"¿Qué pasaría si quisiera romper?
Si me riera de todo en tu cara
¿Qué harías?
¿Que pasaría si caigo al suelo?
Si no pudiera soportarlo más
¿Qué harías?
¡Ven, Destrúyeme!
¡Entiérrame! ¡Entiérrame! ¡Entiérrame!
¡Ya he terminado contigo!
Mírame a los ojos
¡Me estas matando, me matas!" (1)
• ── ◦ ◦ ── •
—Bonito... animal ¿A quién se lo robaste?
Pansy alzó la mirada, antes de enfocarla en Draco y sonreír con cierto desdén. El felino en los brazos de la chica parecía complacido ante las caricias que Pansy le daba sin discriminar, quien le rascaba el lomo con las uñas pintadas de negro.
—Mione, me lo prestó; se llama Crookshanks —respondió Pansy, alzándolo hacia Draco con una sonrisa—. ¿A que es precioso? Y super listo.
Daphne, se acercó con una sonrisa rojo sangre, y comenzó a hablarle, con un agudo tono de voz, al gato.
—Todavía no descifro si es un gato demasiado grande o un tigre enano. Agh, apártalo de mi... sabes que me dan alergia.
—No lo escuches Crookshanks, tú eres el ser más hermoso del mundo.
—Si, Draco, deja de ser tan quejica. Es un gato. ¿Qué mal te podría hacer?
—Ya entiendo porque le caes bien a Granger —dijo, sentándose en su puesto habitual, al lado de Pansy, pero tan alejado como podía del gato. Aunque ya sentía como los ojos comenzaban a picarle—, las dos enamoradas de esos seres malignos.
Pansy rodó los ojos y dejó a Crookshanks encima de la mesa. El gato, que comprendió toda la situación y para fastidiarlo, se cambió de mesa, para quedar frente a Draco que no dejaba de sorberse la nariz.
—Es un kneazle.
—Si, uno precioso.
—Esos son los peores.
Pansy, acabó por agarrar a Crookshanks y volverlo a poner sobre las piernas. La profesora McGonagall entró al aula con su sublime aura rodeándola, mientras saludaba con una afectuosa sonrisa a Pansy, quien contestó de la misma forma. En especial después de que se detuviera y comenzara a hablar con la chica acerca del gato.
Draco, sacó el libro de encantamientos y buscó en el largo listado de hechizos algún hechizo que lo ayudara con la alergia, ya que no quería cambiarse de puesto. Cuando dio con el indicado, se lo aplicó, logrando que dejara de moquear.
Malditas mujeres, todas enamoradas de los gatos. (2)
—¡Buenos días alumnos! Hoy los veo más animados de lo usual.
Daphne se apresuró a irse a su puesto contiguo al de Nott, al compás en que Draco trataba de enfocar la vista en el resto de los estudiantes. Esa era una de las pocas asignaturas que le tocaba con Hufflepuff. Los estudiantes que siempre destellaban de felicidad a pesar de que Draco considerara que era un delito hacer clases tan temprano.
—Hoy, repasaremos la transformación de cambio de color en criaturas. Quienes no hayan traído animal, pueden pasar a buscar un hámster.
Draco se levantó del puesto, dispuesto a sacar un animal de la caja que McGonagall dispuso encima de la mesa del profesor. Nott se acercó con una sonrisa en los labios.
—Si vas a decir algo del maldito gato...
—Draco rima con gato.
—Me gustan los perros.
Draco aprovechó de sacar dos hámster de la caja. Le pasó, sin cuidado uno a Nott.
—Bueno, siempre andas como un perro rabioso... no puedes decir que no tiene sentido.
—Si no te callas te prometo que vas a lamentarlo, vaquero.
—Lo que sea —murmuró Nott, ganándose al instante la confianza del animal con un par de caricias. Draco no comprendía porque el hámster no dejaba de querer escabullirse de su mano—. Mi animal favorito son los bistec con papas fritas; aunque, si me pongo serio...
—Mira, no quiero escucharte hablar de tu maldito caballo.
—Es una yegua, ignorante. Además; Imparable, es la mejor yegua de todo el pais ¡Le ganó a un Aethonan! (3)
Draco soltó un bufido y se fue, dejando a Nott hablando solo acerca de carreras y saltos. Draco creía que todo el colegio ya se encontraba al tanto de que el caballo de Nott (y el propio Nott), habían salido campeones hace un par de años. En sí, porque Nott se dedicó a contarle, a cada miserable persona que se cruzaba en su camino, acerca del evento... Incluso andaba con la medalla a todos lados.
No lo comprendía. Él nunca fue afín a ningún animal. No tenía mascotas, porque cuando tuvo, le daba celos que su madre se preocupara más por ellos que por él.
Añadido a lo anterior, siempre quiso una pitón, sin embargo nunca logró convencer a sus padres de que era capaz de hacerse cargo de una serpiente de tres metros de largo.
Cuando se sentó de vuelta en pupitre, Pansy ejecutaba el cambio de color sin problemas. Crookshanks, cada cinco segundos cambiaba de tono. Primero naranja, luego rojo, azul, verde, rosado... Draco trató de imitar lo que Pansy hacía, pero entre que el hámster no se quedaba quieto y en que sus resultados con el hechizo avanzaban a pasos de tortuga, se dio cuenta de que, sin dudarlo; la transformación seguía sin ser lo suyo.
Crookshanks acabó por retener al hámster por él. Draco miró con cierto recelo al gato, se encogió de hombros y aceptó, a regañadientes, lo inevitable.
—Tal vez, no es tan malo.
Pansy soltó una risa y continuó haciendo cambiar de color a Crookshanks, para el final de la clase, Draco logró volver al animal de un color amarillo y Pansy consiguió motear al gato. La profesora McGonagall la felicitó con mucho brío, poniéndola como alumna ejemplar.
—Presumida.
—Mira quien lo dice —declaró Pansy, devolviendo al gato a la normalidad—. No te pongas celoso, Draco; ahora nos toca encantamientos. Ya tendrás tiempo para alardear todo lo que quieras.
• ── ◦ ◦ ── •
En medio de la noche, mientras conversaba con Draco a través del espejo; Harry escuchó como la puerta de la habitación se abría. Aguardó en silenció un instante, antes de darle la vuelta al espejo y fingir que dormía.
Ron, antes de meterse a la cama, verificó si Harry se encontraba en la suya, durmiendo. Descorrió la cortina y sonrió satisfecho al verlo descansar tan calmado.
Tan pronto Ron se volteó, Harry abrió los ojos y vio que lo último que hacía, antes de acostarse, era dejar el pesado libro de astrometría en la mesa de noche. Este enseñaba varios post-it que sobresalían de los bordes de las páginas, y Harry se quedó con la mirada puesta en un punto fijo: esperaba escuchar los primeros ronquidos, antes de volver a levantar el espejo y murmurar un hechizo ensordecedor.
Draco, a pesar de llamarlo tres veces, no volvió a aparecer.
• ── ◦ ◦ ── •
Observó a Ron subir las escaleras con los libros en las manos, enfrascado en una interesante conversación con Hermione, de la cual no era parte.
—¿Cómo vamos?
Draco rodó los ojos y analizó escéptico la cartulina de los chicos.
—Para haberla comenzado ayer a las cinco, es pasable —comentó Draco—. ¿Hasta qué hora se quedaron?
—Dos —contestó Nott, dejando escapar un bostezo—. Al menos Weasley es prefecto, en caso de que nos encontraran fuera de la cama tan tarde.
Esa era la hora, en la que Draco cayó rendido del sueño, con la única diferencia de que el motivo era distinto (hablar con Harry hasta tarde). Se encogió de hombros y les devolvió la cartulina a sus amigos, dándoles unas cuantas sugerencias para que, al menos, subieran de un miserable cinco.
Draco sabía, que durante esa clase, no iba a hacer nada, por lo que sacó el pesado texto de historia de la magia, para aprovechar el tiempo.
Su objetivo, ese año en los TIMO, era lograr en todos un mínimo de supera las expectativas y para eso; le quedaba repasar un par de veces el libro de Historia de la magia.
Cuando la profesora Sinistra llamó a todos a los alumnos a sus respectivos asientos; se percató que no era el único que tuvo esa idea. Neville comenzó a repasar transformaciones y Harry, a pesar de que realizaba la intención de querer leer el libro de DCAO, solía desconcentrarse en cada párrafo. Por alguna razón, esa noche Harry encontraba a Draco mas interesante que las palabras.
—¿En serio te vas a leer todo eso? —preguntó Harry, señalando el texto. Draco alzó una ceja—. Yo ya acepté mi Desastroso en historia de la magia.
—Es la tercera ver que lo releo —aclaró Draco, señalándole los post-it de los costados—, pensaba que eso era lo normal.
—Estás igual de obsesionado que Mione.
—Mi vida no gira en torno a mis notas
Era cierto a medias, ese año, las preocupaciones que se aglomeraban en su cabeza gozaban de un tópico desagradable. El Draco del pasado disfrutaba del estudio por su propio bien y el tiempo libe que le quedaba lo empleaba molestando a la primera persona que se le cruzara por el camino. Ahora, con suerte, le quedaba tiempo para estudiar.
—Ajá... Haré que te creo. Mira, Neville y yo nos enfocamos en lo que de verdad necesitamos.
Ante el llamado de atención, Neville se desconcertó y Trevor, su rana, acabó desapareciendo la mitad. Neville abrió tanto los ojos, que por más que intentó volver a aparecer la mitad del animal, no pudo.
—Finite —dijo Draco.
La mitad de Trevor volvió a aparecer, Neville pareció recuperar los colores del rostro y agradeció con la cabeza.
Pansy, que se levantó del asiento para molestar a Draco, se quedó viendo a la rana de Neville. Arrugó la nariz y sin preguntar, se sentó al lado de Draco.
—No se hace así, idiota —regañó Pansy, sacando su propia varita—. Mira, fíjate en los movimientos de mi muñeca, son ligeros, no como si quisieras acuchillar a alguien.
Trevor, pronto se volvió invisible por completo. Neville exclamó muy emocionado, Harry puso los ojos en blanco imitando de mala forma a Pansy y Draco se encogió de hombros, orgulloso de Pansy.
La chica acabó por recibir el llamado de Hermione. Se puso de pie, hizo aparecer a Trevor y antes de marcharse le sacó la lengua a Harry.
—¿Funciona con seres humanos? —cuestionó Harry, mostrando un leve interés en cuanto la chica se marchó—, imagínatelo; no sería necesario una capa de invisibilidad.
—¿Quieres que lo intente? Eso sí, no te aseguro que te vuelva a hacer aparecer —sugirió Draco, a lo que Harry terminó por negarse—. De todas formas, la profesora McGonagall lo dijo en clases, puedes desaparecer todo, ya que se vuelven un "no-ser, es decir, todo". Mira, hablando desde un punto de vista científico: es una fumada.
—Estamos hablando de magia, Malfoy —interrumpió Neville, probando el hechizo otra vez, con mayor efectividad—, esa es la gracia: que no se explica con la ciencia.
—Lamentablemente, si no todo sería tan sencillo como dar un paseo.
Draco devolvió la concentración al libro de historia de la magia por el resto de la clase, siendo interrumpido en un par de ocasiones por capciosas preguntas de cualquiera de los dos.
Se preguntó, en qué momento comenzó a, tan siquiera, soportar a Neville Longbottom; compartir el mismo espacio durante una clase completa y no querer hacerle comentarios desdeñosos por cada error que cometía (los cuales eran bastantes). De alguna forma u otra, Draco, comenzó a comprenderlo, aunque NO a encariñarse con él.
Admiraba un poco (solo un poco) (de verdad; muy poco), esa característica de los Gryffindor; la capacidad de afrontar los errores mejor que cualquier otro, aprender de ellos y volver a levantarse, para intentarlo una y otra vez. Eran testarudos como solo ellos podían serlos. Aun así, esa característica le provocaba cierto conflicto, ya que al mismo tiempo, Draco detestaba la obstinación del resto.
Odiaba que se mantenían inamovibles en sus ideales, porque eso desencadenaba un sinfín de conflictos innecesarios.
—¡Muy bien chicos! Aunque, aun me faltan recibir un par de trabajos; tienen hasta el final de la clase para que los terminen —exclamó la profesora Sinistra hacía el final de la clase—. Recuerden que la próxima clase son las exposiciones, los quiero ver a aquí temprano, porque van a pasar todos. Tendrán que venir con el uniforme bien puesto... —Sinistra clavó los ojos en Harry, con la camisa fuera del pantalón y con la corbata metida dentro del bolso. Cambió el foco ahora a Crabbe, que ni se molestaba en usar el uniforme completo, disfrutando de la comodidad del buzo —. Y cada uno que responder una pregunta que yo les haga. Para que vengan preparados.
Draco guardó el libro y esperó a que sus amigos terminaran, o eso era el plan, hasta que se percató que aún les faltaba un buen trozo de cartulina y se decantó por ir temprano a la cama.
• ── ◦ ◦ ── •
Se esperaba un ambiente como aquel.
Todos eran Ravenclaw a excepción de él. Draco supo que eran de esa casa, porque se sintió incómodo al ser el único del grupo que, en un sábado, no usaba el uniforme o ropa relacionada con el colegio; sino que vestía su pantalón negro favorito, su camisa negra favorita y sus zapatillas negras favoritas. El único tono que no era negro, se lo brindaba un par de cadenas.
Si, Draco opinaba que el negro era el color más sencillo de utilizar. A pesar de darle un aspecto algo gótico.
—¡Querido, viniste! —saludó Madame Pomfrey a penas los vio. Era el último en llegar y todos los estudiantes se voltearon a ver con quien la mujer se refería tan cariñosa—. Chicos, él es Draco Malfoy, de quinto. Nos estará acompañando en nuestra lección el día de hoy.
Nadie dijo nada, porque lo conocían bien. Todo el colegio conocía quién era el chico rubio de Slytherin, alto, guapo (a pesar de estar demacrado) y el alumno favorito de Umbridge.
—Bueno, esta clase les voy a enseñar a curar una herida causada por una maldición. Les pediré, por favor, que se quiten cualquier tipo de accesorio que porten, sea aretes, anillos, broches —señaló la profesora—, lo primordial en un sanador, es la higiene.
Draco acotó la orden. Se quitó el arete, las cadenas y el par de anillos que llevaba (familiar y un mero accesorio). Los metió dentro del bolsillo del pantalón, antes de colocarse el par de guantes que la enfermera les entregó a todos.
Cuando estuvo a punto de comenzar con la explicación, un par de niños de tercero entró a la sala, arrastrados por Madame Hooch. El más bajo de los dos, sangraba por las narices y mostraba las rodillas rasmilladas, mientras el otro, no paraba de soltar burbujas por la boca.
—¡Qué oportuno, Madame Hooch! Si déjemelos aquí... —los niños miraron con cierto horror a los chicos que, bajo sus perspectivas, lucían como adultos disfrazados de estudiantes— Se que debe doler, pero ya pasará...
Madame Pomfrey, les indicó que ellos iban a ser el ejemplo sobre como curar heridas causadas por magias. Los niños jugaron piedra, papel y tijera para decidir quién iba a ser tratado por la enfermera y, el otro, por los inexpertos alumnos.
El chico de las rodillas raspadas, que era de Slytherin, sonrió mostrando los dos dientes faltantes. Madame Pomfrey lo sentó en un banquillo en medio de la enfermería y casi todo el grupo de Ravenclaw comenzó a anotar todas las indicaciones de Pomfrey. Draco se sintió entre maravillado y perturbado. Esa situación le recordaba a la "Lección de anatomía del Dr Nicolaes Tulp", sin embargo, no podía evitar continuar mirando.
La sangre del muchacho se clavó en su cabeza y poco a poco lo atacó el hambre. Debería haber tomado desayuno antes de venir y ahora tampoco podía zamparse la barrita que traía en el bolsillo.
Toda expresión de dolor desapareció, tan pronto Madame Pomfrey aplicó el mismo ungüento que la mujer usaba en las transformaciones. No olía nada y aliviaba al instante, Draco poseía cierta experiencia con esa sensación.
No obstante, a diferencia de Draco, las heridas de la rodilla del chico desaparecieron sin dejar marca.
—¿Qué hechizo sirve ahora para poder arreglarle la nariz al muchacho? —Todos levantaron la mano, menos Draco, que notó como el niño poseía los ojos clavados en su cabello.
—Episkey —respondió una chica alta, flaca y con el pelo tomado en un moño sin forma.
—Correcto. Cinco puntos a Ravenclaw . (4) —Madame Pomfrey sacó su varita y la apuntó contra la nariz del chico—. ¡Episkey!
Pronto, de la nariz del chico dejó de gotear sangre y adoptó la postura habitual. Madame Pomfrey le pidió los dientes y el chico se los entregó; con las risas del otro niño de fondo. O eran mejores amigos, o eran enemigos; de todas formas, ambas opciones eran similares.
Cuando llegó la hora del otro chico, en cambio, las risas llenas de burbujas terminaron. Vio a los alumnos de séptimo embriagados de anticipación y ansiosos de practicar en el niño.
—Primero, hay que conocer como el paciente se hizo la patología.
Draco confirmó, entonces, que ambos chicos eran rivales. O algo del estilo. De Gryffindor y Slytherin, ambos practicaban (por separado), para la selección de jugadores del próximo año, y en el momento seguido a que el niño de las rodillas raspadas (Slytherin), se burlara del otro, terminó cayendo de la escoba por un empujón. Y como venganza le lanzó un hechizo al Gryffindor.
Todo esto lo contó el niño de Slytherin, ya que el otro chico cada vez que hablaba se atragantaba con una burbuja.
Cada alumno sugirió ideas para que sea el primer encantamiento; hechizos que Draco escuchó con anterioridad, pero eran demasiado rebuscados. Madame Pomfrey negó con la cabeza, hasta que se atrevió a levantar la mano.
—Si fue por un hechizo; un finite estaría bien ¿no?
—¡Correcto! Cinco puntos para Slytherin. —Madame Pomfrey le sonrió—. Recuerden siempre ir con lo básico, después por lo especializado. No podemos hacerle a una persona un examen de sangre si viene con tos ¿no?
Dejó que Draco ejecutara el hechizo, pero de la boca del niño seguían saliendo burbujas.
Entonces comenzaron las nuevas teorías. Como el niño no podía comer o beber, las pociones quedaron descartadas. Le preguntaron el hechizo que utilizó el Slytherin, quien se encogió de hombros y respondió: "Fregotego" riéndose.
Draco soltó una risa maliciosa antes de callarse ante las miradas del resto. Esperaba que ese acto estuviera acompañado con un comentario del tipo: "Ve a lavarte los dientes". Eso sería algo digno de un compañero Slytherin.
La misma chica que antes terminó dando el clavo.
—Al ser un hechizo que no debería ser usado en humanos, nos quedaría esperar a que el efecto termine. Tal vez en una hora más.
Madame Pomfrey asintió y terminó dándole al chico un balde para que ya no dejara el piso repleto de producto de limpieza. Lo guio a la camilla de atrás, para que esperara hasta que el efecto acabara.
Aquella clase le pareció más corta de lo que en realidad fue. El chico de Slytherin se fue corriendo a tomar desayuno, tan pronto pudo. Cuando se fijó en el reloj, se percató que eran las diez.
Esperó a que el grupo de Ravenclaw se fuera, porque le pareció implícito que Madame Pomfrey quería comentarle algo antes de ir al comedor.
—¿Y qué te pareció la clase, querido? —Madame Pomfrey se sentó en la silla con el tejido, al mismo tiempo en que agitaba la varita para que un trapo limpiara el suelo resbaloso—. La próxima semana tengo pensado practicar el Episkey a fondo.
—Estuvo interesante. Mientras no tenga ningún compromiso, voy a venir —aseguró Draco con una media sonrisa—, pero ya sabe... tengo que dar muy pronto los TIMO.
—¡Verdad que ya estás en quinto! ¿Y tienes pensado ya a lo que te quieres dedicar?
Draco negó con la cabeza, mintiendo a medias. Claro que definía una vaga idea, pero de por si la idea de tener un futuro real se veía distante. En especial, tras leer aquel artículo escrito por Umbridge, hace cuatro años, donde casi le volvía imposible a los hombres lobo conseguir trabajo.
—Bueno, aún tienes tiempo. Eres un mago muy inteligente, de seguro hubieses quedado bien en Ravenclaw.
—¿Usted fue Ravenclaw?
—Si, pero mi pasión siempre fue la sanación —respondió la mujer—, siempre ha sido una de las ramas más necesitadas en el mundo.
Draco asintió. Podían suceder mil años y la gente continuaría necesitando a alguien que los curara de las lesiones.
—¿Cómo lo supo? Si no está presente en el plan escolar.
—Mi madre era sanadora, mi padre era eso que los muggles llaman cirujano. Una disciplina un tanto... sangrienta —recordó Madame Pomfrey con un suspiro escapándose de los finos labios —. Aunque, de algún modo, uno lo sabe. Hay algo dentro que vibra cuando encuentras eso que te apasiona. Yo me enamoré de la medicina y cuando cumplí mis treinta del tejido. Tal vez no sea la mejor en ninguna de las dos; pero cuando amas lo que haces, eso no es trascendental.
—Comprendo —contestó Draco, volviendo a ponerse el piercing—. Supongo que nunca lo había visto de esa forma... muchas gracias.
—Que tengas un buen día.
Draco cruzó el pasillo, buscando en su interior esa actividad que tanto le movía, pero llegó más pronto de lo que planeó al comedor. Donde fue abordado por el equipo de quidditch, que no lo dejaron sentarse antes de llevarlo al campo a entrenar.
• ── ◦ ◦ ── •
Levantó una ceja cuando Cho Chang lo llamó antes del almuerzo. Era sábado y todo el colegio estaba recluido dentro del colegio, ansiosos de querer ir a Hogsmeade, sin poder salir si no querían ser expulsados. La chica lo condujo por los pasillos hasta llegar a unos bancos a las afueras del aula de adivinación, donde se sentaron.
Harry, de todas las personas en el mundo, con la que menos quería hablar era Cho Chang. El hecho de verle le rememoraba la traición de Marrieta, y Cho, decidida a ocultar la cicatriz que dejó el castigo de Umbridge en su mano, la cubría de forma religiosa con kilos de maquillaje.
Harry, por el contrario, siempre que veía la cicatriz, sonreía orgulloso. Sin arrepentirse de nada de lo ocurrido durante el último semestre; convencido de que la gran mayoría, logró aprender el doble que con Umbridge.
—¿De qué querías hablar? —preguntó Harry, de mala gana—, porque me estoy muriendo de hambre.
—Harry, yo... quería pedirte que no estés enojado con Marietta, por favor. Dale, el contra hechizo para los granos—suplicó Cho—, ella, cuando la conoces es una buena persona... cometió un error humano.
—¿Un error que nos arruinó a todos?... Y con eso me refiero a ti tambien, Cho, su "querida" amiga.
—Si, pero su madre iba a perder el trabajo si... no decía nada.
—Tuvo la posibilidad de mentir ¿Por qué no lo hizo? —gruñó Harry, cruzándose de brazos— ¿Será acaso porque nunca quiso estar involucrada en esto desde un primer lugar?
Cho parecía querer llorar y Harry rodó los ojos. No, no podía hacer eso. No funcionaria.
—Cho, no estoy molesto contigo o al menos no lo voy a estar mientras no justifiques las cobardes acciones de...
—¡Marietta no es cobarde! ¡Tuvo miedo! No puedes decirme que tú nunca has...
—¡Eso es ser cobarde! —juzgó. Cho se sorbió la nariz, con las primeras lágrimas a punto de saltar—. No, ¡No te atrevas a llorar! Porque todo este asunto es culpa de Marietta. Que se quedé con esos granos toda la vida de ser necesario, ¿Qué tanto? Si ustedes las chicas son buenas ocultando cosas ¿no?
—No seas cruel con ella. Solo cometió un error...
—Mira, Cho, si quieres tanto el contra hechizo, pregúntale a Hermione. —Cho alzó una ceja y los profundos ojos negros se clavaron en la cicatriz de Harry—. Ella hechizó la hoja.
—¡Eso es injusto! Debió habernos dicho...
—No, ella lo hizo para que no culpáramos al inocente en caso de que todo saliera a la luz —declaró—... ¿Por qué me miras de esa forma? Es la pura verdad.
—Yo, pensé que entenderías... Si la hoja no hubiese estado encantada —sollozó Cho—, tal vez, Marrieta no estaría sufriendo el rechazo que está teniendo ahora. Todo hubiese sido más simple. Yo no entiendo por qué eres tan unilateral. —Harry frunció los labios sin comprender, y se levantó de la banca, ansioso—. A Malfoy lo disculpaste como si nada.
—¡Malfoy no tiene nada que ver en esto!
—¡Si que lo tiene! ¡Yo lo vi, con Umbridge!
Sin comprender del todo sus acciones, agarró a Cho con fuerza del hombro. La chica se sobresaltó, pero lo único que Harry lograba racionalizar era la indignación que le nublaba los sentidos. Sus parpados se tensaron. Debía contenerse. Respirar.
Ella no conocía a Draco. No se encontraba capacitada para emitir ningún tipo de juicio en contra de Draco.
O quizás, Harry no quería escuchar insulsas explicaciones justificadas a costas de un tercero. Dijeran lo que dijeran. La situación con Draco era tan extraña, que la zona gris en la cual ambos chicos se movían parecía demasiado inverosímil a ojos ajenos.
A ojos cuerdos.
—¡Draco hizo lo que Marietta no! ¡Él tuvo las agallas de mentirle a Umbridge! —gritó Harry, a lo que Cho contestó echándose hacia atrás—. Marietta se lo buscó sola, ahora que se las arregle como pueda, pero no vuelvas a meterme en tus asuntos.
Soltó a Cho y se metió las manos dentro de los bolsillos del pantalón, antes de encaminarse de regreso al gran comedor. Ignoró los llamados de Cho y el llanto tan propio de ella. ¿Qué era lo que gimoteaba sabiendo que era inútil? Ya no le importaba. La traición era algo que nunca podría soportar, al igual que los cobardes que entregaban a sus amigos por mero miedo.
• ── ◦ ◦ ── •
Fijó los ojos en el cielo despejado de un vibrante color celeste. Las ruidosas gradas divididas por los cuatro colores gritaban eufóricas por esos últimos dos partidos que se darían a cabo en poco.
Harry llegó de los últimos a las gradas, se sentó entre Hermione y los gemelos, quienes no dejaban de recibir dinero de los resultados del partido.
— ¡Ravenclaw o Gryffindor! ¿Quién de los dos será el ganador? —gritó Fred, con la caja colgada a modo de collar.
—¿Cuánto será el marcador? —agregó George, recibiendo un par de galones.
—¿Ron será vencedor?
—¿O Page logrará ser mejor? —concluyó Fred—. ¡Apuestas, apuestas! ¡Hagan sus apuestas!
En pocos minutos llegaron al campo tanto Ravenclaw como Gryffindor, quienes peleaban por el tercer lugar. Harry se unió a los vítores de su equipo.
Ron, decidió irse a dormir tan temprano la noche anterior que no cenó. Desayunó como si se tratara del almuerzo y traía un mejor color que de costumbre. Aun así, al escuchar todos los ánimos de los estudiantes, temblaba por instantes en el cielo.
—¡Bienvenidos a las finales de quidditch 1996! disputándose por el tercer lugar tenemos a Ravenclaw contra Gryffindor. ¡Un fuerte aplauso! —saludó Lee Jordan, tan animado como de costumbre.
Lee Jordan comenzó a expresar las cualidades de cada uno de los jugadores, y tras terminar con Ron; el partido comenzó.
Ron subía y bajaba entre cada aro, con Angelina y Katie, quienes se pasaban la pelota entre ellas para atacar el aro de Ravenclaw. Identifico a Ginny, haciendo círculos por encima de todo el estadio, con una sonrisa en los labios, mientras tarareaba una canción que ella oía, como si llevara audífonos puestos.
Cho Chang la imitaba, pero lucia tener un peor aspecto que Ginny, ya que se distraía con facilidad ante el más pequeño movimiento. La coleta negra no le brillaba y cuando Harry cruzó miradas con la chica, nada se sintió especial.
¿Cuánto tuvo que pasar para no sentir ni una pizca de emoción, o nerviosismo cuando la veía?
Siguió la trayectoria de ambas chicas, ignorando por completo el leve desastre que comenzó a desatarse abajo. Hasta que las gradas de Slytherin comenzaron a cantar.
«Weasley no atrapa las pelotas
y por el aro se le cuelan todas.
Por eso los de Slytherin debemos cantar:
a Weasley vamos a coronar.»
Pronto Ravenclaw se le unió y Harry notó en Ron como empezaba a ponerse molesto. Una quaffle pasó por el lado, rozando la cabeza de Ron y el cántico se hizo más intenso.
Trató de identificar a las personas de Slytherin, pero no encontró el pelo rubio de Draco por ningún lado. Lo más probable porque él jugaba en el partido siguiente y se encontraba en los camarines. No obstante, se fijó en Daphne que se aplicaba un espeso labial rojo y Pansy que enfocaba toda su atención en el diseño de uñas que terminaba de hacer, sin desear que este se arruinara.
Para cuando Harry volvió fijarse en el marcador tragó en seco, la diferencia alcanzaba los cuarenta puntos. Algo que no sería alarmante si Ginny ya hubiese identificado la snitch.
Harry vio la brillante pelotita aletear encima de la cabeza Umbridge, antes de volver a esconderse. Ginny miró hacia donde Harry le apuntaba sin saber a qué se refería.
Pasaron cinco minutos donde la diferencia se hizo notoria con veinte puntos a favor de Gryffindor, antes de que Ginny por fin diera con la snitch y se lanzó a buscarla; con Cho Chang varios metros detrás suyo.
En ese momento, una quaffle de Ravenclaw fue atajada por Ron, que sonrió orgulloso.
Las gradas de Slytherin y Ravenclaw pararon de cantar, tan pronto Ron, comenzó a desviar todas las quaffle que querían entrar.
Entonces, los gemelos intercambiaron una mirada cómplice y comenzaron a cantar:
A Weasley vamos a coronar.
A Weasley vamos a coronar.
La Quaffle consiguió atajar.
A Weasley vamos a coronar
Todos le siguieron la corriente, menos Slytherin que se sentaron en los asientos enfurecidos. Al instante seguido, Ginny enseñó a todo el público como la pelotita brillante se agitaba dentro de su mano, con una sonrisa brillante y deshaciéndose la coleta pelirroja para que el cabello le ondulara a favor del viento.
Gryffindor saltó de emoción y tiraron confeti color rojo. Los gemelos chocaron las manos, al darse cuenta de que la mayoría de sus apostadores votaron a favor de Ravenclaw, sin tenerle esperanzas en Ron.
Con todo, aún quedaba un último partido y Harry no cabía de emoción, deseoso de ver como concluir esa temporada de Quidditch.
• ── ◦ ◦ ── •
Entró a la sala común, siento aclamado como un rey. Toda la casa lo vitoreaba emocionado, mientras era cargado. No podía borrar la sonrisa del rostro, mucho menos con la pesada copa en su mano izquierda y la snitch revoloteando en la mano diestra.
Pronto lo bajaron encima de la mesa principal, donde Draco vio los ojos de todos sus compañeros brillantes de energía. Le dio un beso a la copa, antes de pasársela al resto del equipo. Urquhart no cabía de felicidad, incluso le pareció algo tierno que un chico tan grande, podía llorar como una niña pequeña. Apreció la snitch, reflejándose en la pelota.
Era la primera vez que su equipo ganaba la final y todo gracias a él.
Buscó con la mirada a Pansy, que se apretaba un vaso de plástico y sonría contentísima por Draco. Le guiñó un ojo y soltó la snitch, para que volara un par de centímetros y, cuando estuvo a punto de irse de su poder, la agarró.
El pelo le caía desordenado y sucio frente a los ojos, apestaba a pasto y adrenalina, y los pantalones blancos del equipo se encontraban lleno de barro.
—¡Esa caída, fue épica! —gritó Zabini, subiéndose a la mesa—, ¡No sé cómo no te rompiste una pierna!
Recordaba cuando identificó la snitch y se tiró de picado a atraparla. Los ojos le brillaron, de eso se hallaba seguro. Tan pronto se subió a la escoba los sentidos se le erizaron. Como si fuera un perro en busca de una rama. El buscador de Hufflepuff lo siguió y para despistarlo, fingió que perdía el control justo antes de caer al suelo con la snitch bien sujeta en su agarre.
El partido duró, con suerte, diez minutos, porque la diferencia de victoria resultó aplastante.
Comenzaron a gritar el nombre de Draco repetidas veces, antes de que él bajara de la mesa. Recibió varios halagos y se quitó la larga túnica verde con su nombre en la espalda antes de abrazar a Pansy.
Ambos eran conscientes de lo que eso significaba. Era importantísimo, ya que no se trataba de una simple victoria.
Eso significaba que Draco, a pesar de todo lo ocurrido durante el año, de las lágrimas derramadas y el dolor sufrido, seguía teniendo parte de su esencia en el interior.
Dejaron la copa encima de la mesa, y con un movimiento de varita, Nott hizo aparecer toda la decoración de la fiesta de victoria. Draco se sirvió un vaso con un líquido que no era bebida y notó los ojos de Tracey Davis, una chica curvilínea con una nariz aguileña, posados de forma traviesa sobre su boca. Respondió levantando el vaso, bebiendo la mitad de un sorbo.
La chica le señaló el corredor que daba a los baños y Draco pensó: "¿Por qué no?". Dejó su vaso encima de la mesa y se echó el pelo hacia atrás, siguiendo a Davis, relamiéndose los labios resecos por el viento.
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1. The kill: 30 Seconds To Mars.
2. Draco, lamento decirte que también soy team gatos.
3. Es una raza de caballo alado.
4. Cuando lo descubrí quedé en shock, pero, según el canon, Madame Pomfrey puede tanto dar, como quitar puntos.
¡Hola!
Vaya... ese Draco es un loquillo ajja
Se que el romance entre Harry y Draco es lo principal, pero yo ya avisé que era un slowburn (demasiado lento), así que quiero que este par experimenten un poquito jaja.
En AO3 este fic ya alcanzó el recuento de 200k palabras; una locura total.
Also... estoy en mi última semana de exámenes, lo que significa *inserte redoble de tambores* ¡VACACIONES DE VERANO!
Y MUUUUCHAAAA ESCRITURA ¡YEIIII!
THE_MACHINE
Q&A
Murtilla pregunta: Hola!
Que bueno que draco no fue pillado. La mentó por los demás, pero es parte del libro
Que linda la comunicación que tienen ahora draco y harry, y el espejo de sirius? Es otro?
Si. Ron es bkn. Pero por q no se quedó con las serpientes para terminar el trabajo?
Respondo: Exacto, la ED debía ser descubierta si o sí.
Es el espejo de Sirius, recuerda que al comienzo de la historia, cuando Harry cumple 15 le regala las dos partes. Se que eso no pasa en el canon, pero *libertad crastiva* JAJA.
Ron no se quedó con Zabini ni Nott porque le tocaba castiogo con Umbridge ahahj.
¡Muchas gracias por leer y comentar! 💕💕
