"Sigue sin ser suficiente,
las personas no son suficientes
No voy a perder contra nadie de mi clase

¿No soy una chica linda?
(Oye) mucho más que aquel niño,
más que cualquier otro,
todos acérquense y mírenme.

Ámame, ámame, ámame
Más, más, más
Ámame, ámame, ámame,
Tanto que duela.

Esto es la felicidad." ¹

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TW: Palabras malsonantes y machismo.

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—He sido buscador del equipo desde segundo, no pueden no permitirme participar.

Blaise alzó una ceja, se cruzó de brazos y dio dos pasos altaneros.

—En el equipo no juegan traidores a la sangre.

La profundidad de la referencia retumbó en el campo de quidditch. Una gran parte de los aplicantes se mordieron los labios y desviaron la mirada incómodos, mientras que otros (la gente que Draco, en algún momento consideró amistades) se enderezaron con los brazos cruzados, afirmados en las palabras dichas por Blaise.

Draco se acercó a Zabini, eran de la misma estatura, quizás Zabini un par de centímetros más alto, pero eso no atemorizó a Draco, quien giró la cabeza para hacerse sonar el cuello.

—Que ahora seas el capitán no te da derecho a negarme participar.

—¿Entonces quieres intentarlo? Aunque seas mejor que Harper, aunque seas mejor que Krum, Malfoy, no vas a jugar este año, ni el siguiente —determinó Zabini, dándose media vuelta—; pero si quieres aún someterte a la humillación, nadie se va a interponer en tu camino.

Draco controló la respiración. Harper parecía nervioso, aferrado a la escoba con fuerza y Vaisey se rascó la cabeza desconcertado. Crabbe y Goyle se mantuvieron firmes atrás de Zabini, y el resto de los estudiantes que querían aplicar ese año, no dejaban de cuchichear entre ellos.

—Eres patético, Zabini —alegó una voz a espaldas de Draco—. Anótame ahora, voy a aplicar para buscadora.

Era la primera vez que Draco veía a Pansy con ropa deportiva: la camiseta que Draco le regaló cuando salían y un pantalón corto que le llegaba a la rodilla. Draco frunció el cejo y con una leve punzada de vergüenza dejó que Pansy se colocara al lado de la inigualable escoba de Draco.

Pans, Pans, por favor ¿tan siquiera sabes montarte en escoba? —indagó Zabini, con una sonrisa coqueta—. Eres preciosa, ten segura que te queda mejor tu puesto en las gradas.

Pansy no vaciló, sin embargo, era obvio que la chica pasó a duras penas el examen de vuelo en primer año. Draco lo recordaba bien, el día en que Pansy, muerta del miedo por la altura, se aferró a la escoba a pesar de que él sobrevolaba al lado.

Draco suspiró agotado—Pansy, déjalo; está bien.

—Pero Draco...

—Si ya terminaron el espectáculo, pueden marcharse —señaló Zabini, que le guiñó un ojo a Pansy—. Pans y si quieres, puedo darte mi camiseta; al final de cuentas ahí figura el nombre de un verdadero Slytherin.

Pansy cerró las manos en dos puños, apretó la mandíbula y arrugó la nariz, dispuesta a dar los pasos suficientes para golpear a Zabini en la cara, pero Draco se interpuso.

—Voy a audicionar, lo quieras o no Zabini, y me dedicaré a aplastar a cada uno de los postulantes a Buscador, así, cuando pierdas vas a tener que aceptar que llevaste al equipo a su propia decadencia.

—¡Ja! Que así sea, Malfoy —aceptó Zabini, que se subió a la escoba de un movimiento elegante—. ¡Quien derribe a Malfoy queda en el equipo automáticamente! —gritó de forma general. Crabbe y Goyle se hicieron sonar los nudillos ansiosos—. Y si lo dejan en la enfermería se quedan con la Nimbus 2001 de Malfoy.

Varios estudiantes subieron al cielo de inmediato, Draco tuvo que hacer un amplio esfuerzo para no dejar que los colmillos bajaran más de lo necesario.

—¡Draco! —exclamó Pansy, que lo tomó de la manga antes de que se subiera en la escoba— ¡Tranquilízate! ¡Tú eres más que el imbécil de Zabini!

Draco lo sintió: el vínculo de manada entre ambos se estrechó. Pansy lucía pálida, a lo que Draco atinó a darle un pequeño beso en la frente y subió de un grácil movimiento a la escoba.

—Para la buena suerte.

En el tiempo que le llevó a Pansy acomodarse en las gradas junto a Nott y Daphne; Zabini ordenó a los estudiantes en dos equipos, dejando con clara diferencia al de Draco en desventaja, con un par de chicos enclenques de cuarto como bateadores y un guardián al que le quedaba el casco demasiado grande. A Draco no le interesaba si el equipo era mediocre, lo único que debía hacer era capturar la snitch cuanto antes.

En el instante en que las pelotas fueron alzadas, Draco se concentró, afirmado en torno a la escoba. Crabbe sin dudarlo dos veces se hizo con la bludger y la aventó a Draco quien pudo esquivarla por un fragmento de segundo.

Cada una de las malditas bludgers iba dirigida a Draco, al igual que en varias ocasiones Zabini voló a toda velocidad en contra de Draco con la intención de noquearlo por el impacto.

No obstante, Draco volvía a sentir esa vigorizante sensación, que le embriagaba los sentidos y lo hizo sentirse vivo. En cuanto Harper lo miró, el chico descendió un par de centímetros, aterrorizado por el gesto feroz que Draco mostraba. Debía tranquilizarse. Las uñas le crecieron hasta el punto en que rasgaron la madera de la escoba.

Escuchaba los gritos de Pansy, para que se concentrara y bajara los humos. Draco los ignoró y se preguntó como sabría la sangre de Zabini, pronto lo supo, en el momento en que Zabini chocó en contra y Draco pasó a arañarle el brazo. Se llevó la yema del dedo índice a la boca y escupió la sustancia; era amarga, igual a que si mordiera un grano de café.

Esquivó dos bludgers, pero la tercera le dio en la cola de la escoba, Draco giró un par de veces, y pronto se estabilizó.

Con los sentidos a flor de piel, agudizó el campo de quidditch. Era capaz de percibir cada minúsculo atisbo de olor. Pansy olía a pera, Daphne a flores, Nott a Cuero, Zabini a desodorante en exceso.

Harry.

Harry se hallaba en el campo; lo identificó, subía a las gradas acompañado por Hermione, Luna y Ginny. Harry lo saludó con la mano y le gritó algo incomprensible, pero que a oídos de Draco, sonó como las palabras más mágicas del mundo.

Draco pestañeó, para despertar de esa sacudida irremediable de emociones y se concentró en la snitch que encontró con rapidez, la cual revoloteaba arriba de la cabeza de Goyle.

Subió a toda velocidad, persiguiendo la snitch. Percibió a Harper detrás de él por varios metros, pero Draco no solo era más ligero, sino que también tenía mejor control con las acrobacias para desestabilizar al contrincante.

Giró en el aire, le sacó la lengua a Harper y volvió a mentalizarse en la snitch, que se dirigió hacia Harry.

Agarró la snitch, a pocos centímetros de Harry, que cerraba los ojos y se protegía a si mismo con los brazos. El estadio ahogó una exclamación. Harry alzó la cabeza y le sonrió. Draco le sonrió de vuelta, pero eso fue lo último que hizo antes de que una bludger que lanzó Goyle fuera de tiempo, le diera en el costado derecho y cayera de la escoba.

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Pestañeó un par de veces, se lamió los labios para sentir el sabor de su propia sangre y un fuerte dolor en el cuerpo.

—¿Dónde... estoy?

—¡Un deporte de bárbaros! Eso es lo que es —exclamó Hermione contra Harry—. ¡Draco! ¡Despertaste!

Harry aparentaba que se iba a quedar dormido, pero al escuchar lo último que dijo Hermione, abrió los ojos y se inclinó sobre la camilla.

—¡Eso fue espectacular, Malfoy! —gritó Harry emocionado. Draco se rascó la cabeza adolorido— Fue como... ¡Fush! Y luego ¡Smash! Y cuando venías hacia mi yo pensaba que iba a morir, pero ¡Fium! ¡La atrapaste! Y yo estaba en shock, pero... ¡Bam! Viene la bludger y te caíste.

—¿Ah? ¿Fush? —repitió Malfoy, confundido.

—¡Aun así eso fue de otro universo! ¿Por qué nunca jugaste de esa manera en mi contra, Malfoy? ¡Que rabia! —gruñó Harry— ¡Debes enseñarme como hacer ese 360!

—¿Qué 360?

—¡Potter! ¡Basta! —regañó Pansy, la cual se hizo a un lado con los ojos llorosos—. Draco... ¡Casi mueres! Te caíste y de no ser porque Ginny alcanzó a invocar un par de almohadas, te hubieras golpeado la cabeza.

Draco buscó a Ginny con la mirada y la encontró sentada tranquila.

—Deudas pagadas —dijo Ginny, lo que hizo que Draco sonriera—, pero tienes un par de huesos rotos...

Madame Pomfrey se acercó al grupo de chicos y le dio a Draco de beber la pócima crece huesos, el sabor era tan repulsivo que Draco pensó por un segundo que acababa de tomar la matalobos junto a diez pastillas vomitivas.

—¿Un par? —bufó Madame Pomfrey con tono cortante— Son cuatro costillas, dos dedos, tres dientes y por suerte no te heriste un órgano.

Draco esbozó una mueca agotada y los huesos de la mano comenzaron a restaurarse. Madame Pomfrey negó con la cabeza, pero no se resistió a darle un apretón en la nariz a Draco, antes de marcharse con la botella de crece huesos.

—Da igual... de todos modos no quedé en el equipo ¿cierto?

Pansy se encogió de hombros triste. Ahí acababa. Al menos así fue hasta que fue interrumpida por la puerta que se abrió de improvisto.

Nott entró a la enfermería con la nariz ensangrentada, el ojo derecho medio cerrado y un par de dientes propios en la mano; Daphne lo acompañaba con los nudillos rojos de sangre ajena y el pelo disparatado. Detrás de la pareja, le siguió Goyle desmayado que levitaba gracias a la magia de Snape y Zabini que conservaba el rostro en un estado un poco mejor que el de Nott.

Madame Pomfrey dio un largo suspiro y fue atender al par de muchachos ensangrentados que no podían ni verse. Daphne se lavó las manos sin decir nada, se acercó a Draco y se sentó en la silla cercana.

—Detención durante tres semanas para la señorita Greengrass, señor Nott, Zabini y Goyle; mañana a las ocho —gruñó Snape, que negó con la cabeza—. Draco, tú también.

—¿Qué? ¿¡Pero si yo no hice nada?!

—Detención por ser el objeto del caos ¡Por Merlín! ¡De verdad! Agh... no debí hacerme profesor...

Snape salió de la enfermería con pomposos pasos. Daphne alzó el mentón orgullosa, y frunció el cejo.

—¡Tu novia esta puto loca, Nott! —alegó Zabini, con una bolsa de hielo presionada contra la mejilla.

—¡¿Qué dijiste!? ¡No insultes a mi Daphne!

Daphne, volvió a levantarse, le hizo un gesto a Nott para que se callara y se colocó en frente de Zabini.

—¡Nadie noquea a mi compañero de astronomía! Goyle se ve mejor inconsciente ¡Le hice un favor al mundo!

Zabini no añadió nada, pero Draco pudo definir que el moretón que le comenzó a crecer en el puente de la nariz fue a causa de uno de los anillos que Daphne portaba.

Draco se tomó la cabeza, cansado y se acostó. Harry le sonrió con nerviosismo, sentado en la camilla de Draco.

—Ahora mismo te vendría bien una de esas pociones para dormir sin soñar: son la gloria pura. Madame Pomfrey, disculpe... ¿Tiene una de esas? ¿Dónde las guarda? Si quiere la puedo buscar por usted.

Madame Pomfrey dejó un paño ensangrentado en el mesón y apuntó a la puerta.

—Quienes no tienen ningún hueso roto, están sangrando o inconscientes ¡LARGO!

Uno a uno, desalojaron la enfermería; aunque Harry le dedicó un último vistazo e hizo con las manos el mismo movimiento que cuando le señaló sus impresiones acerca del juego reciente. "¡Fush!", articuló Draco con los labios y se cubrió la boca para que una sonrisa no delatara lo feliz que se encontraba en ese momento.

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Se trataba de la primera clase particular que iba a tener con Dumbledore. Se acercó al despacho tras recibir el aviso por el profesor Flitwick; Harry pronunció una de las contraseñas que recordaba y acertó a la primera.

Tocó la puerta antes de ser bienvenido. Dumbledore lo esperaba detrás del despacho, mientras tomaba el té a pesar de que ya era la hora de la cena.

—Profesor, buenas noches.

—Buenas noches, Harry, siéntate ¿gustas de un poco de té? La profesora Trelawney me regaló una selección de té Grey exquisito.

Harry aceptó la invitación y esperó a que la tetera con detalles orientales le sirviera en una taza a juego; además Dumbledore dispuso en la mesa una caja de galletas de vainilla que le humedecieron la boca.

—Es un juego interesante ¿no crees? El animal ilustrado es una Qilin, una noble criatura —dijo Dumbledore, que le indicó el animal similar a un ciervo—. Un recuerdo de un viaje que hice hace un tiempo.

—¿Fue a China?

—Sí, una experiencia inolvidable, ¿hace cuantos años? Creo que ya son más de cincuenta... como pasa el tiempo ¿eh?

Harry casi se atraganta con el té, pero pudo disimular el asombro.

—¿Y qué hacen esas criaturas? No recuerdo pasarla en clases.

—Si, creo que se enseñan en los éxtasis de cuidado de criaturas mágicas —mencionó Dumbledore, a lo que Harry se encogió en el asiento—. Hagrid, está bastante desilusionado al saber que no escogieron su asignatura. En realidad vino en persona para saber si hubo algún tipo de error.

—No nos quedaba más tiempo.

—No tienes que excusarte, Harry. Fue tu decisión.

Dumbledore le dio un sorbo al té y mordió una galleta con calma. Le explicó que era un Qilin y la importancia de esa criatura en la antigüedad. Harry se asombró al saber toda esa historia que se le fue omitida y, por un instante se lamentó el no haber tomado los éxtasis de cuidado de las criaturas mágicas.

—Bueno, pero no te traje para hablar de los Qilin, Harry, ni para comer galletas, pese a que están riquísimas —declaró Dumbledore, que se terminó la taza de té. Harry se apresuró a hacer lo mismo, y por eso se quemó un poco la lengua. Con un movimiento de varita de Dumbledore, las cosas desaparecieron—. Ven, acompáñame.

Harry siguió a Dumbledore por el despacho, rodearon un par de estanterías y con magia se encendieron las luces cercanas al pensadero y las vitrinas con los recuerdos se sacudieron para dar con la que quería.

—Esta vitrina contiene recuerdos relacionados con alguien en particular.

—Tom Riddle —aseguró Harry sin titubear, a lo que Dumbledore afirmó, sacando un frasco del montón; como si no hubiera planeado esa visita con anticipación.

—Exacto, todos los frascos contienen información relacionada con Tom Riddle; hoy quiero que estudiemos uno, para que me digas tu opinión ¿vale?

Harry asintió y observó el contenido que Dumbledore vació en el pensadero.

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Harry al meter la cabeza en el pensadero no se esperaba ver a una mujer en un estado tan lamentable; llegó al punto de asustarse porque nunca había visto a una mujer tan maltratada: los brazos vendados, los ojos bizcos, el pelo que le caía exánime sobre los hombros, y una barriga de varios meses de embarazo.

Aun así, Harry la siguió por el bosque. Trató de averiguar de quién era pero no pudo, de cualquier manera, acompañó a la mujer en silencio hasta que se dejó caer cerca de una carpa pequeña y maltrecha.

Harry se acercó nervioso, consciente de que la mujer no podría verlo; fue entonces que percibió un tenue olor a manzanas (ácidas, por lo que debían ser verdes), plata y algo más que no reconoció de inmediato. Al arrodillarse cerca de la mujer notó en el estoico rostro un embelesamiento por el aroma de la pócima que preparaba.

Era Amortentia. La revolvía con meticulosidad y cuidado, el olor penetró las fosas nasales de Harry, hasta un punto en que quiso darle una probada al líquido rosado que burbujeaba pequeñas formas de corazones; la mujer, sacó en un frasco una gran cantidad del líquido y cubrió la pócima. Lo que hizo que Harry despertara de la alucinación con un fuerte rubor en las mejillas.

—¡Lo sabía! ¡Sabía que hechizaste a mi Tom! ¡Eres una bruja!

La mujer se volteó y guardó con prisas el frasco de Amortentia dentro de la cartera. El recuerdo debía pertenecer a esa otra mujer que apuntaba a la bruja.

—Esto es medicina, ¿Acaso no te aburres de espiarme Cecilia?

—¡Eres una bruja! En cuanto le cuente al resto lo que vi... ¡Estarás acabada Merope!

Merope puso los ojos en blanco, dio un paso al frente, sacó la varita y apuntó a Cecilia que la miró con horror.

—No, Cecilia, no dirás nada nunca, porque ya nunca podrás hablar.

Harry vio que le lanzaba un petrificus a Cecilia y la mujer caía de bruces al suelo. Merope se acercó a la muggle que alegaba en el suelo en gemidos ahogados, le abrió la boca e hizo un hechizo que le arrancó la lengua. Cecilia comenzó a llorar en silencio, quizás por dolor o angustia.

Merope dejó a Cecilia tirada, y lo último que Harry vio fue la larga falda azul de la bruja ondear al viento, con un brillo victorioso en los ojos.

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Harry salió del pensadero y miró a Dumbledore confundido.

—Ella es Merope Ryddle, de soltera Graunt; madre de Tom Ryddle.

—Hizo Amortentia... ¿Tenía al padre de Tom Ryddle hechizado?

—De principio a fin, Tom Ryddle Sr. estuvo bajo los efectos de la pócima de amor que Merope le suministraba a diario. Así concibieron a Tom Ryddle hijo, pero meses antes de que Tom naciera, Merope decidió dejar de darle la poción, convencida de que el hombre se hubiera enamorado de ella.

» Pero eso no pasó. Tom Ryddle Sr. despertó de la ensoñación y escapó, convencido de que fue hechizado; donde se casó con la, ahora muda, Cecilia.

» Pero no te hagas una idea errónea de Merope, Harry. Ella no era mala chica, solo aprovechaba la oportunidad de oro que se le presentó.

—¿Oportunidad de oro?

—¿Qué tal si revisas este otro recuerdo?

Harry accedió, a lo que Dumbledore le sonrió. Sin saber que hacer, analizó al liquido de la memoria que se mezcló con el agua y despues de un minuto, se miró a sí mismo, desorientado.

—Pude olerlo.

—¿La pócima?

—Sí, pude oler la Amortentia...

—Ciertamente, yo igual pude hacerlo cuando revisé el recuerdo de Cecilia la primera vez —mencionó Dumbledore—. Merope era una pocionera de excelencia; — el profesor se detuvo un momento al ver el rostro pensativo de Harry— aun así, es normal estar enamorado, en especial a tu edad.

Harry se relamió los labios y, sin añadir nada, volvió a meter la cabeza en el pensadero.

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Ahora era un hombre bajo y barrigón, que presenciaba a Merope limpiar los suelos de la casa, con los brazos llenos de moretones y cortes. Esa era la razón de las vendas.

Era un recuerdo más antiguo, porque no estaba embarazada y poseía una cara de auxilio perpetuo. Harry observó el rostro del resto de las personas ahí. Dos hombres adultos, ambos feos y deformes, en especial el que aparentaba ser menor. Se dio una vuelta por la choza en la que la familia vivía, para detener la mirada en Merope que restregaba con insistencia el piso de cerámica, a pesar de que el amarillento color no cambiaba ni un poco.

Harry no definió en un principio de que iba la conversación, pero sí notó que en determinado instante, el más joven se levantó de un salto del sofá y agarró a Merope del brazo.

—Esta asquerosa puta, padre, está el día entero pegada a la ventana con los ojos puestos en ese muggle —dijo en parsel, Harry se sintió incómodo al estar ahí en medio sin poder hacer nada—. A ese muggle que monta en caballo y se pavonea de sus estúpidos terrenos.

—¿Cómo? ¿¡Estúpida squib te gusta ese muggle?! ¡Morfin! Esto es inaceptable, ¡tu mierda malcriada! —gritó el hombre mayor, que tomó a Merope por el otro brazo y la aventó contra la pared tan fuerte que la madera tembló—. ¡No permitiré que mancilles nuestra preciada sangre pura con un muggle de pacotilla! ¡Puta! ¡Zorra!

—Por favor, deténganse Sorvolo ¿Qué hace? Es una chiquilla.

Sorvolo se dio media vuelta y agarró a Merope del cabello, para tirarla contra el suelo.

—Esta asquerosa squib, traidora a la sangre, coqueteando con un repugnante muggle —gruñó Sorvolo, que apartó la mano que el mago puso para interponerse ante al maltrato. Traía puesto un enorme y feísimo anillo en el dedo—. ¡Apártate mago de pacotilla!

Harry no pudo continuar con el recuerdo, porque le pareció demasiado repugnante. Levantó la cabeza y se encontró con Dumbledore que se frotaba la barba pensativo.

—Parsel.

—Los Gaunt siempre se enorgullecieron de ser descendientes del mismo Salazar Slytherin. Sorvolo, el hombre del recuerdo es el padre de Merope y Morfin su hermano. Ambos tiempo después fueron encarcelados y Merope comenzó a hechizar a Tom. El encarcelamiento fue la oportunidad de oro.

Harry estiró el cuello y se abrazó a si mismo aún con leves escalofríos debido al trato que acababa de presenciar. La vida de Merope hacía lucir el pasado de Harry como una situación de ensueño.

—Hoy quedaremos hasta aquí con la historia de Tom, Harry —dijo Dumbledore, cerrando las vitrinas con los recuerdos—. En efecto, es algo difícil de digerir.

—Profesor ¿ese anillo es...?

—Sí, Harry, ese anillo fue el causante del estado tan lamentable de mi mano —admitió Dumbledore—. Pero eso es una historia que veremos en otra oportunidad.

—¿Profesor esto es importante porque está relacionado con la profecía?

—Es relevante que conozcas a Voldemort, Harry. Aunque no lo creas, él ya sabe muchas cosas de ti, tanto buenas como malas; datos que tal vez ni tú mismo conozcas, porque le pertenecieron a tus padres, Harry. Por eso es valioso que sepas la historia a fondo.

Harry se mantuvo frente al escritorio de Dumbledore, donde se volvió a sentar. El profesor se quedó un rato con los ojos puestos en Harry, para acabar por sacar la caja de galletas, la cual le entregó al chico.

—No es necesario.

—Oh... creía que al joven Weasley le gustaría probarlas mientras le cuentas lo que viste.

—¿Puedo?

—La señorita Granger y el joven Weasley demostraron que son de fiar, Harry —aseguró Dumbledore que extendió aún más la caja que Harry aceptó—. Yo ya soy un viejo. Tanto azúcar va a terminar por pasarme la cuenta, además bien sabes que prefiero los caramelos de limón.

Harry esbozó una sonrisa y presionó la caja contra el pecho.

—Me gustan los bombones de mantequilla de maní.

—Tomo nota para la próxima vez que nos veamos. Nos vemos, Harry, que duermas bien.

Harry se despidió y salió del despacho con la cabeza en las nubes. Merodeó por el pasillo tal como si fuera la primera vez por la que cruzaba por ahí, bajó un par de tramos de escaleras y subió otros.

Abrió la caja y mordisqueó una galleta, mientras trataba de recordar cómo llegar al piso siete, pero aún le daba vueltas a la escena que acababa de ver. La Amortentia que olió. Recordaba haber olido ese último aroma en algún lado.

Se escondió de unos prefectos de Ravenclaw y terminó la galleta. Continuó con otra. Trató de no meter demasiado ruido, y sin percatarse, se halló frente al cuadro de la Dama Gorda que le dio el paso tras alargar un bostezo, que le contagió al muchacho. Harry entró al baño, se lavó los dientes y en el cuarto dejó las galletas en la mesa de noche para acabar metido en la cama con el pijama limpio.

Cerró los ojos, en un intento de adivinar lo que Merope debió oler en la pócima de amor. El gesto embelesado que puso y la expresión tan tranquila, fue consciente de que todo—según la trastornada perspectiva de Merope— lo que sufrió valió la pena si eso le permitía estar con Tom Ryddle Sr.

Harry despertó, sin saber que soñó. Recordó el olor fuerte a manzanas verdes, plata y los cigarros de calidad que Draco le dio a probar hace tiempo. Recordó la ágil manera en la que Draco surcaba el cielo, esos ojos llenos de emoción al agarrar la snitch, la sonrisa con ese par de caninos brillantes y las ganas que tuvo Harry de besarlo en ese minuto.

Supo entonces que, ya no veía al chico desde los ojos de una sencilla amistad.

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Notes

1)愛して愛して愛して (Aishite, Aishite, Aishite): Kikuo.

Hola!

Amo este capítulo. En fin, supongo que influye el hecho de que nuestro querido Harry abre, por fin, los ojos ajjsjs.

En fin, mientras editaba esto y escribía el resto de los capítulos se me vino una duda que necesito que me contesten. ¿Por qué leen esta historia? ¿Qué es lo que más les gusta? Siempre tengo la inseguridad de que el siguiente capítulo no sea de su agrado, y, aunque tengo ya el final escrito, hay algunas escenas que tengo en mente, que pueden ser abordadas de varias maneras y me gustaría escribirlas desde una perspectiva que les guste.

Esto no significa que vaya a cambiar cosas de mi línea temporal o la trama. Digamos que es mi estudio de mercado XD.

También, si tienen alguna pregunta, me la pueden hacer, ya que la próxima semana las reuniré todas y haré un mini Q&A.

¡Muchas gracias por leer!

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