"Dios es Real.
El estaba durmiendo en mi cama anoche.
Estábamos desnudos con la radio encendida.
Sonó mi canción favorita.
Mi amor: es mi religión.
Predicando el corro; alimentando el fuego.
¡Oh por Dios!
Sabes que necesito tu amor.
Si me voy al infierno, te llevaré conmigo."¹
• ── ◦ ◦ ── •
Entre mordisco y mordisco, Draco no pudo evitar alzar la mirada para percatarse si Harry disfrutaba tanto como él la comida.
Su tía hizo suficiente comida para alimentar a un ejército o, en defecto, a dos hombres lobos; de cualquier modo, ambas opciones eran similares, ya que Draco no dejaba de servirse comida en el plato y tampoco se sintió culpable de repetirse (tres veces) porción de carne, al notar que Lupin se hallaba en las mismas. Dejó el tenedor a un lado, cuando recién sintió el primer atisbo de satisfacción, aunque esperó con ansias el postre.
Harry se trataba de un término medio, comía tranquilo, en porciones adecuadas para un adolescente, por lo que estaba claro que lo de Draco y Lupin, era debido a la enfermedad; así que nadie los juzgó por comer de más y de cierta manera, Draco acabó por acostumbrar a su familia a este comportamiento al verlo picotear cada cinco minutos, además de que en las comidas era el primero en servirse y el último en acabar.
—¿Quién quiere postre? —preguntó Andrómeda, quien agitó la varita para que los platos sucios sobrevolaran la mesa, mientras hacía llegar las diferentes opciones—. Hay tarta de manzana, empanadas de calabaza y helado de fruta. ¿Qué te sirvo, querido?
Andrómeda se dirigía a Harry, que agradeció el gesto con educación, pero tomó una empanada de calabaza por cuenta propia. La mujer volteó la cabeza hacia Draco, con la certeza de que el escogería las tres opciones en grandes cantidades.
—Lo que Draco no me ha querido decir —comenzó Narcisa, al mismo tiempo en que ayudaba a Andrómeda a servir el postre—, es que tal le fue cuando usted lo ayudó durante una de sus transformaciones... a principios del año pasado, si no mal recuerdo.
Draco se relamió los labios y miró a Lupin algo atemorizado. Era consciente del gusto de su madre por ponerlo en aprietos en situaciones de las cuales no podía huir, además de asegurarse de antemano de que Draco estuviera en perfectas condiciones para responder; como esa, bien alimentado y con Lupin en la otra punta de la mesa.
—¿Qué fue lo que Draco le contó? —preguntó Lupin, en un tono que quería ser de ayuda al chico.
—¿Por qué no lo dices tú mismo, hijo?
Draco tragó saliva y trató de recordar la versión que les contó a sus padres hace tiempo. Miró a Harry que se reía junto a Tonks de la situación.
Los odiaba muchísimo.
—Bueno... bien, sí... continúo en contacto con el señor Lupin por nuestro tema.
Lupin alzó una ceja y se llevó un pequeño trozo de tarta a la boca.
—Si, es verdad, ayudé a Draco con ese asunto, aunque no comprendo por qué te saltaste la parte de que la clase particular presencial acabó en un absoluto desastre —declaró Lupin, a lo que Draco contestó con un gran sonrojo. Vio a su madre, que se mantuvo solemne—... ¿me da una taza de té, Andrómeda?... Narcisa, ya lo sabe.
—Tal parece que voy a tener que darte clases de como mentir —dijo Narcisa, que le dio un minúsculo bocado al helado—. No es digno de un Malfoy (¡Mucho menos de un Black!) hacerlo tan obvio.
—¡No mentí!... —exclamó Draco, más rojo que antes. Harry junto al resto de los comensales ahora se reían de él—... oculté datos; nada más.
—Y de paso mentiste —agregó Harry.
—¡Cállate, Potter!... vale si mentí, pero en mi defensa diré que no salió tan mal.
Lupin fue ahora quien soltó una risotada, la cual Harry acompañó en estridentes carcajadas.
—¡Nos atacaste! Y casi matas a Umbridge.
Draco se encogió de hombros y partió la tarta con el tenedor—: Para mí eso hubiese sido un excelente resultado, en realidad, de cualquier forma, no quiero hablar sobre lobos... ¿Acaso no hay otro tema?
—Una lástima, cariño, pero yo necesito hablar de esto, porque de ti no voy a sacar nada más que lo obvio —puntualizó Narcisa. Lupin se encogió de hombros, lo que demostró que no le importaba hablar sobre el tema—. Ya conversaremos en privado, pero por el momento; quiero saber qué sucedió ese día con exactitud.
Draco echó la cabeza hacia atrás y puso los ojos en blanco, ya ni siquiera era capaz de recurrir al descanso mental que le daba mirar a otras personas, porque con lo único con lo que se topaba eran sonrisas burlescas.
Lo peor de eso era saber que esa conversación en "privado" que iba a tener con su madre (y Lupin, de lo más seguro), iba a ser muy poco agradable.
Se limitó a afrontar el destino entre bocados dulces de postre.
• ── ◦ ◦ ── •
—No fue incómodo, me divertí riéndome de ti.
Draco le dedicó a Harry una mirada llena de rencor y siguió escaleras arriba. Harry volvió a reírse de él.
El pasillo se alargaba en la segunda planta. Harry tuvo que contar un mínimo de tres puertas hasta que Draco entrara en la que poseía un póster de Led Zeppelin pegado en la entrada.
Le divirtió el contraste. La parte de la habitación que le pertenecía a Tonks, hacia el lado de la pared sin ventana, se encontraba lleno de carteles de bandas de rock, punk y metal pegados en la pared con magia; Tonks conservaba un desorden ordenado y lleno de colores vibrantes.
Si lo comparaba con la parte de Draco, que lo único que diferenciaba aquel sector de una imagen de revista de interiores eran la pila de libros apilados en la mesa de noche, un montón de imágenes polaroid y algunas joyas.
Draco en contraste con Tonks, quedaba como un aburrido total.
—Mi cama —señaló Draco y luego apuntó a la de Tonks— y esa vas a utilizar tú, por esta noche.
Al final la cena se alargó y tras un intercambio de mensajes de Lupin con los Weasley, quedaron de acuerdo con que iban a quedarse a alojar en la casa de los Tonks por esa noche.
Draco al enterarse de esto, frunció el cejo y no emitió ni un comentario, aunque Harry percibió una sutil sonrisa que le costó suprimir.
—Es una casa acogedora: me gusta, aunque no creo que compartas mi opinión.
Draco se dejó caer en la cama, con los brazos estirados sobre la cabeza y se mordió el labio inferior, dubitativo de que contestar.
—No me desagrada, solo no me acostumbro todavía. Es decir, pasé toda mi vida viviendo en un cuarto del porte del piso de abajo. —Harry alzó una ceja, a lo que Draco, agregó rápidamente—: No lo digo para alardear, pero me gusta sentir la envidia del resto.
—No me da envidia.
—Sí, claro, Potter, hagamos que te creo.
—Eres un imbécil. Además, los dos venimos de entornos muy distintos; yo... antes de entrar a Hogwarts, dormía debajo de la escalera, en la puerta pequeña.
Draco abrió mucho los ojos, se sentó y ladeó la cabeza.
—No sabía —murmuró Draco arrepentido.
—Da igual en este punto; ahora me quedo con los Weasley y mis tíos me dejaron el otro cuarto de Dudley.
—¿Quién es Dudley?
—Dumplin.
—Ah... ya me acuerdo, tu primo idiota.
—Sí, esa es una buena manera de caracterizar a Dudley —río Harry y se echó hacia atrás con un deje pensativo—. Ahora que lo pienso... sigo sin comprender por qué viniste a mi casa el verano pasado.
Draco jugueteó con uno de los anillos que tenía colocado en el dedo índice derecho. Definió los dedos largos y nudosos de Draco, manos similares a las de Narcisa, aunque la discrepancia entre madre e hijo recaía en las cicatrices que Draco asumía.
—Es una historia... ¿Complicada?
—Esas son las mejores.
—Bueno... escucha, porque no pienso repetir esto dos veces.
Harry asintió, se sentó en la cama y miró a Draco con anticipación.
• ── ◦ ◦ ── •
Draco recordaba poco, pero se acordaba del dolor.
Tampoco tenía un cómo exacto, mucho menos un porqué.
Fue algo que sucedió sin más.
Era la primera luna llena que pasaba sin poción matalobos. La carne que chasqueó y se rompió con ferocidad, los músculos tersos, los huesos que se deformaban. Se acordaba de eso, además del olor a frescura del bosque cercano de la mansión y la luna que alumbraba el pasto siempre corto del jardín de los Malfoy.
Esa noche también probó, por primera vez, la carne de un pavo real que se escapó del cercado que los elfos hicieron para prevenir eso mismo. Tras ese evento, Draco continuaba con el sentimiento de ser una escoria de la sociedad.
Corrió. Corrió mucho.
La mansión Malfoy quedaba en Wiltshire, por lo que Little Whinging, hogar de Harry y sus tíos, quedaba a un par de horas de lejanía.
Horas en las que Draco se acercó inconsciente, con la sangre de la pureza del pavo real aún en la boca.
Draco rememoraba retazos, pero con eso se daba cuenta de que la pociones que tomó igual surtieron efecto, porque recordaba. Poco, pero recordaba.
Despertó a eso de las cuatro en medio de un parque muggle; no se encontró desnudo, porque su madre le hechizó la ropa para que no sufriera los estragos de la transformación.
Escupió un par de plumas azules, se sintió hambriento, confundido y perdido.
Se sentó hasta que el parque abrió, deambuló sin destino durante horas, sin dinero ni varita. Recopiló la mayor información posible de la propaganda del lugar.
Vio a unos niños patear una pelota entre ellos entretenidos y decidió que eran un objetivo facil.
Al ver que le entregaron unos dulces, Draco soltó un grito de furia (pero, aun así, se los comió) y se volteó refunfuñando.
—¿Qué onda rubio? —dijo la voz del primo de Harry, que venía acompañado de cinco chicos de aspecto maleante. Los niños se paralizaron al verlos llegar. —, pareci' perdio' o muy aburrio' ¿quieres un poco de compañía? Y ¿esos malnacidos qué? ¡Largo! A no ser que quieran una paliza.
Los niños terminaron por irse, mientras Dudley pasaba el regordete brazo por los hombros de Draco, para revolverle el pelo.
—¿Qué te pasó en la jeta? —preguntó uno de los amigos de Dudley. Draco lo examinó de pies a cabeza, para concluir que era feo como la maldad misma.
Frunció el cejo y alzó una ceja despectivo.
—Al menos tengo algo que llama la atención, no una cara que deseas dejar de ver.
Escuchó un chiflido por parte del grupo y Dudley sonrió. Draco en parte aceptó la invitación del primo de Harry, porque advirtió un tenue atisbo de olor mágico e indescifrable detrás de la peste del sudor.
—Nos vamos a llevar bien rubiales, venga, vamo' a dar un paseo por ahí.
Creyó que Dudley era mágico y se ocultaba en el mundo de los muggles.
Se equivocó y esa misma noche escapaba junto a Harry de un hombre demente que los quería apalear con un bate de baseball.
• ── ◦ ◦ ── •
—Eso explica muchas cosas —suspiró Harry, con la imagen de esa movida noche, grabada a fuego en la cabeza.
Harry no pudo evitar mirar a Draco, siempre llegaba a él de modo (no tan) involuntario. En definitiva el cabello largo le sentaba bien, a pesar de que hacía que las facciones se vieran algo más suaves, al cubrir unas pocas partes angulosas del rostro.
Sin embargo, en esa ocasión era distinto. Notaba a Draco contento y eso lo hizo querer mirarlo a hurtadillas todo el tiempo. Con una nueva pequeña cicatriz en la mejilla, aunque juzgó con seguridad que detrás de esas capas de ropas, guardaba recientes heridas y, aun con todas las de perder: Draco brillaba. Por fin el escuálido chico ganó algo de peso y Harry se atrevió a extender la mano hasta rozar el cuello de Draco; era cálido, en contraste a meses atrás.
—¿Qué ocurre? —preguntó Draco, con una risa ahogada, al sentir la caricia de los dedos de Harry.
—¿Tienes cosquillas?
Draco previno a Harry, quien se puso de pie, dispuesto a hacerle cosquillas. Trató de defenderse, pero el misero tacto era suficiente para hacerlo reír. Intentó separarlo de si, no obstante, Harry no quería dar brazo a torcer.
—¡Basta! ¡Para! —exclamó Draco, que se hizo una bola en la cama. El estómago ya dolía de tanto reír—. Si no paras te prometo que mañana no despiertas vivo.
Harry se lo pensó un rato, hincó las rodillas en el colchón y dijo:
—Habrá valido la pena.
Draco intentó cambiar de estrategia, pero aunque llevó las manos al cuello de Harry y la espalda, sin que le afectara. «Desgraciado, te gusta hacer cosquillas porque tú no tienes» pensó, antes de volver a encogerse.
Cuando Harry se aburrió de reírse de Draco, se sentó con una sonrisa satisfecha. Draco se acomodó en la cama con el pelo disparatado y la ropa arrugada.
—Eres un maldito, Potter —dijo, al tomar un peine de la mesa de noche, justo al lado del micropuff que dormitaba ajeno de la estupidez de ambos chicos—. No vuelvas a hacer eso nunca más.
—No prometo cosas que no voy a cumplir —admitió Harry, quien se dejó caer sobre la desordenada cama—. Yo nunca he tenido cosquillas, en ninguna parte.
—Yo... espera... es la primera vez que tengo.
—¿Cómo? No me digas... ¿Nunca te habían hecho cosquillas?
Draco negó con la cabeza y Harry no pudo sentirse más confundido. A todo el mundo alguna vez le intentaron hacer cosquillas, no esperaba menos de Draco, que incluso creció en un entorno familiar, en el que resultaba casi imposible que Narcisa—, ya que no veía a Lucius haciéndolo—, jugara con Draco cuando era niño.
—No es eso... yo nunca había tenido cosquillas, solía quedarme impasible... no entiendo.
Harry, en cambio, pudo relacionarlo con bastante facilidad.
—Supersensibilidad, Draco. Es lo más obvio. Eres como un perro que se agita tan pronto le rozan el lomo —concluyó Harry gustoso, al recibir un fruncimiento de cejo de Draco—. Si quieres podemos ir a jugar a atrapar ¡usemos el micropuff!
Draco puso los ojos en blanco y escondió el micropuff dentro del cajón de noche— ¿Qué te parece si sales de MI cama? Yo igual me quiero recostar.
Harry se apegó tanto como pudo a la pared, negado a irse. Le gustaba poner a Draco nervioso, y esa era la oportunidad de oro para hacerlo— era una venganza que cobraba de a poco. El chico se sacó los anillos y se acostó al lado de Harry con no más de cinco centímetros de separación entre ambos.
Eso no era parecido a estar al lado de Ron, donde no les molestaba que los hombros se rozaran y existía una conexión fraternal entre ambos, muy similar a la que guardaba con Hermione, cuando se dejaba caer en el regazo de la chica de forma cariñosa para que le acariciara la cabeza.
Sin duda, esa jugada le salió contraproducente, ya que no pudo evitar sentirse inquieto al ver a Draco tratar de encontrar una postura cómoda para las largas piernas.
—Vi a un chico de pelo azul afuera de la casa, parecía de nuestra edad ¿son amigos? —cuestionó Harry, que recordó la mueca del chico— lucía amable.
—Ah... ese idiota es Adrien; un muggle, que no sabe dónde está parado —respondió Draco—. Es un baguette.
—Por eso es tan...
—¿Tan...?
—Atractivo. Da miedo, parece una puta escultura o el tipo de guardianes de la bahía ¿has visto esa teleserie? Tienes cara de que no.
—¿Qué te puedo decir? ¿Qué es una teleserie? —preguntó, algo confundido.
—Te falta cultura muggle. ¿Sabes lo que es el cine?
—No me trates de inculto, Potter. Si habláramos de cultura mágica, de seguro que rindes antes de comenzar.
—Pero hablamos de muggles —puntualizó Harry, dando la vuelta para quedar acostado de estómago, y mirar directo a Draco que sonreía sin más—. Bueno, lo que sea; una serie es, en palabras simples, una película más corta, que sigue una trama a través de capítulos. Guardianes de la bahía es una teleserie, ya que se trasmite en la televisión: esa caja muggle que muestra imágenes a color y sonido.
—¿Y de qué trata esa serie? ¿Y quién es el que se parece al imbécil de Adrien?
—No la sigo, de vez en cuando lograba ver un capítulo en la casa de mis tíos. David Chokachi es el actor de que te hablo, pero en general es de acción y comedia... Ah, también tiene muchas tetas y cuerpos marcados; creo que eso es todo lo que necesitas saber.
—Muy de muggle entonces —determinó Draco, encogido de hombros—. Adrien, no sé, está ahí; existe. Su primer nombre es Harry, pero lo llamo Adrien porque si no me confundo.
Aunque Harry estaba claro que entre ese chico francés guapísimo y él, existía una diferencia abismal que los hacía imposible de confundir.
—¿Y sabe que eres mago?
Draco abrió muchos los ojos, y dijo poco convencido—... no.
—Ajá.
—Sí, pero no le digas a nadie; mi mamá me mataría. ¡Ves! Por eso es un imbécil.
—Pero descubrió el secreto que debemos mantener más guardado... dime por favor que no sabe que eres un... —Draco se mordió el labio—. ¡No jodas!
—Da igual, no le va a decir a nadie, es imposible; lo desmemorizaría (o bueno, le diría a Tonks que lo haga) incluso antes de que o haga... Se lo que hago ¿vale?
Harry puso los ojos en blanco.
—No, no sabes lo que haces y eso es porque yo he dicho lo mismo, y cuando lo digo es porque no tengo ni la más remota idea de lo que hago —declaró Harry—. Asegúrate que ese muggle no vaya a decir nada.
—Se te contagió la actitud molesta de Granger, Potter. Mira, ese imbécil, aunque diga algo ¿Quién le va a creer? Nadie, y Adrien lo sabe, así que se contenta con ser consciente de que la magia existe.
—Tal parece que ese tal Adrien y tú son bastante cercanos...
Draco alzó una ceja curioso y le dio un golpecito a Harry en la frente que lo desconcertó.
—¿No me dirás que estás celoso, Potter? Tranquilo, el puesto de imbécil número uno lo sigues teniendo tú.
—Qué gracioso, Malfoy.
Pero Draco pareció satisfecho y Harry supo por qué. No negó los celos. Se puso rojo de vergüenza y ocultó la cabeza contra la almohada mientras murmuraba:
—No digas nada, idiota, miserable, perro rastrero, feo...
—Por más que me digas de las peores formas que se te ocurran, Potter, esto no se me va a borrar de la cabeza... ¡Ya está! Grabado; Harry Potter esta celoso de un jodido muggle que ni conoce.
Celos. Harry los odiaba porque sabía cómo se sentían.
La imagen de Draco junto a ese chico le molestaba. Era una idiotez, pero el simple hecho de pensarlo lograba que la aprensión volviera a presionarle el estómago y le daba ganas de asestarle un puñetazo a ese Adrien, aunque era consciente de que ni con eso le lograría restar puntos a la belleza veraniega que abarcaba el chico.
Llamaron a la puerta (por gracia divina para Harry), Draco se levantó de la cama y fue a ver quién tocaba. Reparó en la natural cualidad con la que el gesto de Draco pasó de uno burlesco a uno tierno. Era Narcisa, que previa a irse, aprovechó de despedirse de Harry con un suave "Buenas noches".
—Tengo que bajar —avisó Draco, aplastándose los mechones de pelo frente al espejo—. Saca un pijama de mi cómoda; tercer cajón y cuando vuelva, no te quiero ver en mi cama.
—Sí, mamá.
Draco le sacó la lengua y Harry respondió del mismo infantil proceder. Tan pronto la puerta se cerró con un portazo, Harry volvió a presionar el rostro contra la almohada y esperó a que el corazón le dejara de latir tan rápido.
Buscó en la cómoda de Draco un pijama. Cayó en cuenta de que el chico era una talla y media más grande que Harry, detalle que memorizó en caso de necesitar comprar un regalo a futuro.
Tuvo que enrollar un poco la cintura del pantalón para que no se le cayera, pero al menos no le quedaba tan inmenso como el de Lupin.
Se volteó para mirarse en el espejo, y advirtió los anillos que Draco dejó encima de la mesa de noche; tomó el único que no era un mero accesorio y examinó la sortija de los Malfoy.
Era dorado y Harry recordó que la que Narcisa utilizaba era de plata. Resultó obvia que aquella modificación era motivo de la licantropía de Draco. Rozó con la yema del pulgar la serpiente tallada en la joyería y se lo probó en el dedo anular, aunque le quedó algo suelto.
Cuando se lo quitó, Harry notó la frase tallada en la parte trasera: "sanctimonia vincet semper" ²aunque no fue capaz de descifrar el significado de esta frase. Se probó un par de anillos, hasta que terminó por aburrirse y se fue a recostar en la cama de Tonks.
Se miró las manos. No eran tan elegantes como las de Draco— como las de ningún sangre pura, en realidad, incluso envidaba las de Ron—. Las suyas eran morenas en tonalidades irregulares, algo secas y con todos los dedos de un largo similar; aun con todo, Harry por breve lapso opinó que los anillos le sentaban bien.
Con todo, eran incómodos. Harry no llegaba a comprender como era que Draco usaba anillos sin ser conscientes de que los llevaba puestos. Quizás era por costumbre, pero aun así, Harry consideró que era agregarle a la vida un punto extra de dificultad innecesaria.
Se volteó para dormir, tratando de ignorar que la cama de Draco le resultaba más cómoda, a pesar de que ambos colchones eran iguales.
• ── ◦ ◦ ── •
—Seré concreta: La navidad pasada, Draco recibió una perturbadora carta de Greyback, supongo que el nombre les suena —dijo Narcisa, con las piernas cruzadas y los ojos severos—. Hace un tiempo hablé con él, junto a Lucius, y me dijo... que quería a Draco. Por eso mismo necesito saber lo que ustedes conocen acerca de ese canalla.
Draco era como un niño que jugaba a ser adulto en esa conversación y se impresionó al escuchar a su madre referirse con tanta rabia a una persona; cuando lo normal era que ella siempre mantuviera la calma.
O al menos pretendiera una pseudo tranquilidad.
Tanto Andrómeda como Ted se fueron a acostar, aunque Tonks y Lupin eran partícipe de la conversación que se llevaba a cabo en el acogedor salón.
—Dentro del ministerio, Greyback está entre los más buscados —contestó Tonks—. Es complejo atraparlo, porque todas las pistas que tenemos nos llevan a sitios erróneos y cuando parece que lo atrapamos se escapa. Trabaja en grupo y, por lo que tengo entendido, son casi una familia para él.
—Su manada —especificó Lupin—. Cuando Greyback se interesa en alguien, trata de criarlo igual que a un hijo. Lo llaman "padre" incluso. —A Draco se le erizó la piel al recordar la repulsiva actitud con la que las uñas del hombre le acariciaron el cuello, mientras susurraba "cachorro"— La especialidad de Greyback y el resto son los niños. Porque son más fáciles de modificar (además que los consideran "sabrosos"). Hace un tiempo, me infiltré en la manada de Greyback, pero no logré mucho a decir verdad.
—¿Qué descubriste? —preguntó Narcisa. Draco miró a un costado, conocía los rasgos generales de la misión, cuando fue a ver a Sirius junto a Harry, aprovechó de preguntarle a Lupin—. Todo es importante.
—Fue hace años, más de doce, así que no sé qué tanto habrá cambiado; en ese tiempo se encontraba encariñado con una niña que no hablaba nada y un adolescente que lo seguía a todas partes —relató Lupin. Draco abrió los ojos, eso no lo sabía, en realidad, cuando Lupin le contó lo mismo, se quedó en la primera frase—. Para poder entrar ahí, el requisito principal es ser mordido por Greyback o alguien de su manada. Además, Greyback no suele morder para contagiar, es algo exclusivo en ocasiones que le favorecen... lo usual es que él se coma a las víctimas.
—Eso quiere decir que Draco y tú... ¿Fueron elegidos por él? —preguntó Tonks, que atrajo con magia un grupo de tazas limpias y el agua que acaba de hervir.
—Mi situación es muy diferente a la de Draco, él me mordió por desquitarse con mi padre, a Draco... ¿Por qué te mordió Greyback?
Las miradas de los tres recayeron en Draco, que se removió nervioso, al compás en que escuchaba como el agua era servida en las tazas y las bolsas de té comenzaban a rondar en frente del grupo para que cada uno escogiera el sabor que le apeteciera.
—No lo sé, ese día rondaba por el bosque prohibido y me atrapó...
—¡¿Por qué rondabas en el bosque prohibido?! —cuestionaron los tres al mismo tiempo. Draco se cohibió, y Narcisa fue quien continuó—. Draco, querido, tiene ese nombre por algo. ¡Espero que haya sido por una buena razón!
La caja de té comenzó a golpearle el hombro para que escogiera un sabor, Draco sacó el primero que tocó.
—Perdí una apuesta con mis amigos —contestó, a lo que recibió una mirada estupefacta, además de la de Narcisa con el toque agregado de "Estás castigado: por idiota"—. De cualquier modo, él me dijo que quería hacerle un regalo a mi padre; por todos los nulos esfuerzos que hizo por el señor tenebroso.
Narcisa frunció el cejo como si hubiese notado algo.
—¿Qué sucede mamá?
—Creo mucho que Greyback planeó todo el asunto de tu mordida con anticipación —declaró Narcisa. La mano de Draco se paralizó cuando estuvo a punto de tomar la taza y Tonks no pudo evitar que el pelo le cambiara a castaño—. Dime, Draco, esa noche cuanto jugabas con tus amigos... ellos ¿tenían algo extraño? ¿En la mirada a lo mejor?
—¿Sugieres que Greyback hechizó a un grupo de chicos para morder a Draco?... me parece un poco rebuscado, si te soy sincero, Narcisa —puntualizó Lupin.
—Fue Nott, solo aposté con Nott.
Narcisa alzó una ceja y tomó un sorbo de té. Draco quiso imitarla, pero pronto escupió el contenido. Era de jengibre y Draco odiaba el té de jengibre.
—A decir verdad tiene sentido... los registros de lobos mordidos son escasos, ya que una gran parte desaparece para vivir una vida normal, como la tuya, Remus; otra fallece y la última desaparece —añadió Tonks—. Sin embargo, no podemos sacar demasiadas conclusiones si no sabemos con exactitud cuántos ha mordido Greyback.
—La niña y el adolescente olían a él, además de Draco y yo —contestó Lupin—, debe haber más, pero no creo demasiados.
—¿Todos magos?
—Solo los magos pueden sobrevivir una mordida de licántropo.
—No es cierto —interrumpió Draco—. La chica, la conozco, y el chico igual... quisieron contactarme justo un poco antes de que las incursiones en Hogsmeade fueran canceladas, pero me negué —mintió Draco, asegurándose esta vez de que sus gestos no lo delataran—. La chica es muggle y muda; y el chico es... Thomas Rosier.
Narcisa abrió mucho los ojos y se miró las manos—El hijo de mi tío Edel Rosier... nos dijeron que Thomas murió durante la primera guerra, pero nunca encontraron el cuerpo.
—¿Cuántos años tenía Thomas cuando desapareció, Narcisa? —preguntó Lupin.
—Unos diez... creo que todavía no entraba a Hogwarts.
Todos asintieron. Aquello que Greyback planeaba era más grande de lo que pensaron en principio.
—¿Otra cosa que sea relevante? —indagó Tonks, que le echó un par de cucharaditas de azúcar al té.
—¿Qué es un gamma? Ese desgraciado dijo que quería convertir a Draco en uno.
Lupin parecía saber poco acerca de esas cosas. Pero logró trazar una idea aproximada de lo que era un gamma a lo que Draco pudo detallar, sin que pareciera demasiado sospechoso el interés.
—Una última cosa —se atrevió a decir Draco, cuando veía que la conversación llegaba al final—. ¿Cuántos años debe tener Greyback?
Lupin se lo pensó un momento—: estimo que entre los cincuenta o sesenta. Cuando me mordió, él debía tener unos veinte.
Draco asintió y aprovechó ese instante de silencio para agarrar la mano de su madre con afecto, no obstante, Narcisa no hizo ni un gesto, ya que lucía perdida. Se preguntó qué era lo que pensaba con tanto afán, con un gesto tan desvalido.
—Remus, vamos a arriba, aún tengo que ayudarte a preparar la cama —dijo Tonks, que le dio un suave toque en el hombro a Lupin que se puso de pie al segundo.
—Necesito fumar —contestó Lupin, enseñándole la cajetilla.
—Te acompaño.
—No es necesario, Tonks. Si estás muy cansada...
—Mira... cállate, Remus... —dijo la chica, al tomarlo del brazo— Además, ¡sigues fumando esa basura muggle! Hoy vas a fumar unos cigarros de calidad.
Los dos salieron de la casa y Draco se quedó con Narcisa a solas, decidió llamarle la atención con un tímido llamado, a lo que Narcisa pestañeó y le sonrió.
—Acababa de casarme cuando recibimos la noticia de los Rosier —mencionó— fue devastador, imagínate, Thomas, gozaba de todo el potencial para convertirse en un mago asombroso.
—Mamá, Thomas vive como mago. Cuando me vino a ver traía puesto traje y la chica... un bonito vestido floreado.
Narcisa abrió la boca y comenzó a llorar.
—Ese muchacho³... era Thomas ¡y no lo reconocí! —sollozó Narcisa, con notoria aflicción—. ¡Ay! Draco, ¡Mi Draco! ¿Qué vamos a hacer? Ahora te vuelves a Hogwarts ¿y si te contacta otra vez? ¿¡Y si...?! Debes mantenerme al dia ¡Por favor!, mándale la carta a Tonks, pero debes escribirme... si no, no sé qué voy a hacer.
"Yo tampoco, mamá". Pretendió responder, pero se guardó el comentario y dejó que Narcisa lo llenara de besos. Draco le dedicó las palabras más tranquilizadoras del mundo que resbalaron en Narcisa sin efecto.
Pero ¿qué otra cosa podía hacer?
Cuando Narcisa decidió que yacía demasiado cansada como para continuar de pie, Draco subió las escaleras y se encerró en el cuarto inundado de la fragancia de Harry que dormía en la cama de Tonks, con la boca semiabierta y la luz de las estrellas sobre la mitad del rostro. Reconoció las pecas que le recorrían el cuello hasta desvanecerse en las mejillas.
"Si Greyback llega, mamá... Si llegara a ocurrir... Él...".
En silencio, se puso un pijama cualquiera y se metió a la cama. El olor de Harry continuaba impregnado en las sábanas y almohadas. Tomó la que Harry utilizó para ocultarse y se la llevó a la nariz. Cerró los ojos, sin reconocer ningún aroma, satisfecho con la maravilla de la incógnita.
Se volteó y miró el perfil de Harry. Parecía tan indefenso, a lo que Draco quiso hacerlo pedazos, morderlo, devorarlo y someterlo.
¿Cómo se atrevía a descansar tan sereno si era consciente que él (Draco) lo podría matar?
¿Cómo se atrevía a hacerlo dudar de sus propios sentimientos?
"Mamá, tranquila, porque soy fuerte".
Quitó la almohada del rostro, se llevó un índice a los labios y cerró los ojos. Se juntó demasiado con Adrien, y en lo que iba a hacer se demostraba.
"Porque estoy rodeado de personas fuertes".
Las sábanas comenzaron a darle calor, por más que se removía encima del colchón. Lo hizo en silencio, con cuidado de no despertar a Harry. Abrió los ojos y afinó el oído para oír la respiración de Harry que lo volvía loco. A duras penas murmuró un Muffliato. Era incorrecto, pero ¿Quién lo juzgaba? El olor se intensificó junto a sus latidos.
Decidió bajar de la cama e ir al baño, se lavó las manos y se mojó el cuello para calmar el calor. Encontró en el reflejo esos brillantes ojos y una culpa reciente.
—Harry... idiota.
Cayó de rodillas al piso, con las manos húmedas y frías.
¿Cómo se atrevía a hacerlo sentir vivo?
"Mamá, tranquila, no va a suceder nada, porque Harry también estará ahí. Conmigo. Juntos. Y nosotros somos fuertes."
• ── ◦ ◦ ── •
Notas:
1) God in Jeans: Ryan Beatty. Escuché esta canción y dije: esto es Draco.
2) La pureza siempre vencerá. Destaco además que el lema "Sin importar el futuro, contigo siempre" (Capítulo 18: La carta), es el que está tallado en la sortija de matrimonio de Narcisa con Lucius. Para que no haya confusiones.
3) Se refiere a cuando se encuentra, por primera vez, con Thomas, en el capítulo XXXI (de la primera parte): la alianza.
HOLA!
SIP, hace tiempo leí un comentario que me dio risa, pero este fic es uno de los de "Draco cayó primero, pero Harry cayó más fuerte."
Este y el siguientes son de mis capítulos favoritos. Me encanta la interacción entre tierna y vergonzosa que tienen ambos chicos.
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