"Vamos a llegar a las nubes y crearemos un nuevo mundo
Donde alguien podría morir, pero nadie resultará herido
Y si te parece bien, solo di la palabra
Te va a gusta-a-a-ar.
Son las 5 a.m
Nos sentimos tan bien que casi da miedo
Son las 5 a.m
Estoy hecho para ti, no podemos negarlo.
Encuentrame ahí, donde nunca cierra
Encuentrame ahí, donde nunca hay desesperanza
Todo es justo en el amor
(oh, oh, oh)
Cariño (honey)
¿Vas a venir?"(1)
• ── ◦ ◦ ── •
Hace un año sucedió lo mismo, aunque en esa ocasión era acompañado por su madre, lo que lo hizo sentir seguro. Con aquel sereno olor y gesto impasible que mantenía hasta en la más terrible de las situaciones.
En el presente no estaba Narcisa, por lo que Draco ni siquiera era capaz de recordar cómo funcionaba el mecanismo de la entrada.
Esa situación era tan diferente que Draco se quedó un rato con la estatua grande y horrorosa en frente, casi con el sentimiento de que los ojos de la gárgola lo analizaba amenazante.
El propósito de esa reunión fue claro desde un principio; Draco iba a recaudar información, rodear los cimientos de la morada de Dumbledore con el fin de saber de qué novedad podía enterarse. Si volvía a conseguir el puesto de prefecto era algo no asegurado; y mucho menos esperaba que Dumbledore modificara la opinión que gozaba de él.
Draco observó a ambos lados del pasillo y esperó apoyado contra la pared hasta que el profesor Flitwick pasó con alegría por el pasillo.
—¡Espere! ¡Profesor Flitwick!
El hombrecillo se volteó y Draco lo interceptó.
—El director Dumbledore me pidió que fuera a su despacho, pero no sé cómo ingresar.
—Oh… comprendo joven Malfoy; permíteme entonces.
Flitwick se detuvo frente a la estatua y pronunció fuerte y claro: "Manzanas confitadas". La gárgola emitió un crujido el instante anterior a que una escalera empinada de piedra emergiera del suelo.
—Dumbledore hace poco tuvo que cambiar la contraseña —le contó Flitwick—. Nos vemos, joven Malfoy.
Draco se despidió y subió antes de que la escalera se volviera a esconder. Al llegar al zaguán anterior a la entrada respiró hondo, con la percepción de que le costaba llenar sus pulmones de aire. La puerta era tan robusta y ostentosa como recordaba, y él continuaba siendo un muchacho delgado, con la diferencia de que en lugar de estar embriagado por un temor desconcertante, en esa ocasión lo que le ocasionaba incomodidad era la ausencia de una muestra familiar a lo que respaldarse. Era, al final de cuentas, una impresión normal— o eso quería creer. Iba a ver a la persona de la que no solo dependía la vacante que poseía en el colegio sino también una de las pocas que conocían su fidedigna identidad y, por ende, toda la poca integridad que gozaba dentro de la comunidad mágica.
A pesar de que no tocó la puerta demasiado fuerte, esta se abrió sin desearlo y entró al despacho del director. Juraba que por más veces que entrara a aquella sala, nunca iba a dejar de sorprenderse por la magia que destellaba el sitio.
Comparada a la oficina que su padre tenía en la mansión, Draco las definía en dos polos opuestos. El despacho de Lucius emanaba una magia sobria, menos ostentosa, pero siempre práctica y refinada; con la madera impregnada del olor del carísimo tabaco que en ciertas ocasiones su padre fumaba y una selección de libros los cuales este sabía al dedillo donde encontrar. Sobre todo, Draco recordaba distintos artilugios oscuros (casi macabros) que decoraban las estanterías.
Contrastaba desde el olor a flores y el cómo los libros parecían estar colocados de cualquier manera, sin gozar un esquema específico. Draco luego de leer el título de un texto decidió fijarse en las paredes revestidas de un papel tapiz cremoso.
Su padre conservaba una única pintura colgada la cual ni era mágica ("Distraen mucho del trabajo" le dijo cuando le preguntó el motivo de la ausencia de más decoraciones) y que cambiaba cada par de años. Draco de lo poco que rememoraba era como el tono de la pintura se oscureció con los años. Él fue testigo del paso de un estilo impresionista con colores fríos pero vividos a la tétrica esencia de un Goya.
Encima del escritorio, por otro lado, se encontraba una fotografía de Narcisa jugando con Draco bebé. Le gustaba mucho esa fotografía, pero al pedírsela a Lucius este negó con la cabeza y nunca le dio una explicación de porque no quiso dársela. Era quizás la única cosa con la que Lucius no lo consintió de pequeño.
En cambio, en esa habitación se encontró con pinturas de directores que Draco no reconocía y ni un atisbo de familiaridad con Dumbledore. La oficina, a pesar de haber sido decorada con el gusto del director, en realidad era por completo ajena al anciano; o al menos así Draco lo percibía.
—Buenas noches —saludó una pintura con la inscripción de "Phineas Nigellus Black"—, joven Malfoy.
Draco asintió y se acercó al retrato.
—Luces como tu padre, Lucius, un hombre de ideales bien puestos; pero emanas la actitud de un genuino Black, Narcisa siempre fue una mis descendientes más sensatas junto con Orion. Espero que los rumores no sean ciertos ¿verdad? Que te has aliado con el mocoso de los Potter… ese chico ¡Es un inconsciente!
—¡Cállate, Black! ¡Me agota escucharte despotricar todo el tiempo acerca de Harry! Mira que el chiquillo ya tiene suficiente con ser quien es, para que siempre lo critiques —gritó un retrato a la derecha, "Dilys Derwent", que puso los ojos en blanco—. No escuches a ese anciano, cariño. ¡Fortescue, llama a Dumbledore y dile que el chico Malfoy ya llegó!
Dumbledore no se encontraba a pesar de ser la hora en que lo citó. La nota era clara, nueve de la noche y Draco se hallaba parado ahí en el minuto exacto en que el reloj sonó a las nueve. En lugar del director, reconoció a ese bellísimo fénix, que dormitaba sin haberse inmutado ni un poco ante la llegada de Draco y mucho menos por la pelea que los retratos mantenían entre ellos.
Paseó por la zona y se detuvo frente a la estantería para fijarse en los títulos. Una gran parte de estos ya los había leído (incluso más de dos veces), pero otros estaban escritos en lenguas que desconocía. Se despegó de los libros, tocó unos cuantos artefactos dispuestos y analizó el pensadero a un costado del despacho, que era rodeado por una impresionante cantidad de vitrinas llenas de recuerdos.
Vertió toda su atención en una especie de balanza, que no dejaba de moverse de un lado a otro. Hipnotizado por el vaivén, Draco la tocó y cayó en cuenta de que era bronce macizo.
—Una curiosa elección, joven Malfoy.
Draco se sobresaltó y dio media vuelta como si acabara de hacer algo prohibido. Pronto recuperó la compostura con esa naturalidad tan propia de un Malfoy.
—Sin embargo, es un artefacto muggle que me traje de recuerdo de un viaje que hice hace tiempo.
El chico dejó el artefacto y se fijó de pies a cabeza en el director. Era igual que el año anterior, aunque pudo notar que desprendía un extraño olor. Seguía esa magia poderosa, la antigüedad de la sabiduría del hombre, junto a un suave deje de putrefacción.
Draco frunció el cejo y cayó en cuenta en la mano que traía escondida dentro del bolsillo derecho de la túnica.
—Tome asiento, por favor.
Con un vistazo, Dumbledore silenció a los retratos del resto de directores y se sentó detrás del escritorio. Percibió en la actitud esa autoridad que Draco hace tiempo no concebía provenir del hombre.
—Con permiso —contestó Draco, sentándose en la silla al frente.
Dumbledore deslizó con una mano su expediente y lo abrió. Draco se advirtió que era similar al que Umbridge conservaba el año pasado, con la diferencia de que, el que disponía Dumbledore, sobresalían un sinfín de papeles llenos de marcas rojas y anotaciones de distintos profesores.
Supuso que eran las anotaciones tanto positivas como negativas que los profesores habían hecho acerca de él a lo largo de su carrera escolar. No negaba que le picaba un poco la curiosidad por saber qué decían específicamente y sobre todo, conocer de una vez por todas si existían casos de profesores que le guardaban manía.
—Déjame refrescarme la memoria; le pedí hace un mes al profesor Snape que pusiera en suspensión tu puesto de prefecto debido a una agresión que ocurrió con el señor Mclaggen ¿no es así?
—Sí, pero…
—Que fue mutua —aclaró Dumbledore para alivio de Draco—. Me gustaría saber detalles acerca de la situación.
Draco procedió a explicarle los hechos tal como sucedieron y Dumbledore escuchó atento mientras escribía un par de cosas en el expediente.
—¿Y este tipo de acoso ha sido recurrente desde cuándo?
—Desde que fui junto a Potter al ministerio.
—Comprendo… —Dumbledore revisó el expediente de Draco y sacó un par de páginas que dispuso frente al chico—, pero sé bien que usted no quiere que tome auténticas cartas en el asunto ¿verdad?
Draco bajó la mirada y tragó en seco.
Eran tres hojas repletas de conductas agresivas que tomó contra otros alumnos desde primero hasta cuarto año. En quinto, por Umbridge, solo quedaba el registro de la pelea en el partido de quidditch y la "discusión" con los gemelos Weasley.
Si Dumbledore tomaba acción en esto, eso derivaría a una investigación en donde Draco acabaría por salir perjudicado.
—Estoy bien como estoy, creo que me puedo manejar bien por mi cuenta.
Dumbledore afirmó y retiró las hojas de papel.
—¿Sabe una cosa? Nunca fue mi intención el darle el puesto de prefecto, pero hubo alguien que me pidió que fuera usted. ¿Se puede imaginar quién?
Draco no tuvo ninguna duda acerca de la única persona capaz de recomendarlo.
—El profesor Snape.
—En efecto y por eso creo que el más decepcionado en esta desagradable situación es él; mañana le haré saber que queda en sus manos la decisión final de si devolverte o no el cargo de prefecto.
En palabras sencillas, luego de un tedioso sermón dictado por Snape, Draco volvería a ser prefecto, porque era conveniente para ambos. A Draco le gustaba figurar con esa chapa y pavonearse con un cargo de poder en ese micro país que era Hogwarts y Snape hablaba con Draco casi a diario.
—Tengo buenas notas ¿Por qué nunca me tomó en cuenta para la elección?
—Por tu conducta más que nada y bueno, a eso después vino la enfermedad. Creía que era mejor que te centraras en una sola cosa el año pasado —declaró Dumbledore, al guardar el expediente dentro de un cajón—. No obstante, Severus me dijo que lo mejor era darte otra cosa en la que enfocarte y viendo la mejora en tu conducta desde quinto hasta el pasado incidente… me doy cuenta de que ser prefecto no significó una traba en tu vida académica.
—Si bueno: me gusta serlo.
Dumbledore le sonrió y Draco se sintió un poco incómodo, como si el anciano lo incitara a marcharse.
—¿Tiene otra cosa que necesite?
Odiaba la falsedad de Dumbledore, quien ocupaba esa careta cuando sabía que el simple hecho de conversar con él no era de su agrado.
—Sé que no le caigo bien, Director, pero lamentablemente esta rara dinámica que mantenemos es necesaria debido a Potter.
Dumbledore rio un poco más interesado en la conversación.
—No me desagrada, Draco; en especial ahora que es amigo de Harry. Sin duda te considero el Malfoy más interesante que he podido conocer —dijo Dumbledore—, y tenga por seguro que conocí a muchos, partiendo por tu abuelo, Abraxas; un mago sin duda poderoso o tu madre, Narcisa fue una de las mejores alumnas de encantamientos que Hogwarts ha podido conocer, el profesor Flitwick te lo confirmará y eso que ni siquiera he tocado el quidditch. Sin duda tienes un legado interesante, por eso…
—No necesito una biografía contada por usted, director —lo interrumpió sin escrúpulos—. Ya que con todo, usted hizo que Potter desconfíe de mí.
—Son precauciones, estoy seguro de que es buena persona, pero lo que me concierne es tu entorno. Un legado milenario conlleva generaciones de tanto buenas como malas decisiones.
Al menos agradeció a Dumbledore de la sinceridad que mostraba con él.
—Créame, lo que Harry y unos pocos más saben es superior a cualquiera de nosotros; así que no le recrimine por aquello que es mero capricho mío. Por el momento te recomendaré vivir una vida de adolescente normal. Y acerca de esto mismo… la profesora Sinistra me contó acerca de tu descubrimiento del libro que escondimos hace ya mucho tiempo.
Draco se enderezó en la silla— Tampoco es para tanto.
—No, Draco, es impresionante. No apacigüe sus logros —le aconsejó—. Lo único que me queda advertirle es que el contenido al que va a comenzar a acceder puede resultar muy peligroso en las manos equívocas.
—Estoy al tanto.
Dumbledore se reacomodó los lentes y por el movimiento Draco advirtió un poco de la piel oscurecida de Dumbledore en la otra mano. Si bien no hizo ni un comentario y fingió una verosímil calma, no pudo no permitirle a su cabeza el comenzar a maquinar distintas posibilidades.
—Sin duda usted es un Slytherin de manual ¿eh? El conocimiento es asombroso, pero hay que saber cuándo dejar de ambicionar en exceso.
Draco se percató del ademán que hizo con la mano derecha que escondía. Sonrió para sí mismo. Ese anciano no abrigaba derecho alguno de decirle nada si él era el primero en desacreditar sus propias palabras.
—En fin, cuando sea la hora voy a solicitarte unas cuantas cosas. Por ahora, tome mi recomendación y diviértase con sus amigos; son tiempos difíciles, quizás más pronto que tarde se encontrará con que lo único que quedan son los recuerdos venideros.
Draco se levantó del asiento, se despidió con la cabeza de tanto Dumbledore como el retrato de Phineas Nigellus.
Dumbledore creía que la amistad que Draco poseía con Harry era el vislumbre de algo que no iba acorde a los planes que hizo con antelación. Lo advirtió en el tono con el que pronunciaba ciertas palabras.
Draco no dejaba de regodearse acerca de que Harry Potter, el niño preferido de Dumbledore— el chico que cuidaba como palo santo— era un muchacho al que le costaba separarse de los labios de Draco. Al menos era recíproco, porque a Draco igual le resultaba una tortura medieval el controlar los impulsos acerca de Harry.
La forma en la que Harry dominaba sus pensamientos era otro tema que lo colocaba nervioso, en especial los días en que le tocaba clases de legeremancia con Snape y él colocaba el mayor esfuerzo posible para no aferrarse a la figura de Harry para escapar del dolor.
Al menos volvería a ser prefecto.
Lo único que le daba mala espina era la cantidad de datos con los cuales Dumbledore jugaba a diario. Era mejor esa resiliente relación, una justa y necesaria; sin ningún tipo de excesiva amabilidad o forzada simpatía.
Pero el hombre fue claro. Necesitaba algo de Draco que todavía no le iba a pedir. Era cosa de tiempo. Aunque se temía que ese día llegara en una época complicada y él era uno de los tantos que Dumbledore, si quería, podía manejar a su antojo, no podría negarse.
—Viejo hijo de puta —insultó tan pronto salió del despacho y se encaminó a la sala común—. No te deseo el mal, pero ojalá que esta noche te ahorques con tu barba de mierda.
• ── ◦ ◦ ── •
—Según Dumbledore ya tenía demasiadas tareas encima.
Draco se recostó en la alfombra, con un brazo detrás de la cabeza, la mano del otro en el emblema de prefecto y la vista en el techo. Harry no dejaba de remover el fuego, lo que era más un tic que un indicio de piromanía.
—¿Por eso no te hizo prefecto?
—Sí, y lo agradezco —contestó Harry—. Me gusta tener tiempo libre que puedo usar para hacer otras cosas.
—¿Cómo qué? Hacer el vago no cuenta como una cosa productiva.
—Sigues molesto porque tomé solo cinco asignaturas ¿no?
Harry agitó las brasas tan fuerte que el fuego ardió con fuerza, sonrió emocionado, cosa que puso a Draco un poco ansioso.
—Sabes que las chimeneas existen por algo ¿no? Deja de jugar con el fuego, tonto —gruñó Draco y Harry obedeció con un poco de resiliencia—. Además, ¿Por qué me molestaría? Pierde el tiempo como gustes: eres libre. Lo que digo es que podrías hacer otras cosas más útiles, por ejemplo, runas: son geniales una vez le agarras el truco.
—¿Crees que soy aburrido?
Draco puso los ojos en blanco y tiró del brazo de Harry para que se recostara al lado.
—Creo que el adjetivo aburrido no calza de ninguna manera contigo. En fin es tu vida, haz lo que quieras.
Harry se acomodó al lado de Draco, con las piernas cruzadas sin querer acostarse. Hundió los dedos en el pelo de Draco, a lo que el otro chico cerró los párpados complacido.
Draco era una persona que le gustaba hacer cosas siempre, a decir verdad, ese instante que vivían en la sala de menesteres era una de las pocas excepciones a la regla; la cual ocurrió una vez que Harry fue a molestarlo por milésima vez a la biblioteca y Madame Pince, ya cansada del bullicio que Harry lograba ocasionar en las alumnas de distintos cursos, terminó por expulsarlos, a pesar de que Draco no hizo nada incorrecto y este frustrado decidió irse a la sala de menesteres para relajarse un poco.
Harry no tenía tarea ni tampoco trabajo extra. Dumbledore todavía no volvía a contactarlo, Hermione también se encontraba atareada (y ese día Harry ya la había molestado demasiado), Ron era ocupado por Lavender el noventa por ciento del tiempo y el resto de sus amigos parecía que poseían mejores cosas que hacer que perder el día con Harry.
Draco prefería a Harry cuando él (Draco) estaba libre, ya que al menos de esa forma no lo desconcentraba con la hiperactividad y la capacidad innata que disfrutaba el chico de hacerlo cambiar el foco de atención con un simple comentario estúpido.
—¿Cómo fue tu primera clase con la profesora Sinistra?
Harry se lamió los labios, con el deseo de besar a Draco, pero se puso tímido en el segundo en que este abrió los ojos. Se notaba agotado, de seguro que era debido a la luna llena que se acercaba.
—No está mal.
—¿Qué significa eso?
—Está siendo un año pesado. Podría ser peor.
—¿Y el contenido? ¡¿Qué vieron?! Nada peligroso ¿cierto?
—Tranquilo, Harry, tampoco es como si en una clase ya hubiese dominado mis siete chacras y este en sintonía conmigo mismo —se burló Draco —. La profesora me dejó leerlo un poco por encima, pero el problema es que antes de eso debo aprender a descifrar un lenguaje extraño que explica unas cuantas cosas. Un completo rollo.
Harry apretó la nariz de Draco y el chico sonrió. No lo culpaba por preocuparse, es decir, luego de todo lo que la profesora le contó, el misterio que les reveló, Harry quería mantener a Draco lo más cerca, para ser capaz de percibir cualquier feroz cambio en su actitud y poder frenarlo tan pronto apareciera.
—Estuve pensando en Lupin —comenzó Harry—. En el verano, me dijo que reconoció el olor de Sirius, aunque en el pasado no era así. Estoy seguro de que Sirius era el omega de Lupin.
—¿Por eso le preguntaste eso a Sinistra?
Harry asintió y Draco de un movimiento se sentó.
El temor no le gustaba a Harry. Siempre se sintió maravillado ante el hecho de no ser una persona miedosa, pocas cosas le ponían la piel de gallina a pesar de haber tenido un sinfín de ocasiones en la que hubiese sido normal actuar con miedo en lugar de prepotencia.
Sin embargo, el simple hecho de la muerte ya lo hacía pensarse las situaciones dos veces.
Lupin lo reconoció en tercero, Harry le aterraba al miedo. Al sentimiento de temer. Quizás por eso se mostraba fuerte o eso era lo que intentaba. Quería volverse el tipo de persona que era capaz de servir de soporte para muchos.
No obstante, se desmoronaba pedazo a pedazo frente a Draco.
—Harry… oye, no voy a dejar que nos pase lo mismo.
—¡¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?! ¡¿Cómo puedes mantenerte tan impasible ante todo?!
Draco tomó la mano de Harry y la colocó encima de su pecho. El corazón se le desbordaba en palpitaciones feroces.
—No eres el único al que le disgusta esto, Harry, pero si no soy quien le pone un punto final a Greyback, ¿quién lo hará? Trato de hacer mi mejor esfuerzo, porque sé que esto no es solo de Greyback; se trata de lo que ha creado.
» Harry, sé que es complicado, pero no voy a dejar que nuestra historia termine mal ¿vale? Tú debes encargarte del innombrable ¿no? Y tú debes prometerme que lo harás lo mejor posible para lograr ese objetivo, aún nos lleve meses, años o décadas.
Harry se aferró a Draco en una urgente necesidad de poder estar lo más cerca de él. No era suficiente, pero bastaba por el momento. Quería ser fuerte, pero sabía que si solo él recibía los balazos, no iba a lograrlo.
—Juntos, aunque nos lleve mucho tiempo.
—Sí, Harry, juntos.
—Si me dejas a medio camino no te lo perdonaré.
—Lo mismo digo —sentenció Draco, que le dio un beso en la mejilla—, elegido.
• ── ◦ ◦ ── •
Notas:
1.) Honey (Are u coming?): Maneskin.
Obviamente no podía dejar pasar la oportunidad de promocionar gratuitamente el tremendo temazo que sacó Maneskin hace poco.
Hola!
Vamos al meollo del asunto.
Q&A.
Pregunta BuBlueRose: The cutest couple ever
Muy lovely el cap me encanto uwu
Uffff preguntas tengo muchas y muy pocas respuestas jaja
Tengo mis teorías... but ¿Qué pasará con el aparecido de Adrien?
Respuesta: ¡Hola! Muchas gracias por comentar. ¡Estoy encantada de que te esté gustando mi fic!
De Adrien veremos en unos cuantos capítulos más, cuando Draco regrese a casa en navidad. Tiene unas apariciones que, aunque no son muchas, estoy segura de que te podrán gustar (o estresar o divertir); porque ya sabemos que el chico es medio impredecible.
Pregunta BeautyQhans: ¡Kya! Me encantaaa la historia, Uhmm que difícil poder preguntar algo ¿Harry tendra algún beneficio o poder por ser el Omega de Draco?
Respuesta: Hola! Me alegra mucho que te guste mi historia. ¡Gracias por comentar!
La respuesta es un si y no. Harry como no es hombre lobo tiene un papel fundamental en Draco, pero no obtiene la totalidad de beneficios que tendría si fuera un Omega licántropo. De estas recompensas ya aparecerán en capítulos anteriores, pero solo queda decir que son similares a las de un alfa.
Al final de cuentas, en mi historia, Omega y Alfa son complementarios. Los dos se encuentran en el mismo nivel y no se menosprecia al omega ante el alfa.
Comenta Ori:
Holaaa me encanta el fic pero me estas matando ! Quiero que esos dos se besen de una vez ! Que Harry lo acompañe en las lunas para que no se haga daño y pinches se diga por que lo puede escuchar!
Muchas gracias por escribir, no puedo esperar para el próximo capi!
Respuesta: Este es un comentario algo viejo, pero que no había tenido la oportunidad de contestar. Ahora si que si. ¡Muchas gracias por leer!
La razón por la que Harry puede escuchar a los hombres lobos se revelará más adelante. ¡Tranquilidad! Ya saben que me tomo mi tiempo a la hora de revelar todos los misterios ajsjsj.
¿Veremos a Harry acompañando a Draco en las lunas llenas? Si, pero también más adelante. Por el momento sería ponerse en un riesgo innecesario, aparte en el próximo capitulo sucede algo que ya he anticipado desde hace rato.
Pregunta AnataYume: oh por kami eso fue genial, al fin Harry y Draco y tanta tensión sexual acumulada, espero que Remus pueda salir beneficiado ... será que lyra sigue existiendo?
Respuesta: Y ten por seguro que aun queda tensión sexual que quiere salir a la luz. ¡Muchas gracias por leer!
No entendí la analogía con Remus, lo siento, pero si ten por segura que en el verano tambien veremos cierta situación de Remus que tiene mucha importancia y puede generar un poco de controversia.
Sobre lo último… sin comentarios adicionales.
Pregunta Murtilla: Dios dios Dios dios Dios dios
Que emoción! Por fin!
Y Greyback tb sabe que harry es él omega de draco.
Y tambien pregunta Murtilla: hola!
Me tinca que draco llego tarde a entrenar… me gustaría ver ese retorno
Serán novios a escondidas por el momento?
Sigo esperado que el secreto en los weasley deje la patada.
Saludos!
Respuesta: Hola! Muchas gracias por comentar siempre! Me alegra que te haya gustado tanto!
En efecto, Greyback sabe desde el año pasado que Harry es el omega de Draco ¿Qué efectos tendrá esto a futuro?
Y si, Draco llegó tarde a entrenar. Lamento no haber escrito nada al respecto, pero ten por seguro que tuvo un mejor rendimiento que de costumbre; brillaba de emoción.
Sipi, serán novios a escondidas de momento, pero bien sabemos que los secretos de estos rápidamente son desvelados por la gente de su alrededor.
Oh, Ron… pronto, cada vez más pronto va a dejar la embarrada. Y eso es la punta del iceberg con el Weasley.
¡Saludos a ti tambien!
Pregunta giulianacontesso: Me encantó este capítulo y pero me entristece el final de la hija de ellos dos es muy triste y si la niña que es muda es la hija de siniestra? tengo tantas preguntas
Respuesta: Hola! Muchas gracias por comentar!
Tantas preguntas de las que no puedo revelar su respuesta porque es spoiler. ¡Lo siento!
Comenta tuguacamole:lindísimo primer beso, esto es taaaaan lindoAJJAHSJSHSJSJA
Respuesta: Hola! Muchas gracias por comentar!
No me toquen, que por el momento estamos en época fluff. Disfruten porque después me dan tandas de angst y de ahí no me quita nadie.
Muchas gracias a todos por sus comentarios bonitos y preguntas, realmente me divierte contestarles y leer tanto sus teorías como sugerencias. Tengo tantas ganas de que continúen leyendo porque se vienen revelaciones bastante jocosas.
THE_MACHINE
