"Me tomaré mi tiempo
no soy un pensador muy bueno
Leíste mi mente
Mejor dejarlo sin decir
¿Por qué no puedo dejarlo sin decir?
Tu sabes que hablo demasiado
Así que cariño coloca tus labios sobre los míos y cállame
Yo hablo demasiado
Nosotros hablamos demasiado" 1
• ── ◦◦ ── •
—Números, Potter, son solo números; no es tan complicado.
Harry devolvió su vista a la guía de trabajo, sin comprender en absoluto, nada de lo que ponía, a pesar de que los dos habían puesto la misma atención a la profesora Sinistra, Draco comenzó a hacer sus cálculos con la calculadora tan pronto como pudo, convirtiéndose en el primero de la clase en terminar.
Por su parte de la mesa, Harry se rascó la cabeza y luego murmuró:
—De todas formas ¿De qué me va a servir esto en la vida? —Draco observó el indignado gesto de Harry, rodando los ojos—. Sé sumar, restar, dividir y se me sé memoria las tablas de multiplicar hasta el diez ¡Con eso es suficiente!
Neville tampoco lo estaba pasando mejor, y se confundió aún más cuando leyó el trabajo de Draco.
Aquella situación estaba siendo cansina para Draco, en especial tras que la profesora especificara que cada tarea hecha en clase (por cada integrante del grupo) contaría para la calificación final. Elevó la cabeza para ver como lo llevaban el resto de los grupos, encontrándose con la mirada satisfecha de Hermione y la mueca desesperada de Pansy.
Al menos no eran los peores.
—Ponlo en perspectiva, Potter —juzgó Draco, apoyando su mentón encima de la mesa—, con esto podrías calcular la velocidad y fuerza exacta para atrapar la snitch.
Draco hizo rodar el lápiz grafito por la mesa, Harry lo vigiló con la mirada, hasta que lo agarró.
—En ese caso, esto te servirá a ti.
Draco sonrió, mostrándole los caninos, se lamió los labios y se llevó la mano hasta el bolsillo de su túnica, para abrir una barrita de chocolate.
—Pensé que ya toda la escuela estaba enterada —dijo Draco, dándole un mordisco al chocolate—; no voy a jugar.
Si Harry se sorprendió por esta declaración, no lo demostró, porque en su lugar se encogió de hombros sin responder nada. Draco sintió el dulce derretirse en su boca, antes de dejar el resto del caramelo encima del escritorio y arrebatarle el lápiz grafito de la mano a Harry.
—Más les vale escuchar, par de idiotas, porque no pienso repetirlo —advirtió Draco, trazando en la guía de papel de Harry, algunos números—. Esto de aquí son las coordenadas puestas en el plano estelar. —Draco encerró en el círculo los números de abajo y se encimó sobre el papel para ver mejor— Lo de acá son los ángulos (que van desde el 0 hasta el 360), la dirección y el resto lo pueden obviar. —Harry asintió, comprendiendo mejor ahora que hace unos minutos—. La profesora solo les pide que hagan el diagrama de como un objeto pequeño (como un planeta extrasolar) órbita alrededor de un gran objeto; en este caso, las estrellas.
—¿Y cómo sacamos eso? —preguntó Neville, mordiéndose el labio. Draco lo examinó por un segundo, como si hubiese hecho la pregunta más estúpida del mundo—. Es decir, es con la fórmula esa, pero...
Draco encerró en un gran círculo los números enlistados abajo, con un nombre específico entre paréntesis.
—Deben identificar los objetos pequeños que tienen masa en común con alguna estrella (sacando la masa de las estrellas, con la fórmula general), y luego trazarlo.
Se volvió a separar de la hoja y le dio un mordisco a su barrita de chocolate, satisfecho de su explicación; Neville y Harry se pusieron manos a la obra con su trabajo, mientras Draco observaba nostálgico el cielo lleno de estrellas, pero sin luna.
—Te hiciste un piercing —señaló Harry, posicionando el compás—, no sabía que estaban permitidos en el colegio.
—Soy prefecto, el mejor mago de nuestra generación, jefe de la brigada inquisitorial y Malfoy —puntualizó Draco, estresado porque ya sentía el efecto del hechizo desvanecerse—. No me van a expulsar por llevar un arete.
Harry rodó los ojos y pasaron los minutos siguientes en silencio, inclusive cuando terminó su tarea. Draco hizo un mohín con los labios, al comenzar a identificar más aromas, en especial el de Harry que lo incordiaba; en cierto punto ni siquiera Harry supo por qué Draco lo analizaba con tanto odio, si todavía no hacía nada detestable como para molestarlo.
Draco, sin embargo, solo trataba de idear una estrategia, para que tanto Neville como Harry se dieran vuelta, y el pudiera volver a conjurar el hechizo.
Normalmente, el conjuro duraba el doble de tiempo, pero siempre que se encontraba más de cinco minutos con Potter, toda la magia se desvanecía, como si su cuerpo rechazara el impedimento que ponía contra Harry.
—¡Quienes ya hayan terminado, me pueden traer su trabajo!
Harry y Draco se levantaron al mismo tiempo de la mesa; el primero solo quería escapar de esa rabia contenida que ejercía Draco, quien quería escapar del aroma de Harry. Sin pensarlo demasiado, Draco acabó por recoger las tres guías y se dirigió a la mesa de Sinistra, donde se puso de espaldas a todos, y volvió a conjurar el hechizo.
Cuando estuvo de vuelta en su puesto, Harry tenía el cejo fruncido, pero al menos ya no apreciaba su olor.
El resto de la clase pasó sin pena ni gloria. Ya que ese era el único trabajo propuesto, a pesar de la planificación inicial de la profesora. Draco se aburrió como una ostra, haciendo girar un galeón en la punta más alejada de la mesa, mientras Neville y Harry cuchicheaban, igual que un par de colegialas. De vez en cuando intercambiaba miradas resentidas, pero nada inusual.
Para cuando volvió a reunirse con sus amigos, Harry ya se había ido de la sala de astronomía, dejando atrás suyo la estela de su aroma que ya comenzaba a envolver a Draco una vez más.
• ── ◦◦ ── •
La idea, al comienzo le pareció inocente y amable; se daba cuenta de que, según el espejo por el que se mirase, podía tratarse de una salida entre amigos, familiares o, en los ojos equivocados: una cita.
Jessi esperaba a Draco sentada encima de la fuente, ese día hacía un sol que alumbraba, pero calentaba poco, aunque sí que daba la impresión de hacer un buen clima, por lo que Draco optó por ir en sudadera al igual que Jessi, siendo la primera vez que el chico veía a la niña con ropa de su talla.
Tal vez prefería verla con ropa más ancha, así lograba obviar lo fina que era en realidad.
Se alegraba de que, como todo el colegio iba a estar pendiente del partido de Quidditch (Slytherin v/s Ravenclaw), Hogsmeade iba a estar casi vacío.
Caminaron hasta el pueblo enfrascados en una conversación demasiado friki acerca de la que consideraban, la constelación más compleja, al final, en el momento en que Jessi mencionó a "hércules", Draco le dio el beneficio de la duda, solo porque ni él sabía cómo dibujarla.
Llegaron a tres escobas, hambrientos y con Jessica decidida a exprimir el dinero de Draco al máximo.
—Yo elijo por los dos ¿vale? —propuso la niña, antes de que Draco pudiera abrir la carta—, ¿eres alérgico a algo?
Draco negó con la cabeza y ella sonrió en respuesta, luego de cinco minutos leyendo el menú, asintió y pidió platos de todos los sabores.
Se quedaron charlando, esta vez con Draco prestando atención en el machucón que era menos visible que la primera vez, aunque continuaba notándose en su frente.
—¿Cómo te hiciste esa herida? —preguntó Draco, señalando el hematoma—, parece que fue un golpe muy fuerte.
Jessica se sonrojó antes de volver a acomodar su flequillo, miró a un costado y se enderezó en su silla.
Su actitud no era lo único que mostraba un notable cambio, a ojos de Draco, el cabello parecía más desgreñado que nunca, con mechones disparatados y mal cortados, sus ojos lucían cansados y de vez en cuando se quedaba mirando sin ningún objetivo, como si estuviera preocupándose por algo.
—¿Está todo bien?
—¡Mira, ahí viene la comida! —señaló Jessica, pero Draco no le quitó los ojos de encima, ambos esperaron a que dejaran los platillos encima— Fue por un accidente, me golpeé contra una mesa cuando jugaba con mi hermanito.
—No sabía que tenías un hermano.
Jessica le dio un sorbo a su malteada (de fresa) antes de contestar—. El próximo año entra al colegio, es algo pesado, y a veces me quita mis juguetes. —Draco mordió un Bollo de Bath, delicioso, aunque no lo pediría otra vez por qué no era fan de las pasas—, pero igual lo quiero harto. ¿Tienes hermanos?
Jessica tenía es excepcional cualidad para poder desviar las conversaciones a su beneficio, algo de lo que Draco se alegraba, ya que siempre que se quedaba sin tema de conversación, sabía que la niña podría continuar.
—No, soy hijo único —contó Draco—, siempre quise saber lo que se siente tener un hermano.
—Bah... no te pierdes de mucho, la verdad —aclaró Jessica, devorando un plato de galletas, como si llevara sin comer por mucho tiempo—, ¡mi hermano es un cochino! Deja toda su ropa por el suelo, siempre anda ordenándole al elfo para que limpie su desorden y, es muy tiquismiquis, para la comida.
Escuchó a la niña contándole de los problemas los cuales el desconocía podían existir. Ya que solo le tocaba lidiar consigo mismo y ahora que se ponía a analizar, no sabía si eso era una ventaja o, por el contrario, su talón de Aquiles.
Tal vez, si hubiese tenido un hermano, no tendría la cabeza tan llena de problemas, y por fin podría aliviarse con una persona que sabía que lo comprendería.
Eso sí, Draco quería haber tenido una hermana, porque las niñas, después de soportar a sus amigos varones desde primero, le parecían más sinceras, agradables y, sobre todo, pulcras.
Cuando terminaron de comer y Draco pagó la cuenta, comenzaron a pasear por las distintas tiendas de Hogsmeade. No sabía si Jessica era demasiado baja o el, excesivamente, alto, pero de vez en cuando la niña se le perdía entre algunas contadas multitudes.
Una pequeña idea se le cruzó en la cabeza después de pasar por honeydukes, hizo entrar a Jessica para que se comprara algunos dulces, mientras el pagaba por un pastelito, sin que la niña se enterara. Volvieron a salir, y se dirigieron al bosque, compartiendo paletas ácidas, que tuvieron que tirar porque eran demasiado para ambos.
Sentados cerca del riachuelo que cruzaba Hogsmeade, Draco transformó una ramita en una vela, la clavó en el cupcake y la encendió con facilidad. Esperó a que Jessica regresara de recoger piedras, para comenzar a cantar cumpleaños feliz en un susurro. A Jessi se le humedecieron los ojos, se arrodilló frente al pastelito cerrando los ojos con fuerza y pidió su deseo antes de apagar la vela.
—Mira, Draco, si pones las piedras de esta forma —dijo Jessi, ordenando las piedras con una mano, mientras con la otra, mordía el muffin—, tienes la constelación de Hércules.
—Pensaba que la pierna del frente era la arrodillada.
—Si bueno, de cualquier modo, su figura es más compleja que "Virgo".
Era casi sorprendente la precisión con la que Jessica lograba ordenar las piedras, sin equivocarse en ninguno de los puntos y delineando las constelaciones a la perfección.
—Tienes una memoria increíble —señaló Draco. Por más que trataba de recordar las estrellas y la forma precisa de virgo, no podía; porque su mente hacía una interpretación de lo que recordaba.
—Lo sé —contestó Jessica, sin sonar engreída, más bien parecía triste—. También recuerdo cosas de cuando era muy pequeña, pero no es tan genial como parece; aún recuerdo el dolor de la vez en la que me caí y me rompí mis dientes frontales de leche.
Jessi reordenó las piedras, Draco se encogió de hombros y apoyó su cabeza contra el tronco del árbol a su espalda.
—¿Por qué te gusta tanto la astronomía? —cuestionó Jessica—, es decir, el año pasado no asististe a las clases con la profesora Sinistra.
—No tenía ni idea de que eras veterana —se burló Draco—, podría hacerte la misma pregunta ¿sabes? Es más común ver niñas de tu edad apuntadas en el coro o arte.
—Yo te respondo si tú me respondes.
Observaba como Jessica ordenaba una y otra vez las piedras, mientras pensaba en una respuesta que no sonora mística; no podía decirle que tras ser mordido por un hombre lobo, "sintió el llamado de la luna" para que lo estudiase con afán.
—Sinceramente, no tengo ni idea.
La chica asintió y le mostró "Draco", la constelación, en piedras, sacándole una sonrisa al chico. Luego se sentó a su lado, con la piernas dobladas contra su pecho.
—Yo lo hago para no tener que pensar en ciertas cosas —contestó, jugando ahora con las hojas secas del suelo—, escapar, no estar en ninguna parte; Desaparecer.
Draco apoyó su mano encima de la cabeza de Jessica, revolviendo su cabello en un gesto amistoso y fraternal.
—Si, creo que yo también lo hago para eso —concluyó cerrando los ojos—. Para dejar de ser yo mismo por cinco minutos.
Se quedaron en silencio, escuchando las corrientes de agua pasar a su lado.
—¿Tienes muchos problemas?
—Demasiados ¿Y tú?
—Si, pero todavía no te los puedo decir —se sinceró la niña—, ¿Crees que algún día podrás contarme los tuyos?
—No lo sé. Podrías acabar odiándome por ellos.
—Eso es imposible.
Draco olfateó el ambiente; a hojas secas, finales de invierno, leche de almendra, dulces y, sobre todo, algo familiar y agradable.
—Nunca digas nunca.
—Prefiero arriesgarme —sentenció—. Soy una Hufflepuff, así que soy leal.
Sonrió, para sí mismo y para ella.
—Está bien, Jess, pero después no digas que no te lo dije.
Abrió los ojos, y la encontró jugando en el agua, como si estuviera buscando pececillos.
Draco lo supo en ese momento, que había enlazado a esa niña a sí mismo, con una conexión tan fuerte que los latidos de ambos se sincronizaron.
Jessica era parte de su manada.
• ── ◦◦ ── •
—Entonces tú también lo has notado.
Hermione se tronó los dedos de su mano aguardando por la respuesta de Pansy, quien frunció los labios y asintió con levedad.
—No es raro percatarse de las cosas ¿Sabes? —contestó Pansy, examinando sus uñas color bergamota—. Draco es mi mejor amigo, es obvio que voy a notar cuando algo no anda bien con Él.
Sobre la mesa, tenían esparcidos algunos apuntes de astronomía, los envases semiabiertos de esmalte para uñas y un paquete de galletas que iba por la mitad. Hermione en cierto momento se percató de que era más inteligente el intentar que sus otras compañeras de grupo comprendieran la materia, para poder delegarles, a futuro algún tipo de tarea menor; de cualquier modo, la única que de verdad trataba de captar la asignatura era Pansy, ya que Daphne, estaba más interesada en maquillarse en medio de la biblioteca, salir cada cinco minutos a ver a su novio y pintarles las uñas a las otras dos chicas.
Escuchó como Pansy mordía una de las galletas, y miraba con arrogancia a Hermione, quien se mordió el labio y bajó la voz.
—Sé que Harry nos está ocultando algo. El otro día se inventó una vaga excusa sobre Draco y siempre que lo veo, tiene una mirada preocupada o distraída —comentó Hermione, arrebatándole a Pansy las galletas—, al menos con esto me queda claro de que ambas situaciones están relacionadas.
Escucharon como Daphne volvió a la mesa, ya que era la única alumna en todo el colegio que se molestaba en usar tacones; Hermione retomó su explicación acerca de la gravedad, agradecida de que por fin Daphne le prestaba atención, Pansy, por su lado se quedó leyendo una revista de moda.
—Oye Granger, me preguntaba —comenzó Daphne, formando una sonrisa maliciosa—, ¿Qué fue lo que sucedió con tu bomboncito búlgaro?
Rodó los ojos en respuesta, cayendo en cuenta que Daphne solo estaba ahí para pasar el rato y no para involucrarse en serio con sus estudios. Pansy estaba entre medio, porque al escuchar como su amiga iniciaba la conversación, despegó de inmediato sus ojos de la revista, atenta a la respuesta de Hermione.
—¿Qué les importa a ustedes? —respondió Hermione, cerrando sus textos—, ¡No somos amigas, de cualquier modo!
—Un desamor, entonces. ¡Tranquila que yo antes de comenzar a salir con Nott pasé por tantas desgracias! ¿No es así Pans? —concluyó Daphne, echándose una última capa de brillo—, ¡a todas nos pasa!
Hermione se lamentó a sí misma y comenzó a preguntarse por qué demonios le gustaba ser tan estudiosa, y en consecuencia, tener tantas guías de trabajo y apuntes.
—No me interesa sus dramas amorosos de telenovela barata —bufó Hermione, apilando sus cosas— ¡Yo vine aquí a estudiar! Y si ustedes no querían, debieron habérmelo dicho antes, para no perder mi tiempo. —La chica se levantó de su silla, cargó todas sus cosas y se dispuso a irse— ¡Me largo! ¡Dame las galletas que yo las compré!
Pansy se levantó de su silla, puso el paquete encima de la montaña de cosas de Hermione al igual que la revista; Parkinson, a diferencia de la mayoría de las chicas de su edad, era algo más alta que el promedio, por un par de centímetros y cualquiera podría darse cuenta de la seductora belleza natural que portaba la chica, sin necesidad de demasiado maquillaje. Hermione frunció el ceño y salió de la biblioteca apurada, pero siendo consciente de cada paso que daba para no tropezarse.
En la sala de Gryffindor reinaba la calma, últimamente todo estaba tan tranquilo que llegaba a sospechar que eso era extraño. El resto de sus compañeras de cuarto, estaban en sus propias actividades extracurriculares y en la habitación, Crookshanks le dio la bienvenida con un largo maullido parecido a un bostezo. Hermione dejó sus textos encima de la mesa de noche, y mientras el gato se acomodaba a su lado, ella sacó la revista que Pansy le dejó.
Se recostó y dio vueltas las páginas, las imágenes de las modelos se movían, agitando su delgados cuerpos y sonriendo con toneladas de labial. Encontró una nota doblada en la página que decía:
"¡Cuéntanos tu secreto!: Le di poción de amor a mi novio, y ahora no se separa de mí"
Poco o nada le importaba lo que tenía que decir esa revista de chismes, así que la dejó aparte y extendió la nota. La caligrafía de Pansy era tan hermosa que le daba envidia, no obstante, luego de sobreponerse a ese sentimiento, comprendió lo que decía.
"Al mío le brillan los ojos de vez en cuando y es un obsesivo con los buenos olores ¿Potter tiene algún nuevo "capricho"?"
Sonrió y se puso a pensar, arrugando la nota, para luego meterla dentro de su cajón hecha una bola de papel. Su bombilla se encendió y solo atinó a escribir una nota que dictaba.
"El mío siempre oye cosas, sonidos o palabras, de cosas inesperables. En fin, ¿Qué se puede esperar de alguien que puede hablar pársel?"
Dobló la nota y volvió a salir del cuarto, se metió en el baño y cuando vio a Pansy pasar por el pasillo, le metió la nota en el bolsillo. Así anduvieron todo el día, hasta la hora de la cena, donde se intercambiaron una terminante nota que decía lo mismo:
"No sé si deberíamos continuar investigando esto"
• ── ◦◦ ── •
—La seguridad ha aumentado. Ya no será tan fácil entrar al colegio, padre.
Detrás de la extensa mata de cabello desgreñado, se encontraba una mujer morena, con una extensa cicatriz que recorría su ojo izquierdo, que en el pasado, tuvo visión.
—¿El bosque prohibido?
—Los centauros siguen las órdenes de Dumbledore, padre; Henry quiso entrar... —La voz de la mujer tembló y pesadas lágrimas comenzaron a bajar de sus ojos—. Es muy peligroso.
Greyback estiró los brazos y la mujer se hundió en los brazos del hombre, quien le acarició el cabello con calma. La puerta se abrió, y un hombre de cabello corto, que vestido de traje y corbata no parecía un licántropo, en cambio, sí que lo era; porque Greyback solo dejaba entrar a su morada lobos.
—Es de quien-ya-sabe-quien.
Asintió con tranquilidad—. Llévate a tu hermana, y dile al resto que comiencen a prepararse para el rito funerario de Henry —ordenó Greyback. El lobo lo miró por un segundo y luego asintió— ¿Cómo están las cosas en el ministerio?
—Los brujos son unos idiotas, todos apestan a ignorancia y conformismo.
El hombre abandonó la estancia con la mujer aferrándose a su costado, Greyback miró el sobre, lo abrió con una de sus garras para luego leerlo con una feroz sonrisa, que se iba ensanchando a medida que seguía avanzando.
Se levantó de su silla, haciéndole un gesto a la joven de pelo lacio apoyada contra la pared. Su presencia era casi imperceptible, pero nadie podía huir de su alfa.
—Hija, necesito que me cortes las puntas y planches mis mejores ropas —pidió Greyback, recibiendo un leve asentimiento por parte de la muchacha—, espero que el señor oscuro, recuerde que me gusta la carne cruda y, si me pongo exquisito; humana.
La chica no dijo nada, pero le sonrió dándole un beso en la frente a Greyback. El hombre chasqueó los dedos y una pluma comenzó a deslizarse por un papel en blanco, al compás en que hablaba de forma fluida, esperó a que terminara y ella se llevó la carta. Greyback salió del cuarto, recibiendo los saludos de varias decenas de licántropos que rondaban por la zona. Un niño, que no debía tener más de cinco, abrazó sus piernas y se mostraba muy emocionado de verlo.
—¡Hijos míos, es momento de que el mundo conozca el bando correcto!
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1) Talk to Much. Coin
¡Hola!
Dios mío, este capítulo se sintió tan Draco como sugar Daddy, con el pagando por todos los caprichos de Jessica. Lo siento, lo amo. BTW: demasiado fluff para mi alma, lo siento, hubo un momento donde tuve que parar de escribir (la parte donde le canta feliz cumpleaños) porque ni yo podía con la cursilería.
Cada vez que escribo a Jessi, me dan ganas de apachurrarla, sé que está mal que diga esto de mi OC, pero me parece muy tierna, por más irritante que haya sido en un principio.
THE_MACHINE
