LVIII
—¿Qué quería Mike ayer? —le pregunta Max al día siguiente, sentada frente a ella en una de las mesas de Benny's Burgers.
—Solo quería invitarme al baile —responde ella antes de tomar un sorbo de su refresco.
Las cejas de Max se levantan tanto que Eleven piensa, por un instante, que le llegarán hasta la línea del pelo.
—¿Y aceptaste?
Eleven asiente.
—Sí.
—Niñas, su pedido —las interrumpe de pronto Benny para luego depositar sobre la mesa sus platos con sendas hamburguesas y papas fritas—. ¡Que disfruten!
—Gracias, Benny —le dice Eleven con una sonrisa.
El dueño del establecimiento, un hombre voluminoso y calvo, le ha caído bien desde que lo conoció. No puede explicarlo —pues no es del tipo de persona que se pondrá a ahondar en pensamientos ajenos sin una buena razón—, pero de alguna manera sabe, en el fondo de su corazón, que Benny es exactamente como se muestra: un hombre amable y recto, sin motivos ulteriores.
El tipo de persona que ayudaría a alguien sin esperar nada a cambio.
—Gracias —Max parece compartir su opinión, pues le ofrece una sonrisa amigable al hombre, quien tan solo levanta ambos pulgares y se retira a su sitio detrás de la barra con la sonrisa satisfecha de quien ama su trabajo.
Como sea, Max no tiene reparos en retomar el tema de conversación:
—Decías que aceptaste… ¿Te gusta Mike?
Eleven frunce el ceño ante esa pregunta y se lleva una papa frita a la boca antes de responder.
—Uh… ¿Sí? Me gusta.
Max suspira y vuelve a intentar:
—No, no digo así. No como yo te gusto o, no sé, como te gusta la mamá de Will te gusta. Me refiero a… como un chico.
La sonrisa de Max es pícara. Esto solo desconcierta aún más a Eleven.
—¿Como un chico?
—Sí, ya sabes, como un novio —le explica Max—. Quiero decir, Lucas me invitó a ir al baile. Porque le gusto.
Esto la toma por sorpresa.
—¿Sí?
—Sí —corrobora con una sonrisa tímida bastante inusual en ella—. Y… Bueno, veremos qué sucede. —Se encoge de hombros.
—Oh.
Max le clava la mirada.
—Le dijiste que sí sin saber lo que significaba, ¿verdad?
Eleven hace un rictus.
—Yo… no sabía…
La muchacha niega con la cabeza.
—Mira, en todo caso, no lo pienses demasiado: solo disfruta de la noche. Después de todo, Lucas y yo también iremos y, si no me equivoco, Dustin arrastrará a Will. En otras palabras, todo el grupo estará allí.
Eleven ríe y, por dentro, agradece la manera en que su amiga alivia su incomodidad sin esfuerzo alguno.
—Bueno, ¡comamos! —la insta Max—. No sea que se enfríe…
Eleven no necesita que se lo repita.
El resto de la cena transcurre entre chistes y anécdotas de ambas adolescentes. Recién al terminar de comer el semblante de Max vuelve a tornarse serio.
—¿Sabes? Estuve pensando sobre lo que me dijiste.
Eleven sabe que se refiere a lo de su hermanastro, así que solo cabecea a modo de afirmación.
—Y decidí que voy a hablar con mamá cuando pase la fecha del baile.
Instintivamente, Eleven coloca una mano sobre la de su amiga. La mirada de Max es vulnerable.
—Sea lo que sea… que pase —murmura Eleven—, yo estoy de tu lado.
Max le sonríe y captura su mano entre las suyas.
—Eres mi mejor amiga, ¿lo sabes?
Eleven podría llorar de felicidad ante esas palabras. No obstante, tan solo esboza una sonrisa tímida.
—Y tú la mía, Max.
