Descargo de responsabilidad

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Este fanfic contiene elementos de auto-inserción, lo que significa que el autor se ha insertado a sí mismo en la historia. Si no te gusta este tipo de contenido, te recomiendo que no lo leas.

El autor no pretende que este fanfic sea una representación precisa de sí mismo o de las personas que lo rodean. Es una obra de ficción y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Sin embargo, si no te importa la auto-inserción o incluso te gusta, ¡adelante y disfruta de la historia! He hecho todo lo posible para que sea entretenida y atractiva para todos los lectores, quizás, independientemente de sus preferencias, o no, que importa solo busco contar mis ideas que me explotan en la cabeza ya sean buenas o completamente basura.

El autor no pretende ser un experto en ningún tema que se trate en este fanfic. Toda la información se ha obtenido de la investigación y el conocimiento personal del autor, y no debe tomarse como un hecho absoluto.

Este fanfic es una obra de ficción y no debe tomarse como algo real. Los personajes, eventos y lugares descritos en este fanfic son ficticios y no tienen ninguna relación con la realidad.

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Capitulo Dos

Me dejé caer en una silla, el impacto de la situación comenzando a asentarse. Ser parte del séquito de Rias Gremory significaba que ya no era humano. Había pasado de ser un humano ordinario a un demonio, y ahora estaba bajo el ala de Rias Gremory. Las implicaciones de este cambio eran enormes y aterradoras. Mi vida había cambiado de manera irreversible, y ahora tenía que enfrentar esta nueva realidad.

Intenté recordar lo que sabía sobre los demonios en "High School Dxd". Los demonios tenían habilidades sobrenaturales, longevidad y una jerarquía estricta. Ser parte del séquito de Rias significaba que estaba bajo su protección y autoridad, pero también implicaba responsabilidades y desafíos que aún no comprendía por completo. Los demonios tenían poderes, obligaciones y, a menudo, enemigos. Ahora formaba parte de todo eso, queriendo o no.

Mierda, mierda, mierda, maldita sea. Enemigos que pueden matarme con solo estornudar, me estas jodiendo. La realidad de mi situación se asentaba con un peso aplastante, y la adrenalina corría por mis venas. Me sentía como un pez fuera del agua, arrojado a un océano lleno de tiburones. El miedo se instaló en mi estómago, retorciéndose y creciendo con cada pensamiento. Ser un demonio no era solo un cambio de identidad; era una entrada forzada a un mundo peligroso y letal.

El pánico se apoderó de mí. La realidad de mi situación me golpeó con fuerza. Ser un demonio no solo significaba tener poderes, sino también enfrentar peligros que nunca había imaginado. Los enemigos de los demonios no eran simples matones; eran seres con habilidades sobrenaturales que podían acabar conmigo en un abrir y cerrar de ojos. ¿Cómo iba a sobrevivir en este nuevo mundo? ¿Cómo podría enfrentarme a seres que podrían matarme sin esfuerzo?

El pánico me invadió, haciendo que mi corazón latiera desbocado. Me sentí mareado, como si el suelo se tambaleara bajo mis pies. Me dejé caer en la cama, mi mente corriendo a mil por hora. No solo estaba en un cuerpo que no era mío, en un mundo que antes solo conocía a través de una pantalla, sino que ahora era un demonio. Un demonio con enemigos poderosos, obligaciones desconocidas y poderes que no sabía cómo controlar.

—Respira —Me dije a mí mismo en voz alta, tratando de calmarme —Tienes que mantener la calma —Murmuré para mí mismo. La habitación, que había sido un refugio temporal, ahora se sentía como una jaula. Cada sombra parecía esconder una amenaza, y cada ruido fuera de lugar me hacía saltar. La respuesta no era obvia, pero sabía que tenía que actuar rápido. No podía darme el lujo de quedarme paralizado por el miedo.

Pero era más fácil decirlo que hacerlo. Las historias que conocía del mundo de "High School Dxd" eran una cosa; vivirlo en carne propia era completamente diferente. Ahora no solo tenía que preocuparme por sobrevivir en una ciudad extraña sin dinero ni recursos, sino también por enemigos sobrenaturales que podrían acabar conmigo sin esfuerzo.

Sabía que el mundo de los demonios estaba lleno de conflictos y rivalidades, y que Rias y su séquito enfrentaban peligros constantemente. ¿Y ahora yo también? ¿Cómo iba a manejar eso? Apenas había logrado mantenerme a flote en la vida normal, y ahora tenía que lidiar con enemigos sobrenaturales.

Intenté recordar todo lo que sabía sobre los demonios en ese universo. Podían regenerarse, tenían fuerza y velocidad sobrehumanas, y poseían varias habilidades mágicas. Pero también tenían enemigos poderosos: ángeles, caídos, otros demonios, y criaturas aún peores. La idea de enfrentarme a seres capaces de destruirme con un simple gesto era aterradora.

Me obligué a levantarme de la cama y caminar por la habitación, tratando de despejar mi mente. No podía permitirme el lujo de caer en la desesperación. Tenía que pensar en un plan, tenía que adaptarme a esta nueva realidad.

Pero primero tenía que ir al cajero para retirar el dinero que Rias me había transferido. Ese dinero me daría un respiro necesario y me permitiría enfocarme en lo que realmente importaba: entender mis nuevas habilidades y preparar una estrategia para enfrentar los desafíos que se avecinaban.

La perspectiva de tener algo de estabilidad económica me dio un breve respiro de alivio en medio del caos. Salí del departamento y caminé rápidamente hacia el cajero automático más cercano. La ciudad se sentía extrañamente tranquila a esta hora, y el silencio solo aumentaba la sensación de irrealidad que me envolvía.

A medida que caminaba, traté de mantener la calma y enfocarme en el siguiente paso. La cantidad de dinero que Rias había transferido era suficiente para aliviar mis preocupaciones inmediatas, pero no podía depender únicamente de eso a largo plazo.

Llegué al cajero y deslicé mi tarjeta con manos temblorosas. Al ingresar mi PIN y ver el saldo en la pantalla, mis ojos se abrieron con asombro. Rias había exagerado: los ceros parecían multiplicarse ante mis ojos. No podía creer que tuviera tanto dinero a mi disposición. La generosidad de Rias era asombrosa, y me recordó una vez más la responsabilidad que tenía ahora.

Sentí una oleada de alivio y gratitud. Esto me daba un margen para planificar mis próximos pasos sin la presión inmediata de la deuda. Pero sabía que no podía depender de la generosidad de Rias indefinidamente. Tenía que encontrar una forma de ser autosuficiente en este nuevo mundo.

Retiré una cantidad suficiente para pagar la renta y comprar algo de comida, guardando el efectivo en mi bolsillo. Mientras regresaba al departamento, mi mente seguía girando en torno a mis nuevas responsabilidades y los peligros que conllevaba ser un demonio. No podía dejar que el miedo me paralizara; tenía que usar este tiempo y estos recursos sabiamente.

De vuelta en el departamento, pagué la renta a la casera, quien me miró con una mezcla de sorpresa y desdén, pero no dijo nada. Me sentí un poco más seguro sabiendo que, al menos por ahora, tenía un techo sobre mi cabeza.

Sentado en la mesa de la cocina, observé el dinero restante y planifiqué cómo gastarlo. Me aseguré de reservar una cantidad para la comida y otras necesidades básicas, mientras el resto se destinaba a un fondo de emergencia. Sabía que tendría que estirar cada yen lo más posible hasta encontrar una fuente de ingresos más estable.

Luego, me dispuse a limpiar el departamento nuevamente. Mientras organizaba las cosas, mi mente seguía trabajando en cómo adaptarme a mi nueva realidad. Necesitaba entrenar mis nuevas habilidades demoníacas, aprender a defenderme y encontrar una manera de ganar dinero en este mundo.

Cada movimiento de limpieza se convirtió en una especie de meditación, un momento para pensar y planificar. Decidí que, una vez que Rias me llamara, le pediría que me enseñara más sobre lo que significaba ser un demonio y cómo podía aprovechar mis nuevas habilidades. También necesitaba conocer a los otros miembros de su séquito, entender mis nuevas obligaciones y, quizás, obtener algún consejo sobre cómo manejar esta transición.

Con cada paso que daba, sentía una mezcla de miedo y determinación. No sabía lo que el futuro me deparaba, pero estaba decidido a enfrentar cualquier desafío que viniera. Esta era mi vida ahora, y tenía que hacer todo lo posible para sobrevivir y prosperar en este nuevo mundo.

Mientras terminaba de limpiar, sentí una chispa de esperanza. Quizás, con el tiempo y el esfuerzo, podría encontrar un propósito y una forma de vivir en esta realidad. Pero primero, tenía que aprender, adaptarme y crecer. Y eso comenzaba ahora.

Sin embargo, esa chispa de esperanza se convirtió rápidamente en una explosión literal. De repente, la escoba que sostenía estalló en pedazos, dispersando polvo y astillas por toda la habitación, dejándome atónito. Me quedé mirando incrédulo lo que acababa de suceder. Mi mano temblaba ligeramente mientras observaba el brillo en mis dedos. ¿Qué carajos acababa de pasar?

Con cuidado, levanté la mano y examiné el brillo más de cerca. Parecía estar emanando una energía extraña, una sensación eléctrica que hacía cosquillas en mis dedos.

Decidí experimentar un poco. Con un pensamiento, concentré mi energía en el brillo, tratando de manipularlo de alguna manera. Para mi sorpresa, el brillo comenzó a moverse, formando patrones en el aire como si estuviera bailando al compás de mi voluntad.

Sin embargo, a pesar de mi esfuerzo, no pude controlarlo por completo. El brillo parecía tener una voluntad propia, respondiendo a mis intentos de manera errática y caprichosa. Cada vez que creía haber encontrado el ritmo, se desviaba, creando formas inesperadas y sorprendentes.

Una sensación de asombro y emoción me invadió. Era increíble, maravilloso. A pesar de todo el miedo y la confusión que había sentido antes, este momento me recordó que también había un potencial emocionante en esta nueva realidad.

Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras intentaba comprender lo que acababa de suceder. ¿Acaso había sido yo quien causó la explosión? ¿Tenía algún tipo de poder que desconocía?

La incertidumbre me invadió mientras examinaba mis manos con detenimiento, buscando alguna explicación lógica. Pero no encontré nada más que un brillo misterioso que parecía danzar entre mis dedos.

Observé con fascinación el brillo misterioso que parecía danzar entre mis dedos. No encontré ninguna explicación inmediata para lo que estaba experimentando. No tenía conocimientos sólidos sobre magia o artefactos sobrenaturales como los Sacred Gears.

Examiné el brillo misterioso que parecía danzar entre mis dedos. No tenía ninguna pista sobre lo que podría ser. No sabía mucho sobre cosas sobrenaturales, pero intuía que no se trataba de magia ni de Sacred Gears, al menos no de ninguna forma que conociera.

La luz parecía responder a mis pensamientos, como si estuviera conectada a mí. Traté de recordar todo lo que había leído o visto sobre demonios, pero nada parecía encajar con lo que estaba experimentando.

Con cautela, dejé de manipular el brillo y lo observé con atención. No parecía reaccionar a mis intentos de controlarlo de manera directa, pero aun así seguía presente, parpadeando y cambiando de forma frente a mis ojos.

El brillo misterioso entre mis dedos era demasiado único, demasiado... personal. Observé con fascinación cómo el brillo misterioso entre mis dedos comenzó a transformarse lentamente. Lo que una vez fue una luz brillante y reconfortante ahora tomaba una calidad más oscura, más íntima. Era como si estuviera presenciando una metamorfosis ante mis propios ojos.

A pesar de la oscuridad que se extendía a través del resplandor, no sentí ninguna amenaza emanando de él. En cambio, había una sensación de familiaridad, como si este oscuro resplandor estuviera conectado de alguna manera con mi propia esencia.

Con cautela, seguí observando la transformación, sintiendo una mezcla de intriga y curiosidad. ¿Qué significaba esta oscuridad? ¿Y cómo estaba relacionada con mi reciente conversión en demonio?

Aunque no entendía completamente lo que estaba sucediendo, sentí una extraña sensación de conexión con este oscuro resplandor. Era como si estuviera presenciando la manifestación de algo profundamente arraigado en mi ser, algo que había estado esperando a ser liberado.

En lugar de eso, sentí una curiosidad creciente. ¿Qué era este brillo oscuro, y cómo estaba relacionado con mi reciente transformación en demonio? Me pregunté si este era otro aspecto de mis nuevos poderes, algo único y personal que solo yo podía entender y controlar.

Mientras contemplaba esta posibilidad, algo dentro de mí hizo clic. Recordé los eventos que me llevaron a este punto: mi muerte y posterior resurrección en este mundo sobrenatural. ¿Podría ser que este brillo oscuro fuera una manifestación de una energía interna que había despertado durante ese proceso?

La idea tenía sentido. La experiencia de morir y volver a la vida había sido traumática y desconcertante, pero también había desencadenado una serie de cambios dentro de mí. ¿Podría ser que esta energía interna fuera una consecuencia de ese proceso, una nueva habilidad que había surgido como resultado de mi renacimiento como demonio? Esa experiencia única podría haber sido el catalizador para el despertar de este poder.

Pero aún quedaba por responder una pregunta crucial: ¿qué tipo de energía interna había despertado? Había leído sobre una variedad de energías internas en las historias que había explorado: desde el ki en las artes marciales hasta el chakra en el lado espiritual, cada una con sus propias características y habilidades únicas. Pero ninguna de esas descripciones parecía encajar completamente con lo que estaba experimentando.

Decidí que necesitaba investigar más a fondo. Me sumergí en mis recuerdos y conocimientos, tratando de encontrar cualquier pista que pudiera arrojar luz sobre este misterio. Quizás, con el tiempo y la exploración, podría entender mejor esta energía interna y aprender a controlarla de manera efectiva.

El siguiente paso que daré será la meditación sería mi próximo paso para comprender mejor esta energía interna que había despertado. Me senté en el suelo, adoptando una posición cómoda y cerrando los ojos para concentrarme.

Traté de vaciar mi mente de pensamientos, enfocándome en mi respiración y en la sensación de mi cuerpo. Con cada inhalación y exhalación, buscaba una conexión con esta nueva energía interna, tratando de sentir su presencia dentro de mí.

Durante horas, me sumergí en un estado de calma y reflexión, buscando el origen y la naturaleza de esta energía. Pero, por más que lo intentaba, no lograba encontrar respuestas claras. La energía interna parecía elusiva, escurriéndose entre mis dedos cada vez que pensaba que la había alcanzado.

Frustrado y desalentado, abrí los ojos y me encontré mirando fijamente al espacio vacío frente a mí. ¿Cómo podría comprender algo tan abstracto y misterioso como esta energía interna? ¿Cómo podría aprender a controlar algo que ni siquiera entendía completamente?

Una sensación de impotencia se apoderó de mí, pero me negué a rendirme. Sabía que necesitaba más que solo meditación para desentrañar este misterio. Necesitaba buscar respuestas en otras partes, explorar diferentes caminos en busca de conocimiento y comprensión.

Mientras intentaba comprender y controlar esta energía interna, comencé a notar algo inquietante. Mi estamina disminuía rápidamente debido a la liberación constante de esta energía. Me sentía cada vez más agotado, como si mi fuerza vital se estuviera drenando sin cesar.

Intenté agarrarme de algo, cualquier cosa que pudiera estabilizarme, pero todo lo que tocaba comenzaba a deteriorarse, desmoronarse, romperse o estallara en pedazos bajo mis manos. La situación estaba empeorando rápidamente, y sentía cómo mi ligero control sobre la energía se desvanecía con cada segundo que pasaba.

Finalmente, mis piernas cedieron y caí al suelo. La habitación se volvió borrosa y mi visión se nubló mientras la energía continuaba drenándome. Sentí que la oscuridad me envolvía y, sin poder luchar más, me desmayé.

Desperté un tiempo después, con la mente nublada y el cuerpo adolorido. El brillo oscuro había desaparecido y me encontré en el suelo de mi habitación. El flujo de energía se había detenido, y aunque mi cuerpo estaba agotado, ya no sentía la abrumadora sensación de drenaje. Me encontraba tumbado en el suelo de mi departamento, rodeado de los restos de objetos que habían sido destruidos por mi energía. La habitación estaba en un estado lamentable, y yo me sentía desorientado.

A pesar del dolor y la confusión, una cosa quedó clara: no podía seguir liberando esta energía sin control. Necesitaba encontrar una manera de manejarla sin poner en peligro mi vida o la de otros.

Pero la pausa en la liberación de energía me había dado un respiro. Sentí una mezcla de alivio y frustración. Había intentado controlar esta energía y había fracasado, pero al menos había aprendido algo importante: la energía era poderosa y peligrosa, y manejarla requeriría más que fuerza de voluntad.

Era evidente que esta energía interna tenía un costo significativo para mi cuerpo y que no podía manejarla de manera sostenida sin consecuencias. Necesitaba encontrar una manera de controlarla y utilizarla sin que me agotara por completo.

Con esfuerzo, me levanté y me apoyé contra una pared, tratando de recuperar la compostura. Tenía que ser más cuidadoso, más metódico en mi enfoque. Esta energía era poderosa, pero también peligrosa, y no podía permitir que me dominara de esta manera.

Las náuseas aparecieron de pronto, atacándome con una fuerza que no había anticipado. Me arrastré hasta el lavabo de la cocina, el lugar más cercano donde podría intentar aliviarme. Apenas llegué, me doblé sobre el fregadero y vomité con una violencia que me dejó sin aliento; el sabor amargo y la sensación repugnante hicieron que la experiencia fuera aún peor.

Lo peor de todo fue la sensación de estar al borde del colapso, una fatiga insoportable que me envolvía como un pesado manto. No entendía cómo no me había desmayado ya. Durante lo que parecieron interminables cinco minutos, seguí vomitando, cada espasmo desgarrando mi cuerpo y dejándome más débil.

Incluso cuando ya no quedaba nada en mi estómago, las arcadas continuaron, arrancándome sonidos guturales y dejando una sensación de ardor en mi garganta. Fue una experiencia horrible, un recordatorio brutal de lo frágil que me había vuelto. Cada contracción de mi abdomen parecía quitarme más fuerzas de las que tenía. Me sentí débil, indefenso y completamente agotado.

Cuando finalmente cesaron las arcadas, me quedé apoyado contra el lavabo, jadeando y temblando, mi cuerpo se rindió y dejó de intentar expulsar algo que no existía. Con manos temblorosas, abrí el grifo y dejé que el agua corriera. Me lavé la boca, enjuagándome repetidamente para intentar deshacerme del sabor amargo y ácido del vómito. Las náuseas aún persistían, y sentía como si el mundo estuviera girando a mi alrededor.

Apoyé las manos en el borde del fregadero, intentando recuperar el aliento y reunir fuerzas. Sentía un temblor en mis manos y piernas, y cada movimiento requería un esfuerzo titánico.

Intenté respirar profundamente para calmarme y el latido frenético de mi corazón, pero la fatiga y la debilidad eran abrumadoras. Mi mente estaba nublada, incapaz de concentrarse en nada más que en la necesidad urgente de encontrar algún tipo de alivio.

Me dejé caer en el suelo de la cocina, apoyando la espalda contra el gabinete. Cerré los ojos y traté de concentrarme en mi respiración, esperando que la sensación de náusea eventualmente disminuyera. Mi cuerpo temblaba y cada respiración se sentía como un esfuerzo monumental.

La energía que había estado liberando me había dejado completamente exhausto, y ahora estaba pagando el precio. Sentía como si estuviera al límite de mi resistencia. Esta energía interna, este poder destructivo que había descubierto, estaba drenando mi vida, dejándome exhausto y enfermo.

Miré alrededor de la habitación, tratando de encontrar algún punto de referencia que pudiera ayudarme a centrarme. Todo lo que veía eran los restos de mi intento fallido de controlar la energía. La frustración y el miedo me invadieron de nuevo. No podía seguir así; esta energía era más peligrosa de lo que había imaginado.

Sabía que necesitaba descansar y recuperarme antes de poder hacer cualquier otra cosa.

Agarrándome del lavabo, me levanté del suelo con un esfuerzo titánico y traté de ir a donde había puesto los fideos instantáneos. Mis piernas temblaban y cada movimiento me hacía sentir como si estuviera cargando una montaña. Pero parecía que estaban a kilómetros de distancia. Cada segundo se sentía eterno mientras me arrastraba lentamente por la cocina.

Finalmente, llegué a la estantería y alcé una mano temblorosa para abrirla. Estaba tan débil que casi caí, pero de alguna manera logré mantenerme en pie. Mis movimientos eran torpes y descoordinados. Intenté agarrar un paquete de fideos, pero en mi estado, mis manos temblorosas los derribaron, haciendo que cayeran al suelo con un ruido sordo.

Con un gemido de frustración y desesperación, me dejé caer al suelo junto con los fideos. La pérdida de equilibrio fue inevitable, y el golpe contra el suelo me dejó aturdido. Sentía como si el mundo se estuviera desmoronando a mi alrededor.

Mi mano, temblorosa y débil, se extendió lentamente hacia uno de los paquetes de fideos que había caído. Cada centímetro que avanzaba me costaba un esfuerzo inmenso. Sentía que me moría, como si cada segundo que pasaba me acercara más al borde de la conciencia.

Finalmente, mis dedos rozaron el paquete de fideos. Sentía que me moría, cada aliento era un esfuerzo monumental y mi visión comenzaba a oscurecerse. Con un último esfuerzo, lo agarré y lo atraje hacia mí. Mis fuerzas me abandonaban rápidamente, pero me aferré a ese pequeño logro como si fuera una tabla de salvación en medio de un mar tormentoso.

Con las pocas fuerzas que me quedaban, logré rasgar el paquete y sacar los fideos. Ni siquiera me importaba cocinarlos; necesitaba algo en mi estómago, algo que me diera un mínimo de energía para seguir adelante. Tomé un bocado, sintiendo la textura seca y crujiente de los fideos instantáneos en mi boca. No era ideal, pero en ese momento era todo lo que podía hacer.

El polvo de los condimentos se mezclaba con los fideos secos, creando un sabor fuerte y desagradable que raspaba mi garganta mientras tragaba, haciéndome toser ligeramente. El sabor era desagradable, salado y químico, pero no tenía otra opción. Cada bocado era una lucha, pero sabía que necesitaba continuar para ganar algo de fuerza.

Sentía la falta de energía como un peso abrumador en mi cuerpo, pero los fideos secos eran lo único que tenía a mi disposición. Masticaba lentamente, intentando no atragantarme con los trozos secos y los polvos que se deshacían en mi boca. Cada bocado parecía tomar una eternidad, pero seguí adelante, mordisco tras mordisco, forzando la comida a bajar por mi garganta.

A medida que masticaba, un pensamiento me golpeó: esto no podía ser mi vida ahora. No podía dejar que la desesperación y el agotamiento me vencieran. Tenía que encontrar una manera de controlar esta energía, de sobrevivir en este mundo extraño en el que había despertado.

Me obligué a seguir comiendo, cada bocado un esfuerzo consciente para no desmayarme. A pesar de lo repugnante que era, sabía que necesitaba esa energía para poder moverme. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, terminé de comer los fideos. Terminé el paquete de fideos, dejando caer el envoltorio vacío a mi lado mientras respiraba con dificultad.

Me quedé sentado en el suelo durante unos momentos, tratando de reunir fuerzas. Mi estómago, aunque no estaba lleno, ya no estaba completamente vacío. No era mucho, pero era suficiente para seguir adelante.

Me levanté del suelo con gran esfuerzo, apoyándome en el borde del lavabo para mantener el equilibrio. Cada movimiento era un recordatorio de mi fragilidad. Me lavé la boca con agua de la llave, tratando de quitar el sabor áspero y desagradable que los condimentos habían dejado. La fatiga seguía presente, pero sentí una chispa de energía regresando lentamente a mi cuerpo.

Me esforcé por levantarme, tambaleándome, y me dirigí hacia la cama. Cada paso era una batalla contra el agotamiento que pesaba sobre mis hombros, pero estaba decidido a descansar y recuperar mis fuerzas.

Sin embargo, a medida que avanzaba, sentía como si estuviera luchando contra una fuerza invisible que quería arrastrarme de vuelta al suelo y mi visión comenzó a nublarse. A pocos pasos de la cama, mis fuerzas me abandonaron por completo. Caí al suelo con un golpe sordo, sintiendo el impacto en mis rodillas y luego en mis brazos cuando intenté amortiguar la caída.

El golpe me aturdió momentáneamente, pero la dureza del suelo fue un alivio en cierto modo. No tenía la energía para levantarme de nuevo. Mi cuerpo simplemente se rindió, y el cansancio que me había estado consumiendo tomó el control. Me acomodé lo mejor que pude en el suelo, utilizando mi brazo como una almohada improvisada.

Cerré los ojos, dejándome llevar por la oscuridad que me envolvía. Mis pensamientos se volvieron confusos y desordenados, y en cuestión de segundos, el agotamiento me venció por completo.

El suelo frío era una dura realidad comparada con la comodidad que la cama podría haber ofrecido, pero no tenía la energía para levantarme de nuevo. Mi cuerpo se rindió al cansancio extremo, y mis párpados se cerraron lentamente. La oscuridad me envolvió, esperando que este descanso improvisado fuera suficiente para recuperar algo de mi energía perdida.

El sueño me envolvió rápidamente, arrastrándome hacia un abismo de oscuridad y olvido. No había tiempo para preocupaciones ni pensamientos. Mi mente y mi cuerpo necesitaban descansar desesperadamente, y el suelo duro, aunque incómodo, era suficiente para proporcionarme un respiro.

Al despertar, me encontré en un espacio de infinita oscuridad, un vacío total donde no había nada ni nadie a la vista. El suelo era invisible bajo mis pies, y el horizonte se extendía en todas direcciones sin ningún punto de referencia. El silencio era absoluto, tan denso que casi podía sentirlo presionando contra mis oídos.

Miré a mi alrededor, intentando comprender dónde estaba y cómo había llegado hasta aquí. Cada movimiento se sentía extraño, como si el aire mismo fuera más denso, dificultando cada paso. No había paredes, techo ni suelo discernible, solo una oscuridad abrumadora y omnipresente.

—¿Hola? —Mi voz resonó en la nada, pero no recibió respuesta. La desesperación comenzó a instalarse en mi pecho, y empecé a caminar, esperando encontrar algo, cualquier cosa, que me diera una pista sobre este lugar. Pero mis pasos no producían ningún eco, y la sensación de aislamiento era sofocante. Cada paso era pesado y difícil, como si la misma oscuridad tratara de frenarme.

Sin ninguna referencia, cada minuto se sentía como una eternidad. La soledad y el vacío me hacían dudar de mi propia existencia. Me detuve, tratando de pensar con claridad, pero el miedo y la incertidumbre dificultaban la concentración.

La soledad y el vacío me hacían dudar de mi propia existencia. Me detuve, tratando de pensar con claridad, pero el miedo y la incertidumbre dificultaban la concentración. No había señales de vida, ni indicios de energía o de algo que pudiera darme una pista sobre dónde me encontraba.

Intenté recordar cómo había llegado hasta aquí. Había estado en mi departamento, agotado y tratando de comer algo para recuperar fuerzas, cuando de repente todo se volvió negro. Y ahora, estaba en este lugar, sin saber cómo o por qué.

El vacío era abrumador. Sentí un nudo en el estómago, una mezcla de miedo y desesperación. ¿Qué significaba todo esto? ¿Estaba atrapado en algún tipo de limbo? La falta de respuestas solo aumentaba mi angustia.

Decidí sentarme y tratar de calmarme. Respiré profundamente, intentando controlar mi pánico. Cerré los ojos y traté de centrarme en mis pensamientos, buscando alguna lógica en medio del caos. Quizás, este lugar no era real, sino una manifestación de mi mente, una especie de sueño o visión.

Sin embargo, todo se sentía tan real. La oscuridad, el silencio, la soledad. No había nada tangible a lo que aferrarme, ninguna señal de que este lugar tuviera algún límite o salida. La desesperación comenzó a instalarse más profundamente en mi mente.

Pero entonces, una idea surgió en mi cabeza. Si este lugar era una manifestación de mi mente, tal vez podría cambiarlo con mi voluntad. Me concentré en visualizar una salida, un punto de luz en la distancia. Cerré los ojos y me imaginé una puerta, una ventana, cualquier cosa que pudiera romper este infinito vacío.

Abrí los ojos, pero no había nada. La oscuridad seguía siendo total, implacable. Sentí una oleada de desesperación, pero me obligué a no rendirme. Intenté de nuevo, visualizando con todas mis fuerzas una salida. Pero de nuevo, nada cambió.

Me dejé caer de rodillas, sintiendo una profunda desesperación. No tenía idea de qué hacer o hacia dónde ir. Todo parecía tan inútil, tan desesperanzador. La inmensidad del vacío a mi alrededor era abrumadora, como si estuviera atrapado en una pesadilla de la que no podía despertar.

Cerré los ojos nuevamente, tratando de calmarme. Respiré hondo, intentando encontrar algún punto de estabilidad en medio de mi caos interno. Recordé las palabras de mi padre en el sueño: "Deja de ser un marica y sigue adelante". Aunque eran duras, esas palabras me dieron una chispa de determinación. No podía quedarme aquí, en esta oscuridad, lamentándome por lo que había perdido. Tenía que encontrar una salida, tenía que seguir adelante.

Con renovada resolución, me puse de pie, aunque mis piernas temblaban y el miedo seguía presente. No sabía hacia dónde me dirigía, pero comencé a caminar de nuevo, decidido a no rendirme. Cada paso era un acto de voluntad, un rechazo a sucumbir a la desesperación.

La oscuridad seguía siendo total. No podía ver el camino delante de mí, pero sabía que tenía que seguir moviéndome, seguir luchando. Este espacio infinito y oscuro era un desafío, una prueba de mi voluntad y determinación. Y estaba decidido a superarla, a encontrar una salida y enfrentar cualquier cosa que el destino me tuviera preparado.

Pasaron lo que parecían horas en el espacio de infinita oscuridad, y nada cambiaba. No había luz, sonido, ni sensación alguna de progreso. Cada paso parecía idéntico al anterior, y el aislamiento comenzaba a erosionar mi determinación.

La desesperación se instaló más profundamente en mi pecho. Sentí como si estuviera atrapado en un limbo interminable, sin salida y sin sentido de tiempo. Comencé a preguntarme si este vacío sería mi prisión eterna, un lugar donde mis pensamientos se perderían en la nada.

Me detuve, cayendo de rodillas. El silencio era abrumador, y el vacío, opresivo. Intenté recordar cualquier cosa que pudiera darme una pista, algún conocimiento sobre el mundo en el que había despertado, pero todo parecía inútil.

Cerré los ojos y me concentré en mi respiración, tratando de encontrar un poco de calma en medio del caos interno. A medida que me enfocaba en el ritmo de mi respiración, un pensamiento surgió lentamente: si este lugar era realmente una manifestación de mi mente, entonces mi estado emocional podría estar influyendo en él.

Abrí los ojos de nuevo, decidido a intentar algo diferente. Me levanté y, en lugar de caminar, me quedé quieto. Traté de calmar mi mente y de aceptar la situación, por absurda que fuera. Si este vacío reflejaba mi desesperación, entonces tal vez encontrar paz interior podría cambiar algo.

Respiré hondo y cerré los ojos nuevamente, esta vez concentrándome en los pocos momentos de paz y felicidad que podía recordar. Pensé en mi familia, en los momentos felices que habíamos compartido. Intenté evocar la calidez de sus abrazos, las risas compartidas, y el amor que siempre me habían brindado.

El tiempo pasó, y aunque no sentía ningún cambio significativo en el entorno, mi mente comenzó a sentirse un poco más clara, un poco más tranquila. La desesperación no desapareció por completo, pero se atenuó lo suficiente como para que pudiera pensar con más claridad.

Abrí los ojos y miré a mi alrededor. El vacío seguía siendo el mismo, pero dentro de mí, algo había cambiado. No tenía todas las respuestas, pero tenía un poco más de control sobre mi miedo y desesperación. Decidí seguir explorando, no físicamente, sino mentalmente, buscando dentro de mí cualquier señal, cualquier pista que pudiera guiarme.

Empecé a hablar en voz baja, narrando mis pensamientos y sentimientos, como si tratar de poner en palabras mi situación pudiera ayudarme a entenderla mejor.

—Estoy en un vacío, solo y sin dirección. No sé cómo llegué aquí ni cómo salir. Pero sé que debo mantener la calma. Debo encontrar una manera de adaptarme, de entender este lugar. Tal vez... tal vez no se trata de encontrar una salida física, sino de encontrar una salida dentro de mí mismo —

Las palabras resonaron en la oscuridad, y aunque no obtuve una respuesta, el simple acto de hablar me ayudó a sentirme menos solo, menos perdido. Decidí seguir con este enfoque, buscando dentro de mí la paz y la claridad necesarias para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Al demonio con la paz. La desesperación se convirtió en furia y frustración, y perdí el control. Empecé a golpear el suelo con todas mis fuerzas, descargando toda la ira y el miedo que había estado acumulando. Cada golpe resonaba en el vacío, un eco sordo que parecía absorber mi rabia sin ofrecer ninguna resistencia.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué me está pasando esto?! —Grité, golpeando una y otra vez, mis nudillos empezaron a doler, pero no me detuve. La ira era la única cosa que me hacía sentir vivo en ese momento. Golpeé hasta que mis manos estuvieron adoloridas y la piel se abrió, pero incluso el dolor físico no parecía real en este lugar.

Mis gritos se perdieron en el vacío, sin respuesta, sin ninguna señal de que alguien o algo me escuchara. Las lágrimas empezaron a caer de mis ojos, mezclándose con la sangre de mis nudillos. Sentí que me estaba rompiendo, mi mente al borde del colapso.

Finalmente, me dejé caer al suelo, exhausto y sin fuerzas para seguir golpeando. El vacío seguía siendo tan oscuro y opresivo como antes, sin ningún indicio de cambio. El dolor en mis manos y la fatiga en mi cuerpo eran los únicos testigos de mi lucha desesperada.

Me acurruqué en el suelo, sollozando. Sentí la soledad y la desesperanza con más intensidad que nunca. No había nadie a quien recurrir, ninguna salida visible, ningún consuelo en este vacío interminable.

Mientras yacía allí, algo dentro de mí empezó a cambiar. La ira y la desesperación comenzaron a transformarse en una determinación más fría. Si no podía cambiar el vacío a mi alrededor, tendría que cambiar cómo respondía a él. No podía seguir permitiendo que me consumiera.

Respiré hondo, tratando de calmar mis sollozos y concentrarme en mi respiración. Necesitaba encontrar una manera de salir de este estado, de recuperar algún tipo de control sobre mi situación. Tal vez no había una respuesta inmediata, pero tenía que seguir buscando.

Mientras me incorporaba lentamente, todavía temblando por la intensidad de mis emociones, me di cuenta de que mi lucha no había sido completamente en vano. Sentía una nueva resolución formándose en mi interior. No importaba cuánto tiempo estuviera atrapado en este vacío, no dejaría que me derrotara.

—Está bien —Murmuré para mí mismo, con la voz ronca por los gritos y las lágrimas. —Seguiré adelante. De alguna manera, encontraré una salida —

Al finalizar mi arrebato de furia, un sonido sordo rompió el silencio, seguido por una sensación de vacío que se expandía a mi alrededor. Miré hacia abajo y me di cuenta de que el suelo sobre el que había estado golpeando se había fracturado, revelando un abismo oscuro que se extendía hacia lo desconocido.

Un sonido seco y crujiente rompió el silencio de la oscuridad, y un temblor recorrió el suelo bajo mis pies. Sin advertencia, el suelo se abrió bajo mí, y caí en un abismo sin fin.

El vacío se convirtió en una caída libre, sin fin a la vista. El aire silbaba a mi alrededor mientras caía a una velocidad vertiginosa. El pánico me invadió, y grité en la oscuridad, aunque mis gritos se perdieron en el vacío.

La caída pareció durar una eternidad, cada segundo lleno de terror y desesperación. No había puntos de referencia, ninguna indicación de cuándo, o si, llegase al final. Me aferré a la esperanza de que esta pesadilla pronto terminaría, aunque cada vez parecía más improbable.

El tiempo parecía distorsionarse a medida que caía, sin ningún punto de referencia para medir su paso. Los pensamientos se agolpaban en mi mente, una mezcla de miedo, anticipación y una extraña sensación de libertad. No tenía idea de qué me esperaba al final de este viaje, pero sabía que ya no había vuelta atrás.

Y así, en medio de la oscuridad y el caos, continué cayendo, sin saber dónde me llevaría este abismo sin fin. Lo que parecían horas transcurrieron sin indicios de detenerse, hasta que, abruptamente, todo se detuvo. El impacto fue brutal, y sentí un dolor agudo recorriendo mi cuerpo, como si cada hueso y músculo hubieran sido golpeados por una fuerza invisible.

Solté un grito involuntario mientras mi cuerpo se resentía por la abrupta parada. Intenté moverme, sintiendo cada músculo y hueso dolorido, pero al menos estaba entero.

Tardé unos momentos en recobrar el aliento y el sentido de mis alrededores. Me di cuenta de que ya no estaba cayendo. Abrí los ojos lentamente y vi una pradera oscura, un paisaje que parecía sacado de una pesadilla. No había ninguna fuente de luz visible, pero de alguna manera, podía ver a mi alrededor.

El paisaje era desolador, la pradera se extendía en todas direcciones sin ningún punto de referencia. A pesar de la oscuridad, podía distinguir detalles a mi alrededor: la textura de la hierba que cubría el suelo era de un color negro profundo, como si absorbiera cualquier vestigio de luz, el cielo completamente oscuro y sin estrellas, como un telón impenetrable.

La hierba se movía suavemente con un viento que no sentía en mi piel, creando un inquietante susurro que rompía el silencio absoluto. La oscuridad no era total, pero tampoco había una luz clara que permitiera ver con facilidad. Era como si el ambiente mismo tuviera una pálida luminiscencia, suficiente para distinguir formas y detalles, pero no más.

Intenté moverme y un dolor agudo recorrió mi cuerpo. Todo parecía doler, como si la caída hubiera dañado seriamente mis músculos y huesos. Me forcé a sentarme, jadeando por el esfuerzo y el dolor. Miré a mi alrededor, buscando cualquier señal de vida o de algo que pudiera explicar dónde estaba y cómo había llegado hasta aquí.

La pradera se extendía en todas direcciones, aparentemente infinita. No había árboles, edificios ni siquiera colinas que rompieran la monotonía del paisaje. Solo la interminable extensión de hierba negra y el cielo oscuro, sin estrellas ni luna.

Respiré hondo, tratando de calmar el pánico que amenazaba con abrumarme. Necesitaba un plan, algo que me diera un sentido de dirección y propósito. Levanté la vista y, aunque no había puntos de referencia, decidí que tenía que moverme. Quedarme quieto no era una opción, no en este lugar que parecía querer consumir mi esperanza y mi voluntad.

Me incorporé con esfuerzo, tratando de comprender dónde estaba y qué debía hacer a continuación. El dolor en mi cuerpo era un recordatorio constante de la realidad de mi situación, alejando cualquier esperanza de que esto fuera solo un sueño. Respiré hondo; el aire era denso y cargado, como si la misma atmósfera me recordara que no debería estar aquí.

La hierba negra se extendía en todas direcciones, susurrando suavemente con un sonido casi inaudible. Sentía una opresiva sensación de vacío, como si el lugar mismo estuviera impregnado de una presencia inquietante.

Comencé a caminar con cautela, cada paso enviando un dolor agudo por mis músculos adoloridos. La hierba crujía bajo mis pies, su textura áspera y poco natural. No había un camino claro a seguir, pero quedarme en un solo lugar no parecía una opción viable. Mientras avanzaba, no podía evitar la sensación de ser observado, aunque no había nadie a la vista.

—¿Dónde estoy? —Murmuraba una y otra vez, esperando que las palabras me dieran alguna claridad o consuelo. Sin embargo, el eco de mi voz se perdía en la inmensidad del espacio oscuro.

La pradera parecía interminable, una extensión infinita de oscuridad y desolación. Mis pensamientos se volvieron hacia lo que había dejado atrás: mi familia, mi vida anterior, todo lo que conocía. La tristeza y el anhelo por mi hogar se mezclaban con el miedo y la incertidumbre de mi situación actual.

Con cada paso, la opresiva sensación de que no pertenecía a este lugar crecía. Era como si el mismo entorno intentara rechazarme, empujarme hacia un abismo aún más profundo. A pesar de todo, una parte de mí se negaba a rendirse. Tenía que encontrar una manera de salir de aquí, de entender lo que estaba pasando y, de alguna manera, volver a una vida normal.

La ironía no se me escapaba: aquí estaba, en un lugar que parecía salido de una pesadilla, intentando encontrar normalidad en medio de una situación tan surrealista. Mi vida había cambiado drásticamente en un corto periodo de tiempo, y ahora, como demonio, las reglas de mi existencia habían sido reescritas de maneras que apenas empezaba a comprender.

El pensamiento de mi nueva realidad me golpeó con fuerza. Ya no era solo un humano atrapado en una situación imposible, sino un demonio con poderes y responsabilidades que aún no comprendía del todo. Tenía que aceptar esta nueva identidad, aprender a vivir con ella y, más importante aún, aprender a usar mis habilidades para sobrevivir.

Finalmente, después de lo que parecieron horas de caminar, me detuve y miré a mi alrededor. La oscuridad seguía siendo impenetrable, la pradera inmutable. Cerré los ojos y traté de concentrarme, buscando cualquier señal, cualquier pista que pudiera guiarme.

—Piensa —Me dije a mí mismo en voz baja —Tiene que haber una manera de salir de aquí. No puede ser solo esto —

Respiré hondo nuevamente, tratando de calmar mi mente. La desesperación amenazaba con abrumarme, pero sabía que no podía dejarme llevar por ella. Si este lugar era una manifestación de algo más grande, entonces tenía que encontrar la manera de influir en él, de cambiar mi situación.

Abrí los ojos y decidí seguir caminando, decidido a no rendirme. Aunque el camino por delante era incierto y lleno de desafíos, no podía permitirme el lujo de la desesperanza. Mis pasos resonaban en la pradera oscura, y mi mente estaba llena de preguntas sin respuesta. Sin embargo, justo cuando empezaba a sentirme agotado.

Entonces, de repente, vislumbré algo en la distancia. Una luz dorada destellaba en el horizonte, rompiendo la monotonía de la pradera oscura. Mis ojos se abrieron con sorpresa al darme cuenta de que no era una ilusión. Mi propio paso se hiso más rápido mientras me acercaba al resplandor, el corazón latiéndome con la emoción de lo desconocido. ¿Podría ser esta la salida que había estado buscando, el camino hacia la libertad de esta pradera oscura y desolada?

Me detuve, sorprendido por la aparición inesperada de este extraño fenómeno en medio de la pradera oscura. Me acerqué con cautela al charco, observando con curiosidad su brillo dorado. Su superficie era tranquila y serena, reflejando la luz de una manera que parecía casi mágica.

Cuando llegué más cerca, vi lo que parecía ser un charco con un diámetro de un metro. El agua emitía un brillo dorado, como si estuviera iluminada desde dentro por una luz celestial. Me arrodillé junto al borde del charco, sintiendo la tentación de sumergirme en su resplandor.

Inclinándome más cerca, pude ver mi propio rostro reflejado en el agua dorada. Mis ojos brillaban con una mezcla de emoción y asombro mientras contemplaba este misterioso hallazgo. ¿Qué podría significar este charco de agua dorada en medio de la oscuridad?

Con cautela, extendí la mano hacia el agua dorada. Sentí una extraña energía emanando de ella, una sensación de calidez y bienestar que me envolvía. ¿Qué era este extraño fenómeno? ¿Y cómo podría ayudarme a encontrar mi camino de regreso a casa?

Sin respuestas claras, decidí confiar en mi intuición. Me incliné hacia adelante y sumergí la mano en el agua dorada. Una oleada de sensaciones me inundó: una sensación de paz, de renovación, de conexión con algo más grande que yo. Era sorprendentemente ligera y sedosa, casi como un vapor líquido. Una sensación cálida y reconfortante recorrió mi piel al sumergir lentamente la mano en el charco.

El contacto con el agua dorada envió una suave corriente de energía a través de mi cuerpo. Era una sensación indescriptible, como si cada célula de mi ser estuviera siendo acariciada por una brisa cálida y reconfortante. Me sentí rejuvenecido, como si el líquido dorado estuviera infundiendo vida y vigor en mi ser.

Con cuidado, dejé que mis dedos se sumergieran completamente en el agua dorada. Una oleada de energía me envolvió por completo, sanando cualquier dolor o fatiga que hubiera sentido antes. Era como si el agua dorada estuviera purificando mi alma y restaurando mi fuerza interior.

Pero pronto, una sensación abrasadora comenzó a recorrer mi mano, subiendo por mi brazo. El líquido comenzó a calentarse rápidamente, y antes de que pudiera reaccionar, sentí un dolor ardiente extendiéndose desde mi mano. Intenté retirar mi mano del charco, pero no pude; era como si el líquido dorado se aferrara a mí con una fuerza inhumana.

El dolor era insoportable, como si mi piel y mis músculos estuvieran siendo incinerados desde dentro. Grité, tratando de liberarme, pero cuanto más me esforzaba, más fuerte se volvía el agarre del líquido dorado. Mis músculos se tensaron y mi mente se llenó de un pánico creciente. Intenté usar mi otra mano para liberarme, pero el contacto solo aumentó la agonía.

El calor aumentaba, y el dolor se convirtió en un tormento que me hizo ver destellos de luz blanca en los bordes de mi visión. Sentía como si mi mente fuera a romperse bajo la presión del sufrimiento. Desesperado, luché con todas mis fuerzas, tirando y retorciéndome para liberarme de la tortura.

Intenté sacar la mano del charco, pero parecía estar pegada, como si una fuerza invisible la mantuviera sumergida. Sentí algo aún más extraño: el charco comenzaba a absorberme. Mi mano y mi brazo se hundían más profundamente en el líquido dorado, que ahora parecía cobrar vida, arrastrándome hacia su interior. El miedo se apoderó de mí mientras veía cómo mi cuerpo era lentamente devorado por el charco. Intenté resistirme, pero era inútil; la fuerza del líquido era abrumadora.

Mi brazo desapareció por completo, seguido por mi hombro. Sentí cómo la sustancia dorada se extendía por mi torso, envolviendo y consumiendo cada centímetro de mi piel. El dolor era indescriptible, una mezcla de quemazón y presión que me dejaba sin aliento. Pronto, mi visión se nubló cuando el líquido llegó a mi cuello y finalmente cubrió mi cabeza.

Esperaba que la oscuridad me envolviera por completo, pero para mi sorpresa, mi visión se mantuvo clara y nítida. Aunque mi cabeza estaba sumergida en el líquido dorado, de alguna manera seguía consciente y despierto.

El calor era sofocante, como si estuviera siendo consumido por las llamas de un incendio infernal. Sentí que mi piel ardía y mi cuerpo se retorcía en agonía, pero no podía gritar ni moverme. Estaba atrapado en un estado de sufrimiento silencioso, con el líquido dorado envolviéndome por completo.

Mi mente estaba lúcida y alerta, buscando desesperadamente una salida de esta pesadilla. Con cada segundo que pasaba, me aferraba a la idea de que había una manera de sobrevivir, de superar este desafío.

Sin embargo, justo cuando pensaba que había alcanzado mi límite, toqué fondo. El líquido ardiente se adentró en mi cuerpo con una intensidad abrasadora, como si estuviera siendo consumido desde adentro.

El dolor era indescriptible, como si mi carne estuviera siendo consumida por el fuego. Cada célula de mi ser gritaba en agonía mientras el líquido dorado se abría camino a través de mi cuerpo, quemando y devorando todo a su paso.

Cada parte de mi ser estaba en llamas, y sentí como si estuviera perdiendo el control de mi propio cuerpo. Intenté resistirme, luchando contra la marea de dolor que amenazaba con arrastrarme hacia la oscuridad. Pero era inútil. El líquido dorado había penetrado en lo más profundo de mí, envolviéndome en su abrazo abrasador.

Con cada respiración, sentía como si mis pulmones se llenaran de fuego, y mi corazón latía con una intensidad frenética. Mis músculos se contrajeron en espasmos de dolor, y mi mente se deslizó hacia un estado de delirio mientras luchaba por mantenerme consciente.

Intenté gritar, pero solo pude emitir un susurro ahogado mientras luchaba por mantenerme consciente. Mis músculos se convulsionaban y mi mente se nublaba, pero, aun así, no perdí la determinación de luchar hasta el final.

Cada fibra de mi ser gritaba en agonía mientras el líquido ardiente se adentraba en mi cuerpo, pero algo en mí se aferraba desesperadamente a la consciencia.

A pesar del dolor abrumador y la sensación de ser consumido por las llamas internas, me negué a rendirme. Cada segundo era una batalla, una lucha contra el instinto de dejar que la oscuridad me envolviera.

Con cada instante que pasaba, la lucha se volvía más difícil. La oscuridad amenazaba con engullirme, y el dolor se intensificaba con cada latido de mi corazón. Sin embargo, aferrándome a la última chispa de conciencia, me negué a rendirme.

Mi mente se volvió borrosa, y los pensamientos se volvieron difusos mientras luchaba por mantenerme despierto. Las convulsiones se intensificaron, sacudiendo mi cuerpo con una fuerza implacable. Cada latido de mi corazón resonaba con el eco del dolor, pero me aferré a la vida con todas mis fuerzas.

A través de la niebla de dolor, busqué desesperadamente una salida, cualquier indicio de esperanza que pudiera guiarme hacia la salvación. Mis pensamientos se volvieron borrosos y mi visión se desdibujó, pero me aferré a la determinación de sobrevivir.

Y entonces, después de una eternidad de sufrimiento, el proceso finalmente llegó a su fin. Con un último esfuerzo, logré mantenerme consciente hasta que el líquido dorado se retiró y el dolor comenzó a disminuir lentamente.

Mis sentidos se aclararon gradualmente, y me encontré tumbado en el suelo, temblando y agotado, pero vivo. Una sensación de alivio y gratitud me inundó mientras respiraba profundamente el aire de la pradera oscura.

Pero abruptamente, sentí que algo me jalaba hacia abajo con una fuerza imparable. Antes de poder reaccionar, fui absorbido de nuevo en la oscuridad, donde me encontré envuelto por una sustancia negra con la misma consistencia que el charco dorado.

No importaba cuánto luchara, era como si estuviera atrapado en un remolino de alquitrán, incapaz de moverme o resistirme. La sustancia viscosa me envolvía por completo, ahogando mis gritos y sumiéndome en la oscuridad una vez más.

El pánico se apoderó de mí mientras luchaba por liberarme, pero cada movimiento solo parecía hundirme más en la negrura. Mis sentidos se nublaron y mi conciencia se desvaneció mientras era arrastrado por la corriente implacable de la sustancia oscura.

Mis manos se agarraban con desesperación a cualquier cosa que pudiera encontrar, pero no había nada a lo que aferrarme. La oscuridad me envolvía por completo, ahogando cualquier esperanza de escape.

Con un último suspiro, me resigné a mi destino, permitiendo que la oscuridad me envolviera por completo.

A diferencia del charco dorado, esta sensación era fría, como si estuviera siendo envuelto por las garras heladas de la desesperación. Cada fibra de mi ser se estremecía ante el contacto con la sustancia oscura y viscosa que me rodeaba, envolviéndome en un abrazo gélido que parecía absorber toda la esperanza y la luz.

Mis pensamientos se volvieron confusos y borrosos mientras luchaba por mantenerme consciente en medio de la desesperación. La sensación de estar atrapado en esta sustancia viscosa y fría era aterradora, y cada intento de escape parecía ser en vano.

Intenté luchar contra la sensación de congelación que se apoderaba de mí, pero mis esfuerzos fueron en vano. La sustancia negra me envolvía cada vez más apretadamente, sofocando cualquier intento de resistencia. Mis pensamientos se volvieron nebulosos mientras la oscuridad se cerraba a mi alrededor, envolviéndome en un abismo sin fin.

La sensación de ser invadido por la sustancia negra era indescriptiblemente horrible. Sentía como si cada parte de mi ser estuviera siendo corrompida y consumida por la oscuridad, como si estuviera siendo arrastrado hacia un abismo sin fondo del que no había escape.

Cada parte de mí gritaba en protesta mientras la sustancia negra se extendía por mi interior, envolviéndome en su abrazo gélido y sofocante. Sentí como si estuviera perdiendo la capacidad de respirar, como si mi alma misma estuviera siendo devorada por la negrura implacable.

El frío penetrante se apoderaba de mí, entumeciendo mis extremidades y envolviendo mi corazón en un manto de hielo. Cada latido era una punzada de agonía mientras la sustancia oscura se adentraba más y más en mi ser, llenándome de una sensación de vacío y desesperación.

Mis pensamientos se volvieron confusos y distorsionados, y me encontré luchando por mantenerme consciente en medio de la tortura. La oscuridad se cerraba a mi alrededor, ahogando cualquier destello de esperanza que pudiera haber quedado en mi interior.

Cada músculo, cada hueso, cada fibra de mi ser se retorcía en agonía mientras la sustancia oscura se infiltraba más y más en mi interior. Sentía como si estuviera siendo desgarrado desde adentro, como si mi cuerpo estuviera siendo sometido a una tortura inimaginable.

El dolor era indescriptible, una sensación de quemazón y opresión que me dejaba sin aliento. Cada parte de mí gritaba en protesta, pero no había escape, no había alivio en medio de esta pesadilla.

Mis músculos se convulsionaban violentamente, como si estuvieran siendo arrancados de sus anclajes. Mis huesos crujían y se quebraban bajo la presión implacable de la sustancia oscura, enviando oleadas de dolor a través de todo mi ser.

Cada latido de mi corazón era una tormenta de dolor, una agonía que amenazaba con consumirme por completo. Mis pensamientos se volvieron confusos y borrosos, y apenas podía mantener la conciencia en medio de la tortura que me rodeaba.

A pesar de la desesperación que me consumía, traté de resistir, de aferrarme a cualquier atisbo de luz que pudiera encontrar en medio de la oscuridad. Pero mientras la sustancia negra continuaba devorándome, me di cuenta de que estaba perdiendo la batalla, de que pronto sería consumido por completo por la sombra implacable.

Con un último suspiro, me resigné a mi destino, aceptando mi destino con una mezcla de resignación y desesperación. Mientras la oscuridad me envolvía por completo, me sumergí en el abismo sin fondo, esperando encontrar la paz en medio de la nada eterna.

Pasaron lo que parecieron horas interminables, con cada momento marcado por la sensación de estar perdido en un vacío sin límites.

Finalmente, cuando todo parecía perdido, el proceso llegó a su fin. Abruptamente, emergí de la oscuridad y me encontré de vuelta en la pradera, pero algo había cambiado. El pasto bajo mis pies ya no era oscuro y sombrío, sino brillante y dorado, como si estuviera bañado por la luz del sol eterno que se extendía hasta donde alcanzaba la vista.

Miré hacia arriba y me encontré con un cielo tan claro y desolado que nunca me había imaginado. No había nubes, ni sol, ni estrellas, solo una vasta extensión de azul profundo que se extendía hasta el infinito.

Me quedé allí, asombrado por la magnificencia de este nuevo entorno. Cada brizna de hierba dorada parecía brillar con una luz propia, y el aire estaba impregnado de una sensación de paz y serenidad que nunca había experimentado.

Maravillado por la belleza de este nuevo mundo, me quedé inmóvil por un momento, absorbiendo la tranquilidad que lo rodeaba.

Sin embargo, la intensidad de las emociones y la sorpresa finalmente me abrumaron. Mis sentidos se nublaron y mi cuerpo cedió ante el agotamiento acumulado de las experiencias traumáticas que había enfrentado. Con un suspiro cansado, me desplomé en el suelo, mi mente sucumbiendo a la oscuridad reconfortante del inconsciente.

Mientras caía en la inconsciencia, una última sensación de paz y calma me envolvió, como si el mundo mismo estuviera abrazándome en un abrazo tranquilizador. Y así, me dejé llevar por la oscuridad, entregándome al descanso reparador que tanto necesitaba después de lo que había enfrentado.


N/A:

El mundo onírico se aleja de ese mundo ordenado para generar o crear un mundo confuso, inestable, cambiante y en el que predomina la interioridad, los instintos y las intuiciones.

Aun estoy un poco indeciso si seguir el "Canon" o meter algunos Oc, de todos modos ya tengo varias notas de cualquier ruta.