Capítulo VII
«¡Abraza tu libertad, nakama!»
Golpes carentes de sentido, sin dejar lugar a los ruidos de un ambiente fantasmagórico, casi muertos si no fuese por aquella luna hogareña que les arrullaba en su máximo destello noctámbulo. Una noche incapaz de mostrar calidez, hostil por sí misma.
Las calles pecaban de taciturnas, dejando que ambos peleadores destruyeran cada barril, rueda, puerta y todo lo que desafortunadamente estuviera a su alcance, haciendo de La sede su patio de recreo. Los locales cerrados no se habían salvado, fueron llevados al suelo en su mayoría, cayendo bajo la fuerza de los verdugos; el pirata de sombrero de paja y el jefe de los delincuentes.
Dos salvajes batiéndose a duelo, con un cronómetro mental que mientras menos segundos disponibles, más de su poder se desataba. Eran campanadas una tras otra. Luffy usaba su mayor esfuerzo esquivando los endemoniados nudillos de piedra de mar, que en un toque sentía su cuerpo entumecerse. ¿De qué forma podía derrotarlo? Cuando buscaba encajar un golpe, su rival ya estaba apuntando al rostro, porque sabía que un ataque efectivo resultaba en noquearlo por completo.
—"¡Maldición! Este tipo..." —Pensó el pelinegro, saltando hacia atrás.— "¿Cómo puede moverse tan rápido? Es como si tuviera experiencia de... algún arte marcial." —Y para el juvenil curriculum de él dentro de las batallas, esto era una desventaja.
Las antorchas desconocidas llegaban como una turba de enojados aldeanos, lo cual era mala noticia para ambos, el ganador se vería en la necesidad de huir antes de ser apuntado por los daños. El pirata entendió que no disponía de tantos minutos, era sí o sí vencerlo, pero quería comer, descansar, ¡si no fuese por ese barbón imbécil! Quejarse no ayudaba. Quiso acelerar el proceso.
—¡Bazuca gom-
Patada a la nariz. Gideon lo envió como un círculo rodante hacia una pared de ladrillos, en donde Luffy impactó cómicamente quedando con la cabeza metida entre las piernas. El otro expulsó una sutil nube de humo de su boca, bajando la pipa.
—¿Sabes? Me sorprende que hayas llegado al borde de la Red Line. Se nota que llevas... ¿Cuántos días navegando? ¿Un mes? O menos. —No escuchó respuesta pues el chico intentó reincorporarse de nuevo, a lo que siguió hablando, muy fuerte y claro.— No te culpo por pensar que ser pirata era juntar a tres personas y salir en bote a buscar el one piece. Después de todo... Quizás los verdaderos aventureros lo hacen ver como un sueño sin igual.
—¡Látigo g-
Justo al verlo desesperado por asestar cualquier ataque, Gideon tuvo que verse obligado a negarle cualquier otro movimiento golpeando con un gancho derecho perfecto. El mareado pirata estuvo un momento alucinando con pájaros alrededor de su cabeza y dando vueltas en su propio eje, sus ojos giraron en sus propias cuencas.
—Pero eres taaan extraño, no quisiste colaborar conmigo y de pronto te ves interesado en derrotarme. —Otro suspiro de humo, esta vez viendo la incompetencia de Luffy por mantenerse derecho.— ¿Por qué sigues aquí? ¿Es cuestión de honor? ¿Porque lastimé a tus amigos?
Incluso si su curiosidad era genuina, no obtuvo palabras que confirmaran las sospechas, solo dos puños acercándose a gran velocidad, más que las anteriores veces, cosa que no pudo esquivar a tiempo. Ya estaba cayendo de espaldas al suelo y con un muchacho desatado empezando su siguiente golpe. Tal parece lo provocó en su última palabra, al menos le daba detalles de su tren de pensamiento.
Con el hombre en el pavimento, el pelinegro saltó juntando sus dos manos por encima de su cabeza.
—¡Pequeño martillo goma-goma! —Pero terminó dando al suelo luego de que su enemigo rodara a un lado.
Luffy recibió un pisotón en el abdomen que lo obligó a expulsar todo el aire de sus pulmones, retrocediendo de imprevisto. Gideon se levantó agitado y ahora se dedicaron miradas enfurecidas mutuamente, odiando la existencia del otro, recuperando con recelo el oxígeno perdido. Y al igual que el inicio, al pirata se le notó de sobremanera el rencor. Usó eso para apretar bien los puños, negándose a ser el derrotado.
—Sombrero de paja, no me importa si te escapas pero el hecho de que hayas liberado a todos los demás... eso es algo que me pone los pelos de punta. —No consiguió sosegar¹ sus sentimientos arremolinados colocando una sonrisa descortés.— ¿Quién te crees? ¿Un héroe?
—¡No lo soy! —Fue el primer grito que le dedicó al bandido, renuente a recibir ese título y menos de un sujeto de su nivel.
En vez de tomárselo a pecho, su contrario se rió condescendiente y divertido. Sin dudas este espécimen humano era inesperado e irracional, orgulloso como él ninguno. ¿De dónde había salido y por qué de las muchas islas tuvo que venir a parar en su zona de negocios? El tuerto se quitó la lágrima imaginaria.
—¿¡Entonces quemar el molino fue por diversión!?
Su reacción tomó por sorpresa al joven, que ni con un milagro alcanzó a evitar el puñetazo contundente y letal a su cara. Por unos segundos su mundo quedó en negro total y luces de colores hasta que palpó la tierra bajo de él, sintiendo su nariz matándolo y esperaba que esa cosa sangrante en su boca no fuese un diente. Desde el piso respiró profundo, sin despegar su vivaz mirada del contrincante.
—Déjame decirte que para mí, liberar a los productos, deshacer mi negocio y a mis hombres, es una invitación a matarte... —Sus ojos se entrecerraron y caminó, peligroso, a él, aguantando un arrebato de ira a costa de un tic en el ojo.— Solo por eso, no me voy a cuestionar dos veces antes de ir a por tu tripulación de nuevo y venderlos por parte y lo que quede se lo daré a los perros... Monkey D. Luffy…
Si eso era una advertencia para intentar asustarlo, tuvo un efecto contrario de mala manera. El mencionado se cargó de ira, apretó los dientes, ¿Cómo serían capaces de prometer algo así? Con tanta familiarización, desapego a cualquier ser que no fuesen ellos. Es justo lo que le inquietó, porque si bien él no era el más empático, sus amigos no eran una cosa con etiqueta, ni mucho menos las consideradas personas que los ayudaron.
Comenzó a tardar para ponerse de pie. Su aturdimiento ya estaba siendo detestable; la voz del tuerto, el frío, saber que más gente llegaría pronto. Un cúmulo de situaciones que lo empujaban al límite. Si no fuese débil y se levantaría a terminar con esto.
—Empezando por tí. Un novato que cree que jugar a los piratas es salir a hacer el ridículo en los mares... —Escupió el apodo como si fuese la razón de sus males, Gideon no tuvo reparos en intentar aplastarle la cabeza, alzando su monstruosa bota.
Luffy presenció en primera fila la forma en la que la sombra del zapato cubrió su visión por unos instantes en los que, sin tener nada más en la mente que un ruido en blanco, su opuso a ser una mera hormiga muerta debajo de un idiota acomplejado. Aunque sus fuerzas se venían durmiendo, de alguna manera logró nivelar el asunto después de, en un acto de estupidez o coraje, bloquear el pisotón usando su cabeza, imitando a un toro engreído.
Su rival no evitó abrir los ojos del impacto, confirmando que este crio se había vuelvo loco. ¿Empujarlo de vuelta usando la cabeza hueca que tanto presumía? Más que hilarante, totalmente irritante creer que su valentía le restaba los puntos a su sentido de supervivencia. Gideon lanzó maldiciones a las nubes, ¿Por qué no pudo ser uno de los jóvenes marineros habituales, pensantes y racionales? De esos que huían cuando el panorama no se veía a su favor.
—¿Y qué? —Entre gruñidos y esfuerzo, el chico empezó a levantarse y por consecuencia su enemigo perdía equilibrio intentando devolverlo al suelo.— ¿Y qué si pedí que quemaran ese lugar?... Lo hice porque encerraste a mis amigos ahí ¡No quería que cuando volviéramos a la ciudad, tuvieran que verlo de nuevo!
—"¿Está recuperando fuerzas…?"
—Ya no soporto escucharte —En medio de su rabieta atrapó firmemente la pierna del contrincante enrollando sus brazos por toda su extremidad, un resorte mortal.— Seguimos nuestros sueños, así que… ¡No eres el dueño de nuestra libertad para decirnos qué hacer!
El hombre perdió la gorra y su horizonte, el cambio de posición lo dejó de cabeza y se desestabilizó tanto que no encontró escapatoria de su inminente destino. Notó que lo alzaba por el cielo sobre su escuincle figura y de regreso a la tierra donde lo esperó una colisión. Los segundos huyeron de algo, fue una rapidez inhumana.
—¡Por eso… Cierra la boca! —Liberó su grito a la par que impactó a Mister Gideon al suelo, en un sonoro choque que destruyó la tierra de las calles antes afónicas.
Las grietas se comieron el pavimento apenas el corpulento cuerpo chocó. Saltaron rocas alrededor e incluso Luffy terminó rebotando con la inmensidad del golpe. Regresó a sus pies una vez sus brazos volvieron a la normalidad. El ruido murió tras eso, la zona nunca se sintió tan vacía.
El pecho del pirata crecía y bajaba, a pesar de que su rival no mostró señales de retomar la batalla, no se quedó tranquilo del todo con eso. Se puso su sombrero, que se había caído a su espalda, seguro de que esto marcó la conclusión de la batalla.
—". ( ? ) ."—
Mister Tuerto yacía boca abajo como una estrella de mar, silencioso, quieto. Luffy removió el polvo de su ropa y manos.
Pensó que los isleños ya sabrían qué hacer con un delincuente, no era su problema ahora que hizo lo que quería desde el inicio: demostrar que no le regalaría su independencia a nadie en estos mares, ni la de su tripulación. Obligar a las personas a ser meros objetos, triturar sus aspiraciones, darles un propósito carente de colores… Se dedicó a ignorar eso antes de que se calentara el cerebro.
Se giró de camino de regreso con su grupo, que de seguro se estaban llevando al mano al pecho pensando en él. Solo esperaba que Sanji tuviera un banquete en la mesa. Aunque…
—Ah… —Parpadeó, miró de lado a lado hasta que cayó en cuentas.— ¿Por dónde era?
Esta penumbra y la escasez de sonidos no eran intimidantes sino confusas, ¿Qué camino tomaría entonces? Odiaba pensar demasiado en soluciones complejas pero no le daban opciones, de este modo olvidó la existencia de la muchedumbre que venía a su dirección y que parece se detuvieron en un punto a mitad de La Sede.
Sin recibir indicaciones ni indicios de la llegada de las antorchas misteriosas, escuchó el crujir de las piedras bajo los pies de alguien. Alguien no deseado en ninguna realidad.
Ni siquiera pudo verle por el rabillo del ojo para cuando un peso descomunal lo había asaltado a un costado del cuerpo, haciéndolo recorrer unos dolorosos metros de distancia. Se reencontró en la tierra de nueva cuenta, recordándole que darle la espalda a un enemigo no es la mejor opción.
Si no fuese un chico de goma, tal vez sus costillas hubieran explotado hace rato, aunque no redujo la lesión ya familiar de los nudillos de latón. Tosió polvo, su sombrero cayó justo a su izquierda sin más rasguños de los que contaba.
Un paso pesado le quitó su atención. Mister Gideon no estaba dispuesto a morir en manos de un niño, su expresión colorada de sangre lo decía.
—¿Quién eres tú para darme un sermón sobre valores y libertad? —Su puño, más tenso que nunca, fue a parar al pecho de Luffy, si no fuese porque este último se escapó pasando entre sus piernas.— Los piratas no son buenas personas; saquear, robar, matar… ¿Qué nos diferencia? —Su voz se conservó estoica² pero el dolor que lo atormentaba era evidente, tembló de la rabia y las heridas.
El pelinegro no contó con que se le echaría encima rodeando su cuello, negándose a dejarlo respirar y vivir en general. El hombre, preso de su propia cólera, presionó fuerte e indignado sus manos, buscando quitarle todo rastro de vida en sus ojos al responsable de sus desgracias.
—Yo fuí un pirata.
Su confesión era minúscula ante el chico pues estaba desesperado por quitárselo, lanzando patadas en direcciones aleatorias, rasguñando sus muñecas, estremeciéndose por oxígeno a la merced de su contrario. Si de por sí la noche era un espectáculo estrellado y luminoso, Luffy tardó en diferenciar el cielo oscuro y su borrosa inconsciencia parpadeando de vez en vez.
—Tuve que apostar mis tesoros, mi tripulación y mi barco para salir vivo de mi última aventura en Grand Line... Nos atraparon unos sujetos más fuertes que nosotros, y perdí todo... —Esa palabra hizo referencia a su ojo derecho también, tapado por un humillante parche oscuro que no era parte de un recuerdo agradable.— ¿Crees que será un paseo salir a esas aguas? Me repugna... tu optimismo. Dale utilidad a tu albedrío, dale la oportunidad a esas personas sin motivación buscar su lugar en esta vida que no sea perseguir metas inalcanzables.
Al joven de goma le repugnaba de igual forma esa necesidad de insultar cada rasgo de él. Se oponía a las sandeces que se atrevía a soltar. No le daría la razón a nadie que pensara igual que este raptor. Quería decirle muchas cosas, entre su ahogamiento y la lucha por aire le fue imposible decir algo que no fuesen gruñidos a medias. No podía sentirse compadecido, no le importaba su intento de justificación ¡Un cobarde, un despiadado! Le hubiera exclamado a la cara.
No deseaba saber qué tipo de ideas ruines prevalecían en su rival como para que le anduviera sonriendo de esa manera tan... ajena. Su cabeza empezó a aligerarse, sus extremidades ya no respondían igual incluso si sus convicciones seguían intactas, pero Mister Gideon jamás dejó de extender sus labios de par en par, ¿Qué clase de euforia le daba al tener la vida de alguien en las palmas de sus manos?
Su creatividad o desesperación lo orilló a picarle el ojo bueno al maleante, quien con esa innecesaria táctica de niño malcriado se vio acorralado y aflojó su mano, llevándola a la zona lastimada.
Luffy terminó soltándose de él luego de un puñetazo que lo hizo morderse la lengua. A pesar de que sus piernas aun no conseguían fuerzas, se colocó frente a Gideon que asimilaba lo que estaba sucediendo.
—¡¿Y eso a mí quééé?! —Resonó su voz, desde lo profundo de su pecho, harto de que un adulto sin alma decidiera qué es lo apropiado en su rumbo.— ¡No dejaré... que le robes la libertad a la gente soñadora!
No supo si fue por la frase que usó o el eco palpitante que adormeció sus oídos pero para el bandido, de quien un hilo de liquido rojizo le paseó por la barbilla, fue una tortura. Esta generación de piratas vivían de ilusiones blandas, falta de malicia, ¿piratas soñadores? Qué época distanciada de la actualidad.
Su tiempo y sentidos se vieron tambaleantes al momento en el que un primer golpe lo tomó con la guardia baja, por supuesto de la mano de un chico de goma que ahora lanzaba el segundo, el tercero, el sexto, el noveno y una torrencial lluvia de ataques que parecían salir de todos los lados. Su cuerpo se vio afectado sin dudas, no tuvo reacción ante ello y ni siquiera se dio cuenta de que ya no estaba tocando el suelo.
—¡Ametralladora...!
Luffy prometió que volvería con su equipo y sus promesas no eran un dicho sin gracia. Su audacia se desencadenó en un movimiento final, en el que puso las gotas restantes y agonizantes de su energía. El suelo presenció un terremoto imprevisto, mientras aquella ráfaga de puños hacía su trabajo, a mitad de camino su enemigo abandonó la razón y un desmayo se adueñó de su magullado ser.
—¡Goma-goma!
Durante la riña el pirata no dimensionó que tanto su grito como sus acciones pesaron en el sitio, en el que toda la zona supo de su hallazgo, tal vez no de una manera convencional.
( ... )
—Hey, encontramos a otro...
—¿Ah, sí?
El marine miró a su compañero que apuntaba en dirección a una camilla improvisada y el cuerpo de un vaquero desconocido, pelo negro y una herida en cruz consumiendo su abdomen y pecho. Bueno, un problema resuelto; el mar de sangre era de él pero habían charcos de esta en distintos lugares y no era posible que fuese proveniente de una persona. ¿Dos, tres luchando? Vaya masacre.
—¿Sigue respirando? —Le preguntó acercándose al médico del equipo, quien le pidió espacio con un ademán amable.— Bien, ¿ya saben la identidad?
El resto de la investigación registraba los daños provocados por... Un huracán, o un gigante, no tenían pistas que no fuesen los escombros del epílogo catastrófico. Rodearon el entorno, examinaron los caminos cerrados, los callejones, las paredes quebradas. ¿Y el molino? En pedazos, inexistente. Un ataque en masa.
—Aaah, de eso queremos hablar. Encontramos a los siete delincuentes, esparcidos por la ciudad, noqueados, lastimados... —compartió la sorpresa de su aliado en un rostro palidecido.
—¿¡Qué!? ¿Todos? —La contestación que se le dio fue un encogimiento de hombros, a todo este misterio digno de un teatro.— ¿Están seguros que los testigos no fueron los responsables?
—¡Qué cruel! ¡Ya viste el estado en el que llegaron a la estación!
Iba a recalcar que en efecto: entró un puñado de personas de golpe casi a arrastras aclamando clemencia y rasgándose las vestiduras por un poco de ayuda, justo cuando pensaron que fue un día como cualquier otro en la ciudad de los colores, Acualila ¡y qué show! Su asombro fue gigantesco que estuvieron escépticos a mover un dedo al principio, hasta que escucharon la versión real.
¿Secuestro, trata de personas, esclavitud? Esto daría mala reputación a la isla más cotizada del mar del este. ¡Los periodistas se harían un festín!
El primer marine se vio interrumpido al instante en que uno de los suyos apuntó, abrieron de tal manera la boca que iba a perder la mandíbula, al cielo. Un par de ellos se giraron también y se llevaron las manos a la cabeza. ¿Qué clase de sueño colectivo estaban viviendo?
Un objeto... No. Algo grande y volador, en dirección a la torre principal. Chocó inevitablemente contra el hierro.
—¡La camp-!
No terminó la frase porque la inmensidad de aquel campanazo envolvió a la isla en una sonora explosión, de tal magnitud que probablemente el mar y las ciudades vecinas temblaron bajo el campanario de La Sede.
Ese fue el único día en el que los ciudadanos pudieron presenciar un sonido que rompió el cielo y la serenidad habitual de Acualila.
To be continued…
Diccionario
¹ Sosegar: Tranquilizar, aquietar.
² Estoico: Firme, tranquilo, impasible.
