Gilbert repasó sus acciones, tratando de encontrar cuáles fueron sus errores en sus anteriores planes... Tal vez que ni siquiera eran planes. Por eso decidió que no podía simplemente ir y molestar a su hermano mientras este estudiaba en la biblioteca. Primero porque la Señora Pince se molestaría por el ruido o su hermano lo sacaría a la fuerza. Ya lo había intentado.
Era hora de buscar ayuda externa y no hay nadie mejor que aquella persona que duerme con el enemigo.
Bueno, en la habitación del enemigo, pues es mujer también.
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Alguien había osado perturbar la paz del pasillo que tenía el retrato de la Dama Gorda custodiando la entrada, por ello que el chico ese Hérderváry la llamó con fastidio. No con ella, estaba molesto con la persona que vio cuando fue a revisar quién venía tan tarde en la noche. Creyó que alguien olvidó la contraseña y como estaba ahí abrió, pero no era alguien de su casa, a lo que le cerró la puerta en la cara.
—El tonto de Slytherin.
¿Qué hacía un Slytherin en la torre Gryffindor? Y lo más importante ¿por qué contarle a ella, hasta el punto de llamarla por medio de otra chica? Héderváry tuvo el cuidado de no subir la voz, porque sabía que si otros oían eran capaces de ir a enfrentarlo.
—Y con lo idiota que es ese, seguro buscará pelea —bufó el chico de ojos verdes. Podía confiar en su palabra, ya que parece que el pelo castaño cenizo conocía al chico desde antes de Hogwarts. —Dice que quiere hablarte de algo importante.
