- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato, algo así como "extras"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.
"He tenido suficiente… (Closer)"
Capitulo IXX
"Fiesta de fin de año"
El silencio de la tranquila noche fue roto por una alarmante sirena de un carro de bomberos que pasó a gran velocidad por la avenida en donde se encontraba emplazado el edificio que a esas horas, cobijaba a una joven pareja de enamorados. De hecho y para ser exactos, al joven matrimonio que descansaba luego de una ardua semana de trabajo.
Viernes por la noche y ellos no habían querido salir a ningún lado. A decir verdad, ninguno de los dos se sentía a gusto en un lugar atestado de gente, bullicio y frenéticas melodías o coléricas luces, ya que ambos se habían mentalizado en disfrutar de la compañía mutua y qué mejor forma de hacerlo que quedarse en casa, cenando tranquilamente y compartiendo una conversación agradable.
Así pues, habían decidido recluirse en el delicioso ambiente creado para ellos dos y a esa hora de la avanzada noche o más bien, madrugada del sábado, se encontraban disfrutando de un reparador y merecido descanso.
Ella despertó de pronto, sobresaltada por la cercanía del estridente sonido que emitía la sirena del carro de bomberos.
Abrió los ojos de golpe y le costó acostumbrarse a la semioscuridad de la habitación. Por un momento se sintió perdida, extraviada en un lugar que no reconocía como propio y al que estaba poco acostumbrada. El alarmante sonido se fue alejando cada vez más y ella dejó escapar un suspiro de alivió; siempre había experimentado un miedo inexplicable a las alarmas de los cuerpos de rescate, pero al escuchar la sirena alejándose se calmó, todo estaba bien.
Se acomodó en la mullida cama y observó hacia su lado izquierdo, allí estaba él, durmiendo plácidamente boca abajo pero con su rostro hacia ella.
Una sonrisa espontánea apareció en el rostro de la joven mujer al observar a su esposo. Parecía un niño encerrado en el cuerpo de un adulto, el flequillo en completo desorden y un gesto apacible y tranquilo en el rostro que se dejaba traslucir en la semioscuridad de la habitación.
A ella le parecían tan lejanos aquellos días en que se la pasaban discutiendo por nada y por todo, los días en que ella le propinaba sus más potentes y mejores golpes y él le contestaba con insultos e improperios de la peor clase.
Qué lejanos quedaban los días en que ella lo despertaba a gritos para tratar de que por un solo día, no les castigaran por llegar tarde a clases.
Se sonrió al descubrir que los recuerdos de aquella época en la que todo había sido extraño y de cierta forma, divertido, la embargaban de nostalgia. Sin embargo, la sonrisa en su rostro se acrecentó al tomar conciencia de la realidad.
Ellos ya no eran unos adolescentes y ahora se encontraban allí, durmiendo juntos, compartiendo su vida y rodeados por un sentimiento de felicidad que a ella le parecía inverosímil de concebir, porque se había autoconvencido de que las cosas buenas no iban con ella. Desde que se había separado, o más bien, desde que había dejado escapar a ese mismo hombre que ahora dormía a su lado tan placidamente tiempo atrás, se había convencido de que la felicidad no le sonreiría nunca, que ella estaba destinada a ser una mujer incompleta, una mujer infeliz. Todo eso había sido así, hasta ese bendito día en el cual se había presentado a la entrevista de trabajo que cambiaría su vida.
Cuánto tiempo había pasado desde esa oportunidad, ¿seis meses?, ¿ocho quizás?, qué importaba cuando estaba cumpliendo todos sus sueños ahora, cuando él, el hombre a quien siempre había amado se encontraba allí junto a ella y cuando estaba tan próxima su legítima unión, ésa que le demostraría al mundo entero que ellos eran un matrimonio, que se amaban y que vivirían por el resto de sus vidas felices, como siempre debió ser.
-"Un final de cuento de hadas para esta complicada historia" –se dijo para sí al tiempo que una risilla traviesa escapaba de sus labios.
Acto seguido abandonó con sigilo y delicadeza la tibieza de la cama que compartía con su esposo, encaminándose a la salida de la habitación.
Abrió la puerta con cuidado y salió al pasillo exterior. El frío que la recibió no le importó, estaba acostumbrada a deambular por su propia casa en ropa de dormir, por lo que consideró que no era para nada extraño que caminara por la casa de su esposo sólo con el pijama afranelado que se encontraba usando esa noche.
-"Nada glamoroso ni mucho menos 'sexi' –pensó-, pero cálido y confortable para las noches de invierno."
Su destino era la cocina del apartamento y hasta ese lugar encaminó sus pasos. Nada más llegar a la puerta lo escuchó gemir, su amigo y compañero de tantos días de soledad se encontraba justo tras aquella puerta, esperando para ser liberado de su seudo prisión nocturna. Akane se sonrió y abrió la puerta recibiendo el efusivo saludo de su inquieto shiba inu.
-Silencio, Ryo –susurró acariciando la cabeza del perro-, despertarás a Ranma.
El perro pareció entender y se conformó con seguir a su dueña al interior de la cocina en donde Akane tomó un vaso de la alacena más próxima y vertió agua dentro de él. Posteriormente, bebió la mitad del contenido del vaso y volvió a llenarlo. Salió del lugar acompañada de su mascota, pero no quiso volver a la habitación de inmediato, sino que se dirigió a la amplia sala y observó a su alrededor, allí estaban las tres plantas de interior que a ella tanto le habían gustado y que Ranma había decido comprar para que ella comenzara con la redecoración del apartamento, como lo había prometido.
También observó la alfombra nueva, el juego de mesas de arrimo y de centro, los cojines recién cambiados que descansaban en el sofá y las nuevas figurillas que habían llamado su atención en cuanto las había visto en la tienda. Sonrió complacida y traviesamente, eran solo algunas de las cosas que había querido cambiar en el lugar que ahora consideraba algo así como su segundo hogar, el resto tendría que esperar hasta que decidieran dónde iban a vivir una vez le declararan al mundo entero que eran un matrimonio. Suspiró profundamente y se acercó al gran ventanal desde donde tenía una vista panorámica de la ciudad, abrió un poco las cortinas y comprobó que aquella vista todavía conseguía maravillarla.
-Llueve –susurró sin poder apartar la vista de la ciudad a sus pies.
Acercó el vaso a sus labios, bebió un poco de agua y comenzó a repasar los próximos acontecimientos que muy pronto serían prioridad en su vida. En una semana más sería la fiesta de navidad de la Black Ryu Company en conjunto con los gimnasios Saotome, luego de aquello, la llegada de Nabiki junto a toda su familia a Japón, después, la ansiada celebración de la navidad y dos meses después, en febrero… su matrimonio, la unión religiosa que no se había hecho hacía tanto tiempo atrás por no contar con el tiempo necesario.
Suspiró nuevamente, pensando en que tendría un fin de año muy agitado. Terminó de beber el contenido del vaso y lo dejó descansar en la mesita más próxima, luego avanzó hacia el ventanal y acercó su mano a la fría superficie.
-"No puedo creer lo mucho que ha cambiado mi vida hace casi un año –pensó contemplando el paisaje frente a sus ojos-, no puedo creer que me encuentre en este lugar… con él."
Una tenue sonrisa se fue formando en sus labios al repasar en su memoria todos los acontecimientos que para ella habían sido importantes durante aquel año de trabajo, de cómo la relación entre ambos luego de haberse reencontrado había estado marcada por la tensión en un comienzo, por los malos entendidos y la desconfianza luego para después, convertirse en un mundo idílico y soñado que ella nunca había pensado llegar a conocer.
-"Pero, el vivir juntos como un verdadero matrimonio… ¿cambiará las cosas? –se preguntó y una sombra de preocupación veló su delicado rostro-. Compartimos durante el trabajo y durante algunas noches a la semana, pero vivir juntos será… diferente. Él tendrá que renunciar a algunas cosas y yo también, por supuesto, así que…"
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando sintió unos brazos rodeando su cintura y la reconfortante calidez de un cuerpo masculino a su espalda.
-¿Qué haces aquí afuera en una noche fría y de lluvia? –preguntó Ranma muy cerca del oído de su esposa, lo que provocó en ella una risita traviesa a causa del cosquilleo que sintió en ese delicado lugar de su anatomía.
-Admiro el paisaje –contestó sonriendo.
-Akane, son casi las tres de la madrugada, está lloviendo, hace frío y tuvimos un día bastante pesado, ¿y tú admiras el paisaje?
-Esta bien, me desperté y decidí ir a la cocina por un vaso de agua, pero las luces de la ciudad me llamaron a contemplarlas. Dime si no es una linda vista.
-Lo es, pero yo prefiero contemplar el bello rostro de mi esposa dormida a una ciudad que parece no dormir jamás.
Ella sólo sonrió, se recargó en el cuerpo de su esposo, cerró los ojos y dejó que el silencio de la noche y el leve repiqueteo de las gotas de lluvia los envolviera.
Él acercó su rostro al de ella y depositó un cálido beso en su mejilla.
-¿En qué pensabas?
-En todas las actividades que nos esperan en pocos días.
-¡Cielos! –exclamó él-, ¿es que acaso no dejas nunca de pensar en trabajo?
-No es sólo trabajo lo que nos espera –se defendió ella-, está la fiesta de beneficencia, la navidad y… nuestro matrimonio ¿o es que ya no quieres hacerlo?
-¿Hacer qué?
-Casarte, o mejor dicho, volver a casarte conmigo –dijo no disimulando muy bien sus temores.
-Por supuesto que quiero –contestó él con convicción-, qué te hace pensar que no querría.
-No lo sé, quizás sean sólo tonterías pero es que… pienso que al vivir como un verdadero matrimonio, tendremos que cambiar algunas cosas.
-Por ejemplo –inquirió él, estrechando el abrazo.
-Hummm, no siempre estaremos de buen humor, tendremos que definir el lugar en donde vamos a vivir y tal vez tú quieras cambiar algo que yo no o al contrario. Ryo está acostumbrado a ciertas cosas que tal vez a ti te molesten y…
-Akane, piensas demasiado en todo lo que podría ocurrir y eso no es muy recomendable.
-¿No?
-No. Además, nosotros ya vivimos por un tiempo bajo el mismo techo.
-Y la experiencia no podría calificarse como buena –murmuró ella.
-No, porque éramos unos chiquillos rodeados de familiares indiscretos y con muchos problemas a nuestras espaldas.
Un momento de silencio se prolongó por unos instantes, momento que Ranma aprovechó para posar delicadamente su barbilla sobre la cabellera de Akane y observar hacia fuera por el ventanal, pero sus ojos se quedaron clavados en la difusa imagen que se reflejaba en el cristal de ellos dos abrazados.
-¿Temes casarte conmigo, Akane? –preguntó de forma casi inaudible.
-Le temo a los cambios –reconoció ella observando la misma imagen que contemplaba su esposo-. Temo a que un día despiertes a mi lado y te arrepientas de haberte embarcado en esta aventura… Temo no ser lo suficientemente buena para ser una esposa como…
-Eres Akane –le interrumpió Ranma, haciendo que girara para quedar frente a ella-, mi Akane y no hay nadie mejor que tú para ser mi esposa –terminó de decir enmarcando el rostro temeroso de ella con sus manos.
Ella sólo pudo sonreír con ternura en reacción a las palabras que Ranma le había dedicado. Él devolvió la sonrisa y deslizó sus manos por el rostro de su esposa hasta dejarlas descansar sobre sus hombros.
-Además, nadie más que tú podría soportar a alguien como yo –continuó-. Y estoy seguro que nadie más que yo podría soportar a alguien como tú.
-Ibas tan bien, Ranma Saotome –contestó ella con falsa molestia, mientras enarcaba una de sus cejas.
-Sólo digo la verdad –dijo sonriendo con suficiencia, pero al momento torció el gesto al recibir un golpe no demasiado fuerte pero sí algo molesto en las costillas-. Sigues siendo una violenta incorregible.
-Y tú, sigues siendo un bocón que no mide sus palabras.
-Entonces, no creo que haya mayores problemas entre los dos.
Ella sonrió y se acurrucó sobre el pecho de su esposo cerrando los ojos por un momento.
-Deberíamos ponernos a prueba si eso te tranquiliza.
-¿Ponernos a prueba? –inquirió ella, sin levantar la mirada.
-Sí. Nabiki llegará al dojo en una semana más y dudo mucho que con toda su familia correteando por el lugar, yo pueda siquiera aspirar a quedarme contigo por una sola noche.
-Todavía le temes a mi hermana –dijo ella conteniendo la risa.
-¿Tú no? –contestó él con una pregunta, ella asintió en silencio-. Yo pienso que por el tiempo que se quede Nabiki en Japón, tú deberías mudarte al apartamento de tu esposo y dejarle el dojo a ella, así, tendríamos la prueba concreta de cómo resulta nuestra convivencia diaria y sin interrupciones.
-A veces tienes excelentes ideas, Ranma –contestó Akane sonriendo ante las palabras de su esposo.
-Siempre las tengo.
-No, no. Sólo a veces… muy rara vez, diría yo.
-¿Y quién es ahora la que no mide sus palabras? –preguntó fingiendo molestia. Por toda respuesta sólo recibió una risita ahogada-. ¿Qué dices, hacemos la prueba?
-Sí –contestó su esposa levantando el rostro para mirarlo a los ojos-, hagamos la prueba.
-Bien, ahora me gustaría que, aclarado este punto, volvieras conmigo a la cama. Es muy bonita la vista nocturna, la lluvia emite una linda melodía pero sinceramente, Akane, me estoy congelando aquí de pie.
Ella soltó una risotada y se puso de puntillas para rozar los labios de su esposo en lo que pensó, sería una bonita forma de sellar el pacto que acababan de hacer. Él la capturó en sus brazos, no dejando que ella se alejara de su lado y la levantó del piso.
-Si no te cargo, tú no te mueves ¿no? –dijo tomándola en sus brazos, como tantas veces lo había hecho tanto en el pasado como en el presente que compartían.
-No –contestó Akane sonriendo, al tiempo que entrelazaba sus manos alrededor del cuello de su esposo-. Siempre me gustó que me cargaras de esta forma.
-¿Siempre?
-Sí, aunque antes no me hubiera atrevido a reconocerlo –murmuró, dejando descansar su cabeza en el hombro de su esposo-, hubiera muerto antes de reconocer que estar así entre tus brazos era la única forma que tenía de sentirte cerca de mí, de sentirme protegida y tal vez… querida.
-Fuimos un par de tontos –susurró él seriamente cuando ya casi llegaban a la habitación.
-Lo fuimos –reconoció ella-, pero podemos remediarlo ¿no?
-Sí, podemos hacerlo –dijo depositándola suavemente en la amplia cama.
Ella sonrió al reconocer el brillo especial en los ojos de su esposo. Poco tiempo le había costado aprender a advertir las señales, a descifrar las silenciosas demandas que él hacía de forma sutil, a descubrir los deseos ocultos del hombre que amaba y que permanecía de pie frente a ella y aquello la maravillaba.
Podía haber algo mejor para levantar el ego y la autoestima de una mujer que el sentirse deseada por el hombre que amaba, a ella le parecía que no y si la había, simplemente no trataría de descubrirlo en ese momento, así que se movió un poco hacia el centro de la cama y golpeó suavemente con su mano en la lisa superficie para indicarle a él que le esperaba.
Él sonrió y no se hizo de rogar, lentamente se fue acercando hasta donde ella le esperaba y entre dulces besos y tiernas caricias, fue recostando a su esposa quien se encontraba totalmente a merced de él. Lo había sabido desde el momento exacto en que ella le había indicado que se acercara con ese gesto en apariencia insignificante, pero que para él era la confirmación a la solicitud silenciosa que él mismo había formulado sólo con dirigirle una mirada cargada de deseo.
Siempre sucedía así con ellos dos, los momentos de pasión siempre estaban cargados de ternura y romanticismo.
Akane se había preguntado miles de veces cómo era posible que Ranma cambiara tan drásticamente en la intimidad. Parecía como si toda la timidez característica durante su adolescencia volviera a aparecer y a tomar posesión sobre sus acciones, y ella se sentía complacida con ese cambio momentáneo.
Muchas veces se había preguntado si él había sido así de romántico, tierno y hasta tímido con otras mujeres o ese aspecto se producía sólo estando con ella, pero jamás se había animado a formular la pregunta.
Para qué, si a ella le bastaba con saber que la delicadeza de su esposo estaba dedicada sólo a ella. Lo que había sucedido con anterioridad le intrigaba, pero no iba a dejar que interfiriera en su relación, no ahora y después de todo lo que habían pasado para llegar a ese punto.
Entre besos y suspiros, una de las manos de su esposo se fue adentrando por debajo de su afranelado pijama, ascendiendo por su espalda. Ella no supo si fue por lo frío que se encontraban aquellos dedos o por las cosquillas que le provocaron cuando acariciaron sutilmente la sensible piel de su espalda, pero el hecho fue que dio un respingo involuntario, ganándose una mirada de absoluta sorpresa por parte de su esposo.
-¿Qué? –inquirió él.
-Estás helado –consiguió responder conteniendo las ganas de reír.
-¿Y qué esperabas? Me tuviste casi una hora de pie frente al ventanal.
Ella rió traviesamente y dibujó el contorno del rostro de Ranma con su dedo índice, dejándolo descansar en el mentón de su esposo.
-Me acordé de algo que leí por ahí –dijo observando el cambio en el rostro masculino; ahora él sí la observaba con curiosidad-. Dicen que el frío es el enemigo natural de la libido.
-¿Si?
-Sí, está comprobado que las bajas temperaturas inhiben el deseo –terminó de decir tocando la nariz de su esposo con su dedo índice; él sonrió.
-Entonces, puedo decir que esa teoría se equivoca conmigo –contestó apoyando sus brazos a ambos lados de su esposa para dejarla en una especie de prisión humana-, ¿no lo crees así?
Akane asintió con un movimiento de cabeza y luego comenzó a despojar a su esposo de la camiseta que estaba utilizando para dormir, él sonrió, expectante ante los movimientos de su esposa.
-La teoría también se equivoca conmigo –dijo de forma traviesa mientras terminaba su tarea, ayudada por Ranma.
Ambos se observaron de forma cómplice y volvieron a comenzar con la seguidilla de besos y caricias que habían interrumpido momentos atrás, hasta que un gemido fuera de lo común llamó la atención del matrimonio, gemido que se repitió segundos después pero esta vez acompañado de un potente ladrido.
-¡Ryo! –exclamaron ambos al unísono.
El perro se encontraba a un costado de la cama y los observaba con curiosidad. Luego de un momento y de un impecable y ágil salto, se subió al lecho que ocupaba el matrimonio.
-¡Ah, no! ¡Eso si que no te lo aguanto, amigo! -exclamó Ranma poniéndose de rodillas sobre la cama, para luego bajarse de la misma llamando al perro a su lado.
Akane soltó una contagiosa risotada y se sentó en la cama para observar cómo Ranma hacía lo imposible para que Ryo lo siguiera fuera de la habitación.
-¿Las mascotas también son enemigos naturales?
-En este caso creo que sí –contestó Akane-. Ryo, baja de la cama y ve con Ranma.
El can observó a su dueña de forma compungida e hizo lo que ésta le ordenaba.
-Sólo tienes que ordenarle lo que quieres que haga de forma autoritaria, Ranma.
-Te obedece porque eres su dueña –rebatió él, alejándose con Ryo siguiéndole muy de cerca-. Ya vuelvo, ni creas que este percance conseguirá comprobar la teoría.
La escuchó reír a lo lejos y él también sonrió ante su propio comentario, avanzando en la oscuridad hasta llegar a la cocina, prisión temporal y nocturna del shiba inu de su esposa. Luego de asegurarse de que el can estuviera cómodo en el camastro que habían instalado allí para él, Ranma retrocedió sus pasos rápidamente hasta llegar a su cuarto; descalzo y cubierto sólo con el pantalón que utilizaba para dormir ya comenzaba a pensar que su esposa tendría razón con el asunto de la teoría.
Cuando llegó al umbral de la puerta se detuvo para soltar algún comentario travieso con el cual hacer reír a su esposa, pero quedó algo desconcertado al ingresar a la habitación.
-¿Akane? –preguntó cuando no la vio en la cama en donde se suponía, ella le esperaba.
Fijó la vista buscando en la semioscuridad por toda la habitación. Avanzó unos pasos hacia el costado y allí la vio, de pie cerca de una de las paredes laterales del cuarto.
-"Unas diosa –se dijo para sí-, o un ángel… un ángel azul"
La luz mortecina que se filtraba por la ventana había conseguido que el cuerpo de su esposa adquiriera una luminiscencia en tonos plateados, dándole el aspecto de estar rodeado por un halo azulino.
Él tragó saliva, contuvo la respiración y cerró por una fracción de segundos sus ojos al observarla avanzar hacia donde se encontraba, estático, casi como si estuviera clavado al piso de la habitación.
Akane se había despojado de toda su ropa y avanzaba dando pequeños pasos de manera cadenciosa, sin dejar de mirarle directo a los ojos.
La situación había dado un vuelco, los pudores habían quedado a un lado y ella parecía estar decidida a tomar las riendas del juego esa noche.
Cuando estuvo a no más de tres pasos de él sintió esa extraña sensación en su vientre, esa punzada que se instalaba en su zona abdominal y que se extendía como si fueran descargas eléctricas por todo su cuerpo cada vez que estaba próxima a entregarse a su esposo.
Extendió su mano y lanzó un suspiro profundo cuando Ranma entrelazó sus dedos con los de ella. Él también suspiró audiblemente, dejándose conducir al centro de la habitación; su esposa se detuvo justo a los pies de la cama y se giró para quedar frente a él, posó delicadamente su mano en la mejilla de él y comenzó a recorrer el cuerpo de su esposo deslizando sus finos y delicados dedos de forma descendente. De la mejilla a los labios, de allí a la barbilla bajando por el cuello, pasando por uno de sus hombros, descendiendo por sus pectorales hasta llegar a su trabajado abdomen y deteniéndose finalmente en el borde del pantalón que él todavía conservaba.
Durante todo ese tiempo, él permaneció totalmente quieto y en absoluto silencio, tratando de controlar su agitada respiración, intentando contener la ansiedad y el febril deseo que comenzaba a expandirse por todo su cuerpo inundando de ardor sus entrañas. Creyó desfallecer cuando las dos manos de su esposa comenzaron a juguetear con el borde de su pantalón a la altura de sus caderas. Un poco más y ya no podría continuar con aquel juego que parecía estar ejerciendo su esposa.
Entonces, ella se puso de puntillas y acercó sus labios lo más que pudo al oído de su esposo.
-¿Me ayudarás con esto o tendré que hacerlo sola? –susurró, mientras volvía a pasar sus dedos por el borde del pantalón.
Él sólo pudo sonreír ante la pregunta y optó por colaborar con su esposa mientras ella se dedicaba a obsequiarlo con un camino de besos por gran parte de su rostro.
Cuando ella hubo terminado de despojarle de sus últimas ropas, supo que había llegado el momento que había estado esperando. Nunca antes había estado tan decidida a tomar la iniciativa en la intimidad, siempre había esperado que su esposo comenzara el cortejo, pero esa noche se sentía diferente, se sentía segura y totalmente seductora, no entendía muy bien el por qué, pero estaba decidida a asumir el rol protagónico hasta el final, así que comenzó nuevamente con los besos y las caricias.
Sus labios ascendían y descendían por el rostro y cuello de su esposo, aprisionando labios y barbilla, succionando piel, restregando su nariz con la de su esposo, llenando sus sentidos con su esencia mientras sus manos recorrían extremidades, torso y espalda con movimientos delicados pero demandantes.
Ranma trataba de corresponder de igual forma, pero ella casi no le dejaba participar, por lo cual, él sucumbió ante las caricias que ella le prodigaba dejando que su cuerpo encontrara una mejor posición sobre la cama; el deseo y la ansiedad por ella lograron vencerle.
Ella sonrió ante el triunfo obtenido, asombrándose una vez más al contemplar esos ojos que la observaban con ardor; y es que Ranma se encontraba extasiado observando a su esposa desde la privilegiada posición en la que se encontraba tendido en la cama, ella era perfecta y todavía le parecía inverosímil el compartir aquellos momentos con la mujer que desde que la hubiera conocido, le había quitado el sueño.
Akane salió de su estupor y se acercó a su esposo lentamente, avanzando sobre sus rodillas por sobre la superficie de la cama cual astuto felino hasta quedar al costado de Ranma a la altura de sus costillas, sonriendo complacida cuando él extendió su mano para alcanzar la piel de sus piernas. Cerró los ojos y dejó que él continuara recorriendo su cuerpo desnudo.
Él no podía cerrar los ojos, cómo hacerlo si se encontraba hipnotizado por ese cuerpo que se recortaba en la semioscuridad de la habitación, ese cuerpo que le traspasaba su ardor consiguiendo que sus entrañas ardieran, ese cuerpo que conseguía hacerle estremecer por el sólo hecho de acariciarlo.
Exhaló un profundo suspiro cuando sus dedos se posaron sobre los labios de su esposa y ella los besó con una mezcla de ternura y deseo. Fue entonces cuando ella decidió que había llegado el momento de la entrega mutua, ésa que le confirmaba una y otra vez que ella le pertenecía a él en cuerpo y alma y que él le correspondía como nunca imaginó, así que en un movimiento calculado el cual al parecer, su esposo no esperaba, ella se dejó caer sobre él, uniendo sus cuerpos, rozando su piel con la de él, sintiendo las descargas de energía que parecían entrar y salir por cada uno de sus poros.
Él abrió los ojos y acarició su rostro luego que ella hubiera depositado un ardiente beso que solo fue el preámbulo de lo que vendría con posterioridad.
Ella apoyó sus manos en los hombros de su esposo, sin romper el contacto visual con esos ojos azul cobalto que la observaban expectantes y sólo sonrió cuando escuchó la voz de él , profunda y gutural, susurrarle un "te amo" y el momento mágico comenzó.
Para él era un eterno morir y volver a nacer que hubiera querido prolongar por el resto de su vida de ser posible.
El observarla allí sobre él, mirándole con esos ojos color avellana rebosantes de amor y pasión, con los labios entreabiertos, exhalando jadeantes suspiros y melodiosos gemidos, meciéndose en ese cadencioso y exquisito vaivén que a veces parecía hacerle perder la razón y recuperarla al segundo siguiente, había sido su mas anhelado sueño y ahora era su mayor recompensa.
Cada vez que la tenía entre sus brazos quería memorizarlo todo y esta vez no sería la excepción, sus pechos blancos como la nieve flotando frente a él, inalcanzables por momentos y tan asequibles en otros, sus cortos cabellos en desorden cayendo sobre sus delicadas facciones perladas de sudor, la suave curvatura de su delgada cintura en donde parecían haberse quedado clavadas sus manos y el gesto de abandono y goce al momento en que le hizo encontrarse una vez más a las puertas del cielo, su cielo personal, compartido únicamente por la mujer que ahora se recostaba agotada sobre su pecho, le hacían comprender que nunca saciaría su sed de ella, porque para él, Akane era como una droga, una maravillosa adicción que jamás podría superar ni querría hacerlo.
Era en momentos como aquellos en los cuales se prometía a sí mismo que jamás dejaría que volviera a escapar de su lado, porque esta vez no podría superarlo y de seguro moriría si alguna vez llegara a perderla. Era adicto a ella y no tenía intenciones de superar esa adicción, al contrario, le parecía que cada vez se intensificaba más y más.
-También te amo –murmuró ella levantando un poco su rostro y consiguiendo con esa frase sacar de sus cavilaciones a su esposo.
-¿Y esto… fue una demostración? –preguntó con una sonrisa en sus labios acariciando dulcemente los cabellos de su esposa, bajando por su cuello para seguir por su espalda.
-¿Tú qué crees? –contestó ella con diversión.
-Que así es –contestó tras un suspiro.
-Y así es –confirmó ella, acurrucándose en el abrazo de su esposo.
Lentamente fueron cayendo en un sopor agradable y dulce que se fue intensificando. Así como estaban fueron cediendo al sueño; ella, acurrucada al costado derecho de su esposo, sus cuerpos adaptándose en una perfecta armonía; él, aprisionando el delicado cuerpo de ella en un férreo abrazo.
En un último movimiento antes de que el sueño la venciera, Akane posó con delicadeza su fina mano sobre el pecho de Ranma y una sonrisa iluminó su rostro adormilado al sentir los vibrantes latidos del corazón masculino.
Él estaba allí con ella, la mantenía cautiva con uno de sus brazos, dándole protección y amor, ¿podía pedir algo más en ese momento? Sencillamente no, ella era feliz.
R & A
La semana había pasado tan rápidamente que ella ni cuenta se había dado cuando ya estaban a viernes por la tarde.
Ese día había decidido retirarse a medio día de la oficina tras ultimar los detalles para lo que sería la fiesta de beneficencia organizada en conjunto por la Black Ryu Company y los gimnasios Saotome. Habían sido días de duro trabajo y poco descanso, por lo que aquella tarde la joven asistente de presidencia se sentía agotada, mucho más de lo que solía ocurrirle un día viernes normal, y todavía debía inspeccionar por última vez el lugar del evento, recoger su vestido para la fiesta y pasar por casa de su hermana Kasumi.
Así, cuando llegó a casa de su hermana cargando unas cuantas bolsas y una enorme caja en donde le habían entregado el atuendo que había elegido para lucir al día siguiente, se sentía totalmente extenuada.
Kasumi salió a recibirla con su amabilidad habitual y ella, luego de saludar a su hermana, terminó desplomándose en el sillón principal.
-Te ves agotada, Akane –comentó Kasumi cuando llegó al lado de su hermana menor.
-Lo estoy –contestó suspirando audiblemente-, pero además, me siento un poco rara, creo que estoy resfriada, no me he sentido muy bien durante la última semana. ¿Se encuentra Tofú?
-Sí, está con los niños.
-Me gustaría que me recete algún medicamento milagroso. No puedo estar enferma mañana, recuerda que es la fiesta de beneficencia.
-Tienes razón, seguro que puede ayudarte.
-Sí, seguro que sí.
-¿Hablaste con Nabiki? –preguntó Kasumi cambiando el tema de conversación.
-Sí, llega el martes próximo y se quedará en el dojo, le pareció una buena idea el que yo me mude por algunos días –dijo con entusiasmo.
-Se nota que no puedes esperar para mudarte a casa de Ranma –comentó Kasumi con diversión en la voz.
-No te puedo engañar –contestó ruborizada-, me hace mucha ilusión saber si nuestra vida como un matrimonio de verdad será como la imagino.
-Es una buena forma de descubrirlo, aunque me hubiera gustado que antes lo hubieran anunciado formalmente. Eso de vivir juntos a sabiendas que para la mayoría ustedes son sólo 'novios'.
-A mí me basta con que mi entorno sepa que me encuentro legalmente unida a Ranma Saotome, además, los tiempos han cambiado ¿no?
-Hum –fue la escueta respuesta de Kasumi. Luego pareció recordar algo y se puso en pie con una velocidad que sorprendió a su hermana menor-. Akane, debo entregarte algo antes que lo olvide.
-¿Está listo? –preguntó ilusionada.
Su hermana sólo asintió y desapareció de la vista de Akane para volver con algo en sus manos. Kasumi extendió ante los ojos de su hermana el suéter terminado que tantos dolores de cabeza le había ocasionado el confeccionar a la joven mujer de cortos cabellos.
-Quedó perfecto –dijo Kasumi con una bondadosa sonrisa en los labios.
-Tienes razón –concedió Akane no creyendo del todo que el otrora mamarracho tejido se hubiera convertido en un digno suéter confeccionado a mano por ella misma bajo la atenta instrucción de su hermana mayor-, es impresionante que haya conseguido hacerlo y… ¡quedó bien y terminado!
La mujer de cortos cabellos se levantó del sillón y tomó la prenda entre sus manos.
-Gracias Kasumi, gracias por ayudarme con esto –dijo abrazando la prenda con emoción.
-No tienes nada que agradecer, era lo que querías y trabajaste muy duro para conseguirlo, el mérito es tuyo, yo sólo di los toques finales.
-De todas formas, muchas gracias. No lo hubiera logrado sin tu ayuda.
-Me pareció escuchar la voz de mi cuñada por aquí –se escuchó de pronto.
Tofú apareció en el umbral de la puerta cargando a su hijo pequeño, mientras su hija mayor se acercaba corriendo al lado de Akane.
-¡Tía Akane! –exclamó la pequeña abrazando efusivamente a la hermana de su mamá.
-Hola Kahori, qué bueno verte. Tofú, ¿cómo has estado? –dijo Akane acercándose a saludar al esposo de su hermana y al hijo menor de ambos.
-Al parecer, mejor que tú –contestó el doctor con semblante algo preocupado-. ¿Estás enferma, Akane?
-Cómo engañar a un doctor, simplemente no se puede –comentó la aludida, tomando a su pequeño sobrinoen sus brazos-. La verdad, no me he sentido muy bien, Tofú, creo que estoy incubando un resfrío.
-Eso no está bien. Últimamente han aparecido bastantes virus nuevos y mucho más agresivos que los comunes con los que estamos acostumbrados a tratar.
-Es sólo un principio de gripe, Tofú, pero te agradecería si me das algo para detener su avance ahora, no puedo amanecer resfriada mañana.
-Bien, vamos a la habitación de Kahori, me gustaría examinarte antes de recetarte algún medicamento.
-Tú eres el doctor, haré lo que me digas.
Ambos se internaron en la casa, riendo y contándose una que otra anécdota de los días pasados; entretanto Kasumi, ayudada por su hija mayor, comenzó con los preparativos para lo que sería una acogedora cena familiar.
Así y a eso de las diez de la noche, Akane salía de la casa de su hermana después de haber disfrutado de una agradable velada, con la vestimenta que debía lucir al día siguiente en la fiesta de la Black Ryu, el último regalo que le faltaba para darle a Ranma a la semana siguiente cuando se celebrara la navidad y una bolsita con medicamentos, obsequio de su cuñado, para que el incipiente resfrío no interfiriera con las obligaciones de ella al día siguiente.
La noche estaba fría, así que Akane no rechazó la idea de llamar un taxi para que la acercara a su casa, además, con todo lo que llevaba le sería dificultoso desplazarse caminando. Cuando finalmente llegó al dojo, se dirigió directamente a la cocina dejando los bultos en el recibidor para tomar uno de los medicamentos que le había recetado su buen amigo y cuñado. Cuando lo hubo tomado, encaminó sus pasos rápidamente a su habitación para acostarse de inmediato.
Tal vez unas reparadoras horas de sueño serían un buen complemento para amanecer como nueva al siguiente día.
Acompañada por Ryo se acostó a dormir, esperando que pasara muy pronto aquel fin de semana para comenzar con lo que sería la prueba final para su relación amorosa.
Ilusionada ante la idea, cerró los ojos y cayó rápidamente en un profundo y tranquilizador sueño.
R & A
El vestido que ocuparía esa noche para la fiesta no dejaba de maravillarla. En cuanto lo había visto había quedado enamorada de él.
No era que ella fuera muy adicta a la moda y ese tipo de cosas, al contrario, encontraba que era una mujer bastante sencilla en su forma de vestir, casi al punto de querer que su indumentaria pasara desapercibida, que fuese lo menos llamativa posible y hasta que había entrado a aquella tienda en busca de algo adecuado que vestir para la fiesta de fin de año había seguido esa regla, pero no pudo negarse a lucir aquel vestido cuando la dependienta de la tienda le había dicho que parecía confeccionado para que ella lo luciera.
Así, ahora se encontraba observando la imagen que le devolvía el espejo mientras esperaba que su esposo pasara a buscarla.
Como nunca había estado lista mucho antes de la hora señalada y por ello se encontraba ahí de pie, revisando que hasta el más mínimo detalle estuviera bien.
El escaso maquillaje que siempre utilizaba conspiraba para que aquella noche proyectara una imagen mucho más jovial de lo que ya aparentaba. Sus cabellos adornados con un sencillo peine en plata y oro, sus pendientes y su delicada gargantilla hacían el complemento perfecto para que su blanca piel adquiriera luminosidad y por último, el vestido entallado hasta la cadera, con el escote no muy pronunciado, las mangas de gasa hasta el codo, el faldón ancho adornado con fina pedrería, pero por sobre todo, el color turquesa que tanto había llamado su atención en cuanto lo vio era lo que la tenía rebosante de felicidad.
Esa noche ella debía estar resplandeciente para su esposo y para todos los invitados a la fiesta ya que era muy probable que quienes conocían a Ranma desde antes hicieran algún comentario respecto a su vida anterior; él así se lo había advertido por lo que ella debía estar preparada para competir con antiguos fantasmas de chicas que ni siquiera conocía.
El caso era que ella debía sentirse segura al lado de su esposo, así se lo había aconsejado Shaomei y ella consideraba que su amiga tenía toda la razón. Por ese motivo se había esmerado tanto en su apariencia, por ese motivo estaba ansiosa de que llegara la hora señalada y por ese motivo ya no tenía miedo de enfrentarse a quien quisiera preguntarle por su verdadera relación con su jefe.
-Espero que te guste mi apariencia y si no…
No pudo continuar con la frase porque un ruido abajo y los ladridos de su mascota la alertaron. Suspiró profundamente, apagó la luz de su cuarto, tomó su pequeño bolso y se dispuso a bajar al encuentro de su esposo.
Descendió lentamente por las escaleras, él se encontraba impecablemente vestido con un elegante traje negro y camisa blanca que lo hacía lucir demasiado atractivo a los ojos de Akane y de cualquier mujer, dispuesto a subir en busca de su esposa, pero al verla decender despacio por los peldaños de la escalera, se quedó como petrificado en el lugar.
Ella sonrió complacida al comprobar que su intención de provocarle algo más que una buena impresión a su esposo estaba cumplida. Él soltó todo el aire de sus pulmones e inclinó su cabeza a un lado en un gesto bastante infantil. Cuando su esposa llegó finalmente a su lado, Ranma salió de su estupor.
-Podríamos olvidarnos de ir a ese evento, quedarnos aquí y tener nuestra propia cena particular, Akane.
Ella rió llevándose una de sus manos al rostro y negando suavemente con un movimiento de cabeza.
-A veces pienso que realmente estás demente.
-También yo, pero tú eres la única culpable.
-Tonto –dijo ella de forma divertida bajando el último escalón-. Debemos irnos, de lo contrario llegaremos tarde y trabajamos muy duro para que esto resultara bien.
-¿Y no me darás un beso de recibimiento? –demandó su esposo, recibiendo un leve roce en los labios-. Akane, eso no fue un beso –dijo fingiendo molestia, pero se alarmó de inmediato cuando vio a su esposa apoyándose en la pared con un malestar evidente-. ¿Te sientes bien?
-Sí –contestó ella llevándose la mano a la sien derecha-, ya pasó, es sólo que he tomado demasiados medicamentos. Quise evitar un resfrío que amenazaba con dejarme sin fiesta de fin de año y creo que abusé de lo que me recetó Tofú.
-Si quieres podemos llegar más tarde a la cena y quizá no ir.
-No, estoy bien –sonrió su esposa-. Vámonos ya, no me gusta llegar tarde.
-Bien, vamos –contestó, no del todo convencido dándole el brazo a su esposa para salir de la casa.
Ya rumbo al lugar en donde se desarrollaría el evento, Akane se fue sintiendo mucho mejor y atrás quedó el malestar que había experimentado momentos antes.
Cuando llegaron al lugar, éste ya se encontraba con algunas personas en su interior, la mayoría empleados de la empresa, Tomomi y Ryoichi entre ellos, quienes saludaron a la pareja y les indicaron que ellos se estaban haciendo cargo de la recepción de los invitados.
El lugar estaba totalmente ambientado para una linda celebración navideña, toda la decoración ocupada por los encargados del evento era alusiva a la navidad, lo que maravilló a alguien tan entusiasta con aquella celebración como lo era Akane.
Pero lo que ella no sabía era que el mismo Ranma se había encargado de repetirle hasta el cansancio a Tomomi y Ryoichi que se aseguraran de que el lugar estuviera adornado hasta el último recoveco de aquella forma, así, por donde se mirara no faltaban las luces blancas, las ramitas de fresno, las velas, los colores rojo y verde y un incontable etcétera de adornos alusivos a la navidad.
Las mesas para diez personas en donde se desarrollaría la cena se encontraban igualmente decoradas con sobriedad y elegancia y al centro del salón principal, tres estatuas de hielo en forma de ángeles tocando distintos instrumentos musicales.
En frente, un pequeño escenario en donde se realizarían las presentaciones de algunos artistas invitados para amenizar la velada y lo más importante de toda la noche, la subasta que tenía por misión recaudar los fondos para el programa de protección a los niños abandonados que había sido idea de Akane auspiciar.
-Todo está perfecto –murmuró Akane mirando a su alrededor con evidente emoción.
-¿Te gusta?
-Mucho, me preguntaba cómo quedaría decorado finalmente el lugar y me imaginé que sería bonito, pero esto supera todas mis expectativas, es maravilloso.
-Tienes razón.
-Espero que todo salga bien y podamos conseguir una buena suma de dinero.
-Por eso no te preocupes, les sacaremos hasta la última moneda a estos ricachones.
Su esposa rió alegremente con el comentario, pero casi de inmediato cambió el gesto. Había divisado a la madre de Ranma acompañada de su esposo, quienes se acercaban con calma hasta donde se encontraba la joven pareja.
Era la primera vez que Akane se encontraba con el padre de Ranma después de la visita que éste le hiciera meses atrás para exigirle que se alejara de su hijo. ¿Cómo debía enfrentarlo ahora? ¿Cómo tomaría el padre de Ranma la nueva situación?
Sintió su cuerpo tensarse cuando vio a sus suegros a no más de tres metros; Nodoka con una sonrisa maternal en los labios, su esposo con una mirada seria y un gesto agrio dibujado en el rostro.
-Hijo, hija –saludó Nodoka con efusividad a la pareja.
-Hola mamá, papá –contestó Ranma abrazando a su madre y haciéndole un breve gesto a modo de saludo con la cabeza a su padre.
-Buenas noches, tía –dijo Akane acercándose a su suegra para saludarla-, me da gusto volver a verla –cuando se separó de la madre de Ranma, fijó sus ojos en su suegro-. Señor Saotome –dijo finalmente con algo de incomodidad.
-Hola Akane –fue el seco saludo que recibió por parte de su suegro.
Para Nodoka y Ranma fue evidente que si continuaban juntos por mucho tiempo, todos lo pasarían muy mal ya que la tensión era cada vez más notoria.
-Bueno, creo que será mejor que vamos a recibir a los invitados de los gimnasios, ¿no lo crees, Genma?
-Claro –contestó el aludido a su esposa, adelantándose un poco para luego perderse entre la gente.
-Nos vemos luego –dijo Nodoka antes de seguir a su esposo-, tenemos mucho de que hablar, Akane. Quiero que comencemos a prepararnos para su boda; si siguen con la idea de efectuarla en febrero, no contamos con mucho tiempo.
Akane sonrió ante las palabras de su suegra y la vio desaparecer por donde mismo se había perdido su esposo.
-Tu padre sigue estando en desacuerdo con nuestro matrimonio –comentó Akane con tristeza.
-El viejo puede hacer o decir lo que quiera y a mí no me importará en lo más mínimo su opinión. Akane, sólo debes preocuparte por nosotros dos, no por lo que piensen el viejo u otras personas.
-Pero él es tu familia, no cualquier persona –rebatió su esposa.
-Y tú y yo estamos formando una nueva familia –dijo él con seriedad, mirándola directo a los ojos-, el resto puede irse al quinto infierno.
Ella lo observó ilusionada y poco a poco fue expandiéndose una sonrisa en sus labios. Tuvo el impulso de abrazarlo y besarlo ahí mismo, pero se contuvo cuando escuchó una alegre voz a sus espaldas y vio la sonrisa espontánea que se formó en el rostro de su esposo.
-¡Por fin los encuentro!
-¡Hanae! –contestó Ranma al nada protocolar saludo de su ex asistente.
Akane se dio media vuelta y saludó con efusividad y cariño a quien hubiera sido su antecesora en el puesto que actualmente ella ocupaba en la empresa.
Los tres conversaron por mucho tiempo, poniéndose al día en sus vidas, confirmando y desmintiendo rumores, adelantando proyectos de vida y demás, hasta que les hicieron pasar a las mesas para servir la cena.
De allí en adelante, todo fue alegría, distensión y entretención. Ranma y Akane compartían una de las mesas del centro del salón con algunos de los más importantes empresarios de todo Japón junto a sus esposas.
La chica se convirtió rápidamente en el centro de atención de los presentes al enterarse éstos de su calidad de 'novia' del joven dueño de la Black Ryu Company y de su próxima unión en matrimonio.
Así fue como la velada pasó con prontitud entre conversaciones triviales, proyectos de negocios en conjunto y alguna que otra broma.
Llegada la segunda subasta de la noche, Akane comprendió que había sido una muy mala idea el tomar el doble de medicamentos que le recetara Tofú para que se sintiera mejor de su resfrío, ya que comenzó a sentirse realmente mal.
La cabeza le dolía una enormidad, sentía que todo daba vueltas a su alrededor, el frío que sentía a pesar de que el salón estaba calefaccionado se volvía a ratos insoportable y la amena conversación que estaban manteniendo en la mesa de pronto se escuchaba difusa y lejana.
-Ranma –llamó a su esposo quien se encontraba enfrascado en una discusión con un señor mayor sobre la importancia de rescatar las antiguas tradiciones que se habían perdido con los años-. Ranma, no me siento bien –terminó de decir casi en un susurro.
Su esposo la observó alarmado, el rostro pálido y compungido de ella logró preocuparlo y asustarlo.
-¿Qué tienes? ¿Qué sientes? –preguntó con evidente preocupación.
-Deben ser los efectos del medicamento que tomé… o tal vez sea el mismo resfrío pero la verdad es que no… todo me da vueltas y siento que mi cabeza va a explotar.
-Te llevaré a una clínica, ahí podrán…
-No –rebatió su esposa deteniéndolo del brazo-. No debes alarmarte, seguro que llegando a casa y descansando como es debido, mañana estaré mucho mejor.
-Te llevo a casa, entones.
-No puedes –negó Akane-, debes quedarte hasta el final, es importante que te vean aquí o pensarán que este evento no es importante para quien lo organizó.
-Puedo volver después y…
-Ranma, te conozco –sonrió Akane-, si te vas conmigo no querrás volver.
-Tienes razón, pero…
-Pero nada –le interrumpió-. Salgo de aquí con sigilo y tomo un taxi para llegar a mi casa. Nadie me verá o extrañará mi presencia, tú te quedas hasta que esto termine y luego vas al rescate de tu damisela en peligro.
-Se oye tan fácil –dijo sonriendo-, pero no sé si quiera hacer algo así, me preocupas niña terca.
-Estaré bien, de verdad –dijo ella-. A mí me preocupa que esto salga bien y reunamos los fondos que prometimos a aquella institución. Para eso, es necesario que el espíritu solidario que mi querido esposo encarna sea visible a los ojos de todos los demás empresarios tacaños y arrivistas.
Ranma sólo pudo sonreír y, llevándose una de las manos de su esposa a los labios, depositó un cándido beso en ella. Los suspiros, las risitas y cuchicheos de los que estaban cerca de la pareja no se hicieron esperar, pero al joven empresario no podía importarle menos lo que dijeran los demás en ese momento.
-Está bien, dejaré que escapes de aquí y te alcanzaré en cuanto consigamos arrebatarles el dinero a todos estos vejestorios -susurró.
Ella rió alegremente y se puso en pie, él la secundó y le tendió su brazo para que pudiera apoyarse en él. Despidiéndose amablemente de los presentes y explicando la situación, Akane se retiró escoltada por su esposo.
Los colaboradores de Akane, al verla avanzar en compañía de su esposo en dirección a la salida del lugar, se dirigieron rápidamente a interceptar a la pareja. Entonces y al explicar a grandes rasgos lo que sucedía, Tomomi se ofreció a acompañar a su jefa hasta su casa y quedarse con ella hasta que Ranma pudiera relevarla una vez terminado el evento.
Akane se negó, pero Ranma agradeció el gesto de su empleada y le encargó mucho el cuidado de su esposa, él se iría en cuanto le fuera posible hacerlo.
Así, Akane y Tomomi emprendieron el regreso a Nerima bajo una inclemente lluvia acompañada por un fuerte viento que helaba los huesos. Al estar durante gran parte de la noche dentro del recinto en donde se desarrollaba el evento de caridad, ninguna de las dos chicas se habían enterado de la fuerte tormenta que azotaba esa zona del país esa noche, por tanto, una vez que llegaron no sin dificultades al domicilio de Akane y que ésta última estuvo instalada en su confortable cama, tomó la decisión de decirle a su fiel colaboradora que podía retirarse si así lo quería, que ella iba a estar bien y de hecho, ya se sentía mucho mejor, pero Tomomi se negó rotundamente argumentando que el dejarla sola, sería para su jefe seguramente una poderosa causal de despido.
Akane estaba mejor de ánimo y los malestares habían remitido fácilmente, pero ahora se encontraba preocupada a causa de la tormenta ya que ésta no amainaba y seguramente las calles estarían intransitables, resbaladizas y muy peligrosas.
Decidida y con la obstinada decisión de Tomomi de no dejarla sola esa noche, llamó a su esposo para exigirle que se dirigiera a su apartamento aquella noche y que a la mañana siguiente, cuando la tormenta hubiera pasado, fuera al dojo a hacer las veces de enfermero.
En un principio Ranma se había negado, molesto por lo que creía, eran temores infundados por parte de su esposa, pero ante la insistencia de ella y la frase emocionada que le dijera por el teléfono, "Me moriría si por mi culpa te sucediera algo malo", lo convencieron para hacer a regañadientes, lo que Akane le solicitaba por seguridad.
Así que, a pesar de toda la insistencia por irse esa misma noche a cuidar de ella, finalmente Ranma había optado por obedecer a su esposa, no sin antes amenazar a Tomomi para que no la dejara sola y diciéndole que respondería con su vida de ser necesario si a la mañana siguiente él encontraba a Akane peor de lo que estaba durante aquella noche.
Tomomi estaba bastante segura de que lo que Akane tenía era un simple resfrío, así que no se acobardó ante la reacción de su jefe y asumió toda la responsabilidad por el estado de salud de su jefa y amiga.
La joven pasó la noche en la habitación de al lado, pendiente de las necesidades de su jefa durante toda la noche y cuando despertó en la mañana, no le asombró encontrarse con una Akane bastante más repuesta a quien no dejó levantarse, llevándole el desayuno a la habitación.
Estaba acompañando a su jefa con una taza de café mientras conversaban animadamente de nada en particular cuando ambas fueron testigos de la apertura nada suave de la puerta de la habitación de Akane.
Un muy preocupado Ranma hizo ingreso al cuarto, sin prestarle la menor atención a la joven que se encontraba sentada a los pies de la cama de su esposa.
-¿Estás bien? –preguntó con angustia.
-Sí –contestó ella con diversión-, te dije que no era nada grave.
Ranma suspiró audiblemente y pareció recuperar la calma por un instante, esto no pasó desapercibido ante los ojos de Akane. Serían ideas suyas o él se encontraba preocupado por algo más que por su estado de salud. Decidió hacer caso omiso a sus sospechas y volvió a sonreír.
Fue entonces cuando Tomomi decidió que ya era tiempo de dejar a la enferma con el nuevo enfermero y retirarse a su casa. El matrimonio le agradeció el gesto que había tenido con Akane y todos se despidieron alegremente, felices por el éxito obtenido con la primera celebración solidaria de la Black Ryu Company.
La tormenta había dado paso a un día frío y nublado, ideal para quedarse en casa en buena compañía, así que para Ranma fue un regalo de los dioses el que su esposa se encontrase enferma. Se tomó muy a pecho eso de convertirse en enfermero por un día y no hubo forma de que ella lo convenciera de dejarla levantarse, por tanto, Akane se dedicó a disfrutar de todas las atenciones que su esposo le prodigaba, pero algo la inquietaba y ése algo era la preocupación que detectaba a veces en el semblante de su esposo cuando ella le hacía un comentario o quería saber algo más sobre la fiesta del día anterior. Más que preocupación, lo que la joven mujer detectaba a grandes rasgos era temor, pero, temor a qué.
Finalmente decidió descartar esos pensamientos y dedicarse a disfrutar de la compañía de su esposo durante lo que quedaba del fin de semana. Faltaba un día y horas para la llegada de su hermana Nabiki y con ello, para poner a prueba la convivencia como un verdadero matrimonio en casa de su esposo y era innegable que la idea le hacía mucha ilusión.
R & A
El día lunes se presentó con temperaturas más altas y menos sombrío que los días anteriores. La tormenta que había azotado con tanta fuerza ese sector del país durante el día sábado parecía haberse llevado las malas condiciones climáticas de los últimos días.
La joven asistente de presidencia se sentía feliz ante la llegada de su hermana mayor junto a su familia y renovada luego de que un pseudo resfrío la tuviera en cama durante todo el día domingo. Así pues, había llegado muy temprano a las dependencias de la Black Ryu Company para preparar lo que consideraba, sería una semana muy agitada en el trabajo.
Su jefe y esposo llegaría a medio día a la oficina porque habían programado una visita a terreno que le ocuparía toda la mañana en la fábrica principal.
Akane todavía sonreía al recordar todos los peros que había puesto él para evitar que ella concurriera al trabajo ese día, argumentando que no le haría nada bien volver al trabajo después de experimentar los síntomas tan molestos de los días anteriores.
Ella había rebatido diciendo que tenía cosas imposibles de dejar de lado y que requerían su presencia, así que en una discusión que tenía poco de agresiva y más de infantil, ella se había impuesto una vez más, consiguiendo que él finalmente aceptara pasar a dejarla a las oficinas centrales de la Black Ryu, antes de dirigirse a su destino.
La joven asistente de presidencia se encontraba examinando unos documentos de suma importancia para el funcionamiento de la empresa cuando fue interrumpida por el sonido del teléfono interno.
Se le anunciaba que en recepción se encontraba un señor que deseaba hablar urgentemente con Ranma Saotome o con su asistente, la señorita Tendo. El hombre en cuestión no había revelado sus intenciones pero aseguraba que tenía algo muy importante que comunicarles, casi de vida o muerte.
Akane se preocupó ante la insistencia y las palabras del hombre, por lo que decidió atenderle de forma inmediata.
Momentos después ingresó a su despacho un señor de unos cuarenta años, bajo en estatura, de lentes, cabellos castaños, vestido totalmente de negro con ropa informal pero elegante y con un maletín de cuero en una de sus manos.
La joven mujer de cortos cabellos jamás había visto el rostro del hombre pero no supo por qué sintió una molesta inquietud al verlo de pie frente a su escritorio. Le ofreció asiento a lo que él aceptó con una media sonrisa en los labios.
Media hora después, el hombre salió del despacho de Akane con una mirada de triunfo y la misma media sonrisa en los labios; minutos después, la mujer de cortos cabellos abandonó su oficina enfundada en su abrigo, con su bolso colgado al hombro derecho y un sobre de mediano tamaño en su mano izquierda.
-Tomomi, me ausentaré… creo que gran parte del día –dijo sin entonación una vez hubo llegado al escritorio que ocupaba su colaboradora-. Por favor, ocúpate de todo lo que pueda surgir mientras yo no esté aquí ¿si?
-Claro, no te preocupes Akane.
-Gracias.
-¿Qué le digo al jefe cuando pregunte por ti? –preguntó antes de que su jefa comenzara su camino hacia el elevador.
-Dile… dile que tuve que salir urgentemente –contestó devolviéndole una mirada ausente a la joven que la observaba expectante-. Dile que yo me comunicaré con él apenas acabe con… No, mejor dile que hablaré con él… cuando todo esté solucionado –terminó de decir en un susurro, dirigiéndose hacia el elevador.
Debía salir de ahí, tenía que encontrar respuestas y hacer averiguaciones… su futuro dependía de ello.
Notas finales:
1.- ¡Hola!
Bueno, después de una laaaaarga ausencia, tenemos capítulo nuevo.
Sé que no fue la gran cosa (y por supuesto, no aclaró las dudas de quienes querían enterarse quién es el personaje que recibió la invitación a la fiesta. Para eso, deberán esperar el próximo capítulo, por fis ^^), pero algo es algo al fin de cuentas ¿no?
2.- Sé que quieren matarme por no actualizar rápido… les pido paciencia y comprensión para esta pobre autora irresponsable. La verdad, estaba estancada con la historia porque sabía lo que quería plasmar, pero no encontraba las palabras para hacerlo, así que, además de mi falta de tiempo, el factor "Quiero escribir pero… ¡No me gusta cómo está quedando esto!" influyó muchísimo en la tardanza del capítulo. Sólo espero que no vuelva a pasar y poder actualizar lo más pronto posible.
3.- Ahora, mi sección favorita de estas notitas al fin del capítulo: los agradecimientos ^^
Quiero agradecer una vez más a todas (os) quienes siguen esta historia de forma activa dejándome un comentario, pero también a quienes la siguen de forma pasiva sólo leyendo cada vez que actualizo. En verdad que me hace muy feliz el saber que se interesan por este escrito en particular.
Ahora, de forma muy, muy especial, agradecer a Shakka DV, kary14, blandy (Gracias por comentar ^^ Bueno, no prometo nada, ya vez que el capítulo quedó con un final totalmente abierto y aunque ya sé lo que viene después… no puedo adelantarte nada, lo siento T_T Espero que sigas conmigo para que sepas si permanecen juntos o mi mente malvada los separará. Un beso ^^), ELOWYN3, ivonne-18, usaguitendo-saotome, lerinne, Sonia, JesiSaotome (Gracias por tan lindo review ^^ Bueno, los tiempos de actualización no van tan rápido como yo quisiera pero… trataré de solucionar eso. Veremos si te sigue gustando la historia, espero que sí. Un beso y de nuevo, gracias por el comentario ^^), Arashi, Syndy, margoth25 (Gracias por los reviews ^^ Espero seguir contando con tu apoyo y ya ves, la actualización tarda pero llega XD Un beso ^^), Jacquesita Saotome, Sele, Caro, Marina, Rankanema (Gracias por el review ^^ Bueno, me alegra saber que estás enganchada a la historia, veremos quién le da su lección a Genma para que deje de entrometerse en la vida de su hijo… por el momento, esta autora no lo hará XD Un beso y gracias por comentar ^^), Nia06, preust (Muchísimas gracias por el review ^^ Verás, el trabajo casi siempre conspira para que demore las actualizaciones, pero en ningún caso abandonaré ninguno de mis proyectos, sólo pido paciencia. Espero que te siga gustando esta historia y muchas gracias por comentar, un beso ^^), Sofi, belli (Gracias por el comentario, linda^^ Ya ves que hice todo lo posible por actualizar y el capi ya está arriba. Espero te siga gustando la historia, un beso y gracias por el review ^^), Ranm. a. lways. OCD, tninih (Gracias, muchas gracias por el comentario ^^ Bueno, lo he dicho, no pienso dejar ninguna historia en el aire, es sólo que mi tiempo libre es inversamente proporcional a mis ganas de escribir ^^… con paciencia, sabrás de todas ellas muy pronto. Gracias nuevamente por el review y un beso ^^) Rutabi de Saotome y Ranma y Akane Per Sempre,gracias por todas y cada una de sus palabras, son la energía perfecta que necesito para seguir dándole vida a esta historia.
Un beso y muchas gracias a todas (os) quienes siguen mis escritos, éste en particular, por siempre apoyarme y por sus lindas palabras.
Será hasta una próxima y espero, no muy tardía actualización.
Qué estén muy bien, saludos y buena suerte!
Madame De La Fère – Du Vallon.
