Capítulo XI
«Todos a bordo ¡la sexta tripulante!.»
Las palabras se extendieron más allá de la frialdad nocturna, calando una parte de él sin darse cuenta. No era sorpresa, un poco tal vez. Tardó en entender a lo que se refería: Morir pronto luego de ser salvada. ¿Qué lógica era esa?
—Cuando mueres ya no puedes comer, ¿por qué quisieras eso? —No era bueno tomándose en serio las cosas, si no se trataba de peleas, su ingenuidad y honestidad no serían un consuelo para nadie.
—Da igual a dónde vaya o no. —Por unos instantes la voz de BonBon que siempre gozaba de una parsimonia¹ natural, de pronto se escuchó severa, gracias a sus declaraciones.— Nunca los entenderé a ustedes.
—¿Nosotros?
Quiso creer que se refería a su tripulación, a él, a los liberados, a los ciudadanos. Tenía sentido. Una persona como ella, ajena al mundo, no iba a sentirse parte. Una oveja negada a entrar en el corral.
Odió llegar a esa conclusión, porque el recuerdo de Mister Gideon regresó cuando pensaba que no vería su estúpida cara de nuevo.
"—Dale utilidad a tu albedrío, dale la oportunidad a esas personas sin motivación buscar su lugar en esta vida que no sea perseguir metas inalcanzables."
Le estaría dando la razón de no resolver el asunto. Era difícil odiar, decía él, por primera vez supo que no era verdad.
¿Qué sabía de BonBon a este punto? Fragmentos. No era alguien que se sentara a escuchar historias trágicas, no las necesitaba para ayudar a las personas. Un pequeño motivo era suficiente, es así que había formado su tripulación.
Ahora, ¿Por qué se hallaba confundido si ella era la que podía decidir lo que haría de su vida? Ah, le tenía cierta estima. No solo eso, ¡Ya eran amigos! No tenía una lista de requerimientos para eso. Incluso si antes estaba apartado de la chica, esa barrera imaginaria cayó con la primera conversación que tuvieron.
Y escuchar a un amigo decir que la muerte era una opción... No es la mejor de las sensaciones.
—Escuchame —en un estado serio, Luffy tomó la muñeca de la chica, demasiado brusco.— Si te mueres, te voy a golpear la cabezota. —En su cabeza fue un diálogo apropiado.
No recibió respuestas, en cambio una ola de viento frío cruzó los lares, ninguno tuvo la necesidad de abrigarse. Ambas miradas se mantuvieron a raya hasta que BonBon fue la primera en separarse, bajando la cabeza. No retiró su mano, como si confiara en que Luffy no usaría la fuerza en su contra.
—No es justo que desperdicies tu vida de esa manera ¡Hay cosas allá afuera que son geniales y te las puedes perder! —Acudió solemne² mientras la dejaba ir, que lo escucharan sus amigos, las estrellas, la tierra y el mar. No se quedaría de brazos cruzados ante esta injusticia.— Lucha por tu vida, BonBon. Eres libre, haz lo que quieras.
Ella volteó a otro lado, restándole importancia.
Luffy comenzaba a fruncir los labios en una mueca tonta pero el peso de esta no perdió el objetivo. No era terca sino franca, bastante franca y apática, más de lo que debería.
—¡Tonta! —Le gritó cuando una amargura se apoderó de él.
—Le das valor a una vida que nunca la tuvo.
Dios, ¿Cómo la callaba? Le agradaba su faceta muda ahora. A lo mejor sí, le colocaba mérito a alguien que no lo quería, estaba rechazando la segunda oportunidad de empezar de nuevo. ¿Qué clase de lavado mental le hizo Gideon? Agregó otras razones para detestarlo.
Confirmó que la paciencia no era una de sus virtudes y pensar a profundidad menos. Además olvidó su apetito con toda esta conversación, cosa que era inaceptable.
Él también se giró a mirar el suelo, ofuscado. Apretó la barandilla bajo sus manos y su exaltación sirvió solamente para quitarse el frío. Hablar no es lo suyo, solía decir las cosas que creía eran adecuadas y todo terminaba bien, hasta ahora nunca tuvo inconvenientes. Esto por su parte lo sobrepasó.
¿Qué dirían los demás? "¡No, BonBon! No digas eso! Hay muchas buenas razones para seguir viviendo."
El problema radicó en que él era de acciones, justo es eso lo que lo metía en líos apenas le quitaban la vista.
Esta muchacha a falta de conocimientos y malicia la precedía una indiferencia a su propia existencia, qué manera ruin que vivir. Inconsciente de su propio valor, oponiéndose ante las maravillas del exterior.
Quizás una libertad hueca era igual de desabrida que un grillete al cuello bajo alguna tiranía.
No iba a aceptarlo. Gideon no ganaría esta contienda, no se llevaría a un alma inocente a las penumbras de la incertidumbre y sobretodo no dejaría a una amiga perecer sin haber luchado antes.
BonBon miró las estrellas y las contó, dándole sus propios significados. La hermosura de sus chispas hacían brillar su par de ojos pálidos que no sabían iluminarse por su cuenta. Todo estaba calmado, en una capa de impávida afonía.
Luffy retomó en voz baja, casi con un puchero en sus labios. Tenía una idea que si bien exagerada, ¿Qué podría salir mal?
—Entonces te llevaré por el mundo. —Por primera vez, la chica volteó voluntariamente a él. Su seguridad dejó pequeño al cosmos.— Navega con nosotros y encuentra tu lugar en el mundo durante nuestro viaje.
Sus palabras derritieron una fibra en ella, incluso si su inexpresividad no demostró nada, su realidad vio volcada, no amenazada. Se sintió detrás de sí, como si fuese la espectadora de su propio entorno y que esa propuesta yacía dirigida a su cáscara llamado cuerpo.
Esa noche le fue imposible dormir.
( ... )
Nami se despertó primero que todos en la tripulación y los invitados. Estiró los brazos, saludó la mañana con buen ánimo y salió a la cubierta, que estaba más reluciente que un diamante en bruto. El sol trepaba las colinas tímidamente, los primeros rayos se sentían caricias rejuvenecedoras. Si el día resultaba perfecto, procederían a partir.
Ah, qué lindo cuando el Merry se veía igual que un barco nuevo y de paquete...
—"Espera. Que yo sepa nadie limpió ayer..." —Despertó el cerebro y en efecto, no recordaba que alguien hubiera tocado la escoba anteriormente.— "¿Llovió y no lo escuché?"
No, los rastros de la lluvia imaginaria no estaban. Entonces, lo atribuyó a una cosa: Alguien despertó más temprano que ella y se dejó la mano en esto. Porque culpar a un fantasma no sería maduro de su parte.
Paseó un rato, averiguando un indicio de lo sucedido. Sus dedos se deslizaron por las barandillas, donde la madera se sentía renovada. Las manchas que ya eran parte de la familia tampoco sobrevivieron a la masacre de suciedad. ¿Qué ángel había venido a darles ese regalo?
Encaminó sus pasos a la segunda planta de la parte trasera y todas sus preguntas se resolvieron fácilmente en una persona: BonBon.
Aquella joven callada que en un principio no le transmitió buenas energías, de repente estaba exprimiendo la agua de un trapo sobre un cubo y terminando de quitar el polvo restante del suelo, dándole la espalda.
Su primera reacción fue levantarla pues no iba a permitir que su integridad se viera afectada de nuevo. Sacarla del infierno y obligarla a hacer lo mismo no era un trato justo.
—BonBon, ¿Qué estás haciendo? —Preguntó Nami, no queriendo sonar como lo hizo, demandante.— Deja eso ¿Alguien te dijo que limpiaras? ¿Quién fue?—A nada de levantar a todos con una olla y una cuchara, observó que la del sombrero alzó el trapo.
—Merry estaba... Sucio. —Indicó con su gentileza y sinceridad intactas.— Quería darle las gracias de alguna manera.
La pelirroja la soltó, boquiabierta y en el segundo donde las palabras quedaron de sobra, escuchó su corazón fragmentarse de la culpa. No sabía de qué forma responderle y apresurarse a los hechos tan alarmada le tiñó de vergüenza las mejillas.
—Pero... No tenías que hacer esto. ¿No has dormido? —Miró a sus preciadas plantas de mandarinas que resplandecieron como si su madre las hubiera plantado recién. No negaría el sentimiento dulce que se instaló en su pecho.
Las mandarinas lucían de lo más apetecibles, el cuidado especial que le prestó a la planta no era cosa de un novato.
Tomó las manos de su amiga queriendo saber el estado de estas y sin dudas el esfuerzo sobre sus palmas parecía la evidencia que solo años de trabajo marcarían en alguien.
—BonBon, tú no...
—Navegante.
Nami levantó la cabeza una vez escuchó esa voz melódica hablarle con la ternura que se usaría en una niña desorientada. Fue cálido como el roce del sol calando su figura.
—Está bien. —Le aseguró BonBon sin lugar al arrepentimiento.
La boca de Nami estaba en un arco hacia abajo, sus ojos vidriosos y se limitó a sorber su nariz, aguantando firmemente las ansias de llorar hasta el anochecer. No sabía si era obra de un ser celestial que le trajo a este inmaculado ente a la tierra pero su felicidad lo decía todo.
—Gracias a ti, BonBon. —Dijo luego de recuperar la compostura con una sonrisa menos afligida.
—". ( ? ) ."—
Cuando el sol yacía en su máximo apogeo en los azules del cielo y las pinceladas blancas de las nubes, sabían que este era su momento de partir. Las heridas se habían cicatrizado lo suficiente, los ánimos subieron con la llegada de un día nuevo y los mares daban buenos augurios. El viento iba a su favor, Grand Line estaba a la vuelta de la esquina.
Merry resplandecía, sus colores se habían avivado en cuestión de horas. El barco de unos aventureros osados que se despedía de la ciudad arcoíris y sus bellezas, Acualila.
—¿Ya tienen todo? ¿No necesitan más?
—No te preocupes Hana, estaremos bien. Gracias por la ropa y los recuerdos, ¡Se ven increíbles! —Agradeció Nami moviendo de lado a lado su mano, con sus labios estirados en la sonrisa más bonita que haya dado.
—Espero que los suministros les sirva. Cuidado en esas aguas, son hostiles y las personas son peores... Es un mundo diferente al de aquí. —Beacon, debajo de sus facciones arrugadas, tenía una expresión de alegría apagada.
—Eso ya lo veremos ¡Ah, y gracias por las flores! Huelen muy bien. Finalmente no voy a oler la mugre de Luffy y el cabeza de musgo todo el día. —Sanji le dedicó un besito volador a la profesora.
—¡¿Qué dijiste?!
—Ouh, no pusimos las flores... —Aclaró Hana antes de que Zoro cortara en átomos al cocinero. Miró al doctor que encogió los hombros.— De hecho fue BonBon.
La susodicha, en medio de los dos, levantó la cabeza. No dijo nada por el momento y para ella era suficiente saber que esas flores tendrían un hogar dentro del barco.
Los tripulantes le entregaron una mirada de ternura y todo la emoción del entorno se vio comprometida gracias el griterío del capitán, que entró en escena estirando los brazos.
—Bueno, ya recogimos todo. ¡Vámonos! —Rodeó a BonBon y se la trajo a la cubierta con ellos, omitiendo explicaciones y despedidas alargadas.
A diferencia de Beacon, los ojos de los demás se salieron de sus órbitas y sus mandíbulas chocaron contra el piso. La pregunta era demasiado obvia.
—¿No se los mencioné? Es nuestra nueva compañera ¡Ya la conocen! —Dijo totalmente satisfecho con su decisión.
—¡¿Pero por qué?! —La pobre Nami no se oponía, solo que la sorpresa fue más grande que su preocupación.
—¡Para conocer los mares con nosotros! Además puede ser la florista de la tripulación, ¿Ya vieron que las plantas tienen diferentes usos y huelen a bonito? —Y desde luego, Luffy no necesitaba otras causas incluso si no tenía la remota idea sobre flores. El desinterés de su risa despejó las dudas.
—¡Pero BonBon! ¿De verdad quieres ir con ellos? —Hana se sostenía el corazón, se había encariñado tanto que alejarse hirió una parte de sí misma.
—No tengo opción.
Luffy se volvió a reír, orgulloso de saber que eligió el camino fácil. ¡Ya no esperaba a aventurarse con la nueva miembro! Y tras acatar la orden del capitán, los otros aceptaron el hecho alzando sus sonrisas. Una más no les venía mal.
—La verdad no me cae mal. —Declaró decidido Zoro. Le daba igual si esta niña de mirada penetrante entraba al equipo o no, no le suponía un obstáculo y por la firmeza de Luffy, tal vez sería interesante.— Pero más le vale aprender a convivir con cejas de tornado.
—¡Aay, agarrenme o lo mato!
En lo que los dos rivales se decidían si batirse a duelo o no, Usopp contento y confiado rodeó a BonBon con un brazo, como si no hubiera estado renuente a socializar al inicio, ¡Pero las cosas dieron vueltas! Y él debía aprender de sus errores.
—¡Qué más da! ¡Ser pirata es divertido! Ya lo verás. Y si tienes problemas, puedes confiar en el capitán Usopp. —Hinchó su pecho creyéndose su propia mentira. Nami rió conmovida.
En cambio Hana no podía escapar de esa desdicha, que oprimía su pecho sin explicación alguna. ¿Por qué no estaba igual de emocionada que ellos? A lo mejor la idea de tener una compañera le había dado más ilusión de lo que debería. Qué infantil, se dijo ella. Beacon le puso la mano al hombro, diciéndole en su silencio que estaba bien, una partida es dolorosa.
La maestra terminó de convencerse. Esta muchacha carente de metas podría encontrar su motivación en el océano, este mundo extenso jamás llegaría a decepcionar a los desorientados. Depositó su confianza en los sombrero de paja.
—BonBon.
Atendió a su llamado y la miró desde arriba. Hana lloraba esperanzada.
—Sé feliz.
BonBon tardó en responder pero bastó un asentimiento de cabeza para que la mujer pudiera saber que valdría la pena.
Tanto ella como el médico agitaron las manos al mismo tiempo que el barco se alejaba de la costa, el viento y el mar hicieron lo suyo; Merry empezó a navegar otra vez. El cielo nunca se miró tan despejado y se sintió el entusiasmo en el aroma marino.
Acualila volvió a ser esa pintura campestre a la lejanía y los recuerdos en ella tomaron significados cariñosos. La ciudad de los colores, el sitio multicolor que quedó atrás.
Una compañera nueva y lugares desconocidos, ¿Qué estaría esperándolos a futuro? Se extendieron las velas, el rumbo apuntaba a los horizontes inexplorados de las islas.
¡Grand Line!
—¡Bien! —De un salto Luffy llegó a la cabeza de Merry, en donde levantó los brazos emocionado y dispuesto a descubrir su siguiente parada.— ¡Allá vamos! —Su voz recorrió los kilómetros de los caminos por haber.
Su tripulación imitó la acción brincando en júbilo y BonBon experimentó por primera vez la brisa que solo un pirata era capaz de apreciar. Estos piratas la acogieron de un modo... Suave. Sí fue eso, una sensación suave directo a lo que siempre señalan como corazón. Fue un alivio, sentimientos no le faltaban después de todo...
Pensó que sería un reto hallar su pasión en el venir de los diversos viajes, de pronto los vio a ellos y supo que, en risas tontas y personas amenas, ya lo había encontrado.
The end…
Diccionario
¹ Parsimonia: Lentitud y sosiego en el modo de hablar u obrar.
² Solemne: Serio, formal, firme.
