Capitulo 2


Sasuke

—¿Estás listo? Tenemos que escabullirnos en una boda —dije, sonriendo abiertamente.

La emoción chisporroteaba bajo mi piel, un fuego bajo que ardía cada vez más a medida que me acercaba a mi objetivo.

Naruto suspiró, revisando su arma y metiéndola de nuevo en su funda.

—Tan listo como lo estaré alguna vez para esta locura.

—La genialidad y la locura son a menudo intercambiables. Ambos han alimentado los mayores eventos en la historia humana.

—Creo que me molestas más cuando suenas como Itachi con tu propia locura patentada —dijo Naruto— No puedo creer que esté a solo unos kilómetros de mi padre y no puedo hacerlo pedazos.

—Lo harás. Mi plan te lo traerá al final.

—No me gusta la parte de "al final". Tengo el presentimiento de que este plan va más allá de matar a mi padre y castigar a la Organización.

Me recosté contra el asiento del auto.

—¿Y entonces de qué iría?

Naruto se encontró con mi mirada.

—De ti consiguiendo poner las manos en la sobrina de Jiraiya por cualquier razón demente que tengas.

Mi boca se detuvo con una sonrisa oscura.

—Sabes exactamente por qué la quiero.

Naruto se recostó en su asiento, con expresión tensa.

—No creo que ni siquiera tú sepas exactamente por qué la quieres. Pero sí sé que la chica pagará por algo de lo que no es responsable.

—Es parte de nuestro mundo. Nacida y criada para ser la madre de más bastardos de la Organización. Nacida y criada para obedecer como una oveja descerebrada. Fue educada para seguir a su pastor sin dudarlo. Solo la guio hacia una manada de lobos. Ese es el error de los pastores, y por eso ella será destrozada.

Naruto negó con la cabeza.

—Mierda, Sasuke. Eres un maldito loco.

Envolví mis dedos alrededor de su antebrazo, sobre su tatuaje de la Camorra: el ojo y la espada.

—Eres uno de nosotros. Sangramos y morimos juntos. Mutilamos y matamos juntos. No olvides tu juramento.

—No lo haré —dijo simplemente.

Lo solté entonces. Mis ojos moviéndose al frente del hotel donde los padres de Sakura, Meubiki y Kizashi Haruno, acababan de salir por la puerta con una joven de cabello oscuro entre ellos.

Vestida con atuendo de noche para la boda del año, Meubiki se parecía mucho a su hermano. Alta, y orgullosa.

Tan jodidamente orgullosa y controlada.

—No nos llevará mucho —dije, mirando hacia la calle donde estaba el auto con mis dos soldados esperando.

Naruto puso las llaves en el encendido mientras observábamos cómo se alejaban los Haruno.

—Su gemelo estará con ella —dijo—. Y luego está el guardaespaldas.

Mis ojos evaluaron al chico de mediana edad al volante de una limusina Bentley estacionada en la entrada del hotel. Tenía un maldito arreglo floral en el capó.

Flores blancas. Quise aplastarlas debajo de mis botas.

—Me están haciendo muy fácil averiguar el auto de la novia —dije con una carcajada.

—Porque no esperan un ataque. Nunca antes se ha hecho. Los funerales y las bodas son sagrados.

—Ya han habido bodas sangrientas antes. Deberían saberlo.

—Pero esas bodas se volvieron sangrientas porque los invitados se pelearon entre sí. No creo que nadie haya atacado alguna vez una boda, especialmente a la novia, a propósito. El honor lo prohíbe.

Reí entre dientes.

—Somos la Camorra. Tenemos nuestro propio conjunto de reglas, nuestra propia idea de honor.

—Creo que hoy se darán cuenta de eso —dijo con fuerza.

Mis ojos escudriñaron el frente del hotel. En algún lugar detrás de sus ventanas, Sakura estaba preparándose para su boda. Sería acicalada a la perfección, una aparición en blanco.

No podía esperar para poner mis manos en ella, manchar el tejido perfectamente blanco en rojo sangre.

Sakura

—No tienes que estar asustada, cariño —dijo mamá en voz baja de modo que Tenten no la escuchara.

Mi hermanita estaba ocupada tirando de los pasadores que mantenían su cabello en su lugar sobre su cabeza, haciendo una mueca.

—No lo estoy —dije rápidamente, cosa que era una mentira.

Muy pocas cosas lograban asustarme.

No es que estuviera demasiado nerviosa por dormir con Neji, sino que ya estaba nerviosa y preocupada por avergonzarme a mí misma.

No me gustaba ser mala en las cosas, y lo haría mal ya que no tenía experiencia.

Me dio una mirada de complicidad.

—Está bien estar nerviosa. Pero es un hombre decente. Jiraiya siempre habla en términos radiantes sobre Neji—Mamá intentaba sonar casual, pero fracasó estrepitosamente.

Acarició mi cabello como solía hacerlo cuando era una niña.

Ambas sabíamos que había una diferencia entre ser un hombre decente y un soldado leal a la Organización.

El tío Jiraiya probablemente estaba basando su juicio de Neji en esto último.

No es que importara.

Neji siempre había sido un caballero, y sería mi esposo en unas pocas horas.

Era mi deber someterme a él, y lo haría.

Aunque lo detestara...

Mi peluquera tomó el lugar de mamá y comenzó a arreglar mi cabello rosa, adornándolo con perlas y cadenas de oro blanco.

Mamá notó que Tenten peleaba con su peinado y se movió rápidamente hacia ella.

—Tenten basta. Ya has desenredado algunas hebras

Tenten dejó caer sus manos con una mirada resignada. Luego sus ojos marrones encontraron los míos.

Le sonreí en respuesta.

Evitando las manos alzadas de mamá, vino a mi lado y me miró.

—No puedo esperar para ser una novia.

—Primero, terminarás la escuela —bromeé. Solo tenía once años y aún no la habían prometido a nadie.

Para ella, las bodas solo se trataban de verse bonita y el caballero con el que se casaría.

Envidiaba su inocencia... en muchos sentidos.

—Listo —anunció la peluquera y dio un paso atrás.

—Gracias —dije. Ella asintió y salió rápidamente, dándonos un momento.

El vestido era absolutamente impresionante.

No podía dejar de admirarme en el espejo, girando de izquierda a derecha.

Las perlas y el hilo bordado de plata atraían la luz maravillosamente, y la falda era de ensueño compuesta por varias capas del tul más fino.

Mamá negó con la cabeza, las lágrimas empañando sus ojos.

—Mamá, no llores —le advertí—. Vas a arruinar tu maquillaje. Y si empiezas a llorar, también lloraré y entonces mi maquillaje también se arruinará.

Mamá asintió, parpadeando varias veces.

—Tienes razón, Saku. —Se secó los ojos con la esquina de un pañuelo.

Mamá no era una persona emocional. Era como su hermano, mi tío Jiraiya. Tenten me sonrió radiante.

Un golpe sonó y papá asomó su cabeza. Se quedó helado y entró muy despacio.

Me evaluó sin decir una palabra. Podía ver la emoción nadando en sus ojos, pero nunca la mostraría abiertamente.

Se acercó y llevó dos dedos a mis mejillas.

—Palomita, eres la novia más hermosa que he visto en mi vida.

Mamá enarcó las cejas en señal de sorpresa.

Papá se echó a reír y tomó su mano, besándole los nudillos.

—Meubiki, por supuesto que también fuiste una novia impresionante.

—¿Qué hay de mí? —preguntó Tenten—. ¿Tal vez voy a ser aún más hermosa?

Papá levantó un dedo.

—Tú serás siempre mi pequeña hija. No hay matrimonio para ti.

Tenten puso mala cara y papá sacudió la cabeza.

—Ahora tenemos que irnos a la iglesia. —Besó mi mejilla y luego tomó la mano de Tenten.

Los tres salieron a la vez, y mamá se volvió una vez más, y me dio una sonrisa orgullosa.

Taro apareció en la puerta, vestido con un traje negro y corbata roja.

—Te ves apuesto —le dije y sentí una oleada de melancolía.

Estaría a cientos de kilómetros de mí una vez que me mudara a la villa de Neji en Indianápolis.

—Y tú te ves hermosa —dijo en voz baja, sus ojos evaluándome de pies a cabeza. Se apartó del marco de la puerta y avanzó hacia mí, con las manos en los bolsillos—. Va a ser extraño sin ti.

—Le diré a Tenten que te mantenga en línea.

—No será lo mismo.

—Te casarás en unos años. Y pronto estarás más ocupado con el negocio de la mafia. Ni siquiera vas a notar que me he ido.

Taro suspiró y luego miró al Rolex que papá le había dado por su iniciación hace cinco años.

—También tenemos que irnos. Se supone que la ceremonia comenzará en cuarenta y cinco minutos. Nos llevará al menos unos treinta minutos para llegar a la iglesia.

La iglesia estaba fuera de los límites de la ciudad. Quería que la celebración tuviera lugar en un granero renovado en el campo, rodeado de bosque, no en la ciudad.

Asentí y después comprobé mi reflejo una vez más antes de tomar su mano extendida.

Salimos de la suite con nuestros brazos entrelazados y bajamos al vestíbulo del hotel.

La gente seguía mirando en mi dirección, y tenía que admitir que estaba disfrutando de su atención.

Y justo en este momento más que nunca quería que el, estuviera aquí conmigo, es la única persona que me hace falta.

El vestido había costado una pequeña fortuna. Era justo, ya que muchas más personas de lo posible me verían en él.

Esta boda era el evento social más grande en años de la Organización.

Taro abrió la puerta del Bentley negro para mí, y me deslicé en el asiento trasero, intentando recoger la falda de mi vestido a mi alrededor.

Taro cerró la puerta y se acomodó al frente junto al conductor, mi guardaespaldas.

Kisame me miró por el retrovisor, sabía lo que quería decirme con esa mirada y yo asentí simplemente.

Ya no había vuelta atrás.

Nos alejamos y mi estómago reventó con mariposas. En menos de una hora sería la esposa de Neji.

Todavía parecía imposible.

Pronto, los edificios altos dieron paso al campo ocasional y muchos árboles.

Taro se removió en el asiento delantero, sacando su arma.

—¿Qué pasa? —pregunté.

Aceleramos. Taro miró por encima del hombro, pero no a mí. También me di la vuelta y vi un auto acercándose detrás de nosotros con dos hombres en él.

Pum-Pum, Pum-pum.

Cálmate, Cálmate ya Sakura.

Taro sacó su teléfono y se lo llevó a la oreja.

Antes de que pudiera decir algo, otro auto vino del costado y chocó con nuestro maletero.

Salimos girando. Grité aferrando el asiento a medida que el cinturón se me clavaba en la piel.

—¡Abajo! —gritó Taro.

Me desabroché el cinturón y me lancé hacia adelante, con los brazos sobre la cabeza chocamos con otra cosa y entonces nos detuvimos.

Taro bajo del auto y empezó a disparar y mi guardaespaldas hizo lo mismo.

¿Qué estaba pasando?

Las ventanas se rompieron, y siseo entre dientes cuando fragmentos de vidrio cayeron sobre mi piel.

Un pitido llena mis oídos y mi corazón empieza a latir de manera desenfrenada.

—¿Taro? —grité.

—¡Corre, Saku!

Luché con la puerta y me hundí en el suelo a su lado, tocándolo.

—¿Taro?

Él me dio una sonrisa tensa.

—¿Quién me quiere? —pregunté parpadeando, sin comprender. Disparó a nuestros atacantes una vez más.

—¡Corre!

Me puse de pie. Si me querían, me seguirían si corría y dejaba a Taro solo.

Me quité los tacones, agarré mi vestido y comencé a correr tan rápido como pude.

Los pétalos blancos del arreglo floral destruido se pegaron a mis dedos.

Nadie me disparó. Eso significaba que me querían viva, y sabía que eso no podía ser algo bueno.

Giré a la derecha, donde se extendía un bosque frente a mí.

Era mi única oportunidad de perderlos.

Mi respiración salía en jadeos cortos.

Estaba en forma y era una buena corredora, pero me frenaba la pesada tela de mi vestido.

Las ramitas tiraron del vestido, rasgándolo y haciéndome tropezar.

Detrás de mí resonaron unos pasos más pesados.

Pero no me atreví a mirar por encima del hombro para ver quién estaba persiguiéndome.

Los pasos se acercaban cada vez más a mí. maldita sea.

Este vestido me estaba haciendo ir demasiado lento.

¿Taro ya habría pedido refuerzos?

Y luego un pensamiento peor desterró el último.

¿Y si Taro no lo logró?

Giré a la derecha, decidiendo volver corriendo al auto otro conjunto de pasos se unió al primero.

Dos perseguidores.

La adrenalina se disparó en mis venas, pero no me detuve.

Una sombra apareció por el rabillo de mi ojo, y de repente una figura alta vino de mi lado.

Giré a la derecha, decidiendo volver corriendo al auto otro conjunto de pasos se unió al primero.

La fuerza me hizo perder el equilibrio y caí al suelo.

Un cuerpo pesado aplastó el mío.

Me quedé sin aire en los pulmones y mi visión se volvió negra por el impacto de aterrizar con fuerza en el suelo del bosque.

Mi mente me juega en contra recordarme que puedo salirme de esto fácilmente, pero también me recuerda el porque no puedo.

Apretó los dientes y negué internamente... no podía maldita sea.

Comencé a patear, a golpear, arañar y grité a todo pulmón.

Pero unas cuantas capas de tul cubrían mi cara y dificultaban el movimiento.

Si papá y Jiraiya hubieran llegado con refuerzos, necesitaban escucharme para poder encontrarme.

Una mano se cerró sobre mi boca, y la mordí.

—¡Mierda!

La mano se apartó y la voz me resultó muy familiar, pero no pude ubicarla por la adrenalina que estoy sintiendo.

Las capas de tul todavía obstruyen mi vista.

Divisé dos formas por encima de mí.

Altas. Una oscura, una rubia.

—Tenemos que darnos prisa —gruñó alguien.

Un escalofrío me recorre la espalda ante la dura brutalidad de la voz, lo he escuchado antes ¿Pero en dónde?

Un peso pesado se asentó en mis caderas, y dos manos fuertes agarraron mis muñecas, empujándolas hacia abajo en el suelo.

Intenté retroceder, pero una mano se acercó a mi cara. Intenté morderla una vez más, pero no lo alcancé.

Mi rango de movimiento estaba limitado con mis brazos sobre mi cabeza.

Me quitaron el tul de mi cara, y finalmente pude ver a mis asaltantes.

El hombre sentado en mis caderas tenía cabello negro y ojos negros y una cicatriz en su cara.

La mirada que me dio envió una nueva ola de de adrenalina a través de mi cuerpo.

Lo había visto antes, pero no estaba segura de dónde.

Mis ojos se dirigieron al otro hombre sosteniendo mis manos hacia abajo, y me quedé inmóvil. Conocía al hombre rubio y esos ojos azules. Naruto Uzumaki, el niño con el que solía jugar cuando era más joven. El niño que había escapado y se unió a la Camorra.

Y finalmente, lo comprendí.

Mi mirada se dirigió nuevamente al hombre de cabello negro. Sasuke Uchiha, Capo de la Camorra.

Me sacudí violentamente, una nueva ola de adrenalina dándome fuerza.

Me arqueé, pero Sasuke no se movió ni un poco.

—Cálmate —dijo Naruto. Una de sus manos sangraba de donde lo había mordido.

¿Calmarme? ¿Calmarme? ¡La Camorra intentaba secuestrarme!

Abriendo la boca, intenté gritar de nuevo. Esta vez Sasuke tapó mi boca antes de que tuviera la oportunidad de lastimarlo.

—Dale el tranquilizante —ordenó

Sacudí la cabeza frenéticamente, pero algo me pinchó en el interior del codo y perforó mi piel.

Mis músculos se pusieron pesados, pero no me desmayé completamente.

Me soltaron y Sasuke Uchiha deslizó sus manos debajo de mí, enderezándo se conmigo en sus brazos.

Mis extremidades colgaban flojamente a mis costados, pero mis ojos permanecieron abiertos y fijos en mi captor.

Sus ojos oscuros se posaron en mí brevemente antes de que comenzara a correr.

Los árboles y el cielo se precipitaron sobre nosotros a medida miraba hacia arriba.

—¡Sakura! —escuché a Taro en la distancia.

—Taro —jadeé, apenas un sonido.

Entonces papá.

—¿Saku? Saku, ¿dónde estás?

Sonaron más voces masculinas, viniendo a salvarme.

—¡Más rápido! —gritó Naruto—. ¡A la derecha!—Las ramitas se rompían bajo las pisadas.

Sasuke respiraba más pesado, pero su agarre sobre mí se mantuvo firme.

Salimos del bosque hacia una calle.

Y de repente, unos neumáticos chirriaron y la esperanza me llenó, pero se estrelló cuando me metieron dentro de un vehículo en el asiento trasero, y Sasuke se deslizó a mi lado.

—¡Conduce!

Me quedé mirando el techo gris del auto, con la respiración entrecortada.

—Vaya, vaya, qué hermosa novia eres —dijo Sasuke.

Levanté mis ojos y me encontré con los suyos, deseando no haberlo hecho porque la sonrisa torcida en su rostro solo hacia que ese pitido en mis oídos aumentará. Y después me desmayé.

Sasuke

Sakura se desmayó a mi lado. La contemplé de cerca.

Ahora que no estaba golpeando o gritando, podía admirarla como se merecía una novia.

Manchas de sangre salpicaban su vestido como rubíes y estropeaban la cremosa piel en su escote.

Pura perfección.

—Parece que los hemos despistado—murmuró Naruto.

Mis ojos fueron atraídos hacia la ventana trasera, pero nadie nos seguía por el momento.

Tuvimos heridos, no matamos a los dos acompañantes de Sakura, de modo que parte de las fuerzas perderían tiempo atendiendo a sus lesionados.

—Es tremendo pedazo de culo —comentó kibimaru desde detrás del volante.

Me incliné hacia adelante.

—Y nunca más la volverás a mirar a menos que quieras que te arranque los globos oculares y te los empuje por el culo. Una puta palabra más faltándole el respeto y tu lengua acompañará a tus ojos, ¿entendido?

Kibimaru asintió bruscamente.

Naruto me miró con una expresión curiosa.

Me eché hacia atrás y volví mi mirada hacia la mujer acurrucada a mi lado en el asiento.

Su cabello estaba sujeto firmemente a su cabeza como si incluso esa parte de ella necesitara ser domada y controlada, pero un mechón caprichoso se había liberado y enrollado salvajemente sobre su sien.

Lo envolví alrededor de mi dedo.

No podía esperar a descubrir qué tan sumisa era Sakura en realidad.

Llevé a una inerte Sakura a la habitación del motel y la puse en una de las dos camas.

Alcanzando una ramita que se había enredado en su cabello, la quité antes de deshacer su peinado, dejando que su cabello se derramara sobre la almohada.

Me enderecé.

Naruto suspiró.

—Cavallaro buscará venganza.

—No van a atacarnos mientras la tengamos. Es vulnerable y él sabe que no podrá sacarla de Las Vegas con vida.

Naruto asintió, sus ojos desplazándose a Sakura, que estaba recostada inerte en la cama, con la cara inclinada hacia un lado, su largo y elegante cuello desplegado.

Mi mirada bajó hasta el fino encaje sobre el suave oleaje de sus senos.

Un vestido de cuello alto. Modesto y elegante, nada vulgar o demasiado sexy para la sobrina de Jiraiya, y sin embargo, habría puesto de rodillas a muchos hombres.

Parecía un puto ángel con su cabello rosa y piel pálida, y el vestido blanco solo enfatizaba esa impresión. El epítome de la inocencia y la pureza. Tuve que contener una carcajada.

—¿Qué estás pensando? —preguntó Naruto con cautela mientras seguía mi mirada hacia la novia.

—Que no podrían haber enfatizado aún más su inocencia si lo hubieran intentado—Me acerqué más, mi mirada arrastrándose por sus estrechas caderas—Prefiero las manchas de sangre en su vestido.

—Era su boda. Por supuesto que enfatizarían su pureza. Sabes cómo es. Las chicas en nuestros círculos son mantenidas protegidas hasta que entran en matrimonio. Deben perder su inocencia en su noche de boda. Cavallaro y su prometido probablemente harán cualquier cosa para asegurarse que regrese sin ser tocada, Neji es lugarteniente, su padre es lugarteniente. El maldito Jiraiya Cavallaro es su tío. Sin importar lo que les pidas, ellos accederán. Si les pides que entreguen a mi padre ahora mismo, lo harán y nos libraremos de ella.

Negué con la cabeza.

—No voy a pedir nada todavía. No voy a ponérselos tan fácil. Atacaron Las Vegas. Intentaron matar a mis hermanos, intentaron matarte a ti y a mí. Trajeron la guerra a mi ciudad, y yo llevaré la guerra en medio de ellos. Los destruiré desde adentro. Los romperé.

—¿Cómo?

Lo contemplé. El indicio de cautela en su voz era apenas perceptible, pero lo conocía bien.

—Al romper a alguien que se supone deben proteger. Si hay una cosa que sé, es que incluso los hombres como nosotros rara vez se perdonan a sí mismos por dejar que las personas que supuestamente deben proteger salgan lastimadas. Su familia se volverá loca de preocupación por ella. Se preguntarán todos los días lo que le estará pasando. Se imaginarán cómo está sufriendo. Su madre culpará a su esposo y hermano. Y ellos se culparán a sí mismos. Su culpa se extenderá como el cáncer entre ellos. Y yo alimentaré su preocupación. Los destrozaré.

Naruto bajó la mirada hacia Sakura, que comenzó a agitarse ligeramente.

El rasgón en su vestido de novia se movió, exponiendo su larga pierna desnuda.

Llevaba una liga de encaje blanco. Naruto alcanzó la falda de su vestido y cubrió su pierna.

Incliné mi cabeza hacia él.

—Es inocente —dijo neutralmente.

—No va a volver con ellos tan inocente —dije sombríamente.

Naruto se encontró con mi mirada.

—Lastimarla no romperá a la Organización. Se unirán aún más para derribarte.

—Ya veremos —murmuré—. Llamemos a Itachi y veamos qué ruta elegir a continuación.

Naruto y yo nos dirigimos hacia el escritorio y pusimos el teléfono en el altavoz.

Acabábamos de terminar nuestra llamada cuando Sakura gimió.

Nos volvimos hacia ella.

Despertó con un sobresalto, desorientada y había algo en su respiración y su mirada que no logro descifrar con exactitud.

Parpadeó lentamente hacia la pared y luego hacia el techo.

Sus movimientos eran lentos y perezosos.

Su respiración se aceleró, y miró hacia su cuerpo, sus manos palpando sus costillas y luego más abajo, apoyándose en su abdomen... Como si pensara que la habíamos follado mientras estaba desmayada.

Supongo que tenía sentido.

Aunque habría estado adolorida.

—Si sigues tocándote de esa manera, no seré responsable de mis acciones.

Su mirada se disparó hacia nosotros, su cuerpo poniéndose rígido.

—No te tocamos mientras estabas inconsciente —le dijo Naruto.

Sus ojos se lanzaron entre él y yo. Era obvio que no estaba segura de poder creerle.

—Sabrías si Naruto o yo te hubiéramos follado, créeme, Sakura.

Ella apretó los labios, el disgusto arremolinándose en sus ojos verdes.

Comenzó a retorcerse y moverse como si estuviera intentando levantarse de la cama, pero no podía controlar su cuerpo.

Al final, cerró los ojos, con el pecho agitado, los dedos temblando contra la manta.

—Todavía está drogada —dijo Naruto.

—Le traeré una soda. Tal vez la cafeína la despierta. No me gusta que esté así tan débil y muda. No es un reto.

Sakura

Ese pitido en mis oídos aumenta en cada segundo que pase, el corazón me golpea las costillas de lo rápido y fuerte que late.

Tengo que calmarme.

Vi a Sasuke salir de la habitación y me obligué a sentarme.

—Naruto —susurré.

Se acercó y se arrodilló ante mí.

—Saku —dijo simplemente. Solo mi hermano me llamaba por ese apodo, pero Naruto siempre había jugado con nosotros cuando éramos pequeños y me conocía por el apodo.

Mi madre no me había criado para rogar, y tampoco era algo que me gustara la última vez que lo hice trajo recuerdos amargos.

Pero tengo que hacer lo que mejor se me da fingir, tengo que fingir estar desesperada y asustada.

Toqué su mano.

—Por favor, ayúdame. Fuiste parte de la Organización. No puedes permitir esto.

Apartó su mano, sus ojos duros.

—Soy parte de la Camorra.

Se puso de pie y me miró sin una pizca de emoción.

—¿Qué va a pasarme? ¿Qué quiere tu Capo conmigo? —pregunto fingiendo una voz ronca, casi quebrada.

Sus ojos se suavizaron por un segundo, y esa fue la respuesta más aterradora que pudo darme.

—La Organización nos atacó en nuestro propio territorio. Sasuke está en busca de venganza.

Un escalofrío me recorre la espalda.

Uno, dos, tres...

—Pero no tengo nada que ver con sus asuntos.

—No, pero Jiraiya es tu tío, y tu padre y tu prometido son miembros de alto rango de la Organización.

Me miré las manos.

Mis nudillos blancos como la tiza por aferrar la tela de mi vestido.

Entonces noté las manchas rojas y solté el tul rápidamente, la sangre me trajo recuerdos amargos.

—¿Así que los va a hacer pagar al hacerme daño? —obligue a mi voz a quebrarse.

—Sasuke no me reveló su plan —dijo, pero no le creí ni un segundo—. Podría usarte para sobornar a tu tío para que entregue partes de su territorio… o su Consigliere.

El tío Jiraiya nunca cedería parte de su territorio, ni siquiera por su familia, por mucho que mi madre le rogara que lo hiciera, ni le entregaría a uno de sus hombres, su Consigliere.

No podía, no por una chica.

Estaba perdida.

Solo el, sabría que hacer en estos momentos.

Mi visión volvió a nadar y me desplomé sobre el colchón.

Pero a través de la niebla, escuché la voz de Sasuke.

—Cambio de planes. Déjala que duerma y saque el efecto de las drogas de su sistema mientras conducimos. Hemos pasado demasiado tiempo en este lugar. Itachi volvió a llamar. Sugiere que salgamos de aquí ahora mismo. Envió nuestro helicóptero para recogernos en Kansas. Se enteró por Deidara que Jiraiya ha pedido a todos los soldados que busquen a su sobrina y todavía estamos en los límites de su territorio.

Jiraiya estaba intentando salvarme.

Papá y Jiraiya también me estarían buscando.

Y Taro, mi Taro, me buscaría.

Si todavía estábamos en territorio de la Organización, no se había perdido toda la esperanza.


Lamento la tardanza pero estoy publicando también mis historias en Inkitt y ahora me toca publicar en tres aplicaciones distintas, tenga me paciencia por favor.

Espero me perdonen si ahí parte que no están pegados al párrafo entero, pero usar esta aplicación es más complicado de lo que parece.

Pero aquí está otro cap.

Tengo que ir despacio primero, quiero publicar está historia y después publicar El cerezo de Akatsuki, en conjunto con la de W, después un extra de esa historia y después sobre el hielo.

Iré despacio pero no sé preocupen que esas historias estarán aquí.

Nos hemos.