4.3

— ¿Otra vez te vas? — preguntó Harry molesto.

— ¿Me puedes decir qué problema tienes con que tenga viajes de trabajo? — respondió Ginny.

— ¡No recuerdo el último fin de semana que estuviste en casa! Sabes que no tengo problema con encargarme de las cosas pero debería ser cosa de los dos, yo también estoy trabajando todo el día.

— ¿Me estás diciendo que quieres que me quede en casa para lavarte los pantalones mientras descansas en vez de seguir avanzando en mi carrera profesional? ¿Es eso, Harry?

— ¡Claro que no te digo eso! Es simplemente que…

¿Qué iba a decirle? ¿Que estaba echando de menos su compañía y que su ausencia le estaba llevando a pasar tiempo con otra persona? No sería justo, ella no había sido la culpable de que cada día estuviese más lejos de ella y más cerca de Draco.

— ¿Qué es? Dilo.

— Nada, Ginny, ve a tu viaje, ya está.

Pero ella no parecía querer dejarlo, se acercó a él y cogió su mano. Relajando un poco el ambiente.

— Harry, de verdad, ¿estás bien? Sé que esto no es fácil, imagino que debes sentirte solo pero es una gran oportunidad. Estamos ampliando horizontes y haciendo investigaciones mágicas a nivel internacional y están a punto de nombrarme jefa de la sección. Te pido un poco de paciencia, Harry. Te prometo que intentaré estar aquí para cuando vengan los niños en verano. No quiero dejarte a ti todo el peso de la familia pero tampoco quiero estancarme en mi vida profesional.

Pensándolo así ella tenía razón. Era una gran oportunidad y no debía desperdiciarla.

— Lo entiendo, Gin. Te deseo mucha suerte.

Ella sonrió y le dio un beso suave en los labios, cogió sus cosas y salió por la puerta.

Harry sólo tenía un pensamiento entonces, y es que no se puede tener todo en la vida. Si apuestas por algo es probable que se pierdan otras cosas al final, y eso era aplicable para todos. Incluida su mujer.


"Harry,

Voy a salir del país por unos días, tengo asuntos familiares en Francia, iré con Astoria. Por favor, quédate atento a Scorpius y si ocurriese algo avísame inmediatamente.

Espero no tardar más de lo previsto en volver, pues sé que aquí también me esperan. Cuando regrese te avisaré.

Gracias de antemano.

D.M. "

La carta llegaba solo unos días más tarde de la partida de Ginny. Fantástico. Ya podía empezar a buscar aficiones para su tiempo libre o se volvería loco allí solo. Tenía ganas de que llegase el verano y estar con sus hijos.

Escribió una respuesta rápida y poco comprometida por si la encontraba alguien más. Después envió la carta y se fue a trabajar.

Llevaba toda la mañana dando vueltas a cómo mataría el tiempo libre hasta que cayó en la cuenta de que había dejado de lado su mayor afición para hacerse cargo de su familia. Este era un gran momento para retomar el Quidditch.

Tras comentarlo con algunos compañeros en la hora de la comida decidió ir a probar suerte a uno de los equipos locales. En concreto la Quaffle Hechizada llevaba una racha ganadora que les había colocado en lo más alto de las listas de ascenso a las divisiones nacionales. Decidió apuntar alto para empezar y si ahí le descartaban iría bajando el listón pero le apetecía soñar con que aún era capaz de hacer algo importante en aquel mundillo.

Ese día salió a su hora y fue directo a la sede del equipo. Cuando llegó le llevaron directamente a hablar con el entrenador que en ese momento estaba coordinando una sesión de entrenamiento físico con el equipo titular. Le citó una hora más tarde para hacerle una prueba para el puesto de buscador sustituto y "por ser quien eres". Al parecer la escalada en la clasificación estaba atrayendo a muchos aspirantes como él.

No le gustó mucho que hicieran la excepción con él por ser Harry Potter, pero en esa ocasión no le parecía mal puesto que el privilegio era para una prueba mediante la cual optaría a un puesto y no el puesto directamente.

Nada más salir se fue a casa a por su escoba y después al gimnasio especialista en entrenamientos de Quidditch. Se sentía super oxidado, había perdido agilidad, sin duda, pero conservaba su toque. Esperaba que el entrenador lo entendiese y le aceptase porque sin duda parecía un equipo prometedor y empezar un proyecto de ese calibre le apetecía bastante.

Una hora más tarde estaba allí. Los integrantes del equipo salían con sus escobas al hombro directos a la recepción donde se desaparecían para volver a casa. El entrenador le hizo pasar a su despacho.

Tras varias preguntas sobre sus aspiraciones, ocupación, meta y nivel de compromiso le había llevado al campo de entrenamiento. Allí le había soltado dos bludgers sin golpeador y una snitch. Le había observado moverse en el aire esquivando con soltura los ataques de los bludgers mientras se concentraba en conseguir la snitch lo antes posible. Después le había pedido que recogiera los bludgers con un límite de tiempo.

Supuso que había pasado la prueba cuando bajó de su escoba y el entrenador le preguntó:

— ¿Sabes por qué llamamos a nuestro equipo la Quaffle hechizada? Porque cuando jugamos movemos la Quaffle de una manera que hace pensar al contrario que está hechizada para entrar por los aros. Esa era nuestra baza para la victoria hasta ahora. En cuanto estés preparado para salir al campo la primera división será nuestra antes de que nos demos cuenta. Bienvenido al equipo, Potter.


Entre los entrenamientos y el trabajo, el tiempo que restaba hasta las vacaciones de verano pasó sin que pudiese darse cuenta.

Tal y como había prometido Ginny había vuelto a tiempo para ir con él a recoger a los chicos a la estación.

Saludaron a los Malfoy y aunque fueron educados como siempre sintió que Astoria estaba algo fría con ellos. Ginny no había vuelto a mostrar ningún interés en compartir nada con ella, quizá estuviesen molestas por algo. En cualquier caso mantuvo las distancias con Draco, como se esperaría de dos padres adultos con la relación que se suponía que tenían. Todo muy correcto.

Lily bajó con Ava y se tiró literalmente a los brazos de Draco.

— ¡Le eché de menos, señor Malfoy!

Draco emocionado la abrazó. Harry creyó que se derretiría ahí mismo ante esa escena. Se fijó en Astoria que fingía ignorar la escena y miraba hacia el tren. James bajó con Stan, por supuesto, y por primera vez vio a los padres del amigo de su hijo. Ellos sí tenían aspecto alemán al contrario que su hijo. Cuando los chicos bajaron se acercaron para pedirle a Harry que dejaran ir a James dos semanas a su casa de verano en Alemania. Él aceptó complacido de conocerles por fin. Albus y Scorpius bajaron juntos de nuevo, comentando algo que no llegó a escuchar. Scorpius fue con sus padres y se despidieron sin más ceremonias.

Algo había pasado. Ya le contaría Draco.


A mediados de Julio, unos días después de haber mandado a James a Alemania, invitaron a Ava a venir a casa. Lily estaba feliz de tener a su amiga en casa.

Llegaba Harry del entrenamiento de Quidditch cuando Ginny le informó de que tenía una lechuza esperando.

— ¿No le has cogido el mensaje?

— He estado con las niñas toda la tarde, además, se ha negado a dejarme cogerlo. Es de los Malfoy.

Con una sonrisa tonta en la cara Harry fue hacia su despacho, donde esperaba la lechuza albina de los Malfoy. El mensaje era de Draco, les invitaba a pasar el fin de semana en su casa. La lechuza parecía tener órdenes de no regresar sin una respuesta, así que inmediatamente salió y fue a preguntar a Albus si quería. Por supuesto aceptó sin pensarlo. Ginny en cambio dijo que había prometido a las niñas llevarlas de excursión.

Un par de días más tarde, dos Potter esperaban frente a la puerta de la mansión Malfoy, con su equipaje para pasar el fin de semana.

Salió Scorpius a recibirles. Les saludó educado pero con su carácter habitual.

— Señor Potter, ¿cómo lo ha hecho para entrar en el equipo de Quaffle? — Preguntó con genuino interés.

— Fue un poco cuestión de suerte, parece que necesitaban un buscador oxidado para seguir ascendiendo.

Scorpius se rió mientras entraba en la casa. Después cogió a su hijo y fueron directos a su habitación en la planta de arriba.

— No pierden el tiempo… — comentó Harry en voz baja.

Dejó las cosas y comenzó a recorrer la casa en busca de su propio rubio.

¿Estaría Astoria por allí? La puerta de Scorpius se abrió de repente y le gritó:

— Mi padre está en su despacho — y volvió a cerrar.

El despacho, claro. Si no iba a salir a recibirle él no iba a perderse por la mansión buscándole. Se dirigió a la cocina, cuya localización conocía y se sirvió un vaso de agua.

Estaba siendo un día especialmente caluroso.

Se fijó en que la puerta del jardín estaba abierta, aquella piscina parecía apetecible. Salió al césped y se perdió en sus pensamientos, con el reflejo azul cristalino del agua. Se miró los brazos, que ya habían empezado a coger color y forma gracias a los entrenamientos al aire libre con su nuevo equipo.

Estaba realmente orgulloso de haber tomado la decisión de retomar el quidditch. En ese momento ya habían conseguido el ascenso a la tercera división de la liga nacional de Quidditch del Reino Unido. Aunque por normativa de la liga oficial aún no había jugado en ningún partido, había entrenado cada día como uno más con sus nuevos compañeros. Y se sentía más en forma que nunca. Gracias a esto conseguía matar los tiempos muertos y tener la sensación de estar luchando por algo. Un objetivo sencillo y satisfactorio.

Unos brazos le rodearon por detrás y un aliento cálido le susurró al oído:

— Enhorabuena, nuevo buscador nacional.

Sus pensamientos se esfumaron al tiempo que su cuerpo reaccionaba inmediatamente al contacto de aquellos labios recorriendo sus cervicales.

— Draco, ¿qué haces? No estamos solos… — murmuró más por obligación que por deseo.

— Si lo estamos, nuestros hijos están ocupados en sus propios asuntos y no hay nadie más en la casa.

El moreno se giró y le devolvió los besos con ardor. Draco le quitó la camiseta y la arrojó a la tumbona más cercana. No sabía dónde iban pero maldijo al rubio en cuatro idiomas cuando le tiró a la piscina. Estaba seguro de que había salido hasta vapor.

— Eres un malnacido, Malfoy — dijo dándole un manotazo al agua para salpicarle.

Él le miraba con una enorme sonrisa. Nadó ágilmente hasta la escalera de la piscina y salió.

— Esta te la guardo — advirtió buscando una toalla.

— Bueno bueno, ya veo las calidades físicas que se gastan a nivel nacional. Santo Merlín… — valoró mirándole de arriba a abajo.

— Solo hace un par de meses que estoy entrenando, no puede haber tanta diferencia.

— Uff que no… En fin, quítate ese pantalón mojado y ponte este bañador.

— No hace falta, Malfoy, me puedo secar.

— Con lo fresquito que estarás ahora…

Harry negó con la cabeza y se secó con un hechizo de aire caliente. En ese momento llegaban Albus y Scorpius en bañador, con las toallas al hombro. Harry observó que su hijo había crecido notablemente durante este año, ya casi era de su altura y la mandíbula se le había definido bastante, además de la pequeña sombra de barba que se entreveía bien afeitada.

Albus quien había heredado sus genes. No así Scorpius, que no tenía casi nada de la complexión delgada de su padre. El chico había desarrollado una musculatura ancha y bien definida al estilo griego. Parecían salidos de algún anuncio muggle de bañadores juveniles.

Se fueron al otro extremo de la piscina y extendieron las toallas. Se fijó en el hecho de que ya no llevaban libros consigo como había sido norma desde el primer día.

— ¿Estás bebiendo agua? — preguntó Malfoy de pronto.

— ¿Si? Esta casa tiene un anfitrión algo lamentable.

— Qué duro eres, Potter. Ven conmigo, te serviré algo digno de esta casa.


Después de la cena los cuatro fueron al salón a ver una película y charlar. Resultó ser una película de lo más interesante y nadie habló. La oscuridad no le impidió ver a Harry a los chicos de la mano cuando Albus se recostó discretamente en el hombro de Scorpius, como quien no quiere la cosa.

La película terminó y ellos finalmente se habían quedado dormidos apoyados uno sobre el otro.

— ¿Qué te parece? — susurró Malfoy haciendo un gesto con la cabeza hacia los tortolitos.

— Dulce juventud. Todavía creerán que son discretos.

— Creo que van tanteandonos también a nosotros, Scorpius sospecha algo además.

— ¿De nosotros?

Draco asintió y le hizo a Harry un gesto para que saliesen a hablar fuera.

— ¿Cómo que sospecha? ¿Nos ha visto?

— No lo sé, pero creo que piensa que si ellos pueden estar así nosotros también podríamos estarlo. No sé, tengo un hijo demasiado avispado a veces.

Pasearon por el jardín disfrutando de la noche y comentando batallitas. Finalmente volvieron a la piscina.

— ¿Te apetece un baño nocturno? — Ofreció el anfitrión.

— La verdad es que si, voy a por el bañador.

Pero Draco le sujetó el brazo, Harry le miró y el rubio negó con la cabeza mientras le miraba con picardía.

— No te hace falta bañador. Es de noche, nadie te va a ver — aseguró alzando una ceja y dibujando una sonrisa.

Indirecta captada.

Se dejó llevar a la piscina y una vez dentro se quitó la ropa interior y la dejó a un lado. Draco le siguió desvistiéndose entero previamente y paseando su torneado trasero a la luz de la luna. Los grillos daban un ambiente veraniego que le encantaba.

Entró con elegancia por la gran escalera de obra del extremo de la piscina mientras Harry le observaba sin poder apartar los ojos de la belleza que podía llegar a portar ese hombre, incluso de noche.

Llegó hasta él y le rodeó el cuello con los brazos. Harry le apartó un mechón de pelo de la cara y observó sus ojos grises. Reflejaban la luna y brillaban con luz propia.

— Eres increíblemente hermoso, Draco.

Con una sonrisa seductora Draco le acarició el pómulo a él.

— Es la sangre Malfoy — susurró con suficiencia.

— Y además eres humilde.

De nuevo aquella carcajada limpia y dulce que Harry silenció rápidamente.

— No hagas ruido o despertaremos a los niños.

Draco no respondió y se abrazó a él con un beso profundo. El contraste de temperaturas unido a la ligereza del cuerpo en el agua, era demasiado excitante.

Rápidamente tenía a Draco con las piernas enredadas en su cintura, sujetándose con las manos por encima de la cabeza al bordillo de la piscina mientras Harry hacía esfuerzos por no acelerar el ritmo de las embestidas y agitar el agua que seguramente les delataría.

Un gemido se escapó de la boca de su amante en el instante en que sentía un reflejo pasar por la puerta de la cocina, que seguía a oscuras. Su cabeza no funcionaba con normalidad y, el hecho de ser descubiertos, provocó que repentinamente su placer estallara dentro del rubio. Mientras él se dejaba llevar por el éxtasis al sentir la explosión de calor en su interior.

Unas cuantas caricias, susurros y besos después salieron de la piscina y comprobaron que los chicos seguían durmiendo en el sofá. Scorpius abrazaba a Albus en una posición tan tierna que les dio pena molestarlos. Así que les dejaron dormir ahí mientras Harry y Draco subían a dormir a sus respectivas camas.

Como si nada hubiera pasado, el día siguiente transcurrió con normalidad, comida y mucho Quidditch. Todos satisfechos y relajados.

Ninguna de las dos partes mencionó la noche anterior. Una discreción consensuada de manera no verbal.

La casa guardaría los secretos de todos y los elfos también.


Aish que me muero con estos cuatro.

Ese reflejo en la puerta de la cocina. Esa luna cómplice. Las noches de verano tienen algo que me enamora desde siempre. ¿Se nota? Jajaja

¿Habéis notado la ausencia?

Os adelanto que a partir de ahora se termina la calma y el idilio de estos dos.

Estad atentas a lo que se viene!

Un abrazo

Kanna