«Y cuando el lobo
Se cansó de aullarle a la luna
Ella se quedó mirándolo y le sonrió.»
Ron Lorent

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Al mismo tiempo en que el cielo nocturno se iluminó con un intenso destello color verde, la última parte de la humanidad de Draco, se perdió.

Retrocedió dos pasos hasta sentir la corteza húmeda de algún viejo árbol del bosque. Cayó de espaldas al suelo, con la respiración agitada y el horror plasmado en el rostro.

Esa manada de ojos inyectados en sangre se acercó, a pasos lentos pero toscos, mientras gruñían mostrando sus afilados dientes.

El más grande del grupo dio un paso al frente y un pequeño rastro de luz lunar le alumbró su cuerpo fornido cubierto de una oscura capa de vello corporal.

—Hueles a Malfoy —Habló con su voz áspera que hizo reaccionar a Draco, quien comenzó a rebuscar su varita dentro de su túnica—. Oh… ingenuo mago ¿Buscas tu varita?

Risas roncas se escucharon a su espalda, percatándose que jugueteaban con su varita como si se tratara de un juguete. Quería invocar un Accio, pero su habla estaba paralizada del miedo.

—Eres el malcriado hijo de Lucius ¿verdad?

Draco se arrastró por el suelo cubierto de hojas muertas y comenzó a correr lo más rápido que sus piernas le permitieron. Hasta que fue aprisionado contra un árbol, con una brutalidad animal, que provocó que su costado comenzase a sangrar.

—Aunque te pareces más a la zorra de su esposa —Gruñó, agarrándolo del cuello de la camisa, alzándolo a la luz—. No me mires así. No tengo nada contra tu padre, pequeño —. Sonrió de forma torcida, viendo como el rostro de aquel hombre, se transforma en algo cada vez menos humano—. En realidad, quiero darle un regalo de agradecimiento por todos los esfuerzos que ha hecho para el señor oscuro.

Al escuchar esa referencia, Draco se comenzó a retorcer. Aquello no hizo nada más que enloquecer al hombre quien, agarrándolo del cuello lo tiró al suelo, quedando encima de su delgado cuerpo.

—No eres más que un ternero asustadizo. Veras que agradecido estarás después de este regalito.

Desprendió la parte superior de su uniforme de un manotazo, rasguñando por accidente parte de la piel de Draco. Gritó de dolor, solo quería que todo terminara de una vez. Pero esas heridas a rojo vivo lo mantenían despierto y consciente.

Aquella bestia cubrió con su mano la boca de Draco, para callar sus suplicas. Era tan fuerte que por más que retorciera, no se inmutaba ni un poco. Sintió como con sus largas uñas recorrían sus costillas, divirtiéndose de forma perturbadora.

Risas y risas, el mundo daba vuelta.

—Buenas noches, Draco Malfoy.

Los colmillos se clavaron en su costado derecho. El cielo se iluminó de un verde intenso y Draco sintió como toda la adrenalina se le subía a la cabeza. Antes de caer desmayado al suelo, su mente marcó la imagen de la sonrisa del hombre lobo que acababa de arrebatarle su vida.

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Se levantó del húmedo suelo,

sin luna se encontraba desorientado

Solo y perdido caminó por el extenso bosque

Buscando algo desconocido.

Aulló con esperanza de que alguien viniera a su lado.

Todo permaneció en silencio.

Siguió caminando hasta una pequeña cueva.

Se sentó a la entrada.

Y lloró esperando que todo volviese a ser como antes.

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Harry miraba a la nada mientras le relataba a Dumbledore todo lo que vivió en el cementerio. Acariciaba por instantes a Fawkes, el precioso fénix, el cual dormitaba a su costado.

Aun sentía el peso del cadáver de Cedric sobre sus brazos, esa sonrisa victoriosa; radiante y lo emocionado que se encontraba por enorgullecer a su padre.

Los recuerdos de esa noche salieron de su boca con precipitada calma. Sirius apretaba su hombro trasmitiéndole todo el apoyo que necesitaba. Dumbledore parado rígido frente a su escritorio lo dejó hablar sin interrumpirlo, algo que Harry agradeció.

Al hablar de los fantasmas de sus padres y el Cedric, su voz tembló. Deteniéndose a media oración respiró profundo, tratando de ignorar el leve ardor de sus ojos y continuó con su relato.

Aquello fantasmas que se sintieron tan reales, fueron el resultado de su batalla con la de Voldemort. Al encontrarse las varitas con su hermana, salieron los ecos de las personas que había asesinado Voldemort. Harry dio las gracias que la pelea no durara más de unos minutos.

Habló de como Cedric le pidió como último deseo que lo llevara a sus padres, para después tomar la copa y volver a trasladarse.

—Y después me enteré de lo del profesor Moody y Barty Crouch J.

Eso también significó un gran impacto para Él, coronando la noche como una de las peores de su corta vida. Temía que se terminara convirtiendo en rutina el ser participe de todas esas malas experiencias.

Dumbledore se sentó con Harry y le revolvió el cabello de manera cariñosa. Por cada minuto que pasaba, el sueño se volvía insistente; No creía que pudiera mantenerse despierto por mucho tiempo.

—Bien hecho, hijo —felicitó Sirius a sus espaldas—. Hoy demostraste que tienes lo necesario para volverte un increíble hechicero.

Dumbledore y Sirius, en forma canina, lo acompañaron hasta la enfermería. A la entrada Ron, Hermione, la señora Weasley y Bill, tenían acorralada con preguntas a Madame Poppy, la enfermera. De no haber vivido ninguno de los hechos de esa noche, estaba seguro de que sonreiría al verlos tan preocupados por él.

—Harry necesita descansar, tuve que hacer que reviviera los hechos de esta noche para mí, es por ello que les pido; no hostigarlo con preguntas por ahora —Aclaró entrando a la enfermería, Madame Poppy se apresuró a acomodar una de las camillas para Él.

—¡Ya escucharon niños, nada de preguntas para Harry! —Repitió la señora Weasley, quien fue la primera en entrar y acomodar una silla al lado de la camilla de Harry.

—Este perro acompañara a Harry, Madame Poppy. Ha de estar segura de que cuenta con un entrenamiento muy completo —Añadió Dumbledore, Sirius entró y se sentó en la banquilla a sus pies vigilándolo tanto a Él como la ventana—. Ahora si puede darle a Harry una de esas pociones para dormir sin soñar.

La enfermera asintió y trotó a preparar la pócima. Hermione junto con Ron también se sentaron a su costado libre, en cambio Bill prefirió permanecer de pie contra la pared.

Harry escuchó un agudo aullido al cual no le prestó demasiado atención. Sirius se estremeció por un segundo, pero al instante volvió a quedarse estático.

Madame Poppy entro con una botella con un liquido morado:

—Tendrás que beberte lo que más puedas.

Harry asintió y sostuvo la botella con cierta desconfianza. Miró un segundo al ambiente a su alrededor. La señora Weasley que alisaba la almohada con los ojos llorosos, Hermione y Ron muy asustados.

Dumbledore le guiñó el ojo y antes de irse de la enfermería le dijo— Buenas noches, Harry.

—Buenas noches, profesor Dumbledore.

Se bebió la pócima de golpe vigilando los movimientos del resto. Le entregó la sustancia a Molly y casi al instante sintió su cuerpo pesado.

Recostándose, mirando a la ventana observó la noche sin luna y el cielo con millones de estrellas. Volvió a oír ese aullido cálido a los compas que su cuerpo se desvanecía en esa camilla.

Era como una canción de cuna que lo acomodaba entre almohadones.

Como si su madre estuviera a su lado, subiéndole las mantas hasta el cuello y su padre le decía un cuento cuya moraleja no comprendía.

Se durmió, esperando despertar en un mundo donde sus padres estaban para él. Cedric era vitoreado por ganar la copa de los tres magos y el junto a sus amigos festejaban con cervezas de mantequilla.

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Frio, gélido, bajo el alba.

Soñaba sin desearlo un chico.

Quería olvidar lo vivido.

Pero sus pesadillas no acompañaban

Gimió de dolor, abrió los ojos corrió.

Buscando su inocencia perdida.

Sin pistas de todo el camino recorrido.

Tropezó obligándolo a crecer.

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Al despertar, Harry deseó volver a dormir.

La señora Wesley lo observaba con ternura en sus ojos y sus amigos hablaban en susurros entre ellos. Pestañeó un par de veces para lograr acostumbrarse a la blanca iluminación. Sirius, aun como un can, estaba recostado sobre sus piernas.

Molly le entregó apresurada sus lentes y al colocárselos logró comprender el ambiente a su alrededor; asustadizo e incomodó.

Los gritos de una aguda voz llegaron desde el pasillo rompiendo con la atmosfera. Era la profesora McGonagall que recriminaba al ministro de magia sin medir su compostura. Harry y el resto de los presentes se sorprendieron al ver a la profesora tan fuera de si.

Ambos entraron, abatidos y segundos más tarde tanto Dumbledore como Snape se unieron a la escena. Harry se enderezó encima de la camilla, confundido.

Comenzaron a recriminarle al ministro por haber dejado entrar dementores al colegio. Harry seguía en un limbo entre la somnolencia y su avidez; continuó oyendo sin prestar atención a los detalles.

Hasta que el señor Fudge comenzó a intentar negar la verdad. Haciendo oídos sordos a todas las afirmaciones que intentaban hacerle comprender la situación: Voldemort ha regresado y debían de prepararse para el peor de los casos.

Ver frente a sus ojos como una figura que respetaba desmoronarse no era para nada agradable, aquel ministro cuyo aspecto demostraba que no era un testarudo, era como si se transformara en una persona demasiado desagradable.

—¿Va a creer que volvió lord Voldemort porque lo dicen un loco asesino y un niño que...? Bueno…

Harry pestañeo comprendiendo de poco en poco su futuro, la gente lo creería jamás. A pesar de intentar su mayor esfuerzo por proteger lo que lo mantenía cuerdo; la magia.

Paseó sus ojos por la habitación. Se encontraba seguro que Dumbledore, aun siendo profesor, nunca había explicado algo tantas veces.

Ya no le creían ni siquiera a Él, al hombre que todos admiraban.

Harry perdió la compostura e intento ponerse de pie, pero le fue impedido por la temblorosa señora Weasley que continuaba sin asimilar lo que escuchaban sus oídos.

—¡Voldemort ha vuelto, yo lo vi con mis propios ojos! El asesinó a Cedric sin piedad alguna y vi como mortifagos lo veneraban como si fuera un dios. Puedo darle nombre de algunos.

Divagó entre sus oscuros recuerdos, hasta que encontró los rostros de las personas que se dejaban bajo sus capuchas y que reconocería en cualquier parte. Ese cabello largo y rubio tan característicos.

—Lucius Malfoy.

Dio nombres que Fudge comenzó a rebatir una y otra vez, esa situación era peor que hablar con un niño pequeño.

Snape subió la manga de su camisa, mostrando la marca tenebrosa que figuraba en su antebrazo. Su pálida piel alrededor del tatuaje se mostraba de un tono rojizo, como si hubiese sido recién hecha.

Fudge se apartó un par de pasos de Snape, asustado. Negó con la cabeza y salió de la enfermería soltando barbaridades por la boca. Hasta que segundos después volvió a entrar para dejar caer una bolsa pesada de dinero en las manos de Harry; Mil galeones en metálico.

Salió con brusquedad del lugar sin mirar atrás. Dumbledore se posicionó sus lentes y se quedo en el umbral entre la cortina y la camilla.

—Necesitamos hacer preparativos —Sugirió Dumbledore con Clama— Molly, espero contar con tu apoyo, el de tu familia y el de Arthur ¿Verdad?

—No se equivoca en lo más mínimo. Es una vergüenza por parte de Fudge actuar de una manera tan infantil —Criticó la señora Weasley, recuperando su maravillosa vitalidad—. Y pensar que Arthur conoce tan bien a Fudge.

—Entonces tendemos que contar con su ayuda, necesito enviarle un mensaje.

Bill se ofreció al instante, despegándose de la fría pared de ladrillos, Dumbledore sonrió a media y le dio las indicaciones. Después de ello le ordenó a McGonagall que buscara a Hagrid y Madame Maxime, la profesora asintió con la cabeza y salió hecha una bala de la enfermería.

Sirius después de ello dejo su forma de animago y se materializó enfrente de todos, sorprendiendo con creces a Molly quien horrorizada apartó a Ron de la escena.

—Dumbledore, creo que Lupin hay un problema grave.

El profesor alzó una ceja y dejó de sonreír—. Explícate por favor, Sirius.

—Anoche escuché aullidos aquí, a las afueras del colegio y se que no es Lupin, porque nunca se transforma en las fechas que no son cercanas a su ciclo lunar —Aclaró preocupado—. Y porque la ultima vez que lo vi, estaba muy lejos de aquí, es imposible que haya llegado de una noche a otra.

—¿Qué estas insinuando Sirius? —Preguntó Snape dando un paso la frente, desdoblando de nuevo las mangas de su camiseta.

—Hay hombre lobos en Hogwarts.

Dumbledore se quitó las gafas y frotó las comisuras de sus ojos, cansado. Sin los lentes se podían ver las ojeras por falta de sueño.

—Hagan las paces, por este momento al menos. Les aseguro que en este mismo momento lo que menos necesitan son enemigos.

Los hombres se miraron con odio en la mirada, pero estrecharon las manos por un milisegundo.

—Ahora necesito que ambos salgan ahora y encuentren la raíz de esta situación. Tener hombres lobos tan cerca de los límites de la escuela peligra con la integridad de los estudiantes —Indicó Dumbledore con claridad—. Sirius tu sabes mejor que nadie los puntos débiles de los lobos y Snape, voy a pedirte que lleves una opción mata lobos por las dudas.

Ambos asintieron y salieron de la enfermería sin cuestionar nada.

—Ahora, Harry. Voy a necesitar que te bebas lo que queda de poción, te relajes y duermas. Los veré a todos, más tarde.

La señora Weasley le acercó la poción a los labios y Harry asentó cabeza. Lobos en Hogwarts, Voldemort; vivo. Toda su tranquilidad se iba deconstruyendo.

Cerró los ojos y se dejó arrullar, porque sabía que de ahora en adelante sus días de tranquilidad estaba contados.

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Los pasos de Sirius se fueron calmando al sentir un hedor muy cerca de ahí. Snape se detuvo en seco y sin discutir siguió al perro.

Y el niño se arrulló

Cerca de los árboles pisando pequeñas ramitas. Snape invoca un Lumos para iluminar la macabra escena ilustrada frente a sus ojos.

Al escuchar pasos adultos

Snape se arrodillo en ese mismo instante. Draco Malfoy, se encontraba desmayado en el césped húmedo, desnudo con feroces rasguños cubriéndole toda la espalda y una gran cantidad de cabello blanco y negro alrededor.

Quejándose del dolor

Sirius olfateo para averiguar si el adolescente seguía con vida. Sintiendo una leve e irregular respiración. Snape envolvió el cuerpo del chico en su capa negra y lo levantó del suelo; enfadado.

Esperó con impaciencia

Snape salió corriendo del bosque y Sirius se quedó ahí plantado, recolectando muestras en bolsas, del vello repartido por todo el sitio. Las guardo en el bolsillo de su chaqueta antes de volver a ponerse en marcha, ahora tenia más que claro que debía ir a buscar a Lupin.

Ver a su familia

Su manada.

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Luna hominis: La luna del hombre, traducción del latín al español.

Hola ¿Qué tal?

Estoy bastante contenta de poder traerles una nueva historia, sobre uno de mis placeres culposos de todos lo tiempos. Draco=hombre lobo. Es por ello por lo que decidí escribir un poco sobre ello. Además, que coincide con el mes del terror; octubre.

Es mi primera vez escribiendo algo como una poesía. Comparándolo con mi escritura a comienzos del siento que he mejorado un montón.

Espero que les haya gustado este capítulo y le incite a esperar por la actualización.

ATTE THE_MACHINE