Luces de Neón

Capítulo VII

Crecer

Disclaimer: Los personajes de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, esta historia es de mi total autoría no está permitida su publicación en otros sitios sin previa autorización. -Azulen-

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AVISO -Leer con precaución, este capítulo contiene lenguaje explícito-

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Londres se despedía de ellos con un último diluvio invernal mientras se dirigían al aeropuerto en un autobús especial encargado para ellos. Como niños de primaria todos reían recordando momentos divertidos, charlaban sobre los acontecimientos vividos, otros se abrazaban con pena por la inminente separación al regresar algunos a sus ciudades de origen y algunos más que hacían bromas en el vehículo y cantaban canciones para animar a los demás.

-El último grito en la jungla- dijo para sí misma Sakura.

-Aún no puedo asimilar que vuelvo a Kioto y ya no podré verlas seguido chicas- se lamentó Tenten desde el asiento de atrás.

- No estés triste Ten, sabes que puedes venir a visitarnos y también un día de estos podríamos quedar en Kioto todas ¿Verdad? no es que hagamos mucho turismo local - Temari posó una mano sobre su hombro en señal de apoyo.

-Por supuesto, sería un viaje emocionante, sabes que puedes venir a Tokio y quedarte con cualquiera de nosotras, las puertas de nuestras casas están abiertas para ti Tenten- la secundó Ino amigablemente sin perder el tono nostálgico en su voz.

A nadie le gusta despedirse de los amigos, tal vez esta era la parte más triste de los programas de intercambio estudiantil, hacer nuevos amigos y tener que despedirte por la distancia.

Aunque Sakura no tenía grandes problemas para manejar ese tipo de amistades, sonrió al recordar a cierto pelinegro que la esperaba en Japón, la idea de volver a verlo burbujeó en la boca de su estomago.

- Cuando vengas a Tokio por favor quédate en mi casa- pidió Sakura volteando y extendiendo su mano para tocar el hombro de Tenten consiguiendo que levantara la mirada- Seguramente te encantará dar un paseo por la finca y conocer a los caballos- sonrió ampliamente.

Tenten le devolvió la sonrisa agradecida y encantada por la invitación, sin duda era un momento de lo más triste, pero le alegraba haber hecho tan buenas amigas en ese tiempo.

- ¡Las amigas nunca se abandonan! - aseguró Ino con firmeza.

- Ni se traicionan- recitaron al unísono Sakura y Temari transmitiendo la misma fortaleza en sus palabras.

- ¡Las amo chicas! - Lloró Tenten dejándose llevar por las emociones del momento.

La mirada de Sakura se desvió de sus amigas y se perdió en la ventana.

- Dos semanas…

Habían pasado tantas cosas en dos semanas, volteó su mirada fugazmente y de reojo hacia una cabellera roja que sobresalía unos asientos más adelante riendo alegremente en compañía de sus amigos mientras se codeaban, devolvió al instante la mirada hacia la ventana y un suspiro resignado escapó de sus labios empañando el cristal sin dejar de pensar en los acontecimientos de sus últimos días en Londres.

•••

Una risa genuina y estruendosa afloró de la garganta de Sakura imparable mientras se sujetaba el estómago sin poder parar de reír.

-Entonces le grité: ¡Kotaro eso no es jugo de manzana! Y Kotaro soltó la botella con pis en el suelo y joder eso fue tan asqueroooso…- Sasori reía contando a Sakura otra de sus anécdotas graciosas de la universidad mientras ella aún no podía superar la risa que le había provocado la anterior historia.

Las risas de ambos comenzaron lentamente a convertirse en suspiros entrecortados deteniéndose con una profunda respiración, estaban en el coche prestado de Sasori después del autocine y unas cuantas vueltas por la ciudad se pararon en un mirador natural en las montañas, un pequeño tesoro que habían descubierto al paso y decidieron detenerse a charlar y disfrutar las vistas y el fresco clima nocturno de la ciudad a sus pies haciéndoles sentir por un momento los dueños del mundo.

-Desde aquí arriba me siento la reina de Inglaterra- Dijo Sakura aún riendo un poco y dio un sorbo a su milkshake disfrutando de la música que provenía de un coche cercano donde algunas personas bebían y fumaban pasando el rato- Y dime ¿Qué harás cuando vuelvas a Japón?

-Comenzaré los preparativos para mi posgrado- un gesto pensativo se adueñó del semblante de Sasori- pienso estudiar en América, aunque aún no decido entre Canadá y Estados Unidos.

Sakura sonrió comprensiva- te entiendo, personalmente no sé qué camino tomar ahora mismo, siempre creí tener mi vida planeada, pero ahora estoy dudando de muchas decisiones que creí tomadas desde hace años, así que me tomaré un tiempo mientras preparo mi tesis y termino la residencia para pensar bien en que hacer.

-Bueno, los fantasmas tardarán en irse- mencionó Sasori- no esperes que todo sea perfecto de la noche a la mañana, además la vida siempre te sorprende con algo- rio suavemente guiñándole un ojo con coquetería.

Sakura le dedicó una mirada significativa para que continuara.

- Verás, vivir es como nadar en el océano- comenzó el pelirrojo haciendo un gesto con las manos mostrando la amplitud del panorama- cuando eres un bebé juegas en la orilla con tu madre y al mismo tiempo das tus primeros chapoteos en el agua- tomó la mano de Sakura entrelazando sus dedos y estirándola hacia el cielo junto a la suya- al ir creciendo juegas con ella y aprendes a nadar por tu cuenta entonces pruebas bucear, tus padres te vigilan aún en este punto, pero mientras más creces más te sumerges en el agua, te alejas de la orilla, pierdes de vista a tus padres, ellos confían en que sabes nadar, entonces dejas de sentir el fondo, te desesperas, luchas contra el agua y de repente llegas a lo profundo y no tienes otra opción más que seguir nadando con todas tus fuerzas, pero tú decides tocar fondo y ahogarte o dar patadas hasta flotar y volver a nadar a la orilla a contemplar la inmensidad del mar- concluyó Sasori su monólogo contemplando las luces de la ciudad a sus pies y dando un suave apretón a su mano.

Con la mirada fija en sus manos unidas con el cielo estrellado de fondo, Sakura guardó el momento y sus palabras en su corazón, el lugar donde guardaba los momentos que no quería olvidar, sintió algo florecer en su interior, un leve cosquilleo en su vientre, algo que hace tiempo no sentía, pero no era momento de confundirse, las charlas filosóficas eran cosa de Sasori, rio internamente por el pensamiento.

- No sabía que estudiabas filosofía- comentó falsamente sorprendida Sakura sin perderse una palabra del discurso de su amigo, lo miró directamente a los ojos y sin querer se perdió en sus orbes de miel avellanada.

Había algo misterioso y especial en el momento, en el aire, en el frío, en esa situación, en ellos, en la canción que sonaba a lo lejos, en el humo del cigarrillo de Sasori, en sus cabellos rojos revueltos por el viento.

Tal vez… solo esta vez…

Sasori rio ante la comparación sacándola de sus pensamientos, tiró de un moflete a Sakura divertido y acortó la distancia de su rostro del de la pelirosa jugando con el momento.

-Bueno, digamos que el whisky de la tarde me pone reflexivo- se limitó a responder en voz baja casi rozando sus labios y el olor a chocolate del milkshake mezclado con tabaco la tentó, él giró ligeramente su rostro para exhalar el humo del cigarro.

Imbuida por el momento Sakura sin romper el enlace de sus manos, deslizó su mano libre por la mejilla de Sasori hasta su nuca acercándolo y sellando por completo la casi nula distancia entre ellos para juntar sus labios en un beso lento cargado de significado.

Sasori rompió el enlace de sus manos para poder envolverse en el cuerpo de Sakura empujándola delicadamente hasta recostarse sobre el capó del coche y posicionándose sobre ella, deslizó su lengua entre los suaves labios de la pelirosa, recorriendo de su espalda a su cintura y caderas con suaves caricias cargadas de deseo que la estremecían, ella dejó perder sus dedos entre los revueltos cabellos rojos correspondiendo la pasión que le transmitía en ese beso.

El deseo que sentían el uno por el otro no era un secreto para ninguno.

El aire comenzó a faltar y se separaron por la necesidad de respirar, suspirando muy cerca de la boca del otro dejando un lento rastro de besos en el camino.

En silencio se perdieron en su propio mundo por unos segundos mirándose fijamente a los ojos miel contra jade, no queriendo perder la conexión mágica que había creado el ambiente esa noche hasta que finalmente con una leve caricia en la mejilla de Sakura y una sonrisa el joven pelirojo rompió el contacto incorporándose, ella se quedó recostada un momento más aún recuperando el aliento.

Sasori sacó un nuevo cigarrillo de la caja.

- ¿Tienes otro? - preguntó Sakura desviando su mirada al cigarro sin encender y Sasori le extendió uno con una sonrisa ladina.

-Pero solo uno, no seas como yo, Sakura- le respondió encendiendo el cigarrillo de Sakura y luego el suyo.

Ella se incorporó sonriendo y choco su hombro con el de su amigo juguetonamente aceptando el tabaco.

Con una calada al cigarrillo y disfrutando del silencio ambos se perdieron en sus pensamientos nuevamente contemplando el firmamento repleto de estrellas en una noche despejada como ninguna que hayan disfrutado en la ciudad más nublada del mundo, como la tenía Naruto apodada.

El cómodo silencio se vio interrumpido por una risita de Sakura que volteó a mirar a Sasori con ojos expectantes - ¿Seguiremos saliendo cuando volvamos a Japón? – preguntó la pelirrosa sin tapujos.

-Me gusta verme a mí mismo como un polvo de una noche- se limitó a responder Sasori disfrazando con gracia su incomodidad y Sakura rio en un intento de aligerar el ambiente sintiendo como si lo hubiera arruinado.

- Tomaré eso como un no- en su rostro se dibujó una sonrisa ladina, pero sus ojos no pudieron ocultar cierta decepción.

Sasori la miró de reojo sintiendo una pequeña espina de culpa clavarse en su pecho.

- Es broma, aunque no podamos vernos muy seguido, no quiere decir que dejaremos de ser amigos, a fin de cuentas, ya eres mi psicóloga- Sasori dio otra calada a su cigarrillo devolviendo la mirada a las luces de la ciudad.

Esta vez Sakura no pudo evitar torcer ligeramente el gesto sintiendo la mentira en las palabras del pelirrojo, de cierto modo ya lo sabía, probablemente por mucho que le guste su presencia, Sasori no era la clase de persona que se tomase en serio las relaciones personales, por supuesto no estaban "saliendo", no había futuro de ninguna clase en esa "relación" solo eran dos desdichados haciéndose compañía una fría noche de otoño en Londres.

Eran extraños que se contaban sus penas.

Eran extraños compartiendo un par de besos y un cigarro.

Eran extraños que no sabían sentir.

-Fuck my life, can't save that, girl...- cantó entre susurros Sakura siguiendo distraídamente la letra de la canción de Lil Peep que sonaba desde el coche lejano, las risas de sus ocupantes no eran más que ruido de fondo.

Ultimamente todo en su vida parecía ser ruido de fondo.

Ellos no eran más que extraños cuyas historias coincidieron un momento.

Nada más.

El humo salió suavemente de entre los labios de Sasori, meditó brevemente sus palabras, algo muy dentro de su alma queriendo retractarse, pero no quería equivocarse con Sakura, le agradaba, le gustaba, la deseaba por Dios que la deseaba, pero ella jugaba en otra liga, una a la que él no pertenecía.

Tocarla le sabía a pecado.

Y cualquiera que le conociera sabía que el era un muy buen pecador.

Sakura era el sol eclipsado, pero no dejaba de ser el sol, el eclipse pasaría y ella brillaría con esa intensidad con la que vibraba su alma, simplemente no la merecía, él en serio no creía en el amor para él.

No se confundan.

Él cree en el amor, es un sentimiento hermoso de ver, pero no era algo para él, hay personas en la vida para las cuales cosas como el amor y los sentimientos complicados que impliquen tratar con los sentimientos de una segunda persona son imposibles de alcanzar, o de conservar. Solo hay que aceptar que hay personas que están hechas para la soledad, y no es algo trágico, ni una condena, simplemente hay personas como él, para quienes la soledad es la mejor compañía.

Sakura era como un farolillo de navidad o esa estrella en el árbol, verla le hacía sentir esperanza y tener fe en esa luz, fe en que podría alcanzar sus sombras, iluminarlo y reconstruirlo reemplazando las piezas dañadas de su corazón con otras puras y preciosas nacidas de recuerdos que atesoraría por siempre, pero sin victimizarse, ni deprimirse por el asunto, él hace muchos años había aceptado que era una persona sin redención, estaba demasiado dañado como para que una luz como esa no haga más que hacerlo incinerarlo y convertirlo en cenizas con el tiempo.

No tenía arreglo.

Y tampoco sentía amor por Sakura, tenía un sentimiento de empatía y tal vez afecto, le agradaba, pero era muy poco el tiempo conociéndola, lo había deslumbrado su belleza y creía que podría pasar un buen rato con ella, acostarse, tenerla en un momento de pasión, jugar al gato y al ratón un rato, sin tomarla muy en serio, luego ya dejaría de hablarle cuando volvieran a Japón, ella lo maldeciría mil veces por ghostearla, pero vamos, no es como si no lo hubiera hecho antes, eso no le importaba.

Pero la conoció y se dio cuenta de que estaba en un error, Sakura merecía la pena y justo por eso retrocedió en su plan de tener "solo un buen polvo".

Sin querer nació una amistad, sin querer se encariñó con ella y ella con él y lo sabía, porque ella lo miraba a los ojos con esa luz que le incineraba el alma corrupta y le hacía sentir como si incluso alguien tan desecho como él mereciera ser amado.

Pero Sakura merecía un poco más que sus muros, una calada al cigarro y una sonrisa traviesa.

- No quiero tener una relación, Sakura- le confesó directamente usando un tono serio que muy raras veces usaba- admito que solo eras un polvo rápido para mí, eres hermosa, dulce, ingenua y Deidara habló tantas mierdas sobre ti que realmente creí que eras vulnerable a mí y podría acostarme contigo fácilmente aprovechándome de tu despecho, nunca me importó si te enamorabas de mi- confesó.

- Lo sé- respondió la mujer con un tono ausente en un susurro que arrastró la brisa.

- Pero hay mucho más en ti, Sakura, te mereces a alguien que valore tus sentimientos y todo lo que tienes para dar, no tengas esperanzas en hacerme cambiar de opinión ofreciéndome arreglarme con la magia del amor verdadero y más fantasías yo so…- un apretón en su mano lo sacó de su discurso, volteó y se encontró con la sonrisa de Sakura y su mirada sincera.

-Pero no pasó- se limitó a decir- tranquilo, no estoy enamorada de ti- afirmó camuflando su desilusión con un tono de seguridad- me gustas tanto como sé que te gusto, pero tu y yo no estamos hechos para algo más que tener química y ya- continuó- de verdad, te entiendo y no tienes que intentar buscar palabras para disculparte por algo que no hiciste, porque me conociste y decidiste no continuar con tu plan, estoy feliz de saber que, aunque no tuviste intenciones nobles al inicio, al menos este momento es de verdad.

Sasori la miró con una ligera sonrisa, percibía la tristeza en sus palabras, un tinte de decepción embadurnado en seguridad pero la aceptación de que ella no estaba lista para una relación se deslizó entre cada sílaba y entonces se perdió en esos ojos jade que le parecieron más hermosos que nunca y deseó besarla otra vez, aunque no sabía si sería lo correcto, y justo ahí en esa fracción de segundo, lo que dura el paso de una estrella fugaz por el firmamento.

La amó.

Sostuvo sus manos ahora entrelazadas sintiendo la calidez del contacto con su piel, ella se acurrucó a su lado apoyando su cabeza en su hombro, sabía muy en el fondo que esa sería la última vez, ese discurso, ese extraño momento de sinceridad era su manera de decirle adiós y renunciar a esa chica, a ese ángel.

Tal vez era cierto eso de las almas gemelas.

Lástima que él no creía en leyendas.

•••

Un suave codazo en sus costillas por parte de Ino la sacó de sus recuerdos y la hizo aterrizar en el momento.

-Despierta Sakura, tenemos que bajar- le dijo con un tono más triste de lo que le gustaría escuchar de su parte.

Habían llegado a su destino, todo acababa aquí.

Suspiró.

Volteó una última vez al bajar del autobús habiendo avanzado unos cuantos metros y sus ojos jade se cruzaron con la mirada indescifrable de Sasori a la distancia, él le dedicó una pequeña sonrisa sincera que ella devolvió más bien nostálgica antes de continuar su camino.

•••

Las luces de la ciudad destellaban intensamente y apenas eran las 18:30, no entendía como los transeúntes no se quedaban ciegos con tanto cartel de luces de neón, él a duras penas y podía conducir, no sabía donde rayos lo estaban llevando, pero atascarse en el tráfico del distrito comercial de Tokio a las seis de la tarde no parecía el escenario ideal para un paseo familiar, sobre todo por su pequeño sobrino, casi creyó que acabaría atrapado en Disneyland Tokio, de repente giraron a la derecha en una calle sin salida entrando al estacionamiento de un gran edificio que se le hizo conocido.

-Por fin- pensó en voz alta ya hastiado del tráfico, realmente lo odiaba, por eso siempre iba temprano a la oficina y regresaba tarde a casa, así se evitaba las malditas horas pico que tanto odiaba.

Finalmente aparcaron los autos y entre conversaciones a las que no estaba poniendo atención se dirigieron al ascensor más cercano saludando a un par de guardias en el camino que recibieron con agrado a los Uchihas, conociendo ya a cinco de los seis integrantes.

- ¡Si es Sasuke! - exclamó alegremente una mujer mayor, su cabello ya tintado de gris por las canas.

- Me da gusto saludarla, Biwako-san- se dirigió con respeto a la mujer mayor- Hiruzen-san, un gusto verlo, felicidades- se dirigió ahora hacia el anciano a su lado que le sonreía con amabilidad haciendo una leve reverencia para posteriormente estrechar su mano sin variar su seriedad.

Por suerte nadie en esa mesa podía tomar a mal su seria actitud, a fin de cuentas, él había nacido con esa cara y todos lo sabían.

Sasuke Uchiha y alegre no iban en la misma línea a menos que exista un "no es" de por medio.

En ese momento todo encajó para el pelinegro y se dio cuenta de que su madre lo conocía mejor de lo que él mismo pensaba al ver a toda la gente reunida en la mesa del lujoso restaurante del grupo Uzumaki para celebrar el cumpleaños ochenta y siete del anciano que había sido como un abuelo para él en su infancia.

- ¡Que alegría me da verte Sasuke! Ya eres todo un hombre ¡Y tan guapo! – exclamó con genuina felicidad una hermosa mujer de largo cabello rojo contemporánea a su propia madre.

-Kushina-san, Minato-san- hizo una leve reverencia con su cabeza hacia ellos antes de tomar asiento cerca de sus padres.

Los Uzumaki, los padres de otro de sus mejores amigos de la infancia, Naruto Uzumaki, actualmente en Londres junto con Sakura y hablando de la reina de Roma.

- Que mala suerte que Sakura-chan y Naruto-kun no pueden acompañarnos en esta cena, en este momento deben estar volando de regreso a casa ¿verdad? – preguntó amablemente Mikoto a Kushina, su amiga de toda la vida.

-Es una pena que no estén aquí, pero ya podremos celebrar una fiesta de bienvenida para los chicos este fin de semana, recuerden que están todos invitados, aprovechando tan buena oportunidad, es muy raro que podamos estar todos juntos así- respondió con alegría la pelirroja- Será maravilloso ver a estos tres chicos reunidos otra vez ¿Recuerdan como le hacían la vida imposible a Kakashi cuando eran niños? Mikoto, Mebuki y yo teniamos que correr detrás de esos chicos, juntos eran todos unos duendecillos traviesos.

Todos rieron recordando los viejos tiempos, cuando eran niños y no había tantos problemas, antes del divorcio de sus padres, antes de que los Uzumaki se mudaran a Nagoya y él a Seúl con su madre, antes de que dejaran sola a Sakura.

-Y Sasuke era tan tierno cuando se ponía en plan hermano mayor regañando a Naruto, imitaba a Itachi- los ojos de Mebuki Haruno brillaron enternecidos cuando le miró con ternura y las risas se reanudaron destacando la risa burlona de su hermano mayor entre todas, un suspiro escapó de los labios de Sasuke sintiéndose solo en esa guerra contra todo ese grupo de ancianos.

No había visto realmente a Sakura en persona hace años, la última vez puede que la haya evitado.

Solo un poco.

Los Uzumaki se habían perdido la boda de Itachi porque Minato tuvo un accidente de tránsito en Italia mientras hacía un viaje de negocios y Kushina fue a cuidarlo al hospital junto con Naruto, era la primera vez en muchos años que los veía, él no era de reunirse y muy raras veces aceptaba visitas a diferencia de su madre que era la persona más sociable del planeta, así que, de no ser por fotos en redes sociales, uno que otro mensaje y sus sesiones nocturnas de videojuegos de vez en cuando, no sabría nada del rubio cabeza hueca y la molestia.

Como sea dentro de unas horas volvería a encontrarse cara a cara con esos amigos de su infancia a quienes en el fondo aún no estaba listo para encarar.

Sobre todo, a cierta pelirosa insistente que de vez en cuando se colaba en sus pensamientos.

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NOTAS DE LA AUTORA:

¡Bien! ¡Lamento haber tardado una eternidad, gracias por la espera a todos y más a esas personitas que siguen la historia y la tienen en favs, me llenan de ilusión y gracias por leer!

Estaba deseando llegar a este capítulo, el siguiente contiene la primera escena que imaginé para esta historia y que me animó a escribirla, espero les haya gustado este capítulo.

¡Nos leemos!

Con cariño, Azulen.