufriendo con toda esa conversación, con todos esos recuerdos y también sabía que todo lo que él le pudiera decir no serviría para convencerla de sus renovados sentimientos hacia ella, pero al menos le darían un indicio, una base en la cuál poder apoyarse.

-Siempre has sido la persona más importante para mí Akane –dijo con convicción-, y lo seguirás siendo.

Ella abrió los ojos, pero no se atrevió a levantar la vista, en vez de eso, comenzó a incorporarse tranquilamente y se dio media vuelta con rapidez.

-Bien –dijo con voz queda. Ranma se puso en pie y la tomó de una de sus muñecas, ella se sobresaltó y lo observó por sobre su hombro.

-¿Y yo? –preguntó él-. ¿Te importé alguna vez?

-Deberías saberlo –contestó, para luego comenzar a caminar soltándose del agarre que él ejercía sobre su brazo-. No por nada me arrojé ante varios ataques de tus enemigos y estuve dispuesta a casarme contigo en dos oportunidades. Pero la respuesta es sí, me importabas Ranma… más de lo que crees –finalizó la frase casi para sí.

-¿Ya no? –quiso saber él.

Ella no contestó, se limitó a caminar lentamente en dirección al automóvil. Él la observó por unos segundos y luego comenzó a caminar tras ella.

Había obtenido más respuestas de las que había esperado y en su mente ya empezaba a elaborar una nueva estrategia, no por nada era un maestro en las artes marciales. Esa conversación, si bien no completa del todo, le había demostrado que debía seguir con sus planes. Se tomaría las cosas con calma, ahora sabía que iba por buen camino, también sabía quienes eran sus aliados y quienes sus enemigos y lo más importante, le había quedado claro que su esposa le había profesado un profundo cariño. Tal vez lo seguía haciendo, pero tenía miedo. Eso lo entendía a la perfección, ella había sufrido mucho más que él y todo por un error, un mal entendido que él estaba dispuesto a borrar de la memoria de su esposa, pero para lograrlo debía tener paciencia y darle tiempo al tiempo. Él había madurado y esperaría lo que fuera necesario para conquistar el corazón de ella, su sueño inalcanzable, su pedazo de cielo en la tierra de una vez y para siempre.


Notas finales:

1.-¡Lo siento por lo extenso!... estaba inspirada, je, je. Bien, ni yo misma sé como seguirán las cosas de aquí en adelante para esta pareja, así es que, ya veremos…

2.-Dos notitas aclaratorias:

-El plato de comida que ayuda a preparar Akane, ni yo misma sé qué es, me inventé una receta muy superficial, por eso no quise dar nombres, así es que lo dejo a su imaginación (¿carne con verduras puede ser? jajaja, no soy buena inventando recetas culinarias, lo siento).

-El jardín Suizenji existe realmente en Kumamoto, es precioso, si tienen la oportunidad de buscarlo en la red y encuentran imágenes, verán que tengo razón. Yo lo conocí por fotografías que me facilitó un familiar que tuvo la suerte de estar allí (reconozco que sentí muchísima envidia en ese momento, pero… igual quiero a mi primita) y me enamoré de lugar. ¡Si incluso sacan agua del lago para preparar el té que sirven en la casa de té del interior del jardín y también posee una replica a escala del monte Fuji!

3.- Agradecimientos: A todas aquellas personas que me honran con la lectura de esta historia y ya me faltan palabras para agradecer a quienes me dejan sus comentarios, no se imaginan lo feliz que me hacen con cada una de sus palabras y sobre las ideas que algunos me han dado, no se inquieten que ya mi cabecita esta trabajando en ello y veré la forma de incorporarlas a la historia. Bueno, a akemyanngel, Nia06, Milk Goku, Barbs21, Carito (X 2, jeje), orochi (La aparición de Genma fue breve y así se quedará… por el momento jeje. Gracias por el review orochi), Hitoki-chan, Yumita, SoraDark666, Sele, BLANDY (Oh, lo siento si el romance va lento, pero es porque sucederán muchas cosas más… te lo aseguro, gracias por tus palabras), Joel, neoranma, Sofi, Yram (Ojalá te haya gustado el viajecito, es un viaje aclaratorio pero aseguro que servirá mucho para el futuro inmediato. Gracias por seguir leyendo y opinando), lerinne, Marce, Shojo88, Vanessa, Jade Saotome y Vero (Gracias por tanto elogio jajaja, terminaré sonrojándome. No tengo nada que disculparte, a mí me basta con que leas este escrito, con eso ya soy inmensamente feliz). Gracias, gracias, gracias por todo el apoyo que le brindan a esta historia, que no sería nada sin sus lectores, muchísimas gracias por todo.

Será hasta una próxima oportunidad.

Que estén todos muy bien, cuídense mucho y buena suerte!

Madame De La Fère – Du Vallon.