Extraterrestrial.

Capítulo ocho: Propuesta.

Esa mañana Renji y Yukio llegaron para acompañarlas a ella y Yuzu a la escuela. Normalmente este hecho le molestaría puesto que definitivamente no quería a ese rubio cerca de su dulce hermana, pero ese día había amanecido casi en piloto automático y no tenía ganas de pelearse con nadie.

Mantuvo la cabeza baja todo el camino, hundida en sus pensamientos. No dejaba de pensar en lo sucedido con Toshiro y aparte en su encuentro con Mijow Shiky y su hija Kimi. Aún tenía que hablar con Renji y tal vez ese hubiera sido un momento adecuado, pero no quería que Yukio o Yuzu escucharan nada así que solo le pidió si no podían almorzar solos ese día y él estuvo encantado con la idea.

Al llegar a la escuela y su salón, mantuvo su mirada intencionalmente lejos de Hitsugaya todo el tiempo, mirando a cualquier lugar que no fuera el susodicho. Pudo sentir su mirada penetrante en su nuca toda la clase, pero afortunadamente no hizo intento de hablar con ella.

A la hora del almuerzo fue junto con su novio falso detrás del edificio de la escuela debido a que nadie más iba allí, el quinteto usaba la azotea y nadie se atrevía a perturbar a los chicos "cool", los jardines estaban atestados de grupitos de chicas y el comedor era el más utilizado por la mayoría de la población estudiantil y también varios profesores.

Desenvolvieron sus almuerzos y apoyaron la espalda contra la pared, y ella se llenó la boca de toda la comida posible antes de que el pelirrojo pudiera preguntarle cualquier cosa, simplemente para tener tiempo de obligar a sus pensamientos a alejarse de Toshiro y concentrarse en la cuestión de Mijow Shiky.

-Entonces, Karin…- habló él cuando finalmente la vio tragar toda su comida. -¿De qué querías que hablásemos?- se llevó un bocado de su almuerzo a la boca mirándola con una de sus extrañas cejas en alto. -¿Tienes más de tus preguntas?- inquirió.

-Sí, de hecho.- suspiró. –Pero tal vez te parezcan un poco… personales…- advirtió.

-No te preocupes, pregunta.- se encogió de hombros sin verse realmente preocupado, bebiendo un trago de su zumo.

-Quiero saber acerca de Mijow Shiky.- Renji de inmediato escupió todo el contenido de su boca, llenando el césped seco delante de ellos con refresco sabor manzana. –Es la cajera del otro día, la que fue tu amor.- él se frotó la nuca, obviamente súper incómodo. –La vi ayer de casualidad en ese restaurante al que fui con Toshiro, ella es camarera allí.- explicó.

-¿Qué?- pestañeó perplejo. –El capitán no me dijo nada de eso…- susurró casi dolido. –Tsk, Shiky…- de repente sus ojos adquirieron un tinte melancólico. –Siempre teniendo tantos trabajos. Sigue siendo una aficionada al dinero y matarse trabajando.- sonrió levemente.

Sí, bueno, probablemente tuviera tantos trabajos ahora porque tenía una hija que mantener.

-Suena a que la conoces bien.- lo miró interesada.

-La conocía bien. O eso creía.- corrigió seriamente. –Los humanos viven mucho más rápido que nosotros, ellos están constantemente cambiando aunque no se den cuenta, creo que es una cuestión de edad o madurez, como le llaman. En especial las mujeres.- frunció el ceño. –Incluso parece que cambian con cuestiones tan simples como qué día es o el clima.- rodó los ojos. –En cambio Shiky… ella parecía cambiar cada hora, realmente nunca la entendí. Ni siquiera sé por qué pensé que la amaba.- sonrió amargamente.

Karin entrecerró los ojos. Sí Renji estaba tratando de ocultar el hecho de que seguía sintiendo algo por Shiky, fallaba miserablemente.

-Toshiro me dijo que pasaste mucho tiempo sin olvidarla.- señaló con cautela.

-No sé qué tanto te dice el capitán, pero Shiky es parte del pasado, solo un trago amargo de experiencia.- torció la boca.

-Pero ustedes tuvieron algo muy especial juntos, ¿verdad?- como una hija, por ejemplo…

-¿Tú lo que quieres es que te cuente nuestra historia, verdad?- la miró con ojos entrecerrados.

-Sip.- admitió casi tímidamente, haciéndolo soltar un suspiro.

-Bien, bien. Tienes suerte de ser mi novia.- le guiñó un ojo mientras revolvía su cabello. –Conocí a Shiky en nuestro primer año en este planeta. Éramos muy ingenuos sobre sus costumbres en ese entonces, pasamos por varios aprietos pero varias chicas parecieron encontrar eso… adorable.- hizo una mueca, nada contento con la palabra utilizada. –Tal vez por eso uno de nosotros se enamoró y encontró a su elegida más rápido de lo que pensamos. Antes de irse a nuestro planeta para ayudar a la causa, la primera elegida de nuestro ex compañero instruyó bastante al equipo de muchas costumbres humanas, pero yo… tuve otra forma de aprender.- sonrió lleno de melancolía. –Mijow Shiky era de tercer año y yo de primero, solo nos veíamos en los recesos y en las competencias entre cursos. Ella no era muy inteligente, ni muy bonita, pero tenía fama de…- se sonrojó un poco. –Umm… ¿mujer con muchos novios?-

-¿Quieres decir zorra?- lo miró divertida.

-Sí… eso.- tosió incómodo. –En realidad ella… bebía, aunque no tenía edad para hacerlo según sus leyes. Y dejaba que los hombres le dieran dinero a cambio de… ya sabes.- ella lo miró muy sorprendida. La maternal Mijow Shiky no le había parecido para nada alguien que pudiera prostituirse o algo así. –Ella se acercó a mí porque… bueno, quería acostarse conmigo.- se encogió de hombros tratando de disimular su rostro rojo. –Yo la rechace porque no la amaba, por supuesto.- hmm, desearía que los terrícolas hicieran eso también. –Aun así ella seguía insistiendo y acercándose a mí insinuándose. Hasta que un día realmente estuve a punto de ceder porque… bueno, ella me había empezado a gustar.- se frotó la nuca, su rostro como tomate. –Pero entonces quiso cobrarme por eso y yo me ofendí. Le arroje todo el dinero que traía conmigo y me largue diciéndole que no volviera a acercarse a mí sin tocarle un solo cabello.- volvió a un semblante serio. –Eso hizo que ella se interesara más en mí e insistiera peor en acercarse, solo que esta vez de forma diferente. Empezó a acercarse a mí como una amiga, me pidió perdón y me compensó por sus errores. Empezamos a salir como amigos y yo me enamoré de ella… y me enteré del motivo por el cual había estado tan desesperada por conseguir dinero siempre…-

-¿Cuál motivo?- ¿no podía tener otro hijo o hija, verdad?

-Ella tenía un hermano mayor, Mijow Yok, un hombre muy enfermizo que vivía recostado tomando pastillas y recibiendo inyecciones.- ok… no había esperado eso. –Shiky tenía que cuidarse a sí misma y a su hermano, tenía dos trabajos y no le importaba hacer lo que sea por dinero.- suspiró. –Yo hablé con el capitán y le informe sobre mi amor por Shiky y mi preocupación con la vida que llevaba. Y logramos conseguirle un trabajo con una generosa paga en el hotel donde nos quedábamos en ese entonces. Así Shiky dejó de deprimirse y de hacer cualquier tontería por dinero, ella estaba feliz solo conmigo…- se hundió un poco contra la pared. –O eso creí… Estuvimos un tiempo juntos y yo pensé que todo era perfecto, pero en cuanto estuve convencido de que me amaba, de que me entendería y apoyaría… cuando le conté todo lo que soy… y todo lo que la necesitaba para ya no estar solo… me rechazó… me dijo que ya no me amaba, que no me creía… dijo…- apartó su mirada lejos de ella. –Dijo cosas que me lastimaron mucho.- suspiró temblorosamente. –Pero ya la superé.- se incorporó de golpe, dándole la espalda. –Disculpa, Karin, pero creo… que necesitó estar un momento a solas. Dile al capitán que volveré a casa.- sin más dio un enorme saltó saliendo de los recintos de la escuela hasta aterrizar en un edificio cercano.

Karin maldijo ante la idea de tener que dejar de evitar a Hitsugaya, pero ella hizo a Renji ponerse sensible sacando el tema así que le debía eso al menos. Aunque ahora debería concentrarse más en el asunto de Mijow Shiky… definitivamente tenía que ver a esa mujer de nuevo.

Temblando interiormente y tratando de regular los latidos desbocados de su corazón, subió las escaleras hacia la azotea esperando ver al resto del quinteto almorzando solo para abrir los ojos como platos y maldecir a su suerte cuando notó que Toshiro era el único que estaba allí.

-Kurosaki…- dijo él con mucha cautela y poca sorpresa. ¿Kurosaki? -¿Dónde está Abarai?-

-Él tuvo un… problema, y decidió volver a casa temprano.- explicó tratando de ser lo más breve posible, pero al final la curiosidad le ganó. -¿Dónde están todos?- miró en todas direcciones en busca de aunque sea uno más allí.

-Ulquiorra está almorzando con Inoue. Hirako y Vorarlberna fueron arrastrados por un grupo de chicas, incluida tu hermana, hacia los jardines, y según dices tú Abarai está en el hotel.- se encogió de hombros con indiferencia. -¿Solo viniste aquí a esto?-

-Sí, de hecho.- frunció el ceño. –El receso ya termina, volveré a clase.- se dio la vuelta rápidamente apresurándose a salir de allí antes de que dijeran algo para lastimarse peor, pero se frenó antes de salir del todo. –Una cosa más… cuando gane la apuesta… lo que querré es que se vayan de esta ciudad, y no vuelvan jamás.- susurró lo suficientemente alto para que oyera antes de seguir su camino.

Por supuesto, lo sintió jalarla de la muñeca deteniéndola a mitad de las escaleras, para sorpresivamente aprisionarla entre la pared y su cuerpo fuerte.

-¿Quieres lastimarme?- tomó ambas de sus muñecas y manipuló sus manos para que le dieran débiles bofetadas. –Sí lo quieres hazlo, vamos, golpéame.- la miró con ojos feroces. –O patéame. ¡O mátame sí eso te hace sentir mejor!- se alejó bruscamente de ella, que lo miraba en silenciosa confusión. –Nunca quise lastimarte. Odio verte sufrir y más sí es por mi culpa.- arrugó el gesto. -¿Sabes qué? Apenas termine este trimestre, sí Ulquiorra logra su objetivo y ningún otro de mis subordinados se enamora de otra mujer, pediré la reubicación, y me largare de tu vida.- ella se congeló. El trimestre terminaba en tres semanas. –Así los hollows ya no te molestaran más, y yo dejaré de interferir en tu vida. No volveremos a vernos.- la miró fríamente. –Al demonio con la apuesta.- sin más se retiró a velocidades sobrehumanas fuera de su vista.

Ella se llevó las manos al pecho, tratando de calmar su corazón dolorido y retener las lágrimas en la comisura de sus ojos. Él tenía razón… ella había querido lastimarlo, realmente no podía quejarse por terminar en este estado ahora.

Sonrió con amargura y se obligó a calmarse, debía ir a clase puesto que ahora tocaba el turno de Inoue-sensei y probablemente empezarían a planear todo más cuidadosamente y ya empezarían algunas cosas.

Tal como sospechó, Inoue informó que el fin de semana pintarían el gimnasio, y que necesitaban tener todo listo dos días antes de la fecha del baile. También decidieron de qué colores pintarían y cómo iban a pagar todo (ya que Yukio no estaba dispuesto a invertir tanto en la fiesta), por lo que encargaron a unos grupos de chicos a recaudar dinero entre todos los estudiantes de todas las clases.

A la salida casi le da un infarto al ver a todo el quinteto acompañarlas a ella y Yuzu a casa, pero luego recordó que se suponía que los había invitado a cenar, llevándose la palma de la mano a la frente.

-Ehhh… Karin-chan, ¿dónde está tu novio?- preguntó confusa su gemela.

-Ohh, sí.- rió tensamente, sacando su celular y enviándole un mensaje de texto a Renji preguntándole sí es que iba a venir a cenar o qué rayos. Él contestó que iría en un rato. –Llegará más tarde, tenía algo que hacer.- contestó para satisfacer las dudas de la rubia.

-Ya veo.- sonrió lindamente antes de enfrascarse en una conversación con Vorarlberna acerca de lo que cocinaría ella y lo que gastaría él, aparentemente.

Llegaron a la casa y su boca casi cae al suelo al ver a su hermano junto a su sensei sentados ya en la mesa mirándolos igual de sorprendidos, o en el caso de Ichigo, furioso más que nada.

-¡Karin!- exclamó él entre dientes. -¿Por qué no me dijiste que tenías novio?- se cruzó de brazos mirando amenazantemente a todos y cada uno de los hombres presentes. -¡Eres demasiado joven para eso!-

-Cállate, Ichi-nii.- rodó los ojos. –Soy lo suficiente mayor para tomar mis propias decisiones.- se cruzó de brazos. –Yuzu y yo vamos a nuestras habitaciones a cambiarnos, compórtate.- ordenó antes de jalar de la muñeca a su hermana escaleras arriba.

-¡¿Qué es eso de "compórtate"?! ¡No soy un maldito perro!- su voz las siguió todo el camino hasta el segundo piso, pero ella solo rodó los ojos ignorando los gestos preocupados de la dulce rubia de ojos color miel.

-No sabía que Onii-chan vendría… ¿Tal vez esto es una mala idea?- se preguntó a sí misma preocupada.

-Oh, por supuesto que es una mala idea.- la pelinegra se encogió de hombros. –Pero ya no hay vuelta atrás. Al menos papá no está para hacer sus payasadas.- gracias al cielo había ido a ayudar a un hospital grande al otro lado de la ciudad, menos vergüenza.

-Karin-chan, eso es cruel.- reclamó berrinchuda.

Se tomó su tiempo en buscar ropa adecuada y cambiarse cuando normalmente lo hacía en dos patadas, pero esta vez no tenía muchas ganas de salir de su cuarto y enfrentar al quinteto, menos a su líder. Bajó junto con su hermana calzada con botas militares, vestida con una falda azul con un short debajo y una blusa blanca con una chaqueta negra encima, su cabello negro largo atado en su coleta de siempre. Yuzu estaba vestida como una princesa igual que siempre, con un bonito vestido rosa claro con un moño fucsia atado a la cintura, zapatitos de tacón blanco y su cabello brillante suelto y bien peinado.

Para el momento en que entraron a la sala de estar, notaron que Renji ya estaba ahí siendo intimidado por su exagerado hermano mayor. Al notarlas obviamente todos los ojos se fijaron en ella solo por un segundo antes de pegarse en Yuzu, que se veía hermosa y radiante. Bueno… todos excepto Toshiro, él solo la miró a ella antes de bajar la vista a su celular.

Se sonrojó, acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja antes de ir a separar a su novio falso de Ichigo y sentarse en medio de ellos. Yuzu se puso un delantal y habló algo sobre empezar a cocinar, a lo que de inmediato Hirako e Inoue se levantaron a ayudarla, aunque su sensei volvió a los cinco minutos con cara de que la habían echado no muy amablemente. Yuzu podía ser un ángel, pero no dejaba que nadie que no fuera Karin pusiera en peligro su preciada cocina.

Se quedaron en un tenso silencio. Renji estaba de mal humor y el hecho de que el Kurosaki de cabellos anaranjados quisiera saltarle a la yugular no lo ayudaba en nada. Vorarlberna estaba con su videojuego, Hitsugaya estaba con su celular (esos dos no eran tan diferentes, después de todo). Karin estaba en obstinado silencio tratando de no ver al albino, y su sensei parecía ajena a todo cantando una alegra melodía. Y ni se diga de Ulquiorra.

Finalmente, la pelinegra se cansó de tanto silencio incómodo y empezó a hacerle conversación a su profesora, que le siguió la corriente con toda la emoción del mundo. Hablaron sobre la próxima fiesta, tema no muy interesante para la menor en la casa pero al menos llenaba el ambiente de alegre sonido.

Los hombres permanecieron en silencio, a excepción de algún comentario que lograron sacarle a Yukio e Ichigo, pero por lo demás la conversación venía más que nada de ellas, o más bien solo de la mujer de gran delantera.

Las tensiones y el silencio incómodo solo cesaron cuando Yuzu y Shinji llamaron a todos a la mesa a cenar. La buena comida más la dulzura de la rubia y el buen humor del dientón sumados a la actitud azucarada de Orihime-chan aliviaron la tensión y pronto su hermano hizo un mayor esfuerzo por ser más civil con el quinteto.

Ulquiorra extrañamente charlaba a susurros con su profesora, Shinji e Ichigo se llevaron bien por alguna razón, Yuzu obligó a Yukio a no jugar en la mesa así que los dos se pusieron a conversar sobre la fiesta venidera. Renji dejó su mal semblante al cabo de un rato y empezó a hablar con Karin acerca de deporte. Hitsugaya fue el único que permaneció en silencio todo el tiempo.

La cena no fue un completo desastre, contra todo pronóstico. Y hasta le resulto productiva, fue interesante el ver a Ulquiorra y Orihime coquetear obviamente y frente a su hermano mientras a este parecía no importarle en lo absoluto, el descarado. Lo sentía por él pero el aspirante a emo la merecía y necesitaba mucho más.

-Entonces, Ichi-nii, Orihime-chan, ¿cómo han estado las niñas, eh?- preguntó, sonriendo satisfecha al oír a Ichigo escupir el jugo que había estado bebiendo y a su sensei junto con todos los demás viéndose confundidos. –No puede ser… Ichi-nii, ¡no me digas que no se lo has contado!- se llevó una mano al pecho con dramatismo. -¿No le has presentado a Aiko-chan y Shizune-chan tu novia aún?- fingió mirarlo desaprobatoriamente mientras él se frotaba la nuca nervioso ante la mirada insistente de todos, principalmente de su hermana de carácter dulce y su novia.

-¿De qué niñas habla, Onii-chan?- preguntó la rubia de ojos mieles sumamente perdida.

-Nada Yuzu.- gruñó Ichigo entre dientes, mirando mal a la pelinegra. –Yo conocí a unas niñas en uno de los hospitales que visite en la universidad.- empezó a aclarar resignado e incómodo. –Me encariñe con ellas y se las presente a Karin, eso es todo.- aseguró nervioso.

-¿Seguro?- insistió con una mirada de advertencia.

-Sí, Karin.- masculló entre dientes. –Hablaremos sobre eso después.- eso último lo susurró, pero obviamente casi todos lo escucharon.

-¿Pero por qué?- fingió sonreír inocentemente. -¿Por qué no hablamos de ellas sí las amas tanto?- pestañeó.

-Ichigo-kun, ¿qué…?...-

-¡Oigan! ¡Yuzu me prometió que tendríamos helado de postre!- exclamó de pronto el universitario con voz demasiado fuerte para interrumpir la pregunta de su novia. -¡¿No deberíamos sacarlo del refrigerador para que se descongele un poco?! ¡Me encanta el helado semi-derretido! ¡Alguien debería ir a sacarlo! ¡JAJAJA!- rió fuerte y exageradamente. -¡Oh, Karin! ¡Tú ya terminaste tu cena! ¿Por qué no vas por el helado?- sonrió demasiado dulce y espeluznantemente.

La pelinegra frunció el ceño, obviamente no la iba a dejar decir nada más respecto a su asunto con las niñas.

-Bien.- bufó levantándose para salir del comedor en camino a la cocina.

Abrió el refrigerador y buscó el helado de chocolate con fresa, favorito de sus hermanos, sacándolo reposar en un estante para que se enfriara un poco antes de llevarlo al comedor, aparte de que también quería un momento a solas para pensar.

Maldita sea… no se le ocurría ninguna forma de separar a su hermano de su sensei sin ser demasiado obvia. Bien que según el líder del quinteto la apuesta ya no existía, pero aun así quería ayudar a Ulquiorra, él y su profesora realmente se querían y se merecían, lo sabía, tal vez por alguna clase de intuición femenina o una mierda de esas.

Cruzó los brazos mientras soltaba un profundo suspiro. Toshiro… ¿acaso hablaba en serio cuando dijo que apenas Ulquiorra y Orihime se juntaran se irían al terminar el trimestre? Ella no quería eso, ellos eran sus amigos pese a los problemas sentimentales que tenía con su capitán.

Ulquiorra le agradaba porque a pesar de ser inexpresivo y espeluznante amaba a Inoue y podía ser capaz de mostrar un lado amable y hasta dulce sin miedo a lo que piensen los demás, tal vez porque él no entendía de prejuicio o vergüenza en lo absoluto.

Yukio le agradaba pese a su pequeña rivalidad, eran similares en muchas cosas aunque era demasiado engreído y altanero para su gusto, y lo quería a tres galaxias de distancia lejos de su hermana gemela, pero por lo demás él podía ser comprensivo con los otros cuando quería.

Shinji le agradaba porque en cierto modo era como una clase de segundo padre. Tenía sus momentos de ser pervertido y estúpido, pero bueno, eso no estaba muy lejos a cómo era realmente su padre de verdad, sin embargo él era más inteligente y astuto de lo que dejaba ver en primer lugar.

Renji le agradaba porque le recordaba mucho a Ichigo en muchas cosas, era como un segundo hermano mayor, aunque la incomodaba con sus obvias intenciones románticas, pero por lo demás en verdad se divertía pasando tiempo con él y siempre tenían de qué hablar, sabía que podría contar con él así como él con ella.

Toshiro… le gustaba, era el primer chico que realmente, en serio le gustaba, y tal vez no sea solo un flechazo pasajero como había pensado en primer lugar. Lo apreciaba, lo quería, le importaba demasiado. Al conocerlo él casi le dejó un trauma permanente, luego al conocerlo más no le cayó del todo bien y lo consideraba un tipo amable y genial, pero aburrido y muy frío. Sin embargo… él confió en ella para ayudar a su equipo, él se preocupaba por ella, y a medida que cooperaban juntos algo comenzó a crecer en su interior, y sin saber por qué el hacerlo sonreír se convirtió en su meta personal, por alguna razón deseaba más que nada el ver una sonrisa en su rostro, verlo relajado y feliz, lograr ella hacerlo feliz. Ahora estaba confundida más que nada respecto a lo que sentía por él, solo sabía que tenía miedo de perderlo pero aún más miedo de acercarse demasiado.

Al principio el Quinteto para ella fue solo una banda de chicos cool que hacían más interesantes las cosas en clase. Luego un grupo de alienígenas misteriosos cuyos secretos quería desentrañar. Después los nobles luchadores que se sacrificaban y hacían todo lo posible por ayudar a su planeta y su gente. Pero ahora para ella eran sus amigos, Renji su mejor amigo y casi hermano, y Hitsugaya Toshiro el chico que le gustaba y… tal vez más que gustar.

Por un momento se le pasó por la cabeza dejar de tratar de ayudar a Ulquiorra y Orihime a estar juntos solo para postergar más el momento de tener que verlos marcharse, pero de inmediato desechó la idea. Nunca haría eso, apreciaba al aspirante emo y jamás pondría sus caprichos por encima del bien de toda una especie.

Sabía que había algo entre Shinji y Hiyori, pero con ninguno de los dos dispuestos a admitirlo no alcanzaba para ser una razón lo suficientemente fuerte para que se quedaran aquí. Tal vez Shiky y su hija pudieran serlo, pero apenas Renji descubriera toda la verdad probablemente se las llevaría inmediatamente a su mundo, o quién sabe… no podía predecir lo que pasaría si se diera esa situación, razón principal por la cual aún no había informado a Abarai sobre su descubrimiento.

-¡Karin! ¡¿Qué pasa con ese helado?!- oyó el grito de su hermano desde la cocina sacándola de sus pensamientos.

-¡Un minuto! ¡Aún se está descongelando!- se excusó con otro grito sin moverse de su lugar. Aun no tenía ganas de volver allí.

Oyó pasos acercarse y chasqueó la lengua, su hermano era un completo impaciente.

-Kurosaki.- casi saltó en su lugar al reconocer a Toshiro entrar sorpresivamente. –Yo ya había terminado mi cena incluso antes que tú, así que insistieron en que viniera a ver por qué te tardas tanto.- explicó fríamente.

Ella permaneció en silencio por un segundo. ¿De nuevo con el Kurosaki?

-Puedes volver y decirles que voy en un minuto.- fue todo lo que pudo responder.

-Sí es mi presencia la que te molesta en el comedor, puedo quedarme aquí hasta que los otros quieran irse.- murmuró dejándose caer para apoyar su espalda contra la pared. La pelinegra se mordió el labio, tal vez debería dejar de huir como cobarde y solo enfrentarlo.

-Toshiro… ¿Por qué me rechazaste y luego me besaste?- preguntó de golpe, sonrojándose de inmediato al darse cuenta de que realmente lo había dicho, y en voz alta. –Uhh… ehh… olvídalo.- tomó el helado y quiso irse de la cocina, pero la tomó de la muñeca.

-¿Por qué quisiste besarme y luego me rechazaste?- respondió con otra pregunta, frunciendo el ceño más profundamente de lo normal. –Realmente no entiendo a los seres humanos. ¿Qué necesidad tienen de mantener en secreto cosas tan irrelevantes?- preguntó a nadie en particular.

-¡¿Irrelevante?!- la indignación la lleno. -¡¿Dices que mis sentimientos son irrelevantes?!- devolvió el pote de helado al estante, con fuerza. -¡¿Quieres saber por qué los humanos mantenemos en secreto pequeñas cosas tan insignificante como nuestros sentimientos?! ¡Pues déjame responderte!- casi gritó entre dientes. –Es porque no confiamos en los demás.- se contestó a sí misma con firmeza, su mandíbula tensa.

-¿No confías en mí?- ahora él se veía indignado, indignado y sorprendido, tal vez hasta… ¿dolido?

-Por supuesto que no confió en ti.- rodó los ojos aunque su corazón le gritaba un claro y fuerte "¡mentirosa!" –Apenas te conozco, nunca hemos hablado de nada más que no sea la misión. Eso es todo lo que realmente hay entre nosotros.- apretó los ojos dolorosamente. –No voy a mentirte… me gustas…- admitió en un pequeño susurro. –Pero eso no significa que quiera o necesite estar contigo. Interesarme en ti de esa manera fue un error. Eres un capitán y no puedes…-

-Karin.- la frenó sorpresivamente. –Yo nunca dije que los capitanes tengamos prohibido completar nuestra misión, yo dije que se nos "alienta" a no hacerlo tan rápido, no que no pudiéramos hacerlo.- corrigió fríamente. –También me gustas, Karin.- ella sintió su corazón acelerarse ante esas palabras. –Rechace tu beso en un primer lugar porque tenía la esperanza de que tú ayudaras a Abarai a olvidarse de Mijow Shiky, pero luego recapacite sobre una de las cosas que me dijiste, que debería dejar de tratar de controlarlo todo y dejar que el destino actué, si tú y yo nos gustamos no puedo forzarte a que estés con Abarai. Por eso me arrepentí.- explicó con un suspiro, su tono no menos gélido que antes.

-Entonces…- pestañeó, no sabiendo si estaba furiosa o confundida. -¿Tú me rechazaste por… por Renji?- entrecerró los ojos. –Y luego me besaste por… ¿Por qué? ¿Por qué se te dio la gana?- se llevó los puños a las caderas.

-Exacto.- lo miró con los ojos abiertos como platos de la sorpresa de que lo admitiera tan abiertamente. –Te besé porque quise.- dio un paso más cerca de ella. -¿No es esa la razón por la cual se besa la gente? Porque quiere.- ella abrió la boca para protestar, pero la cerró al instante, sin poder contradecirlo. –Te lo dije, Karin. Me gustas, te gustó, nos gustamos. Me arrepentí de rechazar tu beso, quise besarte cuando lo hice y quiero hacerlo ahora.- la Kurosaki se quedó sin aliento, sintiendo su rostro tornarse escarlata. –Entonces dime… ¿Por qué me rechazas?- sacudió la cabeza, perplejo. -¿Estabas molesta porque te rechazara anteriormente?- añadió la pregunta como si acabara de ocurrírsele.

-Yo…- tartamudeó, demasiado abrumada e insegura respecto a lo que acababa de pasar. No quería contarle acerca del sentimiento de desconfianza que Mijow Shiky había inculcado en su ser. –Sí… estaba molesta.- bueno, eso no era una mentira.

-¿Entonces… ya no?- indagó inseguro. Ella solo se encogió de hombros, la verdad no sabía sí seguía molesta, en realidad tenía más miedo de perderlo que otra cosa. –Karin… quiero que seas mi elegida.- soltó de pronto.

-¡¿QUÉ?!- casi se va de espaldas con la repentina, inesperada y totalmente fuera de contexto proposición descabellada. Tomó un momento para su cerebro procesar toda la magnitud de lo que acababa de decir. -¿Qué?- repitió aun aturdida, su rostro escarlata.

-¿Por qué no?- se encogió de hombros. –Me gustas, te gusto, y dijiste que querías ayudar…-

-¡Pero no nos amamos!- lo cortó ella de inmediato, una mirada desesperada en su rostro porque estaba demasiado confundida y él no hacía más que llenarla de incógnitas y pensamientos raros que odiaba tener, sobre todo el pensamiento de sí lo que acababa de decir era una mentira o no… -Nosotros… no nos amamos.- era demasiado pronto para hablar de amor aunque le gustara, ¿cierto? –Se supone que ustedes no están aquí solo por su misión, sino también para tener la oportunidad de enamorarse.- eso le había dicho, pero Shiky dijo otra cosa muy diferente.

Él bajó la cabeza con un suspiro, sus ojos cerrados como si meditara algo.

-¿Y qué si no nos amamos? Tú quieres ayudar, y yo quiero contribuir a mi mundo. Hay una evidente atracción física entre nosotros, entonces, ¿por qué no?- dijo en un tono más frío de lo usual. –Tendrías que venir a mi mundo en caso de aceptar, claro… pero ni siquiera tienes porque quedarte allí, sí no quieres.- evitó mirarla a los ojos. –Podemos negociarlo a nuestra conveniencia. Nunca permitiría que ninguno de mis subordinados cumpliera su misión de esta manera, pero estoy harto de la vida y las emociones humanas.- miró con desagrado sus manos apretadas en puños por alguna razón. –Puedo explicártelo mejor, si quieres, nosotros…-

-¡No!- lo calló de golpe, sin saber si soportaría que dijera otra de esas cosas. Sus ojos comenzaban a picar. Ella quería ayudarlos de verdad, pero no de la manera que él estaba insinuando. ¿Cómo se atrevía a decir cosas como esas? ¿Qué derecho creía que tenía para decirlo con tanto descaro? ¿Quién se creía que era? –No quiero escuchar nada de esto.- arrugó el gesto llevándose las manos a los lados de su confundida cabeza.

-¿Por qué no?- preguntó pestañeando tranquilamente.

Ella abrió la boca para gritarle las mil y un razones por las cuales lo que decía era sumamente indignante, pero la cerró de golpe cuando de repente un pensamiento la golpeó como una bofetada. ¿Por qué no? Pues… en realidad no lo sabía, no del todo. Lo que proponía la indignaba, pero… ¿por qué?

Bueno, básicamente le estaba proponiendo acostarse y tener preferiblemente una hija pero sin comprometerse en lo absoluto, ir a un planeta extraño para ella a acostarse y tener a la preferiblemente niña allí, pero luego volver como si nada a su mundo. Y le estaba proponiendo eso recalcándole que no la amaba.

Viéndolo de ese modo… sí, era bastante indignante, pero por otro lado… ¿realmente podía juzgarlo?

Él seguramente no quisiera abandonar a sus subordinados y que tengan un nuevo capitán como le había contado que pasaría en caso de él terminar su misión primero, pero más que nada quería ayudar a su tierra y volver a ella. ¿Cómo podía siquiera imaginar por lo que estaba pasando? Tenía a su planeta agonizando en medio de una guerra mientras tenía que lidiar con todo el drama de la vida adolescente, y aun así él anteponía la felicidad de su equipo dejándolos enamorarse y encontrar a la chica correcta.

Sin embargo ahora la había encontrado a ella, y era innegable que existía una mutua atracción física entre ellos. Obviamente no había tenido presente la posibilidad de encontrar a alguien para sí mismo, pero ahora que la había encontrado y ambos se gustaban, seguramente no quería perder tiempo en más dramas adolescentes y priorizaba el bien de toda su especie a pesar de que no la amaba como se suponía.

¿Qué derecho tenía ella a juzgarlo?

No le estaba pidiendo algo indignante, sabía que ella quería ayudarlos. Lo que le pedía era que se sacrificaran juntos por el bien de toda una raza. Esa propuesta implicaba que él perdería a su equipo y debería dejarlo en las manos de otros, y ella podría perder un año de su vida, sin mencionar el sacrificio enorme que sería entregar a su primer hijo, pero estábamos hablando de la salvación de un mundo aquí. Y los sacrificios eran necesarios.

Entonces, ¿qué la seguía deteniendo de aceptar lo que le proponía?

No estaba dispuesta a admitirlo, le aterraba admitirlo, pero probablemente de su parte había mucho más que simplemente atracción física, y le dolía que no la amara… dolería aceptar este trato sabiendo que solo iba a tenerlo para perderlo después.

Y no se sentía lista para ser madre, ni mucho menos ser madre solo para entregar la vida que naciera de ella.

Pero de nuevo… era la salvación de toda una especie la que dependía de su decisión, su sacrificio.

-Yo…- se abrazó a sí misma, de repente sintiéndose muy fría. –D-déjame pensarlo.- finalmente susurró con voz apenas audible.

Hitsugaya la miró muy sorprendido, antes de relajar sus facciones.

-…Gracias.- se acercó a ella y rozó su nariz con la suya. –No tienes idea de lo afortunado que me siento por haberte conocido.- ella le sonrió suavemente y cerró los ojos, aspirando un dulce aroma a menta e invierno cuando se acercó aún más.

Sus labios se rozaron, sintió que rodeaba su cintura con las manos y no pudo evitar rodear su cuello con los brazos, correspondiendo el beso esta vez.

Esto se sentía más como un primer beso que su real primer beso, el otro fue demasiado corto y casi no había sentido nada más que confusión, pero este era torpe y experimental, lento, raro, nada como las escasas veces en el que lo había imaginado. Al menos era más largo y agradable que el otro, la verdad, le estaba gustando.

-¡KARIN! ¡¿Qué demonios están haciendo Toshiro y tú?!- ambos se separaron de golpe, mirando horrorizados la entrada a la cocina.

Por fortuna, Ichigo había gritado eso por impaciencia mientras se acercaba a la cocina. Vieron su sombra y escucharon sus fuertes pisotones antes de que realmente entrara al lugar, con un Renji muy sospechoso detrás de él.

-I-Ichi-nii…- tartamudeó sabiendo que tenía el rostro como un tomate bañado en sangre. –P-perdón, nos distrajimos hablando, aquí está tu helado.- rápidamente tomó el recipiente y lo empujó hacia su rostro.

-Tsk. ¡Sí fuera por ustedes seguro me lo traían hecho agua! Dije que me gustaba el helado semi-derretido, ¡no líquido!- se quejó llevándose el helado y un par de cucharas volviendo al comedor.

Abarai no se movió del lugar, cruzado de brazos, mirándolos con ojos entrecerrados.

-Y… ¿de qué hablaban que les tomó tanto tiempo?- alzó una ceja con escepticismo, y la pelinegra no dudaba que había tomado nota de sus respiraciones agitadas y sus rostros enrojecidos. Tal vez era un poquito más inteligente que su hermano despistado. -¿Algo de la misión?- insistió cuando ninguno dijo nada.

-No es asunto tuyo, Abarai.- el albino por fin se recompuso lo suficiente para hablar con su frialdad característica. –Vuelve a comer ese helado, apenas lo terminen volveremos al hotel.- ordenó.

El pelirrojo arrugó el gesto, obviamente inconforme, pero no podía discutir con su capitán así que solo tuvo que tragarse su curiosidad y salir de la cocina no sin una última mirada a ella que le prometió que haría preguntas después, esté dispuesta a responderlas o no.

Karin dejó escapar todo el aire que había estado reteniendo. No es como si le debiera a Renji ninguna explicación puesto que no eran novios de verdad, pero sabía que algo le gustaba y no quería herir sus sentimientos de ninguna manera. Él era su amigo, y ya estaba pensando en formas de demostrarle lo mucho que le importaba su amistad y que en verdad le deseaba la mayor de las felicidades.

Volviendo a estar solos, la Kurosaki volvió a sentir la tensión creciendo entre ellos, y la estaba poniendo demasiado nerviosa… sobre todo cuando él comenzó a acercarse a ella de nueva cuenta.

Los colores volvieron a subírsele al rostro y sin saber por qué sintió la repentina necesidad de escapar de él, y eso hizo.

-Lo siento, ya tengo mucho sueño así que iré a mi habitación a dormir. ¡Buenas noches!- chilló patéticamente pasando por su lado hasta salir de la cocina y llegar al comedor despidiéndose de todos solo con otro buenas noches, corriendo por las escaleras hasta llegar a su habitación y encerrarse lanzándose a su cama para hundir la cabeza en la almohada.

¿Qué rayos acababa de pasarle este día?

Casi no durmió esa noche, lidiando con sus pensamientos hechos un lío errático y confuso, y al despertar al día siguiente no amaneció mejor, sinceramente.

Ella… ¿la elegida de Toshiro, el capitán, el gran líder del famoso quinteto?

Aún más importante… ella, Kurosaki Karin, ¿viajar a otro mundo, tener un bebé mitad alienígena… abandonar a su familia?...

Era una completa cosa de locos, pero ahora toda su vida parecía una constante locura y confusión que antes nunca hubiera imaginado, todo había cambiado tanto en tan poco tiempo, y ahora tenía la opción de decidir algo que cambiaría todo aún más, de manera radical, cambiaría su vida, su forma de ver las cosas, su mente, su corazón, todo lo cambiaría.

Se mordió el labio en clase de matemáticas mientras seguía evitando la mirada de Hitsugaya pese a sentirla todo el tiempo taladrando su nuca. Él trató de hablarle en varias ocasiones pero siempre o escapaba o encontraba alguna excusa para evitarlo.

Almorzó con las chicas para evitar ser invitada a la azotea y al salir de la escuela para volver a su casa pidió que Yukio las acompañara en lugar de Renji. Su plan era que el adicto a los videojuegos estuviera demasiado concentrado en su consola… o en su hermana, así ella podría argumentar querer comprar algo en la tienda donde trabajaba Mijow Shiky, y funcionó más que bien.

-¿Karin-chan?- la mujer pestañeó confusa al verla en su lugar de trabajo.

-Hola, no tengo mucho tiempo así que solo dame una barra de chocolate… y tu número de teléfono.- pidió dejándole una generosa paga para solo un simple chocolate. –Quisiera hablar más y en privado sobre el asunto que me estabas contando el otro día.- susurró disimuladamente de modo que solo ella entienda.

-Bien…- suspiró como resignada y rápidamente garabateó su número de celular en un billete de cambio. –Puedes llamarme apenas llegues a tu casa, mi turno casi termina.- informó con un guiño.

Karin asintió agradecida y rápidamente salió, encontrando al rubio aun enfrascado en su videojuego mientras Yuzu inútilmente trataba de sacarle conversación.

Llegaron a su casa y de inmediato se despidió de Yukio y corrió a su habitación, sacando su celular y el billete que le había dado Mijow Shiky para llamarla de una vez. La mujer le contestó y sin rodeos la citó en el parque de la estatua en la fuente.

Se cambió el uniforme escolar a unos pantalones cortos y una camiseta demasiado grande de modo que una manga insistía en resbalarse por su hombro dejando a la vista la tira de su sujetador negro. Se puso unos tenis y se ató una chaqueta roja a la cintura, antes de acercarse a la ventana y subirse al marco solo para deslizarse por el pequeño balcón hasta alcanzar las ramas del árbol de los vecinos y treparse hasta llegar a la rama más baja y de ahí saltar al suelo.

¿Por qué tanto dramatismo? Pues porque no estaba segura si Toshiro había enviado a alguien a vigilarla aun cuando ya estaba supuestamente segura en su casa, y realmente no quería que ninguno del quinteto la viera tan amiga de Mijow Shiky, así que optó por escabullirse, solo por las dudas.

Se fue en dirección al parque de la estatua casi escondiéndose en las sombras, llegando hasta la fuente para ver rápidamente a la mujer rubia sentada allí, por lo que se acercó siempre mirando alrededor con temor a que alguno de los chicos la descubriera.

-Shiky-san.- la saludó sentándose a su lado. –Lamento haberte hecho venir hasta aquí, seguro tienes que cuidar de tu hija, pero realmente necesitaba hablarte.- suspiró aun chequeando los alrededores de reojo.

-No te preocupes, Kimi se queda con una maestra de su jardín que es amiga mía hasta que la vaya a buscar y le dije que me retrasaría un poco.- se encogió de hombros, sacando su celular por un momento para ver algo guardándolo otra vez luego. –Espero que tu asunto pendiente conmigo no sea tan largo, probablemente solo tengamos media hora antes de que mi amiga me llame.-

-Entiendo, creo que con eso me conformó.- miró una última vez por las calles y los techos antes de centrar su mirada en la mujer rubia. –Kimi-chan es hija de Renji, no intentes negarlo, es bastante obvio.- aseguró con seriedad.

-Sí, supongo que negarlo no tiene sentido.- asintió, pero entonces la miró con ojos entrecerrados. -¿No le dijiste que tengo a su hija, o sí?- su tono adquirió un tinte maternalmente protector.

-No, descuida.- rodó los ojos. –Pero a cambio de no decirle, quiero que me digas tu versión de su historia, porque él ya me dijo la suya.- comentó y la rubia de inmediato frunció el ceño. –La verdad es que por lo que me contó y la forma en la que lo viste ese día en la tienda, yo no creo que tú hayas dejado de amarlo.- ante esto la miró sorprendida.

-Eres inteligente, puedo notar.- se cruzó de brazos como abrazándose a sí misma. –Mi hermano, Mijow Yok, estaba muy enfermo y no podía trabajar para mantenernos. Yo era joven, estúpida, y una chica bonita así que decidí que usaría eso a mi favor, buscaba a chicos adinerados en la escuela y les sacaba dinero de una forma u otra, realmente no me importaba lo que dijeran de mí sí lograba conseguir lo que quería. Abarai Renji era un chico de primer año que se la pasaba derrochando su dinero en estupideces.- bueno, eso era algo que seguía haciendo, de hecho… -Yo lo vi como un blanco fácil, pero resultó no ser así, termine enamorándome de él.- sonrió con amargura. –Él me sacó de esa vida, me ayudó en todo lo que pudo, ayudó a mi hermano también, yo estaba convencida de que era el hombre de mi vida.- ambas estaban sentadas una junto a la otra de frente, sin verse a la cara, pero no era difícil darse cuenta que la mayor estaba al borde de las lágrimas. –Pero entonces…-

-¿Te dijo la verdad sobre su origen y lo rechazaste como cobarde?- inquirió con sarcasmo goteando de su tono.

-Entonces descubrí que estaba embarazada.- siguió como si no hubiera hablado y la menor ensanchó los ojos. –No estaba segura de cómo decírselo, temía arruinar su vida de "adolescente de dieciséis años", así que callé por un tiempo. Entonces él me habló de su origen.- la miró de reojo. –Al principio no le creí, pero luego me di cuenta de que eso hacía que muchas cosas que antes no entendí tuvieran sentido. Pero después él empezó a hablar sobre la crisis de su planeta, y su misión.- Karin la notó apretar los puños. –Entonces yo entendí que en cuanto se enterara de que estaba embarazada querría llevarme con él, y, Karin-chan, querida… yo no podía dejar a mi hermano.- volteó a verla con una sonrisa llorosa. –Y sabía que sí se enteraba de mi embarazo y yo no me quería ir con él, entonces se iba a llevar a mi bebé y él se iba a ir también.- tomó una profunda respiración, frotándose los ojos. –Sé que fui egoísta, pero estaba asustada y no quería que me separara de mi bebé ni de mi hermano, así que tome la opción que me permitía seguir con ambos.- varias lágrimas se le escaparon.

-Tú le rompiste el corazón.- hizo una mueca. Después de conocer los motivos de la mujer realmente la entendía, pero lo que hizo fue muy egoísta… aunque ella no se sentía en posición de juzgarla.

-Rompí todo entre nosotros.- se secó las lágrimas. –Mi hermano se puso peor así que tuve que trasladarlo a un hospital de Tokio y de pasó me mude.- se encogió de hombros. –Trabajaba catorce horas al día aun embarazada para mantenerme a mí, al bebé y a mi hermano enfermo.- la Kurosaki se encogió interiormente, sintiendo un poco de respeto crecer hacia la mujer. –Hacía lo que tenía que hacer, y no me arrepentí para nada mientras estaba con mi hija en brazos y mi hermano a mi lado.- alzó la barbilla con orgullo.

-Tu hermano… ¿ya mejoró? ¿Por qué estás en Karakura si antes estuvieron en Tokio?- preguntó con voz suave.

-Mi hermano murió.- Karin se quedó sin aliento. –Estoy aquí porque en Tokio la gente empezó a sospechar por el hecho de que Kimi no crece a la misma velocidad que los otros niños, me asuste así que decidí cambiar de ciudad, y probablemente así tengamos que vivir mi pequeña y yo por mucho tiempo.- enterró el rostro entre sus manos. –Mi vida es un completo desastre, siempre lo ha sido.-

La pelinegra la observó en silencio, sin saber qué decir para confortarla. Esta mujer estaba peor de lo que había sospechado. Repasó todo lo que le había dicho en su mente y de inmediato empezó a maquinar planes para mejorar la situación a favor tanto de esta chica como de toda una raza alienígena. En verdad sentía mucha responsabilidad con ayudar al quinteto y su causa, tanto que sin darse cuenta pensar en su bienestar y ayudarles se había vuelto prioridad para sus pensamientos.

-Lamento mucho lo de tu hermano.- fue lo primero que salió de su boca. –Pero, Shiky-san, con todo respeto, ¿realmente crees que es buena idea vivir del modo en el que vives con tu hija? ¿Ir de ciudad en ciudad sin hacer ningún amigo, ninguna conexión emocional? No creo que eso sea lo más conveniente para una niña pequeña.- opinó humildemente.

-Lo sé.- lloriqueó pesadamente. –No sé qué voy a hacer con nuestras vidas.- se pasó las manos por el rostro. –Soy una catástrofe.-

-¿Y no has considerado… no sé… decirle la verdad a Renji y darle a Kimi-chan la posibilidad de pasar su vida sin esconderse?- murmuró tratando de que su tono no fuera tan sarcástico como usualmente lo era.

-Renji me odia.- volvió a frotarse los ojos. –Claro que lo he pensado, ahora que mi hermano ya no está, realmente no hay nada que me ate.- hizo una mueca. –Y por lo que me contó nuestra hija sería prácticamente adorada en su mundo, más por ser una niña. Y yo…- se sonrojó levemente. –La verdad es que yo aún lo amo… ¡Pero lo lastime demasiado y tú lo sabes! Y si se entera que le oculte que ya cumplió su preciosa misión seguro me odiara más.- volvió a hundirse en su miseria. –Soy una tragedia.-

-Tranquila, ya.- rió entre dientes. –Créeme que si se entera de que ya cumplió la misión lo último que haría sería odiarte.-

-¿Qué quieres decir?- alzó la cabeza mirándola con las cejas arqueadas.

-Sí le explicas tus motivos y le dices que aún lo amas estoy segura de que podrá perdonarte.- sonrió tranquilizadoramente. –Y sí no lo hace, yo pateare su trasero para que entre en razón esa piña que tiene por cabeza.- murmuró amenazadora.

La mujer rubia soltó una risita y se limpió los rastros de lágrimas del rostro.

-Veo que lo aprecias mucho, eres una buena chica Karin-chan… No estoy del todo segura de sí quiero dejar la vida como la conozco.- suspiró mirando al cielo que ya comenzaba a mostrar los colores del ocaso. –Déjame pensar esto un poco más y pronto te llamaré con una respuesta.- prometió y la pelinegra fácilmente estuvo de acuerdo, asintiendo con comprensión. –Ahora… había algo que yo quería preguntarte.- ante esto la de ojos oscuros la miró curiosa. -¿Estás enamorada de Hitsugaya-san?- de inmediato Karin se sonrojó hasta las orejas.

-A-algo así…- admitió a regañadientes. –Él me gusta y me propuso…- calló, sin estar del todo segura de sí debería contarle eso, pero no le desagradaba del todo la idea de tener otra mujer con la que hablar de este tema. –Me propuso ser su elegida aunque no me ama, simplemente porque hay "atracción física" entre nosotros.- se cruzó de brazos algo enfurruñada.

-Eso suena a algo que él diría.- Mijow rió entre dientes. –Él nunca pareció muy interesado en los humanos, siempre decía que todos somos unos inmaduros que no tienen idea que van a una inminente dolorosa auto-destrucción.- frunció los labios y ella palideció.

-Él nunca dijo algo tan… crudo, frente a mí.- al menos no que recordara.

-Todo lo que siempre le importó fue su misión, sus reportes.- recordó con los ojos entrecerrados. -¿Siempre está con su celular, verdad? Eso que hace con él es constantemente mandar mensajes a su base en su planeta con información sobre los humanos, sobre nosotras las mujeres, creo.-

-¿Eh?- ¿era eso lo que siempre estaba haciendo con su celular? -¿Cómo sabes eso?-

-Una vez me asomé a ver lo que escribía, en esa época no sabía lo que significaba realmente, pero ahora que lo recuerdo… la forma en la que hablaba de nosotros los seres humanos era un poco… fría, cruel y espeluznante.- se abrazó a sí misma. –Él hablaba de las personas como si fueran números en un examen de química.- se estremeció.

-Toshiro no es así.- defendió de inmediato y casi inconscientemente. –Tú no acabaste de conocerlo, por eso dices tonterías como esas.- frunció el ceño sin saber por qué estaba tan a la defensiva.

-No creo que nadie lo conozca realmente.- Karin se quedó callada ante eso. Era cierto, ella no lo conocía, él nunca le hablaba sobre su pasado o sus sentimientos. –No creo que él sea malo, siempre se preocupa mucho por sus chicos y es amable, pero yo no confiaría en él, es… demasiado frío.- suspiró cuando de repente su celular sonó. –Lo siento, ya debó volver por mi hija.- posó su mano sobre su hombro y lo apretó cariñosamente. –Suerte, linda. Pronto te llamare.- colgó su bolso sobre su hombro y se retiró sin más.

La Kurosaki permaneció sentada en la fuente por mucho tiempo más, viendo la puesta de sol, antes de dejar escapar todo el aire que había estado conteniendo y ponerse en pie para regresar a casa, saliendo del parque solo para congelarse al percibir algo que le heló los huesos.

Dos ojos rojos brillando en la profundidad de un callejón al otro lado de la carretera, una sonrisa de filosos dientes blancos ampliándose a cada segundo que pasaba.

Quiso gritar y golpearse por ser tan estúpida y evitar al quinteto. ¡Si te ponen jodidos guardias es por una puta razón, CHICA IDIOTA!, se regañó mentalmente a la par que daba la vuelta para correr en dirección contraria a ese monstruo, pero no sin antes notar como se trepaba al techo de un edificio corriendo a velocidades vertiginosas hacia ella.

Antes de siquiera darse cuenta ya lo tuvo corriendo prácticamente a su lado solo que por los techos mientras que ella tenía que esforzarse esquivando a la gente que se cruzaba en su camino. Podría intentar escabullirse entre ellos, puesto que los hollows parecían preferir evitar exponerse, pero no quería correr el riesgo de que se lastimara a inocentes por su culpa de ningún modo.

Corriendo con todas sus fuerzas, guió a la criatura a calles desiertas. Sí la iba a matar, nadie tenía por qué verlo y traumarse.

De repente, el monstruo saltó hasta colocarse delante de ella y entonces su brazo estalló en un torrente de sangre, revelando algo peor que las garras que la aterraron tanto, un grueso tentáculo color negro que de inmediato ondeó como un látigo un segundo antes de enredarlo en su tobillo y hacerla caer al suelo sin remedio.

Gritó ante el doloroso golpe, pero entonces su otro brazo estalló y el segundo tentáculo de inmediato se lanzó a perforarle el hombro, arrancándole un grito que le desgarró la garganta.

Ambos tentáculos se alzaron y se unieron formando una lanza enrevesada apuntando directo a su vientre, listos para "arrancarle el útero" como Yukio había dicho, pero el golpe sería tan brutal para su cuerpo pequeño que seguro la conduciría a una dolorosa muerte.

Los tentáculos se lanzaron directo a acabar con su vida, pero antes de que siquiera pudiera procesar lo que estaba pasando, un brazo rodeó su cintura y en un parpadeo se halló en el techo de un edificio, enfrentándose directamente con los preocupados ojos verdes del rubio en el que había pensado solo momentos atrás.

-Maldita sea.- él chasqueó la lengua, examinando la herida en su hombro. –El capitán no estará feliz con esto, estoy tan muerto.- suspiró con fastidio. –Maldito hollow, ahora por tu culpa cortaran mi cabeza, así que debo vengarme.- sonrió casi desquiciadamente mientras una serie de cuchillas surgían de debajo de sus mangas, cuchillas que lanzó directo a la cabeza del hollow con un elegante movimiento, aunque desgraciadamente este se cubrió con sus tentáculos. -¡Vas a pagar!- gritó con rencor saltando del techo probablemente para enfrascarse en una feroz batalla, pero Karin recostó su cabeza en el techo del edificio, viendo al cielo mientras sujetaba la herida de su hombro.

Demonios, dolía.

Escuchó sonidos de metales chocar y gritos inhumanos por un tiempo, pero rápidamente los sonidos cesaron y Vorarlberna volvió al techo y se la cargó al hombro sin ningún tipo de consideración por su herida.

-¿Quieres tener más cuidado, idiota?- gruñó furiosa.

-Cállate, aún puedo dejarte caer.- devolvió él mientras brincaba por los aires. –No, en realidad no puedo. Sí el capitán ya va a matarme por el rasguño que te hicieron si te pasa algo más me mantendrá vivo torturándome y destruyendo todas mis consolas frente a mis ojos botón a botón.- se estremeció.

-¿Estoy sangrando aquí y tú te preocupas por tus videojuegos? ¿Qué hacías por aquí, por cierto?- se le ocurrió preguntar con sospecha. -¿Estabas siguiéndome?-

-Sí.- admitió sin pena mientras llegaban a la azotea de su edificio, pero él siguió cargándola mientras bajaba por las escaleras. –El capitán te tiene con vigilancia todo el día, excepto a la hora de dormir, creo… Tengo la ligera sospecha de que cuando nosotros nos dormimos él te va a vigilar, eso explicaría sus ojeras y sus comportamientos zombis.- comentó casualmente, como si ella no estuviera pasando por un sufrimiento horrible.

Apenas llegaron con los demás, Hirako la tomó en brazos y arrancó la manga de su camiseta para empezar a examinar su herida, para luego tomar unos ungüentos y comenzar a tratarla. Toshiro de inmediato abordó a Yukio y comenzó a hacerle las mil y un preguntas.

Una vez estuvo bien y vendada, ya sin sentir tanto dolor, escuchó claramente los regaños del capitán a su subordinado. Él le estaba dando una conferencia sobre responsabilidades y el cómo había sido tan estúpido de distraerse de vigilarla solo por su videojuego (¡¿en serio solo por jugar con su consola no la salvó?!) y que desde ahora en adelante no llevaría más videojuegos a las misiones, también le quitó su consola favorita y la aplastó en su puño delante de sus ojos.

Probablemente a Karin no le habría parecido castigo suficiente de no ser por el modo en el que el rubio cayó de rodillas al suelo lamentándose desconsoladamente tratando de unir las piezas destrozadas, entonces casi le pareció demasiado cruel…

-¿Estás bien?- una vez terminó de regañar al alienígena menor, Hitsugaya centró su atención en ella.

-S-sí. No sé qué cosa hizo Shinji-san pero ya me siento mucho mejor.- se sonrojó al mirarlo, aun recordando su beso y su propuesta.

-Me alegro. Ahora ven conmigo, por favor.- dijo sin verse en lo absoluto alegre dándose la vuelta y retirándose de la sala.

Se levantó y lo siguió un poco nerviosa, poniéndose aún más nerviosa cuando notó que la estaba dirigiendo hacia su habitación, ¡su habitación! ¿No planeaba intentar besarla o algo más en el estado en el que se encontraba, verdad? Y, ¿por qué no le desagradaba en lo absoluto la idea?

-¿Q-qué quieres?- preguntó vacilante, sintiendo su rostro rojo por las cosas nada inocentes que se le pasaban por la cabeza al estar ellos dos solos en su habitación.

-No puedes volver a tu casa con la camiseta desgarrada y llena de sangre.- simplemente dijo él rebuscando entre su armario.

-…Oh.- así que solo era eso. No debería haberse sentido tan decepcionada como se sintió.

-Ten. Te quedara un poco grande pero tú sueles usar cosas así por lo que nadie debería levantar sospechas.- le tendió una de sus camisetas, totalmente blanca sin ninguna inscripción.

-De acuerdo.- afortunadamente tenía una camiseta así solo que no tan grande, esperaba que Yuzu no sospechara nada raro. Tomó la camiseta y él se dio la vuelta. ¿Esperaba que se cambiara con él en la habitación? –T-Toshiro…- lo llamó pensando en la forma que le diría de que se retirase.

-¿Sí?- inquirió sin voltear.

-Eh…- tal vez no debería tenerle tanta desconfianza, él no era un pervertido que trataría de espiarla. –N-nada, olvídalo.- restó importancia rápidamente sacándose la camiseta que tenía puesta con cuidado de no lastimarse peor el hombro y se puso la que él le había dado. –Ya puedes voltear.- dijo despreocupadamente chequeando su hombro lastimado. Él volteó, pero entonces abrió mucho los ojos y su rostro se volvió escarlata antes de rápidamente volver a apartar su vista lejos de ella. -¿Qué pasa?- preguntó preocupada.

-T-t-tú…- se estremeció, casi parecía estar temblando. –La… la c-camiseta te queda… demasiado grande… demasiado…- tartamudeó.

Ella alzó las cejas con confusión, antes de bajar la mirada y sonrojarse rojo cereza al darse cuenta de lo que lo había puesto así de nervioso. El cuello de la camiseta era demasiado ancho y se había bajado hasta dejar a la vista gran parte de sus pechos y el comienzo de su sujetador blanco.

Se contuvo de chillar por la pura mortificación y de inmediato subió la camiseta, dejando que una manga caiga por su hombro prefiriendo que se vea eso antes que lo otro, ya luego haría más nudos para que no le quedara tan grande y tan reveladora.

-Lamento eso.- se disculpó sintiendo sus mejillas cada vez más calientes. –B-bueno… gracias por todo. Quiero ir a casa ahora.- trató de marcharse pero él la tomó de la muñeca justo antes de que alcanzara a tomar la perilla de la puerta.

-Espera.- dijo al frenarla. -¿Has pensado en mi propuesta? ¿Ya tienes una respuesta para mí?- la miró con su típica seriedad, aunque parecía un poco más frío de lo normal. Ella solo pudo negar, pensando más en salir de allí que en lo que él decía. -¿Y cuánto tiempo más tendré que esperar?- preguntó después de suspirar.

-Yo… eh…- había estado pensando demasiado en eso, sin embargo también debería concentrarse en Ulquiorra y Renji, tenía un plan para ellos pero no podía permitirse tomar la proposición de Toshiro a la ligera. –Dame más tiempo.- primero debería intentar ayudar a los otros dos, luego se concentraría en el capitán. –Dame hasta después del baile.- mañana debían ir a pintar el gimnasio y en un par de días el baile finalmente se realizaría, entonces ella ya debería de tener todo listo y todo decidido.

-De acuerdo.- tomó su barbilla y deposito un suave beso en sus labios, que no correspondió pero tampoco se vio capaz de rechazar. –Esperare hasta entonces.- sin más la soltó y ella se retiró de su habitación bastante aturdida dirigiéndose con Renji para que la acompañara a su casa.

En este momento su cabeza estaba hecha un lío con planes, sospechas y muchas preguntas. ¿Qué eran esos reportes que Toshiro hacía de los que le habló Mijow Shiky? ¿Por qué por más que tratara nunca podía hacerlo sonreír? Y sobre todo… ¿sería capaz ella de aceptar su propuesta, dejar todo lo que conocía e irse con él a un mundo desconocido para tener un bebé al cual luego abandonar? ¿Sería capaz?

Continuara...

Holaaa! :D

HE REGRESADO! *-*

Bueno, para las que no lo sepan, porque no siguen mi pagina de facebook o bien no se pasan por ahí, he estado sin internet por... no sé... tres semanas, más o menos xD Un día simplemente desperte y no habia internet ni telefono TnT Y teniamos q esperar pacientemente a q viniera el tecnico incomunicados o3o

El tecnico vino recién hoy y arreglo todo, o eso pense porq al rato la computadora se me tildo ¬¬ La reinicie, pero cuando se volvio a prender estaba todo azul :T Se la tuve q dar a mi primo para q vea q cuerno hicieron y recien me la devolvió XP Aparentemente todo volvio a la normalidad por ahora x)

Así que... aquí el cap nwn

Más de 10.000 palabras, espero q compense la ausencia xP Ya tengo listo el cap de Honor al Amor asi q si todo sigue bien en la compu lo subire mañana n_n

Ahora sí, espero q el destino me deje actualizar este fic la proxima semana :v Estaba sin nada q hacer asi q adelante un poquito del cap 9 n3n

Lamento q en este cap tampoco haya pasado el baile de mascaras XD Sera en el proximo cap, confirmadisimo :P Es q en ese baile pasan algunas cosas importantes y necesitaba más desarrollo y preparar el terreno para esas cosas importantes nwnU

Toshiro le propuso a Karin ser su elegida! Karin está dudando de él o.o Renji ya cumplió su misión y no lo sabe xP Ichigo sigue con Orihime pero ella parece más proxima a Ulquiorra... Y Karin tiene un plan para ellos... Que pasara~ que pasara~ owo?

Espero q el cap les haya gustado, los personajes son de Tite. De verdad muchas gracias por sus comentarios, los ame con todo mi kokoro, me encanto q me hayan dejado reviews largos *.*

COMENTEN!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!