"Dime cómo estás durmiendo tan fácil.
Cómo solo estás pensando en ti mismo
Muéstrame como justificas
Contando todas tus mentiras como una segunda naturaleza.
Escucha, marca mis palabras, un día.
Pagarás. (Pagarás)
El karma vendrá cobrar tu deuda."¹
• ── ◦ ◦ ── •
Hipócrita.
Aquello era lo único que podía pensar Harry, cuando veía a Draco. En cada una de las inspecciones hechas por Umbridge, las cuales se encargó de encontrar algún detalle que usar a su favor, Draco solo agachaba la cabeza cuando Umbridge le preguntaba algo. Haciéndose el desentendido.
Como si no quisiera, que despidieran a Hagrid, Que adivinación desapareciera del plan de estudios, y que la profesora McGonagall fuera reemplazada por cualquier otro maestro.
Resultaba odioso cuando se encogía de hombros, y balbuceaba algo para, posteriormente, clavar sus ojos en Él. No entendía si aquello formaba parte de algún tipo de plan hecho por Draco, para intentar fastidiarlos aún más. Era una estrategia extraña, pero cuando se trataba de algún Malfoy, nunca se podía estar seguro.
Harry creía que tal vez, en un par de días, aquel enfado iba a disminuir, pero estaba equivocado. Tener a Umbridge cerca lo ponía ansioso, su pierna no dejaba de moverse mientras estaba sentado en el pupitre. Estaba cargado de una energía que su cuerpo no lograba retener.
Por eso mismo, al final de la última clase del día, salió disparado al único sitio del colegio donde podía estar solo. El bosque prohibido. Al mismo tiempo, tampoco era consciente de las consecuencias de sus actos, y que con los hechos recientes, si llegaban a encontrarlo merodeando por ahí, podía costarle su plaza en el colegio.
Rondaba por los prados, discutiendo consigo mismo. Imaginando situaciones en su cabeza, gritando de tanto en cuanto, insultos para liberarse, al mismo tiempo en que arrancaba ramas de los arbustos.
Se detuvo cuando escuchó un sonido como de los cascos de un caballo. Harry pensó en los centauros, y se acercó en silencio para descubrir el origen de los ruidos.
Unos hermosos, pero fantasmagóricos caballos alados, pastaban tranquilos. Eran de un color negro, esqueléticos y elegantes. Recordaba que aquellas criaturas eran las que tiraban los carruajes que los llevan a Hogwarts desde la estación de trenes. Las criaturas que ninguno de sus amigos lograba ver.
—Son hermosos, ¿Verdad? —comentó una soñadora voz a su espalda. Harry dio un respingo y suspiró al ver a Luna detrás de él—. Una lástima que sean criaturas tan invisibles.
—¿Invisibles? Pero si tú y yo las estamos viendo.
—Son Thestrals, Harry —dijo Luna, dándole al caballo que tenía más cerca, un pollo entero crudo—. Solo pueden verlos las personas que vieron morir a alguien.
Abrió la boca, y antes de que pudiera preguntar algo, Luna le entregó otro pollo. Harry lo agarró con asco, pero al instante tres Thestrals se acercaron a Él atraídos por el olor de la carne. Les dio el pollo y Harry por fin pudo tocar el pelaje del caballo, que era muy fino, pero suave.
—Eso significa que viste morir a alguien.
La chica le daba de comer patas de distintos animales a los potrillos. Luna asintió y respondió muy calmada:
—A mi madre, cuando era igual de pequeña que un duende, pero lo suficientemente grande como para saber que era la muerte.
Después de aquello, Harry se quedó en silencio, sin saber qué decir. Nunca tenía idea de lo que debía decir cuando hablaba con Luna, porque pensaba que sonaría como un insensato. En su lugar se quedó observando como la chica alimentaba a las criaturas con delicadeza.
En realidad Luna parecía una chiflada, pero Harry no era la mejor referencia de lo que era considerado alguien cuerdo. Tal vez, esa imagen de soñadora eterna se lo otorgaba: el collar hecho de corchos, las mil y una pulseras que traía puestas, o como traía la varita detrás de su oreja.
Despertó del leve trance cuando Luna comenzó a reírse, al momento en que un potrillo mordió un mechón de su larguísimo cabello rubio. Pudo apreciar, en aquel gesto tan desinteresado, todo el amor que Luna tenía por las criaturas mágicas. Como Hagrid, sin llegar a lo riesgoso.
Un potro, a la distancia, vigilaba a Harry sin pestañear. Algo que lo puso de nervios, por alguna razón desconocida. Se acercó al animal, pero este, al notar como el chico se movía, se levantó y escapó en dirección al resto de su tropilla². Desde ahí, lo continuó mirando.
—¿Por qué ese no deja de mirarme? —señaló Harry, apuntando con el dedo—. Siento que no le caigo bien.
—A veces hacen eso, los Thestrals casi nunca reciben visitas humanas —explicó Luna, lanzando al grupo más grande el último pollo crudo—. Muchos de ellos te ven como alimento, por eso siempre vengo con pollos. Hagrid, debe alimentarlos antes de usar los carruajes, porque si no tendría algún que otro problema.
El pollo cayó contra la tierra y todos los caballos se agruparon alrededor de él, ansiosos de hincarle colmillo, pero no pudieron. Una figura majestuosa, enorme y temible se abrió paso entre los Thestrals y de un solo mordisco, comió la mitad del pollo.
—Es la madrina. —Harry alzó una ceja, algo confundido por lo que luna acababa de decir—. Nunca había visto una... es preciosa.
La yegua se volteó, y rechinó en dirección a los chicos. Los potrillos se levantaron y a paso torpe se acercaron al grupo, formando una tropilla de más de una docena de Thestrals. Luna agachó la cabeza a modo de saludo cordial, y antes de marcharse, la yegua le respondió, dando un salto mientras abría sus alas semejantes a las de un murciélago. Los Thestrals, se fueron corriendo en dirección opuesta a Harry, hasta desaparecer por completo de su vista.
—¡Qué bueno que no nos arrancaron la cabeza! —exclamó Luna, contenta—... La yegua era temible.
Los dos se acercaron hasta donde los Thestrals se habían agrupado, viendo como nada más quedaban los huesos del pollo, y restos muy finos del pelaje de los caballos.
—¿Qué es eso de la "madrina"?
—Son como el alfa. —Luna recogió del suelo un poco de pelo de Thestral y lo guardó dentro de una bolsita—. Pero en el caso de los caballos, una única yegua es la alfa de la tropilla. Es increíble ¿No crees?
Harry asintió, recibiendo de Luna un mechón de cabello. No era exactamente de color negro. Era como azulado o incluso morado. Todo dependía de la luz con la que se apreciara.
—El pelo de Thestral ³ es bastante caro, y supongo que algunas varitas usan ese tipo de núcleo. ¡Quédatelo como recuerdo!
Agradeció y guardó el cabello dentro de una bolsita que le entregó Luna.
—Ahora me toca ir con los Bowtruckles ¿Me quieres acompañar?
Se lo planteó por un instante y asintió. Al final de cuentas, tampoco era como si tuviera mucho que hacer antes del castigo que tenía con McGonagall. Y antes de comenzar a lamentarse en la sala común, prefería, con creces, pasar ese tiempo con Luna.
—¿Sabías que los snorkack de cuernos arrugados, habitan en Suecia? Este verano voy con mi papá a ver si tenemos suerte y podemos encontrar uno.
Típico de Luna.
• ── ◦ ◦ ── •
Todas las clases se le hacían tediosas, menos una; Astronomía. Se pasaba horas sentado en la sala común, con apuntes de constelaciones y libros con dibujos de planetas, los cuales iba intercalando mientras estudiaba. Sus compañeros lo miraban extrañados, pero no lo molestaban, porque sabían que, si Draco gastaba toda su energía estudiando, luego estaría demasiado agotado para enojarse con ellos.
Esperaba ansioso las noches de los martes, y la anticipación siempre lo hacía estar atento a todas sus clases, mientras contaba los minutos restantes al anochecer. Cuando la luz crepuscular caía sobre los terrenos de Hogwarts, Draco dejaba todas sus cosas y se ponía en marcha, hacia la torre de astronomía.
La profesora Sinistra, todas las semanas, les preparaba alguna tarea interesante. Los materiales quedaban dispuestos para cada alumno y Draco, no podía dejar de sonreír cuando veía el telescopio esperándolo.
Astronomía, de por sí, no era la clase favorita de los estudiantes, y aquellas lecciones extras eran tomadas por una limitada cantidad de alumnos. Contando a Draco, eran solo siete, todos menores a Él, y se hallaba seguro que la gran mayoría, el próximo año, no continuaría viniendo.
Aquella rama, era más científica que mágica. Casi nunca usaban sus varitas y solían trabajar con las guías que la profesora les entregaba. Draco, era consciente que lo que estudiaban en el plan escolar y en esas lecciones extra, no era ni un cuarto de toda la rama de la astronomía.
—Profesora, hoy es luna nueva —comentó una chica de Hufflepuff, de tercero, pequeña, delgadísima, y con el pelo corto ondulado. Draco la reconocía, porque siempre parecía tener frío— ¿Por qué no nos habla acerca de las fases lunares?
—¿Otra vez? —cuestionó la profesora Sinistra, con una sonrisa — Comprendo la devoción hacia la luna, ya que ni siquiera conocemos todo acerca de los efectos de ella sobre nosotros, señorita Spooner. —La chica quitó por un segundo la atención de la profesora y miró a Draco, frunció los labios y arrugó la nariz, al momento en que él también se fijó en ella—. Para los magos y las brujas, las fases lunares representan la vida misma, como todo lo que nos rodea tiene un ciclo racional.
La profesora sacó su varita, apagó las luces de la torre y proyectó las representaciones holográficas de las fases lunares, una por una.
—Todo tiene un comienzo. —La imagen de la luna creciente proyectó frente a todos—. Un estado medio. —Draco cerró los ojos de inmediato al saber que la luna llena estaba siendo mostrada frente a todos, sus latidos comenzaron a acelerarse, pero la profesora avanzó de fase con rapidez—. Y un final.
Con la luna menguante, siendo la última, la profesora juntó esas tres fases principales creando un curioso símbolo en el cielo.
—Esta es la triple luna o triple diosa —explicó Sinistra, encendiendo las luces, y sobre las manos de cada uno de los estudiantes una representación holográfica, del símbolo comenzó a flotar—. Muchos estudiosos de la astronomía le han dado sus significados propios, pero no podemos negar que las fases lunares tienen unos efectos trascendentales, en nuestra fuerza mágica.
Draco jugueteó con las figuras hasta que se desvanecieron de sus manos, se quedó observando la espalda de la profesora, que continuaba con sus explicaciones.
—Profesora, entonces ¿La luna puede hacer que nuestra magia sea más poderosa?
—En efecto, pero no solo la luna. Todos los astros influyen en nosotros cuando hacemos cualquier tipo de hechizo. Desde un sencillo Alohomora. —La profesora se volteó y clavó la vista en cada uno de sus estudiantes—. Hasta un letal, avada kedavra.
El silencio reinó en la torre, y los estudiantes menores, pusieron expresiones asustadas. Sinistra, sin dejar de lado su gesto solemne, decidió apaciguar las emociones contrariadas de todos.
—Pero, no estudiaremos eso —retomó Sinistra—. Ahora, regresen su vista al cielo... ¿Quién me puede decir que constelación es la que está a un lado de Gemini?
Continuaron escrutando el cielo, pero a Draco aquella última revelación era más que suficiente para encender su chispa de la curiosidad. Mientras observaba el cielo, teorizaba de que tan fuerte podía volverse un encantamiento si usaba la astronomía a su favor.
Por eso mismo, cuando todos los estudiantes comenzaron a irse de la torre. Draco se acercó donde la profesora Sinistra, que corregía las guías de los estudiantes.
—Profesora, me quedó dando vuelta eso de la fuerza astronómica en nuestra magia —dijo Draco, dándole su trabajo realizado a la profesora—. ¿Me podría hablar más acerca de eso?
—La magia tiene muchos matices, es única para cada uno de nosotros. Además, la luna es un astro tan inmenso, que hasta los muggles han intentado darle algún significado espiritual que aplicar en sus vidas —contestó Sinistra, recibiendo la hoja de Draco con asentimiento—. Pero la astronomía mágica, en su estado más puro, es algo que si se utiliza de la forma inadecuada, puede traer muchos problemas. Por eso, no se estudia, a menos que, quieras dedicarte al cien por ciento a la materia.
—Es decir, ¿Qué no cualquiera puede aprender esa magia?
—Si fuera así, tendríamos muchos problemas —aclaró sincera, y de su bolso sacó su billetera, enseñándole un curioso papel—. Necesitas un permiso del ministerio para aplicar tus conocimientos. Es un trámite muy tedioso.
Entre sus manos, Draco examinó el carné de su profesora. Era una hoja, completamente, de color negro y las letras destacaban en tonos plateados. "Permiso de regulación astronómica: Aurora Sinistra"
—Así que, aunque quisiera enseñarles ese tipo de magia, no puedo, Draco. —Aclaró, guardando su identificación—. ¿Necesitas algo más, querido?
Era obstinado. Draco la miró, con aún más curiosidad que antes. Respiró profundo y en su cabeza formuló una petición, que logró expresar con inocencia.
—Quería profundizar en lo que vimos hoy, acerca de la constelación de Hydra, pero ya me leí todos los libros de la biblioteca ¿Puede hacerme un permiso para poder acceder a la sección prohibida?
La bruja se lo pensó por un minuto, y luego escribió en un papel, con su letra refinada, un permiso firmado. Que se lo entregó con una sonrisa amable.
—Creo que hay un texto llamado: "El libro de las estrellas". En ese explican, muy claro, el tema de los grados, que puede ser algo confuso de comprender.
—Muchas gracias, profesora.
—Buenas noches, Querido.
Estaba claro que Draco, no quería examinar esa sección por las estrellas. La curiosidad le carcomía por dentro, y le bastaba con un solo párrafo hablando del tema, que le sirviera para poder saciar su intriga. Si la profesora tenía razón, tal vez ni siquiera en la sección prohibida encontraría libros que hablaran del tema. Pero no se iba a quedar de brazos cruzados cuando las respuestas estaban bajo su nariz.
Descendió de la torre de astronomía, decidido a irse a dormir, para que el día siguiente llegara lo más rápido posible. Pero, a la entrada de la torre, la chica de apellido Spooner, lo interceptó con cara de pocos amigos.
—¿Qué te dijo?
—¿Disculpa?
La muchacha lo sostuvo por la cintura, pues ni de puntillas alcanzaba los brazos de Draco, y fingió tener confianza. Temblaba, ya que Draco lucia intimidante. Pero Él no era quien había comenzado la conversación.
—¿Qué le preguntaste? —cuestionó furiosa. Draco no entendía el porqué de ese trato con Él—. Me di cuenta de que te quedaste más rato, para preguntarle algo acerca de lo que nos dijo ¿No? ¿Qué fue?
Ella olía como a pastel de fresas, leche de almendra y una magia tenue, pero su actitud contrastaba con su agradable aroma. Draco odiaba a los metiches, y las personas que se sentían con el derecho de cuestionarle sus decisiones.
—¡Aparta sangre sucia! —insultó Draco con fiereza, la chica murmuró una exclamación, pero no flaqueó su postura—. ¿Por qué tendría que contarte mis conversaciones, niña tonta? Mejor, ve con el resto de las inútiles de tu casa, a jugar a las muñecas, en lugar de hacerme perder mi tiempo.
Encogiéndose de hombros, Draco comenzó a caminar de regreso al castillo, sabiendo que la chica le seguía las pisadas. Cuando entraron al colegio, puso los ojos en blanco y le hizo un gesto para que se marchara. Pero la niña lo ignoró. Esa actitud, le recordaba a Hermione y eso lo fastidió aún más.
Bajaron a las mazmorras, aquello era el colmo. Trató de perderla, pero la niña antes de eso lo alcanzó, sosteniéndolo por la túnica. Con la luz más clara, podía ver lo pequeña y escuálida que era, para ser una niña de su edad, con unos inmensos ojos verdes curiosos.
—Vale, comencemos de nuevo, yo soy Jessica Spooner ⁴, me puedes decir Jessy —se presentó—. Soy de tercero, pero aún no cumplo los catorce, mi cumpleaños es en enero, esperaré tu regalo. —Draco frunció el cejo, pensando en alguna forma de deshacerse de la chiquilla—. Tú eres Draco Malfoy ¿No? A todos mis compañeros le das miedo, pero a mí me parece que solo eres un amargado.
—Muchas gracias por alagarme, niñata —respondió Draco, con poca paciencia—. Ahora, si no quieres que te mande con Umbridge a una bonita sesión de castigos, ¡vete! ¿Comprendes?
La niña asintió y caminó en dirección contraria a la de Draco, pero antes de que Jessica desapareciera, gritó:
—¡Si quieres tu permiso de vuelta, te esperaré el sábado en Hogsmeade! ¡NOS Vemos!
A Draco se le cayó el alma al piso al percatarse que, en efecto, el permiso de acceso a la sección prohibida, lo había robado, aquella niña. Furioso corrió hacia donde ella, pero ya había desaparecido. ¿Cómo demonios podía ser tan rápida una niña tan pequeña?
Gritó fastidiado y volvió arrastrando los pies en dirección a su sala común. Derrotado por una niña de tercer año, y, que además, estaba en Hufflepuff.
• ── ◦ ◦ ── •
Se levantó varias horas antes de lo usual, para ser un sábado. Esperó hasta que la luz comenzara a entrar por la ventana. Y se preparó para su anticipada cita con Cho Chang. Practicó varias líneas de conversaciones imaginarias en el espejo del baño, hasta que otro alumno entró al aseo.
Harry se arregló lo mejor que pudo, con los pocos recursos que tenía guardados en el baúl. Un perfume caducado, pero que seguía oliendo bien, una sudadera y una de las gigantes camisas que había "heredado" de Dudley. Era bastante informal, para su gusto, pero se suponía que no era una cita.
Antes de salir del cuarto, aprovechó de levantar a Ron y guardar dentro del bolsillo de su blue jean, una cajetilla de cigarros.
En la entrada, deslumbrante; con un vestido azul, medias blancas y una chamarra con peluche de color tierra. Estaba Cho Chang, esperándolo. Harry apresuró su paso hasta su encuentro y ambos chicos se sonrieron a modo de saludo.
Eran de los primeros estudiantes en llegar a Hogsmeade, pero todas las tiendas estaban abiertas. Pasaron viendo las vitrinas de los lugares, sin prestar demasiada atención a los artículos que vendían, porque estaban enfocados en la conversación que mantenían.
Ninguno había tomado desayuno, así que lo primero que hicieron fue entrar a tres escobas para servirse. El sitio recién empezaba a llenarse de gente, pero lograron acaparar una mesa para ellos solos.
—La reunión de ayer fue tan divertida —destacó Cho, dándole un sorbo al chocolate caliente que había ordenado—. ¡Eddie es un desastre con el encantamiento desilusionador!
Los dos se rieron recordando la situación. Era la primera reunión del ED de Eddie, y demostró que era Ravenclaw, exclusivamente, por su astucia con los negocios. Harry, de cualquier modo, se encontraba seguro que, si pudo lograr que Neville mejorara en tan poco tiempo, cualquier estudiante podría lograrlo.
—¿Cuál será la siguiente lección del ED, Harry?
—Quiero repasar lo básico y antes de navidad empezar con el Patronus.
—¡Estoy ansiosa! —exclamó Cho—. Escuché, que puedes hacer un Patronus corpóreo.
Harry asintió y comenzó a explicarle algunos detalles sobre la forma que adoptaba su Patronus. Cho oía atenta, sin perder ningún detalle de lo que Harry decía, algo que le trasmitía mucha confianza consigo mismo.
Decidieron dividir la cuenta, y Harry fue a pagarla. Cuando madame Rosmerta le pasó su recibo, Harry se percató de la curiosa cabellera rubia que se encontraba a un par de mesas detrás de él. Abrió los ojos sorprendidos y pudo destacar en el gesto de Draco una sonrisa tranquila, y sutil, la cual iba dirigida a otra persona, pero que no logró visualizar.
Regresó a su mesa y salió con Cho Chang tan rápido como pudo, lamentándose de todas las cosas que dijo acerca del ED en voz alta ¿Habría logrado escuchar algo? Por su expresión parecía que no, pero nunca podía estar seguro de Draco.
No tuvieron que caminar demasiado, antes de que sus dudas fueran resueltas. Cho olvidó su bolso en tres escobas y, a pesar de que no quería regresar, los dos dieron media vuelta. Encontrándose de frente con Draco y una curiosa niña que se aferraba a él, por su camisa.
—Malfoy.
Draco entrecerró los ojos y trató de ocultar a la niña, detrás de su espalda, pero esta no hizo caso. En su lugar, le dio un puntapié a Draco y exclamó casi gritando.
—¡¿Eres Harry Potter?!
Sin saber que hacer, Harry asintió, provocando en la pequeña una eufórica reacción. Cho Chang, sonriendo por la cómica situación, fue, rápidamente, a buscar su bolso. Cuando regresó, tanto Draco como Harry se dedicaban una de sus innumerables batallas de miradas, mientras la niña, trataba de conseguir un autógrafo.
—¿Nos vamos, Harry? —preguntó Cho, acomodándose el bolso. Harry Asintió y frunció el cejo—. Nos vemos pequeña.
—¡¿Qué?! No pueden irse todavía ¡Vamos Draco, diles que no se vayan!
Muy molesto, Draco se agarró la cabeza, tomando a la niña del brazo, con brusquedad. Casi arrastrándola hacia afuera de la taberna. Estaba claro que ella no quería irse todavía, y ante su rotunda negativa, Harry propuso:
—Bueno, creo que aún tenemos algo de tiempo, ¿no?
Se soltó de Draco, dando un fuerte mordisco en el dorso de la mano del chico, y tan pronto se acercó a Harry, comenzó a conversar, animadamente con Harry. Todos salieron de tres escobas, en dirección hacia el bosque, justo después de que Madame Rosmerta los echara por estar causando un molesto alboroto.
Mientras Cho apreciaba el paisaje a su alrededor, y Draco examinaba la situación con un humor de perros. En cierto momento, incluso Cho intentó entablar conversación con Malfoy, pero este solo la ignoró.
—Entonces ¡Es cierto que mataste un basilisco en segundo! Y... ¡Entraste al bosque prohibido en varias ocasiones sin resultar herido!
—Si... Bueno, no fue la gran cosa, porque contaba con la ayuda de mis amigos —explicó con modestia, pero tratando de sonar impresionante para una niña—. ¿Te conté que conseguí la piedra filosofal en cierta ocasión? —La niña negó con la cabeza, y Harry miró de reojo a Draco, con una sonrisa burlona—. Esa vez, también entré al bosque prohibido, pero ¿Por qué no dejamos que Malfoy nos cuente esa historia?
Sin poder soportar eso por más tiempo, Draco cerró sus manos en dos tensos puños, detuvo al grupo, y sostuvo a Harry por los hombros. Se quedaron viéndose un par de segundos en silencio, hasta que Draco cambió su foco de atención a la niña.
—Jessica, dame lo que me robaste —ordenó Draco, extendiendo la mano. La niña, que se hallaba entusiasmada de hablar con Harry Potter, le entregó el papelito a Draco sin pensarlo dos veces—. Ahora, ¡Queridísimo Harry Potter, me voy de vuelta al castillo y te dejo encargada a esta pequeña molestia! —Sonrió, haciendo un gesto con la mano a la chica, quien asintió emocionada—. De seguro que también le gustará la historia de los dementores ¿No crees?
Dio media vuelta, y Draco desapareció con una impresionante velocidad, de la vista de los tres. Harry se percató entonces de que Draco había vuelto a jugársela, ya que su no-cita, se transformó, de repente, en una salida de niñeras.
—Hijo de puta —maldijo Harry, sacándole una sonrisa a Cho—. ¡No te rías! Ahora ya no podremos seguir lo que tenía planeado.
La chica carcajeó de forma sincera y sin motivo, le dio un leve beso en la mejilla —No sabía que tenías planes, Harry —Susurró y luego se dirigió a ambos de forma general—. ¿Qué les parece si vamos de vuelta al castillo, mientras Harry nos cuenta la historia completa del basilisco?
—¡Si!
Fue por un instante, pero Harry agarró el coraje para sostener la mano de Cho y reír. Le hizo un gesto a Jessy, quien solo quería oír el relato de Harry.
Tal vez esa cita no había salido tan desastrosa, al final de cuentas.
• ── ◦ ◦ ── •
Apenas tuvo el papel en su poder, salió corriendo de vuelta al castillo. Aliviado de no tener el olor de Harry impregnado en su nariz y haberse quitado a la niña de encima de él.
Jessy no era una mala chica. Su problema era que habla demasiado. Siempre tenía algo que decir, y odiaba cuando su opinión no era escuchada. Algo que ponía de nervios a Draco, que detestaba que le discutieran sus indicaciones.
Cuando entraron, Jessy y Él, a las tres escobas. Por sobre los dulces aromas del desayuno, Draco pudo identificar el leve aroma de Harry, pero no le prestó demasiada atención, porque su único propósito era lograr recuperar su permiso. Dejó que la niña pidiera todo lo que quisiera y mientras esperaban a que trajeran el pedido, Jessy comenzó a relatarle algunas cosas que le habían ocurrido durante la semana. Estaba tan enfocado en la niña, que casi se olvidó, de que Harry, también estaba en la taberna.
Pero ya nada de eso importaba. Poseía la autorización y, entró al colegio, con el corazón agitado, por la maratón que había recorrido desde Hogsmeade hasta la biblioteca. Enseñó el permiso y si mayores complicaciones, le dieron el acceso libre a la sección prohibida.
Leyó carátulas de los libros, algunos con los títulos más extraños que se le hubieran ocurrido poner a un texto. Llegó a la sección de libros sobre astronomía, que contaba con pocos ejemplares. Retiró todos y se los llevó a una mesa. Para estudiar cada una de las páginas de los textos.
Estuvo tan enfocado en absorber el contenido de aquellos libros, que ni siquiera se interesó del almuerzo o la cena. Él solo quería leer lo que más pudiera y continuar al día siguiente. Cuando descansaba su vista, se enfocaba en la pequeña herida que Jessy le hizo en un afán de escapar de su agarre. Era una mordida profunda, pero poco a poco se fue desvaneciendo.
Nada sobre magia, en ningún libro. Mencionaban algunas preparaciones de pociones que se hacían con polvo estelar, constelaciones, signos zodiacales y matemáticas muggles.
Cuando la bibliotecaria le dio la última advertencia sobre el cierre de la biblioteca, Draco por fin encontró algo que lo perturbó, y, que lo hizo desistir de su tarea, completamente.
"Son reducidos los estudios que se han realizado al respecto, pero las conclusiones son bastante concretas. La licantropía, o considerada por los astrónomos mágicos como la enfermedad lunar, podría llegar a ser la solución a varios de los problemas acerca del uso irresponsable de la magia astronómica. Aún se desconocen la razón exacta de la transformación a lobos, en luna llena. Pero muchos pensadores han concluido, que es debido al gran potencial que pueden llegar a adquirir estas criaturas con el control de la magia astronómica.
Esto no son más que hipótesis, pero también podría ser una de las razones por la cual el ministerio de magia ha clasificado a estas criaturas como XXXXX, aun sabiendo que con un poco de plata, sería más que suficiente, para acabar con un licántropo."
La curiosidad mató al Gato. Y Draco acababa de descubrir algo que no quería. Que, tal vez, su enfermedad podría llegar a ser una ventaja.
Pero al mismo tiempo su peor maldición.
Ahora quedaba en sus manos si quería ser cada vez más bestia o humano.
• ── ◦◦ ── •
1) Wolf in Sheep's Clothing: Set it Off
2) Tropilla: es un conjunto de caballos que son guiados por una yegua madrina.
3) La varita de saúco tiene núcleo de pelo de Thestral.
4) La considero como mi primer OC, ya que Eddie si fue un personaje secundari ooficial. Me pareció divertidísimo escribir a Jessy, y el fastidio de Draco. Todo esto tiene una explicación a futuro, pero la casa que escogí para ella es honor a la mía. Hufflepuff.
¡HOLA!
He averiguado tanto sobre los hombres lobos, que comencé a leerme artículos especializados sobre el tema ¡En inglés! Mis amigos, creen que estoy loca, pero ¿Cómo decirles que es para un fanfic gay que estoy escribiendo? LOL
Si te ha gustado este capítulo, me lo puedes hacer saber con un voto, comentario o compartiendo este fic con tus conocidos. Te lo agradecería un montón('∩。• ᵕ •。∩')
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