Extraterrestrial.
Capítulo quince: Un solo beso.
Aún después de que pasó una hora desde que le dijeron la verdad de esas dos palabras que estuvieron atormentándola tanto tiempo, Karin todavía no podía creerlo.
Estaban tomando té mientras las dos mayores le frotaban la espalda para reconfortarla al verla tan deprimida. Se sentía como una completa estúpida. Tanto tiempo creyendo que su amor era incorrespondido, que él amaba a otra chica, y ahora le decían que se le había confesado semanas atrás y ella fue la que lo rechazó.
Frustrada no alcanzaba a describirla ahora mismo.
-Ya, ya, Karin-chan, no es tu culpa no haberlo sabido.- Orihime le frotó la espalda otra vez, sus haditas también le daban diminutas palmaditas. –No tienes por qué sentirte mal.-
-¿Por qué diablos no me dijo algo tan importante?- gruñó pasándose una mano por el rostro. –Ya hemos tenido problemas con esto del choque de culturas o como se llame, pero esto es… esto es simplemente ridículo.- suspiró antes de tomar un sorbo de su té sin muchas ganas.
-Tal vez pensó que alguien ya te lo había dicho.- sugirió Shiky. –O tal vez simplemente no pensó en eso, ya que es algo tan común en su mundo que quizás no creyó que en el nuestro sería diferente.-
-Supongo que tendré que preguntarle.- murmuró aún desanimada. –Pero estoy más nerviosa de tener que decirle que le mentí porque creí que me rechazó. Quiero decir, siempre discutimos por él ocultándome cosas y ahora debo decirle que le oculte algo y aparte le mentí.- sí que era toda una hipócrita.
-Todas las parejas discuten, estoy segura de que él te entenderá.- la reconfortó Shiky.
-Eso esperó.- tomó aire, volviendo a sorber de su té. –Como sea, luego hablaré con él. Lamento haber acaparado el festejo de tu compromiso con Renji, Shiky-san.- le sonrió a modo de disculpa. –Ah, también debía decirles que no podremos comunicarnos con los chicos en la tierra sino hasta mañana. Vengan después del almuerzo y allí podremos hablarles por fin.-
-Oh, de acuerdo, le diré a Renji.-
-Bueno, ahora me iré. Ya no debe faltar mucho para que tengamos visitas en casa.- suspiró.
Se despidió de las dos mujeres mayores y se encaminó por el mismo camino por el que había venido, siguiendo los grandes hongos. Caminó un poco más lento de lo normal, repasando en su mente lo que le diría a Toshiro una vez lo viera. Él probablemente la entendería, pero aun así se sentía tan feliz como nerviosa al respecto aunque no estaba segura de por qué. ¿Serían las hormonas del embarazo? Rayos, había olvidado que quería preguntarle a Shiky su propia experiencia. Bueno, ya lo haría mañana, ahora debía concentrarse en su esposo alíen exageradamente atractivo que todo el tiempo había estado tan enamorado de ella como ella de él.
Tan perdida en sus pensamientos estaba que no se dio cuenta de que había dejado de caminar y llevaba mucho tiempo parada bajo la sombra de un árbol solo pensando en su situación y en qué le diría a Toshiro. Se golpeó la frente y siguió avanzando, solo para encontrar su cara chocando contra el pecho del dueño de sus pensamientos.
-Karin, aquí estás.- suspiró aliviado.
-T-Toshiro.- lo miró sorprendida. –L-lo siento. ¿Estaba tardando demasiado? Me distraje y perdí mucho tiempo aquí en el bosque.-
-Pensé que podrías haberte perdido.- la miró con reproche. –Ise Nanao ya está en la casa esperando por nosotros, será mejor apresurarnos.- de la nada la cargó en brazos y comenzó a caminar de regreso a su hogar.
-¿Ya llegó?- maldición, creyó que llegaría más tarde y tendría más tiempo para hablar con su marido y tal vez hacer el amor hasta caer rendidos para demostrarle lo mucho que lo amaba o "apreciaba". -¿Dijo algo importante?- apartando los pensamientos indecorosos de su mente, lo miró con curiosidad.
-No, apenas llegó me mandó a buscarte. Quiere hablar con ambos.- murmuró, aunque por su mirada se notaba que algo lo estaba preocupando, no obstante optó por no insistir en el tema.
Su casa no estaba muy lejos, así que solo caminaron unos pocos minutos antes de llegar y entrar. Él la bajó al suelo y cerró la puerta detrás de ellos mientras Karin caminaba hacia el sillón donde estaba sentada Ise Nanao y se sentaba en el sofá frente a ella.
-Mucho gusto, Hitsugaya-san.- hizo una leve reverencia.
-Ehh, hola.- correspondió el gesto.
Toshiro se sentó a su lado y ambos miraron expectante a la mujer con lentes, misma que los miró con severidad por un momento antes de comenzar a hablar.
-Capitán Hitsugaya Toshiro, Hitsugaya Karin-san, de parte de todo Seireitei y las lunas Rukongai les doy las gracias por preocuparse por el futuro de nuestra gente y apegarse al programa de restauración a pesar de la juventud de ambos. Es nuestra máxima prioridad repoblar nuestras tierras y les garantizamos un futuro brillante y prometedor para su hija, el embarazo será tratado con la mejor atención médica de la que disponemos y a lo largo del desarrollo de la niña se le brindara la mejor educación y los mejores recursos para vivir una vida plena. En cuanto a Hitsugaya-san, sí su embarazo se lo permite y usted está de acuerdo, le pedimos humildemente ayudar en los cultivos para poder seguir enviando comida de buena calidad a nuestras tropas en el frente.- ante esas palabras, Karin la miró con la boca abierta.
¿Querían que ayudara en los cultivos? Nunca había hecho eso antes, pero era mejor que estar todo el día en la casa encerrada esperando a que su hija nazca y su marido no se muera en algún sucio agujero en el frente.
-Estoy de acuerdo, me gustaría ayudar.- accedió fácilmente.
Pudo sentir la mirada de sorpresa y un poco de desaprobación de parte de Toshiro, él probablemente quisiera que se quedara a descansar todo el día. Ya luego lo haría entender que a ella nunca le gustó estar demasiado tiempo sin hacer nada, se volvería loca.
-Tienes toda nuestra gratitud.- Nanao asintió con una suave sonrisa, antes de ponerse seria otra vez. –En cuanto al capitán Hitsugaya…- ambos se tensaron, imaginando lo que se venía ahora. –El consejo se ha reunido y ha decidido que retomes tus deberes como capitán de escuadrón. Se volverá a convocar un décimo escuadrón y se te dará el mando para que los guíes en el frente de Junrinan, tu tierra natal. Esta decisión es inapelable, en una semana te reunirás con el consejo y se espera que en dos semanas viajes a Junrinan para comenzar con tu reincorporación como capitán de escuadrón de élite.- Karin maldijo internamente, mirando con pesar a su marido. Él tenía los hombros caídos, pero miraba con determinación a la mujer de lentes. Ya estaba totalmente resignado a tener que marcharse, pero ella no podía aceptarlo como sí nada. Algo tenía que poder hacer. No podía perderlo cuando acababa de descubrir que sus sentimientos eran correspondidos, no podía perderlo ahora.
-Nanao-san.- llamó con voz baja a la mujer. -¿Es necesario que Toshiro vaya? ¿No puede quedarse… aunque sea un poco más?- estiró su mano para tomar la del chico, apretándola con firmeza.
-Temó que no.- la miró con lastima. –La decisión del consejo de Central 46 es inapelable. Él podrá tener breves periodos de descanso, sin embargo, podrá venir a visitarlas por una semana tres veces al año.- Karin se estremeció. ¿Tan poco tiempo? ¿Solo una semana tres veces al año? ¿Solo estaría con ella tres semanas a lo largo de todo un año? Y eso sí es que vivía. Pero era tan… ¡Era simplemente tan cruel! –Lo siento mucho, Hitsugaya-san. Ya está establecido por nuestras leyes que los soldados que representen una utilidad significativa en el frente deben pelear a menos que tengan un motivo más fuerte. Así que…- esperen.
-¿Un motivo más fuerte?- la interrumpió con ojos esperanzados. -¿Cuáles son esos motivos?- sintió la mirada inquisitiva del hombre en su perfil, pero su mirada se mantuvo fija en Nanao.
-Bueno…- se removió incómoda. –Sí tu embarazo fuera de riesgo y lo necesitaras a tu lado para mantener tu estabilidad mental, entonces podría quedarse, por ejemplo.- al ver su gesto pensativo, le lanzó una mirada de reproche. –Pero eso solo pasará sí tienes algún problema con tu salud y tu doctora lo ordena. De otra forma no.- advirtió y la terrícola maldijo mentalmente. –Otra forma es sí… bueno, sí murieras en el parto. Tendría que quedarse a cuidar a la niña y eso sería motivo suficiente para mantenerlo fuera de la guerra hasta que su hija cumpla al menos diez años. Pero eso sería horrible, por supuesto, y haremos todo para evitarlo.- aseguró.
La humana se recostó contra el sofá, pensando en lo que le había dicho. Parecía que no había forma de impedir que Toshiro vaya a la guerra después de todo. Ninguna forma que estuviera al alcance de su mano.
-Dime, Ise ¿cuándo tengo que ir a reunirme con la Central 46 para que me den con más detalle mis órdenes?- preguntó él mientras su mujer seguía pensando.
-En exactamente una semana, una hora después del amanecer.- le informó. Karin seguía pensando.
-¿Debo llevar recomendaciones para mi nuevo escuadrón?- ¿de verdad era imposible detenerlo de ir?
-Sería de ayuda, sí. Aunque ya tienen en mente a varios soldados.- ¿de verdad no podía hacer nada?
-De casualidad ¿Jidanbo sigue vivo?- sí hubiera una forma de impedir que él arriesgue su vida de esta forma entonces la tomaría sin siquiera duda.
-Sí, de hecho. Está actuando de guardián para Seireitei, pero podemos moverlo a tu escuadrón sí así lo deseas.- esperen, ahora que lo pensaba… él una vez había dicho que…
-Bien, entonces lo recomendaré.- ¿podría funcionar? Pero sí lo hacía tendría que…
-Como desees. En ese caso, ya es hora de que me vaya. Tengo cosas que hacer.- pero… no podía dejar a Toshiro morir. Simplemente no podía perderlo de ese modo tan cruel.
-Nanao-san.- la llamó con voz suave, provocando que ambos mayores la miraran sorprendidos.
-¿Sí, Hitsugaya-san?-
-Creo que había olvidado mencionarles un pequeño detalle.- murmuró con la boca seca, esperando que esto funcionara.
-¿Sí, Hitsugaya-san?-
-Karin ¿qué es lo que pretendes?- Toshiro la miró con cautela, como sí sospechara lo que estaba a punto de hacer.
-Yo…- tragó saliva. –Olvide mencionarlo, pero… no pienso quedarme a criar a la niña.- se cruzó de brazos, evitando mirarlos a los ojos.
Nanao la miró con la boca abierta, sus lentes deslizándose por el puente de su nariz. Sintió la mirada de Toshiro en ella pero fue demasiado cobarde para mirarlo.
-¿Karin?- tomó su hombro con una de sus manos.
-Hitsugaya-san, no bromeé con algo tan serio.- la mujer la miró espantada.
-No es ninguna broma.- se giró para enfrentarla completamente, aunque todavía evitando ver a su marido. –Toshiro me dijo que sí aceptaba no tenía por qué quedarme a criar a la niña, que solo podía dar a luz y luego era libre de irme a continuar mi vida en la Tierra ¿o acaso me mintió y ahora estoy atrapada aquí contra mi voluntad?- siguió firme a pesar de sentir sus dos miradas incrédulas en ella.
-Claro que no… Eres libre de irte, es cierto.- ajustó sus lentes y la miró confundida. –Pero ¿lo harías? ¿Abandonarías a tu esposo y a tu hija? ¿Lo harías, Hitsugaya-san?-
Ella tensó la mandíbula, sintiendo la mano de su marido en su hombro y llevando una de sus manos a su vientre.
Tal vez debería haberlo pensado más, pero ahora que lo estaba pensando otra vez seguía llegando a la conclusión de que era mejor que su hija tuviera a su madre lejos en vez de tener a su padre muerto. Él la cuidaría bien, estaba segura de eso.
-Esa fue la única razón por la que accedí a venir aquí en primer lugar.- mintió con mirada decidida. –Quiero ayudar a su causa, pero no estoy dispuesta a pasarme la vida en un planeta desconocido solo por mi generosidad.- la mano de Toshiro se alejó de su hombro como si quemara. Sabía que lo estaba hiriendo, pero era mejor eso a que muriera tal vez antes de incluso poder conocer a su hija. –Solo le dije a Toshiro que sería su elegida para darle un bebé, nunca le dije que me quedaría con él.- insistió para que no sospechen.
-Hitsugaya-san. ¿Estás haciendo esto para que no vaya a pelear por nuestra tierra?- Nanao la miró con profunda desaprobación.
-No. Es cierto. ¿O acaso alguna vez te dije que me quedaría Toshiro?- finalmente volteó a verlo, vacilando por un momento al observar sus ojos entrecerrados mirándola con dolor evidente en ellos, la profunda decepción en su mirada casi la hace retractarse.
-No… Nunca lo dijiste.- cerró los ojos y se llevó una mano a la sien. -¿Pero por qué? ¿Por qué nunca lo dijiste? Te dije que podíamos discutirlo ¿entonces por qué no lo mencionaste? ¿Por qué me dejaste pensar que…?...- su voz comenzó a subir, solo para cortarse abruptamente, mirando a su visitante de reojo. -¿Por qué no dijiste nada hasta ahora, Karin?- obviamente estaba herido.
-Lo olvide ¿de acuerdo?- se abrazó a sí misma, ordenándose no retroceder. –Estaba muy nerviosa, tenía mucho en mi mente. Shiky-san y Kimi-chan, mi hermano, mi fiesta de cumpleaños, mi hermana y su embarazo, y muchas otras cosas. Pero tú sabías que solo estaba haciendo esto para ayudarte y porque me gustas ¿o acaso no lo sabías?- apartó la mirada para que no pudiera descubrir su montón de mentiras.
-Lo sabía.- susurró él. –Tienes razón, realmente no debería sorprenderme.- la amargura en su voz fue palpable.
Karin se mordió el labio al sentir sus ojos aguarse, odiándose por estarlo lastimando de ese modo. Acababa de descubrir que él la amaba y en lugar de estarle confesando que sentía lo mismo estaba rompiéndole el corazón y diciéndole que lo abandonaría solo con su hija. ¿Pero qué más podía hacer? No podía dejarlo morir sí podía hacer algo para evitarlo.
-Entonces ya lo saben.- dijo luego de tomar una profunda respiración, alegrándose de que su voz no se quebrara.
-Ise… ¿Cuál es el protocolo a seguir en estas situaciones?- con una mirada llena de resignación, el hombre se volteó hacia la mujer de lentes, que se veía sumamente incómoda por lo que acababa de presenciar entre la pareja.
-Como este caso solo hemos tenido otros dos.- dijo después de suspirar. –Pero ninguno que incluya a un capitán tan valioso como tú. Tendré que consultarlo con la Central 46 y en dos días les traeré su veredicto.- se puso en pie. –Ya postergue demasiado mi tiempo aquí, me iré ahora y volveré en dos días con la respuesta, o bien para ver sí Hitsugaya-san ha cambiado de opinión.- la miró con recelo. –Hasta entonces.- hizo una reverencia y abandonó la sala, y a los pocos segundos oyeron la puerta cerrarse.
Toshiro y Karin quedaron solos en su sala de estar, evitando la mirada del otro.
Ella estaba muy nerviosa, tenía miedo de que él empiece a gritarle sus reclamos de un momento a otro, pero solo estaba sentado allí sin siquiera mirarla.
-Karin…- cuando finalmente habló, casi brinca en su lugar.
Volteó a verla llena de nerviosismo, sin sentirse lista en lo absoluto para enfrentar su ira.
-¿S-sí?-
-¿De verdad no sientes nada por mí?- volteó para encontrarse con su mirada, devolviendo las lágrimas a sus ojos grises al ver la miseria en sus ojos turquesas. –Después de todo lo que hemos pasado, después de venir aquí y casarnos, después de saber que seremos padres… ¿De verdad no sientes nada más que simple… atracción física por mí?- escupió esas palabras con rabia, comenzando a verse tan frustrado como miserable. -¿De verdad no te importó más que para acostarte conmigo?- auch, de acuerdo, eso dolió.
Apartó la mirada una vez más, sintiendo sus lágrimas al borde de derramarse.
Él había estado sufriendo desde que le dijo que solo le gustaba cuando le confesó sus sentimientos, y ahora lo estaba haciendo sufrir aún más y no podía decirle la verdad. No podía decirle lo mucho que también lo "apreciaba", porque entonces él iría a la guerra a morir y tal vez ni llegué a conocer a la niña que ahora crecía en su vientre. Y simplemente no podía tolerar esa idea tan desgarradora. No podía.
-¿Y qué esperabas?- se encogió de hombros, sin mirarlo para que no viera sus ojos diciendo a gritos que estaba mintiendo. –Te lo dije, solo me gustas. Y siento empatía por su causa. Te ayudaré y luego volveré para seguir con mi vida, para terminar la escuela y ayudar a mi hermana a criar a sus hijos… No puedo abandonarlos, Toshiro.- pero lo había hecho, los había dejado atrás por él. Pero ahora…
-¿Y me abandonaras a mí? Olvida eso. ¿Abandonarás a tu propia hija?- podía sentirlo mirándola con incredulidad, como sí no tuviera idea de la persona con la que estaba hablando.
Tal vez al final de esto terminara odiándola, pero al menos seguiría vivo.
-Soy muy joven para ser madre.- murmuró lentamente, pensando con cuidado qué palabras decir. –Tengo mis propios sueños en la Tierra.- en realidad aún no se decidía entre varias opciones, pero él no sabía eso. –Además, no intentes sermonearme ahora, Toshiro, tú fuiste el que me propuso ser tu elegida solo por la atracción entre nosotros, tú me dijiste que no tengo porque quedarme. ¿O acaso piensas negarlo?- lo recordaba muy bien porque en ese momento se había sentido ofendida de que quisiera usarla como una especie de incubadora, pero ahora estaba usando ese recuerdo doloroso a su favor.
-No, no lo negaré.- suspiró, recostándose contra el sofá. Su mirada se perdió en la pared y ella no pudo evitar pensar que se veía como sí alguien acabara de darle una paliza. –Está bien, en ese caso ya no te cuestionare.- de pronto, se puso de pie bruscamente y caminó hacia la puerta.
-¿Toshiro? ¿A dónde vas?- lo siguió, viéndolo sorprendida mientras abría la puerta.
-Iré a ver a Hyorinmaru. No me esperes despierta.- antes de que pudiera decir nada más, se marchó cerrando de un portazo.
Se estremeció ante el fuerte sonido, sorprendida por esa actitud en él.
Aunque no debería sorprenderse, pensó volviendo a sentarse en el sofá. Realmente acababa de arruinarlo todo, por una buena causa pero todo estaba arruinado.
Subió sus piernas al sofá y abrazó sus rodillas, enterrando el rostro en estas.
Una imagen de los ojos traicionados del hombre que amaba llegó a su mente y ella apretó los ojos con fuerza cuando las lágrimas comenzaron a derramarse. Al menos ahora estaba sola, así que dejó de fingir y se permitió llorar, sollozando amargamente por lo cruel que era la vida.
Honestamente ¿qué había estado esperando? ¿Ser una familia tranquilamente en este mundo extraño devastado por la guerra? Nunca creyó ser tan ingenua, obviamente habría problemas e injusticias, siempre los había.
Pensó que estaría bien solo permaneciendo al lado de Toshiro, por lo mucho que lo amaba y su enorme deseo de quedarse a su lado y ayudarlo en lo que era más importante para él, para que cambiara ese rostro tan frío y distante y pudiera traerle aunque sea un poco de felicidad, para que pudiera sonreírle más seguido, ese se convirtió en su sueño. Hoy descubrió lo duro que podía ser el destino, sus sueños se derrumbaron sobre su cabeza y ella no era la única afectada. Ella no era la única sufriendo.
Aún con lágrimas deslizándose por su rostro, cambió de posición para recostarse en el sofá y se llevó las manos al vientre.
Todavía no se había hecho del todo a la idea de ser madre, pero saber que tendría que alejarse de su bebé para mantener vivo a su padre era lo que más le dolía. Cuando estaba pensando en sí aceptar o no la propuesta de Toshiro, había tenido presente la posibilidad de elegir esta opción, y fue la primera que descartó porque creyó que no soportaría abandonar a su propio hijo o hija, pero ¿cómo es que podría mirar a la cara a su hija cuando creciera sí dejaba morir a su padre teniendo la oportunidad de evitarlo?
Incluso aunque doliera, estaba segura de que esto era lo correcto. Sabía que sí.
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Cuando finalmente llegó a la cueva donde Hyorinmaru normalmente habitaba después de comprobar que no estaba en el lago, ya había anochecido. El dragón asomó la cabeza al sentir su presencia, y al comprobar que era él salió por completo de la cueva y se le acercó para que pudiera acariciar sus escamas.
-Te ves miserable.- señaló la enorme criatura mientras acariciaba su hocico. -¿Sucedió algo con tu mujer?- nunca dejaba de asombrarse de lo bien que lo conocía su bestia gentil. Habían estado separados cinco años y aun así lo leía como a un libro abierto.
-Algo así.- su pecho se contrajo dolorosamente al pensar en ella.
-¿Quieres hablar de eso?- preguntó con voz inusualmente suave para una criatura normalmente tan gruñona.
-No es nada, realmente. Solo el hecho de que va a dejarme.- se sentó de piernas cruzadas en el césped. –Volverá a su mundo después de dar a luz a nuestra hija. No quiere quedarse conmigo, siente que estará desperdiciando su vida a mi lado.- hizo una mueca. –Lo peor de todo es que no puedo culparla.- se pasó una mano por el cabello, sus labios apretados en una fina línea.
-Pareces tener fuertes sentimientos por ella.-
-Le dedicaría mi vida.- confirmó sin dudar. –Sin embargo sé desde incluso antes de venir aquí que ella no siente lo mismo. No sé por qué por un momento me dio la impresión de haber cambiado eso.- qué ingenuo, nunca lo habría esperado de sí mismo.
-Es normal para jóvenes de tu edad sufrir por afectos pasionales, no obstante he de reconocer que no esperaba verte pasando por algo así tan pronto y menos con tanta fuerza.-
-Ni yo.- se cruzó de brazos. –Al principio solo éramos camaradas, ella me ayudaba en mi misión por la bondad de su corazón, pero entonces… no lo sé… comenzó a verme de otra forma y eso no me incomodaba en lo absoluto.- después de estudiar tanto tiempo el lenguaje corporal femenino para identificar a posibles interesadas en sus subordinados, no le costó mucho trabajo notar que la mirada de Karin hacia él no era de una compañera a un compañero. Lo extraño era que a él le gustaba que ella lo mirara de esa forma. –Creí que podría hacer que ayudara a Abarai a cumplir su misión, pero ella no estaba interesada en él. Y la verdad no quería que ella estuviera con él, quería que estuviera conmigo. Pasamos por muchas situaciones confusas y luego de alguna manera acabó aceptándome, y cuando lo hizo… fue el momento más feliz de mi vida hasta ese entonces.- el recuerdo lo hizo sonreír.
Habían muchas cosas que no acababa de entender de los humanos, a veces no entendía del todo lo que Karin le decía pero siempre intentaba parecer lo menos ignorante posible.
Al principio creía que la misión restauración era un desperdicio de recursos, consideraba que era más importante ganar la guerra primero y luego concentrarse en repoblar, pero acabaron designándolo como capitán de un equipo para la misión de buscar mujeres en la Tierra y no pudo decir nada para disuadirlos. A pesar de que el consejo lo quería en el frente, el rey y el comandante lo querían en la misión de restauración debido a su juventud, y muy en contra de su voluntad acabó varado en la tierra con los más grandes imbéciles que nunca había conocido y Ulquiorra.
Fue difícil estar lejos de Hyorinmaru, y mientras más sabía de la tierra y de los humanos menos le gustaba esa misión. Intentaba instruirse lo más posible para ayudar a sus subordinados y mandar información a Seireitei que ayudara a los otros equipos de restauración y así mismo que quedé de referencia para futuros equipos. Él también recibía información casi a diario y se aseguraba de compartirla con sus subordinados.
Se sintió muy orgulloso cuando a los tres años ya había conseguido que dos lograran completar la misión (a pesar de que realmente no había hecho mucho para ayudarlos) y los siguientes dos años pasaron sin que ocurriera nada significativo solo ellos cinco en la ciudad de Kyoto hasta que vio que nadie había hecho ningún avance importante y decidió moverse a otra ciudad, la ciudad de Karakura. Por unas semanas todo transcurrió normal, hasta que una compañera de clase lo vio asesinando un hollow y gritó aterrada.
En primera instancia solo la vio como una oportunidad de que Abarai cumpliera su misión, esa fue la principal razón por la cual accedió con tanta facilidad a decirle toda la verdad, pero luego se enteró de que la mujer que había creído como una elegida segura para Ulquiorra tenía como pareja a su hermano y… simplemente se desesperó. No lo mostró, por supuesto, pero se sentía acorralado, sin tener idea de qué hacer para ayudar a su subordinado. Y entonces se le ocurrió que la humana podría ayudarlo. Era su hermano con quien Inoue-sensei salía, y ella era una chica terrícola, así que debería saber más que él de alguna forma de solucionar ese problema. Cuando pidió su ayuda, se sorprendió a sí mismo diciendo más de lo que pretendía decir en primera instancia, y a medida que hablaba más se daba cuenta de que era una gran responsabilidad y más creía que ella rechazaría ayudarlo. Sí que se equivocó.
La bondad en el corazón de Karin era realmente impresionante, algo que nunca habría esperado de una humana. Siempre creyó que la gran mayoría de los humanos eran estúpidos y superficiales, con solo unas pocas mentes prodigiosas que los habían ayudado a avanzar aunque sea en una medida decente su tecnología. La verdad fue sumamente arrogante, creyendo a su especie mucho más superior a la de la Tierra, mirando a los humanos como si fueran seres inferiores.
Karin revolucionó todo su modo de pensar, cambió su perspectiva de muchos aspectos en solo unos cuantos meses.
Ella era mejor que muchas personas de Seireitei… por las lunas, ella era mejor que él. A pesar del modo tan frío en el que la trató aún quiso ayudarlo a él, a sus subordinados y a su mundo sin pedir nada a cambio. Dedicaba tiempo y esfuerzo en cubrir áreas en las que él era deficiente y no le importó poner su vida en riesgo aun sabiendo de los hollows a pesar de estar completamente indefensa contra ellos. Y para colmo, era más hermosa que una noche estrellada en los montes Hokutan.
¿Cómo podría no haberse rendido ante tales encantos? Trató de ignorar esos sentimientos, eligiendo procurar la felicidad de su subordinado antes que la suya, pero acabó entendiendo que Karin solo sentía amor por Abarai, mientras que por él ella sentía el tipo de atracción que llevaban a dos personas a formar una familia. Desafortunadamente, lo que ella sentía palidecía en comparación a su creciente afecto pasional.
Karin solo sentía mera atracción por él y tenía una bondad tan grande en su corazón que cedería a su hija por la causa de Seireitei, por su causa, y aun así se atrevió a abandonarla por haberle recordado la verdad, solo por sus sentimientos heridos. Qué patético y poco digno de su parte.
Le debía tanto, pero aun así…
-Tengo la impresión de que necesitas hablar de eso a pesar tus palabras.- la fuerte voz del dragón lo devolvió a la realidad. –No te he visto tan afectado desde que perdiste a tu familia.- un poco de compasión destelló en sus ojos rojos.
-¿Con qué sí?- susurró con los ojos fijos en el cielo estrellado asomándose entre las hojas. Las estrellas se veían mucho mejor en su tierra natal que en el planeta de los humanos. –Bueno, supongo que estaba feliz con la idea de formar mi propia familia con mi mujer, pero ahora ella me ha dicho que se irá y aunque debí imaginarlo y todavía tendré a nuestra hija yo…- un nudo se instaló en su garganta, impidiéndole terminar de hablar por un momento. –…No sé sí estoy listo para perder a alguien más.- llevó una mano a cubrir sus ojos cuando sintió las lágrimas arderle tras los parpados.
Hyorinmaru inclinó su cabeza para presionar su hocico suavemente en su mejilla, una muestra de afecto poco frecuente pero siempre sincera que agradecía mucho en momentos como este.
-Llorar no es una muestra de debilidad, ya sabes.- murmuró al verlo presionar sus ojos con su mano para evitar derramar lágrimas. –Solo es una prueba de que tu dolor necesita manifestarse, y es la forma más noble e inofensiva de mostrarlo.-
-Soy un capitán, debó descargar mi dolor en el campo de batalla, no frente a un amigo.- tomando una profunda respiración, finalmente logró calmarse y acarició el mentón de la enorme criatura. –Aunque es probable que no veamos el campo de batalla en una buena década.- suspiró.
El dragón se apartó de él para mirarlo con confusión.
-¿Cuál es el significado de esas palabras?-
-Bueno, hoy la asistente en jefe del capitán comandante Kyoraku, Ise Nanao, llegó a mi casa para informarme de la decisión del consejo de la Central 46…- empezó diciendo para luego redactarle con lujo de detalle lo que había pasado en esa hora que la mujer de lentes estuvo en su vivienda. –…Y fue entonces cuando Karin me recordó que jamás me había dicho que se quedaría.- el recuerdo lo hizo fruncir el ceño. –Ella dijo…- a pesar de que le dolía recordar sus palabras tan duras, las citó con exactitud para que su amigo pudiera entender su situación y darle su sabio consejo, habiendo él vivido mucho más que todas las personas vivas en Seireitei y las lunas Rukongai. -…Entonces le dije que no me espere despierta y vine aquí. Tal vez fui muy brusco con ella, pero no quería darle más lastima con mi sufrimiento.- terminó de contar con un suspiro.
-Hmm…- el dragón entrecerró los ojos por un momento. -¿Sabes qué impresión me da lo que acabas de contarme?-
-¿Qué?- lo miró confundido, sin entender el porqué de la pregunta.
-Me da la impresión de que ella estaba mintiéndote.- Toshiro se quedó con la boca abierta.
-¿Por qué piensas eso?- preguntó incrédulo.
-Nunca te lo dijo antes de que Ise Nanao le informará que debías ir a la guerra.- señaló.
-Lo olvidó, dijo que tenía mucho en su mente.-
-¿Quién olvidaría algo así? Tal vez sea comprensible los primeros días ¿pero luego de pasar una semana juntos con tantas oportunidades de contártelo? ¿Luego de descubrir su embarazo? Es poco factible.- argumentó con franqueza.
-Tal vez había asumido que yo lo imaginaría, es verdad que nunca me dijo que iba a quedarse.- se cruzó de brazos, sin entender de dónde había sacado esas ideas su compañero.
-Es una posibilidad, que pierde fuerza si recordamos el hecho de que ella solo lo mencionó después de que Ise Nanao le dijera las escasas formas en las que podrías evitar ir al frente.- insistió. –La verdad creó que ella mintió para protegerte de ir al frente, por lo que me describes de su actitud antes y después de decirlo y lo que te dijo, pareciera estarse esforzando demasiado para que le creas. Piénsalo con objetividad, tú eres el que la conoce, no yo.-
Toshiro frunció el ceño. ¿Podría ser? ¿Lo que decía su compañero tenía posibilidades de ser verdad? Es cierto que Karin estaba horrorizada cuando le habló de que tendría que irse, pero cuando Ise le preguntó sí lo estaba haciendo para evitar que vaya ella lo negó de forma bastante convincente, y cuando volteó a mirarlo…
Esperen.
Repasó ese momento en su mente, dándose cuenta de que, cuando sus ojos se encontraron, la mirada dura en su rostro se deshizo por un instante, dejándolo apreciar sus ojos tristes y el temblor en su labio inferior solo por un instante antes de que volviera a mirarlo con indiferencia. Eso… fue raro, sospechoso. ¿Tal vez solo sintió lastima por él? ¿Pero por qué actuar como si estuviera ocultando algo? Cambiando de expresiones tan rápido y volteando la mirada para no enfrentarse a sus ojos.
¿Podría ser que realmente estuviera mintiendo para protegerlo?
-Pero ella me dejó en claro que no siente lo mismo que yo desde incluso antes de venir aquí.- se pasó una mano por el cabello frenéticamente, solo sintiéndose más y más frustrado mientras más pensaba en ello. –Hay algo que no cuadra…-
-Los sentimientos cambian, o crecen, puede que en ese momento solo sintiera atracción por ti pero en algún punto desde que llegaron ese afecto cambiara o creciera.- sugirió con voz un poco irritada, como si estuviera cansado de tener que explicarle cosas tan simples.
-Veo tu punto.- reconoció. –Supongo que solo me queda encararla para descubrir sí es cierto o no… Pero mañana.- la verdad no se sentía listo para enfrentarla ahora. –Ahora… Me preguntaba sí podías llevarme a Junrinan.- la mirada del dragón se ablandó de inmediato, sabiendo lo que quería hacer.
-Sí partimos ahora y te quedas solo una hora, apenas seré capaz de regresarte para el amanecer. ¿No es inapropiado que dejes a tu mujer toda la noche sola?-
-Lo más seguro es que ni siquiera note mi falta.- se encogió de hombros, gesto que pareció confundir a Hyorinmaru. –Oh, eh… esto es algo que hacen los humanos, sobre todo Karin, debió contagiarme su hábito.- explicó incómodamente. –Es para expresar despreocupación, creo.- sí es que no entendió mal.
-Ya veo. Qué curioso.- no le dio un segundo pensamiento y se hincó abriendo sus mandíbulas. –Sostente fuerte, ha pasado un tiempo desde la última vez que hice esto.-
Con total confianza, entró a la boca del dragón y se sujetó de uno de los tantos dientes que poseía con una mano mientras que con su otra mano se colocaba un anillo especialmente diseñado para no hacerlo morir por falta de aire o por la presión del viaje a altas velocidades. Hyorinmaru no necesitaba de ningún aparato para sobrevivir, sin embargo, era uno de los seres más viejos en Seireitei y había sobrevivido a lo largo de milenios adaptándose al ambiente en el que se encontrara y evolucionando de formas sorprendentes para la mente de sus científicos. Sus alas eran lo suficientemente fuertes para escapar de la gravedad del planeta y podía sobrevivir varias horas consciente sin aire respirable, había aprendido a hacerlo en los periodos de sequía y hambruna en Seireitei, escapando a las lunas más cercanas para poder obtener alimento, aunque no podía alejarse más allá de la quinta luna pero aun así era impresionante, por supuesto.
No es de extrañar que la Central 46 lo quiera desesperadamente en el campo de batalla.
Hyorinmaru pasó la inmensa mayoría de su existencia en profunda soledad, sin acercarse a otras criaturas, mucho menos a los habitantes de Seireitei o de las lunas de Rukongai. Toshiro realmente nunca terminaría de entender por qué lo eligió como su primer y único compañero.
Cuando el Virus Arrancar se desató en Seireitei y Rukongai la anarquía reinó en las lunas mientras el planeta principal buscaba estabilizarse, y la poderosa bestia gentil, atraído por el tóxico aroma a muerte impregnando cada rincón de la luna Junrinan que eligió habitar en ese momento, se acercó un poco a la ciudad para intentar descubrir la causa.
El momento en el que se encontraron era algo que jamás olvidaría.
Hitsugaya Toshiro miró horrorizado la sangre en sus manos, y luego a la persona dueña de esa sangre que lentamente se estaba drenando de su cuerpo tirado en el suelo como si fuera un trozo de tela olvidado.
Ni siquiera había pasado más de un día desde que perdió a su familia y ahora pasaba… esto…
Con sus manos ensangrentadas temblándole incontrolablemente y sus ojos desmesurados por el shock y el horror, volvió a mirar al cuerpo de esa persona tan importante para él y susurró una disculpa mientras una lágrima bajaba por su mejilla.
-Por favor perdóname, Megumi…- ella no debería estar muerta, no había muerto el primer día a diferencia de… -Lo siento mucho.- no debería haber muerto, ella no estaba teniendo ningún síntoma como las otras niñas que acabaron muriendo pasadas unas horas, ni mucho menos había muerto inmediatamente como la gran mayoría, ¿entonces por qué? -¿Por qué la mate?- más lágrimas se deslizaron de sus ojos.
-¿Qué hiciste qué?- de la nada, un hombre lo tomó del cuello de su túnica y lo hizo mirarlo a los ojos. -¡¿Tú fuiste el que mató a esa niña?! ¡¿Tú mataste a la única niña que no se estaba muriendo?!- su aliento apestaba a esa bebida extranjera que a sus padres tanto les gustaba beber últimamente, y el odio en sus ojos lo hizo temblar aún más.
-Lo siento.- su temblor empeoró aún más por el miedo que invadió sus sentidos al ver el odio en los ojos de ese adulto.
-¡Disculparte no te salvará, pequeña rata asesina!- lo arrojó con brusquedad al suelo y comenzó a patear repetidamente su estómago, haciéndolo retorcerse de dolor y escupir sangre. -¡Eres un pequeño monstruo igual que tu padre! ¡Al menos esa escoria nos hizo el favor de matarse a sí mismo y ahora tú lo seguirás a pudrirse en un agujero!- por cada palabra vino otra patada.
Estaban considerablemente lejos del resto de las casas y el niño no gritaba por ayuda, solo de dolor, pero de todas formas los disturbios, el grito, los llantos, eran demasiado escandaloso como para que los oyeran.
Una vez el hombre se cansó de patearlo, se alejó solo para tomar una de esas botellas de vidrio donde venía la bebida que los niños no tenían permitido tomar, dejando al joven huérfano retorciéndose en el suelo, con un pequeño charco de sangre debajo de su mejilla debido a que acabó vomitándola después de un número considerable de patadas. Estaba lleno de moretones y se había hecho algunos cortes por las pequeñas rocas debajo de él, aun así tuvo la fuerza para levantarse sobre sus codos y mirar hacia donde estaba Megumi.
Quería darle sepultura, había visto a un grupo de hombres robarse cadáveres de mujeres de todas las edades y tenía miedo de que quisieran robársela también, así que ni siquiera descansaría para que el dolor disminuyera, debía enterrarla ahora.
-Megumi…- se lo debía, siempre la trató mal, nunca le demostró que había llegado a amarla a pesar de que ella sintiera un afecto más pasional por él, incluso en sus últimos momentos no fue capaz de corresponder esa clase de cariño, pero aun así ella le importaba, y él le había quitado la vida.
Intento levantarse para acercarse a ella, pero de nuevo sintió el duro golpe de una patada, esta vez en su cabeza, enviándolo de regreso al suelo.
-¿Quién te dijo que te levantes, pequeño monstruo asesino?- tomó lo que parecía ser el último sorbo de su botella y luego sonrió. –Creo que esto será suficiente…- tomó la botella por el pico y la apuntó a su cabeza. -¡Ahora muere pequeño m…!...- antes de que pudiera arrojarle la botella, un fuerte rugido los congeló a ambos en su lugar.
Toshiro volteó con la poca fuerza que le quedaba, alcanzando a ver dos ojos rojos asomarse de entre los árboles antes de desmayarse.
Cuando despertó, se sintió increíblemente frío, pero la sensación no le desagradaba del todo. Al abrir los ojos se encontró con unos enormes de color rojo que lo asustaron en un principio, sin embargo su miedo se esfumó en curiosidad al reconocer al misterioso dragón que tanta intriga les causaba a sus científicos según lo que decían sus maestros.
-¿Eres el dragón de hielo?- preguntó en un susurro.
-¿Así me llama tu gente? Bueno, no debería sorprenderme, debido a la apariencia de mis escamas.- mirándolo en persona y no en un dibujo o vídeo borroso de cómo volaba, era impresionante lo mucho que parecía estar hecho de hielo puro. -¿Tienes a alguien que cuide de ti, niño?-
Ante esa pregunta, él se estremeció.
-No.- no quedaba nadie.
-Por lo que he visto, solo sus mujeres se mueren por esa extraña enfermedad. ¿Han muerto todas las mujeres cercanas a ti?- cerrando dolorosamente los ojos, asintió. -¿Y no hay ningún hombre que pueda cuidar de ti?-
-Mi familia estaba compuesta mayormente por mujeres… Y mi padre…- la voz le tembló.
-Escuche lo que dijo la escoria que te atacaba, no necesitas explicar más.- cerró los ojos por un momento, reflexionando. -¿Seguro que no hay nadie que te proteja?-
-No hay nadie.- el padre de Megumi seguía vivo, pero siempre lo había odiado y cuando se enterara de lo que pasó con su hija terminaría el trabajo que el hombre de antes comenzó. –Ya no me queda nadie.- entre todo el caos, la pérdida y el dolor solo le quedó Megumi, y terminó acabando con su existencia él mismo.
Miró la sangre seca en sus manos, preguntándose por milésima vez por qué tuvo que pasar todo esto.
-Está decidido entonces.- su atención regresó a la enorme criatura al escucharla hablar. –Yo cuidaré de ti a partir de este momento.-
Después de recuperarse de sus heridas tranquilamente cuando el dragón le aseguró que había enterrado el cuerpo de la niña, vivió lejos de la ciudad por varios meses en el bosque en compañía de la bestia gentil. No tenía un nombre, y lo sorprendió gratamente cuando le permitió darle uno, solo para que dejara de llamarlo "dragón de hielo" todo el tiempo.
Finalmente los capitanes del ejército de Seireitei, Ukitake y Kyoraku, lo encontraron y lo reconocieron por quien fue su padre, proponiéndole convertirse en un soldado para llevar una vida digna ahora que las ciudades se estaban estabilizando una vez más. Lo consultó con Hyorinmaru y la bestia gentil accedió a que era la mejor opción para su futuro, y le aseguró que lo acompañaría en esa travesía para seguir cuidando de él como lo había prometido.
La Central 46 estaba extasiada con el hecho de que una de las criaturas más poderosas de la existencia se uniera a su causa, y luego de solo un año de entrenamiento fue llevado a primera línea de ataque, donde él y Hyorinmaru arrasaron con un batallón Arrancar casi por sí solos. Le tomó menos de dos años alcanzar el rango de capitán a pesar de ser tan joven como lo era, pero luego de solo un año en servicio dando excelentes resultados, el rey pidió una audiencia con él.
En principio la audiencia era solo para agradecerle por su significativa participación, pero más que nada su gobernante pareció sorprenderse por su juventud y compadecerse por su historia. Al poco tiempo fue asignado para la misión restauración.
Y ahora, después de cinco años en otro planeta, finalmente había regresado al lugar donde creció y lo perdió todo.
Después de un par de horas de viaje, Hyorinmaru le permitió bajar y pisar tierra firme. Había tenido la amabilidad de volar hasta donde el sepulcro lo esperaba luego de tantos años de no poder visitarlo.
Le habría gustado venir con Karin, pero realmente necesitaba un poco de consuelo en soledad ¿y qué mejor lugar que el hogar? Y frente a donde habían sido sepultadas todas las personas que alguna vez amó.
-Estoy en casa.- susurró con una pequeña y triste sonrisa, sabiendo que estaba mintiendo, porque su verdadera casa estaba a miles de kilómetros de distancia, donde su mujer ahora debía estar dormida llevando a su hija en el vientre. Sí tan solo realmente fuera suya…
.
Karin se despertó sintiendo sus hombros adoloridos y su estómago rugiendo por el hambre al escuchar el sonido de la puerta abrirse. Toshiro recién estaba llegando a casa, con la luz del amanecer bañando su espalda antes de que cerrara la puerta con suavidad.
Ella se frotó los ojos y lo miró con cansancio. ¿Estuvo fuera toda la noche, en serio? No le gustaba eso.
-Karin ¿dormiste en el sofá?- se acercó a ella mirándola con desaprobación. –Por favor, dime que al menos comiste algo.-
Iba a mentirle diciendo que sí, pero su estómago volvió a gruñir antes de que pudiera hablar.
-No tenía hambre ayer.- murmuró en cambio.
-Sabes que tienes que comer, Karin.- se sentó a su lado y abrió la boca para decir algo, solo para cerrarla de pronto y luego volver a abrirla. –Karin ¿estuviste llorando?-
-¡N-no!- lo miró con la boca abierta. -¿Por qué piensas eso?-
Él llevó una mano a su mejilla y la acarició con delicadeza, apartando los mechones de cabello pegado a su rostro.
-Tienes los ojos rojos y la cara húmeda.- sus ojos turquesas se llenaron de preocupación. -¿Estás bien? ¿Pasó algo que…?...- se calló de pronto. -¿Estás molesta conmigo, por lo que pasó ayer? ¿Por eso lloras?- se apartó para cruzarse de brazos, sonando como sí sospechara algo.
No podía sospechar nada, debía engañarlo o iría a la guerra y moriría.
-Tuve una pesadilla, no me di cuenta de que estaba llorando.- inventó apresuradamente. –Tampoco recuerdo muy bien con qué soñaba.- agregó.
-Ya veo.- no pareció del todo convencido. –De todos modos, quería disculparme por mi comportamiento ayer. No quiero que pienses que no estoy agradecido por todo lo que haces por mí, créeme cuando te digo que valoró todo tu esfuerzo y sea cual sea tu decisión voy a respetarla.- aseguró con la cabeza gacha, evitando mirarla a los ojos.
Ella lo miró con pena, mordiéndose el labio en un esfuerzo por no comenzar a disculparse por las mentiras y lanzarse a besarlo para borrar esa expresión de resignación de su rostro.
-Toshiro, yo…- ni siquiera sabía qué decirle.
Se sentaron allí el uno frente al otro pero con las miradas fijas en cualquier parte menos ellos, en completo silencio, al menos hasta que el estómago de la chica volvió a quejarse.
-Iré a preparar el desayuno.- murmuró él poniéndose en pie y abandonando rápidamente la sala de estar.
Ella se levantó del sofá y estiró sus músculos adoloridos, luego subió por las escaleras para ir a su habitación a darse una ducha y terminar de despabilarse. Una vez peinada y vestida, bajó atraída por un delicioso aroma justo a tiempo para ver a su marido servir la mesa. La boca se le hizo agua al ver omurice, Tsukemono, pastelillos, té, jugo y algunas frutas. Normalmente se le habría hecho demasiado, pero de verdad que tenía mucha hambre.
Se dispusieron a comer y ella acabó comiéndose la gran mayoría, incluso robó un poco de la comida de Toshiro, aunque a él no pareció importarle y se dispuso a picarle más fruta y ponerle un poco de crema cuando se lo pidió.
-Muchas gracias por la comida.- una vez satisfecha, su humor se aligeró considerablemente y le sonrió. Él solo asintió. –Oye, umm… eh…- quería hablar con él sobre algo, la última semana siempre que no estaban "apareándose" conversaban mucho y extrañaba eso. Y ahora que posiblemente tendría que abandonarlo tarde o temprano, quería aprovechar el tiempo que tenían juntos. -¡Oh! ¡Hoy podremos hablar con los chicos en la Tierra!- recordó felizmente. -¿Sabes a qué hora podremos hacerlo? Les dije a Orihime-chan y Shiky-san que vinieran después del almuerzo.-
-Hiciste bien, planeaba contactarlos alrededor de esa hora de todos modos.- dijo mientras juntaba los platos usados.
-Y… ¿cuándo crees que pueda hablar con mi familia?- se frotó el brazo tímidamente, sin saber sí pedía demasiado.
-No estoy seguro, tendré que consultarlo con Kuchiki y concertar la reunión de modo que no sospechen.- comenzó a lavar los platos y Karin se acercó para ayudarlo. –Puedo solo.- aseguró cuando la vio empezar a secar lo que había lavado.
-Me gusta ayudar.- no dejó que la apartara y siguió ayudándolo hasta que terminaron. –Hoy yo cocinare el almuerzo, por cierto.-
-Sí eso quieres.- se encogió de hombros, sentándose en el sofá de la sala.
-¿Hay algo en particular que quieras?-
-No realmente.-
-Ah.-
Ella se quedó mirándolo desde el umbral de la puerta que daba al comedor. Él estaba molesto, era bueno disimulándolo pero a este punto lo conocía lo suficientemente bien como para saber que algo se sentía apagado en su actitud. Obviamente seguía herido por lo que pasó ayer.
Queriendo hacer algo para hacerlo sentir mejor pero sin tener que decirle la verdad, se acercó al sofá y lo abrazó por detrás, pasando los brazos por su cuello acariciando sus hombros en el proceso. Él se tensó, pero no protestó.
Después de dudar por un momento, Karin besó su mejilla, solo un pequeño roce que repitió una y otra vez, bajando hasta llegar a su cuello para seguir repartiendo pequeños besos por su firme piel bronceada. Acarició la porción de su pecho que su camisa dejaba mostrar con apenas la punta de sus dedos, una caricia sutil y casi insignificante pero que logró hacerlo estremecerse.
Se mantuvo con esos toques suaves y delicados por un tiempo, antes de que un profundo suspiro de su parte enviara un escalofrío a su columna vertebral que la alentó a entreabrir sus labios mientras hacía contacto con la piel de su cuello, solo para que su lengua saliera a hacerle una húmeda caricia mientras sus manos bajaban más, metiéndose por debajo de su camisa para sentir sus duros músculos bajo su toque. Él jadeó.
-Karin, ¿qué crees que haces?- tomó sus muñecas y apartó sus manos de debajo de su ropa.
-¿Qué parece que estoy haciendo?- preguntó con calma, antes de morder su cuello y luego volver a lamerlo.
-No quiero que lo hagas.- siseó entre dientes.
Ella frunció el ceño y subió un poco para chupar el lóbulo de su oreja, con fuerza.
-¿De verdad no quieres? Porque no lo parece.- sonrió contra su oreja al escuchar su respiración agitada. -¿O mis ojos me engañan?- se alejó de él solo para poder ver con más claridad el bulto creciente en sus pantalones. Él se mantuvo en silencio. –Eso pensé.- sonrió traviesamente, su angustia anterior olvidada cuando su sexo comenzó a palpitar necesitado de volver a sentirlo dentro de ella.
Rodeó el sofá para estar frente a él, sin inmutarse ante la mala mirada que le estaba enviando, y se puso de rodillas frente donde estaba sentado. Colocó las manos en sus muslos y separó sus piernas para poder acercarse más a su objetivo. Llevó las manos a la cinturilla de sus pantalones y los bajó de un tirón, solo lo suficiente para bajar también su ropa interior y liberar su miembro erecto de sus confines.
-Karin, habló en serio, detente.- su rostro enrojeció mientras la veía subir su blusa y quitársela lanzándola a su suerte, luego también se quitó el sujetador dejando sus pechos al descubierto. Tomó su miembro en su mano y sonrió al sentirlo ponerse aún más duro bajo su toque. Quería complacerlo, hacer algo especial por él, así que acercó más su cuerpo al sofá y se estiró para presionar sus pechos contra su pene, sonriendo cuando pareció atragantarse con el aire. -¡Karin! ¿Qué demonios crees que…?...- se interrumpió gimiendo profundamente cuando envolvió su boca alrededor de su glande.
Chupando suavemente la cabeza de su miembro y sosteniendo su base con una de sus manos, uso su otra mano para empujarlo más contra sus pechos, luego uso ambas manos para apretarlos a su alrededor y moverlos levemente de arriba abajo para acariciarlo mientras seguía chupando la punta con su boca.
Él finalmente se había rendido de protestar y ahora estaba maldiciendo en medio de gemidos, apretando los cojines en sus puños y mirándola con ojos entrecerrados por el placer mientras ella aumentaba la velocidad de sus movimientos, pudiendo deslizar sus pechos con más facilidad alrededor de su miembro cuando comenzó a empaparlos con su líquido preseminal y su propia saliva goteando cuando metió más de su pene en su boca, casi enterrando el rostro en sus propios pechos.
Podía sentirlo en su límite, por lo que comenzó a chupar con más fuerza metiendo un poco más en su boca, queriendo darle un orgasmo memorable, pero de la nada él agarró su cabeza con ambas manos y la alejó. Ni siquiera tuvo tiempo para sorprenderse antes de que la tomara de la cintura y la subiera a su regazo, quitándole apresuradamente su short y sus bragas para penetrarla de una fuerte estocada, haciéndola gemir ruidosamente. Era una suerte que ya estuviera tan mojada por escucharlo gemir por ella.
A diferencia de ella que comenzó con suavidad y delicadeza, él la penetró con rudeza y brusquedad, casi rozando el salvajismo mientras mantenía las manos en sus muslos apretándolos para mantenerlos separados y succionaba uno de sus pezones con fuerza. Ella se abrazó a su cabeza arañando su cuero cabelludo, gritándole llena de placer que no se detuviera, demasiado abrumada con su tosquedad como para hacer nada más que suplicarle que siguiera.
Los dos estaban en su límite, y no pasó mucho más tiempo cuando sus embestidas se volvieron frenéticas y él soltó su pecho para abrazarla a su cuerpo con un brazo mientras con su mano libre tiraba de sus caderas para que pudiera clavarse con más fuerza en su interior. Karin se sintió tan llena y estirada que de inmediato llegó a un orgasmo tan intenso que arrastró a Toshiro a su suerte, y ambos gritaron frotándose desesperadamente el uno contra el otro de manera tan descuidada que acabaron cayéndose del sofá.
-Auch.- una vez la euforia de su orgasmo pasó, Karin se retorció incómodamente debajo de Toshiro, quejándose por su codo que había chocado contra la mesilla al caerse.
-Como lo siento…- esforzándose por respirar, él la tomó en brazos y la devolvió con gentileza al sofá. -¿Te lastime? No pretendía ser tan… brusco.- la miró preocupado, subiéndose los pantalones y comenzando a buscar su ropa para que pudiera vestirse.
-Estoy bien, descuida.- aseguró en medio de sus jadeos. –Eso me gustó mucho.- le sonrió con cansancio. Él asintió, y ella se sintió un poco decepcionada que desde ayer no lograba sacarle una sola sonrisa.
Él le tendió su ropa y ella se la colocó descuidadamente porque de todos modos planeaba darse un baño.
-¿Segura que no estás lastimada? Estás embarazada y las caídas pueden ser peligrosas.- insistió.
-No fue nada, me tenías abrazada así que creo que tus codos y rodillas se llevaron la peor parte. Yo solo me golpee con la mesilla.- lo tranquilizó pacientemente.
-Bien.- asintió, apartándose el cabello pegado a su frente por el sudor. –Voy a… voy a tomar un baño en la habitación de invitados.- ella lo miró con los labios torcidos en una mueca mientras se marchaba sin mirar atrás. ¿Ni siquiera un beso después de todo lo que hicieron? Estaba empezando a molestarse también.
Negó con la cabeza y se levantó del sofá para subir a su habitación a darse otra ducha. Ella fue la que volvió a romperle el corazón, debía ser más comprensiva incluso sí extrañaba las cosas como solían ser.
Una vez terminó su ducha y se puso otra ropa, bajó para comenzar a hacer el almuerzo. Toshiro estaba instalando el comunicador para hablar con los chicos en la tierra así que decidió no molestarlo y se concentró en cocinar, pensando en lo feliz que estaba por volver a ver a los rubios idiotas para no pensar en lo triste que estaba por tener que lastimar al hombre que amaba.
-¡Toshiro, el almuerzo ya está listo!- lo llamó luego de servir sus platos.
-¡Voy en un minuto!- exclamó él desde la sala.
Ella se sentó a comer con ganas, sorprendiéndose cuando en realidad la comida le supo deliciosa. Se había esforzado para contentar a su esposo por una vez, con la esperanza de que eso le bajara un poco el mal humor.
Cuando llegó comieron en silencio por un momento mientras ella se llenaba la boca y él parecía levemente incómodo, pero luego decidió hablar.
-¿Y qué te parece la comida? Esta vez no la queme ni me pase de sal.- sonrió esperanzada.
-Es deliciosa, te lo agradezco.- murmuró con su expresión seria de siempre, sin siquiera mirarla. –Ya terminé de instalar por completo el comunicador, imaginó que los demás no tardaran en llegar así que si quieres podemos establecer contacto ahora.-
-Oh, suena bien.- se abofeteó mentalmente para concentrarse en volver a tener noticias de su familia. –Me gustaría hacerlo ahora.- él asintió y luego de lavar los platos juntos se dirigieron a la sala. -¿Cómo funciona esta cosa?- miró confundida a la pequeña caja negra con botones y una antena bastante alta en forma de tridente coronándola que estaba en medio de la mesilla en lo que Toshiro se sentaba en el sofá frente al aparato.
-Bueno, basado en los principios del entrelazamiento cuántico se aprovecha la energía de la fusión atómica para convertir en estado plasmático la materia emitida en pequeñas explosiones de…- calló cuando Karin lo miró con los ojos muy abiertos, sin entender ni media palabra de lo que estaba diciendo. –Básicamente usamos partículas modificadas que controlamos con un método muy avanzado para emitir ondas electromagnéticas que funcionan instantáneamente a pesar de los años luz que nos separan de tu mundo.- simplificó.
-Ah.- no estaba segura de sí lo entendía del todo, pero había captado la idea. -¿Y lo enciendes y ya podremos hablar con ellos?-
-Sí, pero solo sí ellos aceptan la llamada. Por lo tanto podríamos esperar un poco hasta que vean que los estamos contactando.- comenzó a teclear en la Tablet con antena que había visto antes. –Ya estoy enviando la señal, deberías sentarte.- dijo palmeando el lugar a su lado en el sofá.
Ella se sentó a su lado y miró impresionada como de la antena-tridente surgió una pantalla holográfica emitiendo una suave luz azul.
Pasaron un par de minutos y Karin se aburrió y fue a buscar unos bocadillos, y al volver escuchó un golpeteó en la puerta y dejó los bocadillos en la mesa y fue a abrir la puerta, encontrándose a Ulquiorra y Orihime, y en medio de estarlos saludando vio a Renji y Shiky llegando junto con Kimi.
Entraron y acomodaron las sillas para que todos puedan sentarse frente a la pantalla, y en medio de una pelea por quién se quedaría con la última fresa la pantalla cambió a estar completamente en negro por un segundo antes de que el rostro de Rukia apareciera.
-¿Hola?-
-¡Rukia, hola!- Renji fue el primero en saludarla.
-¡Renji!- Shinji asomó la cabeza en una esquina de la pantalla. -¡Eres realmente tú! ¡Y yo que finalmente me estaba curando del dolor de cabeza!-
-¡Muy gracioso, dientón!- el pelirrojo rió a carcajadas. -¿Dónde está el mocoso rubio? ¿Sigue pegado a su consola?-
-Simplemente no quería verte, fenómeno.- Rukia se apartó del camino para que Yukio entrara en el radio de visión de la pantalla. –Oh, hola, capitán, Ulquiorra, Inoue-sensei, Karin, a ustedes sí quería verlos, ya que no son tan insoportables como el simio estúpido.-
-¡Solo dices eso porque ya no estoy ahí para golpearte!- Renji siguió riendo, pareciendo genuinamente feliz por ver a los dos rubios.
-¡Como sí te tuviera miedo! ¡Fácilmente podría darte una paliza!- gruñó el rubio de ojos verdes.
-Suficiente ustedes tres.- Toshiro perdió la paciencia y cayó a los tres tontos. –No acaparen la conversación, todavía tengo que hablar con Kuchiki.-
-Oh, por cierto.- Renji de pronto sonrió perversamente. –Nunca lo adivinaran…- empezó a soltar risitas estúpidas, ignorando la mala mirada del de cabellos blancos.
-¿Qué?- los dos rubios lo miraron con curiosidad.
-¡El capitán embarazó a Karin en una semana!- reveló antes de volver a carcajearse.
Karin enrojeció al ver a Shinji carcajearse también y a Yukio sonreír con picardía y comenzar a hacer bromas con doble sentido.
-¿Quién lo diría del capitán? Sabía que sí iba a acosarla mientras dormía después de todo.-
-¡JAJAJAJA! ¡Eso pasa por reprimir las hormonas por media década!-
-¡CIERREN LA BOCA!- gritaron los dos futuros padres con venas hinchándose en sus sienes.
-Tranquilos, tranquilos, cielos.- Yukio agitó una mano de arriba a abajo despreocupadamente. –Solo bromeó, era obvio desde el principio que sí iba a espiarte…-
-Vorarlberna…- Toshiro parecía a punto de traspasar las manos por la pantalla y ahorcarlo.
-No se lo tomen tan a pecho, solo es bueno ver que el capitán es como cualquier otro ser vivo y realmente va a tener un retoño.- Shinji tapó la boca de Yukio antes de que pudiera hacer otro comentario. -¿Y es un pequeño capitán o una pequeña y dulce Karin-chan?- meneó las cejas.
-Es una niña.- informó Karin rodando los ojos.
-Esperó que no se parezca al capitán, sino pobrecita.- comentó Yukio librándose del agarre del mayor.
-Vorarlberna…- el deseo de Toshiro por asesinarlo era prácticamente palpable.
-¡¿Y qué hay de Ulquiorra?! ¿Tendremos otro sobrinito que malcriar? ¿O Renji y Shiky-san nos darán otra pequeña demonio?-
-Lamentablemente no, Shiky y yo recién nos decidimos a casarnos.- informó Renji todavía con esa sonrisa estúpida en el rostro. –Y aparentemente el capitán es el único con la suficiente puntería para embarazar a su chica en una semana así que…-
-Abarai ¿te recuerdo que a ti sí puedo golpearte?- el pelirrojo se calló efectivamente al escuchar la amenaza tácita en la voz de su capitán. –Sí ya terminaron de hacer sus bromas estúpidas, debo hablar con Kuchiki.-
-Qué aguafiestas.- Shinji hizo pucheros, pero se apartó de la pantalla jalando a Yukio del cuello de su gabardina, dejándole paso a la nueva capitana del equipo.
-Capitán Hitsugaya.- ella hizo una reverencia. –Mis buenos deseos a la salud de su futura hija.- lo felicitó.
-Gracias, Kuchiki. Quería preguntarte primero que nada respecto a…- su oración fue interrumpida cuando un golpeteó frenético en la puerta principal se dejó oír. –Disculpa un minuto.- hizo una seña a Kuchiki y fue a abrir la puerta, Karin decidió seguirlo de cerca.
¿Quién podría ser? ¿Acaso Ise Nanao ya les traía la decisión del consejo?
Cuando Toshiro abrió la puerta, se encontró con un chico joven vestido con ropas parecidas a un kimono negro se encontraba jadeando con una mirada frenética en su rostro.
-¿Es usted el capitán Hitsugaya Toshiro?- preguntó con voz temblorosa.
-Así es. ¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu escuadrón?- oh ¿acaso era un soldado como ellos?
-Mi nombre es Yuki Rikichi. Soy un miembro sin rango del primer escuadrón, señor, se me pidió por el capitán comandante Kyoraku Shunsui que le informara del ataque enemigo en las fronteras de Seireitei.- se inclinó profundamente.
-¿Ataque enemigo? Explícate.- frunció el ceño mientras Renji y Ulquiorra se acercaban para escuchar también.
-Un batallón Arrancar logró infiltrarse en el continente, señor, y se dirigen en esta dirección para llegar a la ciudad. Se ha declarado estado de emergencia y se le pide a usted, Ulquiorra Cifer y Abarai Renji que se dirijan al frente inmediatamente para intentar contener la amenaza, también se me ha encargado escoltar a sus familias a un refugio, señor.- informó permaneciendo inclinado.
Al escuchar esa terrible noticia, Karin se aferró al brazo de Toshiro de inmediato, compartiendo una mirada horrorizada con él antes de que cerrara los ojos con pesadez. Luego de eso, de repente la tomó en brazos y la entregó a Rikichi antes de que pueda protestar.
-Cuida de ella con tu vida.- ordenó severamente. –Iré por mi espada y contactaré con Kyoraku para que me dé las coordenadas.-
-S-sí, señor.- respondió Rikichi temblorosamente.
-¿Qué? ¡No! ¡Toshiro, no te atrevas a irte así!- le suplicó intentando librarse del agarre del chico, pero él solo la sostuvo con más fuerza. -¡Hitsugaya Toshiro!- gritó furiosa cuando él le dio la espalda.
-Lo siento, Karin, no tienes elección en esto.- se volvió a Ulquiorra y Renji, que estaban igual de serios que él. –Ulquiorra, corta la comunicación con la Tierra, diles que los contactaremos apenas la situación se estabilice. Abarai, asegúrate de que tu familia e Inoue-sensei sigan a Yuki Rikichi hacia el refugio.-
-¡Sí, capitán!- sin vacilar, como perfectos soldados entrenados, los dos dieron media vuelta para cumplir con las órdenes.
-Yuki Rikichi… Mi esposa está embarazada, aun así es una mujer difícil, así que por favor sé paciente y asegúrate de que nada le pasé hasta llegar al refugio.- habló de nuevo aún de espaldas, su voz rayando en la súplica mientras que aún conservaba su autoridad natural de siempre al hablar con sus subordinados.
-Lo juró, señor, la protegeré con todo lo que tengo.- aseguró el joven con un poco de dificultad debido al codo de la chica clavándose en su mejilla en un intento por hacer que la soltara.
-Confiaré en ti. Karin… lo siento.- volteó a verla de reojo antes de correr hacia las escaleras para ir a buscar su espada.
-¡Espera, Toshiro, regresa!- maldito Rikichi ¿por qué no podía simplemente soltarla por más que se retorciera? -¡Toshiro!- al menos debería dejarla despedirse, ni siquiera le había dado un solo beso ese día, ¿acaso era mucho pedir?
Antes de que pudiera seguir quejándose, Shiky apareció cargando a Kimi y Orihime también salió después de darle un último abrazo a Ulquiorra, y entonces corrieron alejándose de la casa en dirección a la Estación Portal, seguramente, pero ella no dejó de luchar queriendo volver, con un horrible presentimiento expandiéndose en su pecho.
¿Por qué sentía que estaba a punto de perderlo todo?
Continuara...
Holaaa! :D
Mmm... se está acercando la parte q realmente no quiero escribir en este fic TnT No les dire nada más o querran matarme de antemano :'v
Bueno, espero q este cap les haya gustado! Estamos en epoca de Long-fics así q se viene Si no fuera por ti ;D Y los otros xP
Espero traerles la proxima actualización pronto! (aunq realmente se viene algo q... mejor me callo u.u) Los comentarios son una gran motivación ;D
Ojala q esto les haya gustado, gracias por todo su apoyo y los personajes de Tite!
COMENTEN! *o*
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
