Extraterrestrial.
Capítulo once: Cumpleaños.
En la clase del día siguiente, pese a estar hundida en sus pesimistas pensamientos, Karin se esforzó por centrar su atención en la nueva profesora que acababa de regresar y ya estaba dictando los nuevos temas del trimestre. En medio de su charlatanería, los chicos del quinteto ingresaron al aula tarde como era lo típico.
La profesora Riruka los miró con molestia, y tal vez los hubiera regañado de no ser porque Toshiro se acercó a ella y se inclinó profesando sus más sinceras disculpas, a lo que la de cabello y ojos fucsias lo dejó pasar, lo mismo con Ulquiorra y Renji cuando imitaron al albino, a Shinji le valió un regaño querer pasarse de coqueto, y Yukio tenía otra cosa en mente.
-Riruka-sensei.- dijo con su tono más endulzado, sus manos misteriosamente tras su espalda. –Me he enterado que usted disfruta de ciertos… gustos, y no pude evitar la osadía de conseguirle un obsequio.- finalmente apartó las manos de su espalda, revelando dos asquerosamente adorables osos de peluche color rosa. –Y por supuesto sería muy amable y acorde a una dama de tal belleza el devolverme mi videojuego.- lo último lo dijo con los dientes apretados, dejando denotar su obvia desesperación.
-Hmm…- su sensei miró a los peluches con ojos brillantes, extendiendo las dos manos para tomarlos, pero retrayéndolas al instante. –N-no debería…- miró a un costado, luego prácticamente saltó a abrazar a los peluches arrebatándoselos al rubio triunfante. -¡Aww, son tan lindos!- restregó la cabeza de los peluches en sus mejillas, luego miró al vicioso arrogante de reojo. –Bien, iba a devolvértelo hoy de todos modos.- dejó los peluches en su escritorio y sacó la consola de un bolsillo, pero…
-¡¿Qué demonios le hiciste a mi videojuego?!- prácticamente chilló el rubio cuando la mujer sacó del cajón la misma consola que le había quitado ayer con la diferencia de que esta estaba pintada de rosa chillón y tenía varias lentejuelas decorándola.
-El diseño anterior era espantoso y la pintura estaba desgastada, deberías agradecerme el favor.- le ofreció una sonrisa descarada antes de volver frente a la pizarra y retomar las clases donde las dejó, sin importarle que Yukio pareciera estar teniendo un paro cardiaco en ese momento.
Karin de nuevo luchó por retener la risa al ver al teñido arrastrarse patéticamente a su asiento aun intentando inútilmente quitar las horribles lentejuelas color fucsia. Bien, de acuerdo, tal vez Riruka-sensei no fuera tan mala después de todo.
Escuchó un bufido muy familiar detrás de ella y de inmediato su ánimo decayó al recordar los sucesos del día anterior.
"Te apreció."
Bueno… al menos ya había confirmado que él no la amaba y lo suyo solo era una alianza para salvar a una especie de la extinción. Era bueno saberlo, aunque eso no lo hacía menos doloroso. Sin embargo, sabía que sí no lo amara no podría hacer lo que iba a hacer, así que simplemente debía resignarse porque esto era por un motivo más grande que sus sentimientos.
Ayer, después de su incómoda conversación, él la llevó a casa en silencio y en la entrada de su casa se despidieron con un corto beso que le supo a decepción. Hoy en la mañana la acompañó a la escuela sin mediar palabra y ahora no sabía qué esperar de él en el receso o el camino de vuelta a su casa.
Pasó el resto de la clase sin muchas ganas hasta que el receso llegó y como de costumbre fue con el quinteto a la azotea.
-Cielos, no puedo creer que me abandonaran aquí con ese.- Hirako lloriqueó señalando despectivamente a Yukio, que ni siquiera lo miró, seguía demasiado ocupado tratando de arrancar las lentejuelas de su preciosa consola. –Y nuestra nueva capitana es una chica, ya no me dejaran divertirme.- se llevó una mano a la frente dramáticamente. –Pff, esto sí que apesta. No creí que tantos se fueran de una sola vez, esta escuela debe tener una especie de magia romántica o algo así.- sus hombros cayeron con desgano.
-Lo dices como si el capitán Hitsugaya te dejara divertirte.- Renji rió burlonamente. –Y ya deja de quejarte. Si no hubieras perdido tanto tiempo coqueteando con todas las chicas lindas y te hubieras concentrado en una podrías haber venido con nosotros, esto no es más que tu culpa.- se encogió de hombros de forma insensible.
-Oye, no es mi culpa amar a todas las chicas, tengo un corazón muy grande.- sonrió descaradamente, a lo que la mayoría rodó los ojos.
-Y tal vez a mí no me faltaría mucho para ir si alguien no hubiera frustrado mis planes.- Yukio remarcó el alguien deteniéndose un momento de llorar sobre su videojuego para fulminar con la mirada a la humana antes de volver a lo suyo.
-Oh, cállate, de todos modos no tenías oportunidad.- rodó los ojos, recordando como Yuzu no había parado de parlotear acerca de Jinta desde que fueron juntos al baile, ni tampoco habían dejado de chatear y portarse asquerosamente empalagosos cada vez que se veían. Ugh.
-De todos modos, ¿qué van a ser Rukia y los otros chicos? Quiero decir, ¿van a pretender ser estudiantes de preparatoria como nosotros o qué?- preguntó curioso Renji en medio de comer su almuerzo hablando con la boca llena sin reparos.
-Los cuatro que vinieron con ella sí serán integrados en esta preparatoria como estudiantes, pero tengo otros planes para Kuchiki.- murmuró Hitsugaya tranquilamente. –Una de nuestras profesoras entrará en licencia por su embarazo, ¿recuerdan?- oh, sí, la profesora de literatura. –Cuando eso pasé, Kuchiki será la sustituta que la reemplace.- informó.
-Oh, bien. Suena a algo que le queda, ella es muy madura para ser estudiante a estas alturas.- el pelirrojo del grupo se encogió de hombros, y de repente Karin recordó algo.
-Pareces conocer bien a Rukia-chan.- observó. –Y ella dijo algo sobre que antes de la enfermedad todos solían tener prometidos, ¿de qué hablaba? ¿Ustedes estaban comprometidos?- alzó una ceja, sin poder evitar notar como Toshiro a su lado se tensó.
-Bueno pues… sí. Ella y yo solíamos estar comprometidos, aunque no oficialmente porque de ser oficial tendríamos que haberlo registrado en la Gran Biblioteca, pero jamás lo hicimos.- hizo una mueca. –Solía ser la tradición, de todos modos.-
-Ah, la tradición.- Hirako sonrió nostálgico. –Yo solía odiarla, pero ahora casi la extrañó, era mucho menos complicada que esto.-
-La tradición dictaba que todos debían conseguir a alguien con quien casarse en tus primeros quince años de vida, ni siquiera era decisión de tus padres, tú solo debías encontrar a alguien aun siendo un niño y llegar al acuerdo de que cuando tengan la edad necesaria se casarían.- finalmente le explicó Renji.
–Estaba muy mal visto no tener prometidos ya para los doce años, los demás niños se burlaban de ti, así que la mayoría simplemente tomaba la primera oferta que le hacían.- acotó Yukio. –Yo acepte la propuesta de una niña que ni conocía a los once solo para no quedar mal.- se encogió de hombros. –La mayoría de las niñas estaban más desesperadas por conseguir prometido que los niños, así que solo necesitabas ser lindo en sus estándares y te llovían las ofertas.-
-Yo nunca acepte ninguna oferta.- masculló Ulquiorra fríamente.
-La mayoría simplemente se lo preguntaba a la amiga con la que mayor afinidad tuviera, yo tuve problemas para decidirme entre cinco, pero finalmente una me lo ofreció.- Hirako sonrió levemente. –Lástima que murió, era linda.- suspiró tristemente, luego miró a Toshiro. -¿Por qué tan callado, capitán? ¿No le hablaras a tu elegida sobre tu prometida Megumi?- alzó una ceja.
Hitsugaya de inmediato se puso en pie, casi bruscamente.
-No hay nada de qué hablar. El receso ya debe estar por terminar, debemos volver a clases.- sin más dio media vuelta y se marchó de la azotea sin siquiera esperarla.
Yukio fulminó a Shinji con la mirada y lo golpeó en el brazo.
-¡Imbécil! ¿No sabes cuándo cerrar la boca, verdad?- lo miró con ojos entrecerrados. –Sabes que Megumi-san es un tema delicado para él. Aun no supera lo que pasó…- eso último lo dijo en un susurro muy bajo probablemente para que ella no escuche, por lo que fingió no hacerlo. –Así que cierra la boca.-
-Ya, ya, defensor de los sentimientos del capitán.- el dientón rodó los ojos. –Solo que sí ahora va a estar con Karin-chan debería hablarle de esas cosas.- se encogió de hombros. –Digo, sí lo que sienten es lo suficientemente fuerte…- ella decidió que no quería seguir escuchando esto y se levantó para marcharse también, no sin antes escuchar a Yukio golpear a Shinji una vez más.
-Idiota.- volvió a decirle el menor del quinteto al mayor.
Volvió a su salón de clases casi pisoteando, maldiciendo el hecho de que cada día parecía descubrir otra cosa que ella no sabía acerca de Toshiro. Cada día se llenaba de más preguntas y de más frustraciones cuando realmente no debería, él no la amaba así que no estaba obligado a contarle nada, ella solo era la chica que lo ayudaba a salvar su especie de la extinción.
Al llegar la hora de la salida, Toshiro insistió en acompañarla a casa, por lo que el quinteto se fue por un camino separado al de su líder. Él la tomó de la mano mientras caminaban un poco por detrás de Yuzu acompañada de Jinta, ellos también tomados de la mano.
-Karin.- el albino repentinamente la llamó, sacándola de sus pensamientos. Ella lo miró inquisitiva. –He logrado obtener un poco de tiempo libre hoy así que me preguntaba sí… umm… ¿estaría bien que me quedé a cenar en tu casa?- de inmediato soltó su mano, mirándolo con sus ojos oscuros muy amplios.
Le frunció el ceño, preguntándose si esto tendría algo que ver con que el otro día había mandado al diablo su invitación. Abrió la boca para responderle que podía irse al infierno, pero en ese momento Yuzu (que obviamente había estado espiando su conversación) se volteó a ellos prácticamente saltando a tomar las manos de Hitsugaya y brincando en su lugar.
-¡Por supuesto, por supuesto, Hitsugaya-kun! ¡Será un honor tenerte en casa para la cena!- entonces lo soltó y corrió hacia Jinta. –Jinta-kun, ¿quisieras quedarte a cenar también?- lo miró con ojos brillantes y el idiota pelirroja por supuesto que no se pudo resistir. -¡Perfecto! ¡Y como invite a Onii-chan esta noche entonces toda nuestra familia estará completa!- volvió a tomar la mano de su atónito novio y lo arrastró el resto del camino que quedaba hacia la clínica Kurosaki.
-¿Ichi-nii estará aquí?- se llevó la palma de la mano a la frente. –Maldita sea, Yuzu, ¡esto no es buena idea en lo absoluto!- pisoteó yendo tras su gemela ignorando el intento de su novio alienígena de volver a tomarla de la mano, esto era su culpa.
Llegó a su casa echando humos casi cerrando la puerta en la nariz del de ojos extravagantes, hasta que llegó a la cocina justo a tiempo para ver a su hermana convencer al pelirrojo idiota de ponerse un delantal rosa con fresitas para ayudarla a cocinar y la vista la hizo contener una risa, pero al rato de sentir al albino detrás de sí su malhumor regresó. Carraspeó para llamar la atención de la pareja asquerosamente empalagosa.
-¡Oh, Karin-chan!- Yuzu le sonrió angelicalmente. –Onii-chan llegara en unas horas, ¿por qué no vas a tu habitación con tu novio a pasar el tiempo mientras esperan? A menos que quieran ayudarnos a cocinar.- ofreció, a lo que Karin ni lo pensó dos veces antes de tomar la muñeca del extraterrestre y arrastrarlo hasta su habitación. No tenía pensado soportar ver a su hermana y su novio estúpido coquetear dando vueltas alrededor de la cocina, muchas gracias.
Prácticamente empujó al albino en su cuarto y cerró la puerta de una patada colocando el seguro después, entonces se volteó hacia él cruzándose de brazos con una mirada reprobatoria. Él la observó con la más inocente de las miradas.
-Muy bien, ¿por qué demonios estás haciendo esto?- se dejó caer sentada en la cama junto a él. –Porque no me gusta nada.- declaró.
-La otra vez me invitaste pero no pude asistir, como no volviste a invitarme decidí tomar la iniciativa.- se encogió de hombros.
-Pff… Sí, claro… ¿Quién te dijo que eso iba a enfadarme?- lo miró sospechosa, sin creerle en lo absoluto. Él suspiró.
-Kuchiki.- admitió en un susurro. –Mira, lamento eso.- se irguió en su lugar revolviendo su cabello con frustración. –Realmente, a veces no tengo idea de cómo debo tratarte o qué debo decir cuando estoy contigo, no sé nada de la etiqueta adecuada para una relación formal como pareja romántica y no sé si debería preguntarte lo que me intriga porque tampoco quiero quedar como un completo ignorante frente a ti.- se pasó una mano por el rostro. –Aun soy ignorante de muchas costumbres humanas, pero aparentemente conocer a la familia de tu pareja es un paso muy importante tanto en tu cultura como la mía, por eso Kuchiki me regañó.- bufó y ella tuvo que reprimir una sonrisa muy a su pesar. –Yo… ehh, me sentiría honrado de conocer a tu padre, sí tú quieres, claro.- juntó las manos mirándola casi tímidamente.
Ella soltó un largo suspiró, seguía molesta porque la haya rechazado en primera instancia, pero… ¿a quién quería engañar? Realmente no podía enojarse con él y estaba muy feliz de presentarlo a su padre antes de marcharse. El viejo podía ser un idiota pero aun así merecía saber quién sería el padre de su futuro nieto.
-Bien, te perdonó.- le sonrió, pero colocó un dedo en su boca antes de que pudiera acercarse a besarla. –Pero te advierto que ahora tendrás que lidiar con mi hermano que puedo apostar que no estará muy contento con que tú seas mi verdadero novio y que vayamos a mudarnos "al extranjero" juntos donde él no pueda verificar que no seas un idiota que va a romper mi pobre y virginal corazón.- sonrió con una mezcla de burla y descaro.
De repente él se sonrojó.
-Ehh… eso es algo que había querido preguntarte, ¿tú nunca…?- se atragantó a media pregunta, pero lo dicho fue suficiente para que ella entendiera a qué se refería. No pudo evitar sonrojarse un poco también.
-Tú fuiste mi primer beso, sí es lo que quieres saber.- le sonrió algo incómoda. –Y no, nunca me he "apareado con nadie".- sus mejillas se calentaron más ante lo ridículo de sus palabras y lo incómodo de la conversación en sí. -¿Qué hay de ti?- preguntó casi con miedo pero bastante segura de su respuesta.
-Yo tampoco he tenido contacto físico más íntimo del que he tenido contigo con nadie.- soltó de sopetón. –Era muy joven cuando pasó lo de la enfermedad y aquí, como ya te he dicho, nunca tuve tiempo para nada más que ocuparme de la misión de mis subordinados.- se revolvió un poco. –Tampoco ninguna chica había llamado mi atención hasta que te conocí.- ella se sonrojó y sintió una cálida sensación de felicidad extenderse por su pecho, pero fue opacada por una gran incógnita que de repente nubló toda su alegría.
-¿Ni siquiera Megumi-san?- preguntó cautelosa recordando lo que Shinji y Yukio habían dicho. La cara de Hitsugaya cambió totalmente.
-Lo que sea que esos idiotas te hayan dicho sobre Megumi, no los escuches.- frunció el ceño. –Ellos no saben nada acerca de ella.- frunció el ceño dolorosamente. –Y no quiero hablar al respecto.- se cruzó de brazos.
-¿Tú… ella…?- apretó los labios firmemente, sin saber si era buena idea hacer la pregunta. -¿Tú… la amabas?-
-¿Qué clase de pregunta es esa?- la miró con el ceño fruncido, casi indignado. –Por supuesto que la amaba.- respondió rodando los ojos como si hubiera sido lo obvio, como sí no acabara de partirle el corazón en piezas aún más pequeñas que antes.
-Oh.- así que era eso. Claro, ahora todo tenía sentido. Él no podría amarla nunca porque ya tenía a alguien en su corazón, alguien que le fue cruelmente arrancada. Alguien a quien ella jamás podría reemplazar. -¿Por qué nunca me hablaste de ella?- preguntó tratando de sonar casual, tratando de sonar como si no hubieran lágrimas ardiendo en sus ojos en ese mismo momento.
-No era relevante para ti saberlo.- suspiró. –Realmente no me gusta hablar al respecto, ¿podemos cambiar de tema?- gruñó claramente molesto. –Por cierto, aun no te lo había dicho, pero cuando vayamos a Seireitei vamos a casarnos.- ese fue su intento para cambiar de tema, y vaya que funcionó.
-¡Espera, ¿QUÉ?!- su boca cayó abierta.
-No en los estándares humanos, por supuesto.- alzó una mano para apaciguar su posible ataque de pánico. –Aquí sigues siendo una menor de edad, por lo que no puedes acceder al matrimonio a menos que tengas la autorización de tu padre, por lo que aquí permanecerás como soltera. Pero allá es dictado por la tradición el casarnos antes de intentar procrear.- ella no pudo evitar seguir sonrojándose ante su elección de palabras. –De todos modos, no te preocupes, nuestras bodas no son nada como las bodas de aquí.-
-De acuerdo, de acuerdo, me duele el cerebro.- se frotó las sienes con fastidio. –Luego seguimos hablando de esto, quiero relajarme un poco.- suspiró dejándose caer en su cama. –Esto fue demasiado intenso y cuando vayamos a cenar con mi hermano y mi padre este día se pondrá aún más intenso.- bufó. –En serio te odio.- él se atragantó y ella rodó los ojos. –Es una manera de decir que estoy enojada contigo por meternos en este lío, no te odio, estúpido.- rodó los ojos.
-Oh.- murmuró tontamente, antes de dejarse caer junto a ella, ambos recostados en la cama. -¿Estás lo suficientemente enojada conmigo… como para no permitirme besarte?- preguntó tímidamente, haciéndola bufar.
En realidad, después de descubrir que él nunca la amaría estaba lo suficientemente enojada como para echarlo de su casa y gritarle que no quería volver a verlo sabiendo que solo bastaba eso para que él desapareciera de su vida, pero estaba cansada y, maldita sea, ella quería su maldito beso. Tal vez eso la haría olvidar que realmente él nunca sería suyo.
-Solo bésame.- cerró los ojos, justo un segundo antes de sentir sus labios apresar los suyos.
Suspiró ante la cálida sensación, deslizando sus dedos por los hombros de Toshiro, subiendo por su cuello, acariciando tiernamente sus mejillas antes de enredarse en sus blancos cabellos.
No pasó mucho antes de que empezara a percibir el aumento de temperatura en su pequeña habitación, nada como la habitación que él tenía en su lujoso apartamento, pero en momentos como este estaba segura de que incluso su cama matrimonial de tamaño triple que su cama individual se hubiera sentido como insuficiente para sus cuerpos inquietos frotándose y enredándose desesperadamente.
Gimió al sentir su mano en su pierna, colándose rápidamente por debajo de su falda para acariciar la piel tersa de sus muslos. Se estremeció al sentirlo rozar la tela de sus bragas con los dedos y le mordió el labio en señal de advertencia de que no estaba de acuerdo con aquello. ¡Por todos los cielos, su familia estaba en el piso de abajo! Y este idiota ahora había empezado a masajear uno de sus glúteos. Lo mataría, apenas se le quitara de encima lo mataría sin dudas.
Siguió mordiendo sus labios, pero por sus gruñidos complacidos podía apostar que en vez de estarle sirviendo como señal de su disgusto el muy imbécil se estaba excitando. Su lengua invadió su boca luego de un mordisco especialmente fuerte, impidiéndole continuar con aquella estrategia, por lo que no tuvo más remedio que entregarse a sus caricias aunque con el rostro rojo cereza pensando que en cualquier momento alguno de sus familiares entraría por la puerta y la vería con la lengua de su novio escarbando en su garganta mientras sus manos se colaban por debajo de sus ropas.
Suspiró rendida cuando la mano que había estado paseándose por la piel de sus caderas ahora subía por su espalda, trazando la línea de su espalda arqueada. El calor en su cuerpo aumentó en medidas casi insoportables cuando su lengua se volvió más demandante dentro de su boca, obligándola a seguirle el paso con la misma ferocidad, tornando su beso descuidado y salvaje.
Jadeó cuando cambiaron ligeramente de posición de modo que él pudiera posicionarse más cómodamente sobre ella entre sus piernas abiertas, dejándola sentir la dureza de su miembro directo en su intimidad, y como sí eso no fuera suficiente para hacerla morderse el labio para evitar gritar, el chico dirigió sus manos directo a sus pechos grandes, apretándolos levemente antes de comenzar a masajearlos, dejando su boca para comenzar a repartir besos en su cuello, lamiendo y succionando suavemente de vez en cuando. Ella solo pudo llevar una mano a cubrir su boca para evitar gemir, mientras que su otra mano voló directo a su cadera, tratando de detener el lento vaivén que había iniciado; no es que le disgustara, pero sí seguía así la humedad entre sus piernas aumentaría tanto que tendría que tomar una ducha helada.
Pese a sus mejores esfuerzos, no logró detenerlo de seguir dominándola hasta el punto que el calor por un momento nubló su mente y la hizo plantearse seriamente la idea de mandar todo a la mierda y obligarlo a llevarla a su departamento para que empezaran a practicar para engendrar a su hijo, pero entonces oyó pasos acercándose por el pasillo.
Abrió sus ojos con horror y tomó los hombros de Toshiro para intentar quitárselo de encima, pero él seguía demasiado absorto en su tarea de chupar su cuello y apretar sus pechos mientras ahora prácticamente se la cogía por encima de la ropa, por lo que tuvo que recurrir a medidas más drásticas.
Retirando la mano que había estado cubriendo su boca, tomó impulso y de un brusco movimiento apretó sus dientes fuertemente en la mejilla, mordiéndolo despiadadamente hasta que por fin sintió sus movimientos parar y su cuerpo alejarse del suyo.
-¡AUCH! ¡Maldita sea, Karin!- se quejó y entonces los pasos se apresuraron a llegar hasta su habitación, pero afortunadamente el seguro impidió que los cacharan en su estado actual, con sus cabellos revueltos, las ropas desacomodadas, la respiración totalmente fuera de control y la evidente erección del albino casi haciendo estallar su bragueta.
-¡Karin-chan! ¡¿Todo está bien allí dentro?!- llegó la preocupada voz de su gemela desde el otro lado.
-¡Sí, sí, Yuzu, todo está bien!- chilló mientras se acomodaba la ropa y trataba de peinar lo más posible su desastroso cabello. Toshiro hizo lo mismo, para luego sentarse y tapar sutilmente con su chaqueta el bulto en su pantalón. -¿Qué pasa?- una vez se convenció de que tenía un aspecto más decente (aunque tal vez el rojo de sus mejillas no desaparecería en horas), abrió la puerta, recibiendo de inmediato el abrazo de su hermana. –No era nada, Yuzu, en serio.- rodó los ojos frotándole la espalda cariñosamente.
-L-lo siento.- se secó las lágrimas no derramadas. –Yo solo… Uhh… ¿Toshiro-nii-chan? ¿Qué te pasó en la cara?- señaló al chico.
-¿Toshiro-nii-chan?- la morena arrugó la nariz con desagrado.
-Karin me mordió.- el de ojos extravagantes respondió sinceramente sin tapujos.
-¡Karin-chan!- Yuzu se volteó a ella con las manos en las caderas y las mejillas infladas. -¡Ya no eres una niña para andar mordiendo a la gente!- la regañó. –Recuerdo que solías morder a Onii-chan y a tus amigos en los brazos, ¡pero este es tu novio y esa es su cara! No seas tan infantil.- la señaló con severidad.
-Ya, ya, lo siento.- rodó los ojos. –Toshiro me perdona, ¿verdad?- se acercó a él y justo cuando estaba por decir algo que se veía como una negativa, le dio un suave beso en la mejilla afectada, por lo que su rostro cambió a uno más compasivo. -¿Ves? Me perdona.- sonrió a su hermana, arrepintiéndose de haberle dado esa demostración de afecto al segundo de verla mirándolos como si fueran la cosa más tierna del universo mientras contenía sus chillidos.
-Bien, me alegró que no se peleen.- finalmente logró hablar luego de chillar. –De todos modos, vine a avisarle a Toshiro-nii-chan que su prima vino a verlo. Está esperando abajo y supongo que ya nos estamos tardando.- ¿prima? ¿Qué prima? Miró interrogante a Toshiro, pero él también se veía algo confundido.
-Ya veo, gracias por el aviso.- aparentemente ese fue el tiempo suficiente para bajar su excitación, porque apenas acabó de hablar se levantó como si nada y pasó a Yuzu para llegar rápidamente al recibidor. Ellas lo siguieron curiosas.
Cuando llegaron al recibidor, todas las dudas en la mente de la de ojos oscuros murieron al vislumbrar a Kuchiki Rukia en la entrada de su casa, mirando curiosa todo a su alrededor. Era la teniente que se volvería capitana en cuanto Toshiro se fuera, pero ¿qué hacía aquí ahora?
-Hitsugaya-san, lamentó haber llegado de sorpresa.- se inclinó formalmente ante él. –Pero me pidió que le informara inmediatamente de los cambios que pudiera tener en la tarea que me asignó así que cuando sus amigos me dijeron que estaría aquí tuve que venir. Lo siento sí lo estoy molestando.- se disculpó profundamente.
-Descuida, Kuchiki.- se encogió de hombros, pero podía notar por la pequeña contracción de su ceja que estaba bastante molesto de que ella hubiera sido la razón de que hayan tenido que separarse en mitad de su "practica para tener bebés". -¿Dónde están los demás?- inquirió.
-¿Por qué son tan formales el uno con el otro?- le preguntó la rubia susurrando en su oído. -¿Y de qué hablan?-
-Así es la gente de donde ellos vienen, Yuzu. Y no seas tan chismosa.- le respondió a cambio.
-Están en el apartamento como usted lo solicitó. Sin embargo, volviendo a mi reporte… temó que no tengo buenas noticias acerca de la tarea que me encomendó.- juntó las manos, visiblemente avergonzada. –Disculpe, pero… no he podido encontrar una vivienda donde quedarme. ¡Lamento haberle fallado!- se inclinó profundamente.
¿De qué estaba hablando? ¿Buscaba vivienda? ¿Qué no se iba a quedar en el hotel con los demás chicos?
El alboroto que la chica estaba haciendo con sus disculpas atrajo la atención de Jinta, que asomó la cabeza desde la cocina, y su padre, que pareció ya haber terminado su turno en la clínica y se encontraba entrando a la casa con una mirada curiosa. Ugh, rayos, seguro pronto habría algún alboroto.
-¿Qué está pasando aquí?- preguntó su padre con un tono extrañamente "normal", luego, notó a Toshiro y su boca cayó. -¡Karin-chan! ¡¿Este es el novio que tanto querías presentarme?!- de inmediato brincó hacia el albino y lo tomó de la barbilla, acercando su rostro demasiado al asqueado del alienígena. –Hmm… es apuesto, no tiene acné y seguro me dará nietos pronto.- se alejó solo para levantar su dedo pulgar hacia él. -¡Lo apruebo! ¡Ya tienes permiso para desflorar a mi hija!- sonrió estúpidamente, recibiendo de inmediato un puñetazo en medio de su cara estúpida que lo derribó al suelo.
-¡Cierra la boca, viejo pervertido!- le gruñó ella tratando de disimular el rojo ardiente de sus mejillas.
-Oigan, a mí no me recibió con tanto aprecio, y eso que me conoce desde que soy un niño.- murmuró receloso Jinta, cruzado de brazos observando el espectáculo desde la puerta. –Creo que Yuzu ni siquiera le ha dicho que salimos aun.- entrecerró los ojos hacia la rubia.
-¡¿QUÉ?! ¡Más presentaciones de novios!- su padre de inmediato se levantó como si nada y le saltó encima a Jinta. -¡Ya tengo a mi tercer y segundo hijo! ¡Oh, Masaki, nuestra familia está casi completa!- corrió al poster de su madre a llorar. –Solo falta…- de repente sus ojos se desviaron a la incómoda invitada enclavada frente a la puerta cerrada de su casa. -¿Oh? ¿Quién es esta linda jovencita?- se acercó a Kuchiki Rukia con los ojos amplios y brillantes.
-Es la prima de Toshiro-nii-chan que no tiene un lugar dónde vivir.- Yuzu amablemente metió sus narices en el asunto como siempre.
-¿Por qué no te quedas con los padres de mi tercer hijo, entonces?- miró a la pequeña mujer sospechosamente, haciéndola sudar frío. -¿Qué clase de tíos no dejarían a su sobrina vivir con ellos?- Toshiro también empezó a sudar frío ante las muchas preguntas de su padre, y casi podía sentirlo enviándole señales telepáticas a su reemplazo como capitán a través de la mirada ordenándole que pensara en algunas mentiras para callarlo y de prisa.
-Ehh… vera…- la mujercita sonrió nerviosamente.
-Yo no tengo padres, Kurosaki-san.- el albino decidió intervenir ante la vacilación de la de ojos violetas.
-¿Qué?- Yuzu lo miró con ojos amplios, y Karin pudo jurar que en menos de diez segundos solo con esas cinco palabras la hizo estar al borde de estallar en llanto. -¿Pero cómo? ¿Por qué nunca lo mencionaste antes?- se llevó una mano a la boca.
-Es una larga historia, yo…- se trabó. –Kuchiki, explícales.- se lavó las manos dejándole el trabajo sucio a la mujer, que se estremeció pero obvio no pudo decir nada ante las órdenes de su superior, por lo que solo suspiró.
-Verán…- la pelinegra de menor estatura tomó una profunda respiración. –Cuando Hitsugaya-san era apenas un niño pequeño…- y entonces se lanzó a una desgarradora historia sobre tragedia, injusticia y sufrimiento que dejó a Karin con la boca abierta, a Hitsugaya con una ceja en alto, a Jinta fingiendo que se le metió algo en el ojo, y a su padre y su hermana, por supuesto, llorando a moco tendido. –…Cuando me enteré que Hitsugaya-san se iría al extranjero con su hermosa novia, cambie totalmente mi vida para venir a cuidar de la casa que dejaron mis amados tíos.- sacó un pañuelo para enjuagar las lágrimas falsas. –Nunca podría haber adivinado que esa casa se quemó junto con todos los recuerdos de ellos, y ahora que él se va dejando su hotel estoy completamente desamparada en esta gran ciudad, sin poder volver atrás.- bueno, nadie podía negar que esta vez Seireitei sí que envió toda una actriz.
Karin salió de sus pensamientos al oír los sollozos ahogados de su gemela, solo para voltear y encontrarse con el penoso espectáculo de los dos crédulos abrazándose sollozando con lágrimas deslizándose por sus mejillas mientras miraban a Rukia como si fuera el ángel más inocente e indefenso que pudo haber pisado la tierra.
-¡Por favor, papá!- la rubia se abrazó al cuello de su padre barbudo. -¡Deja que se quedé en nuestra casa! ¡Yo me encargaré de que nunca más vuelva a sufrir hambre como en su niñez cuando sus padres vivían lejos por ser domadores de fieras!- ¿pero qué mierda?
-¡Sí, por favor, Rukia-chan, quédate!- su padre se despegó de su hija mayor solo para prácticamente arrodillarse frente a la alienígena. -¡Ahora que mi hermosa Karin me abandona para estar con mi tercer hijo, necesito una hija que llene ese profundo vacío!- se abrazó a las piernas de la triunfante actriz extraterrestre.
-¡Oye! ¡¿Estás diciendo que me quieres reemplazar con una extraña?!- la de ojos oscuros no pudo evitar sentirse un poco ofendida.
-¡No es una extraña, Karin-chan! ¡Es la prima de Toshiro-nii-chan!- la defendió Yuzu como si ya fueran mejores amigas.
-¡Es la prima de mi tercer hijo, por lo tanto ella será mi hermosa tercera hija!- su padre brincó al cartel de su madre. -¡Oh, Masaki! ¡Ahora sí que nuestra familia está completa!- lloriqueó de felicidad. –No importa que mi estúpido hijo no esté aquí.-
-¿A quién le dices estúpido, viejo loco?- la puerta se abrió de un portazo, revelando una brillante cabellera anaranjada.
-¡ICHIGO!- su padre se preparó para saltarle encima a su hijo mayor, pero se detuvo al ver que este venía con dos pequeñas niñas, una de cabellera anaranjada con un mechón en medio de su frente y otra más pequeña de cabello negro con su pequeño ceño fruncido. -¡Ichigo!- la boca de su padre cayó abierta. -¡Ya me hiciste abuelo y no tuviste la decencia de decírmelo hasta ahora!- estalló en llanto corriendo hacia el poster de Masaki y empezando a sollozar allí.
-¡Ellas no son mis hijas, idiota!- el hermano mayor gruñó con los dientes apretados. –Son mis invitadas, vienen a cenar.-
-¿Ehh?- la pequeña que Karin recordaba se llamaba Aiko, la de cabello naranja, miró a su hermano con el ceño fruncido. -¡Pero dijiste que podíamos llamarte papá, papi!- pisoteó dirigiéndose hacia él como su padre sin ningún problema.
-O-onii-chan…- Yuzu se quedó con la boca abierta. -¿Quiénes son estas niñas realmente?- lo miró con ojos entrecerrados. –Porque dudo que sea coincidencia que una tenga el pelo naranja y las dos tengan tu mismo color de ojos.- se cruzó de brazos.
-Pues resulta, Yuzu, que sí es coincidencia.- Ichigo se inclinó a la altura de las niñas y les revolvió el cabello. –Sufrieron un accidente y están asiladas en el hospital público hasta que entren a un orfanato por el fallecimiento de sus padres en dicho accidente puesto que no tienen más familiares.- explicó con el ceño fruncido a la rubia, que se revolvió avergonzada.
-Oh. Lo siento mucho.- sonrió tiernamente a las niñas. -¿Cómo se llaman, pequeñas? ¿Cuántos años tienen?- preguntó dulcemente.
-Soy Aiko, tengo siete.- la pequeña de cabello anaranjado sonrió a Yuzu enseñando su dentadura a la que le faltaba un diente mientras jugueteaba con el grueso mechón en medio de su frente. -¿Tú eres mi tía Yuzu-chan?- la miró con ojos brillantes. Obviamente la idea de que Ichigo sería su padre ya completamente instalada en ella.
-Ehh… Ah, sí, sí, claro. Es un placer.- asintió a la pequeña de siete años luego de que Karin la codeara. -¿Qué hay de ti?- miró a la pequeña de cabello negro y ceño fruncido.
-Soy Shizune, tengo cinco.- fue todo lo que dijo la más chiquita en la casa, su tono demasiado apagado para una niña tan pequeña.
-Shizune pronto cumple seis, y le gusta el pastel de chocolate.- informó Aiko abrazando a su hermanita menor mucho más bajita que ella, aunque las dos parecían pequeñas para su edad. –A mí me faltan algunos meses para cumplir ocho, sin embargo.- hizo un mohín, luego sus ojos color mieles se dirigieron a Kuchiki Rukia aun incómodamente enclavada frente a la puerta de entrada. -¿Quién eres?- su mirada se iluminó mientras se acercaba a la alienígena de ojos violetas jalando a Shizune.
-¿Eh?- Ichigo solo entonces pareció notar a la pequeña mujer a pocos pasos delante de él. -¿Y esta quién demonios es?- alzó una ceja.
-¡Más respeto hacia mi tercera hija, hijo estúpido!- su padre pateó directo en la barbilla a su primogénito, enviándolo al suelo. -¡Ella ha venido a alegrar nuestras vidas con la inminente partida de mi hermosa Karin-chan que me abandona por su novio!- lloriqueó.
El de cabellos anaranjados estaba a punto de estrellar su puño directo en la dentadura de su progenitor, pero se detuvo ante sus palabras, congelándose completamente. De pronto, sus hombros se desplomaron mientras dirigía su mirada a Karin.
-Es cierto… Yuzu me dijo que te irías.- susurró en voz baja. –Por eso vine, necesitó hablar contigo en privado, Karin.- se cruzó de brazos. –Y… ¿no qué tu novio era el de cabello rojo? ¿Por qué ahora traes al de cabello blanco?- señaló incrédulo al albino. –Bueno, no importa de todos modos… Este se ve menos pervertido que el otro.- oh, sí tan solo él supiera lo que habían estado haciendo en su habitación solo minutos antes… Ella tuvo que esforzarse por no sonrojarse tan notoriamente. –Aun así, tienes muchas explicaciones que darme, jovencita.- la señaló acusadoramente.
-Papi.- todos miraron con la boca abierta a la niña Aiko que seguía refiriéndose al universitario como su padre. –Aun no me dicen quién es ella.- señaló a Rukia sin ninguna vergüenza importándole poco que la chica pareciera querer meter su cara en un hoyo.
-Es Kuchiki Rukia-chan, mi tercera hija, va a vivir en esta casa con nosotros desde ahora.- declaró Isshin solemnemente.
-¡¿PERO QUÉ MIERDA?!- Ichigo miró a su padre con la boca abierta. -¡¿Cómo eres capaz de meter a una desconocida en tu casa?! ¡Tienes dos hijas adolescentes! ¿Acaso no tienes ni una pizca de sentido común?- se llevó la palma de su mano a la frente.
-Una de mis hijas me abandona por su novio, mi tercer hijo.- el barbudo limpió sus lágrimas con el mismo pañuelo que había usado la pelinegra mayor antes. –Necesito una tercera hija, y sí la espero viniendo de ti tendría que esperar sentado, así que la conseguí por mi propia cuenta.- llevó una mano a su pecho con orgullo. –Además, es la prima de mi tercer hijo y no tiene a dónde más ir.-
-Es verdad, es la prima de Toshiro-nii-chan.- asintió Yuzu.
-¿Toshiro-nii-chan?- Ichigo arrugó el gesto. –Agh, lo que sea, todos en esta casa están locos, no sé ni porqué las traje.- miró a las niñas.
-Me agradan, siempre quise un abuelo loco.- Aiko parecía estar en una dulcería, porque niña ya era.
-¡ABUELO!- Isshin recién pareció prestar verdadera atención a las dos niñitas. -¡Oh, finalmente me has conseguido unas nietas!- corrió hacia ellas y antes de que nadie pudiera hacer nada las tomó a las dos en brazos. -¡Y yo me conseguí una tercera hija! ¡Nuestra familia está completa por fin!- lloriqueó abrazado a las niñitas. Aiko rió contenta, pero Shizune estaba tensa y visiblemente disgustada.
-¡Ya basta, viejo loco! ¡Las asustas!- Ichigo pateó en el estómago al pelinegro, tomando a las niñas en brazos y alejándolas de su padre como si fuera una enfermedad infecciosa.
-Ehh…- la voz de Jinta hizo a todos voltearse hacia él (habían olvidado por completo que seguía aquí). –Yuzu, no me dijiste cuánto tiempo debía dejar en el fuego las ollas.- murmuró tímidamente, y solo entonces todos parecieron notar el leve olor a quemado.
-¡Mi cena!- de inmediato la rubia corrió hacia la cocina, desapareciendo de la escena junto a su novio pelirrojo.
Todos se quedaron en silencio por un momento, hasta que su padre sonrió como un idiota y volteó a ver a Kuchiki Rukia.
-¿Y bien, Rukia-chan? ¿Aceptaras quedarte aquí? No te cobrare renta.- rió infantilmente. La mujercita vaciló. –Oh, vamos, soy sincero. Eres la prima de Toshiro, mi tercer hijo, y él estará a cargo de cuidar de mi Karin desde ahora en adelante ya que se irán a esa escuela en el extranjero.- miró con severidad al albino, que se puso rígido y asintió solemnemente, por lo que Karin supo que se estaba tomando muy en serio lo dicho por su padre. –Sí no tienes dónde quedarte me sentiré honrado de ofrecerte un techo.- sonrió sincero.
-Umm…- los ojos violáceos se dirigieron a los turquesas, obviamente indecisa de qué decir si no era por orden de su superior. Hitsugaya se cruzó de brazos y cerró los ojos por un momento, antes de suspirar y asentir casi imperceptiblemente. –Me sentiré honrada de aceptar su oferta, Kurosaki-san.- se inclinó ante el clínico, que por supuesto lo siguiente que hizo fue chillar y tratar de saltarle encima a la chica, pero fue frenado por una patada de su hermano mayor.
-¡No le andes brincando a la gente!- gritó el de cabellos anaranjados dejando a las niñas en el suelo. –Y de todas maneras, ¡no deberías invitar a extraños a quedarse en tu casa! ¡No importa que sea prima del novio de Karin! ¡A él tampoco lo conocías en primer lugar! ¡¿Y por qué dejas que tu hija menor se vaya a estudiar al extranjero con su novio al cual apenas conoces?! ¡¿Qué tal si vuelve embarazada o faltándole un riñón?!- Karin se atragantó ante lo anteúltimo, enrojeciendo completamente y preguntándose sí es que su hermano mayor era adivino o qué rayos.
-Por favor, Ichigo, esto está organizado por la escuela y ya averigüé al respecto.- más bien ya fue engañado por el elaborado plan de un alienígena. –Y confió plenamente en mi tercer hijo. Solo míralo, lo conozco desde hace diez minutos y ya ha sido mucho mejor hijo de lo que tú nunca podrías.- dijo con indiferencia, haciendo que una gota resbalara por la nuca de sus dos hijos presentes.
-Bueno, pues el sujeto de la tienda de la esquina ha sido mejor padre para mí que tú en estos veinte años.- murmuró cruel e indiferente a su vez el chico humano. -¡Y lo que trató de decir es que no apruebo que mi hermanita vaya a ese programa de intercambio y menos con un novio!- miró fulminante a Hitsugaya. –Nada personal, pero sí lastimas a mi hermana tendré que matarte.- se encogió de hombros como si dijera algo obvio que "lamentablemente" tenía que pasar.
-Lo veo muy comprensible.- Hitsugaya asintió de acuerdo con el loco hermano sobreprotector. La Kurosaki menor se llevó la palma de la mano a la frente.
-Y no tienes derecho a opinar sobre a quién dejó o no quedarse en esta casa, Ichigo.- su padre continuó con el otro tema. –Tú me abandonaste también y no te decidías por darme una verdadera tercera hija, así que tuve que conseguirte una.- tomó a Rukia de la muñeca y prácticamente la empujó para enterrar su rostro en el pecho de Ichigo (puesto que hasta ahí llegaba su altura). –Ahora lo menos que puedes hacer es callar tus protestas y salir con Rukia-chan.- declaró el viejo loco.
-¡¿QUÉ?! ¡NO!- ambos se separaron como sí el otro estuviera ardiendo en llamas.
-¡He aceptado quedarme en su casa, pero no tengo ningún interés en salir con su hijo!- chilló Rukia viéndose horrorizada.
-¡No quiero tener que volver a pasar por tus intentos de emparejarme con cada chica que conozcas! ¡Ya no soy un adolescente!- él no estaba menos horrorizado. -¡Tú eres el padre más loco que existe, y ella es una extraña!- volvió a patear a su progenitor en el rostro.
-¡Tú eres un hijo malagradecido!- su padre en cambio lo golpeó en la mejilla. -¡Yo me esfuerzo por encontrarte una hermosa futura esposa y mamá para las nietas que quieres darme y tú solo tienes reclamos y más reclamos!- los dos empezaron a golpearse en el piso.
Karin permaneció con la palma de su mano pegada en su frente, preguntándose cómo es que pudo crecer en esta familia de locos. Los dos alienígenas presentes en la casa miraban a padre e hijo con curiosidad en vez de espanto, seguramente preguntándose sí es que todos los humanos son así de salvajes y estúpidos.
-Voy a ir a hablar con Kuchiki respecto a este nuevo giro en los acontecimientos.- murmuró su novio en su oído. –Avísame cuando esté la cena.- besó su mejilla antes de hacerle una seña a la teniente y salir ambos fuera de la casa cuidando no pisar a los dos idiotas golpeándose en el suelo.
La pelinegra suspiró al verlos retirarse, y entonces dirigió su mirada a los dos idiotas con los que compartía sangre.
-¡Oigan, ustedes dos!- dio una certera patada logrando golpear ambas de sus cabezas en un solo movimiento. -¡Dejen de ser tan infantiles, hay dos niñas viéndolos!- señaló a las pequeñas que los observaban atentas. Aiko sonreía como si estuviera viendo una película, Shizune parecía estar cuestionando la cordura de todos en esa casa incluida su propia hermana mayor.
-Ehh… Lo siento.- Ichigo se paró y caminó hacia las niñas que tanto amaba. -¿Qué les parece sí les pongo una película? Tengo algunas cosas que me gustaría hablar con su tía Karin.- les ofreció sonriendo dulcemente. Aiko de inmediato chilló que sí y Shizune pareció un poco emocionada al respecto.
El viejo se marchó cabizbajo gateando por el piso murmurando algo acerca de ir a delatar a su hijo malagradecido con su hermosa Masaki (o más bien el poster) y la menor de los hermanos Kurosaki solo pudo esperar enclavada en el recibidor hasta que su hermano mayor volvió con una mirada seria y le pidió ir a conversar en la sala.
Se sentaron en el sofá y él la miró severamente, a lo que ella le devolvió la mirada con una desafiante. No se arrepentía de provocar el rompimiento de su relación, ahora Orihime era verdaderamente feliz y él tendría que buscar métodos más honorables para la adopción de esas pequeñas niñas adorables.
-¿Hablaras de una vez, Ichi-nii?- finalmente se impacientó, haciéndolo suspirar.
-Karin, ¿por qué no me consultaste respecto a tu viaje? ¡No puedes esperar que acepte que te vayas así como así!- la miró frustrado.
-No es tu decisión, hablé con papá y él me lo permitió. Y no soy estúpida, sé cuidarme.- torció los labios. –Además, quise contártelo el mismo día que se lo conté a papá, pero no quisiste escuchar y me cortaste.- lo miró rencorosa, regocijándose por su mirada culpable.
-De acuerdo, lo siento por eso. Estaba molesto, aún lo estoy.- se frotó la nuca. –Pero, Karin… Eres muy joven para alejarte tanto de casa por tanto tiempo.- de repente su expresión cambió a una que dejaba notar su absoluta preocupación. –Y Yuzu me dijo que ni siquiera serás capaz de llamar todos los días. ¿Cómo esperas que esté bien con eso?- refunfuñó bufando.
-Ichi-nii, yo…- debo hacer esto, quiero ayudar a la causa de una especie extraterrestre, me voy a otro mundo y amo a un alíen. –Yo siento que esta es una gran oportunidad para mí. Sé que ayudara a mi futuro y cambiara mi vida para bien. Es algo que yo decidí luego de mucho pensarlo y no voy a cambiar de opinión.- susurró tratando de mentirle lo menos posible. –Y yo… no quiero irme estando peleada contigo.- sus ojos empezaron a escocer levemente. –Eres mi hermano y te echaré de menos, así que no hagas esto más difícil.- las lágrimas asomaron en la comisura de sus ojos. –Cuando me vaya, quiero que estés ahí y quiero darte un abrazo.- trató de sonreírle sin que le temblaran los labios.
Su hermano la miró con los ojos amplios por un momento, antes de sonreírle suavemente y atraerla en un abrazo incómodo.
-Ya… está bien, nunca podría enojarme contigo realmente.- le palmeó la cabeza. –Eres mi hermanita, toleraré lo que tenga que tolerar y te perdonaré siempre que me perdones a mí.- se alejaron solo para sonreírse. –Ahora, ¿qué te parece si nos dejamos de este aburrido drama y vamos a ver la película con las niñas?- propuso con un mejor estado de ánimo.
-¡Sí!- ella sonrió enormemente, antes de recordar que se suponía que estaba aquí con su novio. –Uhh… Adelántate, yo iré a buscar a Toshiro y su ten… su prima.- sonrió nerviosamente. Su hermano asintió, antes de dirigirle una mirada cautelosa.
-Claro, ve, pero… ¿Esa chica realmente se quedará a vivir aquí? Quiero decir, esto probablemente sería lo más loco que el viejo ha hecho desde que nos prohibieron la entrada al museo porque él quería jugar a derribar sarcófagos usando cabezas de dinosaurios como bolas de boliche.- ambos se llevaron la palma de la mano a la frente con solo recordar ese traumante y vergonzoso día.
-No lo sé… creo que sí, no me parece mala idea.- se encogió de hombros. –Es la prima de Toshiro y necesita un lugar donde quedarse, no tiene cara de psicópata así que no veo porque negarle un techo teniendo espacio de sobra aquí desde que yo no estaré.- aunque aún no sabía por qué no podía quedarse con los demás, pero como sea.
-Sí, bueno… Sí tú confías en ellos supongo que solo tendré que confiar en ti.- sin más le revolvió el cabello desacomodando su coleta antes de marcharse a la sala donde estaban sus futuras hijas.
Ella suspiró, volteándose a la puerta para ir a buscar a su novio y su supuesta prima, encontrándolos conversando seriamente mientras él no dejaba de teclear en su celular, tal vez otro de sus frívolos reportes a su amado Seireitei. Ambos voltearon a verla cuando la escucharon acercarse.
-Karin, ¿pasa algo? ¿Acaso la cena está lista ya?- el albino envolvió un brazo alrededor de su cintura casualmente, y ella tal vez se hubiera derretido ante el gesto de no ser porque a los pocos segundos volvió a teclear en su celular.
-No, no sé, no creo.- se encogió de hombros. –Vine a indagar por el asunto de Rukia-chan. ¿Por qué es que no puede quedarse con los otros en el departamento? ¿Y por qué la dejaste aceptar la estúpida oferta de mi estúpido padre?- alzó una ceja.
-Es por una cuestión de precaución. Cuando ella sea profesora en la escuela, puede ser perjudicial para su tapadera el que la vean entrando al mismo lugar con sus estudiantes. De nosotros se puede entender porque podemos pasar por un grupo de amigos, pero preferimos ahorrarnos futuros problemas sencillamente encontrándole otro lugar donde quedarse.- explicó el de ojos extravagantes.
-Oh…- de acuerdo, eso tenía más sentido. –Muy bien, eso lo entiendo, pero… ¿Mi casa? ¿En serio? No quiero que mi hermana tenga que convivir con más extraterrestres. Sin ofender.- miró a la pelinegra más baja, que le sonrió comprensivamente.
-Me parece ventajoso, planeaba que se quedara en un hotel pero esto es una opción mucho más sencilla. Nos ahorramos el papelerío que conllevan los hoteles y ella podrá mantener a tu familia protegida en caso de que hollows aparezcan alrededor buscándote en cuanto te hayas ido.- …ok, ese sí que era un muy buen motivo suficiente para convencerla.
-De acuerdo…- suspiró. –Bueno… ¿Qué tal si entramos a ver una película? Ichi-nii puso una para sus niñas.- sin esperar respuesta comenzó a arrastrar a Toshiro dentro, dejando atrás a una confundida Kuchiki Rukia.
-¿Qué es una película?- la alienígena pestañeó.
-¿Qué no leíste los informes, Kuchiki?- el albino la miró por encima del hombro con desaprobación. –Y no andes preguntando eso tan abiertamente en voz alta, podrías levantar sospechas.- la regañó.
-Mis más sinceras disculpas, aún me quedan muchos informes por leer.- luego de su apresurada disculpa Karin decidió explicarle brevemente el concepto de película antes de que los tres volvieran a ingresar a la casa para ver la televisión con su hermano y las niñas que planeaba adoptar.
Aiko parecía extramente muy, muy, muy interesada en Rukia. La niña de cabellos anaranjados se sentó muy cercana a la pequeña mujer de ojos violetas y dejó de prestar atención al filme para entablar una conversación con la mujer extraterrestre que contestaba nerviosa a todas sus preguntas lo mejor y más "humanamente" posible. Ambas rápidamente entraron en confianza, todo bajo la atenta mirada de la pequeña Shizune y el desconfiado Ichigo.
Finalmente, Yuzu los llamó a cenar.
La cena fue… interesante, por decir lo menos.
Toshiro se presentó formalmente (y anticuadamente, a pesar de ser un alienígena se portaba como todo un tradicionalista) a su padre y a sus hermanos como su novio y expresó su compromiso a cuidar de ella durante su viaje al extranjero. Su padre ya lo tenía fijado como su tercer hijo y no dejaba de pedirle nietos, para bochorno de Karin e ira de Ichigo. Yuzu ya había adoptado completamente el término de Onii-chan para referirse al albino, Jinta solo parecía celoso de que Isshin prefiriera al chico que había conocido desde hace solo unas horas en vez de a él que conocía desde niño como su hijo en ley favorito. Rukia estaba demasiado ocupada hablando con Aiko como para prestarles atención y Shizune estaba en silencio, solo hablando ocasionalmente cuando el Kurosaki de cabellos anaranjados o su hermana mayor le hablaban.
En algún momento de la cena, sintió la mano de Hitsugaya apoyarse en su muslo y requirió de todo su autocontrol no estremecerse visiblemente y hacer algo poco propio como chillar mientras maldecía internamente haberse puesto una falda por insistencia de Yuzu cuando se cambió el uniforme del instituto. Lo miró fulminante, pero él no la estaba mirando en absoluto, sino que su mirada estaba fija en su plato, casi podría pasar por totalmente indiferente a ella de no ser porque podía sentir su mano palpar su muslo suavemente, dibujando círculos invisibles con el pulgar con lentitud.
Karin empezó a sudar frío, mirando frenéticamente a los rostros de todos los demás presentes en la mesa, pero ninguno parecía prestarles ni la más mínima atención. Su padre estaba hablando con Jinta y Yuzu, mientras que su hermano estaba observando con rostro sorprendido como la Kuchiki ahora conversaba con la tímida Shizune, incluso logrando arrancarle algunas sonrisitas adorables tan raras de su parte, Aiko, por otro lado, estaba concentrada en devorarse todas las sobras que habían quedado de la cena.
Una vez segura de que nadie les estaba prestando atención, le envió otra mirada de muerte a su novio antes de bajar una mano para disimuladamente tratar de apartarlo de su pierna, pero él no cedió ni un poco, todo lo contrario; su mano subió y subió audazmente hasta colarse apenas unos cuantos centímetros por debajo de su falda, y solo eso basto para que su rostro estuviera ya visiblemente rojo como un tomate.
Volvió a fijar su vista en los de su alrededor, asegurándose de poner una cara lo más normal posible o beber un sorbo de jugo cada que alguno siquiera pasaba la vista por su dirección, tratando de aparentar normalidad mientras sentía la mano masculina subir y bajar deslizándose con burla desde el borde de debajo de la falda hasta su rodilla.
Iba a matarlo, oficialmente era alienígena muerto. Pero… de todas formas se sentía muy bien, pero se sentiría mucho mejor si toda su familia y dos niñitas no estuvieran aquí, sobre todo porque el maldito estaba subiendo su mano por debajo de su falda cada vez más. No pudo evitar estremecerse cuando comenzó a acercarse demasiado peligrosamente al borde de sus bragas, y de inmediato sintió los ojos de Yuzu en ella.
-V-vaya… como que de repente me dio un poco de frío.- se frotó los brazos para aparentar.
-Oh.- su dulce hermana de inmediato se tomó la molestia de levantarse y cerrar todas las ventanas abiertas, haciéndola sentir culpable y fulminar con la mirada una vez más a su novio alíen pervertido, cuya mano se mantenía firmemente presionada en su muslo oculta por la falda. -¿Mejor, Karin-chan?- le preguntó preocupada.
-Umm… s-sí… totalmente. G-gracias.- sonrió nerviosa al sentir su dedo pulgar nuevamente acariciar su piel. Iba a matarlo.
La gemela mayor sirvió el postre y Karin apenas pudo fingir comerlo y disfrutarlo mientras la mano de Hitsugaya se deslizaba por el borde de las bragas, acercándose cada vez más peligrosamente al punto de unión entre sus piernas. Oh. Cielos. Santos. ¿Qué planeaba hacer con ella este pervertido?
Uno de sus dedos se deslizo por debajo de la delgada tela… ¡¿En serio?! ¡¿Aquí y ahora, frente a todos?! Su rostro rojo debía estarlos delatando completamente. ¿Tal vez todos se daban cuenta y no decían nada por lo vergonzoso que era la situación? Desde mañana no podría mirar a ninguno a los ojos. ¡Todos creerían que era una pervertida!
Su respiración se salió de control al sentir sus dedos rozar el inicio de su intimidad. Cielos… realmente… realmente iba a…
-¡MUY BIEN, HIJOS MÍOS!- de pronto su padre brincó de su asiento llevándose con él el mantel y volcando todos los platos, cubiertos y demás objetos en la mesa, pero aparte dejando al descubierto lo que pasaba debajo. Casi se infarta del puro bochorno, pero el de ojos extravagantes alcanzó a retirar su mano mientras todos fijaban su vista en el Kurosaki mayor. -¡Ya es hora de que demuestren lo que valen como yernos! ¡Y Rukia-chan!- señaló a la pobre alienígena. -¡Sé que serás una buena nuera, así que te tengo fe en esto!- junto sus manos con una mirada ilusionada. -¡El reto consiste en que cada pareja vaya a una habitación, y la que duré más horas haciendo crujir la cama será coronada la…!...- el indecente escándalo que estaba armando el barbudo se vio interrumpido por tres patadas: una en la barbilla, de parte de Ichigo; otra en el estómago, de parte de Jinta; y otra en su entrepierna de parte de Karin.
-¡VIEJO PERVERTIDO!- gritaron los tres con los rostros encendidos en llamas. Los otros tres no estaban menos sonrojados, y las niñas no parecían entender nada en lo absoluto, por fortuna.
-No sean así...- lloriqueó su padre una vez se desclavó de la pared. –Solo quiero más nietos, esas dos son adorables.- señaló a las niñas.
-¡No estés alentando a esos pervertidos a toquetear a mis hermanitas!- el de cabellos anaranjados le dio un puñetazo que lo mandó al suelo. -¡¿Qué clase de padre eres?!- pisoteó su rostro con excesiva fuerza. -¡Y por última vez, deja de tratar de emparejarme con esa extraña que metiste a la casa!-
Karin suspiró, en parte molesta y en parte aliviada de que su padre hubiera interrumpido las pervertidas intenciones de Toshiro, aunque haya sido con intenciones aún peores. Su novio, en cambio, estaba cruzado de brazos aun en su asiento con rostro frustrado. Lo fulminó con la mirada, luego tendría que hablar seriamente con él y sus hormonas alborotadas.
La noche terminó con las dos niñas dándoles un beso rápido a todos excepto a Rukia, a la cual aparte de besar también abrazaron y la hicieron prometer ir a visitarlas al hospital donde estaban y conseguirse un celular pronto para que pudieran chatear online (qué niñas, ¿eh?) y a Ichigo lo hicieron prometer que pronto las traería de nuevo para que pudieran volver a verlos a todos, pero más a la mujercita de ojos violetas. Realmente habían congeniado.
En cuanto el hermano mayor se llevó a las niñas, Jinta también tuvo que despedirse. Lucho media hora para zafarse del abrazo de Isshin antes de jalar a Yuzu afuera e ir a despedirse en un ambiente más privado entre ellos, ignorando completamente a Hitsugaya y apenas agitando su mano hacia la Kurosaki pelinegra.
Cuando la gemela mayor volvió sola con las mejillas enrojecidas y una sonrisa boba, Karin supo que ya era tiempo de que su novio se fuera también, y la idea la desalentó más de lo que podría haber creído. De cierta forma, le gustaba tenerlo allí con su familia, la hacía sentir… completa.
Suspiró observándolo despedirse de la rubia de ojos mieles y de su reemplazo como capitán y esquivar hábilmente el abrazo de su padre idiota. Entonces, él se volteó hacia ella y la tomó de la muñeca jalándola por la puerta hacia afuera, encontrándose con el aire fresco de la noche. Cerró la puerta, pero Karin podría apostar su camiseta autografiada a que su padre y su hermana debían estarlos espiando, por lo que fue su turno de jalar a su novio hasta el final del camino justo frente a la puerta de la cerca que bordeaba su casa, estando así fuera de los límites auditivos de su familia chismosa.
-Lo siento, pero tenía que alejarnos de la puerta, esos dos son unos chismosos.- dijo ella una vez soltó su brazo. -¡Pero tú!- clavó un dedo directo en la punta de su nariz. -¡¿Qué d-demonios fue e-e-eso que pasó en la cena?! ¡No puedo creer que seas tan pervertido! ¡Controla tus hormonas de extraterrestre!- despotricó con el rostro en llamas.
-Para mí no parecías exactamente disgustada.- comentó audazmente con una sonrisa pequeña pero descarada.
Ella se apartó casi temblando y aún más roja. ¿Este era el mismo Toshiro que la besó tan suave y brevemente la primera vez y tan torpe y lentamente la segunda? Vaya que había hecho un gran progreso en muy poco tiempo, ya estaba totalmente preparado y dispuesto a impregnarla.
-Cielos… he creado un monstruo pervertido.- suspiró con resignación. –Como sea… ¡S-solo no vuelvas a hacer algo así cuando estamos en público!- le chilló molesta.
-¿Entonces puedo hacerlo cuando estemos solos?- preguntó completamente en serio.
-P-pervertido.- se acercó a susurrar en su oído. –Sin embargo…- sonrió al sentirlo estremecerse con su aliento cálido. –Cuando estemos solos… podremos hacer mucho más que eso.- no tenían por qué malinterpretar su indignación con disgusto, ella estaba más que dispuesta a arrancarle la ropa en la primera oportunidad que se presente.
-T-tú…- se apartó sonriendo victoriosa al ver que ahora él era el sonrojado. –Realmente me haces sentir muy afortunado.- sonrió suavemente tomando su cintura y atrayéndola hacia él para darle un beso que la dejó sin aliento.
"¿Te hago sentir afortunado… pero aun así no lo suficiente como para que me ames?"
Agitó la mano a modo de despedida mientras lo veía marcharse y regresó a su casa cabizbaja. Esa noche lo había tenido todo, a su padre y sus hermanos, al idiota pero dedicado de Jinta, a la agradable Rukia-chan y a Aiko y Shizune quienes pronto serían sus sobrinas, y a Toshiro… y aunque faltaba su madre y siempre faltaría, por un segundo se sintió completa. Olvidó toda su preocupación.
Todo en el mundo había estado bien para ella hace tan solo un momento. Entonces todos sus problemas volvieron en avalancha.
Pateó a su padre, abrazó a Yuzu y le sonrió incómodamente a Rukia (que momentáneamente dormiría con Yuzu) antes de correr a su habitación y arrojarse de cara directo a su almohada sin siquiera tomarse la molestia de cambiarse a su ropa de dormir. Su mente estaba revoloteando de pensamientos no muy agradables para su confundido y abrumado corazón.
En tan solo pocos días su vida cambiaría totalmente, pero no solo su vida. La vida en su casa acababa de cambiar con la repentina y sorpresiva llegada de la teniente alienígena Kuchiki y pronto cambiaria aún más cuando ella se marchara a otro planeta abandonándolos para cumplir la misión que ella sentía era su responsabilidad y así ayudar al hombre/extraterrestre que amaba. Su padre se quedaría sin quien lo controle, su hermana sin su otra mitad, su hermano sin quien le diga cuando está siendo un idiota e incluso extrañaría a Shinji y Yukio, quienes ya no tendrían a quien los forzara para que salieran (o no salieran) con chicas. Rukia estaría para suplantarla en su hogar y como mujer en el equipo que ya no era más un quinteto, pero sabía que la echarían de menos tanto como ella a este montón de idiotas que amaba.
Iría a otro mundo para estar con el dueño de su corazón, pero este estaría frágil y debilitado por la pérdida de contacto con sus familiares y amigos que tanto amaba, y sí Toshiro nunca acababa de corresponder a sus sentimientos… ¿qué sería de ella y su corazón? ¿Qué sería de ella y ese bebé que pronto llegaría?
Hundida en pensamientos pesimistas, se durmió en un sueño inquieto.
Al despertar a la mañana siguiente, aprovechó al máximo sus momentos con Yuzu, e incluso no golpeó tan duro a su padre. Rukia estaba allí tal como su progenitor había arreglado, y ella felicitó a la gemela rubia por sus exquisitas habilidades culinarias. Era una mujer tranquila y agradable, se llevaba bien con su padre y conversaba con su hermana… Tal vez ellos no la extrañaran tanto con esta alienígena bien educada aquí presente para rellenar aunque sea un poco el vacío, esperaba poder confiar en ella.
Cuando llegó la hora de ir a la escuela, Toshiro y Jinta vinieron a recogerlas. Por desgracia para sus novios, tuvieron que quedarse pasando tiempo de caridad juntos porque las gemelas no se despegaron ni un solo segundo hasta que llegó el momento de ir a sus salones separados.
-¿Cómo estuvo tu charla con Jinta?- le preguntó burlonamente mientras caminaban a su aula.
-Hanakari es… sorprendentemente no tan irritante. Creo que me tiene miedo.- ella se rió entre dientes.
-¿Quién no le tendría miedo al imponente capitán?- se enganchó a su brazo. –Al principio hasta yo creía que eras espeluznante. Esperó que nuestro hijo no saque tu mirada de malas pulgas.- picoteó con un dedo el espacio entre sus cejas fruncidas.
Él la miró con ojos brillantes y ella tardó un momento en darse cuenta de que acababa de hablar como si ya fueran una pareja casada buscando tener un hijo. Y es que… vaya. ¿Realmente ya tenía tan instalada la idea de ser madre? Por supuesto que todavía se sentía aterrada pero… ya no se sentía como un futuro tan lejano, casi podía imaginárselo nítidamente. ¿La idea ya la había ilusionado acaso?
Llegaron a su aula ignorando las miradas indiscretas y se sentaron en sus lugares. Ella saludó a Renji a su lado, suspirando al escuchar el montón de susurros y cotilleo que se levantó en el lugar con esa simple acción. ¿Primero "novia" de uno del quinteto y luego novia del líder? Los chismosos tenían sus temas de conversaciones a reventar, más con el hecho de que pronto los "transferirían".
Pasaron rápido la primera hora y luego llegó la hora de Inoue-sensei… o más bien de Dokugamine-sensei. Cielos, extrañaba a Orihime-chan siendo su profesora, más que nada porque Riruka llegó apurada pateando la puerta y de inmediato comenzó a exigir la tarea (que Karin olvidó hacer por distraída). Empezó a sudar frío pensando en el castigo que tendría que soportar, pero entonces sintió un golpecito en su hombro proveniente del asiento de atrás.
-Ten.- su novio le tendió un par de hojas. –Sé que no hiciste la tarea, entrégale esto a Dokugamine-sensei y no tendrás problemas.- ella ojeó las hojas, dejando caer su boca abierta al ver que eran todas las soluciones a las consignas, ¡el tipo incluso imitó su letra y todo! –Por supuesto que mi tarea es diferente a la tuya, así no sospechara.- ella volteó a verlo justo a tiempo para obtener un pequeño guiño.
Con el rostro escarlata, entregó las hojas a su sensei justo a tiempo, preguntándose por qué Toshiro no pudo aparecer en su vida antes. Enamorarse de un extraterrestre genio increíblemente guapo era un combo que sin duda se debía valorar. Sí que lo amaba… Estaba tan pérdida en su mundo de suspiros y nubes en forma de corazones que casi se pierde la divertida discusión entre Riruka y Yukio por el rubio nuevamente queriendo jugar en clase, que él acabó por perder otra vez, por supuesto.
A la hora del receso, decidió que el almuerzo podía esperar y jaló a su chico hasta el salón de música que sabía ahora estaba desocupado, besándolo ferozmente apenas la puerta se cerró, dispuesta a darle un agradecimiento adecuado por su consideración.
El albino gimió sorprendido en medio del beso por su repentino entusiasmo, pero obvio rápidamente aprovechó la situación y tomó las riendas, empujándola contra una de las paredes y llevando sus manos casi automáticamente a colarse bajo su falda.
Gimió al sentirlo tantear sus nalgas mientras su lengua se colaba en su cavidad y de inmediato enredó una pierna a su alrededor, pegándose más a su cuerpo y frotándose el uno contra el otro con desesperación. Tenían poco tiempo y querían disfrutarlo al máximo.
Una de sus manos salió de debajo de su falda para deslizarse por su cuerpo, delineando la curva de su cintura y acariciando su espalda antes de terminar en uno de sus pechos y apretarlo con extraña delicadeza, arrancándole un tenue jadeo, entonces se desvió de su boca para concentrarse en morder y chupar el lóbulo de su oreja.
Desabrochó un par de botones del comienzo de su camisa y palpó su pecho por encima del sujetador. Ella suspiró entrecortadamente, sintiendo su respiración acelerar cada vez más y más. Pero, ante su evidente situación de desventaja, decidió tomar un poco de iniciativa y tirar de su rostro para atacar sus labios, mordiendo suavemente el superior antes de lamer el inferior, dirigiendo sus manos a meterse por debajo de la camisa de su uniforme escolar para arañar intencionalmente su piel, sabiendo que eso lo volvía loco.
Sus suposiciones no fueron erróneas, porque solo bastó con unos pequeños rasguños de sus uñas en sus pectorales para tenerlo correspondiendo a su beso con ferocidad mientras sus intimidades se frotaban con mayor ahínco aún por encima de la ropa y sus manos jugueteaban uno apretando a veces suave y a veces fuertemente uno de sus pechos y una de sus nalgas.
Ellos respiraban agitadamente en medio de su beso, con las mejillas rojas y las ropas cada vez más flojas. De pronto, él comenzó a mover más la mano debajo de su falda, rozando la tela de sus bragas, trazándola con parsimonia que amenazaba con enloquecerla. Sin embargo, antes de que pudiera llegar más lejos, el timbre que indicaba el fin del receso sonó y tuvieron que separarse muy a regañadientes, acomodando sus ropas a toda prisa.
Ella se peinó el cabello con las manos para luego tratar de desarrugar lo más posible su camisa ya abotonada otra vez. Fijó su vista en él, viéndolo tratar de alizar su camisa y peinar su cabello en un apuro también. Sus ojos se encontraron y ambos se sonrieron, aunque claramente la frustración no los dejaría concentrarse por el resto del día escolar.
Oh, bueno… continuarían con esto en algún momento.
Después de clases, los chicos del aún no disuelto quinteto organizaron una salida para pasar algún tiempo de calidad juntos en el parque, por lo que ella decidió ir con ellos y al poco tiempo Shiky y su hija se sumaron.
-Cielos, no puedo creer que un idiota como Renji realmente haya podido tener una hija tan adorable.- Hirako se rascó la cabeza confundido mientras veía al pelirrojo y a la rubia ayudar a Kimi a columpiarse más alto y más alto mientras ella chillaba de alegría.
-No puedo creer que haya sido el primero en completar la misión.- Yukio hizo una mueca de desagrado. –Aunque solo un idiota como él podría haber completado su misión en el primer año y ni siquiera saberlo.- rodó los ojos antes de volver a su videojuego.
-No lo sé, yo podría tener un par de hijos por ahí, también.- Shinji sonrió engreídamente, solo para que Karin le dé una palmada en la cabeza. -¡Auch, oye! ¡Solo bromeaba!- se frotó la zona afectada con lágrimas en los ojos.
-Par de estúpidos, no puedo creer que voy a extrañarlos.- miró mal a los dos rubios. –Traten de conseguirse novia rápido, me aburriré sola con esos tres idiotas allá.- rió cuando su novio y el pelinegro la miraron mal por rebajarlos al nivel del cabeza hueca de Renji.
-Te aburrirías en cualquier sitio sin mí, Karin.- Yukio le guiñó un ojo, riendo malvadamente cuando Toshiro lo fulminó con la mirada. –De todas formas, creo que nuestro planeta te agradará, una vez te acostumbres a la diferencia de gravedad, al menos.-
-¿Diferencia de gravedad? Ah, sí… esa es la razón por la cual aquí pueden moverse tan rápido.- lo había olvidado, pero se lo dijeron en su primera o segunda conversación y luego lo mencionaron varias veces aquí y allá. -¿Hay algo más por lo que deba preocuparme?- alzó una ceja.
-Bueno, la comida es un poco diferente.- Hirako sonrió nostálgico. –No tienen los mismos vegetales ni frutas, tampoco comen carne.-
-¿No comen carne?- arrugó la nariz. -¿Me obligaran a ser vegetariana? Quiero decir, Yuzu tiene sus benditos lunes sin carne, pero no sé sí me guste del todo la idea.- cruzó sus brazos por debajo del pecho.
-Bueno, se solía comer pez. Pero en épocas de guerra todo el material pesquero va a ser fuente de alimento de los soldados, eso incluye las plantas marinas. Lástima, porque son deliciosas.- el dientón lloriqueó. –Cielos, extrañó a Unohana cocinando todas esas basuras para nosotros, pero ella tuvo que irse con los batallones y yo vine aquí.- hizo un mohín.
-No veo porque te quejas, tú eres el que dice que nadie hace comidas más deliciosas que en este mundo.- Yukio bufó con irritación.
-Y es cierto, pero aun así puedo sentir un poco de nostalgia.- se encogió de hombros. –De todos modos, no te preocupes Karin-chan, estoy seguro de que te acostumbraras a nuestra comida bastante rápido, tienen muchos más nutrientes que estas cosas repletas de químicos que venden en sus tiendas.-
-A mí me gusta la comida de la mujer.- de repente comentó Ulquiorra, mientras los demás lo miraban con rostros verdes solo de recordar el horrible gusto culinario de Orihime. –Seguro encontrara ingredientes interesantes para seguir cocinando allá.- se llevó una mano al mentón.
-Bueno, tal vez yo pueda aprender a cocinar platillos de su planeta.- la pelinegra se rascó la nuca. –Nunca me fue muy bien con la cocina aquí.- una gotita resbaló por su sien. Entonces, de repente se le ocurrió algo. -¡Ah, Toshiro!- volteó hacia su novio. -¿Cuál es tu comida favorita de aquí?- lo miró expectante.
Él dejó su celular por un minuto, meditando su pregunta antes de responder al principio con vacilación y luego con más seguridad.
-La verdad prefiero las comidas de Seireitei a las de aquí, pero no puedo negar que me he encariñado demasiado con una de sus frutas llamada sandía y las jabas confitadas también me agradan bastante.- comentó lanzando un suspiró. –Creo que las extrañaré.-
-Claro, el capitán extrañara los bocadillos y no a sus propios subordinados.- Yukio fingió una mirada herida.
-Ser derrotado por un gran montón de carbohidratos.- Hirako se llevó una mano al pecho dramáticamente.
-Ustedes son patéticos.- comentó Ulquiorra fríamente.
-Oye, ten un poco de piedad.- Shinji hizo una mueca, de repente más serio pero sin haber dejado de bromear del todo. –Llevábamos dos años siendo solo nosotros cinco, y ahora volveremos a ser siete como cuando recién comenzábamos y liderados por una chica. Ustedes vivirán felices allá con sus mujeres y quién sabe si siquiera se acordaran de los dos rubios solterones.- se abrazó a los hombros de Yukio, que aunque pareció disgustado no hizo intento alguno de apartarlo.
-Oh, por favor, Shinji.- todos voltearon al escuchar a Renji acercarse solo, mientras que Shiky y Kimi se quedaron en los columpios. –No seas tan dramático. Todos ustedes malditos idiotas son como unos hermanos para mí.- se sentó entre los rubios separándolos de golpe y palmeó sus espaldas. –Con todo respeto, capitán.- miró nerviosamente al albino, que le restó importancia al asunto. –Como sea… sé que siempre tuvimos nuestras diferencias y esos dos me siguen dando miedo.- señaló a los más fríos e inexpresivos con el pulgar. –Pero ya me acostumbre demasiado a sus horrendas caras, así que por más que pasen los años no se libraran de mí. Eso lo prometo.- sonrió con camaradería.
-Ja… como sí realmente los dejará huir, montón de cachorritos enamorados.- la sonrisa de Shinji regresó. –Ya lo verán, ¡me conseguiré una chica muy pronto y me iré a fastidiar sus felices matrimonios!- rió malvadamente, pero luego su gesto se suavizó. –Tampoco se libraran de mí, lo prometo.- sonrió.
-Bueno, yo definitivamente los odio. En especial a ti, capitán. Nunca te perdonare por destrozar mi videojuego.- Vorarlberna fulminó con la mirada a Hitsugaya, que solo rodó los ojos. –Pero… a diferencia de ustedes, que siempre estuvieron rodeado de familias o amigos y recuerdan con nostalgia su pasado, yo detestó el mío. Nunca tuve amigos antes de ustedes y…- apartó la mirada, sus mejillas un poco rosadas. –Nunca sentí lo que era tener una verdadera familia, hasta que me quedé atascado en esta roca azul con el grupo de personas más inestables, arrogantes y molestas que he conocido nunca, pero supongo que así son las familias, ¿no?- sonrió ladinamente. –Nunca me olvidaré de ustedes, lo prometo. Y más les vale no olvidarse de mí.- susurró, antes de repentinamente enterrar el rostro en su consola rosa brillante marca Riruka y fingir como que no acababa de decir ese discurso emotivo.
La Kurosaki sonrió al escuchar a Renji y Shinji reír, pero se removió incómoda en su lugar en la banca del parque junto a su novio, sintiéndose como que no debería estar ahí y ese era un momento intimo entre los cinco, pero ahora que estaba aquí creía que podría romper la magia del momento levantándose para darles más privacidad.
-Yo…- todos se sorprendieron al escuchar a Ulquiorra hablar, pero parecía que él tenía algo que decir también, por una vez. –Siempre viví una vida solitaria y vacía. Me crié en los regimientos, mi mente, mi cuerpo y todo lo que soy, fue formado pensando en lo que se requería para formar un soldado ideal. Llegué a ser el cuarto mejor entre mi grupo de diez unidades, pero entonces a todos los mataron en la guerra y yo quedé malherido, así que me rebajaron a civil especializado y como aún era tan joven decidieron meterme en este grupo. Debo admitir que al principio no le vi el menor sentido a esta misión, y ninguno de ustedes me agradaba.- gotitas resbalaron por la nuca de los otros cuatro al escucharlo. –De hecho, nunca nadie me había agradado, ni siquiera el grupo de diez unidades donde me crie, ninguno de mis compañeros llegó a importarme realmente… bueno, hubo uno con el que tenía una especie de rivalidad y me disgustó que muriera sin antes haberle dado una revancha, pero ese no es el punto. El primero al que llegué a admirar fue al capitán Hitsugaya.- Toshiro miró con atención, expectante por sus siguientes palabras. –A pesar de su juventud, tomó las riendas de este equipo con total eficiencia y dedicación. Se involucró personalmente con nuestras misiones y se preocupó sinceramente por nuestro bienestar, hay muchas cosas que no habría logrado sin su ayuda.- los ojos turquesas se ampliaron sorprendidos, pero luego apartó la mirada y era bastante obvio que contenía una sonrisa. –Hirako me sorprendió. Nunca creí que un idiota pervertido como él pudiera ser de hecho el más sabio y experimentado de nosotros.- Shinji al principio hizo mala cara, pero luego comenzó a sonreír. –En esta rara familia, consideró que él tomó el rol de padre. Nos cocinó y atendió medicamente, y siempre fue capaz de tener seriedad cuando la situación lo ameritaba.- la sonrisa de Shinji tembló un poco y a Karin le dio la impresión de que estaba a punto de llorar. –Renji siempre me pareció un idiota, y aun ahora todavía pienso lo mismo.-
-¡OYE!- el pelirrojo se vio mortalmente ofendido.
-Pero… a pesar de que realmente eres un gran estúpido.- el tatuado mantuvo su mueca. –Logré ver que te esforzabas por hacer las cosas más fáciles para nosotros. Siempre que había un ambiente tenso, tenías alguna actividad relajante para calmar las cosas, siempre que nos confundíamos respecto a las tradiciones humanas, dabas el primer paso sin importarte quedar en ridículo por nuestro bien. Tu lealtad y capacidad de comprensión aun sin que las palabras necesiten ser dichas, fue lo que me llevó a respetarte.- el rostro del ya padre se suavizó, antes de estallar en una gran sonrisa, entonces él se levantó alejándose de los rubios para sentarse junto a Ulquiorra y rodear sus hombros con un brazo, sin importarle que este lo golpee. –Y por último, Yukio…-
-No es necesario que me digas palabras bonitas, ya entendimos tu punto.- el menor de los alienígenas no levantaba la vista de su amado videojuego.
-Quiero hacerlo, no obstante.- Ulquiorra insistió. –No sé si ya se me contagió el sentimentalismo de la mujer, pero siento que he estado callado el tiempo suficiente.- hizo un último intento de apartar a Renji antes de suspirar derrotado y volver a centrar su atención en el menor. –Me pareces el más negligente e inmaduro de los cuatro, cometes cientos de errores y no los admites, aún te falta mucho por crecer mentalmente.- el de ojos verdes casi deja caer su consola, antes de fulminar con la mirada al pelinegro. –Sin embargo, pese a que te ha costado adaptarte a este mundo, más en lo social que en lo tecnológico, y también te costó aún más adaptarte a nosotros, eres probablemente el que más maduró en estos años, y tus errores te servirán para que sigas aprendiendo.- Yukio lo miró confundido, sin entenderlo del todo. –Eres el más joven de nosotros, tanto física como mentalmente, por lo tanto, eres el que más ha tenido que soportar en todos estos años, aun te quedan muchos errores por cometer y mucho por aprender, mucho por corregir. Tus hombros son jóvenes e inestables y ya cargan con mucho peso, pero cargaran aún más. Lo que trató de decir, es que eres el más débil de nosotros en este momento, pero tengo el presentimiento de que terminaras siendo el más fuerte.- concluyó.
Yukio lo miró largamente, antes de guardar su consola (para sorpresa de todos) y por una vez ponerse a mirar al cielo, como meditando todo lo que acababa de escuchar, apartando el flequillo que cubría uno de sus ojos con una mano enguantada para tener una mejor visión.
-Yo el más fuerte, ¿eh?- murmuró suavemente. –Eso es algo que me gustaría restregar en la cara de Hitsugaya.- sonrió arrogantemente sin dejar de mirar al cielo azul que más allá estaba comenzando a nublarse, por lo que tal vez llovería pronto.
-Tengo que decir…- la sonrisa de Shinji volvió a ser estúpida. –He vivido con este tipo más de cinco años y creo que hoy ha dicho más palabras juntas que en todo ese tiempo multiplicado por tres.- se carcajeó estúpidamente mientras Renji lo imitaba.
-Vamos, capitán, ¡es tu turno!- el pelirrojo le sonrió al albino. –No creo que superes el súper discurso de Ulquiorra, pero todos queremos escuchar que admitas cuanto nos amas.- pestañeó con coquetería, ganándose un golpe de Shinji, por lo que le devolvió el golpe y estuvieron golpeándose hasta que Toshiro los detuvo con solo una mirada de advertencia.
-Yo…- vaciló. -¿Realmente esto es necesario?-
-¡Sí, obvio!-
-¡Claro, por supuesto!-
-¡Sí yo lo hice tú también!-
-De acuerdo, de acuerdo.- suspiró pasándose una mano por el pelo ante las presiones de los rubios y el tatuado. –Como todos saben, yo perdí a mi familia a causa de la guerra que nuestro mundo está atravesando, y la verdad es que nunca me gustó hablar de eso.- suspiró mientras la pelinegra lo miraba preocupada. –Cuando me asignaron ser el líder de esta misión, fue exclusivamente para no enviarme al frente como un alto mando en la guerra debido a mi juventud. Al principio consideré esta misión casi un chiste, nunca pensé que me involucraría con tanta profundidad con este equipo y cada caso en particular. Llegué a preocuparme y velar por ustedes a un punto que a veces hasta yo mismo me sorprendía por a dónde estaba dispuesto a llegar. En este punto, me siento feliz de decir que…- de repente envolvió un brazo alrededor de la cintura de Karin, mirando con aprecio al resto del grupo. –Aunque nada nunca podrá reemplazar la familia que perdí, también he llegado a considerarlos parte de mi familia. Yo sé que si ellas estuvieran aquí… los recibirían con una sonrisa.- sonrió levemente.
Ulquiorra pareció bastante sorprendido por sus palabras. Hirako y Renji parecían a punto de llorar. Yukio lo miró anonadado por largo tiempo, antes de sonreír con suavidad, viéndose profundamente conmovido. Karin solo pudo regalarle una sonrisa también, sabiendo que ella en cierta forma había sido incluida en lo dicho por su novio, y posó la cabeza en su hombro, abrazándolo por la cintura.
-V-vaya…- Shinji se cubrió los ojos con el antebrazo. –Te esmeraste esta vez, mocoso.- sonrió aun sin destapar sus ojos.
-Me alegra escuchar que le importó al capitán.- Renji aún no podía creérselo.
-Ha sido sorprendentemente halagador.- fue lo único que dijo Ulquiorra, volviendo a su habitual modo poco hablador.
-Ya sabía que me amabas, pero es bueno ver que dejes de hacerte el difícil.- Yukio sonrió arrogantemente.
-Pero siguen siendo unos idiotas.- el albino rodó los ojos, antes de que estos se posaran en ella. -¿Tú no vas a decir nada? Tu fiesta de cumpleaños es este fin de semana. No queda mucho tiempo y pronto estaremos más ocupados, tal vez no tengamos otra oportunidad para relajarnos como equipo.- de pronto su mirada se perdió en la lejanía.
-No sabría qué decir. Nunca fui buena con las palabras sentimentales y sé que no los conozco tanto como se conocen entre ustedes, siento que no debería haber estado aquí en lo absoluto mientras hablaban.- se frotó la nuca incómodamente.
-No digas tonterías, Karin.- Renji sonrió. –Sí tuviéramos que echar a alguien de aquí, ese sería Shinji.- todos asintieron de acuerdo ante esto, a lo que el dientón los fulminó con la mirada.
-¡Oigan! Solo están celosos de que Karin-chan me quiere más a mí.- se levantó para tratar de abrazarla, pero volvió a su lugar lentamente después de recibir la mirada de celoso-posesivo del de ojos turquesas. –E-en fin, Karin-chan… ¡Que no te dé pena! ¡Di algunas palabras para el grupo! No serás peor que yo o ese idiota.- señaló a Renji, empezando una nueva pelea de puñetazos hasta que el capitán le dio fin.
-Bien, de acuerdo.- se removió nerviosamente. –Umm… Realmente no los conozco desde hace mucho, y lo primero que quisiera decir es que me gustaría haberlos conocido desde hace más tiempo. Solo han sido tres meses y aún hay muchísimo que quiero averiguar sobre cada uno.- eso incluido su novio excesivamente reservado. –Lo segundo que quiero decir es que… sé que ustedes probablemente han pensado en más de una ocasión que yo no debería haberme involucrado en su causa, pero a pesar de que un hollow casi me "arranca el útero" como Yukio tan amablemente señaló.- todos fulminaron con la mirada al menor, que rodó los ojos. –Y a pesar de que tuve que mentir a mi familia, tener un novio falso y planear tácticas románticas, cosas que nunca pensé que haría, quiero que sepan que no me arrepiento de nada y nunca lo haré.- les dedicó una gran sonrisa.
-¡Aw, Karin-chan!- chilló Shinji lanzándose junto con Renji a abrazarla con Toshiro aun sujetándola de la cintura, quedando en un incómodo abrazo los cuatro al que Yukio se sumó envolviendo sus hombros con un brazo y Ulquiorra incluso posó una mano en su hombro para demostrar su aprecio.
-Je.- Yukio alzó la vista al cielo. –Al final este grupo es de seis.- sonrió cuando todos asintieron de acuerdo.
-Yo…- Karin sintió sus ojos aguarse un poco, sabiendo que esta era la manera que ellos tenían para decirle que la veían como una parte del quinteto, una parte de su pequeña familia. –No puedo creerlo, pero… los amo, montón de idiotas.- trató de envolverlos con sus brazos lo mejor que pudo.
Se quedaron así un momento, antes de separarse al escuchar un pequeño sollozo. Voltearon, viendo a Shiky con Kimi dormida en sus brazos, mirándolos con sus ojos verdes rebosantes de lágrimas y una sonrisa temblorosa, profundamente conmovida.
-Lo siento.- se disculpó secándose las lágrimas como podía con su hija en los brazos. –Es que ustedes son tan tiernos.- siguió sollozando hasta que Renji se separó de ellos para ir a consolarla, cargando él a su pequeña.
-Bien, estas fueron demasiadas cursilerías para mí.- Yukio volvió la vista a su videojuego mientras se alejaba probablemente para volver al hotel, a lo que Shinji se levantó con un suspiró al verlo chocar con varias personas por no levantar la vista.
-Iré a vigilar que ningún auto arroyé a ese mocoso.- negó divertido con la cabeza. -¡Nos vemos pronto, aún no se libran de mí!- trotó para alcanzar al otro rubio, empezando una conversación aunque este pareció no darse cuenta de su presencia en lo absoluto.
-Esos dos no tienen remedio.- ella soltó una risita. -¿Crees que sobrevivirán sin ti?- apoyó su frente contra el hombro de su novio.
-Confió en que Kuchiki sepa controlarlos lo suficientemente bien como para que no se maten a sí mismos o entre ellos.- rodó los ojos. –Por cierto, ¿cómo te sientes con ella viviendo en tu casa? Sí necesitas que hable con ella sobre algo lo haré con gusto.-
-No te preocupes, Rukia-chan es agradable.- aseguró. –Bueno, es raro tener a alguien más viviendo en casa. Desde que Ichi-nii se mudó solo hemos sido nosotros tres, pero es fácil verla como una hermana mayor y tal vez Yuzu no esté tan deprimida con mi partida teniéndola cerca.- rogaba por eso, entristecer a su gemela la haría sentir fatal.
-Todo estará bien.- fue lo único que dijo el de ojos extravagantes frotando su brazo reconfortantemente.
Se quedaron así hasta que vieron a Ulquiorra retirarse silenciosamente, murmurando algo de que iba a ir a reunirse con "la mujer" cuando le preguntaron al respecto. Kimi seguía dormida aun después de que sus padres hayan tenido una larga conversación, por lo que decidieron llevarla a casa en el auto de la rubia.
Una vez quedaron solo ellos dos, Toshiro tomó su barbilla con dos dedos y la besó suavemente, en un beso lleno de sentimientos que le provocaron más confusión que otra cosa, tan delicado y tierno que derritió su corazón hasta que se separaron por temor a llevar las cosas a más en un ambiente público.
De repente, él la tomó de la mano y la instó a pararse, jalándola hacia las orillas del río le servía de frontera a la ciudad de Karakura. Al principio no entendió el motivo, pero luego lo vio con la vista profundamente perdida en el ocaso y ella también se hipnotizó al ver el sol perderse en el horizonte.
-Es tan… hermoso…- no podía creer que hasta este momento nunca se había fijado demasiado en las puestas de sol, algo tan cotidiano pero que aun así no dejaba de impresionar.
-Las puestas de sol en Seireitei son diferentes a las de aquí.- comentó él con nostalgia. –Voy a echar de menos esto.- suspiró.
-Hmm…- entrelazó sus dedos, sintiendo una bonita sensación de paz invadirla. –Yo echaré todo de menos.- lo sintió tensarse ante eso, por lo que suspiró. –No es que no quiera irme, sé que valdrá la pena.- él volvió a relajarse solo ligeramente. –Pero así como ahora extrañas tu hogar, extrañare el mío. No se puede evitar.- era muy consciente de eso.
-Lo sé.- susurró.
Terminaron de ver el sol ponerse y luego él la acompañó a casa, despidiéndose con otro dulce beso antes de que saltara lejos.
Esa fue la última vez que pudieron pasar tiempo juntos en toda la semana. Los días que siguieron no pudieron verse tanto como quisieran debido a que ella estaba demasiado ocupada ayudando a Yuzu en su exagerada fiesta de cumpleaños-despedida y él estaba pasando más tiempo con su equipo, preparando a Rukia para ser su reemplazo y adiestrando a los nuevos chicos del equipo.
Suspiró aburrida en la clase de Riruka-sensei. Toshiro y Renji no habían venido, el primero porque tenía asuntos que tratar con la teniente Kuchiki y el segundo porque su hijita había solicitado su presencia y claro que la escuela no era excusa suficiente para separar al padre de su recién encontrada niña.
Este era su última hora de su último día de clases. Ya había tenido un momento emotivo con las chicas, que entre todas la abrazaron aunque de todos modos iban a verla en la fiesta de mañana, pero eran demasiado sentimentales como para perder la oportunidad, también se encargó de que aun en su ausencia ellas siguieran insistiendo en juntar a Shinji y Hiyori, porque sabía que Rukia probablemente no podría sola. Se contactó con sus amigos de la infancia, sus cuatro idiotas pervertidos que habían terminado en otras preparatorias, y los invitó también a su fiesta de cumpleaños después de escucharlos lloriquear por la nostalgia de la infancia que pasaron juntos. También se terminó de despedir de las personas que le caían medianamente bien de su salón y de la escuela en general, incluyendo algún que otro profesor y los directores.
Todo estaba listo… solo quedaba la fiesta de mañana y ya no volvería a su hogar. Su vida cambiaría para siempre.
-Muy bien, clase.- salió de sus pensamientos cuando su profesora llamó la atención. –El director me ha dicho que hoy será el último día de clases de los alumnos Abarai, Hitsugaya, Ulquiorra y Kurosaki. Me pidió que aunque haya pasado poco tiempo con ustedes fuera yo la que los felicitara por haber sido seleccionados por una prestigiosa escuela. Solo vinieron dos de los cuatro que deben marcharse, imaginó que están ocupados preparando todo así que no me quejare. Sin embargo, esperó puedan retransmitir el mensaje.- tomó aire. –La escuela se enorgullece de haberlos tenido como alumnos y les desea un futuro próspero. Hagan que sus vidas dejen una huella en el mundo que ni el tiempo pueda borrar. Si sienten que eso no es para ustedes y quieren retroceder, la escuela los recibirá con los brazos abiertos.- finalizó con una pequeña sonrisa. –Oh, y como esta es una ocasión de despedida para los compañeros, me tomé la molestia de hacer algunas galletas.- sacó una bandeja de quien sabe dónde con una montaña de galletas.
-¡¿Galletas?! ¡Genial, tengo hambre!- chillaron felizmente sus compañeros.
-¡Esta sensei ya empieza a caerme mejor!-
-¡A mí siempre me agradó, es linda!-
-¡Me encantan las galletas!-
Una gotita resbaló por la cien de Karin al ver a su profesora repartir felizmente las galletas, dos para cada alumno, aunque a ella y a Ulquiorra les dio una bolsita con cinco y también les encargó darle las suyas a Renji y Toshiro ya que faltaron. Más gotitas se deslizaron por la nuca de la Kurosaki al ver las galletas en forma de corazón con glaseado rosa y blanco que decía "¡Buena suerte!" era un lindo detalle, pero demasiado femenino (o infantil de paso) para su gusto.
Probó una y descubrió que realmente tenían muy buen sabor, por lo que probablemente al salir de la escuela se comería las de su novio también, sabía que él odiaba estas cosas y probablemente solo con verlas querría vomitar.
-Oiga…- volvió a salir de sus pensamientos al escuchar esta vez a Yukio hablar. -¿Puedo saber por qué yo no tengo galletas, sensei?- su tono era demasiado azucarado y aunque sonreía serenamente una ceja rubia no dejaba de crisparse producto de un tic.
-¿Ehh?- la mujer excesivamente femenina lo miró de reojo. –Oh, claro… Tú.- pronunció como si acabara de recordar su existencia. –Hice unas galletas extra especiales para ti.- sonrió también demasiado dulcemente, sacando algo de su bolso y escondiéndolo detrás de su espalda antes de que nadie pudiera ver de qué se trataba mientras se acercaba al rubio de ojos verdes. –Estoy segura de que te encantaran.- rió malvadamente dejando caer en su pupitre una bolsita con una única galleta en forma de Yukio, con su cabellera rubia cubriéndole levemente un ojo, su ridículo sombrero y la gabardina que usaba aún por encima del uniforme escolar aparte de una mueca estúpida en su rostro que parecía indicar que estaba llorando mientras sostenía lo que claramente era su consola rosa.
Toda la clase estalló en carcajadas mientras ahora ambas cejas rubias comenzaban a temblar a la par que su boca caía. Karin sofocó su risa, mentalmente preguntándose porqué su nueva profesora llegaría a tales extremos solo para fastidiar a su vanidoso amigo.
Quizás por primera vez en toda su vida, sintió su intuición femenina arrastrarse lejos de su oscuro rincón para darle una bofetada de comprensión. Sus ojos oscuros se ampliaron y se volteó incrédula hacia los dos que de nuevo habían comenzado a discutir. Sonrió al ver como Riruka forzaba a Yukio a comer la galleta, literalmente empujándola en su boca y manteniendo esta misma cerrada para obligarlo a tragar.
-¡Disculpe, Riruka-sensei!- alzó una mano apenas vio que su profesora terminó de darle palmaditas en la espalda a Vorarlberna luego de que haya estado a punto de atragantarse. -¿Podría acercarse un momento?- puso su sonrisa más amable, ganándose una mirada sospechosa de su amigo adinerado.
-¿Pasa algo?- la mujer se inclinó una vez estuvo a pocos pasos de distancia.
-Nada malo, quería preguntarle sí mañana tenía tiempo libre a partir de las cinco de la tarde.- sonrió inocentemente, aun sintiendo la mirada de Yukio taladrar su perfil.
-Ehh… planeaba corregir algunos trabajos, pero puedo dejarla para después. ¿Por qué?-
-Verá, mi hermana gemela organizó una fiesta de cumpleaños para ambas y despedida para mí, y quiere que la mayor cantidad posible de gente asista. Tengo entendido que usted es amiga cercana de Orihime-chan, quien ya está invitada, así que quería darle una invitación también.- le tendió una de las tantas tarjetitas que su hermana había imprimido.
-Oh, pues bueno.- tomó la tarjeta no sin algo de duda. –Creo que iré, ya que Orihime también se marcha y probablemente no tenga muchas más oportunidades para pasar tiempo con ella.- confirmó su llegada guardando la tarjeta en su bolso.
Karin siguió sonriendo, aun cuando al salir de la clase Yukio la tomó del brazo viéndola como vería al villano final que le impedía coronarse campeón de su videojuego favorito, con Shinji carcajeándose detrás y Ulquiorra impasible como de costumbre.
-No creas que no sé lo que estás planeando, Karin. Vi la mirada en tus ojos y desde ya te digo que ni lo pienses.- la soltó mientras caminaban a la salida. –Ya no eres nuestra casamentera, deja que Kuchiki Rukia-san se encargue y ya no te metas.- murmuró malhumorado. Ella siguió sonriendo.
-No sé de qué hablas, solo la invite a MI fiesta.- se llevó una mano al pecho inocentemente. –Puedo invitar a quién yo quiera.-
-Bueno, pues entonces yo no iré.- declaró tajante.
-Pues yo le diré a Toshiro y él arrastrara tu vanidoso trasero hasta allá.- sonrió triunfante al escucharlo gruñir de frustración.
Llegó a su casa a tiempo para ayudar a su hermana y a Rukia-chan a preparar la cena ya que Ichigo vendría y traería a sus niñas, Jinta también vendría pero por desgracia Hitsugaya estaba demasiado ocupado, para decepción de Yuzu y el viejo.
La cena fue tranquila y emotiva, pese a las discusiones de su padre y su hermano y su hermano con Rukia y las niñas con su hermano por meterse con Rukia y… en fin, su hermano era un peleonero, pero aun así fue relativamente pacifico para los estándares de la familia Kurosaki. Yuzu no dejó de llorar sobre ella y su hermano también le dedicó unas cuantas palabras.
Pudo ver un acercamiento más profundo entre Aiko y Shizune con la chica alienígena, para los celos de su hermano que no había podido evitar que empiecen a verla como una figura materna. Su padre seguía insistiendo en que los dos debían casarse.
Jinta parecía finalmente haber abierto los ojos y por fin prestarle la atención que merecía su hermana, los dos se veían asquerosamente enamorados, y aunque la disgustaba debía admitir que la aliviaba el saber que él cuidaría de su hermana.
Cuando la velada finalizó, Aiko se enganchó a la pierna de Rukia y Shizune tomó su mano, por lo que Ichigo al final tuvo que recurrir a la pequeña mujer para que lo ayudara a llevarlas al auto y así poder devolverlas al hospital. Ella no regresó sino hasta después de un buen tiempo, viéndose bastante confundida quién sabe por qué razón.
Jinta se fue al poco rato y su padre se excusó diciendo que tenía unos papeles que terminar luego de intentar abrazarla terminando con una patada en el rostro. Apenas su hermana volvió, de inmediato la tomó por la muñeca y la jaló hasta que llegaron a su propia habitación ya que en la de ella estaba su invitada, así que pudo adivinar que quería hablar de algo privado.
-Karin-chan…- susurró nerviosa una vez ambas sentadas en su cama.
-¿Qué pasa? ¿Es algo malo? ¿Jinta hizo algo que te disgustó? Porque ahora mismo puedo ir a matarlo y…-
-¡No, no, no, Karin-chan, espera!- agitó las manos frenéticamente. –E-escucha, es algo sobre Jinta-kun, pero… tienes que prometerme que no te enojaras ni trataras de matar a nadie hasta que yo terminé de hablar.- dijo con severidad que pocas veces se veía en ella.
-Bien.- gruñó malhumorada. –Habla.-
-B-bueno, pues…- su rostro se tornó rojo escarlata. -¿Recuerdas el baile que organizó tu salón? Ese sobre máscaras y galas.-
-Claro que lo recuerdo.- también se sonrojó aunque levemente al recordar que esa fue la primera vez que Toshiro la besó con pasión.
-Verás… luego de que tú y Toshiro-nii-chan se fueran de la fiesta, alguien vertió licor en el tazón de ponche. Yo bebí antes de que los profesores se dieran cuenta y lo cambiaran.- jugueteó con sus dedos. –Me sentía muy rara y estaba muy feliz de estar con Jinta-kun, y… terminamos yendo al hotel de la hermana mayor de Jinta-kun ya que ella no estaba allí y…- esperen, ¿qué?
-¡ESE BASTARDO!- rugió al entender a donde iba la cosa.
-¡Espera, Karin-chan!- la sujetó de la cintura para impedirle dejar la habitación hecha una completa furia. -¡Lo prometiste, lo prometiste!- ni siquiera escucharla sollozar fue suficiente para aplacar su furia, hasta que ella dijo lo siguiente. -¡Todo fue mi culpa, yo insistí! ¡Y él ni siquiera sabe que estoy embarazada aún!- eso fue suficiente para dejarla de piedra, completamente quieta y recta como una regla en su lugar.
¿Qué?
-Y-Yuzu…- sus ojos estaban demasiado abiertos y ni siquiera era capaz de formar palabras coherentes. –E-explícame esto, por favor.- pidió en tono suave, demasiado confundida como para estar enojada o triste o quién sabe qué debería estar sintiendo.
Volvieron a sentarse en la cama, esta vez con la gemela mayor sosteniendo firmemente las manos de la menor, casi como si tuviera miedo de que en cualquier momento volviera a saltar para asesinar a su novio pelirrojo estúpido.
-Jinta-kun estaba aún más borracho que yo, tuve que recordarle lo que sucedió.- empezó a relatar avergonzada. –Yo era la más sobria, yo debería haber evitado esa irresponsabilidad, pero hice todo lo contrario, insistí.- los ojos oscuros estaban abiertos a más no poder. –No usamos protección, así que desde el inicio sospeche que iba a terminar… como terminé. Pero estaba demasiado asustada como para hacer la prueba sino hasta hoy. Salió positivo.- pequeñas lágrimas se deslizaron por sus ojos. –No sé cómo decírselo a papá y menos a Onii-chan, sí tú reaccionaste tan mal no puedo imaginar su reacción.- sollozó. –Ni siquiera me atrevo a decírselo a Jinta-kun, somos tan jóvenes, él soñaba con ser beisbolista.- sonrió amargamente. –Seguro me odiara, todo es mi culpa, y Karin-chan tú te iras y me dejarás sola sin saber qué hacer y yo solo…- de pronto se lanzó a abrazarla. -¡Estoy tan asustada!- estalló en un llanto desgarrador.
Karin luchó por salir de su estado de shock al escucharla llorar de ese modo y con esfuerzo correspondió su abrazo, frotando reconfortantemente su espalda. No estaba muy segura de qué decir. No podía creer que Yuzu estaba embarazada, iba a ser madre tan joven y… bueno, ella pronto sería una madre joven también, así que realmente no era nadie para juzgarla. Sin embargo, sabía que sus situaciones eran muy diferentes. Ella ya tenía una idea de lo que le esperaba, mientras que su hermana estaba completamente aterrorizada por su futuro y el de su bebé.
-T-tranquila, Yuzu.- sus ojos se aguaron inevitablemente. Le gustaría decirle que la tendría a ella para apoyarla, pero ahora que se marchaba realmente no podía hacer nada. –T-todo saldrá bien.- ¿Qué podía decir? Tenía tanto miedo como ella. –No llores. Le harás mal al b-b-bebé…- le costaba decirlo, joder, le costaba siquiera imaginarlo. Su dulce Yuzu estaba embarazada del idiota de Jinta. Pero… por otro lado… no se le ocurría nadie que pudiera ser una mejor madre que ella. –Serás una madre increíble. Eso lo sé.- susurró.
La rubia siguió sollozando hasta poco a poco comenzar a calmarse. La pelinegra la apartó ligeramente después de un rato de dejar de escuchar los sollozos de la rubia, secando tiernamente las lágrimas que seguían corriendo por sus mejillas.
-¿Q-qué voy a hacer, Karin-chan?- su voz sonaba quebrada y temblorosa. -¿Qué voy a hacer si tú te vas?- la miró con ojos cristalizados llenos de temor, pero luego se volteó a ver su reloj y una pequeña sonrisa tiró de sus labios. –Al menos ahora tengo diecisiete…-
-¿Qué…?...- también se volteó a ver el reloj, dándose cuenta de que ya era medianoche, ya era seis de mayo. –Je… feliz cumpleaños, Yuzu.- de nueva cuenta se envolvieron en un abrazo. –Escucha… mañana tenemos hasta las cinco hasta que empiece la fiesta. Antes de eso iremos al hospital y confirmaremos tu estado, luego hablaremos con papá, Ichi-nii, y sí quieres y te sientes lista también hablaremos con Jinta.- tomó los lados de su rostro con ternura. –Lamento mucho el tener que irme cuando tú estás pasando por esto, pero no se puede evitar.- suspiró tristemente, no podía dejar plantado a Toshiro y todo su mundo ahora. –Pero siempre te apoyare y te amaré no importa qué. Eso no lo dudes.- sonrió al verla relajarse.
-De acuerdo… me alegra que al menos me puedas ayudar a darle la noticia a Onii-chan y papá.- sonrió levemente. –Mañana será un día duro, así que descansa.- le dio un último pequeño abrazo acompañado de un beso en su mejilla. –Buenas noches, Karin-chan.-
-Buenas noches, Yuzu.- apenas su hermana dejó la habitación, Karin se dejó caer en su cama con los ojos muy abiertos, totalmente aturdida por todo lo que acababa de pasar. Su último día en la Tierra iba a ser mucho más agitado de lo previsto.
Con miles de pensamientos tanto de preocupación como alegría y miedo dando vueltas por su mente, cerró los ojos y dejó que el sueño la venciera. Sin embargo, no duró mucho tiempo dormida hasta que el sonido de su ventana abrirse la despertó.
Abrió los ojos con pesadez, sin sorprenderse al ver que se trataba de su novio de cabellos blancos irrumpiendo en su habitación a la una de la madrugada como si fuera lo más normal del mundo. Estaba enojada porque interrumpiera su sueño, pero cualquier rastro de furia se desvaneció cuando se sentó a su lado y besó suavemente su frente.
-Feliz cumpleaños.- se metió bajo las sabanas y se recostó junto a ella envolviendo su cintura con sus brazos. -¿Sí lo dije bien, verdad? Nunca entendí por qué los cumpleaños aquí son tan importantes.- comentó en tono pensativo.
Ella soltó una risita y se frotó los ojos para acabar con los restos de sueño. Envolvió sus brazos pasándolos por su nuca para enterrar sus manos en su cabello y darle un pequeño besito que fue más bien un roce.
-Lo dijiste bien.- bostezó. –Pero venir a decírmelo a la una de la madrugada no fue exactamente normal, de hecho, sí vuelves a interrumpir mi sueño tendré que matarte.- enterró el rostro en su pecho, inhalando su aroma reconfortante. –Esta vez te perdonó porque realmente he estado deseando verte todo el día.-
-He deseado lo mismo todo el día también.- ella sintió sus mejillas enrojecer ante sus palabras. –Hubiera venido a medianoche, pero tenía algo que terminar. Vine tan pronto como me desocupe.- explicó sonando culpable.
-No te preocupes, es mejor que no hayas venido a esa hora, estaba con Yuzu.- suspiró al recordar la situación de su gemela. –Mañana tendré un día ocupado también, y con la fiesta a la tarde dudó que tengamos tiempo para estar juntos… bueno, sé que tendremos mucho tiempo allá, pero igual me gusta estar contigo.- se mordió la lengua para no decir algo más que delatara su estado de estado de enferma de amor por él, que pensaba que lo suyo era una simple cooperación para cumplir con su misión.
-Es comprensible. No te preocupes, me alegra que aproveches todo lo que puedas para pasar tiempo con tu familia.- frotó sus manos a lo largo de su cuerpo, haciéndola estremecer ligeramente. Él lo notó y frunció el ceño. –Pero ya que estoy aquí… podemos pasar un poco de tiempo a solas los dos.- pegó su frente a la suya antes de unir sus labios en un beso suave.
Ella suspiró contra su boca, cualquier rastro de sueño ya perdido mientras profundizaba el beso llevándolo a ser algo más demandante e intenso, abriendo sus labios para dejarle paso a sus lenguas.
Cambiaron de posición casi por instinto, ella encima de él sin romper el beso ni por un segundo. Sus manos dejaron su cabello blanco y empezaron a bajar por su cuello, deslizando los dedos por la línea de su clavícula, colándose por debajo de la camisa para seguir por sus hombros y hacer presión suficiente para desabotonar la mayoría de los primeros botones y así seguir su recorrido por pectorales rasgando levemente la dureza de sus músculos antes de bajar aún más hasta los abdominales desabrochando más botones en el proceso mientras lo sentía suspirar y jadear en medio de su beso.
Se separaron por un momento para que pudiera terminar de quitarle su camisa, pero cuando él quiso volver a besarla ella lo empujó colocando sus manos en su pecho para que su espalda se mantuviera pegada al colchó y sonrió traviesamente al bajar las manos lentamente por su torso hasta su estómago arañándolo levemente con todas las malas intenciones del mundo hasta detenerse en el comienzo de sus pantalones, trazándolo con la punta de los dedos disfrutando de sus estremecimientos.
Fijó sus ojos grises en los suyos turquesas oscurecidos levemente ocultos por el flequillo que había comenzado a pegársele a la frente por el sudor, luego su atención se desvió a su nariz recta y sus mejillas levemente enrojecidas, bajando hasta sus labios gruesos y apetecibles entreabiertos que dejaban escapar exhalaciones entrecortadas, luego a su cuello fuerte donde se podía apreciar una pequeña y casi imperceptible marca que ella había dejado no hace mucho. La chica se mordió el labio inferior al llegar a su torso y deleitarse con sus músculos bien marcados, esos brazos fuertes que la levantaban con facilidad y la abrazaban haciéndola sentir segura, su pecho firme en el que innumerables veces había recostado su cabeza, y esos abdominales que se moría por… cielo santo, ya los había tocado pero quería mucho más, quería…
Incapaz de resistir el repentino impulso al tenerlo debajo de ella completamente a su merced, retrocedió un poco en su posición sentada y se inclinó lo suficiente para sentir su erección presionando justo en medio de sus pechos en lo que atacaba ese delicioso six-pack con besos y lametazos, sonriendo en medio de su tarea al escucharlo gruñir y jadear por sus atenciones aparte de la fricción de su miembro erecto con sus senos.
Delineó las líneas de sus abdominales dejando un rastro de saliva hasta que se topó con la cinturilla del pantalón siendo un estorbo para continuar con su avance. Dudó un poco, pero luego reunió valor y empleó sus manos en la tarea de bajar la prenda junto con su ropa interior, sin importarle el hecho de que él se haya tensado significativamente apenas comprendió sus intenciones.
Su boca cayó abierta cuando su pene erguido casi le abofetea el rostro al salir de donde había estado confinado. Sintió sus mejillas arder como nunca ante la vergonzosa situación, pero su curiosidad era más y simplemente no podía quitarle la vista de encima.
Era… más grande de lo que imaginó, y menos peludo de lo que había visto en internet las pocas veces que su mente precoz dejó a la curiosidad ganarle al pudor. Era… bastante grueso, también, y podía ver algunas venas asomando debajo de la piel. El glande era de un color rosa tirando para algo más rojizo y los testículos también tenían un tamaño bastante considerable.
Sus nervios afloraron al pensar que pronto, sí no era esa misma noche, tendría todo ese… todo ese… toda esa cosa metida dentro de ella. Tomó una gran bocanada de aire y luego soltó un largo suspiró, sin darse cuenta de que todo ese aire caliente había golpeado directamente al "amiguito" de su novio sino hasta que lo escuchó atragantarse con su propia saliva.
Levantó la vista, solo entonces fijándose en el estado en el que había colocado al albino, que estaba apretando con fuerza las sabanas y la miraba completamente expectante, con sus dientes apretados tratando de contenerse de hacer un ruido lo suficientemente alto como para despertar a algún habitante de la casa.
Pese a que los nervios seguían torturando su mente, Karin no pudo evitar contener una sonrisa al verlo así. La hacía sentir… poderosa. Sus reacciones despertaron un salvaje torrente de deseo en su bajo vientre que lentamente se estaba extendiendo por todo su cuerpo. Quería más de esas reacciones, quería más de tenerlo a su merced.
No sin algo de vacilación, comenzó a arrastrar su pequeña mano por su muslo fuerte, sintiéndolo estremecerse cuando rozó sus testículos antes de envolver su mano justo en la base de su pene, arrancándole un pequeño gemido esta vez.
Él de repente se movió, apoyándose sobre sus codos para observarla con más atención, no ayudando en nada a hacerla sentir menos incómoda, pero no iba a retroceder ahora. Tragó saliva y apretó levemente su base, dándose cuenta de que no podía cerrar sus dedos completamente a su alrededor debido a su grosor, haciéndola sentir aún más nerviosa.
Alentada (y un poco excitada) por la forma en que su respiración se salió de control, ganó el valor suficiente para acariciarlo suavemente con el pulgar, frotando la piel cálida y ligeramente húmeda. Se mordió el labio, empezando a mover toda su mano de arriba a abajo con mucha lentitud, sintiendo su textura en la palma y los dedos de su mano mientras subían casi hasta llegar a la punta antes de bajar de nuevo. Empezó a repetir el proceso aumentando poco a poco la velocidad, pero sin realmente prestar mucha atención a su mano o a lo que tenía en ella; estaba más concentrada en el rostro de Toshiro.
Sus ojos turquesas se habían cerrado luego de un rato, seguía sostenido sobre sus codos pero aparentemente a duras penas pues estaba temblando casi incontrolablemente, tenía los dientes muy apretados y parecía estar aguantando algo aunque no podía imaginar qué, solo abría la boca para soltar grandes bocanadas de aire de vez en cuando, su pecho se agitaba incontrolablemente y sus caderas empezaron a pegar pequeños brincos una vez empezó a mover su mano a un ritmo considerablemente rápido.
La tenía completamente hipnotizada, realmente quería abandonar su tarea y volver a cubrirlo de besos, pero no podía en este punto.
Apretó los muslos y se llevó su mano libre a uno de sus pechos, sintiendo sus pezones apuñalar la fina tela de su sujetador y blusa de dormir. La excitación la estaba matando, quería más que nada que Toshiro la tocara, pero no podía parar de hacerle lo que le estaba haciendo porque si no probablemente la desvirgaría en ese momento exacto y dudaba que sea una buena idea eso ahora teniendo en cuenta que había otras tres personas en la casa.
Aumentó la velocidad de la masturbación sintiendo su rostro calentarse aún más al ver como gotitas de líquido preseminal comenzaban a escapar del pequeño orificio, haciéndolo más húmedo al tacto de modo que se deslizaba más fácilmente y de forma algo más desordenada, llegando a veces a tocar el glande pese a que esa no había sido su intención, pero se sorprendió mucho al ver que eso en realidad le gustó bastante.
Frunció el ceño, utilizando la nueva información para tratar de acariciar la punta con el pulgar cada vez que subía. Sonrió satisfecha al verlo caer sobre su espalda en el colchón debido a tener que utilizar una mano para cubrir su boca y así evitar hacer ruido.
Por primera vez desde que comenzó con la estimulación, centró su completa atención en su miembro, más precisamente en el glande. Recordaba… recordaba de esas estúpidas clases de educación sexual, su padre pervertido y conversaciones escuchadas en la escuela que a los chicos realmente les gustaba cuando las chicas usaban su… su…
Tragó saliva, enrojeciendo aún más (sí es que era posible) mientras consideraba seriamente el usar su… su boca o su lengua para aumentar el placer del chico que amaba, pero no estaba segura de sí eso sería una experiencia agradable para ella.
Bueno, esta era solo su primera experiencia realmente directa en la que se involucraba uno de sus sexos, sin ropas de por medio, no tenía por qué ir tan lejos si no estaba segura. Pero por otra parte… bien podría probar… a ver qué tal.
Decidida, y sin dejar de mover su mano de arriba hacia abajo, acercó su rostro a su erección y la observó atentamente. Se mordió el labio, luego respiró hondo y cerró los ojos, inclinándose y dando un certero y largo lametazo a su glande, probando algo de su sabor salado y amargo. Hmm… no estuvo tan mal como pensó que sería, tal vez luego profundizaría más en eso.
Abrió los ojos justo a tiempo para verlo presionar con más fuerza su mano sobre su boca para ahogar un profundo gemido mientras él también abría sus ojos turquesas llenos de sorpresa por lo que acababa de hacer. Sintió su miembro palpitar en su mano y bajó la vista justo a tiempo para ver un chorro de semen volar directo a su rostro, aterrizando en su mejilla y goteando por su barbilla.
Se apartó con la boca abierta, viendo otro par de chorros salir disparados empapando su mano y su estómago, aunque afortunadamente ninguna gota llegó a manchar las sabanas o sino habría tenido mucho que explicarle a su hermana.
-Yo…- trató de hablar pero la respiración se le atoró en la garganta. -¿Q-qué…?...- miró su mano recubierta del espeso fluido y con su otra mano tocó atónita con su dedo meñique su mejilla manchada. –Umm…- no sabía qué decir.
-K-Karin…- exhaló su nombre. -¿Tienes una toalla o algo para limpiarnos?-
-Ehh… ¡Eh! ¡Ah! ¡Ah, sí!- se acercó casi tropezando a su escritorio y sacó unos cuantos pañuelos descartables con su mano limpia. –T-ten…- le tendió unos cuantos después de limpiarse a sí misma.
Lo observó asearse con las mejillas rojas y luego apartó la mirada cuando volteó a verla. Permaneció sentada en el borde de su cama con los muslos apretados, preguntándose sí es que aquí se acababa su noche juntos ahora que él ya había tenido su diversión, porque de ser así mañana estaría muy frustrada y además…
-Karin.- se estremeció al de repente sentirlo justo detrás de ella con su aliento acariciando su oreja. –Te agradezco mucho lo que has hecho y todo, pero… tú eres la cumpleañera aquí.- tomó su cintura sin ningún aviso y la arrojó sobre la cama. Ella jadeó, antes de llevarse una mano a la boca, recordando que se suponía que no debía hacer ruido. –La verdad… hace bastante que quiero hacer esto, así que por favor… trata de ser silenciosa, no quiero que nos interrumpan.-
Ella cerró los ojos al sentirlo subir su blusa y bajar las copas del sujetador, dejando sus pezones erectos al descubierto y atrapándolos con sus dedos al segundo siguiente, pellizcándolos a ambos antes de liberar uno solo para reemplazar su mano con su boca, presionándolo con su lengua húmeda antes de introducirlo en su cavidad y empezar a succionar.
Mantuvo su mano firmemente presionada en su boca mientras sentía como él deslizaba su mano desocupada por su cuerpo.
Se negó a abrir los ojos al escuchar los tenues pero claros sonidos de succión a sus sensibles pezones en los que intercalaba las atenciones de su mano y su boca, pero aunque eso la tenía temblando de placer, estaba más concentrada en cómo su otra mano se colaba por debajo de su short.
Contuvo un chillido de sorpresa cuando no tuvo reparos en tocar primero por sobre la ropa interior y directamente pasó por debajo para palpar su vagina desnuda, encontrándose de lleno con la humedad abundante en su zona inferior.
Sus dedos grandes se deslizaron de arriba a abajo, trazando su hendidura con delicadeza que la volvía loca, se entretuvieron por un momento en el pequeño mechón de vello púbico que coronaba su entrepierna para luego distraerse un poco frotando la pequeña protuberancia llamada clítoris lo que la hizo arquearse en respuesta hasta finalmente llegar al centro de su humedad, introduciendo su dedo índice que fácilmente se deslizó en su interior por lo mojada que estaba en este punto.
Su dedo comenzó a entrar y salir de su interior, haciéndola sentir una extraña y picante sensación que la hizo removerse inquieta, luego él introdujo un segundo dedo y el impulso de mecer sus caderas al compás de su tranquila penetración se tornó intolerable, por lo que empezó a sacudirse contra sus dedos implorándole que aumentara la velocidad. En respuesta él mordió uno de sus pezones y ella se estremeció deliciosamente, disminuyendo la fuerza de sus movimientos mientras lo sentía aumentar el ritmo de los suyos.
Su mano se aflojó un poco cuando sus músculos empezaron a entumecerse por el placer. Sus dedos se movieron más rápido y pronto un tercero se sumó a la hazaña, mientras su pulgar se torcía para frotar con ahínco su clítoris. Su boca devorando sus pechos se volvió más audaz, mordiendo y lamiendo no solo sus pezones sino alrededor y en zonas cercanas que la tenían gimiendo en voz alta apenas amortiguada por su mano floja, hasta que de pronto lo sintió presionar su mano para ayudarla a permanecer callada.
Sus atenciones en su pequeño cuerpo tembloroso se volvieron más salvajes y rápidas, y sus dedos allí debajo de pronto tocaron algo que la hizo abrir los ojos de par en par al sentir un pequeño chorro de fluidos brotar de su sexo empapando aún más sus dedos.
Todo su cuerpo empezó a temblar incontrolablemente y sus pupilas se voltearon a la parte posterior de su cabeza mientras sentía al placer golpearla con la fuerza de un camión que la habría hecho gritar hasta despertar a toda la manzana de no ser por la mano de su novio ayudándola a cubrir su boca.
Pasados los gloriosos pocos segundos que se sintieron eternos, su cuerpo se desplomó y el cansancio fue tan abrumador que apenas notó a Toshiro besarla suavemente en la frente antes de caer dormida irremediablemente.
Cuando despertó a la mañana siguiente, estaba sola y se sentía pegajosa en exceso pero aun así de muy buen humor, no obstante. Lo primero que hizo fue dirigirse a tomar una ducha, saliendo ya vestida a tiempo para patear a su padre, abrazar a su hermana y aceptar las felicitaciones de Rukia-chan por su cumpleaños aunque ella aún no estaba muy segura de por qué debía felicitarla.
Desayunó compartiendo miradas nerviosas con Yuzu ignorando a su padre cantándoles la estúpida cancioncita del feliz cumpleaños en tres idiomas diferentes y una vez terminaron su desayuno inventaron una excusa y partieron con rumbo al hospital, dispuestas a confirmar el estado de la rubia.
Sí era cierto que estaba embarazada, eso significaba que aparentemente las dos iban a ser madres a los dieciséis, y la idea no la disgustaba pero si la preocupaba bastante, sobre todo porque no sabía que tanto podía confiar en el idiota pelirrojo para ser un buen padre para su sobrino o sobrina, o cómo reaccionaría su padre o su hermano.
Llegaron al hospital y se toparon con Ishida Uryuu, amigo de su hermano, al que saludaron cordialmente y le pidieron el favor de conseguirles un turno como su regalo de cumpleaños, sonriendo ambas lo más angelicalmente posible para ayudar al factor soborno. El joven doctor rodó los ojos, pero les sonrió negando con la cabeza y les dijo que esperaran en el pasillo mientras hablaba con la doctora que necesitaban.
Yuzu retorció sus manos nerviosamente sobre su regazo mientras Karin frotaba su espalda reconfortantemente. No pasó mucho antes de que su amigo doctor volviera con ellas y les indicara la habitación a la que debían ir diciéndoles que no se preocuparan por el costo de consulta en su hospital privado ya que él era el dueño y ellas eran hijas de la prima de su padre, de todos modos.
Entraron vacilantes a la habitación, encontrándose con una doctora muy alta con una sonrisa amable con la etiqueta de "Kotetsu Isane" en la parte superior de su bata blanca, por encima de su bolsillo relleno con unos cuantos bolígrafos.
-Es un placer conocer a familiares del joven Ishida-san.- les hizo una pequeña reverencia. –Llámenme Isane-sensei, por favor. Bien… ¿cuál es su asunto aquí?- las miró con atención profesional que hizo a Yuzu relajarse aunque sea un poco.
-Umm…- la rubia habló vacilante. –Yo quisiera… confirmar un posible embarazo…- se frotó el brazo incómodamente.
-No hay problema, por favor recuéstate en la camilla.- Karin suspiró aliviada al no encontrar prejuicio alguno en su tono. –Necesito tu edad, frecuencia de tu periodo, síntomas y…- le preguntó varias cosas a las que trató de prestarle atención teniendo en cuenta que pronto se encontraría en la misma situación, pero la verdad se sentía un poco abrumada por la situación como para estar muy centrada. –Bien, podría mandarte a hacer exámenes, pero hay un método más rápido.- le sonrió acercando una mesilla con una portátil encima y varios otros objetos que no tenía idea qué eran. Conectó algunas cosas y esparció un líquido raro en el vientre de su hermana después de hacerla levantar su blusa, comenzando luego a pasar un raro aparato sobre ella.
-¿Vamos a ver al bebé?- Yuzu se quedó boquiabierta.
-Primero vamos a confirmar que estés embarazada aunque ya estoy bastante segura de que sí, luego… ¡Oh!- Isane de repente se interrumpió a sí misma al fijar sus ojos en la pantalla.
-¡¿Qué?! ¡¿Qué pasa?! ¡¿Hay algo mal?!- los ojos de la gemela mayor empezaron a lagrimear.
-No… bueno… al menos ya confirme que sí estás embarazada.- la miró con una sonrisa amable y ojos brillantes.
-¿Pero por qué parece tan sorprendida? ¿Pasa algo con el bebé?- la pelinegra miró con el ceño fruncido a la doctora.
-En realidad… son bebés.- la boca de las dos hermanas cayó. –Estás embarazada de gemelos, querida. Gemelos fraternos, para ser más exacta.- sonrió radiante. –No soy doctora hace mucho y esta es la primera vez que me topó con un caso de gemelos, disculpen sí me emocione de más.- rió.
Karin cerró la boca de golpe, pero sus ojos siguieron estando muy abiertos. ¿Gemelos fraternos tal como ellas? Eso era… lindo, pero… eso significaba más responsabilidades y ella ni siquiera podría estar ahí para apoyarla ya que se iba mañana por la mañana.
Fijó sus ojos en su hermana, que ahora mismo miraba hipnotizada la pantalla de la portátil, con pequeñas lágrimas deslizándose de sus ojos color miel, pero logró apreciar que una pequeña sonrisa comenzaba a extenderse por su rostro. También miró a la pantalla, viendo dos pequeños frijolitos que cristalizaron sus ojos.
Oh cielos santos… ¿Cómo podría dejar a su hermana ahora, en la situación en la que estaba? ¿Cómo podría perderse apoyarla en estos momentos, perderse el crecimiento de sus sobrinitos en su vientre, perderse verlos nacer? ¿Cómo podría?
Karin amaba a Toshiro y quería ayudar a su mundo, pero amaba a su hermana y quería ayudarla también. Hitsugaya ni siquiera la amaba y estaban haciendo esto por el bien de su especie, pero él podría eventualmente encontrar otra chica a la que sí ame dispuesta a ayudarlo. Yuzu, por otra parte… Yuzu era su otra mitad, y sabía que la necesitaba más que nunca en estos momentos.
Antes el dilema había sido sí amaba a Toshiro o no, luego sí estaba dispuesta a sacrificar su vida o no, pero ahora el dilema era bastante simple y a la vez mucho más complejo. Yuzu o Toshiro. Su hermana o su amor. Todo un mundo al que realmente no le debía nada o sus sobrinitos no nacidos con una madre adolescente muy sensible.
Aún podía retroceder en su decisión de marcharse, pero entonces tal vez Toshiro la odiaría y en su mundo se sentirían ofendidos. Yuzu tal vez contaría con el apoyo de su hermano y su padre ¿pero cómo reaccionaría Jinta ante dos hijos con los que cargar?
Se sentía dividida, y aunque antes había estado tan seguro respecto a lo que iba a hacer, ahora se sentía como en el comienzo, no sabía qué hacer. Eligiera lo que eligiera, iba a lastimar a alguien y como sea una parte de ella terminaría muriendo. ¿Qué debía hacer?
Continuara...
Holaaa! :D
Y... listo! Este fic entra oficialmente en HIATUS por tiempo indefinido! TwT Ehh... no es que esté feliz por eso, pero ya les explique que queria concentrarme un poco más en los OS HK n.n
Esto es lo más largo que he escrito en toda mi historia escribiendo. Más de 21.000 putas palabras ¬¬ Espero que les haya gustado...
No quiero alargarme mucho más aquí porq el cap en si es muy largo, queria q fuera como dos en uno así no esperen q despues del Hiatus los caps tengan este largo porq simplemente nop xD
Ahora sigue Con el pie izquierdo, Honor al Amor, Purificacion, No me dejes ir... muchas cosas :'v
Lamento haber estado tan inactiva, explicare eso en mi pag en facebook q se llama Celeste kaomy-chan, si aun no le han dado Like, denle! ;D
Bue, los personajes de Tite, les ire dando spoilers de lo q sigue en este fic en mi pag, espero q nos leamos pronto, etc :P
COMENTEN PLISS! *o*
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
