MAXIMA CULPA
Capítulo 10: El descontrol
Una situación adversa afectará a un héroe de Sumeru su inusual comportamiento beneficiado por unos cuantos grados de alcohol dejando desahuciado del todo.
Aclaración: Texto reeditado y republicado.
Estamos frente a una historia que en modo alguno puede pasar inadvertida, más que eso debe servir de ejemplo para muchos que entienden tardíamente lo importante y esencial que debe ser cautelar el crecimiento y desarrollo de un menor.
–¡Cyno! –Saluda Nahida jugando.
–Hola, mi amor. ¿Cómo está? –Contestó él.
–Bien.
–Oiga, ¿y Nilou?
–En la casa.
–¿Y estás solita acá?
–Sí.
–¿Y ella sabe que está acá usted?
–No sé.
–Ya, vamos. Que es tarde, ¿ya?
Cyno es guardián de la región de Sumeru, desde hace algún tiempo es la pareja de Nilou quien aportó a la relación con esta menor Arconte de nombre Nahida. Este hombre, si bien es literalmente su "tío" ha logrado encariñarse con la pequeña y hace todo lo posible para suplir sus carencias paternales. Lo cierto es que la quiere y la cuida como si fuera su verdadera hija.
–Hola. –Saluda este hombre.
–¿Apareciste? –Fija Nilou a Nahida tras saludarle.
–Estaba sola jugando en la calle.
–Así es, sale y no avisa.
–Bueno, ¿y no se supone que ni debe estar cuidándola tú?
–¿Qué estás insinuando?
–Que me parece demasiado peligroso que una niña a su edad está sola jugando en la calle y menos a esta hora.
–¿Estás diciendo que no la cuido?
–Exactamente.
–Necesitaba más recordártelo, pero yo soy su empleada.
–Mire, sé súper claro que yo no soy su papá, pero la quiero y obviamente me preocupa lo que le pueda pasar.
–¿Te das cuenta, mierda? Por vos va a quedar discutiendo.
–Nilou. –Decía la pequeña hada.
–Ya jodiste no más, a la cama te voy a llevar. –Le castiga la pelirroja.
–Oiga, no le hables a Nahida, si la niña no tiene la culpa, la culpa la tienes tú. –Expresa advertido Cyno.
–Los problemas de Nahida son míos, ¿te queda claro? –Citó ella de carácter autoritaria.
MAS TARDE...
–Hola mi amor. ¿Cómo está? –Le saluda Candace entrando a la casa.
–Bien. –Respondió la menor.
–Qué bueno.
–Hola. ¿Cómo le fue? –Dijo Nilou ingresando al comedor.
–Bien, pero me duelen tanto los pies. El carruaje me dejó como a siete cuadras. –Comentó la peliazul.
–¿Y por qué? ¿Cambió de recorrido?
–Ah no, se le rompió una rueda, así que me bajé y me vine. Oh, tenían para rato con esa tontería, ¿y Cyno no ha llegado?
–No, debe estar por llegar. Oiga Candace, usted vaya un favor.
–Siempre cuando pueda. –Suspiraba la faraona.
–Es que me pasaron a buscar a una amiga y nos quedamos a juntar en la plaza.
–Bueno. Ay, ¿quieres que me quede con la niña un ratito?
–Media horita, es para fumar un cigarrito con las chicas. Usted sabe que no nos vemos nunca.
–Bueno anda, pero no atrases mucho, ¿ya? Tú sabes cómo es esta niñita, no le gusta que no estés aquí en la casa cuando él no llega.
–Ya, cuando termine de comer la acuesta. ¿Ya?
–Está bien.
–Adiós.
Candace, al igual que Cyno se ha encariñado con esta pequeña la que cuida como si fuera su verdadera "tía". De este afecto espontáneo y real se aprovechaba Nilou para dejar a su cuidado a la pequeña "Kusanali".
–Sí, pero te arreglas si te pegas. –Susurra borracha Collei.
–Igual, yo lo quiero lo que haya. –Habló la pelirroja bailarina.
–Pero eso lo dices ahora, para mí Cyno lo aguanta todo. –Opinó Tighnari.
–Pobre que me levante la mano, hasta ahí no más llegamos. –Se envalentona Nilou.
–¿Qué? ¿Me vas a decir que nunca te ha golpeado?
–Pregúntale.
–Oye, si Cyno no mata ni una mosca. Sabes qué, para mí que vos soy la que pegas. –Dijo la peliverde.
–No creo que se deje, todos casos si las mujeres se ponen estúpidos y yo le golpeo uno y se calman ahorita. –Expresa el orejudo.
–Yo creo que si uno aguanta que le toque el pelo la primera vez estás cagada. –Cuestiona la colorina ojiazul.
–Nilou. –Aparece la "faraona" de la nada.
–¿Candace? ¿Llegó Cyno? –Preguntó ella.
–Todavía no, pero estoy cansada y quiero acostarme, la niña ya se quedó dormida.
–Voy de inmediato.
–No, mejor te espero porque te conozco.
–Ya. Adiós chicos.
–Ahí tienes, la vino a buscar la faraona y se jodió en dos tiempos. –Sentenció Tighnari sus dichos.
22:30 HRS
–Hola. –Saludaba Nilou al faraón Cyno.
–Hola. ¿Y tú, todavía estás en pie? –Preguntó él mismo.
–Esperándote, menos mal que llegaste.
–Pero si te dije ayer pues en el trabajo tenía que hacer de oficio. ¿Has comido, no?
–Sí, te sirvo.
–Ya. Oye, ¿por qué tiene con esa cara?
–Candace me la jode.
–¿Por qué?, ¿qué pasó con ella?
–Nada, que se quedó un ratito con la niña mientras yo estaba en la esquina con los amigos.
–Ya y, ¿qué tiene malo de eso?
–Me vas a creer que no pasó ni media hora fue a buscar.
–¿Y por eso te enojaste?
–Está bien que me haga el favor de hacer dormir a Nahida, pero eso no da el derecho de dejarme en vergüenza delante de todos.
–¿Por qué? ¿Qué te dijo?
–Yo le dije que me venía luego, pero como desconfió de mí delante de todos me echó la cagada y no se movió hasta que tuve que venirme.
–Ya, no te levantes la cabeza, sabes que Candace es así.
–Yo te juro que a la próxima la mando a la mierda, está bien creía que soy criada suya.
Mientras esta pareja vive su dramática cotidianidad, en el misma región de Sumeru vive el "tío" Alhaitham, quien es casado con una mujer, Dehya y cuyo matrimonio, a pesar que tuvo dos hijas se encuentra en una profunda crisis.
–¿Y qué se te olvidó? –Interroga la ojiazul.
–Nada, ¿por qué? –Dijo Alhaitham.
–Otra vez no fuiste a trabajar y seguramente ocupaste el dinero del taxi que te dejé para comprar esa cuestión.
–¿Qué hora es? Me voy ahorita.
–Claro, seguramente a esta hora te van a aguantar.
–*Jadeo* El jefe es amigo mío, no me dice nada.
–Me cansé. –Cuestiona Dehya.
–Déjame ayudarte.
–Sale oh, estás más borracho.
–Oye, si fue un vaso.
–Te lo digo en serio, yo me aburrí.
–¿Qué le pasa? Si ya te dije que me iba ahorita.
–Apenas nos alcanza pagarles comida a las hijas y vos no vas a ir a trabajar, ¡esto es el colmo! ¡No sé cómo puedes ser tan desconsiderado!
–Por una porquería de trago que me estoy tomando vayas a hacer escándalo.
–Todos los días lo mismo, acaso no te das cuenta. Te van a echar del empleo.
–Para que sepas, yo soy el mejor estocado.
–Muy bueno serás, pero todos los días llegas ebria acá.
–¡¿Ay qué?! No le hago daño a nadie, ¿no?
–A mí sí, y a las hijas también. Mira, te lo estoy diciendo en serio, esto se acabó.
–¿Qué? ¿Me estás echando?
–Haz lo que quieras, pero te vas tú o me voy yo. Pero lo nuestro se terminó.
Alhaitham es un buen hombre y se desempeña como guerrero y obrero, pero gradualmente ha ido cayendo de las garras del alcohol y su personalidad y conducta por tanto han sufrido un duro traspiés.
HOSPITAL DE SUMERU, DE DÍA
Alhaitham quedó literalmente en la calle y fue su amiga Candace quien asumió la responsabilidad de cobijarlo, y fue ella también la que consiguió persuadirlo para que se hiciera un tratamiento.
–¿Por qué me trajiste para acá? –Consulta Alhaitham.
–Ya te dije que acá te hagan un examen. –Menciona Candace acompañando a su amigo.
–Si estoy bien, no necesito que me vean.
–Si quieres dejar de tomar necesitas que te vean.
–Pero yo no me quiero hospitalizar.
–Ah, mira. Te van a hacer un tratamiento, pero es ambulatorio. ¿Uh?
–Candace, pero no me dejes sola allá.
–¿Cómo se te ocurre? Para eso te traje para estar contigo. Mira Alhaitham, si quieres recuperar a tu familia tienes que hacer algo, ¿ya? Vamos, vamos, no tengas miedo, no va a pasar nada. ¿Ya?
Este hombre entendió que la vida le ofrecía la última posibilidad para inventar su camino, durante un mes se hospitalizó y logró salir absolutamente cambiado luego del oportuno tratamiento.
Un día, en pleno tratamiento él fue a la consulta médica de Baizhu quien reside temporalmente en Sumeru desde Liyue hace un tiempo y lo recibe puertas adentro.
–Bah, ¿y qué haces usted aquí? –Dijo Baizhu al abrir la puerta.
–Hola Baizhu. –Saluda Alhaitham.
–Pasa, pase, que te están mojando. –Le accede el paso el curandero. –¿Y cómo fue que te acordaste de los pobres?
–Yo estoy más pobre que usted, doctor.
–¿Te quieres tomar una taza de té?
–Bueno.
–Oye, tu mujer es más ingrata que usted.
–Hace tiempo que no la veo. ¿No le contó Candace?
–No, no le hubiese dicho nada. Oye, ¿cuándo te separaste?
–Hace como un mes.
–Pues siéntate.
–Estuve hospitalizado.
–¿Hospitalizado? ¿Y por qué?
–El alcohol, usted sabe.
–Yo no sé a quién saliste tan bueno para tomar vos. Tu mujer tampoco nunca se tomó un trago.
–Los amigos. –Deduce Alhaitham.
–Pero tú estás bastante grande y maduro para hacer caso a ellos.
–Páseme el azúcar.
–Así que tu mujer te echó. ¿Dónde estás quedando ahora?
–De eso quería hablar con usted.
–Ah, ya sabía yo que había gato encerrado en todo esto. Bueno, no te das cuenta que vivo yo, ¿no?, aquí no hay muchas comodidades.
–Sí lo sé. Candace me dijo que si usted me recibía ella podría prestar un sillón mientras tanto.
–Mientras tanto, ¿qué? –Dudaba el peliverde.
–Empiezo a trabajar, ahí después cómo voy a comprar mi cama. Usted sabrá si me recibe o no.
–Mira Alhaitham, yo no tengo ningún problema para que tú estés aquí por un tiempo, pero a mí no me gusta los borrachos y tampoco quiero "criar" de nuevo.
–Pero ya le dije, estoy en tratamiento. No puedo ni debo tomar.
–Pero tú que olvidas que soy su colega y que yo te conozco mejor que a nadie. Una promesa tuya dura menos de lo previsto.
–Ya pues, Baizhu. ¿Qué me dices?
–A la primera que haga mal, yo te echo a patadas de aquí. ¿Ah?
–Gracias, doctor.
Baizhu aceptó a su amigo en casa, pero fue claro en ponerle condiciones a su estadía; una de ellas era que consiguiera trabajo y fuera independiente en lo económico, así fue como Alhaitham volvió a su oficio.
–*Trabajando en una obra de construcción* Ya no me queda nada. –Comentó el protagonista.
Del otro lado, la niña se divertía bajo la lluvia.
–Oye mi amor, ¿qué estás haciendo acá con este frío y lloviendo? ¿Ah? ¿Qué estás esperando entonces? *Risas* Mi niña preciosa, usted sabe que no me gusta que esté en la calle ni menos con este frío y lloviendo. Vamos, apúrese o se va a enfermar, mi amor. –Reaparece Cyno acompañando a la entrada de la casa.
–Nahida, estoy cansada llamándote. ¿Dónde estaba metida? –Regaña Nilou a ella.
–¿No se te ocurrió buscar en la calle por casualidad? –Consultó él.
–Ya, a acostarse.
–No, quiero estar con mi "papito". –Vocifera la pequeña hada.
–Acostarse te dije. –Insiste la bailarina.
–Déjala acá un rato, si es temprano todavía, ¿para qué la va a acostar? Venga mi amor. –Expresa este hombre.
–¿De cuándo le da cariño por ti?
–Pero siempre he sido cariñoso conmigo, ¿qué tiene de malo? ¿Ah? A ver, mi amor. ¿A quién quiere más a usted aquí en la casa?
–A ti. –Responde la pequeña Arconte.
–*Risas* Viste, *besuqueando* mi princesa hermosa.
–Así será, pero tu empleada soy yo y aquí las cosas se hacen como yo digo. Vamos. –Mandaba Nilou cargando a la menor.
–¿Te pusiste celosa? –Insinuó él dando que ella se va ignorada.
CONSULTA MÉDICA DE BAIZHU, DE NOCHE
–Alhaitham, no te quedes viendo hasta tarde la televisión porque después la cuenta (de luz) sale muy cara. –Le aconseja el galeno oriundo de Liyue.
–Sí, doctor. Apenas me pague le doy algo para los gastos de la casa. –Dice ese allegado.
–Ya, tú no tienes que darme nada, sí me la arreglo bien solo con mi sueldo. Tú preocúpate de ahorrar.
–Lo que gano no es tanto como para ahorrar.
–¿Y hablaste con la otra?
–¿Con Dehya?
–Sí, con quién más va a hacer.
–No la he visto.
–Alhaitham, preocúpate de ella y de tus hijas.
–Yo no le he contado, Baizhu, pero ella no quiere saber de mí. Como usted dijo, ella me echó.
–*Jadeo* Tú dices lo mismo, pero si tú la ayudas con dinero como es debido, ella te abre la puerta y otras cosas más.
Al día siguiente, Alhaitham fue a visitar a su hogar tratando de buscar una solución delante de su ex esposa.
–Y tú, ¿qué está haciendo aquí? –Dijo Dehya al abrir la puerta.
–Hola. ¿Puedo pasar? –Clamaba él.
–Pasa. –Le da la pasada a su ex pareja. ¿Y qué te trae por aquí?
–Vine a ver a las niñas.
–Ellas están en el colegio y hoy día salen un poco tarde por si acaso.
–Las voy a esperar.
–¿Y no tienes que ir a trabajar?
–Sí, pero hoy día tengo la tarde libre.
–¿Qué te dio por venir a verlas? Después de dos meses, digo. No te parece un poquito tarde y tratándose del papá.
–Es que yo salgo muy tarde del trabajo.
–Después de todo este tiempo podría haber inventado otra excusa.
–Es la verdad.
–Me imagino que traes billete.
–Todavía no me pagan.
–¿Y tú crees que las niñas viven del aire?
–Sí, lo sé.
–¿Y entonces?
–Cuando me paguen, les voy a traer algo.
–Más te vale, porque si no me voy a tener la obligación de demandarte.
–¿Lo haría? Sería incapaz.
–Si te he esperado todo este tiempo, ¿qué más quieres? Ya, a tu padre todavía le queda para rato, así que... y yo tengo que salir.
–Dile que yo voy a venir la próxima semana, por favor. Adiós. –Juró Alhaitham saliendo por la puerta principal.
–¡Ya pues niñita, acuéstate! Ya, acuéstate, estoy cansada, mierda. –Regaña Nilou agrediendo físicamente. –¡¿Cuándo va a ser el día en que esta niñita aprenda?! *Le cierra un portazo*
–¿Qué le pasa ahora? –Dijo Candace en otro cuarto.
–No se quiere quedar dormida.
–¿No crees que es muy temprano?
–Está castigada.
–Hace días que te estoy observando y creo que estás pasando de la raya con la niña.
–Mire, Candace, usted está todo el día afuera. Soy yo la que tengo que aguantar todos sus caprichos.
–Mira, no me cabe la menor duda que es así, pero recuerda: Nahida es una niñita.
–¿Niñita? Cuando le conviene.
–*Jadeo* Como quiera, pero siento que eres demasiado dura con ella.
–¿Y qué quiere que haga? ¿Qué le deje hacer lo que se dé la gana? Después, el otro llega y me reta porque la dejo sola en la calle.
–Mira, no se trata de eso, a veces no olvidamos de que son niñas y nos tratamos como si fueran adultos.
–De verdad, Candace. Hay veces en que no sé qué hacer con ella, no me hace caso.
–Inténtalo con cariño.
–Yo no tuve cariño cuando era una niña, me dejaban sola y es lo más bien que me crie.
–Te das cuenta que la estás castigando por lo que te pasó y no por lo que hace.
–Es que no quiero que le suceda lo mismo que a mí.
–¿Y qué es eso tan grave que no lo puede superar?
–Mire, nunca le he dicho esto a nadie. Pero, cuando yo tenía como diez años me da miedo ver en la casa, me violó. ¿Me entiendes ahora?
La confesión de Nilou caló muy hondo en Candace, quien después de aquello entendió muchas de las conductas erráticas de su eventual colega.
AL DÍA SIGUIENTE
–¿Hola? –Avisa un colega de Alhaitham llamado Kaveh.
–Sí, dígame. –Contestó Baizhu desde la entrada.
–Buenas tardes. ¿Aquí vive Alhaitham?
–Sí, pero no está, está en el trabajo.
–Mire, yo soy compañero de él en la construcción, por eso vine porque hoy no se presentó.
–¿Cómo dice? ¿Qué no fue a trabajar?
–No, el capataz supuso que estaba enfermo, por eso vine, se me mandó para que le pasara.
–Bueno, cuando llegue yo le digo.
–Ya. Oiga, por si acaso por cualquier cosa dígale que lleve un certificado médico, ¿ya?
–Ya, yo se lo voy a decir. Gracias.
–Ya, hasta luego.
Sin duda, la noticia impactó a Baizhu quien entendía que luego de algunos meses de abstinencia su recuperación había sido definitiva.
Este galeno recorrió el barrio e intuyó que su compañero se encontraría en un bar de segunda; quizás la rehabilitación duró poco menos de lo previsto.
–Disculpe, ¿has visto a Alhaitham aquí? –Preguntaba él a un tabernero desde la entrada.
Como era de esperar, al protagonista pasó "de copas" junto a un compañero anónimo.
–Buenos días. –Saludó el acompañante.
–Alhaitham, ¡Alhaitham! –Trató de despertar el médico.
–Alhaitham.
–¿Baizhu? ¿Qué anda haciendo por aquí? –Dijo él mismo despertando de la borrachera.
–Vamos para la casa. –Obedece el curandero.
–¿Quién le dijo que yo estaba acá? –Indaga el obrero.
–En la casa hablamos mejor. Vamos andando.
Ambos regresaron a la consulta médica, para el peliverde no le sorprende la actitud de su paciente y se contrarió.
–En la olla hay comida si quieres. –Dice Baizhu comiendo.
–No tengo hambre. –Menciona Alhaitham sacando excusas.
–¿Te dio al por orgulloso ahora?
–Discúlpame, fue sin mi intención.
–No tengo nada que disculparte, yo te hablé bien clarito.
–Sí sé.
–Dime, ¿de cuándo te estás faltando al trabajo?
–Es primera vez que me caigo.
–Ese amigo tuyo que vino dijo que te esperará mañana con la licencia médica en la mano.
–¿Eso dijo?
–¿Qué te crees que llegar y faltar al trabajo? Allá afuera hay cien postulantes haciendo fila y te van a esperar a vos por lo bonito. Oye dime, ¿en qué mundo vives, Alhaitham?
–¿De dónde voy a sacar yo una licencia médica?
–Eso es problema tuyo, yo cumplo con decirte.
–¿Usted no tiene algún amigo ahí en el hospital?
–Pero anda a pedir hora para que te vean y dale una buena excusa al médico. –Expresa Baizhu refiriendo a algún colega suyo.
–¿Atenderán ahora?
–Lo atienden hasta las seis, así que mejor pégate una siesta porque con esa que tienes dudo que te pesquen.
–Sí, verdad.
–Ah, Alhaitham. Esta es la última vez, la próxima no te abro la puerta, ¿oíste?
–Sí, Baizhu.
Baizhu es dueño de este terreno y le cedió parte de él a Candace para que viviera aquí junto a Cyno y a Nilou, ellos construyeron a pocos metros de allí el lugar que necesitaban para vivir, pero ambas viviendas están conectadas por su interior.
–Hola Candace. ¿Cómo estás? –Saluda Cyno de llegada.
–Hola, bien. –Dice ella cocinando.
–Estás caliente. ¿Pan amasado?
–Sí. –Afirmaba aquella guerrera.
–Qué rico. Oye Candace, ¿hablaste con Alhaitham?
–Con ése no, ¿qué pasó?
–Me encontré con él hace poco, está con una carita que "se la encargo". Parece que se metió en líos de nuevo.
–No creo, si ya se echa tanto lleva más de dos meses.
–Le duró muy poco entonces. Oiga, ¿y Nilou?
–No sé, cuando llegué ya no estaba.
–¿Cómo? ¿Anda con Nahida me imagino sí o no?
–Supongo, pero como la conozco capacito que la haya dejado sola.
–Capaz.
–Mira, a mí no me gusta nada meterme en tus cosas, pero realmente la quieres.
–¿A Nilou? Sí, ¿por qué?
–Ella es bien especial, bueno o más bien rara. ¿No crees tú?
–Sí, pero ella sí, ¿qué puede hacer ella?
–Es que lueguito van a estar pensando en casarse y ahí ya no hay vuelta.
–A ver Candace, ¿qué me quiere decir? ¿A qué se refiere?
–Es que yo los veo ustedes tan distante a los dos, supongo que ella te quiere, pero a ti no te veo para nada entusiasmado y mejor saber a veces.
–Mire, a mí no me gusta su carácter, para que decir una cosa por otra, pero tampoco nadie imagino estando sin ella creo que la extrañaría demasiado.
–Sí, pero es lógico, llevan sus años juntos. Pero tú eres joven y ella no es una mala mujer, pero la verdad siento que no es para ti, ni especialmente a Nilou.
–Si lo he pensado también, no crea que no.
El otro día, el protagonista recibió su lapidaria notificación en el lugar que empleaba.
–¿Cómo te fue, Alhaitham? –Le preguntaba Kaveh.
–Me despidieron. –Mencionó Alhaitham cabizbajo.
–¿Diste el certificado médico?
–No me lo pude conseguir. Sabes qué, es primera vez que fallo.
–Pero Alhaitham, es así. Yo le dije, pero no le perdona ni a nadie. ¿Y qué va a hacer ahora?
–¿Qué voy a hacer? Me voy para la casa. ¿Qué otra cosa voy a hacer?
–¿Cómo vas a ir para la casa? Tienes que buscar empleo. Oiga, sabes que aquí cerca de la plaza hay una construcción nueva, voy a echar un vistazo en una de esas está contratando gente. Wanderer consiguió trabajo la semana pasada.
–Voy a ver. –Deduce el despedido.
–Vaya a ver, nada se pierde. ¿Ah? Lo siento, que le vaya bien. Lo siento, cualquier cosa me llama. Adiós.
–Adiós.
Pero este hombre logró que una vecina de buena voluntad, Faruzan le cocinara para no incomodar a Baizhu. La confianza de esta mujer hacia Alhaitham fue absoluta y total al punto que a menudo le dejaba encargado a su familia cuando salía de compras.
–Hola, pase. –Le da la pasada la loli de cabellos agua.
–Buenas tardes. Permiso. –Recibe su bienvenida este protagonista.
–Justo estaba preparando lo suyo.
–Pero sabes señorita Faruzan, es que no traje nada en qué llevármela.
–No se preocupe, Alhaitham, se lo puse en una fuente que encontré por ahí.
–Gracias, se lo agradezco.
–Oiga, si no anda apurado. ¿Por qué no se la come aquí?
–No, yo ahí me arreglo.
–De verdad por mí ningún problema, incluso le puedo convidar un poquito de ensalada que acabo de preparar.
–Otro día a lo mejor. Ah, tome. –Le entrega Alhaitham unas monedas a ella.
–Gracias. ¿Mañana va a querer? –Dijo agradecida Faruzan.
–Yo le aviso.
–Temprano sí para alcanzar a hacerla, mire que tengo contada la clientela para que no me sobre ni me falte comida.
–Yo salgo temprano, cuando le venga a dejar la fuente ahí le aviso. ¿De acuerdo?
–Muy bien, ni un problema.
–Muchas gracias.
En la consulta médica, Alhaitham veía TV mientras alguien golpeaba la puerta: era la tal Candace.
–Hola, pasa. –Decía este guerrero desempleado.
–Qué bueno que te encuentro. –Expresó la mujer de los ojos bicolor.
–Baizhu no está.
–Sí lo sé, por eso que vine. *Le entrega un alimento envasado* Toma, está recién hecho.
–Pero para que te fuiste a molestar.
–Y tú, ¿cuándo vas a aprender? Prometiste que nunca más y volviste a tomar. ¡Qué tienes en la cabeza, Alhaitham! ¡Por Dios!
–No sé. Falta fuerza de voluntad.
–Ah, desde que te conozco que venís con ese cuento, si no te pones las pilas no te hagas ninguna ilusión de recuperar a tu familia y te lo digo en serio.
–Es que es difícil.
–*Jadea* Sé que debe ser difícil, pero si sigue así no sé cómo vas a terminar.
–Lo mismo me dijo el doc.
–Uh, ahí estuve conversando con él, dice que tiene bien advertido.
–Ja, la jodida de estar sin trabajo me tiene más cagado todavía.
–¿Y buscaste en el periódico?
–No tengo ni un centavo para comprar un diario.
–*Le entrega una moneda de oro* Toma, de dinero después hablamos. Ya está la hora y tengo que irme.
–Sí, adiós y gracias.
Alhaitham, al margen de todos sus errores era considerado en el barrio como una buen hombre y por sobre todo un padre ejemplar, debido a esto los niños siempre le alentaban a un gesto de cariño y desde luego por su perfil la pequeña Nahida se convirtió en cierto modo en su regalona. Claro que él ignoraba que su conducta tuviera una doble y negativa imagen, ya que su parte Nilou pensaba lo peor de él.
–Que me hace cosquillas. –Se entretuvo éste.
–¡Nahida! –Llamó Nilou a la menor.
–¿Qué Nilou? –Dijo la pequeña.
–¿Qué estás haciendo ahí?
–Estamos jugando. –Expresó Alhaitham en su defensa.
–¿Sí?, ¿jugando? No te das cuenta que es una niña. –Cuestiona la bailarina.
–¿Y?
–Vamos antes que te peguen.
–Pero si no hay nada malo. Estábamos jugando y estaba muy entretenida aquí conmigo.
–Degenerado. La próxima vez que te da con la niña voy a llamar a la policía, ¿oíste? –Amenazó Nilou llevando a Nahida a la fuerza. –Ya, éntrate.
Esa tarde, Cyno baja de un carruaje a bordo siendo esperado por su pareja.
–Ya, gracias, que le vaya bien. –Decía este faraón bajando del vehículo. –¿Y esta sorpresa?
–Hola. –Dijo Nilou puntual.
–¿Cómo está?
–Bien, te estaba esperando, quería decirte algo.
–¿Qué onda?
–De Alhaitham.
–¿Qué? ¿Qué pasó con él?
–Mira, ese alcohólico yo lo meto preso solo porque es conocido tuyo.
–¿Por qué? ¿Qué hizo?
–Le da con la menor, apenas sale al patio y la llama.
–Sí, pero eso porque Nahida le gusta jugar con él, pero qué tiene eso de malo.
–Pasa todo el día tomando, un día esto quizás qué le va a hacer.
–Oye mira, él está solo, ¿ya?, y según lo que dice Candace también está sin empleo y eso lo tiene como medio depresivo también. ¿Ah? Pero eso no quiere decir que vaya a abusar de la niña. Por eso lo que estoy pensando, ¿no?
–Para tu información, la mayoría de los violadores, según los especialistas están dentro de los amigos.
–¿Por qué? ¿Tú crees que le hizo algo?
–No sé, él no me da ninguna confianza y allá le da por juntarse con él.
–Mira, yo creo que estoy bien que tú le ponga ojo a la niña, pero creo que estás un poquito como obsesionada con el tema también, él es una buena persona.
–Todos somos buenas personas, la que dejamos de serlo.
–No sé, yo creo que tú también estás un poquito influenciada por lo de tu niñez también.
–¿Qué quieres decir?
–Tú sabes, por lo que te pasó. –Asintió Cyno refiriéndose del pasado de Nilou quien prefirió ignorarse.
Alhaitham, definitivamente no pudo conseguir trabajo en la construcción y debió resignarse a la oferta que un amigo le hizo para que fuera ayudante en la feria. Estaba virtualmente acorralado y su estado depresivo, por no poder ver a sus hijas no solo lo atormentaba, sino que lo condicionaba a ahogar sus penas con un vaso de vino. A menudo, sus compañeros se veían en la obligación de traerlo a la consulta médica desde la feria en calidad de bulto.
–Ya, dejémonos aquí no más. –Señala un empleado cargando el cuerpo de él.
–No, esta es la casa de Candace. La casa de al lado es del doctor. –Le advierte otro colega dejando a Alhaitham botado en la travesía antes de partir ellos.
Afortunadamente, este hombre fue acogido nuevamente por Faruzan quien le ha dado un almuerzo como muestra de su solidaridad.
–Está rica. –Alabó Alhaitham merendando su consomé.
–Una sopita caliente hasta la hora del día siempre viene bien, yo le dije. –Recordó Faruzan haciendo quehaceres.
–Se me abrigó todo el cuerpo, estaba tiritando entero.
–¿Cómo anda con su compañero?
–Más o menos.
–Él es bien jodido, tiene que portarse bien.
–Si yo trato.
–¿Y cómo le ha ido con el trabajo?
–Nada, estoy ayudando en la feria y en la construcción dejé mis datos, pero me dijeron que me iban a llamar después. Cuando uno lee dicen eso son puros calmantes, seguramente ya tiene a toda la gente contratada.
–Pero no hay que ser tan pesimista, cómo sabes si mañana lo llaman.
–Con el tiempo uno se pone pesimista, cuando nada le resulta uno.
–Pero hay que tener fe, si la suerte no llega sola, hay que ir a buscarla. Así decía mi mamá cuando estaba viva.
–Yo me siento solo, Faruzan. ¿Te has sentido eso alguna vez?
–Pero usted no puede decir eso, tienes esposa, hijos, familiares, usted no estás solo.
–Yo ya perdí a mi mujer, perdí a mi familia, no sé y ahora más encima Baizhu me quiere echar para la calle.
–No, él no haría eso, lo dices sólo para asustarlo.
–No sé cómo salir de esto. Se lo juro, Faruzan, mi único compañero es el vino. ¡Yo tomo para olvidar!
–Llore, le hace bien. Voy a traer la camisa que dejó aquí el otro día, se la tengo lavadita.
Cuando la "vecina" abandona del comedor, él sollozaba las penurias que vive: desempleado y sin nada ha sido la detonante de su crisis siendo el trago como su gran aliado.
UN PAR DE SEMANAS DESPUÉS...
A mediados de junio, Alhaitham y un amigo se juntaron para ver un importante partido de la selección teyvatiana. Baizhu permitió aquella compañía básicamente para asegurarse que su allegado no se expusiera nuevamente a un estado alcohólico.
–¿Y cómo van? –Consultó el curandero.
–Empezaron hace poco, van a cero. –Dijo el amigo anónimo.
–*Suspiro* Veo que están bien apegados.
–Yo las traje, Baizhu, es para el frío, para celebrar. O sea si ganamos.
–No, si a mí lo que me preocupa es que éste agarre vuelo.
–Me he tomado un vaso, no más. –Agrega Alhaitham.
–Tiene que haber sido bastante grande, ¿no? Mírate la cara que tienes.
–No se preocupe, yo lo cuido Baizhu. –Expresa el invitado.
–¿Tú? Ja. ¿Tomaste desayuno? –Indicó el médico.
–No, todavía no. –Decía el peligris.
–Cómete un sándwich por lo menos, así con el estómago vacío lueguito se te va a subir el vino a la cabeza.
–Hágale caso al médico, socio. –Obedece ese visitante.
–*Desaparece de la escena* ¿A dónde está el pan? –Expresa Alhaitham.
–En la bolsa. –Responde el doctor.
Este hombre ha faltado a su palabra una vez más, él (Baizhu) sabe perfectamente que algunas copas de vino y el estómago vacío las posibilidades de que pierda el control son mayores. Conoce por supuesto la gravedad del alcoholismo de su allegado, pero ignora que ahora las consecuencias pueden ser fatales; claramente, en un día como hoy, a esta hora y en este mismo instante, un acto sin precedentes, un crimen pudo haberse evitado. Pero lamentablemente el curso de los acontecimientos le ha cambiado su rumbo y entonces, es probable que una inocente víctima esté esperando.
–¡Baizhu, no la encuentro!
–Ya, yo te lo voy a hacer. Te cuento es así que no sirve para nada. –Inquiere éste yendo a la cocina.
–¿Pasó algo? –Reaparece de la escena el protagonista.
–Quedamos sin nada, se acabó el "combustible". –Señala el amigo aludiendo al vino.
–Yo estoy sin ni uno. –Recalcó Alhaitham.
–*Le recibe un billete* En el entretiempo te vas a comprar otra.
–¿Estás más loco? Ve otra caja aquí me echa ahorita.
–Y nos la cambiamos. Pone la conversación cuando salgas, anda.
–Ya, tome. –Reaparece de la cocina el profesional con el desayuno.
–Gracias, Baizhu. Tome asiento.
Esa misma mañana, Nilou intentó despertar a Cyno para que viera el partido según él mismo le pidió, pero estaba tan cansado que hizo caso omiso de su llamado.
–Cyno. Cyno, despierta. Parece que va a empezar el partido. –Avisaba Nilou.
–No. –Deniega él durmiendo.
–Después no mandes retando porque no te desperté.
Nilou se dirigió a la habitación de Nahida y se saludan.
–Cuidadito con rayar las sábanas, mira que después no sale. –Insinuó la pelirroja.
–¿A qué hora vamos a pintar? –Curioseaba la niña.
–Después, me voy a bañar primero.
Pero durante el entretiempo Alhaitham, ya con algunos grados de alcohol en su mente salió de la pensión presumiblemente para comprar otra caja de vino. Pero lejos de aquello Alhaitham, en un acto de inconsciencia se fue sin dudarlo a la casa de Candace sin ningún motivo aparente.
–Hola Nahida. ¿Qué estás haciendo? –Hablaba éste en estado etílico.
–Jugando. –Responde "Kusanali" pintando.
–¿Quieres jugar conmigo? Córrete para allá. Ah, ¿qué es eso? Qué lindo.
Lo que Nilou habría visto al interior del dormitorio de Nahida era inenarrable, la imagen de un hombre violando a la Arconte mientras le tapaba la boca con su mano fue tan fuerte como inhibidora. Lo que acontece a partir de aquellas visiones casi bestial por parte del agresor, pero también es inconcebible por parte de esta mujer que lejos de haber gritado para alertar a su entorno de aquel vejamen, se escondió en el baño como si fuera cómplice de este acto terrible. Quizás su pasado se hizo presente y la inmovilizó.
Si bien el trauma de Nilou, quien dijo haber sido objeto de un acto similar por un vecino años atrás fue el motor de su irracional comportamiento en relación a lo que le aconteció a su criada Nahida, lo que sucede a continuación solo cabe la mente de una persona perturbada al borde de la insensatez y de la locura. Por cierto, nada explica que haya dejado partir al victimario sin emitir juicio alguno, mucho menos que sabiendo que la pequeña gemía gritos de auxilio dando claras señales de estar con vida y por tanto con la necesidad urgente de ser llevada a un centro asistencial, Nilou haya entrado a su dormitorio con un propósito distinto.
En un acto que no tiene nombre, ni mucho menos sentido esta mujer puso un almohadón sobre el rostro de la pequeña Nahida y la asfixió. Más tarde, dando por terminado este acto criminal recuperó al parecer la consciencia pidió auxilio, para dar paso un episodio que nadie logró comprender.
–¡Auxilio! ¡Algo le pasó a la niña! ¡AUXILIO! ¡Auxilio, Cyno! –Vocifera Nilou perturbada.
En paralelo a los hechos, desde allí gritan un gol del combinado local en televisión a pesar de la ausencia de Alhaitham.
–¡GOOOOOL! –Gritan los muchachos celebrando desde la consulta médica.
Volviendo a la casa, Cyno despertó en apuros y al mismo tiempo, llega Candace ahí ignorados de esta agravante situación.
–¡Cyno! –Clamó la bailarina.
–¿Qué pasó? –Responde él.
–¡No sé!, ¡de repente estaba así, le dio convulsiones! ¡Tenía convulsiones y de repente se puso así!
–¿Qué pasó? –Dice Candace entrando.
–No sé. –Dudó Nilou.
–¡Está mal! –Alertó Cyno el estado de la pequeña.
–¡Es un ataque! ¡Hay que llevar al hospital! –Exclamó la peliazul de ojos impares.
–Yo voy a buscar un taxi.
–Anda, ¡vístete!
Todos ellos abordaron con Nahida inconsciente en un taxi a toda velocidad rumbo al hospital.
Claramente es el caos que se produjo en aquel momento impidió que tanto Cyno como Candace pudieran haber descubierto exactamente lo que había acontecido, ellos esperaron la ambulancia que nunca llegó; Cyno, en el mismo taxi condujo a la pequeña al centro asistencial. Ellos se imaginaron que la niña habría sufrido un desmayo o algo parecido, pero los nervios y la tensión impidieron que se percataran que Nahida había fallecido por las propias manos de su "tía".
En tanto que el diagnóstico era claro: paro cardiorrespiratorio y desgarro anal; observación: abuso sexual con resultado de muerte. Recién a los 7 días después, Nilou confesó su crimen y a la vez culpó primero al amigo con el cual Alhaitham veía el encuentro de fútbol; solo días después reconoció como autor de aquella violación a Alhaitham.
El tiempo ha pasado. Hoy, este hombre está condenado y recluido en la cárcel de Liyue, lleva 9 años buscando fórmulas para tratar de explicar que él no ha participado de aquel delito; una serie de cartas antiguas son evidencias que todo lo que ha hecho para denotar su inocencia. Este hombre no teme dar su cara asumiendo cualquier repercusión que pueda tener su testimonio como un condenado por violación a una menor. Este es el verdadero Alhaitham.
En la cárcel de Sumeru se encontrará hoy la autora material, Nilou, quien fue sentenciada a 20 años de prisión.
Aquel hombre, Alhaitham también fue condenado a 20 años de presidio.
Continuará...
