Antes, debo agregar que todo esto lo he planeado un poco mas corto que el original publicado hace unos años. Uno nunca deja de aprender, y pienso que mi forma de escritura ha sufrido una gran metamorfosis, podría decirse que "No me lo puedo explicar" y "Fugitivo" son el culmen de mi aficionada carrera como escritor, la cual ya lleva mas de 10 años. En este fic, me he inspirado en la letra de KOF- Closer.
Capitulo 2
Esa noche Minato no pudo dormir, ya que tuvo un extraño sueño.
Precisamente no era una pesadilla pero bien podría serlo. Era uno de esos sueños demasiado cortos, pero con un raro simbolismo. Soñó con Naruto, Jiraiya, Kakashi y los demás, estaban en medio de una gran batalla, una de proporciones colosales en contra de un rival extremadamente poderoso, él y los demás hacían lo que podían en su pedazo de tierra, pero al parecer todo parecía irremediablemente perdido...
No obstante Naruto permaneció impasible, con una mirada llena de determinación, mientras le decía que se quedara con él y no le abandonase de nuevo, porque ahora todo saldría perfectamente bien. No moriría de nuevo.
Abandonarlo...
El realmente no podría hacer algo como eso, y menos contra un enemigo tan formidable. No volvería a dejarlo solo, nunca... si pudiera.
En ese momento ya se había despertado bastante alterado.
Realmente se revolvió los sesos en búsqueda del significado de aquella misteriosa imagen, pero realmente no era necesario hilvanar tantas cosas para decir que lo suyo tenía un significado más simple de entender. Minato era un hombre por mucho distinto al que solía ser. Inclusive Naruto en su sueño lo recalcó.
Su vida en Kuoh había sido, por necesidad suya, siempre rotunda oscuridad. Minato se convirtió en algo así como un cubo de hielo, había cambiado su alma cálida para convertirse en un ser frío y sin encanto, que se había más bien criogenizado; lo hizo su personalidad, olvido lo que en realidad le agradaba, lo que no, los pros y los contras, los sueños, las ansias y la esperanza. La voluntad del fuego... todo eso se había ido definitivamente.
Hasta ahora.
Porque vio también a Kushina. Y no hacia falta ser un estúpido para decir que habían pasado 14 largos meses y aunque fuese en un sueño, todavía la miraba con aquella incrédula mirada del primer y único amor. Para Minato siempre sería así, siempre amaría a esa frágil mujer de carácter duro y hermoso cabello rojo, por el resto de sus días.
Nunca podría amar a alguien más.
Minato suspiró cansinamente, tratando nuevamente de expulsar todos esos agrios sentimientos. Golpeó rítmicamente sus mejillas con las palmas de sus manos para despertar, y salió a la calle.
¿Estaba bien tener esa clase de pensamientos cuando estás a punto de salir con otra chica?
Aunque no es como si fuese a hacerlo en verdad, ya que hoy mismo le aclararía que sus intenciones para con él, no pueden ni deben ser correspondidas. Sintió la humedad de una pequeña lengua y sonrió.
Un pequeño zorro de 9 colas del tamaño de un pequeño chihuahua que estaba posado en el hombro de Minato "ladro" como si tratara de decir algo en referencia a todos los pensamientos que estaban revoloteando en su mente intranquila.
-Ha pasado bastante tiempo desde que algo así nos vuelve a pasar ¿no crees?- Inquirió mientras acarició su cuerpo de la cabeza a la cola, por lo menos la cola visible, ya que las ocho restantes estaban camufladas bajo los efectos de una ilusión óptica.
Genjutsu
-Me pregunto cuántos años han pasado desde entonces... Kushina-
El zorro volvió a ladrar. Este dio un gran salto y salió corriendo para esconderse entre los arbustos en cuanto vio a Toujou Koneko esperando en el parque de la ciudad.
Minato tuvo que admitir que aquel vestido blanco y aquel jersey color miel, la hacían ver demasiado irresistible a la vista de cualquiera. Como una muñeca de porcelana. Se preguntó si era adecuado tener esa clase de pensamientos con respecto a una chica que tenía la apariencia de una niña que apenas estaba cursando el 6 grado en el colegio.
¿Eso no era un delito por aquí?
-¿En que estas pensando Minato Oniichan?- ella le dijo al acercarse furtivamente.
-¿Onii Chan?- Minato se preguntó de dónde vino aquello. Se encogió de hombros cuando advirtió al guardia del parque observarlo con una mirada acusadora.
-En nada, solo he descubierto que he sido presa de lo absurdo de la vida-
Ella lo observó como si se hubiese vuelto completamente loco.
-No te entiendo-
-No es nada importante que debas entender... es cosa de hombres-
Ella entrecerró los ojos, pero no refuto nada.
Koneko supo que no debía forzarlo porque probablemente echaría humo por los oídos. Ella llegó casi una hora antes con respecto a la hora que había fijado; en casa se despertó muy temprano y se había vestido rápidamente, evadiendo las preguntas que tenían Rias y Akeno en la mirada. Por supuesto que Rías habría visto la febril luz en su rostro pálido y se sintió angustiada, aunque también consolada al mismo tiempo.
Seguro que su larga melancolía siempre la había atormentado, por lo que un cambio de actitud como ese siempre vendría bien. Seguro que nunca se imaginaría que Namikaze Minato fue quien lograría ese cambio tan contundente.
¿Pero cuál era el motivo detrás de todo eso?
Su olor... era demasiado peculiar, y era casi inevitable el poder resistirse y sentirse saciada al final del día. Por alguna razón, siempre quería volver por más.
Sin embargo, ella no era tan superficial. Por supuesto que había algo aún más... Inexplicable.
Ella caminó y observó como Minato ni siquiera dijo nada cuando tomó de su mano, seguramente estaba demasiado pasmado como para pensar con claridad. Eso no fue completamente raro, ya que a menudo ponía esa cara tan taciturna y melancólica. Por eso eligió la mejor ropa para vestir, para que él pusiera una mueca distinta a la habitual.
Pero no lo estaba haciendo. No dijo un:
"¡Te ves linda el día de hoy!"
O:
"Nada comparado a ti, ya que soy realmente afortunado de estar al lado de alguien como tu"
Se preguntó si ella debería actuar tan... acaramelada.
Koneko hizo un mohín.
-Minato sempai, ¡Responde! ¿Me veo linda el día de hoy?- Koneko preguntó a bote-pronto. Ella estaba realmente impaciente por su respuesta, sin embargo Minato lucio aparentemente incómodo.
-Por supuesto, eres tan linda como... una gatita-
Ella frunció el ceño y después... mordió el brazo de Minato, quien a sabiendas de su fuerza descomunal hizo todo lo posible para no denotar que le había dolido hasta el alma.
-¿Y eso precisamente por qué fue, Koneko chan?- Su voz, trato de sonar razonable pero era casi imposible.
-Por nada en especial- Ella se cruzó de brazos y desvió la mirada -Quiero que me compres algo en compensación-
Señaló hacia un puesto de ramen. Minato suspiro.
-Muy bien-
Él la siguió todo el día, sin saber por que estaba haciéndolo, se suponía que hoy dejaría las cosas completamente claras, pero simplemente era incapaz de sacarla de su concentración. Seguro que fue porque tenía una sonrisa dibujada en la cara, y bastaba decir que hacía mucho tiempo que no sonreía sin motivo alguno. Hasta podría decir que se estaba divirtiendo y ni siquiera supo por qué era, o si en realidad tuvo el derecho de hacerlo.
Era difícil descifrar lo que estaba en su mente, pues vaya... casi era una extraña a sus ojos, solo tenía algunos días de conocerla, al menos en persona, y ya actuaba de esa forma tan característica de los amigos que se conocen mutuamente desde hace mucho.
No eran amigos, ni mucho menos. Solo era una de esas relaciones simbióticas entre el cliente y quien ofrece los servicios. Nada más que eso.
Pero aun así no podía dejar de esbozar esa sonrisa tan tonta.
-Te lo cambio- Le dijo Koneko y le entregó su plato de ramen a medio terminar. Ella tomó el suyo a cambio. Los ojos de Minato pasaron de largo... omitiendo todas aquellas miradas femeninas tan recriminatorias.
-¿Por qué?- inquirió, sin embargo no obtuvo respuesta.
Ella tenía la boca llena de comida.
-Cambiemos después de comer la mitad, quiero probar muchas cosas.- ella le dijo.
-¿Y no te parece mejor idea pedir dos para ti sola?-
-No puedo hacerlo-
-Si puedes-
-Ya te he dicho que no puedo hacerlo, es demasiado-
-Eso no tiene mucho sentido para mi-
-Para ti, nada tiene sentido aunque para mi si-
El consideró aquello. Es cierto que desde que estaba en Japón a menudo tenía problemas para mantenerse en un solo lugar, por lo que esta vez fue la primera que en realidad se detuvo a pensar en ello y su aparente gusto anterior por una vida completamente nómada. Hacer algo como eso era un cambio sustancial a la rutina de siempre.
-Toma- ella volvió a intercambiar, Minato se estremeció al sentir el fuerte aroma de los mariscos. Hizo una mueca de disgusto.
-¿No te gustan los camarones?-
-No en realidad-
Ella parpadeo estoicamente.
-Eres alguien bastante extraño, nunca había conocido a un bicho tan raro como tú-
Minato se quejó en voz baja.
-No me gusta que me lo diga alguien como tú-
¿Cómo no había notado eso antes? tal vez era por que había algo gracioso en todo, la manera tan extraña en la que ella lo miraba mientras él contestó de manera automática a todas sus preguntas, la delicadeza de su cuerpo que contrastaba con el tamaño de su temperamento, y lo reacia que fue para no aceptar un "no" como ultima respuesta a la cuestión.
-Toma- Ella metió a la fuerza un trozo de comida a la boca de Minato, y de nuevo volvió a tiritar en su lugar.
-¿No te gusta tampoco el pescado?- El asintió tratando de soportar el aroma -Si que eres raro-
No debería haber nada gracioso en ella. Una mujer mayor le vio mientras quedaba atrapado literalmente en las garras de una pequeña gatita que lo arrastró de un lugar a otro, y se burló de él.
-¡¿Vas a comer más?! ¡¿Acaso no tienes fondo?!-
-¿Qué tiene de malo? Solo es una vez al año- Ella entornó sus ojos hacia él, como si no fuese consciente del ambiente entre ambos; ella indiferente, y él claramente confundido.
-Estás comiendo mucho Koneko chan, eso te va a enfermar- Minato discrepo un poco.
-¿Por qué no hacerlo?-
Minato arqueo las cejas, evocando quizás lo que en un momento como ese diría Kushina.
-¿No te molesta?- le inquirió.
-No pasa nada, como es poco casi no hay calorías que quemar. Si entreno más de la cuenta no habrá problema- respondió ella mordazmente.
-No es eso- Él se revolvió un poco en su sitio -Solo que todos estos intercambios fueron besos indirectos ¿Eso no te molesta?-
Ella estrelló su codo en las costillas y agacho un poco la cabeza para que no se percatara del rosado de sus mejillas.
Minato se quejó en voz baja. Le había sacado el aire de los pulmones.
-Pervertido...-
-¿Y eso exactamente por qué lo dices?-
-Porque eres inteligente, pero muy en el fondo eres un hombre lascivo- Ella respiró, sus palabras eran mucho menos que un simple susurro. Justo en ese momento una madre y su pequeña hija pasaron al lado de ellos. Ella le tapó los oídos y le dedicó a Minato una mirada bastante difícil de descifrar mientras se alejaba rápidamente.
De alguna manera, era cierto -aquello de ser inteligente-. Minato retrocedió un poco en el sonido de sus palabras, y después de aspirar y respirar continuamente, se controló de nuevo.
-No deberías decir cosas que se pueden malentender en público, Koneko chan-
Seguro que era de nuevo aquello del cabello rubio, y la pequeña cicatriz en su labio que se hizo en la mañana con la afeitadora, lo que le volvió a etiquetar como un sucio y despiadado delincuente ante las personas... pero, Koneko no lo veía de esa forma, y ese era un cambio radical a la variante. Ella, por alguna razón desconocida, estaba tercamente apegada a él, le ofreció comida caliente, un poco de compañía, un par de sonrisas; y al parecer no había nada que la removiera de su sitio.
Era sumamente testaruda y densa para entender que esto no tenía mucho sentido.
Todo aquello fue bastante inusual, que levantó ciertas sospechas acerca de su trabajo de encubierto. ¿Acaso ella lo había descubierto? No, eso era poco probable, pero aun así no podía explicar otro motivo por el cual ella estuviera insolitamente aficionada a su compañía.
Minato la observó comer aquella creppe con helado de fresas y arándanos, y justo era como ver a una pequeña gatita de rasgos angelicales entretenida con una bola de estambre, y bastaba decir que Minato era el ratoncito de juguete. Él retiró la mirada cuando ella se dio cuenta que la estaba examinando.
Ella sonrió, y cogió de nuevo el tenedor lleno de helado para ponerlo cerca de su boca.
Él se alejó inmediatamente.
-¿No vas a comer? Está realmente delicioso- ella le dijo.
Que ironía fue para él observar aquello, ver cómo retrocedió ante su mirada impasible. Pero ¿Cuánto tiempo había pasado desde que algo así ocurrió?... Seguro que fueron demasiados años desde que Kushina le ofreció un poco de daifuku mochi. Kushina le dijo que no podría ser un hombre mayor si no se atrevía tan siquiera una sola vez a probar algo dulce. Sonrió para sí mismo ante el recuerdo.
Lo cierto es que el corazón no perdona, y hacerlo era sumamente peligroso para su delicada salud.
Minato se llevó involuntariamente una mano a su pecho, preguntándose si aquello era totalmente prudente. Sirzechs mencionó que posiblemente había alcanzado la inmortalidad, ya que nunca había escuchado de un caso de resurrección como el suyo.
-No tengo mucho apetito- Mintió esperando que ella entendiera un poco con sus gestos faciales lo que quiso dar a entender.
-¿Te sientes enfermo?-
-No, solo que... por ahora diré que soy especialmente débil contra las cosas dulces- Dijo Minato repentinamente, su voz reflejaba una nota de ansiedad -Son un poco problemáticas para mi-
Miro por el rabillo del ojo y vió como Koneko permaneció impasible en su asiento.
-Es una lastima, yo quería darte un poco- Ella volvió a hacer un esfuerzo. Minato empezó a sudar un poco cuando Koneko gesticuló su voz un poco más dulce que de costumbre -¿Quieres probar tan solo un bocado? Es realmente delicioso-
Trago un poco de saliva, mientras recordó la última vez, cuando tuvo que ser llevado al hospital de Konoha urgentemente, pero era casi imposible resistirse a aquella mirada tan... tierna.
-Supongo que puedo hacer un pequeño esfuerzo- Su voz era aún más baja, pero todavía muy clara. Realmente hizo un esfuerzo en decir aquello.
Y Koneko se preguntó el por qué le incomodó, la repentina preocupación que emanó de Minato. Quizás realmente no era asunto suyo si él se sentía innecesariamente ansioso, aunque tal vez fue por la forma por la cual todos suelen actuar en consecuencia a su presencia, el motivo oculto por el cual se sienten tan inseguros ante él y tienden a marcar una línea de seguridad que lo margina del mundo que lo rodea.
O posiblemente para él, resultó un poco raro que alguien como ella le prestara inusual atención.
¿Acaso había algo que estaba escondiendo? ¿acaso estaba realmente enfermo? Ella gruñó y le miró con determinación.
-Abre tu boca, Minato senpai- ordeno.
El obedeció a regañadientes y tapó con los dedos sus fosas nasales.
-"Ahhhh!"-
Minato cerró los ojos al sentir la textura rugosa de las fresas y, justo después, la humedad del helado al derretirse al contacto con la boca. No era tan malo después de todo, el breve y conciso toque húmedo y la sensación dulce golpear frenéticamente sus papilas gustativas y embriagar su mente, ya que por algún motivo le recordó a su madre, y un poco a la fragancia que solía llevar a veces... Tenía una sensación bastante acaramelada que se quedaba por largo tiempo en la nariz y el paladar.
No había ocurrido nada en los segundos siguientes, ni una sola llamada de atención al peligro, el pulso de su corazón tuvo un ritmo ostensiblemente normal, su mente estaba tranquila, no había ligeros piquetes en el antebrazo izquierdo, y los oídos no le tronaban como cuando estaba a punto de venirle un paro cardíaco.
Seguro que Sirzechs estuvo en lo cierto cuando dijo que todo aquello tenía una razón de ser universal, un propósito celestial. Su salud en este mundo, extrañamente estaba mucho mejor que nunca.
Algo le dio cosquillas en los pómulos, por lo cual soltó una débil carcajada.
Quedó petrificado al llegar rápidamente a la conclusión de lo que era.
Minato abrió repentinamente los ojos al sentir el cálido hálito de la respiración de Koneko en su rostro. Ella se retiró lentamente y ocultó su sonrisa intuyendo quizás que su mente se había sobrecargado.
"Ella se lo había dado directamente con su boca!"
-¡¿Qué estás haciendo Koneko chan?!- Minato bufo, tratando de ocultar su sonrojo. -¡¿Estas loca?!-
Ella limpió sus dedos con la lengua y él, la miró estupefacto.
-Que rudo eres. Solo te estaba dando un poco de mi creppe...-
-¿Y tuviste que usar tu boca en vez de un tenedor?-Dijo a través de sus dientes, tratando de que nadie pudiese escucharlos
Koneko se cruzó de brazos.
-Eso es completamente aburrido y además era la mejor forma para no desentonar en un lugar tan lleno de parejas. Eres siempre tan frío y... casi nunca dices nada- hizo una pausa mientras Minato la sintió ruborizarse -Era para castigarte, porque me obligas a hacer ciertas cosas vergonzosas-
Eso en definitiva, no tenía mucho sentido. Minato en un principio, colérico, se relajó en menos de un parpadeo. Se preguntó cómo es que podría proteger a alguien, tan determinada a ser desprevenida como ella.
¿Pues qué motivo tenía Toujou Koneko para hacer algo como eso? ¿Por qué estaba haciéndolo? ¿Realmente era tan patético, solitario y distraído para dejar que ella jugara así de fácil con él... para que le tuviera tanta lastima?
-No soy frío, sólo que... pensaba...
Minato comenzó a preguntarse si ella estaba completamente estable.
Supuso que podría arreglar que ella reciba el mejor cuidado disponible… Seguro que Sirzechs tendría los contactos para encontrar los magos más expertos, los expertos demonios más talentosos. Quizás algo se podría hacer para arreglar lo incorrecto en ella, lo que le hiciera que dejara de estar sentada al lado de un Shinobi extremadamente peligroso que cuando mata tiene el corazón latiendo tranquilo y constante, y sus manos no tiemblan en lo más mínimo.
-¡! -
Minato lo noto rápidamente al toque... como en los días de antaño, cuando se paseó impunemente por los bosques de sangre de Kusa no kuni, en los nublados días de la guerra, que es la madre de todas las cosas. Alguien estaba vigilando, alguien estaba al completo acecho... busco rápidamente por el lugar, pero sin llamar la atención de Koneko.
Minato frunció el ceño prominente mente al sentir aquella aura tan característica. Se tenso inmediatamente al ver a un hombre de cabello rojo, chaqueta azul, sombrero negro y gafas café, sentado unas mesas a lo lejos.
-¡Ese demonio! ¿Que cree que hace aquí?- El rubio se preguntó si ella también lo había percibido. Desvió la vista inmediatamente y se puso de pie antes de que ella se diera cuenta.
-¿Te ocurre algo Minato senpai?- ella le increpó, y fue en ese momento que lo supo. Ella era incapaz de percatarse de una presencia tan débil y bien encubierta. Suspiro un poco aliviado.
-Nada en especial. Creo que debo ir al baño-
Ella asintió.
...
Sirzechs sonrió con malicia. Seguro fue porque no esperaba ver algo como eso, al menos no con sus propios ojos. La chica apática que por lo general nunca sonríe, y el tipo que le ha dicho "No" a todas las personas que se habían acercado para ayudarle y consolarlo estaban juntos en la misma mesa. Los dos tenían su propio orgullo, por lo que todo tuvo sentido. Akeno Himejima tenía la razón cuando dijo que Namikaze Minato estaba actuando un poco diferente a lo habitual.
Sirzechs fingió no conocer a ese "delincuente", y prometió investigar un poco para tranquilizarla.
Y fijándose un poco más de cerca, últimamente su "amigo" no estaba de tan mal humor, sonrió en algunas ocasiones, intimidó de más a los que estaban a su alrededor revoloteando y hasta se dio el lujo de dejar entrar en su zona de confort a la pequeña mascota del colegio. La mascota de Rias.
Cuando lo vio levantarse de su asiento, no tuvo que hacer mucho más que solo imitar lo que él había hecho y dirigirse hacia el baño, y posiblemente también prepararse para encarar el mal humor predominante en el rubio.
Se cruzó de brazos cuando lo vio entrar por la puerta, aparentemente demasiado molesto.
Sonrió.
-Mira quien esta en el séptimo cielo, nunca imagine toparme contigo el día de hoy, pero es un gusto verte, Minato-
Eso no era la completa verdad, Akeno estaba un poco impaciente por aquella relación poco usual y la noticia no tardaría en llegar a Rias, así que decidió investigar un poco. Los Nekomata eran una raza de raro temperamento que en ocasiones se sienten demasiado atraídos por seres de inmenso poder y habilidades únicas.
-A veces eres tan irracional, entre más creo conocerte menos lógica encuentro en tus acciones-Sirzechs todavía estaba sonriendo, sin embargo Minato estaba amargamente desencantado.
-¿Acaso quieres que nos descubran? ¿Qué crees que haces aquí Sirzechs?-
-Vamos, relájate un poco. Ella no nos va a notar ni aunque gritemos fuerte-
Aquello era rotundamente la verdad, y Minato era por mucho, mejor que él para encubrir su poder y su presencia, pero estaba molesto por una causa distinta... ¿acaso estaba haciendo algo sin su consentimiento?
Eso tendría que averiguarlo, ya que Minato era un hombre bastante inteligente que en ocasiones tendía a esconder ciertos detalles de suma importancia. Le gustaba jugar el juego en solitario, al bueno y al malo, con bastante oficio, como todo un Jounin Élite de calidad mundial, cosa que a Sirzechs no le causaba mucha gracia.
-Pero si que me sorprendes Minato kun, tu sentido de detección sigue casi intacto. No cabe duda que alguien de tu nivel no puede ni debe subestimarse en ningún momento-
Se quejó el rubio.
-Yo tengo mis motivos, espero que esa cabeza tuya no esté pensando tonterías porque no es así- La respuesta de Minato confundió a Sirzechs -Además, es demasiado pronto para ti, no he tenido tiempo de hacer mi informe-
-No estoy aquí para ver el informe semanal, ya te dije que solo fue una coincidencia- le aclaró, sin embargo Minato le brindó una mirada conminatoria.
-¿A caso algo anda mal?-
-No en ese sentido, solo he sentido curiosidad. Te he visto a ti y a ella juntos muy seguido, eso es raro viniendo de un antipático como tu, Minato, ¿Qué es lo que te ocurre? Créelo que no soy el único que piensa lo mismo, ya sabes a lo que me refiero-
-¿Tu también?-
Sirzechs decidió mentir un poco.
-Rias está un poco nerviosa porque su pequeña mascota se está ausentando muy seguido del club de investigación oculta, y está empezando a sospechar un poco de ti, se que no es necesario que te lo diga, pero ten cuidado-
Aquello casi era la verdad. Era creíble hasta cierto punto pensar que el aroma salvajemente masculino en la sangre de Minato fuera demasiado irresistible para una chica tan diminuta como ella, por lo que considerar que Koneko estuviese siendo seducida involuntariamente por Minato era bastante razonable. Las Nekomata eran bastante territoriales y propensas a ser posesivas con sus objetivos. No obstante la mirada obtusa del rubio dejó entrever que no era ese el pretexto, era más bien otra cosa. El y Akeno llegaron a la misma conclusión.
-Koneko chan no representa una amenaza para la misión, solo que simplemente no se como he llegado hasta este punto donde ella se pega mucho a mi-
¿O quizás sí?
Sirzechs arqueo las cejas.
-Sabes bien un poco de su "peculiar historia" ¿No?- inquirió el demonio.
-Si, pero aquello no tiene importancia ¿Acaso estas dudando de mi?- el tono de voz de Minato bajó apenas un decibel, pero fue suficiente para advertir que estaba un poco enojado.
-Eso nunca, pero también espero que no te estés olvidando un poco de tus obligaciones contractuales- el respondió a cambio con la misma intensidad. Empezó a caminar hacia la puerta de salida -Ya sabes que no quiero que Rias formule preguntas que por el momento no seré capaz de contestar- le aclaró
Era completamente inútil preguntarle directamente acerca de Koneko, y aún más innecesario volver a dudar de su propio juicio. Por lo visto Minato tenía bien en cuenta su papel como protector. Quizás esa pequeña intromisión estaba de más, y más bien era Koneko quien había notado adicionalmente como el rubio era propenso a pasarlo en solitario por tiempos demasiado prolongados, y eso la irritó en gran medida de las cosas.
Sobre todo porque Minato a menudo tendía a utilizar el "no" como parte de su lenguaje universal.
-Solo ten cuidado- dijo en voz baja.
Minato se quejo
-Siempre tengo cuidado-
Quizás, su intromisión fue completamente innecesaria, pero tenía que guardar las apariencias frente a Rias. Sonrió, seguro que a partir de ahora, habrá muchas personas que empiecen a notar que Minato no es lo que dice ser, y se empiece a suavizar un poco. Necesita ablandarse de nuevo, por su propio bien.
...
-¿Dónde estabas? Te tardaste demasiado- le preguntó Koneko mientras tenía un poco de Youkan en la boca.
Minato ni se inmuto. Fingió de tal manera, que su voz no registró cambios en el volumen y la intensidad habituales.
-Había un sujeto demasiado terco en el baño y me costó mucho trabajo quitármelo de encima-
Koneko no le quitó la mirada de encima, como si pusiera a prueba sus palabras. Minato no se inmuto.
-Suena bastante problemático- respondió.
Koneko no miró otra cosa aparte de la curvatura de su cuello. Minato pensó que lo hizo a propósito. Parecía como si ella quisiera mirarlo pero ahora no podía hacerlo. Su cuerpo giró suavemente en la dirección del rubio, su barbilla comenzó a girar, luego se detuvo, respiró profundo, y miró fijamente a una mujer joven que le estaba hablando a su novio.
-¿Qué es lo que te pasa?- Minato le preguntó, pero no obtuvo respuesta de ella.
Seguro era cosa de demonios. Era bastante rara. Minato se reclinó en su asiento y puso las manos detrás de su cuello.
-Es bastante lindo- Minato reaccionó rápidamente, tratando de intuir a que se refirió -Hablo de tu collar...-
Minato parpadeo y se llevó una mano a su cuello en búsqueda del collar que le había regalado hace algunos años, Tsunade.
Sonrió.
-¿Esto? Digamos que es una bonita herencia familiar, lo tengo conmigo desde que tengo memoria. Me lo dio mi madre-
Los ojos de ella se iluminaron repentinamente, como si esa información fuese realmente valiosa.
-¿Puedo verlo más de cerca?-
-Por supuesto-
Y el rostro de Koneko volvió a estar peligrosamente cerca. Minato desvió la vista hacia las nubes para no volver a sentir su aroma.
-¿Has intentado comunicarte con ella?- ella preguntó en voz increíblemente baja y razonable, intuyendo que ese era un tema en extremo delicado de abordar para él. Casi siempre al terminar tuvo dibujada en el rostro una dura expresión de descontento.
Debió reconocer que el mirar aquel sentimiento a flor de piel le hizo sentir un poco de lástima por él.
Seguro que tenía las cosas bastante difíciles en casa.
-Si, pero no he tenido mucha suerte. Parece que estoy irremediablemente "atascado" aquí- dijo con voz renuente.
Ella asintió, estiró sus brazos a lo largo de la mesa y tomó de sus manos. Sintió como se tenso al simple contacto. También noto como la cara de Minato exhibió un ligero rubor.
-Si no quieres hablar no hay problema, habla de ello cuando tu quieras, cuando llegue el momento nos sentaremos, prepararemos un poco de té y comeremos galletas, mientras tanto no deberías preocuparte tanto, ya que la harás sentir mal. Seguro que debiste dejar mucho atrás-
Eso era cierto, Toujou Koneko había acertado en el blanco, porque ahora más que nunca la extrañaba demasiado. Después de tantas vueltas en la vida y en el campo feroz de batalla, al final se habían podido reunir y vivir brevemente como una verdadera "familia", pero el destino jugó en su contra, y lo arrebató todo de tajo.
El destino era así, porque era bien cierto recordar que el maldito y tirano destino en sus tratos con el hombre, jamás liquidaba sus deudas, siempre dejaba un amargo sentimiento de derrota y traición. No solo eran Naruto y Kushina... también hubo un poco de Senju Tsunade y la forma en la que últimamente rememoró su recuerdo aún intacto en su mente.
Un motivo por el cual no había cambiado el color de su cabello, uno de los tantos más por los cuales se estaba tomando tantas molestias en esa misión, la razón por la cual se estaba debatiendo internamente de tomar o no aquella píldora tan adictiva y destructiva... Era solo para decir tan siquiera una sola vez más, cuánto la amaba; que no importaba demasiado que ella no haya podido estar en los momentos cruciales en los cuales más la necesito, eso ahora no tuvo importancia, porque solo deseaba verla y abrazarla una vez más.
Él la echaba de menos... sobretodo cuando el idiota de Sirzechs le hablaba tanto de su madre y lo mucho que agradeció su ayuda por permitirle tenerla un día mas a su lado.
-Tienes razón- Minato se recompuso nuevamente, sintiendo quizás la mirada inquisitiva y perceptiva de Koneko -Eres muy considerada, eso ya casi no se ve en estos días-
Minato esbozó una sonrisa que le llegó hasta las comisuras de los ojos. Probablemente las intenciones de aquella chica de cabello largo no eran malas después de todo.
¿Era bastante difícil decir algo como eso de vez en cuando... en vez de solo juzgar por la apariencia... y jugar con el martirio de un hombre que lo perdió absolutamente todo?
-Gracias, Koneko chan -
...
En su camino a casa, a Minato le resultó muy difícil discutir con esa parte en su cerebro que estaba convencida de que el día de hoy todo había sido como una rotunda mentira impuesta por un demonio, una ilusión mágica creada por Rias Gremory para evidenciar ante sus ojos que él no era la persona que dijo ser ante el mundo.
Pero no hubo indicios que comprobaran su teoría, sobre todo si tomó como virtual testimonio material a los ojos llenos de interés de Toujou Koneko.
Se sentía bastante estúpido... por dejar que todo saliera a flote, evidenciándose como una persona débil que no era ni capaz de soportar un poco el interrogatorio de la mirada tierna de una pequeña chica.
Sin duda, aquel sueño con Naruto tuvo algo que ver, tanto que fue suficiente como para declarar que la relación con ella no era demasiado personal, pero importaba tanto como las que sostuvo en antaño. Para Minato, fue el demostrar a sí mismo que lo suyo era más un fenómeno psicosomático que tenía remedio, en vez de una enfermedad terminal y sin cura; era simplemente mencionar que en el fondo, no era esa persona que todos habían dibujado a placer, y su alma aún permaneció intacta para saberlo.
Quizás salir con ella y divertirse era mantener a raya todos sus feroces impulsos homicidas, delimitar una línea divisoria entre lo real e irreal, porque a veces simplemente era difícil permanecer políticamente correcto frente a sus más acérrimos detractores, sobretodo cuando todos lo habían observado con esos ojos tan llenos de incertidumbre, esperando pacientemente una sola falla suya... para demostrar que estaban en lo cierto.
Sonrió para sí mismo mientras observaba la luna en el cielo.
-¿Tienes un momento Minato kun?-
Minato se volvió al escuchar su nombre, pensando en lo curioso de la ocasión al tener siempre esa mujer tan angelical e irreal, el extraño capricho por cepillar su blanco cabello con los dedos y observarlo siempre con aquella expresión de infinito interés. Seguro que Sirzechs tuvo algo de razón al decir que él no necesitaba convertirlo en un demonio, ya que por algún motivo desconocido era bastante propenso a atraerlos.
Igual y nunca lo dejaría hacerlo. Conservaría a como dé lugar, su humanidad intacta.
Era tan curioso observar como ella, un demonio tan "conservador" abandono aquel conjunto tan gris, aburrido y opaco, para llevar a cambio un traje de negocios compuesto ahora por un abrigo azul eléctrico y una corta falda negra en una sola pieza que exhibió al público sus blancas y largas piernas; todo aquello era demasiado para una tutora tan proclive a sentir vergüenza de sí misma. Rossweisse le sonrió, y en cambio Minato hizo lo mismo.
-¿Qué es lo que pasa Rossweisse sensei? Tenía mucho tiempo de no verla a solas ¿Acaso hice algo mal?-
Ella sin duda dejó de sonreír, seguro fue porque Minato disfruto en demasía al ver como ella por lo general puso mala cara cuando el tono de su voz tenía una ligera pizca de ironía.
-Acércate un poco más- Ella le indico -Tengo que decirte algo en privado-
Seguro que ella ya tenía también sus ligeras sospechas, e indudablemente al igual que Sirzechs, pensó que su comportamiento habitual había rayado en lo dudoso. El jugo un poco.
-Esa es una conducta un poco sospechosa ¿No lo cree Sensei? Si hace las cosas de ese modo todos los demás podrían malentender nuestra relación, podría vernos un estudiante-
Sinceramente ella era una mujer bastante hermosa, por lo que no entendió por qué ella debería de sentirse tan ruborizada con su apariencia en un momento tan inerte como ese, al contrario, él debería ser quien estuviese un poco a la expectativa y enrojecido de tenerla tan de cerca para olfatear su fragancia y observar las curvas tan translúcidas de su cuerpo. Minato supuso que ese fue un cambio drástico con respecto a sus antiguos días como Shinobi de Konoha, el sentir que el sexo opuesto es inusualmente mas lindo que de costumbre.
-¿Por que siempre te gusta hacer las cosas tan difíciles?-
Minato le sonrió burlonamente.
-Por que así es más divertido, y siempre encuentro emocionante ver cómo usted por lo general forma aquellas pequeñas arrugas entre las comisuras de sus ojos cuando se enfada por absolutamente nada-
Rossweisse frunció eminentemente el ceño, por lo irritable que aquello le pareció. Ella estaba terriblemente preocupada, y al contrario, Minato ni siquiera mostró signos de querer estarlo.
-¡Es por ti, tonto!-
-¿Por mi? Pero si yo no he hecho nada-
-¿Que has estado haciendo con Koneko chan? Últimamente... ustedes dos han compartido mucho tiempo juntos-
Ella estaba un poco indignada, sin embargo no debería de estarlo, ya que las cosas estaban saliendo como ella hubiese querido. Ahora Minato exhibió una apariencia menos proclive a encerrarse en sí mismo... Ahora mismo estaba observando el cielo, pero ya no era tan propenso a hacerlo. Todas esas variaciones en el ambiente emocional de Minato, la ponían tan de malas.
¿Acaso estaba celosa de una niña como Koneko? Ella bufo. Eso no era posible
¿O si lo era?
-¿Acaso está celosa, Rossweisse sensei?
Ella se estremeció, y su rostro por lo general pálido, dejó entrever un rojo oscuro e intenso.
Minato en cambio, parecía demasiado satisfecho.
-Sa... sabes bien que... debes tener cuidado con aquello de tu "misión"- tartamudeo -Akeno san... ya está sospechando algo de ti y... no se si esta preparada... para responder a ciertas preguntas que... hablen tan explícitamente de ti-
-¿Dónde había escuchado eso?- Minato sonrió. Justo ella era como una chica lobo, nunca era clara con lo que quería en realidad.
-Ella seguramente tiene una idea equivocada de lo que soy en realidad- dijo con voz juguetona, pero con un deje de precaución. El aún no había apartado los ojos de la lejanía, por lo que giró y le sonrió con la mayor normalidad posible -Llevo poco tiempo conociéndola y ni siquiera ha habido un indicio minúsculo de que ella se haya dado cuenta de mi verdadero trabajo, confíe en mi Rossweisse sensei, ella no tiene ni idea de lo que pasa, y aunque sepa un poco de mi, no se imaginara nunca mis verdaderas intenciones-
Minato sin duda, estaba cambiando... Los cambios fueron diminutos, pero perceptibles.
-¿Estás seguro?-
-¿Acaso estás dudando de mí?-
Ella era incapaz de resistirse a aquella mirada. Minato sonrió. Ella refunfuñó y se cruzó de brazos, aparentemente demasiado molesta. Era convincente decir que Odin tuvo un poco de razón al decir que ella era una Tsundere cuando se trataba de él.
-Sería problemático si por algún motivo ese demonio te llegase a dejar sin empleo tan prematuramente-
-No tiene más opción que recurrir a mí- añadió, intuyendo un poco a lo que ella se estaba refiriendo -Tranquilízate, todo va a salir bien. Esta vez estaré bien-
Ella se revolvió en su sitio.
-S... sabes bien que eres bien recibido en mi casa, no tienes que irte a vivir solo por tu cuenta y exponerte al peligro, sabes que siempre puedes contar conmigo, en todo momento... y... podría cocinar para ti, ya que se que eso para tí es bastante molesto... podríamos platicar un poco si lo deseas... y yo me encargaría de los gastos, tengo exageradamente mucho dinero por lo que no deberías sentirte culpable... todo eso podría hacer... y mucho más-
Ella se limitó a entrecruzar sus dedos y esperar. Sintió la proximidad de Minato, y empezó a sentirse un poco estúpida.
Él acarició su cabeza.
-Lo se y te lo agradezco en verdad, me halaga mucho que lo digas- El ánimo de ella cayó estrepitosamente, sin embargo el repique de su risa hizo que este volviera a elevarse -Pero, creo que es un poco mi orgullo el querer estar de pie por mi propia cuenta, porque puedo hacerlo, para recordar un poco lo que fuí-
Por supuesto que aquello no fue un rechazo, aunque bien pudo tener la consonancia. Se quedó observando esa mirada llena de determinación.
-¿Estás seguro?- Su voz fue un ligero redoble en el viento.
-Por supuesto, ¿Quién crees que soy?- Minato no apartó los ojos de ella mientras le brindó otra de esas misteriosas sonrisas.
Simplemente era ineludible no tener siempre esa clase de pensamientos románticos cuando estaba tan cerca de él. Suspiro distraídamente mientras se dejaba llevar por última vez por aquel torrente tan inexplicable de emociones.
-De Acuerdo- ella aclaró su garganta y volvió a aquel tono de voz tan solvente y recto, como el propio de una diplomática con esa actual apariencia suya, el de una mujer tan importante -No le menciones ni una sola palabra a Sirzechs acerca de esta conversación-
-Descuide, si nunca se habla de una cosa es como si nunca hubiese sucedido-
Minato no apartó los ojos de ella mientras le saludaba de lejos al marcharse. Reprimió una sonrisa.
...
Minato caminó muy cerca de ella hasta la puerta de su casa, pero como siempre, él siguió poniendo mucho empeño en no acercarse demasiado. Y recordó un poco como la relación de Issei y Rias parecía avanzar a pasos agigantados, ellos ya habían progresado hasta la fase del primer y segundo beso. Ella entró en su habitación y se desvistió; se miró frente al espejo con curiosidad, preguntándose si debería ser un poco más valiente y osada para decir que lo suyo es mucho más de lo que se ve y se observa a simple vista.
Suspiro.
Ella estaba muy agradecida de que Minato pareciera incapaz de saber lo que pensaba.
