Capítulo IX

«Su nombre es… ¡BonBon, la inexpresiva!»


—Exhala. —Indicó el doctor reposando el estetoscopio sobre el pecho de su apacible paciente.

Su respiración se escuchó estable y ligera, como la brisa que viene y muere sin mayor importancia. Silenciosa, marginada. Se mantuvo callado hasta que bajó el instrumento, dando su veredicto lo suficientemente fuerte ante los espectadores.

—Justo lo que creí. No tiene nada.

Nami se cubrió el rostro y los demás no estuvieron satisfechos. Los dos liberados y Usopp pensaron lo mismo: ¿Es todo?

—¿Qué quieren que les diga? Es una chica sana, quizás con un poco de comida diaria va a recuperar fuerzas. —Se rió Beacon, cariñoso.

Tomó unos segundos para acariciar a la paciente en la cabeza, entregándole algo de confort luego de exhaustivas revisiones. Por supuesto a pedidos de la navegante que se opuso a creerse que ella estaba bien y la astuta experiencia del médico le decía que era por el obvio asunto: No expresiones, no respuestas. Le provocó risas, ¿qué tan difícil era creer que alguien no fuese explosivo con sus emociones? Si estuviera haciendo daño a otro o a sí misma deberían comenzar a preocuparse de verdad.

—Está bien, pero...

—¿Piensas que es rara? —Interrumpió a Usopp, de quien vio culpabilidad en sus facciones con una gota de sudor en la mejilla.— Déjala estar. Sé que ha estado más tiempo encerrada que nosotros, lo sé porque Tao llevaba tres meses y ella ya estaba con Gideon. —Alegó a favor de la invitada y no escuchó a nadie más quejarse.

El susodicho Tao se hallaba jugando con una pelota a las orillas del Merry, junto a sus compañeros y entre ellos Zoro haciendo que Luffy quedara como un ridículo, después de que cayera sin remedios al césped. Se desataron carcajadas. Nada que una buena tarde de convivencia no quitara el peso de las cadenas.

—Oh, sí, de hecho tenía más tiempo con... ya saben quienes, antes de que nos capturaran a todos. Yo... siempre pensé que era parte de ellos pues nunca estuvo amarrada. —El comentario de Hana, una de las mujeres y profesora de Acualila, provocó que el silencio y la confusión se extendieran bastante.— ¡Eh, b-bueno! ¡No quiero decir que desconfío! ¡Me pareció curioso al inicio! —Un sonrojo cubrió sus cachetes.

Luffy, buscando renovarse con agua o jugo natural, brincó a las barandillas del barco. Por accidente comenzó a escuchar la conversación ¿algo de desconfianza? Miró que ella estaba ahí también y lo primero que pensó fue: "¡Con razón!" Aunque él no veía malas intenciones de esta persona aleatoria del que no sabía el nombre, Sanji se encargaría de echarla así como la trajo de ocurrir un problema.

Caminó a un lado de Usopp. La profesora seguía diciendo que no quería provocar malos pensamientos al grupo, aunque realmente nadie estaba diciendo eso.

—Bueno. Cuando pasas mucho tiempo en esas condiciones, ya no estás herido físicamente. —Beacon detuvo a Hana levantando su mano en señal de despreocupación.— Eso es es cosa de aquí. —se apuntó a la cabeza.

—¡Osea que está loquita! —Luffy abrió su bocota dejando a un lado las formalidades.

Nami se adelantó a callarlo usando su puño, un chichón descomunal se abrió camino en la cabeza de él. El capitán chilló un rato y se frotó esa zona, yendo a endulzarse con lo que sea que estuviera en la cocina ¡nunca le dejan decir nada!

El doctor soltó una risa animada, la paciente no mostró descontento y los otros prefirieron presionar sus labios en una línea recta.

—Señor Beacon, no se ría. ¿Qué va a suceder entonces? —La navegante era la que más intentaba averiguar una solución y no se daba cuenta de que comenzó a involucrarse de sobremanera en la vida de esta niña abandonada.— Cuando tengamos que irnos en tres días, ¿la van a dejar por la ciudad porque es incapaz de decir algo?

—Nami. —El tirador llamó la atención de su amiga antes de que dijera cosas que no.

—Señorita Nami, yo puedo ayudarla a encontrar su hogar hablando con los marine. Puede quedarse en mi casa. ¡Me gusta la compañía!

Usopp suspiró escuchando a esa samaritana; una profesora era más adecuada que la histérica pelirroja de la tripulación. El grupo mostró su aprobación asintiendo la cabeza, excepto Luffy que salía de la cocina con una porción —robada— de tarta en la boca.

—¿No suena bien? —Hana, en su gran carisma, tomó la mano de la jovencita quien apretó sus dedos alrededor de su palma, ambos ojos se encontraron y la mujer sonrió de oreja a oreja.— ¿qué tal si te presto ropa? Tengo algo adecuado. ¡Ya verás!

—"Lindo" —Dijeron todos juntos.

Luffy, incapaz de comprender qué era lo interesante ahí, terminó por tragarse su pedazo de postre. Inclinó la cabeza a un lado. Esta loquita, teniendo a las personas preocupadas ¿no ven que no está interesada en lo que le dicen? Incluso si hablan mal o bien frente a sus narices. Por eso no quiso meterse en el asunto y volvió para jugar.

( ... )

—¡Ta-da!

Hana presentó su nuevo éxito con brazos extendidos: La invitada en un dulce vestido blanco, zapatos de encaje y el cabello mejor recogido y dividido en dos lindas coletas que daba la sensación de nubes oscuras. Su apariencia ya no transmitía tristeza, al menos en la ropa; ese rostro neutro podía dar más de un susto.

—¡Florecita Hanaaa~! —Sanji, cautivado y enamorado tanto de la generosidad de la profesora y de la nueva imagen de la chica misteriosa, irradió sus corazones a todo lo que daba.— ¡Es adorable! ¿Cómo te sientes?

Ella, igual que desde el inicio, no dijo nada pero miró al cocinero por unos momentos, quizás analizando qué clase de baile emocionado era ese. Qué personas tan peculiares, seguramente pensó.

—Ya no se ve desamparada. —Comentó Usopp sin afán de ofender pero sintió un codazo de Nami que le dijo lo contrario.— Se ve... Bien, Hana.

—Y tengo algo más para completar la ropa, que seguro combina.

Al momento que colocó aquel sombrero con curiosas orejas de conejo, hubo un cambio de aire. Ella se tocó la cabeza, notando que este accesorio no era molesto, se sentía diferente. Igual que una capa de protección. Sus dedos palparon las orejitas hasta arriba, estaba examinando esta nueva prenda y su lenta reacción mostró su... ¿agradecimiento? Los demás se dedicaron a adivinar qué quería decir eso.

La chica bajó las manos y respiró profundo, Fue todo.

—¿Ya ves? Una dama.

—Ooh, ¡eso se ve perfecto! Incluso ya no me aterras tanto. —Nami sonrió cerrando los ojos, perdiendo esa incomodidad del principio.— Ahora estás lista para volver al mundo ¿no crees?

Los ojos huecos de la muchacha le dieron un escalofrío a la pelirroja. Pensó que dijo algo inapropiado cuando su contraria habló, en una voz de infinito letargo, aunque dócil como la acaricia de un pétalo.

—No tengo nombre.

Cualquier ruido murió tras la llegada de esa declaración. Sanji casi perdió su cigarro de tanto que bajó la mandíbula, Usopp junto a Hana arrugó la cara con preocupación y Nami solo sintió un agujero en el pecho. No hizo falta explicaciones y no quería preguntar por ellas.

Un mundo cruel que le niega el nombre a alguien es inaudito. Imaginar no tener ni siquiera un alias para ser recordado en algún sitio, le heló los huesos de la impotencia.

—Entonces te daré un apodo.

Repentino. Los demás voltearon a la pelirroja, quien alzaba una inmensa sonrisa con orgullo. No se lo decía como un dueño a su esclavo, si no para darle un lugar en este planeta, empezando por un nombre al que la puedan reconocer a partir de ahora.

—¿Qué tal si te llamo: "BonBon"? ¡Suena a un conejo! Y tú pareces uno, con tu cabello. Además suena tierno ¿no lo crees? —Se inclinó a ella esperando que tomara su muestra de afecto.

Sanji se agarró el pecho en su forma dramática, admirando la dulzura de su hermosa navegante y este momento emotivo. Hana y Usopp rieron contentos, pensando en que era asombroso como no se requería de mucho para conmover al corazón más apático.

—¿Es mío? —Preguntó BonBon, avivando esa chispa de curiosidad que solían tener los niños.

—Por supuesto. —La expresión de Nami se suavizó.— Cuídalo, es tuyo.

La nueva BonBon se tocó el corazón, saboreando esas letras: BonBon. Un sonido agradable, una canción de cuna. Nami se quedó complacida por esta acción, incluso si no era la gran cosa. No se creía una heroína pero seguía siendo humana ¿Qué le quitaba un acto amistoso después de todo?

Quiso presumir este apodo con la sociedad. Vio a Zoro pasearse en la cubierta y lo tomó de objetivo.

—¡Zoro, conoce a BonBon! —Radiante y soberbia, brillaba en su máxima alegría.

—¿Su vida era miserable y decidiste ponerle ese nombre? Qué cruel. —Contestó él a sabiendas de que Nami fue la de la idea, así que se dio el lujo de ser honesto.

Los únicos que se rieron fueron el tirador y la profesora, porque Sanji preparaba una patada que le arrancaría la cabeza de un movimiento y Nami apoyó esa moción.

BonBon parpadeó, imperturbable.

Personas peculiares y nada más. Un pensamiento que se extendió a lo largo de los minutos mientras apreció el cielo.

—". ( ? ) ."—

La mañana siguiente barrió la noche en un abrir y cerrar de ojos, ¿Quién pensaría que los días cotidianos también podían pasar en un aleteo de una simple mariposa? Una que es acelerada y espera a batir las alas en el momento justo. Trae y se lleva paz.

Las olas chocaron la costa formando una tierna sinfonía de la mano con el bailar de las hojas. Horas que se sentían amenas y ayudaban a sanar las lesiones del alma.

El sol empezó a calentar a medida que el mediodía cruzaba el umbral. Nada que el sonido de una hoguera chispeando y el fuerte aroma a carne sobre brasas no arreglara.

Tocaron brochetas de almuerzo y una amarga despedida.

—¿Quééé? ¿Ya se van?

—Así es, sombrero de paja. Venimos a despedirnos, el barco que va a nuestra isla parte pronto. Ya testificamos en contra del grupo de Gideon y estamos lo suficientemente sanos para volver. ¿No es verdad?

Se giró a sus amigos quienes concedieron con un asentimiento de cabeza. Incluso si era una pena alejarse de sus salvadores, que resultaron ser unos tontos simpáticos, era un gusto más grande el regresar a sus verdaderos hogares, junto a sus familias.

—No se preocupen, no dijimos nada de ustedes. De hecho le echaron la culpa al grupo de imbéciles por todo, ¡Lamento que se hayan llevado su gloria!

—¡Para nada, para nada! —Se rieron juntos, luego Luffy retomó.— Bueno, que les vaya bien. Y gracias por cuidar al Merry, ¡Ustedes son geniales! —Extendió la mano y terminó dándole un apretón a su contrario.

—Ustedes lo son. Esperamos verte en los periódicos pronto pero no muerto ¿Está bien?

—¡¿Por quién me tomas, tonto?! —Volvió a soltar una carcajada.

Con eso el grupo se redujo con una sesión de despedidas y palabras de aliento. Cuando antes Sanji debía cocinar para casi quince, de pronto los asientos ya no estaban llenos, aunque en vez de ser algo desalentador, fue una calidez al corazón. Las personas siguen sus propios caminos después de las adversidades y a Luffy le parecía emocionante saber que, tras una tormenta torrencial, la vida no se acaba.

Miró por última vez a los chicos que se alejaban de la costa, confiando que estarían bien a partir de ahora, hasta que la loquita... bueno, ella, le robó la atención como la pasiva ladrona que era.

Su figura esponjosa pululó igual que una polilla inofensiva por las orillas del agua, buscando algo qué hacer o solo perdiendo energías dando vueltas al azar. No dijo nada pero no le quitó la mirada de encima.

Zoro y Usopp mientras tanto sonrieron en dirección a donde sus nuevos amigos se habían ido. Fue bueno que consiguieron aferrarse a sus deseos por vivir al final. En situaciones adversas, una gota de esperanza es lo que quiebra esa muralla de tormento e indecisión.

El tirador pasó sus ojos a Luffy, de inmediato sus labios se fruncieron, indignado, ofuscado.

—Aah, ¿Pero qué está haciendo?

—¿Qué? —Zoro enfocó su vista a lo que señalaba y Dios santo, su frente se arrugó.

El capitán, en su inmensa ingenuidad y un coeficiente intelectual de un solo dígito, fingía no caminar a BonBon, la inexpresiva chica que no le va ni le viene a nadie. Dando pasos aleatorios, miradas inocentes a nada en particular y con las manos en la espalda. ¿Qué estaba planeado ese idiota? Sin embargo, lo dejaron estar, esperando a saber por qué de pronto ponía a la mira a la morena.

Sanji yacía demasiado distraído con Nami y Hana que no le entregó prioridad a esa escena, ni los liberados restantes tampoco.

BonBon, evaluando las nubes y el color del cielo en general, se perdió tanto en su propio mundo que nunca vió al muchacho de goma perturbar su entorno. Era un reto descifrar qué tipo de pensamientos marchaban en su cabeza, que parecía hueca la mayoría del tiempo. ¿Y a lo mejor era verdad? Nadie era valiente para corroborar.

Su espacio se movió con el roce de una piedra pequeña a su hombro, al principio no le prestó importancia, si no hubiera sido por la insistencia. La sacó de sus ensoñaciones y sus ojos llegaron a su izquierda, pasearon por el césped, subieron y los pies de alguien la hizo detenerse ahí.

—Oye. —Luffy estando de cuclillas, se conservó a una distancia prudente pero cerca para ser escuchado. Una sonrisa divertida se dibujó en su cara.— Te van a dejar atrás si sigues así.

La joven creyendo que quería algo importante, se giró por completo a él sin continuar la conversación. Luffy pensó que tal vez era demasiado feo y por eso ella no alzaba la cabeza. Nunca juntaba miradas por más de medio segundo; con él simplemente no buscaba hacerlo. ¿Era molesto? Lo contrario: Llamativo.

Tras no recibir nada de su parte, repitió su acción y lanzó otra piedrita, averiguando por un indicio de vida. Esperaba que ella se moviera, no lo hizo y comenzó a aburrirse.

BonBon se tocó el brazo, quitando la tierra invisible.

—Todos piensan que eres extraña. Lo eres, pero a mi no me importa. —No lo decía por maldad, su sinceridad a veces solía confundirse con desdén. Una de las razones por las que se hallaba amigos y enemigos naturalmente.

Usopp se removió en su sitio. El canto del mar se volvía ajeno cada que su mente le mostraba el peor de los escenarios.

—Debería decirle que se detenga. No es mala persona, solo demasiado inconsciente. —Refiriéndose a Luffy, apretó las cejas.

Zoro alzó la mano, gracias a eso el tirador no hizo nada al respecto.

—Déjalos estar. Ellos son tan distintos que deben aprender a hablarse, además no veo que estén discutiendo.

Su compañero le tomó la palabra, se dedicó a observar la situación como si de una cuerda floja se tratara. Lo que dijo Beacon resonó en sus oídos: Déjala ser.

—¿Cómo tú con Sanji?

—¡¿Eso qué tiene que ver?! —Esa sola mención logró sacar de sus casillas al espadachín.

Y mientras Luffy trataba de entrar en el campo de atención de BonBon, inclinandose a donde ella mirara, sus esfuerzos se vieron en vano pues esta rarita volteaba a otro lado, lo cual más que frustración provocó las risas del pelinegro. Podía hacerlo por el resto del día, no era como si escapar fuese una opción para ambos.

—Así que ¿Qué apodo puedo darte para llamarte? —Descartó algunos ofensivos que sus amigos iban a rechazar en redondo.

Sabía que ella no iba a refutar lo que le dijera y eso era una parte que le agradó, no es que estuviera insultando a quien le daba un alías, ¡Es una característica! La gente debería relajarse.

Luffy levantó las manos encima de su cabeza, ¿Atrapando algo? Para nada. Agarró los hombros de la chica luego de un fuerte ¡Gah! Solo asustando a Usopp y Zoro que a la lejanía le dieron su desaprobación.

—Espabila. —Y se rompió en risas desvergonzado.

—Me llamo BonBon. —Una respuesta tardía que arribó segundos después de lanzar al aire la pregunta pero no dejó indiferente a Luffy.

La voz de la joven pasó desapercibida debajo del calor del día, las olas cruzando el agua y cualquier cosa en el entorno. Él abrió los ojos totalmente, su boca se estuvo en una linea recta e intentó recapitular.

—Mi nombre es BonBon.

De nuevo, como si no la hubiera escuchado. Sus labios se curvados nuevamente en una sonrisa menos burlesca. Una rara pero sin miedo a encararlo.

—Ya veo. —Apartó las manos.— ¡Qué ridículo suena! ¡Te queda perfecto! Y me hago a la idea de por qué. Con ese sombrero y ese peinado, cualquiera lo pensaría... Ah, como Humitos, lo llamo así porque es un tipo de humo, ¡Fue divertido conocerlo en Loguetown!

Ella se agachó pasando de largo de él, quería agarrar esa curiosa piedra de forma singular, su textura no se sintió hostil en su palma así que la miró en muchos ángulos. Luffy siguió en su discurso de Smoker y la genialidad del humo, sin importar que BonBon no pareciera intrigada a su explicación, sabía que lo escuchaba y de ser el caso, la escucharía de vuelta.

Zoro y Usopp suspiraron menos tensos. Lo consideraron una victoria.

—¡Ya está lista la comida! —El llamado de Sanji llegó a oídos del capitán, que parecía tener un imán para estas ocasiones.

—¡Por fin, me muero de hambre!

Ya estaba corriendo al grupo cuando a mitad de camino se giró, viendo a una impávida BonBon poniéndose de pie a su lento ritmo. La nula expresividad de la chica y la sonrisa iluminada de él se encontraron una vez más.

—Espabila, BonBon.

Para la muchacha ser llamada por un nombre fue un sentimiento nuevo, que quería seguir viviendo.

To be continued…