"No tienes que ser un héroe para salvar el mundo.
No te vuelve narcisista el amarte a ti mismo.
Parece que nada será fácil, nunca lo será
eso esta bien, déjalo salir, háblame
esta muy oscuro esta noche, luce bien, duérmete.
Está bien, ven adentro y háblame." (1)
• ── ◦ ◦ ── •
—Mira; es tu madre, Malfoy.
El anuario estaba extendido sobre la mesa. El tabernero los dejó sentarse en cuanto pidieron un par de cervezas de mantequilla de un tamaño abismal, que ninguno de los dos lograría terminarse.
Harry permaneció la hora completa, viendo las imágenes móviles de su padre durante sus años dorados, mientras Draco se perdía en un bucle de pensamientos; Al menos así fue, hasta que Harry decidió comenzar a revisar las páginas anteriores, con las imágenes de las generaciones pasadas.
Draco se estiró encima de la superficie y acercó el anuario; La generación de su madre correspondía a la del año 73' y ahí la identificó con la inscripción de:
"Prefecta de Slytherin: Narcisa Black".
Aparte de lucir joven, la mujer poseía las raíces del cabello de un tono oscuro y sonreía con elegante arrogancia. Draco se mantuvo un largo instante definiendo con el dedo índice las suaves facciones de Narcisa.
—Y luego tú me dices que me parezco demasiado a mi padre.
Sonrió y cayó en cuenta de lo que a Harry se refería. No se trataba de un parecido físico, además de compartir aquella delgadez tan propia de su familia, las afiladas facciones y como, aun estando sentada, lucia ser alta.
El parecido de madre e hijo recaía en otra cosa.
La actitud. Tal como Narcisa sonreía, con un deje de superioridad. La manera en la que se apartaba el cabello de los hombros y volvía a acomodarse en la silla, enseñando el caro anillo de compromiso, de oro y con una gran esmeralda.
Bastó con que cambiara de página para encontrarse a su padre. Lucius enredaba la mano entre las hebras de cabello rubio, con el mismo anillo de compromiso y en una postura con la cual alzaba la marcada barbilla, en un gesto de orgullo y superioridad. Levantó la mirada para darse cuenta de que Harry también veía la imagen.
"Prefecto de Slytherin: Lucius Malfoy".
En la página siguiente salían sus padres agarrados de la mano. Sentados en la sala común de Slytherin, posando como si se tratara de una revista de moda. Veían a la cámara con cierto desprecio, aunque al momento se sonreían entre ellos, confidentes de una broma interna de la pareja.
—Pensaba que tu madre era rubia natural.
—Lo más característico de los Black, aparte de ser sangre pura —comenzó a decir Draco—; es el cabello oscuro. De mis dos tías, mi mamá era la única que tenía el pelo, totalmente lacio. Teñirse el pelo con magia no es demasiado complejo ¿sabes?
Draco cerró el anuario y le dio un sorbo a la bebida servida, se arrancó un pequeño mechón de cabello, para poder examinarlo. Ya ni siquiera era rubio, el blanco dominaba, hace ya tiempo, suficiente terreno.
—¿Cómo me vería con el pelo de otro color? —cuestionó Harry—. Tal vez pelirrojo, como mi mamá.
—Tienes la piel demasiado morena. El color negro o castaño es tu mejor aliado. Pero si quieres pruebo pintarte el pelo rubio.
Harry se agarró la cabeza y entrecerró la mirada.
—No, gracias.
Draco se quedó con los brazos sobre la mesa, al compás que golpeteaba con los dedos la madera de estilo "rústico" (o al menos así la catalogaban, para no quitarle merito los rebordes desgastados). Les quedaban, eso de una media hora antes de ponerse en marcha de vuelta al colegio.
Por otra parte, Harry se la pasaba en grande viendo las mismas imágenes una y otra vez. Algo que a Draco le pareció interesante. Se preguntaba qué era lo que el chico pensaba de las fotografías. ¿Se imaginaba contextos? ¿Bromas? ¿Fantaseaba con un futuro imaginario?
Los dedos de Draco apuntaron a la carpeta de Harry, quien vio el objeto con una ceja alzada antes de decantarse por leer el primer documento, que deslizó por encima de la mesa a Draco. Se notaba la antigüedad del documento con un vistazo, y por miedo a que se deshiciera de las manos, tomó la hoja con cierta aprensión.
"Sirius me lo ha dicho. Me ha dicho que le gustan tanto los hombres como las mujeres y que está saliendo con Remus. No sé qué pensar al respecto. Salí con una estupidez, pero ahora, mientras ellos duermen, decidí escribir.
Yo, el tema del amor es complejo; creo que siempre he sabido que me gustan las mujeres, es decir, llevo enamorado de Evans desde cuarto (aunque este año se intensificaron mis sentimientos) y, aunque aún no a lo acepta, tengo el presentimiento que con ella si tengo esperanza.
Regulus... con él era diferente. Da igual a este punto.
Yo pensaba que con Sirius era lo mismo. Tuvimos nuestra primera novia al mismo tiempo, hablamos (o al menos yo lo hacía) de chicas, y tampoco lucia molesto por eso. Claro, según él les gustan ambos sexos. Nunca mostró interés en los chicos. Remus, tampoco. Pensaba que era tímido, no gay. O tal vez es lo mismo que Sirius. No le he preguntado. Este asunto me da una mala espina. Porque conozco la tirria que la comunidad mágica le tiene a los magos o brujas que no entran en el concepto de "normalidad". Que se salen de los estigmas de ser hetero. (Sirius me dijo como se llamaban las siglas, pero ya me olvidé). Sirius también es sangre pura y, si de por si su relación familiar es terrible, no quiero ni imaginar lo que podrían pensar cuando se enteren de que no pretende darles descendencia. Al menos está Regulus y, si ya comprendió lo que hablamos hace tiempo; el asunto no está del todo perdido. Sea lo que sea, lo voy a apoyar, porque es Canuto y, esta con Lupin, quien es sin lugar a duda; el mejor hombre del planeta. Él me confió su secreto. El secreto de los tres. Espero que cuando se entere Pete' no se vuelva un maniático."
—¿Quién escribió esto?
—Mi papá —contestó Harry—. Tenía nuestra edad, más o menos.
—Entonces, el profesor Lupin y Sirius Black —murmuró Draco, terminando de leer y devolviéndole el papel—. Son gays.
—Ahí dicen que son bisexuales. Le gustan tantos los hombres como las mujeres.
—Lo que sea. Ahora están con otro hombre, por lo que es una relación gay.
—Puedo ver, por la expresión en tu rostro que la comunidad mágica está bastante atrasada.
—No es eso, Potter. Solo piénsalo; somos mágicos —dijo Draco, cruzándose de brazos. Harry levantó una ceja sin comprender el punto—. Si eres chica y te sientes como chico, un movimiento de varita o una poción reasigna sexo y ya está. Ahora, acerca del resto, ni idea. En realidad tampoco estoy muy interesado en el tema.
—Pues me parece super curioso.
Draco asintió y dejó de ver a Harry directo a los ojos, y se cruzaba de piernas. Era una conversación algo incómoda y lamentaba haber sacado el tema a la mesa; Pudo haberlo obviado por completo.
—Ajá. Supongo que ahora tiene sentido que lo hayan borrado por completo del árbol genealógico —repuso Draco, algo asqueado por el dulzor de la cerveza de mantequilla—. ¿Por qué me miras con esa expresión?
—Eres de lo peor. De verdad. Sirius fue sacado del árbol genealógico por haber desafiado los ideales de la sangre que le estaban obligando a tomar —gruñó Harry—. Que sea lo que sea, no tiene nada que ver.
—Tú no sabes nada, Potter. Déjame recordarte que no fuiste criado en el entorno en que tu padrino y yo; crecimos. No sé cómo de liberales sea la vida en el mundo muggle. Pero en el mágico es un tema muy distinto, en especial si eres sangre pura.
Harry quiso replicar algo, pero concordó de indeseable manera en que las palabras de Draco eran ciertas. No tenía ni idea de los ideales de sus tíos, porque a ellos no les interesaba, ni un poco, como era que Harry pasaba su vida.
James lo mencionó en la entrada del diario.
—¿Es tan malo? ¿Tiene algo que ver con la pureza de la sangre?
—Los traidores a la sangre son de lo peor, porque están dispuestos a manchar la sangre pura, que se ha mantenido por siglos, con algún muggle —explicó Draco—. Bueno, en el caso de Sirius y si Lupin hubiese sido mujer; con una mujer lobo, convivir con sangre enferma. —Draco bajó la mirada hacia las manos, tratando de no sonar desanimado.
—Eso quiere decir que tú...
—Exacto, ya no soy sangre pura, Potter; eres todo un detective.
—Pero tus padres... tu madre es Black y tu padre Malfoy.
—Estoy enfermo. La licantropía daña; no hay nada que hacer —sentenció Draco—. No es una enfermedad como la viruela de Dragón, que aunque es muy grave, te puedes recuperar. En mi caso, aún existe una posibilidad de poder trasmitir la licantropía.
Harry volvió a meter la hoja dentro de la archivador, tratando de hacer una vaga idea de la cantidad de hojas que traía dentro de esa carpeta. Sirius le dijo que eran alrededor de veinte. Recién llevaba leída una, y no quería continuar.
—En cualquier caso, ahora imagínate que es peor. ¿Seguir con la línea familiar o extinguir todo un árbol genealógico? Porque no puedes reproducirte siendo gay. Ahí está el tema.
» Lesbiana o gay, son repudiados, porque no pueden tener hijos.
—Eso, ¿es solo en los sangre pura?
—Nah... es un pensamiento popular. Aunque en los sangre pura está un poco más acentuado. Pero si quieres le preguntas a alguno de tus amiguitos. De seguro te dicen algo como eso, antes de preguntarte si eres gay.
¿Hablar de Ron acerca de eso? A Harry no le cabía en la cabeza la posibilidad. Si de por sí, un humor de perro lo albergaba cada vez que le sacaban el tema de que su hermanita mantenía una relación estable con otro chico (al menos no era otra niña). Seamus y Dean, quizás podrían responderle algo más racional y desde otra perspectiva.
—Los magos están jodidos.
—Por eso, se finge que el tema no existe. Te enseñan que la única posibilidad es tener hijos. La familia es lo más importante —recalcó Draco—, si te sales de los esquemas, te tachan de egoísta. Y si continúas con el pensamiento... bueno, Sirius es el mejor ejemplo ¿no? En la entrada tu padre menciona al hermano de Sirius y quiero interpretar que donde fuimos es la casa de los Black. —Harry abrió los ojos sorprendido ante la rápida interpretación de Draco. Algo que ni él logró—. ¡Por Merlín, Potter! He estado en un montón de casas de familias de sangre pura ceñidos a la antigua, es de conocimiento popular que los sofás sean de cuero. También lo delató el elfo doméstico.
—¿Viste a Kreacher?
—Estaba en la cocina antes de que entrara para hablar con el profesor Lupin; me saludó maravillado, cuando notó mi anillo familiar.
—Te odio. Ese elfo ni siquiera me dirige la mirada, mientras que a ti... es injusto. —Draco le guiñó un ojo, complacido—. Bueno, de todas formas; Sirius tenía a Regulus
Harry volvió a abrir el anuario en busca de la foto de Regulus, puesta en las dos generaciones siguientes a la de su padre.
Draco apreció la imagen del chico, que le recordaba a Nott, por lo bien parecido que eran ambos. Sin embargo, se veía agotado, ausente de las faltas necesarias para forzar una sonrisa.
—Regulus Black... demonios, sí que se parece a Sirius.
Los movimientos de Draco se ralentizaron sobre el título de buscador. Alzó la mirada, para encontrar a Harry mordiéndose el labio.
Los ojos oscuros, el cabello del mismo color y las profundas ojeras. Draco se preguntó si ya se hallaba dentro de los mortifagos en esa foto. Era lo más probable.
—Y pensar que Vol... —Draco frunció el cejo ante la casi mención de Harry, quien se limitó a poner los ojos en blanco— El Innombrable, reclutaba a gente tan joven.
—De seguro que Snape sabe más acerca de Regulus —sentenció Draco—, pero ni pensar en preguntarle nada. Esta enfadadísimo, nunca lo vi tanto como ahora.
—¡Me miras como si fuera toda mi culpa!
—¿Y no lo fue?
—Tú me dejaste.
—Ajá.
—Siempre que te quedas sin palabras dices eso.
—Me encontraba pensando en lo idiota que eres.
—Somos —corrigió Harry, quitándose los lentes un instante para frotarse los ojos—. Somos un par de idiotas.
Draco se apartó del libro y apoyó la cabeza sobre la mano derecha, no tenía caso continuar discutiendo esa situación, por lo que regresó para pensar en el relato de Harry.
—Eso significa que el árbol genealógico de los Black, por línea masculina...
Harry asintió—. Se extinguirá con Sirius.
Guardaron silencio, por un rato que se prolongó. No conservaba ni una mínima idea de que decir. Si hacía rápidos cálculos, Sirius y Remus debían llevar poco menos de veinte años juntos y, aunque Draco no conocía la historia completa, si seguían como pareja desde los quince, con una sentencia de doce años de Azkaban de por medio; algo le indicaba que esa relación solo iba a ser separada con la muerte.
—Creo que ya es hora de que nos vayamos —dijo Harry, buscando en los apretados bolsillos la billetera.
Draco dejó escapar un suspiro, se levantó de la mesa y se acercó a Harry.
—Yo pago.
—No es necesario.
—Tú ya pagaste por la habitación —recordó Draco—. Espera afuera.
Harry se lo pensó antes de acotar lo que Draco le indicaba. Tomó todas las cosas de la mesa y salió de la taberna apresurado. Draco puso un par de galeones encima de la barra, donde el viejo tabernero arrugó la nariz y los metió dentro de la caja registradora sin hacer ningún comentario.
Salió de la taberna, respirando aire fresco de nuevo. Al estar tanto tiempo dentro de aquel lugar, tuvieron que volver a acostumbrarse a la luminosidad. Cuando logró identificar algo más que manchas de color, pudo enfocarse en Harry que lo esperaba apoyado contra un poste de luz; abrazado al libro y la carpeta, como si su vida dependiera de ello.
No dijeron nada y comenzaron a andar de vuelta al castillo, sumergidos en esa extraña dinámica. Donde el atardecer era el testigo del caminar en ritmos desiguales de ambos, al igual que el silencio de las calles. Fueron sin prisa. Los chicos se quedaron apreciando el alrededor, siendo conscientes de que sería la última vez que visitarían Hogsmeade en el año.
—Y tú ¿Qué piensas acerca de... eso?
Draco se detuvo y miró confundido a Harry.
—¿Cuál de todos los temas?
—El de Sirius y Lupin.
—¿Qué opino de ellos?
—Me has dicho lo que opina la comunidad general, sobre ellos —señaló Harry—. Sobre su relación. Quiero saber la tuya.
Draco identificó el olor de Harry golpear en contra suya, como los nervios se le tensaban y lo confundían de una forma en la que no determinaba si era placentero o no. Draco metió las manos a los bolsillos, antes de retomar la marcha, pensando en una respuesta prudente.
—Está bien, si ellos así son felices, está bien —respondió Draco—. Ahora mismo, es complicado ser feliz. Ellos se veían cómodos, eso es lo importante, Harry.
Harry tragó saliva antes de hablar—: Has cambiado, Draco.
—Si... ahora puedo llamarte por tu primer nombre. Una locura ¿no crees?
—Tú sabes a lo que me refiero, idiota.
Draco se dio media vuelta, y comenzó a caminar de espaldas, mostrándose divertido. Quiso comentar algo pero una brisa lo hizo desconcentrarse, al compás que el viento agitaba las copas de los árboles, el cabello de Draco y acababa contra Harry, dejando a la vista la plateada cicatriz y lo obligaba a sostenerse los lentes.
La mueca le cambió, antes de darse vuelta y sentir como el rostro se le enrojecía sin un mínimo de autocontrol.
—Lo que sea. Da igual.
—¡No! No da lo mismo, Draco —exclamó Harry, apresurándose dos pasos—; en realidad, prefiero este nuevo Malfoy, con diferencia.
—No es nuevo, siempre tuve ese pensamiento. La diferencia entre tú y yo es que si se guardarme mis opiniones.
—Al menos, sé que confías lo suficiente en mí como para que me lo digas.
Draco identificó el castillo varios metros más adelante, con Filch viéndose el reloj, mientras la Sra. Norris esperaba sentada y con los ojos puestos en el camino.
—Ponte la capa —ordenó Draco, a lo que Harry obedeció. Draco bajó la voz, para continuar charlando—. Mira, hoy pude haber muerto, por seguir tus pasos e ir a ver a tu singular Padrino. Yo creo que eso es suficiente. ¿No?
Draco saludó a Filch, algo que el conserje ignoró de mala gana. La gata se quedó viendo a Harry que entraba sin ser notado por Filch, antes de comenzar a maullar con locura. Draco, sonrió ante el llamado de atención de la gata y entró a anchas al castillo. El patio de la entrada estaba vacío y se limitó a seguir el rastro de olor de Harry.
El vestíbulo también se hallaba desolado, y Harry se metió en un pequeño pasillo que llevaba a una escalera para nada utilizada, para sacarse la capa de invisibilidad. Draco, lo quedó viendo.
—¿Qué hablaste con Lupin?
—Nada de tu incumbencia.
—¿Me lo dirás algún día?
—Supongo —dijo Draco, al compás en que pensaba: "Siempre descubres todos mis secretos". Aunque no lo dijo en voz alta—. ¿Por qué el interés?
—Llámalo "Curiosidad". ¿A qué huelo ahora?
Draco se acercó a Harry, aunque no era necesario, (en realidad, nunca era de vital importancia estar cerca de Harry para intentar caracterizar algo del chico) (Draco reconocía los indisolubles rastros de Harry, desde metros de distancia) posó la nariz en el cuello de Harry, sintiendo unas ansias de morderle la carne; volver a probar el delicioso sabor de esa sangre. Para cuando se separó, los ojos le brillaban y Draco, lo notaba tan cerca que escuchaba los acelerados latidos que Harry emitía.
—Al profesor Lupin, a tu padrino, a quien-ya-sabes.
—Creía que ya olía a ti —confesó Harry, oliéndose la ropa.
—¿Por qué demonios olerías a mí? No somos amigos —contestó Draco, algo avergonzado—, además, tus lazos son fuertes. Aunque después de lo de hoy, se hizo un poco más tenue el olor ¿no es raro? Debería ser al revés.
Harry se apartó de Draco, apretando las cosas que llevaba encima, contra su pecho.
—Pues yo le veo, de principio a fin, todo el sentido del mundo, Draco —contestó—. Gracias por acompañarme y... —Harry se pensó lo que iba a decir. Entendía, por completo (y por eso mismo costaba tanto decirlo) que lo que seguía iba a significar algo—. Creo que en este punto, ya podemos considerarnos amigos.
Draco quiso responder, pero las palabras se le quedaron atrapadas en la boca. Trató de recuperar la respiración y tranquilizar los sentidos que se hallaban de punta, pero resultaba tan complicado con el aroma de Harry atontándole la nariz.
Harry se fue tan pronto pronunció esas palabras. Draco se quedó apoyado contra la pared, con una tímida sonrisa en los labios y las manos temblorosas.
—Amigos —susurró para sí mismo. Pensando en su pequeño yo de once años, que extendió la mano, de forma altanera—. Al final, sí que aceptó mi amistad.
• ── ◦ ◦ ── •
Quedaba, con exactitud, tres días antes de los TIMO y Éxtasis, que se daban juntos, durante la misma semana.
Todo séptimo y quinto año, estaban con los nervios de punta. Veía a Hermione pasear con torres altísimas de textos para repasar. Ron, que iba siempre con una taza para practicar transfiguraciones y sombrías ojeras en los rostros de sus compañeros.
Los únicos dos estudiantes que se salvaban de este mortífero aspecto eran Fred y George. Quienes cenaban tan tranquilos como si, al día siguiente, no tuvieran clases.
Ni Harry se salvaba de este revuelo, sintiendo los efectos tardíos de la ansiedad, se enfrentaba a larguísimos libros, tratando de absorber la mayor cantidad de información, tan rápido le fuera posible. Durante la comida, iba con la gran cantidad de resúmenes (copiados de los de Hermione), memorizando fechas y personajes históricos, que no tenían nada que ver con él.
De vez en cuando, levantaba la mirada para encontrarse con Draco, en la otra punta del comedor, también estudiando. Jessica, aparentaba un profundo encanto de estar conviviendo con ese grupo de alumnos de Slytherin de quinto, mientras ella formulaba preguntas para qué sus amigos respondieran, siguiendo las respuestas correctas que guardaba apuntadas en una hoja aparte.
La biblioteca, a todas horas se hallaba repleta de alumnos. En cierto punto, las mesas parecían ser para las casas completas que para un grupo determinado de gente. Pero durante esa última semana, tanto Hermione, Ron y Harry, decidieron irse a estudiar a la habitación de chicos.
En si los chicos lo hacían como una acción solidaria hacia Hermione, ya que apenas alguien se encontraba con la chica, no faltaba la interrupción para hostigar a Hermione hasta que le explicara algún tipo de concepto.
Los chicos se aprovechaban del cerebro de su amiga, pero al menos podían hacerlo con la excusa de la amistad. Ron y Harry, trataba de convencerse de que era un intercambio equivalente, pero la chica solo recurría a Harry para que este la ayudara con algún encantamiento, o repasaba con Ron, materia de cuidado de las criaturas mágicas (el chico gozaba de una gran habilidad para tratar con ellas, gracias a su hermano, Charlie).
Pronto, se percataron de que Hermione no era la única estudiante hostigada para aprovechar, aun fuera un cuarto de su inteligencia; aparte de algunos chicos de Ravenclaw, quienes se jactaban de estudiar un mínimo de nueve horas a diario, Draco era del mismo modo bastante cotizado.
Pero, en lugar de escapar, como Hermione maniobraba, el chico decidió utilizar esa situación a favor suyo.
Harry por la ventana de la habitación de Gryffindor, lograba distinguir a Draco en el patio, rodeado de estudiantes de Slytherin, a quienes les enseñaba. Comprendió que esa era la forma más sencilla, para Draco de absorber toda la información; enseñarles a otros.
Esa escena le recordaba como los días de "cuenta-cuentos", que de vez en cuando se daban en la antigua escuela muggle. Con el maestro leyendo el texto y los niños escuchando muy asombrados. Al minuto, se acordó de la ocasión en la que tras ser molestado por su primo, por un mero error; hizo que cada uno de los libros de la biblioteca salieran disparados de las estanterías; Desde ese día que las jornadas de cuenta-cuentos acabaron, una lástima, porque Harry disfrutaba en exceso el relato de Aladino.
En determinado punto, Harry decidió abrir la ventana, pero no alcanzaba a oír nada, más que algunas ocasionales risas. Notó a Jessica, que escuchaba atenta a Draco, asintiendo en un gesto de notorio interés y comprensión.
—Cierra la ventana, Harry —pidió Hermione—, que se vuelan los papeles.
Acotó la orden y se sentó en el suelo, con las piernas dobladas y la mirada puesta en Ron, que no dejaba de repetir los ingredientes de la poción vigorizante.
La cabeza de Harry le palpitaba, pero no sabía si era un gesto de agotamiento excesivo o lo otro. No retenía ninguna intención de ir a hablar con Snape, para retomar las clases, en especial ahora que los TIMO se acercaban y quería estar con la cabeza bien despejada.
Con el paso de varios minutos, notó el llamado de sus amigos hacia él.
—Todavía no nos has dicho, como te fue ayer —mencionó Hermione, apagando el temporizador.
Harry se lamió los labios en un gesto cómplice, antes de apoyarse hacia adelante.
—Me fue bien. Filch no me pilló y pude hablar con Sirius.
Obviaba a Draco de la ecuación, porque ese era un detalle que intuía que a Ron no le haría gracia escuchar. En la versión que Harry inventó: se puso la capa y tras un pequeño despiste de Filch, fue a Hogsmeade, se cortó el pelo (aprovechando el trayecto) y se dirigió a la casa de Sirius a través de la chimenea de cabeza de puerco.
—Desarrolla —pidió Ron, poniéndose cómodo para escuchar el relato.
Harry apuntó a la cama con la varita, para invocar que el libro y la carpeta, se acercaran a él. Luego contó, lo que consideraba pertinente, que sus amigos supieran acerca de la conversación con Sirius y Lupin; empezando desde el punto en que Lupin lo miró anonadado desde la cocina, sin contar a Draco dentro de la ecuación, ni tampoco la fotografía de Lupin y Sirius.
—Los papeles dentro de la carpeta son las notas del diario de mi papá. Me las regaló Sirius —explicó Harry—. Pero no sé si es correcto que las lea.
Hermione tomó la carpeta, abriéndola, para que al segundo, Harry se la quitara de las manos, nervioso.
—Lo siento —murmuró Hermione, sorprendida ante la reacción de Harry—. No alcancé a leer nada, lo juro.
—No te preocupes, solo que Sirius me dijo que trataban de ellos, y no sé si les gusten que yo les muestre esto —dijo Harry, mintiendo a medias. Se alegraba de que Hermione no hubiera alcanzado a leer la primera entrada en el diario de James—. Yo ya leí la primera, pero se sintió raro.
—Bueno, si Sirius te las dio, es porque quiere que las leas —juzgó Ron, tomando el anuario—. ¿Este es el anuario de Sirius?
—Sí, aunque él se quedó con la versión duplicada
—Genial...
Harry se pensó lo de Ron, con algo de recelo. Tal vez si merecía la pena el intentar darle una segunda oportunidad al diario de James, tal vez con una entrada que no trataba de Sirius, sino de Lily.
De cualquiera manera, no alcanzó a abrir la carpeta antes de que Ron, frunciera el cejo y murmurara un insulto, a lo que Harry alzó la vista y notó que sostenía una pequeña imagen. Apretó los dientes, deseando aventarse por la ventana en ese preciso instante.
—Eso... —comenzó Harry, sin saber qué decir. Hermione se acercó para ver lo que Ron afirmaba, abriendo bien los ojos—. Es... ¿Una broma?
—Pues parecen muy cercanos, Harry —señaló la chica, dándole la foto. Harry pudo distinguir, tras la sorpresa una sonrisa tierna—. Se ven adorables ¿no?
Ron abrió la boca un par de veces, tratando de reunir las palabras adecuadas.
—¿Son maricones?
Ahí lo encontró, a lo que Draco se refería. En esa despectiva forma de hablar, los ojos entrecerrados y la nariz arrugada. Hermione reclamó por el término empleado por el chico, pero Harry supo, que no disfrutaba continuar con la mentira.
—Sí, ¿y qué?
Dejó la foto entre medio de los tres. Ron apartó la mirada y se mordió el labio. Tal vez, Harry lo dijo más rudo de lo que pretendía, pero le dolía los prejuicios de su amigo, Sirius. Hermione, en cambio, tomó su propia varita y apuntó a la foto. Para duplicarla.
—No sé, Ron. Pero me parecen preciosos, me voy a quedar con una copia —avisó la chica, guardándose la foto en un libro—. ¿Qué pasa, Ron? ¿Te comió la lengua el gato?
—Nada...—susurró el chico, cruzándose de brazos—. Está bien, supongo.
—¿Supones? —cuestionó Harry de vuelta—. Obviamente está bien. Siguen siendo Lupin y Sirius.
—Ya, pero... Es un poco raro ¿no? —dijo Ron, mirando a sus amigos que negaban con la cabeza—. Ustedes no lo entienden. Están bien, pero es que, ya sabes; Son dos hombres.
—¿Ajá?
—Mira, para mí es extraño. Es como, no sé: ¡Si me gustaras tú! —gritó Ron, apuntando a Harry que rodó los ojos—. ¿No eran como hermanos? Yo sé lo que se siente tener un hermano, es... Prohibido.
Harry juzgaba que era más prohibido el besarse con Hermione que con Ron. No lo diría en voz alta, porque se moriría de vergüenza, pero Hermione era una hermana para Harry; Ron también lo era, pero de un modo distinto. Si le daban a elegir, para un reto o con una varita apuntándole en la cabeza, besaría a Ron y no a Hermione; al menos, con esa elección, tendría después una anécdota divertida y no el comienzo de una extraña dinámica.
No comprendía como Draco pudo seguir con la amistad que este compartía con Pansy tras tanto besuqueo y caricias. Quizás a eso se referían con las "almas gemelas", que a pesar del romance que pudo existir de por medio, continuaban apreciándose como un verdadero tesoro.
—La relación entre Sirius y mi papá eran como hermanos —aclaró Harry—. Tal como te das cuenta la de Sirius y Lupin no.
Ron dio un suspiro, sin querer involucrarse en una discusión. Aun así, se quedó un mohín en los labios, algo frustrado. Hermione fue la que pidió, de arriba abajo, los detalles los cuales Harry conocía, y el chico se los explicó.
—¡Entonces mi teoría era cierta! —exclamó la chica—. Yo tengo un ojo para estas cosas. ¡Ya se me hacía extraño la preocupación excesiva de Sirius tan pronto Lupin se lastimó! ¡Qué bonito! —suspiró, apartándose el pelo de la cara, mientras Ron fruncía el cejo—. Doce años en Azkaban y sin importar que... además de que los dos son magos fuertísimos. Ah... ya quisiera yo que alguien me quisiera tanto como ellos se quieren entre sí.
Harry sonrió ante la efusividad de la chica, tomando la imagen antes de levantarse y ponerla encima del respaldo de la cama junto a la fotografía de sí mismo atrapando, por primera vez, la snitch. Ron, por su lado, se quedó con los ojos puestos en la boba sonrisa de Hermione.
—Bueno, ya que estamos hablando de romance —tanteó terreno, Hermione—. Neville y Luna, parecen cada día más cercanos ¿no creen?
—¿Neville y Luna? ¿Desde cuándo? —gruñó Ron—. No, ¿Cómo demonios, Neville? ¡Y antes que yo!
—No es nada oficial aun, pero... Ginny me dijo que Luna consideraba que Neville era tierno.
Hermione simulaba estar ansiosa de contar la historia completa, de esta manera logró que ambos chicos se quedaron escuchando bien atentos. Según las confiables fuentes de Parvati, Padma, Lavender y Abbott, las chicas vieron a Luna y Neville, en el bosque prohibido, juntos en medio de una conversación que lucía, en palabras simples, demasiado amistosa.
—¿Y qué sabes de mi hermana? ¿Sigue con Corner?
—Tú eres su hermano, deberías saberlo ¿no? —cuestionó Harry.
—No me quiere decir nada.
—Bueno, será por tú amble y cariñosa forma de decir las cosas —agregó Hermione. Ron soltó un leve insulto—. Pues sí, Ron. Ginny y Michael siguen juntos, aunque ella me dijo que el tipo es un poco aburrido. Ya sabes. Es Ravenclaw; tampoco se puede esperar mucho.
Ron pareció suspirar aliviado, algo a lo que Harry cuestionó.
—¿No es obvio? Ese Corner no se merece a Ginny, ella es mucho más inteligente que ese imbécil. Que terminen pronto, me parece estupendo.
—Eres un egoísta Ron, una ruptura nunca es algo agradable.
Harry recordó a Cho y pudo interpretar por su rostro, como Hermione pensaba en Viktor.
Hermione se dedicó, unos diez minutos bien aprovechados, en seguir contándoles los rumores más jugosos de Hogwarts. Hasta que salió el nombre de Draco en la conversación.
—Pansy, me contó que Draco tuvo un rollo con una chica de Slytherin.
—No me interesa Malfoy —dijo Ron.
—A mí sí. Continúa —pidió Harry. Algo a lo que Ron soltó un bufido—. ¿Qué? Quiero saber si puedo molestarlo.
—No me acuerdo el nombre, pero sí que cuando Draco ganó la copa, se fue con ella a los baños. Y bueno, eso significa que aumentaron de grado ¿si me entiendes?
—Malfoy es un muermo. ¿Qué tipo de chica quisiera estar con él?
—Pues bastantes, y creo que más de las que quiere estar contigo Ron —soltó Hermione, algo enfadada ante las interrupciones de su amigo—. Para tu información, solo conozco a una chica que quieren estar contigo y es Lavender.
—Yo conozco otra —dijo Harry, mirando a Hermione con una sonrisa—. Pero es secreto.
—¿Lavender? Es linda pero, no sé. Es demasiado esotérica.
—Está loca por ti —puntualizó Hermione—. Lo que sea, aquí termina esta conversación. Terminemos rápido de estudiar.
La chica puso el temporizador, con las mejillas encendidas y Harry notó como Ron divagaba mientras miraba los apuntes, dejando los de historia de la magia a un lado para tomar los de adivinación.
Sin dilación, se encontró con los ojos de Ron, mirando con completa adoración a Hermione antes de que la chica también se diera cuenta y dejara de mirarla.
Harry suspiró, pensando: "Les hace falta un empujón para que se percaten. Tontos".
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1) Talk to me: Cavetown.
Hola!
Un capitulo más tranquilo... para comenzar a cerrar temas antes de la tormenta (jaja). Sumado a esto, no puedo dejar de pensar que Draco y Harry hablando de chill, me ponen soft
Les recuerdo que este sabado boy a publicar el especial de navidad y año nuevo que tngo preparado. :D
