"Vamos a enamorarnos por la noche

Y olvidar en la mañana

Tócame una canción, que te guste

Puedes apostar que sabré cada verso

Soy un chico,

Que tu chico esperaba que evitaras

No desperdicies tus ojos en chicos celosos

Jode ese ruido

Se que no debo, llamarte mía" 1

• ── ◦ ◦ ── •

Ya era la quinta vez que los evitaba en el día.

Sentado, frente a su comida que se enfriaba, Draco levantó la mirada y dejó escapar un largo suspiro molesto.

—Creo que dejé bien claro que no tengo intención de jugar este año.

—¡Te necesitamos, Draco! —rogó Urquhart, sentándose entre Draco y Pansy, quien se apartó con cansancio—. ¡El equipo de Hufflepuff está arrasando!

—Harper... —comenzó Draco, sin embargo Urquhart tomó al nombrado por el cuello de su camisa. Se dirigió a Él—. Derrotaron a Ravenclaw, Harper, tú estás haciendo un buen trabajo. No me necesitan.

—¡Vamos Draco! Si volvieras a jugar yo podría tomar mi puesto de cazador —reclamó el chico, afligido, no obstante, ese era el tono de su voz—, no seas egoísta. ¡Tú sabes que el puesto de cazador es mi favorito!

—Entonces busquen otro reemplazo para buscador —sugirió Draco, tomando un tenedor para comenzar a comer—, cambia puesto con Zabini, que se yo, pero no me necesitan.

Tal pareció que aquello le encendió la bombilla a Urquhart, algo que a Draco le sorprendió. El chico se levantó de la banca, dejando que Pansy se acercara a Draco, aunque Urquhart le susurró algo al oído de la chica, que la hizo fruncir el cejo.

Pansy, después de eso, se quedó mirando a Draco un instante, para luego hacerle un gesto a Nott con el dedo. Su apetito se cerró, al darse cuenta de que, en menos de dos minutos, el equipo completo de quidditch, Pansy y Nott, a sus espaldas, lo miraban fijos.

—¿¡Qué demonios quieren ahora!? —preguntó Draco, elevando demasiado la voz, llegando a rozar lo innecesario.

Poco a poco las voces del comedor se fueron reduciendo, solo para escuchar todo el revuelo en la mesa de Slytherin. De reojo se percató de Harry, que ni siquiera se limitó a disimular y se giró completamente para oír. Hasta los propios profesores veían a su mesa.

Pansy, dio un paso al frente y le dijo en su oído—: Si regresas al equipo de quidditch, Zabini y Nott, prometieron dejar de estar enfados contigo.

Soltó una risotada y se cruzó de piernas.

—¿Volviendo como perros arrepentidos? —comentó, mirando al par de chicos que arrugaban la nariz—. No me basta, necesito algo más valioso; significa sacrificar mis tardes de los domingos y lunes.

—¡Entonces lo haremos a las malas, Malfoy! —bramó Urquhart. Siendo retenido por Harper y Crabbe—. ¡Suéltenme! ¡Tal vez una paliza lo haga recordar quien es!

Draco rodó los ojos y recorrió el comedor con la mirada. Pasando por rostros desconocidos sorprendidos o risas burlonas. Jessica se mordía el labio, con los ojos bien abiertos y el plato de enfrente suyo con una presa pequeña de pollo sin tocar.

Draco:

No soy un experto en nuestro problema, en realidad, creo que no se nada acerca del tema, porque me limité a investigar los libros de la biblioteca, pero me alegra saber que has tenido el interés de ver más allá. Sobre los olores, lo único que puedo comentarte y que quizás te ayude, es afrontar el problema de frente.

Me dices que estás utilizando una especie de hechizo, sin embargo, en mi época, y cuando iba al colegio, nunca necesité algo como eso. Tal vez deberías ir acostumbrando tu nariz a las multitudes, de poco en poco. Eso te ayudará. Nuestros ojos brillan, eso es cierto, y no puedes hacer nada para suprimirlo. A mí me siguen brillando, pero solo en ocasiones donde mis emociones me dominan.

Por último, es normal lo de la luna. Esa ansiedad abrázala, y no trates de suprimirla, es inevitable. Yo siempre el día antes de la luna, ni siquiera lograba mantenerme concentrado en clases. Me servía conversar con mis amigos, y matar el tiempo haciendo actividades que no requerían el cerebro. Si te sientes igual, sal con tus amigos. Según tengo entendido juegas quidditch ¿No es así?, el deporte puede ser un gran liberador de estrés

Esperando que estos consejos te sirvan.

R.L."

Cuando acabó de leer, se metió la carta en el bolsillo y se levantó de la mesa, rascándose su sien. Pansy destacaba en ese amplio grupo de chicos con aspecto de bravucones. Ella le sonreía y Draco se percató entonces de la razón por la que utilizó esa infantil propuesta.

Solo quería verlo feliz, con sus amigos de vuelta, haciendo una de las actividades que más amaba.

Por un momento su determinación a negarse al Quidditch le pareció absurda. Jugaba por él mismo ¿no? Si estaba Potter daba igual. Aunque los recuerdos del verano llenaron su cabeza de la misma turbulenta manera. ¿Qué significaba esa sensación de vértigo? O ¿Fueron solo los nervios del instante?

—Bien, jugaré —contestó Draco, sin atreverse a ver las reacciones del resto de estudiantes a su espalda—, pero si falto a algunos entrenamientos, no quiero hostigamientos ni presiones. ¿Entendido? —El equipo asintió, yéndose a sentar. Urquhart lo abrazó de improvisto, dándole un par de golpes en la espalda que lo hicieron quejarse. El chico se separó con una sonrisa inmensa—. Ahora, ustedes tres, vienen conmigo. Si, Pansy. No te hagas la impresionada.

Los chicos se encogieron de hombros y avanzaron detrás de Draco que encabezaba el grupo. A mitad de la mesa, Draco se detuvo para sacar una mañana verde, como pretexto para poder ver a Jessica, que comía sin prestarle atención y guardando un silencio total.

Cuando salieron del comedor, Draco los llevó hasta los dormitorios de chicos, aunque pronto recordó en la sala común, que Pansy los acompañaba.

—Supongo que aquí estará bien —suspiró Draco, sentándose frente a la chimenea.

—Descuida, se cómo entrar a su dormitorio —mencionó Pansy, apuntando la puerta con su varita. Pronunció un hechizo y entró a la habitación —¡Tachan! ¿A que soy increíble?

—Impresionante. A sí que al final sí que existen las chicas lindas con cerebro —dijo Zabini, llevándose un sonoro golpe por parte de Pansy— ¡Pero si es verdad!

—Para tu información; Daphne descubrió el encantamiento, idiota —aclaró Pansy, con la mirada puesta en Nott, que se encogió de hombros haciéndose el desentendido—. Además, Zabini, soy mejor que tú en encantamientos, ¡con notoria diferencia!

Pansy dio un paso al frente, apuntando al chico con el dedo. Zabini, volteó los ojos a Draco, con la mandíbula tensa.

—¿Tu no vas a decir nada, Draco?

Al ser nombrado, Draco abrió todas las cortinas con un ágil movimiento de varita. La habitación quedó sumergida en una luz de un tono verdoso, producto de que toda la estancia estuviera sumergida debajo del lago negro.

—¿Qué quieres que te diga? No he conocido a una chica o chico que supere a Pansy. Zabini, tal vez deberías ir actualizando tu libreta de chistes, ¿has probado algo llamado "ORIGINALIDAD"? —Pansy se cruzó de brazos orgullosa y Zabini enrojeció por completo—. Además, tu lógica significaría que eres un genio y Nott un imbécil. Una lástima que la naturaleza no te haya dado ninguna de las dos virtudes.

—¡Pero si estoy en forma!

Zabini le mostró su brazo flexionado, enseñando su bíceps que se marcaba incluso detrás de la delgada camisa. Era cierto, de los chicos, solo Zabini tenía un par de mancuernas, con las que realizaba ejercicio a diario.

—No soy mujer, aunque estoy seguro de que un cuerpo marcado no hacen todo el trabajo —habló Nott, apoyando su mano encima del hombro de Zabini—. Pero no vinimos a la habitación a hablar de los inútiles esfuerzos de Zabini para lucir decente ¿No es así?

Un silencio se apoderó del ambiente, adoptando de inmediato un aura de completa seriedad. Draco asintió, sentándose en la alfombra central, siendo acompañado por el resto de los chicos y Pansy que se sentó en la punta de la cama de Draco, ya que su falda no la dejaban cruzarse de piernas como sus amigos en el suelo.

—Seré conciso. Para ustedes dos, aplica lo mismo que con el equipo. No quiero nada de preguntas, o estupideces de su parte ¿Comprenden? —Zabini asintió y Nott lo hizo con un deje desconfiado—. Te veo indeciso, Theodore. ¿Hay acaso un problema?

—Eso quiere decir, que nos has estado mintiendo ¿no? De ser de otra forma, no harías tanto énfasis en esta parte del asunto.

Draco decidió dejar de enfocarse en el aroma de Pansy, y pudo identificar los olores que emanaban sus amigos. Zabini era sencillo, casi rozando lo ingenuo, como un vaso de leche chocolatada, que aunque no era su favorita, siempre iba bien con todo.

Nott, detrás de toda la convención de aromas con Daphne, olía a algo fuerte y que no lograba determinar si le gustaba o no; era el aroma del cuero curtido. Extraño, no obstante lo comprendía, su familia se dedicaba a la ganadería y eran los propietarios de una gran distribuidora de animales, para los mataderos.

—¿Esa es tu única pregunta? No pienso contestar otra acerca de esto —Nott se lo pensó un segundo, antes de asentir—. Es cierto, muy persuasivo. Si, les he mentido todo este tiempo, ya que, no pienso revelarles la verdad.

—¿Por qué? —se apresuró a preguntar Zabini. Draco gruñó— ¡Si Nott pudo preguntar, yo también tengo derecho a hacerlo!

—Lo que sea. No les puedo decir porque... me odiarían. Porque sé que si les digo, voy a perder su amistad. Empezarían a verme con otros ojos; un punto de vista que los cuatro hemos aprendido y nos han repetido que es el correcto.

Se quedaron en silencio otro instante. Pansy, entonces apoyó su mano en la cabeza del chico, para llamar su atención.

—Me toca a mi ahora. ¿Ellos, algún día lo sabrán?

Tanto Nott como Zabini clavaron los ojos en ella, percatándose de que Pansy, sí se hallaba al tanto de lo que ellos no—. Pans, lo sabrán tarde o temprano, es inevitable. Solo espero que en el momento en que lo descubran, ellos hayan cambiado sus lentes.

—Curioso, Draco —interrumpió Nott, poniéndose de pie—. Es cierto, nos haces quedar aquí como los malos, cuando el único incomprensible has sido tu. No tengo ni la mínima idea de lo que te refieres, pero hemos vivido tanta mierda contigo a tu lado, que no sé qué tan grave es ese secreto.

Nott, estoy comenzando a odiarte —bufó Draco, parándose—. Me gustaría olvidarlo todo, y volver al pasado, y decirles toda la verdad, como solía hacerlo... ¡No puedo! Eso sería un suicidio.

Nott se dirigió a la puerta y se detuvo cuando tomó el pomo.

—¿Recuerdas a que edad nos conocimos? —Draco no respondió—. A los nueve. Después de Pansy, pero antes que todo el resto. Tenemos quince; siete años de mierda vivida contigo. Este es nuestro quinto año de molestar a Potter, porque así lo quisiste. ¿Acaso crees que un problema más, cambiaria en algo?

—Si, en todo.

Draco quería llorar, pero se aguantó las ganas de hacerlo, cerrando los ojos. Claro que quería gritarles la verdad, y hacer que lo comprendieran, sin embargo, los conocía tan bien como para saber que eso no era una opción viable.

Creo que yo también estoy comenzando a odiarte, Draco. Es extraño ¿sabes? Irme más confundido que cuando llegue y saber que mi mejor amigo me oculta el mayor secreto de su vida, porque cree que soy un bastardo insensible—soltó Nott, con una pequeña lagrima saltando de sus ojos, la cual limpió rápidamente—. Bien, me parece asombroso, Draco; hoy aprendí que nuestro significado de amistad es muy distinto.

Nott se fue de la habitación, dejando su estela de olor a sus espaldas. Ninguno se movió, aun asimilando las palabras de Nott. No querían decir nada, porque estaba implícito, una vez regresaran al comedor, Nott actuaría como siempre y todos pretenderían estar en buenos términos.

Draco, entonces, vio en el reflejo de las baldosas de la habitación a un verdadero ser deshumanizado. Alguien que estaba dispuesto a herir a sus amigos con pequeñas mentiras, para no destruirse con la verdad.

• ── ◦ ◦ ── •

Debajo de la capa de invisibilidad, Harry y Hermione, caminaban atentos, con sus hombros rozando cada dos pasos y el mapa del merodeador siendo revisado por Hermione, mientras Harry alumbraba con su varita.

—Ahora está saliendo de la enfermería —mencionó Hermione—. Agh, no me acordaba lo incómodo que era andar con esto encima. Harry, deja de presionarme tanto.

—¡Tú me estas presionando a mí! —exclamó Harry.

Los dos dejaron de caminar cuando aguardaron detrás de un grueso árbol. Harry se quitó la capa, apagó su varita y se quedó con la mirada fija en el sauce boxeador, que yacía tranquilo.

Siguieron con la mirada el letrero que decía "Draco Malfoy" y "Poppy Pomfrey", por todo el primer piso.

—Queda media hora —avisó Hermione, enseñándole una especie de astrolabio. Harry tomó el objeto con sus manos, recordaba haber visto algo similar en la sala de astronomía— Es un Equatorium2 mágico. La profesora Sinistra nos enseñó en segundo como usarlo ¿No te acuerdas?

—Probablemente falté a esa clase —contestó Harry, devolviéndole el objeto—. Mira, ya los veo.

Ambos se escondieron entre los arbustos, sin meter ruido, viendo la escena entre los recovecos de las hojas. Draco, iba con la ropa más muggle y barata que alguna vez le vieron utilizar (playera y un buzo que le quedaba corto). Madame Pomfrey, en cambio, traía un par de botellas con agua y su pulcro atuendo de enfermera.

Draco se detuvo y apuntó con su varita al sauce, que pareció debilitarse al momento. Madame Pomfrey entró antes que Draco, quien se quedó un momento viendo alrededor.

Era su oportunidad. Tanto Harry como Hermione se acercaron a trote al sauce, metiéndose por el recoveco el instante antes de que el sauce recobrara su vitalidad. Una vez volvieron a tocar suelo, Harry se apresuró a poner la capa encima de ambos.

—Ahora esperemos a que Madame Pomfrey venga de regreso.

Los dos se acomodaron pegados a la sucia pared, avanzando a paso de tortuga. Estaban tan lejos de Draco y la enfermera, que ni siquiera se veían al final del interminable pasillo.

A medio camino, escucharon como Madame Pomfrey le decía a Draco que abriera la escotilla. Los dos se detuvieron y esperaron a que ambos siguieran andando antes de acercarse.

Aquella era su estrategia, porque comprendía que si se acercaban demasiado, Draco los encontraría al instante por el olor. En especial el de Harry.

Cuando llegaron a la escotilla, varios minutos después que Draco, se dieron cuenta que Pomfrey ya venía de regreso. Los dos se apegaron todo lo que pudieron a la pared y esperaron que la mujer bajara la escalera y avanzara unos cuantos pasos. Momento que aprovecharon los chicos para subir la escalera tan rápido y silencioso como pudieron.

—¡Que soy tonta! —dijo Pomfrey volteándose—. La escotilla.

Hermione se apresuró a meterse dentro de la casa, para luego darse cuenta de que la mujer subía de nuevo para cerrar la puerta. Los dos se quedaron en silencio un minuto antes de soltar todo el aire que retuvieron en sus pulmones y se quitaron la capa.

—Solo diez minutos —susurró Hermione, levantándose del polvoriento suelo, mientras consultaba el objeto—. Draco debe estar en el tercer piso, encerrado.

La chica verificó la escotilla, para darse cuenta de que estaba cerrada con llave. Gruñó molesta y junto a Harry, recorrieron el primer piso, para darse cuenta de que la casa no albergaba ni puertas o ventanas y era un espacio amplio, lleno de arañazos y mordiscos.

—Mierda Harry —se detuvo Hermione—, debimos quedarnos abajo.

—¿Por qué?

Harry entonces se quedó de piedra, al ver la escalera que daba al resto de piso. La puerta que estaba cerrada se notaba endeble y a punto de caerse.

—Oh, mierda.

Estaba claro que el lugar predilecto era la última habitación de toda la casa, pero una vez que el lobo se transformaba podía fácilmente, forzar la entrada.

La casa de los gritos, no se llamaba la habitación de los gritos, por esa misma razón.

Todas las personas que estaban ahí y escuchaban el ruido, eran conscientes que no venían de una sola pieza. Era de distintos lugares de la casa. Porque Draco o Lupin, podían pasearse por la estancia.

Hermione se apresuró a intentar encantar la escotilla. Probó todos los hechizos de apertura que conocía, pero ninguna logró abrirla.

—Destruyámosla —sugirió Harry quitándole el Equatorium a Hermione—. ¿Cómo demonios se lee esta cosa?

—¡Pásamelo! No podemos destruirla, Draco podía escapar por ese espacio —gruñó Hermione agarrando el artefacto— ¡Mierda! Tres minutos.

Hermione se puso a pensar rápido, mientras Harry escuchaba cada como sus latidos se aceleraban cada vez más. Sin embargo, Hermione se hizo un ovillo en el suelo con las lágrimas a punto de salir de sus ojos.

—No debimos haber venido —gimió Hermione. Harry se acercó a ella y se arrodilló frente a la chica—. Draco nos va a comer...

—Hermione ¡Eres bruja!

—¿Y qué?

—¡Haz una puta barrera! —exclamó Harry, señalando su varita, mientras se sentaba a su lado.

Hermione asintió y conjuró una fuerte barrera que los cubrió a ambos. No hizo falta volver a consultar el artefacto para descifrar que la transformación comenzó.

El aullido fue tan largo como fuerte, sonaba doloroso y dañino. A Harry se le erizó la piel, apegándose a Hermione, que abrió el artefacto para verificar cuanto tiempo duraría esa luna llena.

—Cinco horas, después de eso ya la luna se oculta, y en un par de horas más amanece —comentó Hermione. Escuchando un fuerte golpe venir desde el piso superior—. Demonios, debí haberte hecho caso.

—Tranquila, no va a pasar nada malo —aseguró Harry, con el sonido de otro golpe, algo más intenso que el anterior. Hermione lo miró anonadada—. Confía en mí, ¿vale?

—¿Por qué siempre me dices lo mismo? ¡No Harry! ¡Esto no está para- ¡AH!

Harry, le cubrió la boca a su amiga, tan pronto como los dos pudieron ver al animal bajar, lentamente, al primer piso. Sintió las lágrimas de Hermione descender por sus mejillas. La chica estaba aterrorizada a pesar de tener una barrera transparente irrompible que la cubría de cualquier tipo de daño.

Harry soltó a su amiga y se apegó lo máximo que pudo a la barrera.

El lobo (Draco), lo miraba expectante, con sus brillantes ojos plateados; sin emitir ningún ruido. Su pelaje blanco, estaba manchado por su propia sangre, en su costado derecho, pero no parecía importarle.

Los ojos del animal miraron a Hermione, a lo que comenzó a gruñir de forma feroz. La chica se apegó a Harry por la espalda, rodeando su cintura. El lobo se acercó y dio un manotazo a la barrera.

«Intrusa» «El mío» «Largo, comida, Hambre»

—¡NO! Ella no es comida —gritó Harry al animal, que pareció entenderlo, porque se sentó con los ojos en el—. ¡Ella es amiga! ¡Hermione!

El lobo volvió a aullar, luego a gruñir. Hermione, ahora veía la escena más impresionada que asustada.

«Hueles bien, Harry» «Mio» «¿Por qué hueles también a otro?»

—¿A quién huelo, Malfoy? —preguntó Harry, quitando con lentitud, los brazos de Hermione alrededor de su cintura—. ¿Lo reconoces?

«Hueles al otro» «Lupin» «¿Por qué?» «¿Por qué?» «Lo detesto» «Eres suyo»

—¿Soy de Lupin? —Hermione lo miró con una ceja alzada, igual de deslumbrada que Él—. ¿Cómo es eso?

El lobo se recostó en el borde de la barrera, dando un largo bostezo antes de responder.

«Serás mío, cuando dejes de ser de él» «De su manada»

Después de eso, Draco estiró sus patas y se quedó viéndolo en silencio.

—¿Lo calmaste? ¡Eso es imposible! —señaló Hermione—. Él, debería estar atacándonos ¿Cómo lo hiciste?

—No tengo ni idea, Hermione. ¡Yo no sé nada de hombres lobo! —contestó Harry, exasperado—. Dice que soy de Lupin, de su manada.

—¿Manada? Eso es rarísimo. ¡Ni siquiera eres un licántropo!

—Tal vez hay algo, como un aroma. Lupin siempre que está conmigo me abraza o me toca el cabello —señaló Harry, relajándose contra la pared—. Dejó su esencia en mí. O algo así supongo.

—¡Como un perro! Yo tenía uno, siempre andaba lamiéndonos. Crookshanks también hace lo mismo, se pasea entre mis piernas siempre que puede —señaló—, leí que hacen eso para marcar territorio. Y ahora que lo pienso, me hace bastante sentido que los lobos hagan lo mismo.

Hermione poso su mano en la barrera, y Draco se puso de pie al instante, enseñándole sus filudos dientes. Hermione se echó hacia atrás con las manos temblorosas, murmurando un "lo siento" Reiteradas veces.

«Ella» «Hambre» «Dámela»

—Te dije que no, Malfoy. ¡Acaso no entiendes con una sola vez! —retó Harry, el lobo bajó las orejas y volvió a recortarse, arrepentido—. Hasta como lobo me saca de quicio.

—Yo creo que lo tienes bien domado —comentó Hermione—. Solo te escucha a ti. ¿Qué te dijo?

—Básicamente que quiere comerte a trocitos.

—Oh... que amable de su parte.

—¡No es gracioso!

—No me estoy riendo —aclaró Hermione. Llevándose sus piernas contra su pecho.

Durante un largo rato los tres se quedaron en silencio. Draco no le quitaba los ojos de encima a Harry.

Entonces, el lobo paró las orejas y subió hecha una furia al segundo piso. Los chico se quedaron en silencio hasta que Draco bajó con un rata masacrada que traía clavada en el hocico y que aun goteaba sangre. La dejó frente al lado de la barrera, en la parte de Harry.

—Oh... eso es ¿tierno? —murmuro Hermione—. Crookshanks a veces me trae pájaros... solo que siempre siguen vivos.

Draco se quedó frente de él, con el hocico lleno de sangre y muy pendiente a la reacción de Harry.

—Gracias, pero no lo quiero —dijo Harry, sonriendo a medias—. Puedes quedártelo.

Draco se quedó con la mirada puesta en Harry y luego dejó salir un sonoro aullido.

«¿Acaso quieres un ciervo?» «Hueles como uno» «Te puedo traer uno»

—No, no quiero nada.

El lobo asintió y se llevó toda la rata a la boca, para despedazarla entre sus fauces, enseñándoles a los chicos una escena para nada hermosa. Se devoró hasta la última parte de la rata, solo dejando los huesos del animal y parte de su piel a un lado.

Durante el resto de la luna, Draco se la pasó merodeando con tranquilidad por la casa, trayéndole insectos y ratones que cazaba para Harry, que una vez eran rechazados el terminaba por comérselos.

Sin embargo, en un momento, Draco se quedó sentado en la escalera y comenzó a aullar. Era una melodía preciosa, que Harry escuchó como si la entendiera, para terminar olvidándose de ella. Hermione, que dormitaba a su lado, despertó en el momento en que Harry aulló a modo de respuesta.

No era ni un octavo de lo hermoso que aullaba Draco, pero el lobo pareció contentísimo, porque siguió aullando. Los dos continuaron aullando y Hermione estuvo segura de que alcanzaba a escuchar parte de la canción que ambos compartían.

Todo terminó, cuando Draco dejó salir un bostezo de su boca y se acostó hecho un ovillo frente a los chicos. Harry revisó el reloj, percatándose que solo le quedaban un par de minutos de transformación. Harry le comenzó a hablar, y el lobo solo gruñía como respuesta.

—¿Cómo se llama la canción?

«Ponle tú nombre»

—¿Cómo? No soy bueno para eso.

«Harry»

—¿Solo Harry?

El lobo bostezó: «Solo Harry»

El lobo dijo: «Es un nombre perfecto»

El lobo cerró los ojos y concluyó: «Harry»

—Ve a cambiar arriba —ordenó Harry, suavemente.

El lobo asintió y a paso lento subió la escalera.

No vio cómo, solo se recostó contra la pared escuchando como Draco soltaba un bostezo a medida que se des transformaba.

Miró a Hermione que sonreía, con las mejillas sonrojadas. La chica se apoyó contra el hombro de Harry.

—Fue hermoso.

—Lo sé, pero no me gusta el nombre de Harry para una canción.

Hermione resopló divertida antes de apoyar su cabeza en las piernas de Harry y cerrar los ojos. El chico acomodó la capa para que los quedaran bajo ella, ocultos gracias a su invisibilidad.

—Pues a mí me parece perfecto.

—A Él igual le gusta ese nombre—contó Harry.

—Entonces los dos tenemos un increíble gusto para las cursilerías.

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Abrió los ojos, con los parpados amenazando por cerrarse, se reincorporó estirando los brazos. Madame Pomfrey, estaba parada en las escaleras, con una brillante sonrisa y la bandeja de utensilios médicos en sus manos.

—Querido, mírate, nada más que unos cuantos hematomas —comentó la mujer, acercándose en cortos pasos. Se agachó, haciendo a un lado el material médico, poniendo únicamente una almohada en el piso—. Recuéstate, que voy a revisarte ese moretón.

Obedeció, poniendo la cabeza encima del cojín. Las manos hábiles de la mujer tocaron con total suavidad su piel, y solo se dedicó a limpiar la herida que contenía sangre seca.

Luego le entregó un paño húmedo con el que quitó, la sangre de rata (el sabor era pesado y amargo. Algo que a Draco no le gustaba) de su cara y entre sus uñas.

Recibió la muda de ropa limpia que Madame Pomfrey le extendió. Como era domingo, no necesitaba llevar uniforme, ni molestarse por cumplir algún tipo de horario.

Los dos bajaron las escaleras y a mitad de camino Draco se detuvo.

Era como si moviera su cuerpo, sin entender muy bien lo que sucedía. Una sensación similar a la de despertar luego de pasar una noche intensa con tus amigos, y aun debatiéndose en si eso sucedió en la realidad o solo un sueño.

No obstante, cuando percibió aquella estela de aroma, se percató que esa era la verdad.

Sus ojos se posaron en la esquina vacía de la habitación. La mujer se quedó quieta al lado de la escotilla, confundida, mientras Draco se acercaba a ese sitio a paso lento.

Estiró la mano, rozando con las yemas de los dedos la tela invisible. Sonrió mostrando sus caninos, metió sus manos en los bolsillos, satisfecho.

—Lo siento, me pareció ver algo —mintió Draco, volteándose—, ahora que lo recuerdo, se me quedó mi ropa en el piso de arriba. —De espaldas al par de chicos apuntó con sus hombros la escotilla—. Voy a buscarla.

La mujer asintió y subió junto a Draco al último piso. Recogieron entre ambos los restos de tela, y volvieron al primer piso, donde Madame Pomfrey le entregó la llave de la escotilla, para que el la cerrara.

Antes de bajar, miró la esquina de nuevo. Ni Potter o Granger estaban, porque lo sabría. Solo se encontraba el recuerdo de sus aromas.

De camino de regreso al colegio, estuvo tarareando una canción que se le hizo familiar, pero de la cual no se acordaba el nombre.

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1. Let's fall in love for the night_ FINNEAS

2. Un equatorium es un instrumento empleado para encontrar las posiciones de la luna, el sol y las estrellas, sin el empleo explícito de extensos cálculos astronómicos.

Hola!

Este capítulo tiene un no sé qué, pero me gusta. Me parece tierna la dinámica de Draco y Harry, cuando Draco está transformado. Obviamente su comportamiento tiene una explicación, pero: tendrán que esperar para descubrirlo todoo.

THE_MACHINE.

PDT: ¡Muchas Gracias por esas casi 3k de vistas! Realmente me hace muy feliz saber que hay gente que le interesa esta (demasiado) larga historia. 3 3