- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato, algo así como "extras"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.



"He tenido suficiente… (Closer)"

* * *

Capitulo XVI

"Oh L'Amour"

En el silencio que siguió al momento en que las tres personas se encontraron, Akane fue conciente de la respiración pausada pero cercana de Ranma, de la risa lejana de una muchacha que pasaba por la calle conversando animadamente con un chico, el insistente olfateo de su mascota que se movía entre sus piernas y las de su visitante y del desconcierto que expresaba el rostro de la persona que tenía enfrente al descubrir que ella no estaba sola.

Permanecían estáticos, sin decir una palabra, sólo observándose. Akane tenía sus ojos fijos en la persona que tenía enfrente, el ceño fruncido y una mueca de desagrado decoraban su rostro.

Y es que ella creía que había superado lo que había sucedido hacía tantos años, pero al verle ahí de pie, con esa postura de "yo no quise hacerlo, lo prometo, sólo aproveché la oportunidad. Por favor perdóname", le volvía a recordar toda la frustración, el dolor y la desilusión que había sentido años atrás, más ahora que se encontraba junto a Ranma y parecía que todo hubiera vuelto al punto de partida.

Ranma no se sentía mejor. Nunca se hubiera imaginado volver a encontrarle, mucho menos frente a la casa de su esposa, con su esposa presente y justo en el momento en que las cosas parecían estar tomando un rumbo favorable en esa larga y tortuosa relación.

Un malestar que hacía mucho tiempo no sentía y la secreta inseguridad que no recordaba, podía llegar a apoderarse de sus acciones en una situación similar, lo invadió de inmediato.

Ryo comenzó a ladrar nuevamente en dirección a la persona desconocida para él, consiguiendo la atención de su dueña.

Ranma aprovechó el momento para hablar y salir de ese estado de aturdimiento que le había producido esa inesperada interrupción.

-Tiempo sin verte –comentó sin la más mínima cortesía, por lo que recibió una mirada totalmente fría de quien se encontraba enfrente.

-Lo mismo digo –contestó de forma dura, mirándolo a los ojos-, aunque debo reconocer que no esperaba encontrarte aquí –puntualizó con una media sonrisa en los labios.

-¿Te sorprende? –dijo Ranma acercándose más hacia su esposa, como si quisiera protegerla de un ataque imprevisto.

-Un poco… –reconoció-. Sí, me sorprende un poco.

Silencio nuevamente, estaba claro que ninguno sabía cómo proseguir con la conversación.

Akane respiró profundamente y se obligó a salir de su ensimismamiento.

-¿A qué viniste? –preguntó casi en un susurro.

-Ya te lo dije, Akane, quiero pedirte perdón, pero con Ranma aquí presente, se me hace un poco difícil y…

-Tendrás que acostumbrarte a verme junto a ella –interrumpió Ranma con un tono de voz duro y autoritario-. Akane es mi esposa y después de mucho tiempo, finalmente estamos juntos.

-Así veo –asintió en un susurro-. Finalmente estas junto a ella, aunque no sé si lo mereces –comentó con algo de resentimiento-. Tú eres quien más le hizo daño ¿no?

-¿Y tú no? –se defendió el aludido.

-Lo mío fue diferente, lo sabes.

-¡Diferente en qué sentido! La engañaste por años –acusó el joven de la trenza-. Aprovechaste su ingenuidad para tu beneficio personal.

-¡Pero no la hice caer en una clínica psiquiatrita por abandonarla a su suerte por una estúpida herencia! –gritó de pronto, arrepintiéndose casi de inmediato al ver el rostro pálido de la joven mujer que tenía enfrente.

Ranma se quedó estático por un par de segundos antes de reaccionar y dar un paso en dirección de la visita, pero no pudo seguir avanzando, ya que su esposa le detuvo con una de sus manos.

-Basta –susurró con un hilo de voz; luego enfrentó con la mirada a su visitante-. Yo... Olvidé lo que pasó hace mucho tiempo, pero debes entender que se me hace difícil volver a verte.

-Lo sé –dijo con una mirada de culpa reflejada en el rostro-. Y lo entiendo, Akane, pero debía volver, debía decirte que… Que lo siento por hacerte daño sin proponérmelo. Todos estos años he recordado el momento en que salí de esta casa, el día en que perdí a una buena amiga por un capricho y una estupidez de adolescente.

Ella le observaba con una mezcla de tristeza y resentimiento, pero finalmente, la compasión se impuso nuevamente en el corazón de la chica.

No podía odiarle, eso lo tenía claro, mucho menos cuando sabía que había sido ella la gran causante de todo el enredo y el mal entendido de hacía años

-Está bien, no tienes por qué pedir perdón. Han pasado más de diez años desde que descubrí tu secreto, Ryoga.

-Y a mí me parece que fue hace tan poco tiempo –comentó con decepción-. Ese día… fue el día más amargo de mi vida, Akane.

-Eso ya pasó y aunque todavía permanece el recuerdo en mi memoria, he preferido apartarlo y darlo por superado.

-¿Crees… Crees que algún día puedas… Volver a ser mi amiga? –se atrevió a decir Ryoga con palabras entrecortadas, mirando fijamente al suelo. Ella le observaba con tristeza pero sin atreverse a darle una respuesta. Era muy difícil para ella volver a confiar en las personas una vez que la habían defraudado y eso era justamente lo que había hecho Ryoga. Sentía que él había tenido muchas oportunidades para contarle la verdad y sin embargo no lo había hecho, en cierto sentido, pensaba que el chico, un adolescente por esos años pero lo suficientemente maduro como para distinguir lo que estaba bien de lo que estaba mal, se había aprovechado de su ingenuidad, entonces, le era muy difícil poder decirle de buenas a primera un "sí Ryoga, volveremos a ser amigos".

No, sabía que si hacia aquello, se estaría engañando y estaría engañando a Ryoga.

-No me pidas que te dé una respuesta ahora porque no lo sé. Todavía siento tristeza y vergüenza al recordar la escena… y las muchas veces que un chico que creía mi amigo, compartía sin yo saberlo mi intimidad –él la observó de soslayo, totalmente sonrojado. Cuando se atrevió a levantar la mirada, se encontró con la implacable actitud de Ranma. Los ojos de su ex–rival observándolo fríamente, advirtiéndole en silencio que si seguía insistiendo, alguien saldría lastimado-. Dame algo más de tiempo… Quizá algún día esto no sea más que una anécdota y podamos volver a ser buenos amigos. Por ahora creo que será mejor mantener la distancia.

Ryoga no contestó, sólo se limitó a asentir con una expresión de culpa en el rostro. Estaba a punto de despedirse, asumiendo su responsabilidad en todo lo que había pasado y el rechazo de la bondadosa chica, pero escuchó el comentario nada agradable de Ranma.

-Debiste pensar en las consecuencias antes de aprovecharte de la situación Ryoga. Secretamente disfrutaste de las ventajas que te daba el convertirte en cerdo, es justo que ahora pagues por ello.

El joven de la trenza no había podido permanecer callado, era la venganza que por tantos años había querido cobrarse, aunque a veces, es mejor guardarse esa sed de venganza, porque las consecuencias pueden ser desfavorables.

Eso bien lo sabía Ryoga; y Ranma, o lo desconocía o no se había percatado de la delgadez del hielo que pisaba.

Ryoga le observó con malicia y luego de soltar una carcajada irónica, volvió a hablar.

-Te sientes muy seguro Ranma, te sientes el ganador de esta batalla sólo porque Akane cometió la torpeza de aceptarte nuevamente a su lado. No sé cómo la embaucaste nuevamente, pero creo que hay algo que no le has dicho.

-No hay nada que ella no sepa de mi vida pasada o presente Ryoga. Tus amenazas no te servirán esta vez para separarme de ella. Entiéndelo, nosotros nos amamos y permaneceremos juntos por el…

-Akane, tú piensas que yo pude haberme aprovechado de la situación, estás en tu derecho de creer algo así –le interrumpió Ryoga, dirigiéndose nuevamente a la chica. Ella lo observaba sin entender lo que estaba sucediendo entre los dos hombres que permanecían junto a ella-, pero qué me dices del que se convirtió en tu esposo.

-No entiendo qué me quieres decir con eso Ryoga, habla claro.

-Akane, este sujeto no tiene nada más que decirte –interrumpió Ranma, intuyendo las intenciones de su otrora rival-. Quería tu perdón, ya lo consiguió, dejemos que siga su camino.

-No, quiero escuchar lo que tiene que decir –dijo Akane observando a su esposo decididamente.

-¿Tienes miedo de lo que pueda revelarle, Ranma? –preguntó Ryoga con un deje de burla en su tono de voz.

-Por supuesto que no, todos éramos jóvenes y confundíamos la lealtad con la estupidez

-Es cierto –afirmó Ryoga, asintiendo con la cabeza mientras se cruzaba de brazos-. No sé quién fue más estúpido, si el que era capaz de humillarse para que no revelaran su secreto o el que guardó el secreto por no romper una promesa y así poner en riesgo su tan preciada honorabilidad.

-Es mejor que te vayas Ryoga –dijo Ranma, dándole un enérgico tono de advertencia a sus palabras-, fue muy bueno verte pero ya es tarde, queremos descansar.

-Espera un momento Ranma –dijo Akane-, Ryoga, se puede saber qué está sucediendo aquí, qué es lo que intentas decir.

Ambos jóvenes se observaban desafiantes. Ryoga sabía que tenía una valiosa oportunidad, quizá la única que podría llegar a tener nunca de vengarse de su eterno rival, y a Ranma también le quedaba bastante claro que tenía todas las de perder.

Si Akane se enteraba de la verdad, aunque hubiesen pasado tantos años, ¿cómo reaccionaría? Definitivamente, no quería averiguarlo.

-Vete ya Ryoga –dijo con poca seguridad.

-Así que... ella sabe todo sobre tu vida ¿no?

-Ryoga –pidió Ranma en un intento desesperado para detener las palabras de su ex–rival.

-Sí, ya me voy –concedió el aludido. Miró fijamente a Akane e hizo una leve reverencia-. Fue bueno verte y sacarme este peso de encima Akane, espero que algún día realmente me perdones y volvamos a ser verdaderos amigos.

-Yo… también lo espero así –contestó aun confundida.

-Ranma, cuida de Akane ahora que estas junto a ella –dijo con rencor-. Ah, y perdón por no haberte dicho esto antes pero como bien dices, todos éramos muy jóvenes, así que yo no tuve tiempo de agradecerte verdaderamente por todo el tiempo que guardaste mi secreto –finalizó con una media sonrisa, dejando ver uno de sus colmillos.

Ranma apretó los puños y le observó con odio, iba a defenderse, pero escuchó la voz quebrada y susurrante de su esposa.

-¿Guardó… tu secreto?

-Pienso que debías saber eso también Akane, por mucho que él diga que te ha contado todo, hay cosas que siempre se guarda para su beneficio personal. Ya ves que no soy el único que te engañó con lo del cerdo, tu esposo lo supo desde un principio y por lo que veo, nunca te lo dijo. Es una lástima que el amor que dice profesarte haya sido menos importante que la antigua y absurda promesa de no revelar la verdadera identidad de P-chan.

Silencio nuevamente.

Para Ryoga, la deuda por las humillaciones recibidas hacía tantos años, estaba cobrada. Era una lástima no poder quedarse a disfrutar del espectáculo, pero ya había cumplido sin imaginárselo con uno de sus grandes sueños, destruir el mundo perfecto de Ranma Saotome.

Para Ranma, la tierra pareció abrirse en ese momento y dejarlo caer en el abismo. Sabía que Akane no le perdonaría tan fácilmente el que hubiera callado por tanto tiempo la verdad acerca de P-chan, y aunque él había hecho lo posible en su adolescencia por desenmascarar al cerdo de una forma sutil, ella nunca había prestado atención a las señales y ahora…

-¿Eso es cierto? –escuchó a su esposa decir con un hilo de voz. Su mirada enfocada en el suelo, sus cortos cabellos cubriendo sus facciones. Sólo esperaba que no comenzara a llorar, porque de ser así, estaría perdido-. Ranma…

-Creo que tienen bastante de que hablar –dijo Ryoga haciendo un molesto ademán de despedida con una de sus manos-. Fue un placer volver a verte Ranma –terminó de decir maliciosamente para luego desaparecer rápidamente del lugar.

Y allí permaneció el matrimonio, sin saber qué hacer o cómo reaccionar ante tal revelación.

-¿Es verdad? –preguntó ella con amargura.

Él no podía ver su rostro pero por su tono de voz, notaba que se sentía decepcionada. Debía ser extremadamente cuidadoso con su defensa si quería salir bien librado de aquella situación.

-Akane...

-Sólo contéstame si es verdad lo que dijo Ryoga, quiero saber si tú sabías que P-chan y él eran uno solo.

Ranma apoyó su mano derecha sobre el hombro de su esposa y suspiró profundamente antes de contestar.

-Sí –reconoció en un susurro-, es... es verdad. Yo lo sabía.

Akane cerró los ojos y lentamente volteó su cuerpo para encararle, levantó su cabeza e hizo contacto visual con su esposo.

Él nunca había visto los bellos ojos de su mujer brillar de esa forma. No era un brillo de felicidad y regocijo, era un brillo de tristeza y decepción.

-¿No fuiste capaz de decírmelo? –había formulado una pregunta, pero se escuchó como una recriminación-. A pesar de que sabías que él compartía mis noches, de que yo me mostraba poco pudorosa ante él, creyendo que era un cerdito inofensivo.

-Traté de decírtelo, traté de que te dieras cuenta, lo hice tantas veces que no puedo recordar cuántas, sin embargo, tú no ponías atención a las señales y decidiste creerle al cerdo –se defendió.

-Era un cerdo –dijo con un hilo de voz-, un cerdo que creía, era mi mascota y que finalmente resultó ser un chico. Sólo dime si logras comprender lo que pude llegar a sentir cuando lo descubrí, si puedes llegar a comprender la vergüenza y la humillación de saberse engañada por años con una cosa como esa.

-Aunque no lo creas, lo entiendo Akane.

-¡Y no hiciste nada! -exclamó ella perdiendo la calma-. ¡En ese entonces eras mi prometido!

-Sí y también un tonto.

Ella lo observó con una expresión indescifrable en el rostro que a él le inspiró temor.

Ranma tenía toda la intención de olvidar lo sucedido y comenzar de cero; llevó su mano al rostro de su esposa tratando de acariciar su tersa piel, pero ella dio un paso al costado inmediatamente, alejándose de él.

-Es mejor… Será mejor que te vayas a tu casa Ranma, el viaje de mañana es agotador y te espera una semana pesada en Hong Kong.

-Pensé que querías que me quedara contigo –dijo con temor no muy bien disimulado.

-Eso fue antes, lo pensé mejor y creo que es prudente que te vayas ahora.

-No –dijo él con poca convicción-. No quiero irme, será una semana que estaremos separados, Akane…

-¡Pues yo sí quiero que te vayas, Ranma! –le interrumpió gritando con todas sus fuerzas-. Entiende por favor que es difícil para mí todo esto. No quiero empeorar las cosas entre nosotros.

-¿Empeorar? –preguntó él totalmente confundido-. Pero si todo ha ido bien, Akane.

-Todo iba bien hasta que llegó Ryoga y me enteré de esto.

-No puedes estar molesta por algo que pasó hace años.

-No estoy molesta –dijo ella mirándolo con lágrimas contenidas-, estoy dolida ¿no lo entiendes? Yo confiaba en ti, confiaba en él y ambos me engañaron. Pero tu actitud… ¡Diablos! ¡Debiste decírmelo!

-Debí hacerlo –contestó Ranma con culpa-. Perdóname.

-Sólo vete y déjame sola. Una semana separados nos vendrá muy bien.

-No quiero irme sabiendo que estás molesta y dolida conmigo. No quiero pensar en que a mi vuelta no querrás verme.

-Hablaremos cuando vuelvas. Ahora por favor, vete. Quiero descansar.

-Akane...

-¡Sólo vete Ranma!... Déjame sola, por favor –suplicó a punto de derramar las lágrimas que permanecían en sus ojos.

-Bien –contestó él con amargura.

Se inclinó para darle lo que pensaba sería un apasionado beso de despedida, pero no recibió más que la mejilla de su esposa esperando por sus labios.

Quiso gritarle que se equivocaba al mostrarse tan fría, que lo mejor era dar vuelta la página y seguir adelante con su maravilloso reencuentro, pero sabía que no conseguiría nada, es más, era muy probable que si hacía algo como eso, ella terminaría alejándose aún más de él. Un suspiro cansino escapó de sus labios.

-Nos vemos cuando regrese.

-Buen viaje y que todo salga bien –contestó ella fríamente.

-Saldrá muy bien, después de todo, tú preparaste mis reuniones y exposiciones con los inversionistas –sonrió, tratando de desviar la atención.

Ella sólo asintió de forma seria y se acercó a la puerta de su casa.

-Ven Ryo, ven muchacho –llamó a su mascota; el inquieto perro se acercó ladrando al lado de su dueña-. Nos vemos Ranma.

-Nos vemos –susurró él mientras veía la puerta cerrarse tras su esposa-. Maldito cerdo del demonio –masculló con rabia apenas contenida-. Si no fuera porque mañana aparecería en la primera plana de todos los periódicos, te buscaría para matarte.

Con un fuerte golpe de su puño cerrado contra la palma abierta de su mano izquierda, se alejó masticando la amarga derrota ante su eterno rival.

Si Ryoga había querido vengarse de él por todas las humillaciones que le había prodigado cuando eran unos chiquillos, había conseguido su objetivo con creces.

Maldijo el día en que Ryoga se había cruzado en su camino y se maldijo a sí mismo por lo idiota que podía llegar a ser a veces.

Con desgana y tristemente, emprendió el camino a su solitario y frío hogar, rogándole a todos los dioses para que ella lograra olvidar, para que consiguiera entender y por sobre todas las cosas, pudiera perdonarle y volver a confiar en él.

Una semana que no la vería y ya comenzaba a extrañarla.

R & A

La chica se encontraba sentada, con unos papeles desperdigados sobre la lisa superficie de su escritorio y una lapicera en su mano derecha. El codo de su brazo izquierdo permanecía apoyado en el escritorio y su mentón descansaba sobre su puño cerrado.

En su atractivo rostro, una expresión meditabunda se había hecho presente.

Lo cierto era que hacía varios días que se comportaba de aquella forma y sus colaboradores ya comenzaban a preocuparse.

Sabían que la posible y más segura causa de la melancolía de su jefa era sin duda la ausencia del presidente de la empresa, su novio para todo el personal. Su esposo, para los dos más cercanos a ella.

Era así que nadie se extrañaba al verla entrar a la oficina cabizbaja y con poco entusiasmo, tampoco se extrañaban de enterarse que se retiraba bastante tarde de las dependencias de la Black Ryu Company. Era comprensible, ella extrañaba al jefe.

Eso, a ojos de todo el personal, menos para sus más cercanos.

Los dos chicos que habían sido asignados desde un principio para ayudar a Akane en sus labores como asistente de presidencia no se engañaban. Sabían que algo no andaba bien con su jefa y ese día habían decido indagar a fondo hasta descubrir el por qué de la falta de entusiasmo de su jefa.

Ella había recibido un enorme arreglo florar cada día desde que el jefe no estaba en la oficina, sin embargo, había optado por repartir las flores al resto del personal que quisiera quedarse con ellas y ni siquiera parecía importarle, sólo conservaba las pequeñas tarjetas, sin abrirlas.

Las llamadas de su jefe desde el extranjero no eran contestadas por la señorita Tendo. No, ella misma le había dado la orden a Tomomi de atenderlas personalmente y ayudar a su jefe en lo que necesitase.

-"Sospechoso –le había comentado la chica a su amigo Ryoichi-. Si mi novio, o esposo en este caso, se encontrara de viaje en el extranjero, cualquier motivo sería una oportunidad de oro para hablar con él. ¿Por qué Akane se niega a hacerlo?".

Sí, el por qué era lo que quería averiguar la curiosa muchacha, así como también la increíble historia del matrimonio protagonizado por sus superiores.

De modo que esa tarde de jueves, ingresó decidida junto a Ryoichi a la oficina de su jefa a descubrir un par de cosas.

-Akane, el jefe volvió a llamar –dijo nada más ingresar en la oficina.

-¿Qué quería? –contestó Akane con poco interés, fingiendo que se encontraba concentrada en lo papeles que tenía enfrente.

-Oh, nada relacionado con el trabajo, sólo quería saber si tú estabas bien.

-¿Qué le dijiste?

-Que te veía bien, sólo algo desanimada y melancólica.

-Pero eso no es verdad, Tomomi –trató de defenderse Akane.

-Jefa, perdona que me entrometa pero Tomomi tiene razón, te ves desanimada y melancólica –aportó Ryoichi mientras tomaba asiento en una de las sillas y dejaba unos documentos sobre el escritorio.

-¿Tanto se me nota? –preguntó Akane fijando la vista en ellos.

Ambos jóvenes asintieron en silencio.

-Debe ser difícil estar lejos del hombre que una ama –comentó la chica.

-No en estos momentos –susurró Akane.

-¿Hay algo en lo que te podamos ayudar? –inquirió la astuta jovencita.

-No, ya pasará. Trabajemos en lo que quedamos.

Ambos jóvenes se observaron dubitativos y comenzaron a hacer lo que Akane les pedía. Luego de un momento, Akane le solicitó a Ryoichi que fuera en busca de otros informes que necesitaban. El joven salió de la oficina de su jefa y a Tomomi le pareció el momento preciso para abordar a su jefa.

-Akane, hay algo que me gustaría mucho saber.

-¿Qué cosa?

-No es que sea curiosa pero, ese día, cuando tú te ibas y el jefe vino a buscarte, él dijo…

-¿Qué dijo? –preguntó Akane ante la interrupción de la chica.

-Bueno, es que yo escuché claramente… que tú eras su esposa.

-Oh, era eso –dijo Akane-. Bueno, la historia es breve y de hecho, creo que ya se los había comentado con anterioridad. Me casé muy joven con su jefe. En esa época ambos practicábamos artes marciales y mi padre tenía un dojo, nuestros padres acordaron nuestro matrimonio cuando todavía no nacíamos y para cuando contábamos con dieciséis años, nos presentaron. Meses después, terminé casada con él y separada casi al mismo tiempo por algunos problemas que no voy a mencionarte. Luego de doce años y al postular a este cargo, me reencontré con mi esposo y ahora decidimos darnos una nueva oportunidad, es todo.

-Se escucha bastante simple –comentó la chica.

-Te aseguro que no ha sido para nada simple –respondió Akane exhalando un suspiro.

-Y ahora te encuentras enfadada por algún motivo con el jefe –complementó Tomomi con una expresión de seguridad de que lo que decía era cierto.

-Y tú cómo puedes saberlo –quiso saber Akane.

-Porque han pasado largos meses en los que he aprendido a conocerte y a quererte también, Akane. Además, presto atención a los detalles.

-¿Los detalles?

-Cualquier mujer estaría encantada con las flores que te llegan diariamente. Tú no las quieres, eso es señal de molestia con quien te las envía y el único que puede hacerlo es el jefe –dijo enfatizando sus palabras con un movimiento de su dedo índice-. Lo de no contestar a sus llamadas también es una prueba certera de que algo anda mal entre ustedes.

-Tienes razón –concedió Akane-. Aunque enfadada no sería la palabra correcta para referirse al tema.

-Sea lo que sea, hay una sola cosa que es cierta, el jefe te ama y eso es lo que realmente importa ¿no?

-Humm.

-De verdad Akane, yo llevo trabajando aquí por más de cinco años y nunca lo había visto tan feliz como ahora. Sea cual sea el problema, debes tratar de solucionarlo, porque se ve que ustedes son el uno para el otro.

-El uno para el otro –murmuró Akane.

-¿Por qué no lo llamas ahora? Se escuchaba realmente preocupado y deprimido esta tarde.

-Tal vez lo llame, pero no ahora. Sigamos en lo que estábamos, no quiero que llegue Ryoichi y nos encuentre hablando de estos temas.

-Sí.

-Ah, y Tomomi, no repitas nada de lo que te dije, es muy delicado.

-Pierde cuidado jefa.

-Gracias.

Así pasó el resto de la tarde para la complicada asistente de presidencia, entre trabajo y auto cuestionamientos respecto a su correcto o errado proceder en la relación con su esposo.

Llegada la hora de salida, Akane se dispuso a retirarse de la oficina para llegar a su casa, no sin meditar sobre todo lo ocurrido en esa semana en la que había estado separada de Ranma.

Él llegaría ese fin de semana, específicamente el día domingo y ella todavía no sabía cómo iba a enfrentarle.

Se moría por verle nuevamente, por estar junto a él, no podía negarlo, pero cada vez que trataba de dejar todo atrás, de olvidar la conversación con Ryoga, volvían los cuestionamientos sobre el comportamiento pasado de su esposo. ¿Debía perdonarlo así sin más o sería bueno castigarlo por su error? Lo cierto era que ya no se sentía capaz de seguir por mucho más tiempo alejada de él. Lo quería y lo necesitaba más que nunca, pero su experiencia le dictaba que debía darle una lección si quería que algo así nunca más volviera a ocurrirles.

Lo tenía decidido, seguiría con ese juego por lo menos hasta que él llegara y se presentara frente a ella, sólo en ese momento sabría que era lo más prudente hacer, perdonar y olvidar o seguir castigándolo a él y de paso a ella misma con esa separación y frialdad.

Para su reencuentro faltaban dos días, no era necesario seguir pensando en lo que pasaría hasta que llegara el momento preciso.

R & A

Estaba resultando ser la semana más desagradable de la que tuviera algún recuerdo. Por lo menos, la más desagradable desde que la había vuelto a encontrar.

Se habían despedido con frialdad el día en que el odioso cerdo había vuelto a aparecer en sus vidas sólo para complicárselas de sobremanera.

Eso no habría sido tan relevante para él; conocía a Akane y sabía que el enterarse del estúpido secreto que él había guardado por tantos años le había hecho reaccionar mal. Pero lo que lo tenía realmente preocupado, casi agobiado a decir verdad, era la completa indiferencia que demostraba su esposa con él.

Era cierto, estaban separados por kilómetros de distancia pero, qué le costaba contestar tan sólo una de sus llamadas, qué le costaba responder a uno de sus muchos mensajes al correo electrónico o al celular.

No, Akane Tendo seguía siendo la mujer más terca y obstinada que él hubiera conocido y se lo estaba demostrando una vez más en esa ocasión, haciendo además que él cayera en la desesperación e incertidumbre de no saber con qué se iba a encontrar a su regreso a Japón, porque una cosa era ignorarlo por completo mientras estuvieran separados; eso, aunque difícil, podía soportarlo, pero el sólo imaginarse su indiferencia y frialdad ahora, cuando él estaba totalmente enamorado de ella… No, imposible soportar algo como eso.

Se puso de pie sacudiendo la cabeza como si con ese movimiento pudiera alejar esos pensamientos y se dirigió al gran ventanal que daba a la bahía de la isla.

Involuntariamente comenzó a recordar su estadía anterior en ese mismo lugar meses atrás.

¿Qué hubiera sucedido si en aquella oportunidad hubiera avanzado la relación que mantenía con su esposa? ¿Hubiera resultado todo con las mismas consecuencias? ¿Seguirían juntos ahora o ya no?

Sonrió al recordar la noche de la cena, cómo había arruinado todo por torpe y por no saber nunca cómo reaccionar. Eso era algo que debía solucionar a la brevedad, como reaccionar frente a Akane.

Suspiró profundamente e iba a arriesgarse a enviar un nuevo mensaje a su esposa cuando el teléfono se dejó escuchar. Su semblante se iluminó y caminó rápidamente a contestar la llamada, rogando para que la persona que lo llamaba se encontrara al otro lado del mar.

-Sí –contestó con ansiedad.

-Señor Saotome –se escuchó del otro lado-, hay una señorita que insiste en verle.

-¿Quién? –dijo totalmente decepcionado.

-No lo dijo señor, pero quiere hablarle y parece ser importante… espere un momento –la voz de una mujer que hablaba con la recepcionista se dejó escuchar del otro lado del auricular, aunque Ranma no pudo distinguir ni la voz ni las palabras-. La señorita dice que usted se sorprenderá y que le conviene recibirla.

-Bien, dígale que bajaré enseguida –contestó no del todo convencido.

-Sí señor.

El joven empresario se dirigió a la puerta de su habitación con la incertidumbre de no saber quién le esperaba en la recepción del hotel. Nadie sabía que él se encontraba allí, excepto algunos de sus empleados más cercanos, su madre y ¿Akane?

-"… dice que usted se sorprenderá y que le conviene recibirla…"

Las palabras de la mujer se repitieron en su cerebro, no quería ilusionarse, pero ¿y si era lo que él deseaba?, ¿y si ella le había perdonado y ahora se encontraba allí?... Y el maldito elevador que tardaba tanto en bajar al primer piso.

Para cuando el aparato se detuvo en el nivel principal, el joven de la trenza se encontraba totalmente desesperado y ansioso, por lo que no tuvo ninguna dificultad para esquivar con poca amabilidad a los empleados y huéspedes que salían e ingresaban al elevador.

A paso rápido se dirigió directo al mesón de recepción, la jovencita sonrió al verle llegar.

-¿Dónde está? –más que una pregunta fue casi una exigencia.

-Allí señor –indicó la joven en una dirección al frente.

Él avanzó en la dirección que le indicaban sin siquiera agradecer por la información y se encontró de frente con la mujer de corta cabellera que lo observaba desafiante.

La jovencita de la recepción tenía toda la razón, vaya que le sorprendió verla de pie frente a él, de brazos cruzados y con una expresión bastante agria en el rostro.

-¿Qué le hiciste a mi hermana esta vez, Saotome? –inquirió una malhumorada Nabiki, mientras se sacaba los anteojos oscuros y observaba al esposo de su hermana como si pudiera atravesarlo con la mirada.

-¡Nabiki! –dijo Ranma, totalmente desconcertado.

-Sí, Nabiki –repitió la mujer-. Si vine hasta acá después de haber hecho unas cuantas averiguaciones fue porque quiero saber el motivo por el cual Akane se encuentra en estos momentos tan deprimida.

-Tú, quieres saber…

-Ranma, sé que desde hace un tiempo están juntos y créeme que soy una de las personas que más se alegró con la noticia. Es lo único que podía hacer a mi hermana feliz, pero ayer recibí una llamada de Kasumi y me contó que Akane se encuentra deprimida nuevamente. Sé que es muy probable que no sea más que porque tú te encuentras lejos de ella, pero aún así, quiero salir de dudas y averiguarlo. Entonces dime, ¿tienes algo que contarme?.

-Vaya, nunca pensé que te alegrarías de nuestra relación –comentó Ranma de forma distraída.

-Estoy esperando Ranma.

-No has cambiado en nada, ¿verdad?

-¿Tú que crees? –contestó con otra pregunta y con una sonrisa enigmática en el rostro. Él suspiró e indicó un lugar tras de sí.

-Vamos, te invito un café y podremos conversar tranquilamente.

-Vamos –accedió Nabiki.

Luego de un rato en el cuál tomaron asiento y les trajeron el pedido, Ranma terminó por contarle a su cuñada lo que había sucedido con Ryoga y el asunto de P-chan.

Ella lo observaba incrédula y luego de parpadear un par de veces, comenzó a reír muy despacio, casi conteniendo la risa, para después soltar una contagiosa carcajada.

-Lo siento Ranma –dijo controlando apenas las ganas de seguir riendo-. Así que se enojó contigo por culpa del cerdo.

-La conoces, piensa que la traicioné, pero tú sabes que yo no…

-Lo sé –le interrumpió-. Sé que eres tan, cómo decirlo… -se interrumpió para observar sus uñas-. Despistado puede ser la palabra. Sí, eres tan despistado como para no darte cuenta de las consecuencias que traería un engaño como ese a tu relación con Akane.

-Dilo con todas sus letras Nabiki, fui y soy un idiota –reconoció Ranma, llevándose ambas manos tras su cabeza a modo de almohada.

-Si tú lo dices –sonrió Nabiki, para luego tomar un sorbo del contenido de su taza.

-Estoy perdido, ¿verdad?

-No todavía –contestó ella, tamborileando sobre la mesa con sus dedos-. Tengo una idea para ayudarte…

-¿Sí? ¿En verdad quieres ayudarme? –dijo Ranma con una suspicaz mirada dirigida a la mujer que tenía en frente.

-Digamos que quiero ayudar a mi hermana y ayudándola a ella, te ayudo a ti –respondió con una inocente sonrisa. Él seguía observándola con suspicacia-. De acuerdo, reconozco que quise despellejarte vivo cuando descubrí lo que había sucedido luego de su matrimonio, pero ya no. Por una extraña razón que no logro comprender, eres el único que puede hacer que mi hermana se sienta bien y vuelva a ser la misma Akane que todos recordamos, así que decidí olvidar mis instintos asesinos y ayudarte no por ti, sino por ella. Pero, te costará.

Ahora fue el turno de él para soltar una carcajada al escuchar las palabras de la mujer.

-Se me olvidaba que me encontraba hablando con Nabiki Tendo.

-Hay cosas que nunca cambian –fue su respuesta al comentario-. De todas formas, no te pediré mucho.

-¿No?

-Sólo que hagas una reservación en el Saint Gervaise para mañana, el mismo lugar en donde cenaste con Akane la vez pasada.

-No querrás ir conmigo.

-¡Estás loco! –exclamó-. Por supuesto que no. Se acerca mi aniversario y quiero darle algo especial a Akio, mi esposo. Para ti es muy fácil hacer que te reserven la mejor mesa aunque estén todas ocupadas, para mí no lo es.

-Con tal de que me ayudes con tu hermana sería capaz de conseguirte una mesa cada día durante un año completo si lo quisieras.

-No sería mala idea –sonrió-. Entonces, cerramos el trato.

-De acuerdo.

-Ahora, espérame aquí, ya vuelvo.

Nabiki se levantó de la mesa y fue directo a la recepción del hotel, dejando a un expectante Ranma atrás.

Definitivamente la hermana de Akane podía estar casada, con hijos y con unos cuantos años más encima, pero no distaba mucho de la jovencita asertiva y calculadora que él había conocido a sus dieciséis años de edad.

Luego de unos minutos, Nabiki volvió con una sonrisa de triunfo y se sentó despreocupadamente frente al esposo de su hermana.

-Prepárate porque ella está dispuesta a perdonarte.

-¿Cómo lo sabes?

-Sólo espera y lo verás.

No había acabado de decir la frase cuando el teléfono móvil de Ranma comenzó a repiquetear. Él la observó con incredulidad luego de observar la pequeña pantalla y ella sonrió ampliamente.

-¿No vas a contestar? –su cuñado apretó al instante el botón para contestar.

-Akane –dijo casi con desesperación-. Yo estoy bien, extrañándote mucho, pero bien. ¿Tú cómo estas? –Nabiki sólo sonreía al escuchar parte de la conversación-. Claro, hablaremos cuando regrese a Japón. Cuídate mucho, te amo.

Ranma cortó la llamada, no habían sido más de dos minutos, pero el escuchar la voz de su esposa ya era un gran avance y un premio que no se esperaba.

-¿Cómo lo hiciste? –preguntó con una sonrisa en el rostro.

-Secreto profesional –contestó Nabiki, guiñándole un ojo-. Lo importante para ti es que no he perdido el toque.

-Todavía no puedo creerlo.

-Si quieres un consejo Ranma, sorpréndela.

-¿Cómo?

-Adelantar tu viaje y llegar a su casa cuando ella no lo espere sería una buena idea –dijo Nabiki mientras se ponía de pie-. Ya debo irme, los chicos me esperan.

-Gracias Nabiki y ten por seguro que tendrás la mejor cena que puedas imaginar mañana junto a tu esposo.

-Ya lo creo, de lo contrario te arrepentirás. Fue un placer hacer negocios contigo… otra vez –rió la mujer, tal vez recordando las innumerables veces en las que había aprovechado la ocasión de lucrar a costa de su cuñado.

Nabiki ya había avanzado bastante cuando pareció recordar algo y se detuvo para mirar a Ranma por última vez durante ese encuentro.

-Ranma, cuídala ¿si? –dijo con una seriedad que él desconocía.

-Claro –contestó con seguridad.

-Si llego a saber que le has hecho daño, te arrepentirás por el resto de tus días.

-Pierde cuidado Nabiki.

-Bien –dijo la mujer, avanzando rápidamente para salir del lugar con total seguridad.

-Nabiki Tendo, quién lo diría –musitó Ranma con una sonrisa en el rostro.

Luego se levantó de la mesa y se dirigió a la habitación. Seguiría el consejo de su cuñada y haría todo lo posible por adelantar su viaje en un día. Sabía que podía conseguirlo si se lo proponía, así no tan sólo sorprendería a su esposa, sino que también acabaría de una vez con la angustia de saberse lejos de ella.

R&A

Luego de una extraña semana en la cual había estado prácticamente sola y alejada de todo y de todos, Akane había decidido que sería una buena idea el visitar a Mousse y su familia y de paso, aprovechar para surtirse de una buena provisión de comida para el resto del fin de semana.

La comida que preparaban en el Neko Hanten lejos de hastiarla, seguía siendo deliciosa y de todo su agrado, por lo que a esa hora de la tarde, casi noche, la chica de cortos cabellos llegaba a su casa después de haber pasado una agradable tarde junto a sus amigos.

Cuando abrió la puerta de entrada y fue recibida efusivamente por su fiel mascota, extrañamente le pareció el lugar más solitario y melancólico en el que se podía haber encontrado.

Pero no era el lugar específicamente, sino más bien ese sentimiento que se había instaurado en su corazón con el correr de los días y al negarse a contactarse con su esposo.

Estaba bien, podía haber sido una tonta como le había dicho Nabiki por teléfono la mañana del día anterior, lo reconocía y lo aceptaba, porque sino, cómo explicar el agradable calor y esa sensación de paz interior que se había instaurado en su ser al momento de escuchar la voz de su esposo por escasos minutos.

Sí, debía reconocer que su hermana mayor tenía toda la razón, había sido una tonta al dejarse cegar por la rabia que había sentido al conocer la verdad sobre Ryoga.

Si no lograba controlar sus impulsos y escuchar lo que él tenía que decir antes de alejarlo así de su lado, la que sufriría en esa historia sería única y exclusivamente ella, y ahora lo estaba comprobando.

Añoraba a su esposo más de lo ella hubiera podido llegar a pensar, quería que volviera para sentirlo cerca, para decirle que lo había perdonado y para expresarle lo mucho que lo había extrañado, pero para eso faltaba un día, quizá hasta dos.

Suspiró de forma cansina y se internó en la cocina para dejar la comida, luego subió a su habitación y se puso la ropa más cómoda que encontró en ese momento, un pantalón deportivo y una camiseta de tirantes.

Luego de cambiarse, había decidido dedicar la noche a ella y a su cuidado personal, por lo que estaba a punto de comenzar a aplicarse un tratamiento de belleza que Kasumi le había regalado para su cumpleaños y que ella jamás había usado cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta.

Ryo ladró un par de veces, pero luego bajó a la carrera moviendo la cola y gimiendo con desesperación.

Akane maldijo internamente al visitante que la interrumpía justamente en el momento en que ella había decido dedicarlo a su persona y bajó rápidamente, haciéndose escuchar ante la insistencia de los golpes.

-¡Ya voy! –gritó llegando al primer peldaño de la escalera-. ¡Tanto es el apuro que no puede esperar a que…!

-Hola –fue la respuesta que recibió al abrir la puerta.

Ella se quedó estática en el lugar, mirando fijamente el rostro temeroso de su esposo. Parpadeó un par de veces y lo observó con detenimiento, vestía una indumentaria casi idéntica a la de sus días de adolescencia, por lo que ella se sintió transportada a un remoto pasado.

-Sólo pasé a saludar, pero creo que no fue una buena idea –comentó él.

-Llegaste antes –dijo ella con voz queda, sin poder salir de su estado de estupor.

-Se canceló una reunión y pude adelantar el vuelo. ¿Cómo estás? –quiso saber él, ella comenzó a sonreír lentamente, mientras su rostro se iluminaba con la alegría de saber que él ya estaba allí junto a ella.

-Llegaste antes –repitió, todavía sonriendo.

Él iba a responder, pero fue sorprendido por un fuerte y efusivo abrazo que casi logra desestabilizarlo, cerró los ojos y sonrió, agradeciendo a los dioses por la maravillosa intervención en su relación con su esposa.

-Sí, llegué antes –susurró en el oído de su esposa-. Te extrañé tanto, Akane.

-Yo también –reconoció ella, separando su rostro del pecho de él.

Él la miraba embelesado y ella lo observaba radiante de felicidad. Ranma acarició lentamente la mejilla de su esposa con una de sus manos, dejándose llevar por sus propias emociones. Ella cerró los ojos ante el contacto.

-¿Perdonaste a este idiota? –Akane asintió, sin decir una sola palabra-. No sabes el temor que sentí durante todos estos días.

-Sólo una cosa comprendí durante esta semana Ranma.

-¿Qué cosa? –preguntó él. Ella se irguió en la punta de sus pies para hablarle al oído.

-Qué no quiero volver a separarme de ti por algo que forma parte de nuestro pasado, que quiero olvidarlo todo porque el presente para mí es más importante que el pasado –susurró-, y que te amo tanto y eres tan importante para mí, que esta semana fue horrible sin tenerte a mi lado.

-A mi me pasó lo mismo –contestó él separándola de sí para mirarla a los ojos-. Me hiciste mucha falta Akane.

Ella sonrió y volvió a ponerse en puntas de pie para besar a su esposo con ternura. Él, que no se esperaba ese recibimiento, disfrutó como nunca del momento.

Si antes pensaba que había un dios que lo odiaba haciéndole la vida imposible, ahora pensaba que había otro que quería ayudarlo a conseguir una vida plena y feliz al lado de su esposa, la única mujer que para él existía.

Al separarse, la pareja se quedó unos instantes sin poder romper el contacto visual. Había sido la semana más difícil que les había tocado vivir desde que estaban juntos y el saberse unidos nuevamente les parecía un sueño.

-Debes estar cansado –dijo Akane con dulzura.

-No –contestó su esposo acariciando sus cortos cabellos-, pero sí estoy hambriento.

Ella comenzó a reír alegremente y él la secundó.

-La comida de avión no me gusta -comentó.

-Entonces estás de suerte –contestó ella tomándolo de la mano para hacer que la siguiera al interior de la casa. Él tomó su maleta y se dejó conducir-, acabo de llegar del Neko Hanten y Shaomei me obsequió con más comida de la que yo podría consumir en todo el fin de semana.

-Tal vez intuía que tendrías un invitado –sonrió, dejando caer su equipaje en el piso.

-Tal vez intuía que ese invitado era un glotón–contestó ella soltándole la mano para dirigirse a la cocina-, con esa pareja uno nunca puede estar seguro de lo que realmente saben.

Ranma se quedó en el pasillo observando a su esposa desaparecer dentro de la cocina, observó con detenimiento la casona Tendo y sonrió aliviado. Estaba seguro de que de ahora en adelante, sólo cosas buenas vendrían en esa relación.

Observó al suelo y vio al inquieto perro que movía su cola sentado a sus pies y le observaba con insistencia.

-¿Qué crees, amigo? –preguntó al can acariciándole la cabeza- ¿Tendré suerte? –Ryo ladró un par de veces, lo que hizo que el joven de la trenza sonriera-. ¿Eso significa un sí o un no?

-Ranma, ¿me ayudas a llevar esto a la mesa? –se escuchó la voz de Akane desde la cocina.

-Voy –contestó su esposo, avanzando con rapidez-. Espero que signifique un sí –murmuró para sí al momento de llegar a la puerta de la cocina.

Media hora después, el matrimonio se encontraba terminando de cenar los deliciosos platillo preparados por Shaomei.

Los temas de conversación habían sido casi exclusivamente sobre el viaje y los avances conseguidos por Ranma en Hong Kong. Era un terreno seguro para ambos, ya que ni él quería arriesgarse a arruinar ese encuentro con otro tema más personal, ni ella deseaba volver a retomar la conversación que había gatillado su casi pelea; al menos, no en ese momento.

Así, y mientras él hablaba de los proyectos que habían surgido en la isla, de la segura expansión de la empresa en esa región y de todo lo que tenían que concretar en poco tiempo, ella no podía dejar de observarle con insistencia.

No sabía si él se daba cuenta de su silencio, ya que se había dedicado a contestar casi exclusivamente con monosílabos a los comentarios que hacia su esposo. Tampoco sabía si él era consiente de la confusión que ella experimentaba al encontrarse allí frente a él.

Probablemente no, porque no había parado de hablarle con entusiasmo de los logros conseguidos durante la semana, sin embargo, Akane sostenía una lucha interna por controlar sus pensamientos para no delatarse a sí misma. Y es que mientras le observaba hablar, había caído en la cuenta de que aquel deseo por su esposo había crecido a niveles casi inconfesables.

Lo notaba porque mientras él reía con alguna anécdota, ella no podía apartar los recuerdos de los besos recibidos la noche antes de su viaje a Hong Kong.

Lo notaba porque mientras él rozaba de vez en cuando e inconcientemente una de sus manos o su brazo, ella no podía evitar estremecerse y sentir esa cálida sensación de regocijo que se instalaba en su pecho.

Y lo supo con certeza porque cuando él había comentado que se retiraría pronto para dejarla descansar, la angustia y aflicción que sintió en su corazón le dieron la fortaleza suficiente para decidirse a no pasar otra noche en soledad.

Suspiró audiblemente y se puso de pie.

-Ryo, ven acá –llamó a su mascota para dejarle salir de la habitación al patio. Cuando volvió, él ya se había puesto de pie-. ¿Qué haces?

-Voy a ayudarte a recoger todo esto y luego ya me iré para no causarte más molestias.

-No, deja todo allí –dijo negando con un movimiento de cabeza.

-Pero no me cuesta nada hacerlo, Akane.

-Lo sé, pero yo no quiero que lo hagas –contestó ella.

-Entonces, quieres que me vaya ya –dijo algo decepcionado mientras avanzaba en dirección al recibidor.

Ella lo interceptó en el camino y entrelazó los dedos de su mano con los de la de su esposo.

-La verdad –dijo en un susurro mirando fijamente al suelo-, no tienes que hacerlo.

-¿Hacer qué? –contestó él, algo confundido.

-No tienes que salir de aquí Ranma.

Cuando levantó el rostro, él pudo observar el profundo tono carmín que habían adquirido sus mejillas y el brillo soñador que reflejaban sus ojos.

-¿Estás segura que no quieres que me retire? –preguntó con voz muy suave observándola fijamente. Ella negó suavemente con su cabeza.

-No esta noche –contestó regalándole una tímida sonrisa-. Ranma, quiero convertirme verdaderamente en tu esposa y no pretendo esperar más.

Él la observó con una mezcla de sorpresa y cariño, ¿sería que los dioses se habían puesto de acuerdo para convertirlo en el hombre más feliz sobre la faz de la tierra?, aunque lo más probable era que lo que seguía serían más problemas, pero él ya estaba muy acostumbrado a los problemas. Por lo pronto, cumpliría el deseo de ella y su propio sueño por tantos años inalcanzable esa misma noche.

Así que sonriendo con ternura, cargó a su esposa como tantas veces lo había hecho en el pasado y se dispuso a emprender el camino hacia el cuarto de ella.

-¿Qué haces? –preguntó Akane al verse elevada de la estabilidad del suelo.

-Algo que debí hacer hace trece años atrás, en nuestra noche de bodas –contestó con seguridad-. Cargaré a mi esposa y cruzaremos juntos el umbral de la alcoba nupcial como no tuvimos ocasión de hacerlo antes.

Ella soltó una risita traviesa y se acurrucó en el abrazo de su esposo dejándose conducir hacia su antigua habitación.

No podía creer lo que estaba sucediendo y sin embargo, sabía que todo aquello era real, que finalmente compartiría ese momento ansiado por tantos años con el dueño de su corazón.

Cuando finalmente llegaron a la habitación y él la dejó en el piso, ambos parecieron bloquearse tanto en sus pensamientos como en sus acciones.

¿Qué hacer ahora? ¿Cómo comportarse ante el otro?

El pudor se hacía presente en las acciones de ella.

El temor se instalaba en el accionar de él.

Finalmente, Ranma se acercó lentamente a su esposa y la besó con ternura, mientras deslizaba su mano derecha por la espalda de ella, buscando el contacto con su piel.

Ella se sintió aun más nerviosa y desconcertada al momento de sentir el tacto de su esposo en su espalda, así que su mente y cuerpo reaccionaron de una forma que ella no quería y que él no se esperaba, comenzó a reír con nerviosismo.

-¿Qué? ¿Qué sucede? –preguntó Ranma un tanto alarmado.

-Nada –respondió ella conteniendo la risa-. Es que, eres Ranma…

-Soy Ranma.

-Sí… y yo.

-Y tú –insistió él para que continuara.

-Sólo… -se interrumpió para observar el piso por un momento. La pálida luz de la luna llena que se filtraba por la ventana era la única iluminación en la habitación, por lo que ella internamente agradecía el que la escasa luz fuera un impedimento para que él observara con detenimiento su sonrojado rostro- Estoy nerviosa –reconoció finalmente.

Él exhaló un suspiro aliviado y se acercó nuevamente a ella. Rodeó el frágil cuerpo de su esposa con sus brazos y la acercó más hacia él.

Ella agradeció el contacto y se abrazó con fuerza al cuerpo de su esposo. Así estuvieron por unos momentos hasta que Ranma se separó unos centímetros de Akane, con su mano derecha acarició su rostro, logrando que ella lo mirase a los ojos.

Lo que encontró reflejado en ese par de ojos azul grisáceo fue una mirada cargada de ternura y deseo.

-Eres lo más importante que tengo en la vida –dijo él con voz profunda.

Fue todo lo que necesitó escuchar su esposa para liberarse de sus temores y aprensiones, subió ambos brazos hasta el cuello de Ranma y acercó su rostro para recibir el ansiado contacto de los labios del hombre que amaba.

El inocente beso fue el inicio de una seguidilla de besos cada vez más apasionados y desesperados entre la pareja.

Entonces fue el turno de Ranma para detenerse. El nerviosismo previo de su esposa pareció contagiarlo en el peor de los momentos.

Se separó de ella casi sin pensarlo lo que provocó el sobresalto en su esposa quien lo observó sin entender, hasta que fue consiente de las dudas que asaltaban a su esposo.

Lentamente y sin apuro, ella recuperó el terreno perdido y cogió con mano temblorosa, la mano derecha de su esposo para posteriormente, posarla de lleno en su pecho.

Con una tenue sonrisa en el rostro, le miró profundamente y comenzó a incitar sus caricias, hasta transmitirle la confianza que él necesitaba para reaccionar ante la implícita y silenciosa petición de su esposa.

Ranma reaccionó con la mayor dulzura del mundo. Ambos habían soñado con ese momento y por fin había llegado, así que no podían ni querían desperdiciarlo por nada.

-Ranma –susurró Akane con total autoridad, lo que provocó que él saliera de su estado de aturdimiento y tomara la iniciativa.

Los dedos de su esposo parecieron cobrar vida, descendiendo y extraviándose por las ropas de ella, reclamando la posesión total de ese soñado cuerpo femenino. Su cortejo de caricias y besos logró que su esposa saboreara nuevas emociones que le hacían olvidar para siempre todos sus temores y avivar sus deseos más profundos.

El joven de la trenza se fue apoderando poco a poco del delicado cuerpo de su esposa, besando, acariciando, reclamando su propiedad.

Akane se sentía la mujer más dichosa en el planeta; el saberse deseada por el único hombre que había amado en su vida le hacía atesorar cada caricia recibida, cada demostración de cariño, así que se entregó en cuerpo y alma a las demandas de su esposo, demandas que ella también compartía y exigía de él, participando activamente en la danza de amor y placer en la que se encontraban inmersos.

Así, con pausados y leves movimientos, Ranma avanzó con ella hacia ese lecho que parecía preparado únicamente para la ocasión, esperando por años ser testigo silencioso del amor único e incondicional de la pareja, hasta que terminaron recostados sobre la pulcra cama.

El cuerpo de ella se amoldó en el colchón de una forma perfecta, el de él permanecía sobre su esposa, suspendido en una leve separación únicamente para no cargarla con todo su peso.

-Te amo tanto, Akane –la voz grave y susurrante con la que decía cada palabra, cada frase, ingresó calando en lo más hondo del corazón de la chica y provocando que exhalara un suspiro dulce, mientras su cuerpo se estremecía inconcientemente.

Ella se abrazó a él, reclamando sus caricias, reclamando la unión de sus labios y entonces, él supo que debía seguir adelante.

Lentamente fue despojándola de su vestimenta, creando pausas entre besos y caricias, inventando treguas para controlar el deseo y la pasión.

Ella colaboró con ímpetu, disfrutando de la primera vez en que sus manos despojarían al hombre que amaba de sus ropas y finalmente se adueñarían y se fundirían en él.

Él sonrió ante los torpes intentos de la chica por despojarlo de sus ropas y es que eran esos pequeños detalles los que le hacían amarla cada vez con mayor intensidad.

-Lo siento –murmuró ella al darse cuenta que no sería tan fácil quitar esa llamativa camisa roja que ella había llegado a adorar.

Por toda respuesta, él volvió a besarla con mayor vehemencia, mientras terminaba la labor que ella no había logrado completar.

Pronto se encontraron totalmente desnudos, sin que ninguna prenda externa impidiera el roce de sus cuerpos y ambos temblando de la emoción.

Cierto era que ya no eran unos chiquillos, pero, ¿había algo más maravilloso que entregarse por completo y por vez primera a la persona que realmente se ama? Ellos creían firmemente que no y reaccionaron en forma similar al saber que prontamente el momento de consolidar su relación estaría concretado.

Ranma se acercó al oído de su esposa, tomándose el tiempo para murmurar aquellas frases y palabras de amor que a ella le hacían estremecer, luego volvió a enfocar sus ojos en el rostro femenino y ella no esquivó la mirada, sonriendo tiernamente.

Akane acarició el rostro de su esposo, pero fue incapaz de seguir resistiendo el ansia por tocar su piel, así que deslizó su mano desde el rostro masculino deteniéndose en su barbilla, para luego seguir por su cuello y detenerse en su torso.

-Te amo –dijo suavemente mirándolo con insistencia, él sonrió y volvió a adueñarse de esos labios que le parecían adictivos.

Ya con la pasión a punto de desbordarse y el deseo quemándoles el cuerpo, se entregaron a recorrer el armonioso camino que habían emprendido juntos al amor.

Él ya no se detuvo y mientras besaba y lamía el cuello de su esposa, las palmas de sus manos anchas y vigorosas viajaban por el cuerpo de ella, apoderándose de muslos y senos, masajeando con el ímpetu que era necesario para despertar todo el ardor que ella había conservado hasta ese momento dentro de su ser.

Ella sintió los músculos de su esposo tensarse bajo sus manos finas y delicadas al momento en que en una osada maniobra, rozó casi sin intensión de hacerlo, el excitado miembro masculino.

-Akane… -gruñó él al sentir el tacto de ella en contacto con su zona más sensible. Se arrojó al instante a capturar uno de los senos de su esposa, besando, lamiendo, mordiendo.

Ella gimió con fuerza, hundiendo con ambas manos el rostro de su esposo en su piel, entonces, las manos de él resbalaron por las nalgas de su esposa con delicadeza, pero firmemente, haciendo que el contacto de sus cuerpos fuera todavía más íntimo, ella creyó que el momento había llegado, así que se decidió a abrir levemente las piernas para dejarle libre acceso a su esposo, pero él no tenía intensiones de unir sus cuerpos… no todavía.

Deslizó una de sus manos al interior de sus muslos, rozando el sexo femenino con dos de sus dedos, fue apenas una caricia, pero bastó para provocar el estremecimiento y enardecimiento en el cuerpo de su esposa.

Gritó el nombre de su esposo y se abrazó a él, clavándole sus uñas en la espalada. A él no le importó ese detalle y siguió recorriendo su cuerpo con caricias y besos.

-Ranma… –volvió a articular Akane, con voz entrecortada, exigiendo los labios de él, mordiendo músculos, arañando piel- Ranma –reclamó nuevamente.

Fue entonces cuando él decidió que ya no podían ni debían esperar por más tiempo, en un movimiento calculado y único, sus cuerpos se fundieron, comenzando la armoniosa danza que les llevaría a tocar las puertas del cielo, entrelazados y juntos.

Actuaron al unísono, ella se abrazó a él, eliminando el espacio que pudiera quedar todavía entre sus cuerpos.

Él suplicó, al borde del descontrol, ella respondió gimiendo y repitiendo la única palabra que venía a su mente en ese especial momento, el nombre de su esposo.

Sus cuerpos se movían acompasados, al ritmo por ellos impuesto.

Ranma llevaba a cabo poderosos y estudiados contoneos, sin dejar de atender a los temblores, suspiros y gemidos de Akane. Estaba haciendo realidad su mayor sueño y deseo, pero no por eso la olvidaría a ella. No, los deseos y anhelos de su esposa estaban antes que los suyos propios.

De pronto, Akane sintió que su cuerpo ardía, una onda de energía pareció invadirla de pies a cabeza, provocándole una oleada cálida que trastornó sus sentidos y la impulsó hacia el éxtasis. Un fuerte gemido subió desde su pecho para escapar de sus labios, al instante en que era consiente de la explosión de un fuego artificial de miles de chispas que pareció explotar por todos sus sentidos.

A él le sucedió de igual forma, jamás en toda su vida había sentido una sensación tan sublime y placentera como la que había logrado junto a su esposa. En su afán por complacer a su esposa había dejado atrás toda intensión por abandonarse a sí mismo, pero su esposa, con su entrega y cariño le había hecho conocer la perfecta unión y el goce más inmenso de su vida.

Con los últimos y suaves movimientos, fue recuperando algo de calma y serenidad, mientras sostenía el cuerpo relajado y tembloroso de su esposa entre sus brazos. Se separó de ella y la observó con una tenue sonrisa cargada de ternura, ella devolvió el gesto, para luego acurrucarse al lado de su esposo.

No había nada que decir por el momento, no había frases ni palabras que compartir en aquella oportunidad, sólo podían prolongar el mayor momento de felicidad de sus vidas con dulces silencios, apaciguadoras y lánguidas caricias y tiernas miradas llenas de significado.

Así, uno en brazos del otro, permanecieron en silencio por largo tiempo, sólo contemplándose con infinito amor, si Akane quería moverse, Ranma la atrapaba y la hacía permanecer a su lado, no dejándola apartarse ni siquiera un par de centímetros de él.

El mágico momento debía ser prolongado, para siempre de ser posible, fue así hasta que él demandó más de ella, sediento de amor y pasión por su esposa, y ella no se negó a recibir nuevamente sus besos y caricias, tampoco a retribuirlas.

Ambos deseaban que aquella noche no terminara jamás, sabiendo que con esa entrega mutua, sus corazones permanecerían unidos para siempre y sería la primera noche de una nueva vida juntos.

R & A

Era temprano aún cuando Ranma despertó. Los primeros rayos del sol comenzaban a iluminar la habitación indicando que un nuevo día se abría camino.

Lo primero que el joven empresario hizo al momento de abrir sus ojos fue verificar que todo lo que había vivido la noche anterior no se trataba de un sueño, así que sonrió ampliamente al comprobar que quien se encontraba placidamente dormida a su lado era la mujer más hermosa que él jamás hubiera conocido.

Su esposa se encontraba durmiendo boca abajo, su rostro vuelto convenientemente hacia él, con sus cabellos alborotados y en completo desorden, sus hombros y parte de su espalda descubiertos y un semblante angelical que inspiraba paz y tranquilidad al observarlo.

Fue entonces y con la luz del amanecer que se dedicó a echar un rápido vistazo a la habitación en donde había despertado. Estaba prácticamente igual a como él recordaba, salvo en la amplitud. Notoriamente era mucho más espaciosa, así que por conclusión, debían haber hecho alguna remodelación. Eso explicaba también el tamaño de la cama en la que había despertado.

Suspiró de forma cancina y volvió a concentrarse en observar el rostro de su esposa, fijándose en cada detalle, llenándose los pulmones con su característico aroma, escuchando su pausada respiración.

Era tan bella, ¿cómo podía haber llegado él algún día a decir que no poseía atractivo?, negó con un movimiento de cabeza, sonriendo mentalmente al recordar tamaña mentira.

Volvió a centrar su atención en ella, su cerebro pidiéndole a gritos acariciarla nuevamente, sus manos cosquilleando por deslizarse por ese cuerpo perfecto, cerró los ojos tan sólo por un momento para tratar de controlar sus impulsos, no quería despertarla.

Cuando volvió a abrirlos, pudo apreciar el espectáculo más maravilloso que había presenciado nunca, el despertar de su amada esposa.

La cómica mueca que se formó en el rostro femenino le hizo sonreír, el curioso baile que parecían efectuar las largas pestañas de ella al momento de tratar de abrir los ojos le cautivó.

Ella parpadeó un par de veces antes de abrir los ojos en su totalidad y luego de enfocar la mirada en el rostro expectante y risueño de su esposo, pareció sorprenderse muchísimo.

-¡Ranma! –exclamó totalmente sonrojada, mientras se cubría hasta la cabeza con la sábana.

Su esposo se sorprendió ante tal reacción por parte de ella, pero luego no logró reprimir la alegre carcajada que nació de lo más profundo de su ser.

-¿Qué sucede, Akane?

-Tú… -titubeó la chica bajando la sábana sólo para dejar a la vista sus ojos- Nosotros estuvimos… ¡Dios! –dijo finalmente, volviendo a cubrirse el rostro.

-No te preocupes –contestó él risueñamente-, sólo soy una ilusión, desapareceré en cinco minutos.

-¡No es gracioso Ranma! –gritó bajo las cobijas.

-Lo que no es gracioso es que no recuerdes lo que sucedió anoche –contestó, llevándose las manos tras la cabeza a modo de almohada, mientras enfocaba su vista en el techo.

-¡Sí lo recuerdo! –se defendió ella.

-Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Te arrepientes?

-¡Por supuesto que no! –volvió a gritarle-, es sólo que…

-¿Qué? –preguntó él, girándose para bajar con delicadeza la sábana que ella mantenía firmemente tomada.

-Siento algo de vergüenza, es todo –reconoció en un susurro sin atreverse a mirarlo a los ojos.

-¿Vergüenza de qué? –preguntó él con dulzura.

-De no haber sido… tú sabes.

Él la observó con ternura y acarició su rostro con una de sus manos.

-Akane, eres mi esposa y además, eres la mujer más maravillosa que he conocido en toda mi vida, no debes sentirte apenada por nada.

-Pero si…

Él la silenció con un beso, rodeándola firmemente con su brazo para abrazarla, luego la miró a los ojos.

-Escúchame bien Akane, nunca en mi vida había sentido las sensaciones y emociones que sentí anoche contigo, ¿y sabes por qué? –ella negó con un movimiento de cabeza-, porque nunca he amado a nadie más que a ti. Sólo contigo puedo sentirme plenamente feliz y el hombre más afortunado del mundo. Eres única, haces que me sienta especial, amado y completamente enamorado, ¿qué más puedo pedir?

Ella sólo sonrió y se abrazó a su esposo, buscando su calor y él la besó con ternura en la frente.

-Es curioso –dijo ella rompiendo el cómodo silencio que se había instaurado en la habitación.

-¿Qué cosa?

-Creo que es la primera vez que comparto plenamente tus palabras Ranma.

-¿Ah sí?

-Sí, yo también me siento muy afortunada junto a ti.

-Vaya –contestó él fingiendo decepción-, y yo que pensé que lo decías porque estabas completamente enamorada de este apuesto hombre.

-Siempre tan arrogante ¿eh? –comentó ella dándole un juguetón golpecito en el hombro.

-Y tú siempre tan violenta –contestó él-, así y todo te amo.

-¿Desde cuándo? –preguntó ella, cerrando sus ojos ante la relajación y somnolencia que le causaban las rítmicas caricias ascendentes y descendentes que le proporcionaba su esposo en su brazo desnudo.

-Uf, eso está difícil de contestar.

-¿Por qué? No es una pregunta complicada.

-Para ti puede que no lo sea, lo que sucede conmigo y mi memoria es otro tema, pero déjame intentarlo –hizo una pausa como si realmente estuviese tratando de concentrarse en recordar-. No, no podría decirte la fecha exacta, sólo sé que quizá desde que cortaste tus cabellos por obligación. No, fue antes de eso. Lo siento, no puedo recordarlo con exactitud.

Akane abrió los ojos de golpe y se incorporó en la cama, quedando prácticamente sobre el cuerpo de su esposo.

-Eso fue al poco tiempo de conocernos –dijo totalmente sorprendida. Ranma la observó seriamente, para luego responder con un tono muy suave de voz.

-¿Te parece mucho o poco tiempo?

-Me parece casi increíble.

-Entonces, deberás creerlo porque es la verdad –ella lo observó con el ceño fruncido y poco convencida.

-¿Qué me dices de las palabras nada agradables que me dedicabas?

-Que ambos nos dedicábamos –rectificó él-. Mecanismo de defensa –terminó de decir, pasando su dedo índice cariñosamente por la respingada nariz de su esposa.

-¿Quiere decir que te casaste…?

-Absolutamente enamorado de mi esposa –le interrumpió.

-¿Y entonces, ese día?

-Dijiste que no querías volver a discutir sobre cosas de nuestro pasado.

-Pero quiero saberlo –insistió.

-¿Me amas ahora? –ella asintió- ¿quieres seguir a mi lado hasta que seamos muy viejitos y ya no podamos hacer las cosas que hicimos anoche?. Bueno, no de la misma manera –sonrió y se ganó un nuevo golpe de su esposa.

-Ranma –le amonestó de forma cariñosa.

-Bueno, ¿quieres o no?

-Sí quiero –contestó ella.

-Entonces no hay nada más de qué hablar, nada más que perdonar o explicar. Nos amamos y a mí me basta para comenzar una vida nueva junto a ti, sin recriminaciones ni remordimientos.

-Pero yo quiero saber por qué ese día le dijiste a Ukyo…

No continuó la frase, ya que se vio sorprendida por unos brazos que la arrastraron y unos labios que reclamaron los suyos.

Ella trató de defenderse, de resistirse a él, pero ya no tenía defensas que usar contra su esposo, así que se dejó seducir por los besos y caricias que él le prodigaba.

Rodaron sobre la cama, jugueteando, cambiando posiciones una y otra vez en una especie de lucha declarada.

Para él era importante hacerle olvidar el recuerdo de su separación hacía años atrás, se lo había dicho a Tofú y seguía convencido de que si ella se enteraba de los hechos ocurridos ese remoto día, se culparía por todo lo que había sucedido entre ellos y quizá volviera a generarse un quiebre en la relación.

No, él no estaba dispuesto a que los fantasmas del pasado volvieran a interferir en su felicidad, era mejor callar, olvidar y disfrutar del renacer de aquel amor.

-¡Ya basta! –exclamó de pronto Akane entre risas-. Deja de hacer eso o te arrepentirás –finalizó, dando énfasis a sus palabras al elevar de forma desafiante su dedo índice.

-¿Qué hará la fierecilla esta vez?

-¡Cómo que fierecilla! –se indignó la chica.

-¿Prefieres marimacho? –rió él, esquivando el golpe que pretendía asestarle su esposa.

-No pienso seguir con esta discusión infantil y sin sentido –dijo incorporándose en la cama, al momento que se cubría con la sábana e ignorando totalmente a su esposo.

-¿Dónde vas? –preguntó él enarcando una de sus cejas.

-Bien lejos de un hombre inmaduro que no ha aprendido que burlándose de mí, no conseguirá más que mi indiferencia –terminó de decir con falsa indignación, al tiempo que pretendía ponerse de pie.

Pretendía, porque dos fuertes manos la capturaron de sus finos hombros, obligándola a tumbarse en la cama. Ella se debatió bajo el cuerpo de su esposo, poniendo su mejor cara de disgusto. Él la sostenía firmemente de sus brazos con ambas manos, ayudándose con sus piernas para inmovilizarla y sonriendo de forma burlona.

-¡Suéltame! –exigió ella.

-¿Alguna vez te había dicho lo linda que te ves con esa expresión de enojo? –ella frunció aun más el ceño y él soltó una carcajada-. Pero definitivamente te ves más bella con una sonrisa.

Sólo consiguió que su esposa volviera su rostro a un lado para evitar que él se percatase del esfuerzo que estaba haciendo por no sonreír.

-Regálame una de tus sonrisas –pidió él acercándose al oído de su esposa, provocándole un cosquilleo y un leve estremecimiento.

-No –fue la escueta respuesta de Akane.

-Por favor –rogó con la voz más inocente e infantil que pudo fingir.

-No pienso hacerlo –contestó ella con firmeza.

-¿No?

-No –dijo encarándole-, y si sigues insistiendo...

La frase quedó inconclusa al ser interrumpida por una sonora carcajada provocada por el ataque de cosquillas con el que Ranma consiguió su objetivo.

-¿Qué pasará si sigo insistiendo? –preguntó él entre risas, esquivando los intentos de su esposa por detenerlo.

-¡Ranma, basta! –chillaba ella riendo alegremente-. ¡Detente!... ¡Ya!

Él detuvo su ataque abruptamente y se quedó observando el rostro sonrojado de su esposa, mientras ésta trataba de controlar su agitada respiración.

-Eres tan hermosa Akane –dijo luego de exhalar un suspiro. Ella sonrió con sinceridad al tiempo que acomodaba el flequillo de su esposo con una gentil caricia.

-¿En serio?

-En serio –contestó él, reafirmando sus palabras con un beso apasionado.

Luego de separarse, él decidió que la batalla matutina merecía una tregua, por lo que se dejó caer suavemente al lado de su esposa, dejando que ella se recostara en su pecho. Abrazados estrechamente permanecieron en silencio, sólo disfrutando de la cercanía mutua.

-Podría permanecer así contigo por el resto de mi vida –comentó el joven acariciando los cabellos de su esposa.

-Pero no podemos –dijo ella incorporándose para obsequiarle un leve y tierno beso.

-Akane, no seas aguafiestas –reclamó en un tono infantil que a ella le hizo sonreír-, ven aquí, quedémonos otro rato, es temprano todavía.

-No para mi estómago –contestó ella con diversión en la voz- y estoy segura que para el tuyo tampoco. ¿No tienes hambre?

Él soltó una risotada y se dejó caer en la cama llevándose una mano a los ojos. Ella dudó por un momento sentada a la orilla de la cama si sería adecuado levantarse así sin más y exhibir su cuerpo desnudo a plena luz del día ante los ojos de su esposo, llevó una de sus manos a su boca para juguetear con su labio inferior y tomó una rápida decisión.

-"Al diablo con los pudores –se dijo mentalmente, poniéndose de pie para avanzar hasta su armario y alcanzar una coqueta y corta bata de levantarse-, es mi esposo y es el único que puede verme desnuda".

Volvió la vista hacia la cama y se encontró con la imagen de un sorprendido Ranma que la observaba con una mezcla de admiración, deseo y algo más que ella no pudo identificar.

-¿Qué? –preguntó atándose el fino cinturón de la bata para fijarla a su menudo cuerpo.

-Nada –contestó él saliendo de su ensoñación.

-Bien, voy a preparar algo comestible. No te prometo un suculento desayuno porque conoces mis habilidades culinarias –sonrió.

-Yo... podría acostumbrarme a eso –dijo más para sí mismo que con la intención de que ella le escuchara.

-¿A mi comida? –inquirió ella.

-También a tu comida –contestó Ranma sonriendo de medio lado.

Akane comenzó a avanzar para salir de la habitación, cuando iba a cerrar la puerta tras de sí, asomó su cabeza por un pequeño espacio.

-Si quieres ocupar el baño puedes hacerlo mientras yo preparo el desayuno.

-¿Y el desayuno no incluye un baño juntos? –preguntó con picardía.

-Tonto –contestó ella sonriendo ante el comentario.

-¿Ni siquiera una ducha rápida?

-No –dijo ella alargando la sílaba para luego cerrar finalmente la puerta de la habitación.

Ranma suspiró pesadamente y se recostó en la cama observando fijamente la puerta por donde había desaparecido su esposa, una sonrisa pícara se formó en su rostro al contemplar el desorden de la habitación, las ropas desperdigadas por el piso y las cobijas arremolinadas a los pies de la cama. Había sido la mejor noche de su vida, de eso no había duda y se sentía total y absolutamente enamorado de su esposa, la marimacho, sonrió ante el pensamiento.

-"La marimacho –se dijo a sí mismo-, tuve suerte de que mi padre fuera un idiota al traerme a esta casa. Bueno, será mejor que baje a desayunar".

Mientras tanto, en la planta baja una alegre mujer de cortos cabellos no podía dejar de sonreír y tararear una alegre canción mientras se movía de un lado a otro en esa espaciosa cocina que tantas veces había sido testigo de sus incursiones nada exitosas en cuanto al ámbito culinario se trataba.

Pero esa mañana estaba decidida a hacer su mejor esfuerzo por preparar algo medianamente decente para compartir con su esposo, para eso había practicado con su padre durante bastante tiempo y bueno, si a él no le gustaba lo que le prepararía, bien podían salir a desayunar fuera, hacía un lindo día, era temprano y estaba decidida a no dejar que él se alejara ese fin de semana de su lado.

Así que después de darle los buenos días a su mascota con un suculento plato de comida que el can agradeció efusivamente, se dispuso a terminar el desayuno para su esposo.

-Mi esposo –susurró dejando escapar una sonrisa soñadora.

Ranma Saotome, si al momento en que les habían presentado hacía ya muchos años atrás, le hubieran dicho que terminaría absolutamente enamorada de él, seguramente no lo hubiera creído y hasta se hubiera puesto a reír por la incoherencia, sin embargo ahora se sentía la mujer más dichosa sobre la faz de la tierra preparando esos bocadillos para su esposo.

-"Y Nabiki decía que yo lo terminaría matando algún día con mi comida –rió alegremente-. Espero que no haya sido una profecía"

Observó a su mascota que movía su cola alegremente.

-¿Tú también estás feliz? –le preguntó al inquieto perro recibiendo un potente ladrido por respuesta-. Imagino que no te pondrás celoso, eh?

Otro ladrido y dos voces llamándola al mismo tiempo hicieron que saliera rápidamente de la cocina para dirigirse al recibidor.

La escena que se produjo fue bastante poco habitual; en el pasillo que conducía al baño se encontraba Ranma, vestido sólo con un pantalón azul, descalzo, el torso desnudo y con una toalla alrededor del cuello.

Al otro extremo del pasillo, viniendo de la entrada principal se encontraba una sorprendida mujer de largos cabellos castaños, vestida con una impecable blusa color blanco y una falda en un rosa pálido que miraba desconcertada y aturdida con una de sus manos cubriendo sus labios al hombre semidesnudo frente a ella.

Y al centro de ellos dos, viniendo de la cocina permanecía la dueña de casa, escasamente cubierta por la cortísima bata que estaba usando, totalmente sonrojada y sorprendida mirando en dirección a la mujer.

-Ka...sumi –susurró nerviosamente- Lo olvidé por completo.

La hermana mayor de Akane la observó con sorpresa, se dio media vuelta y retrocedió por donde mismo había llegado.

-¡Vuelvo enseguida! –gritó de pronto deteniéndose para mirar hacia atrás-. Quiero saber qué sucede aquí.

Akane observó a Ranma con una mueca de aflicción y un suspiro de frustración escapó de sus labios.

-Bueno... –acotó Ranma con una media sonrisa en los labios- Tarde o temprano debía enterarse ¿no?

Caminó con prestancia y decisión hasta donde había dejado su equipaje la noche anterior y sacó una camisa limpia que le enrostró a su esposa juguetonamente.

-El baño está desocupado, yo me prepararé para recibir a tu hermana.

Su esposa lo observó indignada, ¿cómo podía estar tan tranquilo después de la embarazosa situación que acababan de vivir?

Suspiró con resignación, era Ranma y estaban juntos, que Kasumi se fuera acostumbrando desde ya a eso.


Notas finales:

1.- Finalmente salió a la luz...

Sí, me he vuelto una irresponsable sin yo quererlo. Juro que no ha sido mi intención demorar tanto en actualizar, de todas formas pido disculpas y les doy toda la libertad para hacer sus descargos. Ay, ya extrañaba escribir esta historia, no se imaginan cuánto.

2.- Algunas acotaciones (como siempre, no puedo evitarlo ^^). Sé que muchos pensaron que la visita inesperada se trataba de Ukyo. Lo siento si alguien se llevó una decepción, pero nunca fue mi intención incorporar al personaje en esta parte del escrito, es más, sólo debían prestar atención a los detalles para saber que tenía que ser Ryoga el visitante, como el tiempo transcurrido (diez y no doce años: -"¡Después de diez años!" –dice Akane casi al final del cap. anterior) y el hecho de que Ukyo no tiene por qué disculparse por algo que fue idea de Akane ¿no?

En fin, felicidades a quienes acertaron con mi personaje incógnito y a los que no, para otra vez será ^^

3.-Es la primera vez que intento incorporar una escena lemon en una historia de mi autoría (aunque no sé muy bien si dé la nota para calificarla de esa forma) y aunque no tenía presupuestado hacerlo en este escrito, se dio todo para incorporarla en el relato. No sé que les pareció, yo tengo sentimientos encontrados, pienso que pudo haber quedado mejor e incluso estuve a punto de eliminarla y volver a cambiar el rating porque no terminó de gustarme, pero bueno, ya está, así que ustedes juzguen para bien o para mal.

4.- Como siempre, agradecer infinitamente a quienes hacen de esta historia uno de mis más queridos proyectos, premiándome constantemente con la lectura de la misma y a quienes me sacan más de una sonrisa y me inspiran a continuar con sus siempre asertivos y lindos comentarios. Para mí es un honor y un privilegio el recibirlos.

Antes de agradecerles particularmente a quienes me dejaron un review por el capítulo anterior, un especial agradecimientos y de todo corazón a quienes me apoyaron dedicándome palabras de aliento en momentos en los que realmente me encontraba sobrepasada tanto física como mentalmente por mis obligaciones. A quienes se contactaron conmigo para apoyarme y animarme vía mensajería privada, face o en mi pequeño rinconcito, ¡muchísimas gracias!, saben quienes son y ya ven que finalmente logré escapar del monstruo que me mantenía prisionera y pude llegar a escribir algo medianamente decente para agradecerles por su preocupación ^^

Ahora sí, a Shakka DV, Nia06, agatha (Gracias por comentar. Mhmm, no sé qué tan bueno quedó este cap. aunque espero que te haya gustado ^^), Ivonne-18, Pame (Gracias por tus palabras. Historias adictivas... se escucha muy bien ^^), Yram (Lo siento por quitarte la ilusión en el cap. anterior, espero que éste haya servido de compensación ^^. Gracias por comentar!), Yumita, Nahia, amafle, lerinne, Sele, Anabella (Oh, muchísimas gracias por los lindos comentarios para los capítulos conforme ibas leyendo, me hicieron muy feliz ^^, en especial por el último, gracias, gracias. Espero que la historia siga siendo de tu agrado), Sonia (Como siempre, gracias por comentar. Me gustó mucho conocer esa anécdota personal. A más de alguien le ha pasado alguna vez algo parecido, así que te entiendo y me hace feliz el que te haya sacado una sonrisa. Lo de la acción... bueno, hice lo que pude. Gracias por tus palabras ^^), ranmamaniaca, Rankanema (Gracias por tanto elogio ^^, voy a terminar sonrojándome de verdad. "Lo que la gotita pega..." jajaja, me hizo mucha gracia, espero que el chicle no pierda su efectividad. Muchísimas gracias por tus lindas palabras ^^), Yuna Lockheart, viduccA, Cidyuz Redfield, milk goku, Vero, Paola, ayu-charm, Arashi Ayukawa, Marce, Caro, mjgsmf, Sofi, Sabrina y Monica Tendo (Sip, por supuesto que me acuerdo de ti Monica. Bueno, yo también espero que con este capítulo no te hayas llevado una decepción. Muchísimas gracias por escribirme tus comentarios, en verdad te lo agradezco muchísimo ^^), muchísimas gracias por todas y cada una de sus palabras, en verdad que me hacen muy bien para seguir escribiendo y me alegran el día cada vez que leo un nuevo comentario.

También aprovecho de agradecerles por seguir junto a mí en este desafío a pesar de las tardanzas en actualizar y en contestar a los reviews; por la paciencia, muchas gracias.

5.- Es todo por ahora, sino, este cap. saldrá realmente eterno, con él batí mi propio record personal en cuanto a extensión se refiere, espero no les haya resultado demasiado tedioso de leer.

Será hasta una próxima actualización (la que espero no tarde demasiado en subir).

Un beso y que estén muy bien. Saludos a todos y buena suerte!

Madame De La Fère – Du Vallon.