- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato, algo así como "extras"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.


"More than us"

Se encontraba en el jardín de la gran casona, contemplando el cuidado estanque koi que tan familiar le resultaba. No sabía muy bien el por qué, pero se sentía algo ahogado y angustiado dentro de la casa; todas esas personas moviéndose de aquí para allá, atropellándose unas a otras para llegar a sus destinos, levantando las voces para hacerse escuchar de un extremo a otro de las habitaciones habían puesto a prueba todo su autocontrol y, casi sin quererlo, habían conseguido desquiciarlo.

Casi, porque según se había auto convencido y en una sabia decisión tomada para su salud mental, había inventado la excusa perfecta para poder arrancarse al jardín y volver a recuperar algo de calma en ese momento que sabía resultaría muy importante no tan sólo para él, sino también para todos quienes lo rodeaban y compartían su vida.

Ciertamente, la calma la había perdido hacía muchas horas atrás y sin siquiera darse cuenta puesto que los temores iban minando poco a poco todo su ser.

Para empeorar su situación, no había podido entablar una mísera conversación con la única persona que lograba transmitirle paz y confianza en los momentos difíciles. Akane estaba realmente sobrepasada con los preparativos de última hora que habían surgido para aquel día de tanta importancia y él no se sentía capaz de arrastrarla consigo a ese estado de constante nerviosismo en el cual sentía que iba cayendo rápida e ineludiblemente.

Ella se había quedado conversando horas con él la noche anterior, tratando de convencerlo de que todo iría muy bien, que habían tomado una buena decisión, que cualquier cosa que pasase, ella siempre iba a estar a su lado para encontrar una solución y de hecho, siempre había sido así, entonces, por qué sentía aquel temor casi incomprensible.

Levantó la vista y la enfocó en las escasas nubes que poblaban el cielo. Suspiró y volvió a enfocar sus azulados ojos en el estanque; un pez saltó volviendo a sumergirse con rapidez en las poco profundas aguas del estanque lo que le provocó esbozar una ligera sonrisa.

Comenzó a repasar todas las acciones que se habían realizado para llegar hasta ese momento. Los rituales se habían practicado tal y como las ancestrales costumbres lo indicaban; el vidente había indicado que los días escogidos eran adecuados para realizar tanto la ceremonia de compromiso así como el ritual de la boda; los regalos se habían entregado; los preparativos habían sido exitosos y sólo quedaba afinar pequeñísimos detalles de los cuales las mujeres ya se habían encargado, entonces, por qué ese temor, por qué esa congoja que aprisionaba con fuerza su pecho no dejándolo respirar con la facilidad con la que acostumbraba hacerlo.

Fue justo en ese momento en que se atrevió a reconocer finalmente la razón. Tenía miedo. Él, Ranma Saotome, feroz guerrero triunfador en tantas batallas se encontraba aterrorizado porque no podía asegurarse a sí mismo, ni a nadie, que desde aquel día en adelante ella sería completamente feliz.

La vida tenía muchísimos altibajos y él no podía controlarlo todo, así que temía que ella pudiera resultar lastimada; ella, a quien amaba con todo su ser.

Expulsó el aire de sus pulmones con un suspiro y volteó lentamente con la intención de ingresar nuevamente a la casona, pero en vez de hacerlo, se quedó estático en el lugar. Una sonrisa fue formándose en sus labios, expandiéndose cada vez más en su rostro. Sus ojos se iluminaron y respondió gustoso al saludo que la joven de azulados cabellos, vestida ya completamente con el kimono ceremonial blanco le dedicaba desde la ventana de la habitación de la planta superior de la casa.

Se veía radiante, hermosa y completamente feliz.


Capítulo II

"Sí, acepto…"

Consideró de buena fortuna el hecho de que el día, y a pesar de encontrarse en pleno invierno, se mostrara benévolo en cuanto a clima se trataba. El cielo se vislumbraba salpicado de nubes de un color grisáceo y los pálidos y poco calurosos rayos del sol de invierno se colaban entre aquellas nubes no llegando a resplandecer del todo. Una suave brisa corría de norte a sur; lo notaba por el movimiento de las pocas hojas que aún se mantenían aferradas a las esqueléticas ramas de los árboles que rodeaban el patio de la casa en donde se encontraba, vestido de pies a cabeza con el pesado traje ceremonial y esperando de brazos cruzados la hora indicada para concurrir al Templo en donde se desarrollaría la ceremonia más importante de su vida.

Sonrió al escuchar el suave sonido que emitían las sandalias de madera al contacto con el piso y el frufrú de la seda de las faldas de un kimono al rozarse con el mismo. El sonido se detuvo a espaldas de él, pero él no hizo movimiento alguno, esperando y sonriendo en su mente, puesto que estaba casi seguro que la mujer que se encontraba tras él en ese preciso momento se encontraba sonriendo orgullosa.

Sintió la mano femenina y delicada posarse en su hombro izquierdo y alisar la tela de su kimono ceremonial.

-Te ves muy guapo –declaró la voz femenina a sus espaldas.

Por instinto, bajó la mirada para inspeccionar su atuendo, un pantalón hakama con sus típicos pliegues, calzado con getas de madera y medias tabi. Luego examinó su chaqueta haori, totalmente negra y sólo adornada con el escudo de su familia distribuido en partes específicas de la tela; bajó su mano derecha y arregló el lazo que ajustaba el obi a su cintura.

-¿Eso crees? –preguntó con una media sonrisa en sus labios.

-Sí.

-Lo dices sólo porque eres mi madre –rebatió dándose media vuelta para mirarla de frente, pero se sorprendió con la imagen que observó-. Madre, ¿qué sucede?, estás a punto de llorar.

Nodoka Saotome, ataviada con un hermoso kimono negro, adornado en su parte baja con una escena de montañas, árboles de buena fortuna y mujeres leyendo y cantando bajo la sombra de estos últimos, negó con un suave movimiento de cabeza.

El peine dorado que adornaba su cuidado cabello tomado a la usanza tradicional se movió un poco y una hebra marrón salpicada con hilos plateados que develaban su edad, se escapó de su lugar.

Ranma sonrió con ternura y con su mano puso en su lugar el rebelde mechón que se había soltado del peinado de su madre.

-Así está mejor –declaró satisfecho, ella sonrió pero sus ojos continuaban brillantes por las lágrimas contenidas.

-Realmente eres un hombre muy apuesto, hijo, y además, de buen corazón –dijo acariciando la mejilla de su único hijo.

Él torció el gesto y su mirada se endureció.

-No empieces, madre.

-No quiero empezar nada, sólo quiero que reconsideres…

-¡No! –se exasperó-. Lo siento pero está decidido. Basta con que Akane me haya obligado a soportar su presencia y a perdonarlo para que tú también quieras interceder. ¿Qué les sucede a ustedes dos?, ¿acaso pretenden formar la organización "todos contra Ranma y a favor del calvo desalmado"?

Nodoka no pudo evitar una carcajada ante la ocurrencia e histrionismo de su hijo, pero al momento recobró la compostura.

-No, pero "ése calvo desalmado" resulta ser tu padre, el suegro de tu esposa y será el abuelo de tus futuros hijos, Ranma.

-Sí, y seguirá siendo tan egoísta como siempre ha sido –resopló su hijo ofuscado-. Madre, él me ha jugado muchas malas pasadas durante toda mi vida, incluso me mantuvo alejado de ti durante años y ahora quiso destruir mi mundo sólo porque no estuvo de acuerdo con una decisión que me correspondía a mí tomar, una decisión que me hace muy feliz. Casi destruyó mi vida con el fabuloso plan que puso en práctica, y ahora quieres que lo perdone y me comporte como si nada hubiera pasado.

-Pero, no es bueno que guardes tanto resentimiento, Ranma. Mucho menos en el día de tu boda.

El joven suspiró y apoyó sus manos en los hombros de su madre, ella lo miró a los ojos y pudo ver cómo éstos brillaban con intensidad. Sonrió.

-Soy feliz, mamá –confirmó con una sonrisa en los labios-. Soy muy feliz porque finalmente estoy con la persona que siempre quise estar; amo a esa mujer malhumorada e impredecible y ella me ama a mí –se acercó al oído de su madre y continuó en un susurro-, y me dará un hijo, mamá, que es lo más quiero en esta vida. El que yo esté enojado con tu esposo no arruinará mi felicidad esta vez porque hoy retomaré mi vida y formaré una familia con la mujer que siempre quise y que lleva a un pequeño dentro de su vientre.

-¿Un…?

Ranma no dejó que terminara la frase ya que la silenció poniendo sus dedos sobre la boca de la mujer y sonrió asintiendo suavemente.

-Todavía es un secreto, pero pensé que te gustaría saberlo -confirmó encogiéndose de hombros.

-¡Ranma! –chilló la mujer abrazándose a su hijo-, soy tan feliz como tú lo eres ahora.

-¿Podemos olvidar todo ese asunto del perdón? –contestó devolviéndole el abrazo a su madre-. Por lo menos por ahora. Quizá más adelante y con el tiempo pueda olvidar que tu esposo es un…

No terminó la frase para no espantar a su madre, simplemente se separó de ella y endureció la mirada antes de continuar.

-Se está haciendo tarde y antes de que se escape, estoy obligado a hablar con él porque debo dejarle las cosas claras desde ya –dijo con resolución, encaminándose al interior de la casa de sus padres.

Nodoka se quedó observando el jardín en una posición meditabunda pero con una gran sonrisa en el rostro.

-"Sólo espero que no seas tan duro con él, hijo mío -dijo para sí-. Un nieto. Realmente seré abuela… ¡seré abuela!".

Rió llevándose ambas manos al rostro.

R & A

Permaneció de brazos cruzados en la puerta de la habitación, observando.

No sabía cómo comenzar con su monólogo puesto que no se sentía capaz de controlar los impulsos asesinos que se apoderaban de todo su ser cuando recordaba lo que había sucedido hacía tan sólo una semana atrás. Cuando recordaba que por culpa del hombre que en ese momento se encontraba ajustando los detalles de su traje ceremonial frente al espejo de la habitación matrimonial casi había perdido a la persona que más le importaba en el mundo por segunda vez, se sentía capaz de golpearlo hasta que no pudiera volver a ponerse de pie.

El hombre mayor observó su imagen en el espejo, alisó los pliegues de su pantalón hakama, ajustó sus anteojos y luego se llevó las manos a la nuca para comprobar que la pañoleta que le caracterizaba estuviera bien fija en su lugar.

-No te esmeres tanto, tu aspecto no va a cambiar aunque te pongas los trajes más costosos –habló el joven que se encontraba observándolo desde la puerta de la habitación-. Tu rostro siempre delatará al hombre egoísta que habita en ti.

-Ranma –musitó Genma dándose media vuelta para encontrarse con su hijo. Lo que vio fue una mirada dura y acusadora junto a una mueca de desprecio en el rostro del joven que permanecía cruzado de brazos pero sin darle la cara. Tragó duro y se aclaró la voz antes de continuar-. Qué bueno que finalmente decidiste hablarme. Después de todo soy tu padre y…

Ranma levantó un brazo indicándole con ese gesto que permaneciera en silencio.

-Sólo vine porque me veo en la obligación de hablarte para darte algunas indicaciones.

-Creí que venías…

-¿A perdonarte? –le interrumpió arqueando una ceja-. Te equivocas otra vez.

-Entonces.

-Entonces, hablaré yo –continuó el joven con un tono de voz exento de toda emoción-. Te encuentras aquí porque mi esposa y mi madre así lo quieren y porque da la casualidad que eres quien debe acompañarme en este día; si pudiera saltarme ese requisito dentro del ritual, te aseguro que lo haría. Ahora, como resulta ser mí boda, tendrás que acatar mis órdenes, porque no te lo estoy pidiendo, te lo estoy ordenando, ¿quedó claro? Es lo menos que puedes hacer para compensar en algo lo que hiciste.

-Me equivoqué, ya lo reconocí y pedí perdón por eso…

-¡No he terminado! –levantó la voz fulminando a su padre con la mirada-. Me acompañarás a la ceremonia tal y como dictan las normas, participarás de la celebración e incluso podrás posar para las fotografías, pero no quiero que digas ni media palabra durante los discursos. Tampoco hablarás con los invitados de nosotros, sólo te dirigirás a ellos si ellos se acercan a hablar contigo y lo más importante, te prohíbo terminantemente acercarte a Akane. No quiero que te acerques a ella ni siquiera a dos metros de distancia. ¿Te quedó claro?

-Ranma, hijo…

-¿Te quedó claro? –volvió a preguntar con mayor efusividad e ignorando la última palabra dicha por su padre.

-Sí.

-Tendría que haber buscado la forma de prescindir de ti para este momento –reflexionó en alta voz.

-Aunque te pese, soy tu padre, debo acompañarte en tu boda.

-Si de mi dependiera te aseguro que no tendrías que acompañarme ni en mi boda, ni en mi vida.

-Te pedí perdón, Ranma, y a Akane también. Te rogué que me disculparas, fue un error lo que hice y me arrepiento de ello. ¿Qué más quieres que haga?

-Que te mantengas alejado de nosotros. A mí no me convences tan fácilmente como hiciste con mi madre y con Akane, eres una persona que siempre ha sido egoísta e interesada. Lo siento pero no puedo perdonarte.

-Más adelante tal vez recapacites…

Ranma negó con la cabeza y comenzó a abandonar la habitación.

-Dudo mucho que haya un más adelante -sentenció-. Tal vez nunca lo haga.

Genma Saotome quedó solo en medio de la habitación, mirando el lugar vacío por donde había desaparecido su hijo y por primera vez sintió miedo de perder el poco control que aún ejercía sobre el joven, pero por sobre todo, por vez primera experimento el sentimiento de angustia y desesperación, porque si bien era cierto que no había sido un excelente padre, quería a su hijo, a su manera pero le quería y se daba cuenta que por sus propias acciones, lo estaba perdiendo, quizás para siempre.

Con una amarga media sonrisa, se dispuso a salir él también la habitación. Estaba viejo y sabía que el tiempo era un factor impredecible que jugaba en su contra, por tanto abandonó el cuarto haciéndose la promesa de cambiar y tratar de recuperar a su único hijo. Si conseguiría estos dos objetivos era algo que sólo el destino sería capaz de responder.

R&A

Le parecía que el tiempo no avanzaba, de hecho, creía que había permanecido a las afueras del Templo por horas y horas, acompañado por su madre y con su padre a una distancia de casi dos metros.

Se sentía intranquilo y nervioso. Unos pocos invitados ya habían llegado y se encontraban reunidos alrededor del Templo, todos con sus ceremoniosos y elegantes kimonos. La etiqueta exigía que las mujeres casadas llevaran kimonos de color negro aunque con distintos diseños; las mujeres solteras iban ataviadas con coloridos kimonos en distintas tonalidades y modelos, o con trajes formales y los varones llevaban trajes o kimonos en tonalidades oscuras. Así lo pudo comprobar Ranma cuando observó el pequeño grupo de gente que conversaba a la sombra de algunos árboles que se encontraban en el lugar.

No es que fueran demasiadas personas. Después de todo, a la ceremonia shintoísta sólo se invitaba a las familias de ambos novios y a los más cercanos, pero él pudo divisar a lo lejos a Nabiki y Mousse junto a sus respectivas familias, así como a sus ancianos y queridos empleados de la casa de Kumamoto junto a Yuzuki y su esposo. También estaban allí su antigua asistente, Hanae y los colaboradores de Akane en la empresa, Ryoichi y Tomomi.

Cuando llegó Tofú junto a sus hijos, supo que el momento se acercaba puesto que Kasumi era la encargada de ayudarle a Akane en todo lo referente a su indumentaria y también tenía la importante misión de acompañarla para suplir el rol de la madre de la novia. Como hermana mayor, era lógico que ocupara ese importante lugar.

Respiró profundamente y contestó con la mano al saludo que le dirigía a lo lejos el doctor a quien consideraba un verdadero amigo. Éste último sonrió e hizo un gesto con su mano, indicándole al nervioso novio que observara hacia atrás.

En ese momento Ranma no podría haber precisado si era de noche o de día, si hacía frío o calor, si se encontraba despierto o por el contrario, estaba inmerso en un hermoso sueño.

A lo lejos, acompañada por su hermana mayor caminaba su esposa. Ataviada con un sobrio y bello kimono de color blanco impoluto daba pequeños y cuidados pasos sobre el pavimento. A medida que se iba acercando, él pudo fijarse en los detalles, el color blanco de las manos, rostro y cuello producto del polvo de arroz con el que seguramente la habían maquillado, los labios formaban un deliciosa línea roja en la que destacaba un pequeño pétalo pintado al centro del labio superior, cubriendo su cabeza llevaba una capucha blanca y bajo la capucha el elaborado peinado nupcial compuesto por el tocado, tachonado de horquillas de carey y peinetas doradas que seguramente podría apreciar en su totalidad una vez terminada la ceremonia.

Sonrió cuando recordó que el significado de la capucha blanca que cubría los cabellos y el elaborado peinado de su esposa era ocultar los cuernos de los celos que, según la tradición, permanecían encerrados dentro de cada mujer. Soltó una carcajada y movió la cabeza ganándose una mirada interrogante por parte de su madre. Los celos de Akane no se podrían esconder con una simple tela blanca, pero era la tradición y había que respetarla, reflexionó sin llegar a compartir aquel pensamiento.

A medida que ella avanzaba fue totalmente evidente para él y para el resto de los allí reunidos, que no sería nada fácil seguir el estricto protocolo que la ceremonia que habían querido realizar demandaba, puesto que el primer impulso que tuvo fue el de rodear a la flamante novia en un abrazo y robarle un beso, acto reflejo que fue evitado por una mano que detuvo su avance y una novia que retrocedió dos pasos, alejándose de él.

-Ranma, no es correcto lo que pretendes hacer –sentenció su madre quien aun lo sujetaba de su antebrazo.

Akane sonrió sin emitir palabra alguna y asintió con un leve movimiento de cabeza. Kasumi, quien venía tras su hermana le regaló una mirada reprobatoria a su cuñado.

-Sólo quería saludarte –rezongó Ranma haciendo un mohín que provoco una risita en las tres mujeres.

-Quisiste efectuar esta ceremonia de matrimonio, Ranma –contravino Akane-, ahora debes aguantarte. Ya lo conversamos. No caricias, no besos, no roces hasta que volvamos a estar completamente solos, tú y yo. Sólo la mano ¿si? Es la…

-Sí, sí, sí –interrumpió él-, es la tradición y lo que dicta el protocolo, pero no sé si pueda soportarlo. Te ves preciosa.

Aún con el rostro espolvoreado de blanco pudo notar el sonrojo de su esposa ante las palabras que habían salido espontáneamente de sus labios. Y es que simplemente decía la verdad, Akane, allí de pie frente a él le parecía el ser más perfectamente bello sobre la faz de la tierra; sintió ganas de abrazarla una vez más y comprobar así que no estaba soñando, que todo aquello era real y que lo estaba viviendo, pero se contuvo al escuchar que Kasumi le dirigía la palabra.

-Tú no te ves nada mal, Ranma, pero creo que debemos darnos prisa –declaró-. Pronto vendrán los monjes a buscarnos para comenzar con la ceremonia y todavía no saludan a los invitados.

-Kasumi tiene razón –concedió Nodoka-. Vamos.

Pero había algo que no dejaba que los novios lograran moverse de donde se encontraban, un magnetismo que los hacía permanecer allí, mirándose el uno al otro sin querer dejar de hacerlo, una mágica atmósfera que los envolvía únicamente a ellos dos, pero la burbuja en la cual parecían encontrarse fue rota cuando Nodoka tomó del brazo a su hijo y lo obligó a mirarla.

-Tendrás todo el tiempo del mundo para observar a tu esposa, Ranma –sentenció-, pero después.

-Está bien, ustedes ganan.

-¿Y tío Genma? –preguntó Kasumi cuando se disponían a avanzar.

Ranma endureció el gesto, su madre frunció el ceño y una mueca de desagrado se impuso en sus labios; en cambio, el rostro de Akane mutó de la más completa felicidad a reflejar la tristeza que sintió ante la inocente pregunta de su hermana mayor.

Los tres intercambiaron una mirada conciliadora antes de que Ranma se decidiera a contestar.

-Está allá, Kasumi –indicó con un gesto de su mano, tratando de quitarle importancia al asunto-. Vendrá tras nosotros, no te preocupes.

-Bien, entonces vamos –sonrió la mayor de las hermanas Tendo.

Los cuatro avanzaron hacia donde se encontraba el resto de los acompañantes a la ceremonia, seguidos a una distancia prudente por un acongojado Genma Saotome.

Luego de los saludos respectivos y, viendo que el sacerdote y su concelebrante se acercaban, todos los allí presentes volvieron a adoptar una pose muy formal. El ritual, conocido por todos a excepción de los niños, debía respetarse, así que los invitados y familiares fueron ingresando al Templo para tomar ubicación dejando en el exterior a los novios y sus padres.

El sacerdote que oficiaría de maestro de ceremonia se acercó a ellos y luego de saludarles, les indicó que se encontraba todo dispuesto para proceder con la boda.

Akane observó a Kasumi, quien la acompañaría hasta el altar puesto que por ser la hermana mayor, ocuparía el rol que debía desempeñar la madre de la novia.

Ambas hermanas intercambiaron una mirada cómplice y sonrieron sabiendo lo importante que era aquel momento para la novia, no tanto por la celebración del rito matrimonial en sí puesto que la pareja ya se encontraba casada desde hacía muchos años, sino más bien porque en aquel momento y realizando ese rito se daba por terminada la larga travesía que habían realizado ambos para por fin seguir con la vida en pareja que por tanto tiempo había quedado truncada.

Kasumi, conociendo a su hermana menor expandió su sonrisa y le dio unos suaves golpecitos en el antebrazo.

-Ya es hora, Akane –susurró-. Es hora de cumplir tu sueño.

Su hermana menor asintió en silencio y sin dejar de sonreír, arregló la capucha blanca que escondía el elaborado peinado, acomodó las faldas de su kimono y comenzó a avanzar dando pequeños y delicados pasos hacia el interior del Templo acompañada por su orgullosa y sonriente hermana mayor.

Ranma suspiró profundamente y observó a la mujer que le acompañaba, quien hacía lo posible por contener las lágrimas. Apoyó su mano suavemente en el hombro de su madre y le dio un suave apretoncito.

-Creo que es nuestro turno –dijo siendo testigo de la orgullosa mirada que le devolvía su madre al asentir-. Hey, tú. No te quedes atrás –exclamó después endureciendo el tono de su voz-. Después de todo para eso estás aquí.

Dicho esto se dispuso a encaminar sus pasos siguiendo el mismo camino que había hecho Akane, acompañado por sus padres.

Cerrando la procesión iban los sacerdotes con sus trajes ceremoniales y sus bastones rituales de madera.

Una vez estuvieron todos dentro del Templo, la ceremonia comenzó, pero los novios no podían estar más abstraídos de lo que sucedía a su alrededor, puesto que eran tantas y tan variadas las emociones que a ambos corazones embargaban, que se les hacía imposible poner la debida atención a las palabras que eran dichas por el sacerdote, a las expresiones de sus acompañantes e inclusive, a las peticiones que se les solicitaba realizar. Fue por este motivo que Ranma tardó en reaccionar cuando el celebrante le preguntó si había escuchado con atención la lectura del código de ética Meiji.

Ante la pregunta, el novio tensó su cuerpo y compuso una mueca tan graciosa que Akane no pudo hacer otra cosa que reír suavemente al observarle de soslayo.

-Perdón, ¿podría repetirme la pregunta? –murmuró un azorado Ranma con un hilo de voz.

-Dije si habían escuchado y comprendido nuestro código Meiji, el cual acabo de leer y del que presumo, ni siquiera se ha enterado, joven –contestó el monje con una mirada reprobatoria.

-Ah, por supuesto, el código de Meiji –repuso Ranma sonriendo con nerviosismo-. Sí, claro que lo escuché… y también comprendí todo lo que dijo, palabra por palabra.

El monje negó con la cabeza e hizo un gesto para que su compañero se acercase.

-Bien, entonces seguiremos con la ceremonia.

Akane no dejaba de sonreír ante aquella situación puesto que ella tampoco había escuchado palabra alguna de lo que había dicho aquel monje de rostro severo.

-¿Está usted escuchando, señorita? –preguntó el monje con claro aspecto de desagrado.

-¿Cómo? –fue la sorpresiva respuesta de Akane, quien vio a Ranma aguantarse las ganas de soltar una carcajada. Frunció el ceño y le regaló una poco amistosa mirada a su esposo-. Lo siento, yo sólo…

-Jóvenes. En otros tiempos se tomaban esto con mayor solemnidad –murmuró el monje-. El san-san kudo –pronunció el sacerdote extendiéndole al novio un pequeño platillo lacado que contenía sake.

-Claro, disculpe usted –contestó Akane totalmente sonrojada.

Ranma recibió el recipiente de manos del sacerdote y luego de exhalar un suspiro, bebió un poco para luego entregárselo a Akane. Sus dedos se rozaron por una fracción de segundo, tiempo suficiente para que un cosquilleo recorriera el cuerpo de ella por completo y el corazón de él acelerara sus latidos.

Sus ojos se encontraron en una mirada repleta de sentimiento; los azulados ojos de él rebosantes de ternura, los castaños ojos de ella cargados de emoción. Sin romper el contacto visual, Akane bebió su porción de sake y luego sonrió levemente, dejando que el sacerdote siguiera con la ceremonia.

Ambos acataban las indicaciones del sacerdote como si fuesen marionetas, ya que parecía que no se encontraban en ese lugar, acompañados de sus cercanos y frente al altar de aquel Templo, sino en un lugar totalmente aislado que les pertenecía a ambos, un lugar que se encontraba en sus recuerdos, en un pasado que los había unido, separado y vuelto a unir, se encontraban en esa burbuja creada por ellos y para ellos, ese mundo idílico en el que se habían propuesto vivir y el cual les albergaba solo a ellos.

Fue así como, casi sin darse cuenta, cumplieron con beber las tres veces el sake ceremonial, intercambiaron el rosario respectivo y los anillos, y, cuando llegó el momento de realizar su juramento de unión, fue como si hubiesen despertado de un sueño.

En un principio y con un nerviosismo que no logró controlar del todo, Ranma se dispuso a pronunciar el estudiado discurso que había preparado no sin esfuerzo, así que se aclaró la garganta y comenzó.

-Akane… -pronunció con voz temblorosa, por lo que volvió a aclararse la garganta-. Akane…

Hizo un pausa demasiado prolongada para el gusto del sacerdote quien no perdía detalle de lo que pasaba frente a sus ojos, disgustado por creer que la pareja que allí se encontraba se había tomado todo tan a la ligera, sin mostrar el mínimo respeto por lo que la tradición mandaba.

Pero lo cierto es que el mutismo del novio no se debía a lo que pasaba por la mente del monje, sino a que al contemplar a su esposa, todo, absolutamente todo lo que había preparado con tanto esfuerzo, estudiándolo hasta aprendérselo de memoria se había esfumado como por arte de magia de su mente y sus pensamientos se habían transformado en un ir y venir de ideas sueltas.

Cerró los ojos un momento y lo intentó por tercera vez.

-Akane… -volvió a decir-. Al diablo con el estúpido discurso –murmuró finalmente y tomó una bocanada de aire ante la expectante y preocupada mirada de todos los allí presente-. Sabes bien que no soy bueno expresando lo que siento –comenzó rascándose la nuca con una de sus manos-. Es más, me atrevería a decir que lo hago pésimo hablando o tratando de hablar sobre mis emociones y… creo que en ocasiones como esta se dicen cosas como "prometo amarte y cuidarte durante el resto de nuestras vidas"; "uno mi vida a la tuya"; "te elijo como la persona con la que compartir mi vida", o "te amaré con toda mi alma por siempre", pero, estaría cometiendo un error gigante al declarar algo así.

Un murmullo se dejó escuchar por todo el recinto y el gesto de sorpresa y temor que reflejó el rostro de Akane en ese momento le hicieron comprender que no había elegido bien las palabras.

-¡No! –dijo con mayor efusividad de la que hubiera deseado negando repetidas veces con sus manos-. ¡No, no, no, no! Quiero decir que… no es un error el querer casarme contigo, compartir mi vida y cuidarte por el resto de nuestras vidas –se apresuró en continuar-. El error está en que, desde que te conozco… siempre lo he hecho. Akane, nos conocimos cuando teníamos dieciséis años y ni siquiera simpatizamos muy bien, pero si de algo estuve seguro siempre y desde que te vi con el cabello largo y ese gi de entrenamiento fue de que… eras la persona con la que estaría gustoso de compartir mi vida. Siempre fue así, aunque hayamos cometido errores, aunque no hubiésemos estado preparados cuando un par de locos nos comprometieron, aunque tuvimos demasiados problemas y dificultades… aunque hayamos desperdiciado la primera oportunidad que se nos dio, siempre fue así, siempre compartí mi vida contigo, siempre te cuidé y siempre te amé. Incluso ahora ni siquiera sé si puedo llamar amor a lo que siento por ti porque ese lazo que nos une es tan fuerte que no sé si aquella palabra logra resumirlo, así que pienso que no es necesario prometerte nada delante de nuestras familias y amigos porque de una u otra forma, yo siempre te pertenecí y no pretendo que eso cambie nunca.

El silencio se instauró nuevamente por escasos segundos en el lugar, un silencio lleno de complicidad y emociones mal contenidas.

-Entonces –continuó Ranma mirando fijamente a una emocionada Akane-, ¿entiendes que no puedo hacer una promesa que vengo cumpliendo hace años?

Ella asintió en silencio y sonrió.

-Para no saber expresarte lo hiciste bastante bien –dijo ella visiblemente emocionada. Él se encogió de hombros y sonrió-. Respecto a hacer promesas, yo solamente te haré una y delante de todos los que conocen nuestra complicada historia –tomó aire y se obligó a seguir hablando-. Pase lo que pase de aquí en adelante, prometo confiar en ti.

Ranma sonrió entendiendo perfectamente a lo que ella aducía.

-Esa será mi promesa, Ranma –prosiguió-, porque yo también te pertenezco desde que nos conocimos aquel día lluvioso y, a pesar de todos los problemas que tuvimos, sin siquiera proponérmelo, te amé, te amo y lo seguiré haciendo por el resto de mi vida… No soportaría volver a perderte, no de nuevo porque ambos sabemos que esto que nos une ya nos superó a ambos, es un sentimiento incluso más grande que el amor y yo no estoy dispuesta a vivir sin eso, Ranma.

-Ni yo –contestó él.

En un hermético mutismo se sonrieron, confirmando así que todo estaba dicho y que no les hacía falta prometerse amor eterno porque de hecho, ambos sabían que aquel amor ya formaba parte de sus vidas.

Fue entonces cuando el sacerdote carraspeó para llamar la atención de los novios y sonriendo alegremente por lo que había tenido oportunidad de contemplar frente a sus ojos, concedió las últimas frases con las cuales terminó la ceremonia.

Pero ellos no se movían, se encontraban perdidos en la mirada del otro y unidos por aquel lazo invisible que no dejaba que se alejaran. Tanto es así que Ranma tuvo que utilizar todo su autocontrol para no lanzarse a abrazarla delante de todos los presentes y robarle un beso de esos labios rojizos que ejercían una atracción casi insana para él. Pero sus poco adecuadas intensiones fueron segregadas cuando su madre rompió el trance en el cual habían permanecido, acercándose a ellos.

-Hija, debemos salir ya –susurró tomando el brazo de Akane-. Por si no se han percatado, la ceremonia ya terminó.

Ella asintió avergonzada y comenzó a caminar acompañada de sus nuevos padres, Nodoka y Genma Saotome, tal y como dictaba el protocolo.

Ranma los siguió todavía algo confuso y tras él, Kasumi secándose unas cuantas lágrimas que caían por sus mejillas.

Finalmente había cumplido; había entregado a su hermana menor a su nueva madre, su nueva familia y por sobre todo, al hombre que Akane siempre había amado.

La hermana mayor de la novia sonrió con melancolía, puesto que después de tantos años había cumplido con el sueño de sus padres, velar por que la pequeña Akane fuese realmente feliz y ella sabía que con Ranma a su lado, su hermanita sería completamente feliz.

Avanzó con decisión tras ellos para comenzar con la última parte de la ceremonia ya fuera del Templo, la toma de fotografías, con la firme convicción de que esta vez, el destino recompensaría a su hermana regalándole sólo felicidad.

R & A

La flamante novia volvió su cabeza hacia atrás y luego le dedicó una nueva sonrisa al hombre de trenza azabache y kimono negro que la observaba desde el jardín. Se llevó una de sus manos a los labios sin llegar a tocarlos y luego extendió la palma de su mano frente a su rostro, soplando para que el viento llevara un invisible beso hasta quien se encontraba bajo la ventana de la habitación en donde ella había permanecido.

-Tengo que irme –gritó desde su lugar-, Kahori vino a buscarme no sé para qué.

-Entonces ve –respondió Ranma desde el jardín-, debe ser importante.

Ella asintió sonriendo y se perdió dentro de la habitación.

-Tan importante como que seas muy feliz, cara de bebé –murmuró para sí.

Volvió a concentrarse en el estanque koi justo cuando una carpa dorada saltaba y volvía a sumergirse en el agua. Sonrió y expulsó el aire de sus pulmones.

Una renovada convicción se instauró en su corazón, todo iría bien porque lo que Akane había dicho era totalmente cierto, un sentimiento compartido podía transformarse incluso en algo más grande que el amor y él lo había notado en la mirada de la mujer vestida de blanco que había desaparecido tan sólo unos momentos antes por la ventana de la habitación.

-Todo irá muy bien –dijo una vez que recobró la serenidad y el aplomo para volver a ingresar a la casona.

Los años le dirían si había hecho bien o no, por el momento, había recobrado la confianza y se había convencido de que aquel sería un gran día, puesto que el verla feliz lo llenaba de dicha a él también. Con renovada energía ingresó a la gran casona que lo había cobijado y en la cual había vivido tantos momentos memorables, ahora muy seguro de que éste sería uno más.


Notas finales:

1.- Bueno, después de varios meses (y creo que ya se han acostumbrado, lo siento por eso. Yo hago lo que puedo), ya hay capítulo nuevo de esta "historia dentro de la historia". No sé si se va entendiendo lo que estoy haciendo con este relato, pero si no es así, paciencia, ya verán cómo se desarrollan mis siniestras ideas, jo! Jugaré al misterio… quienes me conocen saben que me encanta mantener el misterio respecto a personajes y/o acontecimientos en mis escritos ;)

2.- Yo no sé si este cap les resultó muy empalagoso o algo cursi, pero el hecho es que a mí me gustó (sí, a veces me gusta lo cursi y tal vez me voy a los extremos o "al chancho", como decimos por acá). Parto de la base que esta historia no es una historia "convencional" de la pareja de Nerima (de hecho nunca la he concebido así puesto que soy consciente de las muchas libertades que me he tomado respecto al comportamiento de sus personajes). En sí, me gusta pensar en un matrimonio al estilo japonés para esta pareja. Me parece lindo y traté de describirlo a grandes rasgos.

3.- Mis más sinceros agradecimientos y como siempre, a quienes se toman un tiempo para leer esta historia, en especial a quienes me dejaron un review por el capítulo anterior. Saben que sin sus palabras esta personita que se encuentra en este momento frente al teclado y la pantalla no encontraría las fuerzas necesarias para seguir escribiendo, así que, mil y más gracias a: Arashi Ayukawa, KohanaSaotome, Amafle, Poke77, Rutabi, Alix (ya viene el salvaje caballo… lo veo galopando quizá para la próxima semana XD), 97pupi, Jane13-chan (De verdad, muchas gracias por tan lindo comentario), Jane13 (Es muy lindo recibir palabras tan bonitas en relación a lo que una escribe, por eso, muchísimas gracias por darte el tiempo y escribirlas. Un abrazo), susyakane (Gracias por tan bellas palabras, Susy. Espero seguir cumpliendo con tus expectativas y ahí vamos, sigo escribiendo para compartir con ustedes, quienes amablemente me leen. Un besote y muchas gracias por comentar), Aryam Shields Masen, cjs (Gracias por tus palabras, me gusta saber que te gustó lo que escribí y espero no haber fallado con el relato de la boda de estos dos… es la forma en que a mi me gustaría que se desarrollara. Un besito), Faby Sama, Massy13 (Muchísimas gracias, Massy13. Espero seguir cumpliendo las expectativas con la secuela de esta historia. Y de verdad, no sé si yo sería capaz de leer este escrito de una sola vez, así que gracias por el sacrificio. Un besote), BABY SONY (Gracias por todo, Sonia. Por tus palabras, tu aliento y seguir aquí conmigo. Un besote, mi bonita y cuídense mucho las dos, eh!), Belli (Mi Belli hermosa, gracias por tus palabras y por seguir siempre allí, aunque tarde una enormidad con las actualizaciones. Un besote), DidianaHappy, chikselene (Gracias por el apoyo y el comentario, espero seguir contando con tu lectura, con eso ya me siento verdaderamente feliz. Un abrazo), Sele de la luna, Ishy-24, LINAAKANE, Miztu Akari, Ale (Gracias por el comentario, y lo de Akane sola… pues debía ser así para el desarrollo de la historia. Sorry por eso. Un abrazo), Fatima (Gracias, muchísimas gracias por tu comentario, Fatima. Estoy haciendo lo posible para que los tiempos de actualización vuelvan a acortarse, pero no puedo prometer nada. Una vez más, gracias y un besote), CHIQUI09, BUBU30, Calvomeneses (Muchísimas gracias por el comentario, me alienta a seguir. Un besote ^^) y Arq Emilio (Pues muchas gracias por tan lindas palabras, me hacen muy feliz. Yo también espero no decepcionar Arq Emilio, pero me temo que respecto a los plazos no puedo prometer gran cosa, sólo que seguiré escribiendo hasta terminar mis proyectos puesto que para mí son muy importantes. Sólo pido un poquito de paciencia. Un abrazo ^^). En verdad sus palabras son algo que valoro muchísimo puesto que sé que hay muchas/os que siguen esta historia desde el comienzo y han soportado todos mis constantes retrasos. Por la paciencia y el apoyo incondicional, muchas, muchísimas gracias.

4.- Ahora me despido. No sé cuando pueda volver a actualizar pero espero que sea muy pronto.

Un beso y un abrazo a todas y todos quienes leen esta historia y será hasta la próxima. Buena suerte!

Madame De La Fère – Du Vallon.