- Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, para su creación "Ranma ½", (a excepción de algunos que son de mi invención, y que se irán incorporando durante el transcurso del relato en una especie de "actores secundarios"). Esta humilde servidora los ha tomado prestados para llevar a cabo un relato de ficción, sin ningún afán de lucro.


More than us

¿Y realmente era tan difícil respetar el código de ética Meiji?

Ella pensaba que no, sin embargo, allí de pie, mientras era testigo silencioso de la lectura de aquellas disposiciones que venían a conformar la celebración del rito de boda, ella no podía dejar de mirar la delicada figura envuelta en pliegues y pliegues de seda blanca sin preguntarse si aquella niña que ahora estaba dando un paso importante en su vida y que de alguna forma, en aquel instante pasaba a ser adulta completamente, tendría la misma visión que ella respecto a respetar todo lo que exigía el código que el anciano monje se encontraba leyendo con tanta solemnidad.

No era que ella desconfiara de su hija, al contrario, tenía plena confianza en los valores que ambos, tanto ella como su esposo les habían inculcado a sus hijos, el problema era que sabía por experiencia que no todas las cosas salían siempre como uno las planeaba y mucho menos se podía mandar en los sentimientos y acciones de las personas.

Suspiró con algo de cansancio y se permitió por un momento cerrar sus ojos. Cuando los volvió a abrir, no pudo dejar de observar unos puestos más atrás debido a que el sonido que emitía un pequeño en brazos de su madre realmente tenía el poder de desconcentrar.

Una sombra de angustia la invadió cuando se percató que el bebé seguía gimiendo en brazos de la bella y joven madre de largos cabellos violeta y trató de componer un saludo con un gesto de su cabeza cuando la vio sonreírle, pero lo cierto era que en su corazón, Akane sintió una pequeña punzada de dolor y tristeza al contemplar a la joven.

Habían pasado muchos años y el tiempo hacía olvidar las rencillas, pero era innegable que ella jamás se recuperaría de aquel golpe y por siempre recordaría los malos momentos que había pasado cuando había conocido a la joven hacía tantos años atrás y siendo apenas una chiquilla.

Volvió a suspirar y esta vez sus ojos se enfocaron en la silente y adusta figura del hombre que permanecía al lado de la jovencita de violeta cabellera. Él la observaba y trató de sonreírle, pero aunque a Akane le hubiese gustado con toda su alma devolverle el gesto, se sintió incapaz de hacer algo así y volteó el rostro para concentrarse en los ritos finales de la boda de su hija.

Simplemente no podía devolverle la sonrisa a ese hombre cuando se estaba llevando a cabo la lectura del código de ética que regía a los matrimonios en el país; no podía porque al hacerlo sentía que estaba aceptando la ruptura de aquel código y con ello, olvidando lo que había sucedido hacía unos años atrás…


Capitulo VII

"Y a pesar de todo…"

Si alguien le preguntara a Akane en aquel momento cómo se sentía, seguro su respuesta sería un rotundo "cansada".

No era un cansancio físico propiamente tal, o tal vez sí, pero el mayor problema era que mentalmente se sentía agotada puesto que nadie le había explicado que ser madre agotaría tanto y de tal forma.

Quizás estuviera exagerando una vez más como tantas veces se había dicho ella misma, pero creía que esta vez no exageraba.

Y es que simplemente los problemas se habían sucedido en su apacible vida de un momento a otro.

Tenía a sus hijos que la querían, era cierto; tenía un esposo que la amaba, lo cual no era menor; una familia muy cercana y unida que estaba siempre pendiente de ella, lo que agradecía infinitamente; tenía amigos que la apoyaban. Tenía muchas cosas, pero aun así, ella sentía que algo andaba mal a su alrededor. De pronto y con más de treinta y cinco años, comenzó a darse cuenta que los hijos, la casa y sus obligaciones en la escuela de artes marciales que habían revitalizado junto a Ranma, la estaban consumiendo.

Cada mañana cuando se levantaba sentía la pesadez con que se desplazaba su cuerpo, era consciente de su falta de energía, esa energía que años atrás la caracterizaba había ido mermando con los años hasta convertirse en un tenue recuerdo de que alguna vez existió.

Por otra parte estaba el hecho de sentir que el paso de los años hacía que su cuerpo ya no fuese el mismo. Ella nunca había sido una mujer vanidosa ni mucho menos, pero el sentirse de cierta forma, menos agraciada que durante sus años de juventud, la hacía dudar.

No era que su esposo le hubiera demostrado que ya no estaba interesado en ella, al contario, pero ella sentía que a pesar de todo, algo había cambiado en ella y su forma de plantearse ante la vida.

Quería recuperar a la antigua Akane, la mujer que se sentía orgullosa de ser quien era y que demostraba a quien quisiera saberlo, que ella era una mujer fuerte y decidida.

El problema era que no sabía muy bien cómo recuperarla y así, con un sentimiento de angustia y desazón se había levantado aquella mañana para realizar todo lo que durante años se había ido convirtiendo en su rutina.

Ya había llevado a sus dos hijos mayores al colegio, había despedido a su esposo por el llamado sorpresivo al que había tenido que acudir y había retomado el cuidado de la casa y de su pequeña hija cuando sucedió.

La visita se produjo de improviso, como ella recordaba que siempre había sido.

Llamaron a la puerta y ella había ido a abrir con una sonrisa pensando en que tal vez su despistado esposo había olvidado algo, pero su sorpresa fue tremenda al encontrarse frente a frente con quien menos se esperaba y de inmediato supo que el día no sería como cualquier otro.

Pestañeó un par de veces y trató por todos los medios que no se notara su desconcierto, cosa que estuvo segura de no haber logrado ya que sentía los músculos de su rostro totalmente tensos y sabía perfectamente que su boca se había abierto y sus ojos miraban con sorpresa a su inesperada visitante de pie en el umbral de la puerta.

-Hola –dijo alegremente la mujer que había llamado a la puerta, aparentando que no había notado nada extraño en el semblante de Akane.

-Hola –contestó la dueña de la casa, aun sin soltarse del borde de la puerta abierta.

Allí estaban, frente a frente las ex prometidas de Ranma Saotome; antaño enemigas, ahora, casi un par de desconocidas.

Akane examinó detenidamente a su otrora rival, percatándose que no había cambiado casi nada durante los tantos años de no verla. El mismo color de cabello, la misma astuta mirada y esa sonrisa un tanto maligna que siempre adornaba su rostro. Lo único diferente en ella eran los evidentes primeros indicios del paso de la edad, pero era indiscutible que ella los disimulaba muy bien.

Su ropa ajustada y de llamativos colores tampoco había cambiado puesto que la mujer vestía un bello traje chino de dos piezas en un predominante tono rosado oscuro adornado con flores amarillas.

-Hola, Shampoo –se obligó a decir Akane con una fingida sonrisa adornando su tenso rostro-. Ha pasado mucho tiempo.

-Sí –contestó la mujer de violetas cabellos asintiendo levemente-, años.

Silencio nuevamente y Akane que se debatía entre invitarla a pasar o cerrarle la puerta en las narices.

Es que simplemente Shampoo no era como Ukyo; ella sabía que la mujer había concurrido a su casa con un propósito y no quería averiguar cuál era porque no creía que la relación entre ellas fuera mejor que la que tenían a los dieciséis años. Con Ukyo había sido diferente, de hecho, siempre había sido distinto.

Ukyo se había ganado su confianza; Shampoo nunca le había inspirado tal confianza, siempre había que tener mucho cuidado con lo que la mujer hacía porque apenas te descuidabas, ella podía dar un zarpazo, igual que el gato en el que se convertía cuando su cuerpo tocaba el agua fría.

Así que Akane realmente no sabía qué esperar de aquella visita en aquel momento porque dudaba de la amazona y de sus intenciones. Cuando volvió a mirarla tratando de descubrir qué estaba pensando la mujer, fue cuando descubrió a la niña que acompañaba a la amazona.

Era una réplica exacta de quien había conocido tantos años atrás; el cabello del mismo color violeta, los ojos expresivos y astutos y esa aura de misterio que parecía envolverla. La niña se notaba un poco mayor que su primer hijo, Kazuma.

-Vine a Japón por asuntos familiares y decidí pasar a verte, Akane –dijo la amazona sonriendo-. No sabía si seguías viviendo aquí o te habías mudado. Fue una suerte encontrarte.

-Sí, sigo viviendo aquí –contestó Akane-. Y… ¿cómo estás?

-Bien, aunque algo triste –comentó bajando la mirada-. La abuela murió hace poco, sabes.

-Lo siento –respondió Akane no sin sorprenderse de lo que la amazona le contaba-. ¿Quieres pasar? –dijo finalmente decidiendo que no se convertiría en una persona mal educada por desconfiar de la mujer. Después de todo, los años habían pasado y creía que la amazona ya nada malo podía hacerle.

-¿No te incomoda? –preguntó la amazona sonriendo.

-Por supuesto que no –fingió Akane devolviéndole la sonrisa.

La mujer de violetas cabellos intercambió algunas palabras en su lengua natal con la niña que estaba a su lado y luego ambas avanzaron aceptando la invitación de la dueña de casa.

-¿Quieres un té, un jugo?... ¿algo? –preguntó Akane al tiempo que le indicaba a sus visitantes que tomaran asiento en la mesa de la sala de su casa.

-Yo estoy bien así –contestó Shampoo negando levemente con la cabeza-. Aunque creo que a Lohn-xion le agradaría el jugo.

Akane asintió y se dirigió a la cocina con una sensación de inseguridad que no podía apartar de su corazón. Cuando volvió a la sala en donde permanecían sus visitantes, ellas se encontraban conversando animadamente en su idioma natal.

-Gracias –dijo la niña esforzándose por pronunciar correctamente sin lograrlo del todo y haciendo una grácil reverencia a su anfitriona.

-Supongo que la niña es tu hija –comentó Akane sentándose sobre sus rodillas frente a Shampoo.

-Sí –contestó la amazona observando a la niña que permanecía a su lado-. Tiene once años ya, pero para mí sigue siendo una bebé.

-Supongo que es la regla general para una madre el sentir que sus hijos siguen siendo sus bebés, a pesar de los años que tengan.

-Supongo.

El silencio que se produjo luego de aquel breve intercambio de palabras fue realmente tenso y ambas mujeres se percataron de ello, siendo Akane quien quiso romperlo con lo primero que se le vino a la cabeza.

-¿Sigues viviendo en tu aldea?

-Sí. No podía salir de allí aunque lo quisiera, pero luego de la muerte de la abuela, las cosas cambiaron.

-¿Ella no te dejaba salir?

-No exactamente –contestó la amazona con un tono de voz que denotaba rencor-. Hubo alguien que hizo un trato con mi padre y mi abuela hace muchos años atrás. Ellos convencieron a las líderes de aceptar el trato y desde entonces, yo no pude volver a salir de la aldea –la amazona se interrumpió para luego continuar con una gran sonrisa adornándole el rostro-. Pero ahora eso cambió. La abuela ya no está y el trato se acabó, así que puedo volver a salir de la aldea cuando yo quiera.

-Y por eso estás acá –razonó Akane.

-Tengo que resolver un asunto pendiente que no pude resolver estando la abuela viva por esa estúpida prohibición que me impedía salir.

-Asunto pendiente –murmuró Akane.

No sabía por qué, pero sus instintos le alertaban de que la amazona no estaba diciendo toda la verdad y que esa verdad le causaría más de un mal rato.

-Vine a finiquitar los últimos papeleos pendientes que la abuela dejó respecto del Neko Hanten y a presentarle a Lohn-xion a su padre.

-¿Cómo? –dijo Akane sorprendida-. ¿La niña no conoce a su padre?, ¿no vives con él?

-No –contestó Shampoo con simpleza-. Hace años cometí la estupidez de tener una aventura con alguien que decía amarme, el resultado fue una linda niña y la imposibilidad de desposarme con alguien de mi tribu.

-Oh –fue el único monosílabo que pudo articular la sorprendida mujer de corta y azulada cabellera.

-Los niños crecen –comentó la amazona dirigiendo su vista hacia donde permanecía su hija-, y los que viven sólo con su madre comienzan a hacer preguntas, quieren saber por qué sus amigos viven con ambos padres y ellos no. Yo pude haber mentido y haber convencido a mi hija que su padre murió o algo así, pero creo que no sería justo para ella.

-Tampoco para él –comentó Akane observando cuidadosamente a la amazona-. ¿Has visto a alguien más de tus antiguos conocidos en Japón? –cambió de tema rápidamente.

La amazona levantó la vista extrañada, por lo que Akane siguió indagando.

-No lo sé, aparte de Mousse, por supuesto –dijo encogiéndose de hombros para quitarle importancia al asunto-, ¿Ukyo, quizá?... ¿Ranma?

-No –contestó la amazona tajantemente-. Desafortunadamente no encontré a Mousse y tendré que volver a visitarle más tarde y Ranma… -se interrumpió observando nuevamente a su hija-. A Ranma no lo veo hace muchos años –terminó de decir de una forma que para Akane resultó bastante rencorosa.

Las dudas se instalaron de inmediato en el corazón de Akane. ¿Por qué la amazona al parecer no quería mencionar a Ranma? ¿Por qué no le había preguntado por él, aunque fuera por curiosidad, siendo que antes era su obsesión? ¿Por qué sentía que algo no encajaba en aquella visita tan extraña?

-Bueno –dijo finalmente la amazona poniéndose de pie seguida de su hija-, creo que será mejor que me vaya. Ha sido un día pesado y Lohn-xion debe estar cansada.

-Pero, no tienes que irte tan pronto, Shampoo –terció Akane de pronto muy interesada en la conversación que se encontraba manteniendo con la amazona.

-Gracias, pero es mejor que te deje en paz –contestó encaminando sus pasos hacia la salida seguida por su hija y su anfitriona.

Una vez que llegaron a la puerta, la amazona la abrió con gracia dejando pasar a su hija quien hizo una nueva reverencia dirigida a Akane.

-Gracias –dijo nuevamente con su mala pronunciación.

Akane le sonrió y le devolvió la reverencia, luego miró directamente a la amazona quien la observaba fijamente.

-Akane –dijo de forma dubitativa, casi como si temiera seguir hablando.

-Dime –contestó la mujer de cortos cabellos al ver que su visitante permanecía en silencio observándola profundamente.

-Sólo… sólo perdóname, ¿sí?

-¿Por qué tendría que perdonarte?

-Ambas sabemos por qué –dijo la amazona-. Yo te hice daño y no puedo negar que fue con intención, pero… sólo quiero que no me guardes rencor.

Y allí estaba la orgullosa amazona pidiéndole perdón. Simplemente para Akane era inverosímil que su otrora rival, la misma que había ideado tantos y tantos planes en su contra sólo con el objeto de atrapar a su entonces prometido, estuviera frente a ella pidiéndole perdón.

O bien ella estaba soñando, o el mundo se había vuelto totalmente loco.

El intenso llanto que provino desde el interior de la casona hizo que ambas mujeres rompieran el contacto visual.

-Mi hija –dijo Akane volviendo la vista hacia el interior de la casa por un par de segundos.

-Ve con ella, pero antes necesito escucharlo, Akane. Necesito saber si tú no me guardas rencor.

Akane la observó por un momento, había cambiado. La amazona definitivamente había cambiado mucho desde que se habían visto por última vez luego de que Ranma se marchara hacía años atrás con su falsa esposa para cobrar la herencia que sus tíos le habían dejado.

-Sin rencores –dijo finalmente Akane-, e insisto en que no hay nada que perdonar.

La amazona asintió sonriendo tenuemente.

-Entonces no tengo nada más que hacer aquí. Adiós, Akane.

-Adiós, Shampoo.

La vio dar la vuelta, la vio posar su mano en el hombro de la niña que la acompañaba y la vio alejarse de su casa, y, cuando finalmente cerró la puerta y subió corriendo las escaleras para atender a su pequeña hija, no pudo dejar de pensar en aquel extraño encuentro y en lo que la aparición y las medias verdades dichas por su otrora rival significaban para ella y su familia.

Tomando en sus brazos a su pequeña para calmarla, Akane no quiso darle importancia al hecho de sentir cómo su pecho se apretó al pensar en la hija de Shampoo y tampoco quiso reflexionar demasiado sobre el por qué de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas cuando comenzó a repasar la pobre conversación que había mantenido con la amazona en la misma sala en la que diariamente se reunía con su familia a cenar.


A las once de la noche con quince minutos exactos se abrió la puerta de la casona y por ella ingresó el hombre de largos y trenzados cabellos azabache, tratando de hacer el menor ruido posible para no despertar a ninguno de los tres chicos que estaba seguro a esa hora de la noche, dormían plácidamente en sus respectivas habitaciones.

La jornada se había alargado demasiado para su gusto y había terminado por privarle de lo que se había convertido en una de sus mayores alegrías y desafíos al mismo tiempo, ayudarle a su esposa a acostar a sus hijos para posteriormente, hacerles dormir.

A esa hora él sabía muy bien que toda su familia se encontraría durmiendo puesto que era una regla de oro la que su esposa había impuesto en su casa la de dormir temprano entre semana, por lo que la estúpida reunión a la que había sido citado había hecho que se perdiera del ritual que cada noche realizaba junto a su esposa e hijos. Quizá hasta su esposa se encontraba durmiendo ya que había notado que últimamente se encontraba agotada.

Claro, mantener una casa con tres niños y además entrenar en una escuela de artes marciales agotaría a cualquiera.

Suspiró descalzándose en la entrada a la casa y luego se dispuso a dirigirse hacia las escaleras para llegar a su habitación, pero una tenue luz que se dejaba ver proveniente de la cocina le hizo dirigirse a ese lugar con la curiosidad de saber por qué Akane había dejado una luz encendida.

Cuando llegó al umbral de la puerta, pudo constatar que no sólo la luz se encontraba encendida, sino que, de pie y apoyada con ambas manos en la encimera de uno de los muebles se encontraba su esposa. Su cabeza caía sobre su pecho y sus cabellos ocultaban gran parte de su rostro.

Se acercó lentamente y tratando de no hacer ruido hasta quedar a solo centímetros de su esposa, percatándose de que ella conservaba los ojos cerrados y un vaso lleno de leche permanecía intacto a centímetros de la mano derecha de su esposa.

La observó detenidamente antes de acercarse un poco más hasta que con una ternura infinita, posó suavemente su mano en el hombro de ella.

-Hey –susurró acercándose hasta que casi no hubo distancia entre los dos-, deberías estar durmiendo, es tarde.

-No podía dormir –contestó sin abrir los ojos.

-¿Sucede algo?

-Fue un día agotador y extraño, es todo –suspiró al terminar la frase-. ¿Cómo te fue a ti? –preguntó abriendo los ojos para finalmente llevarse el vaso de leche a los labios pero sin mirar a su esposo en ningún momento.

-Esos tipos son unos idiotas –contestó apoyando su cuerpo en la encimera para tratar de observar el rostro de su esposa sin conseguirlo-. Quieren retrasar las competencias de clasificación porque dos de ellos salen del país en la fecha en que están programadas.

-¿Y llegaron a un acuerdo?

-No exactamente.

Ranma hizo una pausa y volvió a mirar a su esposa con preocupación, luego levantó una mano y acarició el rostro de Akane con suavidad.

-¿Qué fue lo que pasó, Akane?, algo anda mal, ¿verdad?

-No –contestó ella masajeándose el lado derecho de su frente con sus dedos-. Lo normal. Tuve que ir al colegio de Kazuma porque volvió cometer… ¿cómo dijo esta vez el profesor?, ah, sí, "un acto de indisciplina que expone la seguridad de los demás alumnos"; luego, Ryûma se cayó y se hizo daño en una rodilla, cuando lo dejé durmiendo todavía sollozaba un poco; Akemi está cada día más inquieta por la aparición de sus dientes y casi no ha dormido de tanto llorar –la mujer hizo una pausa y luego de pensarlo por un par de segundos, continuó-. Y a medio día, tuve una visita inesperada.

-¿Quién? –preguntó Ranma con algo de culpa en su voz. Sabía que de haberse encontrado en casa, tal vez hubiera podido alivianar en algo el día de su esposa.

-Shampoo –contestó con simpleza.

-¿Shampoo? –cuestionó Ranma con incredulidad-. Shampoo, la misma Shampoo que…

-Sí –interrumpió su esposa-, la misma amazona que conocimos a los dieciséis.

-Pero, ¿cómo?, ¿por qué?

-Según lo que entendí, quería verme y pedirme disculpas no sé por qué.

-Disculpas –dijo Ranma con marcada ironía-, sí, claro. Un acto muy acorde con la amazona que conocemos. Seguro venía con otro propósito, Akane.

-En eso tienes razón –contestó Akane mirando por primera vez a su esposo en esa noche-. Vino con su hija.

-¿Y quería presentártela? Qué amable de su parte.

-No –dijo ella negando suavemente sin apartar su vista del rostro de su esposo-. Dijo que había pasado a saludar, pero en realidad está acá porque quiere que su hija conozca a su padre.

Ella pudo notar la confusión en el rostro de su esposo y se obligó a seguir hablando. La incertidumbre la estaba matando y quería aclarar todas sus dudas. Desde que la amazona había salido de su casa, ella no había dejado de pensar en que tal vez el padre de la niña podía ser Ranma.

Dolería, era cierto. Dolería mucho si acertaba en su hipótesis, pero debía saber la verdad de boca del propio Ranma, porque él jamás le había dicho cómo había conseguido que la amazona le dejara en paz, cómo había logrado alejarla de su vida y con los pocos antecedentes que le había proporcionado Shampoo, ella había hecho conjeturas que esperaba, no fueran ciertas, aunque no podría reprocharle nada a su esposo de hacerse realidad sus sospechas, después de todo la niña tenía once años y sacando cuentas, ellos no estaban juntos cuando la niña había nacido.

-Ella dijo que la niña no conocía a su padre porque algún tipo de pacto la tenía imposibilitada de salir de la aldea a la cual pertenece. Cologne murió y al parecer al morir la anciana, Shampoo se liberó de esa prohibición y ahora está acá, porque la niña le ha preguntado por su padre y quiere conocerlo.

Él la observaba sorprendido por lo que ella le había contado. No podía creer que la amazona hubiera vuelto, pero de pronto y al fijarse en los hinchados ojos de su esposa y su expresión compungida, comenzó a entender el comportamiento de ella esa noche. Comprendió el porqué de su angustia y negó con la cabeza varias veces antes de articular una palabra.

-No –dijo con una expresión de asombro total plasmándose en su rostro-. No, no, no, no –se interrumpió-. No puedes estar pensando… ¡No, Akane!

-Necesito saberlo, Ranma –dijo casi en un susurro haciendo un esfuerzo tremendo por no llorar. Ya bastantes lágrimas había derramado imaginándose la situación para seguir derramándolas delante de su esposo-. Yo no puedo culparte por algo que pasó antes que nos volviéramos a encontrar pero necesito…

-¡No soy yo! –dijo con la voz casi en grito para luego calmarse puesto que recordó que sus hijos dormían-. Es imposible que sea yo el padre de esa niña, Akane.

Ella lo observó sin emitir juicio alguno por lo que él se obligó a seguir hablando.

-Escucha –dijo tomándola de ambos hombros para mirarla de frente-. Cuando todo ocurrió, Shampoo no se enteró de donde estaba yo, así que me dejó en paz durante un tiempo. Luego me descubrió y siguió con su persecución hasta que yo fui a China y comencé con la investigación para dar con la cura a mi maldición. Fue entonces que se me ocurrió una idea para alejar a Shampoo definitivamente de mi lado. Fui a la aldea de las amazonas, hablé con el padre de Shampoo y con el consejo de su tribu y les propuse un acuerdo económico si obligaban a Shampoo a olvidar su estúpida obsesión y la mantenían lejos de mí, recluida en su pueblo. Ellos aceptaron y para cuando Shampoo y Cologne llegaron a su aldea, ellos obligaron a la vieja a cumplir con el acuerdo.

-Entonces, fue por ti que ella no podía salir de su tribu.

-El dinero que heredé me sirvió en esa oportunidad, de lo contrario nunca me hubiera dejado en paz –dijo asintiendo con un movimiento de cabeza-. Sí, fui yo quien hizo que esa loca se quedara por todos estos años en su propia aldea, pero jamás, Akane, jamás me acerqué a ella con otras intenciones. No podía, después de todo, todavía no te olvidaba… y nunca lo hice, ¿cómo crees que podría haberte reemplazado con ella si cada día y cada noche me atormentaba tu recuerdo?

Ella cerró los ojos tratando de asimilar las palabras que había escuchado, dejándose invadir por la sensación de paz que aquella confesión le hacía sentir cuando escuchó nuevamente la voz de su esposo.

-Puedes acusarme de todos esos romances que tuve antes de volvernos a encontrar, que ya te he dicho miles de veces, fueron menos de los que te hicieron creer, pero juro por todos los dioses que jamás estuve con Shampoo.

Ella lo observó con un brillo especial en los ojos y luego de exhalar un suspiro, contestó abrazándose a su esposo.

-Te creo, Ranma –dijo escondiendo el rostro en el pecho de él-. Sólo tenía que escucharlo de tus labios porque yo…

Todo cuanto Akane iba a decir fue interrumpido por los fuertes golpes que se escucharon desde la puerta de entrada. El estruendo desconcertó a la pareja, que se separó de inmediato hasta que los golpes se volvieron a escuchar. Ranma comenzó a caminar en dirección a la puerta de entrada seguido de cerca por su esposa. Al llegar al lugar y luego de abrir, el hombre de trenzados cabellos casi fue atropellado por la figura de una mujer que avanzó hasta arrojarse a los brazos de su esposa llorando con intensidad.

-Tiene once años, Akane –dijo la mujer entre sollozos-, ¡once años!, y recién ahora…

-Shaomei –llamó Akane abrazando a su amiga y de pronto comprendiendo todo lo que ella no le había dicho aún-. Shaomei, cálmate –dijo observando a su esposo de pie frente a ella al tiempo que acariciaba los cabellos de la mujer.

-Si fuera mayor –continuó su amiga-. Si tuviera… catorce, ¡si tan sólo fuese mayor que Jian! –gritó de pronto separándose de Akane y mirándola a los ojos-. Me engañó, Akane. Él… Mu-tzu

-Ven, Shaomei –dijo la mujer de corta cabellera haciendo que su amiga la siguiera sin soltarla ni por un instante-. Nos sentaremos en la sala y me contarás lo que sucedió.

La mujer de negros cabellos asintió y se dejó guiar hacia donde Akane la conducía.

Por su parte, Ranma estaba bastante desconcertado con la escena que se estaba desarrollando ante sus ojos y en un intento de escapar, se dirigió a la cocina. Una vez allí, comenzó a prepararlo todo para ofrecer una taza de té a su invitada y a su esposa, porque creía que después de todo, les serviría para calmarse.

En eso estaba cuando sintió la presencia de su esposa que se acercaba a su lado.

-Shaomei está destrozada –dijo observando lo que hacía su esposo-. Dice que Jian está en la casa de un amigo y se quedará allí.

-Entonces –comentó Ranma observando el vapor salir de la tetera hirviendo-, ¿ya sabemos quién es el padre de la hija de Shampoo?

-Lo siento –dijo Akane exhalando un suspiro-. No debí desconfiar de ti, pero ella no fue clara en su relato y yo… estuve todo el día pensando lo peor, creyendo que…

-Lo bueno es que lo hablaste conmigo primero –interrumpió Ranma.

-Eso fue lo que acordamos hace años –respondió acercándose a su esposo para abrazarlo-, aparezca quien aparezca con rumores o afirmaciones extrañas…

-Tu opinión es la única que cuenta –completó la frase su esposo con una sonrisa.

-Confío en ti, Ranma –dijo abrazándose todavía un poco más a él-. Tú me enseñaste a confiar en ti y por eso quise hablarlo contigo primero.

Permanecieron un momento en silencio hasta que ella se separó lentamente de él.

-Shaomei me necesita.

-Sí –dijo su esposo vertiendo el contenido de la tetera en dos tazas que ya tenía preparadas de antemano-, y creo que beber algo de té caliente le hará bien.

-Hazme un favor, Ranma –él la quedó mirando a la espera de que continuara hablando-. Ve a casa de Mousse, él debe… debe estar tan mal y desconcertado como lo está Shaomei. Me preocupa.

-No somos amigos, Akane, lo sabes.

-Sí, pero tal vez necesite a alguien en este momento.

-No soy buen consejero –trató de persuadirla.

-Ranma, por favor –dijo observándolo de forma suplicante-. Sólo te enteras cómo está y vuelves.

-Tú sí sabes cómo conseguir cualquier cosa ¿no? –dijo finalmente acercándose a su esposa para depositar un beso en sus labios-. Pero luego me recompensas, ¿eh?

-Haré lo que tú quieras.

-Woah –dijo mirándola por sobre su hombro casi al llegar a la puerta de la cocina-. Ten cuidado con lo que ofreces, no sabes lo que puedo llegar a pedirte a cambio –sonrió saliendo finalmente de la cocina.

Akane sonrió y lo vio alejarse, luego suspiró y cogió las dos tazas con el humeante té para regresar a la sala en donde la esperaba Shaomei un poco más calmada.

Cuando Ranma finalmente llegó a casa de Mousse, se quedó por bastante tiempo de pie afuera, sin atreverse a entrar puesto que no sabía cómo enfrentar una situación como esa. ¿Qué iba a decirle a Mousse?, ¿tenía que consolarlo?, ¿pedirle explicaciones?, ¿o simplemente recriminarle su accionar?

-Demonios, Akane, esto no es nada fácil –dijo suavemente antes de hacer ingreso al restaurante.

Abrió la puerta fácilmente y tras hacer una primera inspección ocular del lugar, se dio cuenta de que éste se encontraba vacío. Cerró la puerta tras de sí y caminó despacio tratando de detectar la presencia del dueño del establecimiento. Se sentía como un intruso, pero muy a su pesar, sabía que debía cumplir con el encargo que le había hecho su esposa, así que avanzó por el resto de la casa sin encontrar rastro de Mousse. Se dirigió a la trastienda en donde se fijó que algo hervía en la cocina salpicando todo el lugar con una salsa marrón, así que sin pensarlo un segundo, apagó el fuego para luego avanzar hasta salir por la puerta trasera hacia el patio del restaurante. No tuvo que buscar mucho porque supo de inmediato dónde se escondía el hombre de largos y negros cabellos, así que se elevó del suelo en un salto y aterrizó con gracia en el techo del restaurante. Allí lo vio, de espaldas a él, con las rodillas flexionadas y la frente apoyada en ellas.

Por varios minutos ninguno de los dos habló aunque sabían de la presencia del otro cerca, hasta que Mousse se dirigió a su visitante sin levantar la cabeza.

-¿Qué haces aquí?

Su voz se notaba cansada y triste. Ranma lo observó en la oscuridad por un par de segundos antes de contestar.

-Akane está preocupada por ti y me envió a verte.

-Ya me viste, ahora ándate.

-Mira, no estoy aquí porque me agrade pero…

-No necesito que nadie que me compadezca.

Ranma soltó una risotada arrepintiéndose de inmediato al ver el rostro enfurecido con el que Mousse le devolvió la mirada.

-Lo siento –dijo a modo de disculpa-. Sé que no soy yo quien debería estar aquí y que quizá fuese mucho mejor el no haber venido, pero Akane está realmente preocupada por ti. Además, que quede claro que yo nunca te he compadecido y no lo haré ahora sólo porque descubriste que tienes una hija con la amazona.

-¿Ella te lo dijo a ti también? –cuestionó con rudeza.

-No, le insinuó algo a Akane esta mañana consiguiendo que casi tuviéramos una pequeña discusión. Luego nos enteramos por Shaomei. No es difícil adivinar ese tipo de cosas cuando una mujer llega destrozada a tu casa en mitad de la noche hablando de hijos y diferencias de edades que no coinciden.

-Fue hace mucho –dijo Mousse alzando su vista al cielo.

-Once años –dijo Ranma acercándose un poco más a su interlocutor-, estabas casado con Shaomei, ¿no?

-Fui un imbécil –dijo por toda respuesta.

-Siempre lo has sido –contestó Ranma sentándose finalmente al lado de Mousse-. Al menos en lo que respecta a Shampoo.

-Y ahora mi esposa me odia –dijo con pesar-, y seguramente mi hijo también lo hará.

-Yo no creo que sea así –comentó Ranma mirando a las estrellas-. Shaomei está dolida, es cierto, pero no creo que te odie. Y Jian es un chico inteligente, lo entenderá, tarde o temprano, lo entenderá.

-Y qué se supone que debo hacer mientras Shaomei me perdona y Jian lo entiende.

-No lo sé – dijo Ranma encogiéndose de hombros-. No soy buen consejero.

Se hizo el silencio entre ambos hombres y permanecieron así, uno sentado al lado del otro, sólo acompañando y dejándose acompañar.

-Dile a Akane que estaré bien.

-Supongo que Shaomei querrá quedarse en el dojo hoy –dijo Ranma-. No te molesta, ¿verdad?

Mousse negó con un movimiento de cabeza.

-Creo que tendré que buscarme un lugar dónde quedarme.

-Por un tiempo –aceptó Ranma.

-No creo que me perdone.

-No lo sabrás si no lo intentas –dijo Ranma-. A mí me costó años conseguir al amor de mi vida, ¿crees que fue fácil?

-Tú no la engañaste.

-No una vez que estuve con ella –reconoció Ranma-. Además, la decepcione de otras formas y ella terminó perdonándome, creyéndome y formando una familia conmigo. Tú no deberías darte por vencido sin luchar primero –dijo poniéndose de pie-. Nunca antes te diste por vencido sin luchar aun cuando supieras que era una lucha dispar, ¿qué te hace pensar que esto será diferente?

-Y mientras tanto.

Ranma volvió a encogerse de hombros mirando al abatido hombre que permanecía sentado en el techo de su restaurante.

-Habla con tu hijo y conoce a tu hija –dijo con simpleza-. Akane me dijo que la niña quería conocer a su padre, ella no tiene la culpa de nada. Yo que tú no la privaría de concretar su sueño y quizá, ella misma te ayude a recuperar a tu familia.

Ranma se dio la vuelta para alejarse del lugar cuando Mousse volvió a hablar.

-Saotome.

-Dime.

-Gracias.

El artista marcial de la trenza no contestó, asintió en silencio y de la misma forma en que había llegado se retiró del lugar dejando atrás al abatido hombre que ese día había descubierto que tenía una hija con un antiguo amor de juventud y con ello, había puesto en peligro su matrimonio.


La mujer suspiró cuando por fin todo acabó y la ceremonia terminó. Su hija se había convertido en la esposa de ese chico que permanecía totalmente maravillado a su lado.

Sin poder evitarlo volvió a mirar hacia atrás antes de que le indicaran que debía abandonar el Templo acompañando a la pareja de recién casados.

Era cierto, las cosas no habían resultado del todo bien para su amigo chino, pero ya hacía mucho de eso. Ahora el hombre permanecía de pie junto a su hija y el bebé de ésta, y, al otro lado de él, Shaomei se mostraba serena e imperturbable. Más atrás, Akane divisó a Jian, que ya no era un niño revoltoso, sino un joven y apuesto padre de familia.

Akane sonrió a sus amigos quienes le devolvieron la sonrisa de inmediato.

Las cosas no habían resultado perfectas para Mousse y Shaomei; habían tenido que lidiar con una infidelidad y luego de años, Mousse había conseguido el perdón de su esposa y ella la tranquilidad para poder perdonarle y aceptar la nueva situación; así, con una voluntad y entereza que Akane hasta ahora admiraba en la mujer china, ella había perdonado y aceptado en su propia casa a la niña que había llegado de China en busca de su padre, formando así una nueva familia.

La chica se había quedado y se había ganado de a poco el cariño de la esposa de su padre y de su hermano. Ahora, cuando todo había quedado como un borroso y doloroso recuerdo en el corazón de quienes se habían visto involucrados, todos formaban una gran familia; Jian con su esposa y sus dos hijos y Lohn-xion junto a su esposo y su pequeña hija, todos alrededor de Mousse y Shaomei quienes habían demostrado que realmente y a pesar de todo, si había amor, toda dificultad podía salvarse.

Akane suspiró y volvió la mirada hacia donde se encontraba su hija con su esposo.

-¿Te sientes bien? –preguntó Ranma a su lado.

-Sí –contestó ella con una media sonrisa.

-Entonces vamos, o estos dos no saldrán nunca de aquí si no dejan de mirarse como un par de bobos –dijo comenzando a avanzar hacia donde se encontraban los novios.

-Ranma, es tu hija.

-Sí, y está enamorada –corroboró-. Yo sé lo que es eso.

Akane sonrió y volvió a mirar a su hija.

Sí, quizá tuviera que enfrentar problemas en el futuro, tal vez graves dificultades o quizá no tanto, pero su hija estaba enamorada y eso le daría la fuerza para reponerse una y otra vez a los problemas que pudiera encontrar en su camino… a pesar de todo.


Notas finales:

1.- Hola, sí, yo por aquí, con más culpa que nunca por haber abandonado por tanto tiempo la historia.

Bueno, pero ya estoy de vuelta y espero no volver a desaparecer por tanto tiempo.

Sobre el capítulo, la verdad no sé si les gustará pero es mi forma de explicar la misteriosa desaparición de Shampoo y por qué no, tocar el tema de la infidelidad que a la mayor parte de nosotros nos ha alcanzado alguna vez de forma directa o indirecta. Para mí era una buena forma de hacerlo.

2.- No me extenderé mucho ahora, así que paso de inmediato a agradecer infinitamente a quienes, a pesar de tooooda mi tardanza en actualizar, siguen leyendo, comentando y agregando esta historia a sus alertas o favoritos.

Muy especialmente agradezco hoy por sus comentarios en el capítulo anterior a Miztu of the moon, KohanaSaotome, naty, Faby Sama, Isakura Tendo, jfer calvomeneses, Earilmadith21, Ishy-24, MATT y Arashi Ayukawa, gracias infinitas por sus palabras y disculpen por no poder contestar a sus reviews personalmente.

3.- Sería todo por ahora y nos encontramos en una próxima actualización. Un abrazo y buena suerte.

Madame…