Notas Iniciales: Maquinando en el origen de Gurú Clef, se me ocurrió este escrito. Llevaba tiempo queriendo escribir sobre el pasado de este personaje pero no me animé hasta ahora. Debido a que recorreré el transcurso de su vida llenaré los puestos conocidos de OC's hasta la llegada de las Guerreras Mágicas. ¿Esto contaría como un Clemi indirecto? Quiero decir, aquí Marina y Umi son personajes diferentes pero son casi un copi paste. También usaré al maestro mago de las OVAs pero sólo hasta cierta parte.

Pd: Me disculpo si llego a ser muy cruda o retorcida pero, ¿cómo se supone que resuma la vida de un personaje de edad tan longeva sin ceder a la tentación? Y bueno, por tal motivo también haré mi propia expansión del universo, por lo tanto el sistema de selección para el Mago Supremo que presentaré aquí no podría ser canon. Nunca me leí el manga y por más información que busqué no encontré nada que me satisficiera.

Advertencias: Erotismo.


I

Tras cinco años llenos de tensión, Gurú Clef podía defender que la paz y armonía había vuelto a su amado planeta. Sin embargo, estaba lejos de poder relajarse. Poseía una molestia mayor de la cual hacerse cargo, por ello –terminado el papeleo pendiente del día– se permitió recargarse en el respaldo de su silla flotante, dejando escapar un pesado suspiro que se asemejaba más a un gruñido exasperado, y es que no podía quitarse de la cabeza a Umi. Por semanas, meses y posteriormente años de su partida a Mundo Místico, trató de controlar la forma estresante en que su corazón frío volvía a calentarse con el más mínimo recuerdo que le abordaba sobre ella, así que cada vez fue más difícil para él borrar su rastro de la memoria.

Céfiro, al ser el epitome del poder de la voluntad, le hacía complicado a alguien como él suprimir los deseos egoístas que por tanto tiempo representaron el peor lado de los habitantes, justo como lo dejó en claro su protegida; la princesa Esmeralda. No bastaba con olvidarlo un momento ya que ignorar dicho asunto sólo acumulaba la necesidad de satisfacerlo. En ocasiones estaba tentado a gritar, romper, lanzar encantamientos al azar o maldecir tan sólo para obtener un poco de consuelo sin resultados. Simplemente no lograba reducir los anhelos ni el dolor.

Y hacía siglos que él no se había enfrentado a sus sentimientos con tal intensidad, por ello le fue imposible yacer estoico al respecto cuando se suponía que nunca más iba a enamorarse.

El llamado a la puerta de su estudio lo salvó de sumergirse en sus cavilaciones, así que agradeció mentalmente a quien sea que lo estaba interrumpiendo. Con un movimiento de sus dedos, abrió el portón desde la comodidad, revelando a su ya esperada visita. Latis no se inmutó por el gesto, ni tardó en avanzar sus seguros pasos en dirección al escritorio tras el que Clef se encontraba, pero si llamó su atención el semblante del pequeño mago. A simple vista nada se veía inusual en él, sólo alguien con la habilidad y perspicacia de Latis notaría los gestos ansiosos de aquel que en apariencia lucía más joven que ninguno pero que en edad superaba a todo el que tuviera la dicha de cruzárselo en el camino. Estuvo tentado a preguntar al respecto pero se contuvo fácilmente, él mismo no admitía que terceros se metieran en sus asuntos sin importar la gravedad de su situación, así que se limitó compartir miradas fáciles.

—Espero traigas buenas noticias. —Y para sorpresa de ninguno, tuvo que ser Gurú Clef quien rompiera el silencio al instante, su forma de mirar más aguda que de costumbre, intimidando al espadachín en cierta medida sin llegar a cohibirlo.

—Obtuve la alianza que buscábamos —informó solemne, directo como sólo él podía serlo—. A partir de mañana, Autozam abrirá sus fronteras pacíficamente para el intercambio de recursos.

—Excelente.

—También me encontré con Lafarga hace poco, de acuerdo a lo que le ha comentado Caldina, se espera sea igual para el reino de Cizeta. Por parte de Farem todavía no hay respuesta pero al menos no se ha comportado agresivo con los embajadores, su joven princesa parece haber abandonado su actitud caprichosa.

—Bien.

—Así es, por eso deberías aprovechar a relajarte un poco.

Latis percibió la tensión en los hombros de Clef tras sus palabras, así que no pudo evitar arrepentirse de haber dicho lo último. Pero no se esperó que el pequeño mago no le dedicara uno de sus usuales gestos de silenciosa reprobación sino por el contrario, le viera sonreír de un modo que quien se tensó visiblemente esta vez fue él. Aquel quien continuaba siendo reconocido como «Mago Supremo» entre los nuevos concejales y recién formados legisladores, se levantó de su asiento con tranquilidad, dirigiéndose con igual calma hasta los demás asientos que adornaban la estancia. Usando su poder de levitación para atraer una botella de licor desde un estante lejano hasta su posición, junto a un par de copas de cristal, antes de servirlos con la ayuda de su magia y girarse hacia su acompañante con una expresión más característica en sus facciones.

—Acompáñame un momento, Latis —lo invitó, ofreciéndole una de las copas con sus propias manos, motivo por el cual el aludido no tuvo más opción que aceptar su proposición. Una corazonada le advertía que el pequeño mago tenía algo en mente y necesitaba externarlo con alguien, realmente no era importante que fuera con él; lo habría hecho con cualquiera.

En un sepulcral silencio, se sentaron uno frente al otro sin siquiera mirarse. Latis no bebió del licor enseguida, por lo que se tomó la libertad de observar la forma en que su maestro no escatimaba en tragar el fuerte liquido de pigmentación anaranjada para volverse a llenar la copa, casi haciendo alarde de su infinita resistencia a los efectos del alcohol. Latis lo había visto beber un par de ocasiones y en todas estas jamás vio una alteración en su personalidad normal, por lo que estaba seguro se trataba de una habilidad que fue curtiendo con cada año de vida que acumulaba en su cuerpo de niño, así que daba crédito a todo el interés que despertó en sus curiosos alumnos cada vez que tenían oportunidad de convivir más profundamente con él.

— ¿Qué opinas de nuestra nueva realidad, Latis?

— ¿Se refiere al estado actual de Céfiro?

—Suelo pensar mucho en ello —Clef posó el borde de su copa en los labios, como si apreciara el aroma que éste despedía—. Los cambios de nuestro mundo han sido complejos desde que el Pilar comenzó a fallar. Sus heridas, deseos y finalmente su desaparición. Estuvimos tan cerca de caer hacia el abismo tantas veces que todo parece un sueño distante y desagradable.

—Sí, sin duda parece mentira que todo retorne a su belleza primigenia.

—Me tranquiliza no ser el único que lo haya considerado.

—Es imposible que nadie lo tenga presente cuando cada cambio los afecta a todos.

— ¿Te estás excluyendo? —inquirió mirándolo por primera vez.

—Nunca he sentido tanto apego a este planeta como seguramente fue tu caso, Gurú Clef.

—Lo entiendo. Te fuiste a Autozam por toda una vida, debo admitir que llegó a sorprenderme que decidieras servir a la causa luego de que las Guerreras Mágicas se marcharon.

—…Me hice la promesa de hacer por Céfiro lo que no hice antes, eso es todo.

Clef bufó con una sonrisa plagada de irónica diversión, adivinando el secreto tras el desinterés aparente en el rostro de Latis, pues era el menos indicado de culparlo; seguramente era una promesa que le había hecho a Hikaru sobre trabajar en reformar el mundo que su hermano Zagato estuvo dispuesto a destruir en nombre de su amor por Esmeralda. Sería una buena razón en todo caso, además de ser dueño total de su vida. Latis tenía la fortuna de no estar atado a tradiciones, ideales o códigos como él siempre lo estuvo, aunque no pretendía lamerse las heridas a causa del solo pensamiento. Nunca se consideró un hombre desafortunado por su posición e influencia.

—Es bueno escucharlo.

— ¿Qué hay de ti, Gurú Clef? ¿Cuáles son tus motivaciones para trabajar como haces?

—Es verdad… no es algo que debería importarme cuando ya no estoy atado a un sistema tan estricto, pero supongo que lo hago por simple costumbre. No me siento con ánimos de jubilarme aún y considero que nuestro príncipe no es lo suficientemente maduro para hacerse cargo de todo, no todavía, por lo que me seguiré sentando aquí y ayudaré a que esto funcione.

— ¿En serio no tienes más aspiraciones? ¿Casarte, tener un romance o formar una familia?

— ¿Acaso te estás ofreciendo voluntario, Latis? —inquirió para absoluta conmoción del antiguo jefe de la Guardia Real, quien no daba fe a lo que estaba escuchando, mucho menos a las evidentes señales corporales que su maestro le estaba mostrando.

Clef se había recargado en su puño y lo miraba fijamente con una sonrisa extrañamente provocadora, no al punto de rozar la picardía pero que de algún modo yacía rodeada de un aura pecaminosa. No era un aspecto que Latis acostumbrase apreciar en la figura de su maestro, (maestro de Zagato, de Alcyone y prácticamente de todos los que gozaron alguna vez un puesto importante en el sistema gubernamental desde antiguas épocas), por lo que no tenía argumentos con que rebatir la insinuación que acababa de hacerle de la nada.

—No pretendía ofrecer ese servicio —se limitó a mencionar con la mayor pasividad que le fue posible conservar en esa situación, por lo que Clef se burló un poco de su incomodidad.

—Entonces vigila con más cuidado lo que dices y aprende a leer el ambiente.

—Maestro Clef, ¿qué ha sido eso? —quiso saber, pues el pequeño mago había vuelto a romper ese extraño comportamiento, de vuelta a su actitud seria y cortés—. No es común en usted.

— ¿Eso crees?

— ¿Qué?

—Latis —le interrumpió antes de que pudiera profundizar y formular la pregunta más acorde a la confusión que acababa de despertar en él—, creo que ya es hora de que abandones la imagen que posees sobre mí. La obligación del Mago Supremo es velar por el orden hasta el fin de sus días o hasta que alguien más alcance su capacidad mágica. Desde nuestros ancestros es el Mago Supremo quien mantiene una apariencia infante a la par del Pilar para impedir que otros integrantes del Palacio se apeguen demasiado, pero no es impedimento para abusar del privilegio.

Latis se reconoció sorprendido por aquella revelación, desconociéndolo como algo que hubiese escuchado antes de que huyera a Autozam para guardar el secreto de su hermano. Ser consciente de un detalle de semejante calibre en la vida de su maestro le generó un sin número de emociones que no conseguía asimilar mientras Clef seguía hablando.

—Deber, experiencia y resignación, son tres palabras clave para describir mi situación, estos aspectos van alimentando la mente de quien se ocupa de una posición tan importante. Por supuesto, es indispensable que enfoquemos el cien por ciento de nuestra voluntad al bienestar de Céfiro. Debemos mantener nuestro corazón controlado, libre de sentimientos egoístas y conservarnos puros para protegerlo. Los Magos Supremos teníamos prohibido amar pero no alimentar nuestras necesidades individuales. —Latis se sobresaltó, como listo para replicar pero Clef liberó una risa que no le dio la oportunidad al espadachín siquiera de considerar sus opciones—. Lo sé, suena contradictorio. Cuando me recibí para ocuparme de este título, nunca pude imaginarme su peso, como tampoco creer en la posibilidad de escaparme regularmente para dejar en libertad mis instintos y apresarlos de nuevo como a una bestia salvaje.

— ¿Qué quiere decir?

—Que a pesar de mi apariencia, sé suficiente del cuerpo humano como para presumir de mis capacidades físicas, por lo que ni siquiera importa que se trate de un hombre o una mujer quien desee formar parte de mi colección. Puedo moldear esta figura aniñada de acuerdo a la respectiva necesidad. —Latis no supo qué responder o cómo sentirse al respecto, sólo reafirmar sus sospechas sobre que el pequeño mago estaba pasando por un momento de crisis existencial lo bastante intensa para atreverse hablar de algo tan delicado con él—. Todo este tiempo se me permitió ser perverso, al menos doce horas, siempre que no sintiera nada muy especial por nadie. Mientras mantuviera mi amor a Céfiro de la misma calidad que le ofrecí al principio y amar a todos los que me rodeaban de forma fraternal, nunca nada más.

—Eres libre de tu ocupación ahora —dijo, pero enseguida comprendió que era mucho más complicado que eso cuando vio a la expresión del pequeño mago agriarse.

—He sido prisionero de esa forma de vida por más de setecientos años. No puedo simplemente romper mis ataduras como lo harían otros. Las cicatrices se quedan para siempre.

— ¿Significa que alguien ha tocado ese límite? —La pregunta de Latis ni siquiera había sido formulada con malas intenciones o genuina suspicacia, había sido lanzada por inercia, inspirada por la atmósfera tensa que ocasionó el propio Clef con sus palabras. De hecho, el antiguo jefe de la Guardia Real notó que acertó hasta que vislumbró el rostro descolocado del maestro mago, cuyos zafiros ojos se abrieron conmocionados por la adivinación de su joven aprendiz, el cual inmediatamente evitó mirarlo por temor a causar una peor reacción en su superior, a quien siempre le debió respeto—. No creo que tenga nada de malo sentir interés romántico por alguien.

— ¿No? —Clef se llevó una mano al rostro, mortificado con la ingenuidad de su acompañante, quien se suponía ya era un adulto hecho para comprender el motivo de su negativa, pero pensarlo lo ayudó comprender algo más—. En realidad no sólo es malo, es problemático. Para mí todos ustedes son bebés que están comenzando su vida. He visto morir a personas cercanas, a mi maestro, a una cantidad aberrante de Pilares, atrapado en este cuerpo y en mi deber para comprender que estoy demasiado alejado de sus presentes.

—Por eso mismo deberías permitirte ser libre por una vez y amar como te plazca.

— ¿Aún si fuera de una jovencita inmadura? —Latis abrió la boca para contestar pero selló sus labios de nuevo, considerando el escenario expuesto un momento para por fin hablar, pero para entonces una risa acida se había apoderado del pequeño maestro—. Lo pensaste, eso está claro, da una respuesta concreta y significa que no.

—Tal vez no lo comprendo por completo cuando no me encuentro en tu posición, pero sé que sólo existe una oportunidad para amar y no se debe desperdiciar sin importar el costo.

—Apuesto a que eso fue lo que pensaron Esmeralda y Zagato.

—Gurú Clef…

Latis se quedó pasmado en su asiento, incapaz de responder a la repentina aseveración, fue por ello que el maestro mago decidió mostrarle misericordia dándole la libertad de irse cuando lo dispusiera, por lo que el espadachín se levantó con la certeza de que era momento de darle el espacio que Clef ahora parecía perseguir, por lo que su compañía seguro sería asfixiante. Pensó en entregarle sus respetos y animarlo de alguna forma pero al final tan sólo concretó despedirse solemnemente, cerrando las puertas sin mirar atrás. Clef sirvió más licor en su copa y bebió, dispuesto a retirarse a las memorias, aquellos aspectos de su vida que jamás compartiría con nadie, que sólo él y el mundo que le vio nacer conocían.

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Con una década de vida, las personas en su aldea natal no tardaron en verlo como un potencial peligro para todos, razón por la cual sus padres fueron obligados enviar una carta al Palacio, dando aviso de las habilidades sobrehumanas de su hijo al Mago Supremo de aquel entonces, quien a los pocos días respondió a sus inquietudes con un seijyu que conjuró específicamente para recoger al infante y trasladarlo ante él. A este punto dicho niño había ocasionado grandes –en su mayoría accidentales– destrozos debido a su inestable magia, así que el Gurú lo tomó bajo su protección, convirtiéndolo en su pupilo directo; aparentemente el último que aceptaría en lo que le restaba de vida. Clairemu (como se hacía llamar) instruyó a Clef con su infinita sabiduría y le ordenó quedarse en el Palacio. Le ayudó controlar el inmenso poder que albergaba en su interior y le enseñó hechizos para curar a su mundo en coordinación con las oraciones del Pilar. Fue un entrenamiento duro para quien había acostumbrado correr y jugar sin objetivo, razón por la cual también tuvo complicado apegarse a las normas impuestas de un momento a otro.

Aunque en Céfiro reinara la paz, chicos como él solían ser la mayor amenaza para la gente común ya que si no eran tomados como pupilos y recibían el trato adecuado, corrían el riesgo de convertirse en monstruos que usarían su poder para propósitos egoístas, los cuales eran llamados Errantes Salvajes. Con el tiempo estos se ganaban el desprecio de los demás, generando odio en sus corazones; era en ese momento que ocurría la metamorfosis y atacaban sin medida a quienes alguna vez los maltrataron, impulsados por la venganza.

Clef fue enviado a misiones de este tipo, exorcizando el odio de potenciales magos al servicio del Pilar. Así fue creciendo con el tiempo, haciendo suyas las enseñanzas de su maestro y aprendiendo a canalizar sus propias frustraciones con el fin de volverse merecedor del puesto que Clairemu anunció abandonaría pronto. También aprendió sobre las leyes rigiéndolos, los cuidados de la corona que seleccionaba cada cierto tiempo a su siguiente Pilar, además de las responsabilidades que le correspondía a todo aquel que aspirase ser maestro mago. Por diez años más continuó su labor, obteniendo insignias mágicas y títulos que incrementaron su fama entre los pueblos humildes, ganándose el orgullo de sus padres quienes –salvo por una ocasión– no volvieron a tener la oportunidad de formar parte de la realidad de su primogénito.

Pasó el tiempo y tras la renuncia de su maestro, Clef fue recibido como el próximo Mago Supremo de Céfiro, razón por la cual se presentó ante el Consejo Mágico, arrodillándose como lo dictaba la costumbre para recibir su nueva asignación.

Sin embargo, mientras se desarrollaba la ceremonia, el joven adulto que era Clef en aquel entonces no pudo ignorar cierta presencia que tan sólo conocía de vista desde que era muy pequeño, y esta era la figura de una mujer, cuyos cabellos celestes ondulaban con la caricia del viento, sólo con avanzar por el espacio. Para él, que no había experimentado ninguna clase de atracción desde que había sido enfrascado en su deber, quedó cautivado por la muchacha que se rumoraba poseía el título de Cordero, una descripción a la cual no encontraba sentido cuando el Palacio era plagado por Armeros, Guerreros, Soldados comunes y Hechiceros de diferentes estatus. ¿Qué caso tendría aquel puesto si todos oficiaban la protección del Pilar que representaba el núcleo de todo su mundo? Sin mencionar que no era algo que recibiera un debido reconocimiento.

Por desgracia pronto lo descubriría.

Aquella noche retornaba de una charla intensiva sobre el hechizo de Manipulación de Edad o Fuente de Juventud Eterna que sería implantado sobre él para garantizar su enfoque en su nuevo puesto. A Clef no le había agradado ni un poco que debiera renunciar a su cuerpo maduro para verse eternamente como un niño frágil. Y aunque el tiempo le hubiese ayudado a encariñarse con todo Céfiro y no sintiese un apego especial hacia su perfil como individuo, consideraba podría convertirse en una molestia acostumbrarse de nuevo a un cuerpo que quedaba en el recuerdo.

—Buenas noches. —Esa seductora voz en medio de la penumbra logró que su cuerpo resintiera un extraño choque de energías, le dificultó girarse con normalidad hacia su solicitante, la cual no resultó ser otra que el Cordero a quien todos parecían evitar por razones desconocidas. Verla ante él tan de cerca, hizo a Clef preguntarse si existía un motivo justificado cuando desbordaba de una belleza exuberante de pies a cabeza—. Escuché que pronto te convertirás en el Mago Supremo.

—Así parece, pero todavía deben hacerse un par de preparativos más para ocupar el cargo como es debido —respondió casual.

—Eso significa que tendrás algún tiempo para despedirte de tu forma de vida actual o decidir negarte a ocupar el lugar del Gurú.

—No lo creo, se lo prometí a mi maestro, no puedo fallarle cuando estoy tan cerca de cumplirlo.

—No es como si alguien más poseyera tu nivel mágico. Esto ocurre con menor frecuencia que el nacimiento de un nuevo Pilar.

—Es lo que me han dicho —admitió mirando a la mujer con extrañeza, un gesto que ella rápidamente pareció captar.

—Oh, mis disculpas, estoy siendo maleducada al no presentarme primero. Mi nombre es Marina y de ahora en adelante me ocuparé de instruirte en las Artes Clandestinas, algo que únicamente el Mago Supremo tiene permitido conocer.

— ¿Artes Clandestinas? ¿Es acaso algún tipo de prueba viviente?

—Puedes llamarlo así, no es una práctica que deba salir fuera de estos muros.

— ¿De qué se trata? —inquirió suspicaz.

— ¿Alguna vez haz sentido deseos fervientes de amar de manera especial a una persona? —Clef guardó silencio frente a la sorpresiva interrogante, después de todo la única por la cual había llegado a sentir un interés casi obsesivo era por la misma mujer que se estaba dirigiendo a él en esos precisos instantes, así que tropezó con sus palabras al reconocerse incapaz de responder. Sin embargo, Marina le dio a entender que no esperaba una respuesta suya cuando prosiguió su discurso—. Ve olvidándote de eso. Al igual que el Pilar, el Mago Supremo pierde el derecho de enamorarse de alguien. Tiene el deber de deshacerse de estas emociones por el bien de todo el mundo, ya que sin ello el Pilar recibiría una protección inadecuada. El maestro mago debe amar a todos por igual, acogerlos como sus hijos y recibir dentro de él el sufrimiento más hondo de su Pilar, pues cuando este falle, es el Mago Supremo quien deba mantenerse firme.

Clef no tenía idea de qué decir ante tan aplastante aseveración, pues el Cordero que frente a él yacía se asemejaba más a un lobo con una segunda y discordante piel con la que parecía ir en busca de presas para devorar. Alguna vez le había visto acompañar a su maestro cuando no los veía nadie, compartiendo intimidades como tomarse de la mano o compartir conversaciones nocturnas, por lo que suponía estaba estrechamente relacionada al puesto. Y era por ello que parecía ir en busca de triturar sus debilidades para comprobar que era lo suficientemente duro para cruzar su establecida línea de humanidad.

—Si se trata solamente de eso, no me asusta —Clef decidió atenerse a la suerte, buscando comprobar su hipótesis sobre aquella dama de cuestionable naturaleza—. Ahora quizás no haya alcanzado el nivel de perfección demandado pero puedo cultivar mi amor por el planeta y volverlo tan grande que sea capaz de superar incluso al de mi maestro.

—Veo que no dejarás que la duda azote tu corazón.

—Me he preparado para esto toda mi vida, sería cobarde retractarme ahora.

—Eso lo decidiré yo.

Marina sostuvo la mano de Clef sorpresivamente. Sin embargo, el joven de cabellos lilas procuró mantenerse neutral por la abrasiva sensación de energía transmitiéndose a través de sus dedos ahora conectados como corrientes de electricidad. Y aunque había compartido gestos semejantes con otras personas a lo largo de su camino entre combates llenos de victorias y derrotas, lo que ocurrió después lo dejó en un shock absoluto, pues Marina había roto la distancia entre los dos, con sus labios tan próximos que sus alientos se mezclaron sin remedio.

—Siente tu cuerpo, no a tus emociones. Hazlas a un lado, enfría la cabeza y déjate ir, vuélvete insensible pero instintivo, sólo así superarás esta prueba —le susurró antes de besarle.

Bajo los rayos lunares y la oscuridad del pasillo, testigos directos de una trasformación completa, Clef perdió su mente mientras era guiado hacia una realidad inconcebible; un entrenamiento sin margen de error. Aquella fue la primera de muchas veces que se encontró divagando en mares turbulentos, profundos y también devastadores. Marina se trataba de una instructora letal que le reprendía ante la menor muestra de sentimiento que considerase debilidad desde su perspectiva. Clef no entendía la mayoría del tiempo lo que ocurría, dudaba durante el desarrollo tanto como se sentía caer a la mentira cuando terminaba el roce de pieles, ya que su Cordero estaba dispuesta obligarle a exprimir hasta la última gota de deseo en su anatomía cuando cada vez estaba más cercano el hechizo que le sería lanzado futuras secciones.

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Una noche, doce horas para ser humano, entonces retornar a su deber como una entidad humanoide. Los lapsos para ello se fueron extendiendo, logrando que la tortura por el contacto que sufrió en un principio se fuera desvaneciendo como si de un sueño se tratase al siguiente amanecer. Una dulce brisa de libertad que le permitía enfocar todo su corazón y mente al cuidado del mundo que le había sido encomendado. Un mundo tan egoísta que no admitía la debilidad de sus más aguerridos habitantes.

—Luces pensativo —le dijo Marina una de esas escasas noches de libertad.

Ambos se habían retirado a sus necesidades humanas con la mayor pasión que pudieron emitir sus cuerpos pero Clef había vuelto a encerrarse en sí mismo, lo cual no le impedía reflexionar a profundidad cuándo y cómo fue que se creó cada puesto de Palacio, o quién decidió que era lo mejor para conservar la armonía que tan bien parecía funcionar. Recostado entre almohadas mullidas y cubierto por sábanas de seda consiguió encontrar las palabras que había intentado formular desde que todo aquello comenzó.

— ¿Elegiste convertirte en lo que eres? —La tensión fue evidente en el cuerpo de Marina al instante, por lo que Clef aguardó paciente por su respuesta, si es que habría alguna.

—Desde que empecé a crecer comencé a preguntarme si habría algo que sólo yo pudiera hacer, algo de provecho, tan importante que consiguiera aceptación. Jamás he sido brillante, no soy buena escultora como mis padres, tampoco puedo blandir una espada o crear hechizos. Durante mucho tiempo me consideré una inútil ya que nada de lo que hacía resultaba, pero muy pronto me di cuenta que era una mujer irresistible. —Clef dejó de mirar el techo para enfocar la vista en su acompañante, quien sonreía con cierto pesar mientras le relataba su historia—. Gracias a ello me fue imposible ofrecerme a cualquier hombre a menos que estos se ajustasen a mis demandas o estuvieran dispuestos a ofrecerme lo más valioso que poseyeran en sus vidas; quería a los mejores postores. En ese tiempo el Maestro Clairemu me descubrió y aseguró que mi severidad era una aspecto esencial para un puesto en Palacio, después de todo él vio en mí cuán cansada estaba de jugar algo que no me saciaría en toda mi vida. Y tuvo razón. Este puesto ya lo han ocupado otras doncellas, doncellas de corazón frío. Justo como yo.

El hielo en su mirada poseía un peso que el joven Mago Supremo no podría siquiera imaginarse, pues mientras él trataba de absorber lo más posible de su pasajera libertad, Marina cada noche parecía preparada para ofrecerse de sacrificio y drenar su sangre sin el más mínimo arrepentimiento. El pensamiento lo excitó y casi se reprendió por ello de no ser porque la joven de ondulados cabellos celestes lo tomó del rostro y la hizo verla a los ojos, una sonrisa cruel pero seductora surcando por sus venenosos labios.

—Vi el deseo en tu mirada. No lo evites mientras estés conmigo. No importa qué tan oscuro o desagradable sea. Debes ceder para que seas capaz de encerrarlo otra vez.

Cuando sus labios volvieron a entrar en contacto, Clef ciertamente nubló cada pensamiento de compasión en su cabeza, dejando a su cuerpo moverse para encarcelar a la joven bajo su sombra, a quien hizo gemir como la pecadora que era, importándole poco dañarla o preocuparse por su disfrute. Y esto pareció ser la respuesta que Marina necesitaba para que aprobara la misión que tenía con ella. Clef se derrumbó contra su cuerpo magullado tan sólo haber terminado, por lo que agotados y jadeantes intentaron recuperar las energías perdidas en ese despiadado encuentro.

—Así, Clef. De esto es de lo que estoy hablando. Esto es por el bien de Céfiro. Nunca te contengas en tu noche de libertad, pues sólo de esta manera habrás superado las tentaciones que se te presenten diariamente, te habrás desecho del amor romántico.

— ¿Cómo puede esto funcionar como lo sugieres? —quiso saber genuinamente curioso.

—Funcionará contigo como ha hecho con otros. Lo hizo con Gurú Clairemu, sucedió con su maestro y el maestro de su maestro. Generación tras generación. Ese ha sido el trabajo de los Corderos. Ni siquiera necesitarás preocuparte de conservar un único rostro a tu lado, habrá otros y propuestas especiales para tu seguimiento de las Artes Clandestinas.

— ¿Incluso cuando pese sobre mí el hechizo de Manipulación de Edad?

—Especialmente cuando hayas trasformado tu cuerpo a una forma más infantil y las personas normales encuentren incómodo este hecho para relacionarse románticamente contigo.

—Eso… —Clef no ocultó sus dudas al respecto pero Marina se mostró indiferente.

—Está bien, las consciencias de los Corderos permanecen impávidas. Hemos sido escogidos para no mostrar interés por la forma de un cuerpo y la belleza de su alma o corazón. Para nosotros sólo importa el placer que conlleva la unión carnal o los juegos relacionados a ello. Incluso el dolor.

— ¿Cómo puede ser eso posible? —Clef no podía con su asombro.

—Supongo que es un fallo que se dio en nosotros desde nuestro nacimiento —dijo ella mientras se llevaba una mano al pecho

Sus delicados dedos apuntaron a un corazón que aunque palpitante era incapaz de percibir emociones y sólo se mantenía como un contenedor de sangre que hacía las funciones mecánicas del cuerpo. Clef estaba fascinado por la existencia de esta mujer, cuya sonrisa lucía tan viva como vacía a partes iguales. En otra época, Clef hubiese llamado irresponsablemente a este sentimiento un enamoramiento, pero se dio cuenta que en realidad esta sensación no era tal en lo absoluto. Besando su mano notó que no ambicionaba plagarla de elogios u obsequios, su amor hacia ella se encontraba al nivel de todo ciudadano en Céfiro; admiraba su fortaleza para llevar a cabo tan exigente labor, la veía como una profesional competente y también encontraba adorable su devoción. Era extraño. Si se hubiese enterado de un puesto así en el pasado, se habría sentido más triste que conmovido, más podría decir con sinceridad que estaba agradecido de poseer la dicha de compartir lecho con ella aunque se tratara sólo de satisfacer sus bajos instintos.


Notas Finales: Y esto sería todo por ahora. Planeaba que esto fuera un Oneshot pero la cosa se fue alargando y alargando hasta que tomé la decisión de partirlo. Aún no sé si será un Threeshot o Twoshot ya que todavía estoy trabajando en la última parte. Pero, bueno, espero les haya gustado hasta ahora. Me hacía falta un cambio de aires, quiero evitar que ni nuevo fandom me consuma por completo.