Fue una coincidencia, dirán algunos. Fue el destino, dirán otros.
Pero para él, fue un encuentro fortuito.
Luego de ser abandonado por el Avatar a la mitad del entrenamiento, el Gurú Pathik decidió que su trabajo habia sido hecho, mas no completado, y que su tiempo en el Templo del Este habia llegado a su fin.
El viejo Gurú emprendió una vez más su inacabable viaje entre las naciones. Durante sus largos de años de vida recorrió pueblos y ciudades, montañas y valles, y aún así todavía seguía convencido de que siempre habia algo más por descubrir. Algo emocionante y nuevo que lo esperaba en el camino para asombrarlo y admirarlo.
Quizás estaba cerca de encontrarlo.
Aquel día el sol comenzaba a picar la piel un poco más fuerte de lo normal.
Se acerca el verano.
Cansado y abatido por el largo trayecto caminado, se detuvo brevemente a tomar un respiro bajo la sombra de un arbol solitario. Tomó asiento al pie del tronco, liberó un suspiro, y se permitió contemplar el lugar que le brindaba morada temporal.
A su alrededor solo abundaba el silencio, la maleza y las ruinas de un pueblo abandonado por los Espíritus, y de una civilización, probablemente, ya perdida.
Aquel lugar parecía totalmente desolado y deshabitado.
Ese pensamiento le entristeció un poco por alguna razón. Tal vez, porque le recordaba la tragica historia de sus amigos Maestros Aire. La nostalgia tentó con abordarlo.
Cuando, de pronto, escuchó un sonido. Era agudo, como un chillido.
―¿Mmmm?
El Guru Pathik se puso de pie. El sonido volvió a cortar el aire de nuevo, esta vez más fuerte. Decidió seguirlo, su curiosidad había sido picada, y caminó entre los grandes pedazos de ruinas y estatuas, hasta que finalmente guió su mirada hacia la copa de un árbol.
Allí, entre las ramas quebradizas y secas, se encontraba una criatura peluda y blanquecina, mordisqueando lo que parecía ser la flor de aquel árbol.
Era un gato.
―¡Miyuki!―oyó repentinamente una voz―. Miyuki, ¿dónde estás?
Pathik se volteó hacia un costado y se encontró con, según él la describió, nada más ni nada menos que una hermosa y delicada dama, sujetandose las faldas de su túnica e intentando acelerar el paso en búsqueda de quíen sea que fuera Miyuki.
Y entonces, un crujido. Luego, un quejido animal.
La rama se había quebrado. Y el gato, caído contra el piso.
―¡Por todos los Espiritus, Miyuki!
La anciana corrió angustiada en su dirección, ignorando al hombre por completo.
Pero al Gurú poco le importó.
Estaba hipnotizado por aquella mujer de rasgos finos y cabellos plateados como el manto de los Espíritus. Su corazón hizo un movimiento ya olvidado en su interior, una calidez oxidada invadió su pecho. ¿Acaso su estomago se estaba moviendo por dentro? ¿Será que habia bebido demasiado jugo de banana con cebolla?
No, no era eso. Era una sensación mucho mas agradable, mas vibrante, mas emocionante. Y ahora en lo único que podía pensar era en lo fascinante que le parecia aquella mujer.
Vió cómo alzaba entre sus brazos a aquel animal y lo cuidaba con inmenso cariño, pero sin olvidar darle una regañada que hizo que hasta él mismo se sintiera reprendido. Sin embargo, eso solo hizo que le gustara un poco más.
Tenía que hablar con ella, necesitaba conocerla. Era, a sus ojos y su corazón, abrumadoramente encantadora.
Ahora podía, quizás, entender un poco mejor a Aang.
¿Qué energía cósmica podría ser mejor que llegar a conquistar el corazón de aquella mujer?
¡Holaa! Aquí Katara2323 saludandolos con amor
¿Qué les pareció este drabble? No se esperaban este ship ¿verdad?
Se preguntaran de donde salió. La verdad... no lo sé jaja. Estaba revisando mis borradores para inspirarme con mis demas historias, y me encontré con el fantasma de este pequeño drabble que escribí una noche.
Me dió tanta ternura como la primera vez que lo escribí.
Espero que les haya gustado.
¡Gracias siempre por leer!
Y por sus comentarios y mensajitos bellos. Los adoro.
Nos leemos la próxima (y ahora si, continuo con Tangled Memories)
