LVI

—¡MIERDA!

Eleven abre los ojos y deja caer su mano; el tronco se estrella contra el suelo. Se voltea y observa a Max, quien la observa boquiabierta y con los ojos desmesuradamente abiertos.

—¡¿Cómo…?! ¡¿Cómo hiciste…?!

Vuelve a esbozar una sonrisa tímida y se limpia la sangre con la manga de su abrigo.

—¿Me crees ahora?

Max cabecea de arriba abajo con excesiva fuerza.

—Sí, claro, pero… ¿es eso sangre?

Eleven se encoge de hombros.

—Es un efecto secundario. —Ante la expresión aún impactada de su amiga, inquiere—: Max, ¿me tienes… miedo?

Esto parece sacarla de su súbito trance.

—¡No! —le responde sin dudar, incluso con un poco de molestia en su voz—. ¡No, claro que no…! No es… Estoy sorprendida, sí, pero eres mi amiga. —Como si fuera poco, deja caer su mochila al suelo y se acerca para tomar las manos de Eleven entre las suyas—. Eres mi amiga, El —le asegura Max en un susurro—. Eso no es condicional.

Eleven inspira hondo para intentar controlar las lágrimas.

—Yo… Tú también lo eres —masculla con la voz rota—. Mi amiga.

Max la rodea entre sus brazos. Eleven apoya su barbilla contra su hombro.

Por un momento, todo, absolutamente todo está bien.

Cuando se separan, Max le sonríe con sincero afecto.

—Gracias por confiarme esto. Y, perdón por no haberte creído… —lo dice con una leve mueca, mas Eleven tan solo se encoge de hombros; respeta la naturaleza escéptica de Max—. Te prometo que lo mantendré en secreto.

Eleven asiente. Sin embargo, aunque esta haya sido, posiblemente, la parte más difícil, todavía tiene algo más que decirle.

—Max, te dije todo esto porque… quiero ayudarte.

La confusión se hace evidente en el rostro de su amiga.

—Leí la mente de Billy el otro día —confiesa—. Entiendo… por qué es como es. Y quisiera… contártelo.

—¿Estuviste en la cabeza de Billy? —inquiere Max, atónita.

Eleven vuelve a mover la cabeza en señal de asentimiento.

—Yo quería… Quiero ayudarte —se justifica.

Max suspira.

—El, mientras que tus… habilidades son fantásticas, no creo que sea correcto hacer algo así.

Eleven se muerde el labio inferior, dubitativa. Sí, se imaginó que Max no estaría de acuerdo con sus métodos, mas hay algo más que su amiga debe saber:

—Max…, lo hice por ti —admite—. Pero… por lo que vi…, no creo que seas la única que necesita ayuda.

Max inhala una gran bocanada de aire a la par que toma nuevamente sus manos entre las suyas. Luego, la lleva de vuelta al tronco caído.

—Cuéntamelo todo.