MÁXIMA CULPA (GENSHIN IMPACT)

Capítulo 17: El amor imposible

Esta terrible historia acontece en la ciudad de Fontaine y aunque es el fiel reflejo de lo que nos sucede a diario, nos permite sumergirnos en la mente de una persona que sólo podríamos captar precisamente conociendo su acto criminal.


ANTES...

–Hola. –Le saluda un hombre llamado Kaeya.

–Hola mi amor. –Dijo una tal Yelan.

–¿Llegaste hace rato?

–Te estuve esperando de las diez.

–¿Qué es lo tan urgente que me tenía que decir?

–Adivina.

–¿Te contrataron? No sé.

–Vamos a ser papás.

–¿Qué?

–Eso, vamos a ser papás. Te acuerdas el otro día que te conté que sentía un poquito mal, que estaba con náuseas y un poquito de vómito, bueno, fui al médico. Tengo dos meses de embarazo.

–¿Estás segura de lo que me estás diciendo? –Insinuó el hombre tuerto.

–Sí, claro que estoy segura.

En las afueras de la cafetería, Lisa observa cómo su pareja se relacionaba con otra.

–¿Qué pasa? ¿No me dijiste que quería ser papá? –Deduce la ojiverde.

–Sí, pero no ahora, no es el momento.

–Pues si no es ahora entonces ¿cuándo?

–Lisa, ¿qué estabas haciendo acá? –Preguntó él fijando a ella.

–Te seguí. Me habían contado, pero no había podido creerlo. –Se quejó su pareja.

–Vamos a conversar. –Alega el hombre.

–Ay. ¿Qué te da vergüenza hablar delante de ella?

–Kaeya, ¿quién es ella? –Interrogó la peliazul.

–Dile, dile quién soy yo. No te había dicho que era casada, a ver suéltame.

–Vamos a conversar afuera. –Insiste Kaeya.

–Que eres marica. –Se aleja ofuscada la bibliotecaria infiel.

Esta joven de nombre Yelan no pudo soportar la angustia de haber compartido durante dos años con el amor de su vida sin sospechar que solo fue para él su amante.

–Te lo dije, ¿no? Tú te lo buscaste solita. –Expresó Shenhe consolando.

–No me dijo que era soltero. –Comentó la peliazul entristecida.

–Los hombres dicen cualquier cosa por conseguir lo que quieren ¿no? ¿Y qué te dijo después?

–Él la siguió a ella, no volvió. Me quería morir.

–Claro, la prefirió a ella. Ella es su esposa y tú... Espero que te sirva de ejemplo.

–A mí no me sirva comida, yo no voy a comer. –Solloza ella.

–Yelan, eres tan bonita, eres tan joven. Mírame, tiene la vida por delante, guarde esas lágrimas. En el futuro va a tener cosas importantes porqué llorar, esto es solo un mal paso. Con el tiempo no te va a acordar, ni de su nombre. ¿Ya?

Las palabras de Shenhe fueron tiernas y afectivas, pero no lograron adular el profundo dolor en el alma que sofocaba esta joven. Embarazada de aquel hombre al que nunca más vería se sintió obligada a esto; la depresión y la angustia pudieron más para atentar contra su vida, de verdad Yelan no tuvo tolerancia al engaño ni a la desilusión, quiso asegurarse la despedida de este mundo: dejó la llave del agua corriendo y abrió la llave del gas. El resto sería esperar...

–¿Quién está? ¿Yelan? ¿Yelan, eres tú? ¿Yelan, te pasa algo? Yelan, abre. –Se aproxima Yanfei tratando de abrir la puerta del baño.

–¿Qué pasa? –Dijo despierta Shenhe.

–Shenhe, Yelan se encerró en el baño y abrió el gas. ¡Yelan, abre la puerta! ¡Yelan!

La peliazul fue internada al hospital en estado estable.

–Pensé qué se iba a morir, no entiendo cómo pudo hacer esto. –Deduce la pelirrosa.

–Nunca pensé que le afectara tanto. Terminó con él. –Comentó la mujer Cryo.

–Ahora entiendo por qué no está aquí.

–Es casado.

–¿Casado? ¿Y ahora se lo dijo?

–No se lo dijo, lo siguió la mujer. Lo encontró en un café en el centro.

El médico Baizhu sale de la sala entregando el diagnóstico de la peliazul.

–Doctor, ¿cómo está mi amiga? –Preguntó Yanfei.

–Le hicimos un lavado de estómago, por ahora está fuera de peligro. –Le comenta Baizhu.

–¿Y está consciente, doctor? ¿Puede hablar? –Exigía Shenhe.

–La tenemos en observación, no es bueno exigirla por ahora. Lo importante es que esto no afectó su embarazo.

–¿Está embarazada? ¿Yelan está embarazada? –Sorprendió ella.

Increíblemente Yelan se recuperó y, lo que es más su bebé no tuvo ninguna secuela de aquel intento de suicidio.

5 AÑOS DESPUÉS...

Los años pasaron y esta madre soltera le dedicó tiempo completo en su hijo; su existencia le dio color y sentido a la familia, quienes suplieron a cabalidad la ausencia de su padre.

–¡Llegué! –Entra Yelan a la relajatetera.

–Hola. Ya me estaba empezando a preocupar, y a ti, ¿cómo te fue? –Expresó Shenhe.

–Me fue súper bien, encontré un empleo.

–¡No me digas! ¿Y en dónde?

–En una sastrería, no me pagan muy bien, pero por lo menos uno da tranquilidad.

–¿Y dónde queda?

–En Fontaine. ¿Sabes que se me irá bien? Me quiero alquilar una casita.

–¿De qué estáis hablando? –Preguntaba la del cabello claro.

–Shenhe, si yo siempre le he dicho que quiero vivirme sola.

–¿Y el niño?

–Conmigo se va, pues. Si es por él que me quiero ir.

–Cada vez que hablas así parece que nosotros te estuviéramos echando.

–Ay Shenhe, no digas eso. No se ponga así, venga. Sabes que yo le agradezco tanto todo lo que usted hecho por mí, pero pienso que es importante que yo me independice, sobre todo por el niño.

–Está bien, pero creo que primero tendrías que ahorrar.

–Pero por supuesto, si no me pienso ir mañana. Cuando tenga un ahorro importante ahí me voy a alquilar una casita, ¿le parece?

–Está bien, ya, que ya debe estar lista la comida. –Finalizó la albina.

Yelan empezó como secretaria de la boutique y aquel joven, Lyney, una suerte de junior y hombre de confianza de Chiori le brindó todo su apoyo.

–Oye, ¿tú sabes cuánto tiempo tenemos para colación? –Dice la peliazul.

–Sí, una hora. –Lo recibe el ilusionista.

–¿Y conoces algún lugar rico y barato por acá?

–Sí, aquí en la esquina y yo siempre como aquí en la esquina, es súper barato y rico.

–Ay, espera un segundo.

–Ya, oye. Si quieres yo te acompaño para que no te pierdas. –Propuso Lyney.

–¿Almorzar? Ya, sí está bien. Vamos.

La necesidad de integrarse rápidamente un trabajo que desconoce la lleva a aceptar la compañía de Lyney. Desde luego, su aspecto de hombre tímido, introvertido y respetuoso fueron aval para que Yelan también le diera muestras de confianza; ese día, ambos terminaron almorzando juntos y no perdieron el tiempo para indagar en sus respectivas vidas, especialmente Lyney, quien se sintió inmensamente atraída por Yelan.

–Si necesitas que te ayude en algo, tú dime no más. –Compromete el joven.

–Gracias. Oye, ¿y tú llevas mucho tiempo trabajando acá? –Indaga la peliazul.

–Como cinco meses, más o menos. Oye, así que tú eres de Liyue.

–Sí, ¿cómo sabes tú?

–No, es que vi el currículo que tú mandaste.

–¿Tú revisas los currículos?

–No, lo vi cuando estaba haciendo aseo en la oficina de Chiori. Lo que pasa es que estaba arriba del escritorio.

–¿Y dónde vives tú?

–Yo soy de acá, por eso me parece raro que no te haya visto antes.

–¿Pero vives allá?

–Nací aquí en Fontaine, pero paso más tiempo acá, lo que pasa es que trabajo de ilusionista en otra parte.

–¿De ilusionista? ¿A qué hora duermes?

–Ja, bueno, la verdad es que más que mago soy cuidador. Tengo un cuarto y las cosas que necesito.

–O sea, igual duermes un poquito.

–Sí, pero escucho un ruido salgo a la primera *Risas* Y tú, ¿qué más hace?

–Yo, cuidar a mi hijo.

–Ah, ¿eres casada?

–Soy madre soltera. –Dijo ella.

–Ah. ¿Y estás enamorando?

–Eres bien curioso. Sabes que, ya nos tenemos que ir, estamos en la hora. ¿Pidamos la cuenta?

–Bueno.

MESES DESPUÉS...

Apenas pudo Yelan invirtió sus ahorros en alquilar una casa para tener mayor independencia y a la vez cumplirle el gran sueño a su hijo de tener su propio hogar.

–Pero sabes qué Shenhe, yo le daría una mano de pintura para que se vea más bonito. –Dijo la ojiverde.

–Yo creo que hay muchas cosas que hacerle esta casa, pero ándate con calma. –Citó ella.

–Bueno, por una pintura, ¿cuánto cuesta un tarro de pintura?

–La pintura no cuesta mucho, pero hay que traer un maestro pintor y, además, yo no creo que un tarro de pintura te alcance, te diré.

–Ah ya, bueno. Cuando tenga mi sueldo, cuando ahorre me voy a comprar un tarrito de pintura. Y si me falta dinero o necesito alguien la pinto yo, así que es mi casa. ¿Conforme?

–Oye, y a propósito de ayuda, yo habría esperado un tiempito antes de alquilar, pero tú actúas como si el mundo se te fuera a acabar.

–¿Sabes lo que pasa, Shenhe? Nadie tiene la vida comprada, entonces hay que vivirse la vida como si fuera la última, ¿ah? ¿Qué malo tiene eso?

–Tú tienes respuesta para todo. Oye, ¿y dónde se habrá metido el niño?

–No sé, pero Shenhe, ¿me ayuda un poquito? Esas cajas se las puede llevar a la cocina, yo lo voy a buscar.

Un día, la peliazul ingresó al trabajo un poco tarde de lo programado y esta vez su compañero Lyney le salva el momento.

–Hola. –Dice Lyney saludando.

–Hola, llegué un poquito atrasada. –Justifica Yelan su arribo.

–No te preocupes, si la jefa no ha llegado todavía.

–Oye Lyney, ¿tienes que hacer depósitos hoy día?

–Seguramente, ¿por qué necesita algo?

–Si tú vas al centro, ¿me podías sacar la copia unas llaves? –Ordena el favor ella.

–Sí, claro. –Asiente el joven.

–¿En serio? Mira, necesito que le saque copia a esta (llave), mira, una de cada una. Y si hay de colores mejor, que ando como lesa sabes que nunca le acierto la llave que corresponde.

–Es bonita tu casa. –Comenta el de Fontaine.

–¿La conoce? ¿Cómo supiste que me cambié de casa? –Decía la de Liyue.

–Es un secreto.

–No, no, en serio. ¿Cómo supiste?

–Cuando me invitas a tu casa te cuento.

–Eres bien misterioso tú.

–Sólo con las cosas que me interesa.

–Ah, ¿y por qué te tendría que interesar conocer mi casa?

–No he dicho que me interese tu casa.

–Sabes qué, dejemos esta conversación para otro día porque no estoy entendiendo mucho.

–¿Te lo pago yo? –Cambió de tema Lyney.

–Ah no, perdona. Es que me confundí, toma, no creo que te salga más de 5000 moras. –Dijo la damisela azulada.

–Bueno, ¿y me vas a invitar a tu casa algún día?

–Sí, cuando la termine. Toma, le puedes dejar esas facturas en el escritorio de Chiori, por favor. Gracias.

Luego de esta extraña conversación Yelan quedó un poco descolocada, pero en modo alguno se le pasó por la mente que estaba enfrente de un hombre reprimido con claras conductas psicopáticas. En realidad, Yelan paseó por Fontaine sin destino esperando la llamada de Diluc, ese hombre que conoció en un pub.

–Hola. –Da la bienvenida Lyney tras espiarla.

–¿Y tú?, ¿qué estás haciendo acá? –Expresó pasmada ella.

–No, nadie.

–¿Qué desea?

–No, yo voy para mi otra faena. ¿Por qué?

–No, es que tengo que hacer esto a las nueve, ¿me podría acompañar un rato?

–Me hubiese gustado, pero sabes que voy con el tiempo justo.

–Caray, me aburrí como ostra. –Exagera Yelan.

–Sabes que todavía me quedan como quince minutos, si quieres te acompaño un rato. –Ve el reloj de su muñeca el joven ilusionista.

–¿En serio? Vamos a dar una vuelta por mientras.

–Ya. –Concluyó el muchacho.

Algo tramaba Lyney, para ella su actitud era el de un amigo verdadero; para él era un deseo oculto que no era sano develar.

DESDE UN GRANERO, DE NOCHE

–Lyney. ¡Lyney! –Grita un nochero de turno.

–Aquí estoy. ¿Qué andas? –Dijo él.

–Vi y lo vi pasé saludarte.

–¿Quiere un cafecito?

–Un traguito me tomaría.

–Tendría que ir a comprar entonces.

–¿Y esta (foto)? ¿Quién es? Si está en buena.

–Que eres intruso.

–Me parece cara conocida. Deja verla, deja verla.

–¿Qué lo vas a conocer?

–Se llama Yelan, ¿sí o no?

–¿La conoces?

–Es de Liyue, salía con un amigo mío. Se la agarró cuando era candidata a reina.

–¡Pasa acá! –Se enfada Lyney.

–¿Y para qué te enojas? ¿No me digas que te gusta? –Dijo su colega mientras el mago se va con la foto de Yelan sin decir nada.

AL DÍA SIGUIENTE...

–Lyney, tú por casualidad cuando hiciste el aseo en mi escritorio, ¿no viste una foto que estaba arriba?

–¿Una foto? ¿Tuya?

–Sí, una foto donde estoy con mi hijo en los brazos.

–No, a lo mejor te la llevaste.

–No, si de hecho las dejé ahí porque las quería poner arriba del escritorio, si incluso le compré un marco de foto.

–A ver, debe traer otra (foto) entonces. –Expresó el ilusionista.

–Qué raro, ¿a quién le podrá interesar una foto familiar?

–Ya, sé que me está haciendo tarde.

–¿Te puedo pedir un favor? –Preguntó esta mujer.

–Sí.

–¿Tú me podrías prestar 30.000 moras hasta fin de mes? Que lo necesito. –Pide con calma Yelan.

–Sabes que no tengo aquí. Ah, como ando con mi libreta aprovecho sacar del banco.

–Oh gracias, te pasaste. Gracias.

–Oye Yelan, ¿quieres ir al cine en la tarde? Yo te invito.

–Sabes que me encantaría, pero no puedo. Pero yo a fin de mes te invito, te lo prometo.

–Ya. –Asintió el joven.

–Ya, apúrate, se te hace tarde.

Definitivamente, Yelan y Lyney se convirtieron en amigos, por lo menos en apariencia ya que él pretende algo más que eso. Tiene su corazón un poco amordazado para no evidenciar el profundo amor que siente por ella, pero claro, él no conoce los límites de esta relación.

EL OTRO DÍA...

–Así que tenías que hacer. –Dijo serio Lyney.

–Hola. –Expresa el saludo ella.

–Por si no sabes ese hombre es casado.

–¿Quién?

–Nunca pensé que fueras tan mentirosa.

–A ver, ¿se puede saber de qué está hablando?

–De tu amigo, por él no quisiste ir al cine conmigo. ¿No?

–A ver, ¿cómo sabe eso tú?

–Bueno, si no es problema tuyo.

–¿Cómo que no es mi problema? Si tú viste a Diluc, ¿es porque me andas siguiendo?

–No, yo fui a tu casa para ver si estabas.

–Pero yo te dije que tenía que hacer, pero si fuiste a mi casa porque tú andas con otros propósitos conmigo. ¿O me va a decir que no?

–No fue mi intención molestarte. –Se arrepiente él mismo.

–Sabes qué Lyney, yo creo que tú estás confundiendo la amistad entre nosotros dos, porque si tanto te preocupa lo que yo hago en mis ratos libres me podría preguntar, o sea yo veré si te contesto o no. –Dijo molesta Yelan.

–Ya, pero no te enojes.

–¿Que no me enoje? ¿Y qué quiere que hagas que te aplauda porque te estás metiendo en mi vida?

–Somos amigos, ¿no?

–Para tener amigos así, prefiero estar sola. La próxima vez no te hablo más, ¿me escuchaste?

Yelan pareció intuir que ese compañero de trabajo no tenía claro el concepto de la amistad, nada le molestaba más que sentirse perseguida y observada. Hasta ahora, ella le tenía compasión a Lyney, pero entendió que continuar con esa actitud se podría transformar en un juego, en un juego peligroso.

Esa noche, luego de acostar a su hijo no dejó de pensar en ello y por extraña coincidencia vio que alguien dejó un sobre bajo su puerta.

En la carta decía lo siguiente:

"Hola. Espero que te encuentres bien, te escribo para pedirte disculpas, no he podido dejar de pensar en ti y en lo que pasó esta tarde, por amor a Dios compréndeme, tú también eres su hija y si él perdona todos los que siguen tú también debes aprender a perdonar. Yo quiero seguir ayudándote, yo también te perdono tu mal carácter, tú soy de los nuestros y por eso te necesito como amiga. Un beso, Lyney."

Yelan sabía que en cierto modo se aprovechaba de Lyney, por eso decidió acudir a un encuentro para abuenarse con él.

–Sabes qué Lyney, yo sé que a mí a veces se me pasa la mano, pero tú tienes que reconocer también que te lo buscaste. –Declara la peliazul almorzando.

–Sí, a mí lo que me da lata es que le conté cosas mías a la gente. –Redime su culpa el joven.

–Pero yo no le cuento cosas a la gente, yo le cuento mis cosas a mis amigos y eso no tiene nada de malo.

–Pero es que me dejas mal parada.

–Ah, bueno si lo que es no más o acaso estás diciendo que estoy mintiendo.

–Viste, yo contigo no se podía hablar, te enojáis por todo.

–Bueno, así que no peleemos más. Ya, ¿qué es lo que me tenías que decir?

–No, nada, porque me enteré que estás con problemas económicos.

–Bueno, tú sabes que a mí no me pagan mucho en la agencia, pero en todo caso esas cosas yo las tengo más resueltas.

–¿Así?, ¿y cómo?

–Lo que pasa es que Diluc tiene problemas en su casa y me pidió si se pudiera ir a la mía.

–¿Y a ti eso te parece bien? –Cuestiona Lyney.

–No, no me complica. A más si lo puedo ayudar a él, bueno, de todas maneras, él me dijo que me iba a cooperar con los gastos de la casa.

–Disculpa que yo me meta, pero yo que tú pensarías un poco.

–Oye, eres cómico tú, si en tu caso los problemas son míos, no son tuyos, no sé para qué te complicas.

–Sí, pero ya te dije Yelan, si necesitas dinero yo no tengo ningún problema en ayudarte.

–Lyney, ¿te puedo hacer una pregunta?

–¿Sí? –Contestó el mago.

–¿Te has enamorado alguna vez?

–Sí, por supuesto, claro. Lo que pasa es que tuve una experiencia horrible, por eso prefiero estar solo un tiempo.

–¿Y se puede saber qué es lo que pasó?

–Sí. Era el amor de mi vida, se llamaba Sigewinne. Yo le decía Sigeminne porque era muy hermosa.

–Y, ¿por qué terminaron?

–No, no terminamos. Ella murió, murió en mis brazos.

Si bien el relato de Lyney tenía atisbos de veracidad por sobre todo se trataba de un texto manipulador, cuyo objetivo principal era victimizarse y en ese plano llevar a cabo cualquier acción que impidiera que Diluc le quite a Yelan.

Desde las sombras, Lyney se había encargado de que la ex esposa de Diluc llegara sorpresivamente de visita a la casa de Yelan.

AL DÍA SIGUIENTE...

Yelan comenzó a sentir una serie de obstáculos en su relación con Diluc, pero jamás pensó que hubiera una mano negra que intentara destruir su afecto sincero hacia él. De verdad le costaba imaginar que Lyney le pudiera hacer daño, sobre todo cuando en realidad él era el gran salvador en sus momentos de apremios; ahora precisamente está intentando localizarlo para pedirle ayuda.

Yelan fue a otro distrito en búsqueda del domicilio de Lyney que, resultó ser una casa alquilada y amoblada a nombre de la hermana de este, Lynette. Golpeó la puerta y en el interior está una empleada puertas afuera quien cuida este hogar.

–¿Hola? –Consulta Lynette abriendo la puerta.

–Hola. Disculpe que la moleste, ¿esta es la casa de Lyney? –Preguntaba Yelan.

–Sí, pero él no está. ¿Para qué sería?

–Bueno, es que es algo personal. ¿Usted no sabe más o menos como a qué hora va a llegar?

–¿Usted qué es de él?, ¿amiga?

–Sí, nosotros trabajamos juntos en la boutique.

–Ah, usted debe ser Yelan.

–Sí, soy yo.

–Es igual como dice Lyney.

–Ah, ¿por qué le habló de mí?

–Es lo único que sabe hacer cuando viene a la casa.

–Nunca pensé que fuera para tanto.

–Usted es el reflejo de la mujer que a él le gustaría como esposa.

–Jamás lo habría imaginado.

–La verdad, desde que murió su última novia él se puso así, no sé si le contó.

–Bueno, sí algo me dijo. Ella murió en sus brazos, ¿es así?, ¿no?

–Sí, pero no falta la gente mal pensada por estos lados. –Advierte la hermana ilusionista.

–¿Por qué lo dice?

–Como ella murió envenenada por lo menos eso lo que dicen, le echan la culpa a él.

–Claro, sí bueno, la gente es así. Bueno, no la molesto más. ¿Le puede decir que lo vino a buscar?

–Como no.

–Muchas gracias. –Agradece aquella mujer ojiverde.

–Sabes, que si es muy urgente lo puede encontrar en el otro trabajo, allá pasa la mayor parte del tiempo.

–No, no se preocupe. Yo lo ubico después, gracias.

–Hasta luego. –Se despidió Lynette.

Son muchas las señales y argumentos que Yelan tiene para darse cuenta que Lyney es anormal, pero aun así se niega a ver esa verdad.

–¿Está bien así? ¿Desea algo más? –Le sirve un café Lyney a su jefa.

–No. –Dice Chiori.

–Le puse una de azúcar.

–Sí está bien. ¿Qué pasa?

–Es que quería pedirle un favor.

–Dime.

–Si me podría adelantar una parte de mi sueldo.

–Pero ya has pedido más de la mitad, hombre. ¿Cuánto necesitas?

–60.000 (moras).

Una vez recibido el dinero, el joven se dirige a la oficina de su compañera Yelan a entregar el préstamo.

En lo más íntimo de su ser Yelan sabe que se aprovecha de Lyney, pero no puede evitarlo.

–Hola Shenhe. –Saluda la ojiverde.

–Hola Yelan, ¿cómo está?

–Bien, ¿me demoré mucho en llegar?

–Nada. Oye, en el trabajo tiene un amigo que se llama Lyney, ¿el que vive en Fontaine?

–Sí, ¿por qué pasa algo en él?

–Tienes que tener cuidado con él.

–¿Por qué?

–Dicen que una novia que tenía murió en extrañas circunstancias.

–No, pero hasta lo que yo sé ella murió en sus brazos, por lo menos eso fue lo que él me dijo a mí.

–Tú sabes cómo es la gente por esos lados y dicen que él tuvo algo que ver en eso.

–Ay, pero Shenhe, ¿cómo anda haciendo caso esos rumores? Lyney es más tranquilo que una foto si yo lo conozco. Yo creo que es incapaz de hacer daño a alguien, por si eso lo que usted me está tratando de decir.

–Yo digo, tú sabes que cuando el río suena...

–Pero mire Shenhe, ¿sabes qué? Para su tranquilidad, entre Lyney y yo no tenemos nada más que una relación de amistad, así que no se ande pasando bobadas, ¿quiere?

Sin darse cuenta, poco a poco Lyney fue cobrando derechos afectivos sobre Yelan ya que constantemente se sentía engañado por ella.

–¿Y esa cara? –Pensó ella a Lyney.

–Por ella haberme dicho. –Contradijo el ilusionista.

–Haberte dicho, ¿qué?

–Que él se fue a vivir contigo.

–¿Diluc? ¿Y eso en qué te influye a ti?

–Somos amigos, los amigos se deben lealtad.

–A ver, ¿me estás diciendo que te tengo que preguntar a ti lo que tengo que hacer como medida privada? –Precisó cuestionada la peliazul.

–Yo te di mi opinión y por eso te pasé dinero.

–Sabes que Lyney, me carga que condiciones los favores a mi vida sentimental. –Suspiró ella.

–¿Y qué te cuesta decir que estás enamorada de él?

–Bueno, ¿y eso qué te importa a ti? No tiene nada que ver con lo que te debo. Sabes que más, prefiero pagarte mi sueldo entero, pero no voy a aguantar que me sigas controlando, ¿me escuchaste?

–Pero si no te estoy cobrando, Yelan. –Le implora Lyney a su colega.

–Suéltame, sale. –Se aparta la damisela.

Sin percatarse Yelan, quien desconocía a cabalidad que Lyney tenía serios desórdenes mentales había herido profundamente el equilibrio afectivo y la dignidad de su supuesto amigo.

UN MES DESPUÉS...

Este hombre, que ocultaba su furia la inmensidad de su fe religiosa vino a pedir perdón por lo que albergaba en su cabeza, ya no habría vuelta atrás; si Yelan prefirió a Diluc eso lo pagaría muy caro.

–Oye Yelan, ¿qué onda con ese joven en la sastrería? –Consultó Diluc.

–¿Con Lyney? ¿Tú lo conoces? –Dudó ella.

–Vino a buscarte.

–¿A buscarme? ¿Cuándo?

–En la tarde, tú no estabas. Te dejó esto.

Ella abre un sobre y lee la nota mencionando:

"Yelan: Te espero en la agencia que yo cuido. Necesito conversar contigo, juntémonos a las 4 de la tarde. Lyney".

AL DÍA SIGUIENTE

El hermano de Lyney, Freminet fue citado también a ese encuentro con Yelan. Claro está que él desconocía los motivos reales de ese llamado, pero de igual modo cargó en su mochila el palo que le pidió.

–Te atrasaste. –Expresó Lyney.

–El bus se me demoró, ¿por qué estás tan urgido? –Dijo Freminet.

–Tengo una reunión con Yelan.

–¿Y qué quiere que haga?

–Le quiero dar una lección.

–¿Ah? ¿Qué te quieres agarrar?, te conozco.

–¿Trajiste lo que te pedí?

–Sí, aquí está.

Yelan había visto en aquel texto una evidente amenaza y eso fue fundamentalmente lo que la llevó a esa cita extraña con Lyney a las 4 de la tarde, pero no esperaba que allí hubiese otro testigo.

–Hola. –Saludó la mujer ojiverde.

–Te estaba esperando. –Recibe el ilusionista.

–No me demoré mucho en llegar, ¿no?

–¿Tú conoces a Freminet?

–Me parece haberlo visto, hola. Y, ¿qué onda?

–No sé, Lyney sabe. –Dijo el hermano menor en modo estático.

–Espérame aquí. Ven, vamos a conversar adentro.

–Permiso. –Se traslada la dama azul a una oficina –Así que piensas que no te voy a pagar, que me estás amenazando con decirle a Diluc.

–Tú sabes que es mucho el dinero que me debes. –Agrega Lyney sumiso.

–Yo te conozco, lo que a ti te preocupa es a otra cosa.

–Me preocupas tú.

–¿Yo?

–Has rechazado el camino de Dios.

–¿De qué estás hablando?

–Quienes no siguen la luz merecen un castigo, Yelan. ¿Sabes la luz del castigo de Dios?

–Sabes qué, estamos hablando en idioma distinto. Yo no creo en tu Dios castigado.

–No blasfemes.

–¿Mi foto? Tú me la quitaste, mentiroso. ¿Por qué la rompiste?

Este es el instante en que Yelan se da cuenta que Lyney vive en un mundo absurdo e irreal. Ella siempre pensó que estaba frente a un tipo extraño y diferente al cual de alguna u otra manera podía manejar, pero ahora esta mujer ignora que ha caído en la maraña no sólo de un fanático obsesivo, sino de un ser absolutamente anormal.

–Dime, ¡por qué la rompiste! –Regañó ella por la foto de su hijo.

–¡Porque te amo, Yelan! –Confesó él a pesar de ser menor de edad.

–¿Estás loco? –Insinuó la de ojos verdes.

–Siempre te he amado, que seas de mi vida.

–Suéltame, suéltame. ¡Sale, suéltame! ¡DÉJAME TRANQUILA, SUÉLTAME!

Lyney alabanza a la peliazul intentando abusarla y es librada; sus gritos ahuyentaron a Freminet procediendo a sacar de su mochila el maldito palo.

–¡Idiota! –Gritó ella hasta que Freminet le golpea con el palo a esta en la cabeza y se desmorona. –¡Ay!

Este hermano siguió tumbando a la modelo una vez más; ya noqueada Yelan, Lyney le patea a ella bruscamente en la espalda varias veces. Finalmente, ambos amarran una soga al cuello de su víctima, ya con heridas en su boca y moretones en el torso, la estrangulan de un lado a otro quitándole la vida en forma instantánea.

Esa tarde, Diluc y Yelan quedaron de juntarse en la plaza de Fontaine, pero como ella no llegó intentó alcanzarla en el jardín infantil de su hijo. Fue aquí donde descubrió que algo le podía haber sucedido, ya que ella nunca dejó de ir a buscar a su hijo; sin decirle nada el pequeño se lo llevó a casa. Mientras aquello acontecía, Lyney se atrevió a ir a la sastrería como si nada hubiese pasado.

–¿Y vos? ¿Se puede saber dónde andabas? –Reclamó Chiori.

–Tuve un problema, jefa. –Alega el joven mago.

–Pero, ¿qué te cuesta, tomar el teléfono y avisar?

–Es que...

–¿Te parece bien, te parece anormal ahora?

–...es que se incendió la casa de mi hermana. –Mintió Lyney entristecido.

–¿Qué estás diciendo?

–Se incendió y perdimos todo, por eso no pude venir.

–¿Y cómo pasó eso, hombre?

–No sé. De repente aparecieron las llamas y usted sabe cómo son estas cosas, no tienen que actuar.

–Lo siento, Lyney. Disculpa, no te quise ofender. ¿Te puedo ayudar en algo?

–Ahora tengo que ir a buscar las cosas que alcanzamos a salvar y llevarlas a otro lado.

–Desde luego que quieres que te mande a alguien, que te ayude.

–No, no se preocupe. Si yo y mi hermano podemos lo que sí, si me pudiera prestar un carro se lo agradecería.

–Cuenta con ella, y otra vez más lo siento, de verdad lo siento.

–Gracias.

Mostrando una frialdad solo propia de los psicópatas, Lyney logró engañar a su jefa. Ya una vez en el galpón cargaron el cuerpo sin vida de Yelan para sacarlo cuanto antes de allí, para este efecto la cubrieron con una frazada en el claro intento de dejarla botada, en algún lugar apartado de Fontaine.

Ya una vez en la calle, los hermanos emprendieron destino rumbo a Natlan, distante a unos kilómetros de Fontaine. Si bien cargar con un cuerpo sin vida representa un problema para cualquier persona, para estos hombres la situación representaba un sólo trámite, no habían dudas ni menos arrepentimiento.

Luego de encontrar un lugar apropiado, Freminet sacó las herramientas que llevó para la ocasión: pala y picota. Mientras Lyney, como pudo trasladó al cadáver de Yelan para llevar a cabo la última operación: cavar una tumba y enterrarla.

Alumbrados solo por los focos del carro, estos hermanos se dispusieron a cavar la fosa. Mientras ello ocurría, Lyney ya no tenía tiempo ni espacio en su mente para recordar cuánto había amado a esta mujer; para él, ella ahora es solo esto un bulto. Es el producto lógico de su venganza, es la forma más clara de representar un alma corroída por el desprecio del ser humano. Ahora, esta mujer yace indignamente en este campo abierto donde difícilmente alguien podría encontrarla.

Al día siguiente, Shenhe y Diluc, enterados de la desaparición de Yelan fueron personalmente a la boutique Chioriya a tratar de charlar con Lyney quien ignora del hecho.

–Oiga, ¿usted es Lyney? –Contestó la albina.

–Sí. –Responde Lyney trabajando.

–Buenos días, yo soy Shenhe.

–Ah, y usted es, debe ser Diluc. ¿Qué quieren?

–Queremos saber si la has visto. –Interroga el pelirrojo.

–¿Y por qué tendría que saber yo dónde está? –Preguntó el ilusionista.

–Es que anoche no llegó a la casa y como ustedes son amigos, por eso... –Dijo ella.

–Éramos amigos.

–Pero tú andas buscándola ayer. –Decía el tabernero.

–Hay que escuchar los designios de Dios.

–¿Pero de qué está hablando? No se da cuenta que está desaparecida y le pudo haber pasado algo. –Expresó inquieta Shenhe.

–Nosotros ya no éramos amigos, y si le pasó algo será un castigo por lo que hizo.

–¿Y se puede saber qué es lo que te hizo? –Preguntó Diluc.

–Extraña que usted viviendo con ella no la conozca, porque usted vivía con ella ¿no?

–Y eso, ¿qué te incumbe vos, maldito? –Se confronta el de Mondstadt.

–Ahora, en nada

–Bueno ya basta, ¡basta! ¿Sabe dónde está Yelan, sí o no? –Clamó la dama.

–Dios sabe por qué hace las cosas, señora.

–Vamos Shenhe, con este rarito no vamos a conseguir nada. –Sentenció el pelirrojo.

–No, estoy segura que usted sabe dónde está. Váyase con mucho cuidado, ¿me escuchó? –Advertía la de los ojos azules.

–¿Y por qué? ¿Me va a echar de la policía, acaso? –Intuyó Lyney.

–¡Desgraciado! –Le recibe un rodillazo Shenhe a los bajos del mago noqueándolo.

Un periodista narró este reporte:

–Un nuevo caso remece a la comunidad de Fontaine: se trata de un nuevo puzle policial relacionado con la desaparición de Yelan, de 26 años, de quien se ignora su paradero desde hace 61 días. Según Shenhe, la joven habría salido desde su hogar para presentarse una entrevista de trabajo sin que hasta el momento se conozca su paradero. La denuncia por presunta desgracia fue presentada en el Juzgado del Crimen de la capital, mismo tribunal quien investiga la desaparición de Skirk.

DOS MESES Y MEDIO DESPUÉS...

Ciertamente, la desaparición de Yelan conmocionó a la zona y todo hacía suponer que su caso sería uno más de aquellos que no tienen solución. Sin embargo, un llamado de un pariente muy cercano que, por obvias razones, la policía mantiene en secreto señaló que Lyney era el responsable de su muerte y dio claras señales dónde se encontraba en aquellos momentos.

El comisario de la policía recibió el llamado y con sus hombres se dirigieron al lugar. Se trataba de la casa de los padres de Lyney que ahora estaba desolada, el comisario distribuyó a su equipo de manera de rodear la casa y evitar que pudiera escapar.

Lamentablemente no existían rastros de Lyney, el hecho descolocó a la policía ya que tenían certeza de que no pudo haber huido. Él volvió a reunir a sus policías y los hizo revisar con mayor agudeza la casa, ya que su olfato policial le indicaba que Lyney estaba allí. El regreso al dormitorio principal logró demostrar que no estaban equivocados, Lyney, en un acto solo acorde con su personalidad había permanecido agarrado firmemente a los palos de la cama, lo que lógicamente impedía que lo vieran desde el piso. Un 20 de enero, o sea, 63 días después de la desaparición de Yelan, fue detenido como uno de los autores de su muerte; luego de su confesión que involucró la participación de su hermano Freminet, la policía acudió a Natlan y rescató los restos de la joven víctima.

Un ex-comisario cuenta parte de la declaración del victimario:

–Lyney cita a Freminet y le dice, y le manifiesta: "Oye, vas a estar presente cuando yo quiera aclarar los hechos con Yelan y donde yo ya no aguanto más y donde a la vez le voy a cobrar todo lo que yo le he dado hasta la fecha". Le dice: "En caso de que yo tenga problemas con Yelan, le damos muerte", y donde eso está en el proceso, o sea eso él lo reconoce.

Los titulares de la prensa fueron prodigiosos al informar sobre el hallazgo y los culpables del horrendo crimen. Su entierro fue conmovedor, su colega Shenhe descansó y aún el dolor de su pérdida en la íntima ilusión de que su muerte no fuera en vano, y que la policía tuviera motivos para seguir buscando a otros desaparecidos que aún no han sido encontrados.

Extractos de prensa escrita lo mencionan:

"Asesinada y enterrada en Natlan: Muerta encontraron a madre"; "Muerta encontraron a Yelan: fue asesinada. Confesión del crimen permitió hallar su cuerpo en Natlan cinco meses después"; "Crimen sería premeditado: Yelan fue asesinada de un golpe en la cabeza". "Concluyeron peritajes del cadáver. Funeral de joven madre asesinada será hoy en Liyue"; "Funerales de joven asesinada. Liyue se despidió en masa a una hija". y "Ayer se realizó la reconstitución: Homicidas de Yelan confesaron crimen".

Estos testimonios de archivo nos permiten ver el instante en que estos hombres fueron detenidos por la policía y conminados a reconstruir el alevoso crimen. Para llevar a cabo este trabajo del fanfic, nos contactamos con Freminet y Lyney quien están privados de libertad -en ese entonces- en la cárcel de Fontaine; luego de saber de nuestros propósitos, en un principio aceptaron darnos la entrevista en la convicción absoluta de que su condena sería, como era de suponer extensa. Sin embargo, el término de esta historia coincidió con el veredicto de la justicia y al saber que la condena fue de tan solo 10 años desistieron de enfrentar los medios.

Estos hermanos, Lyney y Freminet podrían salir en libertad dentro de los próximos años.

Continuará...