- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato, en una especie de "actores secundarios"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.
"He tenido suficiente... (Closer)"
* * *
Capitulo XIV
"¿Por qué tardaste tanto?"
El restaurante que habían escogido en el centro de Tokio no era ni muy elegante ni tampoco sencillo. Akane había convencido a Shimizu para que fueran a ese lugar, so pretexto de no encontrarse vestida adecuadamente para ir a un lugar más sofisticado.
Buscaron una mesa a su gusto y comenzaron con lo que sería una larga conversación, poniéndose al día con lo que había pasado en sus respectivas vidas, desde la última vez que se habían visto.
-…Y estoy casado con ella desde hace tres meses.
-¡Vaya! ¡Esa si es noticia! –se sorprendió Akane- ¿Y tus padres no lo saben?
-No –contestó su amigo.
-¿Por qué?
-Akane, conoces a mis padres, ellos son tan apegados a las tradiciones que debo prepararlos para que acepten a Kate. ¡Imagina lo que dirán cuando se enteren! Ellos estaban seguros de que su único hijo terminaría casado con una elegante y educada chica japonesa, que supiera a la perfección tradiciones milenarias como la ceremonia del té o los arreglos florales. En cambio qué obtienen, una chica norteamericana, con una carrera casi tan destacada como la mía y que no está dispuesta a quedarse en la casa cuidando niños y esperando a que su esposo llegue para atenderlo. No Akane, Kate no es ese tipo de mujer y mis padres no están preparados para aceptarla.
-Pero tendrás que hacer algo pronto –comentó la chica de cortos cabellos.
-Sí, Kate me amenazó con venir ella misma a decírselos, si yo no lo hacía luego.
-¿Es capaz de hacer eso?
-De eso y mucho más. La escena sería muy simpática, puedo imaginármela. "Señor y señora Shimizu –dijo el joven, imitando un tono de voz femenino-. Soy Kate, la esposa de Ken. Mucho gusto en conocerlos". Eso mi querida Akane, es lo que mi linda esposa sería capaz de hacer y no tendría ningún inconveniente para realizarlo.
-Vaya.
-Sí. Esa es Kate, pero yo adoro que sea así.
-Qué bueno que encontraste a quien querer, Ken.
Ambos amigos hicieron una breve pausa para degustar los platillos que tenían en frente. El joven observó por unos instantes a su amiga y sonrió.
-¿Recuerdas nuestro tiempo de estudiantes? ¿Recuerdas cuando todos querían vernos juntos?
-Sí, lo recuerdo, ¿cómo no recordarlo si hasta mi hermana insistía para que te diera una oportunidad?
-Pero ambos sabemos que no hubiera resultado.
-No, no hubiera resultado. Tú siempre serás un muy buen amigo para mí.
-Y tú siempre serás como una hermana para mí, es por eso que me preocupa verte tan sola Akane, ¿cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que saliste con alguien?
-Bastante.
-Años –complementó él.
Ella se sentía incómoda, él lo sabía pero realmente estaba preocupado por ese empecinamiento que parecía tener su amiga con la soledad. Un nuevo silencio se produjo en ese instante aunque fue interrumpido rápidamente por Akane.
-Sabes, yo también estoy enamorada -afirmó.
-¿Tú?, ¿enamorada? –contestó su amigo enarcando una de sus cejas-. ¡Eso es difícil de creer!
-Si, ¿verdad?
-¿Y quién es el afortunado? –ironizó él.
-Mi esposo –dijo ella con seguridad.
-¿Otra vez con lo mismo Akane? –rebatió él-. Tu esposo, al que no ves hace más de doce años. Desde que te conozco que te has escudado en lo mismo y sin embargo...
-Y sin embargo, ahora lo veo a diario –le interrumpió la chica.
-¿A qué te refieres?
-Trabajo para él y tú lo conociste hace poco. Ranma Saotome es mi esposo.
Shimizu la observó desconcertado por la afirmación que hacía su amiga con total convicción, dejó caer los palillos que sostenía con un bocado y algo del contenido de su plato salpicó la mesa.
-¿Tu…tu jefe? –titubeó sorprendido-. ¿Cómo?
-Es una larga historia –reconoció ella, mientras observaba a su amigo con melancolía.
-Tenemos toda la noche, Akane –contestó él con evidente entusiasmo.
Akane sonrió y comenzó a contarle su historia desde el comienzo a un interesado Ken, quien cada vez se sorprendía más con el relato de los acontecimientos que habían llevado a su amiga a ese punto en esa extraña relación que en un principio había sido forzada por los padres de ambos. Al cabo de una hora y mientras tomaban los postres, Akane terminó con su relato.
-Wow.
-Sí, wow –contestó ella, enfocando sus ojos en el platillo que tenía en frente.
-Y él, ¿qué dice? –quiso saber su amigo.
-Lo único que me ha pedido durante todo este tiempo es una oportunidad.
-Y tú no se la has dado –complementó él.
-No –reconoció la chica casi en un susurro.
-Akane, por los años que te conozco me siento con la confianza de decirte lo mucho que te quiero, pero también puedo decirte que estás cometiendo un error.
-¿En qué sentido?
-Siempre has sido una mujer a la que le preocupa lo que piensen los demás, no me mal interpretes, pero es la verdad. Tu entorno siempre ha tenido una gran influencia sobre ti. Ahora, la pregunta es, ¿amas verdaderamente a ese hombre?
Akane suspiró profundamente y luego levantó la vista para enfrentar a su amigo.
-Siempre lo he hecho –dijo con seguridad.
-Entonces, ve por él, dale su oportunidad, que sepa que tú lo quieres a tu lado, que siempre lo has querido a tu lado, porque estoy seguro de que si no lo haces, él terminará aburriéndose y tú mi querida amiga, te arrepentirás.
-Eso significa no tomar en cuenta los consejos de personas que me quieren y arriesgarme nuevamente a que me haga daño y...
-No Akane, eso significa alcanzar la felicidad, tu felicidad. ¡Los demás se pueden ir al quinto infierno!
-Shimizu...
-No pierdas más tu tiempo Akane chan.
Akane no contestó, sólo se limitó a sonreír agradecida, él le devolvió la sonrisa. Entre una que otra anécdota y buenos deseos, ambos siguieron conversando hasta que Akane le pidió a su amigo que la llevara a su casa. Era bastante tarde y al día siguiente debía levantarse temprano para concurrir a las oficinas de la Black Ryu Company y quizá, darle un punto final a esa difícil historia de amor.
R & A
En el mismo momento en que Akane hacia abandono del restaurante junto a su buen amigo, su jefe pedía el noveno vaso de licor, sentado en la barra de un escondido y poco frecuentado bar en el centro de Tokio.
El local era pequeño y por lo mismo, muy pocas personas iban allí y a esa hora de la noche, el escondido bar contaba con muy pocos clientes. El joven empresario había permanecido sentado en la barra durante horas, bebiendo silenciosamente un trago tras otro y el alcohol ya empezaba a surtir efecto en sus acciones y pensamientos.
Ranma había concurrido a aquel lugar porque no quería irse a su apartamento solo en un día como aquél.
Tal y como hacia cada año, se había ido a refugiar en el mismo lugar de siempre para tratar de fingir que todo en su vida estaba perfecto y que no necesitaba absolutamente nada más, en definitiva, como cada año, había concurrido para convencerse de que no la necesitaba a ella.
-Eres el mismo hombre que me atiende todos los años ¿verdad? –dijo Ranma de pronto, indicándole a un hombre de unos cuarenta y cinco años, bajito, de anteojos y bigote bien cuidado, que le sirviera otro trago el que procedió a tomarse de dos sorbos mientras trataba de entablar conversación con el hombre.
-Sí señor –contestó el desconocido, asombrado de que su silencioso cliente le hablase por primera vez desde los años que llevaba atendiéndolo.
-Tanto tiempo y ni siquiera sé cómo te llamas –comentó el joven con mirada ausente y un melancólico tono de voz-. ¡Incluso deberíamos ser amigos!
-Me llamo Nobu –dijo el hombre-. Al menos, así me dicen, señor.
-Nobu ¿eh? Bueno Nobu, yo soy Ranma –dijo el joven llevándose el vaso a la boca-. Quizá te preguntes por qué vengo aquí todos los años en esta misma fecha.
-Debo reconocer que me intriga un poco.
-Es por un amor no correspondido. Seguramente estás cansado de escuchar historias como la mía y no pienso aburrirte contándote mis penurias, pero sabes, este año pensé que iba a ser distinto –dijo fijando su obnubilada vista en el vaso que tenía en frente, mientras jugaba con él girándolo de un lado a otro-. Verdaderamente pensé que hoy no concurriría a hacer este estúpido ritual... –continuó susurrando sus palabras-. Hoy tendría que encontrarme lejos de aquí, en Kumamoto, junto a ella. ¡Pero no!, el destino me tenía preparada otra jugarreta. Sírveme otro ¿quieres?
-Señor, creo que ya bebió suficiente –intentó persuadirlo el hombre.
-¡Yo decido cuando dejo de beber!, para eso te pagaré una buena suma.
-Ya lo creo, señor, pero esta vez se está usted excediendo demasiado.
-¡Es justamente lo que quiero! ¡Excederme!
-Hay otras maneras de solucionar los problemas, señor.
-Pero yo no quiero resolver mi problema, quiero olvidarlo. Sírveme Nobu.
-Señor...
-¡Sírveme Nobu! –demandó el joven.
-Está bien señor –contestó el asustado hombrecito.
-Sabes, yo sólo quería que ella fuera conmigo a Kumamoto este día, que estuviéramos juntos hoy, pero ella lo olvidó… Así sin más, lo olvidó... Lo olvidó por completo…
El joven empresario se interrumpió para llevarse el vaso a los labios, luego suspiró profundamente para continuar hablando.
-En fin, en vez de ir conmigo a mi refugio, prefirió a su amigo... –dijo de forma despectiva y con un tono de voz lleno de rencor-. En estos momentos está divirtiéndose con un amigo que acaba de llegar de Nueva York, y yo estoy aquí, solo y borracho contándole mi patética historia a un hombre a quien ni siquiera debe importarle lo que le digo. ¡Pero está bien, es el karma que debo cargar por haber hecho algo mal en mi vida!... el problema es que no sé qué hice mal…
-Si le sirve de consuelo, a mí sí me importa lo que pase con usted, es por eso que le pido que por favor…
-No, no me detendré, no insistas Nobu –le interrumpió su obstinado cliente-. Otro por favor.
-Señor…
-¡Nobu! –exclamó Ranma, golpeando la barra con el vaso en su mano derecha.
El hombrecito se sobresaltó y vertió más licor en el vaso de su cliente. Sabía que el hombre que tenía en frente no se molestaría en obedecerle.
Aunque nunca antes había entablado conversación con él, lo conocía. Sabía que era un antiguo practicante de las artes marciales; es más, había sido campeón por muchos años y en distintos torneos y de cierta forma, ya le había tomado un cariño especial.
¿Hacía cuánto tiempo se repetía la misma escena? ¿Seis años quizá? No, eran más de seis años, lo recordaba porque cuando había notado que estaba atendiendo al reconocido artista marcial de la trenza, éste era apenas un jovencito que no superaba la veintena. Pero durante todo ese tiempo, su cliente se había conformado con beber un par de tragos en silencio, luego cancelaba y se iba tranquilamente.
Esta vez no, estaba rompiendo el esquema y había permanecido por mucho más tiempo del habitual. Se encontraba contándole cosas que nunca antes le había dicho y estaba bebiendo mucho más de lo que acostumbraba.
Definitivamente, algo había sucedido en la vida de ese joven hombre para que cambiara su ritual y el mismo joven lo había confesado: una mujer.
-Sabes Nobu –continuó Ranma con acritud-. Yo la amo, pero ella no puede entenderlo… ¡Nunca ha logrado entenderlo!, y ahora, cuando por fin creí que estaba consiguiendo que me quisiera, tan sólo un poquito, viene y me da un golpe peor que los que me daba cuando éramos adolescentes… Me dio un golpe aquí –dijo golpeándose el pecho con su puño cerrado-. Y dolió… dolió mucho Nobu.
-Tal vez usted debería decirle todas estas cosas a ella.
-¿Y que sacaría? Otro Nobu –continuó Ranma observando cómo un hombre salía del bar acompañado de una bella chica-. Yo podría tener a la mujer que quisiera a mis pies Nobu. Soy joven, tengo dinero, no creo ser feo… pero este maldito corazón se obstina en quererla sólo a ella. ¿Por qué Nobu?
-¿Porque ella es especial?
-¡Exacto! –exclamó Ranma apuntando al hombrecito con su dedo índice-. Ella es especial, siempre lo ha sido y aunque yo quiera olvidar su sonrisa, sus ojos, su rostro… todo en ella… ¡no puedo Nobu!, ¡han pasado doce años y nunca he podido sacármela de aquí! –dijo golpeando nuevamente su pecho-. Yo me muero por estar con ella y ella… ella quiere ser mi amiga, ¡mi amiga! –se interrumpió de pronto y bebió el resto de alcohol que quedaba en su vaso de una sola vez-. Y lo peor de todo es que estamos casados Nobu. Sírveme otro por favor.
-¿Y si la telefoneara ahora?, tal vez ya no se encuentre con ese amigo que usted dice.
-Tienes razón –sonrió Ranma-, la llamaré… sólo déjame recordar dónde puse el endiablado aparato…-decía Ranma buscando su teléfono, mientras el hombre del bar rogaba internamente para que la señorita o señora en cuestión, convenciera a su cliente de irse a casa-…aquí está… espera un momento, ¡ya está!... está llamando… ¡Hola Akane!... Así se llama –susurró tapando con una mano el aparato, el hombre del bar sonrió amablemente-…Yo estoy muy bien, ¿tú te diviertes?... ¡No, no estoy borracho!, solamente estoy algo…alegre… Es que me encontré con una amiga –dijo guiñándole un ojo al hombrecito que lo observaba con cara de reproche-, y estamos sirviéndonos unos tragos y… ¡Qué no te interesa!, ¡bien, entonces que lo pases muy bien con ese tal Shimizu!... ¡Es muy probable que yo no llegue mañana a la oficina, Akane, adiós! –Ranma cortó abruptamente la comunicación y se desplomó en la silla.
-No debió haberle mentido –le regañó su acompañante.
-¿Qué más da? –contestó Ranma con fastidio-. Deja la botella Nobu, tienes otros clientes que atender, no pierdas tu tiempo con un idiota como yo.
Nobu no contestó, cerró sus ojos y movió la cabeza en señal de negación, luego suspiró audiblemente e hizo lo que su cliente le solicitaba.
Al verse solo, Ranma fue sirviéndose de la botella cada vez con mayor frecuencia. Miraba el contenido del vaso como si en el fondo de éste encontrara la solución a todos sus problemas.
-Say "nighty-night"… and kiss me… Just hold me tight… and tell me you´ll miss me.
El joven empresario susurraba a destiempo las palabras de la canción que hubiere bailado con su esposa durante su cena en Hong Kong, y mientras lo hacia, el señor que durante tantos años lo había atendido habría jurado verlo derramar una silenciosa lágrima.
Pero, tal vez era su imaginación, después de todo, había trabajado duro durante todo el día, estaba cansado y ya eran cerca de las dos de la madrugada. Sólo esperaba que su joven cliente no hiciera un escándalo cuando le anunciara que el bar cerraría en breves instantes.
R & A
La habitación se encontraba totalmente a oscuras y en silencio, fue por eso que la mujer que dormía apaciblemente dio un brinco en su cama cuando sintió el repiqueteo de su teléfono móvil. Encendió la luz de la pequeña lámpara que tenía en su mesita de noche y miró su reloj, las tres con quince minutos. Maldijo en voz alta al idiota que se le ocurría despertarla a esa hora de la madrugada. Cuando encontró el aparato y observó la pantalla, su indignación fue aún mayor.
-¡Ranma!, ¡se puede saber qué pretendes llamándome a las tres de la madrugada!
-Perdón, ¿hablo con la señorita Akane?
-¿Quién es usted y qué hace hablando del teléfono de Ranma? –contestó una asustada Akane.
-Necesito saber si usted es la señorita Akane.
-Sí, soy yo. ¿Qué sucede, quién es usted?
-Bueno, yo soy el dueño de un pequeño bar en el centro de la ciudad.
-¡Le sucedió algo malo a Ranma! –las alarmas de la chica se encendieron y se puso automáticamente de pie.
-No se asuste por favor, es sólo que… El señor se propasó en su bebida y se encuentra en un estado lamentable. Insiste en irse conduciendo a su casa, pero yo no me atrevo a dejarlo ir. En el estado en que se encuentra, se mataría o provocaría un accidente, y como no dejó de hablar durante toda la noche de usted yo…
-¿Dónde se encuentra su bar? –le interrumpió la chica mientras buscaba su ropa para cambiarse.
-¿Vendrá a buscarlo?
-Sí, déme la dirección por favor.
-Gracias señorita.
Akane memorizó la dirección que le daba el señor del bar y luego cortó la comunicación. Sabía como llegar, el lugar no le era desconocido, pero ¿cómo lo haría?
No le parecía una buena idea pedir un taxi porque tendría que pedirle ayuda al taxista para llevar a su jefe a su departamento y no lo encontraba adecuado. A su familia o amigos no podía pedirles ayuda, no dejarían de decir que Ranma no era una buena persona si se enteraban que se había emborrachado en un bar. Era en esos momentos cuando odiaba el no tener automóvil ni licencia para conducir.
¿Quién?, ¿en quién podía confiar para guardar el secreto? Poniéndose su chaqueta y tomando un bolso pequeño se dispuso a bajar la escalera, seguida por Ryo. Cuando iba descendiendo le vino una idea. No era del todo descabellada, confiaba plenamente en él y en su discreción, sólo esperaba que se encontrara en casa y pudiese ir por Ranma.
Marcó rápidamente un número telefónico y una voz somnolienta le contestó del otro lado.
Cuarenta minutos después, se encontraba frente a la puerta cerrada del bar, acompañada de un intrigado joven.
-¿Estás segura de que es aquí?
-Sí, eso dijo la persona que me llamó.
-Entonces entremos.
-Gracias por todo.
-No hay de qué.
-Otra cosa, veas lo que veas y escuches lo que escuches, no puedes repetir ninguna palabra de esto Ryoichi. Tienes que jurarme que no le dirás nada a nadie, ni siquiera a Tomomi.
-Jefa, puede confiar en mí.
-Justamente por eso te llamé, sé que puedo confiar en ti, pero seguramente tu jefe dirá cosas. Es probable que tú no entiendas todo, pero te prometo que te contaré la verdad pronto. ¿Me juras que no dirás nada de nada?
-Lo juro, pero, ¿por qué estás tan asustada de lo que pueda decir el jefe?
-Lo entenderás a su debido tiempo.
Akane golpeó la puerta con fuerza y no pasaron más de dos minutos para que se abriera, dejando ver tras ella al acongojado señor del bar.
-¿La señorita Akane? –preguntó temeroso.
-Sí.
-Gracias por venir –dijo aliviado.
-¿Dónde está? –preguntó la joven con el entrecejo totalmente fruncido.
-En la barra, no se ha movido de allí, pero me ha costado convencerle –contestó el hombre avanzando a gran velocidad, seguido de cerca por Akane y Ryoichi.
-Señor, vienen por usted, señor. –insistía el hombre, pero Ranma no daba señales de vida.
Se encontraba totalmente recostado en la barra del bar, sujetando firmemente un vaso a medio llenar con una de sus manos.
-Déjeme a mí señor –Akane se acercó a su jefe y lo zarandeó bruscamente-. Ranma, despierta, tenemos que irnos, ¡Ranma!
Su jefe se incorporó lentamente y la observó por unos instantes, tratando de enfocar su mirada. Luego sonrió y bebió el contenido del vaso.
-¡Ranma, reacciona, debemos irnos!
-¿Qué le pones a esta cosa Nobu?, me está haciendo tener alucinaciones.
-¡Escúchame bien idiota! ¡Mañana es día de trabajo y tengo cosas importantes que hacer, no puedo estar perdiendo el tiempo contigo! Así es que levántate de esa silla y camina hasta el automóvil.
-¿Puedes verla Nobu?, ¿puedes ver a Akane? –el hombrecito asintió y Ranma soltó una risotada-. Entonces no es una alucinación, ella realmente está aquí… mi esposa vino a buscarme ¡Quién lo diría!
Ryoichi, que hasta ese momento se había mantenido al margen y a una distancia prudente, abrió mucho los ojos y miró sorprendido a su jefa. Ella le devolvió la mirada severamente, rogando por discreción.
-Sí, vine por ti y me importa muy poco por qué te encuentras en estas condiciones. ¡Debemos irnos ahora!
Ranma la observó, pero no hizo nada por seguirla.
-La marimacho ha vuelto –susurró con desgana-. Nobu, esto se acabó, ¿puedes traerme otra?
-¡No, vendrás conmigo ahora! Ryoichi ayúdame.
-¿Piensas arrastrarlo? –preguntó el joven alarmado.
-Si es necesario, sí. Tómalo de ese lado, yo lo llevaré del otro.
-Pero…
-Créeme que sería capaz de cargarlo sola y no me costaría demasiado –comentó Akane mientras hacia lo posible por obligar a Ranma a seguirla.
-¡Déjame, no quiero…
-¡Cállate Ranma! –le gritó ella-. ¡Estoy cansada de todas tus niñerías! Vamos Ryoichi.
Ambos levantaron a su jefe y lo condujeron hacia la puerta a la fuerza, seguidos por un preocupado Nobu.
-Volveré dentro de un rato señor.
-No es necesario señorita.
-Oh, sí lo es –contestó ella.
Cuando llegaron con Ranma hasta el pequeño automóvil de Ryoichi, lo dejaron en el asiento trasero, no sin esfuerzo. Luego, Akane le pidió al fiel empleado de Ranma, que esperara un momento y volvió al bar, quería enterarse de lo que había pasado con su jefe. Sabía que Ranma no bebía alcohol, de hecho no le agradaba. Entonces, ¿qué había sucedido para que su esposo terminara en un estado tan deplorable?
-Señor –dijo cuando el hombre abrió la puerta-, quisiera saber qué paso con él. Normalmente no se comporta así y…
-Una pena de amor señorita –él la miró duramente-. Yo no sé mucho sobre él o su relación con usted, pero esta noche él estaba destrozado. Viene acá todos los años, sabe, siempre en la misma fecha. Toma un par de copas y luego se va, pero esta noche… No sé muy bien cuál es el motivo pero no quiso parar de beber. Según lo que me dijo, quería olvidarla.
-¿Olvidarme? –preguntó confundida.
-Sí, olvidarla. Lo irónico es que no dejó de hablar de usted en toda la noche.
-Pero… ¿no se suponía que estaba con alguien? Me habló de una amiga que…
-Le mintió –le interrumpió el hombre-. Lo sé, porque fui yo el que le aconsejé que la llamase y bueno, creo que fue peor.
-Pero ¿por qué se emborrachó tanto?
-Escuche señorita, yo no soy quién para darle un consejo o meterme en sus asuntos, no me corresponde, pero… Él la ama y si usted no siente lo mismo, entonces debe decírselo de una vez, porque él está sufriendo.
-Pero yo…
-Sólo tiene que ser honesta con él y con usted misma. Ahora, si me disculpa, es tarde y tengo que cerrar de una vez este local.
-¿Cuánto le debe Ranma?
-De eso no se preocupe, arreglaré mis cuentas con él otro día. Aunque sinceramente, espero no volver a verlo el otro año por acá. Buenas noches.
-Buenas… buenas noches señor –titubeó la chica.
La puerta se cerró y Akane volvió al automóvil en donde la esperaba Ryoichi con un inconciente Ranma en el asiento de atrás.
El camino hasta el departamento de Ranma lo hicieron en el más absoluto silencio, llegaron al moderno edificio y descendieron con cuidado. Era primera vez que Ryoichi y Akane ingresaban al lugar, pero cuando el conserje vio el estado en que llevaban a uno de los más respetables residentes de la comunidad, no ocasionó ningún problema para que lo llevasen hasta su departamento.
Una vez afuera de la puerta, Akane se dedicó a buscar las llaves de su jefe en los bolsillos de su ropa, mientras Ryoichi trataba de sostenerlo en pie.
Después de entrar en el lujoso lugar, Akane le pidió a Ryoichi que le ayudase a llevar a su jefe al baño. Allí, le dieron un baño frío que lo hizo reaccionar automáticamente, sacándolo un poco del estado de inconciencia. Luego de que Ryoichi hiciera el trabajo pesado de ayudar a su jefe a secarse y vestirse con ropa cómoda, lo llevaron a su habitación y finalmente lo acostaron en la cama. Unas horas de descanso le harían bien.
Akane y Ryoichi se dirigieron a la puerta principal, una vez allí, Akane le dijo a su fiel colaborador que ya podía retirarse, que desde ese momento, ella se haría cargo.
-¿Estás segura? –preguntó el joven.
-Sí, puedo controlarlo, no te preocupes. Seguramente no despertará hasta mañana a medio día.
-Entonces, no irán a la oficina.
-Probablemente él no esté en condiciones, pero yo tengo que ir. Debemos finiquitar cosas urgentes. Gracias por todo Ryoichi.
-De nada jefa y no te preocupes, no diré nada a nadie.
-Gracias.
Akane abrió la puerta para dejar salir al joven. Cuando él ya estaba en el umbral, giró bruscamente.
-Akane, yo no diré nada, tienes mi promesa pero… Eso de que tú eras su…
-Es una larga historia que algún día prometo contarte -interrumpió ella-, pero es cierto, Ranma y yo estamos casados. Lástima que tuvieras que enterarte de esta manera.
-Pero… pero… -titubeó el sorprendido joven.
-Ahora no Ryoichi, te contaré la historia pronto, pero hoy no ¿de acuerdo?
-Claro.
-Que descanses.
-Tú también. Adiós.
-Adiós.
Akane cerró la puerta y suspiró. Era la primera vez que estaba en ese departamento y ahora que lo observaba, le parecía tan distinto a lo que ella había imaginado, sería la casa de Ranma. Ella sabía que él siempre había sido austero, pero la decoración, aunque elegante era un tanto fría, daba la sensación de encontrarse dentro de un catálogo de decoración.
Examinó un poco las habitaciones principales y luego fue a ver a su jefe. Seguramente no despertaría en lo que quedaba de noche pero aún así, sería bueno asegurase de que se encontrara bien.
Encendió una luz lateral y se acercó a la cama en donde dormía placidamente su jefe, apartó unos mechones de húmedos cabellos que caían en su rostro y su corazón pareció congelarse cuando lo escuchó decir su nombre en sueños. Cerró los ojos y suspiró, no pudo evitar la sonrisa que se formó en su rostro.
Se sentó a su lado en la amplia cama y acarició sus cabellos y rostro.
-¿Qué te hizo emborracharte de esta manera tonto? –dijo sonriendo con ternura.
De pronto, algo en la mesita de noche llamó su atención. En un destartalado marco para fotos que ella reconoció de inmediato como el que les había regalado Nabiki años atrás como "regalo de bodas", lucía impecable una fotografía.
Una imagen que ella recordaba muy bien. Ella junto a su joven esposo posaban para la cámara afuera de la puerta del Dojo Tendo. Sí, la fotografía la había tomado Nabiki, insistiendo en que debían tener por lo menos un recuerdo de ese memorable día, la mañana en que habían unido sus vidas, la mañana en que…
-Un momento –la joven se sobresaltó de inmediato, su mente recordando frases y comentarios a una velocidad abrumante
" -¿El 20 de agosto significa algo para ti?
-Es el día que me casé con él
-Cada año, para esa fecha, Ranma se entristece. Pedía que yo me encargara de todo y se desaparecía durante todo el día, nunca supe dónde se metía. Una vez me atreví a preguntarle por qué hacía eso cada año, me dijo que ese día en particular le traía muy lindos recuerdos, pero también los más dolorosos, que prefería que nadie lo viera en un estado tan deplorable..".
"-No sé cómo lo hace, pero ese condenado Saotome es el único que puede lograr ese cambio en ti. Lo hizo una vez y lo está haciendo de nuevo. Ese matrimonio que se celebró el 20 de agosto es lo que te ha hecho más feliz que nada en el mundo, reconócelo Akane..."
"-Pero ese es el primer paso para que una relación de pareja funcione. Antes de casarse, ustedes eran amigos, están destinados a estar juntos. No dejes que la fecha de su aniversario se convierta en una fecha aborrecible este año..."
-Una fecha aborrecible –susurró con culpa y enfocó la mirada en su esposo-, Ranma…
Los recuerdos la golpearon tan de improviso que le dio la impresión de que iba a desmayarse. Sus ojos se abrieron enormemente y las lágrimas amenazaron con dejarse caer.
"-…Pero nosotros no acordamos un día para ir a Kumamoto, sólo me preguntaste si podía ir contigo. No hay problema en ir otro día, ¿verdad?
-Claro. No hay ningún problema.
-Ranma, la fecha no es realmente importante ¿o sí?
-No, la fecha no importa para nada. Podemos ir otro día o en tres años más si quieres.
-Exageras.
-Está bien Akane, diviértete..."
Observó detenidamente la fotografía una vez más, en una de sus esquinas inferiores se distinguía perfectamente la fecha.
-La fecha… no importa para nada –dijo con un nudo en la garganta, mientras sus ojos dejaban escapar las lágrimas que había estado conteniendo-. ¡Cómo pude olvidarlo! Veinte de agosto, el día de nuestra boda. Tú querías… Dios, qué estúpida he sido.
Ella dejó la fotografía en su lugar y apoyó su cabeza en sus manos.
-¡Cómo olvidé algo tan importante! Por eso estabas tan entusiasmado y yo… lo arruiné todo. Debes haber pensado que no te quiero… y yo… -se interrumpió para observar el rostro apacible de su esposo-. Tengo que darle un corte definitivo a esto, aunque tal vez he cometido el error más grande de mi vida hoy… -suspiró cansadamente-. ¿Alguna vez podremos hacer las cosas bien, Ranma Saotome?
Akane se puso de pie, secó las lágrimas de su rostro y salió de la habitación. Ya no podía hacer nada por arreglar el error, al menos no por esa noche. Pero no todo había sido malo después de todo, ya que si para algo había servido aquello, era para que se quitara la venda de los ojos. Amaba a ese hombre y trataría de arreglar las cosas de una buena vez.
R & A
El día siguiente llegó con la rapidez de un rayo. El sol ingresó por una pequeña abertura en las cortinas de la habitación, dándole de lleno en la cara al hombre que ocupaba la amplia cama. Él gruñó algunas palabras, para luego abrir lentamente los ojos y observar el techo de la habitación.
Su cabeza parecía que iba a explotar, sentía la garganta seca y la lengua traposa, así como un sabor desagradable y agrio en su boca. Cerró los ojos tratando de recordar lo que había sucedido la noche anterior, pero sólo podía evocar fragmentos de las cosas que había vivido.
Primero había llegado al bar de siempre, luego de salir furioso de la oficina de su asistente. Luego había pedido lo de siempre al amable hombrecito y después… sí, había tomado la decisión de emborracharse. Recordaba haber hablado con el hombrecito, pero específicamente ¿de qué?... luego todo era difuso, una llamada por teléfono a… oh, sí, sus ojos se abrieron nuevamente cuando lo recordó, había llamado a Akane y luego… ¿ella lo había ido a buscar o había sido su imaginación?, como fuera, el hecho es que se encontraba en la habitación de su departamento y eran… ¡la una de la tarde! Se incorporó bruscamente y lamentó de inmediato haberlo hecho.
-¡Diablos!, ¡mi cabeza! –dijo llevándose las manos al rostro-. Esto me pasa por idiota.
La habitación daba vueltas y su cuerpo se sentía como si hubiese efectuado un duro entrenamiento de tres días sin parar. Enfocó su vista en la mesita de noche y vio que alguien había dejado un vaso con lo que parecía ser simple agua y dos analgésicos. Rápidamente abrió el envase y sacó las pequeñas esferas, no tardó en beber toda el agua.
Se puso lentamente de pie y se acercó al baño, se miró en el espejo y se sorprendió de ver la imagen que éste devolvía.
-Nunca más voy a beber tanto –se recriminó llevándose una de sus manos al rostro.
Se encerró en el baño para tomar una refrescante ducha. Luego de salir, se dirigió a la cocina en donde lo primero que llamó su atención fueron dos bandejas, meticulosamente preparadas con distintos utensilios sobre la encimera y una hoja de papel doblada en dos, al lado de una de ellas. Observó extrañado el trozo de papel y lo abrió, notó enseguida la cuidada caligrafía de Akane.
-"Ranma, no sé a que hora despertarás –leyó en voz alta, como si quisiera convencerse de que estaba solo y que nadie saldría de alguna de las habitaciones-… así que te dejé estas dos bandejas. Encontrarás una con el desayuno y otra con el almuerzo. No te preocupes, no los hice yo -sonrió al leer esa frase-, los compré cerca de aquí. De la oficina me encargo yo, así es que nos vemos el lunes. Akane". Entonces, sí fue a buscarme, ¿se habrá quedado toda la noche?
Inspeccionó el contenido de ambas bandejas y decidió que bien podía comerse ambas cosas. Luego de calentar la comida y prácticamente devorarla, se sentía mucho mejor. Pensó si sería bueno ir a visitar a su asistente o por lo menos llamarla para darle las gracias, pero lo descartó enseguida. Después de todo, ella era la responsable de su borrachera. Además, le había quedado claro que ella no lo quería, al menos no como a él le gustaría. Lo mejor sería tomarse ese fin de semana para pensar en su situación y tomar una decisión al respecto. ¿Valía la pena seguir insistiendo en algo que tal vez no tenía ninguna esperanza de concretarse?
R & A
El domingo por la tarde ya había perdido toda esperanza de que su jefe hiciera algo por comunicarse con ella. Lo lamentaba, sabía que él debía estar molesto con ella y tenía razón, pero eso no quería decir que desapareciera del mapa así como así, ¿no?.
Ella había llamado a su casa muchas veces y también a su teléfono móvil, sin obtener respuesta. Algo andaba mal, pero ella ahora estaba decidida, ya no se escudaría en el miedo que le provocaba el aceptar que estaba totalmente enamorada de su esposo. Tampoco en la tonta excusa de que su hermana mayor y su mejor amigo no lo aceptarían. No, eso había quedado atrás, sólo esperaba que no fuera demasiado tarde.
Sin nada que hacer un domingo por la tarde y con miles de hipótesis dando vueltas en su mente, se propuso salir de su casa y distraerse un poco. Hacerles una visita a la pareja de amigos chinos le parecía una buena idea.
Cuando llegó al restaurante, fue recibida efusivamente por la familia. El restaurante cerraba los domingos por la tarde, así es que Shaomei les propuso salir a dar una vuelta por los alrededores, así podrían conversar tranquilamente y Jian podría disfrutar de una agradable tarde en el parque; caminaron conversando de todo un poco, sin prisas hasta llegar al lugar escogido. Akane señaló un gran árbol en un costado y sugirió sentarse a la sombra de él.
Luego de un rato, Shaomei y Jian se dirigieron a los juegos infantiles, dejando solos a Mousse y Akane. La joven china conocía demasiado bien a su amiga como para saber que algo le preocupaba y sí había alguien capaz de descubrir lo que era, ése era su esposo, por lo que decidió dejarlos solos para que conversaran tranquilamente.
-Me da gusto que nos visites así, Akane –comentó Mousse luego de unos momentos de silencio.
-¿Así como? –preguntó Akane.
-Tan de improviso. Hace tiempo que no lo hacías.
-No había tenido tiempo Mousse.
-Últimamente tienes bastante poco tiempo.
-¿Me lo estás reprochando? –preguntó con falsa molestia en su voz.
-No, pero me gustaría que volvieras a confiar en nosotros.
-Pero si yo confío en ustedes.
-Aún así, te has alejado y ahora te noto preocupada. Es por Saotome, ¿verdad?
Ella no contestó de inmediato, quería sopesar sus palabras. Enfocó su vista en las siluetas de Shaomei y Jian, quienes se encontraban jugando y riendo a unos cuantos metros de ellos.
-Tienes una bonita familia Mousse –él la observaba intrigado. Hasta ese momento no había notado la melancolía y tristeza que se adueñaba de esos ojos marrones al observar a Jian-. A mí también me gustaría tener una familia.
-Y la tendrás Akane, pero ¿a qué vienen esos comentarios ahora?
-Tenías razón Mousse.
-¿En qué? –ella tomó una gran bocanada de aire y miró a su amigo a los ojos.
-Lo amo Mousse, lo amo más que a nada en este mundo. Lo siento, pero no pude evitarlo... no pude controlar estos sentimientos que creí dormidos, y yo…
-Akane, no tienes por qué disculparte conmigo –le interrumpió su amigo con una sonrisa en los labios-. Todos sabíamos que esto sucedería, tú nunca pudiste olvidarlo. La pregunta es, ¿el maldito siente lo mismo?
-No le digas así.
-Lo siento, pero el que tú lo quieras no significa que yo tenga la obligación de apreciarlo.
-No estoy muy segura de lo que él siente por mí. Yo he cometido errores, él ha cometido errores y ahora creo que estamos en el momento justo de aclararlo todo.
-¿Por qué?
-Porque yo ya no tengo miedo de reconocer este sentimiento y porque cometí una estupidez el jueves pasado que estoy decidida a remediar.
-Estás decidida a correr el riego por segunda vez –dijo Mousse, observando hacia un punto no definido al frente suyo.
-Alguien me dijo no hace mucho tiempo atrás, que debía ver por mi felicidad, que no debía tener miedo, que debía darle una oportunidad a este sentimiento porque si no lo hacía, podría quedarme con la incertidumbre de ¿qué hubiera pasado sí…?. Mousse, realmente quiero salir de dudas, realmente deseo ser feliz y creo que con Ranma es con el único que podría llegar a serlo.
-Te entiendo y tal vez tengas razón.
-Entonces, ¿no estás molesto conmigo?
-Claro que no, eres mi amiga y te quiero. No podría molestarme por algo que eres la única que puede decidir. Es tu futuro Akane, no el mío. Si crees que es la mejor decisión para ti, entonces debes hacerlo.
-Muchas gracias Mousse.
-Sólo asegúrate de decirme si te hace algo malo, porque esta vez no pienso perdonarle nada.
-Tienes mi palabra.
-Ahora ven acá y dame un abrazo.
Akane hizo lo que su amigo le pedía y se sintió liberada. Había hablado con una persona muy importante en su vida y él la había apoyado en su decisión. Por primera vez en su vida estaba luchando por lo que quería y estaba convencida de que estaba haciendo las cosas bien.
-Espero que todo resulte bien Akane.
-Yo también lo espero.
Ambos se pusieron de pie y se dirigieron hacia donde se encontraban Shaomei y su hijo. Luego de compartir por unos momentos más, sus amigos fueron a dejar a Akane a su casa y se despidieron de ella.
Las horas habían volado y ya anochecía en el barrio de Nerima, Akane ingresó a su casa y se sintió más tranquila… aunque Ranma no había dado señales de vida.
R & A
Ranma había pasado todo el fin de semana en Kumamoto. Había recibido varias llamadas de su asistente, pero no las había contestado. Había ido a Kumamoto a buscar tranquilidad y respuestas al mar de dudas que se había formado en su cabeza. Luego y con una decisión tomada, había comprado un boleto de avión para el día lunes a primera hora, por lo que cuando llegó a su oficina, ya era pasado medio día.
Se había ido directo desde el aeropuerto, ingresó raudo por el pasillo sin tomarse la molestia siquiera de avisar a su asistente que había vuelto.
Se encontraba sentado en su cómodo sillón cuando el teléfono interno se dejó escuchar. Miró el aparato y pudo ver que era su recepcionista la que llamaba, descolgó el aparato y apretó el botón que daba al manos libres.
-Sí Yuki, ¿qué sucede?
-La señorita Tendo tenía urgencia de hablar con usted señor, me pidió que le avisara cuando usted llegara.
-Bien, puede comunicarle a la señorita Tendo que estoy en mi oficina.
-Sí, señor.
No pasaron tres minutos cuando la puerta se abría y por ella ingresaba Akane. Cerró tras de sí y notó que su jefe no se daba vuelta a mirarla, permanecía dándole la espalda, concentrado en mirar por el ventanal. Akane se aclaró la garganta y avanzó hasta quedar frente al escritorio, pero no tomó asiento.
-Necesito hablar contigo –dijo controlando su nerviosismo.
-Yo también –contestó él con rudeza.
-¿Dónde has estado?
-En Kumamoto.
-Lo suponía, era obvio –él se encogió de hombros sin mirarla-. Te llamé un par de veces.
-Desconecté el teléfono –mintió-, no vi las llamadas perdidas hasta hoy. ¿Sucedió algo grave?
-No, nada que no se pudiera solucionar sin tu presencia.
-Bien.
-¿No vas a darme la cara para hablarme? –dijo con algo de molestia.
-¿Es necesario? –ironizó él.
-Lo que tengo que decirte es importante, al menos para mí lo es y me gustaría verte a los ojos. Me siento como si le estuviese hablando a una pared.
-Tenías razón, Akane –dijo por toda respuesta.
A ella le extrañó el cambio en su voz. Del tono apático que había estado utilizando, pasó a uno totalmente amargado. Vio como el sillón de cuero se giraba y los ojos azules de su jefe se encontraban totalmente opacos, habían perdido todo el brillo que antes les caracterizaba.
-Te obligué a permanecer aquí porque quería recuperarte, pero las cosas no funcionan obligando a nadie ¿cierto? –continuó él.
-¿Qué… qué quieres decir? –tartamudeó ella, presentía que algo no andaba bien. Más que un presentimiento, era casi una certeza.
-Durante estos días pensé mucho en lo que debía hacer y me di cuenta que, aunque quisiera, ya no puedo hacer nada –dijo encogiéndose de hombros. Ella lo miraba asustada-. Siempre tuviste razón en decir que debíamos ser sólo amigos. Me ilusioné con algo que jamás funcionará, y lamento decirte que yo ya no quiero tu amistad, Akane. No puedo obligarte a permanecer a mi lado, así es que si no quieres trabajar más conmigo, está bien. Rescindiremos el contrato de trabajo, no te quiero mantener obligada a mi lado –el joven empresario se aclaró la garganta para decir lo siguiente, sin duda lo más difícil que había tenido que decir hasta ese momento-… y… firmaré los papeles del divorcio. Podrás rehacer tu vida, ser feliz lejos de mí, Akane Tendo.
Ella no salía de su asombro, de pronto se sentía mareada y su corazón latía acelerado. Tuvo que apoyarse en el respaldo de una de las sillas para no perder la estabilidad de sus temblorosas piernas.
Sus emociones fueron más fuertes y dejó escapar las lágrimas que se habían agolpado en sus ojos. Él atribuyó esa reacción al alivio que sentía, por lo que decepcionado, giró nuevamente su sillón para mirar por el ventanal.
Ella apretó sus puños hasta enterrar sus uñas en la palma de sus manos cuando escuchó las palabras de su jefe.
-Si quieres, puedes retirarte ahora, me las puedo arreglar solo hasta contratar a otra asistente. Te llamaré cuando los papeles estén listos, así no tendrás que…
-¡Nunca has entendido nada! –explotó ella interrumpiendo su monólogo-. Yo sólo… yo… ¡Eres un maldito idiota y te odio!
-Eso ya lo sabía –contestó con ironía.
-¡No! ¡Nunca has sabido nada de nada, Ranma!
-Te dije que podías retirarte. No quiero ser descortés, pero me gustaría estar solo, tengo muchas cosas que hacer.
-Ya me voy –contestó Akane secándose las lágrimas furiosamente y dándose media vuelta para retirarse.
Cuando iba a tomar el pomo de la puerta, vio el dorado anillo en su temblorosa mano y recordó todo lo que había pensado durante esos días. Tomando una apresurada decisión, le habló en lo que pensó, sería la última vez que lo haría.
-¿Sabes una cosa?, hace unos días tuve un sueño –dijo mirando siempre el piso-. No creo que para ti sea significativo, pero para mí fue importante… Soñé que tenía una hermosa familia, con hijos y todo, que era inmensamente feliz y que ya no estaba sola. Cuando desperté, me di cuenta de que eso era lo que realmente quería, una familia… Tontamente pensé que tú me ayudarías a cumplir ese sueño, pero ahora sé que eso será imposible y ese sueño no será nunca nada más que eso, sólo un sueño. Adiós Ranma, que tengas un buen día.
Akane cerró la puerta tras de sí y se fue corriendo a su oficina. No miró a nadie, no contestó ninguna pregunta, estaba tan dolida que lo único que quería hacer, era salir de ese edificio y no volver nunca más.
No rogaría ni se humillaría ante él. Ranma le había pedido una oportunidad y cuando ella había decidido dársela, ya era demasiado tarde. Bien, ella había cometido ese error, pero ya no podía hacer nada.
Tomomi ingresó junto a Ryoichi a la oficina de Akane, ambos visiblemente preocupados.
-¿Pasó algo malo jefa?
-Ya no soy tu jefa Ryoichi.
-Pero…
-No preguntes –dijo ella observándolos con ojos suplicantes. El escaso maquillaje que siempre llevaba había escurrido junto a sus lágrimas y había ennegrecido sus pómulos dándole un aspecto lamentable-. Les llamaré durante la semana. No me busquen, es probable que no me encuentren en casa y…
En ese momento se escucharon pasos acelerados acercándose a la puerta de su oficina. Los chicos, en su apuro por saber que sucedía, la habían dejado abierta.
-¡Demonios!, adiós chicos –dijo apresurándose en salir de allí con su bolso en la mano y una chaqueta bajo el brazo, pero el cuerpo de su, en ese momento, ex-jefe se lo impidió-. Déjame pasar –dijo ella con un hilo de voz, esquivando su mirada.
-¿Es verdad Akane? –inquirió él.
-Necesito salir de aquí. ¡Déjame pasar idiota!
-No hasta que me contestes –dijo él tomando el rostro de ella con ambas manos, para obligarla a mirarlo-. ¿Es verdad?... Ese sueño del que hablaste…
-¡Qué importancia tiene ahora! –gritó interrumpiéndole.
-¡Eres una tonta! –contestó él de igual forma.
-¡No más que tú! ¡Déjame pasar maldito idiota!
-¡Aún eres mi esposa! –exclamó él.
-¡No por mucho tiempo, tú mismo lo dijiste! –Akane sintió una rabia y desesperación que hacía años no sentía y le dio un fuerte golpe en el estómago que casi logra sacarle todo el aire. Aunque estaba fuera de entrenamiento, sabía como golpear y no había perdido su fuerza de antaño. Aprovechó esa leve ventaja para tratar de escapar.
-¡Akane! –gritó su jefe, avanzando tras ella.
-¡Déjame en paz Ranma! –contestó la mujer, corriendo hacia el elevador.
-¡No después de lo que dijiste! –la alcanzó casi al llegar al elevador y la levantó en vilo, cargándola en su hombro como si fuese un bulto.
Ella se debatía y chillaba, pero sabía que nunca podría vencerlo. Él la cargó de esa forma hasta llegar a su despacho, ignorando las atónitas miradas del personal.
Tomomi y Ryoichi miraban sorprendidos al inicio del pasillo por dónde había desaparecido su jefe cargando a su asistente.
-¿Su… su… -dijo Tomomi sin poder repetir la palabra.
-Esposa –completó su compañero.
-¿Será posible?
-Es la verdad.
-¡Y tú lo sabías! –le recriminó la chica.
-Lo supe hace poco, por accidente y le prometí a la jefa guardar el secreto. No sé nada más, ella no me ha contado la historia.
-¡Esto es increíble!
-Sí, ¿verdad?
R & A
Ya dentro de su despacho, Ranma dirigió sus pasos en dirección al amplio sofá que decoraba una de las paredes laterales de la oficina. Allí arrojó a su asistente con poca delicadeza. Estaba conciente de que no estaba siendo amable con ella, pero sabía que si la trataba dulcemente, ella nunca le daría las respuestas que él necesitaba con urgencia saber.
-¡No puedes decirme una cosa como la que acabas de decir y escapar! –espetó él.
-¡Yo no escapo, tú me dijiste que me fuera! –se defendió ella.
-Eso fue antes de que me dijeras esas cosas. Ahora quiero saber si es cierto –ella permaneció en un obstinado silencio, mirándolo dolida, pero también demostrándole lo ofuscada que se encontraba en esos momentos-. ¡Contesta de una vez, maldita sea!
-¡Qué quieres escuchar! –contestó ella con furia-. ¡Qué te amo, qué siempre lo hice y que durante todos estos años nunca pude olvidarte! ¡Qué siempre ha sido mi sueño el formar una familia contigo! –las palabras escaparon de su boca atropelladoras, pero ella no era totalmente conciente de la cara de incredulidad que tenía Ranma en ese momento. Ella trató de incorporase, pero él no se lo permitió, sentándose a su lado. Lo miró desafiante, para luego comenzar a sollozar tapándose la cara con ambas manos-. Esa… esa es mi absurda verdad… ¿estas satisfecho?
-¿Hablas… en serio? –dijo con incredulidad. Ella levantó su rostro. Estaba furiosa y no se contuvo de darle una inesperada y sonora bofetada.
-¡Siempre te gusto reírte de mí! Está bien, ¡te amo imbécil! Ahora déjame en paz, quiero irme de aquí –dijo poniéndose en pie.
No había avanzado tres pasos cuando él la capturó de su delgada cintura y la atrajo hacía sí, sosteniéndola fuertemente. La espalda de ella chocó bruscamente contra el pecho de él.
-De eso nada Akane –le susurró al oído de la forma más dulce de la que fue capaz-. Ahora te quedarás a mi lado y sinceramente, espero que para siempre. Yo te amo más que a mí vida y ya no pienso dejarte ir. No después de lo que me has dicho.
Ella no podía moverse, era como si sus fuerzas la hubieran abandonado por completo, parecía una patética muñequita de trapo en manos de su jefe. No supo cuándo ni cómo, Ranma había hecho que se girara y ahora sentía su respiración muy cerca de su rostro.
-Te amo Akane Tendo –dijo él antes de capturar sus labios.
Ella no sabía como reaccionar, cierto era que él ya la había besado, pero era la primera vez que le confesaba sus sentimientos abiertamente y ella había esperado tanto tiempo por un momento así, lo había imaginado de tantas formas distintas y en tantos escenarios diferentes, había anhelado tanto ese mágico instante, que ahora que por fin se producía, ella no sabía qué hacer.
El abrazo de Ranma se estrechó aún más y ella finalmente reaccionó, respondiendo a ese delicioso contacto con el hombre que amaba. Lentamente fue subiendo sus brazos, dejándolos descansar en los hombros de su jefe, para luego abrazarse a su cuello con desesperación. Cerró sus ojos y dejó escapar las lágrimas de gozo que se habían agolpado.
Ranma se separó de ella preocupado y ella pareció decepcionarse de su alejamiento, él la observó y sonrió, limpiando sus lágrimas con su dedo pulgar.
-Nunca me ha gustado verte llorar.
-¿Ni siquiera de alegría? –preguntó con una mirada llena de ilusión.
-Ni siquiera de alegría –repitió él. Ella sonrió levemente-. Así está mucho mejor –dijo para darle un nuevo beso que ella no tardó en corresponder.
Ranma la condujo lentamente hasta el sillón en donde se sentaron en silencio, sólo mirándose con una sonrisa que a los ojos de Kahori, hubiera resultado bastante boba. Luego de unos momentos de estar así, él hizo un movimiento brusco y la obligó a quedar recostada sobre él en el sillón. Ella trató de incorporarse, pero él la tenía fuertemente asida por la cintura.
-No te librarás de mí tan fácilmente Akane, esperé muchos años para estar así contigo y no voy a permitir que escapes.
-No quiero escapar, es sólo que me parece impropio.
-¿Por qué?
-Porque estamos en el trabajo, en tu oficina y puede entrar alguien y…
-Me da exactamente lo mismo –le interrumpió él-, eres mi esposa y te amo. Lo que me parece impropio a mí es que después de tanto tiempo de espera, prefieras estar conversando en vez de estar besando a tu esposo.
-¿Quién dijo que prefería conversar? –dijo ella traviesamente.
-Y entonces qué esperas.
Ella lo miró sonriente, buscó una posición cómoda y se fundieron en un apasionado beso que sólo terminó, cuando Akane escuchó el teléfono de Ranma repiquetear.
-Tienes que contestar –le dijo con un suspiro.
-¿Debo? –preguntó él con decepción.
-Claro que sí, puede ser importante –dijo ella poniéndose de pie, él la imitó de mala gana y contestó el fastidioso teléfono.
-¿Sí?... ¡Hola mamá!... La verdad sí, estaba recuperando el tiempo perdido con mi esposa, pero tú nos acabas de interrumpir –Akane le obsequió una mirada asesina, él sonrió traviesamente-…Sí, las cosas se están arreglando y finalmente le puedes decir hija con toda propiedad… ¡Yo también estoy feliz mamá!... Gracias, es muy amable de tu parte… Se lo diré, adiós –Ranma colgó el auricular y abrazó a su esposa-. Dice que está muy feliz, te manda muchos besos y abrazos y dijo que repitiera esto de forma textual: "te lo dije Akane" –él había tratado de imitar el tono de voz de su madre y ella rió alegremente, no sabia si por la pobre imitación o por lo que significaba la frase en sí-. Salgamos de aquí, vamos a comer, a caminar o a cualquier parte, pero vámonos.
-No podemos, las reuniones de la tarde…
-Se cancelan.
-Mira mi rostro, debo estar horrible y…
-Estas preciosa.
-Sí claro, con surcos negros en cada mejilla y ojos enrojecidos. ¡Todo por tu culpa!
-También fue tu culpa –se defendió él.
-Ya pero… ¡Los empleados! –dijo ella alarmada al recordar la escena anterior-. ¿Qué les diremos?... ¡De seguro ya están comentando y especulando cosas!
-Les diremos la verdad.
-¿La verdad?
-Eres mi esposa ante la ley ¿no?
-Sí, pero es una historia complicada y poco común.
-Akane, nada ha sido común en nuestras vidas.
-En eso tienes razón, pero ¿cómo les comunicarás esto?
-Citaré a una reunión. Sólo bastará con decirles que eres mi esposa, que nos casamos por las leyes civiles y que todo sigue igual que antes. No tienen por qué saber desde cuándo estamos casados o por qué nos separamos.
-Hay una persona que merece saber la verdad -contestó su esposa.
-¿Quién? -quiso saber él.
-Ryoichi.
-¿Si?
-El jueves, tú mismo te encargaste de revelárselo.
-El jueves hice muchas cosas de las que me arrepiento –dijo con melancolía.
-Yo también –dijo ella abrazándose fuertemente a él.
-Tenemos tiempo para remendar nuestros errores ¿no?
-Sí, pero ese día era especial, se cumplía un año más de…
-Y lo celebraremos esta misma noche –le interrumpió él-. Vamos a olvidar lo que sucedió la semana pasada e iremos a un lugar bonito para celebrar nuestro primer aniversario… que en realidad debería ser nuestro treceavo, pero eso no tiene mucha importancia.
Ella sonrió agradecida.
-Discúlpame por comportarme como una tonta.
-Discúlpame por ser un tonto. Ahora, vámonos de aquí ¿si?
-Esta bien, pero antes… respecto a decirles a los empleados…
-No quieres hacerlo.
-No es eso, es que…
-¿Qué?
-Pienso que sería mejor que pensaran que tú y yo sólo salimos juntos, como una pareja de novios o algo así.
-¿Si?
-Sí, después podemos decirles que nos casaremos o que ya lo hicimos, pero por el momento, creo que sólo Ryoichi debería saberlo, para evitar comentarios.
-Esta bien, si es lo que quieres.
-¿No te molesta?
-No. Ante toda la empresa serás mi novia, pero sólo por un tiempo, porque luego tendremos que decirles que eres mi esposa.
-Bien.
-¿Ahora sí podemos salir de aquí?
-Sí.
Ranma tomó la mano de Akane y se dirigió hacia la puerta, luego de salir de su oficina, le comunicó a su recepcionista que saldrían a almorzar y que tal vez no volverían hasta el día siguiente, que por favor limpiara su agenda y avisara a Ryoichi y a Tomomi para que hicieran lo mismo con la de Akane y tomarán todo bajo control.
Cuando atravesaban por el pasillo hacia el elevador, él seguía llevándola firmemente de la mano y con una sonrisa iluminando su rostro. De inmediato se percató de las miradas curiosas y sorprendidas de los que allí se encontraban y detuvo su caminar en la mitad del pasillo. Con voz potente llamó la atención del personal.
-Amigos, sé que lo que vieron hace un rato llamó poderosamente su atención y creo que es hora de que sepan la verdad. La señorita Tendo ya no es mi asistente, desde ahora en adelante será mi asistente y mi novia y espero que prontamente, también se convierta en mi esposa, así es que lo que ustedes acaban de presenciar fue un pequeño altercado entre una pareja de enamorados que espero, no volverá a repetirse. Es todo, pueden volver a su trabajo, gracias.
Ranma se alejó con una muy sonrojada Akane hacia el elevador, dejando un murmullo generalizado atrás.
-Dijiste que citarías a una reunión –dijo Akane en un susurro.
-Me pareció el momento indicado para comunicárselos –sonrió Ranma.
-Espero que así sea.
-Así será. ¿Dónde quieres ir?
-A cualquier lado.
-¿Lo dejas a mi elección?
-Sí.
-Te puedes arrepentir.
-Correré el riesgo –contestó ella.
-Bien –dijo él con un nuevo brillo en sus ojos.
Sí, Akane pensaba correr el riesgo, no tan sólo de dejar que él eligiera dónde llevarla esa tarde, sino también el de entregarle su corazón a su esposo por segunda vez.
Aunque un tanto asustada, algo le decía que estaba haciendo lo correcto y que esta vez, todo saldría bien en ese tortuosos romance.
Notas finales:
1.-Y ya se acabó. No queda más que un capítulo y esta historia... No... es mentira, una pequeña bromita, no puede evitarlo ^^
¡Sí!, por fin... Capítulo larga duración, lo siento por eso pero debía ser así, es que no quise cortarlo a la mitad.
Para quienes piensen que esto ya se acaba, lamento informarles que no es así. Los inquietos duendecillos que parecen trabajar en esta cosa que llevo sobre los hombros (y que los científicos se obstinan en darles el nombre de neuronas) me siguen susurrando sus ideas y debo reconocer que a mí me están gustando mucho, mucho esas ideas. Así es que tendrán que aguantarme un tiempo más con esta historia.
2.-Bueno, ya hay un acercamiento más sustancial de la pareja. El que siga todo bien en esta relación será exclusiva responsabilidad de los duendecillos que trabajan en mi cabecita. Veremos qué deciden hacer de aquí en adelante. En todo caso, les debo la miel y el azúcar, así que creo que pronto ya tendremos capítulos más 'dulces', a no desesperar ^^
3.-No sé que piensan, pero me pareció justo que Akane sufriera un poco en este capítulo, porque si durante alrededor de nueve cap, el chico se ha casi arrastrado a sus pies y ella se hace la dura, díganme, ¿no es justo que ella también sufra un poco por su 'olvido'? Ahora, sé que dirán: "Las mujeres casi nunca olvidamos esas fechas importantes", pero para esta historia debía ser así, de lo contrario no hubiera existido este capítulo.
4.-Muchas/os acertaron en la memorable fecha del aniversario de bodas de nuestros protagonistas, mis felicitaciones, estaba segura que sabrían de antemano el motivo de la molestia de Ranma. ¿Por qué el 20 de agosto?... No tengo una razón, simplemente se me ocurrió esa fecha al principio de esta historia. No me sucedió nada un día como aquél y creo que dentro de la serie o el manga de Ranma ½ tampoco hay nada señalado con ese día, simplemente es una fecha escogida al azar.
5.-Como siempre quiero agradecer inmensamente a quienes siguen esta historia fielmente. A quienes lo hacen anónimamente y muy especialmente a quienes alegran mi vida dejándome un review con sus valiosos comentarios. A syndy, Nia06, ivonne-18, AKANE2004, Marce, Yuna Lockheart (Feliz cumpleaños atrasado ^^, espero te haya gustado el cap), Nahia, lerinne, KohanaSaotome, blandy (Lo siento, prometo que estoy haciendo todo lo posible para apurar las entregas, pero fin de año te pasa la cuenta ¿no?, al menos yo estoy con mil cosas que hacer. Gracias por el review. Cumplida tu petición, ya están contentísimos jaja. Muchísimas gracias blandy ^^), Mya23, Barbs21, Sele, ranmamaniaca, Sofi, adrichan, Yram (Gracias por tus palabras para este capítulo. De verdad, sentí mucho enterarme de tu reciente pérdida. Si lo que escribo te sirve de distracción y te brinda algo de alegría, entonces, mi objetivo está cumplido. Mucho ánimo y fuerza, las cosas tristes y malas son parte de nuestra vida, nosotros sólo podemos aprender a convivir con ellas, debes seguir adelante y ya con el tiempo verás que todo mejora. Se puede, ahora debes tratar de sonreír ¿si? Espero que este cap te sirva para distraerte un poco. Desde acá te envío todo mi apoyo, mucha fuerza, un beso y un abrazo gigante ^^), Rankanema (Gracias por el review. Bueno, creo que ya todo lo que sufrió este par se vio recompensado con éste capítulo ¿no?... Aunque no aseguro que el desarrollo de su relación sea todo miel sobre hojuelas, quién sabe qué otras dificultades encontrarán. Muchísimas gracias por darme a conocer tu opinión ^^), Vero (Mi niña linda, gracias por el review. Con gusto te ayudaré, aunque no tengo mucho tiempo, pero ya me las arreglaré ^^. Pero tenemos un problemita… La página borró la dirección de correo que me dejaste en el review, por eso no pude contestarte T-T. Creo que esta página borra las direcciones automáticamente y creo que la forma en que se pueden ver es escribiéndola con espacios entre cada letra, sería algo así: v e r o (arroba) h o t m a i l (punto), algo así. Te rogaría volver a dejarme tu correo ¿si?, ten por seguro que contestaré ^^), Paola, Caro y osanai ko kuram, muchísimas gracias por dejarme conocer lo que piensan de lo escribo con tanto cariño. En verdad me hace muy feliz el recibir cada una de sus palabras ^^
Me despido por ahora, que tengan una linda semana y buena suerte!
Madame De La Fère – Du Vallon.
