"Frente al sol, frente al sol
Enfrenta al sol y cae

Tu serías el indicado, se el primero

Por favor recuerda cuando tenía diecisiete

Rompe tu cuello, Rompe tu cuello

Rompe tu cuello y continúa" ¹

• ── ◦ ◦ ── •

Su forma más efectiva de lidiar con el estrés era llenándose de trabajo. Estudiaba durante extensos periodos o se dedicaba con fervor a descubrir el misterio de las desapariciones de los alumnos. Tenía pocos detalles concretos, y Filch, era el único que lo había visto, por lo tanto, tampoco era que se trataran de datos muy confiables.

Era estúpido. Aquel castillo poseía más misterios que cualquier otro lugar en el mundo, y sabía que, ni con una vida completa, lograría a encontrarlos todos.

De cierto modo empezó a desmotivarse y, la única forma de entretención que le quedaba era con la distracción diaria que le brindaban sus compañeros de casa. Su nombramiento como jefe de la Brigada causó tanto revuelo, que todos los alumnos de Slytherin, de su mismo año, habían decidido inscribirse en la brigada. Umbridge parecía encantada e incluso, le alagó por: "estar propagando una sana convivencia y el orden".

El problema con estos nombramientos fue que, a los tres días, todos los relojes de las casas, a excepción de Slytherin, fueron vaciados por completo. Podía sentir las miradas resentidas de la mitad del castillo encima de él, a pesar de que solo había quitado una decena de puntos. En el fondo, sentía un poco de pena por todos los niños de primero, motivados en contestar todas las preguntas durante sus clases, para que al sonar la campana, se toparan con un miembro de la brigada y se los arrebatara en un segundo.

Todos, comenzaron a considerar a Draco como el perro faldero de Umbridge. Incluso los miembros de su propia casa comenzaron a extenderle peticiones a él, para que se las hiciera llegar a Dolores. Estaba frustrado y deprimido, sin siquiera saber aun como se había metido en todo ese lío.

Alguno de los mejores remedios a esos días tan malos, fueron las cartas de su madre que se volvieron recurrentes, y siempre venían con un pequeño regalo. El búho de la familia era tan hermoso, que Draco no se resistía a ir a la Buhonera después de clases, y antes de que el ave emprendiera vuelo, le daba algún bocadillo.

Ese día estaba más desconcentrado de lo habitual y supuso que era por motivo de sus próximas vacaciones, por eso mismo que tuvo que revisar su horario de clases, antes de dirigirse directo a la torre de astronomía. Iba a ser la última lección de la profesora Sinistra, para todos, antes de las vacaciones. Draco tenía ciertos sentimientos encontrados, pero de todos modos, subió junto a su casa.

Llegaba a ser hilarante la división tan obvia en los horarios de clases, pero el efecto se intensificaba cuando tocaba con Gryffindor. Sinistra, que era de los pocos maestros que no se abanderaban por ningún lado, y detestaba las discusiones entre los estudiantes (en parte influenciada por su gran amistad con la profesora Sprout), siempre insistía en mezclar algunos grupos de estudiantes con otros.

—Vamos chicos, dispérsense, por favor —ordenó Sinistra, tranquila, haciendo algunos gestos a los estudiantes, quienes acataron la orden—. Muy bien, Malfoy, Zabini, Nott y la señorita Pansy, entre medio de Weasley y el señor Finnegan.

Harry frunció el cejo y Draco se esforzó en quedar entre medio de los cuatro, pero ni Zabini o Nott querían permitirlo. Seguían resentidos y ocasiones como aquellas eran ideales para hacerlo pagar. Draco, los miró con agresividad, pero Pansy accedió a ser ella quien se sentaba más cerca de Weasley.

Su nariz temblaba por la cercanía de Potter, mezclada por la magia fuerte de Hermione, y el enojo tan evidente de Weasley; estaba resultando un martirio para él.

Por eso mismo, que intentando parecer inocente, hundió su cabeza en el hombro de Pansy, fingiendo estar cansado.

—Muy bien, así me gusta más —confirmó satisfecha Sinistra. Ese día, se había esforzado en su vestimenta, ya que aquella túnica color azul marino y los inmensos aretes plateados, resaltaban de maravilla en su piel oscura—, esta es nuestra última clase del semestre. Me imagino que ya deben estar preparándose para los TIMOS de astronomía ¿No?

La mujer se volteó al grupo completo, deteniéndose por un segundo en Draco y luego en Hermione, quien asentía muy orgullosa de sí misma. Avistó como Pansy ponía los ojos en blanco y se volteaba en su dirección, imitando su actitud de estudiante ejemplar.

—Estaba pensando en plantear un trabajo más... inusual. —La mujer acercó la pizarra, y la tiza comenzó a escribir sola—. En especial que solo nos queda una unidad que atender antes de los exámenes, siendo una de las materias menos mágicas y, por mi experiencia enseñando, algo aburrida.

Una extensa queja se extendió por la sala, tan pronto como la tiza dejó de escribir. Draco leyó con avidez, antes de mostrar una mueca fastidiada.

"Trabajo en grupo: Astrometría, estudiando la posición del universo" · ²

—¡Nada de quejas! Agradezcan que solo les voy a pedir este trabajo por el resto del semestre antes que las evaluaciones —refunfuñó Sinistra agitando su varita, logrando que en las manos de cada uno, una extensa guía con complejos dibujos, se materializara—, o me van a decir que, prefieren aprenderse esa guía de pe a pa, para que los pueda evaluar.

Nadie dijo nada, porque ni siquiera Draco era capaz de comprender del todo bien aquella rama. Eran cálculos, fórmulas y diagramación, sin dudarlo no era de su favorita.

—Me lo imaginaba... ¡Quiero que conformen seis grupos de tres! —Indicó poniendo un temporizador—, y debe tener al menos un miembro de la otra casa. ¡Apúrense, tienen diez minutos antes de que yo sea la que los haga!

Como era de esperarse, ninguno hizo ademán de querer juntarse con la otra casa. Frustrada, Sinistra tomó la lista de estudiantes y le dio a cada alumno un número del uno al seis. Repartidos equitativamente. Poco a poco fue llamándolos, y no fue hasta que nombraron el número cuatro que su mundo se fue abajo.

Toda la sala se sumió en un sepulcral silencio cuando, Draco, Neville y Harry dieron un paso adelante. Los tres se miraron por un minuto, sin creer la inédita situación, Draco suspiró frustrado y luego levantó la mano.

—Quiero cambiar de grupo, profesora.

La mujer los miró, pero negó con la cabeza— Tienen que aprender a trabajar con otro tipo de gente, así que no tienen permitido hacer cambios. Continuemos con el sorteo.

Al menos no fue el único desdichado, Pansy con Hermione, gruñeron furiosas al saber que iban a ser juntas. O Zabini, Nott y Weasley.

—¡No! Profesora, por favor, ¡Con ellos de seguro pierdo la materia!

Sinistra meditó la respuesta de Ron y luego se dirigió a Él.

—Tiene razón Weasley. —El rostro de Ron se iluminó, pensando que había sido comprendido—, que conste que la nota es grupal, así que si uno no trabaja los tres desaprueban. —Los graves murmullos volvieron a escucharse, algo que pareció molestar a Sinistra—, ¡Venga, vayan a sentarse con su grupo! Me niego a ver caras largas.

La profesora se dedicó el resto de la clase a explicar el pseudo proyecto. Pero dejó tanta libertad creativa, que lo único que le quedó claro a Draco, era que debía trabajar con Potter. La mujer decidió que primero iban a hacer todas las tareas de clases con el grupo determinado, para comprender al derecho y al revés la materia, y luego tirarse a la piscina.

—¡Motívense, muchachos, que ya están en el último año obligatorio de mi materia! —sentenció Sinistra, mientras la tiza comenzaba a dibujar algo en la pizarra—, sé que muchos les parece aburrida esta asignatura, pero por eso quiero que pongan todo de su parte para hacer un agradable trabajo final. —la tiza se dejó caer y Sinistra examinó el pizarrón—, ¿Por qué no están con sus grupos? ¡Chicos, por favor! ¡Recuerden que en el futuro van a tener que aprender a trabajar con otro tipo de gente! —La mujer puso sus brazos en jarras, dándole un aspecto más intimidante—. No van a ir por el mundo, preguntando a qué casa pertenecen o algo por el estilo.

La frustración de la profesora se reflejó en el parpadeo de las luces, los estudiantes agarraron sus cosas y se comenzaron a cambiar de sillas. Con peleas de por medio, ya que varios no querían ceder su asiento. Vio a Harry que ya estaba cuchicheando con Neville. Draco mordió su labio y antes de irse de su puesto, volvió a hundir su rostro en el cuello de Pansy.

—Suerte, Draco, creo que la tienes peor que yo —susurró Pansy, dándole una palmada en el hombro.

Se acercó dando largas zancadas y se sentó sin dedicarle ni una palabra a ninguno de los dos. Draco trató de parecer indiferente a los aromas, pero en ese momento se dio cuenta de que Neville también tenía ese olor similar a Harry, solo que, en su caso si identificaba los aromas.

—Malfoy.

Se volteó y forzó una fría sonrisa, le dio una vuelta a su anillo dorado.

—¡Que maravilla! Me toca con Potter —respondió sarcástico—, solo espero que sea como lo dicen los rumores, y que mi promedio perfecto, no se estropeé.

—Eres un idiota, Malfoy —contestó Harry, molesto—, hubiese preferido una rata antes que ti.

—Bueno, Potter, también creo que una rata trabajaría más que tú. —Draco, se apartó un mechón de cabello, y luego miró a Longbottom—, ¡Longbottom, eres tan invisible que ni siquiera me había percatado que te tocaba conmigo!

El chico apretó los puños en su pantalón y Harry se levantó del puesto, encarando a Draco. Estando cada vez más cerca, Draco comenzó a temblar y ya no pudo sostener la mirada. Su estómago rugió con fuerza y pudo sentir como sus papilas gustativas le recordaban el sabor a la sangre de Potter.

Fue chocante como Harry estiró su mano y Draco la miró por un segundo.

—Solo seremos compañeros por esta vez, no quiero perder astronomía por una tontería —dijo Harry, con las mejillas sonrojadas—, ya tengo suficiente con haber desaprobado pociones.

No le dio la mano a Harry y, en su lugar, la apartó. Potter, bastante decepcionado se volvió a sentar, pero no fue hasta que Draco volvió a hablar que el ambiente se calmó.

—Mira, que conmigo basta y sobra, para aprobar astronomía. Pero, si hacemos algo manual, voy a necesitar ayuda —farfulló—, la que tiene letra bonita es Pansy, no yo.

Ambos asintieron, firmando ese pacto invisible y volviendo a atender la clase. Sinistra explicó los contenidos con claridad, y logró sumergir a Draco en una profunda concentración.

—Malfoy, yo tengo letra bonita —mencionó Harry, sacando a Draco de su trance—, Hermione siempre me lo dice.

El chico lo miró con odio y concluyó su intercambio de palabras.

—Regla número uno, Potter: No me molestes cuando están explicando.

• ── ◦ ◦ ── •

Ajeno, podía llegar a sentir el frío mármol que todo su cuerpo sentía al hacer contacto contra la superficie. No podía moverse ni un solo centímetro, pero escuchaba como se movía en dirección a un largo pasillo que se le hacía conocido.

Visiones se entrelazaban entre sí, Harry no lograba diferenciar lo que era verdadero y lo que era falso. Solamente, era consciente de, donde fuera que se hallara, ese cuerpo no era suyo. Trató de afinar los sentidos, hasta que pudo ver a una persona que rondaba con calma y por unos pasillos llenos de estanterías repletas con bolas de cristal.

Fue por el brillo que desprendía la punta de la varita del otro mago, que logró identificar al instante el cabello pelirrojo del hombre. Quiso gritar, pero de su boca no salieron nada más que siseos.

Aquello alertó al hombre , pero ya era tarde. Cuando el señor Weasley se volteó, la serpiente (Harry), se enredó entre sus piernas y lo hizo caer de espaldas. La varita rodó lejos de él y la serpiente comenzó a atacar a Arthur sin piedad.

Harry, sin soportar seguir viendo la escena, se levantó agitado. Apartó las sábanas y obligó a que Ron también despertara a pesar de la insistencia de su amigo en continuar durmiendo.

Bajaron corriendo, con ron confundido y sin saber aun si eso era aún parte de su sueño, y Harry se dirigió a la habitación de la profesora McGonagall. Tocó desesperado y pocos segundos después, la mujer abrió, en bata de noche, con el pelo igual de esponjoso que el de Hermione y poniéndose los lentes para diferenciar quienes la estaban molestando.

—¡Chicos, por dios! ¿Saben tan siquiera la hora que es? —formuló la profesora, irritada—. ¿Qué quieren tan tarde?

Fue entonces que Harry comenzó a relatar lo de su sueño con las palabras atropellándose en su boca. Ron también oyó lo que decía su amigo, y su mundo se le vino abajo. La mujer luego de oír la desesperación de su alumno agarró por los brazos a ambos chicos, y procurando que no se le saliera una pantufla, fueron lo más rápido que pudieron al despacho de Dumbledore.

El director yacía insomne y no tenía ni siquiera pijama puesto. Casi como si hubiese anticipado que ellos venían a verlo. Harry respiró profundo y volvió a rememorar el vívido sueño, incluso con más dolor que antes, porque le molestaba saber que Dumbledore solo le prestó atención en aquel momento. Cuando estaba débil y agitado.

Mandó a la profesora a despertar al resto de los Weasley, y Harry se quedó observando como el profesor hacía los preparativos para el próximo viaje. Ron temblaba de angustia y miedo, por lo que Harry, sin saber bien como consolar a su amigo, le apretó la mano en modo de apoyo.

Le frustraba esa situación, con el profesor tan dispuesto a ignorarlo. Soltó la mano de su amigo y enfrentó a Dumbledore, sin temer más.

—¡Me puede decir que me está pasando! —gritó Harry, obligando a que Dumbledore lo mirara—, ¿¡Por qué puedo ver esas cosas!? ¿Por qué yo era la serpiente?

Le hizo un gesto a Phineas, el cuadro que estaba conectado con la casa de Grimmauld place, y el hombre desapareció. Dumbledore suspiró frustrado, pero no respondió, porque el resto de la familia Weasley entró. Todos lucían asustados, en pijama y pálidos.

—¡Dumbledore, lo hemos localizado! —avisó un cuadro a su costado derecho—, no tiene buen aspecto, para nada ¡Ya se lo llevaron a San Mungo! Pero parece que está en muy mala condición!

Dumbledore asintió y preparó el traslador. Todos se agarraron del objeto. Y mientras contaban, la cicatriz de Harry comenzó a arder. Como estaba tan enfocado en ese lugar, abrió los ojos cuando sintió como tocaba el suelo, nuevamente.

De la casa salió Sirius, que estaba agitado, todos entraron a la casa con prisa. Los Weasley, querían ir a visitar a su padre, pero Sirius se los impidió cerrando la puerta con fuerza. Los gemelos eran los que mostraban más reacios a esperar, en cambio, tanto Ginny como Ron se desplomaron encima del sofá, resignados.

—¡Deben esperar a su madre! —ordenó Sirius, atajando por tercera vez a Fred—, no sean tontos ¿o quieren levantar sospechas en el ministerio acerca de que Harry ve cosas que suceden a cientos de kilómetros de distancia? —Los gemelos, con los brazos en Jarras entraron al salón—, así está mejor. Su padre sabía muy bien en lo que se metía, y ustedes ahora deben esperar hasta que obtengamos noticias sobre lo que sucederá.

Escucharon a otra persona bajar por las escaleras. Era Remus, con el cabello tan canoso como si esos meses lo hubieran envejecido una década.

Saludó con una incómoda sonrisa y se puso al lado de Sirius, que tenía, un poco de mejor aspecto que Lupin. Era la barba de semanas, un par de cicatrices nuevas y las profundas ojeras, lo que lo hacían ver amargado.

Lo único rescatable es que, gracias a la señora Weasley, ninguno de los dos parecía haber adelgazado y tenían la ropa pulcra.

Se quedaron esperando en silencio, mientras bebían té o cerveza de manteca, que Remus les sirvió. Un ave se apareció de repente en medio de la sala, se trataba de Fawkes, el ave fénix de Dumbledore, quien dejó caer la carta que traía en el pico, antes de volver a esfumarse.

Fred la recogió y leyó en voz alta el contenido.

"Su padre está mejor, lo han internado y tal parece que no va a pasar a mayores. Me quedaré en San Mungo hasta mañana, por ahora, quédense en la casa, que yo iré a recogerlos temprano. MW"

Los adultos se cruzaron de brazos y asintieron. Sin poner en cuestionamiento nada más, los Weasley subieron las escaleras para intentar irse a dormir. Harry fue el último en subir, porque pensó que al menos Sirius quería decirle algo, pero no fue así. Tanto Lupin como su padrino se quedaron charlando en susurros, con aspecto preocupado en el rostro.

Entró a la habitación y sin esperar por más tiempo, fue a abrazar a Ron. Era de esos momentos en los que el contacto físico íntimo estaba justificado. El chico comenzó a llorar en silencio, mientras se aferraba a la bata de Harry, Tenía las manos gélidas y se sentía extraño abrazar a Ron, que era más alto que Él. Esperó a que se desahogara, y luego, sin decir ni una sola palabra más, se fueron a acostar.

Porque Harry y Ron estaban en ese punto de la amistad, donde era mejor expresar tus sentimientos que explicarlos.

Harry se quedó viendo la ventana, recordando que faltaba una semana para navidad y se había adelantado al viaje planificado.

• ── ◦ ◦ ── •

Avanzó hasta la entrada, y Draco soltó las maletas, fundiéndose al fin en los brazos de su madre.

Continuaba creciendo a una velocidad impresionante, Narcisa se hundió en el pecho de su hijo y comenzó a acariciar el pelo de Draco. Su ansiedad mermó al instante, y se dedicó a recordar el olor de su casa, de su familia, de Él mismo.

Cuando se separaron, Draco se percató de la sonrisa forzada que su madre mantenía. Él le acarició la mejilla y la mujer tuvo que respirar para contener el llanto, luego asintió y se volteó, dándole el aviso de que su padre no llegaría hasta la noche. Lo interpretó como una orden para que deshiciera su bolso, antes de la hora de la cena, Draco tomó su maleta y subió las escaleras hasta su cuarto.

Se detuvo en el pasillo tratando de aclarar sus pensamientos, había un aroma nuevo, muy parecido al de Harry. Tal vez era su propia obsesión o porque estaba relacionándose demasiado con el sujeto, pero no negaba que era el mismo olor desagradable de Potter.

En sí, Potter no olía desagradable, porque no podía identificar del todo su olor, ya que era el único que nunca había logrado descifrar. Solo que algo en la marca que Draco recordaba, olía como húmedo, frio o incluso atemorizante.

"Nada más, le estoy dando demasiadas vueltas a lo del trabajo, es imposible que haya estado aquí" Pensó Draco, poniéndose en marcha de nuevo.

No recordaba lo fría que era su casa, algo normal considerando lo inmensa que era la mansión, así que con su varita hizo un hechizo que calefaccionó su habitación. Sabía que por hacer un tipo de magia tan sencilla, no iba a meterse en problemas.

Se acercó a la ventana, en el marco se acumuló la nieve y no podía abrirla, porque estaba congelada. De todos modos, tampoco tenía la intención de hacerlo.

Paseó por su cuarto, rozando cada superficie con su mano. Se lanzó encima de su cama y rodó. Abrió su armario, únicamente, para hundir su cabeza en su ropa. Quería invadir aquel espacio de su olor, porque era suyo.

Luego de ese proceso, se dedicó a desempacar, dejando los textos que había pedido de la biblioteca del colegio, sus propios apuntes y algo de ropa. Tampoco traía demasiado.

Metió la mano de su bolsillo, y sacó el pañuelo. Maldijo, al darse cuenta de que se olvidó de devolverlo. Lo quedó mirando por un par de segundos, y lo dejó encima del escritorio, junto a sus cuadernos.

Volvió a recostarse en su cama, aliviado, con la sensación de que, por esas semanas, nada podía salir mal.

Porque estaba en casa.

• ── ◦ ◦ ── •

Sus pasos se ralentizaron, hasta que se detuvo frente a una imponente puerta de metal firme. Aplastó los pliegues que se formaron en su traje y tocó con suavidad la puerta.

—Pasa.

Acatando la orden, entró, sintiendo al instante su presencia. Agachó la cabeza y adoptó una nerviosa postura. Trató de controlar su respiración, a pesar del terror que Él ejercía.

—Mi señor, vine tan pronto como me lo pidió.

—Bien hecho, Lucius, parece que intentas redimirte ante mí —habló la ronca voz. Lucius se atrevió a mirar los rojos ojos de Voldemort, para volver a bajar la cabeza cuando este se acercó a Él—. Aún estoy decepcionado de ti, siempre creí que eras uno de mis mortifagos más fieles.

Sintió el gélido tacto de Voldemort, cerró los ojos por mero instinto y habló con la voz temblorosa.

—Mi... Mi señor, por... por favor perdóname. Yo nunca quise dudar de usted. —suplicó. Voldemort lo agarró por el mentón y lo obligó a mirarlo a los ojos—Me obligaron, se lo juro. Haría lo que fuera solo para lograr su perdón.

En aquel rostro, pudo identificar una sonrisa, justo antes de que Voldemort lo soltara con fuerza. Lucius se limpió las gotas de sudor que habían caído de su frente.

—¿Lo que fuera? —Lucius, volvió a asentir—, muy bien, tomaré tu oferta de inmediato, Lucius. Espero que no te arrepientas, porque me enfadaré y no tendré remordimiento en tomar las represalias que sean necesarias ¿Comprendes?

Su garganta se sintió seca, pero murmuró un sí como respuesta. El señor tenebroso se sentó en el sillón de cuero y jugueteó con su varita.

—Pronto será navidad ¿no? Hace décadas que no celebro una noche buena. Pero supongo que tú sí que has tenido el privilegio ¿Cierto? —Lucius no respondió, y en su lugar se arrodilló, mientras seguía susurrando disculpas—, Si, si... Si no me equivoco, tienes un hijo de la misma edad de Potter. ¿Cómo era que se llamaba?

—Draco, pero él no es amigo de Potter, en realidad, siempre que me habla de Él, lo hace con desprecio.

—Veo que ha sido bien criado entonces —afirmó Voldemort, enderezándose—. ¡Vamos levántate del suelo de una vez! Hoy no te pediré nada, pero pronto sí.

—Si, mi señor.

—Draco entonces... Una lástima que no lo vaya a conocer aun, porque me he percatado que Potter también ha estado al pendiente de tu muchacho —contó Voldemort—, parece que su odio es mutuo... Muy bien, Lucius, mi regalo de navidad te lo cobraré pronto. ¡Vete con tu familia! De seguro que ya te deben estar esperando.

—Gracias, mi señor.

No recibió una respuesta, y en su lugar, Voldemort le hizo un gesto que provocó que Lucius saliera apresurado de su "despacho".

Se quedó sentado mirando a la pared, y se concentró cerrando los ojos, chasqueó los dedos, y de la nada una copa se materializó en sus manos, llena de agua. Le dio un sorbo al líquido y continuó con los ojos cerrados.

—Vamos a ver, Potter... Muéstrame como están yendo esas navidades.

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1) Icarus_ With confidence.

2)Astrometría: Es la rama astronómica que se encarga de medir y estudiar las posiciones de los astros. Esto tendrá, en próximos capítulos una gran importancia.

Hola!

Con este capitulo doy por finalizado el primer semestre de quinto año. El próximo capitulo, que ya he estado planificando, se viene un poco intenso.

En estos momentos es cuando desearía que fuera navidad, para que lo que publico esté acorde a la fecha. JA.

Si te ha gustado este capítulo, me lo puedes hacer saber con un voto, comentario o compartiendo este fic con tus conocidos. Te lo agradecería un montón (‿◠) ✌

THE_MACHINE