Capítulo 6: Imperdonable
Puedo sentir la emoción de la victoria de la derrota de Hades, dios del Inframundo; aunque también siento mi agonía y mi acercamiento a la muerte.
- ¡No! ¡Seiya!
Esa dulce voz podría reconocerla desde los confines más lejanos de la galaxia, hasta donde viajaría para encontrarla y deleitarme con ella. He dedicado mi existencia a proteger a la mujer que no solo significa la paz de este mundo, sino a la que amo con todo mi ser.
Saori, para mí, no es solo Athena, la diosa olímpica a la que debo obedecer, sino la mujer que amo, el ser humano maravilloso a quien quiero dedicarle mis alegrías y tristezas.
- Seiya, no puedes morir. – suplicó Saori, colocando sus manos en la herida de mi pecho. – Tu hermana te espera en la tierra… y yo… yo te necesito, no me dejes, te lo ruego.
- No… No llores… solo es un rasguño. Estoy bien.
Deseo con todas mis fuerzas levantarme y poder secar las lágrimas de Saori, no soporto verla llorar… pero solo puedo sentir como la muerte me consume, mientras mi mente graba el sonido de su dulce voz.
- ¡Seiya! ¡Despierta!
Aparte de Saori, puedo escuchar la voz de cuatro personas más, la de mis invaluables amigos, mis hermanos de combate. No puedo creer que aquí termine nuestro camino en esta incansable lucha, donde nuestra amistad y apoyo era lo que nos mantenía unidos.
- Caballeros, no quiero que vean a Seiya así… regresen a la tierra.
No logro ver lo que ocurre, pero puedo sentir como Saori envuelve a mis cuatro amigos con su cálida cosmoenergía y los aleja de nosotros. Sé que ha hecho esto para iniciar la despedida.
No sé qué pasará ahora que la muerte me ha ganado la batalla… pero lo único que deseo es renacer para vivir con la hermana que tanto busqué, con los queridos amigos con los que luché, pero sobre todo exaltar mis sentimientos a la mujer que marcó mi existencia.
Deseo una última oportunidad para reencontrarme contigo y confesarte mi amor, Saori.
…
Seiya se despertó con ansiedad y el corazón acelerado, mientras colocaba una mano en su pecho. Por alguna extraña razón, sentía un dolor terrible en esa zona, como si hubiera sido atravesado por una daga.
- ¡Qué dolor tan espantoso! – se quejó el joven, presionando su pecho. – Y no pasa, sigue ahí.
Seiya no se había percatado que la mano con la que presionaba su pecho era la misma que tenía la pulsera de flores que había encontrado; y con eso, el dolor desapareció rápidamente.
- Ya no siento nada. Qué alivio.
Recordó la pulsera y volvió a sentir en ella la presencia de Saori, pero más allá de eso, una energía inexplicable y parecida a la que a veces percibía dentro de sí mismo, sobre todo en sus sueños. No era la primera vez que lo experimentaba.
- Con este extraño sueño volví a sentir ese universo dentro de mí. – se dijo confundido. – Y no solo vi a Saori, sino también a esos cuatro hombres que…
En ese momento, su mente se iluminó con el recuerdo de aquellos jóvenes que lloraban por su estado.
- Imposible… Shun e Ikki estaban ahí. – reconoció impactado. – ¿Quiénes son los otros dos?
La puerta del cuarto sonó, por lo que Seiya no pudo seguir analizando el sueño que había tenido, así que decidió averiguar quién lo buscaba.
- Buenas noches, señor. – saludó un empleado del hostal. – Acaba de llegar esta nota para usted.
- ¿Para mí? – preguntó sorprendido. – ¿Quién la trajo?
- Esa persona solo la dejó en la recepción y se fue tan rápido que no pudimos interrogarla. La traje porque está dirigida a usted.
- Bueno… Gracias.
El empleado se retiró, dejando a Seiya bastante intrigado y confundido.
- Qué atención para más mediocre. ¿Cómo no van a ver quién entra a este lugar? – se quejó el joven.
Seiya abrió la nota y comenzó a leerla con sumo interés.
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Si quieres saber sobre tu hermana, ven en tres días al coliseo del santuario de Athena.
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- ¿¡Qué clase de estupidez es esta!? – preguntó molesto, arrugando el papel.
Seiya iba a romper la nota, pero se detuvo al sentir que debía hacerle caso. Habían sucedido cosas muy extrañas en su vida en tan poco tiempo que de ninguna manera podían ser coincidencia. Su corazón le dictó seguir adelante.
- Entre la incoherente preocupación por Saori y encontrar a mi hermana he perdido la cabeza. – dijo mientras se agarraba el cabello con angustia. – Espero que nada de esto sea una trampa.
Se sentó en la cama, mortificado, pensando en que, una vez más, tendría que invadir el prohibido santuario de Athena.
Después de muchas dificultades, Shion logró descifrar el paradero de Athena, y no solo lo consiguió rebuscando en los escondidos conocimientos de su conciencia, sino por el despertar de un cosmos terrorífico, ajeno al de la diosa. Inmediatamente, se trasladó a Santorini.
La psicoquinesia llevó a Shion lo más cercano a donde percibía el nacimiento de la oscura cosmoenergía, lo que provocó que corra con más rapidez, pues sentía que algo terrible estaba a punto de ocurrir.
- ¡Maldición! Ese cosmos es de Hades, lo reconozco muy bien. – dijo Shion, corriendo con más velocidad. – Tengo que llegar rápido y proteger a Athena.
Shion saltó las rejas de la casa en la que sentía con más intensidad la presencia de Athena, sin importarle perturbar un hogar desconocido.
No tenía idea de lo que estaba a punto de encontrarse.
La pesadilla ya iba a terminar, era cuestión de tiempo… pero lamentablemente ese anhelo no se cumplió para Shun, quien estaba presenciando lo más espantoso de su vida.
- I… Ikki…
Su hermano mayor se encontraba de rodillas frente a él, mientras su respiración se agitaba. El espíritu de la espada de Hades lo había atravesado desde la espalda hasta el pecho, y aunque no se visualizaba una herida sangrante, se percibía que causaba un dolor más allá de lo físico y emocional.
- Shun… hermano…
Ikki colocó su mano en el pecho de Shun, específicamente en el collar de estrella de cinco picos que siempre usaba.
- Me alegra… qué bueno que estás bien, Shun. – dijo Ikki, esbozando una pequeña sonrisa.
Por otra parte, Aiacos veía la escena espantado, totalmente incrédulo. Juró haber matado a Ikki y jamás se imaginó que él iba a intervenir en que el alma de Hades se apodere de su hermano.
- No… esto no puede ser… ¡No lo puedo permitir!
Lleno de rabia, Garuda se lanzó con furia hasta Ikki para intentar quitarle la espada, pero su cuerpo fue repelido hacia una de las paredes del lugar, complicando más la herida de su cuello.
- ¿¡Qué demonios significa esto!? – pregunto alterado. – Un cosmos descomunal me impide acercarme, me rechaza. ¿Tanta fuerza tiene el imbécil de Ikki?
Al instante, Aiacos se dio cuenta de que el cosmos no era de Ikki, sino de alguien mucho más superior.
- No… esta barrera no es humana.
Shun intentaba ponerse de pie para poder ayudar a su hermano, pero al igual que el espectro, una fuerza le impedía moverse, estaba paralizado. Lo único que podía sentir eran las lágrimas inundando sus ojos.
- Ikki...
Ikki también comenzó a llorar al ver el dolor de su hermano, pero no se arrepentía de la decisión tomada.
- Shun… soy feliz al saber que… no fuiste poseído por un dios maligno. – afirmó el joven, lanzando después un quejido de dolor.
- ¿¡QUÉ ES LO QUE ESTÁS HABLANDO!? – cuestionó Shun, desesperado.
En ese momento, Saori recuperó el conocimiento, y cuando descubrió la aterradora escena, no dudó en avanzar hasta Shun e Ikki, dejando de lado su sorpresa o terror.
- ¿¡Qué te ha pasado, Ikki!? – preguntó la joven, acercándose a los hermanos.
- ¡NO TE ACERQUES! ¡TÚ NO! – advirtió el hermano mayor.
Saori, impactada, se detuvo, sin entender por qué su amigo le hablaba así. Ikki, aunque no comprendía nada de lo ocurrido, sintió algo terrible estremecerse en su interior al ver a la joven, por lo que no dudó en pedirle que se aleje.
- Shun… protege siempre a quienes quieres… sé fuerte hasta el final.
- ¡Hermano!
Ikki desapareció de la casa, dejando a los presentes inmóviles y fuera de sí. Aiacos, comenzó a respirar agitadamente, lo que causaba que su herida sangre con más rapidez… pero nada de eso se comparaba con el enorme sentimiento de terror, furia e impotencia que lo atormentaba.
- Se lo llevó… ¡No puede ser!
Enfurecido, Garuda se puso de pie y miró con profundo odio a Shun, que en ese momento tenía a Saori a su lado, quien lo abrazaba aterrada y desorientada. El estado mental de ambos jóvenes no les permitía asimilar lo ocurrido.
- ¡TODO ES SU CULPA, MALDITOS! – exclamó Aiacos, formando una esfera de cosmos en sus manos. – ¡NO TIENEN IDEA LO QUE HAN PROVOCADO! ¡MUERAN!
El ataque se dirigió con odio hacia Shun y Saori, pero este fue detenido por una extraña barrera invisible, la que ni Aiacos ni Shun podían ver, pero Saori sí, a pesar de su estado de impacto.
- ¿¡Pero qué…!?
Shion llegó justo a tiempo para proteger a Saori y a Shun con su muro de cristal, colocándose frente a él para enfrentar al espectro, quien se sorprendió con su presencia.
- ¿Un caballero dorado? – preguntó impresionado. – No puede ser… ¿¡Cómo es posible que estén despertando tan pronto!?
- ¡No te acerques a Athena, maldito espectro! ¡Yo seré tu oponente!
- ¿Qué? – preguntó el espectro, confundido. – ¿Dijiste Athena?
Aiacos sintió su entorno tambalearse, pues no solo había cometido el terrible error de haber iniciado el ritual en el recipiente equivocado, sino que, sin saberlo, tenía frente a él a Athena, la enemiga de su clan.
- No… esa simple mujer no puede ser Athena.
El espectro ya no podía seguir en el sitio ni un minuto más, no después de lo que había ocurrido con el alma de Hades, quien se había llevado a Ikki al castillo de Pandora.
- No tengo tiempo ni ganas de pelear contigo, imbécil. – indicó Garuda, totalmente alterado. – Te mataré en otra ocasión.
- ¿Qué? – cuestionó Shion, sorprendido.
Aiacos desapareció del hogar de Shun, no sin antes derrumbar una de las partes de la casa para que cayera encima del caballero y los dos jóvenes. Shion, ante la urgencia de salvarlos, los rodeo con su psicoquinesia y se desvaneció con ellos del sitio.
Los ojos de Atavaka miraban con terror la nueva imagen de su oponente, sabiendo que su ritual estaba completamente obsoleto, pues una vez que un caballero dorado recuperaba su identidad, no había vuelta atrás.
- Shaka, caballero dorado de Virgo. Qué… qué bueno que no te pasó lo mismo que a mí. – dijo Dohko en su mente, para después perder el conocimiento, producto del ataque del espectro.
A pesar de la situación de peligro, Shaka se sentía en paz, pues su despertar no solo había sanado todos sus sentidos, sino que le había permitido recuperar sus recuerdos y su original identidad. Ya no existía vació en su corazón ni dudas en su cabeza, pues ahora sabía el camino que debía tomar, usar su poderoso cosmos para proteger a su diosa y a todo ser viviente de la tierra. Nunca iba a olvidar el camino de la compasión y sacrificio que Buda le había enseñado, pues esos serían la esencia para su desarrollo como caballero de Athena.
- Maldito Shaka… ni creas que me intimidas ahora que portas esa armadura dorada. – reclamó Ahimsa, enfurecido hasta el alma.
- ¿Por qué tanto odio, Ahimsa? – preguntó Shaka, sonriendo con una mezcla de calma y arrogancia. – Mientras llenas tu cabeza de esos sentimientos insanos, yo solo siento agradecimiento por ti.
- ¿¡Qué!? – preguntó Atavaka, espantado.
- Lo que escuchaste, pues gracias a la tortura física y emocional a la que me sometiste, pude recuperar mi vida y reconocer mi destino en este mundo. – afirmó Virgo, causando más indignación a su enemigo. – Y por la gratitud que siento en estos momentos, es que me he propuesto sacar de ti a ese demonio que te ha invadido y regreses a ser tú mismo, Ahimsa, el amigo que alguna vez fue bueno.
- ¿Cómo te atreves? ¡Cállate! – reclamó el espectro. – A mí no me ha invadido ningún demonio, yo permití hacerme uno con él por mi propia voluntad, gracias a la bondad del señor Minos. Por eso, ya que no pude corromper tu alma, voy a arrancarte la cabeza y llevársela de trofeo a Hades, el único dios al que me debo.
A pesar de sentirse más seguro de sí mismo, Shaka sintió pesar e impotencia al escuchar las palabras del joven. Pensó que teniendo misericordia de él podría rescatar su alma, pero recordó lo imposible que es salvar a quien no quiere ser salvado.
- En ese caso, no tendré más opción que acabar contigo, Atavaka. – indicó Shaka, abriendo los ojos con furia y determinación. – A partir de ahora, dejarás de ser Ahimsa para mí.
- ¿Acaso no sabes con quién te estás enfrentando? – preguntó irónico. – Soy tu némesis, así que vencerme será casi como pelear contra ti mismo.
En ese momento, Shaka, con su rosario de cuentas, colocó las manos en sentido de Namaskara, lo que causó que todo lo que se encontraba alrededor de él y Atavaka pasara a otro plano dimensional. El espectro supo perfectamente el significado de ese estado.
- ¿Esto es…?
- ¿Lo reconoces? – preguntó Shaka. – Es el símil que cobardemente usaste contra el caballero de Libra y yo, solo que este poder existe para hacer justicia. Has caído en el Tesoro del Cielo, la técnica que me permitirá enseñarte la verdad del universo y llevarte con dignidad al camino de la muerte.
- No… no podrás hacer nada contra mí. – afirmó Atavaka, nervioso. – Nuestros poderes están al mismo nivel, así que será inútil.
- Por compasión a ti, esto será rápido.
- ¿Qué?
- ¡Privación total de los sentidos!
- ¡AAAAAAAARGH!
El cuerpo de Atavaka salió disparado, pero para impacto de Shaka, eso causó la rotura del espacio dimensional en el que lo había encerrado, donde se supone no tenía opción de atacar ni defenderse.
- No puede ser…
Atavaka, con el cuerpo terriblemente adolorido y escupiendo sangre, se levantó del suelo y esbozó una mordaz sonrisa para su contrincante. Shaka no dio crédito del fracaso de su técnica.
- Ya te lo dije, imbécil… tu técnica nunca podrá…
Atavaka sintió una dolorosa punzada en el ojo derecho, causando que desgarradores gritos salgan de su boca, tan sonoros que comenzaron a sacar a Dohko de su inconsciencia. Shaka no entendía lo que estaba pasando con su rival.
- Mi ojo… no veo nada… ¡ME DEJASTE CIEGO DE UN OJO, BASTARDO!
Shaka conocía perfectamente sus técnicas y de lo que eran capaces de causar, pero en un espectro tan especial como Atavaka, un ser el mismo nivel de él, todo se convertía en incertidumbre. En vez de anular la totalidad de sus sentidos, lo dejó ciego de manera parcial.
- Vas… a pagar por esto, mestizo.
Shaka colocó sus manos en postura de Anjali para crear otro escudo y poder evadir cualquier ataque de Atavaka, quien ya estaba preparado para agredirlo de la peor manera. Sin embargo, el espectro detuvo su acción al notar que su sapuris comenzó a resplandecer de manera intermitente.
- ¿Qué está ocurriendo? – preguntó Shaka, confundido.
Atavaka se mantuvo en silencio, analizando la situación de su armadura, hasta que su mente fue invadida por un certero presentimiento que, como estrella maligna, era capaz de identificar.
- El señor Hades ha regresado… – indicó el espectro. – Nos está llamando…
- ¿¡Qué!? – cuestionó Virgo, tan impactado que hasta abrió los ojos.
- Nos volveremos a encontrar en otra ocasión, mestizo, y prepárate, pues en ese momento acabaré contigo. – amenazó el villano. – Te arrancaré los ojos para que compenses lo que me hiciste.
Atavaka se desvaneció en una humareda negra, y en ese instante Shaka cayó de rodillas al suelo, respirando con agitación. A pesar de que su cosmos siempre estuvo un poco más desarrollado de lo normal, el renacimiento de su alma y las técnicas empeñadas le habían drenado una gran cantidad de energía, por lo que debía ser paciente a que su cuerpo se adapte a su nuevo ser.
- No puedo descansar ahora…
Virgo se esforzó para levantarse e ir a ayudar a Dohko, quien aún seguía bajo los efectos del ataque del espectro, con su sentido del tacto y del gusto anulados. Con cuidado, ayudó al caballero de Libra a sentarse, para después colocar una mano en su espalda.
- Ōm.
Instantáneamente, Dohko recuperó el movimiento de su cuerpo y el sentido del gusto, por lo que se puso de pie con ayuda de su salvador.
- ¡Me he recuperado! – expresó Libra, aliviado. – Pensé que me iba a quedar así para siempre.
- Por suerte, Atavaka no acabó con todos tus sentidos, por eso pude ayudarte. – dijo Shaka, sonriendo con amabilidad.
Dohko colocó sus manos en los hombros de su compañero como signo de agradecimiento por su ayuda, pero sobre todo, por el alivio al ver que su alma se encontraba a salvo de la influencia de Hades.
- Gracias por haberme ayudado, Shaka. – dijo Libra, emocionado. – Y lamento no haber hecho más por ti.
- Te equivocas, maestro Dohko, soy yo el que está agradecido, pues si no hubieras sido mi escudo contra el ataque de Atavaka, quizás habría logrado corromperme. – reconoció el joven con humildad.
- ¿Tú me recuerdas? ¿Recuerdas a nuestros compañeros? – preguntó el hombre, confundido.
- Al verte pude reconocerte, lo mismo que varios hechos de mi vida pasada, hasta el momento de nuestra muerte. – respondió Virgo, recordando lo ocurrido en el Inframundo. – Sin embargo, no recuerdo las caras de mis compañeros. Estoy seguro de que eso se dará con el tiempo.
- Yo no te recordé hasta que te vi, así que imagino que eso ocurrirá a medida que encontremos a los demás. – dijo Dohko. – Yo también recuperé mi vida hace poco, lo mismo que Shion.
- ¿Shion? ¿El gran Patriarca? – preguntó Shaka, sorprendido de recordar un hecho como ese.
- Sí, y debemos reunirnos con él cuanto antes, pues nuestra misión es salvar a Athena. Su vida corre peligro. – mencionó Libra, preocupado. – Mucho más ahora que Hades ha regresado.
Shaka cerró los ojos y juntó sus manos para encender su cosmos, lo que sorprendió en sobremanera a Dohko, pues se dio cuenta de que, sin duda, él lo tenía más desarrollado que el de él o de Shion. No en vano era el caballero más cercano a un dios, y en este caso a la misma Athena.
- Ahora que mi poder ha despertado, puedo sentir el débil cosmos de Athena manifestarse. – dijo Shaka, serio. – Por el nivel que tiene, estoy seguro de que ella aún no sabe de su destino.
- ¿Dónde se encuentra? – preguntó Libra, ansioso.
- Se encuentra en Grecia, y no te preocupes, pues yo tengo la capacidad de trasladarnos hasta allá.
- Espero que Shion esté al tanto de esa información, pues él también se encuentra en Grecia.
- Siento dos cosmos cerca de Athena… y no son malignos.
- ¿Dos cosmos? – pregunto Libra, sorprendido. – No hay tiempo de más preguntas, debemos irnos. Sin embargo, antes de partir, necesito saber si estás seguro de todo esto.
- ¿A qué te refieres? – preguntó Shaka con curiosidad.
- La diosa Athena no obliga a nadie a seguirla en esta guerra, por lo que el caballero que desee continuar con su vida normal, es libre de hacerlo sin ser juzgado. – indicó Dohko con seriedad.
- No tengo ninguna duda, maestro Dohko. – respondió Shaka con convicción. – Llevo mucho tiempo cuestionando mi existencia, y ahora que he encontrado mi misión en este mundo, la seguiré hasta el final.
- ¿Tienes familia? – preguntó Libra. – ¿Alguien que espere por ti?
Ante esa pregunta, la persona que llegó a la mente de Shaka fue Sujata, lo que causó que su corazón se estremezca de angustia al no saber cuánto tiempo estaría separado de ella, alejado de su afecto y cálida sonrisa. Sin embargo, en ese momento debía priorizar su deber como caballero y no sus sentimientos como hombre.
- Sí… pero esa persona sabrá esperarme. No te preocupes por eso. – dijo Shaka, serio. – Vamos, Athena nos espera.
Shaka colocó su dedo índice en la tilaka de su frente, considerado en la India como el tercer ojo de los hombres. Tanto el cuerpo de él como el de Dohko se desvanecieron del país, rumbo a Santorini.
Pandora se estremeció al sentir un viento helado en el ambiente, mientras el castillo Heinstein era invadido por una cosmoenergía nueva y siniestra.
- Está aquí… – dijo impactada, dejando de lado las cuerdas de su arpa. – Por fin… él ha regresado.
La mujer supo que el momento por el que tanta paciencia tuvo había llegado y nada iba a impedir que se cumpla. Salió de la sala de música y aprovechó que nadie estaba por los pasillos, por lo que corrió con ansiedad para llegar a la torre más alta del palacio, donde estaban dispuestos los aposentos de Hades.
- Voy a terminar con todo esto… tengo que hacerlo.
La dama siguió con su andar, pero comenzó a reducir su la velocidad al ver que alguien cubría la entrada a la torre. Debido a la oscuridad de la noche, al inicio no descifró de quién se trataba, pero al acercarse un poco más lo reconoció de inmediato.
El espectro de Garuda se arrodilló ante ella para saludarla.
- Aiacos, eres tú… – saludó la joven, respirando agitada y nerviosa. – Buen trabajo. He sentido la llegada del señor Hades a nuestros dominios.
- Señorita Pandora… yo…
- Déjame pasar. – pidió Pandora, intentando mantener la calma. – Tengo que darle la bienvenida al señor Hades y verificar que esté bien. Aunque sea un dios, el proceso de poseer a un humano es complejo.
- No, señorita Pandora. – habló Aiacos, con la mirada en el suelo y sudando helado, sin saber cómo confesar la situación.
- ¿¡Qué pasa, Aiacos!? – cuestionó la dama, impacientándose. – ¡No tengo tiempo para escuchar tus estupideces! ¡Te ordeno que me dejes pasar!
- ¡Escúcheme, por favor! – rogó Garuda, exaltándose. – ¡Ocurrió algo terrible e inesperado con el señor Hades!
Aiacos se puso de pie, mirando a Pandora con inmenso terror, mientras ella observaba al espectro con furia y confusión, pues no lo entendía. ¿Qué pudo haber salido mal? Un plan que había tramado por tantos años de ninguna manera podía fracasar.
El cosmos de Hades se iba sintiendo cada vez más, por lo que atrajo de la misma manera a Rhadamanthys y a Minos; este último mostrando una expresión fúrica y frustrada.
- Señorita Pandora, hemos sido llamados por la presencia del señor Hades. – dijo Rhadamanthys. – Lo que significa que ya está aquí, en el castillo, portando el cuerpo que escogió.
Minos no dijo nada debido al resultado de su última misión, y Pandora no tenía cabeza para cuestionar sobre eso. Ahora se sentía más alterada de no poder estar sola para seguir con su plan.
- Efectivamente, Rhadamanthys, el señor Hades ha llegado y voy a verlo en este momento. – respondió la dama, para después mirar a Garuda. – Pero Aiacos me está haciendo perder el tiempo y no me deja pasar.
- ¿Qué es lo que te has creído, Aiacos? – reclamó Rhadamanthys. – ¡No seas insolente! La señorita debe ir a atender a nuestro señor.
- ¡Lárguense ustedes dos! – gritó Aiacos, enfurecido. – Quiero hablar a solas con la señorita Pandora.
- ¡Desaparece, Minos! ¡Déjame pasar o lo lamentarás! – exigió la dama.
- ¡Aiacos! – reclamó Rhadamanthys, acercándose al juez para sacarlo del camino.
- ¡Hades poseyó el cuerpo equivocado!
El ánimo de Pandora se apaciguó repentinamente para procesar lo que Aiacos acababa de decirle, lo absurdo de sus palabras. Sin duda, frente a ella se estaban presentando obstáculos que querían impedirle cumplir con su obsesión.
- ¿Qué clase de tonterías son esas, Aiacos? – cuestionó Pandora, nerviosa. – ¡No estoy para bromas, imbécil!
Minos notó las múltiples heridas del cuerpo de Aiacos, sobre todo la de su cuello, lo que le hizo cuestionar algunas cosas relacionadas con su misión.
- ¿Acaso esas heridas son resultado de tu viaje a Grecia? – preguntó Grifo a Garuda.
- Señorita Pandora, justo cuando tuve en mis manos a Shun, al portador elegido por el señor Hades, un miserable… un maldito con un cosmos terrible se interpuso en el ritual… y él… ahora…
La mujer comenzó a sentir náuseas ante la confesión del espectro, deseando que la idea que había invadido su cabeza no sea más que eso, una ilógica.
Aiacos no soportó más la vergüenza y se hincó en el suelo, rogando la misericordia de una incrédula Pandora, quien estaba fuera de sí y con su mente en un caos.
- Acabe conmigo y con mi pecado… ¡TOME MI VIDA DE UNA VEZ! – gritó Aiacos, hundido en la deshonra.
Pandora, con los ojos desorbitados y el corazón desbocado, no pudo seguir escuchando a Garuda, por lo que pasó encima de él y subió las escaleras hacia la torre de Hades, deseando ver con sus propios ojos la posible abominación que le había revelado y sin imaginar que el destino la cruzaría con quien menos se esperaba.
Rhadamanthys se acercó a Aiacos y lo levantó del cuello con furia, mientras que Minos miraba la situación con el mismo sentir de indignación.
- ¿Escuchamos bien? – preguntó Rhadamanthys con Aiacos en sus manos. – ¿El señor Hades poseyó un cuerpo que no le corresponde?
- ¿Cómo pudo ocurrir algo como eso? – preguntó Minos, impactado. – En el libro de la vida de ese tal Shun estaba escrito que Hades lo había elegido como su recipiente; Lune y yo lo corroboramos múltiples veces. ¡Nada puede romper el destino de un ser humano!
- ¡Responde, maldito! – amenazó Rhadamanthys, jaloneando con violencia a Aiacos. – ¡Si no lo haces te obligaré a hacerlo!
El juez estaba a punto de golpear a Aiacos, quien estaba fuera de sí debido a la tragedia ocurrida. Sin embargo, el desgarrador y sonoro grito de Pandora los alarmó.
Saori y Shun se encontraban físicamente a salvo, pero con su mente perdida y perturbada. El médico mantenía la mirada desorbitada, sin parpadear, hasta el punto de que sus lágrimas de tristeza se entremezclaban con el ardor de sus ojos. Shion, para ironías del destino, los había transportado al jardín donde yacía el árbol en el que, años atrás, los jóvenes habían hecho la promesa de protegerse.
- Ikki…
Saori, aun sin digerir todo lo ocurrido, tocó el brazo de su amigo para intentar inútilmente consolarlo, pues ni ella mismo podía calmar el pesar de su alma. No solo Ikki, su casi hermano, había desaparecido, sino que dentro de él sintió el renacer de un ser demoniaco que la llenaba de escalofríos, una sensación terriblemente familiar.
Shion esperó el tiempo prudencial para ver si la joven se calmaba, pero al ver que no había evolución en ella, decidió abarcar la situación sin ápice de consideración. No podía darse el lujo de perder el tiempo.
- Sé que todo lo que ha ocurrido ha sido un terrible impacto, pero no hay tiempo para lamentaciones. – dijo Shion, acercándose a Saori.
- ¿Quién eres tú? – preguntó la chica, logrando hablar después de haber estado en largo silencio. – No entiendo nada de lo que está pasando…
- Yo soy Shion, caballero dorado de Aries, y también el patriarca que guiará tu camino. – respondió el hombre, serio, pero nervioso al ver la defensiva actitud de Saori. – Sé que no es fácil de explicar todo esto, pero he venido aquí para protegerte.
- ¿Protegerme? ¿De qué? – preguntó la joven, comenzando a alterarse. – Ni siquiera comprendo de dónde salió ese horrible demonio que nos atacó, el que atravesó a Ikki con esa espada y se lo llevó. ¿¡Qué significa todo esto!?
- ¡Athena, necesito que te calmes! – exclamó Shion. – Déjame explicarte el motivo de mi llegada…
- ¿¡Por qué me llamas así!? – preguntó la dama, llorando con descontrol. – Hace un momento te referiste a mí con ese nombre, cuando detuviste a ese monstruo.
En ese instante, la perturbada mente de Saori tomó conciencia de una de las razones por la que se sentía tan intranquila, por lo que se levantó del lado de Shun e intentó correr para alejarse, pero Shion la detuvo.
- ¡Espera! – rogó el caballero, mortificado de ver perturbada a la joven. – ¡Es peligroso que te vayas! ¡Entiéndelo!
- ¡Suéltame! ¡Déjame en paz! – exigió la joven, soltándose del agarre de Shion. – ¡Mi madre me necesita! ¡Tengo que ir a verla!
Shion sintió, por pocos segundos, arder el escondido cosmos de Saori, el que provocó que su mano se adormezca y no tenga más opción que soltarla. No había duda que su esencia era la de una diosa, pero en esos momentos estaba frente a una joven confundida y aterrada. De ninguna manera podía culparla, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados viendo que se alejaba.
- Saori… – pronunció Shun, dejando de lado su estado de perturbación.
El joven médico corrió detrás de su amiga, sin siquiera analizar el desorden en el que su mente se encontraba, actuando por simple impulso y deseos de cuidarla. Shion los siguió, lamentando que las cosas hubieran resultado peor de lo imaginado.
En solo horas de haber despertado su identidad, su labor estaba cayendo en picada.
…
Casi tumbando la puerta, Saori entró a su casa para ver a su madre, pero detuvo su camino ante la macabra imagen que yacía a sus pies, en el centro de la sala.
- Mamá…
Alexa yacía en el suelo rodeada por un charco de sangre y con el cuello perforado por un largo hilo.
- ¡No! ¡Mamá!
Desesperada, Saori se lanzó al suelo para despertar a su madre, rogando desde lo más profundo de su corazón que estuviera viva. El llanto se apoderó de ella mientras la rodeaba con sus brazos y su vestido se teñía con su sangre, pensando que todo lo ocurrido se trataba de una pesadilla. Intentó curar su herida con el don que siempre le ayudó a sanar a los demás, pero su estado de alteración no le permitía concentrarse.
Debido a que los gritos se escuchaban hasta fuera de la casa, Shun aceleró el paso hacia la casa y sintió que el alma se le partía en dos ante la sanguinaria escena, pero aun así no dudó en acercarse a ayudar.
- ¡Saori! ¿¡Qué sucedió aquí!? – preguntó Shun, agarrando el pulso de Alexa para verificar su estado.
- ¡Salva a mi mamá, Shun! – suplicó la joven, gritando desesperada. – ¡Haz algo, te lo ruego!
Shun sintió el débil pulso de la señora, por lo que se dispuso a buscar algún objeto con qué inmovilizarla, pues notó que todos los huesos de su cuerpo estaban rotos. Sin embargo, el agarre de Alexa detuvo sus intenciones.
- No… no pasa nada. – dijo Alexa, hablando con dificultad y tomando el brazo de Shun.
- ¡Mamá! ¡Qué bueno que estás viva! – expresó la chica, intentando calmarse. – Tranquila, te vamos a ayudar.
- Señora Alexa, todo va a estar bien. Ya estamos aquí. – dijo Shun, rompiendo un trozo del vestido de la mujer y sellando la herida de su cuello.
- Saori… te suplico que me escuches.
- Mamá, por favor…
- ¡Escúchame, por lo que más quieras!
Saori abrazó a su madre a medida que limpiaba los hilos de sangre de su boca. No entendía por qué ella se resistía a ser socorrida, nada de los hechos ocurridos en todo el día tenían sentido. Estaba viviendo el mismo infierno.
Shion llegó al poco tiempo y se impactó al encontrarse con la terrible escena, sobre todo porque percibió un cosmos demoníaco alrededor de la madre de Saori. Sin embargo, dejó sus percepciones de lado y se acercó con prisa a brindar auxilio.
- Tenemos que llevarla a urgencias de inmediato. – indicó Shion, intentando guardar la compostura y acercándose a la mujer.
- Un caballero dorado… qué alegría... Por fin están aquí.
Los presentes se quedaron de piedra al escuchar lo que Alexa había dicho al ver a Shion, lo que dejó a Saori estupefacta. ¿Cómo su madre conocía a ese hombre?
- Saori… este caballero ha venido a buscarte para protegerte y debes confiar en él, porque… tú eres la reencarnación de Athena, diosa de la guerra y la sabiduría.
La joven pensó que su madre estaba delirando debido a la pérdida de sangre, por lo que movió la cabeza con negativa para evadir sus palabras. Sin embargo, Alexa acarició su rostro para que vea en sus ojos la verdad de sus palabras.
- Yo soy la reencarnación de Cariclea, la ninfa que se encargó del cuidado de Athena en la era mitológica, su más fiel amiga y sirvienta. – confesó la mujer, hablando con dificultad. – Los dioses me enviaron a la tierra para convertirme en tu madre biológica y proteger tu alma divina, cumpliendo así con la voluntad de tu corazón.
- ¿Voluntad de mi corazón? ¿A qué te refieres?
- Si tú naciste de la unión de dos humanos, de tu padre y de mí, es porque así lo deseaste en tu vida pasada, pero eso es algo que tú misma lo deberás recordar. – dijo la mujer, respirando con dificultad. – Y hace quince años asimilé mi naturaleza de ninfa por la visita de un caballero dorado, el único humano elegido por los dioses como el más fiel a Athena.
- ¿Un caballero dorado? – preguntó Shion, sorprendido.
- Sé que eres fiel a Athena, pero lamentablemente no estoy hablando de ti, joven… estoy hablando de Aioros, caballero de Sagitario.
Shion se sobresaltó al escuchar el nombre del caballero, el que reconoció de inmediato. Desde la era mitológica, Sagitario siempre fue el encargado de encontrar y entrenar a la reencarnación de Athena. Sin embargo, en esta nueva era, las cosas se habían dado de manera distinta.
- Aioros llegó a mí y me indicó que mi pequeña de diez años era la reencarnación de una diosa; en ese momento asumí mi origen y sentí la voluntad de los dioses manifestarse en mi alma. – reveló la dama. – Esa noche él estaba dispuesto a llevarte con él, pero cuando le revelé el deseo de tu corazón de reencarnar en humana y vivir como tal, desistió… y por eso me entregó esto.
Por primera vez en su vida, Saori sintió en su madre una energía cálida parecida a la suya, la que ella le reveló como cosmos. Y de manera inesperada, una peculiar estatua apareció en su mano derecha.
- Aioros me confió a Nike, diosa de la victoria, para que te la entregue en el momento adecuado… y eso es ahora. – reveló la mujer. – Llevo años protegiéndola de las garras del enemigo.
- El que te hirió lo hizo por esta estatua, ¿verdad? – preguntó la joven, hundida en la impotencia.
- Eso no tiene importancia…
- ¿Por qué no me lo dijiste antes, mamá? – preguntó la joven, llorando desconsolada. – De haber sabido todo esto habría evitado esta desgracia… yo no puedo… no quiero perderte.
- Perdóname, hija… – suplicó Alexa, derramando lágrimas. – Sé que mi obligación como enviada de los dioses era cumplir con los anhelos de tu vida pasada, y al mismo tiempo preservar tu divinidad… pero como madre también quise ser egoísta y cuidarte como una joven normal, hasta que llegara el momento de tu despertar. A excepción de este secreto, nada de lo relacionado con tu vida es mentira, pues tú eres el fruto del amor que hubo entre tu padre y yo, eres nuestra hija biológica y deseada, y ni siquiera los mismos dioses pueden cambiar eso.
Alexa comenzó a toser sangre, lo que causó que Saori y sus acompañantes se alarmen, pero el débil cosmos de la mujer los detuvo.
- Ya no sigas hablando… te va a hacer daño. – rogó la joven, aterrada de imaginar el peor de los escenarios.
- Saori… a partir de ahora te esperan muchas dificultades como diosa de esta tierra… pero mientras estés con los caballeros y con amigos tan valiosos como Shun, con los que en algún momento te reencontrarás, podrás superarlo todo y proteger a los humanos que tanto amas. – dijo la mujer, sonriendo a su hija. – Sin embargo, ten presente que tienes que encontrar al caballero de Sagitario, pues él, en solitario, ha formado aliados para ti, pero sobre todo creó el camino de tu compañero más fiel.
- ¿Compañero?
- Pegaso… tienes que encontrar al caballero de la leyenda. – pidió la mujer. – Como diosa de la guerra, enfrentarás con valor y sabiduría a tus enemigos, pero el cosmos de Pegaso es el único que traerá esperanza y milagros… pues él posee para ti la cualidad más poderosa, incluso superior al mismo cosmos.
Alexa volvió a toser, y en ese momento Shion y Shun se acercaron más hasta ella para mirarla a los ojos, mientras sus corazones se despedazaban. Ellos, mejor que nadie, podían entender el dolor por el que Saori estaba pasando, pues perder a una madre era una daga permanente clavada en el corazón, sin importar la edad o el paso de los años.
- Shun… gracias por todo lo que tú y tu familia hicieron por nosotros en los momentos más difíciles de nuestras vidas. Nunca te olvidaré.
- No… no diga nada, por favor. – pidió Shun, devastado.
- Tú también estás a punto de encontrar tu verdadero destino, por lo que te ruego que sigas cuidando de mi amada hija.
- Saori es mi hermana de alma, nunca dejaré de protegerla.
- Caballero dorado… o más bien, patriarca de Athena. – dijo la mujer, reconociendo el origen del cosmos de Shion. – Guía a Athena con paciencia en el camino de su despertar… te aseguro que te sentirás orgulloso de ella.
- Cumpliré con mi deber a costa de mi propia vida… – respondió el hombre, conteniéndose para no derrumbase. – Puede sentirse tranquila.
Alexa comenzó a respirar con más dificultad, por lo que Saori se volvió a acercar a ella para abrazarla y agarrar con fuerza su mano, mientras la desesperación la consumían sin misericordia. Su madre, con sus últimas fuerzas, se inclinó para besar su mejilla.
- Agradezco tanto a la vida el haberme convertido en tu madre… mi amada Saori… y en nombre de este amor… cumple con tu destino.
- Mamá… No…
- Tu padre y yo te estaremos esperando… hasta que nos volvamos a encontrar.
Y después de la despedida, el corazón de Alexa se detuvo, mientras Saori estalló en llanto y terror.
Pandora había entrado en un estado de pánico, con las lágrimas saliendo sin parar de sus ojos. Nunca, ni en sus peores pesadillas, se habría imaginado un hecho tan terrible.
En la cama que esperaba la llegada de Hades desde hace años, no se encontraba el cuerpo de Shun, el adolescente que ella mismo marcó como el recipiente del dios, sino su hermano mayor, y el joven que una década atrás la cobijó con un manto de bondad.
- No puedes ser…
Pandora se imaginó encontrarse con cualquier persona, menos él, quien desde hace varios meses había ocupado la mayoría de sus pensamientos. Entre todos los humanos, ¿por qué precisamente tenía que ser él? La vida la estaba castigando por haber condenado a Shun, un inocente, a un fatídico destino.
Ikki se encontraba inconsciente, totalmente ajeno a todo lo ocurrido a su alrededor, pero aun con las heridas causadas por la pelea contra Aiacos. Pandora, sin poder soportar tanta confusión, dejó caer su cabeza sobre el brazo de Ikki, mientras lloraba con descontrol.
La joven estaba tan atormentada, que no escuchó el paso de los tres jueces del Inframundo subiendo las escaleras.
- ¡Señorita Pandora! – llamó Rhadamanthys, alterado. – ¿Qué le sucedió? ¿Por qué gritó de esa manera?
Al escuchar la voz del juez, Pandora giró la cabeza y observó a Aiacos con profundo odio, hasta que no pudo controlarse más y se lanzó encima de él para empujarlo y darle una fuerte bofetada. Garuda quedó inmóvil ante la furia de su líder.
- ¡MALDITO IMBÉCIL! ¡MIL VECES MALDITO! – reclamó Pandora, histérica y llorando sin control. – ¿CÓMO PUDISTE COMETER SEMEJANTE ERROR?
- ¡Ya le dije que me quite la vida para pagar mi falta!
- ¡Tu vida no me sirve para nada! – refutó la enfurecida joven. – ¿Tienes idea de las consecuencias que esto traerá? Fuiste el primero en decir que esta misión no debía tomarse a la ligera, y lo primero que haces es equivocarte de cuerpo.
- ¡Yo no me equivoqué, ese miserable intervino! – respondió Aiacos, lleno de impotencia. – Como le dije, todo estaba listo para someter a Shun, pero su hermano intervino.
- Señorita Pandora… – intervino Minos. – Ese tipo no es ordinario… se percibe intensamente su esencia de caballero.
Pandora volteó a mirar a Ikki, corroborando lo que Minos le había señalado. El cosmos de Ikki era muy poderoso e inmenso, y no entendió cómo no se dio cuenta de algo como eso hace diez años.
- Esto no puede estar pasado… mis planes, mi venganza… todo está acabado para mí. – pensó la joven, cayendo en la oscuridad de su desesperación.
Por otra parte, los nervios de Aiacos comenzaron a jugar en su contra, por lo que, producto de su alteración, había tomado una impulsiva decisión.
- Voy a destruirlo… ¡Voy a matar a este tipo! – exclamó Aiacos, levantando su mano hacia el cuerpo se Ikki.
Sin embargo, una terrible corriente eléctrica tumbó al perturbado juez del inframundo. Pandora lo había neutralizado por medio de su tridente.
Rhadamanthys y Minos, carentes de toda sensibilidad, se sintieron atemorizados ante la furia de la dama. De ninguna manera deseaban estar en el lugar de su compañero.
- ¡No le pongas una mano encima! – amenazó Pandora. – ¡Te lo prohíbo!
- ¡Hay que acabar con él! ¡Tengo que reparar mi falta! – reclamó Aiacos, mientras sus compañeros lo sostenían para reprimir sus intenciones.
- ¡De todas maneras vas a morir! ¡Todos moriremos! – dijo la desesperada joven. – Es cuestión de tiempo que la diosa Ker llegue y nos corte la cabeza a todos por haber fallado. ¡Su cosmos está cada vez más cerca!
Y para desgracia de todos, las palabras de Pandora se hicieron realidad.
La oscura humareda se hizo presente en los aposentos de Hades, abriendo el paso a la mortal elegancia de la diosa del destino. Ker esbozada una satisfactoria sonrisa debido a que, después de tantos años, se reencontraría con su venerable señor.
- Percibo el perfumado aroma de la victoria, pero al mismo tiempo el del fracaso. – dijo Ker a Pandora y a los tres jueces frente a ella.
La dama y los espectros se arrodillaron a los pies de su diosa. Pandora bajó la mirada lo más que pudo al suelo, pues los nervios y las lágrimas no dejaban de traicionarla. Años de dolor y sacrificio anulados por un solo error, mucho más si involucraba a una persona que jamás en la vida esperó volver a ver. Morir no le habría importado si su venganza hubiera sido consumada, pero ahora su sangre se derramaría por una causa inútil.
Al pronunciar la para "fracaso", Ker observó a Minos, pues tenía una idea de los resultados de su misión.
- ¿Qué pasó con Nike, Minos?
- Señora Ker… – habló el espectro, nervioso. – Como usted ya me lo había advertido, esa mujer no cedió a mi petición.
- Tal y como lo esperé. – mencionó la deidad. – Como dueña del destino de los humanos, sé muy bien la clase de mujer que fue la madre de Athena, y de ninguna manera te iba a dar a Nike, sin embargo, no perdíamos nada con intentarlo.
- ¿Eso quiere decir que…?
- Eso significa que esa maldita merecía su castigo por haber desafiado su destino. – continuó la diosa. – Espero que el camino a su muerte haya sido muy entretenido para ti.
- Eso no lo dude… – respondió el espectro, sonriendo con satisfacción. – Aún me carcome la impotencia de no haberle arrebatado a Nike, pero al menos me divertí con esa dulce marioneta. Es una pena que no la hubiera podido traer conmigo para mi colección.
- De todas maneras, nada puede opacar la felicidad que siento en estos momentos, pues el señor Hades ha vuelto con nosotros.
Ante las palabras de Ker, Pandora no lo soportó más y comenzó a llorar a mares, mientras que los espectros, incluso el confiado Minos, sintió pánico ante lo que estaba a punto de suceder.
- Señora Ker… – habló Pandora, poniéndose de pie y cubriendo el rostro de Ikki, el que la diosa aún no había visto. – Antes de que se acerque tengo algo que decirle…
- ¿Te atreves a obstaculizarme el paso? – cuestionó la deidad. – Lo de la diosa Nike ya no me importa, quiero ver al señor Hades.
- ¡Le ruego que me escuche! – pidió la dama, agachando la mirada. – Ocurrió algo inesperado y… nuestro señor invadió el cuerpo equivocado.
En bajo nivel, Ker encendió su cosmos debido a la ridiculez que había escuchado, pero lo suficientemente intenso para tumbar a Pandora en el suelo. Necesitaba ver con sus propios ojos lo que ella le había dicho, y grande fue su sorpresa al ver a Ikki.
- Este cuerpo… no es el que eligió el señor Hades. – dijo Ker, temblando de furia.
- Él es el hermano mayor del joven original, pues se interpuso entre él la espada de nuestro señor para impedir el reconocimiento. – confesó Pandora, alterada y con la cabeza en el suelo. – Es imperdonable… ¡Una tragedia irreparable!
Ker, fuera de sí, colocó su mano en la cabeza de Ikki, mientras que los jueces y Pandora esperaban tortuosamente su muerte, pues están seguros de que la furia de la diosa arrasaría con todo a su paso.
- Qué maravilla…
Sin embargo, todos los presentes se impactaron al escuchar la expresión de la diosa, sintiéndose confundidos, pues ella siempre actuaba tan impredecible. A pesar de conocerla bien, a veces dudaban si hablaba en serio o con sarcasmo.
- Qué cosmos tan terrible y poderoso… – expresó Ker, maravillada. – Me encanta.
- Señora Ker, usted…
- Este humano… sí es un digno recipiente de un dios.
El corazón de Pandora se sobresaltó ante la afirmación de la macabra diosa.
Comentarios finales:
Hola, espero que se encuentren bien.
Creo que la reacción de Shun y de Saori ante todo lo ocurrido es de lo más natural, pues aparte de los ataques que han recibido, la misteriosa desaparición de Ikki, y que encima de eso un hombre con armadura extraña venga a soltar algo relacionado con el destino de una joven normal, no es debe ser algo fácil de asimilar. Saori actuó como lo que es, una humana confundida ante un nombre y un deber que desconoce, y aunque Shion tiene un buen corazón e intenciones, creo que no era el más indicado para confesárselo, menos después del shock en el que ella se encontraba; y es por esa razón que elegí que lo haga su madre, pues creo que las palabras de una persona que te ama toman otro peso y valor.
Me basé en el origen de Saori en algo parecido a lo que ocurre con Serena/Usagi de Sailor Moon. Originalmente, ella fue la princesa de la luna, hija de la reina Serenity, pero al morir, reencarna como Serena y es hija biológica de sus padres en la tierra, pero aun así conserva el alma divina de su vida pasada. Algo parecido es el caso de Saori, ella es humana con alma de diosa, y en la anterior guerra santa, antes de morir, ella deseó renacer como tal para poder estar más cerca de sus amados amigos y caballeros, sobre todo de uno en especial. Lo mismo ha ocurrido con los caballeros, pues cada uno de ellos tuvo deseos que no pudieron cumplir antes, y ahora, por la bendición de su diosa, lo van a lograr, pero no lo entenderán de forma inicial.
Poco a poco se está evidenciando la presencia de nuevos caballeros, ya tenemos a Aioros. Quise hacer algo diferente con él y omitir el típico recurso de que murió por Athena, sino que la protege de una manera más significativa y especial, como construir el camino de la leyenda de Pegaso, y eso lo hizo valiéndose de muchos recursos importantes. En el próximo capítulo lo entenderán y se llevarán una gran sorpresa con los nuevos personajes que van a aparecer.
Tengo que ser sincera al confesar que escribir este capítulo me costó un poco, pues narrar la muerte de un ser querido es algo doloroso, y creo que mucho más si se trata de una madre. En mi caso, amo mucho a mi mamá y solo de imaginar perderla me hace sentir vulnerable, así que bajo esa sensación es que pude narrar la escena, aunque creo que igual es "nada" en comparación a lo que se debe sentir en realidad. Si les causó un hueco en el corazón, así sea pequeño, me doy por satisfecha.
Sobre el enfrentamiento entre Shaka y Atavaka, como dije en el capítulo pasado, he tomado referencias del gaiden Asmita de Virgo (Lost Canvas), y por si no lo recuerdan, Atavaka es inmune al Tesoro del Cielo por su condición de casi dios, y es por eso que no le hizo mayor daño. Sin embargo, debido a que Ahimsa recién despertó su estrella maligna, se vio afectado. Shaka también se dio cuenta de que tiene cosas que fortalecer en su cosmos, y eso vendrá con el avance de la historia, como todo desarrollo que debe tener un personaje. Lo que sí les puedo decir, es que el único que puede enfrentar a Atavaka es Shaka, y eso también ocurrirá con otros caballeros, donde solo ellos podrán derrotar a ciertos enemigos.
Y sobre el final, como pudieron darse cuenta, a Ker no le cayó del todo mal el tremendo giro del destino que se dio entre Hades, Shun e Ikki, y por supuesto eso cambiará por completo el giro de la guerra.
Este capítulo tuve que cortarlo en la mejor parte debido a que me estaba quedando demasiado largo, así que la siguiente no tardará en llegar. Muchas gracias por leer y comentar.
Saludos,
Artemiss
