29 de noviembre, 1993
Ese día, hubo un cambio inesperado en la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. El profesor Lupin estaba enfermo, así que el profesor Snape iba a impartir la lección en su lugar.
-Pueden cerrar los libros, no vamos a necesitarlos hoy -dictaminó, mientras miraba a los alumnos con sus ojos oscuros. Con un movimiento de su varita, hizo que los pupitres se apilaran junto a la pared-. Visto el desastre que resultó ser el club de duelo el año pasado, he decidido enseñarles los conceptos básicos para que sepan defenderse en un duelo mágico. Hoy practicarán hechizos de ataque y defensa. Pónganse por parejas.
Lily y Astoria se sonrieron y automáticamente se pusieron una frente a la otra. A su alrededor, los otros alumnos también se colocaron junto a sus amigos, pero Severus chascó la lengua contra los dientes.
-Creo que vamos a romper estas parejas ideales. Greengrass, junto a Creevey. White, lucharás con Weasley.
Lily cambió de sitio, poniéndose frente a Ginny, mientras Severus seguía mezclando a los Gryffindor y a los Slytherin. Ginny la miró con seriedad, evaluándola con la varita en la mano, y Lily también se puso en guardia.
-¡Comenzad!
Lily y Ginny se miraron a los ojos, antes de comenzar.
-Expelliarmus.
-Protego -Lily consiguió parar el hechizo sin dificultad, y volvió a colocarse en posición de ataque. En ese turno, le tocaba atacar a ella, y Ginny también fue capaz de bloquear su hechizo.
Ginny y ella practicaron durante varios minutos, en ocasiones consiguiendo desarmar a su rival. Parecía que todo iba bien hasta que Severus se acercó a ellas.
-Señorita White ¿por qué se está conteniendo?
Lily le miró sin comprender. Estaba desarmando a Ginny en la mayoría de los ataques, y no necesitaba hacer más fuerza.
-Podría lanzar a Ginny hacia atrás, profesor.
-¿Y?
-Pues... no tenemos cojines para amortiguar las caídas -Lily miró hacia Ginny, quien estaba demasiado cerca de una pared. Esta observaba al profesor con los ojos entrecerrados, sabiendo que ese día le tocaba a ella ser la victima de Severus. Pero Lily no quería entrar en ese juego-. No quiero hacerle daño, profesor.
Severus entrecerró los ojos, molesto. Le estaba dando la oportunidad de lucirse en clase, y ella tenía la desfachatez de rechazarlo. Niña del demonio.
-Señorita White, en un duelo real no hay cojines que amortigüen los golpes.
-Pero esto no es un duelo real, profesor. Estamos aprendiendo -Severus abrió mucho los ojos, furioso y asombrado ante su arrogancia.
Pudo sentir la mirada de los otros alumnos sobre ellos, y supo que no podía dejar pasar esa afrenta. Nadie podía ver como cedía terreno ante una cría hija de muggles.
-¿Quiere aprender, señorita White? -Severus se puso en guardia, y antes de que Lily pudiese reaccionar, la atacó-. ¡Expelliarmus!
Lily no hizo ningún sonido, pero agitó la varita de la forma correcta. El hechizo la hizo retroceder un par de pasos, pero ella siguió en pie, con la varita aun en la mano. Y por un segundo, una mueca de furia brilló en sus ojos oscuros.
-¡Expelliarmus! -gritó ella, súbitamente. Severus no se esperaba que ella le fuese a atacar, y no tuvo tiempo de reaccionar. Su varita salió volando por el aire, hasta la mano de Lily.
El silencio llenó el aula, mientras los demás alumnos se llevaban las manos a la boca o les miraban con los ojos como platos. Nadie habría pensado en atacar jamás al más temible profesor de Hogwarts.
Lily también parecía sorprendida por su atrevimiento, pero no se acobardó. Mantuvo su posición, con la cabeza alta, temerosa pero desafiante. Sabía que él la iba a castigar, pero estaba más que dispuesta a pagar el precio.
Snape pensó a toda prisa en lo que debía hacer. No podía permitirse mostrar debilidad. Con aplomo, decidió torcer la situación en su beneficio.
-Así que sí sabe cómo hacerlo, señorita White. Ya no tiene excusa para desobedecerme -acercándose a Lily, la miró desde arriba, con la típica mirada fría que solía dejar a los alumnos temblando de miedo. Con brusquedad, recuperó su varita, y se inclinó ligeramente hacia ella, recalcando su superioridad-. Ahora, demuéstrele a la señorita Weasley cómo se hace, o me encargaré de reportarla ante el director.
Lily apretó los labios con rabia, pero no replicó. Severus sabía que el miedo a ser expulsados era muy real en los alumnos de los primeros cursos, y Lily no era ajena a ello. Lanzándole una mirada de rabia, la chica recuperó su posición de ataque.
Miró a Ginny con ojos suplicantes, pero esta asintió ligeramente con la cabeza y cuadró los hombros. Ella también sabía que no había salida de esa situación, y como verdadera Gryffindor se enfrentaría al peligro de cara.
-¡Expelliarmus! -gritó Lily, y su hechizo salió con tanta fuerza que Ginny fue despedida hacia atrás, golpeando la pared con un ruido sordo.
Nadie se atrevió a decir nada, una atmosfera fría y opresiva se había adueñado de la mazmorra, y ni siquiera los Slytherin estaban contentos con la situación.
Lily permanecía en su sitio, temblorosa, con la varita bajada y los ojos clavados en el suelo. Parecía a punto de ponerse a llorar.
Severus se maldijo en silencio, había llevado la situación demasiado lejos.
-Quiero que escriban una redacción indicando los efectos del hechizo de desarme y las diferentes formas de pararlo. Señorita White, debido a su insolencia, mañana se encargará de limpiar todos los calderos del aula de pociones... sin magia. La clase ha terminado, pueden salir ya -gruñó. No tenía sentido alargar la lección.
Lily fue una de las primeras en salir corriendo, sin mirar atrás. Severus no quiso pensar en ello, pues no tenía sentido perder el tiempo en estupideces. Ella le había desafiado y debía ser castigada.
Y sin embargo, a través de su anillo le llegó un dolor agudo y ardiente.
Dolor, rabia y vergüenza.
ooo
Lily no podía dejarlo estar. Todo lo que ella valoraba, todo en lo que siempre había creído, acababa de romperse, de la forma más perversa.
La señorita Anderson nunca la perdonaría si se enterase de lo que había hecho. Ella siempre le había dicho que se defendiese, pero que nunca empezase las peleas, y que jamás, jamás pegase a otro alumno. Y ella lo había hecho. Le había hecho daño a Ginny, quien nunca le había hecho nada
¿Por qué lo había hecho? Podía haberse negado. Podía no haber hecho nada. Podía haber tirado su varita al suelo y negarse a hacer magia ¿Y qué si la expulsaban? ¿De verdad merecía la pena seguir en un colegio así?
-¡Lily, espera! -Astoria estaba corriendo hacia ella, cargando con las mochilas de las dos-. No vayas tan deprisa.
Lily no quería parar, no quería que la viese llorar. Nunca había llorado en Hogwarts, ni siquiera cuando Draco y sus amigos le hacían la vida imposible, pero ahora las lágrimas caían por su cara sin remedio.
-¡Lily! -Astoria le cogió del brazo, obligándola a detenerse-. Por Merlín, mírate.
-Déjame en paz.
-De eso nada, ven conmigo -Astoria la arrastró hacia el aseo de las chicas-. Tienes que calmarte, no puedes ir así por el pasillo.
Pero Lily no podía dejar de llorar. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Ginny saliendo despedida hacia atrás.
Astoria trataba de calmarla sin éxito, y de repente la puerta del aseo se abrió y Ginny y Luna Lovegood entraron por ella. Las cuatro chicas se quedaron mirándose, sin saber qué hacer, y de repente Lily se libró de los brazos de Astoria y se adelantó.
-Lo siento mucho, no quería hacerte daño -sollozó-. No tenía que haberlo hecho, lo siento...
Ginny, quien la había mirado con dureza y desprecio al reconocerla, no supo cómo reaccionar. Nunca había visto a un alumno de Slytherin pedir perdón, y menos aún de esa manera.
Pero Luna se adelantó, y sin avisar abrazó a Lily, cortando su torrente de disculpas. Aunque estaba sorprendida por el gesto, Lily se dejó abrazar, hasta que su respiración se calmó.
-¿Estas mejor? -le preguntó Luna, soltándola, y Lily asintió-. Deberías secarte la cara, no querrás atraer a los Muzzels.
-¿A los qué?
-Son pequeños diablillos que son atraídos por las lágrimas humanas. Son muy molestos, y su mordedura causa urticaria.
-Luna, ya es suficiente -intercedió Ginny, antes de mirar a Lily-. White, no pasa nada, no tenías muchas más opciones. Me ha dolido un poco, pero no es para tanto, seguro que mañana ni me acuerdo -Lily agachó la cabeza, sorbiendo por la nariz-. Además, ha sido guay cómo has desarmado a Snape, su cara era todo un poema -ante eso, las cuatro chicas sonrieron.
-Pensaba que me iba a matar, menos mal que no tenía varita -sonrió Lily, secándose la cara. Ya se sentía más aliviada
-No sonrías tanto, vas a estar castigada mañana y no vas a poder ir al partido de Quiddich -le recordó Astoria, pero ella también sonreía. Lily se encogió de hombros, indicando que el partido le daba igual-. Vamos, tenemos que ir a Encantamientos.
-Cierto. Hasta luego Weasley.
-Cuídate, White.
ooo
30 de noviembre, 1993
Era sábado, y el Gran Comedor tardó más en llenarse a la hora del desayuno. Los alumnos aprovechaban las horas previas al partido para sentarse con amigos de otras casas, hablando de forma animada.
Quizá por eso Lily White no llamó la atención cuando, al ver llegar a Ginny, se levantó de la mesa de Slytherin para acercarse a la de Gryffindor. Sin mirar a su alrededor, le tendió a la otra chica un pequeño frasco con una poción de color claro.
-¿Qué es esto?
-Es una poción antinflamatoria. Sirve para hacer desaparecer los moratones. Solo tienes que esparcirla por donde te duele.
Ginny quiso protestar, diciendo que no le dolía nada, pero una fuerte punzada en la espalda le hizo callar.
-Gracias -murmuró, aceptando la botella. Lily asintió y se dio la vuelta. Como por casualidad, miró hacia la mesa de los profesores y vio que, efectivamente, Snape la estaba mirando, con una expresión indescifrable en la cara.
Lily le ignoró y, con la cabeza muy alta, salió del Gran Comedor, de camino a las mazmorras.
ooo
El castigo indicaba que Lily tenía que limpiar los calderos sin utilizar la magia, pero nadie había especificado que no pudiese usar una poción. Sonriendo con suficiencia, Lily puso a hervir el brebaje que había estado investigando toda la noche.
Le daba igual que el profesor Snape se enfadase, técnicamente, ella estaba siguiendo sus instrucciones, y además ¿de verdad esperaba que una alumna de Slytherin siguiese las reglas?
Por otro lado, Daphne le había asegurado que no la iban a expulsar por negarse a atacar a otro alumno, y que seguramente Lupin o Dumbledore hablasen en su favor si Snape cumplía con su amenaza.
En el peor de los casos, Lily estaría castigada durante los siguientes fines de semana haciendo trabajos aburridos para el profesor, pero eso era algo que podía soportar.
Si algo le había enseñado la señorita Anderson era que no debía amedrentarse ante los abusones, y en su opinión, el profesor Snape era un abusón.
La poción funcionó perfectamente, dejando los calderos limpios y relucientes en tan sólo unos minutos, y Lily sólo tuvo que enjuagarlos con agua antes de dejarlos secar.
Satisfecha, se secó las manos y se dispuso a abandonar la mazmorra. Aún estaba a tiempo de llegar al partido entre Gryffindor y Hufflepuff.
ooo
Los estudiantes volaban por encima de sus cabezas, a gran velocidad, pero Severus no les estaba prestando atención. Tenía la mirada perdida y la mente puesta en otra parte. Aún estaba molesto por lo que había pasado el día anterior, y no sabía identificar por qué.
Estaba enfadado con Lily, por cómo le había desafiado delante de los demás alumnos y por cómo se había enfrentado a él. La forma en la que le había mirado no tenía nada de inocente o juvenil.
Y le había atacado, a él. Tenía que reconocerlo, aquella mocosa de doce años tenía más agallas que muchos magos adultos.
También estaba enfadado consigo mismo, por haber perdido el control de esa manera. Había atacado a una alumna, por Merlín ¿Acaso se había vuelto loco?
¿Y todo por qué? ¿Porque ella no estuviese agradecida por su macabra ofrenda? ¿Porque no hubiese aprovechado la oportunidad de torturar a un Gryffindor?
Lily no era Draco Malfoy, ella no se regodeaba ante el sufrimiento de los demás, ella no basaba su validación en sentirse superior y despreciar a los que eran más débiles que ella.
No, Lily había mostrado compasión. Lily se había preocupado por el bienestar de Ginny Weasley, una chica dura como el acero que había sido poseída por un retazo de alma del Señor Tenebroso y había sobrevivido a un maldito basilisco.
Y él, en lugar de observar la situación y analizar lo que tenía delante, había tenido que seguir empujando, estrujando a la cría hasta romperla ¿Qué le hubiese costado invocar unos cojines? Seguramente la señora Pomfrey no le gruñiría tanto. Pero no, había tenido que comportarse como un auténtico capullo.
Distraído como estaba, Severus no se dio cuenta de los gritos que se elevaron a su alrededor hasta que fue demasiado tarde. Y casi a la vez, su anillo se volvió frío como el hielo, y unos pensamientos aterrorizados acudieron a su mente.
...El profesor Snape se inclinaba sobre ella, alto, tenebroso y amenazante.
"Señorita White ¿dónde está su libro de pociones?"...
...La oscura figura se erguía amenazadora frente a ella, varita en mano, y una mueca cruel en la cara.
"¿Quiere aprender, señorita White?"...
...Los fríos ojos negros la miraban con desprecio y frialdad.
"Demuéstrele a la señorita Weasley cómo se hace"...
...Ginny Weasley salía despedida hacia atrás, golpeando la pared con fuerza...
Severus agitó la cabeza, bloqueando los pensamientos con Oclumancia.
Pudo ver a Dumbledore, tratando de detener la caía de Harry Potter, mientras que su Patronus surcaba el aire, alejando a los dementores.
-¡Hay alumnos en los terrenos! -gritó Severus, levantándose a toda prisa.
Sin esperar respuesta, bajó los escalones de la grada de dos en dos y salió corriendo del campo de Quiddich. La atención de todos los profesores estaba puesta en lo que sucedía con Potter, y cuando alguien se diese cuenta de que los dementores habían encontrado una segunda presa, sería demasiado tarde.
Y entonces la vio, tendida en el suelo, acurrucada sobre sí misma, rodeada de las sombras que revoloteaban sobre ella como cuervos hambrientos...
-¡ExpectoPatronum! -la cierva plateada salió de su varita, y corrió hacia la pequeña figura, saltando a su alrededor grácilmente, ahuyentando a los dementores con su brillo.
Las criaturas se alejaron, elevándose hacia las nubes, y Severus llegó junto a Lily, arrodillándose a su lado.
La niña tenía los ojos cerrados, y las lágrimas le mojaban la cara. No parecía estar consciente ni respondió a las suaves palmadas en su cara. Con el corazón en la garganta, Severus la cogió en brazos y salió corriendo hacia la enfermería.
ooo
Era de noche, y Severus se sentaba en su despacho, acompañado por Dumbledore. Una botella de licor permanecía abierta entre ambos, y los magos bebían lentamente de sus vasos.
Severus tenía la mirada fija en el fuego y la mente en otra parte, ajeno al escrutinio al que el otro mago le sometía.
En su mente se repetían una y otra vez las imágenes que había obtenido de Lily. La niña le temía. Lo último en lo que había pensado al ser atacada por los dementores había sido en él.
De poco servía que Dumbledore le hubiese dicho que estaba fuera de peligro, y que la señora Pomfrey le había dado una poción de dormir sin soñar, él no podía quitarse de encima esos recuerdos.
¿Se estaba sintiendo culpable?
-Severus ¿cómo supiste que la señorita White estaba en peligro? -Dumbledore formuló la pregunta con suavidad, sin realmente presionar por una respuesta, dándole tiempo a ordenar sus pensamientos.
Severus se dio cuenta de que no le había hablado del colgante, pero poco importaba. Con toda seguridad el director ya se hubiese dado cuenta.
-Vi cómo los dementores se alejaban del campo de Quiddich. Llevaban un rumbo muy concreto, y me pareció sospechoso -Severus mintió sin ganas, casi sin apenas levantar la barrera de la Oclumancia. Dumbledore asintió, sin insistir más, aceptando su mentira como la nueva versión oficial.
Y ambos siguieron bebiendo en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
...
Severus ha intentado tratar a Lily como si fuese Draco, y le ha salido el tiro por la culata.
Quizá el verse a través de los ojos de otra persona le ayude a recapacitar.
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