La mañana próxima, nuestras tres precoces protagonistas se habían levantado y organizado para llevar a cabo la misión posteriormente orientada. Ya estaban ubicadas justamente en el bosque que se situaba en la parte trasera de la mansión feudal. Si bien el clima no estaba interceptando el calor era lo suficientemente fuerte para que hasta el cabello suelto fuese una molestia, acto que hizo a Jirume mantenerlo en una coleta alta y a Keiko quitarse el abrigo quedando en una camiseta sencilla de red, además, estaban fatigadas,pues el Shimatsu las había hecho cargar unas bolsas negras lo suficientemente pesadas como para no quejarse, aunque evitaron las críticas sobre el tema para no enojar a su maestro y que no las abandonase al inicio de la misión.
Como anteriormente había señalado Akemi, la misión no sería tan compleja, o al menos imaginaba que para ellas lo fuera. Aunque claro, si llevaban hasta el límite su paciencia -como casi siempre ocurria- sabía que ya le daría lo mismo lo que hicieran.
—Muy bien, como ya saben hoy llevaremos a cabo el objetivo del porqué vinimos a esta aldea. —Decía mientras las tres Gennin frente a él asentían completamente decididas, o al menos eso aparentaban. —Como dije ayer, será una infiltración sencilla—Anunció mientras sacaba un mapa de su bolsillo y lo extendía en el suelo con la vista de las demás sobre dicho objeto—Ustedes tres entrarán a la cocina lo suficientemente desapercibidas para como para que nadie se alarme,pasarán los pasillos correspondientes que están paralelos y conectados a la escalera de la derecha del tercer piso,pues la de la izquierda es solo para empleados y lleva directamente hacia la cuarta, en dicho tercer piso luego entrarán a la segunda gran habitacion y tomarán el pergamino. —Las ubicaba mientras señalaba en el objeto entre manos los lugares mencionados de la mansión.
—Un momento, eso quiere decir que entraremos a la mansión técnicamente como fantasmas. ¿Cómo pasaremos desapercibidas? Porque nuestras apariencias son fáciles de cuestionar para algún antiguo sirviente de allí.
—Buena pregunta Shizuka, y en cuanto a eso, deberán camuflarse entre dichos sirvientes.
—¿Y cómo espera que hagamos eso sensei? —La de ojos miel cuestionó algo perdida.
—Pues muy fácil de hecho, solo tendrán que ponerse los uniformes que ellos lucen, y antes de que me cuestionen nuevamente, los conseguí ayer junto al mapa mientras ustedes jugaban con las gallinas.
—Ni me lo recuerde,descubrí que soy alérgica a ellas, pero ¿Y los uniformes? —Cuestionó Keiko.
—Están justamente en las bolsas que traen desde la Posada. —Decía mientras señalaba con su dedo dicho objeto.
Las menores no dudaron en abrir las bolsas ni por un segundo, pero al final toda la alucinación se les fue, y bueno, como no hacerlo si el dichoso uniforme no era nada más ni menos que un yukata negro completamente cerrado y hasta el suelo, caliente al tacto y ni imaginárselo puesto, su tela parecía ser más gruesa que la lana. Si bien intentaron decir algo sobre ellos se mordieron la lengua y emprendieron camino entre lo árboles para vestirse, mientras el de cabellos rojizos las esperaba pacientemente en el mismo lugar.
Ellas lo sabían, luego una pequeña guerra con el ajustado obi, sentían estar dentro de un horno, su consuelo era que al menos el cabello estaba obligado -según Akemi- a estar completamente recogido en un moño alto, menos Keiko, ella se hizo dos alegando que nadie la gobernaría en algo tan banal como eso, y bueno, Shizuka no pudo hacer mucho, por ende lo dejó suelto más su corto cabello no le daría opción. Las tres, llevaban las típicas sandalias japonesas, uno que otro tropezón por parte de Jirume no fue evitable.
—Al parecer ya dejaron de jugar.
Él tenía vasto conocimiento sobre esto, esas tres se habían tragado las protestas y eso solo las pondría de mal humor sin siquiera llegar al punto medio de la misión.
—Quéjense de lo que quieran, hoy no tengo planes de dejarlas a su suerte—Tenía que hacerlo o todo sería en vano.
Las niñas se compartieron miradas y seguidamente suspiraron, a lo que el mayor levantó una ceja a modo de interrogación.
—No es que queramos quejarnos sensei, es el simple hecho de este horrible calor junto a estas yukata literalmente podrían evaporarnos.—Keiko alegó por las tres.
—Por si fuera poco se pegan demasiado al cuerpo. —La Senju interceptó a su amiga.
—Y tú de que te quejas—Shizuka le retó—Con sinceridad, eres demasiado baja y te faltan curvas o vulgarmente, estás plana.
—¿Disculpa? —Le interrogó la albina en susurros con aura siniestra a su alrededor, provocando así una corriente de peligro en la columna de la azabache.—Shizu-chan creo que entendí mal esa oración, la repetirías por favor.
—Dije que te quedaba genial, acentúa delicadamente tu cuerpo—Alegó rápidamente. —¿No lo crees tu también?
—Oh, pero que tierna. —La más baja contestó soñadora.—Verdad que me queda bonito.
—Maldita bipolar. —Susurró con pánico y desviando su mirada hacia la castaña que miró la escena con algo de decepción.
—Veo que ya terminaron, a si que si no es mucha molestia iniciemos con esto rápido. —Las demás asintieron en sintonía a la desinteresada declaración del mayor.
Había llegado el momento, lograron entrar sin problemas, hasta el momento nadie se preguntaba el qué estaban haciendo allí tres niñas, pues al perecer algunos criados eran menores de edad. La suerte parecía estar de su lado, ya que al parecer allí estaba pronto a celebrarse un gran evento,el "Festival del Crisantemo" solo las ayudaría a culminar más rápido, por lo que habría una fuerte distracción para llegar a su objetivo.
Dicho festival estaba dedicado justamente a dicha flor, la más propensa a crecer en los alrededores del pueblo, por ende, no toda la mansión,sino toda la aldea llevaba una tediosa y dulce decoración con estas florecillas. Pero como era de esperarse Shizuka estaba quejándose desde que entraron ya que el obi de su yukata estaba absurdamente ajustado y al parecer era el más pequeño,de paso, Keiko al parecer estaba pasando por un tiempo de alergias, por ende con estornudos disimulados por el polen cargaba un ramo de dichas flores como las demás, ya que ninguna de ellas podía seguir sin algo en manos que demostrara que estaban allí cumpliendo con sus tareas en la mansión.
Se habían reorganizado alegando que primero llegarían al segundo piso para dejar las flores y luego se escabullirían hasta el tercero, el cual, tenía prohibido el paso a los empleados, al menos sin una orden directa del señor feudal o su hija.
Al llegar y organizar unos crisantemos en jarrones del pasillo, tomaron paso rápido con cuidado de no llamar la atención... Demasiado.
Justo mientras subían las escaleras alguien iba bajando, al parecer una ama de llaves que venía con una mirada severa y una perfección radiando desde su cabello grisáceo hasta su kimono café oscuro completamente organiazado, sin nada fuera de lugar. Las miró de una manera fría y calculadora.
—¿Que hacen tres niñas como ustedes en camino hasta acá? —Su gélida voz solo les causó un escalofrío por la espina dorsal a las menores.
—Disculpe, pero debemos de llevar estos crisantemos hasta el cuarto piso—Keiko hizo gala de su apellido junto a su autocontrol con una mirada que podría rivalizar con la de la mujer mayor.
—¿Una Hyūga? —Susurró para sí misma luego de ver los opalinos ojos con una mirada de desconfianza— Por sí no están informadas la escalera de empleados lleva directamente hasta el cuarto piso, no es necesario que utilicen esta.
—Disculpe pero por exceso de personas dicha escalera podría ser un problema para llevar hasta allí estas flores intactas. —Espetó la más joven—Y estoy segura de que no quiere provocar la ira del señor Hanamaru. ¿O me equivoco? —Intuyó inquisitiva.
La mujer solo pudo mirarla con un fuerte desprecio a la mención especial del señor feudal, la tensión en la escalera no era nada menos que palpable.
—Muy bien, pueden pasar por esta escalera. —Respondió la mayor, alegando alivio a las menores—Pero me tomaré la molestia de acompañarlas, de eso pueden estar seguras.
Sí se habían alegrado por el inicio de la respuesta todo había caído de la misma manera.
La mayor dio media vuelta delante de las menores,la castaña enfadada, la azabache preocupada y la albina con temor.En la escalera,la de ojos negros tropezó falsamente con un escalón para luego afirmar que se había torcido levemente el tobillo, a la mujer no pareció importarle y continuó con su camino mientras la menor intentaba caminar un poco más lento y de manera dificultosa.Al llegar al tercer piso-el cual estaba increíblemente desolado-, antes de utilizar la escalera de al lado la misma lanzó disimuladamente sus flores a un lado.
—Lo siento, pero el viento que proviene de la ventana los ha hecho volar, no los tomé con demasiada fuerza. —Habló con inocencia.—¿Usted podría ayudarme? —Preguntó con un toque de malicia —Sabe que mi tobillo no está muy bien por ende no podré tomarlo fácilmente.
La mujer la miró con cierto toque de molestia, luego posó sus ojos en las demás a las cuales el exceso de florecillas no dejaban ver sus caras y chasqueó la lengua para luego alejarse un poco y tomar los crisantemos caídos. Acto seguido la azabache miró a la de ojos perla y esta captando la indirecta, dejó caer al suelo los causantes de su alergia y tomó un senbón oculto en su cabello lanzándolo directamente hasta cierto punto en su cuello haciendo a la mayor quedar completamente inconsciente.
—Fue fácil. —Finalizó la misma.
—Buen asesinato Keiko, pero si no te has dado cuenta debemos esconder ahora un cadáver—Habló por primera vez la albina.
—Ni te creas, no fue para tanto, solo la dejé inconsciente—Dijo para tomar el pulso de la mujer —Aún está viva. —Dijo para luego estornudar.
—Por desgracia —La de cabellos negros alegó—De cualquier forma, Jirume, utiliza esa diminuta fuerza excesiva que tienes y llévala hasta alguna de todas estas puertas—Miró hacia el frente mientras comenzaba a caminar de brazos cruzados y paró un segundo—Por cierto, ni se te ocurra tirarla por la ventana, se que ganas no te faltan. —Finalizó para continuar su camino detrás de la Hyūga.
La de ojos miel solo pudo suspirar para hacer lo antes ordenado por su compañera. Abrió la habitación de su derecha y puso de una manera no tan delicada a la molesta señora, cerró la puerta casi tropezando con un tablón de madera murmurando luego de esto un –Malditas sandalias japonesas– y siguió a las demás.
—Bien, es aquí—Señaló la de cabello castaño y se precipitaba a abrirla—Mhm~ No creí que la habitación fuera tan pequeña. —Desvío su mirada a Shizuka la cual intentaba acomodar nuevamente el obi del yukata el cual parecía haberse soltado. —¿Es en serio, justo ahora?
—No molestes es demasiado ajustado, casi ni respirar puedo—Se defendió intentando arreglarlo nuevamente. —¡Jirume no tardes tanto y ayúdame con esto!
—Ya voy, no me apures—Dijo cansada—Como sea, Keiko estás segura de que no es una trampa. —Cuestionó arreglando el obi de su amiga.
La susodicha activo su dōjutsu e inspeccionando la habitación con él para luego quitarlo.
—Es completamente seguro, pero debajo de él hay una trampa por peso, si se quita el pergamino sin poner algo con su misma masa, se activará una alarma en toda la mansión—Contestó con su ceño ligeramente fruncido poniendo su mechón de cabello detrás de la oreja.
—¿Y que utilizaremos? —Cuestionó la de cabello negro— ¡Auch, oye Jiru-baka el obi no debe de ir tan ajustado, además pesa horrores!
—Ni te quejes no es el obi, es tu cintura, claro, si es que tienes.
Luego de esto, la castaña parecía haber tenido una idea, arrancando el objeto moldeador de las manos de la albina y cintura de la azabache se acercó a la base que llevaba el pergamino.
—¡Oye,eso es mío! —Al menos la yukata era sujetada por varios cierres.
—Cierra la boca Shizuka, es necesario.
Con una fuerte precisión cambió el pergamino por el obi en un santiamén, luego esperando un segundo y una sonrisa de triunfo adornó su rostro, sus cálculos rara vez se equivocaban y esta ocasión no fue una ellas.
—Eres una genio—Alegó la de cabellos blancos.
—Lo sé—Su ego aumentaba.
—Bien, ahora que tenemos el pergamino, salgamos por la ventana que está junto a la escalera, ni de broma volveré a atravesar ese horror de cocina.
—¡Ah! Cierto Shizuka— Jirume recordó. —¿Por qué no entramos directamente por la ventana?
—¿Eres imbécil? —Le respondió la aludida —Si entráramos por ahí tendríamos que esperar hasta la noche para que nadie nos viese, y aún así correríamos peligro. Salir es más fácil porque podemos inspeccionar rápidamente si alguien está cerca desde la lejanía.
—Oh, ya veo, y no me insultes —Hizo un puchero al no percatarse de lo obvio.
—Como sea solo muévanse.
Las dos chicas siguieron a la Hyūga con cuidado hasta la ventana, la cual ayudó grandemente en su salida, de esta manera llegaron hasta el bosque, no antes sin observar como Jirume se quitaba las sandalias y las lanzaba a su derecha, justo en el lugar donde habían iniciado la misión y el Shimatsu las esperaba sentado en un árbol con una ramita en manos la cual balanceaba tranquilamente.
—Veo que les fue bien— Dijo sin levantar la vista de la rama.
—Así es, pero por lo que veo usted nos volvió a dejar solas. —Ya cansada habló la de ojos opalinos, mientras le lanzaba el pergamino a su sensei haciendo que por primera vez este alzara su mirada.
—Esta vez no tengo excusa, no me he movido de aquí desde que ustedes se fueron. —Comentó desinteresado.
—Como sea, ¿donde está nuestra ropa?
—Las bolsas están donde las dejaron, detrás de ese árbol —Señaló con su dedo.
Las menores fueron por ellas y repitiendo lo anterior,se ocultaron entre los árboles y se cambiaron, a pesar de que se dejaron el cabello como estaba pues el calor no cesaba, para luego volver donde Akemi.
—Bueno,puedo decir de que fue una misión exitosa.
—Qué esperaba de nosotras sensei.
—Con sinceridad Jirume, esperaba alguna clase de error por parte de uste-
Justo fue interrumpido por una especie de alarma proveniente de la mansión y el grito de al parecer una criada alegando que una tal 'señora Ume' había muerto en el suelo de una de las habitaciones de limpieza.
El Shimatsu llevó una mirada incrédula a las chicas frente a él, y dos de ellas desviaron su mirada a la albina la cual se encontraba algo nerviosa.
—En primera, no está muerta.
—Eso lo sabemos, ¿Pero por qué el cuarto de limpieza? —Cuestionó Keiko.
—Era lo más cercano y si algo llega a mayores podemos decir que falleció por intoxicación—Alegó nerviosa— Así la culpa sería menos ¿Verdad?
El silencio reinó en los alrededores por unos largos dos minutos.
—Saben qué, no me interesa el desastre que deben de haber hecho allí dentro, vuelvan a la posada lo antes posible, mañana partimos a Konoha a primera hora de la mañana. —Finalizó el de ojos caoba antes de desaparecer.
Todo el lugar se sumió en un ensordecedor silencio excepto por el cantar de los pájaros y el viento entre las hojas de los árboles, claro, hasta que Keiko estornudó nuevamente haciendo que uno de los moños se deshiciera y unos dos crisantemos cayeran delicadamente al suelo.
—Ah- será mejor que volvamos, creo que tengo polen en el cabello, necesito un baño lo antes posible—Dijo mientras se arreglaba ese moño disuelto y caminaba tranquilamente hacia la posada seguida en un cómodo silencio de sus compañeras de equipo.
Este capítulo lo hice mucho más largo que los anteriores y tenía antes de todo esto una gran falta de inspiración. lol
Comenten que les pareció y si tienen alguna crítica.
