Luces de Neón
Capítulo VI
Cliché
Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, esta historia es de mi total autoría no está permitida su publicación en otros sitios sin previa autorización. -Azulen-
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AVISO -Leer con precaución, este capítulo contiene lenguaje explícito-
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Un largo suspiro escapó de sus agrietados labios, el viaje lo había dejado seco, pero ahí estaba.
Mirando a su padre jugar al golf a lo lejos.
-Anímate Sasuke, pareces un anciano amargado- con ese tono azucarado y doble intencionado tan fácil de reconocer para el pelinegro Izumi Uchiha le recordó a su cuñado en lo que se había convertido desde hace más o menos toda la vida y no era para menos, a diferencia de su introvertido pero dulce esposo Sasuke no tenía una sola gota de jovialidad o sentido del humor en su bien parecido cuerpo.
Sasuke suspiró con cansancio.
-Izumi, la última vez que pisé Japón te casaste con mi hermano después de acosarlo toda la vida y créeme, no iba a venir a la boda, no me perdía de nada, pero sabes que mi madre me arrastró hasta aquí- soltó con un toque de sarcasmo impregnado en su voz masculina.
Izumi le pegó un codazo en las costillas- Te conozco desde que eras un feto Sasuke Uchiha, no puedo creer que me tengas en tan baja estima, discúlpate- exigió con el ceño fruncido y una mirada que desprendía una falseada furia.
Sasuke sonrió de medio lado, recordaba de toda la vida lo mucho que le encantaba hacer enfadar a su cuñada, a fin de cuentas, era como tener otra hermana mayor.
Pero por supuesto, ella no tenía por qué saberlo.
Cuando Itachi le envió un whatsapp diciendo que le había pedido matrimonio a su novia desde el kínder no se sintió sorprendido en absoluto, pero si con una grata sensación de "Finalmente…" Itachi e Izumi habían sentido cosas el uno por el otro desde prácticamente el momento en el que Izumi tropezó en la caja de arena del jardín destrozando el castillo que Itachi tan meticulosamente había construido durante todo el recreo.
O al menos es la historia que contó su madre en el discurso de la boda, arrancando risas enternecidas a los presentes y el sonrojo más fuerte que alguna vez se hubiera visto en el poderoso Itachi Uchiha.
Eran la encarnación de la típica película cliché sobre las almas gemelas, el destino y el amor verdadero que Izumi tanto amaba obligarlo a ver "en familia" por videollamadas uno que otro fin de semana.
"Porque aunque estés en otro país tenemos que compartir tiempo juntos como familia" – Resonó en su cabeza el discurso de su cuñada.
Y es que los Uchihas no eran una mala familia, ni tampoco ambiciosos villanos sedientos de poder, eran bastante normalitos… ¿Si? Como sea, sus padres aunque divorciados nunca habían tenido una relación tormentosa y traumática a la cual responsabilizar de algún trauma infantil, tal vez el karma del orgullo pesaba sobre los miembros del género masculino de su familia pero al menos en algún momento de su vida, Itachi fue el único que había logrado vencer ese karma hasta el momento.
Y consiguió su final feliz.
-Venga, me disculpo- dijo secamente agitando suavemente su mano en su dirección restando importancia a la creciente vena en la frente de Izumi volviendo al momento presente lejos de sus pensamientos de ducha.
El llanto de un infante llamó la atención de los adultos que giraron a verle instantáneamente.
-Esta conversación no ha terminado, Sasuke Uchiha- Izumi le lanzó una mirada mordaz mientras se dirigía a la carriola que protegía el sueño de su más grande amor, su bebé, ya no tan bebé.
Con voz suave Izumi comenzó a tararear una nana acunando al infante de tres años entre su regazo y sus delicados brazos y a lo lejos unos vitoreos celebraban el hoyo en uno que había hecho su padre.
Pronto todos comenzaron a caminar en dirección al área de descanso del club de golf en el que se hallaban reunidos, Sasuke aún con sus maletas en el coche de su padre deseando estar en cualquier otro sitio, y no es que le molestara compartir tiempo con su familia, le agradaban bastante más que el resto de la humanidad simplemente él…
Preferiría estar duchándose en este momento.
Itachi se acercó con ojos iluminados hacia su adorada esposa e hijo, revolviendo suavemente los cabellos negros del menor que intentaba tomar con sus diminutas manos la gran mano de su padre, todo bajo la mirada derretida de su madre que parecía haber vivido para este momento.
-Bueno, quisiera tener su atención un momento- Fugaku se aclaró la garganta provocando que todos fijaran su mirada atentamente en el hombre que tiernamente extendió su mano hacia la mujer mayor que a pesar de estar en sus cincuentas conservaba su belleza y esplendor intactos.
La mujer tomó su mano con suavidad, manteniendo una cálida sonrisa pintada en sus labios mientras contemplaba con admiración y amor verdadero al hombre a su lado, como cuando eran adolescentes aprendiendo a sentir.
-Su madre y yo hemos decidido reconstruir nuestro matrimonio- soltó repentinamente y es que Fugaku nunca había sido un hombre de muchas palabras.
Un intento de sonrisa sincera se extendió por los labios de Sasuke ante esas palabras, a fin de cuentas, sabía que el divorcio de sus padres no se había dado bajo motivos demasiado trágicos, y de alguna manera siempre habían estado buscándose, en un intento por tragarse sus sentimientos su madre se mudó a Seúl y con ella él, y su padre abrió hoteles en la ciudad para así tener una excusa, así que su divorcio había sido una decisión casi impulsiva y sobre todo orgullosa, y buena para el negocio ciertamente, que cada uno manejó de la mejor manera que pudo, tantos años después y unas cuantas arrugas al fin parece que terminaron de arreglar sus diferencias.
Y la verdad, a él muy poco le importaba eso.
Pero le alegraba en el fondo.
Izumi e Itachi felicitaron a la pareja alegremente y Sasuke solo asintió en señal de aprobación sonriendo ladinamente sin emitir mayores comentarios.
A pesar de todo tenía una vida feliz.
Pero eso no era una excusa para dejar de ser un amargado.
Y querer pirarse a casa lo antes posible porque el amor estaba en el aire y el no traía una mascarilla para protegerse.
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Estiró los brazos perezosamente negándose mentalmente a abrir los ojos, pero no tenía otra alternativa, ese día tenía que asistir a su último seminario en la universidad.
Regresar a Japón le provocaba muchos sentimientos contradictorios, por una parte, la envolvía la nostalgia, echaba tanto de menos a sus padres, a su gato Hiro y a los caballos, pero también echaría de menos las noches de almohadazos, las lágrimas, los abrazos, las borracheras y los momentos que había vivido con sus amigos en Londres.
A pesar de las nubes grises que cubrían su cielo, pequeños rayos de sol habitaban en cada recuerdo iluminándolo, no había sido una mala experiencia.
Había sido un tiempo valioso para ella y sentía que regresaría a Tokio siendo una nueva Sakura, aunque aún le quedaban cosas por hacer y un par de semanas más de paseo para disfrutar de Londres un ratito más.
Su teléfono comenzó a sonar sacándola de su ensimismamiento.
- ¿Sasuke? ¡Hola! – levantó el móvil apuntándolo hacia su rostro feliz para ver el rostro neutral pero apacible de su mejor amigo que le devolvía el saludo con la sequedad a la que ya estaba acostumbrada. – Hace mucho que no me llamas baaaka, ya estaba pensando en casarme con alguien más- bromeó inflando los mofletes.
- Pues de saberlo mejor no te habría llamado – respondió con una sonrisa tirando de la comisura derecha de sus labios.
-Conocí a alguien- Sonrió traviesa, Sasuke rodó los ojos- ¿Otro Deidara? - soltó sin ningún tipo de anestesia.
Por supuesto que estaba enterado de las desventuras de Sakura con su exnovio, incluso había pensado en tomar un vuelo e ir a darle una golpiza, pero los hoteles no iban a administrarse solos.
Además, Sakura era la persona más fuerte que conocía, incluso aunque ella misma no fuera consciente de ello.
Además, Sakura es cinta negra en karate.
Como ya podrán notar a estas alturas, los Uchihas son personas extrañamente selectivas y leales a quienes consideran cercanos, pero su relación con Sakura Haruno era muy diferente a la de su hermano con Izumi, era consciente de los sentimientos de Sakura por él durante su adolescencia, pero ese "crush" no había durado demasiado, pronto Sakura maduró emocionalmente y, en resumen, sus sentimientos se redireccionaron hacia donde siempre debieron estar.
Ser su mejor amiga.
Así fue que se convirtió en una suerte de hermana menor para él, a pesar de ser un hombre tan cerrado Sakura había conseguido lo que nadie más, hacerse un pequeño hueco en su corazón y mentiría si dijera que nunca se había planteado la idea egoísta de tener una relación más allá de su fuerte amistad, ir a buscarla a Japón y traerla a Seúl con él para hacerle compañía a la antigua, pero Sakura no merecía algo así, ella tenía sus propios sueños y merecía alguien que la ame con toda su alma, sentimiento que no tenía lugar en su insípido corazón y si se quedaba con él sería simplemente para confortarlo con su agradable compañía, pero nunca sería el tipo de amor que debe tenerse una pareja correctamente consolidada y con el tiempo eso terminaría por dañarla.
Y no se atrevería a mentir, había tenido citas a ciegas con algunas mujeres en un intento vano de cambiar de aires y ver si encontraba a alguien lo suficientemente interesante para colorear su aburrida vida.
Pero Sakura ya le daba suficientes colores a su vida, tampoco quería exagerar.
Y como nadie podía darle esa proporción "extra" necesaria de color para equilibrar las cosas, simplemente las despidió a todas después de la primera "entrevista".
Imposible.
El equipo de reclutamiento de personal de sus neuronas no estaba haciendo un buen trabajo filtrando esos curriculums.
Sasuke Uchiha es un hombre de negocios, y el matrimonio no era más que otro tipo de contrato, uno que estaría dispuesto a firmar con Sakura si no la conociera como la conoce, y sabía que aunque lo había intentado durante mucho tiempo (influenciado en parte por la historia de amor de su ahora cuñada y hermano) nunca podría llegar a amarla como ella deseó que la amara durante aquellos tiempos en donde genuinamente pensó que perdería a la única persona en la que confiaba más que en su hermano Itachi.
Además, Sakura está un poco loca.
Cuando Sakura se alejó para sanar su corazón y dejó de hablarle durante unos meses podría decirse que incluso se deprimió un poco por no tener a quien molestar sin sentirse como un tonto.
Pero contra todo pronóstico, tres meses después de esa discusión en donde Sasuke no fue capaz de responder a un sincero "Te amo" por parte una quinceañera Sakura desatando una guerra fría entre ellos orquestada por su roto corazón, ella le envió una solicitud de partida en el videojuego en línea que solían jugar.
Y la vida continuó diez años después…
-Nah, esta vez es diferente- murmuró Sakura- no es un amargado como tú. – le reprochó.
- ¿Y bien? ¿Ya están saliendo? ¿Debería interrogarlo? – apoyó el teléfono móvil sobre el escritorio de su infancia mientras sacaba su portátil de la mochila de cosas del trabajo.
-Nop, solo somos amigos- respondió Sakura con la mirada algo perdida en sus pensamientos, suspiró- aunque si fuera en otras circunstancias creo que ya me lo habría tirado- soltó sin más.
Sasuke se atoró.
- ¿Estás bien? – preguntó preocupada al ver la tos de su amigo luchando por hacer llegar aire a sus pulmones.
-S-Si, no es nada, solo me pillaste desprevenido, eres una idiota- rio de una forma que sonó más a un bufido.
-Entonces es un amigo ¿Debería ver mi lugar peligrando? ¿Debo estar celoso? – preguntó ya con la mirada fija en la pantalla del portátil sin prestar real atención a su interlocutora.
-Claro que sí, él al menos me mira cuando me habla – Sakura entrecerró los ojos y se dirigió al baño para asearse, ubicó el teléfono móvil con la cámara apuntando a la pared contraria mientras se lavaba la cara y seguía una conversación cotidiana con Sasuke sobre cómo habían ido las cosas.
- Cierto, olvidé decírtelo, estoy en Japón- Sasuke sorbió de su café al finalizar la frase- Mi hermano irá a supervisar el asunto de la demolición en Estados Unidos y me ha dejado a cargo de la central, puede que me quede aquí un tiempo así que iré a recogerte al aeropuerto cuando llegues- anunció sin más.
Sakura tomó rápidamente una toalla saliendo estrepitosamente de la ducha- ¡Sasuke no te he visto decentemente en más de diez años maldita sea cómo puedes soltarme esto así tan de repente joder, eres un maldito, te odio! – comenzó a reclamar con la voz entrecortada por la emoción y pequeñas lágrimas de felicidad comenzaban a formarse en sus ojos.
-Eres un maldito imbécil ¿Lo sabes verdad? ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Cuándo llegaste? Vete a ver a mis padres te echan de menos, la última vez ni siquiera te quedaste para visitar- se colocó una bata para cubrir su cuerpo y la toalla la enrolló en su cabello para absorber el exceso de agua.
-Pensé que estarías feliz, suenas más cabreada que nada ¿Ya no me quieres? – bromeó Sasuke aunque su rostro serio y concentrado en los informes no le daban un tono precisamente gracioso– Deberíamos divorciarnos Sakura, las cosas no son como antes – soltó una pequeña risa disimulada, ahora si concordando su rostro con sus palabras.
-Si, vamos a divorciarnos en este momento porque no puedo creer que no me hayas contado algo tan importante- siguió la broma ahora riendo extasiada- era posiblemente la mejor noticia que había recibido en esos meses- Te estoy odiando demasiado en este momento – sonrió ampliamente con felicidad pura.
Hace años que no veía a Sasuke, la última vez que cruzaron palabras en persona fue en la boda de su hermano y se fue tan pronto como llegó y las pocas veces que había ido a Japón de visita ni se molestó en salir con ella un momento.
En realidad, no a veces Sakura piensa que no tiene idea de como pueden ser mejores amigos en condiciones como esas.
Cualquiera con dos dedos de frente pensaría que a Sasuke la existencia de Sakura no le importaba un comino, pero no era así, simplemente Sakura comprendía aspectos de la personalidad de Sasuke que las personas promedio jamás entenderían.
Y por eso ella es su mejor amiga.
-Será burro- pensó la pelirosa ensanchando su sonrisa- Malvado egoísta- le dijo entre risas.
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Cerró el computador portátil luego de revisar todo lo que necesitaba sobre la actividad de la empresa en Japón para trabajar al día siguiente, él es así, un adicto al trabajo no vivía para otra cosa más que trabajar, permanecería en casa de sus padres unos días hasta que le fuera entregado el departamento que su hermano había conseguido para él cerca de la central administrativa de los hoteles y poder así encerrarse a trabajar tranquilo.
Tres suaves toques en la puerta lo sacaron de sus pensamientos.
-Sasuke, tu padre y yo saldremos a dar un paseo con Itachi e Izumi-chan ¿Vienes?
Volteó hacia la cama en donde ya tenía lista la ropa suelta que usaba como pijama, y dudó.
Esa era claramente una pregunta trampa, si no iba tendría que enfrentarse al drama sobre abandono familiar de su madre e Izumi al día siguiente hasta que se les pase, y de momento no había nada novedoso en casa como para captar su atención lo suficiente para que dejaran de fastidiarlo.
- ¿Sasuke? – Escuchó de vuelta la suave voz de su madre.
Si iba tendría que aguantar a su madre e Izumi queriendo hacer fotos familiares en todas partes para publicar en sus redes sociales.
Venga hace mucho que no estaba en japón, ya podría escaparse a disfrutar de su propia presencia cuando estén distraídas.
-Voy- respondió escuetamente tomando su chaqueta y saliendo de la habitación para alcanzar a su madre al inicio de las gigantescas escaleras de caracol de la elegante y opulente finca Uchiha.
Ciertamente, la casa no había cambiado en absoluto, desde el momento de su místico divorcio su padre no había movido ni una pelusa de su lugar, el lugar estaba congelado en el momento en el que él y su madre dejaron la casa con la mirada indiferente de su padre pesando sobre ellos.
Eran viejos tiempos.
Y a él tampoco le interesaba cambiar su habitación aún habitada por sus juguetes de la infancia y demás tonterías de mocoso, a fin de cuentas, no tenía intenciones de vivir en la casa de sus padres.
Pero agradecía que su habitación no hubiera acabado convertida en un trastero.
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Por fin terminó.
El último seminario en Londres, ahora solo quedaban días para dar unos cuantos paseos, hacer un par de compras, deshacer lo que le quedaba de dignidad en unas cuantas fiestas de despedida y sobre todo disfrutar el tiempo de calidad en esa ciudad que tanto le había enseñado.
- ¡Oiiii Sakura-chan! – Escuchó acercarse el sonido de la voz de Naruto del otro lado de la calzada.
Detuvo el paso y pronto otro de sus mejores amigos la alcanzó rodeando sus hombros con uno de sus largos brazos- ¿Lista para volver a casa? - preguntó alegremente como siempre era.
-Un poco si y un poco no- le sonrió de vuelta- Voy a extrañar esta libertad- suspiró finalizando con un mohín en sus labios.
- Hace un día bonito, vamos a comer algo que me rugen las tripas, pfff… Yo sí que quiero volver a casa estoy un poco aburrido de lo desabrido que es Londres, todo el tiempo lloviendo y la gente es tan estirada… - se quejó Naruto arrancado una suave risa de la voz de Sakura con cada cosa negativa que pronunciaba sobre Londres – La próxima vez Nueva York ¿vale? – parloteó.
-Pues a mi me gusta bastante, la lluvia mañanera y las vistas nubladas son mi obsesión- aunque estará haciendo frío cuando regresemos, tendrás que esperar para volver a sentir el sol, Naruto- le picó con una sonrisa malvada pintada en su rostro.
La tarde se pasó entre risas, hace mucho tiempo no compartía momentos así con Naruto, a pesar de su cercanía de casi toda la vida, su relación con Deidara la había apartado también de él, ya que su ex novio no consideraba adecuado que un hombre y una mujer que no fueran pareja mantuvieran esa clase de amistad y confianza que según su pobre pensamiento solo debería estar reservada para él su ex pareja narcisista.
Pero estaba un poco aburrida de hablar de él y de esa historia sosa que afortunadamente empezaba a sentirse tan lejana, pero aún faltaba algo, necesitaba cerrar ese tormentoso capítulo de su vida de una vez por todas con una demostración física.
Materializar su despedida, aunque sonara y se viera como una loca.
Sabía que Deidara no volvería a buscarla nunca más, no se atrevería si quiera a vengarse por su deportación y cancelación del programa por su conducta inadecuada, o le esperaría en Japón una vida tras las rejas, no estaba dispuesta a dejar que la volviera a intimidar y eso lo había dejado claro cuando le lanzó esa última mirada de advertencia mientras él la insultaba desde el coche de la policía.
Naruto hablaba sin cesar de cualquier cosa que le cruzara por la mente mientras dirigían sus pasos hacia el gran puente de Londres luego de caminar sin rumbo fijo perdidos en una conversación como si llevaran años sin saber del otro, se preguntaba si sería así con Sasuke cuando le volviera a ver.
El pensamiento hizo aflorar una sonrisa melancólica de sus labios mientras dejaba perder su mirada en las grandes torres frente a ella.
-Sasuke…- pensó.
Repentinamente acercándose al barandal, interrumpiendo el parloteo de Naruto y bajo su interesada y confundida mirada sacó de su bolsa una libreta
Rompió un trozo de papel y escribió:
"Deidara y Sakura"
Del bolsillo lateral de su mochila sacó un encendedor y prendió fuego al pequeño trozo de papel.
Y allí observando el río correr tranquilo bajo aquel puente donde sus tormentosos pensamientos no la dejaban en paz hace tan solo un par de meses dejó volar el trozo de papel en llamas y las cenizas fueron arrastradas por la brisa dispersándose en el aire y en el agua.
- ¿Qué carajos crees qué haces? - preguntó con confusión su acompañante, llenando sus ojos azules de curiosidad por la repentina acción de su pelirosa amiga.
-Un simbolismo- volteó a mirarlo con una pequeña sonrisa y continuó- Es mi manera de dejar ir las cenizas de lo que no pudo ser.
Un leve brillo de satisfacción resaltó en sus ojos jade y se alejó caminando por el andén, dejando a su amigo con una ceja elevada y una mirada confundida.
-Estás loca- murmuró riendo y alborotando su cabello con la mano en un gesto descuidado.
- ¡Te escuché! - expresó mostrándole su dedo medio sin voltear a mirarlo.
- ¿Por qué traes ese encendedor jovencita? ¿Has estado fumando otra vez? ¡Hey espérame! -exclamó alcanzándola.
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- ¿Sus guantes de repuesto estaban en la pañalera verdad? Preguntó Izumi a su esposo mientras acomodaba a su hijo en la sillita de bebé en el asiento trasero del automóvil.
Itachi asintió "respondiendo" con un "aa" afirmativo, mientras acomodaba la carriola en el maletero y cerraba la gran puerta en un golpe seco.
Desde la puerta principal consistente en una enorme puerta metálica adornada por dos grandes abanicos símbolo legendario de la familia, el mayordomo y el ama de llaves los despedían con un gesto amable con la mano deseándoles un bonito paseo recibiendo una animada y alegre despedida por parte de Izumi deseándoles buenas noches mientras subía al asiento del copiloto.
Con suaves toques a la bocina desde su coche ya del otro lado de la gran puerta su padre anunciaba que estaban listos para partir, por lo cual montó al auto deportivo que usaba su padre para ir al golf disimulando una sonrisa de autosuficiencia porque siempre había querido conducir ese auto que con tanto recelo su padre le había dejado solo esa ocasión.
Es que era su adoración.
A pocos minutos de la casa de su infancia vislumbró luces encendiéndose provenientes de la finca vecina con el sol cayendo en su hora dorada creando un paisaje nostálgico para Sasuke y su mirada se desvió una fracción hacia el balcón de una habitación que conocía bien y sonrió de lado cuando su mente traicionera le mostró la ilusión de una pequeña pelirosa dando brincos desde el balcón gritando su nombre y casi pudo escuchar su risa en el viento que entraba por la ventana que mantenía ligeramente abierta para disfrutar del aire del campo y al mirar por el retrovisor casi pudo verla sentada en el barandal con su espalda recargada en el pilar leyendo uno de sus libros aburridos.
En la privacidad del auto a su cargo se permitió sonreír con los recuerdos. Aunque era tres años mayor que Sakura ella había sido su compañera de juegos en su infancia y casi podía asegurar que había pasado más tiempo en la finca Haruno que en la propia, a pesar de que Sasuke siempre fue la persona introvertida y de pocas palabras que seguían siendo al menos en su infancia y aunque Sakura en su primera impresión le hubiera parecido una mocosa pesada, llorona y aburrida, recordaba reír más a menudo gracias a alguna ocurrencia de la niña de pelo chicle que vivía al lado y que sentía una obsesión por trenzar el pelo de los caballos.
Incluso cuando se fue a Seúl, ella al principio le enviaba cartas, luego llamaba a casa de vez en cuando para contarle sobre la escuela, y luego al móvil para hablar del instituto, y la universidad.
Pero ella nunca lo olvidó, de cierta forma esa mágica conexión que mantenía con Sakura a pesar de la distancia a través de su amistad era la cosa que más curiosidad le provocaba en su vida, ella tenía 8 años cuando dejaron de verse y aun así… no le dejó morir como un recuerdo.
Siempre encontraba la manera de mantenerse a su lado como una garrapata.
Que pesada garrapata- dijo para él mismo.
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NOTAS DE LA AUTORA:
¡Saludos cordiales mis estimados lectores! xD Yo de nuevo, este capítulo me quedó un pelín más largo que los anteriores, supongo que es porque tenía mucho que contar sobre Sasuke que no le habíamos visto y quería profundizar un poco en el contexto del personaje y su vida, tenía este capi escrito a pedazos (Como todos). Y bien, por fin un capítulo dedicado a nuestro guapo pelinegro favorito, ya era hora, tal vez ahora puedan hacer un par de conexiones más sobre como es la amistad de Sasuke y Sakura, un par muy dispar a mi parecer, el capítulo que se viene contiene una de mis escenas favoritas y es la escena que prácticamente inspiró toda la historia porque fue la primera que escribí, me hace ilusión acabar de escribir el capítulo, ódienme por no subir este en cuanto lo terminé, no había tenido tiempo de editarlo por desgracia.
Gracias por leer!
Con cariño, Azulen.
