Disclaimer: ¿Para cuando un manual para seducir escritores de éxito como Neil Gaiman o Terry Pratchett?
Advertencias: El caso es que una vez escribimos una historia súper larga de un millón de palabras que a la gente le da miedo leer, así que vamos a ir partiéndola a ver si así te convences.
Manual para seducir a un ángel
—Fine —Aziraphale le mira con el ceño tremendamente fruncido y se va, TAN enfadado, hacia la puerta del departamento del demonio.
—Fine! —le grita Crowley de regreso igual de violentamente, sin moverse de donde está, frente al sofá oscuro en mitad de la sala.
Te preguntarás como hemos llegado aquí. OTRA VEZ.
El sexo había sido maravilloso. De verdad, brutal. Les había abierto la mente.
La pelea de después, no tanto.
Podríamos contar como ha pasado esto, como hemos llegado aquí y porque han peleado en esta ocasión pero es irrelevante, preferimos que sepas lo que pasó después, porque ya hay bastantes historias sobre el antes.
El ángel aprieta los ojos al cerrar la puerta a su espalda porque... porque odia pelearse con él así... ejem. Pica el elevador con furia, histérico, pensando además que quería su baño y dormir.
Quería dormir con Crowley, aunque evidentemente, con lo que se movía, no iba a dormir un solo minuto.
Era el colmo que le dejara ir así a casa, en medio de la lluvia, ¡después de hacerle todo eso que había hecho hasta que le temblaran las piernas! Haría eso con todos, quizás. Aprieta los puños, se mete al elevador y chasquea los dedos.
Crowley se pasa una mano por el pelo sin poder creer que tenga tan bloody MAL GUSTO con las parejas. Ni siquiera sabe porque lo dice en plural como si tuviera doscientas de ellas. O sea, venía aquí, le invitaba a cenar, le hacía todo eso que había hecho y el tipo encima se largaba a su casa como si nada en pleno ataque de celos.
Ugh, esperaba poder sacar bastante material para hacer reportes para Belcebú para el resto de la eternidad solo de esto porque no pensaba volver a verle NUNCA ¡y que se olvidara de sus manos mágicas!
Se va a Twitter y le manda a Michael Sheen un corazón roto. Pero como ahora mismo no es su turno con la neurona que comparten entre todos, en realidad se lo manda a una fanpage de un adolescente australiano que a estas horas está durmiendo.
Así que decide aterrorizar a las plantas un rato por las buenas y sin que haya motivos de nada, pero un arranque de ira aleatorio de tanto en tanto siempre ayudaba a que... se esforzaran al máximo.
Cuando las puertas del elevador se abren, Aziraphale trae ropa limpia y recién planchada, incluso huele a agua de azahar como suele hacer. Trae un paraguas en mano, que se dispone a abrir al salir del lobby del edificio y el temple tranquilo y sereno que suele tener.
Hasta aquí todo lo relacionado con Crowley, había sido lindo... hermoso quizás y era un desliz. Quizás podría convencer al cielo de que no iba a matarle, pero no iba a volverle a ver.
En mitad del arranque de ira, el demonio sale corriendo al balcón y grita al cielo nublado de Londres "¡Y QUE SEPAS QUE LO QUE HAS HECHO ES PECADO!"
Joder, quizás hasta le escuche. La cosa es que... Aziraphale sale del edificio, abre el paraguas y antes de que pueda o no escucharle gritar eso, alguien le pone una bolsa negra y apestosa en la cabeza, dándole un golpe en la nuca.
Oh, vaya.
Aunque a Crowley en este momento no le importe dado que no pretende volverle a ver.
Lo que pasa es que Crowley en este momento no se va a enterar, desde luego.
Sí, lo imaginamos. Ya lo notarás.
Tras gritarles a las plantas se va a ir a ver Sounds of Music (sí, otra vez) y a llorar como si no hubiera un mañana mientras canta Edelweiss a todo pulmón, que ni siquiera es una buena canción para bloody desahogarse y a beberse hasta el agua de los floreros (sí, eso enseñará a las plantas a respetarlo. Sí, otra vez) y luego a quedarse dormido en el sofá por una década.
¿¡Una DÉCADA?! ¡JODER! Van a ser diez años largos en tu vida, Aziraphale.
Nah, seguro algún electrodoméstico pitará tarde o temprano. Maldita sea con eso.
A las tres de la tarde del día siguiente porque seguimos sin creer en las mañanas, es que se va a despertar, habiendo acabado durmiendo sobre la tele. Colgando los pies por un lado y la cabeza por el otro. No nos preguntéis como.
El caso es que se baja de ahí y cruje toda la espalda en un movimiento serpenteante como si no tuviera huesos.
Mira la estúpida cara de la estúpida Julia Andrews en el estúpido menú de entrada de la estúpida película. Los restos de la estúpida cena en la mesa, las como cuatro botellas de vino que fueron yendo de un lado a otro por toda la casa y la solitaria y estúpida tumbona del balcón en la que había pasado todo lo interesante.
Todo tan decadente.
Y casi se pone a llorar otra vez, la verdad. Pero no. No. Lo que va a hacer es no dejar que ese estúpido ESTÚPIDO ángel se crea que tiene algún poder sobre él.
Así que visto que Michael Sheen debe estar leyéndose otro fanfiction que no es este y por eso no le ha contestado... David Tennant no tiene redes sociales y la verdad, Neil Gaiman le da un poco de miedo. Pues va a tomar las riendas de esto él mismo.
Y para que vea que TAN cool es y que TAN poquito le importa. Se va a vestir con su mejor look de mujer sexy despechada/recién divorciada y a ir a comprar un estúpido Kamasutra a la estúpida librería. Eso es.
Así que se ducha y se viste y se peina y se maquilla y se perfuma y si luego resulta que lo que hace es acabar pidiéndole disculpas y suplicándole pues... ¡caerá sobre la conciencia del ángel!
Gracias por los ánimos con Killer queen, Bentley. Ahora sí era el momento. Aparca frente a la tienda, tan digna y se baja del coche intentando no meter los zapatos de tacón en un charco.
A Aziraphale le encantaría verte así.
Porque son imprescindibles para el viuda-alegre style. Eso y el sombrero de rejilla que va con el vestido negro y todo lo demás. Lo único que es rojo es la suela de los zapatos.
¿La librería está cerrada?
Hay mucha discusión al respecto aquí... No. Sí. ¡No! ¡Sí! No. Vale. No. No está cerrada.
De todos modos se va a pelear con la puerta porque pone "tire" y debería decir "empuje". Maldito en día que maldijo todos esos carteles del mundo para que se fueran girando de un lado a otro aleatoriamente. Pero igual entra con un tintineo de la campanita después del forcejeo inicial.
Auto maldecirse es un poco raro, pero vale. Ahí está: luces prendidas, todo en su sitio.
Pues es que estas cosas siempre acaban volviéndosele en contra.
Buff... es probable que no haya más clientes. Quizás el chico que fue ayer esté buscándole. Aunque hay dos libros en el suelo.
¿Solo dos? Vaya, alguien ha estado haciendo limpieza.
¡No suelen estar en el suelo!
Poner una alfombra no los hace estar menos en el suelo pero vale, vale, entendemos el concepto. Deben estar en mitad del paso, normalmente si están en el suelo al menos están en una pila infinita medio arrinconada donde no moleste para "ordenarlos en cuanto tenga un momento, justo lo estaba haciendo ahora mismo, pero me han interrumpido. Sí, ya sé que llevan ahí cinco años, ha sido una larga interrupción."
Crowley pasa por encima de ellos levantando la pierna y se acerca al mostrador, dándole al timbre que hay ahí como si esto fuera la recepción de Fawlty Towers.
Nada.
—Angel, bloody hell! ¡Al menos sal a atenderme!
Nada de nada. Frunce el ceño y usa el instinto viperino a ver si le siente, pero no, no hay nadie. De hecho... está especialmente vacío.
¿Cómo no a haber nadie si está la librería abierta? Bastante raro era ya que estuviera abierta con el dueño dentro, era impensable que lo estuviera además en la ausencia de este. Chasquea los dedos y cierra las puertas, baja las persianas y pone el cartel de cerrado.
Eso es... Aunque alguien ya se está peleando con otro alguien diciéndole "¡Te lo dije!"
Y ceño fruncido, Crowley va a dar una vuelta por ahí a ver si encuentra algo... algo. Sospechoso. No sé, tal vez un círculo celestial de poder activo o una nota en letra relamida diciendo "Vuelvo en cinco minutos, he ido por un helado."
Nada. Nada de nada. Aunque... porque son imbéciles, sí que huele un poco malo.
Huele... un poco... malo. ¿No serán los comics de Sandman? ¿El mundodisco? ¿Los libros de Jeffrey Archer de nuevo? Coraline. Definitivamente tiene que ser Coraline, es la esencia de todas las pesadillas.
Podría ser. Podrían ser los libros de Crepúsculo que acaban de llegarle, ahora que no queremos a Michael Sheen y no nos importa que los defienda.
Espera, no habrá sido tan idiota de haber traído aquí a otro como... No, no. Cálmate, cálmate Crowley. Como si no te hubiera costado a ti miles de años.
Se está acostando con otro. Seguro, Crowley.
Además, no hay espacio en esta historia para dos drama queen histéricas de celos y en eso se te ha adelantado él. A lo mejor lo han llamado del cielo simplemente. O está cortándose el pelo. O ahogando sus penas en sirope de chocolate.
Sirope de lo que fuera estaría bien ahora mismo.
Vale, podía esperarle ahí como una histérica reina del drama acosadora. O volver a usar el sentido viperino. ¿No se habría ido a Francia otra vez? No, que se iba a ir a Francia, si sacarlo del Soho ya le daba escalofríos.
De todos modos recoge el pedido de libros nuevos ella misma, interrogando a los chicos que los traen a ver si saben por casualidad si el dueño de la tienda hoy tenía que hacer algo. Les asegura que no trabajaría aquí ni borracha, gracias. Y la verdad es que suena poco confiable para darle a ella los libros, así que asegura ser la puñetera Señora Fell. "Y le dolió cuando se cayó, señora?" "Ja-ja tu puta madre, cabrón." Sí, sí le dolió.
De todos modos no deja de ser una sorpresa porque el Señor Fell parece... bueno. Gay. Y no que no estemos en dos mil diecinueve y la gente pueda ser gay si quiere o... no. O bueno, parecerlo. O esas otras cosas tan complicadas de los géneros fluidos que... o sea... vamos, que si... que lo que dicen es que... o sea... que... que tenga un buen día, Señora.
Se van y la dejan ahí con los paquetes sobre el mostrador. Crowley no les hace mucho más caso y decide ir a desparramarse por ahí y beberse su vino en lo que regresa de donde sea que esté.
¿Cuándo ha dejado la puerta abierta? ¿Cuándo? ¡Si se va, cierra! pero estos brutos.
Pues sí, pero ¡es que ni siquiera debería tardar tanto! Intenta llamarle por teléfono.
Uy. Esta vez sí traía el teléfono porque habías ido al infierno.
Que milagro.
Igualmente no sé si tenga servicio aquí donde está.
Eeeh... ella tampoco. Nueva búsqueda de google "cómo localizar un dispositivo móvil que antes era mío pero ahora pertenece al imbécil de mi marido que no sé a dónde coño ha ido, sin parecer una loca histérica"
Como sea, alguien despojó a Aziraphale de todas sus pertenencias. Todas. Eso incluye el teléfono. ¿No lo tienes entre tus propios dispositivos para buscar?
¡Ah! A lo mejor. ¡Buena idea! Vale, sí, vamos a hacer eso.
"Dónde está", se llama la aplicación para ello si es que tiene un iPhone.
Sí, claro que tiene un bloody Iphone, ¿tú has visto el puto logo de Apple? ¿Sabes quién es ella? ¿Qué otra cosa va a tener?
Bueno, ahí le tienes. El teléfono está fuera de línea pero, si aparece su última ubicación disponible afuera de casa de Crowley. Hace... mil horas ¡porque has dormido!
O sea... que... ¿qué? ¿Perdió ahí el teléfono? No, porque pondría que sigue ahí...
Como si lo hubiera... apagado (Como si fuera a recordar al teléfono después de pelear contigo...)
Espera, a lo mejor había ido a buscarle y ahora estaba una haciendo la idiota aquí y el otro allí. No sería la primera vez. Ejem.
Hace diez horas se fue, inútil.
Podría fingir que había ido a hacer alguna maldad o a comprarse algo y que no estaba nada afectada por nada.
Ya, ya... claro. Nada de afectaciones en lo absoluto. Te cambiaste el sexo y todo pero no estás afectada.
Pues no, ¡pero ahí está la idiota! Yendo por todo Londres en tacones, además, ¿puedes darte un poco de prisa, maldita sea y ligar las piezas? Antes de que le hagan algo peor.
Pero no parece espabilarse.
No, porque es TONTA.
Y muy mona. Y ha recibido los libros.
Vale, vamos a ignorar el misterio inescrutable y seguramente inefable (aun no estamos seguros del significado de esa palabra) de la librería abierta porque... porque somos imbéciles, por lo visto.
Es que además... Bueno, ya discutiremos esto en algún punto.
De todos modos, ella sale y sí que cierra. Luces apagadas. Cartel incluido. Le quita el cepo al coche y vuelve a su apartamento. The Show must go on. Vale, ¿quién es la reina del drama ahora? Puto coche.
¡Gracias!
Bueno, el caso es que busca el teléfono por ahí a ver si se le ha caído o algo.
Nada. Solo te falta encontrar un agujero en el suelo para que sea más evidente. Parece un bache.
Lo sabemos TODOS menos ella que es EXASPERANTE DE COJONES.
¡NO! ME NIEGO A QUE AHORA TE QUEDES AHÍ A ESPERAR A VER SI VIENE.
¡NO! TAMPOCO TE VAS A IR A VER SI ESTÁ EN LA BLOODY BARBERÍA O EN EL RESTAURANTE DE SUSHI.
O al menos si vas a hacer todo eso, lo vas a hacer sola y sin que lo narremos porque eres como para golpearte la cara con la mano abierta.
Y ahora no me llores. No, yo no estoy llorando, ¡tú estás llorando!
Vamos, vas a tardarte entonces cien horas...
Sí, por lo visto.
Awesome.
Pero bueno, después de dar vueltas por todo Londres como una idiota, decide que si el teléfono dice que hace diez horas (ahora ya como catorce) que dejo de estar en frente de su apartamento y ahora no se sabe dónde será que... se lo han llevado a algún lado. ¿Pero quién abrió y porqué la librería entonces?
Porque son idiotas.
O sea, no, pero alguien tuvo que ir y ABRIR, expresamente. No es como que nadie pensara en ello y se quedara abierta.
Exactamente.
Será... ¿alguien del cielo? Para que no se note que se lo han llevado. Si se han... si lo han llamado del cielo... es que a saber. ¿Y si se han enterado de lo de ayer y han decidido que es un peligro?
¿Y si no lo vuelves a ver?
¡Ya! Es que ¿y si han decidido que ahora va a trabajar ahí arriba?
Se hubiera despedido.
¡No si se lo han llevado porque creen que es un peligro que esté aquí!
En efecto.
¿Y... y qué va a hacer ahora? ¿Y si le mandan a un ángel gilipollas de los que casi le queman? ¡Y los libros! ¡Estaban todos ahí abajo! ¡Tendría que bajar a por ellos!
¿Bajar por ellos nada más?
O a lo mejor mandaban a alguien a por ellos. Alguien más. A quien luego fuera a quedarse. La idiota esa negra, seguro. O el tipo bajito y calvo. Ugh, es que no podía ver a ninguno. Seguro que ni guantes se ponían los idiotas.
No le iban a llevar los libros. Obviamente.
No, seguro se los quedaban aquí como negocio tapadera o cualquier mierda de esas. Como si alguno de esos supiera siquiera algo sobre literatura. Como si alguno de ellos de ellos supiera alguna maldita palabra restribanante.
Y seguro te mandan a seducirlo, ahora que Belcebú tiene esa idea.
¿Qué? Ugh! ¡No piensa estar seduciendo a la los ÁNGELES que querían matar a UNO DE LOS SUYOS!
Ya, ya... Pero si TIENES que hacerlo...
Pedirá que lo trasladen a algún sitio. A África no, porque algún idiota había bendecido la lluvia en los 80, pero América parecía tener buenos sitios. O algo así.
Al cielo.
No le van a dejar hacer eso.
Igualmente, no estás buscando en el lugar correcto.
¡Ni siquiera le está buscando! ¡Si le tienen en el cielo no hay dónde buscar! Aunque... Wait! Wait a fucking moment. Si el cielo hubiera cambiado los planes en esa línea y estaban aliados con el infierno para pedirles matarse… Tal vez Belcebú sabía algo de todo esto.
Tal vez...
Aunque igual y entonces le decía así como "Zzzeh, claro, van a traerte a alguien mázz azzí que empiezzza de nuevo con lo que le hizzzizte al otro". Shit shit shit shit shit.
No lo dudo, pero quizás deberías preguntarle.
A lo mejor debería ir a los archivos del infierno a por un maleficio que echarle a la librería. En una época estuvo muy de moda el tema de los cementerios indios. Funciona como lo del suelo consagrado. Al menos que al que mandaran tuviera que pasarse unos días saltando de un lado a otro.
En... la librería. Ya queremos ver a Gabriel así. Cielos, suena bien.
Pues dar unos cuantos saltos como gilipollas es lo mínimo que merece ese imbécil. Así que Crowley se va al infierno entonces.
Nadie está esperando a Crowley en el infierno.
A veces va sin que le esperen. Últimamente cada bloody cinco minutos, aparte.
Ya, ya, seguro que sí. Esta es una de esas veces.
La verdad, quiere hablar con Belcebú o con Hastur, cualquiera la va bien. O más bien, ambos.
Oh, bueno, búscales. Seguro están divertidísimos haciendo asqueroso trabajo de escritorio.
O sea, Belcebú supongo que le debe dar un numerito con el número Novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve para la cuenta que va en el tres como en Beetlejuice.
En realidad, no. En la oficina de Belcebú le dan solo el numero Veinticinco... seguro van por el veintisiete y tiene que dar toda la vuelta. O sea, venga, esto es el bloody infierno.
Lo es, lo es. Realmente lo es. Bueno, pues por lo pronto es que Hastur le ve ahí y peor aún ve la ficha que le han entregado y aprieta los ojos, maldiciéndolo enormemente. ¡Si no había tardado NADA en bajar! Fuck fuck fuck. Manda a algún otro demonio a buscar por ahí a ver quién coño es quien tiene una ficha más baja.
¿El caso es que tiene tiempo o no de ir a hablar con Hastur antes de ver a Belcebú?
¡No va a encontrar a Hastur! Con el trabajo que le está costando esconderse y no han pasado ni cinco minutos
Bueno, eso ella no lo sabe.
Claro, claro, búscalo...
Tiene tiempo entonces. Bien, pues ahí se va a buscar la mesa de Hastur bajo la cañería que gotea. Saluda a un par de los que hay por ahí de pasada, con alguien se queja del café
Todos le hacen bastante los ojos en blanco, vamos a decirlo. Aziraphale diría que... ¿No que él tenía tantos amigos en el infierno?
No aquí, aquí todos son imbéciles. Todo esto es paripé, la verdad. Le pregunta a todo el mundo si alguien ha visto a Hastur.
Hastur se mueve para que no pueda verle en la sala de espera, escondiéndose detrás de una pared, ¡mientras insiste en gritarles a todos que le consigan una ficha!
No todo el mundo, pero más de alguno actúa de manera MUY sospechosa diciendo casi casi: "¿Hastur? No, ni siquiera sé quién es Hastur."
Crowley frunce el ceño con todo esto. ¡Venga, venga, ya casi lo tienes!
Y cuando está A PUNTO de llegar a la oficina de la gotera en el escritorio y el ventilador que no sopla pero hace ruido es que alguien grita su nombre por los altavoces.
La pelirroja levanta las cejas con eso mirando hacia el altavoz y pone los ojos en blanco dando la vuelta sobre sus propios pasos.
—¡El Príncipe Belcebú le espera en la oficina principal!
Pues ahí se dirige. Alguien casi tiene un infarto pero al menos respira cuando ve que no entraste.
Ya volverá cuando salga de hablar con Belcebú, que está echada en su silla como siempre, harta de escuchar una y otra tontería igual. Vamos, harta de estar aquí. Como siempre.
Estupendo, nos encanta pillarla de buen humor.
—Oh, Crowley —dado que le has picado la curiosidad, esta vez parece más interesada en verte que otras veces. Inclina la cabeza—. ¿Eres mujer ahora?
—No me había fijado —se mira a sí misma y se encoje de hombros—. Lord Belcebú, venía a preguntar...
—¿Has avanzado en la misión que se te ordenó? — Ahora parece que está oliendo mierda... no un ramo de flores como habitualmente. Se echa para adelante.
—La verdad, creo que sí —sonríe fingidamente—. Pero hay otro problema.
—¿Cómo has a avanzado exactamente? —entrecierra los ojos.
—Bueno, lo bastante para creer que el cielo van a retirarlo de sus tareas por miedo a esta estrategia y sus frutos.
—Ohhh... really? Hmm... —hace cierta cara que es imposible saber si es buena o mala—. ¿Van a retirarlo pronto? No se supone que... ¡debías mantenerlo como espía e investigar el área de seducción de un ángel!
—Sí, sí, pero... desde luego a mí no me consultan estas cosas en el cielo —sonríe un poco con incomodidad intentando intuir algo.
—Pues tienes que ir ahí y arreglarlo, porque que le retengan no me interesa —sentencia Belcebú.
—Claro, claro. De hecho yo misma pensaba que esto podía suceder así que... fingí una pelea, pero de repente no sé muy bien qué han hecho con él.
—Ohh... Ugh. ¿Y qué quieres? ¿Que averigüe? —ojos en blanco.
—Bueno, pensaba que quizás... al ser que su misión actual pasa por matarme.
—¿No será que le has matado tú accidentalmente?
—No, no, no, desde luego que no. Se fue de mi casa por su propio pie después de que fingí echarle y pelearme —levanta las manos.
—Hmmm... Pues yo que sé. Esperaba cosas más útiles, no que lo hubieras perdido. ¿Él... ha intentado matarte o algo?
—Eh... sí, desde luego.
—¿Y tú lo has seducido?
—Sí, quiero pensar que sí.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque... reacciona favorablemente. Como... como un humano.
—Really? Pero... es un ángel —El premio a la obviedad se lo llevaaaaa—. Es decir, debería poder controlarse o algo. O querer o no querer o algo.
Crowley se muerde el labio para no ponerse sarcástica.
—En realidad es como... la comida, supongo que le produce placer.
—¿Eso es porque acostumbraba antes a hacerlo con personas o qué?
—Eh… N-No, no lo creo, es solo que se puede aprender, hasta donde yo sé.
—Y tú lo... tu... vamos, ehh... ¿te agrada?
—¿Qué? —se echa para atrás y niega—. No, no... Claro que no. Es asqueroso.
—Él en particular es repugnante.
—É-Él... sí. Sí que lo es, porque además lo disfruta realmente —se humedece los labios mirando el suelo.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunta echándose al frente, interesada, con sonrisita.
—Es... completamente antinatural —explica y levanta la vista un instante.
—Lo es, pero ¿qué hace? ¿Cómo sabes que lo disfruta?
—Bueno, es... no es fácil.
—Ya, bueno, ¿y eso qué? ¿qué hace? —sonríe más aún—. ¿Lo disfruta porque es un ángel pecador o lo disfruta porque además es contigo?
Crowley levanta las cejas y da un pasito atrás, sonrojándose un poco sin poder evitarlo y traga saliva.
—E-Espero que ambas —susurra.
—Fuck —Belcebú se ríe—. El cielo va a ODIAR esto.
—Eh... sí, claro —hace una pequeña sonrisita fingida—. Siempre que podamos continuar con ello.
—Pues eso es lo que espero que arregles. ¿Has venido aquí porque necesitas algo o...? Además de que averigüe si lo tiene el cielo.
—Por supuesto, si pudiera ir yo misma al cielo de algún modo... podría ahorrarle a usted el trabajo.
—¿Ir al cielo? —levanta las cejas—. Bueno, podrías. Técnicamente.
—Aunque supongo que se pondría todo el mundo bastante nervioso.
—Tú el primero.
—Sí, exacto —esa sonrisa nerviosa de nuevo.
—Voy a llamar a Gabriel.
Crowley se humedece los labios y asiente, ahora sin saber si va subir ella. Ha dicho que quería subir ella, ¿por qué coño ha dicho de subir ella? Es que acaso no sabe que no se tiene que puto presentar voluntaria para NADA... Pero al menos así podría... despedirse.
Pero cuándo Gabriel está inmiscuido... Bueno, nada importante. Belcebú levanta el teléfono y maaaaaarca.
Crowley espera ahí con su sonrisa nerviosa, poniéndose de puntillas y girando un poquito los talones.
Gabriel está dando una de esas reuniones con ciertos ángeles de algún departamento medio operativo-productivo-ejecutivo-administrativo que nadie sabe a qué se dedican.
Reunión de esas en las que solo habla él, dejando claro como le gusta oír el sonido de su propia voz.
Está explicándoles como todo el corporativo está muy contento con su desempeño, pero desgraciadamente los resultados no han alcanzado los objetivos, así que habrá que ponerse las pilas para el próximo trimestre...
Pues suena su teléfono, interrumpiéndole.
Pide disculpas con una sonrisa forzada y se lleva el teléfono al oído, dando un respiro a los pobres chicos.
—Me pillas mal, estoy en mitad de una reunión —responde nada más descolgar sin mirar ni quién es.
—Oh, vaya. ¿De qué?
—De producción —arruga la nariz porque es la parte que menos le gusta de su departamento. Ni los entiende a ellos, ni ellos a él. Bueno, no sabe si ellos le entienden o no porque la verdad es que él no podría ser más claro y sencillo en su mente, así que deben ser todos estúpidos, pero claro, ¿cómo no van a serlo si están en producción?
El caso es que ni los entiende, ni tiene ninguna pretensión de hacerlo. Ir ahí es solo oír quejas y quejas sobre como todo el trabajo llega mal y ellos son los únicos que trabajan de la oficina y todo el resto son unos vagos menos ellos...
Lo cual es mentira porque todos saben que precisamente producción es el departamento más deficitario y constantemente hay que estar llamándoles la atención por los presupuestos a esa maldita de panda de vagos quejicas. Pero bueno, él sonríe mucho, les asegura que están trabajando para resolverles la vida, que piensen ellos ideas activamente para ponerlas en marcha...
A veces hasta les ha pasado algún video motivacional por la operatización de las estrategias, la sinergia de empresa, la promoción de la viabilidad de las soluciones centradas en el cliente, la reputación capitalizada en el networking del mercado, la importancia de la trayectoria de marca en la filosofía de gestión y otras palabras muy bonitas y complicadas que ni sabe ni le importa lo que significan pero que quedan ahí de puta madre y les hacen parecer a todos muy profesionales.
Básicamente les explica por qué tienen que trabajar aún más y ya, todos felices a cenar a casa. Y por supuesto, de lo prometido, mañana, si te he visto no me acuerdo. Lleva milenios funcionándole esta técnica y no ve porque iba a dejar de funcionar ahora.
—Oh, producción. Ya te he dicho que deberían dejarnos esas cosas. Tengo algo que preguntarte.
—¿Preguntar qué?
—Algo sobre alguien.
—¿Es algo rápido o te llamo yo en un rato?
—Iba a subir yo a verte, pero bueno. Así me ahorras el asunto. Este ángel tuyo...
—La verdad, prefiero que subas, tenía que hablar contigo también sobre la... operación colaborativa.
—Oh, vale —hasta sonríe un pooooooco, enredando el cable del teléfono en su dedo—. ¿A qué hora?
Gabriel mira su reloj y maldita sea, que odia esta reunión, pero que le gusta oírse a sí mismo y hacerse el que su trabajo es el más importante de todos.
Crowley levanta una ceja con esa sonrisa de Belcebú.
—No creo tardar más de un par de horas y luego tengo un hueco. ¿Te parece?
—Una hora, Gabriel... ¿qué tanto vas a decirles en dos?
Gabriel mira a los ángeles porque además ha habido un coro celestial de protestas medio susurradas medio no que les ha sido imposible detener
—Organizar estas cosas no es sencillo, lo sabrías si tuvierais algún mínimo de orden ahí abajo —sonríe de lado.
—Oh, ¡ya vas a empezar! —ojos en blanco, pero sonríe—. Puedo apostar que podrías terminar en quince minutos, pero vale, quieres darles detalles. Tú no necesitas más de una hora por más detalles que sean.
—¿Es esto acaso alguna clase de indirecta?
—Es más que directa. Resume y nos vemos en una hora. Ya bastante es que tenga que subir yo.
—No querrás que baje yo, la última vez tuve que tirar mis zapatos —arruga la nariz.
—No es mi culpa que no te fijes donde caminas. Pero vale. Arriba en una hora.
—Vale, vale —ojos en blanco.
Belcebú caaaasi iba a decirle "thank you" pero se contiene. Vacila torpemente... y cuelga.
Crowley carraspea un poco y la verdad, quisiera saber si puede subir también... a buscar sus cejas, sobre todo. Haciendo que Belcebú pegue UN SALTO porque se había olvidado de que estaba ahí.
—Bien, entonces entiendo que... en una hora ¿vamos? Si lo desea, volveré a recogerle en cincuenta minutos.
—¿Vamos? No, ¡tú no vas a ningún sitio!
—Pero se trata de la misión que se me ha encomendado a mí, ¿no es eso? —pregunta. No que quiera subir a pedirle disculpas al menos porque si ahora va a trabajar ahí arriba al menos que baje de tanto en tanto a tomar un helado al parque de St. James.
—Bueno, sí... eso me ha dicho.
—¿No sería mejor entonces acompañarle y así no tendría que después retransmitirme la decisión? —expone abriendo las manos.
—¿Qué decisión?
—¿La que tomen?
—¿Decisión? ¿No querías preguntar dónde estaba tu ángel ese?
Crowley se sonroja bastante más ahora con esa forma de decirlo de Belcebú.
—S-Sí, pero me temo que hayan decidido... —señala hacia arriba—. Retirarlo del trabajo de campo por mi culpa. Así que supongo que algo habrá que decidir hacer al respecto
—Voy a volverte a decir, Crowley, que eso sería una estúpida ineficiencia de tu parte.
—Tal vez entonces necesitaría convencer a Gabriel yo misma. Por el bien de la misión —se humedece los labios otra vez.
—Convencerle ¿cómo? —frunce el ceño.
—Mintiéndole, supongo. Al respecto de... todo.
—¿Estás sugiriendo que tú puedes manejar mejor a Gabriel que yo?
—No, no, no —levanta las manos y hasta da un paso atrás con ese tono—. Pero... es mi trabajo, no quisiera causarle más molestias de las imprescindibles.
Y te quejas de que Aziraphale es lamebotas.
Lo que quiere es bloody subir ahí. Desde luego que se puto cortaría una mano antes que hablar con Gabriel. Sí, incluso una que fuera suya. Si acaso tuviera opción a elegir.
—Hmm... ¿Sabes? Quizás...
—¿Quizás? —le mira.
—Si subes vas a irritarle aún más de lo que suele estar irritado, lo cual es bueno.
Crowley se queda con la boca abierta un instante y luego hace una sonrisa forzada, señalándole con dos dedos.
—Esa soy yo. Cuando necesite a alguien irritante, ya sabe en quién pensar.
—Pero... ehm... NO puedes empezar a hacerle lo mismo que le haces al ángel desviado ese —mueve la mano con desdén—. Este es Gabriel —la verdad es que si hubiera mejor luz hasta parecería que se sonroja
—¿Hacerle... qué?
—Esas asquerosidades que te ha dado por hacer. Veo además que hoy vienes más equipada como chica. Aunque dudo que con el ángel tuyo sirva de algo.
—¿¡Con GABRIEL?! — Es que la boca abierta que se le va convirtiendo poco a poco en la expresión de asco genuina que intenta poner cada vez que habla de esto sobre Aziraphale y nunca acaba de conseguir que le salga bien.
—Nada con Gabriel. NADA —Belcebú carraspea.
—¡Claro que no! ¡Para eso mejor dejaría que me matara!
—Espero que no lo sugiera.
—Eh... no que con el otro ángel... Apriopazol o como sea no sea igual de asqueroso —se apresura a añadir solo por las dudas.
—Ya, ya. Realmente no sé cómo puedes —hace cara de asco, arrugando la nariz.
—Es... Bastante sacrificio es con uno, de verdad, no me pida que lo haga con más.
—Te he dicho que no —le mira INTENSAMENTE.
—Estamos de acuerdo entonces. Ehm... ¿cuarenta y cinco minutos? ¿O necesita algo más?
—No, nada. No voy a irte a buscar.
—Bien, vendré yo.
—De hecho, podrías quedarte aquí y explicarme bien qué haces exactamente con tu ángel. ¿Cómo lo conseguiste la primera vez? ¿Le atacaste?
—¿Q-Qué? —suelta en un hilito de voz y se le congela la sonrisa.
—Explícame con detalle.
