Extraterrestrial.
Capítulo dieciséis: Sangre.
-¡Señora, por favor tranquilícese!- pidió casi lloriqueando el tal Rikichi.
-¡Exijo que me regreses a mi casa! ¡Todavía no acabe de hablar con el desgraciado de Toshiro!- ¿cómo pudo lanzarla a los brazos de un desconocido e ir a la guerra como si nada? ¡Ni siquiera pudo decirle adiós!
-Karin-chan, tranquilízate o le harás mal a tu bebé.- exigió Shiky cargando a Kimi mientras trotaban lejos de la casa hacia la Estación Portal. –Y también debes colocarte este brazalete por la gravedad, Hitsugaya-san me lo dio antes de irme.- le tendió el brazalete negro que utilizo la última vez.
A pesar de seguir con el enojo por los cielos, a este punto sabía que no podía librarse del agarre del muchacho, así que cuando llegaron a la Estación Portal y empezó a respirar con un poco de dificultad, no tuvo más opción que ponerse el brazalete para evitar una tragedia por su estupidez. Una vez se lo colocó, Rikichi puso unas coordenadas en uno de los portales y cruzaron.
Llegaron a Ciudad Central, que ahora parecía cubierta por una especie de domo semi-trasparente y gigantescos muros blancos que antes no estaban allí.
-Debemos ir más al Oeste de la calle central, allí encontraremos un refugio de máximas seguridad donde estarán a salvo, señoras.- informó Rikichi volviendo a trotar para ir a su nuevo destino. –De cualquier forma no tienen nada de qué preocuparse en Ciudad Central, los muros y el campo de fuerza son impenetrables, es cien por ciento seguro.- dijo confiado, aunque su sonrisa era temblorosa en los bordes.
Llegaron a una fuente rodeada de arbustos con decenas de esas mariposas negras volando alrededor.
-¿Es aquí?- preguntó Shiky con una ceja en alto.
-Sí, señora, aquí está la entrada.- se arrodilló sobre una losa y tecleó en los patrones de decoración que tenía, a lo que la losa de inmediato se levantó junto con otras dos a sus costados, revelando una escalera. –Entren por favor.- murmuró mientras bajaba todavía llevando a Karin en brazos.
La entrada se cerró detrás de Orihime, que fue la última en pasar, y bajaron solo unos pocos escalones antes de llegar al piso, donde Rikichi finalmente la liberó de su agarre.
-Ah, me alegra que hayan llegado con seguridad.- dijo la voz familiar de la doctora Unohana, que les sonrió sentada en una banca blanca junto a una mujer embarazada de unos seis o siete meses.
El sitio era muy amplio, estaba bien iluminado y muy limpio, con muchas bancas y muchas camas al fondo, incluso cunas y banquitos pequeños para niños. Estaba lleno de mujeres, niños, ancianos y algunos adolescentes, aparte de unos cuantos soldados con katanas por las dudas de que necesitaran protección, obviamente. Habían aparatos tecnológicos que no entendía por doquier, muchas puertas que decían comida y bebida en su idioma y con los extraños símbolos que ellos usaban, y todos parecían cómodos.
Wow, la Tierra necesitaba un poco de este orden.
-Ella es otra embarazada, capitana Unohana.- Rikichi la señaló. –Es esposa del capitán Hitsugaya, así que hay que cuidarla bien. O me matara…- eso último lo dijo en un susurro.
-No necesito que me cuiden como si fuera una muñequita.- gruñó ella, haciendo saltar al soldado.
-Vamos, Karin-chan, no te pongas nerviosa.- Orihime se sentó felizmente en uno de los bancos. –Estoy segura de que esto terminará pronto y podremos volver a nuestros hogares con nuestros esposo antes de darnos cuenta.- juntó las manos con una sonrisa tranquila.
-Desearía tener tu fe inquebrantable.- masculló entre dientes.
-Karin-chan, por favor ven y siéntate aquí.- la doctora Unohana la llamó con esa voz suave pero firme que podía darte pesadillas.
-¿S-sí?- nerviosamente hizo lo que le ordenó, sentándose al otro lado de la doctora.
-Quisiera pedirte el favor de que te mantengas tranquila y positiva.- dijo en voz muy baja, solo audible para ella, ni siquiera para la otra mujer embarazada a su lado. –No solo por tu bien, sino para que estas personas también se mantengan tranquilas y positivas. Hace muchos años que no pasamos por una situación como esta y están muy nerviosos, así que no necesitan más negatividad ¿entendiste, querida?- dijo con voz sumamente dulce, calándole hasta los huesos de miedo.
-S-sí… perdón.- se encogió en su lugar.
-Está bien, querida.- le palmeó el hombro. –También debes tener en cuenta que eres esposa de un capitán, y los capitanes son muy respetados aquí, así que muchos te miraran como el ejemplo a seguir en estas situaciones de crisis. Sé que tienes solo diecisiete años, eres nuestra mujer más joven, pero eres eso, una mujer, ya no una niña.- la miró con un poco de severidad, haciéndola sentir culpable, pero luego le sonrió maternalmente. –Y tranquila, querida, tu esposo y tus amigos estarán bien, y ellos quieren que tú estés bien así que mantén la calma. Puedes volver con tus amigas.- le dio otra palmadita.
Karin asintió y volvió con Orihime, Shiky y Kimi, que la miraron curiosas. Negó con la cabeza y se sentó junto a la rubia, apoyando la espalda en el respaldo de la banca y cruzándose de brazos.
¿De verdad Toshiro estaría bien? Pero ¿qué pasa si no? ¿Qué pasa sí ese día fue el último que lo vio y ni siquiera…?...
Suspiró y sacudió la cabeza. Debía mantenerse positiva, a pesar de que nunca fue buena en eso esta vez debería intentarlo no solo para no estresarse y hacerle mal a su bebé, sino para no estresar a otras personas tan o más asustadas que ella, extraterrestres o no. Aunque algunas de las otras mujeres debían ser humanas también.
-Tenemos noticias de la frontera.- de repente la voz de un soldado se hizo oír, y los murmullos de los refugiados cesaron. –Se ha reportado que lograron llegar a los muros, pero afortunadamente no han podido cruzar el campo de fuerza y están siendo contenidos por el ejército y su número está siendo reducido.- muchos celebraron al escuchar esas noticias.
Karin también suspiró, pero cuando el soldado comenzó a hablar de los capitanes presentes en la batalla y sus grandes aportes, no pudo evitar preguntarse por qué no mencionó a Toshiro. ¿Dónde estaba? ¿Estaba peleando? ¿Estaba bien? ¿Estaba vivo?
"No, tranquila", se dijo a sí misma, obligándose a calmarse. "Él está bien, sé que está bien".
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Toshiro corrió a través del bosque maldiciendo a todo lo que se le cruzara en su camino a la cueva donde Hyorinmaru normalmente habitaba. ¿Por qué demonios no podía estar en el lago cuando lo necesitaba? Así no seguiría perdiendo el tiempo lejos del campo de batalla donde lo necesitaban.
Una vez vio a Karin ser llevada lejos por el soldado llamado Yuki Rikichi, pudo respirar tranquilo y de inmediato fue con Renji y Ulquiorra hacia las coordenadas que le dijo Kyoraku después de que lo llamara, allí un representante del consejo le comunicó la orden de que llamara a Hyorinmaru para ayudar a contener la amenaza, por lo que ahora estaba en su búsqueda y muy impaciente por regresar al frente y asegurarse de que los enemigos no avanzaran y que sus amigos estuvieran bien.
-¡Hyorinmaru!- apenas llegar a la cueva, lo vio con su enorme cabeza asomada mirando en dirección al noroeste. -¡Estamos bajo ataque! ¡Tenemos que ir a la frontera de Ciudad Central!- exclamó entre jadeos.
-Así que mis suposiciones sí eran correctos después de todo.- suspiró. –Te llevaré.- lo "comió" para que se sostuviera de sus colmillos mientras volaba a gran velocidad por encima del bosque y la ciudad hasta llegar a la frontera en pocos minutos.
-Al fin llega, capitán Hitsugaya.- Kyoraku lo estaba esperando allí junto a Ise Nanao cuando se asomó por entre los dientes de Hyorinmaru. –Oh, hola, Hyorinmaru, ha pasado tiempo.- el dragón solo gruñó en reconocimiento.
-No hay tiempo para formalidades, abriremos una sección del campo por encima del muro para que puedan pasar.- dijo Nanao ajustando sus lentes. –Por favor asegúrense de no dejar a ningún hollow pasar mientras cruzan, hasta el más pequeño podría ocasionar una tragedia.- advirtió.
-Por supuesto, nunca lo permitiríamos.-
Se colocaron en la posición donde se abriría la sección y apenas se abrió cruzaron, atentos a que nadie pasara debajo de sus narices.
Hyorinmaru lo colocó en el suelo y Toshiro observó atentamente su entorno, frunciendo el ceño al ver los miles y miles de hollows peleando contra los cientos de soldados del Seireitei. Los mantenían a raya, pero la batalla no daba señales de terminar pronto.
-Al fin regresó, capitán Hitsugaya.- una voz desagradablemente familiar lo hizo voltear.
-Capitán Tousen.- entrecerró los ojos. –Ha pasado tiempo.-
-Mucho.- dijo con su voz monótona de siempre. –Me enteré que va a ser padre, mis más sinceras felicitaciones.- dijo de un modo para nada sincero.
-Lo agradezco.- contestó secamente. -¿No deberías estar en el frente, defendiendo las lunas y los dos continentes?-
-Resulta que esta semana me llamaron aquí para planear una nueva estrategia ahora que lo reintegrarían al ejército, aunque tuvimos que volver a discutir los planes cuando su esposa reveló sus intenciones de dejarlo.- el más leve toque de burla se dejó oír en su voz.
El Hitsugaya llevó su mano al mango de su espada, pensando seriamente en matar a su compañero capitán.
Tousen Kaname, tenía muchos años como capitán y un gran manejo de sus tecnologías mortíferas más avanzadas, era reconocido por su excelencia incluso aunque dependía de unos avanzados lentes para permitirle ver debido a que estaba ciego desde su nacimiento. Él solía respetarlo hasta que notó lo autoritario e intolerante a otras formas de pensar que era, además de que su crueldad en la batalla y para con sus propios soldados le daba muchísima mala espina, como decían los humanos.
-¡Capitán!- antes de que su discusión fuera más lejos, Renji lo abordó, acompañado de Ulquiorra. –Finalmente regresa, las cosas son una locura aquí.- se notaba muy cansado, su ropa estaba rasgada y tenía unos cuantos cortes. –Es una suerte que haya podido traer a Hyorinmaru, no me dejaron ir por Zabimaru.- hizo una mueca.
-El dragón es necesario para voltear las cosas a nuestro favor.- murmuró el hombre moreno. –El consejo quiere que ataque desde el aire congelando y matando al mayor número de hollows posible, evitando la primera línea para no herir a nuestros propios soldados.- le informó la decisión de los superiores.
-Bien, entonces.- desenvainó su espada. –Yo peleare en el frente, ¿crees poder manejar la misión por tu cuenta, Hyorinmaru?- volteó hacia su guardián, que gruñó en asentimiento, aunque no es como sí nadie dudara de su capacidad. –Vamos.-
Mientras su dragón emprendía vuelo para comenzar el ataque aéreo contra los hollows, Toshiro siguió a sus dos compañeros al frente para comenzar a matar con certeros cortes en la cabeza al mayor número de hollows posible. Había muchísimos, pero eran débiles, así que solo se mantuvo atento y peleó y aniquiló sin recibir prácticamente ningún daño.
Hyorinmaru estaba siendo una gran ayuda. Había hollows voladores, pero podía matarlos con sus garras y su cola sí se acercaban demasiado mientras seguía congelando una enorme cantidad de hollows con su aliento helado. Se había deshecho de cientos de hollows en solo unos minutos. No es de extrañar que lo quisieran tan desesperadamente en el frente para la defensa de su mundo.
Renji peleaba con su gran sable que podía estirarse a voluntad y no parecía necesitar ayuda para matar a muchos. Ulquiorra tenía una lanza capaz de electrocutar y peleaba con gracia y rapidez, sin recibir ni un rasguño y más con su nuevo compañero el tal Tsubaki matando a los hollows que se aparecían desde atrás.
Él se aseguró de mantenerse atento a sus amigos y a su dragón, listo para saltar sí alguno necesitaba ayuda, pero también estaba muy concentrado en atacar y en recibir el menor número de heridas posible.
Cuando regresara con Karin no quería verla preocupada por su imprudencia, solo quería abrazarla y besarla y aprovechar todo el tiempo que tuviera a su lado antes de que la guerra se volviera su día a día… al menos hasta que ella se fuera para no volver jamás, abandonándolo con su hija porque no sentía lo mismo que él y no lo sentiría nunca.
Ante ese pensamiento pesimista, casi le desgarran el rostro, pero sacudió la cabeza y se obligó a concentrarse.
Necesitaba estar bien para que no se preocupara por él, necesitaba vivir para volver a verla.
-¿Tú eres el compañero de ese dragón que está arrasando con mis tropas?- un hombre de repente saltó para estar frente a él con una mirada psicópata en su rostro. Tenía el cabello rosado largo hasta la barbilla, anteojos y vestía con las ropas blancas típicas de la jerarquía más alta del ejercito Arrancar. Debía ser un Espada. –Mi nombre es Szayel Aporro Granz, y hoy tendrás el gran honor de ser asesinado por mí para quitarme de encima a ese molesto dragón que tienes.- sacó una katana recubierta de un líquido morado que muy probablemente era veneno.
…De acuerdo, no morir probablemente sería una hazaña difícil ahora mismo, pero estaba dispuesto a darlo todo para volver con Karin, así que no dudó en arremeter contra el Espada evitando cuidadosamente cualquier contacto con su katana venenosa.
No iba a morir aquí.
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Después de su tercera visita al baño, Karin regresó para sentarse a un lado de Orihime y Shiky, que sostenía a Kimi dormida en su regazo. Ellas estaban hablando con las haditas de su ex sensei sobre la comida, algo que no le interesaba mucho así que solo se sentó allí escuchándolas a medias.
¿Cómo estarían Toshiro y los demás? ¿Cuánto faltaba para que termine la batalla? Desde ese primer informe no les decían nada y estaba comenzando a desesperarse. Esto era horrible, no podía imaginar estar todos los días así.
-¡Buenas noticias para todos!- el mismo guardia de antes alzó la voz para que todo el refugio lo escuchara. -¡Los capitanes Tosen y Hitsugaya han arribado al campo de batalla! ¡El capitán Tosen arrasa con su excelente dominio en las tecnologías y el capitán Hitsugaya junto a su dragón han volteado la batalla a nuestro favor!- muchos vitorearon al escuchar eso, y Karin sintió un inmenso alivio al por lo menos escuchar noticias de su marido.
Él debía seguir vivo, y esperaba que se mantuviera así o encontraría la forma de matarlo ella misma.
Tan metida estaba en sus propios pensamientos que no fue hasta que Shiky sacudió su hombro que se dio cuenta de la pequeña multitud que la había rodeado.
Se tensó inmediatamente.
-¿De verdad eres la esposa del capitán Hitsugaya?- preguntó la mujer con el embarazo avanzado que antes estaba sentada con Unohana. Karin solo atinó a asentir, un poco aturdida. -¿Y están esperando un bebé?-
-S-sí… una niña…- se llevó las manos al vientre inconscientemente.
-¡Oh, felicidades!- dijo otra mujer cargando un bebé de unos dos años.
-¿Y viste al dragón?- preguntó un niñito castaño de ojos dorados que se veía un poco mayor que Kimi con una gran sonrisa.
-Umm… sí.-
-¡WOW!- varios otros niños y niñas se le acercaron, todos con ojos brillantes.
-¡¿Cómo era?!-
-¡¿Es verdad que es más grande que el edificio central?!-
-¡¿Es verdad que está hecho de hielo?!-
-¡¿Es verdad que puede viajar al espacio?!-
-¡¿Es verdad que puede comernos a todos?!- como esas decenas de preguntas le fueron hechas casi al mismo tiempo por todos los niños y unos cuantos adolescentes, abrumándola un poco bastante, pero finalmente se callaron y la miraron expectantes, haciéndola preguntarse qué rayos iba a decirles.
-Bueno… en realidad no he conocido muy bien a Hyorinmaru.- admitió. Muchos se desilusionaron. –Pero él no es peligroso, no se comería a ninguno de ustedes. Y no es tan grande como el edificio central pero sí como unas… cuatro de sus casas.-
-¡Wow!- eso les devolvió el interés.
Eventualmente los niños se fueron a jugar y los adolescentes perdieron interés por lo que solo quedaron algunas mujeres.
-¿Vienes de la Tierra también, verdad?- preguntó la del embarazo avanzado.
-Sí, las tres.- señaló a Orihime y Shiky.
-¿De qué parte de Japón? Yo era de Okinawa, aunque mis padres son de China pero ellos querían una gran familia así que nos fuimos.-
-Nosotras dos somos de Karakura y ella de Tokio.- se señaló a ella misma y a su ex sensei y luego a Shiky.
-Oh, yo también soy de Tokio.- dijo la mujer con el bebé.
-Disculpen, señoras.- la doctora Unohana de pronto interrumpió su conversación. –Chin, tienes que volver a tu asiento, tu embarazo es delicado.- tomó gentilmente la mano de la mujer con el embarazo avanzado.
-Pero… Auch.- se llevó una mano al vientre, arrugando el rostro.
-¿Qué tienes?- Unohana se mostró muy preocupada.
-N-no es nada… he estado así los últimos días… me duele un momento y luego se detiene, no es nada.-
-Chin, debiste informarme sobre eso.- frunció el ceño. –Ven, vamos a que te recuestes en una de las camillas.-
-Sí, lo siento, sé que… ¡Auch!- sus rodillas se doblaron y casi cae al suelo de no ser por el agarre de la doctora.
Karin se levantó por impulso a ayudarla, sosteniendo su otro brazo y ayudando a la doctora a llevarla hacia las camillas del fondo.
-¿Hay problemas, doctora?- un soldado se acercó.
-Necesitó equipo médico para examinarla, parece estar teniendo contracciones antes de tiempo.- se veía muy preocupada.
La mujer llamada Chin volvió a gritar y antes de que pudieran recostarla en la cama Karin notó un líquido escurrir por entre sus piernas bajo su falda.
-Oh, cielo santo… ¡¿Rompió bolsa?!- se espantó.
Unohana se puso mortalmente seria y de inmediato empezó a ladrar órdenes a los soldados y a unos cuantos enfermeros que se encontraban allí, mientras que Karin se hizo para atrás pero se mantuvo cerca, queriendo ayudar en algo aunque insegura sobre qué podría hacer. Algo en la expresión de la doctora realmente le daba muy mala espina.
Chin parecía estar pasando por un inmenso dolor, sus gritos se escuchaban en todo el refugio y ponía nerviosos a todos los refugiados, y era evidente por la expresión de la doctora que algo no estaba bien. ¿Pero qué pasaba? ¿No tenían todo lo que necesitaban en ese moderno refugio?
-¿Qué pasa?- Orihime miró muy preocupada la escena, sus ojos muy abiertos.
-Parece estar teniendo un parto difícil.- murmuró Shiky. Kimi estaba en sus brazos y parecía levemente asustada.
Karin miró atentamente a la mujer en trabajo de parto, notando que había algo muy raro allí. Ella había sido enfermera desde los ocho años y habían tenido que asistir a una que otra mujer dando a luz. Afortunadamente aquellas veces todo salió bien, pero este parto no se veía como los que ella ayudó a atender. Algo pasaba. Algo malo.
Antes de que pudiera mirar más, los soldados pusieron unas cortinas y les suplicaron a todos mantener la calma y volver a lo suyo. Por supuesto que las cortinas no impidieron que los gritos se escuchen, y la gente siguió sumamente alterada y nerviosa.
Ella intentó contenerse, no meterse donde no la llamaban, pero sus instintos como enfermera estaban rogándole que al menos preguntara sí podía ayudar en algo.
Después de unos minutos, no pudo quedarse quieta y se encaminó hacia las cortinas, donde un soldado la miró con desconfianza.
-¿Qué desea? Debe quedarse atrás con los demás, por favor.- dijo educadamente pero con firmeza.
-Yo… soy enfermera en la Tierra, bueno, más o menos…- no había estudiado la carrera pero tenía la práctica de muchos años y la asesoría de su padre. –Y quisiera pasar para ofrecer mi ayuda en lo que pueda. Sí me lo permiten.- se frotó la nuca.
-Escuche, no puedo…-
-Oye, ella es la esposa del capitán Hitsugaya.- dijo el otro soldado que custodiaba las cortinas. –Sí no la dejamos pasar tal vez le diga a su marido y nos echen a patadas del ejército.- susurró "en voz baja" que ella pudo escuchar perfectamente.
El otro soldado se estremeció y finalmente los dos se apartaron, aunque dedicándoles miradas de desconfianza.
Quiso decirles que ella nunca haría algo como eso, pero de ser así temía que no la dejaran pasar así que rápidamente se adentró pasando las cortinas a donde la mujer gritaba. De inmediato el olor de la sangre llegó a su nariz y se estremeció al ver la cama empapada en la sangre de la mujer. Claro que era normal que sangren, pero ella nunca había visto tanta cantidad de sangre y menos a tan poco de que el parto comenzara.
-¿Hitsugaya-san?- la doctora Unohana la vio sorprendida. -¿Te pasa algo, querida?-
-No, en realidad… quería saber si puedo ayudar en algo. Era enfermera en la clínica de mi padre así que sí está corta de personal me sería un placer ayudarla.- había visto que solo tenía un par de enfermeros con ella y los soldados la obedecían sin saber realmente qué estaban haciendo.
La mirada de la doctora se ablandó.
-Sí, en realidad. Me sería útil tu ayuda. Lava tus manos, colócate una mascarilla y ven.- rápidamente acató las órdenes, sabiendo que en la sala de un médico la velocidad era clave y no había tiempo para quedarse parado mirando a la nada por alguna pequeña duda.
Apenas estuvo lista comenzó a llevar y traer materiales para la doctora. Entonces se dio cuenta de por qué Unohana necesitaba su ayuda. Mientras que ella no entendía mucho de lo que decía a los otros enfermeros, ellos no entendían lo que la doctora decía cuando pedía materiales o instrumentos comunes de la Tierra, por ejemplo no sabían lo que era la anestesia.
-¿Aquí no tienen anestesia?- preguntó sorprendida después de inyectar a la paciente.
-Tenemos una hierba que ayuda a disminuir el dolor, pero no es tan efectiva para ustedes como lo es para nosotros.- explicó la mujer.
Interesante.
-¡Capitana Unohana!- un enfermero vino de pronto, jadeando. –Tenemos los resultados de sangre.-
-¿Y bien?- preguntó ansiosa.
-La paciente es cero negativo, capitana.- informó el hombre.
Los hombros de la mujer se desplomaron.
-Ya veo. Por favor ve a llamar a los soldados de rango más alto presente.-
-¡Sí, capitana!-
-¿Qué sucede?- preguntó Karin, un poco demasiado ansiosa.
-Veras, nuestra sangre no es del todo como la suya. Solo hay dos tipos y cada uno puede donar solo a su propio tipo. Nos tomó un tiempo descubrir el funcionamiento de su sangre y hemos clonado sangre de todos los tipos excepto cero positivo y negativo y...-
-Y la paciente necesita una trasfusión.- completó, palideciendo. -¿Y no tienen la manera de donarle sangre?-
-En realidad, hace poco tiempo gracias a uno de nuestros científicos infiltrado en la tierra para recolectar datos sobre ustedes nos llegó la suficiente información para crear este tipo de sangre artificialmente. El problema es que no ha sido probado, así que no está en los hospitales ni mucho menos en el refugio, está en el depósito del departamento de investigación y desarrollo división Tierra. No tomaría mucho tiempo que alguien vaya por el recipiente de sangre tipo cero negativo, pero…- dudó en hablar.
-¿Qué?-
-Según las últimas noticias, de hace solo pocos minutos, los Arrancars han logrado irrumpir en la ciudad. Están caminando libremente por Ciudad Central, y temó que sí enviamos soldados a buscar el recipiente tal vez nunca vuelvan.-
Karin sintió el corazón atorársele en la garganta.
-¿Lograron entrar a Ciudad Central?- preguntó en un susurro. -¿Pero cómo? ¿Acaso los soldados en el frente perdieron?- ¿todos murieron? ¿Toshiro y sus amigos murieron? ¿Se acabó todo?
-No, no. Solo lograron desactivar el campo de fuerza, aún no se sabe cómo, el campo ya volvió a funcionar pero un buen número logró meterse a dentro y los soldados siguen luchando porque más no entren.- la tranquilizó rápidamente. Karin soltó un gran suspiro. –Quiero enviar soldados de todos modos, claro, pero no sé sí quiero arriesgar la posición del refugio. Sí nos descubre aunque sea un pequeño hollow podría matar a la mitad de nosotros y toda la guerra sería en vano si no hay población lo suficientemente grande para subsistir. Es muy arriesgado enviar a alguien a salir y luego a entrar delatando la posición.-
Bueno, eso sí que era un dilema muy feo.
-¿Entonces los dejaremos morir?- miró a Chin, que a este punto apenas estaba consciente.
La doctora se mantuvo en silencio por un momento, antes de suspirar.
-No. Claro que no. Supongo que solo debemos ser extremadamente cuidadosos.- justo en ese momento, Rikichi y otros cinco soldados atravesaron las cortinas e hicieron una reverencia. –Soldados, tengo una misión de alto riesgo no solo para ustedes, sino para la supervivencia de todo Seireitei.- los soldados se tensaron mientras escuchaban el plan de Unohana, que les explicó los riesgos y la situación de la paciente. -…Por eso es tan necesario para la vida de esta mujer y su bebé que vayan. Sin embargo, entenderé sí rechazan por completo la misión, o sí alguno de ustedes decide no ir. No les estoy pidiendo esto como la capitana del departamento de salud y medicina, sino como una doctora y una ciudadana. ¿Cuál será su respuesta?-
Los soldados intercambiaron miradas, pero en ninguno de ellos parecía haber ninguna duda, sí miedo y nerviosismo, pero también determinación y valentía.
-¡Será un honor!- los seis reverenciaron a la mujer y luego partieron.
Demasiado curiosa, Karin asomó la cabeza por detrás de las cortinas, viéndolos prepararse y hablar entre sí por varios minutos antes de que se dirijan a la salida del refugio. La abrieron lentamente, atentos a algún posible enemigo cercano.
Parecieron no encontrar a ninguno y poco a poco, uno a uno salieron del refugio y volvieron a cerrar la entrada.
Karin les deseó suerte desde lo profundo de su corazón antes de volver a ayudar con la paciente.
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Hitsugaya Toshiro jadeó pesadamente, esquivando otro ataque del Espada frente a él mientras no dejaba de maldecir mentalmente al miserable de Tousen.
Después de horas de pelear, se sentía increíblemente agotado, pero su oponente tampoco estaba mucho mejor. A pesar de que logró evitar el veneno, no pudo hacer nada para evitar que usara un dispositivo desconocido para lograr por breves minutos un hueco en la barrera que protegía Ciudad Central, dando paso a centenas de hollows para colarse dentro antes de que Hyorinmaru lo sellara con hielo siguiendo sus órdenes. Ahora todos los civiles corrían peligros, y entre ellos estaba su mujer embarazada.
Era un error que simplemente no podía perdonarse.
Quiso enviar a la mitad de las tropas adentro para proteger la ciudad, pero Tousen se lo impidió, enviando a su propio escuadrón que no era ni la quinta parte y asegurando que con eso bastaría. Claro que todos los civiles estaban seguros en refugios, pero en opinión de Toshiro no estarlos tratando como la prioridad a defender era simplemente estúpido. Sin embargo, Tousen era un capitán con muchos más años de servicio que él, y no pudo decir nada cuando los soldados lo obedecieron sin chistar.
Todo lo que necesitaba era deshacerse de Szayel lo más rápido posible, masacrar a los hollows restantes y finalmente podría ir adentro a asegurarse de que Karin esté bien.
Por desgracia, hacerlo era mucho más difícil que solo pensarlo.
-¿Qué sucede, capitán?- su oponente lo miró con burla, aunque él también jadeaba por el cansancio. -¿No vas a rendirte a pesar de que obviamente mis hollows ya aniquilaron a toda tu gente? Deberías estar más preocupado por cómo limpiaran tanta sangre… aunque supongo que ya tienen experiencia, después de haber trapeado los deshechos de todas sus mujeres hace tantos años atrás.- rió maniáticamente.
Inhalando profundamente, Toshiro se obligó a mantener la calma. Este bastardo era inteligente, sí aun no lo mataba no era porque estuvieran a la par en habilidad física, sino por todos los trucos sucios que aplicaba astutamente para intentar derrotarlo. Por otra parte, él seguía vivo probablemente porque aparte de tener una increíble destreza física era considerado un genio y tenía su buena porción de astucia. Era una batalla de ingenio, Szayel era científicamente superior a él, pero lograba sobrevivir siendo físicamente superior y con más resistencia que su oponente.
¿Pero cuánto más podrían seguir así?
Obligó al Espada a retroceder con un impulso de energía y miró a su alrededor para evaluar la situación.
Afortunadamente Renji y Ulquiorra seguían vivos, aunque ambos se veían tan agotados como él. La gran mayoría de hollows débiles y promedio habían sido neutralizados, y los soldados estaban teniendo problemas para matar a los poderosos que quedaban.
Si bien la mayor parte de las fuerzas enemigas cayeron, Toshiro también era dolorosamente consciente de que perdieron una buena cantidad de soldados en este cruce. Sí tan solo pudiera matar a este Espada ahora al menos podría sentir que no fue completamente en vano.
Hyorinmaru se había retirado por el momento para vigilar el hueco en la muralla, asegurándose de que nadie rompiera el hielo y más enemigos pasaran a la ciudad, aunque estaba lo suficientemente cerca para responder a su llamado en cualquier momento.
Ya había pasado un tiempo desde que los hollows irrumpieron en la ciudad. ¿Habrían encontrado el refugio? No quería ni pensarlo, se le estremecía hasta el alma con solo imaginar a su Karin completamente indefensa bajo las garras de una de esas despreciables criaturas. Necesitaba terminar con esta batalla lo antes posible para poder asegurarse de que ella estaba bien.
Se acabaron los juegos. Usaría su mejor carta.
-¡Hyorinmaru!- cuando gritó su nombre, de inmediato su dragón rugió y voló hasta quedar justo detrás de él. –Acabemos con esto, te pediré una armadura de hielo para que su veneno no me toque en lo que realizó mi ataque final.- dijo al sentir la gigantesca cabeza posada por encima de su hombro.
-Sí pasas demasiado tiempo con la armadura tendrás consecuencias desagradables, ser mi compañero no te hace inmune al frío.- advirtió con un gruñido.
-Lo sé perfectamente, te aseguró que esto no durará mucho más tiempo.- aseguró con su voz llena de determinación.
-En ese caso seré feliz de ayudarte.- sopló su aliento suavemente sobre él, recubriendo su cuerpo con hielo del más duro pero evitando convertirlo en una estatua, dejando ciertas partes expuestas para darle una mejor movilidad. Debería ser cuidadoso con eso, un solo corte con esa espada envenenada y Karin buscaría la forma de revivirlo solo para matarlo ella misma.
Sonrió ante el pensamiento, antes de abalanzarse contra su oponente.
Chocaron espadas y las chispas saltaron. La sonrisa de Szayel se deshizo al sentir más fuerza y velocidad en su contraataque, y varios hollows se desenterraron de la nada y saltaron directo a él, solo para encontrarse con las mandíbulas de Hyorinmaru fielmente cubriendo su espalda, mientras que a los pequeños hollows que lograron acercarse demasiado solo bastó una patada para alejarlos.
Ahora su enemigo se veía realmente preocupado, sus ojos delataban su nerviosismo y su boca estaba torcida en una mueca de rabia. La ira entorpeció sus movimientos y Toshiro supo que ya lo tenía.
Dejó que la espada envenenada acertara un golpe en su muñeca cubierta de hielo, sin lograr ni rozar su piel, y apuñaló a Szayel en el pecho, solo para fruncir el ceño al toparse con una armadura de hueso. Aun así no desperdició la cercanía y echó la cabeza hacia atrás y luego bruscamente hacia adelante, dándole un duro cabezazo que lo envió al suelo.
-Hasta aquí llegaste, Espada.- dijo con satisfacción mientras apuntaba a su cuello.
-¡Mierda!- gritó él con horror, sabiendo que no tenía oportunidad de salvarse con otro truco suyo esta vez.
Sin embargo, justo antes de que lograra hacerle ni un rasguño, una espada se interpuso en su camino.
-¿Qué…?...- se quedó con la boca abierta al ver al salvador de su enemigo. -¿Qué demonios crees que estás haciendo… Ulquiorra?- su voz estaba llena de sorpresa, incredulidad y sobre todo la sensación de traición instalada con fuerza en su pecho.
Ulquiorra Cifer, alguien a quien llegó a considerar como familia, alguien por quien hubiera dado su vida, alguien a quien le confió la vida de Karin, ¿era un vil traidor?
El hombre pálido soltó un largo suspiro antes de mirarlo.
-Lo siento, capitán, pero no puedo permitir que lo mates.- dijo con voz inexpresiva. –No esperaba que superaras su fuerza tan pronto, me forzaste a revelarme antes de tiempo… Aunque tienes suerte, esto significa el fin de la emboscada.- de repente, su mirada se suavizó. –Ve a ver sí ellas están bien… y dile a Orihime que lo siento.- antes de que siquiera pudiera reaccionar, se cargó a Szayel al hombro y saltó hacia lo alto de un árbol.
Fue al verlo dar un segundo salto que finalmente reaccionó.
-¡Ulquiorra!- se deshizo de la armadura para ganar más velocidad y fue tras él, apretando fuertemente el mango de su katana en su mano, aunque sin saber sí sería capaz de matarlo a pesar de todo.
¿Cómo pudo hacerles esto?
-Realmente deberías retroceder, capitán.- se detuvo y le entregó a Szayel a otro arrancar, que de inmediato desapareció llevándoselo. El resto de hollows comenzaron a retirarse también, pero Hitsugaya solo tuvo ojos para el que alguna vez consideró su amigo. –Sí me marchó con ellos entonces se irán y ya no volverán. Soy uno de los principales motivos por el cual atacaron a Ciudad Central hoy, y te recuerdo que todavía hay hollows dentro de la ciudad.- eso finalmente lo hizo reaccionar. Era cierto, tenía que volver a asegurarse de que Karin y las demás estuvieran bien.
Pero…
-¿Acaso te importa lo que pase dentro de la ciudad?- escupió entre dientes. -¿Acaso te importó alguna vez alguno de nosotros? ¡¿Acaso te importó alguna vez Inoue?!-
-Las excusas son irrelevantes.- murmuró con voz ausente. –Solo dile que lo siento, y a cambio te daré una pequeña información valiosa que creo que te interesa.-
-¿Y por qué demonios debería confiar en ti?- gruñó preparado para atacar en cualquier momento.
-Solo es la confirmación a algo que ya sospechabas.- le dio la espalda. –Hay un traidor en los capitanes. ¿Cómo crees que Szayel obtuvo la información necesaria para hacer un agujero en la barrera? Todo esto ya estaba planeado desde el momento en que pusimos un pie en Seireitei.-
Toshiro lo escuchó con los ojos muy abiertos. No debería confiar en un traidor, pero no podía dejar de pensar en una persona en específico que nunca le pareció muy leal a su planeta y a los ciudadanos.
-¿Es Tousen?- preguntó con cautela. –Confírmalo y le daré a Inoue tu mensaje, de lo contrario solo le diré que nos traicionaste sin más por más que lloré desconsolada.- dijo intentando aprovechar sí es que el traidor realmente había desarrollado sentimientos por su ex sensei.
-Es él.- confirmó Ulquiorra rápidamente. –Sin embargo no tienes más pruebas que la palabra de un traidor y tus propias sospechas infundadas, buena suerte logrando que los altos mandos de Seireitei te crean, capitán.-
Sin decir ni una palabra más, desapareció siguiendo a las decenas de hollows que se marchaban en retirada.
Toshiro se quedó parado en ese mismo lugar, apretando el mango de su katana tan fuerte que la sangre comenzó a brotar.
Perdió a toda su familia hace tantos años, y cuando finalmente encontró una nueva, esta rápidamente comenzó a caerse a pedazos. ¿Por qué tenía que ser así?
-Capitán…- Renji, que también presenció la traición de Ulquiorra, se acercó a él con cara de que todavía no podía creerlo. -¿Cómo le vamos a decir esto a los demás?- preguntó con ojos llenos de frustración.
Lanzó un largo suspiro.
-Debemos ordenar nuestras prioridades.- dijo luego de una pequeña pausa. –Primero iremos de regreso a la ciudad y buscaremos a Karin y a las demás, una vez nos aseguremos de que estén bien nos concentraremos en erradicar hasta el último pequeño hollow de Ciudad Central. Después nos encargaremos de dar la noticia.- decidió.
Renji asintió distraídamente, con su mirada fija por donde Ulquiorra se había marchado.
-Aun no puedo creerlo…- murmuró en voz baja.
Toshiro cerró los ojos dolorosamente.
-No importa si lo creemos o no. Pasó, y tenemos que vivir con ello.- hizo una mueca.
Consideró la idea de decirle a Renji respecto a la información sobre un traidor que Ulquiorra le dio, pero se lo pensó mejor. Realmente no tenía ninguna prueba más que la palabra de un traidor y sus propias sospechas, lo mejor era guardarse la información hasta conseguir una mejor prueba y poder deshacerse de Tousen definitivamente.
Por mientras, solo se concentraría en buscar a Karin y ponerla a ella y al resto de civiles a salvo.
.
¿Por qué los soldados tardaban tanto en traer la sangre artificial? La paciente ya había perdido más de un litro de sangre y considerando que lo normal era medio litro no era descabellado decir que su vida realmente estaba al límite ahora mismo.
-Unohana-sensei… ¿Qué haremos si no regresan a tiempo?- preguntó temerosa.
-Tendremos que realizar una cesárea de emergencia para salvar al bebé, pero no habría forma de salvar a Chin.- informó con tristeza mientras seguía intentando ralentizar la hemorragia lo más posible.
Karin se mordió el labio.
Maldición, ¿por qué tenía que pasar esto?
-¿Dónde está el esposo de Chin-san?- preguntó en un susurro.
-Por desgracia hace un par de meses que murió en el frente, peleando por defender nuestro mundo.- Karin se estremeció ante ese dato. –Chin ha estado pasando por momentos muy difíciles, pero su embarazo marchaba bien. Sí tan solo el ataque no hubiera sido hoy… podría haberla salvado.- suspiró con tristeza.
-Lo siento mucho.- solo pudo decir.
-Está bien, querida. La guerra es cruel, pero nuestros corazones deben ser fuertes.- sonrió con cansancio. –Vuelve a descansar con los demás, no puedes esforzarte de más. Ya no hay nada que puedas hacer aquí, me has ayudado lo suficiente.-
Quiso discutir, pero la voz de la mujer era firme pese a su dulzura, así que rápidamente se quitó los guantes y la mascarilla, lavó sus manos y salió de entre las cortinas, dirigiéndose a donde Orihime y Shiky la esperaban.
-Gracias por decirnos a donde ibas, Karin-chan.- Shiky la miró con reproche.
-Lo siento, no estaba segura de sí podría hacer lo que quería.- se frotó la nuca. –Estuve ayudando con la embarazada. ¿Dónde está Kimi-chan?- preguntó curiosa al no verla.
-Fue a jugar con los otros niños, todos quedaron nerviosos por la mujer y algunas madres empezaron a tocar música y organizar juegos para relajarlos. Estuve con ella un rato pero volví a sentarme cuando me cansé.- informó. –Por cierto, hace tiempo informaron que el ejército redujo considerablemente el número de fuerzas enemigas y tenían todo bajo control, no sé sí lo escuchaste así que te lo digo por las dudas.-
-Oh, no lo escuche. Gracias.- se preguntó sí también les habían dicho que algunos hollows se colaron en la ciudad, pero imaginaba que no porque eso podría causar pánico así que mantuvo la boca cerrada.
Se sentó junto a ellas, pero se quedó mirando a la escalera por la cual los soldados desaparecieron hace casi una hora. Sí no llegaban pronto Chin moriría.
-¿Pasa algo, Karin-chan? Te ves nerviosa.- señaló su ex sensei.
-Nada… Solo estoy preocupada por Chin-san, la embarazada en trabajo de parto. Su vida realmente corre peligro.-
-Ya veo. Pobrecilla.- murmuró tristemente. –Desearía poder hacer algo para ayudarla…-
-Bueno, tal vez podamos.- dijo una diminuta vocecilla.
-¿Hmm?- las tres voltearon hacia las pequeñas haditas en los hombros y cabeza de la mujer de cabello castaño-anaranjado.
-Nuestras habilidades especiales también funcionan como curación, supongo.- murmuró el pequeño duendecillo rubio de coleta. –Aunque acabamos de formar el vínculo, así que no podremos hacer mucho, pero algo deberíamos poder hacer.-
-Y algo es algo.- dijo felizmente la de cabello fucsia.
-¿De qué hablan?- Karin los miró con desconfianza.
-Sí mesclamos el polen de nuestras alas con agua crearemos una miel especial que tiene propiedades especiales como la conservación de materia orgánica o bien la aceleración del proceso de regeneración de las células.- dijo sencillamente el rubiecito.
-Tú… eres una hadita muy lista…- Karin lo miró impresionada. -¿Pero están seguros de que eso funciona?-
-¡Claro! No sabemos qué tan bien funcionara en este caso pero no perdemos nada con intentarlo. Sí Orihime está de acuerdo, claro.-
-¡Por supuesto! ¡Quiero ayudar en lo que pueda!-
Un poco dudosa pero esperanzada, Karin llevó a Orihime con la doctora Unohana. Le explicaron la situación y ella miró seriamente a las haditas.
-¿Podrían reemplazar las células sanguíneas perdidas?- preguntó seriamente.
-Sí, pero probablemente no a la velocidad necesaria.- las haditas miraron tristemente a la mujer inconsciente conectada a varias máquinas para tratar de mantenerla con vida. –Le daríamos más tiempo, pero no llegaremos a salvar su vida a este paso.-
-Más tiempo es justo lo que necesitamos.- la doctora sonrió agradecida.
Empezaron a hacer la miel mezclando el polen de sus alas con agua y la doctora aplicó la misma por medio de inyecciones en el útero y en la médula con ayuda de Karin.
El proceso era largo, así que a mitad de camino la doctora le ordenó volver a descansar y dejarles esto, por lo que un poco a regañadientes regresó a donde Shiky la esperaba. Esta vez Kimi estaba allí, y junto a ella también estaba uno de los niños preguntones de antes.
-¿Y bien?- preguntó la rubia.
-Pues su ayuda le dio más tiempo, así que espero que todo salga bien.- sin querer explicarse más, volteó a ver a los niños. -¿Cómo te llamas?- le preguntó al varón de alborotado cabello castaño y ojos dorados que se veía un poco mayor que Kimi.
-Oh, eres la esposa del capitán Hitsugaya, el que tiene el dragón.- la miró impresionado. –Mi nombre es Hikisaki Hei. ¡Es un placer, señora!- sonrió enormemente.
-Lo mismo digo.- intentó no perturbarse demasiado con ser llamada señora. Se supone que era una mujer casada ahora. -¿Dónde está tu mamá?- miró alrededor por alguna mujer que se le pareciera.
-¿Eh? Ah, yo no tengo una de esas.- murmuró rascándose una oreja. –Me dijeron que mi mamá se murió por la enfermedad esa de hace diez años y me sacaron de su estómago a tiempo, y mi papá se murió en la guerra pocas semanas después.- se encogió de hombros como si no le importara en lo absoluto hablar de la muerte de sus padres.
-Oh. Lo siento mucho.- lo miró con pena. –Pero… ¿no eres muy pequeño para tener diez años?- se veía de cinco máximo.
-¿Eh? No. ¿Por qué? Soy de los más altos de mi edad.- se cruzó de brazos.
-Ah, sí, perdona.- olvidó que las personas crecían a velocidades diferentes en Seireitei.
-Tu tía es rara, Kimi.- susurró en voz absurdamente alta a su amiga.
-Para mí todos son raros menos mi mami y mi papi.- la pequeña se encogió de hombros.
Karin se rió entre dientes. Niños, nunca fue buena con ellos.
Se llevó una mano al vientre y de nuevo sus pensamientos volvieron a Toshiro. Esperaba que esté bien.
De pronto, un sonido llamó su atención y volteó hacia las escaleras que daban a la salida, jadeando de felicidad al ver a un soldado bajando por ellas. ¡Finalmente regresaron!
Corrió hasta ellos para ir a buscar la sangre artificial, solo para congelarse al escuchar un rugido familiar muy, muy cercano.
Hollow.
Palideció y escuchó el refugio llenarse de gritos cuando una mano gigantesca con filosas uñas llegó desde las escaleras y tomó al soldado entre sus dedos, apuñalando sus costillas en el proceso.
La mano se extendió hacia ella, que era la más cercana a las escaleras, que pensó horrorizada que allí moriría, pero de repente se contrajo y comenzó a alejarse.
Suspiró aliviada, pero entonces la mano volvió a estirarse y la tomó del tobillo, lanzándola al suelo. Gritó y apenas alcanzó a apoyar su peso en sus manos antes de que la jalara hacia afuera tan rápido que apenas pudo escuchar el grito de Shiky antes de salir disparada hacia el exterior.
-¡Por las lunas, Hitsugaya-sama!- reconoció la voz de Rikichi pero no le prestó atención, más concentrada en el hecho de que el hollow la colocaba justo por encima de su boca, preparándose para devorarla por completo.
Gritó y las lágrimas llenaron sus ojos y pensó en Toshiro, su familia y su bebé en su vientre mientras el hollow la soltaba. A mitad de camino su lengua la sujetó para jalarla más rápido hacia su garganta, pero justo a unos centímetros de que sus mandíbulas se cerraran con ella adentro unos brazos la rodearon y el hollow rugió con frustración al verla repentinamente varios metros lejos de él.
-¿Qué…?...- se frotó los ojos y miró a su salvador, sorprendiéndose al ver a Rikichi sangrando profundamente de su hombro.
-Apenas llegué a salvarla, señora.- dijo haciendo una mueca de dolor. –Los dientes del hollow me hirieron. Debe volver al refugio inmediatamente o no seré capaz de protegerla.- respiraba agitadamente.
-Bien, pero regresemos juntos. Estás sangrando demasiado, no serás capaz de pelear así.- lo ayudó a ponerse en pie y se encaminó hasta la losa abierta junto a los arbustos donde se entraba al refugio aprovechando que los otros soldados estaban peleando con el hollow y parecían poder contenerlo fácilmente. Mientras miraba la pelea, notó que muy cerca de esta había dos frascos cargados con líquido rojo. La sangre que Chin necesitaba.
Jadeó y miró nerviosamente al refugio. Estaba a muy poco de llegar pero ¿cuánto duraría esta batalla? Chin necesitaba la sangre lo antes posible.
Frunció el ceño y tragó saliva, pensando en un plan absolutamente loco y arriesgado. Era una idea terrible, pero tal vez no, tal vez funcionara y todo saldría bien. ¿Valía la pena intentarlo? Debería ser capaz de hacer esto para ayudar a estas pobres personas. Pero…
Cuando Rikichi comenzó a bajar por la escalera, Karin no lo siguió.
-¿Hitsugaya-sama?- la miró con los ojos repletos de confusión.
-Necesito hacer algo.- ignorando los gritos de protesta del soldado, corrió lejos de la entrada del refugio directo hacia el campo de batalla donde el hollow todavía seguía en pie luchando contra los cuatro soldados restantes.
-¡¿Qué hace, señora?! ¡Vuelva al refugio inmediatamente!- un soldado la vio y de inmediato gritó con pánico.
-¡MI PRESAAA!- Karin se estremeció. ¡¿Esa cosa hablaba?! Y parecía querer devorarla desesperadamente.
Luchando contra la sensación de absoluto terror helándole las venas, Karin tomó los frascos de sangre y corrió, salvándose del brazo elástico del hollow gracias a la intervención de uno de los soldados.
Desgraciadamente, no pudieron salvarla de su lengua, que se envolvió alrededor de su cintura.
Mierda.
-¡RIKICHI, ATRAPA!- lanzó los frascos hacia el soldado castaño en un último intento de que su plan funcione. Él apenas llegó a atraparlos. -¡Llevalos con la doctora U…!- calló cuando otro soldado saltó hacia ella para salvarla, cortando la lengua del hollow, que rugió furiosamente.
Al verla a salvo, Rikichi corrió dentro del refugio dejando la losa entreabierta.
-¡Lleva a la mujer al refugio! ¡Nosotros nos encargamos de…!- aquel soldado no pudo terminar de hablarle al soldado que la rescató, ya que repentinamente las garras del hollow se clavaron en su pecho, matándolo al instante.
-¡Hermano!- su salvador la dejó en el piso y corrió hacia el asesino de su hermano, logrando cortarle un brazo.
Karin quiso correr hasta el refugio, pero se congeló al ver más hollows llegar.
No podían encontrar el refugio. ¡No podía permitir que lo encuentren!
Solo quedaban tres soldados en pie y la losa estaba entreabierta. ¿Cómo se supone que iba a volver a entrar sin que la vieran? La mayoría estaban viendo a los soldados peleando, pero el monstruo elástico seguía rugiendo que ella era su presa y uno de los nuevos no le quitaba la vista de encima.
¿Cómo iba a hacer esto? ¿Cómo iba a salvarse? ¿Cómo iba a salvarlos a todos?
Su mirada se movió frenéticamente de un lugar a otro, buscando por alguna salida, lo que sea, y al ver todas las ramas recubiertas de hojas que habían caído al piso por las garras inquietas del hollow, otra loca idea vino a su mente. Una idea terrible que devolvió las lágrimas a sus ojos, porque sí cumplía con este plan… moriría sin remedio.
Llevó sus manos a su vientre y sintió las lágrimas deslizarse por sus mejillas.
No solo era un plan suicida, porque no era solo su vida la que estaba en riesgo, sino la vida de su hija también. Este era un plan asesino y cruel. Ni siquiera quería pensar en Toshiro ahora, le quitaría a la hija que tanto quería por el bien de su mundo, le quitaría todo por lo que estuvo trabajando tanto tiempo, moriría sin siquiera llegar a decirle que lo "apreciaba" tanto como él a ella. Era tan injusto que no pudo evitar llorar, pero su decisión estaba tomada.
Habían decenas de bebés allí abajo, decenas de niños y mujeres embarazadas, tantas personas, si bajaba entonces los hollows descubrirían el escondite y la matarían también junto a todas esas personas… no podía arriesgarse.
Tomó aire y retrocedió lentamente hacia las ramas caídas, sin perder de vista a los hollows acercándose. El primer hollow seguía mirándola y diciéndole que era su presa, los demás lo miraban todos excepto uno que solo la miraba a ella.
Eso es, se dijo. Apenas le quitaran la mirada de encima aunque sea por un segundo actuaría, y no podía fallar. Solo le quedaba esperar y rogar a los cielos que el momento llegara, que este plan funcionara por más imposible que pudiera parecer.
Un sudor frío comenzó a recorrer su frente. Los hollows ya estaban muy cerca, y ese maldito único hollow seguía sin quitarle la vista de encima.
Quizás el momento nunca llegué, pensó casi paralizándose del terror. Quizás voy a morir por nada, y luego todas esas personas serán las siguientes, todo porque no pude pensar en un mejor plan. Quizás…
Interrumpió sus pensamientos al escuchar un estridente chillido.
Miró de reojo a la pelea, viendo con sorpresa como el hollow gigantesco finalmente fue derrotado por los tres soldados. No tuvo tiempo de sentir alegría y miró al hollow que la tenía vigilada, notando su mirada desviada hacia su compañero desintegrándose.
¡Ahora!
Rápidamente tomó dos de las ramas más ligeras y las arrojó hacia la losa, agradeciendo a todos los cielos cuando cayeron perfectamente encima de esta y la camuflaron de la vista de los hollows.
Cuando volvió su vista a su vigilante, notó que aun seguía mirando a los soldados y se planteó la posibilidad de correr hacia el refugio si estaba tan distraído, pero entonces el monstruo volvió a mirarla y siguió avanzando hacia ella mientras los demás avanzaban hacia los soldados.
Karin sabía que iba a morir hiciera lo que hiciera, así que solo corrió, corrió lo más rápido posible en dirección opuesta al refugio. Miró hacia atrás por un momento, confirmando que el hollow la seguía a velocidad moderada pero riéndose, como sí disfrutara del juego de perseguirla. Miró a los soldados por un momento y se estremeció cuando mataron a otro. Solo quedaban dos contra cinco hollows y más podrían venir en cualquier momento, no tenían oportunidad. No podrían salvarla.
Las lágrimas volvieron a llenar sus ojos, dificultándole ver el camino delante de ella mientras corría con todas sus fuerzas todavía esperando algún milagro que las salvara al último minuto.
-Toshiro…- entró a un bosque, lo que le dificultó más correr por el camino lleno de obstáculos. –Toshiro…- ¿sería mucho pedir que llegara milagrosamente de la nada a salvarlas? -¡Toshiro!- ¿sería mucho pedir verlo una última vez? -¡TOSHI…!...- una mano le cubrió la boca, una mano gigantesca y monstruosa.
-Que escandalosas son las mujeres de este mundo, ya veo porque las mataron a todas.- dijo el monstruo riendo psicóticamente. –Serás la primer mujer que coma, ya puedes sentirte honrada.- sacó su asquerosa lengua y la pasó por su rostro. –Mmm, sabes bien. ¡Esto voy a disfrutarlo mucho!- lanzó otra risotada antes de colocarla por encima de su cabeza. –Te comeré lentamente, empezaré por una pierna, luego por otra e iré subiendo y subiendo, manteniéndote viva el mayor tiempo posible.- se carcajeó sin parar. -¡Oh, mis sensores detectan que llevas otro ser dentro! ¡Perfecto! ¡Lo arrancare con mis dientes y lo devoraré frente a tu rostro mientras sigues viva! ¡Será un dulce aperitivo!-
Karin sollozó el nombre de Toshiro una vez más, ya sin importarle que fuera imposible que la escuche. Solo lo quería aquí, lo quería aquí desesperadamente. ¡Lo quería aquí ahora! ¡¿Por qué no llegaba?! ¡LO QUERÍA AQUÍ AHORA!
-¡TOSHIRO! ¡TOSHIRO!-
-¡Eso es! ¡Grita! ¡Grita y llora todo lo que quieras!- se metió la mitad de su pierna en la boca.
Antes de que pudiera morder, un voz tranquila se hizo oír.
-Te recomendaría soltarla.-
La risa del hollow finalmente se detuvo y la apartó ligeramente. Voltearon a ver a su nuevo espectador.
Era un… ¿tigre rojo? Bueno, tigresa por su voz femenina, y parte de su pelaje parecía hecha de flamas rojas.
-¿Eres otra de esas bestias inteligentes de Seireitei?- el hollow sonó divertido. –No eres siquiera de la mitad de mi tamaño, gatita. ¡Serías el postre perfecto!- volvió a reír.
-La que tienes en tus manos es mi compañera.- dijo la tigresa roja de rayas negras.
-¿Uh?- finalmente saliendo un poco de su ataque de pánico, miró confundida a la felina parlante.
-La he estado esperando por siglos.- murmuró ella. –No puedo permitir que me la arrebates ahora que la tengo cerca, recurriré a toda mi fuerza para matarte sin que le hagas siquiera un rasguño, así que déjala cuidadosamente en el suelo y prometo que tu muerte será rápida e indolora.- le enseñó los dientes.
Por supuesto, el hollow volvió a carcajearse como un desquiciado.
-Ustedes bestias son tan arrogantes, me cené a varios de los tuyos con el mismo delirio de grandeza.- de repente colgó a Karin de un árbol. –Te cenaré luego, ahora me abriré el apetito con la gatita para que deje de molestar.- pasó su lengua por su huesuda cara de lagartija mutante.
Karin solo pudo observar, sin siquiera estar segura de qué hacer o cómo sentirse.
-Ya que dejaste a mi compañera en un lugar seguro sin hacerle daño, te daré el honor de una muerte rápida.- dijo la felina mientras veía al monstruo acercarse cada vez más sin ningún temor pese a su risa maniática.
Apenas el hollow se alejó a unos cuantos metros de ella, la tigresa se le lanzó encima.
Era tan rápida que ni siquiera pudo verla y de repente estuvo en la cara del hollow y le rasgó los ojos, dejándolo ciego de un solo zarpazo. El hollow rugió y de repente la tigresa saltó al suelo y tomó impulso para saltar a su boca, metiéndose dentro de su garganta.
¿Dejó que la comiera? No… el hollow rápidamente gritó de dolor y al segundo siguiente estalló en llamas rojas, gritando horriblemente antes de comenzar a desintegrarse en el aire.
Bueno… eso sin duda fue rápido.
Una vez el monstruo que estuvo a punto de comerla desapareció, Karin inclinó la cabeza hacia abajo y vomitó, llorando tanto por el asco como por el alivio.
Estaba viva… ¡estaba viva! No podía ni creerlo.
Sollozó, abrazándose a la rama del árbol.
-Gracias…- miró al lugar donde estaba la tigresa, solo para estremecerse al no verla allí. -¿Dónde…?...-
-Aquí abajo, querida.- estaba justo debajo de ella, cubriendo con tierra y césped su vomito. Le recordaba al gato que tuvo su hermana, solo que el gatito hacia eso con su propio vomito, claro. –Puedes lanzarte cuando quieras, te atrapare.-
Karin la miró desconfiada, pero luego se reprendió por eso. Acababa de salvarle la vida cuando creyó que todo estaba perdido, y su esposo bien le dijo que eran las bestias gentiles quienes los escogían, así que sí era su compañera de verdad debía confiar en que no dejaría que nada malo le pasaría. Acababa de demostrárselo.
Tomó aire y se lanzó con los ojos fuertemente cerrados, aterrizando en un suave y cálido lomo.
La tigresa ronroneó satisfecha.
-Me alegra que confíes en mí. Te prometo que de ahora en adelante no volverás a sentir tanto temor como hoy en mi guardia, lamento no haber llegado antes.- comenzó a trotar, adentrándose más en el bosque. -¿Puedo saber tu nombre, compañera?- preguntó con voz cargada de felicidad, como si de verdad hubiera esperado mucho tiempo por ella.
-Hitsugaya Karin…- se abrazó al grueso cuello del animal, sintiendo su reconfortante calidez. -¿Cuál es tu nombre?-
-No tengo uno.- murmuró con tristeza. –Siempre he estado sola, así que nunca tuve la necesidad de tener una manera distintiva en la cual deberían llamarme. La soledad es agradable cuando eres un depredador, pero hace tiempo que me cansé de ella. Esperaba con ansias poder conocer a una compañera que pudiera darme un nombre.- de repente se detuvieron. –Baja y lava tu rostro, Karin. Este es el río de aguas más sana en Ciudad Central, puedes beberla si quieres.- se sentó para que pudiera bajar cómodamente, ya que ella era al menos cuatro veces más grande que Karin, recordándole más al tamaño de un oso que el de un tigre normal.
-Gracias.- bajó y lo primero que hizo fue lavarse el rostro, cansada de sentir los rastros de lágrimas en toda su cara. –De verdad gracias por todo.- le dijo después de enjuagar su boca para quitarse el sabor del vomito. –Sí no hubieras llegado…- tragó saliva, antes de suspirar y beber un poco de agua esperando que la sensación refrescante la calmara un poco. –Gracias…-
-Te he dicho que eres mi compañera.- se sentó a su lado. -Daría mi vida con tal de proteger la tuya y la de tu cachorro.- Karin rió por su forma de llamar a su bebé. ¿Y cómo es que todas las criaturas podían decir que estaba embarazada solo con estar cerca de ella? Estaba muy segura de que aun no se le notaba el vientre abultado. –También de verdad lamento no haber llegado antes, Karin. ¿Ya estás tranquila?-
-Ya estoy mejor, gracias.- no se cansaría de agradecerle. –Emm… realmente necesitas un nombre.- ella de inmediato se enderezó, obviamente interesada en eso. Era muy linda. –Veamos…- la miró atentamente. Sus grandes ojos eran muy oscuros, pero brillantes. Su pelaje se veía suave y hasta a ella le daban ganas de acariciarlo. El pelaje blanco en sus mejillas era lo único claro en ella, pues el resto era de rojo escarlata y las rayas en todo su cuerpo tan oscuras como sus ojos. También ciertas partes como en sus patas parecían recubiertas de suaves flamas. Era una apariencia extraña, pero majestuosa. Ella era hermosa, tan bella. –Oh, ya lo sé.- sonrió. –Me gustaría llamarte Mei. ¿Estás de acuerdo?- le gustaba el nombre, pero sí a ella no entonces pensaría en otro.
-Mei.- susurró con los ojos muy abiertos y sus lindas orejitas tensas. –Al fin… tengo un nombre.- de repente apoyó su cabeza contra su mejilla, restregándose contra ella mientras ronroneaba ruidosamente.
Karin rió, ya sin contenerse de acariciar el cálido pelaje.
-Me alegra que te guste.- sonrió. –Emm…- frunció el ceño. –Disculpa, sé que probablemente estés cansada, pero… ¿podrías llevarme de regreso a la ciudad? Mi esposo y mis amigos deben estar preocupados por mí.- sí es que regresaron de la batalla, a Toshiro probablemente se le iba a zafar un tornillo. O peor. –Diablos, realmente podrían creer que estoy muerta.- se estremeció.
-Por mucho que me gustaría acceder a tu petición, temó que por el momento no es posible.- sus ojos la miraron con tristeza. –Ciudad Central está infestada con hollows y mi estilo de pelea no me permitiría protegerte en caso de toparnos con uno.- bueno, eso era cierto, recordó ella al recordar cómo se metió en la boca de un hollow para quemarlo vivo desde adentro. También era demasiado veloz como para que pudiera sujetarse fácilmente en medio de una pelea.
-¿Entonces qué voy a hacer?- preguntó temerosa.
-Te llevaré a mi guarida y esperaremos.- dijo Mei. –Los hollows no están muy interesados en el bosque, y sí uno se aproxima podré verlo y eliminarlo rápidamente sin ponerte en peligro. Sé con certeza que el ejército no permitirá que este lugar esté poblado por hollows mucho tiempo, así que mañana por la mañana iré a investigar que todo sea seguro y en caso de ser así te devolveré a tu hogar con mucho gusto. El bosque no es lugar para que tengas a tu cachorro.-
-Mi "cachorro" está a varios meses de llegar.- sonrió divertida, pero luego se puso seria. -¿De verdad hay que esperar tanto? No quisiera que pensaran que estoy muerta.- tragó saliva. Ni siquiera había confirmado que Toshiro estaba vivo y ahora él podría pensar que ella está muerta.
-Quisiera llevarte o ir por mi cuenta a dar el mensaje, pero por el momento no puedo arriesgare a ponerte en peligro o dejarte sola.- apoyó so cabeza contra su frente. –Lo siento mucho, lo más sensato es esperar.-
La humana dejó escapar un gran suspiró.
-Está bien.- asintió. –Entonces esperaré.- solo esperaba que Toshiro estuviera vivo, y que no hiciera nada estúpido en su ausencia.
Subió al lomo de Mei y se internó más en el bosque con ella, agradeciendo desde el fondo de su corazón seguir con vida y deseando que tanto su esposo como Renji y Ulquiorra estuvieran bien y volvieran a salvo a casa. Esperaba que todos pudieran reunirse pronto.
.
Toshiro y Renji se dirigieron a paso a recto al refugio, matando cada hollow que se le atravesara en el camino.
Apenas entraron a la ciudad le pidió a Hyorinmaru dar un par de vueltas por allí matando tantos hollows como pueda antes de volver a su bosque a descansar porque incluso él tenía un límite. El dragón no dijo nada, pero despegó matando hollows en todo su camino hasta que lo perdió de vista.
Hitsugaya tenía mil cosas en su cabeza. La traición de Ulquiorra, la infiltración Arrancar en sus filas y el increíble gasto en recursos y golpe moral que este ataque representaba. Pero la principal cosa en su mente era Karin. Necesitaba verla y rápido, necesitaba abrazarla y besarla, solo así sentiría que todo estaba bien y podría respirar de verdad por primera vez en horas.
Renji a su lado caminaba cabizbajo.
-No sé cómo decirle a las chicas lo de Ulquiorra.- seguía en shock. –Al menos le envía una disculpa a Inoue-sensei, pero…- negó con la cabeza. –No sé cómo les diré. Y Shinji y Yukio… diablos, esto va a golpear duro al mocoso, todos sabemos que respetaba mucho a ese pálido bastardo.-
-Hirako probablemente se sorprenderá, pero probablemente lo tomé mejor que nosotros. Él ya está acostumbrado a las traiciones.- era el mayor de los cinco, y solía ser un capitán hasta que lo degradaron por dejar escapar a Aizen Sosuke, el delegado del mundo enemigo que fue descubierto robando su tecnología para falsificar atentados en su propio mundo.
Él era una de las principales causas de la guerra y Shinji no pudo detenerlo. Sabía que eso lo atormentaba hasta la fecha, pero nunca lo juzgó por eso. Él mismo tenía un pasado oscuro, sangre inocente en sus manos… sangre de una persona amada.
Sacudió la cabeza y volvió a prestar atención a lo que Renji decía.
-…Y todas las cosas que dijo fueron mentira, ese miserable. Realmente creí que todos éramos como hermanos, creí que podía confiarle mi vida. ¡Habría dado la vida por él!- se notaba increíblemente frustrado. –Bastardo hijo de puta ama-hollows. ¿Cómo pudo?-
Honestamente él no se sentía menos traicionado, pero intentaba guardar la compostura.
Quien no guardaría la compostura sería Yukio, probablemente. Era solo unos meses menor que él, pero muchísimo más inmaduro y la verdad por lo que sabía de él nunca tuvo una familia que realmente lo entendiera o lo quisiera siquiera, y por mucho que lo negara se había apegado a ellos como hermanos. Y en los últimos meses demostró que al que más admiraba era a Ulquiorra. Él definitivamente no iba a tomárselo bien, ni siquiera sabía cómo reaccionaría, ni siquiera quería pensar en eso.
Se concentró en pensar en Karin. Pronto la vería y mandaría todos sus problemas al diablo, solo la quería a su lado. Solo la necesitaba a su lado y todo estaría bien.
Cuando llegaron al área donde estaba el refugio más cercano a su hogar, de inmediato se quedaron sin aliento.
Había cinco soldados muertos muy cerca de la entrada, y esta estaba cubierta de ramas.
De inmediato corrieron a la entrada y apartaron las ramas, frunciendo el ceño al ver la losa entreabierta. ¿Quién pudo haber sido tan irresponsable como para dejarla de este modo?
Toshiro de inmediato examinó la entrada con pánico, suspirando aliviado al ver que había señales de que fue forzada. Pero entonces ¿cómo es que las cosas acabaron así?
-¿Capitán Hitsugaya? ¿Abarai-san?- desde el fondo de las escaleras llegó la voz de Rikichi, que se asomó tímidamente. -¿Los hollows ya fueron eliminados de Ciudad Central?-
-Estamos en eso, pero ya no deben quedar muchos.- informó él cruzándose de brazos. -¿Puedo saber qué está pasando aquí?-
Rikichi dudó por un momento mientras subía por las escaleras. Toshiro no pasó por alto su brazo vendado.
-Capitán…- bajó la mirada, apretando el puño de su brazo sano. –Lo siento mucho…- alzó la mirada con ojos repletos de lágrimas.
-¿Hmm?- alzó una ceja. ¿Por qué demonios el mocoso estaba llorando?
-Lo siento, señor…- las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas. –Yo… ella… Yo intente protegerla, señor…- el corazón de Toshiro se detuvo en seco.
-¿Qué?- ese fue Renji, ya que Toshiro no podía hablar, sentía su boca seca, estaba paralizado. -¡¿De qué hablas, Rikichi?!-
-Tuvimos problemas.- se secó las lágrimas en un inútil esfuerzo por parecer digno al dar su informe. –Una mujer embarazada estaba dando a luz y estuvo al borde de la muerte, necesitaba sangre hecha artificialmente en el departamento de investigación y desarrollo, así que fuimos a buscarla. Cuando llegamos un hollow poderoso nos emboscó y mató a uno de nuestros compañeros. Nos hizo a un lado y metió la mano en el refugio, donde sacó a la persona más cercana… Su esposa, capitán.- bajó la mirada. –Casi la mata, pero la salvé a tiempo, aunque hiriéndome en el proceso.- miró su brazo vendado. –La llevé de regreso al refugio, pero ella escapó al último minuto y fue a buscar la sangre que necesitaba la embarazada. El hollow la atrapó y ella me lanzó los frascos, pero uno de mis compañeros la salvó y yo…- cerró los ojos. –Yo creí que la llevaría de regreso al refugio, por eso dejé la puerta entreabierta y volví al refugio para llevarle la sangre a la capitana Unohana. Eso fue lo último que vi de ella, después me enteré que nunca volvió a entrar al refugio.- de repente cayó de rodillas, inclinándose profundamente. -¡Fue mi culpa, señor! ¡Yo era el encargado de protegerla! ¡Usted me lo encargó a mí! ¡Lo mínimo que puedo hacer ahora…!...- empezó a temblar. -¡Lo mínimo que puedo hacer es aceptar sin quejas que me mate ahora como pagó por mi negligencia!- inclinó la cabeza, dejado su nuca al descubierto, listo para que lo decapitara.
Sin pensarlo dos veces, Toshiro tomó el mango de su katana y apuntó con furia a la nuca del pequeño hijo de puta que dejó morir a su mujer, solo para que Renji lo empujara.
-¡Capitán, tranquilícese!- gruñendo, Toshiro se preparó para apuñalarlo, solo para encontrar su muñeca fuertemente sujetada por una delicada pero fuerte mano.
-Capitán Hitsugaya.- era la doctora Unohana, mirándolo seriamente. –Cálmese. Usted no es ningún asesino.-
-¡Sí lo soy!- intentó zafarse, solo para gruñir cuando el agarre de la mujer se apretó. –Usted no sabe nada de mí… sí maté a una persona que amo y dejé morir a la persona más importante para mí y a mi hija no nacida ¿por qué no sería capaz de matarlos a ellos?-
-Su esposa murió para salvar la vida de una mujer y su bebé. Murió para proteger este refugio, murió por la vida. ¿Y usted creara muerte en su nombre?- sus ojos eran tristes mientras hablaba, viéndose como sí realmente le doliera la muerte de Karin.
Muerte. Karin estaba… muerta…
Su espada cayó de su mano al suelo, repiqueteando contra el suelo de piedra.
Cayó de rodillas al suelo.
Ni siquiera pudo llorar. Quería gritar, quería matar a todos los presentes y luego seguir matando a todo aquel que se le cruzara en el camino ¿por qué ellos vivían y Karin no? ¿Por qué ella tenía ese corazón tan puro y noble? ¿Por qué daba todo por los demás? ¡Ella ni siquiera debería estar aquí!
No… esto era su culpa. De no ser por él ella ahora mismo estaría en su escuela quejándose de cálculos de matemática o comiendo las comidas de su hermana o rodando los ojos ante las tonterías que decían sus amigos.
Escuchó un sollozo y volteó a ver a Renji, que apartó la mirada avergonzado mientras lágrimas caían por su rostro. Él también adoraba a Karin, todos la adoraban, ¿cómo podrían no hacerlo? Ella era demasiado buena, ocultando tras una mirada dura lo mucho que estaba dispuesta a desvivirse por los demás sin recibir nada a cambio, lo mucho que se preocupaba por todos, lo mucho que odiaba las injusticias y lo dispuesta que estaba a dar todo por lo que creía.
Y la perdió. Todo por no estar aquí. Ella le suplicó que no la dejara, no debió hacerlo, debió quedarse con ella. Sí no fuera por ese maldito ataque… esos malditos Arrancar… ese maldito…
"Soy uno de los principales motivos por el cual atacaron a Ciudad Central hoy".
…Ese maldito Ulquiorra…
¡De no ser por ese maldito Ulquiorra esto no habría pasado!
La furia volvió a recorrerlo y tomó su espada de nuevo, apretándola en su mano con tanta fuerza que su piel se rasgó y la sangre llenó la empuñadura.
Se puso en pie y se dio media vuelta.
-¿Capitán?- Renji lo llamó con duda en su voz.
-Voy a irme.-
-¿Qué?-
-Iré a Hueco Mundo, el mundo Arrancar.- dijo con voz fría y cargada de determinación. –Iré a matar a Ulquiorra.-
-¡¿Qué?!- esa fue la voz de Inoue, probablemente había salido del refugio para echar un vistazo, pero honestamente no le importaba.
-Voy a matar a Ulquiorra con mis propias manos, no importa cuánto tiempo me lleve.- antes de que alguien pudiera detenerlo, corrió lejos del refugio y lejos de la ciudad hacia la Estación Portal, dispuesto a ir a la base militar del segundo continente y robar los recursos necesarios para cumplir con su plan.
No importa cuánto tiempo le tome. Pagarían la muerte de Karin con sangre. Toda la sangre que sea necesaria y tal vez un poco más.
Continuara...
Holaaa! :D
Bueno, realmente todavia no llegamos a la parte q no quiero escribir, va a tardar un poco más de lo q pense xP Aunq igual esto fue intenso de escribir o.o
Saben, creo q mi computadora finalmente se jodió TnT Afortunadamente logre salvar lo q tenía escrito del cap de Extraterrestrial, pero lo q tenia escrito del cap de Si no fuera por ti se fue a la kk X'D Todavía no sé si puedo recuperar el documento, pero si no lo logró... ya veremos, pero probablemente mande el fic al hiatus :'v
Ya sé q mando muchas cosas al hiatus, pero esta vez no es seguro y hey! Al menos esta vez no es Extraterrestrial el q se va al hiatus XD Creo q a este ya lo mande como cuatro veces ahí :P
Ojala q el cap les haya gustado, realmente me gustaría saber q opinan! n.n
Los personajes de Tite!
COMENTEN! *o*
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
