- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato, algo así como "extras"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.


He tenido suficiente... (Closer)

* * *

Capitulo IX

"Dicen por ahí..."

Los días habían pasado fugazmente. Luego del viaje a Kumamoto, Ranma y Akane habían vuelto a la rutina del trabajo y poco a poco, las cosas retomaban la relativa normalidad en la que se encontraban antes de su visita a aquella localidad.

El joven empresario había decidido no mencionar nada relacionado con la estadía en su refugio para no presionar a su asistente, la que se daba cuenta de la decisión de su jefe y le agradecía por la gentileza que estaba teniendo con ella.

A pesar de que Akane trataba de concentrarse exclusivamente en su trabajo, las horas que pasaba junto a su jefe hacían que cada noche se retirara a la comodidad de su habitación con más dudas respecto a la relación que poco a poco se había ido instaurando entre ambos.

Él le había dicho en Kumamoto que ella siempre había sido importante para él y que lo seguiría siendo y cada vez que ella recordaba aquella confesión, se sentía como una quinceañera, pero luego se obligaba a olvidarse de las que consideraba, ilusiones tontas, para centrarse en lo que realmente importaba, el trabajo para la Black Ryū Company, que durante esos días debía decidir entre muchos proyectos, el que elegiría para la que sería su campaña publicitaria para esa temporada, por lo que habían sostenido varias reuniones con distintas e importantes agencias publicitarias de las más prestigiosas del país.

A mitad de aquella semana, Akane había decidido que era tiempo de elegir finalmente a la agencia que firmaría el contrato de la campaña publicitaria, por lo que sin esperar más tiempo, se presentó en la oficina de su jefe.

-¡Ranma! –irrumpió la chica sin anunciarse, costumbre que había adquirido durante los últimos días y que a él en particular le agradaba bastante, ya que le demostraba con aquel gesto que poco a poco estaba recuperando algo de confianza; por lo demás, él nunca se encontraba ocupado cuando se trataba de atender a su esposa.

-Debemos definir los… perdón –susurró sonrojada percatándose que él se encontraba hablando por teléfono.

-...Sí, lo sé, pero qué quieres que haga, me encuentro muy ocupado y no podré ir a verte cuando lo tenía presupuestado –Akane sentía cómo la curiosidad por saber con quién hablaba él de ese modo tan familiar la aguijoneaba. Además, estaba siendo plenamente conciente de una sensación que hacía muchos años no se instauraba en la boca su estomago, lo que reconoció como el inicio de un posible ataque de celos. Lo vio reír con algún comentario hecho por la otra persona y se sintió excluida, luego lo observó indicarle por gestos que lo esperara y que tomara asiento, ella negó bruscamente con la cabeza y permaneció de pie obstinadamente apretando las carpetas que tenía entre sus manos, con una mueca de disgusto en el rostro.

-... Lo sé, también te he extrañado... te aseguro que más de lo que imaginas... ¿cómo que no lo demuestro?... está bien, lo diré de nuevo, te he extrañado y te quiero mucho...

Akane parecía no darse cuenta de sus acciones, pues en esos momentos, además de seguir apretando las carpetas que sostenía, su rostro reflejaba molestia y una notoria arruga entre sus cejas indicaba que ese no era un buen momento para hacerle algún comentario que la hiciera enojar, además, había empezado a dar pequeños y rítmicos golpecitos en el suelo con su pie derecho.

-... Bueno, lo tendré en cuenta, gracias... te quiero mucho, cuídate... te lo prometo, apenas tenga un tiempo iré a verte y te daré todos los besos que te debo... ¡sí, sé que son bastantes! –rió él, mientras su asistente se sentía cada vez más incómoda y desconcertada-... está bien, está bien, adiós –colgó finalmente el teléfono y observó a su asistente, algo en su semblante le indicó que la Akane que se encontraba de pie frente a él no era la misma que había entrado alegremente minutos atrás-. Dime Akane.

Ella guardó silencio por un par de segundos, quería tratar de controlarse, aunque era muy poco lo que podía hacer para fingir una alegría y pasividad que no sentía en ese momento.

-Venía a entregarte esto para que lo revises, tienes que tomar una decisión –dijo casi arrojándole las carpetas, con voz fría y molesta, sus ojos brillaban por la repentina furia que sentía.

Él tomó las carpetas y las ordenó con parsimonia mientras la observaba, ese 'tienes que tomar una decisión' distaba mucho del 'tenemos que tomar una decisión', la forma en que ella generalmente usaba para referirse a esos asuntos. Una sonrisa se formó en su mente, quería reír a carcajadas con el comportamiento de ella, pero lo consideró inadecuado. Su esposa estaba celosa, podía notarlo y a él le encantaba.

-¿Decisión? –contestó haciéndose el desentendido, disfrutaría un poco más del espectáculo que ella le brindaba.

-Sobre la campaña publicitaria –dijo ella apáticamente-. Tengo que contactarme hoy en la tarde con la agencia para concertar una reunión de trabajo y todavía no me dices cuál escogiste.

-Oh, bien, y supongo que es urgente, por eso no pudiste esperar hasta la tarde.

-¿Interrumpí algo? –dijo arqueando una ceja y mirándolo desafiante-. Porque si es así, lo siento.

-No, no interrumpiste nada –contestó no aguantando la sonrisa que lentamente se fue formando en sus labios.

Eso fue más de lo que podía soportar su asistente. Frunciendo aún más el entrecejo se acercó amenazante y le arrebató las carpetas de las manos.

-¡No se qué es lo que te causa tanta gracia, pero yo no estoy jugando! –dijo con una mano en la cintura, mientras con la otra agitaba las carpetas como si se tratasen de un abanico frente al rostro sorprendido de su jefe-. Si te sientes con ganas de tomar una decisión seria respecto a la campaña de tu empresa –enfatizó las dos últimas palabras-, los papeles los encontraras en mi oficina. ¡No tengo porqué estar perdiendo el tiempo contigo aquí, mientras tú tienes la mente en otro lugar! –finalizó girando sobre sus talones, para luego salir furibunda del despacho de su jefe, dando un fuerte portazo tras de sí.

Afuera, dos hileras de cabezas observaban fijamente hacia la dirección de tan estruendoso golpe, especulando entre murmullos qué podía haber sucedido. Luego todos se quedaron estupefactos al ver avanzar a una menuda mujer de cortos cabellos azulados a gran velocidad, vociferando en contra del dueño de la empresa, sin ningún disimulo.

Las dos hileras de cabezas la seguían hacia el otro extremo del pasillo y cuando ella se percató de lo que sucedía a su alrededor, en vez de avergonzarse les regaño a todos.

-¡Ustedes qué miran!

Algunas de las cabezas negaron rápidamente, otras simplemente se agacharon y otras fingieron estar muy concentradas en sus respectivos asuntos. Akane gruño un par de palabras más y desapareció dentro de su oficina con otro gran portazo. Los murmullos se reactivaron con mayor intensidad, hasta que se fueron apagando poco a poco minutos después, al observar el avance de un tranquilo y sonriente hombre de negros y largos cabellos firmemente trenzados, haciendo el mismo camino que antes hiciera la mujer, pero en vez de ir ofuscado, canturreaba una alegre y contagiosa canción, sonriendo y saludando a sus empleados con inclinaciones de cabeza, manos en los bolsillos y ojos que brillaban de una forma pícara.

-"Open up your eyes. Then you'll realize. Here I said was my. Everlasting love. Need you by my side. Come and be my bride. You'll never be denied. Everlasting love ..."(1)

Llegó al final del pasillo, dobló en dirección a la oficina de su asistente, todos los escritorios quedaron en silencio, sus ocupantes estaban expectantes de lo iba a pasar, habían dejado de teclear, de escribir, de hablar entre ellos y los que habían estado hablando por teléfono cortaron abruptamente la comunicación. De pronto se escuchó una súplica.

-Señor Saotome, ella dijo que nadie podía...

-Calma Tomomi, sé como tratar a la fierecilla.

Acto seguido, se escucharon tres golpes en la puerta de madera, para luego abrirse con rapidez y lo último que escucharon los empleados fue un estridente grito femenino.

-¡Dije que no quería ver...-un golpe seco interrumpió el chillido cuando la puerta se cerró.

Fue entonces cuando los murmullos se convirtieron en cuchicheos más elevados, todos opinando sobre la situación que se estaba viviendo en la oficina desde la llegada de la señorita Tendo.

Inmediatamente, los escritorios se fueron vaciando y sus ocupantes se congregaron alrededor de uno de ellos, al centro del pasillo donde trabajaba una chica de unos veinticinco años, de largo cabello castaño y ojos verdes, que según todos, era una experta observadora del comportamiento humano y quien se había atrevido a especular en varias ocasiones sobre la presumible relación extra laboral que supuestamente mantenían sus superiores a escondidas.

-¡Te diste cuenta de cómo se comportaron ambos! –exclamó una entusiasta chica de anteojos.

-Sí, ella estaba furiosa. ¿Qué le habrá hecho él para ponerla así? –comentó su compañera.

-Yo opino que aquí hay gato encerrado. Ellos tienen algo –afirmó la chica que supuestamente, era una erudita en el tema.

-¿Algo? –preguntó un joven alto, de negros cabellos alborotados, acercándose al grupo de curiosos compuesto por hombres y mujeres que trabajaban en el piso -. ¿Qué quieres decir con "algo", Eiko?.

-¡Un romance oculto, Tokuma! ¿Qué otra cosa puede ser? –sentenció.

-No lo creo, deben ser discusiones profesionales.

-Tokuma, ninguna mujer se pone tan furiosa como la señorita Tendo por temas laborales, aquí hay amor. De eso estoy segura.

-Pero cómo puede ser, ella lleva un anillo de matrimonio en su dedo –se acercó al grupo una ingenua jovencita de cortos cabellos cobrizos.

-El señor Saotome también lleva anillo de bodas, pero no esta casado –acotó otra empleada con total seguridad-. Hanae me comentó que su esposa había muerto hacía muchos años y que él no solía hablar de ella.

-¿Y tú crees que el caso de ella sea el mismo? –preguntó la jovencita de corta cabellera.

-No lo sé, pero de que hay algo entre ellos estoy segura.

-Sea como sea, con una asistente privada como la señorita Tendo a mi lado, yo dejaría de lado a cualquiera.

-¡Eres un pervertido Naito! –exclamaron varias chicas a la vez.

-¿Por qué?, sólo estoy poniéndome en el lugar de mi jefe... es demasiada tentación, ¿no lo creen chicos?

-Sí –asintieron soñadoramente los hombres que allí habían.

-¡Oigan!, la mayoría de ustedes son hombres casados o comprometidos, ¿no tienen vergüenza?

-No hay nada de malo en soñar un poco.

-Los que deben estar enterados de algo más son Tomomi, Ryoichi y Yuki.

-Tienes razón, ellos deben tener mayores informaciones.

-Aunque la evidencia salta a la vista. ¿No se han dado cuenta de cómo ha cambiado el ánimo del jefe en los últimos meses?, es decir, siempre fue relajado, pero se notaba algo triste, en cambio ahora, lleva una sonrisa que nadie le puede quitar del rostro, siempre anda tras ella, parece su guardaespaldas, la cuida y la protege, invade su espacio personal y a ella parece no importarle, es más, parece estar acostumbrada a ello, es como si ella le perteneciera, con sus gestos le indica a cualquiera que debe mantenerse alejado de ella y escucharon cómo la llamó hace un rato... ¡le dijo fierecilla!

-Es cierto, yo lo escuché, pero eso no significa nada ¿o si? –comentó una joven de rubia cabellera rizada.

-¿Cómo que no significa nada?, ¡significa mucho! –continuó Eiko-. Es una muestra del grado de confianza que existe entre ellos. Jamás escuche al jefe decirle algún apodo a Hanae.

-Es diferente, ella es una señora y la señorita Tendo tiene la misma edad del jefe, es bella, y el sueño de todo hombre –aportó otro de los jóvenes.

-Pero está casada, o lo estuvo.

-Y si yo fuera el jefe, ese detallito no me importaría para nada.

-¿Ese "detallito", Tokuma?

-Sí, detallito –afirmó el aludido-. Y en mi opinión... ¡vaya! –exclamó de pronto-, ahí hay alguien que puede sacarnos de muchas dudas. ¡Ryoichi, amigo mío!.

Todos los ojos se dirigieron hacia donde se encontraba un joven de unos treinta años, de castaños y cortos cabellos, cargando unos rollos de papel y un par de archivadores. Él joven miró sorprendido a todos sus compañeros que lo observaban como una jauría de fieras, a punto de lanzarse sobre una suculenta presa... y él era la presa.

-Ryoichi, ¿puedes venir un momento?

-Bueno, yo debería ir a ver a la señorita Tendo y...

-Oh, no te preocupes por eso, en estos momentos, ella se encuentra ocupada con el señor Saotome. Ven Ryoichi, queremos consultarte algo.

Todos los allí reunidos asintieron con una expresión intrigante y al joven le pareció que iba a enfrentarse a un tribunal.

-Es... está bien –dijo temeroso dirigiéndose al centro de la oficina.

Mientras esto ocurría afuera, dentro del despacho de Akane el espectáculo era digno de verse.

Ranma había entrado sonriente a la oficina de su asistente y ella se había indignado aún más si era posible, levantándose bruscamente de su cómodo sillón para dirigirse a la puerta.

-¡Le dije a Tomomi que no quería ver a nadie y eso te incluye! –le espetó.

-Ella no tiene la culpa, yo me tomé esta libertad.

-¿Vienes a revisar esos documentos o a quitarme valiosos minutos con tonterías?

-No sé a qué te refieres Akane.

-Lo sabes muy bien Saotome.

Y allí estaba de nuevo, otra prueba de que ella se encontraba furiosa y que no podía controlar esa furia. Él solo sonreía ante la evidencia de que había conseguido puntos a su favor, estaba seguro que su esposa estaba completamente celosa de la llamada que había escuchado, que no sabía cómo enterarse de quién era la persona que había estado hablando con él y que él estaba siendo objeto de su descarga emocional. Sí, las cosas estaban resultando tal y como él quería, sólo debía esperar un poco más y entonces...

-¡Responde! –interrumpió ella con un grito su tren de pensamientos.

-Sí, vine a echar un vistazo a esos "papeles urgentes".

-¡Un vistazo! ¡Es una campaña importante maldita sea! ¿No puedes hacer un esfuerzo por tomar las cosas un poco más en serio?

-Primero, yo tomo las cosas en serio Akane; segundo, me gustaría saber por qué estas tan furiosa y tercero, ¿desde cuándo maldices? –sonrió ampliamente él.

Ella se quedó pasmada, ¿tan enojada estaba para no darse cuenta de lo que decía?. Trató de controlarse, respirando repetidas veces y haciendo todo lo posible para que él no notase su esfuerzo, luego se dio media vuelta y se dirigió a su escritorio, él la siguió y se sentó frente a ella tomando las manoseadas carpetas con los desordenados y un poco arrugados papeles dentro. Ella lo observó y luego giró su sillón para mirar por el ventanal a su derecha y concentrarse en observar la ciudad, él bajó la primera carpeta contemplándola por sobre ella y sonrió nuevamente.

-¿Puedo revisar esto mientras almuerzo?, ya se acerca la hora y me gustaría escaparme unos minutos antes –dijo con calma, esperando su reacción.

Ella tensó su cuerpo de inmediato. Quería escaparse antes ¿para qué?, para salir a almorzar, ¿con quién?, ¡quizá una jovencita de exuberante figura a la que tantos besos le debía!

-Puedes hacer lo que quieras –contestó fríamente, rogando para que sus palabras no denotaran sus celos.

-Ven conmigo –pidió él

-No tengo hambre.

-Vamos, te aseguro que no te arrepentirás, conozco un lugar que es...

-¡Que no tengo hambre! –le interrumpió bruscamente.

-Está bien –dijo él, apenas conteniendo las ganas de reír-. ¡Cielos!, no sé lo qué es lo te puso así pero deberías decírmelo para no volver a hacerlo –comentó.

Por respuesta sólo recibió un gruñido y un encogimiento de hombros que a él le pareció de lo más cómico, lo que provocó que soltara una risita ahogada

-Mi madre tiene razón, sigues siendo la misma de siempre Akane –dijo poniendo sus manos detrás de su cabeza y sonriendo ampliamente mientras se recargaba en la silla. Ella giró el sillón de cuero para observarle con la sorpresa reflejada en sus bellas facciones-. Y por cierto, quiere verte. Le prometí que uno de estos días iría a visitarla, espero que puedas ir conmigo.

-Ella... yo... ¿cómo?

La situación era tan cómica que él no aguantó el ataque de risa que había estado conteniendo. Su asistente no reaccionaba, sólo parpadeó mirándolo incrédula y luego curvó sus labios en una insipiente sonrisa que se fue intensificando.

-De qué... ¿de qué te estas riendo?

-Tu cara... es muy graciosa... y tu expresión...

-Me sorprende que tu madre quiera verme, después de todo...

-Después de todo, ella te quiere mucho –le interrumpió-, y a toda tu familia. Por eso me acaba de llamar, para preguntarme si era verdad lo que mi padre le había dicho, que tú y yo estamos trabajando juntos.

Akane lo miró inclinando su cabeza a un costado. ¿Lo acababa de llamar? Entonces, las palabras cariñosas, los buenos deseos, ¡los besos que debía!, todo era para... ¿su madre?. Se sintió como una verdadera estúpida. Estaba celosa de su madre, ¡de su madre!. Movió su cabeza regañándose y diciéndose unas cuantas palabrotas internamente cuando escuchó que su jefe se dirigía a ella nuevamente

-¿Qué te sucede? ¿Te encuentras bien?

-Sí, muy bien.

-Bueno, entonces ¿me acompañas a almorzar?

-Yo...

-Sé que tienes hambre Akane y quizá hayas tenido una mala mañana, problemas con tus hermanas o qué sé yo, no me interesa porque puedo darme cuenta que tu humor esta mejorando. Qué te parece si lo mejoramos aún más que con un buen almuerzo.

-Está bien –contestó sonriendo y a él le pareció que era testigo de un nuevo amanecer.

-Vamos, y no olvidaremos las famosas propuestas –dijo tomándolas del escritorio y acompañando a su asistente hasta la puerta.

Cuando salían en dirección al elevador, ninguno de los dos se percató de la sospechosa actitud que tenían los empleados del piso, tampoco se midieron al soltar ambos una sonora risotada provocada por un comentario que él le había hecho, lo que despertó aún más el interés del personal. Las risas se perdieron y todos los allí presentes se volvieron a juntar en un mismo lugar.

-Se los dije, aquí hay gato encerrado –afirmó Eiko.

Los variados comentarios y teorías sobre el cada vez más seguro romance entre las dos personas más importantes de la empresa se convirtieron rápidamente en el tema obligado para el personal que con ellos trabajaban diariamente. Así las cosas, en una semana, las hipótesis generadas se fueron intensificando y expandiendo a los distintos sectores de la empresa, empezando así una cadena de comentarios y apreciaciones de los distintos empleados, lo que fue distorsionando una historia que si bien, nadie tenía la certeza absoluta de que fuese verdadera, sí podían decir que tenían muchas pistas de que había algo más que una simple relación laboral entre el presidente de la compañía y su bella asistente.

Ahora, las especulaciones eran variadas, y lo que había empezado como un rumor de pasillos, se convirtió rápidamente en un secreto a voces: el dueño de la empresa, uno de los más ricos y atractivos empresarios del país, el campeón retirado de las competencias de artes marciales estaba enamorado de su asistente y ella también lo estaba de él. Todos los empleados se encontraban dichosos con la noticia, su jefe era una excelente persona, se merecía ser feliz y qué mejor que lo fuera con una mujer tan maravillosa como la señorita Tendo, quien se había ganado el cariño de todos los que la rodeaban. Sí, no había duda, ellos dos hacían una linda pareja y todos se alegraban por ellos.

R & A

-La próxima semana tenemos la reunión con la agencia publicitaria. Necesito que ustedes me preparen el informe final con los requerimientos y costos que significará sacar la campaña adelante. Debo tener todo estudiado antes del martes.

-No se preocupe jefa, tendrá todo listo sobre su escritorio el lunes a primera hora.

-Bien, también quiero un informe sobre la productividad durante estos cinco primeros meses. ¿Puedes encargarte Ryoichi?

-Claro jefa, cuente con ello –contestó el joven con sinceridad.

-Tenemos que adelantar trabajo, o de lo contrario, el próximo mes tendremos problemas y extensas jornadas de trabajo –dijo Akane.

-Sí, no quiero permanecer aquí hasta pasada la media noche. ¿Recuerdas el año anterior Tomomi?

-Bastante bien –contestó la chica en tono cansino.

El sonido del teléfono interrumpió la conversación de las tres personas presentes. Akane sonrió al ver la luz roja posada en el número de anexo de su jefe. Él no había estado en todo el día en la oficina y ella ya había perdido la esperanza de verlo, ya que se acercaba la hora de salida, pero en ese momento, al observar la lucecita parpadeando, su rostro pareció resplandecer. Sus dos acompañantes se dedicaron una mirada cómplice y sonrieron levemente.

-Dime... –contestó sin más-. No, ha sido un día bastante agradable... Sí, puede que sea porque no has estado molestando por aquí... Entonces, para qué preguntas... -rió ella dándose vuelta en el sillón para mirar por el ventanal, olvidando totalmente que era observada por dos curiosos colaboradores-...Bien, no tienes para qué molestarte y hacer berrinches, no necesito un bebé a mi alrededor... No sé, todavía tengo un par de cosas que atender... Bueno, si tú quieres... Termino acá y nos vamos... ¡Ranma, eres un...!, olvídalo, no pienso hacer algo así... Veinte minutos, está bien –dijo cortando la llamada, la sonrisa en su rostro y su semblante relajado no pasaron desapercibidos para sus colaboradores-. ¿En qué estábamos?

-El trabajo que debemos adelantar –contestó Ryoichi.

-Ah si. Me interesa mucho que empecemos a adelantar esos temas, ¿les parece?

-Sí- contestaron ambos.

Luego de unos instantes de silencio, Tomomi habló casi en forma descuidada, mientras anotaba algunas cosas en una pequeña libreta de apuntes.

-Akane, ¿eres casada? –la aludida la miró algo sorprendida, pero sonrió por el inusitado interés de la chica que tenía enfrente.

-Sí, soy casada –contestó con calma-. Aunque estoy separada hace doce años.

-¡Doce años! Entonces, debiste casarte muy joven –comentó interesada la joven.

-A penas iba a cumplir los 17.

-¿Y por qué sigues llevando el anillo de bodas?

-Costumbre –fue la simple respuesta de su jefa.

-¿Y no te has vuelto a enamorar? –preguntó cada vez más intrigada la chica, Ryoichi se sentía algo incómodo, aunque debía reconocer que el tema le interesaba.

-¿Por qué tanto interés en mi vida? –dijo Akane eludiendo la pregunta.

-Bueno... es que... llevas cuatro meses a cargo, casi cinco y no sabemos mucho de ti, ¿cierto Ryoichi?

-Eh...yo...

-Ya, bueno. La historia es breve, soy casada hace doce años y separada desde esa misma fecha, nuestro matrimonio fue un arreglo entre nuestros padres y nunca compartí mi vida con mi esposo. Respecto a si me he vuelto a enamorar, puedo decir que la respuesta es sí, pero eso es algo que no estoy dispuesta a ir ventilando públicamente. ¿Algo más?

-No... por ahora.

Akane comenzó a reír alegremente, le resultaba cómico el interés de sus colaboradores, Tomomi rió también y Ryoichi las observaba con una mezcla de diversión e incomodidad reflejada en su semblante.

-Bien chicos, es todo. Pueden retirarse, nos vemos el lunes.

-Hasta el lunes Akane –dijeron ambos dirigiéndose a la puerta.

Cuando cerraron tras de sí, los comentarios no se hicieron esperar.

-Casada y separada, eso le da libertad para mantener un romance con quien quiera, incluyendo nuestro apuesto jefe –comentó Tomomi.

-Sí, y dijo que se había vuelto a enamorar, ¿estaría hablando del jefe? –preguntó su compañero.

-Yo creo que si, ¿no te diste cuenta de su reacción cuando la llamó?, y eso de "veinte minutos y nos vamos", quiere decir que saldrán juntos. Si te pones a analizarlo, es sospechoso. Es viernes por la tarde, no se han visto en todo el día, pero él la llama y ella queda de inmediato en las nubes y quedan para salir juntos, quizá a cenar y luego de una romántica cena...

-¡Tomomi!, empiezas a imaginar cosas.

-Pero dime que no sería romántico.

-Sí, si fuera cierto, solo estamos suponiendo cosas.

-Pero sus respuestas dejan mucho a la imaginación –ella se aclaró la voz y tomó aire para citar las palabras de su jefa-... "¡Ranma, eres un...!, olvídalo, no pienso hacer algo así". La escuchaste Ryoichi. ¿A qué se refería?, ¿eres un qué?, ¿qué es lo que no piensa hacer?

-Hum... también está lo de compararlo con un bebé.

-Eso fue muy tierno.

-Bien, sea como sea, está claro que ellos tienen algo, las chicas tenían razón.

-Sí, y me alegraría mucho más si ellos permanecieran juntos por muchos años, hacen una bella pareja.

-Tienes razón. Por cierto Tomomi, ¿tienes tiempo?

-¿Para qué?

-No sé, podríamos salir... tomarnos algo.

-Acepto –dijo ella sonriendo.

-Entonces, vamos.

-Vamos.

Los jóvenes dejaron sus notas, apuntes y carpetas en sus respectivos puestos de trabajo, recogieron sus cosas y se dirigieron al elevador. Si se hubiesen demorado dos minutos, se hubieran encontrado con otra alegre pareja que salía de la oficina de presidencia y se dirigía al mismo elevador. Era innegable que los rumores que habían empezado a circular tenían algo de ciertos, aunque nadie podía diferenciar hasta dónde llegaba lo verídico de ellos y desde dónde comenzaba la imaginación del personal.

R & A

Los estridentes sonidos de cajas cayendo estrepitosamente al suelo y el polvo que salía por la puerta y las ventanas del gran salón de entrenamiento rompía el esquema de una agradable mañana de primavera en Nerima.

Akane se había levantado temprano, decidida a no dejar pasar un día más para darle un aspecto decente al Dojo de sus antepasados, que con el pasar de los años y la nula actividad que tenía, se había convertido en algo parecido a una bodega.

Tenía cajas desplegadas por toda la duela, unas muy grandes y otras más pequeñas, había distintos implementos de aseo desperdigados por todas partes y un asustado Ryo, seguía a su dueña con curiosidad por todo el lugar.

Ella se encontraba radiante, tenía la firme idea de darle vida a ese lugar tan querido para ella y estaba convencida de que una vez que se deshiciera de todas las cosas inservibles acumuladas durante años allí y luego de una buena limpieza, el lugar se encontraría en condiciones de servirle para realizar uno de sus mayores proyectos. Con los problemas económicos que había heredado de su padre prácticamente solucionados, gracias a los ingresos que recibía por su trabajo en la empresa de Ranma, ahora podía soñar con darle un nuevo giro a ese lugar tan especial para ella.

Se encontraba clasificando algunos objetos del interior de las cajas, cuando escuchó que llamaban a la puerta. Se levantó rápidamente pensando en que podían ser los repartidores de la tienda en donde había comprado algunos artículos que le servirían para la reparación de las paredes y el techo del Dojo, por lo que se apresuró en abrir, no quería que esa gente se fuera al pensar que no había nadie en casa. Ryo la siguió ladrando alegremente a su lado. Cuando llegó a la puerta y la abrió, no esperó encontrarse con su despreocupado jefe, quien la observaba intrigado.

-¿Tú? –preguntó ella igualmente sorprendida-. ¿Qué haces aquí?

Él la observó con detenimiento y se echó a reír. La verdad, el aspecto de ella no era para nada el que podía esperarse de una alta ejecutiva de una empresa de reconocimiento como la Black Ryū Company. Vestida con una camiseta de tirantes blanca, unos pantalones cortos de mezclilla azul, una pañoleta rosada en su cabeza y unas cómodas sandalias, su aspecto distaba mucho del que cualquiera hubiese esperado de la asistente de presidencia de una empresa de renombre, pero todo esto no hubiera causado la risa de nadie, si no hubiese estado complementado con un rostro empolvado, unos brazos y piernas en igual estado y la ropa totalmente sucia.

-Pareces una pordiosera –comentó Ranma.

-No es gracioso –dijo ella observando su aspecto-. Estoy limpiando el Dojo, ¿cómo quieres que luzca?

-Ah, eso explica el atuendo.

-¿Qué quieres?

-Quería invitarte a almorzar, pero como estas en el papel de cenicienta...-dijo abriéndose paso al interior de la casa-. ¡Hola amigo!, ¿cómo estás Ryo?

El perro ladró y movió su cola, mientras ella observaba asombrada a su jefe despojarse de la chaqueta que estaba usando y dirigirse con toda confianza en dirección al Dojo.

-¿Dónde vas? –quiso saber.

-Al Dojo.

-Eso ya lo sé –dijo cerrando la puerta y apresurándose para alcanzarlo-. Pero ¿no se suponía que ibas a ir a almorzar?

-Contigo –contestó él-, pero como creo que no podrás acompañarme, yo te haré compañía y te ayudaré arreglando el desastre que debes haber ocasionado en ese lugar.

-¿Desastre?

-Por tu aspecto, parece que hubieses salido de dentro de una chimenea Akane, así es que...-el joven empresario soltó un silbido al ver la cantidad de cajas, polvo y utensilios desparramados por el lugar de entrenamientos que a él tantos buenos recuerdos le traía a la memoria-. Parece como si este lugar hubiese estado abandonado por años.

-Así fue –dijo ella con voz triste y avergonzada-. Nadie ha entrenado aquí desde que papá murió, poco a poco se fue convirtiendo en una especie de bodega para guardar cosas viejas.

-¿No seguiste entrenando? –preguntó mirándola con curiosidad.

-No tenía tiempo, ni ganas –dijo ella esquivando sus azules ojos-. Al final me di cuenta que tampoco tenía aptitudes –reconoció mirando al suelo.

-¡No digas tonterías! ¡Por supuesto que tenías aptitudes! –ella se sorprendió con las efusivas palabras que él le decía-. Tenías muchas aptitudes Akane, estoy seguro que las tienes todavía, sólo te falta la técnica y eso se adquiere con entrenamiento.

-Nunca tuve un maestro, un verdadero maestro –contestó ella-. Después de mucho tiempo, me di cuenta que aunque tuviese muchas ganas de seguir la tradición familiar, no podría hacerlo. Así es que ahora me he propuesto transformar este lugar en algo productivo, enfocado a los niños de escasos recursos y que no necesariamente tenga que ver con las artes marciales. Para eso tengo que adaptarlo y remodelarlo un poco, pero lo primero es limpiarlo y restaurarlo.

-Te ayudaré en eso y luego hablaremos de eliminar las artes marciales.

-¿Qué quieres decir?

-Iremos por parte, ya lo sabrás. Lo primero será poner orden a este lugar.

-¿En serio no te importa ayudarme con algo tan... casero?

-¡Oye!, me ofendes. ¿Quién crees que soy?

-Uno de los hombres más ricos de...

-Soy Ranma, el mismo chico que llegó a este lugar con un montón de problemas a cuestas y que era responsable de mantener el Dojo en orden y limpio después de cada pelea –ella sólo pudo sonreír-. ¿Por dónde empezamos?

-Yo creo que sería bueno apilar todas estas cajas en el patio, luego echaré un vistazo a lo que sirve y a lo que puedo eliminar.

-Bien, déjame ese trabajo –contestó poniendo manos a la obra.

Ella lo observó por unos instantes cargando las pesadas cajas como si se tratasen de papel, su vestimenta informal le hacia verse diferente, los pantalones de mezclilla, la camiseta negra sin adornos y su ya clásica trenza, distaba mucho de la imagen de un prominente empresario, además, se veía tan atractivo como a sus dieciséis y ella estaba pensando que realmente debería hacer algo urgentemente para evitar que sus sentimientos y pensamientos le llevaran a una encrucijada de la cual no pudiera salir, pero francamente, viéndolo a diario, inclusive durante los fines de semana, era muy poco lo que ella podía hacer para dominar todas las sensaciones que él sin querer, provocaba en su persona. Dio un profundo suspiro y se propuso enfocar toda su atención en barrer sistemáticamente el descuidado Dojo Tendo.

La tarea no fue para nada fácil, pero entre los dos habían hecho del lugar de entrenamientos un lugar medianamente decente; después de que llegaran los materiales que Akane había estado esperando, Ranma se había dedicado a reparar todas las averías que tenía el lugar en paredes y techumbre, lo que le había dado tiempo a Akane para revisar las cajas y decidir de que cosas prescindir y cuales guardar, para esto ya había destinado una de las habitaciones al interior de la casa. Luego quedaba limpiar en profundidad el interior del Dojo, llevar las cajas a la casa y ordenar un poco el patio, pero antes de continuar con eso, habían decidido hacer un alto para almorzar.

Akane le había pedido a Shaomei que enviase a uno de sus repartidores con dos pedidos del restaurant. Su amiga había preguntado si se encontraba con alguien y Akane le había contestado que tenía un invitado, no queriendo darle mayores detalles.

Habían terminado de degustar un apetitoso almuerzo, ya que Shaomei les había enviado lo mejor de su restaurant y en mayor cantidad de lo que normalmente se acostumbraba. Ahora se encontraban en la cocina, limpiando y guardando los distintos utensilios que habían ocupado.

-La reunión del martes es muy importante –comentó la joven guardando un posillo en la alacena.

-Akane, es sábado, ¿no te puedes olvidar del trabajo por un solo día?

-Lo siento, pensé que podíamos aprovechar para...

-Podríamos aprovechar este día para muchas cosas –le interrumpió Ranma pasándole otro posillo de los que se encontraba secando-, excepto para trabajar.

-De acuerdo –dijo ella.

-Entonces, ¿qué piensas hacer con el Dojo?

-Aún no lo sé, pero me gustaría dedicarlo a algo que tenga que ver con los niños.

-Te gustan ¿verdad?

-¿Qué cosa?

-Los niños.

-Me encantan, pero como no tengo contacto con ellos más que esporádicamente, cuando puedo ver a mis sobrinos o a Jian, no sé si tendré la paciencia suficiente.

-Serías una excelente madre –dijo él, dejando el paño que había utilizado para secar los utensilios a un costado de la encimera y recargando su cuerpo en el mueble para observar a su asistente.

-No lo creo –contestó ella terminando de limpiar la superficie del mueble-, tú mejor que nadie sabes que no tengo demasiada paciencia y de la cocina, mejor ni hablar. ¿Cómo podría ser una buena madre si ni siquiera puedo preparar bien un plato de comida?

-Esas son cosas que tienen solución.

-Tienes razón, aunque me falta encontrar a alguien que quiera hacer las veces de padre –dijo despreocupadamente, dirigiéndose a la salida de la cocina para regresar al Dojo.

-Tal vez lo tienes más cerca de lo que crees –dijo él en un susurro, siguiéndola con una media sonrisa en los labios.

La tarde pasó aceleradamente, a las 17:00 hrs. ya se encontraban casi terminando con el arduo trabajo. Akane estaba terminando de limpiar el Dojo, que se veía reluciente después de las tres veces que había limpiado. Ranma por su parte, se había dedicado a ingresar las cajas seleccionadas por Akane y dejarlas ordenadamente en el lugar que ella le indicó.

Se encontraba subiendo la última caja y acomodándola sobre una más grande, cuando ésta resbaló abriéndose y dejando escapar gran parte de su contenido. El joven maldijo su nula reacción ante un hecho que fácilmente podía haber anticipado, evitando así el doble trabajo que significaba volver a incorporar las cosas que habían caído dentro de la caja, pero el daño ya estaba hecho y a él solo le quedaba tratar de arreglarlo, claro que estaba seguro de que Akane se daría cuenta de inmediato que la caja había sido abierta y reorganizada, aunque todo eso no le importó cuando empezó a ver el contenido de la famosa caja.

-"Recuerdos de Akane –sonrió al leer esas palabras escritas con la inconfundible y cuidada caligrafía de su asistente, en uno de los costados-, vaya, así que estos son algunos de sus tesoros. ¿Estará bien si observo un poco?, no tendría por qué enojarse" –pensó abriendo cuidadosamente la caja.

En el interior se observaban distintos implementos, algunas cajas mas pequeñas las cuales tenían distintos nombres impresos como libros, recuerdos, adornos, etc. Sacó la tapa de la que decía recuerdos y vio una serie de pequeñas figuritas de animales, tarjetas escritas con diversos tipos de letras, envoltorios de distintas cosas como dulces o golosinas, algunos lápices de diferentes formas, colores o simplemente con dibujos animados y un par de diminutas llaves.

–"Diario de vida" –pensó de inmediato, pero no encontró rastro de una cosa semejante, seguramente los guardaba en un lugar mas seguro.

Reconoció también el nombre escrito bajo algunas de las tarjetas como el de algunas compañeras que Akane había tenido en el Instituto, cerró la tapa pensando que si bien era muy interesante averiguar cosas de ella de esa forma, lo más probable era que le ocuparía demasiado tiempo y Akane se molestaría si le descubría fisgoneando. Decidido, comenzó a guardar la pequeña caja, pero algo más abajo llamó su atención, retiró un par de cosas de encima y luego sacó lo que parecía una enorme bolsa de plástico, al abrirla para saber qué contenía, descubrió un enorme vestido blanco, deteriorado y sucio, tenía bastantes agujeros y los bellos adornos que alguna vez habían brillado en él, se encontraban opacos y sin vida, se dio cuenta de inmediato que era el vestido que ella había usado en su primer intento de boda. Pasó la mano con cuidado por la tela del vestido que a pesar de los años, aún conservaba algo de suavidad y de la bolsa cayeron unas flores que él recordaba haber visto adornando su corto cabello.

–"Te veías tan linda Akane, perfecta -pensaba mientras contemplaba el deteriorado vestido–. Si tan sólo hubiese tenido el valor en ese momento..."

Su tren de pensamientos se interrumpió cuando observó con más detenimiento el fondo de la caja, dejó el vestido a un lado y comenzó a sacar un viejo ejemplar de una revista.

-"¿Y esto?"- se preguntó al reconocer la revista. Se trataba de una antigua publicación deportiva que ya no circulaba, había desaparecido del mercado, pero él recordaba muy bien que ese había sido uno de los primeros medios que se habían interesado por entrevistarlo y recordaba también ese número en especial, gracias a que su madre se había mostrado especialmente ilusionada cuando había salido.

–"¿Por qué la conservará?" –se dijo mientras la ojeaba.

Luego divisó otro ejemplar de la misma revista y lo sacó. Esta vez la publicación hacía un reportaje sobre las nuevas promesas de las milenarias artes del combate, luego vio otra revista y otra más que fue sacando de la caja, las publicaciones parecían no terminar, fueron apareciendo distintas publicaciones de distintas fechas y con distintos reportajes y entrevistas. En una de ellas salía él en portada, rodeado por pequeñas fotografías de tres señoritas, cada una de ellas con una gran equis negra surcándoles el rostro. No pudo evitar una risita pensando en la reacción infantil que había tenido Akane marcando de aquella manera la revista; en esa época, él debía haber tenido alrededor de veinte años y su vida era bastante desordenada por decirlo de alguna forma, hasta que Hanae lo había encausado por el buen camino. Siguió sacando ejemplares de periódicos y revistas, hasta que una voz llamó su atención.

-¡Ranma!, ¿te falta mucho?

El joven dio un respingo y agradeció porque la voz de su asistente se escuchaba bastante lejos del lugar en donde él se encontraba.

-¡No! –contestó apresurándose a guardar las cosas que había sacado por si a ella se le ocurría ir a verle-. ¡Termino de acomodar estas cajas y bajo a ayudarte!

-Bien, voy a comenzar a arreglar el jardín.

-¡En un momento estoy contigo! –agudizó el oído para comprobar si se encontraba solo y luego comenzó a ordenar a toda velocidad las cajas que había desordenado. Luego de terminar en tiempo record, se encaminó hacia el jardín, en donde vio que Akane había apilado otro montón de cajas en un costado, había abierto la lleve del agua, dejando que la manguera esparciera el agua sola por el césped y con una escoba, se disponía a barrer los restos de materiales que habían utilizado para reparar el Dojo.

-¿Quieres que te ayude? –preguntó él.

-Sí, por favor. Necesito terminar de guardar estas cosas para limpiar el patio y creo que habremos terminado con todo.

-Bien. ¿Dónde dejo estos? –preguntó indicando los cubos con agua y trapos que ella había utilizado para limpiar el Dojo.

-Eso puedes guardarlo en la cocina y los trapos hay que botarlos –contestó recogiendo la basura para depositarla en bolsas.

Ranma se agachó para recoger los utensilios y de pronto su rostro se iluminó, sus labios se curvaron en una sonrisa malvada y se volvió a mirar a su asistente.

-¡Akane! –la llamó.

Ella se dio la vuelta para observarle y recibió un trapo mojado de lleno en la cara, las risotadas de él no se hicieron esperar.

-¡Ranma! ¡Cómo te atreves! –exclamó la chica indignada quitándose el objeto de la cara, sólo para recibir un segundo proyectil, esta vez en su hombro-. ¡Eres insoportable! –dijo acercándose a toda velocidad, mientras él tomaba el cubo de agua en sus manos y arrojaba su contenido con precisión sobre el cuerpo de su asistente. Ella se quedó estática, parpadeando muy rápido, con la boca abierta y completamente mojada-. Tú... tú... ¡Ranma!, ¡me las vas a pagar! –gritó finalmente corriendo escoba en mano tras su jefe, él reía a carcajadas mientras esquivaba los distintos obstáculos que encontraba en su camino, Ryo ladraba y corría detrás de ambos, participando alegremente de lo que para él era un divertido juego-. ¡El agua estaba inmunda!

-¡Y tú crees que te encuentras en mejores condiciones! –se burló él.

-¡Por lo menos estaba seca!

-¡Y empolvada de pies a cabeza!

-¡Ven acá y enfréntame!

-¡No gracias, recuerdo muy bien lo que significa enfrentarte!

-¡Ya verás Ranma Saotome! –contestó parando en seco su persecución, para darse media vuelta y correr en dirección contraria.

-Pero, ¿qué demonios? –se preguntó él, dirigiéndose con cautela hacia donde había corrido ella.

No la vio cerca, por lo que se aventuró a avanzar un poco más llegando a la mitad del patio, cuando estaba a punto de dirigirse hacia el Dojo, escuchó un potente grito de ataque y se sorprendió al ver que la menuda mujer saltaba de detrás de unos arbustos, armada con la manguera, para luego descargar toda la potencia del agua sobre su jefe.

Luego de aquel ataque, él se acercó a ella para quitarle la manguera, pensando en que tendría que luchar con ella para conseguirlo, pero se quedó de pie frente a su asistente, quien lo observaba con asombro, la manguera olvidada a sus pies y una mano en su pecho.

-Ya... ya no te... transformas... -dijo incrédula. Él sonrió y negó con la cabeza- ¿Desde cuándo?

-Es una larga historia.

-Pero... entonces, ¡encontraste la cura! –dijo alegremente.

-No exactamente, pero ya no sufro de hidrofobia.

Ella comenzó a reír despacio casi para sí misma, sabía lo importante que era para él, el no transformarse en la exuberante pelirroja.

-Te felicito, me da mucho gusto –dijo finalmente sonriendo sinceramente.

-Sí, pero ahora no se cómo voy a subirme al automóvil así de empapado.

-Ah, eso deberías haberlo pensado antes de jugar conmigo –contestó ella sacándose el pañuelo que aún conservaba en su cabeza, para luego sacudir su cabello y arreglarlo un poco. Él la observaba hipnotizado por cada uno de sus movimientos.

Ninguno de los dos se dio cuenta de cómo ni cuándo, el travieso Shiba Inu había tomado la manguera en su hocico, comenzando a moverla frenéticamente y mojándolos a ambos nuevamente. Los gritos y risas no se dejaron esperar, pero a Ryo no parecía importarle el tono de voz autoritario de su ama, pidiéndole que se detuviera y cuando vio que su nuevo amigo se acercaba para quitarle su juguete, comenzó a correr tirando de la manguera, la cual debido al brusco movimiento hizo que Akane perdiera el equilibrio, cayendo aparatosamente sobre su jefe y éste al suelo.

Ambos cerraron fuertemente los ojos al momento de la caída, luego Ranma los abrió y se encontró con el rostro de Akane muy cerca del suyo. Demasiado cerca para su gusto, ya que la mezcla de sensaciones que le producía el tenerla sobre su cuerpo, tan cerca, tan asequible, le creaba problemas para contener el fuerte deseo que crecía en su interior. Sería suficiente con que alzara una de sus manos y acercara un poco el rostro de ella y el milagro se produciría, estaba seguro de ello.

Así es que lo hizo, su mano subió lentamente, pero sólo para apartar un húmedo mechón de cabello del rostro de su asistente.

Ella parecía haber entrado en una especie de trance, no se había dado cuenta de nada, sólo existía esa exquisita cercanía con su jefe, su cuerpo descansando cómodamente sobre él, sus manos apoyadas en el pecho masculino, sus ojos fijos en la profundidad azul de los ojos de él y de pronto, el suave tacto de los dedos de su jefe al apartar ese rebelde mechón de cabello, ella tragó duro y pareció despertar de esa ensoñación.

-"Huye de él o te hará daño" –la razón ganándole nuevamente al corazón.

-Es... es mejor que busque algo con qué secarnos –dijo levantándose rápidamente, para luego dirigirse corriendo al interior de la casa-. ¡No tardo! –su voz se perdió en la lejanía y él cerró sus ojos, exhaló un profundo suspiro y golpeó fuertemente a ambos lados, recostado como estaba en el césped del jardín.

-"¡Maldición!, estaba tan cerca –pensó, poniéndose de pie y acercándose a cerrar la llave de donde seguía saliendo agua-. Bueno, sólo me queda esperar un poco más".

Luego de secarse, Akane le prestó a Ranma una ropa que había encontrado que pertenecía a su cuñado Akio. Consideró que le quedaba bastante bien para no ser de él. Akio era casi tan alto como Ranma, solo que tenia menos condición física que él, así es que la ropa no le quedó tan mal.

Ranma no quería retirarse, no después de un día tan especial, pero no encontraba excusas, así es que luego de cambiarse y de conversar un poco sobre trivialidades con su asistente, le anunció que se retiraba y que la vería el lunes en la oficina.

-Bien, gracias por todo Ranma.

-No hay de qué, ésta también fue mi casa alguna vez.

-Sí, pero no tenías por qué hacer el sacrificio. Seguramente tenías otros planes y yo los arruiné.

-Ningún plan habría resultado mejor que éste, la pasé muy bien. Siempre que tú estés implicada en lo que sea, resulta ser un buen plan para mí –ella no supo que contestar, simplemente se sonrojó ante sus palabras, provocando una sonrisa en él-. Nos vemos el lunes Akane.

-Nos... Nos vemos –titubeó por respuesta, viendo que él se retiraba en dirección a su automóvil.

Ese día, ambos habían descubierto sin querer algo importante.

Para Akane, se había revelado uno de los secretos de Ranma. De alguna forma, él había eliminado su maldición, llegando a prescindir del agua caliente para conservar su cuerpo como hombre. Además estaba el hecho de reconocer la fuerte atracción que ella sentía por ese hombre y eso era lo que más le preocupaba, sabía o más bien, se había auto convencido de que si se dejaba llevar por esa atracción terminaría sufriendo, incluso más que cuando era una adolescente, pero no podía negar que sus sentimientos eran cada vez más fuertes, que ya no le bastaba con verlo durante la semana. Cada fin de semana sin su presencia se convertían en un tormento y a ella le causaba miedo el llegar a pensar en ello, aunque sabía perfectamente lo que significaba: estaba enamorada, de nuevo y del mismo hombre, y ese mismo día, cuando habían caído por la inocente intervención de su mascota, había estado a punto de caer derrotada por sus emociones, ya que si en vez de acariciarla él hubiese osado besarla, ella estaba segura de haber cedido y ya nada podría haber impedido que él se adueñara por completo de su corazón, como ya lo había hecho tiempo atrás.

Se encontraba tan confundida y sin embargo, no podía evitar la sonrisa soñadora que se formaba en sus labios cada vez que recordaba los dedos de él recorriendo su rostro.

En cambio para Ranma, había sido una experiencia gratificante.

Había descubierto que a pesar de todo lo que ella dijera y lo que no dijera sobre los años pasados, él había significado algo importante para ella, la prueba de todo la había obtenido en la minuciosa colección que había encontrado en la caja que conservaba sus recuerdos, y el "casi beso", le daba muy buenas señales de que su propósito estaba muy cerca de concretarse. Ella había estado a punto de aceptar ese beso, y aunque entendía sus dudas y temores, lo cierto era que estaba impaciente porque ella se diera cuenta de que él no quería hacerle daño, que él realmente quería hacerla feliz, pero él se había prometido darle todo el tiempo que ella requiriera, quedaban bastantes meses de los que se había propuesto como meta y estaba casi seguro de que iba por muy buen camino.

Ella lo había querido, estaba convencido y sabía que estaba haciendo las cosas bien para conseguir que volviera a sentir lo mismo nuevamente, sólo tenía que esperar un poco más… sólo un poco y conseguiría ese premio llamado Akane Tendo.


Notas finales:

1.-Hola!

Volví luego de un breve descanso, ya que la semana que pasó y parte de ésta fueron realmente para querer olvidarlas. Pero ya estoy de vuelta (para quienes se encuentren siguiendo mis otros dos escritos, no se inquieten, ya actualizaré aquellos también), retomando mi habitual ritmo de vida.

2.-Sobre el capítulo: Los cotilleos en los pasillos se dan con mayor frecuencia de lo que parece ¿verdad? (por lo menos en donde trabajo son muy comunes y no tan sólo las mujeres estamos involucradas, los hombres no se quedan atrás).

3.-(1) La cancioncita... No sé si alguien la reconoció por la frase que incorporé, que no es más que el estribillo de la misma, pero se trata de una melodía bastante antigua y conocida. Tiene muchas versiones, entre ellas y la que más me gusta la interpreta mi grupo favorito (tengo muchos 'favoritos', ¡pero éste está por sobre todos los demás!, ¡soy una más de sus muchos y devotos fans!), los irlandeses de U2. La canción se llama "Everlasting love" y la pueden encontrar en el disco The best of 1980 –1990, edición limitada, (el disco doble que contiene los B-sides de la banda); me gusta bastante y puedo decir que en parte, inspiró este capítulo. Si no la conocen y sienten curiosidad, sólo tienen que ingresar a mi perfil e ir a Homepage, allí encontrarán un video realizado en base a imágenes de otros singles y la letra traducida. Quedan cordialmente invitados a visitar mi rincón.

Como anécdota, puedo decir que al decidir darle un nombre a esta historia, ésta fue una de las canciones que perdió la elección frente a "Closer" de Travis, así es que es mi forma de hacerle justicia incorporándola en éste capítulo.

4.- Un pequeño acercamiento y descubrimientos que la parejita no se esperaba. Sé que me arriesgo un montón al 'quitarle' a Ranma su maldición, me siento como si lo despojara de parte de su esencia, pero es una idea que tuve a última hora. Me disculpo con todos aquellos a quienes les pueda parecer mal el haberme tomado tal libertad (comprendo a la perfección que al despojar a Ranma de su maldición, transgredí totalmente los cánones preestablecidos por su creadora original, sólo espero que los puristas de la serie me perdonen por esta libertad de autor que cometí). En mi defensa puedo decir que la pelirroja no ha sido eliminada y puede llegar a aparecer en cualquier momento nuevamente, no la eliminé para siempre, de eso pueden estar seguros.

¿Intrigados? ¿Cómo diablos se libró Ranma de su maldición?... descúbranlo en un próximo capítulo.

5.-Finalmente y lo más importante de estas notas: Nuevamente agradezco enormemente a quienes leen esta historia, pero por sobre todo, a quienes amablemente me dejan sus comentarios al publicar cada actualización. A Shakka DV, milk goku, Nia06, maring, soraDark666, Joel, Sele, ayame-li, Killina88, Uzziel (Gracias por el apoyo. Entiendo a lo que te refieres, pero mi idea en esta historia es justamente el tratar de plasmar a una Akane distinta a la que conocemos, insegura y que ha sufrido, tal vez inútilmente es cierto, y es por eso que su comportamiento es un tanto temeroso ante la vida. Por lo mismo dejé que pasaran tantos años en la historia, para 'otorgarme' la libertad de jugar un poco a provocar un cambio en las personalidades de los personajes. Veremos si esta Akane logra superar sus temores. Muchísimas gracias por tus palabras), Sofi, Ishy (Gracias por tus palabras y gracias por apoyar los capítulos largos. Siempre que me dedico a escribir me digo: "O.k, esta vez trataré de no escribir tanto", pero no sé qué sucede con esta historia que me cuesta tanto dejar de relatarla. Espero que este capítulo haya sido de tu agrado), Anami, Yram (Gracias por el apoyo y también, muchísimas gracias por la comprensión a los capítulos largos. Veremos si los planes de Ranma surten efecto. Por lo menos, ya está haciendo dudar a Akane. Gracias por leer y comentar), agathaa (Gracias por tus palabras. Qué bueno saber que te gusta lo que escribo y ya veremos que sucede en el transcurso de esta historia más adelante. Muchas gracias por el apoyo), Caro (Finalmente, el complot no logró impedir la actualización!!! jajaja) , Marina, Barbs21, Monica Tendo, lerinne y Marce.

Muchísimas gracias por leer este relato, porque son ustedes las (os) que le dan vida a la historia y motivan a esta humilde servidora a crear nuevas situaciones.

Espero que todo esto siga siendo del agrado de muchos.

Es todo por ahora, será hasta una próxima actualización.

Cuídense mucho y buena suerte!

Madame De La Fère – Du Vallon.