Loonatics Unleashed no me pertenece, y esto es un pobre intento de Fanfic.

La estrella caída (Primera Misión)

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Capitulo 5

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Cuando abrió sus ojos, Lexi no pudo ver absolutamente nada, por la oscuridad que la rodeaba. Trató de calmarse al darse cuenta que no sabía cuánto tiempo había pasado desde que se perdió la conciencia, y comenzó a mover despacio sus brazos para levantarse, sintiendo la dureza del concreto en sus manos, y un ligero dolor de espalda por estar acostada.

—¡A-ayuda!—

Su cabeza dolía mucho, pero estaba segura de que había escuchado a alguien, detrás de la cacofonía de sonidos que se levantaba a su alrededor. Por alguna razón, todo hacía demasiado ruido, desde las rocas que pisaba, el agua que goteaba entre los caños rotos del sistema de calderas, hasta su propio corazón y su sangre corriendo en sus venas. Todo era tan escandaloso que apenas del dejaban pensar, obligándola a taparse sus largas y peludas orejas con sus manos, deseando que la tortura terminara.

—¡P-por favor… Ayuda!—

Estaba segura de que escuchaba una voz lejana detrás del ruido ambiental que la estaba abrumando, aun así, le costaba trabajo concentrarse. Una parte de ella, estaba gratamente sorprendida, a pesar de la migraña que le provocaban aquellos ruidos, ya que en ningún momento de su corta vida había conseguido escuchar tan claramente como en ese preciso instante. Habiendo nacido sorda del oído derecho, y estando a punto de perder parcialmente la audición del izquierdo, estaba segura de que estaba teniendo un sueño vivido y fuera de serie.

—¡Hay alguien ahí!—

La joven coneja espabiló de sus pensamientos, seguía escuchando a alguien pidiendo auxilio, pero no podía ver absolutamente nada a su alrededor. Trató de vislumbrar si algo luz pasaba entre todo el escombro que casi le había sepultado, pero estaba completamente oscuro. Resignada y un poco ansiosa, repasó en su cabeza lo que había pasado antes de perder la conciencia, y a pesar de su migraña, pudo recordar detalles de lo sucedido.

Se encontraba en el gimnasio principal de la universidad de Acmetropolis, haciendo las pruebas para el equipo de porristas. Recordó lo nerviosa que estaba aquel día, porque sabía que tenía ciertas desventajas que no la ayudarían en la prueba. Las mismas animadoras le habían pedido que no se presentara, debido a sus problemas auditivos. Sin embargo, su terquedad superó su miedo, y tomó la prueba sin dudarlo. A pesar de haber hecho la rutina que se le había pedido a la perfección, ellas la habían rechazado porque no confiaban en que pudiera seguir sus instrucciones cuando llegue el momento. Por otro lado, le revelaron que no querían ser un equipo reconocido por aceptar a una discapacitada.

Eso no era justo, ella aún no estaba sorda, y le quedaba al menos un año antes de que su oído izquierdo deje de funcionar. Pero no se animó a replicar en ese momento, ni a discutir la decisión, porque su valentía se había ido por el drenaje al no haber conseguido que su rutina fuera lo suficientemente buena como para convencerlos.

Pero todo eso parecía carecer de importancia ahora.

Una enorme explosión, seguida de un terrible terremoto, destrozó por completo el gimnasio, atrapando a la mayoría de los porristas y estudiantes dentro de aquel lugar, cuando el techo se derrumbó y cayó sobre ellos. No tenía idea cuanto había pasado desde entonces, porque sus recuerdos solo llegan hasta ese momento, pero el único latido que escuchaba por todo el lugar era el suyo, y en la lejanía, en medio de la oscuridad, aquella voz pidiendo ayuda.

—¡Sáquenme de aquí!—

Lexi comenzó a caminar lentamente, armándose de valor, atravesando la oscuridad, temiendo caer al tropezar contra algún trozo de escombro, tratando de seguir la dirección aquellos gritos de auxilio. Su vestido color azul marino se había rasgado justo por encima de la cinturilla, pero por suerte, seguía cubriendo la mayor parte de su cuerpo. Le gustaría tener algo más de ropa, porque la temperatura comenzó a descender a medida que pasaban los minutos. Sin energía eléctrica, no había luz ni calefacción, el agua que desprendían de las cañerías estaba helada, y se hacía difícil avanzar al no ver absolutamente nada.

Finalmente, llegó a tocar la pared del gimnasio, y con cuidado, empezó a guiarse con el tacto, cada vez más ansiosa por todos los ruidos que la invadían y martillaban su cráneo. Se sentía aterrada, pero solo el oír a lo lejos aquellos gritos exigiendo ayuda, le permitieron avanzar y no detenerse. Deslizó sus manos por la pared, tratando de encontrar una puerta o ventana, caminando con cuidado y tratando de cuidar cada paso que daba.

Debe ser por eso, que evitó tropezar sobre un bulto, pero lo terminó pateando. Era demasiado blando para ser un trozo de escombro, y con algo de duda, lo toca con su mano, tratando de entender que había en su camino. Mientras sus ojos se ajustan un poco a la oscuridad, descubre debajo de sus dedos una cara helada y pegajosa, de apariencia humana, posiblemente de un cadáver. Quitó la mano rápidamente de aquel cuerpo sin vida, y gritó aterrada.

Lentamente, sus ojos captaron la silueta de una de las animadoras que la rechazó en la prueba, y no pudo más con la angustia. Comenzó a llorar y sollozar, angustiada ante la confirmación de que su corazón era lo único que escuchaba allí, porque todos los estudiantes y profesores que estaban con ella, murieron aplastados por el derrumbe del gimnasio ¿Cómo pensaba salir de allí? De seguro moriría como los demás, no había forma de que alguien tan inseguro y temeroso como ella, termine sobreviviendo a esta catástrofe…

—¡Ayuda! ¡Sáquenme de aquí! ¡Quiero ir casa!—

Los gritos no cesaban, y la dueña de aquella voz sonaba casi tan asustado como ella. Podía llorar todo lo que quiera, estar aterrada y congelarse en aquel sitio, pero si no alcanzaba a esa persona, de seguro podría pasarle algo horrible. Lexi se recompuso, secando las lágrimas y mocos con la manga de su vestido de gimnasia. Debía continuar y salir de allí, sobrevivir y ayudar a quien sea que estuviera en problemas.

Sin embargo, algo le preocupaba ¿Por qué no podía escuchar el corazón de esa persona? ¿Acaso estaba demasiado lejos como para captar ese sonido y no sus gritos? Sin dudarlo, Lexi tomó aire y exclamó a pleno pulmón:

—¡HOLA! ¡HAY ALGUIEN ALLÍ!—

Esperó unos instantes, pero la persona no le respondió. Entonces eso significaba que no podía oírla ¿Qué tan lejos estaba?

—A-ayuda… ¿Alguien me escucha?...

Al parecer, se encontraba bastante lejos, y sea quien sea, no la escuchó a pesar de haber gritado tan fuerte. El silencio a su alrededor demostraba que no había una sola alma en el recinto. Tenía que salir de allí, y rastrear aquella llamada de auxilio en la lejanía. Si había una sola persona con vida, debía hacer lo posible por ayudarla, no podía dejar que muera como lo hicieron sus compañeros.

Armándose de valor, siguió intentando salir del gimnasio, y se percató que la puerta de emergencia tenía la manija completamente destrozada. Desesperada, trató de empujar la puerta, pero no pudo moverla un solo centímetro. Estaba completamente obstruida, y no había forma de que ella pudiera continuar avanzando.

—¡Auxilio! ¡No puedo salir de aquí!—

Lexi sintió que su corazón se desbocaba por la desesperación, sabía que no podía perder el tiempo allí, alguien necesitaba ayuda. Ella debía salir de ese lugar a como dé lugar, pero no sabía cómo. El dolor de cabeza iba aumentando a medida que la urgencia en su interior crecía desmesuradamente, la migraña se hizo insoportable de un momento a otro, y le obligó a sujetar tu cabeza, haciendo que sus orejas se aplasten en su cráneo, tratando de apaciguar los pocos ruidos ambientales que la aquejan.

Cuando la migraña se volvió insoportable y ella creía que iba a desmayarse, algo iluminó de repente todo el lugar por unos instantes, suficientes para ver a las víctimas de aquel derrumbe a su alrededor. La luz provenía de su frente, y a medida que el dolor de cabeza la abandonaba, un rayo salió disparado hacia la puerta, destrozándola y dejándole la vía libre para escapar.

¿Era su imaginación o había disparado un rayo psíquico? Aterrada, un grito ahogado salió de su garganta, y cayó al suelo sobre su trasero, completamente estupefacta. A su cuerpo le pasó algo cuando perdió el conocimiento, y estaba segura de que había cambiado demasiado. Su sentido del oído era demasiado fino, y estaba segura que podría escuchar el sonido de una aguja al caer, a una distancia considerable.

Y ahora disparó un rayo explosivo desde su cabeza ¿Qué le estaba pasando?

Desde la abertura que logro crear, podía ver un poco de luz del exterior, pero provenían de un par de carteles en llamas y las últimas luces del crepúsculo, permitiéndole vislumbrar un poco mejor el camino a seguir. Ella salió con sumo cuidado del gimnasio, aliviada de que el dolor de cabeza se haya mitigado después de disparar ese rayo psíquico. Terminó dándose cuenta que había perdido su zapatilla izquierda, haciendo que caminar con la que le quedaba, sea demasiado problemático. Al quitársela, se percató que sus medias estaban intactas, pero su vestido no estaba ayudando en nada a soportar la noche oscura y fría en la ciudad.

Temblando, Lexi miró a su alrededor, dándose cuenta lo vacía que estaban las calles. Volvió a gritar, preguntando si había alguien allí, pero nadie respondió. Cerró los ojos para concentrarse, esperando captar los gritos de auxilio que había oído antes. Por unos tortuosos segundos, no escuchó nada, pero finalmente la voz se elevó desde una dirección, calle abajo.

—¡Auxilio! ¡Sáquenme de aquí!—

Aliviada de que la persona atrapada siga con vida, y no se haya dado por vencida, Lexi trató de guiarse con su nuevo oído hacia donde se encontraba.

—Espérame, ya voy a encontrarte—

(…)

Sabía que ese día no debía haberse molestado en salir de su cama. Daniel no era un pato muy afortunado, lo sabía muy bien desde que perdió a sus padres a edad temprana y pasó toda su vida en sistema estatal, creciendo en hogares de acogida. Sabía perfectamente lo mala que era su suerte, y cuando no debía forzarla, y este resultó ser uno de esos días realmente malo.

Había comenzado quemando su tostada en el desayuno, luego quemó su lengua con café hirviendo, perdió el autobús para llegar a su primer trabajo, y terminó limpiando pañales usados de una alberca privada. La temporada baja de playa lo estaba matando, sus servicios de salvavidas no serían requeridos hasta dentro de un par de meses y no había ahorrado lo suficiente para poder pasar cómodo esos días.

Trabajar limpiando piscinas era lo único que podía hacer, hasta que comience la nueva temporada de vacaciones. Esperaba soportar hasta entonces, pero debía admitir que se estaba amargando. Daniel Duck nació para ser un salvavidas, un héroe que protege a las personas de las aguas traicioneras del mar, y no un simple pescador de pañales usados.

Estaba muy molesto y demasiado asqueado cuando la terrible explosión sucedió. No sabía que la había provocado, pero solo alcanzó a ver la onda expansiva avanzar directo hacia él, y atinó a levantar la red para limpiar piscinas, intentando protegerse con esta, a pesar de lo ridículo que fuera creer que lo salvaría.

Y ahora despertó atrapado dentro de un tanque de concreto, con algo de agua en el fondo, pero imposible de atravesar. Estaba muy confuso, no tenía idea de cómo llegó hasta ahí adentro, porque no había forma de entrar en aquel enorme contenedor de agua. Este no tenía una sola apertura de su tamaño. Él era el pato joven más pequeño de toda la ciudad, aun así, le era imposible pasar por el pequeño conducto que daba hacia afuera.

Esto era desesperante, confundido y aterrado comenzó a agitarse, ya que odiaba los espacios cerrados. Sin esperar un solo segundo más, comenzó a golpear el tanque de concreto con sus puños, y a gritar con todas sus fuerzas. No entendía como llegó a ese lugar, no recordaba haber estado cerca de una estructura parecida y no sabía cuánto tiempo había estado atrapado allí. Necesitaba salir de ese lugar cuanto antes.

—¡Auxilio! ¡Estoy aquí! ¡¿Alguien puede oírme?!— Daniel comenzó a gritar desesperado, golpeando el tanque con sus puños desnudos, dañando sus nudillos al chocar con el concreto. Debía haber alguien del otro lado que pueda oírlo, Acmetropolis es una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo, estaba seguro que podrían encontrarlo. Hasta entonces, debía gritar hasta que logren rescatarlo.

Los minutos pasaron, y se transformaron en horas. El agua nunca fue un problema para él, pero en este preciso instante, se sentía helada. A pesar de que sus plumas no permitían que se moje del todo, no lo aislaba del frío, que estaba calándolo hasta los huesos.

No podía entender porque había bajado tanto la temperatura, ya que la ciudad siempre estaba caliente por todas las luces de los carteles de publicidad, las múltiples tiendas y la enorme cantidad de puestos de comida que nunca cerraban. La temperatura siempre era alta, no solo por la energía gastada sino por la enorme masa de personas que van de un lado a otro, las veinticuatro horas del día, siete días a la semana.

Sin embargo, no escuchaba ningún sonido, parecía como si el constante ruido del tránsito, los pasos y los gritos de las personas, habían desaparecido, haciendo que el mundo a su alrededor sea demasiado silencioso. El pánico comenzó a invadirlo, haciendo que el aire del tanque se vuelva irrespirable. Trató de no agitarse, de respirar lento, pero fue inútil. De un momento a otro, pensó que moriría en el acto y que nadie vendría a salvarlo, haciendo que su cuerpo se estremezca por completo, temblando de puro terror.

Daniel creía en ese preciso instante que moriría en aquel lugar, completamente solo, y nadie le recordaría ¿Y porque lo harían? Era solo un huérfano, sin familia ni amigos, que no le importaba a nadie…

…Debía aceptarlo, este era su fin…

Eso no estaba bien. No podía darse por vencido, ni darse el lujo de morir sin dejar huella en el mundo. Él debía convertirse en alguien reconocido, y que el mundo sepa de su existencia.

—¡Auxilio! ¡Sáquenme de aquí!— La garganta del pato dolía mucho, apenas le quedaba energía por estar tiritando de frío, pero no podía darse por vencido, era esto o tener otro ataque de pánico, y morir sin hacer nada al respecto.

—¡Auxilio! ¡No puedo salir de aquí!— El pato golpeo nuevamente el tanque, y sintió como su voz se quebraba, y sus ojos se llenaban de lágrimas. No podía ser su final, ese no iba a ser su final —¡Hay alguien allí!—

El cansancio de gritar por horas lo dejó rendido. El hambre comenzó afectarle, y estaba seguro de que su vista estaba borrosa por el cansancio. Se sentó en el fondo del tanque y limpio sus lágrimas de frustración, sintiendo que no tenía más opción que esperar a recuperar sus energías, y volver a intentarlo.

Lo haría tantas veces como fuera posible…

—¡Hola! ¡¿Me escuchas?!— Una voz se alzó en el aplastante silencio. El corazón de Daniel salto de emoción, pero su garganta estaba demasiado ronca para gritar —¡¿Dónde estás?!—

—Es… Estoy en… cof, cof, estoy en el tanque…— Daniel no podía creer su suerte, se había quedado sin voz. Salía fina y silbante de su garganta, era imposible que la persona que estaba del otro lado pueda oírlo. Una vez más la mala suerte vuelve arruinarle la vida, quitándole toda esperanza para ser libre.

Un golpe desde el exterior del tanque llamó su atención ¿Cómo lo encontró tan fácilmente? Daniel no lo pensó dos veces, y golpeo las paredes del interior para que sepa que estaba allí.

—¿Estás bien? ¿Tienes alguna herida?— La voz de una mujer se escuchó al otro lado, y eso animó mucho al pato. Al fin alguien le escuchó.

—Me quede sin voz, tengo frío y hambre, pero no estoy herido— Daniel no tardó en informar de su estado, al menos para calmar a la recién llegada.

—Es una suerte que no tengas heridas, estoy intentando averiguar cómo sacarte de aquí, pero el tanque está sellado completamente— Al parecer, la persona del otro lado podía oírlo, a pesar de que su voz era tan débil y fina. Daniel sintió una enorme alegría invadiendo en su corazón ¿Acaso ella estaba allí porque lo escuchó pidiendo ayuda?

—A decir verdad, estoy aquí para salvarte…— El pato se percató que le escuchó murmurar sus pensamientos, lo cual le dejó impactado. La voz del otro lado era cálida y sincera, y por alguna razón, Daniel quería conocer con suma urgencia quien estaba del otro lado para agradecerle —…Y darte las gracias por guiarme hasta aquí—

—¿Tú quieres darme las gracias?— El pato sentía que una enorme sonrisa en su pico se estaba formando, y su corazón saltó dentro su pecho. El tanque de repente se iluminó ligeramente, por unas chispas que salieron a su alrededor, pero no lo notó.

—Me salvaste la vida, de no ser por ti, yo no estaría aquí— Ella dijo esto con tanta sinceridad, que el pato sintió que su vida volvía a tener sentido. Debía salir de allí y ayudar a la persona que estaba al otro lado. Algo dentro de él le decía que estaba tan sola como él —Pero ahora no sé cómo sacarte de aquí, este tanque no se abre—

Daniel no iba a permitir que todo ese esfuerzo sea en vano. Debía salir de allí, ese tanque no lo detendría, no iba a dejar que alguien más este solo, nadie merece sentirse de esa forma…

De repente, el tanque se iluminó de una intensa luz blanca, que lo dejó ciego por unos segundos, y cuando volvió abrir los ojos, se percató que estaba a unos pocos centímetros de lo que parecía ser una azotea. A pesar de la oscuridad, vislumbró por unos instantes el rostro lleno de sorpresa de una joven coneja de pelaje color canela y enormes ojos color esmeralda.

—¡Saliste del tanque!— Gritó emocionada la chica, sonriéndole de una forma que de seguro haría sentir muy celoso a su novio.

Porque ella debía tener novio, Daniel conocía su suerte…

Pero lo más importante aquí ¿Cómo salió del tanque? No tenía idea y mucho menos tiempo para pensar. No reaccionó al grito de emoción de su interlocutora, y cayó como un saco de papas, golpeando su cara contra el duro concreto que cubría el techo. El dolor le hizo volver a la realidad, levantándose de inmediato para notar que todo a su alrededor estaba oscuro.

—¿Te encuentras bien? Estaba tan oscuro que no pude atraparte— Ella se disculpó, sinceramente apenada.

—Mejor, te habrías hecho daño si caía encima tuyo— Daniel no pensaba herir a la persona que le había encontrado, de por sí, nunca se lo perdonaría a sí mismo. Sin embargo, una duda le invadió mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad total —Este sitio esta tan oscuro que apenas puedo ver mis manos ¿Cómo llegaste hasta aquí?—

—Seguí tu voz— Ella dijo esto, y a pesar de la falta de luz, podía jurar que estaba sonriéndole mientras hablaba —Y me guío en la oscuridad—

(…)

Rev notó como la oscuridad se tragaba a la ciudad por completo, mientras las luces del crepúsculo se apartaban, para dar paso a una noche de luna nueva, completamente cerrada y profundamente oscura. Era una sensación extraña de añoranza, observar el exterior desde el enorme ventanal de aquel departamento, ya con las luces apagadas de la habitación que estaba ocupando. Podía ver el cielo estrellado como si estuviera en medio del desierto, junto con la calma y el silencio que le caracterizaba.

Realmente extrañaba el árido paraje donde solía ocultarse de su familia, estar solo, sin ser juzgado ni presionado a ser algo que no era. Rev sentía que no podría dormir esa noche, ni las siguientes, porque lo que le estaba pasando era impensable, que cambiaría su vida para siempre. Era rápido, tal vez demasiado rápido. Ahora su velocidad era supersónica y según Tech, parecía que podía aumentar a medida que siguiera corriendo.

Así que solo debía correr, como cualquier correcaminos normal.

Pero él nunca se sintió como un correcaminos normal.

Desde siempre, prefería correr sin que nadie lo viera, para evitar la vergüenza de no ser como los demás. Pero ahora que era mucho más rápido, por algún motivo, no quería que nadie de su comunidad lo vea, siquiera su familia. Ahora mismo, solo quería que Tech lo vea, se maraville de su habilidad y se impresione a verlo realizar sus carreras ¿Era raro? Posiblemente. Apenas lo había conocido hace unas cuantas horas, si era generoso, podía decir que habían pasado un día entero juntos, como para justificar su apego por el coyote. Sin embargo, Rev no sabía si era normal estar tan enamorado de alguien en un corto periodo de tiempo.

Era demasiado raro para él, nunca se había sentido así por nadie. Es más, creía que el amor a primera vista no era real, pero ahora mismo estaba completamente seguro de que se había enamorado de Tech.

Era bueno aceptar y entender sus emociones, pero la pregunta era ¿Qué hacer con eso? No pudo pensar demasiado en eso, porque alguien golpeo a la puerta de la habitación.

—¿Problemas para dormir?— Tech se anunció antes de entrar en la habitación, trayendo una manta para él. Rev sintió como su corazón saltó de su pecho, y un escalofrío recorrió su espalda. La habitación estaba bastante fría, aun hasta para sus estándares, pero estaba tan concentrado en sus pensamientos, que no lo noto.

—No creo que pueda dormir ¿Cómo lo llevas?— Rev sonrió al verse cubierto por una cálida y suave manta, y se acomodó en el sofá que daba al ventanal. Lo único que podía verse, eran las estrellas en el oscuro cielo, pero ahora se sentía más reconfortado.

—Puf, bastante mal, mi cabeza no puede parar de pensar, así que supongo que hoy toca insomnio— Tech comentó esto con una leve sonrisa. En la oscuridad, podía verse su colmillo canino sobresaliendo de su labio. Rev levantó su manta, y le hizo señas para que siente a su lado.

—Vamos, no muerdo— El correcaminos bromeo al ver que Tech rascaba su cuello con su mano derecha, claramente nervioso por aquella invitación. Era adorable, pero estaba seguro que no apreciaría que se lo dijera.

—Sería una mutación curiosa si llegaras a lograrlo— Comentó con cierta molestia Tech, pero terminó cediendo, sentándose a su lado y aceptando que le cubra con su manta. Rev aprovechó a recargarse en el pecho de coyote, escuchando como su corazón latía, demasiado rápido para considerarlo normal.

—Supongo que podría esperar que pase, es decir, ya tengo supervelocidad, podría desarrollar la habilidad de morder— Rev bromeo sin poder evitarlo, sintiéndose extrañamente valiente en ese momento. Era demasiado fácil invadir el espacio personal del coyote, como si todo el tiempo estuviera hambriento de tacto.

—Sería agradable verte masticar tu comida para variar, pero supongo que los demás no lo apreciarían— Cuando Tech habló con suavidad, sintió como retumbaba su pecho, haciendo que su cuerpo se relaje aún más. Era agradable, y se preguntaba si en algún momento podría tocar de nuevo el suave pelaje de su pecho, recordando la primera vez que lo hizo...

Rev tuvo de reprimir ese pensamiento, no iba a ningún lugar decente.

—Eres muy extraño ¿Sabes lo raro que sería tener dientes en el pico?— Rev sintió que este tema era más seguro. En medio de la oscuridad, a solas, con todos durmiendo, agotados por ese día inverosímil, necesitaba que Tech no trate de hacer nada que su corazón no pueda manejar.

—Los gansos tienen dientes— Protestó de repente el coyote, haciendo que Rev se sonría para sí mismo.

—Y son unos malditos sociópatas ¿Por qué estamos discutiendo esto?—

Tech tarareo por unos momentos, como si considerara hablar de lo que realmente le molestaba. Rev podía ver los engranajes de su cabeza moviéndose, a una velocidad alarmante. Los ojos del coyote estaban enfocados en el vacío, moviéndose levemente de un lado a otro como si repasara la información acumulada en su cabeza. Cuando terminó lo que sea que estaba haciendo dentro de su mente, relajó su cuerpo y su respiración se volvió un poco más lenta.

La mano derecha del coyote se posó en su espalda, y masajeo suavemente su columna, en un intento de calmarlo. Rev se dio cuenta que estaba reteniendo la respiración ante ese gesto, un poco abrumado por su extraña actitud.

—Tengo una teoría sobre la gente desaparecida ¿Quieres oírla?— Tech preguntó con cierta vehemencia, dándole la opción de no escarbar en su mente en ese momento. Rev tragó saliva, esperando poder manejar la información.

—Supongo que será un tema mucho mejor para discutir, superando con creces tu disertación sobre las maravillas de la masticación— Replicó el correcaminos, ganándose una risa ronca y nasal del coyote. Era una risa tan bonita, sabía que otros la encontrarían molesta, pero no le molestaría oírla más seguido. Tech dejó de reír, suspiró resignado y agregó de manera lacónica.

—Sinceramente, creo que es peor, pero necesitamos hablar de esto y decidir qué decirle a Zadavia y a los demás—

Rev no pudo evitar suspirar levemente, al darse cuenta que no estaba seguro de como sentirse al respecto. Iban a decidir, entre los dos, como manejar la situación. El grado de confianza que estaban manejando a estas alturas era alarmante, y estaba seguro que no debería ser tan fácil aceptarlo para un observador externo. Sin embargo, no le costaba admitir que se le hacía natural, como si estuvieran esperando encontrarse durante toda su vida ¿Sonaba espeluznante o cursi? Tal vez ambos.

Volviendo a su conversación, si Tech quería hablar a solas con él y no iba a ser un tema agradable, estaba seguro de lo que le esperaba.

—Son malas noticias—

—En escala del uno al diez…— Tech murmuró la frase con desazón, sin ánimos de completarla.

—Entonces son muy malas noticias— Rev rodeo la cintura de Tech, recargándose por completo sobre él. Era delgado, pero podía sentir una ligera musculatura tensándose debajo de sus brazos. El coyote le correspondió, abrazándolo con firmeza, pero sin apretar demasiado su cuerpo. Era una pena que el material del chándal no le permita sentir el pelaje del coyote —Te escucho, hagamos que el insomnio valga la pena—

—Eso me agrada, compartir el insomnio con alguien es agradable ¿Lo dije en voz alta? No me hagas caso— Tech divagó, haciendo que la cara de Rev se encienda por el sonrojo. El coyote aclaró su garganta y comenzó hablar —El objetivo de toda esta operación siempre fue Zadavia, iban a quitarle sus poderes, hacer que se estrelle en nuestro planeta y destruirla con el meteorito, exactamente en ese orden—

—Nosotros solo fuimos rehenes, esos nerdlucks sabían que ella trataría de protegernos, y nos usaron de carnada todo el tiempo— Rev era consciente que esta era la parte que Zadavia ya sabía, pero al parecer Tech notó algo curioso al respecto.

—Solo éramos el daño colateral, demasiados insignificantes para los planes de estos seres— Tech trató de sonar desapasionado, pero aún le afectaba la sola idea de morir sin poder hacer nada para evitarlo. Rev tarareo en señal para que continue, entre más rápido procesen esto, más rápido resolverían que hacer —El ser que ideo todo esto estaba dispuesto a lo que sea para eliminarla, ella piensa que fue su hermano, pero alguien que la conoce de toda la vida no cometería el error de subestimarla—

—Entonces es alguien que la conoce, pero que no tiene idea de lo que es capaz ¿De su mismo planeta tal vez? ¿Cómo no se percató de sus habilidades?— Rev estaba tratando de entender que estaba pasando con la información que Zadavia les dio hasta entonces. Ella insinuó pertenecer a la realeza, de ser así, sus poderes debían ser de conocimiento público…

…Al menos que, no sean poderes habituales para un ser del planeta Freglen. Un tabú que debía ser oculto.

—Zadavia es como nosotros, aunque más talentosa, posee poderes de sanación, es capaz de producir ondas electromagnéticas de diferentes frecuencias y puede destrozar cualquier material, si ella pertenecía a la realeza, tal vez su familia no reveló sus habilidades por el desbalance de poder— Tech supuso que la política era la razón por la que pudieron haber ocultado la verdadera naturaleza de Zadavia. Rev se preguntaba si su hermano también la resentía por sus poderes, tanto como para que ella piense que le desea la muerte.

De ser así, era muy triste, y no sabía si quería preguntarle acerca de eso.

Rev estaba seguro de que Rip jamás le haría daño a propósito, pero se fue de casa y lo dejó solo, lidiando con su padre. Aunque no hubo un solo momento en que expresara tener problemas en casa, dudaba que su padre no este aprovechando la extraña condición de su hermano para molestarlo ¿Estará bien? Esperaba que sí.

—Así que ella resultó ser demasiado poderosa y fue toda una sorpresa para el ser que le tendió la trampa, por lo que debe estar furioso y posiblemente desesperado, haría lo que sea por terminar el trabajo…— Rev dejó divagar a su mente, tratando de imaginarse los posibles escenarios, hablando con rapidez, hasta que se detuvo ante el posible peor escenario de todos —Oh, no puede ser, esos desgraciados…—

Al parecer, Tech hasta podía leerle la mente en ese momento, porque tarareo estando de acuerdo con él y agregó con calma:

—Seh, teorizo que tomaron rehenes, y millones de estos, casi todos los habitantes de Acmetropolis, por eso está todo deshabitado y los nerdlucks se pasean por la ciudad buscando posibles víctimas— Tech suspiró derrotado, tal vez preocupado por su madre, tal vez preocupado por lo que implica tener en sus manos cientos de vidas, y si no hacían algo pronto, podría significar el final de todo —Tenemos que encontrarlos, de una forma u otra, de lo contrario, no podremos hacer nada para cuidar de Zadavia o del planeta—

—Esto es horrible, toda esa pobre gente… ¿Y si mi familia está atrapada? Mi pobre hermano debe estar aterrado— Rev se lamentó mucho no estar en esos momentos con él, pero Rip era un chico de mente serena y muy frío, posiblemente este tratando de calmar la histeria de sus padres si fueron secuestrados. Por otro lado, toda su familia vivía en un acantilado, tal vez los nerdlucks no llegaron a ellos.

Esperaba que se haya dado el segundo caso, no quería que su hermanito sufriera.

—¿Tienes un hermano?— Tech parecía interesado en conocer un poco más sobre él, y en ese momento, Rev se percató que en ningún momento habló sobre su familia. Era difícil hablar de su padre o de su madre, al menos que estuviera divagando. Pero hablar de Rip siempre era sencillo, adoraba a su hermano por ser tan diferente a los demás niños que había conocido en la escuela y el instituto. Nunca parecía que perdiera la concentración, sabía que decir y cómo reaccionar, y hablaba solo cuando estaba seguro de cómo responderte. Su padre le guardaba el mismo rencor por ser lento, pero al ser el menor, simplemente le ignoró como si no hubiera nacido.

Ser ignorado era peor que ser presionado hasta desarrollar ansiedad, Rev estaba seguro de eso, pero Rip siempre trataba de demostrarle que no le importaba, tal vez para protegerlo ¿Qué le podía contar a Tech para no abrumarlo?

—Si, se llama Rip, es unos tres años más joven que yo, está en el instituto, supongo que estará junto con mi familia, tratando de lidiar con la histeria de mis padres, pero no te preocupes, él siempre sabe que decir…— Rev se detuvo, jugando con los dedos peludos y suaves de Tech al darse cuenta que los tenía al alcance, y le miró con cierta duda —¿No quieres seguir hablando de los secuestros?—

—No, por ahora no hay nada que podamos hacer, la oscuridad no nos permitirá movernos con facilidad y los demás están muy cansados— Tech dijo esto con cierta calma, y de repente entrelazó los dedos de su mano derecha con los de Rev, haciendo que se azorara por el íntimo contacto ¿Por qué todo era tan fácil con él? La voz del coyote le hizo reaccionar, siendo un poco más suave y baja que de costumbre —¿Qué quieres decirles a los demás?—

Tech estaba esperando su opinión al respecto. Dar malas noticias en estas circunstancias no iba a ser bienvenido, pero todos merecían saber la verdad.

—Todo. Es más, necesitamos que Zadavia hable de su hermano y sus súbditos, ella estará dolorida por su mala relación, pero no podemos descartar que confabularon en su contra y necesitamos toda la información que podamos recabar al respecto— Rev estaba siendo un poco duro con la joven alienígena, pero si no planeaban con cuidado sus siguientes pasos, las vidas de miles de personas estarían en peligro.

—Tal vez la consideren un monstruo en su mundo— Tech murmuró esto con cierta resignación, y el correcaminos sintió como la ira burbujeaba en su interior ante la idea.

—Son unos idiotas ignorantes si llegan a considerarla así—

Tech tarareo de nuevo, se lo veía relajado, pero solo externamente. Sus ojos volvieron a enfocarse en la oscuridad que los rodeaba, y agregó con cierta calma.

—Me gustaría hacer planes de contingencia, para evitar que ella intente sacrificarse por los rehenes o por nosotros—

—¿Quieres planear a sus espaldas?— Rev estaba escandalizado, y a la vez, un poco preocupado por Zadavia. Era posible que necesiten pensar en algo para protegerla, pero llegar a tanto le parecía excesivo—¿No crees que ya han confabulado bastante en contra de ella?—

—Es por su propio bien, es obvio que la criaron para cuidar del más débil con sus poderes, algo admirable si me lo preguntas, pero inútil si queremos mantenerla a salvo— Tech fue brutalmente sincero, y era la primera vez que veía ese lado suyo. Rev se preguntaba qué tan desalmado podía llegar a ser.

—Ella no apreciaría que intentes engañarla para mantenerla a salvo— El correcaminos no estaba seguro si alentar esta idea, pero no iba a detenerlo. Asumiría la culpa, porque sería cómplice de todos modos. Un poco incomodo, soltó la mano de Tech, y este parecía arrepentirse de su idea, pero solo por unos segundos.

—Lo que ella no sepa, no la dañara— Tech parecía estar seguro de su idea, haciendo que Rev suspire resignado y le sonría con simpatía, sintiendo que no tenía remedio.

—Eres un coyote tramposo—

—Gracias, lo heredé de mi madre, y ella es descendiente directa del infame Wile, el más tramposo de todos— Al parecer, era algo que solían decirle a menudo, pero escondía algo doloroso atrás. Rev se sintió picado por la curiosidad.

—Debió haber sido la más querida de tu comunidad—

—Nah, ni lo creas, tuvo que pelear con uñas y dientes para casarse con mi padre, los rumores sobre los descendientes de Wile hacían que nadie quisiera desposarla— Tech sonó amargado al respecto, pero también, bastante molesto.

—¿Rumores? ¿Qué rumores?— Preguntó Rev, un poco preocupado ¿Qué clase de oscuro secreto guardaban los descendientes de Wile? Tech le miró por unos instantes, evaluando si decirle algo al respecto, pero finalmente cedió.

—Se rumorea que todos nosotros tenemos genes de correcaminos—

—¿Qué? ¿Eso es posible?— Rev estaba un poco mareado ¿Era por eso que se llevaba tan bien con Tech? El coyote frunció el ceño, y protestó por lo bajo antes de contestar.

—Rev, es genéticamente imposible, lo sabes muy bien, eres listo—

—Lo siento, pero ¿Por qué pensarían…? Oh, claro, creo que lo entiendo— Rev presionó su pico, sintiéndose un poco mareado ante la posible insinuación de aquella relación tan antigua entre sus antepasados. Su padre era un ignorante, en todo sentido de la palabra, si los coyotes eran conscientes de aquel suceso de un modo completamente diferente —…Tus parientes seguro que se sintieron aliviados cuando vieron lo malo que eres corriendo—

—Auch ¿Mi forma de correr es tan terrible?— Tech se rio de una forma tan relajada y nasal, que Rev sintió como sus plumas se erizaban. Estaba seguro que amaba esas risas, a pesar de lo inusuales que eran. El coyote se calmó un poco, antes de seguir hablando —Aunque no lo creas, esperaban que naciera con pico y plumas, los rumores a veces se vuelven mucho más creíbles que la información verídica o la lógica—

—Tu padre no los creía— Supuso Rev, haciendo que el coyote deje de sonreírle, y asienta levemente.

—Papá era un gran hombre, nació para salvar la vida de las personas, sin importar quien sea, él nunca se dejaría llevar por un rumor— Los ojos de Tech brillaron ligeramente por unos segundos, pero una suave sonrisa apareció en su rostro, haciendo que Rev desee besarlo en ese instante.

—Me hubiera encantado conocer a tu padre ¿Cómo era?—

—Igual a Zadavia— Tech dijo esto con cierta amargura, y sorpresivamente, le abrazó con fuerza. Rev sintió como el coyote se estremecía, y su corazón se terminó estrujando cuando escuchó lo que trataba de decirle a continuación, mientras su voz se quebraba —N-no podemos dejar que ella termine como él—

Rev no podía prometer nada, no iba mentirle a Tech, pero estaba seguro haría lo necesario para mantenerla a salvo.

(…)

Caminar en la carretera en plena noche no era de las mejores ideas que había tenido, pero estaba demasiado viejo para quedarse en su casa y esperar que su pupilo se aparezca por su cuenta. La pequeña cría de conejo que apenas aprendió agitar su espada hace cinco años, estaba desarmada y posiblemente indefensa en medio de una ciudad abandonada por la mano de Dios. Así que después de asegurarse de cerrar el dojo y de traer la katana de Ace junto con la suya. Guardó su pipa y su mejor tabaco dentro de las amplias mangas de su haori negro, acomodó debajo de este su yukata color índigo, y salió caminando con cierta calma hacia la gran ciudad.

La noche lo sorprendió, pero su esponjoso pelaje blanco siempre estuvo mejor adaptado al frío que al calor, por lo que pudo continuar sin inmutarse. Vash Yojimbo ya no necesitaba dormir y comer tanto como antes, pero no negaría que un sake caliente pudiera mejorar su humor en aquella caminata.

Caminar ebrio le haría olvidar los robots con forma humanoide que tuvo que cortar para evitar que lo raptaran, y también, diluiría lo preocupado que estaba por Ace.

La oscuridad era beneficiosa para animales nocturnos y muchos de sus hermanos roedores tenían buenos sentidos para realizar sus actividades en plena noche. Un lagomorfo como él estaría en clara desventaja, si no fuera por sus largos años de entrenamiento intentando alcanzar la iluminación. Esperaba que el tiempo sea indulgente con él y su camino de la espada no haya terminado. Por ahora solo buscaría a su pupilo y se aseguraría de que este sano y salvo.

Vash no sabía que tanto camino le quedaba para llegar a ciudad, era perturbador no sentir una sola presencia a su alrededor, excepto pequeños animales menos evolucionados, que se escurrían entre los matorrales de la banquina. No había humanos, ni antropomorfos en los lugares habituales, y la oscuridad hacía que ese paramo se vuelva cada vez más inhóspito.

De repente, escuchó el ruido de un motor a lo lejos. Las luces de los faroles del vehículo, resaltaban en medio de la oscuridad como los feroces ojos de una bestia sanguinaria. Vash se apartó del camino al ver como el vehículo se detenía a medida que se le acercaba, y le hacía claras señales, subiendo y bajando la intensidad de sus luces.

El viejo conejo se detuvo, el vehículo, un automóvil con propiedades levitadoras, se detuvo junto a él y detectó un fuerte aroma a café y azúcar invadiendo el ambiente cuando la ventanilla de este se abrió. El recién llegado le apuntó con una linterna, dejándolo un poco ciego, pero de inmediato, encendió la luz en el interior de vehículo permitiendo ver al conductor.

—¿Necesitas que te lleven? Voy cerca de la ciudad a realizar un trámite— La voz arrastrada de un coyote hembra le llamó la atención. Vash no pudo evitar entrecerrar sus ojos en señal de desconfianza, al verla vestida con lo que parecía ser una camisa con estampado ridículo, pantalones pijama y pantuflas de peluche, y un largo abrigo negro bastante caro encima, tratando de aparentar ser un miembro productivo de la sociedad. Algo le decía que esta mujer estaba tramando algo, y no era nada bueno.

—Creo que llegaré más rápido a la ciudad si voy caminando, por la naturaleza de tu "tramite", pero estoy curioso ¿A dónde vas realmente?— Pregunto el viejo conejo, acariciando su mentón.

—Está bien, tú ganas, nada de trampas, se ve que eres demasiado listo para ser engatusado— Era curioso como la extraña antropomorfo levantó sus manos en señal de rendición, pero Vash no iba a bajar la guardia. Si era peligrosa, acabaría con su vida en ese instante. Si solo era un coyote más civilizado, aceptaría la treta que estaba a punto de ofrecerle —Voy a la planta de electricidad a reiniciar los transformadores de manera manual, porque quiero que haya energía eléctrica e internet nuevamente, para poder comprar unos personajes promocionales de mi juego en línea—

Vash se arrepintió de haber preguntado. Esta mujer era uno de esos coyotes tramposos, demasiado listos para su propio bien, pero ridículamente obsesivos con sus pasatiempos. Sin embargo, buscar a Ace en la oscuridad sería infructuoso, por lo que traer la luz a la ciudad le sería de utilidad.

No sabía que tanto éxito tendrían, los coyotes son imanes de problemas, pero al menos esta hembra no era más que una viciosa y tenía una razón estúpidamente egoísta para hacer algo bueno. Podía confiar en esta empresa solo por eso.

—Te acompaño, estoy buscando a alguien y necesito que la energía regrese para poder hallarlo con mayor facilidad— Indicó Vash, ocultando sus manos en su haori.

—Eres uno de esos padres controladores y sobreprotectores, de seguro tu cría se molestará al verte— Ella hizo una mueca mientras hablaba de manera arrastrada, haciendo que le molestara su rara actitud, pero abrió la puerta para que entre y se siente en el asiento del acompañante —Me agradas, soy Susan, por cierto—

—Me llamo Vash— El conejo trató de no pisar las latas de bebidas energizantes vacías y los vasos de cartón que alguna vez contuvieron café, acomodando su cuerpo en el asiento. Era una suerte que el vehículo fuera tan amplio, porque era cómodo para su cuerpo tan grande, pero el aroma a café endulzado era peor allí dentro. Al ver el asiento trasero, la cabeza de uno de los androides que cortó y destruyó cerca del dojo, estaba enchufada a un ordenador portátil, mientras este no paraba de brillar y parpadear.

—Eso de ahí atrás es un proyecto que necesita más energía eléctrica para concretarse— Reveló de inmediato la coyote, haciendo que el conejo suspire, sin entender que intentaba hacer —Son autómatas alienígenas de forma humanoide, estoy robándome su software avanzado para hacer "cosas"—

—De seguro te refieres a cosas ilegales, no preguntaré, no me interesa— Vash no podía molestarse sobre algo que no entendía. La coyote resopló de una forma nasal muy molesta, burlándose de su actitud.

—Oh, pero entrar a la central eléctrica técnicamente es allanamiento— La enorme sonrisa canina, llena de enormes y brillantes colmillos, adorno la cara facinerosa de la coyote —Aunque puede que a nadie le importe, ni siquiera a nuestro gobierno de mierda, toda la gente ha sido abducida por alienígenas—

—¿Alienígenas? ¿Te refieres a seres de otro planeta?— Vash estaba un poco preocupado ahora, nunca había lidiado con una invasión de estas características. Pero tenía sentido, no había una sola persona a kilómetros a la redonda ¿Ace habrá sido raptado también?

—¿Para qué crees que diseñaron a estas latas mal programadas? Las desgraciadas se llevaron a todo mi personal y a mis colegas, escape porque puede hackear uno de estos cacharros, y por suerte mi hijo también lo consiguió, así que ahora solo planeo jugar hasta que todo se solucione por su cuenta— Ella dijo esto con una actitud relajada, pero era bastante obvio que ocultaba algo detrás de este objetivo. Se tomó muchas molestias, fue curiosamente amable e iba arriesgarse a recuperar la energía de la ciudad. Podía decir que no le importaba, pero detrás de esa horrible actitud y sus obvias obsesiones, se encontraba el corazón de una madre preocupada.

—Te ayudaré a devolver la energía a la ciudad, y luego iré a buscar a mi cría ¿Quieres que le dé un mensaje a tu cachorro si llego a encontrarlo?— Vash dijo esto con total calma, guardando la esperanza de que Ace haya sido tan competente como el hijo de esta coyote. El joven conejo no era un genio como de seguro lo era el cachorro de esta mujer, pero era listo, y podría evitar ser capturado.

Debía confiar en él.

Susan le miró por unos instantes, antes de arrancar el auto, de una forma un tanto perturbadora, como si estuviera midiendo sus palabras. Sus ojos color almendra, adornados por enormes ojeras por la falta de sueño, se volvieron ligeramente cálidos finalmente.

—Si lo ves, dile que noté que le falta la cicatriz de su frente, y cuando vuelva a contactar conmigo, más le vale que tenga una buena explicación al respecto— Expresó la mujer con cierta seriedad.

—Y te atreves a decirme que soy un padre controlador— Le recriminó Vash, para luego reírse muy fuerte a costa de la coyote —Eres una hipócrita, Susan—

—Y tú todo un encanto, espero que te ahogues con tu propia lengua— Molesta por haber sido burlada, comenzó a conducir hacia su próximo destino, sin volver a dirigirle la palabra de nuevo.

(…)

TBC

N/A: Gente, este capitulo fue muy facil de escribir, así que mi problema no es la inspiración, sino el tiempo, y tengo menos del que pensaba.

No podré hacer fanarts hasta que no termine con este fic, así que me concentraré solo en esto.

Semana que viene, con las luces de neón de la ciudad al mejor estilo Blade Runner, vuelve la acción.

Saludos y manténganse a salvo.