ATENCIÓN: Este capítulo es muy emotivo. Recomiendo tener pañuelos cerca
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26 de diciembre, 1997
Lily paseaba furiosa por el ático. Quería gritar, quería llorar, quería romper cosas. Quería sacar su varita y lanzar maleficios hasta quedar agotada. Pero no podía hacer nada de eso, porque no podía arriesgarse a llamar la atención.
Así que seguía dando vueltas como un animal enjaulado, bajo la preocupada mirada de Susan.
-Le odio ¡Le odio! ¿Por qué no puede decirme la verdad? ¿Por qué tiene que mentirme?
-Lily, no merece la pena enfadarse tanto -Susan intentaba razonar con ella, con voz calmada-. Además ¿Qué querías que te dijese?
-¡La verdad! Sólo quiero la verdad.
-¿De verdad quieres saberlo? ¿Y si no es lo que esperas? ¿De verdad te gustaría que fuese tu padre? -Susan se acercó a ella, y Lily se secó las lágrimas con las manos.
-No lo sé. No sé si quiero que lo sea, o que no lo sea. Sólo quiero... -Lily no podía explicar lo que sentía-. ¿Por qué tiene que ser tan complicado? -Lily ya no estaba enfadada, pero se sentía perdida, abandonada e indefensa. Susan la abrazó con ternura, frotando su espalda.
-No pasa nada -susurró, mientras Lily sollozaba sobre su hombro, aferrada a ella con fuerza.
¿Quería que Severus fuera su padre? ¿Tan necesitada estaba de su amor?
Decenas de imágenes inundaron su mente. Severus entregándole el pergamino con el hechizo para recuperar sus libros, Severus enseñándole a invocar un Patronus, Severus sonriendo al ver aparecer a la cierva plateada, Severus gruñendo ligeramente antes de ceder y concederle lo que ella le pedía...
Severus, mirándola con orgullo, explicándole cómo evadir una maldición, sonriendo con excitación cuando se batían en duelo.
Severus, poniendo la mano sobre su hombro, guiándola y enseñándole a controlar su fuerza.
Severus furioso cuando Umbridge la interrogaba, como si fuese a saltarle al cuello por atreverse a insultar a Lily.
Severus diciéndole que ella era válida para investigar Pociones y animándola a emprender su carrera como investigadora.
Severus bromeando con ella, sin molestarse con sus descaradas réplicas...
Y finalmente, Severus, mirándola con amabilidad e interés desde el otro lado del caldero, cortando ingredientes y hablando con ella, pregúntale por las clases y por sus planes de verano. Como si de verdad le importase. Como si ella fuese importante para él...
"¿De verdad te gustaría que fuese tu padre?"
-Sí, me gustaría -confesó, con la voz rota-. Me gustaría que lo fuese...
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20 de enero, 1998
-Los Carrows lo han vuelto a hacer, están torturando a los alumnos con la maldición Cruciatus -gruñó Severus, paseándose frente al escritorio. Desde su retrato, Dumbledore le miraba con expresión seria-. No puedo hacer nada, no puedo entrar en el aula y detenerles.
-Sería muy sospechoso, desde luego. Sin embargo, hiciste bien en mandar a Ginny y a Neville con Hagrid.
-Todos piensan que el Bosque Prohibido es peligroso... -Severus resopló-. Al menos no es más peligroso que los Carrows.
-Intenta darles un toque de atención, recuérdales que no deben derramar sangre mágica.
-Ya lo he hecho. Me respondieron que, técnicamente, ellos no están haciendo sangrar a nadie -Severus apretó los dientes con rabia-. Quizá deba envenenarlos... un par de gotas en el té debería bastar.
-Por muy tentador que sea, no debes ponerte en evidencia, Severus -le advirtió Dumbledore.
-Quizá pueda intentar interceder ante el Señor Tenebroso. Podría convencerle de que la violencia no hará que sus detractores bajen las varitas. Quizá si se mostrara misericordioso...
-No funcionará, Severus, lord Vóldemort no se caracteriza por su misericordia. No, aunque la situación sea difícil, no debes hacer nada. Por el momento, sigue haciendo la vista gorda a lo que hacen los alumnos, e ignora cuando los otros profesores les presten ayuda.
-El Ejército de Dumbledore sigue ganando adeptos -por primera vez, Severus esbozó algo parecido a una sonrisa-. Longbottom está a la cabeza, sorprendentemente. Ese crío ha desarrollado un valor del que no le creía capaz.
-La gente nos sorprende en los momentos más inesperados -comentó Dumbledore, alzando las cejas-. ¿Has vuelto a saber algo de Lily White?
Severus rozó su anillo casi sin darse cuenta. El metal estaba más frío de lo normal, y si centraba su atención en él sentía pena, rabia y decepción. Y aquello le dolía más de lo que estaba dispuesto a admitir.
-Sigue enfadada. Su profesora dice que tampoco quiere hablar con ella, y pasa la mayor parte del tiempo encerrada en el ático con su... amiga.
-Es comprensible. La chica sólo quiere respuestas a sus preguntas, es normal que quiera saber la verdad -Dumbledore se fijó en la expresión tormentosa del profesor-. ¿Hay algo más que te preocupe?
Severus se había detenido frente a la chimenea, mirando hacia las llamas con la mirada perdida.
-No voy a sobrevivir a esta guerra ¿verdad? -preguntó en voz baja, sin mirar al retrato.
-¿Por qué lo dices?
-Llámelo intuición.
-No puedo saberlo, Severus.
-Pero es poco probable ¿No es cierto? -Severus suspiró, pasándose una mano por la cara. No estaba enfadado, sólo se sentía terriblemente cansado-. Tan sólo quiero estar preparado, nada más.
-Puedo asegurarte que la muerte no es dolorosa.
-No es eso lo que me preocupa. No me preocupo por mí.
-Es por Lily ¿no es cierto?
-¿Qué pasará con ella si Potter no derrota al Señor Tenebroso? En todos los documentos oficiales ella es una hija de muggles.
-Mas razón aún para decirle la verdad -insistió Dumbledore, con suavidad. Severus agitó la cabeza, con amargura.
-La verdad... hará que me odie aún más.
-Pero la preparará para lo que está por venir. Piénsalo, Severus, no dejes que se entere por otras fuentes.
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2 de abril, 1998
"Querida Lily,
"Perdona que me refiera a ti con este grado de informalidad, pero es posible que esta sea la última oportunidad que tenga de comunicarme contigo, y necesito hablarte con franqueza.
"Soy consciente de que nuestro último encuentro no fue el que esperabas, y por ello acepto mi responsabilidad. Tu ira hacia mí estaba justificada, al igual que tu búsqueda de respuestas.
"El mundo mágico está sumido en una guerra, y pronto se decidirá el destino de la comunidad mágica. Y ahora, más que nunca, necesitas y mereces saber la verdad.
"Sin embargo, la verdad es compleja y puede parecer extraña. Te ruego que te tomes tu tiempo para comprender y procesar lo que vas a leer. Ten por seguro que todo lo que aquí escribo es verídico.
"Hay muy poca gente que conozca lo que te voy a contar. La mayoría de los testigos han muerto o sufrieron un borrado de memoria. Sin embargo, el retrato de Albus Dumbledore podría confirmar estos hechos y responder a la mayoría de tus preguntas, si fuese necesario.
"Antes de tu nacimiento, durante los últimos años de la Primera Guerra Mágica, el Señor Tenebroso desarrolló un plan para mejorar el linaje mágico. Para ello, seleccionó a los magos y brujas que él consideró más aptos, para que engendrasen una nueva generación al servicio del nuevo orden.
"Esto se llevó a cabo en una ceremonia en la que se usó magia oscura. No puedo darte más detalles al respecto, pues borré todos los recuerdos de mi mente. Sin embargo, puedo confirmar que hubo un bebé nacido de esta ceremonia. Si estás leyendo con atención, habrás adivinado que ese bebé fuiste tú.
"En cuanto a tus padres biológicos, puedo asegurar sin lugar a dudas que somos Narcissa Malfoy y yo mismo.
"Antes de que inicies cualquier tipo de alocadas elucubraciones, he de asegurarte que nuestra participación en este experimento no fue voluntaria, y debido al hechizo utilizado, tampoco fue evitable.
"Debido a la derrota del Señor Tenebroso, el evento se mantuvo en secreto, y hasta donde he podido averiguar, nadie guarda interés en recordarlo o buscar información al respecto. Esto no implica que estés libre de peligro, por ello te ruego encarecidamente que no arriesgues tu seguridad buscando respuestas, no merece la pena.
"Narcissa y su marido decidieron borrar sus memorias, para olvidar lo ocurrido, así que te aconsejo que no acudas a ellos para pedir información o ayuda. Es muy posible que no te reciban con agrado y acabes poniéndote en peligro.
"En cuanto a mí, yo recibí tu custodia cuando apenas tenías unas semanas de edad, y te puse a cargo de Dumbledore. Fue él el que te inscribió en el orfanato donde creciste, y veló por tu seguridad y protección durante tu infancia.
"Ciertamente, él hubiese preferido que te quedases bajo mi cuidado, pero como ya he dicho, tu concepción no fue un acto voluntario, y en aquel momento no me sentía capaz de asumir esa responsabilidad.
"Te pido disculpas por el daño que esto te haya causado. Soy consciente de mi debilidad y mi cobardía, y me gustaría que las cosas hubiesen sido diferentes. He intentado redimirme de muchas maneras a lo largo de los años, pero sé que eso no iguala a la presencia paterna que tú merecías.
"Me consuela saber que has crecido rodeada de personas que han velado por tu seguridad y tu bienestar. Es mucho más de lo que yo hubiese sido capaz de darte en ese momento.
"De nuevo, me arrepiento por ello, ojalá hubiese podido tratarte como tú te merecías. Mi incapacidad de ver más allá de mi propia debilidad me ha robado de la oportunidad de verte crecer y vivir más tiempo a tu lado.
"A pesar de mi estúpida decisión de alejarte de mí, reconocí tu verdadera identidad en cuanto llegaste a Hogwarts, y con más torpeza que éxito intenté protegerte y guiarte de la mejor manera posible.
"Durante los últimos años he sido consciente del peligro que se avecinaba, y he procurado prepararte para ello. Planeé nuestras lecciones y entrenamientos para enseñarte a luchar y a sobrevivir, aunque no negaré haber disfrutado inmensamente de tu compañía, y reconozco que muchas veces alargué nuestras sesiones para poder pasar más tiempo a tu lado.
"Soy consciente de que mis acciones hacia ti no han sido siempre las mejores, y que mi falta de amabilidad te ha causado daño más de una vez. Por todo esto te pido disculpas. No tengo excusas por mi comportamiento, y no intentaré llenarte la cabeza con falsos pretextos.
"Tu enfado estaba justificado el otro día. Tenías razón, yo te envié los regalos de Navidad. No lo hice con la esperanza de comprar tu afecto o tu perdón, en verdad, sólo buscaba contribuir de alguna forma a tu felicidad.
"El hecho de que nunca supieses quién te enviaba los paquetes debería confirmar que nunca tuve motivos ocultos. Siento si te he causado incomodidad con este exceso de confianza, esa nunca fue mi intención.
"Ha sido un placer verte crecer como bruja, y parte de mí descansa más tranquila sabiendo que cuentas con los conocimientos y el talento necesarios para sobrevivir. Desearía que no necesitases esas habilidades, pero ni siquiera yo puedo adivinar lo que depara el futuro.
"Y precisamente en preparación para ese futuro es por lo que te escribo esta carta. Si mis sospechas son ciertas, no sobreviviré a esta guerra, y me gustaría que estuvieses preparada ante lo que podría venir.
"Como ya te he dicho, no puedes esperar nada de la familia de tu madre, pero eso no significa que tengas que sobrevivir en la miseria. He escrito mi testamento, dejando todas mis posesiones y mi dinero a tu nombre. Esto incluye la propiedad de una vivienda que a partir del día de hoy también estará a tu nombre.
"He nombrado albacea a la señorita Anderson, así que ella recibirá las instrucciones necesarias cuando llegue la hora.
"No he dado ninguna justificación acerca de por qué tú eres la única beneficiaria de mis bienes, así que, según cómo sea la situación política, puedes argumentarlo como mejor te convenga. Podrías explicarlo como una donación del Jefe de la casa Slytherin hacia una de sus más brillantes alumnas, o si lo deseas, como el último regalo que le hace un padre a su hija.
"Comprendo que no quieras ser relacionada conmigo, especialmente después de todo lo que he hecho, pero te pido considerar con cabeza fría qué es lo más adecuado. No es seguro cual será el desenlace de esta guerra, pero si el Bando Tenebroso vence, puede que te salve la vida ser reconocida por el apellido de un antiguo mortífago.
"De nuevo, lo dejo en tus manos. Creo que eres lo suficientemente inteligente como para sobrevivir en los tiempos que vienen, y siempre has sabido luchar y perseverar a pesar de los obstáculos que estaban en tu contra.
"También eres mejor persona de lo que yo jamás podría llegar a ser. Tu compasión y tu capacidad de defender lo que es correcto son admirables, y no puedo más que sentir orgullo por ello. Espero que nunca pierdas esa parte de tí, pues es algo que sólamente te hace brillar con más fuerza.
"Creo que sólo me queda despedirme, deseándote toda la suerte que puedas tener. Espero que sigas haciendo gala de tu terquedad, tu fortaleza y tu sagacidad, y puedas seguir creciendo para convertirte en la increíble y maravillosa bruja que sé que llegarás a ser.
"Un cordial saludo, con mis mejores deseos,
S. Snape"
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2 de mayo, 1998
Era el día de su cumpleaños.
Lily lo sabía, aún sin abrir los ojos. Debía ser muy temprano, pues la habitación permanecía a oscuras, signo de que no había salido el sol.
Y de pronto, una suave luz plateada le hizo abrir los ojos.
Un Patronus la miraba silencioso, esperando a que ella se despertase. Era una cierva, etérea y delicada, parecida a su propio Patronus, pero no del todo igual.
Lily la reconoció al instante, desbloqueando una parte de sus recuerdos que creía olvidada. Aquella era la cierva que le había salvado de los dementores.
En silencio, con el corazón palpitante, Lily salió de la cama y siguió al Patronus hasta el ático, donde la fantasmal criatura saltó suavemente antes de desaparecer, dejando atrás la figura de un hombre vestido de negro.
Lily y él se miraron en silencio, sin apenas moverse, y tras unos segundos, Lily sintió cómo las lágrimas inundaban sus ojos. Hacía meses que no le veía, y no podía creer cuánto le había echado de menos.
Sin poder contenerse, se acercó a él y le abrazó.
Severus no se lo esperaba, y se quedó inmóvil, atónito y confuso, hasta que notó cómo Lily comenzaba a llorar, y de forma instintiva la rodeó con sus brazos.
Se vio invadido por una sensación extraña pero agradable, y por una vez, dejó bajar sus defensas y se permitió disfrutar de aquel momento.
Lily sollozaba contra su hombro, sin poder contenerse. Sus emociones eran demasiado confusas para expresarlas con palabras. Le había odiado, le había repudiado, y sin embargo, ahora que él estaba allí, podía sentir cuánto le había extrañado y cuánto le necesitaba.
-Lo siento mucho -sollozó-. Siento lo que dije.
-Yo también lo siento. Tenías razón, debí haberte dicho la verdad hace mucho tiempo.
Lily consiguió calmarse, pero ambos prolongaron el abrazo. Sabían que no volverían a contar con una oportunidad así, y no deseaban que acabase.
Pero después de algunos minutos, Lily se separó, secándose la cara y sorbiendo por la nariz.
-¿Por qué has venido?
Severus se encogió de hombros.
-Es tu cumpleaños. A partir de hoy podrás hacer magia fuera del colegio. Quería darte esto, en persona -añadió, tendiéndole un paquete y Lily reconoció el papel de regalo, sobrio y elegante.
Al abrirlo vio un reloj de bolsillo. Parecía viejo y usado, y no era lujoso ni elegante, pero aún funcionaba. En un lateral pudo leer en letras cursivas las palabras Prince, Snape y White.
-Perteneció a mi madre, es de las pocas cosas que guardo de ella -confesó en voz baja.
Se sentía vulnerable, pero eso no era malo. Demasiados años ocultando sus emociones y sentimientos le habían hecho olvidar la frágil calidez que se sentía al abrirse ante otra persona.
-Y esto... también te pertenece -Severus le tendió una pequeña caja negra. Lily no tuvo que abrirla para saber que dentro descansaban los pendientes de esmeralda que ella había rechazado meses atrás.
Abrumada, Lily sintió que se le saltaban las lágrimas de nuevo, pero esta vez fue él quien inició el abrazo, estrechándola contra su pecho.
Lily... Su hija... Su pequeño cervatillo ¿Por qué no la había abrazado antes? ¿Por qué había renegado de esa parte de sí mismo? ¿Por qué había tenido que esperar hasta el último momento para decirle la verdad?
Severus ya no quería negarlo. La necesitaba. La necesitaba tanto como ella le necesitaba a él, y jamás se avergonzaría de ese sentimiento, ni de la cosquilleante calidez que sentía al tenerla cerca de nuevo.
Siguieron abrazándose en silencio, incapaces de decir nada. Pero no les hacía falta, ambos eran tan parecidos que sabían que un gesto era más elocuente que cualquier declaración o discurso. Porque hay cosas que pueden decirse tan sólo en un abrazo.
Podrían haber seguido horas aferrados el uno al otro, pero el tiempo era un lujo del que no disponían.
Finalmente, luchando contra sí mismo, Severus se separó de ella para mirarla. Aquellos ojos oscuros, tan iguales a los suyos, pero tan diferentes a la vez, le devolvieron la mirada.
-No tengo mucho tiempo, he de regresar a Hogwarts. Tan sólo quería verte... -no se atrevió a decir "una última vez", pero su instinto le decía que así sería. No podía negar cuál era el auténtico motivo de su visita: despedirse de ella. De su Lily.
De su hija.
-Deja que vaya contigo. Quiero ayudarte -suplicó ella, pero Severus negó con la cabeza.
-Aquí estás a salvo.
-Pero yo no quiero estar a salvo.
-Lily... -era la primera vez que la llamaba por su nombre, pero ya no tenía sentido utilizar los viejos formalismos, jamás volvería a renegar de ella-. Va a ocurrir algo. Puede que haya una batalla. Harry Potter y el Señor Tenebroso se enfrentarán. No preguntes cómo lo sé, pero es la verdad. Y no sé cuál será el resultado de esa lucha, pero si Potter falla, si no es capaz de derrotar al Señor Tenebroso... -Lily abrió la boca para protestar, pero Severus la interrumpió, cogiéndola por los hombros-. Tu lugar está aquí, con las personas a las que quieres. Tú eres la única que puedes protegerlas. No permitas que les hagan daño. He rodeado el orfanato con hechizos protectores, pero puede que desaparezcan si me ocurre algo. Debes levantar tus propios escudos, debes reforzar la seguridad del edificio. Recuerda lo que te he enseñado.
-Pero...
-Y si la situación empeora, debes salir del país. He escrito a las mejores instituciones de fabricantes de pociones; con tus notas y mis referencias serás bienvenida en muchos de ellos. La mayor parte de sus directores han sido instruidos por mí, y saben que no hago recomendaciones a la ligera.
-Pero...
-La señorita Anderson recibirá una tarjeta de visita. Pertenece a un mago encargado de fabricar pasaportes falsos. Nunca hace preguntas y nunca recuerda una cara. Úsalo.
-Yo...
-No bajes la guardia, no confíes en nadie, no...
-¡Papá! -la palabra salió con fuerza de sus labios, haciéndole enmudecer. Sus ojos la miraron con un brillo de emoción que pocas veces había visto en ellos.
Lily luchó por mantenerse fuerte y no venirse abajo otra vez. Aun cuando quisiese protestar e insistir por estar a su lado, en el fondo sabía que él tenía razón.
Solamente ella podía proteger a Susan y a la señorita Anderson.
-Todo va a salir bien. No te preocupes por mí -Lily sonrió tímidamente, tratando de mostrar entereza-. Tú me enseñaste que puedo luchar desde el suelo ¿recuerdas?
-Y lo aprendiste muy bien.
Lily amplió su sonrisa, dándole un aire burlón.
-Tuve un buen profesor.
A lo lejos, un reloj dio ocho campanadas. Severus gruñó, debía regresar a Hogwarts antes de que alguien notase su ausencia. Lily se mordió los labios, comprendiendo también que la visita estaba llegando a su fin.
Se abrazaron en silencio, por última vez. Ambos sabían que aquello era un adiós, pero ninguno quería mostrarse débil.
Sin decir nada, Severus cogió la cara de Lily entre sus manos y depósito un suave beso en su frente, antes de retroceder un par de pasos, sin dejar de mirarla a los ojos.
Y entonces desapareció, pero unas palabras flotaron en la oscuridad.
-Te quiero.
...
De una forma u otra, Severus siempre ha estado junto a Lily el día de su cumpleaños, y por fin ha cumplido su deseo: darle un regalo en persona, y hacerle ver que ella le importa.
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