"No das respuestas
Ni luz a mi jardín,
Y no hay guerrero
Que descanse en ti..."¹

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En ocasiones la realidad supera a la ficción, y esa era una de esas "ocasiones".

Era consciente que lo que le estaba haciendo a Pansy era demasiado bajo, pero tan pronto abrió la puerta del gran comedor, todo lo que creyó suponer de sí mismo se derrumbó. Vio los brillantes ojos oscuros de su compañera prefecta y negó con la cabeza. Dándose vuelta en sus propios talones y escapar en dirección a los baños de chicos. Pansy se quedó plantada con todo Slytherin a sus espaldas, conmocionada ante el inminente cambio de planes y huida de Draco Malfoy.

Seguía sin saber nada sobre hombres lobo.

Se desplomó frente a uno de los inodoros y vomitó hasta que su garganta ardió de dolor. De solo recordar la razón por la que salió corriendo, unas fuertes nauseas volvieron a atacar su estómago.

Eran tantos olores mezclados. Cuando era un ordinario ser humano, solo se percibía el aromatizante del comedor. Pero Draco ya no era normal. Podía soportar ese aroma a vainilla, pero tener a poco más de mil personas encerradas en una habitación; era vomitivo.

Algunos alumnos sin los hábitos de higiene mínimo, chicas que estaban en esa fecha del mes, niños pequeños que se sentaban con las manos impregnadas del olor a sus mascotas. Cada brujo o bruja con su propio olor a magia. Era demasiado para Él.

Hundió su cabeza entre sus manos y respiró hondo. Incluso después de tirar la cadena, seguía sintiendo el repugnante olor de su vomito que se mezclaba con el líquido para limpiar los pisos. Abrió la llave del grifo y bebió toda el agua que su cuerpo le permitió. Buscó de dentro de su túnica uno de los últimos chicles de menta que tenía y lo metió en su boca.

Esperaba que no muchos notaran su ausencia al primer banquete del año. Aunque, era obvio que ya se había expandido su ausencia. Era prefecto, por algún castigo divino y, además, demasiado popular. Algo que, el Draco Malfoy del pasado disfrutaba con creces, pero ahora le pasaba las cuentas.

Su estómago rugió con fuerza. Meses de esa sensación y todavía no se acostumbraba. Por lo menos, había aprendido a dormir con hambre , resultando una gran ventaja. Porque los primeros días habían sido tortuosos.

Decidió esperar un rato en el baño y luego volvió arrastrando los pies al comedor. Pero no entró, en cambio se quedó puertas afueras, con los brazos cruzados y agradecido de que la puerta tuviera ese efecto hermético; Solo los olores más intensos de los alimentos se filtraban, pero el de los alumnos no. Escuchó las suplica de su interior y cerró sus ojos tratando de no pensar en esas jugosas presas de pollo que devoraban todos menos él.

Percibió los dulces. Draco se hallaba convencido que justamente ese día estaban sirviendo las mejores exquisiteces del menú: Tarta de manzana, zanahoria o vainilla, empanas de calabaza y aquel olor, ¿tiramisu?. Estuvo a punto de entrar, pero no lo hizo, en su lugar, sacó un segundo chicle y se lo llevó a la boca.

Finalmente, todo el movimiento se detuvo y escuchó los gritos de los prefectos. Como todos los años, la primera casa en abandonar el gran comedor era Slytherin. Dejó de respirar cuando la puerta se abrió y esperó ahogándose hasta que se volvió a cerrar. Pansy frunció el ceño, al ver a Draco acercandose cautoloso.

Podia ser uno de los mejores brujos de generacion, sangre pura y de linaje fuerte; pero Pansy era aterradora.

Al menos, estar con una cuarta parte de Hogwarts era mejor que estar con el colegio completo. Seguía siendo demasiado para su pobre nariz, aunque si respiraba por la boca o daba pequeños respiros, conseguía suplir la vomitiva mezcla de olores y el peso de la magia.

—¿Dónde te fuiste, Draco? ¡No tienes ni idea de lo agobiada que me puse, cuando nunca regresaste! —Reclamó Pansy, con los brazos en jarras y dando un vistazo al grupo completo. Luego se volvió hacia Él—. Es nuestro primer día.

Draco asintió y atacó el cuello de la chica. Su perfume dulzón lo tranquilizó y se quedó impregnado en su nariz, algo que le sirvió para poder anular el resto de los aromas. Pansy se sonrojó incrédula. Pero dejó que Draco, posara la nariz en su cuello durante diez segundos.

—Lo lamento —Susurró Draco, con su aliento golpeando el cuello de Pansy—. No volverá a suceder. —Se separó de la chica, dándole antes un tierno beso en la cabeza: Acondicionador de Pera—. Yo me encargo de los más pequeños.

Los inocentes Slytherins, que notaron el cercano contacto entre Draco y Pansy, se miraron entre ellos. Pudo notar como un niño moreno agarraba la mano de una niñita rechoncha al lado suyo e imitaba la acción de Draco.

—Va-Vale ¡pero esto no se quedará así!

No iba a admitir que se encargaba de los cursos más jóvenes, porque olían mucho mejor que los mayores. Separó al grupo de niños por género, formando dos filas diferenciadas. Draco tuvo que apartar con insistencia a la nueva "parejita".

Guió el grupo con una facilidad nata, y una vez frente a las mazmorras de Slytherin, pronunció la contraseña que Snape les había dado (Herederos de sangre pura). La pared de ladrillos musgosos tembló antes de abrirse y los alumnos entraron a la sala común haciendose a un lado, para dejarlos entrar. Reconoció a Zabini, Crabbe y Goyle, en la multitud, el primero le sonrió y señaló a Pansy. Draco puso los ojos en blanco y se apoyó contra el muro.

Pansy le dedico una de sus miradas de "Ni se te ocurra largarte. Espera"

Una vez todos los alumnos entraron, Pansy les enseñó a los niños de primero donde quedaban las habitaciones, les explicó las normas básicas y esperó a que todos los niños se metieran en sus cuartos. Luego salió de la sala común, cerró la puerta y quedaron las dos afuera. Draco volvió a respirar con tranquilidad, porque el olor de la chica era mucho más fuerte que el del húmedo ambiente.

—¿Me vas a decir que te pasa? —Pansy lo miró con cara de pocos amigos, acercándose a Draco en un gesto intimidante.

—Estoy algo enfermo—Mintió—. Por el viaje y... todo eso.

—¿Todo eso?

—Ya sabes, el movimiento, ruido y... —El olor, quiso decir, pero no lo hizo—. Y los nervios. Necesitaba algo de tiempo a solas.

La chica asintió sin creerse el cuento. Draco la examinó por un segundo, si no tuviera ese mohín en los labios, se vería bastante más bonita. Posó su mano sobre la cabeza de la chica, apretó su mejilla logrando una leve sonrisa (ahí está, su belleza) y luego se encorvó para quedar a la altura de su rostro.

—Si necesitas contarle a alguien tus secretos... Yo soy la indicada —Aseguró Pansy, mirando con fiereza los ojos de Draco, quien trató de esbozar una sonrisa—, se supone que entre nosotros no debería existir secretos.

Draco se acercó a la boca de Pansy, besándola largo y tendido. La chica cerró los ojos por lo que Draco, se quedó viéndola algo escéptico. Los dos tenían ese contacto por dos razones muy distintas.

Ella se acercaba a él, porque Draco le había dado el permiso de hacerlo. Porque desde el primer día que vio los ojos grises del chico, ella se perdió en ellos.

—Lo sé —Susurró Draco, en el segundo cuando los dos se separaron, compartiendo esa fugaz intimidad antes de que, Pansy volviera a presionarse contra Él. Una, dos, tres veces más. No recordaba si había existido una cuarta, pero tampoco le molestaba la posibilidad. Al final Draco se incorporó y continuó—. Vamos, no nos demoremos más, que aun debemos dar nuestra primera ronda ¿No?

—Seguro. —Pansy sostuvo la mano de Draco. Y este intentó parecer algo contento, a pesar del hambre voraz que sentía.

Draco se acercaba a Ella, jugaba con su mechón de cabello corto y lo acercaba a su nariz. Porque era la única forma en la que recordaba, que antes de lobo: Era humano.

"Si yo te miento,

Tú lo haces mejor..."

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"Capitulo cuarto: Encantamientos protectores y sus usos"

—Creo que cuando te atacan es un buen momento ¿no? —Susurró Ron hacia Harry.

—Esto es inútil. ¡¿Cómo vamos a aprender algo de toda esta basura?!

Hermione se encogió de hombros. Ya habían tenido esa discusión, e incluso Harry estaba castigado por tratar de hacer entrar en razón a Dolores Umbridge y obtener, como recompensa, un bonito tatuaje que decía "no debo decir mentiras" en el dorso de su mano izquierda. El cual aún dolía y cubría con resentimiento.

—Harry Potter ¿otra vez? —Mencionó Umbridge, con su voz chillona—. ¿Acaso estas buscando que extienda su castigo una semana más?

Harry trato de tranquilizarse y recordar la recomendación de Hermione, sobre guardar silencio en momentos como estos.

En su lugar se halló diciendo:

—Si con eso logro, que nos enseñe algo que de verdad nos sirva en la vida real.

En la boca de la mujer se formó una sonrisa malévola y elevó la mirada a los estudiantes que estaban atentos a la llamada de atención.

—El día en que entienda que la teoría, es igual de importante que la práctica, me lo agradecerá. —Luego se volteó sobre sí misma y regresó a su escritorio—. ¡El resto a sus textos de nuevo! —Ron bajó la cabeza, pero por debajo de la mesa agarró su muñeca, sin que Umbridge lo notara—. Bueno, bueno. Supongo, que su querido equipo de quidditch podrá arreglárselas sin usted por una semana más ¿No piensas eso, cielo?

Durante un par de minutos observó a Umbridge. Devolvió la vista al texto, sin si quiera intentar estudiar las palabras. Trataba de confortarse con la idea de que eran solo dos horas (aunque se sentían como ocho). Varios de sus compañeros de casa tampoco parecían emocionados ante la idea de continuar con la clase. Seamus leía un comic, que había puesto encima del libro, Dean se limitaba a dibujar durante toda la clase y de vez en cuando le mostraba las piezas a Seamus. Ron luchaba contra el sueño, algo que lo mantenía bastante ocupado, y Hermione, era ella misma. Como les había contado a sus amigos, el texto que Umbridge obligaba a estudiar ya lo había leído en tercero, así que, en su lugar, se traía siempre otro libro de la biblioteca. Solo le bastaba un hechizo sencillo para cambiar, por la clase, la caratula del mismo y así, Umbridge no se percatará de ese detalle.

Lamentó tener una paciencia tan limitada. Si ya de por si no podría asistir a la selección de nuevo Guardian, ahora tampoco iría a las primeras prácticas del equipo. Esa mujer lo sacaba de quicio. Tan solo esperaba que, Umbridge no se lo comentara a McGonagall. Pero por lo sádica que era de seguro ya estaba comenzando a planear lo que tendría que decir, para que todo el colegio se enterara.

Suspiró y en lugar de continuar tratando de estudiar, se dispuso a en el tema que le estaba comiendo la cabeza durante los últimos días. Draco Malfoy.

Al solo pensar el nombre, su vista se desplazó hacia la mesa del chico, Draco hacia rodar la pluma encima del pupitre, aburrido. Sus amigos de tanto en tanto le comentaban cosas que lograban sacarle una sutil sonrisa y en otras ocasiones, Draco se acercaba a Pansy para apoyar su cabeza en su hombro o susurrar algo en su oído.

De seguro cuando termine la hora, irán a besuquearse.

Ya no era sorpresa para nadie lo de aquella relación. Draco tampoco se molestaba en ocultarlo y Pansy cuando no estaba a su lado, se hallaba en los pasillos riendo a hurtadillas con sus amigas. Hermione las escuchaba siempre en los baños.

—Son tan molestas... ¡No tienes ni idea de lo que Draco me regaló ayer! —Se quejó Hermione haciendo una imitación terrible de Pansy—. Draco lo esto, Draco lo otro. —Rodó los ojos, en un gesto bastante impropio de ella y luego sonrió al recordar algo. Se aclaró la voz y ahora forzó una voz masculina—. "Me vuelves tan loco que podría comerte. Soy super apuesto y popular" ¡BAH!

Le impresionaba lo complacida que parecía Umbridge. Hacia oídos sordos a lo que hacía o no hacia los de Slytherin. Mientras hablaran en voz baja, ella solo regañaría a los Gryffindor. Pero sobre todo su preferencia por Draco era obvia. Eran los únicos chico-chica que se sentaban juntos.

Draco se volteó con descaro y observó a Harry. Parecía algo atontado después de posar su nariz en el cuello de Pansy. Escribió algo rápido en una hoja de pergamino, lo dobló en una grulla y se la mando sin discreción. El origami se posó sobre su mesa y lo desdobló.

"Cierra la boca que te entran moscas, Potter"

Gruñó y se metió el papel dentro del bolsillo de túnica. Escuchó las risillas de Draco y sus amigos. No tenía caso. Solo debía respirar profundamente y calmarse. Devolvió la vista al libro y fue al índice. Nada de hechizos, contra hechizos, criaturas mágicas o enfermedades letales. Era casi un libro de autoayuda. Cada segundo era más largo que el anterior. Abrió una página cualquiera y comenzó a cerrar todas las vocales de los párrafos. Tenía que hacer algo para entretenerse. Cuando la clase terminó, habiendo rellanado cinco páginas de círculos, se levantó de su escritorio y salió, Umbridge le dedicó una mirada con desdén, pero la ignoró.

—Harry, de verdad deja de enfrentarte a ella —Comentó Hermione tan pronto salieron del salón de clases—. No tiene caso. Ella no va a cambiar.

—¡Pero es injusto! Esta es una de mis asignaturas favoritas —Contestó. Hermione se encogió de hombros y le quitó el hechizo al libro que estaba leyendo (Auge y caída sobre las artes oscuras)— ¡y está siendo desperdiciada de esta forma!

—Aún me acuerdo de las clases del profesor Lupin. ¡Eran divertidísimas! —Comentó por encima Dean, quien había logrado escuchar pequeños retazos de conversación. Seamus se volteó cruzándose de brazos y Dean se despidió—. Nos vemos luego, supongo... ¡Seamus, espera!

Los tres se quedaron mirando al par que se marchaba. Harry bajó la cabeza mirándose los pies. Seamus continuaba enfadado con él. Era de los que creían que Harry solo buscaba atención. Las noches en el dormitorio eran tan incómodas, que prefería llegar tarde a acostarse.

—Ya se le pasará —Dijo Ron, sonando menos seguro de lo que pretendía.

Su siguiente clase era cuidado de las criaturas mágicas, con la profesora Grubby-Plank y la última asignatura que compartía esa semana con Slytherin. La mujer, los esperaba todas las clases con criaturas importantes y actividades interesantes. Era una profesora increíble, todos decían eso, pero Harry solo quería que Hagrid regresara. Anticipaba con clara emoción su retorno, deseando que no saliera herido.

Los MHB también eran parte de su rutina diaria. Eran atemorizantes y, como no, Hermione ya se había puesto a estudiar. Harry estaba seguro de que se pondría a ellos, cuando Ron también lo hiciera.

El puffskein, comenzó a ronronear encima de su mano. Harry acarició a la pequeña bola peluda y luego se puso a escribir en el pergamino lo que la profesora Grubby-Plank dictaba sobre la criatura. Al terminar la clase, dejó al animal dentro de la caja junto al resto de animales. Quienes se apilaban los unos a los otros muy complacidos.

—¡Estoy nervioso por las audiciones! —Exclamó Ron, cuando se dirigían hacia el comedor—. Que mala suerte que no vayas a estar.

—Ya sabes, tengo que ir a tomar el Té con Umbridge.

Los chicos se sentaron en la mesa de Gryffindor, hablando amistosamente. Fred se sentó entre Harry y Ron tan pronto llegó y George se deslizó por la banca para quedar justo al otro lado.

—Angelina está hecha toda una Wood —Mencionó Fred con sorna—. Te lo advierto, Harry. Está muy enfadada contigo.

—Vete con cuidado, rompecorazones.

—Ya... —Suspiró Harry—. Y se va a enojar más cuando sepa que mi castigo se extendió por otra semana.

—Bueno nosotros podemos ayudarte con eso —Dijeron los dos al mismo tiempo.

—¿Cómo? —Preguntó Harry, pero recordó aquel anuncio en la sala común de Gryffindory se echó para atrás—. Ah No. No voy a ser un conejillo de pruebas suyo.

Los chicos le aseguraron que sus pastillas vomitivas eran seguras. Pero de por si el nombre delataba que ellos mismo tenían miedo de probarlas.

—¡¿Pastillas vomitivas?! —Inquirió Hermione parándose de la mesa y poniéndose entre los gemelos y Harry—. ¿Qué están planeado, esta vez?

—Hermione, somos mentes creativas. Siempre traemos algo entre manos. —Fred sacó del bolsillo de su chaqueta una hoja de papel. Se lo extendió, pero Hermione lo rompió en dos—. Además, nadie quiere asistir a las clases de Umbridge estos últimos días.

—¡No pueden hacer eso! Es peligrosísimo —Gruñó Hermione y luego miró a Ron—. Vamos Ron ¡Son tus hermanos!

Ron los miró a los dos. Luego a Hermione y Harry. Volvió a los gemelos diciendo aburrido:

—Vender está prohibido. No lo hagan más.

—Lo vamos a seguir haciendo —Respondieron los dos al unísono.

—Ok.

—¡Ron!

Pollo Asado con miel, Harry se reía mientras se servía una de las presas más jugosas. Al dar el primer mordisco de su almuerzo, una bandada de lechuzas entro al comedor repartiendo paquetes y cartas por doquier. Un ejemplar de "El profeta" cayó sobre el plato de Hermione antes de que el ave siguiera su trayecto. Harry alzó una ceja, pero su amiga abrió los ojos muy grandes cuando leyó el titular y se lo enseñó a Harry.

"Sirius Black en Londres: Autoridades llaman a los ciudadanos a quedarse en sus casas"

Pronto, Hermione volvió a doblar el periódico y lo dejó a un lado.

—Pero... ¿cómo?

—No tengo ni idea —Admitió Hermione—. Pero el ministerio no va a descansar hasta volver a encerrarlo. —Hermione hablaba tan bajito que Harry tenía que poner verdadera atención para escucharla—. Tal vez no pueda seguir quedándose en la casa.

—Debe haber otra alternativa —Dijo Harry, pensando en los anhelos que tanto había imaginado—. Siempre hay una.

—Hay batallas que es mejor no luchar... Esta es una de ellas.

Harry hizo un mohín con los labios, ya no quedaba rastro de las risas de unos minutos antes. Terminó de comer su comida con poco entusiasmo. Aquello podía significar, que esas Navidades no las pasaría con Sirius a pesar de ser la única persona que, en ese momento de su vida, quería compartir un momento como nochebuena.

Las clases de la tarde pasaron sin pena ni gloria y para su asombro, ya se hallaba de camino al despacho de Umbridge. Pensaba en tantas cosas. Sirius era la más dominante, pero después estaban las audiciones del partido y como quería adelantar el tiempo. Mientras trataba de evitar el dolor del castigo, se imaginaba a si mismo surcando el campo de quidditch. Viviendo el momento.

Salió con manchas de su propia sangre ensuciando su camisa y al llegar a la sala común, Ron emocionado le dio puso una cerveza de mantequilla en su mano sana, le comunicó que era el nuevo Guardian del equipo. Aquello mejoró de forma considerable su ánimo y decidió que, si continuaba preocupándose por teorías en lugar de hechos, envejecería rápido.

Aunque, por una razón, antes de dormir le dio un vistazo rápido al mapa de merodeador solo para verificar si Draco, estaba en su habitación.

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1. Eres, Ismael Serrano. Amo la voz de este hombre, tiene un no-se-que, que me hace infinitamente feliz.

Este capítulo fue un gran reto. Tuve releer capítulos de la orden del Fénix y buscar mucha información, pero creo que lo más complejo fue el hecho de entrelazar los eventos los unos con los otros. Tengo un cuaderno lleno de notas y hechos que voy a incluir. Aviso que este fanfic va para largo. (っ^▿^)

En otras noticias, entré a clases, espero continuar trayendo un capítulo cada semana, más o menos. 💪(◡̀_◡́҂)

Si te ha gustado este capítulo, me lo puedes hacer saber con un voto, comentario o compartiendo este fic con tus conocidos. Te lo agradecería un montón ('∩。• ᵕ •。∩')

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