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Eso de ignorar a Pansy se le estaba volviendo algo mucho más complejo de lo que pensó en primera instancia.
La chica no le daba ni los buenos días. Sin los pulcros apuntes de Pansy, toda la jornada del lunes se la perdió. Porque ni Crabbe o Goyle entendían lo que ellos mismos escribían, y cada vez que se acercaba a Zabini, hacia molestas preguntas.
Sus labores de prefecto y miembro de la brigada de Umbridge, eran otra cosa en su lista de preocupaciones. Las vueltas nocturnas las hacía por separado y no negaba que merodear por la noche por las mazmorras o los pasillos era aterrador. Algunos días, terminaba tan asustado que no podía pegar ojo en toda la noche.
El insomnio comenzó a ser frecuente, con la ansiedad como fiel compañera.
En resumidas cuentas, estaba tan jodido que los días comenzaban a pasar sin preocuparse por él.
—¡Denme lo que sea que tengan en las manos! —Exclamó al acercarse a un grupo de niños que actuaban de forma "sospechosa". Los niños se voltearon ocultando algo a sus espaldas—. ¡AHORA! Claro, si es que no quieren ir a darse una vuelta con Umbridge.
Uno a uno, fueron depositando en la mano de Draco, distintos caramelos de colores. Los que metió dentro de la túnica, sin siquiera plantearse que eran. Suspiró tratando de reprimir la ira y les hizo un gesto a los niños para que se marcharan.
Era consciente que no era la mejor persona del mundo. Que se portaba muy mal, pero eso ya resultaba una broma de mal gusto.
"Ellos, otra vez"
Caminó por los pasillos, empujando a algunos alumnos que se interponían por casualidad en su camino, aunque la gran mayoría se apartaba por miedo a su semblante serio y los ojos furiosos. Solo le bastó un par de minutos, para encontrarlos a ambos.
Los gemelos Weasley, mientras trataban de vender de sus dulces a otro grupo de ingenuos alumnos de primero.
—¡Levi corpus! —Exclamó furioso hacia uno de los dos. A quien Draco no diferenció, pero tampoco le importaba demasiado quien era. El otro sacó su varita al instante y lanzó un hechizo contra el—. ¡Protego!
El cuerpo de uno impactó contra su hermano quedando ambos tirados en el suelo. Draco se acercó y sostuvo a uno por la camisa.
—Weasley uno. Otra vez con sus mierdas —Exclamó tirando encima del cuerpo de su hermano algunos caramelos que requisó—. ¿Qué prefieren como castigo? ¿Umbridge o Fitch? Escuché que quiere comenzar a hacerlo a la antigua.
—Jodete, Malfoy —Escupió quien tenía agarrado. Era Fred. Este trató de empujar a Draco con fuerza para liberarse de su agarre, pero solo ocasionó que sujetara más—. Aunque nos crucifiquen seguiremos con lo nuestro, y tu no podrás hacer nada en contra nuestra —Rió— ¿George? ¡Ahora!
Su hermano lazó un encantamiento que impactó contra ambos. Los chicos se separaron con cosquillas recorriendo todo su cuerpo. Retorciéndose Draco pudo liberarse del embrujo, pero otro hechizo impactó su cuerpo, desarmándolo de espaldas.
—Potter ¿No? —Draco se volteó, olfateando el ambiente. Los Weasley olían muy similar uno a canela y otro a nuez moscada. Pero solo Harry olía de esa forma tan peculiar que no podía identificar—. ¿Sabes que solo los cobardes desarman de espaldas?
Draco apretó sus puños y observó con fiereza su varita en las manos de Harry. Atento a todo lo que ocurría a su alrededor, sin necesidad de ver.
Sonrió cuando escuchó como Fred se retorcía en el suelo. Había logrado poner ese trozo de chocolate en su boca antes del Rictusempra.
Sin quitar los ojos de encima a Harry, Draco preguntó—. ¿Qué sucede Weasley uno? ¿Te sientes enfermo, quieres ganas de ir al baño, vomitar o llorar?
—Hijo de puta.
El movimiento de George volviendo a empuñar su varita y Harry exclamando un segundo maleficio lo alertaron. Logró esquivar el primero pero el segundo lo impactó justo antes de que Pansy desarmara a Harry.
Cayó de rodillas al suelo, con sus piernas como una masa gelatinosa. Harry soltó ambas varitas, y Pansy finalizó la situación con un hechizo aturdidor.
—¡¿Pero que sucedió?! —Preguntó alarmada. Se volteó al grupo de niños que veían la situación emocionados—. ¡Venga, apúrense a llamar a algún profesor! —Pansy corrió hacia Draco, sin importarle demasiado el resto y lo recostó en el suelo. A pesar de que no sentía sus piernas, podía sentir que se golpeó al momento de la caída—. Solo te dejé dos semanas solo, y ya estas armando jaleo.
Tanto Hermione y Ron llegaron alarmados al escuchar los rumores que se extendieron como pólvora. La chica empuñó su varita contra los Slytherins mientras Ron iba a socorrer a sus hermanos y Harry. Pansy alzó sus manos y dijo.
—Sangre sucia, ahora estamos en el mismo bando.
Trazando una línea imaginaria entre ambos. Esperaron a que Madame Pomfrey, con McGonagall y Snape, llegaran a ver la situación: Harry durmiendo profundamente, Draco sin poder levantarse del suelo, Fred sujetándose el estómago con fuerza y George con algún hueso roto debido a la caída. Los profesores se llevaron a los estudiantes, suspendiéndolos en el aire, mientras reprendían a los que seguían despiertos.
—¡Esto es una tontería! —Gritó Draco—. Siempre en problemas por estos idiotas.
—No es mi culpa que tengas problemas de ira, Malfoy —Discutió George, —. ¡Te vendría bien hacer yoga!
—¡Cállate Weasley dos!
—¡Callaos todos! ¡Oscausi! —Conjuró McGonagall—. ¿Cómo es posible que dos estudiantes de quinto y dos de séptimo se comporten de esta manera? ¡Son peores que niños pequeños!
Dejaron cada cuerpo tendido en una de las camillas. Pomfrey uno a uno les devolvió la boca para que pudieran beber la pócima para cada uno. Menos Fred quien sin aguantar más, se quedó con un balde entre las piernas vomitando hasta lo que había comido el día anterior.
—¡Malfoy, te mataré! —Vociferó Harry apenas el líquido tocó sus labios, despertándolo—… ¿Dónde estoy?
Draco no respondió nada, en su lugar se quedó mirando la forma en que Pomfrey curaba las heridas de sus rodillas y limpiaba la sangre. Pansy, sentada a su costado, aún tenía la varita de ambos consigo.
—Menos treinta puntos para Gryffindor, por cada uno—Declaró McGonagall con los brazos cruzados—. Y castigo conmigo esta tarde. —La mujer se volteó a Snape quien no había dicho nada en ningún momento—. ¿Y Draco?
—Draco solo estaba cumpliendo con su deber.
—¡¿Cómo?! ¿Atacar a tres alumnos ahora se permite? —Intervino Hermione enfadada.
—No me cuestiones Grenger. Menos diez puntos —Sentenció Snape, pero McGonagall estaba igual de estupefacta que los alumnos. Los ojos de Snape se posaron sobre Draco quien apartó la mirada y Frotó tanto su insignia de prefecto, como el de la brigada—. Draco es Prefecto y miembro de la brigada de Umbridge. Tiene permitido usar la fuerza en caso de necesitar enfrentarse a un alumno problemático… Y déjeme decirle que ni los Weasley como Potter son unos santos.
McGonagall se mordió el Labio y apeló—. Pero su vocabulario y actitud no fueron las más correctas.
El silencio reinó en la enfermería, y Snape dio media vuelta acercándose a la entrada.
—Tiene Razón. Menos diez puntos para mi casa y esperaré a Draco el viernes para un castigo conmigo. Tengo clases.
Sin más, Snape dejó la enfermería y Draco sonrió victorioso. Por un par de minutos nadie se atrevió a decir nada, aunque McGonagall parecía tan enfurecida que, Madame Pomfrey, le suministró una dosis de una pócima controla nervios.
—Dame mi varita de vuelta, Pansy —Dijo Harry. La chica se volteó y lo miró altiva, pero se la entregó—. ¿Contenta, por tu novio malcriado?
Pansy se levantó, pero Draco sostuvo su mano y le quitó la varita de su poder. Miró a Harry y antes de cerrar la cortina que los dividía dijo:
—¿Te molesta? Que sea mejor que tu en todos los aspectos posibles —Se volteó y miró a Pansy que volvía a tranquilizarse—. Muffliato… Lamento haberte metido en esto.
—Draco… —Murmuró la chica, con las lagrimas que trae la calma—. Me asusté cuando te vi en el piso junto a ellos. Y-Yo, pensé que podían haberte hecho algo peor y…
Estiró la mano y acercó un mechón de su cabello oscuro a su nariz, como se lo esperaba olía igual de bien como las otras veces.
—Tranquila, está todo bien ahora ¿Ves?
A pesar de eso, la chica se apartó de la camilla de Draco al momento en que presintió que podía volver a caer ante sus encantos.
—Lo estuve pensando mucho, Draco ¿Sabes? —Contó la chica— y no puedo seguir así. Se supone que debería ser feliz contigo, pero todas las veces que te veo termino llorando o confundida. —Tomó la mano de Draco y el chico dejó que jugueteara con su anillo—. No quiero seguir siendo tu novia, Draco. Porque es doloroso. Me hace daño.
El chico entrelazó sus dedos con los de la chica y sinceró su gesto. Suspiró aliviado y se echó hacia atrás.
—Pero quiero ser tu amiga. Puedo ayudarte. Puedo pelear contigo y patear traseros Gryffindor. Pero no puedo entregarte mi corazón.
—Lamento haber sido una mierda de novio —Declaró, sintiendo sus labios escocer—. Eres… Increíble. Gracias por terminar conmigo.
—Eres todo un caso Draco —Río con soltura Pansy—. Agradeciéndome por algo como esto y no por haberte salvado de Harry Potter.
Eso es porque lo de Harry era momentáneo, pero lo tuyo me estaba matando por dentro.
–Tan solo recuerda que, para cualquier cosa, yo estoy aquí siempre. Contigo —Terminó la Chica, alisándose los pliegues de su falda, escondiendo sus ojos llorosos.
Madame Pomfrey les pidió a los acompañantes que se fueran de la enfermería, la chica se despidió con un gesto de su mano y salió discutiendo de costumbre con Hermione.
—Oye Potter ¿Te cuento algo para nada secreto?
La enfermera suspiró agotada de las constantes tensiones entre los estudiantes, pero continuó curando a Fred quien temblaba debido a los vómitos.
—¿Qué mierda quieres ahora Draco?
—Acaban de terminar conmigo —Relató cerrando los ojos— ¿Contento porque ya recibí mi castigo?
Ni siquiera Pomfrey pudo aguantar la risa ante aquella declaración.
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—No podré defenderte toda la vida, Draco.
—No necesito tu ayuda. Pude arreglármelas bien solo.
Snape asintió, y le dio una rama de acónito para cortar.
—Nadie puede arreglárselas solo.
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La primera reunión, resultó tan extraordinaria que, ni ellos mismo se creían que todo acabó tan bien. Hermione seguía pidiendo que se enlistaran todos los que habían decidido ir y participar de el recién nombrado "Ejercito de Dumbledore" (ED)
—Estoy dentro, si eso significa que podré vengarme de Draco Malfoy. —Firmó Fred, con una maliciosa sonrisa—. Ese imbécil me las pagará.
—Te aseguro que podrás no solo vengarte de Él.
—Nos sirve —Concluyó George, firmando en su nombre también—. Espero verte en el entrenamiento de esta tarde, Harry.
El chico asintió y los gemelos salieron del bar.
Harry no podía estar mas ansioso por su primer entrenamiento tras tantos problemas. Se sentía oxidado y temía jugar mal. El partido de quidditch era en unas cuantas semanas y, a diferencia del resto de los jugadores de todos los equipos, Él era posiblemente el único que no comenzó a entrenar de inmediato.
Temía que Angelina lo presionara más de la cuenta.
Cuando todos los estudiantes firmaron en la hoja y salieron de Cabeza de puerco. Dos búhos dejaron caer dos cartas encima de sus cabezas. Siendo una nota breve para Harry y una elaborada carta para Ron.
"A las 17 en la chimenea, hablemos. SB"
—¿Quién la envía? —Cuestionó Hermione guardando la hoja con los integrantes de la ED, dentro de una carpeta. Harry le entregó la nota y apresuró el paso—… ¿De qué querrá hablar?
—Ni idea, pero debe ser algo importante, porque la escribió con prisas.
Los chicos asintieron y luego se voltearon hacia Ron.
—Es de Percy.
—¡Eso es genial! —Se alegró Harry, conociendo la difícil situación que llevaba su familia ahora—. Deberías. -
Ron Caminó al mismo tiempo que incendiaba la carta sin siquiera abrirla. Hermione y Harry se quedaron viendo las cenizas mientras Ron se adelantaba. Lo siguieron en trote, pero Hermione corrió hasta alcanzarlo. Tenía el cejo fruncido.
—¿Por-Por qué hiciste eso?
—Percy es un imbécil. Solo le preocupan las apariencias. El otro día me mandó una carta felicitándome por mi cargo de prefecto —Contó—. Pero me dijo que me alejara del loco Harry.
Continuaron caminando esta vez más calmados, recién iban a ser las dos de la tarde
—No pienso rebajarme a hacer lo que el hizo con nosotros. Son parte de mi familia y darle la espalda a uno es dársela a todos. ¡Que se joda!
Harry se abalanzó sobre Ron al mismo tiempo que Hermione hacia lo mismo. A pesar de todas las desventajas que ponía el camino, Ron lo elegía a Él. El camino más turbulento.
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—Aléjense de Draco.
—Pero ¿Por qué?
—Supe lo del otro día. Draco… no es seguro.
—¿Por qué le temes a un chico de quince? Draco es un imbécil, solo tiene lo que se merece.
—¡Aléjate de Él! Lo siento…. Oh no, es Kreacher, me tengo que ir.
—Pero-
—Suerte.
Y dejando solo cenizas, Sirius desapareció de la sala común, dejándolo con más dudas que respuestas.
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—Le exijo que me diga, en este instante ¡¿Dónde estuvo todo este tiempo?!
Harry, Hermione y Ron, permanecían espiando a través de la ventana de la casa de Hagrid, quien trataba de esquivar todas las órdenes de Umbridge.
Hagrid tenia todo el rostro machucado, con restos de sangre seca en sus mejillas y apretando contra su ojo un trozo de carne fría. Parecía cansado y confundido.
El clima comenzó a enfriar de forma repentina y la noche cayó encima de ellos. El pasto húmedo brilló ante la luz de la luna llena que se reflejaba en el cielo.
—Bueno… ¡No importa! —Declaró Umbridge acercándose a la ventana para darse cuenta de lo tarde que era—. Le recomiendo que no deshaga sus maletas, porque sus días como profesor están contados. Buenas noches.
Agarró su bolso del respaldo de la silla y la mujer salió de la cabaña sin voltearse para ver la cabaña de Hagrid. Los chicos entraron a la cabaña tan pronto como Umbridge bajó por la primera colina.
—¡Hagrid! —Exclamó Harry a modo de saludo—. ¡Estas vivo! Por un momento pensé que no regresarías.
El hombre, que hace unos minutos parecía estar a punto de llorar, se le iluminó el rostro de nuevo. Abrazó a los tres chicos al mismo tiempo. Ahí estaba su familia.
—Venga Harry, si soy un tipo grande. No me pueden tender tan fácil.
Se sentaron y Hagrid les sirvió unas tazas gigantes de chocolate caliente que acababa de preparar.
—Me habían dicho que era terrible, pero esto es otro nivel de insoportable —Se quejó Hagrid, dándole el trozo de carne a Fang—… ¡No debería estar diciéndoles a esto! Pero ya da igual, me van a despedir.
—¡Dumbledore no va a permitir que eso suceda! —Exclamó Ron—. Eres el único en todo el colegio que conoce el bosque como la palma de su mano.
—Es cierto, eres indispensable —Agregó Hermione—. Además, por algo Dumbledore te encargó esa misión ¿No?
Los tres se miraron entre ellos y luego clavaron sus ojos sobre Hagrid, quien reía al percatarse de las intenciones a las espaldas de los chicos.
—¡Cuéntanoslo todo! —Pidió Harry.
Hagrid les explicó sobre su misión; Había estado en tierras de gigantes, junto a Madame Maxime, para intentar reclutarlos en la orden.
—Pero no fuimos los únicos en intentar lo mismo. Los gigantes son criaturas poderosas y muy útiles. Algo estúpidos, pero son leales.
—Voldemort.
—… Por favor no digas su nombre —Pidió Hagrid, acomodándose en esa silla que le quedaba demasiado pequeña comparado a su cuerpo—. Pero tienes razón. El clima esta cambiando igual que en aquella ocasión… —Señaló con su índice la ventana, al momento en que una inmensa ventisca sacudió los árboles—. Se acercan momentos difíciles y debemos prepararnos para lo que se avecina. —Hagrid se levantó y recogió las tazas sucias—. Ya es tarde, deberían irse a la cama.
Los chicos asintieron y se levantaron. Un agudo grito se escuchó en la lejanía, seguido por un aullido largo y extenso.
Se apresuraron en salir de la cabaña y corrieron en dirección del ruido. El frio viento golpeaba contra el cuerpo de Harry, pero estaba seguro de que aquel grito no había sido producto del mal tiempo.
Un segundo aullido se escuchó a su izquierda. Harry se detuvo al instante, viendo a su alrededor. Hagrid le llamó la atención, pero Harry no prestó atención y sacó su varita.
En el suelo, despeinada y horrorizada, Umbridge apuntaba en dirección a los árboles del bosque prohibido. El resto del grupo se acercó a la mujer para socorrerla, mientras Harry trataba de saber que era lo que los acechaba.
Otro aullido. La luna brillaba con intensidad sobre ellos. Un movimiento entre los árboles.
Contuvo el aliento cuando el lobo se acercó a ellos. No. El hombre Lobo se acercó a ellos a máxima velocidad, esquivando los hechizos que los tres chicos lanzaban contra él. Era plateado, delgado y con los ojos brillantes como estrellas. Hermione lanzó una barrera protectora, pero el lobo la ignoró, porque estaba decidido a atacarlo. No a Hermione. No a Hagrid. No a Ron. Ni siquiera a Umbridge.
El lobo le aullaba a Harry. Iba corriendo hacia él.
Al mismo tiempo en que Harry lanzaba un "Protego" un segundo lobo impactó contra el que salió de los árboles. Algo mas Grande, con un pelaje mucho mas oscuro y los ojos, en cambio, normales. Como los de un ser humano normal.
Sumido bajo el poder del lobo más grande, bajó las orejas y se apartó ansioso. Sin poder quitarle los ojos de encima a Harry. Miedoso, avergonzado y arrogante. Aulló, pero el segundo lobo lo calló.
Presintió que el segundo lobo quería algo de él. O tal vez ambos. Harry retrocedió con lentitud hasta llegar a la altura del resto de sus amigos y Umbridge. Hermione al instante realizó un hechizo protector y se quedó viendo a ambas criaturas.
El lobo mayor bajó las orejas cuando Harry se quedó viéndole y le sonrió con su filuda boca. El lobo plateado gruñó, pero cuando Harry cambió su mirada hacia él, este se acalló y se sentó en el pasto con la cabeza gacha.
Hermione sujetó el brazo de Harry asumiendo sus peligrosas intenciones.
—Confía en mí —Aseguró Harry—. Creo que quieren algo de mí.
—Es peligroso. No vayas.
—El más grande tiene conciencia. Sigue siendo humano.
Salió del encantamiento, se acercó con lentitud y estiró su mano a la cabeza del lobo mas grande. Quien se frotó contra él, olfateándolo y lamiéndolo. Como un perro.
El fornido lobo aulló, mientras el otro bajó las orejas y continuó el aullido. Harry escuchó en ese sonido palabras que perforaron su sien. Se volteó y vio como Umbridge seguía temblando en el suelo, con sus amigos viendo la situación perplejos.
"Potter, mío. Huele bien; a luna"
"Harry, calma yo te protejo. Porque somos manada."
Se apartó de los lobos y volvió a meterse dentro de la barrera. Mientras los lobos se juntaban entre ellos, con el mayor gruñéndole y casi ordenándole que se fuera del lugar. Los dos le dedicaron una mirada al grupo y se fueron del lugar aullando.
Como si estuvieran conversando.
"Potter, todo mío, Potter"
"No, nuestro. Cuidarlo"
"Huele bien. Hambre, un ciervo. Potter"
"Cacemos"
Cuando la calma volvió a reinar, una nueva tormenta volvió a acechar. Umbridge recogió su bolso del suelo y se levantó tratando de parecer lo más recompuesta posible.
—¡Esto es inexplicable! —Gritó Furiosa—. ¿Hombres lobo? ¡DUMBLEDORE SE LAS VERÁ CON EL MINISTERIO!
Por las matas el lobo plateado gruñó y le lanzó una piedra en la cabeza a Umbridge quien cayó inconsciente en el suelo. Hagrid la recogió y se la llevó acompañado por los chicos de vuelta al colegio.
Harry oyó en la distancia un ultimó aullido.
"Lo cuidaré"
Subieron a la enfermería y pusieron a Umbridge encima de una de las camillas. Pomfrey parecía nerviosa e iba de un lugar a otro. Ante la mención de los lobos, se sobresaltó y sin dudarlo un segundo sacó su varita, la cual apuntó contra Umbridge.
—¡Obliviate!
Todos permanecieron en silencio hasta que, la enfermera, terminó de desmemoriar a Umbridge.
—Ustedes no vieron nada de esto —Dijo Pomfrey—. Hagrid, no es necesario que vayas con Dumbledore, ya me haré cargo yo del asunto. —Guardó la varita dentro de su delantal y con paciencia comenzó a lavarse las manos—. ¡Niños, ni una sola palabra de esto! Lo que vieron es muy peligroso.
Harry asintió junto a sus amigos, sin poder quitarse la imagen de la cabeza.
—Entonces ¿Sabe quiénes son? —Sugirió Hermione.
La mujer cerró el grifo y se quedó un tiempo debatiendo si responder o no.
—Si, por eso, no pueden ir difundiéndolo como si fuera nada ¿Comprenden?
"Hay lobos en Hogwarts, Profesor" Eso fue lo que dijo Sirius, y no le tomó peso, porque estaba adormilado.
Lobos.
Dos.
Los chicos volvieron a asentir, y salieron de la enfermería en completo silencio. En cada ventana por la que pasaban, los ojos de Harry se clavaban en la luna llena. Aquel gesto, le hacía recordar los aullidos y las voces que el conocía muy bien.
—¿Escucharon lo que dijeron?
—Harry… Los lobos no dijeron nada, solo aullaron —Dijo Ron confundido—. Tú, ¿Escuchaste algo?
—No, nada, creo que era Hagrid.
Mentía. Porque había escuchado claramente ambas voces, que lo llamaban, lo querían proteger y se peleaban por su atención.
Lupin era el lobo más grande.
Sintió la mano de Hermione tomar la suya, y la de Ron, apoyarse en su hombro, preocupado. Harry los miró y forzó una sonrisa despreocupada. Tratando de no pensar en el lobo plateado.
Intentando olvidar que, Draco Malfoy, era un hombre lobo.
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¡HOLA!
Poco a poco, las cosas se van torciendo más y más. Angst/ fluff. Balanceado, como debe ser.
Si te ha gustado este capítulo, me lo puedes hacer saber con un voto, comentario o compartiendo este fic con tus conocidos. Te lo agradecería un montón ᕙ(`)ᕗ
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PDT: Para aclarar, este capítulo ya está ubicado a comienzos de noviembre. (09.11.95. Estoy basándome en las fechas de las lunas llenas reales) Decidí saltarme Halloween porque consideré que no me iba aportar nada a la trama.
