Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.


Capítulo 255. Ira De Irina (2)

Mientras tanto.

Irina estaba examinado a las mujeres comunes que habían sido reunidas en el palacio del oeste cuyos padres eran prisioneros.

Las mujeres reunidas eran de diferentes edades, ya que no importaba la edad que tuvieran mientras fueran capaces de trabajar como sirvienta.

Sin embargo, todas las mujeres con hijos fueron excluidas, porque tenía que usar a sus padres como cebo para chantajearlas y ganárselas.

Porque incluso si las chantajeara con sus padres, podrían abandonarlos por el bien de sus hijos. Del mismo modo, se excluyeron a las mujeres que tenían una mala relación con sus padres.

Irina las miraba de arriba abajo una por una mientras les hacía varias preguntas de manera casual.

—¿Cómo te llamas?

—¿Alguna vez has trabajado como sirvienta?

—El Palacio Imperial tiene un conjunto de reglas completamente diferentes a las de afuera que se deben cumplir, con un gran énfasis en la etiqueta. ¿Estás de acuerdo?

La mayoría de las mujeres reunidas aquí también eran señaladas por la sociedad debido a que sus padres eran prisioneros, y ni siquiera podían conseguir un trabajo apropiado.

Sabían que Irina las había llamado para ser más que sólo sirvientas, pero aun así no querían perder esta oportunidad.

Trabajando como sirvientas en el palacio imperial, recibirían un salario mucho más alto que el de una sirvienta ordinaria.

Además, la emperatriz podía conceder indultos a prisioneros varias veces al año.

Necesitaban desesperadamente la ayuda de Irina.

—Bonitos ojos.

Irina sonrió con satisfacción ante las expresiones decididas de las mujeres.

—Pero no puedo contratar a todas.

Después de preguntar sobre sus puntos fuertes, Irina le ordenó a la Vizcondesa Clearwater que primero se las llevara a todas a otra sala.

Y cuando la Vizcondesa Clearwater regresó, le ordenó que volviera a traerlas a todas.

—¿A todas?

Preguntó sorprendida la Vizcondesa Clearwater al pensar que Irina las contrataría a todas.

En un principio, Irina dijo que sólo contrataría a unas diez. El número de mujeres reunidas aquí era demasiado elevado.

—¿No son demasiadas? Ya que tenemos que capacitarlas, es preferible contratar gradualmente por el momento, Su Majestad.

Irina sonrió ampliamente. Por supuesto, no tenía intención de contratar a todas.

—Voy a hacer una prueba.

—Si es una prueba...

—Tráelas primero.

La Vizcondesa Clearwater no entendía las intenciones de Irina, pero trajo nuevamente a las mujeres.

Las mujeres volvieron a entrar en la sala de espera sin saber la razón.

Sin embargo, fueron recibidas por los gritos de Irina.

—Aquí dentro había unos preciados pendientes de perlas de Irina, pero desaparecieron. ¡Una de ustedes debe haberlos tomado! ¿Quién fue?

Las mujeres se miraron entre sí desconcertadas.

Ni siquiera habían visto dichos pendientes de perlas, mucho menos los habían tomado.

No, era extraño dejar unos pendientes de perlas en la sala de espera en primer lugar.

Sin embargo, no podían objetarle eso a la emperatriz.

Además, Irina parecía realmente enojada.

Viendo que nadie daba un paso al frente, Irina actuó como si estuviera más enojada y levantó la voz.

—¿No saben quién los tomó o están fingiendo no saberlo? ¡Si están encubriéndose entre sí, Irina no tendrá más remedio que castigarlas a todas!

Después de gritar de esta manera, Irina se dirigió furiosa a su dormitorio.

Mientras las mujeres estaban temblando, la Vizcondesa Clearwater siguió sensatamente a Irina hasta su dormitorio.

—¿Cómo están?

—Están muy asustadas.

—Tráelas aquí una por una. Antes de dejarlas entrar, aconséjales en secreto que si dicen la verdad no serán castigadas.

Al escuchar las palabras de Irina, la Vizcondesa Clearwater comprendió la situación.

Irina quería ver cómo sus posibles sirvientas salían de este difícil escenario.

La Vizcondesa Clearwater hizo lo que Irina le ordenó.

Llevó a una de las mujeres al dormitorio de Irina, y le susurró. —Si has visto algo, sé honesta. Su Majestad es una persona de buen corazón, estoy segura de que te perdonará si descubre que no eres culpable. De lo contrario, todas podrían recibir el mismo castigo.

Algunas estaban tan atemorizadas que mintieron. Nombraron a la persona que parecía la más culpable, o la más fácil de acusar en su opinión, e insistieron en que esa persona era sospechosa.

Incluso otras mintieron diciendo que habían visto completamente la escena del robo.

Sin embargo, algunas no cambiaron de opinión, diciendo que no sabían nada al respecto.

Al final, Irina decidió contratar a las que mintieron.

—¿Está bien?

—Está bien. Trabajar en el Palacio Imperial requiere flexibilidad. Lo sabes, ¿verdad?

—Pero dependiendo de la situación, podrían mentir. Aunque en algunas ocasiones puede beneficiar a Su Majestad, en otras puede que no.

—Lo sé. Pero Vizcondesa Clearwater, si quieren salvar a sus padres tienen que ser leales a Irina de todos modos. El ingenio de esas mujeres terminará siendo usado para el beneficio de Irina.

—Pero...

La Vizcondesa Clearwater prefería no estar cerca de nadie que pudiera crear falsas acusaciones según sus intereses.

No le preocupaba si fueran sólo una o dos, pero no podía creer que tales personas estarían por todo el palacio del oeste.

Sólo imaginarlo era horrible.

Irina se rió aún más.

—La prueba no termina aquí.

—¿Eh?

En lugar de explicar más, Irina fue a ver a las mujeres que habían sido descartadas.

Entonces, se disculpó con todas—Lamento haber sospechado de ustedes innecesariamente. Pero si esto sale a la luz, dañará la reputación de Irina, así que espero que lo mantengan en secreto.

Todas las mujeres respondieron que eran conscientes.

Al día siguiente, Irina ordenó a sus guardias visitar las casas de las mujeres que habían sido descartadas deliberadamente y preguntaran sobre lo que sucedió ayer en el palacio.

En este punto hubo algunas que mantuvieron sus bocas cerradas, y otras que estaban tan atemorizadas que confesaron los hechos.

Irina contrató adicionalmente a las que guardaron silencio.

Después de eso, envió a Astoria, una sirvienta elegida por ser buena mintiendo.


Para entonces, Astoria ya tenía una sirvienta enviada por el Emperador.

Astoria, que nunca antes había tenido una sirvienta, se sentía muy incómoda con esta sirvienta.

Sin embargo, cuando la emperatriz también le envió una sirvienta, se mostró realmente renuente.

No lucía bien, la actual emperatriz fue quien ocupó la posición de su benefactora, la Emperatriz Isabella, después de provocar su divorcio.

¿Y de repente envió una sirvienta? ¿La relación no estaba rota desde el día de mi llegada aquí?

Es sospechoso.

Pero Astoria, que perdió su maná y no tenía ningún respaldo, no podía rechazar la 'amabilidad' de la emperatriz y echar a la sirvienta.

Al final, Astoria no tuvo más remedio que aceptar a la sirvienta que la Emperatriz envió.

Sin embargo, nunca bajó la guardia con la sirvienta enviada por la emperatriz para evitar que creara falsas acusaciones.

Afortunadamente, Astoria era la asistente del mago de la corte, y pasaba mucho tiempo con él, así que no se relacionaba mucho con la sirvienta de la emperatriz.

Entonces un día.

La sirvienta, que la estaba ayudando a prepararse para el trabajo, observó el cuello de Astoria y exclamó en admiración,

—Señorita siempre usa este collar, ¿no es así? Parece muy costoso.

La sirvienta enviada por Irina recibió varias órdenes antes de venir aquí.

Una de esas órdenes era averiguar si Astoria tenía algo que pareciera un regalo del emperador.

La sirvienta sabía que Astoria era asistente de un mago, con un salario bajo y una plebeya huérfana.

La sirvienta estaba convencida de que este collar había sido un regalo del emperador, ya que no podría haber comprado un collar tan costoso por sí sola.

—Es un regalo de la academia. Nada importante.

Astoria habló con firmeza, y puso el collar dentro de su ropa.

De hecho, el collar era un artículo que provenía de McKenna por órdenes de Edward, hecho especialmente para devolverle su maná y enviado al decano como un patrocinio para que se lo entregara. Sin embargo, Astoria no sabía nada de esto.

—La academia da ese tipo de regalos, ¿eh?

La sirvienta murmuró, sonriendo ante las palabras de Astoria.

Pero en su interior, estaba convencida de que fue el Emperador Jasper quien le dio ese collar.

La sirvienta tenía un mejor ojo que Astoria, así que sabía que el collar no era sólo un poco costoso.

¿Por qué la academia mágica le daría un collar así?

Irina, que escuchó la historia de su sirvienta, tuvo el mismo pensamiento.

—Irina lo sabía.

Irina rechinó los dientes y recompensó a la sirvienta por su buen trabajo con un brazalete de rubíes y diamantes.

—Encuentra la oportunidad de robar o destruir ese collar.

—Sí, Su Majestad.

—¿Nunca la has visto reunirse personalmente con Su Majestad el Emperador?

—Siempre sale a trabajar. No puedo ir tras ella.

Irina reprimió su ira y dejó salir a la sirvienta.

Después de la visita del hermano de Delise, Jasper se volvió aún más distante.

Por supuesto, todavía la visitaba y le cantaba canciones de cuna, comprobaba si había algo que quisiera comer, y luego ordenaba al cocinero que le enviara mucha comida. Una vez al día enviaba al médico del palacio para que la chequeara, y también le daba regalos, diciéndole que le pidiera cualquier cosa que quisiera.

Sin embargo, Irina creía que Jasper no era tan cálido como antes.

Jasper dijo que no le gustaba Isabella por ser una típica noble y dirigió su atención a su inocente y fresco yo.

Por lo tanto, era muy probable que dirigiera su atención a otra mujer que fuera sensata e inteligente, diciendo que no le gustaba por ser ignorante.

—Bebé, debes nacer pronto.

Irina murmuró, cubriendo su vientre.

Pero la respuesta vino de afuera.

Llamaron a la puerta, y la Vizcondesa Clearwater informó que se trataba del Vizconde y la Vizcondesa Greengrass.

Irina los dejó entrar.

Aunque eran padres falsos, a veces cuidaban de Irina como si fuera su verdadera hija. Deseaba eso, aunque fuera un poco, para reconfortar su ya cansado corazón.

Pero sus palabras no fueron nada reconfortantes.

—Irina, ¿encontraste a tu hermana?