"No me culpes
El amor me enloqueció
Si no es asi no lo estas haciendo bien
Señor, salvame. Mi droga es mi amado
La estaré usando por el resto de mi vida" 1
• ── ◦ ◦ ── •
—¿Por qué fuiste tan malo con ella?
Draco apoyó su cabeza contra el frio pilar de piedra, dándole la espalda a Harry. Trataba de relajar sus sentidos, pero el olor de Harry era fuerte y golpeaba en su contra. Se mordió el labio aguantando el imperioso hambre.
—Solo debiste...
—¡No es tan fácil, Potter! —interrumpió Draco, dando un manotazo al aire—. No trates de dar consejos de cosas que no comprendes, tu hablaste ¡Una vez con Jessica!, somos contextos muy distintos.
Claro que quería responder que estaba equivocado, que incluso en varias ocasiones la veía dos veces por semana, pero ¿eso cambiaba algo? Su relación seguía igual de distante que en el principio, con la única diferencia de que ahora sabía algunos detalles sin importancia de su pasado.
Harry no lograba dimensionar hasta qué punto la amistad de Draco escaló con la de Jessica; ¿era ya similar a la que el poseía con Hermione?
—Tienes razón, casi no la conozco, sin embargo ninguna persona merece el trato que recibió —dijo Harry, acercándose a Draco, para ver si podía sacar algo del más que el arrepentimiento de su mirada—. Ella reaccionó bastante mal, tal vez solo deberíamos postergar esto y...
—No pienso postergarlo, Potter. Lo de Jessica... puede esperar —zanjó Draco, volteándose a Harry—, yo te llamé por otro motivo.
—Mi entrevista —completó Harry—. No eres el primero que me pide más respuestas, Malfoy.
—Pero aceptaste, pudiste haberte negado y aun así no lo hiciste ¿Por qué? —preguntó en un tono seguro. Harry se relamió los labios, con los ojos fijos en la corbata de Draco—, déjame adivinarlo ¿Tiene algo que ver con que la sangre sucia sepa mi "pequeño problema"?
Aquello hizo que Harry quisiera interrumpir y replicar: "¿Cómo? No tenía ni idea", no obstante, se contuvo; meditando la respuesta un par de segundos. Si Pansy (que también estaba al tanto), ya se lo reveló a Draco, en cierto momento de la plática el nombre de Hermione debía tener lugar.
—Acepté, porque consideré que nunca me hablarías por voluntad si no fuera algo demasiado importante —declaró Harry, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón—, Hermione descubrió tu condición por ella misma. Es fabulosa ¿no lo crees?
—Fabulosamente molesta.
Ambos chicos se quedaron en medio de un silencio incómodo por un par de segundos, casi como si quisieran saber lo que estaba pensando el otro, al final, Draco decidió reanudar la conversación.
—Bien, entonces necesito que me cuentes lo que mi padre y El Innombrable hablaron.
Claro que Harry supuso que algo con su familia tenía que ver. Fue directo y parecía querer saberlo sin dobles intenciones. Algo que le sorprendió a Harry de buena manera; una lástima que el si tuviera un az bajo la manga.
—¿Qué me vas a dar a cambio de la información, Malfoy? —cuestionó Harry, controlando su creciente ansiedad en cada silaba que pronunciaba. Pudo ver como Malfoy arrugaba la nariz, sin esperar ese chantaje—, venga. ¡Tu mejor que nadie sabe que nada en este mundo es gratis!
—Eres un grandísimo imbécil —declaró Draco, arrodillándose para rebuscar en su mochila—. ¿Cuánto quieres? Dinero no me hace falta.
—A mí tampoco me hace falta dinero.
Draco tuvo que morderse la lengua para suprimir uno de sus comentarios—. ¿Entonces que demonios estas buscando?
—Información del mismísimo jefe de la brigada de Umbridge.
Por más que Hermione fuera la chica lista de los tres, Harry era el único que el sombrero seleccionador se planteó si ponerlo en Slytherin; Draco tragó en seco, pero una orgullosa sonrisa se formó en sus labios, sin saber cuál era el verdadero motivo detrás de ella.
La mente de Draco trabajó con una apresurada rapidez; supo entonces que esas "extrañas desapariciones" de estudiantes que Umbridge le comentó, tenían algo que ver con Potter. Era obvio. Todo lo raro que ocurría en un colegio con magia siempre era culpa de Harry Potter.
—Déjame suponer que tú eres quien hace desaparecer a varios estudiantes de forma cuestionable ¿no es así? —Draco pudo percibir como Harry también tenía una sonrisa en los labios—. Interesante propuesta, Potter. Aunque...
—Nada, no puedes negarte —completó Harry, preparado—, incluso con mencionar mi entrevista fue suficiente. ¿No era que leer el quisquilloso estaba prohibido? Eres miembro de la brigada, Malfoy, prefecto y un excelente estudiante. Lo único que me hace falta de ti son tus ojos y cabeza, el dinero es pasajero.
—Casi suenas como el viejo papanatas de Dumbledore —aseguró Draco con asco—. Vale, acepto tu trato, habla.
—Primero necesito una garantía para saber que no vas a incumplir tu parte del trato.
—¡Joder, Potter! ¿Acaso quieres que hagamos un maldito juramento inquebrantable?
Harry endureció el gesto, borrando la sonrisa en su rostro. Draco lo imitó, formando dos puños a cada costado de su cuerpo.
—¿Tienes cigarrillos? —preguntó Harry. Draco asintió y le enseñó la cajetilla que guardaba dentro de su túnica—. Muy bien, hagamos un trato entonces con un par de cigarros.
Harry tomó la caja de cigarrillos de la ropa de Draco y por un instante leyó el empaque. Era la primera vez que veía esa marca, que parecía costosa y sin tétricas imágenes de las consecuencias de la adicción a fumar.
—Esto es una estupidez.
—Somos jóvenes, tenemos derecho a ser estúpidos de vez en cuando —respondió Harry, encogiéndose de hombros. Draco le quitó de su mano la cajetilla (que volvió a guardar en el lugar habitual) y se puso el cigarro en la boca—. Bien ahora... ¿tal vez tu podrías encender el mío y yo el tuyo?
—Como sea.
Por un instante, antes de que los dos chicos prendieran el cigarro del otro, se observaron; tratando de ver en el gesto del contrario algo más que una simple alianza. No era amistad o comprensión, pero si sinceridad. Draco podría ser arrogante o clasista, menos desleal y Harry era honesto, no iba a mentirle en algo como eso.
Prendieron la llama, inspiraron toda la sustancia y la botaron al mismo tiempo. Se separaron sin decir nada. Harry estaba seguro de que ese cigarro era el mejor que alguna vez había probado. Era como probar una bebida de marca, luego de pasar toda tu vida tomando las alternativas más baratas. La diferencia de sabor y calidad se notaban, pero aun así era consciente que continuaría fumando los que Eddie vendía.
Harry se apoyó en la baranda de la torre de astronomía, adquiriendo una vista completa de los enormes terrenos de Hogwarts, y el poco movimiento que se contemplaba del castillo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se despidió de sus amigos? No tenía idea, porque para él, recién estaba llegando y se percataba, de que la verdadera conversación, todavía no comenzaba.
Draco, por su lado, no le pareció mala la idea de fumarse algo mientras se encontraba en ese tan nervioso estado. Le aliviaba saber que ahora todo el ambiente estaba impregnado de nicotina y, que eso ocultaba el aroma de Harry sin dejar ni un pequeño fragmento de su singular olor. Aun así, se alejó lo suficiente para continuar escuchando, pero para que sus sentidos no lo percibieran. Harry notó esa lejanía, ya que sonrió al verlo como se separaba de su lado, poco a poco.
—¿Huelo tan mal o es solo cosa tuya? —preguntó—, porque te prometo que mis hábitos de higiene son bastante buenos. ¿Qué hueles? Algo malo supongo.
—No sé a qué hueles: eso es lo que me pone de los nervios —gruñó Draco, soltando en esas palabras todo el humo de sus pulmones—. En realidad no es tan malo.
La conversación de Lupin le llegó a la cabeza y como el hombre declaró que tampoco reconocía el aroma de Sirius. Era extraño y no sabía si eso tenía algo que ver con la persona, al final de cuentas, Harry no tenía manera de saber cómo los hombre lobo percibían el mundo.
—¡Wow! Creo que es la primera vez que me haces un cumplido, Malfoy —comentó Harry con gracia.
—Tan malo; no es un cumplido, ni siquiera sabes cuales son mis parámetros para que yo considere algo "malo"
—Si, en realidad me hago una idea, después de todo, convives a diario con Crabbe y Goyle, además que el jefe de tu casa es Snape. Tan malo significa que soy mejor que cualquiera de esos tres.
Draco dejó salir de su boca un sonido similar a una risa, pero que gracias al humo tosió, Harry en ese gesto notó de la pequeña cicatriz casi imperceptible en su mejilla, pero que con la mueca de la gracia, se marcaba en las afilades facciones de Draco.
—Vale, está bien, tu ganas Potter. Hueles mejor que esos tres juntos ¿Feliz?
—Entonces es un cumplido.
Draco rodó los ojos y concluyó—. Si Potter, tómalo como un cumplido.
Molestar a Draco se le hacía sencillo, en especial ahora que sabía que el chico lo buscó a él, en específico. Era divertido y casi como una leve venganza, por las vergüenzas que lo hizo pasar los años anteriores.
—Vale, entonces sobre lo que conversó tu padre con Voldemort.
—¡No digas su nombre! —exclamó Draco agudo, algo que lo hizo poner rojo—. Solo, no lo pronuncies.
—Bueno, sobre lo que el Innombrable le dijo a tu padre —repitió Harry, algo a lo que Draco asintió—. En si no me acuerdo de las palabras exactas solo que estaba muy decepcionado con Lucius por no haberlo buscado antes.
Draco dio una última calada antes de apagar el cigarro contra la baranda, se quedó escuchando lo que Harry le contaba.
—Fue extraño, Vol- El innombrable se dirigió a cada uno de sus mortifagos por su apellido, menos a tu padre. Lo llamó Lucius. Dijo que estaba al tanto de que nunca renunció a sus antiguas creencias referidas a los muggles, supongo que refiere a esa basura de la pureza de la sangre ¿no?
—No es basura, Potter —interrumpió Draco, cruzándose de brazos y empleando ese tono de voz racista que Harry detestaba—, ¿Por qué darle a los sangre sucia las mismas oportunidades que los sangre pura se han ganado por siglos? Son una peste y solo...
—Me da igual tu opinión de mierda, Malfoy. Mi mejor amiga es nacida de muggles y en todos los exámenes te supera, no puedes decirme que no sirve para nada.
Draco hizo un mohín con los labios y frunció el entrecejo. Harry interpretó eso como un "lo que sea", y continuó con su relato:
—De cualquier modo, ¿recuerdas lo que sucedió en el mundial?, el innombrable dijo que era admirable lo que hizo entonces, pero le parecía decepcionarte la actitud de negarlo cuando le convenía.
—¿Y que respondió mi padre? —Draco se atrevió a peguntar.
—Se limitó a asegurarle que le iba a ser fiel de ahora en adelante.
Los dos se quedaron un minuto ahí, con Draco asimilando lo que Harry acababa de decirle. Podía ver la escena a la perfección, el rostro de miedo de su padre y el frio de la escena salida de los labios de Harry que le explicaba todo sin titubear.
Era real.
—Él... es verdad entonces —dijo Draco, pero no como pregunta, era una forma de hacerle comprender a su cabeza que ya no podía continuar negándolo. Se volteó a donde Harry que asentía—, y tú lo viste, y mi padre lo vio, y el ministerio de magia no hace nada al respecto.
—¿Recién te das cuenta de lo corrupto que está el mundo? —Harry se separó de la baranda y se detuvo frente a Draco—. Malfoy, sé que no te conozco, tampoco tuve un cuarto de la crianza clasista que tu tuviste, y que tampoco comprendo la relación que tienes con tus padres, pero solo me queda decirte que no sigas los pasos de ellos.
—Es más complejo, Potter. —Draco suspiró y cerró los ojos para ignorar sus ganas de llorar. No podía mostrarse vulnerable frente a Harry—, pero me doy cuenta de que ese destino, no es el mío. No te atrevas a sonreír Potter. Yo... solo quiero pensarlo.
—Lo entiendo —admitió Harry— ¿Tienes alguna otra pregunta?
Pensó la siguiente pregunta por un largo momento, sin embargo Harry tampoco pareció molestarle la espera. Le gustaba mirar las estrellas, y el castillo cuando reinaba la calma.
—Cuando estábamos en tercero, el profesor Lupin era tu amigo ¿Verdad? —Harry asintió—, él ¿te contó algo acerca de cómo era su vida cuando era estudiante?
—El profesor Lupin era mejor amigo de mi padre, Peter Pettigrew y... Sirius Black. —Draco abrió bien los ojos, mordiéndose el labio—. Según él; eran inseparables, sin embargo no me contó nada sobre cómo era ser un licántropo, todos nos enteramos antes de que renunciara, aunque tampoco pareció haber sufrido demasiado durante sus años escolares.
—Sus cicatrices no lo demuestran.
—Podrá habérselas hecho después ¿no has pensado en eso? —señaló Harry—. Lupin, es un hombre bastante recatado, en realidad, cuidadoso con las palabras e incluso algo calculador, pero no es mala persona.
Draco quiso decir algo, no obstante no encontró las palabras para expresar lo que sentía, lo que su cabeza gritaba y su cuerpo quería. Esa mezcla de sentimientos nuevos, que él no lograba identificar lo hizo sentir extraño, se dio media vuelta y por primera vez desde que llegó, se detuvo a mirar la noche.
—Malfoy.
—No tengo más preguntas Potter.
—No es eso, quiero darte una cosa.
Harry comenzó a rebuscar en sus bolsillos hasta dar con un galeón encantado, se lo puso en la mano a Draco, quien lo miró confundido.
—Soy millonario, por si todavía no te has dado cuenta de ese detalle.
—Está hechizado, tu mencionaste lo de las desapariciones de los estudiantes y tienes razón; estoy detrás de eso —admitió Harry, sacando su varita tocó el galeón, Draco percibió como se calentó y leyó el mensaje que se reflejaba en la moneda con asombro—, debido a las asquerosas clases con Umbridge, con Hermione y Ron, formamos una especie de "club" para estudiar defensa contra las artes oscuras.
"Próxima reunión del ED, martes a las 6 pm"
—Una vez lo activo, toda la gente con el galeón recibe el mensaje —continuó— idea de Hermione.
—¿Y por qué me dices todo esto? —inquirió Draco, metiéndose la moneda en el bolsillo de su pantalón—. Yo no necesito de tus mediocres clases particulares.
—No son mediocres, son prácticas. Y estamos viendo hechizos bastante avanzados, estoy seguro de que puedo desarmarte en menos tiempo de lo que imaginas —respondió Harry, con una ceja alzada—, de cualquier modo, te digo esto, porque necesito que tu vigiles la entrada a la sala donde se hacen las clases.
—¿Quieres que sea tu perrito guardián? —se rio Malfoy—. ¿Sabes lo que daría Umbridge por esta información?
—Si, pero también estoy seguro de que no le dirás. Puedes ser molesto, racista y gruñón, sin embargo, eres inteligente y por tú aspecto noto que te interesa lo de las clases.
Draco se sonrojó al instante, sacando su varita.
—Te daré información Potter, eso era parte del trato. Pero lo de tu club es un tema aparte. Te reto. Si me vences... tal vez lo considere.
Harry se encogió de hombros y apuntó a Draco con su varita. Este lanzó el primer hechizo que Harry pudo esquivar con poco esfuerzo, se notaba la poca practica de Draco. Todas las "clases" de Umbridge, lo hicieron recurrir a algunos encantamientos que recordaba de años anteriores. Su mayor encantamiento de defensa era un protego, y pudo ver como Harry no necesitaba ningún tipo de escudo, para repeler los hechizos de Draco.
Si, era un mago excepcional, pero lo de Harry era un nivel distinto.
—¡Impedimenta! —lanzó Harry dando de seco en el pecho de Draco—. ¡Expelliarmus!
La varita de Draco salió disparada de su mano a la de Harry. Ambos se miraron por un momento, con Malfoy asombrado de su derrota y Harry orgulloso de haber vencido a Draco.
—Todavía no hemos visto el Impedimenta —murmuró Draco confundido—, ¿Cómo demonios?
Harry se encogió de hombros, devolviéndole la varita a Draco—. Supongo que también te sabes el rumor de que se lanzar un patronus corpóreo ¿No es así?
—Eso es imposible.
Con una mueca fanfarrona, Harry conjuró un expecto patronus; el ciervo saltó por toda la estancia. Draco lo observó sin pestañar, tragando en seco e intentando tocar el brillante animal, que lo ignoró hasta desvanecerse.
—¿Nos vemos el martes entonces? —cuestionó Harry, volviendo a meter sus manos dentro de sus bolsillos. Draco murmuró algo parecido a una vaga afirmación—, en el séptimo piso, en la sala de menesteres.
Harry comenzó a bajar las escaleras de astronomía hasta que Draco lo detuvo.
—¡Pero si en el séptimo piso no hay nada!
—Ven entonces a las cinco y media —gritó Harry, bajando un par de escalones más—. ¡Yo te enseñaré como acceder!
Draco se quedó plantado en el último piso de la torre de astronomía, con la cabeza en todas partes, menos con él. Tantas revelaciones de golpe no eran sanas bajo ningún tipo de contexto. Ese año iba siendo una locura, y ahora era una especie de cómplice de Harry Potter, algo que le podía costar su plaza en Hogwarts.
¿Sala de menesteres? Eso era un mito, o al menos era lo que los niños contaban. No existía un lugar que desaparecía y aparecía a su antojo. Sin embargo, odiaba la sinceridad con la que Harry decía las cosas, porque hacía que le fuera complejo obviar algo.
Sacó la moneda de su bolsillo, tratando de apreciar si continuaba con el mensaje grabado, pero ya no estaba. Lo hizo rodar en el suelo como un trompo, para volver a meterlo dentro de su pantalón. Se levantó confundido, y volvió a apoyarse en la barandilla que apuntaba al patio del colegio. Pudo ver como Harry se alejaba casi trotando de la torre, y antes de entrar al castillo, le daba un vistazo a la estructura.
Draco alzó la mano, y Harry lo imitó. Estaba seguro de que casi pudo volver a oler su único aroma.
• ── ◦ ◦ ── •
Esa misma noche, Harry se acostó con el estómago lleno y un sentimiento de ausencia inmensa. A la hora de estar dando vueltas en su cama, Ron ya roncaba sin preocupación alguna. Se mantuvo despierto, con la sensación de estar perdiendo el tiempo, sin embargo, no tenía ánimos de querer hacer algo para solucionar su insomnio.
Cuando el sueño recién le picó, la única imagen que su mente fabricó para la hora de los sueños fue aquel largo pasillo en el departamento de misterios, caminaba sin apresurarse, fijándose en cada uno de los ladrillos negros de las paredes. Rozó con la yema de sus dedos la fría piedra, fijándose en que su tono de piel era distinta, mucho más clara, sin embargo, a pesar de que la pared brillaba como si pudiera reflejar, no podía observarse.
Dio dos largas zancadas hasta que abrió la perilla de la puerta, al fin estaba dentro, dándose cuenta de que al frente suyo largas hileras de una extrañas esferas engullían toda la habitación que parecía no tener fin.
Abrió los ojos cuando sintió como Ron se sentaba en su cama, ya con el uniforme puesto y el cabello apuntando a todas las direcciones.
—Harry, levántate si no quieres llegar tarde.
Solo cinco minutos más. Harry solo quería haberse quedado cinco minutos más.
• ── ◦ ◦ ── •
Draco acomodó su corbata justo después de tocar la puerta tres veces. Era demasiado temprano, tanto que recién llegaban los primeros alumnos a tomar desayuno. La puerta del despacho se abrió, y el entró reuniendo todo el aire que pudo.
—Buenos días, profesora.
Umbridge, se dio media vuelta y dejó su taza de café a un lado. Como una empleada publica, con las buenas costumbres de levantarse demasiado temprano, ya estaba arreglada de pies a cabeza. Draco solo hizo el esfuerzo de aparentar ser madrugador esa mañana.
—¡Oh, querido! ¡Que sorpresa verte tan temprano! —exclamó Umbridge con fingido encanto—. Debe ser algo importante.
Metió su mano dentro del bolsillo de su pantalón, cerrándola alrededor de la moneda, controló su respiración y se sentó frente al escritorio de Umbridge. La mujer le mostró los papeles que leía.
—¿Tienes curiosidad? Son los ficheros de algunos alumnos del colegio, tengo de todos aquí guardados —declaró Umbridge, rebuscando dentro de sus cajones para buscar uno. Los que tenía encima eran de Marietta Edgecombe, Ron Weasley y Seamus Finnegan, con el cargo de sus apoderados cerrado en rojo; todos del ministerio—. Mira, este es el tuyo.
Recibió su carpeta, fijándose en la imagen que habían puesto, su cara tenía facciones jóvenes, ya que era la que se sacó la última vez que renovó su carné. Comenzó a revisar todos los datos personales. Familia, trabajo de los apoderados, estatus de sangre, fecha de nacimiento y un apartado para datos de interés.
El suyo decía: "Excelente estudiante, mago de fuerza excepcional emparentado de forma directa con la familia, Black, Lestrange y Tonks"
Devolvió su fichero y se enderezó en el puesto. Se negó a revisar las carpetas del resto de sus compañeros, porque sabía que tenían información personal que no era de su incumbencia.
—Bueno, entonces dime ¿Qué es lo que te trae?
—Quería pedir la custodia del piso siete —explicó Draco, dejando el galeón en su bolsillo—. Por favor.
—Y... ¿Por qué el interés por esa planta en específico? Ahora mismo la planta siete la vigila el señor Filch. —Umbridge comenzó a rebuscar en su propio mapa. Le apuntó la distribución—. Tu estas a cargo de las mazmorras, junto a los jóvenes Crabbe y Goyle.
—Si, pero el tema es que he tenido mucho trabajo en mis otras asignaturas y necesito algo de tiempo extra —mintió Draco—, por eso quería liberarme un poco de carga. Los niños son bastante cansadores ¿sabe?
—Comprendo, querido. Claro que haré los cambios necesarios si eso te asegura un buen desempeño en tus clases; al final de cuentas, tengo esperanzas puestas para que seas el premio anual —dijo Umbridge, sacando una pluma—. Dime entonces, ¿Qué días tienes algo en la tarde?
—Los lunes y viernes —Draco comenzó a pensar, ¿Qué otro día los de Gryffindor tenían entrenamiento de quidditch? —. Miércoles y domingo.
—Vale pues el señor Filch se hará cargo del séptimo piso durante todas las mañanas de la semana y las tardes de los lunes, miércoles, viernes y domingo. Quedaríamos en que los martes, jueves y sábado, te harás cargo tu ¿no es así?
—Muchas gracias, profesora —contestó Draco, levantándose de la silla—, que tenga un buen día.
—Nos vemos en un rato más —se despidió Umbridge con una enorme sonrisa.
Draco salió del despacho con el perfume de la mujer aun clavado en su nariz. Parecía que el abstenerse a hacer el maldito hechizo estaba haciendo que todos los aromas le comenzaran a afectarle más de la cuenta.
Sabía que podría haber llegado al comedor sin ni siquiera tener los ojos abiertos. Los malos recuerdos de su primera abrumadora experiencia llegaron a él, respiró hondo antes de entrar y encontrarse con ese festín indiscriminado de fragancias.
Fue casi corriendo a sentarse. Como se lo esperaba, aun no llegaban todos los alumnos, más que unos cuantos bastante específicos; como unos adormilados chicos de séptimo, con pesadas tazas de café y grandes libros. O niños pequeños que se habían despertado antes de la cuenta.
La comida frente suyo le pareció, por primera vez, como una verdadera delicia. El olor jugaba un gran papel a la hora de degustar y el haberse privado de ese sentido durante tanto tiempo, hizo que disfrutara todo lo que se llevara a la boca como si no hubiera comido en años.
Untó tostadas con todas las posibilidades servidas, en tres platos se sirvió cereal con fruta, sin fruta y en el último con fruta y miel. Quería probarlo todo.
Sin embargo sus ansias comenzaron a disminuir a medida que el comedor comenzó a llenarse. Los estudiantes venían en amplios grupos, conversando, riendo o discutiendo. Trató de enfocarse en un olor, pero era imposible.
—Demonios, Draco —mencionó Pansy, llegando a su puesto habitual— ¿Por qué te serviste tanta comida si no le vas a dar más que un par de mordiscos?
Draco atrajo a la chica lo más cerca que pudo y hundió su cabeza en el cuello de Pansy, para absorber todo el perfume que pudo, sin embargo por primera vez, no lo encontró. Ya que de ella pudo extraer un aroma distinto, natural y exquisito, que le hizo recordar a su casa.
—Ese es mi truco para mantenerme delgado ¿sabes? —bromeó Draco en un susurro. La chica se sentó a su lado, solo para estar más cómoda ante esa repentina invasión de su espacio personal— Solo mordiscos, si comes todo te vuelves gordo.
Se separó de la chica, dándose cuenta de que todo en su alrededor cesó. Que solo percibía los únicos dos aromas que valían la pena, el de la comida y el de Pansy.
Dentro de ella, algo también cambió. No era tangible ni mucho menos alocado, al menos sabía que si se lo contaba a Draco el chico no se burlaría. Sin embargo no se lo dijo, porque era demasiado personal como para revelarlo. Ella veía en el un refugio, una extraña seguridad y notaba que estaba afrontando algo difícil, pero que cuando llegó todo mejoró.
Ambos chicos sintieron esa conexión como algo demasiado íntimo. Tan fuerte que no se atrevieron a decirlo con palabras porque no existía una que expresara todo el significado de su vínculo. Era casi como si en esa inmensa sala no hubiera nadie más que ellos dos, sentados mientras alimentaban a su cuerpo con algo pasajero, ya que eran conscientes de que, si estaban uno al lado del otro, el hambre y la sed, no eran nada.
La respiración de Draco se detuvo por un instante, y levantó la mirada al mismo tiempo en que Draco lo hizo. Ambos dirigieron su vista a la entrada con Pansy sin entender porque imitaba todos los gestos de Draco sin siquiera necesitar fijarse en los movimientos de su amigo.
Una niña entró, para Pansy era una desconocida, pero aun así sintió que llevaban años hablando. La niñita levantó sus ojos verdes del suelo y se quitó un mechón de cabello de la cara. Los tres se quedaron estáticos, mirándose sin decir nada. Al menos hasta que la niña dio un pesado suspiro y comenzó a ignorarlos.
Pansy entonces no tuvo nada más que asumir que Draco expresaba en su persona un total arrepentimiento. Algo que ocultaba de todos, menos de ella.
Era la primera vez que compartía algo similar con otra persona, los dos estaban en sintonía con el mismo dolor, con la misma preocupación. Claro que no podía saber el contexto, pero sí que sabía que el equivocado en esa discusión era Draco.
Y por eso mismo a Pansy le dolía, porque esa niña había sufrido y la causa era Draco. La persona que le mostró el verdadero significado del remordimiento.
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1) Don't Blame me: Taylor Swift.
Hola! No tengo muchos comentarios que dar, tan solo que terminaron las fiestas patrias aqui en chile. ¡Espero que el capitulo les haya gustado!
Tambien acabo de terminar de escribir todo el final de Quinto... La conclusion de esta primera parte esta ¿interesante? Ya lo veran ;)
THE_MACHINE
