Extraterrestrial.

Capítulo nueve: Baile de máscaras y gala.

Era sábado por la tarde y muchos de los estudiantes de la clase de Inoue-sensei se encontraban reunidos en el gimnasio, de pie o en escaleras frente a las paredes pintándola de un elegante tono color azul grisáceo. Otros estaban llevando a cabo la cuidadosa tarea de colgar un candelabro. Y otros acomodaban las alfombras.

Karin se encontraba entre los que pintaban las paredes, con Renji a su lado. Toshiro también estaba allí hoy, pero él ayudaba a colgar el candelabro. Ulquiorra se la pasaba pegado a su sensei, como siempre, y el resto de los cinco no tenían por qué venir puesto que ayudarían a Yuzu con la cocina luego.

La herida en su hombro seguía escociéndole levemente, así que se estaba esforzando por tomar las cosas con calma. Aun recordaba el grito de horror que soltó su hermana cuando llegó a la casa con Renji y la excusa de que estando distraída una barra de metal en una construcción le hizo esa herida horrible en el hombro pero que el supuesto padre doctor de Renji ya se había ocupado de ella. Su padre también había revisado la herida por las dudas, encontrando que efectivamente ya estaba en recuperación.

En lo posible trataba de concentrarse solo en subir y bajar la brocha con cuidado, manteniendo su vista fervientemente pegada en la pared haciendo esfuerzos por no desviarse hacia Toshiro a pocos metros lejos de ella.

Suspiró al escuchar una conversación de chicas junto a ella hablando sobre qué iban a llevar al baile. Normalmente Yuzu se encargaba de conseguirle su vestuario, pero ahora sentía la extraña necesidad de… ponerse algo que pudiera ser del agrado de Hitsugaya.

Pff… era un poco ridículo. Estaba considerando la posibilidad de darle un hijo al tipo pero sin embargo pensaba en impresionarlo como si no supiera que se gustaban, como si pudiera confesarse y tener citas como personas normales. Pero no eran personas normales, ¡él ni siquiera era humano! Era un alienígena que buscaba salvar a su especie, y ella quería ayudarlo.

Pero no estaba segura de sí sería capaz de en serio dar tanto por una causa que ni siquiera la afectaba directamente. Entregarles un hijo… podría quedarse en el planeta y criarlo, pero eso significaría abandonar a su familia para siempre, sin embargo… era de la extinción de toda una raza de la que estaba hablando. Ella les había prometido ayudarlos, y realmente se preocupaba por ellos y los apreciaba. En serio, en verdad quería ayudarlos… pero no sabía qué era lo correcto que hacer en esta situación.

Las opciones eran abandonar un hijo o abandonar a su familia, pero también decepcionar al quinteto y dejar a su suerte a toda una raza que necesitaba su ayuda sabiendo que podría haber hecho algo… o entregar toda su vida, sus sueños y lo que conocía por esta noble pero costosa causa.

¿Qué hacer con un dilema así?

No se sentía capaz de abandonar a su hijo, sinceramente, aunque sabía que sería tratado como un tesoro en aquel planeta, pero tampoco podía hacerse a la idea de dejar para siempre a su familia. Y además, ni siquiera estaba enamorada de Toshiro… ¿cierto? Aún no lo conocía del todo, es más, llevaban muy poco conociéndose, menos de dos meses, pero había una innegable atracción entre ellos suficiente para que pudiera considerar la idea de tener a su hijo por una causa tan grande, pero…

Pero, pero, pero. Habían muchos peros, tantos peros para una cosa y la otra, su cabeza se estaba sobrecargando con tantos líos.

Necesitaba hablar con alguien sobre esto, sin embargo… ¿quién? Nadie más sabía que eran alienígenas y obviamente no podía hablar con alguno del quinteto, ni siquiera tenía ganas de doblar la historia para contársela a Yuzu, estaba harta de mentirle, por lo que no tenía a nadie que…

Esperen. ¡Shiky!

La mujer también tenía que tomar una decisión, y todavía no le había dado noticias nuevas. Dudaba que la rechazara sí fuera a pedirle consejo por estos temas, así que lo intentaría hoy en cuanto terminaran de pintar el gimnasio. Era mejor que nada.

Renji, pintando a su lado, se notaba inmerso en sus pensamientos, sin hacer ningún comentario. A pesar de que parecía no estar enojado con ella por su interrogatorio, se notaba mucho más distante y pensativo desde entonces.

Las horas que tenían permitidas para trabajar allí se agotaron, pero afortunadamente habían hecho bastante y estaban seguros de que mañana podrían terminar con todo el trabajo de pintura y varias otras cosas.

Renji y Toshiro la acompañaron a su casa en un tenso silencio. Había hablado con ellos hace poco, exigiéndole al albino que quería saber cuándo ponía a alguien a vigilarla, aunque estaba bien con que la vigilaran a lo lejos, pero quería saber quién y en qué momento. Creía a Hirako perfectamente capaz de tratar de espiarla cambiándose sí algún día olvidaba cerrar sus cortinas.

Hitsugaya le había comunicado que ahora Yukio estaría vigilándola, solo que esta vez sin videojuegos con él. Esto era un alivio para ella, puesto que el rubio parecía no recordar quién era Mijow Shiky… o bien, simplemente no le importaba en lo absoluto que se estuviera reuniendo con ella.

Apenas la dejaron en su casa. Mandó un mensaje a la mujer pidiendo reunirse para hablar en privado por temas que no tenían que ver con la decisión que le había pedido tomar. Ella estuvo fácilmente de acuerdo, pero le advirtió que tendría que soportar la compañía de su adorable pero excéntrica hija.

El clima estaba un tanto sombrío, augurando una pesada lluvia tal vez en la noche, así que llevó su abrigo y su paraguas por las dudas, encaminándose al parque de la estatua para reunirse con madre e hija en la fuente.

Sabía que Yukio debía estarla observando a la distancia, pero por más que miraba entre los edificios no podía verlo por ninguna parte, así que supuso que estaba lo suficientemente lejos para no escuchar o tener ni una idea pequeña de lo que iba a hablar con Shiky.

Llegó a la fuente del parque y de inmediato detectó a Shiky bajando de su auto con su hija a lo lejos, por lo que no lo pensó dos veces y corrió hacia ellas.

-¡Oh, Karin-chan, hola!- la rubia de ojos verdes alzó un brazo amistosamente al verla.

-¡Karin-chan, HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!- su pequeña hija pelirroja de ojos verdes de inmediato corrió a engancharse a su pierna, dificultándole el terminar de acercarse a su madre. -¡Te extrañe!- dijo con ojos llorosos como sí esta no fuera tan solo su segunda reunión.

-Ehh…- una gotita resbaló por su sien. Esta niña era muy rara. –Yo también.- le palmeó la cabeza incómodamente.

Rayos, sí que era mala con los niños, no tendría idea de qué hacer sí al final accedía a tener al hijo del líder del quinteto.

-Karin-chan, ¿puedo preguntar para qué exactamente querías que nos reuniéramos aquí?- habló la mujer apoyando una mano en la puerta de su auto.

La pelinegra miró hacia abajo el rostro sonriendo maliciosamente de la pequeña hija diabólica… eh… adorable, de su amigo pelirrojo aun enganchada a su pierna, y luego hacia los edificios donde el rubio adicto a los videojuegos debía estarse vigilándola aburriéndose a la distancia.

-Pensándolo bien, ¿te molestaría hablar en un lugar más privado? ¿Tu casa queda muy lejos?- preguntó decidiéndose a que no quería arriesgarse a levantar sospechas en su vigilante.

-Ehh… supongo que está bien. Mi casa no queda muy lejos. Sube.- Kimi se desenganchó de su pierna para quedarse con el asiento delantero antes de que siquiera pensara en osar quitárselo, y finalmente pudo ser libre y abordar el vehículo.

Condujeron a través de las calles de Karakura por diez minutos antes de llegar a una pequeña casita pintoresca en medio de dos edificios viejos y con pinta de que iban a derrumbarse en cualquier momento.

Al entrar a la casita con Kimi de nuevo enganchada a su pierna, Karin no pudo evitar notar que tenían muy pocos muebles, ninguna clase de decoración que no fueran juguetes regados por el suelo y una que otra fotografía de un tipo castaño con ojos verdes que asumía era el hermano mayor de la rubia.

-¿Te gusta nuestra casa, Karin-nee-chan?- preguntó Kimi con una sonrisa entusiasta.

-Claro, es preciosa.- a pesar de tener pocos muebles, todo estaba limpio y ordenado, con un agradable aroma a manzanilla.

-Toma asiento, por favor.- Shiky le señaló una de las cuatro sillas alrededor de una pequeña mesa. –Kimi, cielo, ¿por qué no vas a ordenar tus juguetes?- la cara de la pequeña pelirroja cayó de inmediato. –Le prometiste a mamá que la ayudarías con la limpieza.- recordó con un dedo en alto, a lo que la chiquita suspiró profundamente.

-¡Bien! ¡Pero solo porque te quiero mucho!- corrió a darle un beso en la mejilla antes de correr hacia donde estaban todos sus juguetes desparramados por el suelo.

-Entonces…- Shiky la miró expectante. –Dime lo que tengas que decir.-

-Bueno, pues…- abrió la boca para hablar y, una vez abierta, ya no pudo callarse nada.

Le contó todo. Todo acerca de cómo conoció al quinteto, como se enteró de la verdad sobre ellos, como terminó colaborando con ellos, su pacto con Hitsugaya, su apuesta, su propuesta y la difícil decisión que tenía que enfrentar ahora mismo… y también lo sola que se sentía al tener que ocultarle tantas cosas a su familia.

Shiky se mantuvo en silencio. Ellas no eran amigas, apenas eran poco más que desconocidas, y la mujer no podría hacer nada para consolarla aun si realmente lo quisiera, así que solo la escuchó, dejó que desahogara sus penas con ella. Kimi en vez de guardar sus juguetes se había puesto a jugar con ellos, por lo que eso la mantenía en silencio y entretenida mientras conversaban. Al finalizar su historia, los ojos verdes de la rubia se encontraban mirándola entrecerrados, llenos de demasiada sabiduría para alguien que no debía pasar de los veinticinco años.

-Ya veo…- murmuró comprensivamente. –Eres muy noble al involucrarte tanto con una causa que no es tuya. Y veo que te has metido en un verdadero predicamento. Sin duda tu situación es muy difícil… lo único que puedo asegurarte es que una vez que te conviertas en madre, te será muy difícil el siquiera considerar separarte de tu hijo.- miró cariñosamente a su hijita jugando a pocos metros. –Pero eres tan joven… tienes apenas dieciséis años, y no tienes tanto de conocer a los chicos, mucho menos estás obligada. Sin embargo es cierto que la causa que ellos tienen es muy grande, demasiado.- se llevó la mano a la barbilla. –La decisión depende solo de ti.-

-Lo sé.- suspiró. –Pero no sé qué decidir, ni siquiera sé qué pensar.- se llevó las manos al rostro.

-Te entiendo, yo estoy pasando por algo similar ahora mismo.- rió entre dientes. –Solo que tú fuiste la que me dio las opciones.- Karin rió quedamente, un poco feliz de finalmente tener a alguien que la comprenda, alguien con quien no era necesario adornar la historia.

-Sí, lo siento… realmente lamento sí sientes que te estoy acorralando, pero en verdad me siento responsable por estos chicos.- suspiró. –Es extraño, solía pensar que sí pudiera sentir una "chispa" con alguno de ellos no dudaría en sacrificarme un poco para ayudar a su causa, pero ahora que realmente tengo la oportunidad de hacerlo con Toshiro… no me termina de convencer.-

-Hmm…- Shiky la miró con una pequeña sonrisa. –Quieres más.-

-¿Qué?- sus palabras la tomaron desprevenida.

-Quieres más.- repitió. –Quieres más que solo "ayudar a su raza completando su misión", quieres que te amé, quieres formar una familia por amor, quieres estar convencida de que lo amas.- señaló. –Esto te importa más de lo que crees, pero a la vez sabes que puedes perder más de lo que soportarías… Por eso estás tan confundida… y tan asustada.- de nuevo la miró llena de comprensión. –Sé lo que es enamorarte tan joven y plantearte la idea de ser madre tan joven, aunque en tu caso… tú todavía puedes retroceder.-

-N-no… no es eso… no es lo que piensas en absoluto.- ¿o sí lo era?, se preguntó sonrojándose. Y sí lo que sentía no era confusión… ¿sino puro miedo? ¿Y sí estaba aterrorizada de salir lastimada… o tal vez de… entregar su vida y no recibir lo mismo a cambio? Tal vez no le importaría tanto sí fuera con otro de los chicos, pero con Toshiro… ¿por qué sentía que lo quería todo con él? –O bueno… no sé… ¿Estoy… enamorada?- preguntó con miedo a la mujer mayor, esperando que pudiera compartir un poco de su experiencia.

-No lo sé.- por desgracia, Shiky parecía no tener todas las respuestas. –Conociendo a Hitsugaya-san, yo diría que no creo que una chica como tú pudiera enamorarse de alguien como él, pero la verdad es que no lo conozco.- se encogió de hombros. –Solo tú puedes responderte a una pregunta así.-

-¡¿Pero cómo?!- estrujó su cabello con frustración. -¿Cómo sé sí estoy enamorada? ¿Cómo lo supiste tú? ¿Qué puedo hacer para tener la certeza?-

-Bueno, eso es realmente muy complicado, querida…- se llevó una mano a la barbilla. –Yo solo supe que estaba enamorada de Renji cuando me di cuenta de él estaba ahí para mí cuando yo lo necesitaba… y que no quería que nadie más lo estuviera.- se encogió de hombros con una sonrisa amarga. –Pero perdí eso… y ahora no estoy tan segura de poder recuperarlo.- suspiró mirando a la distancia. –Sí realmente quieres mi consejo… Yo te recomendaría que no vayas a menos que te sientas en verdad enamorada de Hitsugaya-san. Cuando estés en su planeta… puede pasar cualquier cosa. Y yo que tú no iría sin tener la certeza de que fue por un acto de amor en vez de nobleza o empatía por su raza.- recomendó con seriedad. –Pero como ya te dije, la decisión es solo tuya.-

"La decisión es solo tuya", esas palabras retumbaron en la mente de Karin todo el camino mientras la llevaba de vuelta a su casa. También le había contado de los hollows acechándola y la rubia insistió en no dejarla exponerse caminando por las calles, aunque tuvieron que llevar a su hija con ellas y no ayudaba a que tuviera paz para lidiar con sus pensamientos, ciertamente.

Se despidió de ambas y cruzó la cerca para entrar a su casa, pero entonces oyó un ruido sordo tras ella y se dio la vuelta para encontrarse a Yukio saltando de un árbol cercano al suelo. Suspiró y volvió sobre sus pasos para acercarse a él.

-¿Qué quieres, Yukio?- le frunció el ceño para ocultar su nerviosismo.

-Esa mujer es Mijow Shiky, ¿o no?- la miró con ojos entrecerrados y ella por un momento se quedó de piedra, antes de apuntar directo a la nariz del rubio.

-¡Ni se te ocurra decirle esto a ninguno de los otros!- exclamó con fiereza. –No estoy planeando nada raro, esto es por su bien, te lo aseguró.- advirtió con un puño apretado, temiendo que arruinara sus planes tan cuidadosamente planeados.

-Tranquila, no soy ningún chismoso.- apartó su mano con hastío. –Solo quiero saber tus intenciones. Esa chica nos trató de locos, ¿no te estará llenando la cabeza de ideas raras, verdad?- preguntó sospechoso aunque sin verse preocupado en lo absoluto.

-No, todo lo contrario.- bueno, sí le estaba dando algunas ideas raras sobre Toshiro, pero por lo demás era ella la que trataba de convencerla de volver con Renji. –Mira, es una historia larga, tienes que confiar en mí. Pero sí realmente quieres saber todos los detalles entonces hablaremos en la escuela mañana, ¿trato?- lo miró con las cejas alzadas.

Yukio se llevó una mano enguantada a la barbilla, pareciendo meditarlo por unos segundos, antes de finalmente darse la vuelta y alejarse hasta al árbol por el que había bajado para enfrentarse a ella.

-Ñeh, olvídalo. Confiare en ti.- sin más se fue dejándola con la palabra en la boca y una gotita resbalando por su nuca.

Al día siguiente volvió a ir a ayudar para terminar con los detalles en el gimnasio, aun con las palabras de Shiky rondando en su mente mientras veía a Toshiro ayudar a colocar las alfombras y decoraciones elegantes.

¿Realmente descubrir sí en serio estaba enamorada de Hitsugaya la ayudaría a tomar su decisión? Bueno, era muy probable que sí, pero dejaba de lado otras cuestiones como su familia y lo que él podría sentir por ella.

Se mantuvo pensando en eso toda la tarde hasta que las horas acabaron, entonces volvió a su casa acompañada por Renji, solo para de inmediato ser arrastrada por Yuzu a las tiendas puesto que debían comprar todo lo necesario para el baile escolar que sería el próximo sábado.

Su padre le había dado su propia tarjeta de crédito y Yuzu no tendría consideración alguna con su dinero. Fueron a todo tipo de tiendas caras en busca de vestidos de gala. Se probaron quinientos en cada tienda y aun así ninguno parecía ser suficiente para la gemela mayor.

Finalmente Yuzu encontró uno rosa pastel sin tiras con escote en forma de corazón y un gran listón plateado atado alrededor de la cintura con la falda fluyendo suelta hacia el suelo, tela suave y una abertura pequeña en la pierna derecha. Se lo probó y de inmediato la pelinegra aseguró que el vestido estaba totalmente hecho para ella.

Después de otras diez tiendas más, finalmente encontraron un vestido para la pelinegra que terminó de convencer a la de ojos mieles. Por más que hubiera querido un vestido lo más sencillo posible, Yuzu nunca la dejaría aparecerse en la fiesta con algo así, por supuesto que no, ella no aceptó menos que un flamante vestido rojo con escote recto sin mangas, solo con un conjunto de rosas de tela escalando por su hombro derecho hasta su espalda y falda ancha con volados adornada con otra rosa en su cintura.

Una vez ambas con sus vestidos, su tormento continuó esta vez para conseguir los zapatos adecuados. Yuzu consiguió unos rosados con cinco centímetros de tacón con un moño en el talón, y para Karin consiguió, después de mucho insistir, unos sin tacones pero tan rojos como su vestido y con un adorno de rosa coronando el escote.

Luego de los vestidos y encontrar unos zapatos que combinaran según la rubia, llegó el momento de elegir sus máscaras para el evento. La mayor se consiguió una máscara rosa y plateada con grabados y brillos del mismo color y una pequeña mariposa rosada sobre el orificio del ojo derecho y para la menor consiguió una máscara color negro con grabados color rojo y tres rosas rojas de tela en el extremo izquierdo de la máscara.

Yuzu quiso seguir comprando bolsos, joyería y accesorios, pero Karin finalmente se hartó y la arrastró de vuelta a su casa puesto que ya era de noche y no quería arriesgarse a ser ambas comida para hollows.

Afortunadamente quedaron satisfechas por sus compras, la rubia por haber conseguido comprar bellos y sobresalientes atuendos y la pelinegra por conseguir algo que tal vez pudiera ser del agrado del chico que le gustaba.

Al día siguiente empezó el caos en la escuela… o más bien, empezaron las invitaciones para el baile. Los chicos tenían que invitar a las chicas aunque no fuera obligatorio llevar pareja, pero era como una obligación moral, más para las personas que acostumbraban a tener muchas citas.

Karin por un momento se preguntó si podría ir con Toshiro… solo para luego recordar que se suponía que Renji era su novio. Maldita sea… realmente lamentaba haber elegido tan mal el día que le dieron la opción.

En el lado de las buenas noticias, al menos ya tenía un plan para ayudar a Ulquiorra y Orihime a estar juntos. Tal vez su hermano se enfadaría mucho con ella después de esto… pero era por una buena causa.

-¿Qué quieres que yo haga qué?- preguntó Ulquiorra con su tono tan carente de emociones como siempre.

-Quiero que invites a Inoue-sensei al baile.- sonrió sentada en la azotea a la hora del almuerzo con el quinteto a solo dos días del evento por el aniversario de la escuela. –Los profesores también deben ir vestidos de gala, y dudo que les prohibieran bailar, también pueden llevar a sus parejas…- recordó de lo que había espiado ayer en la reunión de profesores. –Pero mi hermano no ira, así que quiero que invites a Inoue-sensei. Y en el baile, debes decirle lo que sientes.- sonrió y Hirako y Renji comenzaron a palmear la espalda del pelinegro en felicitación por estar tan cerca de ser "el tercero" en cumplir su misión.

-¿Segura qué ya es tiempo?- parecía estar inseguro, aunque por su mirada de completa indiferencia, realmente no estaba muy segura.

-Totalmente segura, tengo un buen presentimiento sobre este baile.- se cruzó de brazos con una sonrisa confiada. Ellos ni siquiera se imaginaban las sorpresas que tenía reservadas para ese evento. –Por cierto, Shinji-san…- lo miró con una sonrisa malvada y él de inmediato comenzó a sudar frío. –Quiero que mañana invites a Hiyori-chan al baile frente a todas las chicas.-

-¡Estás loca sí crees que lo haré! ¡No quiero morir tan joven!-

-Tienes cincuenta años.- lo miró mal. –Y no tienes otra opción.- cuando el dientón siguió tratando de negarse, Karin se volteó hacia el líder del quinteto. –Toshiro.- solo tuvo que decir y él de inmediato apartó la mirada de su celular y le dedicó la más helada de sus miradas al mayor del grupo.

-Obedece, Hirako.- dijo destilando frialdad antes de volver a lo suyo.

Los hombros del mayor se hundieron a la par que hacía muecas de perrito regañado, antes de finalmente suspirar.

-Bien, invitare a Hiyori. Pero quiero que mi funeral sea en el centro de la ciudad, y con muchas chicas lindas.- lloriqueó dramáticamente. –Díganle a Urahara que siempre lo he odiado.- se llevó una mano a la frente como toda una reina del drama.

-¿Quién demonios es Urahara?- empezó a preguntar, pero en ese momento la campana que indicaba el fin del receso sonó.

Los chicos de inmediato se pusieron en pie y comenzaron a retirarse, ella suspiró siguiéndolos.

A la hora de la salida, en vez de esperar a Yuzu con Renji, se acercó a dónde ella charlaba con sus amigas.

-Hola, Karin-chan.- la saludaron con entusiasmo ellas al notarla.

-Hola.- sonrió inocentemente.

-¿Iras al baile con tu novio, verdad, Karin-chan?- preguntó una chica demasiado entrometida.

-Así es.- su sonrisa se ensanchó solo un poco. –Hablando del baile… A qué no adivinan lo que me dijeron los chicos en la azotea.- se hizo la misteriosa, de inmediato ganando toda la atención de las chicas, que la rodearon como si vestido en oferta fuera. –Escuche que Shinji-san planea invitar a Hiyori-chan al baile.- soltó de una.

-¿Qué?- la pequeña rubia de inmediato hizo una mueca de asco.

-¡No!- exclamaron las demás chicas, excepto Lisa.

-Sí.- sonrió diabólicamente. –Escuche que Shinji-san está muy emocionado por ir al baile con Hiyori-chan, pero tiene demasiado miedo de que ella lo rechace.- se llevó las manos al pecho fingiendo compasión por la situación del mujeriego.

-¡No lo rechazara!- de inmediato todas las chicas, incluida Yuzu y Lisa, tomaron a Hiyori de los brazos y las piernas y la llevaron a rastras fuera de la escuela hacia el parque cercano.

Karin rió malvadamente por lo bajo. Las chicas harían el trabajo sucio por ella en este caso. Viendo a cierta cabeza pelirroja familiar cerca de ella y cierta cabellera rubia a lo lejos, se acercó a la persona de cabellos rojos.

-¡Oye, Jinta!- se acercó al fornido y alto jugador de beisbol.

-Karin.- él hizo una mueca al verla. -¿Qué pasa? ¿Vienes a burlarte porque mi equipo favorito perdió contra el tuyo otra vez? Porque sí es por eso….-

-Espera, ¿volvieron a perder? ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!- lo señaló burlonamente mientras se carcajeaba con burlona maldad. –Cielo santo, eres tan patético.- negó con la cabeza. –Pero al menos eres humano…- esto último lo susurró por lo bajo. –Escucha perdedor, Yuzu quiere que la invites al baile, así que más vale que te apresures en eso o Yukio terminara por quitártela.- miró de reojo al vicioso perdidamente sumergido en su videojuego. –O tal vez no…-

-Pues no me importa.- se cruzó de brazos con una mueca de rabia e impotencia. –Tú misma lo dijiste, soy solo un perdedor… ¿cómo quieres que compita con los chicos cool? Sí ella quiere estar con alguno de esos niños bonitos deberías dejarla.- suspiró comenzando a retirarse cabizbajo, pero Karin lo tomó del cuello de la camiseta de su uniforme, tirando su rostro a pocos centímetros del suyo.

-Escucha, tú, pequeña escoria…- entrecerró los ojos al verlo sudar frío. –Nadie merece a mi hermana, ella es demasiado buena para este mundo, pero quiero que se quede en este mundo, de todas formas, y por alguna razón ella te quiere desde los once años, así que iras allá, dejaras de ser un maldito bastardo orgulloso, y la invitaras al baile.- pateó su trasero en dirección a su hermana. –Hmm, rayos, sería más fácil sí pudiera hacer eso con el resto de los chicos…- rió un poco al imaginarse pateando el trasero de Ulquiorra para mandarlo a besar Inoue-sensei de una buena vez.

-¿Quién era ese?- casi chilla al escuchar de repente la voz de Hitsugaya detrás de sí.

-¡Ah, Toshiro!- volteó para mirarlo con el ceño fruncido, llevándose una mano al pecho, preguntándose si su repentino latido desenfrenado era por el susto o por algo más. –E-ese era Hanakari Jinta, lo conozco desde primaria, es un imbécil que no tienes las pelotas suficientes para pedirle a mi hermana ser su novia.- bufó.

-¿Pelotas de futbol?- él parpadeó sus ojos turquesas con confusión.

Karin se le quedó mirando en silencio por un momento, entonces…

-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!- sus carcajadas resonaron por todo el pasillo de salida, atrayendo la atención de varios estudiantes, pero estaba tan ocupada llorando de la risa que ni siquiera le importo. –Cielos, Toshiro…- soltó una última risita. –A veces olvido que no eres de este mundo y aun no entiendes muchas de nuestras expresiones.- enterró una mano en su suave cabello blanco revolviéndolo cariñosamente.

Él frunció el ceño y tomó su muñeca apartándola de su cabeza, pero luego pasó algo que por un momento creyó que nunca pasaría, que por un momento pensó que jamás tendría el honor de ver, menos de provocar.

Toshiro sonrió. Fue solo una pequeña contracción de la comisura izquierda de su boca que duró apenas una pequeña fracción de segundo, pero ella lo vio, ella vio sus hermosos ojos brillar, su rostro iluminarse, su gesto suavizarse, todo mientras la miraba.

-Me alegró ser capaz de hacerte reír más que otros chicos.- empezó a soltar su muñeca con más lentitud de la necesaria. –Te veo mañana.- sin más se retiró hacia su grupito y de inmediato mandó a Renji para que la acompañara a casa.

-¿Vamos?- preguntó su amigo tatuado.

Karin tardó un momento en contestarle. Sus piernas no se sentían tan fuertes como estaba acostumbrada a sentirlas, su rostro se sentía más caliente de lo que pensó que podría sentirse, casi pensaría que tiene fiebre, pero su corazón retumbando en sus oídos con furia caprichosa le estaba diciendo a gritos la verdad.

Así que… ¿esto era el amor?

-Vamos.- se forzó a sí misma a recuperarse de su momento de debilidad.

Era consciente de que todo el mundo la estaba mirando con ojos críticos. Todo el mundo había presenciado eso. Todo el mundo había visto como se sonrojaba como colegiala con Toshiro con su supuesto novio a solo unos metros. Aunque esperaba que nadie más hubiera visto la breve sonrisa que le regaló.

Volvió a su casa aun con el rostro rojo, pero tuvo que mojarse el rostro con agua fría, tomar una profunda respiración y volver al trabajo. El baile estaba cerca y tenía mucho que hacer.

Yuzu volvió a casa saltando felizmente, y de inmediato le dio un enorme abrazo y se fue canturreando hacia su habitación algo sobre cómo Jinta la había invitado al baile y que aparte habían convencido a Hiyori de aceptar a Hirako y recibir un cambio de imagen.

Karin suspiró aliviada. Unos problemas menos, Yuzu lejos de Yukio y Hiyori un paso más cerca de Hirako. Ahora su problema más grande era su hermano.

Como aún no era tan tarde lo llamó y pidió verlo. Él se mostró un poco reticente, pero finalmente le dijo que estaba en el hospital con sus niñas y que podía ir sí quería. Perfecto. Tomó un taxi y fue allí. Según Renji le dijo, Hirako debía ser el que la vigilaba en caso de hollows en este horario.

-Karin, hola.- su hermano la saludó tensamente en cuanto entró en la habitación, las dos niñas pequeñas dormidas en su regazo. –Supongo que no viniste a tener una agradable charla entre hermanos.- murmuró sarcástico.

-Lo siento, Ichi-nii.- suspiró. –Te entiendo, de verdad que lo hago, pero…- miró a las niñitas. –No siento que esto sea lo correcto, y sé que tú tampoco.-

-¿Qué piensas hacer, Karin?- la miró con ojos entrecerrados.

-Va a haber un baile escolar este sábado.- comenzó a decir con cautela. –Orihime-chan probablemente te pida que la acompañes. No lo hagas.- pidió con los brazos cruzados y sus ojos mostrando confianza que realmente no sentía.

-¿O qué? ¿Me estás amenazando?- hizo una mueca descontenta. -¿Tengo que recordarte que soy tu hermano mayor, jovencita?-

-Créeme que no.- rodó los ojos. –Solo te estoy pidiendo un favor como tu hermanita.- trató de pestañear inocentemente, pero ese era más el fuerte de Yuzu que el suyo, así que no le funcionó muy bien que digamos. –Vamos, Ichi-nii, nunca te gustaron las fiestas en primer lugar.- se cruzó de brazos un poco infantilmente.

Él se la quedó mirando con desconfiados ojos mieles, hasta finalmente suspirar con pesadez.

-Bien, lo pensaré.- le sonrió quedamente.

-Gracias, Ichi-nii.- se acercó a él para besar su mejilla y acariciar suavemente las cabecitas de las niñas. –Te veré luego, entonces.-

-Adiós, Karin.- la despidió.

Empezó a volver a casa a pie un poco agotada. Había olvidado pedirle dinero a su hermano para volver en taxi y no quiso volver a molestarlo cuando ya le había pedido demasiado, por lo que solo decidió caminar.

Su teléfono sonó a medio camino. Se sorprendió al ver que era un mensaje de Shiky y de inmediato sonrió al ver lo que había escrito, de inmediato tecleando para una rápida respuesta. Todo parecía estar saliendo según el plan.

Llegó a su casa con ánimos renovados, aunque de inmediato se le esfumaron al pensar en que todavía tenía que pensar en una respuesta para Toshiro en el baile.

De acuerdo, ya sabía que lo amaba. Solo por una pequeña sonrisita casi termina a sus pies, estaba patética y totalmente enamorada de un chico que conocía hace solo dos meses. Sí su yo del pasado la viera ahora la abofetearía… pero también la odiaría sí no ayudaba a estos chicos aun sabiendo que pudo haber hecho algo.

Casi no durmió en la noche, pensando y repensando. Pero finalmente un poco de paz llegó a su corazón al recordar su sonrisa, paz que la meció hasta permitirle caer en un profundo sueño.

Él le había sonreído… él tenía sentimientos… podía amarla… podría amarla algún día.

Al día siguiente, al llegar la hora de Inoue-sensei, de inmediato notó que había algo raro. Ella no estaba tan emocionada como debería haberlo estado teniendo en cuenta que el baile era mañana. Apenas parecía tener fuerza para sonreír un poco, y Karin no pudo evitar preguntarse sí era porque su hermano le hizo caso y no accedió a ir al baile con ella, pero de ser así entonces sí que se lo tomó peor de lo que pensó que se lo tomaría.

Al llegar la hora del receso para el almuerzo, Ulquiorra se acercó a su sensei mientras todos empezaban a retirarse del salón, pero antes de que los del quinteto se fueran por completo ella jaló de la muñeca al líder y le hizo señas a los demás para que se fueran sin ellos, por lo que se encogieron de hombros y siguieron su camino.

Sin decir ni una palabra, pegó su oreja a la puerta y le indicó hacer lo mismo. Entonces escucharon.

-…Lo siento, pero le prometí a mi novio que mañana iría con él al hospital. Debemos hablar con la trabajadora social… tenemos planes muy importantes.- la oyó suspirar y de inmediato sus ojos oscuros intercambiaron una mirada con los turquesas.

¿Le dijo al maldito de su hermano que no fuera al baile con ella y en cambio finalmente decide enredar a su profesora en una familia cuando no la amaba? Ese bastardo aprovechado…

-Ya veo.- el aspirante a emo soltó un breve suspiro. –En ese caso, discúlpame por haberte quitado el tiempo.-

-¡Oh, no, no! Para nada.- exclamó exaltada ella. -¿N-no estás molesto, verdad?- preguntó temerosa.

-En absoluto. Estoy preocupado por ti.- admitió sorpresivamente.

-¿Eh? ¿En serio? ¿Por qué?-

-…No creo que Kurosaki Ichigo sea alguien que te merezca…- abrió mucho los ojos ante lo que escuchaba. ¿Acaso Ulquiorra había decidido declararse en este preciso momento? –Siento que das mucho para hacerlo feliz… pero no puedo decir que él dé mucho por ti.- observó lógicamente. –Y no logró comprender por qué.-

-¿No logras comprender por qué, qué?- la voz de la mujer era muy baja y cautelosa.

-No comprendo porqué él no se da cuenta de lo afortunado que es de tenerte a su lado… y tampoco comprendo por qué me molesta tanto. Creí que estaría feliz por ti, pero no quiero que estés con él.-

-¿Qué?...- su sensei sin duda debía estar sin palabras.

-Sé algo que debería de haberte dicho desde hace mucho tiempo… Kurosaki Ichigo solo está contigo para adoptar a aquellas jovencitas. Él te está utilizando… pero no es mejor que yo. Yo te he estado mintiendo.- confesó sin ningún tipo de tacto.

-Yo… ya sabía que Ichigo-kun solo estaba conmigo para adoptar a las niñas.- confesó sorprendiendo mucho a Karin. Ella era mucho más inteligente de lo que le había dado el crédito. –Pero estoy dispuesta a ayudarlo… No importa que yo ya no lo ame.- ¿Qué? –Ulquiorra-kun… ¿en qué me has estado mintiendo? Sí es por lo de que eres mayor de dieciocho años, eso ya lo sé.-

-No es eso.- el pelinegro volvió a suspirar. –Yo tengo mucho más que dieciocho años… pero eso no es lo peor.- oh, cielos… ¿iba a contarle en serio?

-¿Y qué es lo peor?- ¿de verdad iba a decirlo?

-No soy humano.- y… lo dijo.

Compartió una mirada incrédula con su compañero espía en los próximos cinco minutos mientras el miembro más inexpresivo del quinteto seguía contándole todo sobre su origen, su guerra, su especie alienígena y su misión sin ningún tipo de tapujo.

-Entonces eres… ¿un alienígena?- su sensei debía estar sumamente abrumada. -¡Eso es genial!- o no. Casi se van de espaldas ante la rápida aceptación de la mujer. -¡Pero que terrible lo de tu especie! Sí necesitan mi ayuda ayudare en todo lo que me pidan.- esta vez sí se fueron de espalda a su aún más rápida aceptación a ser su elegida.

-Sí quieres ayudarme en serio, tendrías que estar enamorada de mí.-

-Eso es fácil, lo estoy.- confesó como si nada.

-Tendrías que dejar a tu novio, tu trabajo, tu hogar, tu vida en este planeta y venir conmigo a uno nuevo, con una nueva casa, en medio de una guerra inter-planetaria, ser mi esposa y convertirte en madre.- Karin se espantó un poco ante el peso de todo lo que dijo, agregándolo a las cosas que tenía que considerar para tomar su decisión.

-Ohh…- su sensei sonó mucho menos alegre. –Bueno… será una lástima dejar a Ichigo-kun, supongo que tendrá que encontrar otra chica para ser la mamá de sus niñas.- una gota bajo por las sienes de ambos espías ante el retorno de su anterior alegría y como tan fácilmente desechó a su hermano. ¿Tantos planes que hicieron y al final solo bastaba con decirle la verdad y hablarle sobre su misión para que lo aceptara? Maldita sea que le hubiera gustado saberlo antes. –Y tendré que despedirme de muchas personas, y encontrar un reemplazo para mis alumnos… Pero estoy enamorada de Ulquiorra-kun y quiero ayudar.- dijo como hablándose a sí misma. –Tome mi decisión, quiero ir contigo a dónde vayas.-

Karin se quedó con los ojos abiertos como platos al escuchar la determinación de su profesora. Orihime-chan era muy inteligente y noble, y mucho más valiente que ella por de tan buenas a primera aceptar el amor y la solidaridad por encima de las otras cosas. Y aquí estaba ella, llena de dudas y ahogada en miedo.

No oyeron más el sonido de voces en la habitación, algún tipo de ruidos sordos, pero ellos parecían haber terminado hablar.

-Es mejor que les demos privacidad.- susurró a Toshiro, que asintió y así ambos se retiraron caminando hasta la escalera que daba a la azotea, pero sin subir. No debía quedar mucho tiempo para comer sus almuerzos de todas formas. –Así que… Ulquiorra completó su misión, ¿eh?- susurró casi sin poder creerlo.

-Eso parece… y te lo debo a ti.- la miró agradecido. –Sé que ya has hecho bastante por nosotros, pero espero tu respuesta mañana. Sí es un no sabré comprenderlo. No te sientas presionada, por favor.- su gesto volvió a ser serio.

-Descuida, descuida, lo sé.- rodó los ojos. –Siempre eres tan atento conmigo.- suspiró. –Aún lo estoy pensando, puedes dejar de tratar de impresionarme.- lo miró burlonamente.

-Nunca lo he intentado.- cruzó los dos pasos que los separaban y tomó su barbilla. –Estoy seguro de que nunca podría impresionarte más de lo que tú me impresionas.- dijo para luego unir sus labios en un pequeño beso que no pudo prolongarse demasiado debido a que en ese momento sonó la campana que indicaba el fin del receso.

Ambos suspiraron con frustración mientras se separaban, y en ese momento los tres chicos del quinteto que habían estado en la azotea bajaron y los miraron con extrañeza, pero la chica se apresuró en acercarse al rubio de dientes grandes y preguntarle por su plan de invitar a Hiyori al baile.

-Ella aceptó.- informó con tono de que realmente no creía lo que decía. –Aunque creo que fue porque las otras chicas la estaban apuntando con tijeras desde atrás, pero aceptó.- se encogió de hombros. -¿Feliz?-

-Mucho.- sonrió. –Como sea, ¿tú me acompañaras a casa hoy, verdad? Tienes que ayudar a Yuzu a terminar de cocinar para mañana.-

-Es cierto, sí.- asintió mientras volvían a su salón. –Empezamos a tener todo listo desde ayer, deberíamos estar bien con el tiempo.-

Al llegar al salón, Ulquiorra y Orihime habían desaparecido, y una profesora les informó que tenían la hora libre hasta que llegara el próximo profesor.

Las horas pasaron rápido hasta que llegó el momento de irse a casa acompañada de su gemela y Shinji.

Apenas llegaron a casa ellos se pusieron manos a la obra y la mandaron a su habitación para que no estorbara. Su padre también estaba relegado a la clínica y en la noche comerían pizza invitada por el mayor para no malgastar tiempo. Tenían mucho que hacer.

Ella, por otro lado, tenía mucho en qué pensar.

Estuvo mandándose algunos mensajes de texto con Mijow Shiky para pulir detalles de lo que habían decidido hacer. Luego trató de hacer tarea para la próxima semana, pero su mente volvía una y otra vez al recuerdo de Toshiro y sus besos.

Estaba a punto de dormirse cuando sonó su celular. Era su hermano.

-¿Sí, Ichi-nii?- contestó tratando de ocultar su ansiedad.

-Inoue me dejó.- wow, ¿en serio lo hizo tan rápido? –Karin… esto no es tu culpa, ¿verdad? Porque acabas de quitarme a mis niñas, acabas de quitarles a ellas el tener un padre y una madre.- empezó a reclamar.

-¡Tú ibas a quitarle la vida!- refutó. –Y fue su propia decisión, yo no tuve nada que ver. Tú sabes que lo que querías hacer con ella estaba mal. Deja de desquitarte conmigo.- le frunció el ceño al celular como si él pudiera verla. –Lo lamento por ti y esas niñas, Ichi-nii, pero créelo o no, también tengo mis motivos.- sin más le cortó.

Se echó sobre su cama gimiendo pesadamente. Demonios, no quería pelear con su hermano, pero no podía explicarle los motivos de por qué hacía lo que hacía.

Esa noche de nuevo no pudo dormir tan bien como se debería. Mañana tendría que tomar su decisión… mañana podía ser el fin o el principio de toda esta loca aventura y montañas rusas emocionales en la que se había convertido su vida, podía empeorar y mejorar, pero no sabía que prefería.

Lo que sentía por Toshiro era amor, eso ya era innegable. Lo conocía hace dos meses, era su amiga hace menos que eso, y probablemente lo amaba desde hace solo unos cuantos días, pero lo amaba. Sin embargo… ¿dejar a su familia, su mundo y su vida por él? Por él y por la causa.

Estaba la opción de solo quedarse allí por un año o hasta que naciera el bebé, pero tendría que dejar a su hijo, y eso era demasiado horrible de pensar. Era verdad que solo tenía dieciséis y solo quería ayudar a la causa, sin embargo igual dudaba poder dejar a su propio bebé.

Así que las opciones entonces se reducían en… quedarse en la tierra y dejar que los reubiquen para así Toshiro pueda conocer a otras mujeres… o irse con él a su planeta, vivir su vida allí y nunca volver a ver a su familia. Era mucho pedir, incluso sí lo amaba mucho, pero tampoco quería no ayudarlos.

Hmm, su vida era un completo desastre. .

El día del baile comenzó para ella como un montón de deliciosos aromas a comida exquisita viniendo desde abajo junto con mucho escándalo. Los chicos del quinteto habían venido a ayudar a Shinji y Yuzu a llevar las cosas al gimnasio en su auto, aunque también vino su hermano mayor y Jinta, y aparentemente habían peleas entre el de cabellos anaranjados con los dos pelirrojos y del pelirrojo menor contra el rubio de ojos verdes por coquetear con su cita para el baile. Karin tuvo que salir de la cama, alistarse y bajar para golpear unas cuantas mandíbulas y así callar el gran alboroto.

El baile empezaba a las seis de la tarde y muchos tenían que ir al gimnasio para tenerlo listo, entre esos muchos su hermana y el quinteto. Afortunadamente la Kurosaki menor tenía unas buenas cuantas horas para relajarse antes de que la mayor volviera a empezar su tortura… ehh… su preparación para el baile.

Aprovechó las horas para terminar de pulir ciertos detalles, pero por desgracia su hermana tuvo que volver y tirarla a su habitación para torturarla arrancando-peinando su cabello hasta dejarlo en un doloroso pero "bonito" bollo con los dos mechones cortos sueltos habituales pero agregando otros dos más sueltos solo que más largos y ondulados. Después de esa tortura vino su tradicional juego de "corre que te pinto", que consistía en básicamente la pelinegra huyendo de la rubia y sus intentos por maquillarla hasta que finalmente se rindió. Luego se vistió y calzó mientras veía a su hermana prepararse a sí misma tarareando alegremente.

Llegó la hora y Jinta y Renji vinieron por ellas en una limusina que probablemente el primero rentó y el segundo pagó.

El pelirrojo menor se desvivió en halagos para una muy ruborizada rubia, mientras que el mayor solo le dedicó un "te ves bien" junto con una palmadita en la espalda y ni una sola segunda mirada.

Ambos estaban vestidos con traje y corbata, Jinta azul y Renji marrón, traían en sus manos el primero una máscara de cara completa que parecía de demonio y el segundo solo una especie de anteojos de sol muy grandes.

Cuando entraron al gimnasio, la fiesta ya estaba en su pleno apogeo, con la gente gritando y bailando al ritmo de la música rápida y moderna. Iban a empezar a animar las cosas con la música más animada antes de empezar a tocar piezas de vals más en la noche.

Se pusieron las máscaras y todo el mundo se detuvo un segundo en su lugar al ver a las dos parejas ingresar. No debía ser muy difícil adivinar quienes eran, todos sabían que las gemelas Kurosaki siempre estaban juntas. Aunque… sí aceptaba la propuesta de Toshiro hoy eso podría cambiar.

La morena y su novio falso fueron a sentarse a las mesas mientras que la otra pareja iba de lleno a la pista a bailar. Había bastante gente, así que se preguntó distraídamente sí los otros chicos del quinteto ya habrían llegado.

Siguió buscando por el lugar hasta que finalmente vio a Yukio jugando videojuegos a la distancia, una máscara muy similar al fantasma de la opera cubriendo la mitad de su rostro. Hirako debía venir con Hiyori, así que… ¿dónde podría estar Toshiro?

La música sonaba fuerte en sus oídos, el sol se estaba poniendo en el horizonte y las luces en el gimnasio eran tenues producidas por los candelabros que a su vez dejaban algunos reflejos bellos danzando en las paredes con sus diferentes fuentes de luminosidad.

Renji estaba balbuceando algo a lo que no prestaba atención a su lado, y ella estuvo a punto de preguntarle sí había visto a su capitán, pero entonces las puertas del lugar se abrieron y Shinji y Hiyori hicieron acto de presencia.

Todo el mundo se congeló por completo al ver a la pareja improbable sujeta del brazo en la puerta con rostro de que odiaban cada segundo de eso pero sin embargo con los brazos unidos. Pero lo más impresionante es que Shinji realmente había peinado su cabello hacia atrás dándole un aire más sofisticado, y vestía un traje negro con delgadas rayas blancas a juego con su corbata, su máscara estaba a un lado de su cabeza, era blanca y parecía ser una especie de cráneo huesudo con dientes filosos.

Pero Hiyori era lo más impresionante, sin duda. Estaba vestida con un lindo vestido azul cielo corto hasta las rodillas, su cabello estaba suelto y alisado llegándole hasta por debajo de los hombros, tenía unos zapatos del mismo color que el vestido con un pequeño tacón y medias negras altas hasta pasar el borde del vestido. Incluso a lo lejos pudo notar que estaba levemente maquillada. Lo único que delataba que fuera Hiyori era su elección de máscara, una especie de cráneo de unicornio con grandes dientes filosos.

Karin sonrió con suficiencia al verlos dirigirse a la mesa de bebida y tomar un par de vasos, sentándose juntos en absoluto silencio, pero juntos. Eso tal vez podría funcionar, pese a la poca fe que la misma pareja le ponía a su relación.

-¿Quieres bailar?- la pregunta de Renji la sacó de sus cavilaciones.

-Umm…- miró por la pequeña ventana del gimnasio. Ya había anochecido, su plan estaba listo para entrar en acción. –De acuerdo.- accedió por el bien de su plan.

Llegaron a la pista con otras parejas justo en el momento en que decidieron poner una canción romántica a sonar.

Gimió con fastidió y rodó los ojos, pero tomó los hombros de Renji y dejó que la condujera suavemente por la pista en una danza tranquila pero francamente aburrida.

Sus ojos por detrás de la máscara examinaron el lugar. ¿Dónde podría estar Toshiro?

Luego de un minuto o dos de aburrida danza, sus ojos finalmente captaron un mechón de cabello blanco y su corazón se disparó en su pecho, de repente sintiendo una gran necesidad de soltar a Renji y correr con él.

Toshiro estaba en la pista de baile, con un traje negro y una corbata azul, una máscara azul y negra que le recordaba demasiado a un dragón cubriendo gran parte de su rostro. Estaba bailando con una mujer de vestido verde largo y liso abrazado a su figura delgada y una elegante trenza adornando su hombro, una máscara que daba un aire de hojas de árboles tapando su rostro. Karin probablemente habría ardido en celos de no reconocerla inmediatamente como Mijow Shiky al ver que con sus tacones puestos le sacaba media cabeza al albino.

Ella estaba aquí, ahora el plan debía comenzar.

Otra canción lenta comenzó y Renji quiso retirarse, pero Karin le insistió bailar otra pieza, arrastrándolo discretamente a donde los otros dos bailaban a la par que sostenían lo que parecía ser una tensa conversación. Giró a su alrededor consiguiendo llamar su atención y entonces antes de siquiera pensarlo dos veces se metió en medio de ellos, intercambiando chico con Shiky antes de que ninguno se diera cuenta qué estaba pasando.

Ignoró el aturdimiento de Toshiro mientras veía satisfecha a la parejita congelada en los brazos del otro, pero no alejándose. Una vez empezaron a bailar vacilantes, solo entonces volvió su atención a su propia pareja de baile.

-Eso fue bastante impresionante.- felicitó él apenas sus ojos se encontraron. –Mijow me contó sobre su hija… Abarai ya completó parte de su misión al tenerla, y ahora gracias a ti puede terminarla por completo sí es que se arregla con ella y la llevan a nuestro planeta.- rodeó su cintura con un brazo y tomó su mano en la suya, empezando a moverse con lentitud casi exagerada por la pista. –Eres tan maravillosa.-

-Me alegra que lo admitas.- rió entre dientes en un esfuerzo de que no notara sus mejillas rojas. –De todos modos… quería volver a poner en pie la apuesta.- pestañeó inocentemente.

-Oh.- él podría haber parpadeado, pero por la expresión ceñuda de su máscara no estaba muy segura. -¿Y eso por qué?-

-Porque ya la gane.- sonrió con superioridad.

-¿Disculpa?-

-Oh, vamos. Sabes que sí Ulquiorra está con Orihime-chan es por mí, y es obvio que Renji y Shiky-san van a volver. Yo ganó.-

-Todo eso es cierto, es verdad.- él asintió dándole la razón. –Pero el trato era por tres parejas, no dos.-

-Ya tengo la tercera.- aspiró profundamente. Ya tomó su decisión, desde ahora, nada sería igual. –Tú y yo.- él dejó de moverse, ambos dejaron de bailar. –Aceptó ser tu elegida.- listo… ya estaba hecho.

No sabía qué pasaría en el futuro… pero ahora tenía demasiado miedo de perderlo como para decirle que no a su oferta.

Él se congeló por completo, con la boca casi imperceptiblemente abierta y los hombros tensos, pero entonces la tomó de la muñeca y comenzó a arrastrarla discretamente lejos de la pista y de la gente hasta una puerta que daba al pasillo donde estaban los casilleros y baños de chicas y chicos.

Karin abrió la boca para preguntar qué rayos estaba haciendo, pero entonces él la empujó contra una pared entre los casilleros y una columna y aplastó su boca contra la suya con fiereza, haciéndola gemir de la pura sorpresa.

Sus ojos se abrieron con incredulidad ante la manera en la que la estaba besando. No era nada como antes, suave y tímido, era anhelante, demandante, apasionado, y sus manos recorrían su cintura con descaro. Sus dientes atraparon su labio inferior y su lengua lo acarició, a lo que de inmediato los ojos oscuros se cerraron y las pequeñas manos volaron al cabello blanco revolviéndolo.

Sus lenguas se estrellaron entre ellas y sus máscaras se desacomodaron por completo, raspando sus narices hasta que en un movimiento de él ambas terminaron en el suelo.

Una mano grande subió por su brazo hasta su hombro desnudo, llegando a su espalda y serpenteando por su columna hasta posar su mano traviesa directo en su glúteo izquierdo. Sus lenguas se volvieron más agresivas contra la otra y ella gimió llevando a su pierna derecha a engancharse en su cintura, siendo de inmediato capturada por su mano libre que se coló por debajo del vestido hasta llegar a su muslo y rodearlo firmemente pegando sus caderas.

Ambos jadearon separándose solo apenas, entonces él le dio un suave beso en los labios antes de bajar por su barbilla y seguir besando la piel expuesta de su hombro, mordiendo su clavícula y lamiendo y chupando devotamente.

Gimió e inconscientemente meneó sus caderas contra las suyas, arrancándole un gruñido antes de que volviera a atacar su boca.

Sus manos desanudaron su corbata y desabrocharon unos cuantos botones de su camisa, colando las manos por debajo para sentir sus firmes músculos bajo los dedos.

Sus caderas mantuvieron un movimiento lento pero constante mientras sus manos exploraban y moldeaban lugares antes inimaginables, sus bocas conectadas solo apartándose por breves instantes que se aprovechaban para degustar la piel del otro.

La mano de Toshiro que no estaba en su muslo subió tocándola por todas partes por encima del vestido antes de terminar en su pecho izquierdo. Apretó suavemente.

Karin se tensó mordiéndose el labio para no gemir en voz demasiado alta mientras sus manos estaban en tales lugares atrevidos y su boca ocupada en su hombro desnudo.

De pronto, él se alejó, y ambos se quedaron mirando con sus respiraciones totalmente fuera de control.

-Lo siento.- se disculpó él entre jadeos. –No sé qué me pasó, solo que me hiciste muy feliz al aceptarme.- llevó una mano a acariciar con ternura su mejilla ardiente. –Gracias.- agradeció mirándola de una manera que no supo descifrar.

-Bueno…- apartó su mirada lejos de la suya, un poco intimidada por tanta intensidad. –Hay mucha atracción física entre nosotros.- sonrió con picardía. –Seguramente lo haremos funcionar.-

-Eso esperó.- él se hincó para tomar sus máscaras olvidadas en el suelo. –Pero por ahora… veamos cómo le fue a Abarai.- ambos se acomodaron la ropa y peinaron sus cabellos con los dedos para verse lo más decentes posible, entonces él tomó su mano y entrelazó sus dedos, volviendo así al gimnasio.

Ya no importaba que la gente los viera juntos, ahora ella se iba a ir con él. Era su elegida.

Continuara...

Holaaaa! :D

Capítulo dedicado a mi hermosa Rany-chan *w*

Hubiera subido esto antes pero tuve algunos contratiempos :T Sorry n.n

Mañana tengo que empezar una tarea super importante así que no esperen noticias de mí en al menos un par de días :'v

Gracias por todo su apoyo :')

Los personajes de Tite o3o

COMENTEN! *o*

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!